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Lección 12 para el 21 de septiembre de 2013
¿Qué provocó la
separación de Pablo y
Juan Marcos
(Hechos 15:36-39)?
¿Cómo fue restaurada la relación
rota entre Pablo y Juan Marcos?
Cuando adquirió una experiencia más madura
con Cristo, Juan Marcos se entregó a una vida
de servicio.
Esto le llevó a asistir a Pablo en sus prisiones
en Roma. Pablo reconoció la utilidad de Juan
Marcos y llegó a tenerle en gran estima
(Colosenses 4:10-11; 2 Timoteo 4:11)
Onésimo era un esclavo no cristiano que servía a
un amo cristiano (Filemón)
Por la carta de Pablo a Filemón, sabemos que
Onésimo no se comportó correctamente con su
amo. Le robó y le abandonó: “se apartó de ti por
algún tiempo” (v. 15); “si en algo te dañó, o te
debe, ponlo a mi cuenta” (v. 18)
¿Cómo fue restaurada la relación
rota entre Filemón y Onésimo?
“el cual vuelvo a enviarte; tú, pues,
recíbele como a mí mismo” (Filemón 1:12)
“El apóstol pidió a Filemón, en vista de la
conversión de Onésimo, que recibiera al esclavo
arrepentido como a su propio hijo… La conversión
de Onésimo le había transformado en un hermano
en la fe”
Elena G. de White, Los hechos de los apóstoles, cap. 43, p. 365
“Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los
de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada
uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas;
y yo de Cristo” (1 Corintios 1:11-12)
Hacer comparaciones entre unos y otros
(entre compañero y compañero) crea
divisiones y fomenta el orgullo.
¿Cómo podemos evitar
este tipo de divisiones?
“¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos?
Servidores por medio de los cuales
habéis creído; y eso según lo que a cada
uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos
regó; pero el crecimiento lo ha dado
Dios” (1 Corintios 3:5-6)
Dios ha dado a cada uno distintos dones,
no para que compitamos entre nosotros,
sino para que nos complementemos en la
realización de Su obra.
“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas,
os perdonará también a vosotros vuestro Padre
celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus
ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará
vuestras ofensas” (Mateo 6:14-15)
¿Depende mi perdón del arrepentimiento del ofensor?
¿Debo perdonar aún cuando el ofensor no merece mi perdón?
Jesús perdonó a los que le
crucificaban, aunque no se
arrepintieron (Lucas 23:34)
(pero no quitó su culpa)
Ninguno de nosotros merece
el perdón de Dios, pero Él
nos perdona de todas formas
(Romanos 5:8)
El perdón es liberar a otro de
nuestra condenación porque
Cristo nos ha liberado de su
condenación.
Dejar de perdonar a alguien que
nos ha hecho mal, aun si esa
persona no merece el perdón,
puede herirnos más a nosotros
que a ella.
“El que no perdona suprime el único
conducto por el cual puede recibir la
misericordia de Dios. No debemos pensar que,
a menos que confiesen su culpa los que nos han
hecho daño, tenemos razón para no perdonarlos.
Sin duda, es su deber humillar sus corazones por el
arrepentimiento y la confesión; pero hemos de
tener un espíritu compasivo hacia los que han
pecado contra nosotros, confiesen o no sus faltas.
Por mucho que nos hayan ofendido, no debemos
pensar de continuo en los agravios que hemos
sufrido ni compadecernos de nosotros mismos por
los daños. Así como esperamos que Dios nos
perdone nuestras ofensas, debemos perdonar
a todos los que nos han hecho mal”
Elena G. de White, El discurso maestro de Jesucristo, p. 97
“Repréndele estando tú y él solos”
No
En Mateo 18:15-17, Jesús nos
enseña cómo debemos actuar con
aquellos que nos han ofendido, de
tal manera que consigamos la
restauración de la relación rota.
¿Os habéis
reconciliado?
Sí
“Si no te oyere, toma aún contigo a
uno o dos”
No
Sí
¿Os habéis
reconciliado?
“Si no los oyere a ellos, dilo a la
iglesia”
No
“Tenle por gentil y publicano”
¿Os habéis
reconciliado?
Sí
HAS
GANADO
A TU
HERMANO
“El carácter de la ofensa, sea cual fuere, no cambia el plan
que Dios trazó para el arreglo de malentendidos y daños
personales. Hablando a solas y con el espíritu de Cristo al
que cometió la falta, se suprimirá a menudo la dificultad. Id
al que yerra, con un corazón lleno del amor y simpatía de
Cristo, y tratad de arreglar el asunto. Razonad con él serena
y tranquilamente. No dejéis escapar palabras airadas.
Hablad de una manera que apele a su mejor criterio.
Recordad las palabras: “El que hubiere hecho convertir al
pecador del error de su camino, salvará un alma de muerte,
y cubrirá multitud de pecados.”…
Todo el cielo está interesado en la entrevista del que fue
perjudicado con el que está en error. Cuando el que yerra
acepta la reprensión presentada en el amor de Cristo, y
reconoce su mal, pidiendo perdón a Dios y a su hermano,
llena su corazón el gozo del cielo. Acabó la controversia;
queda restaurada la amistad y la confianza. El aceite del
amor suprime el ardor causado por el daño; el Espíritu de
Dios liga corazón con corazón; y hay en el cielo música por
la unión obtenida”
Elena G. de White, Obreros evangélicos, p. 516
Créditos
DISEÑO ORIGINAL
Sergio y Eunice Fustero
Distribución
RECURSOS ESCUELA SABÁTICA ©
Rolando D. Chuquimia
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Asunto: Lecciones en Powerpoint
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