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Transcript
El humano, al igual que la mayoría de las especies conocidas de plantas y
animales (más de 2 millones), es bisexual (con individuos de dos sexos:
masculino y femenino) y con dimorfismo sexual (el organismo del varón, es
diferente al de la mujer) y se reproduce sexualmente. La reproducción
sexual, es la función más complicada del humano.
Con el fin de conservar la especie, desde el primer varón y la primera
mujer, llamados el Adán cromosoma Y, y la Eva Mitocondrial, los
órganos necesarios para la reproducción humana, al igual que todos
los demás tejidos, estructuras, y órganos característicos de la especie
humana, estuvieron perfectamente desarrollados y funcionales.
También, toda la información genética necesaria para que los
descendientes humanos, pudieran formar y desarrollar hasta su plena
madurez, los órganos necesarios para su reproducción sexual, ha sido
transmitida en forma completa desde la primera pareja de humanos, a
cada uno de los millones de descendientes normales, hasta el día de
hoy.
En todo ser humano normal, sea mujer o varón, los órganos
reproductores llamados gónadas, al llegar a la madurez sexual, empiezan
a funcionar, produciendo hormonas sexuales y células reproductoras
llamadas gametos. Los testículos producen espermatozoides a razón de
millones por día, y los ovarios, un óvulo aproximadamente cada mes.
La gametogénesis, o formación de los gametos por Meiosis, que en dos
divisiones subsecuentes de las células germinales, reduce en las gónadas
(testículos y ovarios) el número de cromosomas en los espermatozoides y
los óvulos, de 46 a 23 (haploides), fue descubierta en 1833, por el biólogo
belga Edouard Van Beneden (1846-1910).
Tanto durante la gametogénesis de los espermatozoides
(espermatogénesis), a partir de sus células germinales llamadas
espermatogonias, como de los óvulos (ovogénesis a partir de ovogonias), y
durante la primera división meiótica, hay un intercambio de información
genética que hace que nunca dos gametos tengan igual información.
Junto con las gónadas, los demás órganos
necesarios para la reproducción sexual
humana, como son los órganos
copuladores, el pene y la vagina, así como
los órganos necesarios para la gestación (el
desarrollo prenatal del humano), como la
matriz con sus trompas de Falopio, llegan
a la madurez funcional, e inician la
menstruación.
Además, es necesario que tanto el varón
como la mujer, desarrollen e integren adecuadamente,
y de acuerdo a la cultura en la que se desarrolla, todas
las conductas tanto innatas como adquiridas por
aprendizaje, que les permitan funcionar como dos
adultos heterosexuales, que les capacite biológica y
socialmente, para unirse y reproducirse.
También es necesario
que el ciclo menstrual de
la mujer sea regular,
que su matriz esté libre
de enfermedades o
defectos que impidan la
nidación del embrión, y
que sus trompas de
Falopio estén
permeables. Hay que
recordar que la mujer
sólo es fértil unas dos
horas posteriores a la
ovulación, el día 14
antes de su siguiente
menstruación.
Los espermatozoides solo sobreviven
unos 3 días, por lo que para engendrar
un hijo, aparte de ser fértiles, se necesita
que el varón deposite en la vagina
oportunamente (no más de dos días
antes de la ovulación), una cantidad
suficiente de semen fecundo, que
contenga no menos de 100 millones de
espermatozoides íntegros y con
movilidad adecuada.
Una vez depositados, es necesario que un número suficiente de
espermatozoides, generalmente los más fuertes y sanos, encuentren y
traspasen el cuello uterino, asciendan hasta el fondo de la matriz (una
hazaña similar a la de escalar el Himalaya), y lleguen sanos y móviles,
hasta la trompa de Falopio que conduce al ovario que ovuló ese mes.
Una vez en el tercio inicial de la trompa de Falopio, el óvulo, mientras rota
lentamente, y por métodos de selección aún no conocidos, acepta la
penetración del núcleo (cabeza) de uno solo de los miles de
espermatozoides que le rodean esperando ser elegidos. Así, se consuma
la fecundación, fertilización del huevo, y la concepción de un nuevo
humano.
Todos los óvulos tienen cromosoma
sexual X, mientras que la mitad de los
espermatozoides tienen cromosoma
sexual X, y la otra mitad, cromosoma Y.
Si el que fecunda es un espermatozoide
X, el cigoto tendrá fórmula cromosómica
sexual XX, y se desarrollará como niña;
si es espermatozoide Y, el cigoto será
XY, y se desarrollará como varón.
Desde la fase de huevo o cigoto, el
humano concebido, con la
contribución del 50% de su
información genética procedente de
la madre, y 50% del padre,
es capaz de desarrollarse dentro
de la matriz materna durante
unas 38 semanas a partir de la
concepción, y después del parto,
durante unos 20 años más,
hasta llegar a un adulto único.
Para desarrollarse, el cigoto en
5 a 6 días, se multiplica
geométricamente en 2, 4, 8,
16, 32 y 64 células,
cambiando de nombre a
embrión, mientras, tomado un
aspecto de mórula, viaja por el
interior de la trompa de Falopio
hasta la matriz,
donde intentará anidarse en su
recubrimiento interior llamado
endometrio, y de lograrlo, se
llamará ahora feto.
Si una o más de las primeras células del
embrión se separan, y como embrión
logran anidarse, se desarrollarán uno o
más hermanos gemelos idénticos.
Ocasionalmente, y aparentemente por
influencia hereditaria de madre a hija,
algunas mujeres ovulan dos o más
óvulos por mes, que al fecundarse y
anidarse, dan lugar a gemelos fraternos
(no idénticos).
Una vez anidado el feto, alimentado por el cordón umbilical, y gracias a la
participación coordinada de los más de 30 mil genes de su ADN; a razón
de varios miles de células por minuto, en 266 días a partir de la
concepción, forma armónicamente y por diferenciación, todos sus tejidos,
órganos, estructuras y funciones característicamente humanas.
Llegado el término del embarazo, el
feto desencadena los cambios
hormonales que provocan el trabajo
del parto, las contracciones uterinas
cada vez más frecuentes y fuertes, y
la dilatación del cuello de la matriz y
el canal vaginal (que en las
primerizas llega a tomar hasta 12
horas) por el que el recién nacido es
expulsado, iniciando su vida
extrauterina.
Así, la única diferencia entre un cigoto o huevo, un embrión, un feto, un
recién nacido, un niño, un adolescente, un joven, y un adulto, no es su
grado de humanidad, sino solamente su grado de desarrollo; y
biológicamente, lo que se expulsa y aborta cuando muere el producto de
la concepción por causas naturales o criminales, es un humano.
El Dr. Michael G. Thompson, y el Dr. Brad
Harrub concluyen: “Nadie ha podido explicar,
desde un punto de vista evolucionista, cómo
es que se origino el sexo y el increíblemente
complejo proceso de la meiosis, que hace
posible la reproducción sexual; y menos, el
intrincado desarrollo del embrión, que es en sí
mismo una maravilla de diseño.