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Transcript
La Iglesia Romana
Introducción:
Existen en la actualidad una docena de religiones principales en el mundo, y
los seguidores de cada una de las mismas afirman confiadamente que ellos
van por el camino correcto. Su convicción a este respecto es tan grande que
no son pocos los que están dispuestos a dar la vida por tales creencias. En
algunos casos sus creencias han sido tan fuertes que han masacrado a todo
aquel que no está de acuerdo con su religión. El Señor Jesucristo dijo:
"Entrad por la puerta estrecha: porque ancha es la puerta, y espacioso el
camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Porque
estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son
los que la hallan" (Mateo 7:13-14). Todo estudioso serio de las Sagradas
Escrituras coincidirá conmigo, en que estas palabras son fieles y verdaderas.
Hay dos puertas, dos caminos, dos grupos, y hay dos destinos que de una
forma bien clara Cristo enseñó durante su ministerio terreno.
Por otra parte; a diario conocemos personas bien intencionadas, que intentan
resolver el problema de las muchas religiones, diciendo: "No importa lo que
uno crea, sólo sé sincero en lo que crees". Esta aunque es una frase que
suena bonito, acarrea un grave peligro, pues mi sinceridad nunca me llevará
al destino correcto si estoy equivocado. Entre toda esta confusión ¿Cómo
puede uno saber cuál es el camino correcto? La Iglesia Católica reclama tener
la sucesión apostólica durante todas las épocas hasta Jesucristo. Piensan que
el papa es el vicario de Cristo en esta tierra, y que son ellos los únicos que
tienen la verdad. Obviamente para ellos los demás grupos religiosos están
errados. De ahí tenemos a los evangélicos los cuáles reclaman del mismo
modo ser fieles testigos y depositarios de la única y verdadera revelación. Y
que decir de los Testigos, Mormones, Adventistas, etc. Los cuáles también
reclaman ser la Iglesia verdadera de Cristo.
Como lo que está en juego es la salvación del alma, debemos examinar
seriamente si la fe que profesamos es la que Dios quiere, y la que puede
llevarnos con toda seguridad a la felicidad eterna. Y esto sólo será posible si
con un corazón sincero nos acercamos a la fuente de vida eterna, la cual
emana de la bendita Palabra de Dios.
Creo firmemente que todo amante de la verdad debe buscarla, y una vez
alcanzada ponerla en alto, para que otros a su vez la puedan ver.
Una de las más graves faltas de muchos grupos religiosos es que viven de
espaldas a las Sagradas Escrituras. Para ellos la declaración: "La Biblia es
nuestra única regla infalible de fe y conducta", no pasa de ser una frase
superficial. En la práctica, son sus tradiciones, reglamentos, confesiones, y
otras estructuras que el hombre ha inventado, las que deciden sus asuntos
de fe y conducta. Un ejemplo de todo esto; lo es sin duda la institución
Católica Romana, es referente a ella, que hoy dedicamos el presente librito.
Nuestro único objetivo es que, aquella luz que alumbra todo entendimiento,
brille en aquellos corazones que por mucho tiempo se han visto envueltos en
la oscuridad de las mentiras religiosas.
Junto con San Pablo decimos: "Ninguna cosa podemos contra la verdad, sino
por la verdad" (2 Corintios 13:8). Estoy seguro que muchos amarán estas
páginas, otros las odiarán. Por lo que a mí respecta; estoy dispuesto a correr
el riesgo que sea, pues aquel que no ama la verdad hasta lo último, no
puede ser parte del cuerpo verdadero de Cristo.
Luis A. Benítez, Ciudad de Van Nuys, California, a 22 de Dic. / 1994.
LA IGLESIA CATOLICA ROMANA
(sus Enseñanzas )
El Culto a la Virgen María
Desde los inicios mismos de la Iglesia de Cristo, surgieron en torno de ella
diferentes doctrinas cuyos fundamentos no estaban basados en las Sagradas
Escrituras. Una de estas enseñanzas fue la adoración de aquella devota
mujer llamada María, de la cuál nació nuestro Señor Jesucristo.
Quienes tributaban este culto a María le dieron la posición de un lugar
intermedio entre los santos y Dios. Fueron estos mismos adoradores los que
con el tiempo le confirieron el título de "Madre de Dios". Esto debido según
ellos porque de ella nació Cristo, quien era el Hijo de Dios encarnado.
La escritora Luisa J. de Walter, escribe a este respecto en su libro ¿Cuál
Camino? lo siguiente: "Nuestro Señor Jesucristo es Dios hecho carne. La
virgen María, bienaventurada entre todas las mujeres, fue escogida por Dios
para ser la madre de la naturaleza humana de Cristo. Fue madre de su
cuerpo físico, pero no pudo ser madre de su deidad. Cristo la segunda
persona de la Santísima Trinidad, es eterno, siempre ha existido. Por ser
Dios, El no ha tenido principio, y por consiguiente, no es lógico hablar de
María como "Madre de Dios". Colosenses 1:16-17; Juan 1:1-3; 8:57-58, y
otros textos sobre la preexistencia de Cristo, prueban que ella no puede ser
madre de su deidad. La única manera en que pudiera ser "Madre de Dios"
nos sigue diciendo la citada escritora, es, si ella misma hubiera sido divina,
una diosa, miembro de la familia celestial, cosa que la Biblia no enseña de
ninguna manera (Pág. 37).
Enseñan además los que tributan el culto a María: Que ella nació por
concepción milagrosa y sin pecado original, al igual que el mismo Hijo de
Dios. (Según definición dogmática del papa Pío IX ratificada por el Concilio
Vaticano de 1870).
A esto sólo podemos decir que en honor a la verdad, la Biblia no enseña en
ninguna de sus partes esta doctrina. Muy por el contrario nos dice el Santo
Evangelio según San Lucas, que ella necesitó como todo pecador, de un
Salvador: "Engrandece mi alma al Señor... declara ella misma... y mi espíritu
se alegró en Dios mi Salvador" (Lucas 1:46-47). Este pasaje nos enseña que
María al experimentar la presencia de Dios, reconoció al mismo tiempo su
condición de criatura nacida bajo la maldición del pecado, y por consiguiente
que necesitaba de la gracia salvadora.
Bien sabemos que muchos han de tratar de negar que la Iglesia Católica
atribuye una posición divina a María. Pero al viajar alrededor del mundo, ya
sea en una majestuosa catedral o en una capilla humilde, la estatua de María
ocupa el puesto principal siempre.
Es interesante notar que los más grandes teólogos de la Iglesia primitiva,
jamás enseñaron la adoración a María, ni mucho menos que ella fuese
concebida sin pecado original. Así por ejemplo, Eusebio, célebre autor de la
"Historia de la Iglesia" dice: "Ninguno está exceptuado de la mancha del
pecado original, ni aún la madre del Redentor del mundo; sólo Jesús quedó
exento de la ley del pecado, aún cuando haya nacido de una mujer sujeta al
pecado".
San Anselmo, declara: "Si bien la concepción de Cristo ha sido inmaculada,
no obstante, la misma Virgen de la cual nació, ha sido concebida en la
iniquidad, y nació con el pecado original; porque ella pecó en Adán, así como
por él todos pecaron.
A este mismo respecto San Agustín, uno de los más grandes teólogos
reconocido por la Iglesia Católica; dice: "María murió por causa del pecado
original, transmitido desde Adán a todos sus descendientes".
Santo Tomás de Aquino, sumo doctor de la Iglesia Romana, en el siglo XII,
luchó valientemente en contra de la enseñanza de la inmaculada concepción,
y dice: "La bienaventurada Virgen María, habiendo sido concebida por la
unión de sus padres, ha contraído el pecado original", (Suma teológica. part.
3, pág. 65).
Opinión de algunos Papas
El Papa León I, dice al respecto: "Entre los hombres, Cristo solamente fue
inocente, porque El sólo ha sido concebido sin la suciedad y la concupiscencia
de la carne". El Papa Inocencio III, declara: "Eva fue formada sin la culpa, y
engendró en la culpa; María fue formada en la culpa y engendró sin la culpa",
(sermón Assumpt).
Al católico se le enseña también: Que se debe orar a María porque ella es
más compasiva que su Hijo Jesús. Notemos que al enseñar esto, hacen
menos compasivo a Cristo, lo cuál es una blasfemia y va en contra de la
revelación bíblica (Hebreos 4:15-16).
Uno de los más conocidos escritores católicos; fue Alfonso María Ligorio, este
hombre en su libro "Catolicismo Romano Pág. 158", nos dice lo siguiente:
"Que en una escena imaginaria alguien vio dos escaleras colgando del cielo,
María estaba en la punta de una y Cristo en la punta de la otra. Cuando un
pecador trataba de subir por la de Jesús, miraba la cara furiosa de él y caía
derrotado, pero cuando sube por la escalera de María, lo hace rápida y
fácilmente; y es bienvenido por ella, quien lo introduce en el cielo y lo
presenta a Dios".
Con esto, este escritor trata de enseñar, que es más fácil ser oído por María
cuando oramos, y no así, cuando oramos a Nuestro Señor Jesucristo. La
Biblia no obstante nos dice; que sólo uno es el mediador entre Dios y los
hombres, Jesucristo-Hombre (Juan 14:6; Hechos 4:12; 1 Timoteo 2:5). El no
enseñar la verdad de la Biblia a este respecto, ha llevado a multitudes a
adorar y solicitar favores divinos a María, atribuyéndole al mismo tiempo
facultades divinas que sólo Dios posee. No cabe duda que un error engendra
otro, y esto es exactamente lo que ha pasado con el culto dado a María.
Tanto que en muchos países de nuestro Continente Americano, es más
conocida, venerada y adorada ella, que Nuestro Señor Jesucristo. Y de esto
podemos dar fe muchos que hemos crecido en suelo Hispanoamericano. Pues
nosotros somos testigos presenciales de como en los diferentes países, se le
dan honores y adoración a la Virgen María. Ya sea bajo el nombre de Virgen
de Guadalupe, Virgen de Suyapa, Virgen de la Paz, Virgen del Perpetuo
Socorro, Virgen de Fátima, Virgen del Carmen, Virgen de Lourdes, Virgen de
los Lagos, etc.
Es importante resaltar amable lector, que la Biblia en ninguna de sus partes
nos manda o insinúa tributarle culto a María. La razón es evidente para todo
estudioso de las Sagradas Escrituras, ella no fue la que pagó el precio por
nuestros pecados. Sólo Cristo es quien murió y resucitó de entre los muertos
al tercer día, ascendiendo luego a la presencia de su Padre; de donde
también está intercediendo hoy por su Iglesia (Romanos 8:34). Nosotros
como evangélicos, reconocemos que María fue una mujer piadosa y temerosa
de Dios. Por ello mismo la Biblia nos dice, que fue bienaventurada entre
todas las mujeres. Pero el tributarle culto y adoración es algo que la Biblia
nunca enseña, de ahí que nosotros no le rindamos adoración alguna.
Los Católicos tratando de buscar alguna base en la Biblia, para defender la
adoración de María, dicen que las palabras dichas por Gabriel: "Bendita Tú
entre las mujeres" (Lucas 1:28), deben interpretarse como un acto de
adoración que ella merece. Nosotros los evangélicos vemos en esta parte
simplemente que María fue favorecida por Dios; por vivir ella una vida de
devoción y consagración. Pero como bien señalamos previamente, esto no da
pie para tributarle adoración alguna, o para que tengamos que dirigirnos a
ella en palabras de oración.
