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LA AUTOCONSTRUCCIÓN DEL SUJETO DESDE LAS PRÁCTICAS
DISCURSIVAS.
Por: Jenny Daira Maturana Angulo, Margarita Morales Velasco y María Eugenia
Hernández Martínez
Antes de entrar en las complejidades inherentes al tema de la auto
construcción del sujeto, eje central de nuestro interés de conocimiento,
se hace necesaria una contextualización histórica que nos permita
entender las realidades del mundo actual y, por ende, las del sujeto
constituido bajo el influjo de los medios masivos de comunicación y la
publicidad.
Pero, ¿quién es este sujeto contemporáneo? ¿Cómo lo articulamos con
las implicaciones de la modernidad?
Los ideales esgrimidos en los siglos XVIII y XIX para el ser humano, no
se hicieron realidad. La emancipación del sujeto, el bienestar colectivo,
la liberación del yugo religioso y la pretensión de universalización de la
ética y la moral desde Kant, cedieron su lugar al predominio de la razón
y la ciencia, y posibilitaron la aparición de un sujeto particularista,
hedonista, apático y tecnócrata.
Citado por Severiano, “Marcuse habla del establecimiento de un mundo
casi totalmente administrado, la sociedad unidimensional (década de los
60), (Severiano, 2005, 23)
caracterizada por la abundancia y una
racionalidad dominadora, y en la cual el progreso tecnológico y científico,
1
junto con los medios de comunicación más sofisticados, pasa a producir
y a dirigir al hombre en todas sus dimensiones, de forma imperceptible,
fabricando sus deseos y necesidades, paralizando la consciencia crítica
y transformando la sociedad en un mundo sin oposición”.
En este contexto “ocurre lo que Marcuse llamó la “conquista de la
consciencia desgraciada” en la cual el orden vigente, asimila toda
posible trascendencia y no existen conflictos absolutos. Tal conciliación
es factible gracias al debilitamiento del yo, que, desposeído de sus
poderes para juzgar, se transforma en pura exterioridad y se adhiere de
modo mimético al todo social”. (Severiano, 24)
No existe un consenso en qué tanto sobrevive de este hombre
unidimensional de Marcuse y el hombre posmoderno (años 80),
desprendido del pasado y desesperanzado frente al futuro, cautivado por
el espectáculo de las nuevas tecnologías, que cree saberlo todo, que
busca su propio provecho y desprecia las causas colectivas, egocéntrico,
hiperindividualizado, instrumentalizado, despolitizado, insatisfecho y
frustrado a pesar de su enorme consumismo.
En este contexto, la maestría nos ubica en un terreno complejo cuyo
punto de emergencia obliga a interrogarnos acerca del sujeto, ese que
se constituye en la razón de ser de nuestros estudios pos graduales y
que nos motiva a emprender un proceso de investigación e indagación
para obtener el título en Maestría en Educación: Desarrollo Humano.
2
Vale entonces la pena preguntarse: ¿Se trata de un nuevo sujeto o del
mismo, vestido de falsa individualidad? ¿Este sujeto se relaciona de una
manera diferente con los objetos que lo circundan? ¿O acaso estamos
frente a un nuevo orden social imposibilitados de leer las características
y condiciones del sujeto en presente? ¿Qué repercusiones en la psiquis
humana tuvieron las formas de dominación predominantes en las
sociedades industriales modernas?
¿Es posible que dentro del
capitalismo los hombres se relacionen como “subjetividades plenamente
constituidas”? ¿A qué sujeto les estamos apostando?
Al social, al
político, al cultural, que interactúa en la sociedad y desde nuestro
contexto en las instituciones educativas, que se relaciona no sólo con el
saber formal, instaurado en las aulas universitarias sino aquél que
asume – o no - una postura y actitud
cuando se ve avasallado y
persuadidos por infinidad de mensajes mediáticos y publicitarios, cuya
carga simbólica actúa en su psiquis conllevándolo a apropiarse de
prácticas socio-culturales, con las que construye su visión de mundo y
del mundo, a partir unas nociones y de unos saberes con los cuales llega
a dialogar en el aula de clase.
