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Transcript
Introducción
al Año de la Fe
 En
la proximidad de los 50 años
de haberse inaugurado en la Iglesia
el Concilio Vaticano II, el Papa
Benedicto XVI ha convocado un año
de la fe, comenzando en octubre
de 2012 y concluyendo en noviembre
de 2013.

Dado que el Año de la Fe desea
contribuir a una renovada conversión
al Señor Jesús y al redescubrimiento de
nuestra fe, consideramos que será un
momento de gracia y de compromiso
para todos, de seguir buscando nuestra
conversión a Dios, reforzando nuestra
fe en Él y anunciarlo con gozo al
hombre de nuestro tiempo.
LA FE ENLA ENSEÑANZA DE LOS
PAPAS ANTECEDENTES HISTÓRICOS
DE LOS ÚLTIMOS 50 AÑOS
El 28 de octubre
de 1958 a los 77 años
de edad, fue elegido
como sucesor
de San Pedro,
el Cardenal Angelo
Giuseppe Roncalli,
tomando como
nombre Juan XXIII,
el cual, inspirado por el Espíritu Santo y con
una fe entusiasta, el 25 de enero de 1959
anunció inesperadamente la convocatoria de
un nuevo concilio ecuménico
para “poner al día”
a la Iglesia,
y de esta manera
iluminar a todos
los hombres
anunciando
el Evangelio
a toda criatura.
pero el 3 de junio de 1963 Dios lo
llamó a la Patria Celestial, sin llegar a
ver concluido el Concilio Vaticano II.
El Concilio Vaticano II
es uno de los eventos
más importantes en
la historia de la Iglesia.
Se realizó de 1962
hasta1965
congregando
a obispos de todo
el mundo.
Produjo un cuerpo
de doctrina
que busca promover
la fe católica,
renovar la vida
de los fieles,
adaptar la liturgia
y alentar la presencia
de los laicos.
Después del deceso del Papa Juan XXIII,
el 21 de junio de 1963 fue electo para sucederlo
en el ministerio petrino,
el Cardenal Giovanni Battista Montini,
quien tomó el nombre de Pablo VI.
El cual, decidió continuar con el Concilio
Vaticano II, dándole prioridad y dirección, para
ser concluido el 8 de diciembre de 1965, en la
Solemnidad de la Inmaculada Concepción…
Y el 6 de agosto de 1978 el Papa Pablo VI
fue llamado a la Casa del Padre.
En 1967,
a poco más
de un año
de haberse
clausurado
el Concilio,
el Papa Pablo VI
proclamó
un año de la fe,
para conmemorar
el Aniversario 1900
del martirio
de los Apóstoles
San Pedro
y San Pablo.
Con la Exhortación Apostólica
“Petrum et Paulum”, publicada el 22 de febrero
de 1967, Pablo VI convocó el Año de la Fe:
del 29 de junio de 1967 al 29 de junio de 1968,
motivando a toda la Iglesia a celebrar el
martirio de los primeros maestros de la fe.
El Año de la fe, según las intenciones
del Papa, se centra todo en el Credo.
En el documento
“Petrum et Paulum”
se pide a los obispos
que durante ese año
especial hicieran
varias veces
una proclamación
solemne del Credo
«con los sacerdotes
y los fieles, según una
u otra de las fórmulas
en uso en la Iglesia católica».
Así pues, finalidad de ese año de la fe,
fue “que la fe se confirmara de forma
individual y colectiva, libre y consciente,
interior y exterior, humilde y franca”.
En las catequesis
y en las homilías
de aquellos meses,
el Papa Montini sugirió
varias veces
a toda la Iglesia,
la urgencia de repetir
el acto de fe.