La perpetua virginidad de María
Otro intento por glorificar a María, lo ha sido sin duda; la doctrina de la
"Perpetua virginidad de María". Lo que asombra de esta enseñanza; es que
en ninguna parte de la Biblia, o en algún manuscrito de la historia de la
Iglesia cristiana, encontramos dicha creencia.
La Enciclopedia Británica, registra lo siguiente respecto a esta doctrina: "La
doctrina de la perpetua virginidad de María no fue enseñada sino hasta
trescientos años después del regreso de Cristo al cielo. No fue sino hasta
después del Concilio de Calcedonia, en el año 451 de nuestra era, que esta
infundada suposición fue aprobada oficialmente por la Iglesia Romana" (Vol.
14, Pág. 999).
La Biblia también al contrario de la enseñanza Católica, nos muestra que
María no vivió virgen toda su vida. La Biblia enseña que Jesús nació de la
virgen María, concebido en virginidad y de una manera sobrenatural (Mateo
1:23), esto es algo que creemos todos los cristianos, pero también creemos
que después del nacimiento de él, María dio a luz más hijos, los hijos de su
unión con José su marido.
La escritora Luisa J. de Walker, nos dice a este respecto: "Que en el
Evangelio de Mateo 1:24-25, y en Lucas 2:7, se enseña claramente que
después del nacimiento de Jesús, José y María llevaron la vida normal de
cualquier matrimonio. Si no tuvieron más hijos, la palabra primogénito está
de más en estos textos. Ya que no se habla del hijo mayor de una familia
sino hay más de uno. En Mateo 13:55-56, el pueblo llega a dar los nombres
de sus cuatro hermanos varones. La mención frecuente de los hermanos de
Jesús en compañía de María nos fortalece en la creencia de que eran sus
hijos, y no sus sobrinos como pretenden los Católicos Romanos, Marcos
3:31-32; (¿Cuál Camino? Pág. 38).
Ralp Woodrow, afirma al mismo tiempo: "La Biblia no dice que María haya
parido a un sólo hijo, sino que nos dice que Jesús fue su primer hijo (Lucas
2:7). El hecho de que Jesús fuera el primogénito, indica que después
nacieron de María otros hijos. Siempre en el lenguaje lógico normal, un
primero requiere un segundo. Pero fuera de esta línea de razonamiento, las
Escrituras no dejan lugar a dudas del hecho de que María tuvo otros hijos
después del nacimiento del Señor Jesús. Sus nombres nos son dados en el
evangelio de Mateo: Jacobo, José, Simón y Judas (Mateo 13:55). Se nos
menciona además a las hermanas de él. Las gentes de Nazareth dijeron:
...¿Y no están todas sus hermanas con nosotros?; (versículo 56). La palabra
hermanas está en plural, de modo que sabemos que por lo menos tuvo dos
hermanas". (B. M. R. Pág. 28-29).
La Resurrección y ascensión de María
En el Año 1950, se proclamó como dogma, la doctrina de que María después
de su muerte resucitó y ascendió corporalmente al cielo. A este respecto;
Woodrow, nos dice: "Durante los días de la apostasía religiosa, algunos
exagerados admiradores de María, comenzaron a enseñar que el cuerpo de
María nunca sufrió corrupción, sino que ascendió a los cielos al igual que
Jesucristo, y que allí sentada hoy en día como la "Reina del cielo" recibe culto
y oraciones de parte de sus fieles. No fue hasta este siglo que la ascensión
de María se proclamó oficialmente como una doctrina de la Iglesia Católica
Romana. Fue tan sólo en el año 1950, que el papa Pío XII declaró que el
cuerpo de María no sufrió corrupción. Obviamente, dicha enseñanza de la
ascensión de María, no es parte de la doctrina del Nuevo Testamento"
(Babilonia, Misterio Religioso, Pág. 29).
Nosotros los evangélicos no alcanzamos a comprender como es posible
formular una enseñanza tal, ya que la Biblia nunca menciona tales
aseveraciones. Muy por el contrario cuando escudriñamos las Sagradas
Escrituras, nos encontramos que ninguno de los apóstoles de Cristo; ni
aquellos que fueron después de ellos enseñaron tal doctrina. Es lamentable el
ver como algunos partidarios de este culto; llegan hasta inventar historias
que nunca existieron en torno de la muerte de la virgen María. Uno de ellos
fue San Bernardo, este admirador de María nos dice lo siguiente: "En el
tercer día, después de la muerte de María, cuando los apóstoles se juntaron
alrededor de su tumba, la encontraron vacía. El cuerpo sagrado había sido
llevado al paraíso celestial, la tumba no tuvo poder sobre alguien
inmaculado. Pero no fue suficiente que María haya sido recibida en el cielo,
ella no era cualquier ciudadano común y corriente, tenía aún mayor dignidad
que el más alto de los Arcángeles. María había de ser coronada "Reina del
cielo" por el Padre Eterno; ella había de tener un trono al lado de su hijo.
Hoy, día tras día, hora tras hora, ella está orando por nosotros, obteniendo
gracia para nosotros, preservándonos del peligro, protegiéndonos de la
tentación, llenándonos de sus bendiciones". La Biblia como ya atestiguamos
no nos dice nada a este respecto. En ella sí encontramos por el contrario;
que el único que subió a los cielos en cuerpo, fue nuestro Señor Jesucristo
(Juan 3:13; Hechos 1:9-11).
¿Sí esta enseñanza no la encontramos en la Biblia, cómo fue que llegó a
existir?. La respuesta tenemos que encontrarla en los enunciados emitidos
por la Iglesia Católica: "El papa Pío XII, el primero de Noviembre de 1950;
definió la doctrina de la ascensión de María, como un artículo de fe revelado
por Dios, dijo también que negar que la bendita Virgen María, habiendo
terminado su vida terrenal; fue trasportada en cuerpo y alma a la gloria
celestial, sería traer sobre uno la ira del Dios Todopoderoso y la de sus
santos apóstoles" (Munificentissimus Deus, 1950, Acta apostolicae Sedis.
XLII). Es importante señalar, que para algunos católicos esta creencia era
tenida simplemente como una opinión piadosa. Asi por ejemplo Benedicto
XIV declaró en 1740: "que esta enseñanza era de una clase tal, que no era
suficiente para elevarla al rango de un artículo de fe" (Opera Vol. X, Pág.
499). La Escritura como ya señalamos nada dice de la ascensión de María.
Por lo que deducimos que esta tradición o enseñanza; era desconocida para
la Iglesia cristiana del principio, y por consiguiente nosotros los evangélicos
no podemos avalarla.
Su origen es pagano
No son pocos los que han visto en este culto a María, una imitación de
adoración a las diosas del paganismo, tal y como se adoraba en países como
Egipto, Grecia, Babilonia y la Roma misma. En el libro "Religiones Paganas"
encontramos el culto a diferentes diosas, al analizar la posición en que los
católicos han colocado a María se encuentra una semejanza bien marcada
con aquellos cultos del paganismo. En tiempos del profeta Jeremías, muchos
Israelitas adoraban a la diosa conocida como "Reina del cielo". Trayendo
destrucción sobre ellos por no acatar la reprensión del profeta de Dios
(Jeremías 44:17-19).
El escirtor Woodrow, nos dice referente a esto: "Uno de los ejemplos más
sobresalientes de como el paganismo babilónico ha continuado hasta
nuestros días, puede verse en la forma en que la Iglesia Romana inventó el
culto a María, para reemplazar el antiguo culto a la diosa Madre de Babilonia,
llamada Semiramis. Se dice que cuando su esposo Nimrod muere, ella da a
luz un hijo al cual llamó Tamuz. Declarando aquel día que tanto ella como su
hijo recién nacido eran divinos y que debían ser adorados. Cuando el pueblo
babilónico fue dispersado por todas las naciones, llevaron dicho culto a los
diferentes países donde fueron esparcidos. Esto explica porque todas las
naciones en tiempos pasados adoraban a la madre y al hijo de una u otra
forma aunque a veces con diferentes nombres. Así por ejemplo en China se
conocía esta "diosa-Madre" como "Shingmoo" o "Santa Madre", se
representaba con un niño en brazos y rayos de gloria alrededor de su cabeza,
los griegos la conocían como "Afrodita"; en Roma era conocida como
"Fortuna"; en la India como Devaki, y el niño como Chrisna, etc." (B. M. R.).
La historia al mismo tiempo confirma que a la altura del cuarto siglo de
nuestra era, se levantó un hombre llamado Constantino en el Imperio
Romano. Este hizo del cristianismo la religión oficial de todo el Imperio.
Aunque la Iglesia de Cristo dejó de ser perseguida por este tiempo, fue no
obstante durante este período que se produjo una mezcla pagano-religiosa;
en la cuál, se permitieron muchas costumbres cuyos fundamentos no se
hallaban en las Sagradas Escrituras. Tanto fue la mezcla, que se llegó a
aceptar que gente pagana no convertida al cristianismo, celebrara sus ritos,
costumbres y prácticas paganas sin ninguna restricción. En ocasiones sólo se
hacían algunos cambios para que estos ritos se parecieran a ciertas prácticas
cristianas. Uno de lo cultos permitidos por la Iglesia profesante a los
paganos, era el de seguir adorando a la "diosa-Madre", ya que era muy
fuerte la influencia de este culto entre los ciudadanos de la Roma pagana.
Por aquellos tiempos muchos deseaban unirse a la Iglesia, pero no querían
dejar el culto a la "diosa-Madre", fue así; que se sustituyó el culto a la
"diosa-Madre", por el culto a la Virgen María. Todo esto se hizo para que los
"convertidos" siguieran practicando sus ritos y prácticas paganas.
Los Católicos afirman, que ellos no adoran a María; sino, que sólo le dan
ciertos honores que ella merece. En la terminología católica, se usan tres
palabras para describir la "adoración", éstas son: Latría, Hyperdulía y Dulía.
Se define "Latría" como la adoración dada únicamente a Dios, "Hiperdulía"
(honor extremo a alguien), ésta es la que se rinde a la Virgen María, y
"Dulía" que es la que se rinde a los santos. Cabe mencionar que en la
práctica son pocos los católicos que saben la diferencia entre una y las otras.
La Biblia por el contrario nos enseña que toda clase de adoración, sólo la
merece Dios. El Diccionario Bíblico Ilustrado, de Editorial Clíe, nos dice lo
siguiente referente a este tema: "A partir de la cautividad (es decir cuando
Israel fue llevado cautivo por otras naciones), ni siquiera las postraciones
delante de los hombres eran permitidas por Dios. Significativo es el caso de
Mardoqueo, que se negó inclinarse al paso de Amán aún a costa de su vida,
(Ester 3:2)". Y en el Nuevo Testamento, Pedro (de quien dicen los católicos
fue el primer papa) renuncia a ser adorado por parte del Centurión Romano
Cornelio (Hechos 10:26). En el Apocalipsis el ángel criatura pura, impide a
Juan culquier gesto de adoración (Apocalipsis 22:9). Por otra parte las
páginas de la historia de la Iglesia cristiana, nos confirma que al cristianismo
naciente le costó mucha sangre el obedecer el precepto bíblico: "A Dios sólo
adorarás, y a él sólo servirás" (Mateo 4:10). Ya que no fueron pocos los
"Señores" que demandaban de parte de ellos el reconocimiento y la
adoración, que sólo merecía y merece la deidad.