Es claro que en la actualidad el papel de la escuela y la familia se ha
transformado. Atrás ha quedado la idea de ser los agentes exclusivos de
formación puesto que compiten con unos dispositivos o formas de
conocimiento y de experiencia informacional que en la actualidad están
mediadas por las tecnologías y modelos discursivos, que han
configurado nuevas prácticas sociales (redes sociales, realidad virtual,
3
experiencias
sensoriales
individuales
con
alto
impacto
en
las
colectividades globalizadas). “Frente al declive de la autoridad familiar y
como consecuencia de una socialización predominantemente extra
familiar que se da a través de los medios de comunicación de masas –
instituciones racionales e institucionalizadoras -, el hombre, como señala
Marcuse, sufre un “debilitamiento del yo”, que es “invadido y pulido
directamente por la realidad tecnológica, sin las antiguas mediaciones de
la familia burguesa de la etapa del capitalismo liberal”. (Severiano,
página 24).
Ante esta realidad, el sistema educativo vigente deberá apropiarse y
aprovechar la presencia en las aulas de los jóvenes estudiantes que
llegan al mundo universitario con ideas, conocimientos, sentimientos y
expectativas de desarrollar su creatividad y de buscar su reconocimiento
social en el mundo académico y profesional, a partir de sus esquemas
mentales y prácticas socio-culturales.
La temática de la autoconstrucción del sujeto, es una tensión que insta a
pensarnos como sujetos actores, partícipes de una sociedad inmersa y
supeditada a cambios vertiginosos, a cuestionarnos en razón a la
condición de sujetos en evolución y la relación e interacción con sujetos
en formación y en transformación.
Al reflexionar sobre nuestra responsabilidad social en la educación
respecto a los desafíos en tiempo presente, surgen numerosos
interrogantes: ¿De qué manera estamos agenciando la civilidad en los
estudiantes del presente? ¿Desde nuestro campo profesional, la
4
Comunicación Social, ¿qué construcciones de realidad estamos
promoviendo? ¿A qué tipo de sujeto le estamos apostando desde
nuestro rol-actor? ¿De qué manera estamos asumiendo, filtrando,
reproduciendo o reconstruyendo el discurso mediático (periodístico,
publicitario y organizacional), agenciado por las instituciones que
conforman nuestra sociedad y son difundidos por los medios masivos de
comunicación?
Responder estos interrogantes desborda las pretensiones que tenemos
con el interés de conocimiento, pero nos ubica en estado de alerta y de
reflexión permanente respecto a la relación con los estudiantes, en
nuestra condición de sujetos socio-políticos en desafío con la educación
del
presente.
Son
interrogantes
que
han
demarcado
la
ruta
epistemológica, la epistémica y las coordenadas de las lógicas de
pensamiento desde las cuales es posible plantear las relaciones y
circuitos cognoscitivos que puedan emerger de nuestra obra de
conocimiento.
Aunque la tensión de la autoconstrucción del sujeto social puede estar
enmarcada desde las diversas dimensiones del conocimiento y de la
sociedad, nos interesa ubicarnos desde cuatro potentes referentes en el
desarrollo y autoconstrucción del sujeto socio- político del presente: el
contexto social, la educación, los medios masivos de comunicación y la
publicidad.
En el campo de la educación esta temática resulta pertinente, máxime
cuando estamos a la sombra de un sistema educativo que, como ente
5
social y público, no escapa a las influencias de carácter económico,
político, cultural, jurídico e ideológico del contexto social. Desde esta
óptica, al suscitar en su interior debates, reflexiones y rupturas tanto
académicas como organizacionales, se hace factible que emerjan
propuestas encaminadas al mejoramiento o replanteamiento del régimen
educativo y, por ende, del sistema curricular, entendido este último como
medio o vehículo desde donde es posible agenciar propuestas creativas,
innovadoras que movilicen al sistema mismo y a las organizaciones
educativas, públicas, privadas y civiles. Lo anterior genera a su vez la
movilidad cognitiva y operativa de los sujetos-actores implicados en el
proceso educativo: los estudiantes, los docentes y los directivos
académicos y administrativos.
En consecuencia, para referirnos a la episteme sujeto desde sus
posibilidades de autoconstrucción, nos remitiremos epistemológicamente
a lo que en su momento abordó el filósofo francés Michael Foucault, en
torno al sujeto y el cuidado de sí, este último concebido como “las
prácticas de libertad mediante las cuales el individuo busca constituirse y
transformarse así mismo, como el problema ético y político más
importante.”
