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Reflexiones sobre el Corpus Christi, por la Sierva de Dios Madre Mercedes de Jesús, Monja Concepcionista de Alcázar de San Juan. Avance automático Vamos a recordar el amor de Dios hasta el extremo, por nosotros. La donación de Dios, hasta el derramamiento de su sangre por nosotros. La entrega de Dios, hasta hacerse comida, por nosotros y para nosotros. ¿Qué más ha podido hacer? Así nos ama Jesús, con todo su Ser, que lo hace ser alimento del nuestro para sembrar en nuestro corazón su misma vida eterna, su Ser divino. Padre nuestro, por el Cuerpo inmolado de Cristo aumenta en nosotros el deseo de inmolarnos por Él y con Él. Padre nuestro, por la Sangre redentora de Cristo, te pedimos que laves y purifiques nuestra alma. Padre nuestro, por la divinidad de tu Hijo entregado a nosotros en la Sagrada Comunión, te pedimos que crezcamos cada día más en caridad divina, en santidad, en amor. Amén. “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20). Sí, Jesús sigue viviendo, y si vive Jesús sigue evangelizando, pues ésa es su misión. ¿De qué modo? ¿Dónde? Desde el Sagrario. Ahí, fiel a su amor, Jesús vive el abandono de los suyos. En el Sagrario, vive en silencio con el Padre, y el silencio de los hombres, por quienes está sacramentado. Ahí continúa amándonos calladamente, entregándosenos en comida, sin ser correspondido. Ahí, en el Sagrario, prolonga su humillación, su Kénosis, inmolándose por amor. Ahí sigue amando, llamando y esperando a los suyos. En el Sagrario o claustro divino se vive el amor sin límites. Hay silencio de adoración. Hay obediencia más allá de la muerte. Hay entrega total. Ahí se espera sin límites, se aguanta sin límites, se perdona sin límites, se ama sin límites. Jesús en el Sagrario, ante todo, adora al Padre, hace del Padre el Manantial de donde alimentó y alimenta su interioridad divina, por eso irradia eternidad, amor, infinitud… ¿Es así nuestra pasión por el Padre? ¿Hacemos de la adoración al Padre la pasión de nuestra vida? Jesús en eltan Sagrario está ¿Estamos apasionadas por amor y vive Él, como Él el loamor, está del tiene sus delicias en Padre y por nosotros? estar los hijos ¿Noscon abrimos a los demás, de hombres. los los acogemos, como Cristo? Jesús vive en el Sagrario el abandono de los hombres, está allí como el último de todos, como uno que no oye y no puede replicar. ¿Vivimos así la incomprensión, el abandono de los demás, descansando en el corazón del Padre, para ocuparnos de lo esencial, de Él, del crecimiento de su vida divina en nuestras almas? Jesús es manantial de vida divina, ¿crece nuestra vida interior? Jesús irradia santidad, ¿dejamos que la transmita en nuestras actuaciones? Por no haber sabido decir a las almas dónde está la verdadera sabiduría, el verdadero amor, la verdadera vida, la verdadera paz y felicidad, ¡la única Verdad! que está en el Sagrario… ¡Perdón, Señor, perdón! Sólo contemplándole, nuestra mente dará paso al gran silencio divino. Sólo imitándole, nuestro yo morirá, dando paso a la humildad; nuestra mediocridad en el amor, encendido por el fuego de la oración dará paso al amor fraterno que irradia por su calidad. Amén.