El Diccionario de Teología Harrison, acertadamente dice: <<Los excesos a los
que se ha llegado con el culto a María por parte de la Iglesia Católica
Romana, se atestigua por los dogmas de la Inmaculada Concepción de la
Virgen María (definida en 1854) y por el de la Asunción de la bendita Virgen
María (definida en 1850, y proclamada como dogma en 1950). Por medio de
estos dogmas se adscriben a María ideas paralelas a los hechos de la vida de
Nuestro Señor. Ha ganado terreno la idea adicional de que María puede ser
también estimada como Mediadora de nuestra redención, y el término
"Nuestra Señora" (desarrollado en la Edad Media) es análogo al "Nuestro
Señor" que se aplica a Cristo. Las referencias a María en las Escrituras no
dan base para mantener un culto a María. Los siguientes son algunos de los
lugares principales donde se le menciona: (Mateo 1:16 ss.; 13:55; Lucas
1:27 ss.; Juan 19:25 ss.; Hechos 1:14). En vez de ver a María a través de
estos pasajes como una persona que se ha sometido a la voluntad de Dios y
que fielmente cumple con su ministerio, este culto la transforma en un ser
semejante a la divinidad. Más pernicioso aún, desde un punto de vista
evangélico, es que el efecto de tal adoración mariolátrica oscurece la persona
de Nuestro Señor en la mente del que adora>> (Editorial T.E.L.L. Pág. 333).
Nosotros como creyentes de la Biblia; afirmamos: Qué la adoración
netamente bíblica, siempre es atribuída sólo a la deidad, y jamás a la
criatura. Por otra parte sin lugar a dudas creemos, que María la humilde
doncella de Nazareth, la que se llamó a sí misma la criada del Señor; jamás
aceptaría complacida todo el culto pomposo e idolátrico que le tributa la
Iglesia Católica Romana, ni mucho menos aceptaría que se sustituyera el
nombre de Dios y el de su divino Verbo por su humildísimo nombre de
criatura humana.
Apariciones de la Virgen
Otro aspecto al cuál se le ha dado gran importancia en los últimos años, lo es
sin duda, las supuestas "apariciones" de la Virgen María. No son pocos los
que han dicho haber visto estas "apariciones". Los lugares donde según estos
"videntes"; ha aparecido la Virgen, son por ejemplo: la corteza de un árbol,
el vidrio de una ventana, espejos, paredes, retazos de tela, utensilios de
cocina, etc, etc.
La Iglesia de Cristo siempre ha cuestionado dichas "apariciones", por carecer
éstas de una base bíblica bien fundamentada. Por otra parte los mensajes
dados por tales "apariciones", la mayoría de las veces son: que el hombre
debe hacer buenas obras para agradar a Dios, y así alcanzar la salvación. Los
que conocemos las enseñanzas bíblicas, sabemos bien que las buenas obras
no son el camino para alcanzar la salvación (Efesios 2:8-9). El ser humano
no puede de sí mismo ser bueno, por poseer éste una naturaleza que le
arrastra al mal (Salmo 51:2-5; Isaías 64:6).
Algunos católicos serios han llegado a pensar que estas "apariciones" son
meramente sugestiones de la mente. Recordemos que la revelación bíblica
tiene el propósito de exaltar a una persona, a Cristo (Juan 16:14; Apocalipsis
19:10). En cuanto a los milagros físicos, que se dicen realizados en tales
"apariciones", sólo podemos decir que tales milagros no son exclusivos del
catolicismo, sino que pueden observarse más abundantemente entre los
cristianos más allegados a las Sagradas Escrituras. Pues dice la Biblia que de
oír viene la fe, y el oír, por la palabra de Dios (Romanos 10:17).
La Iglesia católica enseña entonces que, la bienaventurada virgen se
complace en verse reverenciada, y que no desaprueba el que se dediquen
inmensas fortunas para vestir y coronar imágenes de su persona. Mientras
miles de pobres carecen de lo más elemental para vivir, y millones de
paganos mueren sin conocer el amor y la verdad de Dios. Todo ello por no
haber suficientes misioneros que les prediquen las buenas nuevas de
salvación que hay en Cristo. Note que decimos en Cristo, y no en María,
porque es sólo en la persona de Cristo, que se nos han dado valiosas y
eternas promesas (Juan 1:29; 3:14-16;14:6; Hechos 4:12; Romanos 5:1; 2
Corintios 5:17), etc.
Por último, tenemos tres motivos principales para no dirigirnos ni a Cristo o
al Padre, a través de María como mediadora: (1) Es antibíblico. Cristo es el
único mediador (1 Timoteo 2:5), (2) Es inútil, María, no tiene atributos
divinos, como los posee Cristo (1 Juan 5:20), y (3) Es innecesario. ¿Por qué
andar con rodeos cuando podemos ir directamente a Dios? (Mateo 6:6, 9).
El Rosario
Junto con las oraciones a María está el rosario, el cuál también es algo de
origen pagano. Este es una cadena con quince series de pequeñas bolitas,
cada serie está marcada por una bola más grande. Los bordes de la cadena
se juntan con una medalla con la efigie de María. De esta medalla cuelga una
cadena corta con una cruz. El rosario es usado por los católicos para contar
las oraciones, las cuales se repiten una tras otra.
Escuchaba hace algunos días por la radio, a un sacerdote católico el cuál
decía: Que el rosario era algo que se ofrecía a María como un acto lleno de
amor por parte del creyente, dijo también, que nosotros los protestantes no
sabíamos lo que nos estábamos perdiendo al no rezar el rosario. Lo cierto es
que por muchos méritos que le atribuyan los católicos a esta práctica, no
deja de ser algo que tiene su origen en religiones del paganismo.
La Enciclopedia Ilustrada de Historia de la Iglesia, nos dice acerca de esto:
<<El rezar el rosario consiste, en tomar ese collar en la mano, y repetir un
avemaría por cada bolita pequeña y un padrenuestro por cada grande. En la
actualidad, esa costumbre se practica una vez al día, generalmente por la
noche antes de acostarse, aunque por lo común sólo se practica en hogares
fervorosamente católicos. Más que un grito espontáneo del corazón, este
ejercicio mecánico es una costumbre pagana y está condenada por Dios
(Mateo 6:5-13) la multiplicación de palabras en la oración.
La oración que sale espontáneamente del alma es un privilegio que la
tradición católica ha transformado en penitencia. ¡Tantos rosarios impuestos
como penitencia por el confesor!. Si un ejercicio piadoso y útil tuviera que
recomendarse a una persona arrepentida y deseosa de progresar en su vida
espiritual, ¿no sería mucho más eficaz la lectura de un evangelio, una
epístola o un buen libro conocido por el consejero espiritual, que la repetición
rutinaria, centenares de veces de unas breves frases rutinarias>> (Editorial,
Clíe, Págs 514-515).
Es intersante notar que mucho antes de que existiera la Iglesia católica, el
rosario ya era usado en casi toda nación pagana. Incluso la misma
Enciclopedia Católica, dice: "En casi todos los países nos encontramos con
algo similar al rosario para contar las oraciones" (Edición 1913).
El escritor Hislop, nos dice: que religiones como la de los bramas en la India,
han usado desde hace mucho tiempo rosarios con cientos de canicas.
También los adoradores de Vishnu dan a sus hijos rosarios de 108 canicas.
Un rosario similar es usado por millones de budistas en la India y en el Tíbet.
Los musulmanes constantemente oran por los noventa y nueve nombres de
Alá con su rosario "Tasbith" de 99 canicas. Los adoradores del demonio en el
Tíbet y China usan rosarios para sus rituales. (Dos Babilonias, Pág. 187).
De todas maneras, ni Cristo, ni siquiera María o los apóstoles enseñaron
nunca a orar usando el rosario. Por esto los cristianos evangélicos preferimos
seguir el ejemplo de María y el de los primeros cristianos, que sólo adoraban
exclusivamente a Dios de una forma espontánea y sincera, y sin buscar
gloria para sí mismos, (Exodo 20:4-6; Lucas 1:46-47).
La Adoración a los Santos
La Iglesia Católica enseña: Que los Santos son mediadores entre los fieles y
Dios. Que debemos dirigirles oraciones y arrodillarnos ante sus altares para
obtener sus favores. Que ellos toman complacencia en ver sus imágenes
veneradas y adornadas con joyas de gran valor, recompensando a los fieles
creyentes, que no son mezquinos, al tributarles ese culto. También dicen que
pueden venerarse imágenes de la bienaventurada Virgen y de Nuestro Señor
Jesucristo bajo nombres diferentes, estableciendo así, una especie de
competencia entre imagen e imagen de la misma persona. Particularmente
recuerdo de cómo en mi pequeño pueblo, habían creyentes católicos que
reclamaban que ciertos "Cristos" eran más poderosos y milagrosos que otros.
Uno de los más reconocidos, era el Cristo Negro de la ciudad de Esquipulas,
en Guatemala. Recuerdo que cada semana santa, eran muchos los que
viajaban de mi país (El Salvador) al país vecino de Guatemala, para dar
adoración, pagar una penitencia o para pedir un milagro a aquel "Cristo
Negro".
Sin duda alguna amable lector, en su lugar de origen; usted también observó
de alguna manera esta competencia de "Cristos, Santos y Vírgenes".
Ante todo esto cabe preguntarnos: ¿Enseña la Biblia todo esto? ¿existen
varios "Cristos"?. La Palabra de Dios, nos dice enfáticamente: "No te harás
para tí obra de escultura ni figura alguna, de lo que hay arriba en el cielo, ni
de lo que hay abajo en la tierra; ni de las cosas que estan en las aguas
debajo de la tierra; no las adorarás ni les darás culto" (Exodo 20:4-5). Como
podemos ver, en este pasaje Dios demanda sólo para Sí, la adoración.
Cuando la Iglesia Católica enseña que es bueno y útil invocar a los santos
para que intercedan a nuestro favor, y nos consigan de Dios las bendiciones
que necesitamos. Basan esta práctica en la idea de que el pecador no se
debe atrever a dirigirse a un Dios santo. En cambio los santos, habiendo
pasado por las mismas luchas y tentaciones que nosotros, nos comprenden
mejor y nos tienen compasión. Ellos interceden ante la Virgen María, la
Virgen presenta la petición a su Hijo, quien no puede negarle nada a su
Madre y a su vez le presenta la petición a su Padre, Dios.
En primer lugar, tal enseñanza deshonra a Dios, pues lo hace menos
compasivo, misericordioso y amoroso que los santos. La Biblia enseña todo lo
contrario. Se nos dice: Que Dios nos amó tanto que dio a su Hijo amado para
salvarnos, (Juan 3:16). ¿Por qué no ha de interesarse en nuestras
necesidades?. El es más amoroso, que cualquier padre o madre humanos, se
compadece de sus hijos, (Salmo 103:13; 34:8). Dios nos invita a acercarnos
a El con toda confianza, (1 Juan 2:1-2; Hebreos 7:25).
