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Lección 4: Segundo viaje misionero de Pablo
Concilio de Jerusalén 49-50 d.C.
Después de su primer viaje misionero, a su regreso a Antioquía, nos dice la palabra que
Pablo y Bernabé se quedaron allí mucho tiempo.
“Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis
conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. Como Pablo y Bernabé tuviesen una
discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a
Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta
cuestión.”. (Hechos 15.1-2).
No se sabe con claridad cuan amplia fue la representación de las diversas iglesias
reunidas en Jerusalén para este concilio.
Pablo y Bernabé fueron delegados de Antioquía, y también representaban los intereses
de las iglesias que acababan de surgir en las provincias distantes que habían visitado.
Los ancianos mencionados (Hechos. 15:6) quizá representaron a varias iglesias de
Palestina.
El debate fue completo y exhaustivo, y quizá acalorado.
Había miembros de la hermandad cristianas que simpatizaban con las ideas de los
fariseos, e insistían que era "necesario" circuncidar a los gentiles convertidos "y mandarles
que" guardaran "la ley de Moisés" (Hechos. 15:5).
Después de que el debate hubo continuado durante algún tiempo, Pedro habló, y sus
palabras tuvieron buen efecto. Recordó el caso de la visión que había tenido antes de ir
a enseñar a Cornelio, el centurión de la compañía italiana. Recordó además, que el
Espíritu Santo había descendido sobre Cornelio y su casa aún antes de que recibiera el
bautismo.
Pedro sabía que Dios "ninguna diferencia hizo entre" judíos y gentiles, "purificando por la fe
sus corazones" (vers. 8-9). "Ahora, pues", interrogó Pedro, "¿porqué tentáis a Dios, poniendo
sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?
Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos" (vers.
10-11).
Entonces Bernabé y Pablo presentaron un informe completo de la obra que habían
hecho en su reciente viaje, y describieron los milagros que Dios les había dado el poder
de hacer. Tuvo que haber sido una presentación convincente, pues el concilio se halló
entonces listo para tomar una decisión.
Fue Santiago quien llevó la voz cantante y anuncio las decisiones finales en el concilio
de Jerusalén, no Pedro que hubiera sido lógico ya que él según Roma era el papa.
La propuesta de Santiago parece más bien un consenso para contentar a todos, sobre
todo a los judío-cristianos. Así, propone se prohíban a todos los conversos del mundo
gentil tres cosas, especialmente abominables para los judíos: la participación en los
banquetes con sacrificios a dioses paganos, el comer carne y sangre de animales
ahogados y el pecado de la fornicación. Esto último estaba enteramente conforme con la
doctrina cristiana, y las otras dos prohibiciones significaban una condescendencia, en si
inofensiva y fácil, con los judíos.
Así, pues, inmediatamente se enviaron cartas a las diversas comunidades cristianas
comunicándoles el acuerdo alcanzado. Así terminó esta asamblea, que con razón es
considerada por los historiadores como el primer concilio de la Iglesia, celebrado por
los apóstoles, ancianos y líderes de aquella primitiva Iglesia, en orden a resolver una
dificultad fundamental en la predicación del Evangelio.
El resultado fue la proclamación clara y decidida de la más absoluta libertad cristiana y
su independencia de la ley de Moisés.
Segundo Viaje 50-53 d. C.
Hacia el año 50 d. C. , poco después del concilio de Jerusalén, Pablo se mantuvo algún
tiempo en Antioquía, consolidando la Iglesia en aquel lugar; estaba acompañado
constantemente por su compañero de viaje Bernabé, su discípulo predilecto Tito y un
nuevo compañero Silas. Pero el carácter de Pablo y su fuego evangelizador no podían
retenerle en aquella situación por mucho tiempo. Así que propuso a Bernabé
emprender un nuevo viaje misionero.
Pero entonces surge un incidente muy humano. Bernabé puso gran empeño en llevar a
su primo Juan Marcos, como lo habían hecho en su primer viaje, pero Pablo, que
recordaba como Marcos los había abandonado en Perge en medio del trabajo, no quiso
saber nada con él.
Uno y otro insistieron en sus puntos de vista, por lo cual se llegó a una separación
definitiva, que debió ser muy dolorosa para el apóstol. Bernabé que no quiso separarse
de su primo, partió con él para Chipre, donde ambos siguieron trabajando. Marcos
debió juntarse posteriormente con Pedro del que se dice fue compañero inseparable y
del que tomó buena nota para escribir el Evangelio que lleva su nombre.