En su catequesis del 31 de mayo
de 1967 el Papa decía:
«No crean que tienen fe si no la adhieren
al Credo, al símbolo de la fe, es decir, a la
síntesis esquemática de las verdades de fe»
Pablo VI
lo concibió
como
un momento
solemne
para que
toda la Iglesia
profesase
la fe recibida
de los Apóstoles,
razón por la cual
concluyó con la
«Profesión de fe del Pueblo de Dios»
Esta «Profesión de fe» ponía de manifiesto
que los «contenidos esenciales» de la fe
que son «el patrimonio» de todos
los creyentes,
«tienen necesidad
de ser confirmados,
comprendidos
y profundizados
de manera siempre
nueva», para «dar un
testimonio coherente
en condiciones
históricas distintas a las del pasado».
El Cardenal Albino Luciani
fue elegido como Papa
el 26 de agosto de 1979,
siendo el primero
en la historia de los Papas
en tomar 2 nombres:
JUAN PABLO I, gesto
con el cual pretendió
honrar a sus 2 antecesores:
JUAN XXIII y PABLO VI,
manifestando así
su deseo de establecer
una continuidad
en su pontificado.
Dejó este mundo para presentarse
ante Dios el 28 de septiembre de 1978.
Su Pontificado fue
demasiado breve,
durando tan solo
33 días.
En su breve pontificado,
nos dejó unas valiosas
catequesis sobre
algunas virtudes.
En su audiencia general
de los miércoles,
el 13 de septiembre
de 1978, el Papa
Juan Pablo I nos dejó
una enseñanza sobre
la virtud teologal de la fe.
El Santo Padre considera que la Fe
es una lámpara de santificación.
La Fe es
rendirse a Dios,
pero transformando
la propia vida,
lo cual no siempre fácil.
La fe es responder con generosidad
al Señor. No se trata sólo de creer las cosas
que Dios nos ha revelado, sino creerle a Él,
que merece nuestra fe, que nos ha amado
tanto y ha hecho tanto por amor nuestro.
El Papa Juan Pablo I
nos dice que
es difícil aceptar
algunas verdades,
porque las verdades
de la fe son de dos
clases:
unas son agradables
y otras son duras
a nuestro espíritu.
Hay, además, otra dificultad,
la Iglesia. San Pablo preguntó:
¿Quién eres, Señor?
Soy ese Jesús
a quien tú persigues.
Una luz, un relámpago le pasó
por la inteligencia.
Yo no persigo a Jesús,
ni siquiera lo conozco;
persigo a los cristianos, eso sí.
Se ve que Jesús
y los cristianos,
Jesús y la Iglesia,
son una misma cosa:
indivisible, inseparable.
Cristo es la Cabeza, nosotros,
la Iglesia, somos sus miembros.
No es posible tener fe
y decir creo en Jesús,
acepto a Jesús,
pero no acepto la Iglesia.
Hay que aceptar la Iglesia,
tal como es;
y ¿cómo es esta Iglesia?
El Papa Juan XXIII la ha
llamado Mater et Magistra,
es decir, Madre y Maestra.
Juan Pablo I, reconoce que cuando
el Papa Juan XXIII inauguró el Concilio
el 11 de octubre de 1962,
entre otras cosas, dijo:
«Esperamos que con el Concilio
la Iglesia dé un salto hacia delante».
Todos lo esperábamos. Un salto hacia
adelante, pero ¿por qué caminos?
Lo dijo enseguida: sobre las verdades
ciertas e inmutables.
Ni siquiera le pasó por la cabeza
al Papa Juan que eran las verdades
las que tenían que caminar, ir hacia adelante,
y después cambiar, poco a poco.
Las verdades están ahí; nosotros debemos
andar por el camino de estas verdades,
entendiéndolas cada vez mejor, poniéndonos
al día, presentándolas de forma adecuada
a los nuevos tiempos.
También el Papa Pablo VI tenía
la misma preocupación, cuando
dijo que: Después de quince años
de pontificado
puedo dar
gracias
al Señor
porque
he defendido
la fe
y la he conservado.
También es madre la Iglesia.