En el contexto social actual donde la incertidumbre y la inestabilidad es
el denominador común, se hace invaluable que desde la academia se
piense en las posibilidades de desarrollar metódicas que viabilicen en los
estudiantes las posibilidades de otra miradas, enfoques o prácticas
desde donde, juntos, podamos asumirnos como el problema ético y
6
político más importante y de esta manera hacerle frente a los actuales
desafíos sociales. En este sentido, “la importancia política de la noción
cuidado de sí, según Foucault, ayuda a pensar de manera diferente
problemas contemporáneos; por su puesto, si se tiene cuidado en no
caer en lo que Foucault mismo previene: visualizar la alternativa de un
problema actual en la solución de otro problema que gente distinta logró
en un momento histórico diferente (Humberto Cubides, en Foucault y el sujeto
político: ética del cuidado de sí).
Al referirnos al término autoconstrucción, estamos proponiendo la
posibilidad de que el sujeto socio-político pueda asumirse de manera
consciente, con toda la capacidad de transformación del sí mismo en
actor, es decir, en términos de Touraine, “consistiría en asumir el yo en
vez del ello, es el esfuerzo por decir yo sin olvidar que la vida personal
está llena, por un lado, de ello, de líbido, y por otro lado de los papeles
sociales” (Touraine, 209).
Estamos ante un sujeto potente con capacidad para saber cuándo su
aprendizaje se da, inclusive más allá del aula, y que asume como posible
forma de conocimiento y aprendizaje el colectivo, la sociedad en su
conjunto
que
le
aporta
no
sólo
la
alternativa
de
agruparse
solidariamente, sino de aprender acerca de las distintas prácticas socioculturales.
Por lo tanto, estamos vislumbrando que desde el aula y mediante el
desarrollo de prácticas discursivas, se potencie un sujeto social- actor
que se “transforma a través de un proceso en el cual se va conformando
7
él mismo como agente, como movimiento”. “En su actuar participan no
un sentido, sino varios sentidos, por cuanto se define su acción como
consciente y deliberada en la dirección que tomará la dinámica histórica.
En la acción, los actores sociales pueden devenir en sujetos sociales,
pero también pueden llegar a desarticularse o no llegar a constituirse. La
acción misma define a los actores como un proceso en continua
formación. A través de su acción los actores representan una fuerza que
se manifiesta en su presencia y permanencia en el conjunto social y
cuyo grado puede ser variable.” (Calvillo y Charry, 18, 2000)
Los cambios sociales
Los parámetros y paradigmas que otrora aseguraron una aparente
estabilidad social para la humanidad, han sido fuertemente movilizados
por fuerzas, tensiones y corrientes de pensamiento que han emergido
como visible manifestación de resistencia, de cambio, de fuga, y han
conllevado a transformaciones en las diversas dimensiones de la
sociedad.
En nuestra sociedad, ello se ve reflejado en todas y cada una de las
medidas que adoptan las organizaciones sociales, privadas y públicas,
en aras de hacerle frente a las emergencias socioeconómicas,
obligándolas a modificar sus prácticas sociales, culturales y políticas. En
esta misma línea podemos referirnos a su impacto en la cultura, la
educación y en todos y cada uno de los sujetos que conforman el
entramado social.
8
Desde esta perspectiva, es pertinente pensar en primer lugar, cómo esa
serie de transformaciones y cambios sociales inciden e influencian al
sujeto
social,
concebido
éste
según
Zemelman
como,
"formas
particulares de expresión social" que "se constituyen como mediaciones
de poder y de lucha entre la estructuración de la sociedad a partir de la
división social del trabajo y las formas clasistas de expresión política"
(Charry y Calvillo, 2002, 5); y en segundo lugar, en los factores
incidentes en su proceso de autoconstrucción y formación a partir de los
imaginarios de realidad que provee el discurso mediático y publicitario.
En esta misma línea, es vital dar cuenta de cómo pensadores e
investigadores de ciencias como la filosofía, psicología, antropología y la
sociología, entre otras, empezaron a determinar el lugar y evolución
cognoscitiva del sujeto, las rutas y métodos de accesibilidad al
conocimiento para entender, comprender, e interpretar la realidad que
vive y que construye cotidianamente. Sin lugar a dudas se inició el
camino a la transformación al repensamiento e implantación de
paradigmas, de cosmovisiones para denotar y connotar las acciones,
miradas y decisiones respecto al devenir del sujeto y la sociedad. Ha
sido en ese repensar del sujeto social, como parte vital de la
conformación y estructuración de las sociedades, donde la ciencia ha
fijado sus intereses cognoscitivos, en aras de poder explicar la esencia
del ser sujeto y del ser objeto. Es ahí donde las apuestas teóricas y las
demostraciones científicas han centrado su interés para dilucidar y
9
divulgar de manera contundente e irrefutable la naturaleza del hombre y
de todo lo existente.
