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«Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y
sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia»
(Proverbios 4:7)
Salomón nos transmite la enseñanza acerca de la
sabiduría, que recibió de su padre (v. 4) en forma de
instrucción, como si fuera un regalo precioso (v. 2);
la enseña en forma de secretos de felicidad y éxito.
Para adquirir la sabiduría debemos escucharla
de otros (v. 1), estudiarla y aplicarla (v. 5).
Somos invitados a buscarla, poniendo en ello
todas nuestras facultades intelectuales (oyendo
con atención, v. 10) y sentimentales (amándola
de corazón, v. 4 y 6)
La «mujer extraña» se refiere a
aquella que no es la legítima
esposa (o el legítimo esposo).
Ésta incita al adulterio al
incauto que no sigue los tres
consejos dados en este
capítulo:
Cuidar lo que
decimos. La
conversación
sobre nuestra
vida íntima con
una persona
«extraña» nos
expone a la
tentación.
«Para que
guardes
consejo, y
tus labios
conserven la
ciencia»
(v. 2)
Alejarnos cuanto
sea posible de la
tentación.
«Aleja de
ella tu
camino, y no
te acerques a
la puerta de
su casa»
(v. 8)
Gozarnos con
nuestro cónyuge
(1ª de Corintios
7:5). La mejor
protección contra
la tentación de
amar a otra
mujer u hombre
es amar a
nuestro cónyuge.
«Sea bendito
tu manantial,
y alégrate
con la mujer
de tu
juventud»
(v. 18)
«Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es
más blando que el aceite; mas su fin es amargo como el ajenjo, agudo
como espada de dos filos» (Proverbios 5:3-4)
«Hijo mío, si salieres fiador por tu
amigo, si has empeñado tu palabra a
un extraño, te has enlazado con las
palabras de tu boca, y has quedado
preso en los dichos de tus labios.
Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate,
ya que has caído en la mano de tu
prójimo; ve, humíllate, y asegúrate
de tu amigo» (Proverbios 6:1-3)
Tu amigo ha contraído una deuda con
un extraño. Tú, sin reflexionarlo mucho
(¡es tu amigo!), has salido como fiador
de su deuda. Si has hecho esto, has
empeñado tu palabra a un extraño (el
acreedor de tu amigo).
¿Has pensado lo que ocurrirá si tu
amigo no paga y tú no tienes lo
suficiente para asumir su deuda?
Humíllate, se persistente y asegúrate
de que tu amigo pague su deuda.
Y la próxima vez… no prometas a un
amigo necesitado más que el dinero
del cual dispongas en ese momento.
Guarda ese dinero durante el tiempo
que dure la promesa, para que el
acreedor no pueda exigir una suma
que exceda de tus posibilidades
económicas.
«Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio; la cual no
teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida,
y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento» (Proverbios 6:6-8)
¿Qué podemos aprender de la
laboriosidad de las hormigas?
Cada una tiene su rol, su trabajo, y
lo hacen en equipo.
No hay ninguna holgazana.
Confían unas en otras.
Se preparan para el invierno.
Son diligentes, trabajadoras y
centradas.
Cada una lleva su propia carga, y se
ayudan cuando es necesario.
Se reúnen para planificar y recibir
instrucciones.
Se comunican unas con otras de
diversas maneras.
Tienen la capacidad de
reagruparse.
Necesitan a la comunidad. Si se las
aísla, mueren.
«Perezoso, ¿hasta cuándo has de
dormir? ¿Cuándo te levantarás de
tu sueño? Un poco de sueño, un
poco de dormitar, y cruzar por un
poco las manos para reposo; así
vendrá tu necesidad como
caminante, y tu pobreza como
hombre armado» (Proverbios 6:9-11)
¿Qué podemos aprender de la
indolencia del perezoso?
«En ocasión de la creación, el trabajo fue establecido como una bendición.
Implicaba desarrollo, poder y felicidad. El cambio producido en la
condición de la tierra, debido a la maldición del pecado, ha modificado
también las condiciones del trabajo, y aunque va acompañado ahora de
ansiedad, cansancio y dolor, sigue siendo una fuente de felicidad y
desarrollo. Es también una salvaguardia contra la tentación. Su disciplina
pone freno a la complacencia, y promueve la laboriosidad, la pureza y la
firmeza. Forma parte, pues, del gran plan de Dios para que nos repongamos
de la caída»
E.G.W. (La educación, pg. 214)
Siete cosas hace el hombre malo,
perverso (v. 12-14)
Anda en perversidad de
boca.
Guiña los ojos.
Habla con los pies.
Hace señas con los dedos.
Perversidades hay en su
corazón.
Anda pensando el mal en
todo tiempo.
Siembra las discordias.
Siete cosas aborrece Jehová y
abomina su alma (v. 16-19)
Los ojos altivos.
La lengua mentirosa.
Las manos derramadoras
de sangre inocente.
El corazón que maquina
pensamientos inicuos.
Los pies presurosos para
correr al mal.
El testigo falso que habla
mentiras.
El que siembra discordia
entre hermanos.
La sabiduría nos protege de la necedad.
Al hombre necio le falta visión a largo plazo. No ve que «su calamidad vendrá de
repente; súbitamente será quebrantado, y no habrá remedio» (v. 15).
El hombre sabio, en cambio, cuidará de no hacer nada de aquello que Dios aborrece.
No es suficiente con saber acerca del bien y del mal; necesitamos saber cómo
elegir lo correcto, y no lo malo. El adiestramiento en la sabiduría consiste en
escuchar la instrucción adecuada y en seguir y obedecer lo que hemos
aprendido, para no terminar andando en la dirección equivocada.
Jacques B. Doukhan, Guía de estudio de la Biblia; sábado 3 de enero de 2015.