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CATEQUESIS 10
LA FE DE MARÍA.
* María ha esperado de modo único la realización de las
promesas de Dios.
Ha acogido en la fe y en la carne a Jesús, el Hijo de Dios.
* María, obediente a la voluntad divina; María, la mujer de fe que
acoge el misterio de la Anunciación.
* Con estas palabras el arcángel
Gabriel se dirige a María.
“Alégrate” tiene un trasfondo en
la tradición bíblica.
Cuatro veces está presente en la
versión griega del Antiguo
Testamento y siempre como
anuncio de alegría por la venida del
Mesías.
“¡Alégrate, oh hija de Sión,
y que se oigan tus aclamaciones,
Oh gente de Israel!
¡Alégrate y que tu corazón esté de
fiesta
hija de Jerusalén!
Pues el Señor a cambiado su suerte
(Sof 3, 14)
“No temas, tierra; alégrate y regocíjate,
Porque el Señor obra grandes cosas”
(Jl 2, 21)
“Salta llena de gozo, oh hija de Sión,
Lanza gritos de alegría, hija de Jerusalén,
Pues tu rey viene hacia ti…”
(Zac 9, 9)
¡Regocíjate, alégrate, hija de Edom,
que habitas el país de Us!
También a ti te llegará la copa…
Está cumplida tu condena.”
(Lam 4, 21)
* El saludo del ángel a María es una invitación a la alegría profunda que anuncia el
final de la tristeza de un mundo enmarcado en el sufrimiento, la muerte, la maldad y la
oscuridad que impide ver la luz de la bondad divina.
El saludo anuncia el Evangelio, la Buena Noticia de Dios.
*¿Por qué ha de
alegrarse María?
Se lo dice también
el saludo del ángel:
“El Señor está
contigo”
También aquí
echamos mano del
Antiguo Testamento
para comprender el
alcance de la
expresión.
“Alégrate, hija de Sión…
el Rey de Israel, el Señor,
está en medio de ti…
El Señor tu Dios está en medio de ti,
valiente y salvador”
(Sof 3, 14-17)
* Se hace una
doble promesa a
Israel, la hija de Sión:
- Dios vendrá como
salvador.
- Dios establecerá
su morada en medio
de su pueblo.
* María se identifica
con el pueblo al que
el Señor tomó por
esposa.
Ella es la hija de
Sión.
En ella se cumple
la espera de la
venida definitiva de
Dios.
En ella establece
su morada el Dios
viviente.
* “Alégrate” y
“llena de gracia” van
de la mano.
La fuente de la
alegría de María
proviene de la
gracia.
Y la gracia tiene
su origen en la
comunión con Dios,
en la conexión vital
con Él, en ser, por la
acción de Dios,
morada del Espíritu
Santo
* María ha
abierto de par en
par la puerta a su
Creador.
María se ha
puesto en sus
manos sin límites.
Vive totalmente
en relación con el
Señor: en actitud de
escucha, captando
los signos de su
presencia en la vida
de su pueblo.
* María está inserta en una historia de fe y esperanza en las promesas
de Dios.
Acoge libremente la palabra recibida, la voluntad de Dios, sometiéndose
con la obediencia de la fe.
FE EN LA OSCURIDAD
* San Lucas
traza un fino
paralelismo entre
las vicisitudes
pasadas por el
padre Abraham y
por María.
Hay un pleno
abandono de
confianza en la
palabra de Dios.
* Abraham deja su
tierra, sus seguridades y
se pone en camino
hacia la tierra
desconocida que se le
ha prometido.
María se abandona
con plena confianza en
la palabra que le
anuncia el mensajero de
Dios.
Abraham, María,
padre y madre de los
creyentes.
* La oscuridad es un elemento importante junto a la apertura del alma a Dios y a
su acción en la fe.
* La oscuridad es un elemento importante junto a la apertura del alma a Dios y a
su acción en la fe.
