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Las preguntas que nos hacemos
YO SOY pero
¿Puedo ser?
Angustia
YO VIVO pero
¿Tengo gusto
por la vida?
Depresión
YO SOY YO pero
¿Me permito ser
quién soy?
¿Me permiten ser
quien soy?
Disociación
ESTOY AQUÍ
pero
¿Para qué es
bueno?
Vacío existencial
«Señor, ¿a quién
iremos?
Tú tienes
palabras de Vida
eterna.”
Jn. 6, 68
El acompañamiento como
COMPARTIR / CONDIVISION
Acompañar significa, ante todo, compartir
el pan con cuantos nos han sido
confiados, el pan de unos determinados
valores humanos, cristianos, carismáticos
que dan sentido a nuestra vida y que
queremos trasmitir a cuantos hacen
camino con nosotros, convencidos de la
belleza y bondad de dichos valores …
EL ACOMPAÑAMIENTO COMO
CON VOCACION
Más que una cosa que hay que hacer es
un modo de ESTAR, de CAMINAR CON,
de PONERSE AL LADO DEL OTRO (cf. Lc
24,13-16), dedicándole tiempo y
energía, dejarse disturbar por el otro, y
confesar la belleza de una vida que se
realiza según el proyecto de Dios. En
otras palabras, acompañar significa
ayudar al otro a que crezca como
persona, como creyente y, si es
llamado a ello, como consagrado/a.
El itinerario pedagógico es un viaje
que mira a la madurez de la persona,
en sus dimensiones humana,
cristiana, y vocacional. Es como una
peregrinación hacia el estado adulto
de la persona, llamada a decidir por
sí
misma,
en
libertad
y
responsabilidad, según la verdad del
misterioso proyecto pensado por
Dios para ella.
Tal peregrinación se realiza por
etapas – se trata de un proceso en compañía de un hermano/a
mayor en la fe y el discipulado,
que conoce el camino, la voz y
los pasos del Señor, que ayuda,
desde
su
experiencia,
a
reconocer al Señor que llama y
discierne el camino para llegar a
Él y responderle.
El
registro
comunicativo
del
acompañamiento no es tanto el
didáctico o exhortativo, ni tampoco el
de amistad, sino el de la confessio fidei.
En este sentido, lo que se pide de un
acompañante es fundamentalmente el
que sea un testigo, capaz de narrar su
propia opción de vida y su propio
camino vocacional. No se le pide que
sea un dechado de perfección, sino que
cuente su vida con lo que ello comporta:
dificultades, riesgos, sorpresas, belleza.
Todo ello mira a ayudar a quien
decide ser acompañado a vivir en
orden, armonía, esencialidad y
equilibrio en una triple relación:
consigo mismo, con los otros y con
Dios.
En este sentido, acompañar es ayudar
al otro a tener un rostro propio, unas
razones por las cuales vivir la vida en
plenitud.
Estas se llaman MOTIVACIONES
VOCACIONALES.
Acompañar es “educar” el
corazón y parte del encuentro
de corazón a corazón.
Educar el corazón, acompañar,
es capacidad de conocerse
mejor a uno mismo pero
también de conocer mejor al
otro y al Otro;
Es aprender la gramática del
propio
mundo
afectivo:
emociones,
sentimientos,
afectos, estado de ánimo…;
es aprender a expresar el propio
mundo emotivo en un mundo
maduro: siento, reconozco mis
sentimientos, confronto dichos
sentimientos con mis ideales y
decido.