Pablo, por su parte, escogió a un hombre que se integró a la Iglesia de Antioquía
después del Concilio de Jerusalén, Silas, compañero fiel y de mucho ánimo, y se lanzó a
su segunda misión evangelizadora. Antes de penetrar en nuevas tierras, y como buen
organizador, Pablo hizo un recorrido por las iglesias fundadas en su primer viaje.
El trabajo de reanimar y robustecer las iglesias ya establecidas fue una de las mayores
preocupaciones del corazón del apóstol.
La segunda misión empezó con carácter más continental, especialmente en sus
comienzos. Partiendo de Antioquía donde ha permanecido largo tiempo y a través del
desfiladero de Amanus, “las puertas de Siria”, Pablo llega primero a Cilicia, su
provincia natal. La antigua Cilicia estaba dividida en dos regiones: La Cilicia rocosa al
Oeste y la Cilicia campesina al Este. Los antiguos coincidían en considerar a la
población de Cilicia como de origen Fenicio, y llegaban a esta conclusión diciendo que
Cilicia había sido poblada por el héroe Cílice hijo de Agenor, rey de Fenicia.
El apóstol visita a los cristianos de Derbe y Listra. La cantidad de fieles había
aumentado, entre ellos se encontraba Timoteo, que en su primer viaje debía ser un joven
ahora era ya un adulto con las mejores referencias de los hermanos. Así que, Pablo
decide llevárselo con él y de ahí en adelante fue un excelente discípulo y uno de sus
más fieles colaboradores.
Es digno de mencionar que Pablo en diversas ocasiones fue condescendiente con los
judíos creyentes, pero sin que ello mermara sus principios de la independencia
cristianas. En esta ocasión, quiso circuncidar personalmente a Timoteo, pues sabía que
todos los judíos tenían puestos los ojos en él, y existía la razón particular de ser hijo de
madre judía.
Desde Iconio, Pablo se dirigió a Antioquía de Pisidia y fue al marcharse de Antioquía
cuando Pablo y los demás compañeros se desviaron hacia Frigia y Galacia. “Y
atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo
hablar la palabra en Asia”. (Hechos 16.6).
Al decir Asia, está hablando de la provincia proconsular de Asia occidental que
comprendía las ciudades más pobladas y más ricas, Éfeso, Mileto, Esmirna y Pérgamo.
Pablo y Silas, que habían salido de Cilicia, habían cruzado de este a oeste la meseta
licaonia y luego la meseta pisidia. La tentación natural hubiera sido entonces descender
hacia las costas occidentales de Anatolia, siguiendo el valle del Meandro. En lugar de
seguir este itinerario normal, los apóstoles se dirigieron deliberadamente hacia el norte.
Guiados por la inspiración divina se dirigen a Tróade, Troas, la antigua Troya, y allí
tuvo por la noche una visión singular: “Un varón macedonio estaba en pie rogándole y
diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos”. (Hechos 16.9). De este modo quedaba
resuelto el enigma, Pablo entendió claramente que Dios lo llamaba a evangelizar
Macedonia, con lo que comenzaba su actividad Europea.
Sin esperar nuevo aviso, Pablo se embarca en el puerto de Troas rumbo a Macedonia, le
acompañan Silas, Timoteo y también Lucas, médico y hombre de letras que
permanecerá junto a Pablo hasta el fin de sus días. No sabemos cómo Lucas se
incorpora al grupo, lo cierto es que desde este momento hablará en primera persona.
Antes la narración estaba en tercera persona. “Y pasando junto a Misia, descendieron a
Troas”. “Cuando vio la visión, enseguida procuramos partir para Macedonia” (Hechos
16.8 y 10).
Desembarcados en Samotracia, pasaron al día siguiente a Neápolis, primera ciudad
portuaria de Macedonia y puerta de Europa para los pobladores del Asia. Después de
cuatro horas de camino llegaron a Filipos, colonia romana y primera ciudad europea de
alguna consideración. Ciudad fundada por Filipo de Macedonia en el 356 a. C.