Concluímos entonces que, orar a los ángeles o a la Virgen, es por lo tanto
quitarle a Dios el honor que sólo a El pertenece, vea (Apocalipsis 22:8-9,
Apocalipsis 4:10-11).
Los primeros creyentes
San Ireneo que murió en el año 180 (Después de Cristo) dijo: Toda imagen o
estatua debe llamarse ídolo porque no es otra cosa que materia vil y
profana; y por eso Dios, para quitar de raíz la idolatría, ha prohibido en su
culto cualquier imagen o semejanza de las cosas que estan en el cielo o en la
tierra, prohibiendo igualmente su fabricación; y es por eso que nosotros los
cristianos, no tenemos ninguna de esas representaciones materiales (Contra
Herejías tomo 2, pág. 32). También San Cipriano declara: ¿Para qué
postrarse delante de las imágenes? Eleva tus ojos y corazón al cielo, allí es
donde debes buscar a Dios (Ad. Demetr. pág. 191). San Agustin que vivió en
el año 389 (Después de Cristo), dice: "Que no sea nuestra religión el culto de
las obras hechas por mano de hombre. Que no sea nuestra religión el culto
de los difuntos, porque si vivían una vida santa, es imposible creer que
desean tales honores, antes desean que demos nuestro culto a Aquél por
quien debemos ser participantes con ellos de la salvación. Por lo tanto,
tenemos que rendirles honor imitándoles, y no rindiéndoles culto o adoración
alguna" (De vera Rel, pág. 141).
Hay un aspecto que la historia menciona tocante al origen de imágenes en
los templos, y es el hecho que al principio todas estas pinturas y esculturas,
se hicieron con el propósito de enseñar la historia de los primeros cristianos
fieles, para que aquellos hermanos que no sabían leer, comprendieran de
una manera más ilustrada la historia de la Iglesia. Pero nunca se hicieron con
el propósito de ser adoradas de la manera que el pueblo católico todavía lo
hace. Tocante a esto hay un ejemplo que ha quedado registrado en los
anales de la Historia: Sereno, quien fuera obispo de Marsella, observando
que los fieles veneraban las imágenes con exceso, y temiendo que se
deslizaran por la pendiente de la idolatría, destruyó y arrojó fuera de los
templos toda imagen. Con tal motivo, el obispo de Roma, Gregorio el
Grande, le escribió dos cartas. En la primera le dijo: "Recibimos las nuevas
de que tú, hermano mío, viendo a algunos adorando a las imágenes las
hiciste pedazos y las arrojastes. Te alabamos por haber sido celoso de que
ninguna cosa hecha por los hombres sea adorada; sin embargo, nuestra
opinión es que no debías haber tratado las imágenes con violencia. Porque
las pinturas se ponen en las iglesias para que los ignorantes lean en las
paredes lo que no saben leer en los libros. De modo que, hermano mío,
debías haberlas conservado, prohibiendo a la vez que el pueblo las adore"
(Epístola VII, II, 3).
Una práctica pagana
La adoración de las imágenes, así como la costumbre de vestirlas y
adornarlas con ricas joyas, es de origen pagano y gentil. Todos los grandes
hombres de Dios de la iglesia primitiva eran de este parecer, y por lo mismo
condenaban tales prácticas.
Woodrow, nos dice: <<que en Egipto, había personas destinadas
exclusivamente a vestir las imágenes de los dioses. En la antigua Grecia
hallamos también muchos ejemplos de la misma costumbre. Costumbre que
en el siglo quinto fue introducida a la Iglesia de Cristo. Al estudiar la Biblia,
observamos que la Iglesia Primitiva, jamás adoró imagen alguna. Todas
estas prácticas son una copia exacta del paganismo religioso. Por ejemplo los
paganos acostumbraban poner un redondel o aureola sobre las cabezas de
sus dioses, de igual manera la iglesia apóstata continuó esta práctica, y así
puede verse como San Agustín es representado en los libros católicos con
una aureola sobre su cabeza. Todos los santos del catolicismo se representan
de igual manera. Para ver que esta práctica fue tomada del paganismo
debemos notar la imagen de Buda, la cuál también tiene el símbolo del
redondel alrededor de su cabeza.
En realidad, esta práctica es babilónica. Los artistas o escultores de Babilonia
ponían un disco o aureola alrededor de la cabeza de cualquier personaje que
querían representar como un dios o una diosa. Esta costumbre continuó
dentro de las religiones paganas hasta los días del Imperio Romano. De ahí
fue adoptada esta costumbre por la Roma papal, y ha continuado hasta hoy
en día como es evidente por las miles de pinturas y cuadros de María y de los
santos que se ven en los templos católicos.
La Biblia en ningún momento nos da una descripción de las facciones físicas
ni de Jesús, María o los Apóstoles. No fue hecha ninguna pintura de ellos
mientras vivieron en la tierra. La Iglesia de los primeros cuatro siglos no
tenía pinturas de ellos. Es evidente que las llamadas pinturas de Cristo, al
igual que las de María y los santos, sólo son un producto de la imaginación
de los artistas>> (B. M. R. Pág. 40-41).
Haciendo un corto estudio del arte religioso, podemos encontrar que en
diferentes siglos y nacionalidades se hallan muchos y diferentes cuadros de
Cristo, de los Apóstoles y de la Virgen María, los cuales son venerados y
reverenciados por los fieles. La Biblia dice: que los que verdaderamente
adoran a Dios deben hacerlo "en espíritu y en verdad" (Juan 4:24). Y es
obvio que la veneración de pinturas, imágenes o ídolos; no nos ayuda, a
cumplir con la orden dada por Cristo en el evangelio de San Juan. La
respuesta que dan algunos de los miembros de la Iglesia Católica es que
ellos no adoran las imágenes o los cuadros; solamente los veneran. Dios
mismo mandó: "No te inclinarás a ellas ni las honrarás".
Es interesante hacer notar, que en la misma Biblia católica se sanciona dicha
práctica, en el libro de Baruc se lee: "Como a hombres visten a los dioses, de
plata son sus vestidos. Hay que limpiarles el rostro para quitarles el polvo
que se levanta en su templo y en abundancia se deposita sobre ellos.
Encienden lámparas para ellos y en mayor número que para sí mismos, pero
los dioses no pueden ver ninguna. Su rostro se ennegrece por el humo del
templo. Sobre su cuerpo y sobre su cabeza se arrojan las lechuzas, las
golondrinas y las otras aves, y aún los gatos. Por donde conoceréis que no
son dioses. No los temáis". (Libro Apócrifo de Baruc 6:10,12,18,20,21,22.
Biblia Católica Nácar-Colunga).
De todo esto se deduce que: Las velas, las flores, las procesiones, los besos,
las oraciones de rodillas ante las imágenes, las promesas o votos que se les
hacen, el deseo de tener su protección, las fiestas en su honor, las verbenas
para levantar fondos para sus templos, así como el poder que se les atribuye,
es algo antibíblico e idolátrico y por consiguiente digno de ser rechazado por
todo verdadero cristiano. Ya que todas estas prácticas; no son otra cosa, que
una evidente idolatría en una desobediencia abierta al segundo Mandamiento
de la Ley de Dios? (Exodo 20:4-5).
El gran Apóstol Pedro (de quién dicen los católicos fue el primer Papa), tuvo
en cuenta siempre el mandamiento divino, cuando dijo al centurión romano
Cornelio: "Levántate, que yo mismo también soy hombre" (Hechos 10:26).
Esto lo dijo: porque Cornelio se arrodilló ante él con deseos de venerarlo. Es
evidente que Pedro no aceptó ninguna adoración, ya que él sabía, que sólo
Dios era digno de ser adorado. Amado lector, ¿Qué piensa usted que diría el
mismo San Pedro si viese a sus devotos postrados, no ante su persona, sino
ante innumerables imágenes de la misma?. Estamos más que seguros, que el
humilde pescador galileo condenaría tan idolátrica costumbre.
En lo que a mí respecta, no alcanzo a comprender
católicos, no se den cuenta de la incongruencia y
entre la creencia en un Dios Omnipotente, que todo
el culto e invocación de los santos como abogados e
como tantos millones de
contradicción que existe
lo ve y todo lo sabe, con
intercesores nuestros.
En el libro "A las fuentes del Cristianismo" se presenta el siguiente relato:
<<En cierta discusión habida entre un evangélico y varios católicos, se
presentó la siguiente cuestión: ¿Cómo pueden los santos, siendo como son
seres finitos en el cielo, oir las oraciones de los hombres sobre la tierra?. Ya
que por la naturaleza misma de las criaturas, es imposible que tales seres
finitos tengan conocimiento de las oraciones y de los corazones, no
solamente de dos o tres personas, sino de los millares y millares de
adoradores que les doblan la rodilla alrededor del mundo entero. Para poder
atender todas estas peticiones tendrían que ser omnipotentes y
omniscientes, atributos que la Biblia sólo señala que los posee Dios. Se veía
en todos los presentes que no habían pensado nunca en este argumento, y
no sabían que responder. Por último alguien dijo: Que no había dificultad en
esto; porque aunque los santos mismos no pueden escuchar nuestras
oraciones, es posible que Dios se las haga conocer o se las revele. La
inmediata réplica por parte del evangélico fue: Que esta suposición no
resuelve el cómo seres humanos y finitos pueden atender a tantos asuntos
en un mismo instante de tiempo. Y además, esto no sería acercarnos a Dios
por medio de los santos, sino acercarnos a los santos por medio de Dios>>.
(pág. 100).
El Purgatorio
La Iglesia Católica también enseña: Que existe un lugar de purificación para
los que mueren en pecados veniales (pecados leves en oposición a los
mortales), y para los que, aunque perdonados sus pecados mortales, no han
satisfecho a Dios debidamente por ellos. Este lugar es conocido como
"Purgatorio". Enseñan al mismo tiempo: Que por medio de piadosos oficios
fúnebres puede acortarse la estancia de estos difuntos en dicho lugar de
tormento.
La Biblia por el contrario enseña: Que hay un cielo y un infierno, no
menciona nunca ni una palabra acerca del purgatorio. La purgación de los
pecados se atribuye única y exclusivamente al Señor Jesús, según se nos
dice en los siguientes textos: "Quien habiendo hecho la purgación de
nuestros pecados por sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las
alturas" (Hebreos 1:3). "La sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo
pecado" (1 Juan 1:7).
Con esto se comprueba; que se hace afrenta a la gracia de Dios, al creer que
él perdona sólo una parte de la culpa del pecado, y que el mismo pecado,
una vez perdonado, tiene que ser expiado en el purgatorio por parte del
pecador. A este respecto la Biblia nos habla: del ladrón en la cruz, al cuál no
se le exigió otra purificación que la que el mismo Cristo estaba haciendo a
través de su sangre derramada en la cruz del calvario; pues a pesar de haber
sido un gran pecador, el Señor le dice: "Hoy estarás conmigo en el paraíso"
(Lucas 23:41-43). Como podemos ver Cristo no le dijo: "estarás conmigo en
el paraíso, pero antes debes purgar tus pecados en el purgatorio" sin duda
Cristo no mencionó dicho lugar, porque tal lugar no existe. El autor de la
carta a los Hebreos nos dice también: "Que Cristo con una sola ofrenda hizo
perfectos para siempre a los santificados" (Heb. 10:14).
