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Aproximación desde un análisis crítico a la temática “La Familia” 1) Impresiones profesionales acerca de los cambios en la esfera de la familia en las últimas décadas. 2) Las nuevas/viejas problemáticas que se observan. 3) Las perspectivas y dificultades de estas nuevas conformaciones desde las pericias judiciales. La familia ha sido considerada como una estructura fundamental para garantizar y justificar la instauración y perpetuación de un sistema económico sustentado en la idea de progreso, basado en la desigualdad social natural, y es por tal motivo que ha sido objeto de diversas disciplinas y corrientes teóricas que han intentado abordarlo desde una perspectiva política, económica, social y cultural, convirtiéndose en un tema ampliamente conceptualizado y discutido, pudiendo identificarse a lo largo de la historia diferentes definiciones y modelos de familia que han sido aceptados y estereotipados socialmente. La familia se configura como un entramado de relaciones sociales que se encuentran atravesadas por las diferentes instituciones que conforman la sociedad –el trabajo, la sexualidad, la salud, la educación, etc.- (EROLES, 2001). Es una estructura social que ha existido a lo largo de toda la historia y como tal, se ha visto influenciada por las condiciones cambiantes del entorno social, viéndose su propia estructura modificada y adaptada a las necesidades que el contexto le ha impuesto históricamente. Es así que al analizar la evolución histórica de la familia, es posible identificar con la instauración del sistema capitalista y en consecuencia, de la propiedad privada, un modelo familiar hegemónico, reinante en la actualidad, que determina a la familia como “célula básica de la sociedad” transformándola en un lugar de depositación de la responsabilidad social por la conducta de sus miembros, como si fuera una estructura autosuficiente aislada del contexto, situación que produce la división de dos esferas sociales: por un lado, el mundo de lo público ligado al trabajo, el hombre adulto dirige y organiza la actividad de los miembros de su familia. Por otro lado, lo privado, ligado al hogar y la familia, la mujer se hace cargo de las tareas reproductivas y las actividades domésticas con ayuda de los hijos (GATTINO-AQUIN, 1999). De esta manera, se instauran socialmente comportamientos, roles y funciones estáticos, intrínsecos a la dinámica familiar asignados a cada sexo. Se pasa así de la familia extensa feudal a la familia patriarcal monogámica, fundada en el predominio del hombre, debilitando el antiguo sistema matriarcal de la familia. La unión monogámica está destinada a cumplir diversas funciones: la protección de la propiedad, la descendencia y la familia. (ENGELS, 1884). En este régimen se considera al padre como autoridad familiar indiscutible, asignándole al hombre una superioridad sobre la mujer de “origen natural y divino”. Desencadenando en situaciones desiguales de poder entre los sexos, al interior de las familias. Desde estas ideas se fue consolidando un modelo de familia a histórico y acrítico, sin dar lugar a la incorporación de las transformaciones que el mismo contexto produce en la 1 relación familia-sociedad, legitimando desigualdades, sistemas rígidos de autoridad, distribución de funciones y roles, existiendo un imaginario social que establece el deber ser de un determinado modelo familiar en contraposición al “ser” real. Desde este imaginario la idea de hogar monoparental con cabeza femenina o en su más reciente constitución, hogar de pareja de homosexuales, aparece como una situación disfuncional que debe ser corregida y evitada. En la actualidad este sistema patriarcal estático que atribuye todo el poder al hombre, sigue instalado culturalmente en nuestra sociedad, lo que ha desencadenado en diversas problemáticas al interior de los hogares, entre ellos, el de mayor relevancia, dado su impacto en la vinculación y su magnitud a nivel mundial, es la violencia intrafamiliar, apareciendo como principales víctimas: mujeres, niños, adultos mayores y personas con discapacidad. No se puede dejar de tener en cuenta que, la estructura familiar está sometida a condiciones económicas, culturales, políticas y sociales, donde es producida y productora en un sistema social de relaciones. Cada familia es portadora de normas, valores y sistemas sociales de representación, desde donde construye su mundo y sus modos de interacción. Concebida así, la realidad familiar es una totalidad empírica en movimiento, donde los sujetos se remiten recíprocamente, hay complejos procesos de interacción, y cada miembro actúa según múltiples determinaciones contextuales como producto de las relaciones con el medio social, que dan lugar a procesos de socialización. Situación que ha llevado a que en la actualidad nos encontremos con innumerables modificaciones que impiden hablar de un modelo único y aceptable de familia, hoy en día en más correcto pensar en modelos sumamente heterogéneos de familias que reflejan las interacciones que se establecen con el entorno social inmediato, expresión de la cuestión social hoy. Entre estas modificaciones es posible mencionar: madres o padres solos con hijos a cargo, parejas de homosexuales, mujeres con hijos voluntaria o involuntariamente concebidos, disminución en general del número de miembros, postergación de la edad para casarse, hogares donde el padre hace las tareas domésticas y la madre sale a trabajar, entre otros. En relación a lo desarrollado, con respecto a mis impresiones profesionales y adhiriendo a la conceptualización realizada por Eloisa de Jong (1995), desde las pericias judiciales es necesario partir siempre por comprender el todo familiar como un proceso social, histórico, particular y como producto de relaciones de lo real, en un interjuego entre el texto (familia), el contexto (medio social próximo en relación a las condiciones estructurales generales), y en un vínculo pasado-presente-futuro donde opera la relación entre lo material y lo simbólico, el medio social y el mundo familiar y social internalizado. Es importante hacer una crítica de la vida cotidiana familiar, desde lo explícito a lo implícito teniendo en cuenta lo material y lo simbólico que se da en el interjuego de lo externo y lo internalizado, por medio de la construcción de categorías de análisis que lleven a un abordaje de la realidad dinámica y flexible despojado de todo tipo de interpretaciones subjetivas basadas en preconceptos, aportando desde nuestro quehacer profesional a la construcción de nuevas políticas sociales orientadas a la actuación sobre 2 estos nuevos escenarios basadas en estas transformaciones culturales, demográficas, económicas, sociales y políticas que contribuyan a la protección de todos los miembros de la familia y aseguren una distribución más equitativa del poder y de los recursos disponibles, construyendo ciudadanos activos, sujetos de derechos. Lorena E. Nicolé. Referencias bibliográficas De Jong, E.: “Trabajo Social, Familia e Intervención”. Revista Conciencia Social. Año 3 Nº 4 . Esc. De Trabajo Social de Córdoba. 1995. Engels, F.: “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”. Progreso. Moscu. 1884. Eroles, C.:”Familia y Trabajo Social”. Un enfoque clínico e interdisciplinario de la intervención profesional. Espacio. Bs. As. 2001. Gattino, S., Aquín, N. “Las familias de la nueva pobreza”. Una lectura posible desde el Trabajo Social. Espacio Editorial. Bs.As. 1999. 3