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El consumo de cine y teatro.
Proyecto Atalaya. Cursos de Verano U. Cádiz.
Rosalía Martínez García
(Vicerrectora de Participación Social. UPO)
Juan Miguel Gómez Espino
(Departamento de CC. Sociales. UPO)
Manuel Jesús Sabariego Gómez
(Vicerrectorado de Participación Social. UPO)
El consumo de cine y teatro. Proyecto “Atalaya”. Cursos de Verano U. Cádiz.
Rosalía Martínez García (Vicerrectora de Participación Social. UPO)
Juan Miguel Gómez Espino (Departamento de CC. Sociales. UPO)
Manuel Jesús Sabariego Gómez (Vicerrectorado de Participación Social. UPO)
EL CONSUMO DE CINE
El consumo de cine y teatro. Proyecto “Atalaya”. Cursos de Verano U. Cádiz.
Rosalía Martínez García (Vicerrectora de Participación Social. UPO)
Juan Miguel Gómez Espino (Departamento de CC. Sociales. UPO)
Manuel Jesús Sabariego Gómez (Vicerrectorado de Participación Social. UPO)
• El cambio en los soportes se traduce en un cambio en los hábitos y
usos
– “[…] el “salón de casa” ha pasado a ser el lugar por excelencia para el
acceso a los productos cinematográficos. De este modo, sigue siendo
un medio “masivo” en cuanto al número de receptores este tipo de
productos, pero lo es (mucho) menos en cuanto a la presencia de los
espectadores en las salas de cine.”
– “Según el “Estudio sobre la situación del cine en España”, de 1968, (del
Instituto de la Opinión pública), asistía regularmente a las salas de
cine el 55% de la población”
– “A partir de 1965 , comienza oficialmente el control de taquilla en España. El
año siguiente, se vendieron 403 millones de localidades. Diez años más tarde,
en el año 75, se percibe ya una notable decadencia: el número de localidades
vendidas se redujo hasta los 255 millones. […] En 2008, continua el descenso
de espectadores hasta llegar a los 108 millones (en 2004 eran 143, 9 y en 1975
más del doble).
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•
“El cine (como producto cultural, también industrial) ha evolucionado a la par que lo
hiciera el modelo de consumo: de un consumo de masas, universal y estandarizado
se pasa a un modelo ahora sustentado en la flexibilidad y la ´customización`”
–
–
–
–
–
Durante los 80, en las ciudades los espacios de exhibición se subdividen para dar cabida a
varias salas, generalizándose los conocidos –desde entonces- como “multicines”.
A pesar de todo, el número de salas se redujo sensiblemente frente a la situación de tres
décadas atrás: si en 1965 el número de salas era de 7900, en 1990 quedaban abiertas sólo
1773.
En los 90, continúa el proceso de implantación de “multicines”, que en muchos casos se
transforman en “megasalas”
Incrementa el número de salas, hasta alcanzar a finales de los 90 un número de 3700 (casi
2000 más que a inicios de la década).
este proceso que se caracteriza por una reducción paulatina del número de cines y un
incremento paralelo de las salas totales: desde 1997 hasta 2006 el número de salas casi se
multiplica por dos, mientras que el de cines se reduce en un 20%.
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• es evidente que “acudir al cine” es un hábito definitivamente
relacionado con la edad, en concreto, con la edad juvenil.
– De hecho, se ha señalado reiteradamente que la edad es –desde hace
décadas- la variable más influyente a la hora de explicar la asistencia al
cine. Incluso, se puede añadir que el público que acude a las salas es
cada vez más joven.
• A principios de los 90, el 78% de los jóvenes entre 20-24 años había
acudido una vez al año al cine (Ministerio de Cultura en V Informe
sociológico sobre la situación social de España); (según informe SGAE,
2005) quince años más tarde, un 92,1% asiste al cine con esa regularidad.
En el presente, ese porcentaje decae al 60.1% en relación a la población de
45 a 54 años.
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Tabla 1. Frecuencia asistencia al cine.
Población general (*)
Profesores
Universitarios (**)
PAS
Total porcentaje
3,15%
7,43%
13,91%
10,86%
19%
45,42%
0,19%
100%
6,40%
16,46%
21,22%
15,41%
31,48%
8,51%
0,49%
100%
9,84%
25,07%
26,24%
15,49%
18,58%
4,74%
(***)
100%
2,74%
11,99%
15,59%
11,17%
46,01%
10,43%
2,03%
100,00%
Total muestra
3219
2855
3330
3572
Al menos una vez por semana
Dos o tres veces al mes
Una vez al mes
Cada dos meses
Alguna vez al año
Nunca
No contesta
(***) No se dio esa opción.