Frente a estos textos de la palabra de Dios, pregunto: ¿En que lugar queda la
enseñanza católica acerca del purgatorio?. En más de veinte cartas
apostólicas que se conservan, jamás se recomienda o se menciona la oración
por los muertos que pudieran estar en el purgatorio, a fin de que éstos
pudieran salir de aquel lugar de tormento. Vuelvo a preguntar: ¿No sería esto
un olvido grave de los apóstoles, si ellos hubiesen conocido la existencia de
un purgatorio?. Es evidente que ellos no creían en el purgatorio, pues el
Apóstol Pablo nos dice: "Que los que mueren en Cristo van a disfrutar
inmediatamente de su presencia (Filipenses 1:23 ; 2 Corintios 5:8). Vale la
pena citar a este momento lo dicho por San Agustín; a quien los católicos
consideran uno de sus más grandes teólogos. Esta es la enseñanza de él:
"Que la fe católica cree en dos lugares a saber: El reino de los cielos y el
segundo el infierno; luego agrega: desconocemos por completo un tercer
lugar". Este mismo hombre en su libro "Enquiridion", expresa una doctrina
netamente bíblica al afirmar: "Durante el tiempo de la muerte y la final
resurrección, las almas se hallan retenidas en ocultos lugares, bien de reposo
o de castigo, conforme a la elección que hubiesen hecho mientras vivieron en
la carne". Esta es una clara alusión a la historia del rico y Lázaro, donde
nuestro Señor Jesucristo nos habla de aquellos dos personajes que habían
muerto. En esa historia, Cristo declara la imposibilidad que tienen de recibir
alivio los que sufren por sus pecados en la otra vida (Lucas 16:25-26). No
nos dice nada que los que son consolados en el seno de Abraham, purguen
pecado alguno o que necesiten ayuda desde la tierra.
Los católicos suelen aportar como prueba de la existencia del purgatorio,
algunos textos bíblicos que no tienen valor alguno para tal objeto. Por
ejemplo citan el pasaje del segundo libro de los Macabeos, Cápitulo 12:43-46
(este es el único pasaje de la Biblia Católica, que expresa claramente una
idea de purificación después de la muerte por medio de ofrendas desde la
tierra). Así dice el pasaje mencionado: "Entonces Judas Macabeo, habiendo
mandado hacer una colecta, reunió hasta dos mil dracmas de plata (moneda
de los tiempos bíblicos), y las envió a Jerusalén para ofrecer sacrificios por el
pecado, obra digna y noble, inspirada en la esperanza de la resurrección;
pues si no hubiera esperanza que los muertos resucitarían, superfluo y vano
era orar por ellos. Mas creía que a los muertos piadosamente les está
reservada una magnífica recompensa. Obra santa y piadosa es orar por los
muertos. Por eso hizo que fuesen expiados los muertos: Para que fuesen
absueltos de los pecados". Hasta aquí, la cita de la Biblia católica.
Este texto probaría algo si se hallara en la Biblia auténtica, es decir, en los
escritos que Jesucristo y sus apóstoles consideraron como Palabra inspirada
de Dios; pero tristemente para los católicos, se halla solamente en el libro de
los Macabeos, (Libro apócrifo; es decir no inspirado, aceptado como
"inspirado" en el Concilio de Trento el 8 de Abril de 1546). Libro que nunca
fue citado en el Nuevo Testamento ni por Cristo ni por sus apóstoles.
Ante todo esto concluimos: Qué si bien no se encuentra en la Biblia, la
enseñanza del Purgatorio, se puede reconocer su origen recordando que era
una creencia común entre las religiones paganas. El filósofo griego Platón,
hablando del juicio futuro de los muertos, afirma que: "de aquellos que han
sido juzgados, deben primeramente ir algunos a un lugar de castigo, donde
deben sufrir la pena que han merecido".
Tales eran las ideas de los paganos a los cuales fue predicada la doctrina
cristiana. No es extraño que algunos cristianos, teniendo estos
pensamientos, al aceptar la nueva fe, empezaran a orar por sus difuntos, y a
recomendar esta clase de oraciones a otros. Aunque como es de suponer,
esta enseñanza encontró fuerte oposición en muchos cristianos piadosos, por
no haber ningun fundamento sólido en la Biblia donde sostener dicha
creencia. Este dogma fue condenado, en sus principios, en el concilio de
Constantinopla en el año 573 de nuestra era, y no fue aceptado como tal;
hasta el concilio de Florencia, Italia en 1439. Nostros los cristianos
evangélicos no lo ejercemos en ninguna de sus partes, por ser una
enseñanza extra-bíblica; es decir, fuera de la revelación bíblica.
El Papado Romano
Otra de las fundamentales enseñanzas de la Iglesia Católica, es la que el
apóstol Pedro, fue el primer papa de la Iglesia. Basan dicha enseñanza en las
palabras que el Señor Jesús, dijo a Pedro: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia... Y a ti daré las llaves del reino de los cielos, y todo lo
que atares en la tierra, será atado en el cielo" (Mateo 16:18,19). Dicen ellos,
que con estas palabras el Señor nombró a Pedro cabeza de la Iglesia,
dándole al mismo tiempo el don de la infalibilidad, (don o atributo que sólo
posee Dios). Enseñan también: Que san Pedro traspasó esta dignidad a un
sucesor, con la intención de que el don de su infalibilidad se perpetuara a
través de los siglos.
La Enciplopedia Histórica de la Iglesia (editada por Clíe) nos dice que, el
término papa, se deriva del latín "papa", que significa padre. Se aplicó
originalmente, en la Iglesia Occidental a cualquier pastor u obispo, pero
Gregorio VII ordenó en el año 1073 que se reservara dicho título
exclusivamente para el Obispo de Roma.
Es importante hacer notar que esta doctrina, ha causado diferentes opiniones
entre los sacerdotes católicos a través de la historia. Durante siglos, hubo
quienes la enseñaban y quienes la rechazaban. Fue hasta el año de 1870 que
se declaró dogma de la Iglesia católica; es decir, se había convertido en una
creencia obligatoria dentro de la comunidad católica.
Las Sagradas Escrituras enseñan: Que las palabras dichas a Pedro, sobre las
que se pretenden fundar la doctrina de la infalibilidad, es una promesa
hecha, no solamente a Pedro, sino a todos los apóstoles, y también a dos o
tres discípulos que se reunieran para adorar a Dios de todo corazón (véase
Juan 20: 23; Mateo 18: 17-19). Aquí tenemos dos cosas bien claras:
Primera, una facultad dada a todos los apóstoles no solamente a Pedro.
Segunda, se le da a cualquier grupo de creyentes que se reunan para adorar
a Dios. Desde luego estas palabras, no significan una promesa de infalibilidad
para tales fieles; sino mas bien, una promesa de lo eficaz que es la oración
de fe y la autoridad delegada a su Iglesia.
Que el apóstol Pedro no fue considerado como superior o papa por los demás
apóstoles, es evidente; pues poco después de haber pronunciado el Señor las
palabras que han adoptado los católicos para tratar de probar la jerarquía
papal, los propios discípulos estaban disputando, acerca de cuál de ellos sería
el mayor; y como vemos, Cristo, en ningún momento señaló a Pedro como
jefe de ellos, sino que poniendo un niño entre ellos, afirmó que el más
grande sería el que se hiciese humilde como aquel niño. (Mat. 18:4). En
otras palabras, Jesús les dio a entender a sus discípulos que no debían actuar
como reyes. Ellos habían sido llamados, no para ponerse coronas, o sentarse
en tronos, ni para semejarse a los reyes paganos, sino, para ser depositarios
de una sagrada misión en la cuál todos serían iguales; negando claramente
con esto, que ninguno sería mayor que los otros (Lucas 22:25-27).
No obstante los católicos enseñan, que Cristo edificó la Iglesia sobre Pedro,
el versículo bíblico que usan para esta declaración, es Mateo 16:18, que a la
letra dice: "Más yo también te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella".
Sin embargo, al considerar este versículo y relacionarlo con la enseñanza
completa de la Biblia, podemos ver claramente que la Iglesia no fue
construída sobre Pedro; sino, sobre Cristo mismo. En los versículos
anteriores, Jesús preguntó a sus discípulos, sobre quien creían los hombres
que era El, después de haber ellos dado algunas respuestas, Cristo les hace a
ellos la pregunta... y vosotros ¿quién decís que soy? y Pedro contestó: "Tú
eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente" entonces Cristo le dijo: "Tú eres
Pedro (el Señor usa para Pedro, la palabra petros, que significa: una piedra,
una pequeña roca) y enseguida Cristo añade; y sobre esta piedra (la palabra
usada aqui por Cristo es petra, que significa: una masa rocosa, la gran roca
de fundación)...edificaré mi Iglesia". De todo esto se desprende, que la roca
sobre la cuál se iba a edificar la Iglesia no era Pedro; sino, sobre la confesión
que él había hecho: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente". Luego el
verdadero fundamento en que se edificó la Iglesia, fue sobre el mismo Cristo,
y no sobre el apóstol Pedro como presume la Iglesia católica romana. Es
importante hacer notar, que Pedro mismo declaró que Cristo era la roca de
fundamento ( Hechos 4: 11-12; 1 Pedro 2: 4-8). El apóstol Pablo se une a
Pedro en esta parte, cuando escribe a los Efesios diciéndoles: "Edificados
sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra
del ángulo Jesucristo mismo" (Efes. 2:20).
Es importante resaltar, que los otros discípulos no tomaron las palabras de
Cristo: "sobre esta roca edificaré mi Iglesia" como si estuviera exaltando a
Pedro para que fuera el primer papa de la Iglesia. En los Hechos de los
apóstoles, capítulo 8: 14, se lee: "y los apóstoles que estaban en Jerusalén,
habiendo oído que Samaria había recibido la Palabra de Dios, les enviaron a
Pedro y a Juan". Nos parece extraño, ver al papa enviado por sus subalternos
a una misión evangelizadora. Sería más concebible, desde el punto de vista
católico romano, si dijera que San Pedro decidió enviar dos delegados suyos,
para que se encargaran de esta misión. Pero se nos dice que fue enviado por
otros, lo que aquí se pone de manifiesto es que: Pedro al menos no era el
que daba las órdenes, como pretenden enseñar los católicos al decir que él
fue el primer papa. Pero aún hay algo más que despierta nuestra atención.
La Biblia nos habla del primer concilio de la Iglesia en Jerusalén. ¿Quién
debiera convocarlo y presidirlo; sino, San Pedro?. Sin embargo no es así,
sino que es Santiago quien preside y formula las conclusiones de aquella
reunión. Pedro asiste a ella como los demás, tomando parte en los debates,
pero no siendo la figura central de aquella reunión (Hechos 15). Pregunto:
¿No sería una falta de consideración el no dejar que Pedro, dirigiera tal
reunión?. Pues como afirman los católicos, Pedro era el papa, o sea el jefe
máximo de la Iglesia.
Otro dato interesante, se desprende de la enumeración que hace el apóstol
San Pablo, referente a los diversos ministerios constituídos por el Señor para
que ministraran a la Iglesia. En esta lista no aparece el ministerio de papa.