La vía Egnatia, era el camino principal de la ciudad, a un lado y a otro los edificios
públicos y las construcciones particulares. En el centro de la ciudad se encontraba el
Foro, plaza rectangular de 50 x 100 metros enlosada con grandes piezas de mármol y
rodeada de pórticos y templos. Al este del Foro se levantaba el anfiteatro, cuyo graderío
se ha conservado intacto largos siglos.
Al mencionarse una colonia, implica que la mayoría eran romanos, por lo que no había
ni 10 familias judías en la ciudad por lo que carecía de sinagoga. Así que las mujeres
piadosas, judías o prosélitas del judaísmo se reunían a orar cerca del río.
“Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y
sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido. Entonces una mujer llamada Lidia,
vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor
abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. Y cuando fue bautizada, y
su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y
posad. Y nos obligó a quedarnos.” (Hechos 16.13-15).
Pablo siguió predicando durante unas semanas y caso excepcional de los Hechos, en
esta ocasión no fueron los judíos quienes iniciaron la persecución como ocurrió en otros
lugares; esta vez fueron los romanos quienes denunciaron a Pablo y a Silas como judíos
y por ejercer una propaganda ilegal desde el momento en que se dirige a los romanos.
Fueron azotados con varas por alborotadores públicos, y luego los encerraron en un
calabozo, asegurándoles bien con cepos los pies. Los sucesos que siguieron y que tan
magníficamente relata Lucas, tienen un dramatismo de epopeya. El carcelero,
despertado ante el fragor del terremoto y viendo abiertas las puertas de la cárcel, echo
mano de su espada con idea de suicidarse, pues se creía perdido ante los magistrados
romanos. Pablo comenzó a dar voces, a las cuales acudió el carcelero, y reconociendo en
este suceso algo sobrenatural se convirtió el mismo y toda su casa. Todo esto ocurrió
durante la noche.
Al siguiente día, sabiendo los magistrados que habían obrado de forma ilegal, ya que
Pablo era ciudadano romano, dieron orden de que se les pusiera en libertad.
Transmitiendo la noticia el carcelero a los presos a quienes había acogido en su casa.
Pablo se negó a marcharse sin la disculpa de los magistrados pues había sido público el
castigo y públicamente debían disculparse, lo que así mismo hicieron rogándoles que
por favor abandonasen la ciudad. Así lo hicieron ellos, después de despedirse de los
cristianos en casa de Lidia. En Filipos quedó una floreciente Iglesia.
Pablo y sus compañeros se dirigieron entonces a la ciudad de Tesalónica. Tesalónica, es
la antigua colonia griega situada en el actual golfo de Salónica. Llamada Therma en las
épocas arcaica y clásica por encontrarse edificada en el golfo de Termas. Cambio de
nombre en el año 315 a. C., cuando el general macedonio Casandro le dio el nombre de
su esposa Tesalónica, hermana de Alejandro Magno. “Pasando por Anfipolis y
Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos”. Hechos 17.1
Tenemos pues a la comitiva en una gran ciudad, con uno de los puertos más
comerciales del Mediterráneo. Allí encontraron una sinagoga y siguiendo su costumbre
a ella se dirigió Pablo para predicar. La Iglesia que se constituyó fue en adelante un
verdadero ejemplo para toda la cristiandad, que Pablo se complació en citar en lo
sucesivo; no obstante una vez más los judíos provocaron trastornos y amotinaron a la
muchedumbre.
Forzando a Pablo y demás compañeros a abandonar esta población. En Berea, Población
donde abundaba el elemento judío, tuvieron mejor resultado, y así fueron muchos los
que creyeron en Jesucristo, aun entre la gente noble y mujeres de distinción. Todo
parecía que marchaba favorablemente, cuando se presentaron algunos grupos de judíos
exaltados de Tesalónica, quienes lograron levantar al pueblo contra Pablo y los suyos.
De nuevo tuvo que escapar el apóstol de la persecución judía.
Así, dejando en Berea a Timoteo y Silas. Tomando a fieles compañeros se dirigió al
Pireo y rápidamente llegó a la capital griega Atenas. La ciudad de Atenas se halla al
sudeste de la Grecia actual y es la capital y la ciudad más importante.