Fuente: Estudio Demandas y hábitos culturales Atalaya (2006-2009). Elaboración propia.
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• Además de la edad, las variables “estatus socioeconómico” y “nivel
formativo” resultan definitivas.
– ir al cine se considera un hábito prestigiado, una vía de acceso a la
cultura, un tipo de ocio –en cierta medida, “ilustrado”-, que –ademásexige una cierta inversión económica
– Si tomamos como referencia el nivel educativo, entre la población
general (de las ciudades en las que se ubican las universidades), el
porcentaje de individuos con estudios primarios o inferiores que
reconocen no ir nunca la cine es 2,5 veces superior al de universitarios.
– el PAS registre resultados más negativos (10.4%) en este aspecto
frente a universitarios y profesorado
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En cuanto a las preferencias:
Tabla 2. Preferencia por tipo de películas (respuesta múltiple).
Población
general (*)
Profesores
Universitarios
(**)
PAS
Cine
Americano
42%
57,80%
66,40%
61,50%
Cine
Español
27,20%
44,10%
52,00%
49,60%
Cine
Europeo
19,10%
40,90%
30,70%
33,70%
Otros
3,30%
8.0%
6,40%
6,50%
Total
muestra
3219
2855
3330
3572
* Población de localidades con sede universitaria
** La muestra no está ponderada de acuerdo al peso de cada universidad en número de alumnos/as.
Fuente: Estudio Demandas y hábitos culturales Atalaya (2006-2009). Elaboración propia.
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• las películas americanas se ven porque son las que se exhiben y se
exhiben porque son las que se ven. Más entre los universitarios,
menos entre los profesores (el PAS, como era previsible, se sitúa en
una posición intermedia).
• Llama la atención cómo el cine español es más querido entre
universitarios y PAS que entre los profesores.
• Por último, resulta coherente que entre la población en general los
porcentajes sean comparativamente menores dado el menor
interés por esta práctica cultural (en torno al 45% no responde a
estas preguntas).
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EL CONSUMO DE TEATRO
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• la aparición y la expansión de nuevos medios de comunicación de
masas y los cambios en los hábitos de consumo han provocado un
profundo reajuste en esta actividad.
• Es evidente que la asistencia al teatro es más limitada, aunque
entre el alumnado universitario, parece serlo algo menos que entre
la población en general.
• casi dos terceras partes de los ciudadanos de las localidades con
sede universitaria –en el que obviamente se incluyen individuos de
todos los grupos de edad- manifiestan no asistir “nunca o casi
nunca” al teatro (64,5%), mientras que entre el sector universitario
este porcentaje desciende a la mitad (50%).
• Entre el personal docente e investigador el porcentaje desciende al
29.4% y entre el PAS, los “no asistentes” constituyen un porcentaje
aun menor (el 24,5%).
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• El interés por el teatro no muy elevado aunque, en sintonía con lo
comentado, mayor de lo esperado.
– En una escala del 1 al 5, el 30.4% de los universitarios andaluces y el
39,5% del PDI lo valoran con 4 ó 5, mientras que los encuestados del
PAS manifiestan un interés menor (ese porcentaje desciende al 22,3%).
• El interés de los universitarios por el teatro debemos atribuirlo
precisamente a su condición de universitarios, antes que a su
condición de jóvenes.
– los datos afirman de forma concluyente que a mayor edad, mayor
interés por el teatro. De hecho, el interés se dobla entre la cohorte de
mayor edad frente a la de menor edad (20, 6% de los mayores de 65
afirman sentir máximo interés por el teatro, frente al 10,1% de los
menores de 25).
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•
Un 15,9% afirma “realizar” o “haber realizado” una obra de teatro mientras
que este porcentaje incrementa al 19.4% entre los universitarios y
desciende al 8,9% entre los profesores.
– Es verdaderamente sorprendente la proporción de los universitarios/as
encuestados que dice haber realizado en el último año una obra de teatro (casi
uno de cada cinco). Y más aún que casi uno de cada tres (el 27,6%) confiese
que le gustaría realizar una obra de teatro. De nuevo, esta cifra contrasta con la
de la población en general: sólo un 12,2% de los encuestados en las localidades
con sede universitaria comparten esta “inquietud”.
– Las diferencias apreciadas entre estos colectivos podemos atribuirlas, de nuevo,
al factor edad: lo jóvenes –casi, por definición- se muestran más inclinados hacia
nuevas experiencias –cómo no, también artísticas- que integrar en ese “banco
de pruebas” que constituye la juventud (afirma Gil Calvo), imprescindible para la
construcción de la identidad de los individuos.