Esto es lo que nos dice Pablo: "y a unos puso Dios en la Iglesia,
primeramente; apóstoles, luego profetas, a otros, evangelistas, a otros,
pastores y maestros" (Efesios 4: 11). Vemos que olvida poner el primero y
principal de todos los cargos eclesiásticos según los católicos, pues lo natural
sería que la lista empezará con ...papa, luego apóstoles, profetas...etc.
Que Pablo no reconocía en Pedro al jefe infalible de la Iglesia, sino un apóstol
distinguido, como Juan o Santiago, lo vemos por el incidente ocurrido en
Antioquía. La Biblia nos dice a este respecto: "Cuando Pedro vino a
Antioquía, le resistí en la cara, porque era de condenar... y nos sigue
diciendo, cuando vi que no andaba derechamente conforme a la verdad del
Evangelio, dije a Pedro, delante de todos: si tú siendo judío, vives como los
gentiles y no como judío, ¿Porque obligas a los judíos a judaizar?" (Gálatas
2: 11-14). Pregunto: ¿Habría podido dirigirse a Pedro en tales términos, sí
éste hubiese sido reconocido por todos los fieles como el jefe supremo e
infalible de toda la Iglesia?.
Amable lector, si usted compara la vida de Pedro con los papas, notará
concretamente que él no fue papa. En primer lugar era casado, esto no
armoniza con la posición católica romana de que el papa debe ser soltero.
Las Escrituras nos dicen que la suegra de Pedro fue sanada de una fiebre
(Marcos 1:30; Mateo 8:14). Naturalmente Pedro no podía tener suegra sin
ser casado. No obstante algunos han dicho que él dejó de vivir con su esposa
por dedicarse al Ministerio. La Biblia nos dice que nunca la abandonó, así
leemos: ¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer
como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas? (1
Corintios 9:5). Cefas, era el nombre en arameo de Pedro (véase Juan 1:42).
Note amado lector que estas palabras las escribió Pablo aproximadamente
unos 25 años después de que Jesús regresara al cielo. Lo que le quiero decir
con esto, es que Pedro vivió toda su vida casado.
Otro aspecto que mencionaremos, es que Pedro no recibió adoración alguna,
como vemos que el papa recibe de los católicos. A este respecto se nos dice
en la Biblia: que en cierta ocasión, Pedro entró a la casa de un hombre
llamado Cornelio, y éste, sale a recibirle y arrodillándose a sus pies le tributa
adoración, mas Pedro se lo impide diciendo: levántate, pues yo también soy
hombre como tú (Hechos 10:25-26).
Las Vestiduras Papales
Interesante es notar también que, muchas de las vestiduras usadas por los
cardenales y los papas, son de un origen pagano. El escritor Woodrow, nos
dice en su libro Babilonia Misterio Religioso: <<Los costosos y altamente
decorados vestidos que usan los papas, demuestran que el oficio de papa es
de origen pagano, pues estas vestiduras eran copiadas de las vestiduras que
lucían los emperadores romanos y no de los apóstoles. La mitra usada por
los papas (y algunas veces por los cardenales y obispos) tiene forma de
cabeza de un pez con la boca abierta. Su origen es aún más interesante, ya
que es similar a la que usaba el dios babilónico Dagón y sus sacerdotes. La
cabeza del pez formaba una mitra sobre la cabeza del hombre, mientras que
sus faldas caladas y en forma de manto dejaban al descubierto sus manos y
pies.
Más tarde, la figura del cuerpo de pez fue quitada y sólo se usó la mitra en
forma de cabeza de pez, mitra que hasta hoy en día usan los papas y
algunos obispos católicos>>. (Págs. 97-98). La Biblia jamás menciona que
los apóstoles usaran tal mitra para adorar en el santuario de Dios, por
consiguiente es algo que también rechazamos.
Pedro no fue Obispo de Roma
Los Católicos afirman que Pedro fue Obispo en la Iglesia de Roma. Pero no
existe prueba histórica alguna de que Pedro ejerciera el cargo de obispo en
Roma por 25 años. Toda esta enseñanza se basa en una tradición posterior a
120 años después de la muerte del apóstol, en la cual se afirma que murió
juntamente con Pablo en Roma.
Según el libro de los Hechos, Pedro se quedó en Jerusalén después de la
muerte de Esteban. Pablo, 17 años después de su conversión, encontró a
Pedro ejerciendo su ministerio todavía en aquella ciudad (Gálatas 1:18).
Entonces convinieron los dos grandes apóstoles, juntamente con Jacob y
Juan, que Pedro dirigiría la obra entre los judíos, y Pablo entre los gentiles
(Gálatas 2:7-10). Esta división de territorio, excluye toda posibilidad de que
Pedro llegase a ser el obispo de una Iglesia gentil, establecida en Roma, y
mucho menos que lo fuese durante 25 años, ya que para ello, de acuerdo a
muchos historiadores bíblicos, su muerte tenía que haber ocurrido 20 años
más tarde de lo que la tradición dice que ocurrió.
Existe una carta de Pedro escrita en edad avanzada, en la cuál el propio
apóstol se declara residente en Babilonia (1 Pedro 5:13). Cerca del año 58 de
nuestra era, Pablo escribe la carta a los Romanos, y en ella no menciona en
ninguna parte a Pedro. Nos parece extraño que no lo haga, si Pedro como
afirman los católicos era el obispo de aquella iglesia. Pablo estuvo preso en
Roma dos años, durante este tiempo Pablo escribió algunas cartas, y en cada
una de ellas manda saludos de los cristianos más conocidos de la iglesia en
Roma, pero nunca menciona a Pedro como obispo de aquella Iglesia.
Poco antes de la muerte de Pablo en Roma, él, envía saludos de cuatro
cristianos principales de Roma (Eubulo, Pudente, Lino y Claudio) 2 Timoteo
4:21, pero el nombre de Pedro no es mencionado, a pesar de que según la
tradición católica Pedro y Pablo murieron juntos en Roma el mismo día.
Si Pedro no fue obispo de Roma, jamás podía nombrar a un sucesor suyo en
aquella ciudad, el título de Jefe Universal de la Iglesia, el gran apóstol de los
judíos (Gálatas 2:8) no lo pretendió jamás, ya que él sabía, que sólo había
sido llamado para apacentar a los corderos, y no para enseñorearse de la
grey. Que sólo uno era el pastor de pastores, al cuál servía y honraba con
todo su corazón, y del cuál esperaba su corona; cuando éste apareciera en
gloria (1 Pedro. 5:3-4).
Concluimos entonces a este respecto, que Pedro nunca pretendió ser el
primer papa, ni que estableció una sucesión apostólica infalible, tal y como lo
enseña hasta hoy en día la Iglesia Católica Romana.
El Celibato de los Sacerdotes
Es enseñanza Católica Romana, que sus Sacerdotes no deben casarse
durante toda la vida que sirven en la Iglesia. Algunos moralistas Católicos
han llegado a decir que si un Sacerdote se casa, peca más que si tuviera
muchas concubinas en su casa. Y que un cura peca menos si fornica, que si
rompe su voto de celibato contrayendo matrimonio. Fue en el año 1215
(Concilio de Latera) que la Iglesia Católica estableció como norma oficial que
los Sacerdotes no debían casarse.
Al examinar las enseñanzas bíblicas, encontramos que dicha doctrina no se
menciona, por el contrario se nos dice: Que los Sacerdotes Judíos eran
casados y el puesto pasaba de padre a hijo. Y en la Iglesia primitiva, los
pastores (Obispos o ancianos) también eran casados (1 Timoteo 3:2, Tito
1:5-6 ). Se nos dice al mismo tiempo que esta doctrina sería de origen
demoníaca (1 Timoteo 4:1-3).
Al profundizar acerca de este tema, encontramos la práctica del celibato
entre los Sacerdotes de las religiones paganas de Babilonia. Estos Sacerdotes
eran miembros de una alta orden sacerdotal de la reina Semíramis.
El historiador Hislop nos dice: "Desde Babilonia, esta doctrina del sacerdocio
soltero se propagó a otras naciones. Esto es evidente, por el celibato
sacerdotal de las religiones orientales en el Tíbet (China), Japón y otros
países.
Cuando esta doctrina llegó a Roma en tiempos precristianos, la regla del
celibato babilónico fue observada estrictamente. Cuando el Cristianismo llegó
a ser la religión oficial de Roma, aquella práctica fue establecida en contra de
la costumbre de las congregaciones cristianas de los primeros siglos. Ya que
los pastores (ancianos u Obispos) de la Iglesia primitiva solían ser casados"
(Dos Babilonias, Pág. 219).
La idea general de muchos católicos es que el Señor prescribió el celibato a
los ministros de la Iglesia, y que esta ley fue aceptada por los apóstoles y
sus sucesores. Por esto se quedan admirados al oír que muchos sacerdotes y
apóstoles de los primeros siglos fueron casados. Así por ejemplo, en el
evangelio según San Mateo capítulo 8, y en su versículo 14, se nos dice que
el Señor sanó a la suegra de Pedro. Lo interesante de este pasaje es que; sí
Pedro tenía suegra, naturalmente para tenerla debía ser casado. La Biblia
enseña que su esposa siempre le acompañaba en sus viajes misioneros, así
leemos en 1 Corintios 9:5 "No tenemos derecho de traer con nosotros una
hermana por mujer como también los otros apóstoles del Señor, y Cefas
(nombre de Pedro en arameo)". De todo esto deducimos que Pedro y muchos
de los apóstoles de Cristo fueron casados.
La imposición del celibato a los clérigos por parte de la Iglesia Católica, ha
traído como consecuencia en el pasado y aún en nuestros tiempos una serie
de actos inmorales dentro de las filas del sacerdocio católico.
Ralp Woodrow, nos dice: "Que en la Edad Media, Roma era una ciudad santa
sólo de nombre. Hay estadísticas que estiman que habían cerca de 6.000
prostitutas en esta ciudad que tenía una población de 100.000 habitantes.
Los historiadores nos dicen que la mayoría de los eclesiásticos tenían una
"moza" y todos los conventos de aquella ciudad eran casas de mala fama.
Una fuente en Roma que está situada cerca de un convento fue removida por
orden del papa Gregorio y en el fondo de ésta se encontraron multitud de
esqueletos de niños.
Los Sacerdotes Católicos llegaron a ser conocidos como los esposos de todas
las mujeres. Alberto El Magnífico, arzobispo de Hamburgo, exhortó a su
clero: "si non caste, tamen caute" (Latín) que quiere decir: si no pueden ser
castos, al menos sean cautos" (B. M. R. Págs. 138-139).
También tenemos el testimonio, de los sucesores de los apóstoles, quienes
eran casados y claramente nos dicen que muchos de ellos lo eran también.
San Atanasio escribía al obispo Draconio, diciéndole que en su tiempo,
muchos monjes eran padres de hijos, así como muchos obispos.
Graciano testifica que, muchos obispos de Roma eran hijos de sacerdotes. En
efecto: San Bonifacio, era hijo del presbítero Jocundo. El papa Agapito I, era
hijo del sacerdote Gordiano. El papa Silverio era hijo de San Hormidas, quien
también llegó a ser papa.