Está ubicada en la llanura Ática, rodeada por montañas en tres de sus cuatro lados. Dos
pequeños ríos cruzan la ciudad: Cefiso e Iliso. Su puerto más cercano es el Pireo, el cual
se halla a ocho kilómetros del centro de la ciudad. Desde el siglo XIV a. C. la ciudad se
encontraba fortificada, como muchas de las ciudades de la antigüedad. Desde el siglo
VIII a. C. la zona se hallaba consagrada a Atenea.
La Acrópolis fue destruida por las tropas de Jerjes y reconstruida durante el gobierno
de Pericles para mostrar el nivel artístico y cultural de la ciudad. Pericles construyó el
Partenón, el templo de Niké y el Erecteion, entre otros monumentos. En el año 338 a. C.
la ciudad cayó bajo el poder de Macedonia, aunque no dejó por ello de tener una vida
cultural importantísima. En el año 146 a. C. los romanos tomaron Atenas.
Pericles tenía un trato especial con los hombres de la cultura y favorecía la llegada a
Atenas de filósofos y poetas. Durante su gobierno se representaron importantes
tragedias y comedias en el teatro de Dionisio, tras la Acrópolis. En tiempos de Pericles
se calcula que la ciudad tenía unos 200.000 habitantes.
Vista del teatro de Dionisio.
La fundación de Atenas es de la época del Neolítico, hacia el 3000 a. C. Atenea, diosa de
la sabiduría, sembró una aceituna y de ella nació un olivo, símbolo de paz y de
sabiduría. Los atenienses prefirieron la oferta de Atenea a la de Poseidón, y desde
entonces la ciudad se llama Atenas. El templo de Teseo, es una de las maravillas de
Atenas. La majestuosidad de sus columnas, que después de más de 2400 años siguen en
pie. Como desafiando la historia, el arte y la calidad de su construcción, son de
admirar. En este mundo de esplendor y de sabiduría, se encontró Pablo cuando visitó
Atenas.
El templo de Teseo
El Partenón fue el edificio más grande y más importante de la Acrópolis.
Admirado a través de las edades, el Partenón es descrito como el edificio más perfecto
construido de todos los tiempos. El edificio tiene 70 metros de largo y 46 columnas, cada una
de 9 metros de alto. La sutilidad y curiosidad de la arquitectura, está reflejada en el hecho
de que no hay ninguna línea recta o totalmente perpendicular en todo el edificio.
El Partenón, por supuesto. Su nombre en griego procede de pathernos, virgen, y hace
referencia a Atenea, la diosa protectora de Atenas a la que estaba dedicado el templo.Se
construyó en los años 447-432 a. C. por iniciativa de Pericles y bajo la dirección artística
de Fidias.
Técnicamente hablando, el Partenón es un templo dórico períptero octóstilo. Rodeado
de columnas con ocho de ellas en frente, de dos frontones; en su base mide 70x31
metros y todo el está construido de mármol del monte Pentélico.
En su interior albergaba una estatua de la diosa Atenea recubierta de oro y marfil de 12
metros de altura y, en un habitáculo posterior, las ofrendas a la diosa.
Mientras esperaba a Silas y Timoteo a quienes había llamado con toda urgencia, Pablo
tuvo ocasión de recorrer la ciudad, subir la cuesta hacia la colina de la Acrópolis y
visitar el Partenón. ¿Qué pensamientos y sentimientos pasaron por la mente de Pablo?
“tomándole, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de
que hablas? Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos, pues, saber qué quiere decir
esto. (Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se
interesaban sino en decir o en oír algo nuevo.) Entonces Pablo, puesto en pie en medio del
Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; porque pasando y
mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS
NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio”.
Hechos 17.19-23
Con una psicología fuera de lo común en la predicación, Pablo partiendo del fervor
religioso del pueblo ateniense y del monumento que él mismo ha podido contemplar
entre los demás dioses al Dios no conocido. Desde ahí les anuncia con toda claridad que
ese Dios al que adoran sin conocerlo es el que hizo el cielo y la tierra. Transportado por
su entusiasmo, Pablo se remonta a hablar de la obra redentora de Jesús y de su
resurrección como la obra cumbre de su divinidad. Mas para la mayoría de los oyentes
aquellas verdades eran demasiado elevadas e inteligibles para ellos. Se lo toman a risa y
obligan a Pablo a terminar el mensaje y aplazarlo para otro día.
“ Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya
te oiremos acerca de esto otra vez. Y así Pablo salió de en medio de ellos. Mas algunos creyeron,
juntándose con él; entre los cuales estaba Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris, y
otros con ellos”. (Hechos 17.32-34). Nos comenta Eusebio en su Historia Eclesiástica que
Dionisio fue el primer Obispo o Anciano de Atenas.
Como los resultados obtenidos por Pablo en Atenas no fueron muy buenos, lo
indujeron a buscar nuevos campos más fértiles. Por eso se trasladó a Corinto. Ciudad
mucho más importante desde el punto de vista comercial. Situada en el Istmo de
Corinto poseía dos puertos de gran importancia, además allí se encontraba la residencia
del procónsul romano. La ciudad había sido destruida por los romanos en el 146 a. C.
Durante un siglo, estuvo completamente deshabitada. Julio Cesar, ordenó la
reconstrucción de la ciudad en el año 44 a. C. Después de su reconstrucción se
transformó en capital de la provincia romana de Acaya.
La ciudad reconstruida de Corinto fue la visitada por Pablo y la que la arqueología ha
sacado a la luz.
En Corinto tiene el encuentro con Aquila y Priscila, que llegaron de Roma, fugitivos de
una persecución de Claudio contra los judíos. Hechos 18.1-2. Se hospedo con ellos y
trabajaron juntos haciendo tiendas de campaña que era el oficio de ambos. Las cuales
vendían en el mercado público de la ciudad. Allí vinieron a juntárseles Silas y Timoteo
y todos juntos se entregaron con redoblado celo a la predicación del evangelio.
Todos los sábados se presentaba Pablo en la sinagoga, muy poderosa en aquella rica
ciudad comercial, y con el entusiasmo acostumbrado exponía la vida y obra de Jesús de
Nazaret. Pero el entusiasmo del apóstol tropezó con la más tenaz y violenta oposición
de parte de los judíos, la cual fue tan ruidosa que decidió romper con la sinagoga “Pero
oponiéndose y blasfemando éstos, les dijo, sacudiéndose los vestidos: Vuestra sangre sea sobre
vuestra propia cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré a los gentiles.”. Hechos 18.6
Pablo se separó, y pasó a vivir en casa de un gentil temeroso de Dios llamado Justo, que
era vecino de la sinagoga. Sin embargo no había sido en vano su trabajo entre los judíos,
pues el mismo jefe de la sinagoga, Crispo, creyó en el Señor con toda su casa. Una
visión de Jesús le anima a quedarse en la ciudad, donde permanece por un año y medio
trabajando intensamente consiguiendo una comunidad grande y fiel a su liderazgo que
gozo de mucho prestigio en el primer siglo.
Esta redoblada actividad de Pablo acabó de exasperar a los judíos más fanáticos. Así,
pues, se dirigieron precipitadamente al procónsul Galión, hermano de Seneca, y
obligaron a Pablo a comparecer ante él, y lo declararon enemigo de la religión judía.
Pero el procónsul entendió los bajos móviles de aquellos hombres fanáticos y los arrojo
de su presencia, y Pablo pudo continuar su obra apostólica. Estamos a finales del 52 d.
C. Una inscripción arqueológica en Delfos nos dice que Galión ocupó el cargo en la
provincia de Acaya los años 51-52 d. C.
Pablo es sin duda el más prolífero escritor del Nuevo Testamento. Sus primeras cartas
las escribió desde Corinto; 1ª y 2ª de Tesalonicenses. Terminada esta primera etapa en
Corinto y dejando los fundamentos de aquella iglesia. Hacia el año 53 d.C. abandona el
apóstol la ciudad, con el objeto de cumplir un voto en Jerusalén, que no sabemos en qué
consistía. Acompañado de Aquila y Priscila, se dirigió a Efeso, donde hizo una breve
escala, en sus conversaciones en la sinagoga trabó una intima amistad con algunos
judíos y les prometió volver pronto a visitarlos.
Dejando en Efeso al matrimonio formado por Priscila y Aquila continuo su viaje hacia
Siria y desembarco en Cesarea, partiendo rápidamente para Jerusalén, desde donde,
cumplida su promesa, se encaminó a Antioquía. Con esto terminaba el segundo viaje
misionero de Pablo, que había tenido como escenarios principales las regiones de
Macedonia y Grecia.