Si es continuadora de Cristo
y Cristo es bueno, también
la Iglesia debe ser buena,
buena con todos; pero
¿y si se diera el caso
de que alguna vez hubiera
gente mala en la Iglesia?
Nosotros tenemos madre.
Si una madre está enferma,
si mi madre se quedase coja,
yo la querría todavía más.
Lo mismo en la Iglesia:
si existen defectos y faltas —
y existen— jamás debe
disminuir nuestro
amor a la Iglesia.
El 16 de octubre de 1978
fue elegido como
sucesor de San Pedro
el Cardenal Karol Wojtyla
a los 58 años de edad,
adoptando el nombre
de Juan Pablo II .
Durante sus casi 27 años
de Pontificado
dio muchos frutos
en la viña del Señor.
Fue llevado a la casa del Padre el 2 de abril
de 2005, sus últimas palabras fueron
“Déjenme ir a la casa de mi Padre”.
El Papa Juan Pablo II, en muchas ocasiones reflexionó sobre
el tema de la fe.
Juan Pablo II detectó que la civilización contemporánea
estaba empapada de diferentes corrientes, no sólo cristianas,
sino también anticristianas,
acristianas, arreligiosas
y antirreligiosas.
Más aún, estas corrientes
parecen alguna vez,
ser las dominadoras
en la mentalidad
de la sociedad actual.
Se trata de una situación
que nos exige un compromiso
si queremos superarla,
un compromiso de todos
los cristianos responsables,
responsables de lo que quiere decir ser cristianos.
No es fácil ser auténticamente cristianos
en el contexto de la sociedad moderna,
penetrada por formas de un paganismo nuevo.
Pero tampoco lo era ayer en contextos diferentes.
Resulta aún más difícil crear un ambiente social más
amplio inspirado en los grandes valores del Evangelio.
No obstante,
hay que esforzarse
para conseguirlo
alimentando
una confianza
en la capacidad
creativa que proviene
de la gracia
de Cristo crucificado.
No existen modelos
de sociedad que puedan
considerarse libres
de elementos negativos.
Hasta las rosas
tienen espinas
Por eso la fe, además de conocerse, debe vivirse.
La fe es el gran don divino
que Jesucristo
ha hecho a la Iglesia.
Dice San Pablo
en la Carta a los Romanos:
“La fe surge
de la Proclamación,
y la proclamación
se verifica mediante
la palabra de Cristo” (10,17).
Por eso el creyente
encuentra su fundamento
en Jesucristo, que sigue
viviendo en su Iglesia
a lo largo de los siglos
hasta el día del juicio.
Tras el fallecimiento
del Papa Juan Pablo II,
el 19 de abril del 2005,
fue elegido
como el 265º Papa,
el Cardenal
Joseph Ratzinger,
tomando el nombre
de Benedicto XVI.
Desde el inicio de su ministerio petrino, el 24 abril de 2005,
Benedicto XVI haciendo referencia al beato Juan Pablo II,
dijo en su homilía que “quien cree nunca está solo” .
Durante su pontificado se ha esforzado por guiar con mucha
diligencia a la Iglesia, y en muchas ocasiones ha insistido
en el tema de la fe en el mundo actual.
En la homilía de la Misa que presidió el 16 de
octubre del 2011 en la Basílica de San Pedro,
el Papa Benedicto XVI
anunció que se llevaría
a cabo un año de la fe,
y explicó
que este Año de la Fe
comenzará
el 11 de octubre de 2012,
en el 50 aniversario
de la inauguración
del Concilio Vaticano II
y concluirá
el 24 de noviembre de 2013,
en la Solemnidad de Cristo Rey del Universo.
Con la Carta Apostólica
“Porta Fidei”, el Papa
Benedicto XVI ha convocado
el Año de la Fe.
En este documento el Papa
explica que este tiempo
busca "dar un renovado
impulso a la misión
de toda la Iglesia, para
conducir a los hombres lejos
del desierto en el cual
muy a menudo
se encuentran en sus vidas
a la amistad con Cristo
que nos da su vida plenamente".