San Juan Crisóstomo, dice: San Pablo escribió para cerrar la boca a los
herejes que condenan el matrimonio y para demostrar que se puede llegar a
ser obispo casado. Gregorio I, nos dice que el matrimonio de los clérigos no
solamente era permitido en el siglo sexto, sino que lo favorece prohibiendo
recibir impuesto alguno por la celebración del matrimonio de un eclesiástico.
El papa Gregorio VII fue quien impuso el celibato obligatorio, despojando al
clero de sus esposas legítimas y obligándoles a que hiciesen voto de
continencia; pero muchos clérigos no quisieron someterse. San Bernardo,
protestó del celibato por motivos de religión; y por ende de la orden de
Gregorio VII, con las siguientes palabras: "Quitad de la Iglesia el matrimonio
honrado, ¿Y no la llenaréis de guardadores de concubinas?". La historia
comprueba que las palabras de San Bernardo, tuvieron fiel cumplimiento.
Los teólogos católicos basan esta doctrina en las palabras de Jesús, cuando
él dijo: que había algunos "que a sí mismos se hicieron eunucos por causa
del reino de los cielos" (Mateo 19:12), al examinar este pasaje notamos que
el celibato era una norma voluntaria muy elevada, debido al instinto sexual
propio de cada ser humano. Argumentan que Pablo dio más importancia a la
vida célibe que a la vida de casados, para esto citan (1 Corintios 7:32-35).
Pero al analizar dichos pasajes lo que encontramos es que Pablo, aplica aqui
al matrimonio lo que acaba de decir de la dificultad y de la brevedad del
tiempo, (vea contexto vers. 30-31) Ya que cuando se trata de confesar al
Señor en tiempos de prueba y persecusión, esta confesión es acompañada de
sacrificios y de peligros. Y es sin duda en estos momentos cuando el cristiano
se siente llamado a consagrar todo su tiempo al servicio de Dios. No
ignoramos que los cuidados de la familia pueden contribuir poderosamente a
que el corazón sea dividido entre dos cuidados. Es lo que el apóstol llama
preocuparse por las cosas de este mundo para agradar a su pareja. Mas en
ningún momento denigra el estado del matrimonio, ya que Pablo mismo fue
quien dijo a Timoteo: "Es necesario que el obispo sea irreprensible, esposo
de una sóla mujer; sobrio, prudente, respetable, modesto... que sepa
gobernar bien su casa; que tenga sus hijos en sujeción, con toda honestidad.
Porque el que no sabe gobernar su casa, ¿Cómo cuidará de la Iglesia de
Dios? (1 Timoteo 3:4-5).
Por otra parte no queremos negar la realidad, que el celibato tiene algunas
notorias ventajas para una vida enteramente consagrada al señor. Como
vemos en el Ministerio de Cristo y del mismo Pablo.
Pero también como señalamos esto, también decimos: Que a pesar de esta
mayor libertad para el servicio divino de aquellos que pueden permanecer
célibes, la experiencia ha demostrado, que para el ministro del Evangelio,
dedicado a pastorear una Iglesia, continúa siendo cierta la recomendación de
Pablo en 1 Timoteo capítulo 3. Sí para otros servidores de Dios es más
conveniente la libertad de no estar casados, esto no es así, para el pastor de
una Iglesia; el cuál conviene que sea casado, marido de una sóla mujer.
Hoy en día las esposas de los ministros evangélicos suelen ser servidoras de
Dios tan activas como sus propios maridos, y su influencia en las reuniones
de señoras y señoritas es de la más alta utilidad; pues mientras descargan a
sus maridos de tales deberes, le mantienen informado de todas estas
actividades femeninas. De este modo se evitan los míl escándalos que suele
producir el celibato forzoso; contrario, tanto a la naturaleza, como a las leyes
divinas.
Al dejar este asunto, diremos con Eneas Silvio, que fue más tarde Papa bajo
el nombre de Pío II: "Si ha habido muy poderosas razones para prohibir el
matrimonio a los sacerdotes, las hay más poderosas todavía para volver a
permitir el matrimonio en el clero Católico Romano".
El Bautismo en Aguas
Desde que la Iglesia de Cristo fuera establecida, el Bautismo fue una
enseñanza divinamente ordenada por el mismo Cristo, Mateo 28:19. A pesar
de ser una ordenanza divina, muchos le han dado diversos usos y
significados.
La Iglesia Romana, enseña: Que debe bautizarse a los niños para limpiarles
del pecado original. También para que éstos se conviertan en hijos de Dios y
miembros de la Iglesia. Si la muerte ocurre antes de haberse realizado este
acto, la desgraciada criatura va a un lugar que ellos llaman el Limbo, a pagar
según ellos el descuido de sus padres. No obstante esta doctrina tal y como
la enseña la Iglesia Romana, no la hallamos en las Sagradas Escrituras.
El Santo Evangelio nos dice: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a
toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo" Marcos 16:16.
Lucas el escritor del libro de los Hechos nos dice: "Y habiendo creído lo que
Felipe les predicaba del reino de Dios, se bautizaban hombres y mujeres"
Hechos 8:12. San Pablo nos dice también: "Somos sepultados juntamente
con El a muerte por el bautismo; para que como Cristo resucitó de los
muertos para la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad
de vida" Romanos 6:4.
La pregunta que me hago es: ¿Cómo podrá andar en novedad de vida un
niño, que no ha hecho otra cosa que llorar, comer y dormir?. Mas, ¿Qué
sucederá con los niños si no se bautizan? Jesús, dijo: "Dejad a los niños venir
a mí, y no se los impidáis, porque de los tales es el reino de los cielos" Mateo
19:14. Esto lo dijo Cristo teniendo en sus brazos a niños que aún no habían
sido bautizados. La enseñanza de la Biblia es clara sobre este tema. Hay que
creer en el Evangelio y arrepentirse de sus pecados. Sin embargo en la
práctica católica, yo recuerdo, que quién renunciaba a los pecados del
infante; eran los padrinos de bautismo. La Biblia dice que es necesario el
arrepentimiento y la fe para ser perdonados por Dios. Un infante como es
obvio, no puede creer en el Evangelio, ni muchos menos arrepentirse,
(Marcos 16:16, Hechos 2:38; 8:36-38).
Los primeros cristianos
Los primeros cristianos, muchos de los cuales vivieron en los primeros siglos
de la era cristiana, no fueron bautizados de niños; sino, cuando fueron
grandes y habían aceptado la fe de Cristo. Esto parecerá muy extraño al
lector Católico; pero nadie puede desmentir que san Rufino, san Basilio, san
Paulino, san Ambrosio, san Juan Crisóstomo, san Atanasio, san Agustín, san
Jerónimo y otros, no fueron bautizados cuando eran niños; sino, cuando
manifestaron su fe en Cristo.
San Atanasio, que murió el año 373 de nuestra era cristiana, nos dice:
"Cualquiera que sea la virtud del bautismo, presupone la disposición del que
lo recibe. Nuestro Salvador no sólo ha mandado que se bautice, sino que ha
dicho: Enseñad y bautizad luego, para que de la doctrina naciese la
verdadera fe, y con la fe fuésemos preparados para recibir el bautismo"
(Orat. 2a. contra Arrianos MG 26, 434). San Basilio, obispo de Cesarea, que
murió en el año 379, dice: "La fe se perfecciona por el bautismo, y
ciertamente precede al bautismo la profesión de fe que lleva a la salvación"
(Sermón de exhortación al bautismo MG 31, 434).
La forma del Bautismo
En cuanto a la forma de hacerlo, el mismo traductor de la Biblia Católica, el
Rev. P. Felipe Scio de San Miguel, declara: "La inmersión del cuerpo en el
agua, como se acostumbraba a administrar antiguamente el bautismo, es
una señal de muerte espiritual del hombre viejo" (Nota de su Biblia traducida
en Colosenses 2:12). Como bien afirma este teólogo Católico, el bautismo se
hacía por inmersión, y no por aspersión o rociamiento, como acostumbra
hacerlo la Iglesia Católica hasta el día de hoy.
La escritora Luisa J. de Walter, nos dice lo siguiente: "La Iglesia Católica por
medio del bautismo, administrado generalmente a los infantes y a los niños
por aspersión, creen que la persona recibe la gracia de la regeneración o
nuevo nacimiento, ya que el bautismo lava del pecado original y perdona
cualquier otro pecado cometido hasta aquel momento. Convirtiéndose
automáticamente en un hijo de Dios más". Los Evangélicos creemos que el
bautismo no regenera, sino que es un testimonio ante el mundo de la
regeneración ya efectuada en el alma por el Espíritu Santo. (Cuál Camino
Pág. 59-60).
Que el nuevo nacimiento es un acto voluntario y no impuesto, lo declara el
mismo apóstol san Pedro, cuando escribe: "Siendo renacidos, no de simiente
corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y
permanece para siempre" (1 Pedro 1:23). De este claro pasaje de la Biblia,
se desprende que quien no es apto para recibir, comprender y creer la
Palabra de Dios, no es capaz de alcanzar el nuevo nacimiento. Un niño de
pocas semanas de nacido no puede recibir la Palabra de Dios; de ahí que no
puede nacer de nuevo hasta que tenga uso de razón. La misma doctrina es
declarada por el apóstol san Juan, cuando dice: "Más a todos los que le
recibieron dióles potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su
nombre; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne,
ni de voluntad de varón, sino de Dios" (Juan 1:12-13). La pregunta que cabe
aquí es la siguiente: Sí solamente son hechos hijos de Dios "los que creen en
su nombre" ¿cómo se atreve la Iglesia Católica a decir que venimos a ser
hijos de Dios por el bautismo impuesto a los recién nacidos?. Ya que como
hemos señalado ampliamente, un niño inocente no puede creer, sino hasta
que éste alcanza la mayoría de edad. Debido a esto la mayoría de las iglesias
evangélicas bautizan solamente a personas adultas. Y este bautismo se hace
por inmersión completa en agua, según el modelo bíblico (Hechos 8:36-39).
Las iglesias evangélicas, en lugar de bautizar niños, presentan a los tales
delante del Señor para ser bendecidos por parte de El. Consiste esto, en una
plática acerca del modo de educar a los hijos en la fe cristiana, y en una
oración a Dios pidiendo la bendición sobre el infante presentado.
Por otra parte, son muchos los baptisterios de inmersión encontrados en
muchos templos Católicos. Eran una especie de depósitos a los que se bajaba
por gradas, en los cuáles eran bautizados creyentes adultos, hasta cerca del
siglo doce. Todos aquellos que han estado en esos templos, muchos de los
cuáles han sido convertidos en museos, pueden dar fe, de que no solamente
la historia escrita afirma: que el bautismo era aplicado a todos los que
profesaban su fe en Dios, sino que hasta las mismas piedras claman del
cambio de doctrinas y prácticas religiosas llevado a cabo por la Iglesia
Romana. Es evidente entonces que las ceremonias que acompañan al acto
del bautismo de los recién nacidos en la Iglesia Romana, no se encuentran ni
son respaldadas en ninguna parte por la Biblia. De ahí que de nuevo
enfatizamos nuestro desacuerdo con tales prácticas, por no ser respaldadas
por la revelación bíblica, ni por el testimonio de los primeros cristianos.