* La relación del ser humano con Dios no anula la distancia entre el Creador y la
criatura, no quita los interrogantes ante la profundidad de la sabiduría de Dios.
“¡Qué insondables sus decisiones
Y qué irrastreables sus caminos!
(Rom 11, 33)
* Quien, como María, está abierto a Dios, acepta su voluntad, aunque sea
misteriosa, aunque no coincida con la propia voluntad, aunque sea como una “espada
que atraviesa el alma”.
* En el camino de fe de Abraham está,
por una parte, la alegría del don del hijo,
Isaac, pero también la oscuridad del
mandato en el que se pide sacrificarlo en el
monte Moria.
* La plena confianza de Abraham en el
Dios fiel a las promesas no disminuye ni
siquiera en el momento en el que la orden
de Señor es misteriosa y difícil, casi
imposible, de acoger.
* En María, su fe vive la alegría
de la Anunciación, pero pasa por
la oscuridad de la crucifixión del
Hijo, antes de llegar a luz de la
resurrección.
* Nuestro camino de fe no es muy
distinto.
Vivimos momentos de luz y momentos
en los que Dios parece ausente; momentos
en los que la voluntad de Dios y la nuestra
no se corresponden.
Pero cuanto más nos abrimos a Dios,
acogemos el don de la fe, ponemos en Él
nuestra confianza, más capaces nos hace
de vivir en la paz las diversas situaciones
de la vida, de vivir cada momento en la
certeza de su fidelidad y amor.
* Para eso hay que salir de uno mismo,
de los propios proyectos y hacer de la
Palabra de Dios la lámpara que guíe
nuestros pensamientos y acciones.
* Lo decía la ley de Moisés: “Todo varón primogénito será
consagrado al Señor” (Lc 2, 22-24)
Este gesto tiene también un profundo significado.
Jesús, consagrado a las cosas del Padre.
* Recordemos la escena de Jesús perdido y encontrado en el templo:
“- ¿Por qué nos has tratado así?
Tu padre y yo te buscábamos angustiados.
- ¿Por qué me buscabais?
¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?
(Lc 2, 48-49)
Jesús está en la casa del Padre, es el Hijo.
* María debe renovar la fe
profunda con la que ha dicho “sí”
en la Anunciación.
Su hijo es preferentemente Hijo
del Padre y tiene una misión que
cumplir y ella debe dejarle hacer
su camino.
* El “sí” de María a la
voluntad de Dios, que lleva
consigo la obediencia de la fe,
recorre toda su vida hasta el
momento más difícil, el de la
cruz
* Una pregunta:
¿Cómo pudo María vivir este camino
junto a su Hijo con una fe tan firme, incluso
en la oscuridad, sin perder la plena
confianza en la acción de Dios?
* Una respuesta:
Hay en ella una actitud de fondo
que asume en todo lo que sucede en su
vida.
Ante la experiencia de la cercanía
de Dios, María reflexiona, se interroga,
entra en diálogo con la Palabra de Dios:
se detiene ante ella, la deja penetrar
en su mente y en su corazón, intenta
comprender lo que el Señor quiere de
ella
* “María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su
corazón” (Lc 2, 19)
María guarda en su corazón todo lo que acontece en ella, signo
de la voluntad de Dios; lo analiza en profundidad desde su fe.
* Desde su fe obediente acoge también
lo que no comprende, dejando a Dios que
guíe su mente y su corazón.
Porque ha creído que lo que le ha dicho
el Señor se cumplirá, es bienaventurada.
Porque ha creído, todas las
generaciones la llamarán bienaventurada.
* La gloria de
Dios establece su
morada en el seno
de una virgen, se
revela en la
pobreza de un
niño.
* La
omnipotencia de
Dios obra con la
fuerza de la verdad
y el amor, también
en nuestra vida.
* La fe nos dice
que el poder
indefenso de aquel
Niño, vence a los
poderes de este
mundo.