Frente a la profunda crisis de fe
que afecta amplísimos sectores
de la sociedad, y de la misma
Iglesia, es urgente introducir
a todo el cuerpo eclesial
en un camino de conversión
personal y comunitario,
y en un tiempo “de especial
reflexión y redescubrimiento
de la fe”, por eso
el Año de la Fe "será un
momento de gracia
y de compromiso por una cada
vez más plena conversión
a Dios, para reforzar nuestra fe
en Él y para anunciarlo con gozo
al hombre de nuestro tiempo"
Para ello, el Papa Benedicto XVI quiere servirse
de 2 grandes instrumentos: los textos del Concilio
Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia Católica,
ya que son dos valiosísimos instrumentos para
conocer los contenidos de la fe en su integridad.
Por encargo del Papa Benedicto XVI
la Congregación para la Doctrina
de la Fe publicó el sábado
7 de enero una Nota con indicaciones
pastorales para el Año de le Fe.
Este documento presenta una serie
de indicaciones en cuatro niveles:
Iglesia Universal; Conferencias
Episcopales; Diócesis; y por último
Parroquias, Comunidades, Asociaciones
y Movimientos, con la finalidad
de invitar a todos los miembros
de la Iglesia a comprometerse
en el Año de la fe para redescubrir
y compartir lo más valioso que tiene
el cristiano: Jesucristo, redentor
del hombre, Rey del Universo,
"iniciador y consumador de la fe" .
En la primera parte de su Viaje Apostólico, en la ciudad
de León, Guanajuato, en México, el Papa Benedicto
XVI citaba en su homilía en el Parque Bicentenario:
“La Misión Continental,
que ahora se está llevando a cabo
diócesis por diócesis
en este Continente, tiene
precisamente el cometido
de hacer llegar esta convicción
a todos los cristianos y comunidades
eclesiales, para que resistan
a la tentación de una fe superficial
y rutinaria, a veces fragmentaria
e incoherente.
También aquí se ha de superar
el cansancio de la fe y recuperar
«la alegría de ser cristianos»,
de estar sostenidos por la felicidad
interior de conocer a Cristo
y de pertenecer a su Iglesia”.
En el encuentro con los obispos de México y Latinoamérica,
el Papa señaló también que:
“Las iniciativas que se realicen con motivo del Año de la fe
deben estar encaminadas a conducir a los hombres
hacia Cristo, cuya gracia
les permitirá
dejar las cadenas
del pecado
que los esclaviza
y avanzar hacia la libertad
auténtica y responsable.
A esto está ayudando
también la Misión continental
promovida en Aparecida,
que tantos frutos
de renovación eclesial
está ya cosechando
en las Iglesias particulares
de América Latina y el Caribe”.
También en la segunda y última parte de su Viaje Apostólico,
en la República de Cuba, el Santo Padre invitó a contemplar la fe
de la Virgen María y a pedir su intercesión
para que el Señor aumente nuestra fe:
“Queridos hermanos, hoy alabamos a la Virgen
Santísima por su fe y con santa Isabel
le decimos también nosotros: «Bienaventurada
la que ha creído» (Lc 1,45).
Como dice san Agustín, María concibió antes
a Cristo por la fe en su corazón que físicamente
en su vientre; María creyó y se cumplió en ella
lo que creía (cf. Sermón 215, 4: PL 38,1074).
Pidamos nosotros al Señor que nos aumente
la fe, que la haga activa y fecunda en el amor.
Pidámosle que sepamos como ella acoger
en nuestro corazón la palabra de Dios y llevarla
a la práctica con docilidad y constancia”.
Con estas motivaciones nos introducimos para profundizar
y meditar los documentos:
“La Puerta de la Fe”,
“Nota con indicaciones pastorales para el Año de la Fe”,
y desde luego el Catecismo de la Iglesia Católica
y los documentos del Concilio Vaticano II,
que serán materia de nuestro estudio.
Fin de la presentación