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Las escuelas historiográficas La Historia nace como disciplina en los imperios antiguos (Mesopotamia y Egipto), como relato honorífico de las hazañas de los gobernantes caracterizados como semidioses. Su formato son las crónicas en que se establecen la genealogía de las dinastías y sus principales triunfos. Estela de Naramsin (Mesopotamia, 2.300 a. C.) Dado que la Historia está ligada al enaltecimiento de las dinastías reinantes, ya en el mundo antiguo surge la reinterpretación cambiante de ella al compás de los cambios políticos y los derrocamientos: se procederá, en esos casos, a lo que se denomina “detestatio sacrorum” (la eliminación de los vestigios de la dinastía o el monarca indeseable) para que no quede memoria pública de sus actos y su existencia. Akenaton y sus hijas, Egipto s. XV a. C. En el siglo V aparece en Grecia el tratamiento histórico. Hasta entonces se había usado el mito para explicar el pasado. Por ejemplo, en la Ilíada se presenta la guerra con la intervención de los dioses. Entre la fase mitológica y la historiográfica existe la fase de los logógrafos, en la que se empieza a prescindir de la mitología aunque no se investiga la verdad del pasado, sólo se recogen relatos en los que se ha quitado el elemento mitológico sin verificar aún los datos. De esta etapa destaca Hecateo de Mileto. La historiografía clásica remonta sus orígenes más remotos a las obras de Herodoto y Tucídides (siglo V a. C.) Las diferencias entre ambos son destacables: Heródoto se mueve en el terreno épico y religioso, ateniéndose a hechos antiguos, fiel a las tradiciones orales y al canto a la gloria de dioses y héroes. Tucídides no da pie a la especulación religiosa, se atiene a la naturaleza humana para narrar acontecimientos coetáneos a él, algunos incluso vividos por él mismo y otros que le fueron transmitidos, pero no por el fruto de una larga tradición oral: para él su obra tiene un valor ejemplar. Heródoto se limitó al conflicto entre griegos y persas, pero con el recuerdo constante del pasado y la recogida de datos sin criticarlos: antologías, genealogías, historias locales, geografía descriptiva y etnográfica. El atractivo de la Historia radica en buscar la anécdota (como en una enciclopedia etnogeográfica e histórica). Tucídides innovará al introducir la crítica histórica de las ideas políticas, los acontecimientos, las causas profundas y los detonantes externos del conflicto entre griegos en el s. V a.C. con una mezcla de objetividad. El pasado está en función de hacer comprensible el presente, Guerra del Peloponeso (s. V. a. C.) La Historiografía romana abarca desde la República (s. III a. C.) hasta la decadencia final del Imperio(s. V. d. C.). Fue muy influida por la griega, especialmente por Polibio, historiador griego que vivió en Roma y fue el primero que escribió una historia universal de todos los pueblos mediterráneos. Es menos rigurosa y más moralizante que la historiografía griega. Se utilizan fuentes orales y escritas, pero estas últimas tienen más importancia (archivos sacerdotales, documentos oficiales como leyes y listas de magistrados, arhivos familiares y laudationes funebres). Algunos autores fueron Tito Livio, Suetonio o Tácito. Plutarco: (h. 50 ó 46 - id., h. 120) historiador, biógrafo y ensayista griego. Autor de las Vidas Paralelas, una serie de biografías de griegos y romanos famosos, elaborada en forma de parejas con el fin de comparar sus virtudes y defectos comunes. Tito Livio , (59 a. C. - 17) Compuso la historia de los primeros siglos de Roma, desde la fundación hasta 292 a. C., el relato de la Segunda Guerra Púnica Tácito: (c. 55 – 120) se dedicó a la historia en la madurez, después de la culminación de una importante carrera política. Suetonio: (h. 69 - 140), historiador y biógrafo, fue el autor de Las vidas de los doce césares. En el tránsito a la Edad Media se produce una ruptura radical con la tradición historiográfica clásica. El Cristianismo concibe la Historia no como una investigación secular, causal y racionalista de los hechos humanos, sino como la contemplación alegórica de la voluntad divina: la historia es la realización de un plan preparado por Dios, cuyo objetivo es la salvación del hombre. La Historia tiene una estructura lineal, cuyo final está ya decidido, marcando la evolución de la humanidad desde sus orígenes: principio, desarrollo y final se encuentran íntimamente relacionados, pues narran en realidad la historia que va del un pecado original a la salvación. San Agustín (354-430): su obra La Ciudad de Dios está concebida para salvar al cristianismo de las profecías incumplidas, desligando la Iglesia del Imperio en descomposición. Eusebio (260-340), que estableció el primer gran modelo con su Crónica, un esfuerzo por enlazar la historia bíblica con la de los pueblos mediterráneos. Con la creación de los reinos medievales que sustituyen al sistema político del Imperio romano nacen las crónicas de su formación y consolidación, siempre dentro de una concepción cristiana y providencialista. Ejemplos: Gregorio de Tours (Historia de los Franceses), Beda el Venerable (Historia de la Iglesia y el pueblo de Inglaterra), o Alfonso X (Crónica General de España), ya en lengua vernácula.