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Gracias por este servicio
a la Iglesia y en la Iglesia.
• Si las cosas, el dinero, lo mundano se
convierten en el centro de la vida, se
apoderan de nosotros, perdemos
nuestra propia identidad.
• Si perdemos la memoria de Dios,
también nosotros perdemos la
consistencia
• Estamos hechos a imagen y
semejanza de Dios, no a imagen y
semejanza de las cosas, de los ídolos.
Entonces, mirándoles a ustedes, me
pregunto:
¿Quién es el catequista?
Es el que custodia y alimenta la memoria
de Dios; la custodia en sí mismo y sabe
despertarla en los demás.
Qué bello es esto: hacer memoria
de Dios, como la Virgen María
•
la fe contiene la memoria de la
historia de Dios con nosotros,
memoria del encuentro con Dios, que
crea y salva, que nos transforma;
•
•
la fe es memoria
- de su Palabra que inflama el
corazón,
- de sus obras de salvación con las
que nos da la vida, nos purifica, nos
cura, nos alimenta.
•
 El catequista es precisamente un
cristiano que pone esta memoria al
servicio del anuncio
 no para hablar de sí mismo, sino para
hablar de Dios, de su amor y su
fidelidad.
 Hablar y transmitir todo lo que Dios ha
revelado, es decir, la doctrina en su
totalidad, sin quitar ni añadir nada.
El catequista es
•
un cristiano que lleva consigo la
memoria de Dios,
•
se deja guiar por la memoria de Dios
en toda su vida,
•
•
la sabe despertar en los otros.
Esto requiere esfuerzo.
•
Compromete toda la vida.
Queridos catequistas, les pregunto:
¿Somos nosotros memoria de Dios?
¿Somos verdaderamente
centinelas que despiertan en los
demás la memoria de Dios,
que inflama el corazón?
El catequista es un hombre de la memoria de Dios si
tiene una relación constante y vital con él y con
el prójimo
es hombre de fe, se fía verdaderamente de Dios
es hombre de caridad que ve a todos como
hermanos;
es hombre de paciencia, que sabe hacer frente a
las pruebas y los fracasos, con serenidad y
esperanza
es hombre amable, capaz de comprensión y
misericordia.
educar en la fe es hermoso.
Es la mejor herencia que podemos dejar.
Educar en la fe, para hacerla crecer.
Ayudar a niños, jóvenes y adultos a
conocer y amar cada vez más al Señor,
es una de las más bellas aventuras
educativas: se construye la Iglesia
«Ser» catequistas.
Catequista es una vocación:
“ser catequista”, no trabajar como
catequista.
No serás fecundo, no serás fecunda.
¡Cuidado!,
no he dicho «hacer» de catequista,
sino «serlo»,
porque incluye la vida.
¿Qué significa este caminar desde
Cristo para un catequista?
1. Tener familiaridad con Jesús
2. Imitarlo en el salir al encuentro
del otro
3. No tener miedo de ir con él a las
periferias
1. Tener familiaridad con Jesús
“¡Ya tengo el título de catequista!”. No es un
título, es una actitud: estar con Él, y dura
toda la vida.
Se trata de estar en la presencia del Señor,
de dejarse mirar por Él.
¿Cómo están ustedes en la presencia del
Señor?
Comprendo que es difícil encontrar un tiempo
prolongado de calma, para quienes están
casados y tienen hijos.
Pero no es necesario que todos lo hagan de la
misma manera; en la Iglesia hay variedad de
formas espirituales
¿Cómo vivo yo este «estar» con Jesús?
lo importante es encontrar el modo adecuado
y es posible en todos los estados de vida.
Cuanto más te unes a Jesús y él se convierte
en el centro de tu vida, tanto más te hace Él
salir de ti, te descentra y te abre a los demás.
Él nos hace entrar en esta dinámica del amor.
Y ésta es la tarea del catequista: salir
continuamente de sí por amor, para dar
testimonio de Jesús y hablar de Jesús,
el amor te atrae y te envía,
te atrapa y te entrega a los demás.
En esta tensión se mueve el corazón del
del catequista.
¿Late así mi corazón de catequista:
unión con Jesús
y encuentro con el otro?
Dios no tiene miedo de las periferias.¡Va siempre
más allá de nuestros esquemas! Y en las
periferias, allí lo encontrarán.
Dios es siempre creativo. No se entiende un
catequista que no sea creativo. Y la creatividad
es la columna vertebral del catequista.
Dios no es rígido. Nos acoge, sale a nuestro
encuentro, nos comprende. Para ser fieles, para
ser creativos, hay que saber cambiar.
Cuando los cristianos nos cerramos en nuestro
grupo, movimiento, parroquia, ambiente, nos
quedamos cerrados y nos sucede lo que a
todo lo que está cerrado
les digo una cosa:
 prefiero mil veces una Iglesia accidentada, y
no una Iglesia enferma.
 un catequista que se atreva a correr el
riesgo de salir, y no un catequista que sepa
todo, pero que se quede encerrado
siempre: éste está enfermo.