En esa búsqueda desenfrenada, el sujeto social se ha diluido entre
paradigmas, teorías, corrientes de pensamiento metáforas y paradojas,
que han dejado como resultado la disociación no sólo del ser sujeto, sino
del conocimiento como fuente primordial para explicar el devenir, el
acontecer de la realidad. Porque “el sujeto político de la transformación
se constituye en la misma transformación. Estas interpretaciones
suponen que ningún proceso de transformación puede realizarse sin
sujeto, pero el sujeto no ingresa en el proceso ya pre configurado sino
que se construye a sí mismo mientras avanza. Por lo tanto, es menester
conocer las condiciones presentes de las que se parte en la
construcción, pero inmediatamente debemos imaginar las potenciales
direcciones de la articulación colectiva que han de enriquecer al sujeto
político en el proceso mismo de creación del nuevo poder.”
En consecuencia, hoy estamos frente a un sujeto que desde sus
construcciones, producciones simbólicas y prácticas sociales se ha
subsumido en un estado de “inconciencia” de sí mismo, de abandono y
de enajenación. Una enajenación y abandono que alimenta cada día con
su insaciable deseo del tener, poder y conocer. Desde esta mirada,
cabe entonces preguntarse ¿Qué ha pasado con los procesos de
formación y educación que han instaurado las sociedades? ¿Cuáles
deberían ser las condiciones o exigencias requeridas para transformar a
10
ese sujeto social enajenado? ¿En qué ha sido formado el sujeto social?
¿En qué se ha transformado? ¿Se podría hablar de deformación del
sujeto según las actuales circunstancias? ¿Desde dónde se puede
posibilitar su autoconstrucción? ¿Auto construirse en qué y desde qué?
¿Qué implicaría una autoconstrucción?
Estos interrogantes surgen a
partir del devenir y estado actual en el que se debate la sociedad
colombiana. Una sociedad en permanente estado de incertidumbre
(social, económica y política), que se debate entre fuerzas de poder que
de una u otra manera determinan el devenir que vamos construyendo
automáticamente por los discursos dirigidos y manipulados por dichas
fuerzas a través de la publicidad y los medios masivos de comunicación.
Medios que, en muchas ocasiones, están lejos de dar cumplimiento con
la misión y funciones para lo que han sido creados, cuales son la de
informar de manera objetiva, educar y entretener de manera consciente
y formativa. Es evidente que a partir de los discursos y mensajes que
circulan, las audiencias van creando o recreando la realidad, los
elementos y rasgos culturales y la misma producción simbólica desde la
cual estructura, conforma, configura su lenguaje con el que interactúa
con sí mismo y con los otros.
Desde esa perspectiva de posibilidades de llegar a constituirse como
sujeto, es que nos interesa problematizar la condición humana del sujeto
social en el contexto colombiano. Para ello, es preciso ser consciente de
la enajenación y alineación a la que éste es sometido por las fuerzas del
poder hegemónico que subyace en los discursos y mensajes que
11
circulan y que forman parte de nuestra cotidianeidad. Entre la diversidad
de discursos que circulan donde se presenta y representa la realidad, se
visibiliza predominantemente los discursos mediático y publicitario,
agenciados por la contundencia, el poder de convocatoria y la cobertura
que ha posibilitado el alto nivel tecnológico y científico de la sociedad
actual.
Guillermo Orozco, comunicador e investigador mejicano, plantea la
dependencia total de la sociedad de los medios masivos de
comunicación y los sistemas de información. Hoy es casi imposible
imaginar un día donde el sujeto se abstraiga de la utilización de un
celular, un computador, una revista, un televisor, etc. Esto ha conllevado
a referentes culturales, prácticas sociales y comunicativas, toma de
decisiones, personales y profesionales, que están mediados directa e
indirectamente por la influencia e incidencia mediática y publicitaria. Por
consiguiente, los medios de comunicación expresan modelos de
colocación del sujeto en ideologías, estrategias para estabilizar los
significados respecto a temas clave como la mujer, los migrantes, los
jóvenes, etc.
