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El ejemplo de Lidia Hechos 16: 9-15; 40 De todas las mujeres de la Biblia, Lidia, la vendedora de púrpura, es una de las que más se me parece a las mujeres piadosas del día de hoy. Lidia es lo que podríamos llamar una mujer de vanguardia, una mujer adelantada para su tiempo, arriesgada, valerosa; pero a la vez, temerosa de Dios y con un corazón listo para seguir la voluntad de Dios. En este Mes de las Madres, veamos algunos aspectos de la vida de Lidia, los cuales pueden ser inspiradores para las madres y las mujeres de nuestros días. Lidia, una mujer trabajadora. Como muchas mujeres en nuestra sociedad actual, Lidia no sólo cuidaba de su casa y de su familia, sino que también realizaba una labor lucrativa vendiendo tinturas para teñir la ropa, una actividad comercial por la que eran muy conocidos los habitantes de Tiatira, una ciudad de Asia Menor (actual Turquía) de donde ella era originaria. Es posible que Lidia se hubiera trasladado a Filipos, una importante ciudad de Macedonia, porque su negocio era mejor allí. Lo que es cierto es que generalmente las personas dedicadas a este negocio de teñir telas eran prósperas económicamente porque las clases ricas codiciaban estas telas, y en particular las de color púrpura, símbolo de prestigio social. El relato bíblico no nos dice si Lidia tenía un marido o era viuda. Sólo nos menciona que tenía familia. Pero , independientemente de que tuviera marido o no, lo cierto es que Lidia, como la mayoría de las mujeres y madres de nuestro tiempo, también trabajaba fuera de su hogar para sostener a su familia. Lidia, una mujer temerosa de Dios. Resulta interesante notar que pese a la posición social y a lo muy ocupada en que debía mantenerla su trabajo, Lidia era una mujer que estaba pendiente de Dios. Es posible que no haya sido judía de nacimiento (su nombre es griego), pero evidentemente era una seguidora de la religión judía. En cambio de estar trabajando el día de reposo, se iba con otras mujeres creyentes a la orilla del río Jerofontes, en las afueras de Filipos, a buscar a Dios en oración. Es posible que la comunidad judía en Filipos no fuera tan grande y por ello no tenían una sinagoga; también se nota que aquella era una reunión básicamente de mujeres. Y se reunían a la orilla de un río siguiendo una tradición judía que venía desde los tiempos de la cautividad babilónica. Era claro que Lidia, a pesar de los afanes que debía producirle su trabajo, apartaba tiempo para adorar a Dios. Lidia, una mujer atenta a la voz de Dios. Lidia, al igual que el centurión Cornelio de Hechos 10, era una mujer temerosa de Dios. Pero eso no era suficiente, como tanto Cornelio como ella sabían. Algo faltaba en su vida. De modo que cuando Pablo y sus colaboradores se unieron a la reunión en el río, “el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía”. Lidia rindió su vida al Señor y luego se hizo bautizar junto con el resto de su familia. Jesucristo se convirtió en dueño y Señor de su vida y de su hogar, siendo de esa manera los primeros convertidos del ministerio de Pablo en Europa. Lidia, una mujer servicial. Pero Lidia no solo recibió el mensaje de Jesucristo sino que de inmediato puso su hogar a disposición de Pablo y sus compañeros de misión para que se iniciara una iglesia allí. La casa de Lidia se convirtió en un lugar donde el apóstol se hospedaba y donde se celebraron las primeras reuniones cristianas en Filipos. Fue esta la primera iglesia cristiana en suelo europeo fundada por Pablo. Y Lidia, una mujer esforzada y espiritual, tiene el honor de haber sido la anfitriona de aquella iglesia. En muchos sentidos podemos decir que Lidia era una mujer y una madre como muchas otras que conocemos el día de hoy. Trabajadora, pendiente de su casa, etc. Pero ella fue especial en el lugar que le dio a Dios en su corazón y en su vida familiar. De ella podemos aprender a poner a Dios en el centro de todas las cosas a fin de ser prosperados y de obtener la verdadera honra y honor. En este Mes de las Madres, y siempre, el Señor llama a las mujeres y madres a imitar ese ejemplo maravilloso de productividad, dedicación y servicio a Dios.