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Fiel a la niña que fui
Centre Sophie Barat
Asociación Mundial de Antiguos/as Alumnos/as del Sagrado Corazón (AMASC)
Santa Magdalena Sofía murió a las once de la noche, el 25 de mayo de 1865. Ese
año, el 25 de mayo se celebraba el día de la Ascensión.
Nunca se hizo un retrato o foto de ella durante su vida porque se oponía firmemente
y sabía cómo escaparse de las cámaras. Por lo que mientras yacía en su lecho de
muerte, se llamó a un fotógrafo que tomó la primera y última fotografía de
Magdalena Sofía.
Después de esto las pinturas, dibujos y estatuas se fueron
multiplicando. Entre ellos hay un cuadro en Joigny, en la que fue la
habitación de Sofía, convertida hoy en un oratorio, que la representa
no al final de su vida sino
en su adolescencia.
Es este el cuadro que yo propongo para su
contemplación este 25 de mayo de 2016. Aunque
espontáneamente nos evoque el recuerdo de la
religiosa del Sagrado Corazón, de la fundadora, de
la superiora general, sabemos que bajo la
apariencia de un niño, de un adolescente, podemos
anticipar al adulto en el que se convertirá. Santa
Magdalena Sofía podría haberse atribuido las
palabras del escritor francés Georges Bernanos:
¡Qué importa mi vida! Yo
solamente quiero que
permanezca fiel hasta el final
al niño que fui.
Este cuadro es una obra realizada por la
Madre Ponte, rscj en 1928. En él
reconstruyó una parte de la habitación
de Sofía, ubicada en el ático de la Casa
Barat en Joigny. Sofía debía tener 14
años.
La luz que ilumina su rostro viene de una imagen del Sagrado Corazón,
muy popular en esa época. La imagen inspiró a Sofía y le dio un nombre a
Aquel a quien ella quería consagrar su vida: El Sagrado Corazón.
En 1807 en el noviciado de Poitiers, ella se expresó sobre lo que fue la pasión de su vida:
“… el corazón es un centro donde se reúnen(despiertan)
todos los afectos del alma, es en este sentido que el Divino
Corazón de Jesús es digno de nuestra adoración y nuestro
amor. Todos nuestros méritos y seguridades han de unirse a
este divino Corazón porque a través de él podemos
verdaderamente glorificar a Dios, amarlo como se merece, y
pensar en él como fuente de todas las virtudes, la humildad
sobre todo, porque Nuestro Señor nos ha dicho: “Aprendan de
mi que yo soy manso y humilde de corazón.”
¿Hay en este texto alguna palabra que resuene en mí o con la que me
identifique de manera particular? ¿Por qué?
La artista colocó a Sofía frente a su escritorio: sus libros,
una pluma de ave, hojas de papel, un cuaderno
suficiente para crear la decoración de una vida donde los
estudios ocupaban un lugar muy importante:
Mi latín, los grandes autores clásicos, Virgilio en
francés, los del siglo de Luis XIV, los oradores:
Bossuet, Massillon y otros me apasionan, elevan mis
ideas a un punto que hacen que me olvide del resto.
Y le harán descubrir que una sólida formación intelectual
y cultural puede convertirse en el medio privilegiado de
situarse en un país, en un medio, en una sociedad. Por
consecuencia, educar a niños y jóvenes será la manera
de hacer una obra de reconstrucción y liberación.
Dos siglos más tarde, las religiosas del Sagrado Corazón escribían en las
Constituciones:
Fieles a su inspiración… hacemos nuestro su deseo:
que cada persona se abra a la verdad, al amor, a la libertad,
que descubra el sentido de su vida y se entregue a los otros,
que colabore creativamente en la transformación del mundo,
que viva la experiencia del amor de Jesús,
que se comprometa en una fe activa.
En 1852, Santa Magdalena Sofía se dirigió a las ex alumnas:
“una importante misión se les ha reservado a
ustedes; continuar y completar la nuestra.”
Hoy, en el contexto actual, ¿Cómo entiendo estas palabras? ¿Cómo las
veo? ¿Qué me gustaría hacer?
El retrato estaría incompleto si no
estuviera simbolizada una tercera
dimensión de la personalidad de Sofía
que la Madre Ponte no se olvidó de
representar. Aparece en un lado, no
relegada sino más bien a la mano: la
cesta de costura.
Sofía cosía y bordaba admirablemente. Con
ese don se ganaba la vida en París, donde
su hermano la llevó para perfeccionar su
formación espiritual e intelectual. Ella había
aprendido de su educación y del ejemplo de
sus padres la importancia y la consideración
que debe darse a “las cosas de la vida”:
La economía del hogar exige un ingenio más elevado y
amplio de lo que pensamos porque se trata de educar a
una familia que es una pequeña república…
…..es necesario aprender los términos comerciales y las
principales reglas de justicia y de derecho.
Estaban ahí sus dones de mujer práctica y organizadora. De superiora general puso mucha
atención a que la administración de bienes y dinero se realizara en la justicia, la caridad y la
prudencia, al servicio de la misión.
Saber que las casas del Sagrado Corazón habían contraído deudas le hacía pasar las noches en
blanco. Los gastos lujosos la contrariaban mucho: con la compra del órgano de la Trinidad del
Monte, que había costado muy caro, escribió a la superiora bajo la influencia de una gran emoción:
Estoy enferma. ¡Qué noche he pasado! Frente a un paternalismo imprudente, ella prefería una
solidaridad inteligente.
En lugar de plazas gratuitas (para las estudiantes), mejor sería sin duda acordar reducciones a
las colegiaturas, así más niños podrían beneficiarse.
¿Qué es lo que me guía en mi relación con los bienes y el dinero?
Iluminada por el amor de Dios, el Sagrado Corazón, abierta ya a la historia
del mundo, enraizada en el realismo de la vida, así nos aparece Sofía en
los primeros años de su existencia.
Que este 25 de mayo de 2016 sea una llamada a revisitar nuestra infancia y
nuestra juventud para encontrar ahí las semillas de la vida, los sueños y los
grandes deseos que Dios, creador y todo amor ha depositado, y
preguntarnos:
¿qué puedo hacer hoy?
Maryvonne Keraly, rscj.
Texto: Maryvonne Keraly, rscj
Traducción: Juan Garza
Revisión traducción: Clara Malo, rscj
Diseño: Mariana Garza
Asociación Mundial de Antiguos/as
Alumnos/as del Sagrado Corazón (AMASC)
www.amasc-sacrecoeur.org
Centre Sophie Barat
11 Rue Davier
89300 Joigny, France
Tel. 03 86 92 16 40
www.centre-sophie-barat.com
[email protected]