Como lo hace notar el crítico de medios colombiano Omar Rincón, en su
texto narración mediática, “el argumento es que los medios de
comunicación a su vez son ventanas abiertas al mundo, espejos de la
vida y referentes colectivos de los modos legítimos de ser en la sociedad
y participan de la producción de la realidad hasta el punto de
12
reproducirla en toda su densidad y consistencia, liberar su sentido
escondido y mostrar sus sobresaltos íntimos”.
En consecuencia, este panorama, se constituye en una base
fundamental para pensar y ponernos en estado de alerta respecto al
sujeto, un sujeto que poco a poco ha sido invisibilizado, acallado por los
discursos económicos que hacen que éste configure o supedite sus
ideas, gustos, costumbres, hábitos y sus decisiones acorde con los
lineamientos económicos que día a día son impuestos.
Un sujeto acallado por el discurso político, donde la amenaza, el temor,
la incertidumbre han hecho que adopte medidas igualmente temerarias,
con tal de poder sobrevivir ante el permanente estado de miedo e
incertidumbre.
Un sujeto amedrentado pero que vive con la ilusión de la seguridad y por
ello adopta medidas como pagar por la vigilancia de la cuadra o del
conjunto residencial donde habita, polarizar los vidrios del carro, subir las
ventanas cada vez que se encuentra en un semáforo o, en los casos
más extremos, contratar guardaespaldas. Pero, ¿qué pasa con aquellos
que no tienen con qué pagar por su seguridad? ¿Quién los protege?
¿Quién los escucha cuando son vulnerados sus derechos?
Un sujeto invisibilizado y acallado por el mismo sistema educativo,
aparentemente incluyente según la constitución, pero sutilmente
excluyente en la práctica cotidiana. Sistema donde la intervención del
docente es opacada por reglamentos, indicadores de productividad
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intelectual y procesos de evaluación. Donde el estudiante ya no es la
razón de ser de una academia que pretende formar seres humanos, sino
que es considerado un cliente que, mientras pague y esté al día con su
responsabilidad económica, tiene acceso a la información que impartirá
un profesor.
En consecuencia cabe preguntarse: ¿qué está pasando con el sujeto de
hoy? ¿En qué condiciones se encuentra? ¿A qué estado conllevará la
condición del sujeto actual? ¿Qué deberíamos hacer para detener esta
montaña rusa en la cual nos encontramos? ¿Qué tipo de sujetos han
construido los paradigmas desde donde se ha desarrollado el mirar y el
devenir de la sociedad actual? ¿Cuál es el lugar del sujeto hoy? ¿Cuál
es el camino? ¿Hay esperanza?
Son interrogantes que nos movilizan, retan y desafían, en aras de
encontrar no soluciones definitivas, pero sí rutas, caminos, metódicas y
dialécticas desde las cuales sea posible comprender la complejidad del
sujeto social, su contexto, su devenir y sus acontecimientos. Son
interrogantes que concitan a la posibilidad de plantear circuitos
relacionales entre lo gnoseológico y lo epistémico como rutas
emergentes de otras miradas o enfoques que nos permitan entender y
comprender las nuevas racionalidades que en su devenir el sujeto está
construyendo ante un emergente orden social.
Al respecto, Edgar Morin plantea la necesidad de pensar en la
articulación como método emergente para posibilitar la reducción de la
brecha generada por el proyecto eurocentrista de la modernidad, donde
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el imperio de la razón y el poder de las ciencias obnubilaron a las
sociedades de la época, ocasionando la separación entre el sujeto y la
naturaleza, el sujeto y la fe, el sujeto y el conocimiento, el sujeto y la
ciencia. Hoy, en consecuencia, estamos frente a un panorama complejo
donde lo novedoso se convierte en obsesión, donde predomina más el
tener que el ser y donde reina el consumismo desaforado. En ese
sentido, Morin hace un llamado a la necesidad de articular el
conocimiento con el sujeto, el sujeto con la ciencia, el sujeto con el
individuo, el sujeto con la fe, el sujeto con la razón. A esa articulación la
concibe como la complejidad del sujeto.
Conscientes de tal panorama, consideramos que forma parte de nuestra
responsabilidad social como docentes y partícipes en el proceso de
formación de los jóvenes de hoy, reflexionar respecto a las posibilidades
de formación del sujeto social, y proponer como interés de conocimiento:
¿qué prácticas discursivas desarrollar en la Universidad Autónoma
de Occidente, que posibiliten durante el proceso de formación
profesional, la autoconstrucción de un sujeto, que desde el campo
de la comunicación social y publicitaria, promueva reflexiones y
acciones políticas frente a la realidad colombiana?
En este sentido es preciso abordar el universo y las prácticas discursivas
ejercidas por los medios de comunicación en la sociedad global. Ello
implica “entender lo que Octavio Lanni claramente previó dentro de la
denominada mundialización de la cultura de masas, ese proceso
galopante (orquestado por los medios impresos y electrónicos) de
15
organización del sentido de mundo, del imaginario colectivo y de la
subjetividad de las personas, fundamento de la industria cultural, vista
como un sector productivo altamente lucrativo al nivel mundial. Industria
que llega a los lugares más distantes del mundo y que, combinada con el
marketing global, difunde y reitera patrones de valores que prevalecen
en los centros dominantes, irradiados desde las ciudades globales,
tejiendo mercadería e ideología, corazones y mentes, nostalgias y
utopías” (Octavio Lanni, Beatriz Sarlo, 2007,2). En este sentido, es
fundamental comprender el discurso de los medios, “en calidad de
prácticas
sociales
manipulaciones,
inscritas
persuasiones
a
partir
y
de
pactos
seducciones,
entre
invisibles
diversos
de
y
heterogéneos actores que coexisten asimétricamente sin distancias y
que, en permanente flujo, ritualizan interacciones en una sociedad, en la
que, al parecer, a partir de lenguajes específicos, determinados dentro
de una compleja red de formatos, se crean significados que afectan, ya
no solo la manera en la que la persona se ve a sí misma, sino el propio
sentido que le imprime a su vida, al vivir en el mundo, y por ende, a sus
relaciones con los demás” (Lanni, Sarlo, 2).
Lo anterior, nos concita no sólo a proponer la emergencia de articular o
situar en diálogo abierto campos de conocimiento como la filosofía, la
psicología, la antropología y la sociología, que han profundizado el
estudio del ser humano y su interactuar con la sociedad, en aras de
construir cultura, asumir actitudes y conductas entre otros, sino el de
explorar otras posibilidades de formación y autoconstrucción del sujeto
16
social: rutas, metódicas o racionalidades emergentes que viabilicen la
posibilidad. En tal sentido, la racionalidad emergente surge como
antítesis del teoricismo que ha caracterizado a los procesos científicos
de universalización, generalización y abstracción del conocimiento.
“Optar por la racionalidad emergente como ruta posibilita el virar hacia
formas de conocimiento intersubjetivo e interpersonal, teleológicamente
orientadas al bien humano. Esta ruta privilegia el saber ser, el saber vivir,
el saber ser en comunidad, el saber oír, el saber hacer. Se trata de
emerger de la racionalidad sapiencial y de sus correspondientes
lenguajes narrativos, simbólicos y metafóricos; lenguajes entrañables en
los que reside lo mejor de lo humano, que la modernidad ilustrada
rechazó con desdén y hasta con rabia”. (Parra, Alberto, 2007)
En este sentido, consideramos vital explorar en el contexto epistémico
circuitos relacionales como: las representaciones que hacen los sujetos
de sí mismo y de su entorno, las subjetivaciones que emergen del sujeto
a partir de la apropiación, el uso y consumo de los medios masivos, de
las políticas y estrategias de comunicación que se promueven en la
ciudad de Cali y específicamente en la Universidad Autónoma de
Occidente. Circuitos relacionales que apuntan a mantener el sistema
social, económico y político actual. Igualmente, se hace vital explorar las
construcciones simbólicas que se apropia el sujeto para insertarse en los
referentes culturales que sostienen su entorno social.
El problema de conocimiento planteado apunta hacia lo que considera
en su planteamiento Zemelman, (1992, 48) cuando afirma que “el reto
17
consiste en plantear la construcción de un conocimiento que no deje
fuera, por su afán y precisión formales, regiones de la realidad
significativa para la definición de prácticas de transformación1”. Prácticas
de transformación que invitan a reflexionar respecto a las directrices
administrativas y organizacionales de las instituciones educativas, a
repensar a ese sujeto social y biográfico en las posibilidades de iniciar el
camino del desaprender y aprender, y a considerar la autoconstrucción
del sujeto, desde una fuga a la esperanza, que cuestiona y tensiona
nuestra condición humana y que, de una u otra manera, deberá ejercer
presión en las organizaciones sociales para que en éstas se promueva
un desarrollo humano que valore más al sujeto como ser biográfico,
historizado y cultural.
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González González. P.48.
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