La Doctrina del Limbo
La Iglesia Católica trató de suavizar la idea de una condenación universal de
aquellos que no eran responsables de hechos pecaminosos, como lo son los
niños. Para esto crearon un nuevo lugar intermedio además del purgatorio, a
este lugar se le llamó el Limbo: Un lugar donde según los teólogos Católicos,
no hay dolor, pero tampoco el gozo de estar en la presencia de Dios.
Nosotros los Evangélicos creemos que si nuestro Señor Jesucristo hubiera
sabido algo acerca de ese Limbo, del cuál nos habla la Iglesia Católica, lo
habría indicado cuando bendijo a los niños, y hubiera dicho: "De los tales es
el reino de los cielos, siempre que por el santo bautismo hayan sido
limpiados del pecado original, para que no vayan al limbo". Pero muy por el
contrario la Biblia dice: que Cristo afirmó, que los niños podían entrar al
reino de los cielos sin condición alguna (Marcos 10:14-15).
La enseñanza de la Misa
La santa cena o comunión, fue instituida por nuestro Señor Jesucristo la
noche en que fue entregado. La Iglesia Católica la ha convertido en su culto
más excelente, denominado "la misa o eucaristía". Enseñan ellos: 1.- Que la
misa es un sacrificio expiatorio. Que en este sacrificio, se ofrece por el
ministerio de los sacerdotes, al mismo Cristo, que entonces se ofreció a sí
mismo en la cruz. De aquí es, que no sólo se ofrece con justa razón por los
pecados, penas, satisfacciones y otras necesidades de los fieles que viven;
sino también según la tradición romana por aquellos que han muerto en
Cristo sin estar plenamente perdonados (Concilio de Trento: Sesión XII,
Capítulo 2). 2.- Que después de la consagración del pan y del vino, estos
elementos se transforman literalmente en el cuerpo y la sangre de Cristo, y
que en el pan y el vino se halla su alma. A esta conversión la han llamado los
Católicos transubstanciación (cambio de sustancias); (Concilio de Trento:
Sesión XIII Cap. 3 y 4) Y 3.- Que al creyente común se le debe dar esta
comunión en una sóla especie (el pan) y que sólo los sacerdotes deben
participar del cáliz o sea el vino.
La Biblia nos dice: Que la noche en que Jesús fue entregado, tomó pan, dio
gracias, lo partió y diólo a sus discípulos diciendo: "Esto es mi cuerpo, que es
dado por vosotros, haced esto en memoria de mí. Y así mismo tomó también
la copa después de haber cenado diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en
mi sangre, que será derramada por vosotros" (Evangelio de San Lucas 22:
19-20). Para todo estudioso serio de la Biblia, este pasaje es considerado
como una metáfora o sea un símbolo. Esta forma de lenguaje fue propia de
Nuestro Señor Jesucristo. Compárese otras expresiones por ejemplo: "Yo soy
la puerta" (Juan 10:9); "Yo soy la vid" (Juan 15:1); "Yo soy el pan de vida"
(Juan 6:35); "Yo soy la luz del mundo" (Juan 8:12) etc.
De todo esto sólo deducimos que, si Cristo no puede ser real y positivamente
una puerta, una vid, un pan o una luz, tampoco un pedazo de pan puede ser
real y positivamente el cuerpo literal de Cristo, sino solamente una figura, un
emblema del cuerpo verdadero de Cristo. Sabemos que estos elementos no
se convirtieron en la propia sangre y cuerpo de Cristo cuando el los bendijo,
porque El personalmente estaba aún allí, estaba sentado ante ellos antes y
después de que tomaron del pan y de la copa. No se cambió de una persona
a un líquido ni se transformó en pan, su carne estaba todavía sobre sus
huesos y su sangre corría en sus venas. No obstante, por espacio de muchos
siglos, el romanismo ha insistido en una interpretación literal de las palabras
de Nuestro Señor. Talvez la prueba más grande de que la teoría católica de
la transubstanciación es un fraude, radica en el hecho de que no hay cambio
alguno en los elementos después de su supuesta transubstanciación. Los
Católicos han llegado a reconocer que no hay cambios visibles en los
elementos de la comunión. Ya que éstos Tienen el mismo sabor, color, olor,
peso y dimensión; después de que han sido "supuestamente" convertidos en
el cuerpo y la sangre de Cristo. El pan continúa en forma de pan, sabe a pan
y huele a pan, pero en la mente del Católico no es pan, sino el cuerpo de
Cristo, y el vino parece vino, sabe a vino y huele a vino, pero el Católico
devoto debe creer que es la sangre de Jesús.
Otro aspecto que llama la atención de esta enseñanza, es el que se menciona
en el catecismo del Concilio de Trento, donde se nos dice: "Que no solamente
se convierten los elementos en la sangre y el cuerpo de Cristo, sino que
aquello viene a ser el sacrificio de Cristo en la cruz". De ahí que se llame a
este acto "el sacrificio de la misa" y "la renovación del sacrificio de la cruz",
esta creencia es naturalmente el resultado de la doctrina de que los
elementos de la comunión se convierten en un Cristo literalmente. Sin duda
que ésto llevó a otro grave error: En vez de considerar el sacrificio del
calvario completo, de una vez y para siempre, la Iglesia Católica tuvo que
enseñar que cada misa es una continuación del mismo sacrificio. Esto
presentó un problema teológico, si cada misa es un sacrificio de Cristo,
entonces en vez de ser ofrecido Cristo una sóla vez, lo ha sido millones de
veces a través de los siglos. La pregunta que podemos hacer a este
momento es: ¿Enseñan las Escrituras que el sacrificio de Cristo debía ser
repetido, o fue una obra completa de una vez por todas?. Notemos el
testimonio bíblico en Hebreos 9: 25 al 28, donde en resumen se nos está
diciendo: que Cristo fue ofrecido una sóla vez y para siempre, para llevar
nuestros pecados en su cuerpo.
La adopción de la idea de que los elementos de la santa cena se convierten
en el cuerpo y la sangre de Cristo, presentó otros problemas. El escritor
Tertulio, nos dice que muchos de los sacerdotes debían tener el cuidado para
que algún pedazo del pan no se cayera al suelo, porque el "cuerpo de Cristo"
podía lastimarse. En la Edad Media hubo discusiones de que se debería hacer
si alguién vomitaba después de recibir los elementos, o si un perro o un
ratón llegaran por casualidad a comerse el "cuerpo de Cristo". También a
fines del siglo XI, para evitar que alguién derramara la "sangre de Cristo" (o
sea el vino), la Iglesia Católica empezó a retener la copa al pueblo común.
Hasta el día de hoy, a los miembros de las congregaciones católicas no se les
participa de la copa, solamente participa de ella el sacerdote. Obviamente, la
idea de que la congregación sólo tome parte de lo que Jesús ordenó hacer, es
contrario a la enseñanza de la Biblia (1 Corintios 11:27-33).
Una práctica del paganismo
El historiador Duran, nos dice que la creencia en la transubstanciación, como
se practica en la religión católica, es una de las ceremonias más antiguas de
los pueblos paganos. Un tipo de esta ceremonia era celebrada en Egipto, en
la cuál un pedazo de pastel era consagrado por un sacerdote y se suponía
que se convertía en el cuerpo de Osiris (dios egipcio), después se comía y se
tomaba vino como parte de aquella ceremonia (Historia de la civilización
Página 741). También en la Enciclopedia de Religiones, se nos dice que la
idea de la transubstanciación, era una enseñanza de la religión del Mitraísmo,
siendo aquella práctica similar a la que hasta hoy realiza la Iglesia Católica
(Vol. 2 Página 76). En una u otra forma, pues, la idea de comer el cuerpo de
Dios se desarrolló en muchas tribus y religiones del mundo. Cuando Roma
conquistó el mundo conocido de entonces, absorbió muchos de los ritos
paganos en su sistema religioso. Más tarde cuando la Cristiandad avanzó en
el Imperio Romano, muchos se dieron cuenta de que habían puntos similares
entre los ritos paganos y los cristianos. Más tarde los dos sistemas fueron
consolidados, líderes de la iglesia apóstata disfrazaron los ritos paganos con
nombres cristianos, y esta mezcla engañosa ha confundido a muchos en el
mundo entero desde aquellos tiempos.
Para concluir conviene señalar que Cristo no instituyó la comunión partiendo
una oblea, sino el mismo pan que había usado con sus discípulos en la
comida.
La forma circular de la hostia fue establecida en el año 700 de nuestra era
cristiana, y es a todas luces, una imitación de las obleas redondas usadas por
los egipcios; según se ve en muchos dibujos encontrados por la arqueología.
La hostia que el sacerdote católico pone en la boca de los comulgantes tiene
que ser redonda. Pero en la Santa Cena instituída por Nuestro Señor
Jesucristo, él tomó el pan y lo partió. Es claro señalar que el pan sin levadura
no se puede romper en pedazos redondos. Las Escrituras explican que el
romper el pan representa el cuerpo de Nuestro Señor, el cuál fue destrozado
por nosotros, por los crueles golpes y latigazos.
Al ver que el empleo de una hostia redonda es ajeno a las Escrituras.
Preguntamos: ¿Por qué vino a ser usado en la Iglesia católica de esta
forma?. Aquí nuevamente es aparente otra unión con el paganismo. La hostia
redonda no es nada más que un viejo símbolo del sol. El historiador Hislop,
dice: <<La hostia redonda que es tan importante para la Iglesia Católica, es
solamente otro símbolo de Baal, o el dios-sol. Estos pasteles redondos eran
usados en los antiguos cultos egipcios. Cuando estos cultos llegaron a Roma
bajo el nombre de mitraísmo, los iniciados recibían un pequeño pastel
redondo de pan sin levadura que simbolizaba el disco solar. En 1854 se
descubrió un antiguo templo en Egipto con inscripciones que muestran estos
pasteles redondos en un altar. Arriba del altar hay una imagen del sol, ante
la cuál dos sacerdotes están adorando>> (Dos Babilonias pág.164).
Amado lector, ésta es sólo una pequeña reseña de cómo y por qué los ritos
del paganismo fueron mezclados con la Cena del Señor, mezcla que produjo
la ceremonia romana conocida como la misa, ceremonia que por no tener
fuertes fundamentos Escriturales, nosotros los evangélicos rechazamos en
todas sus partes.
Las Sagradas Escrituras
La iglesia Católica Romana, ha declarado: <<Que ningún hombre debe
poseer una Biblia sin licencia del Obispo (concilio de Trento). Es un error
escandaloso sostener que todos pueden leer las Sagradas Escrituras (Bula
Unigenitus de Clemente XI). Las traducciones de la Biblia a las lenguas del
pueblo han hecho muchísimo daño (palabras del cardenal Osio). Y el papa Pío
IX declaró: "La Biblia es un libro perjudicial y herético que perjudica a los
fieles que lo leen">> Yo Creo que lo anterior no merece comentario alguno,
pero por amor a la verdad diré: Que nunca ha sido el deseo de Dios; sino,
del enemigo de nuestras almas, el negar y estorbar la lectura y meditación
de la bendita Palabra de Dios. Y no alcanzo a comprender a hombres que
reclamando una "infalibilidad" prohibieron por mucho tiempo la lectura de las
Sagradas Escrituras, hundiendo en la oscuridad a miles de almas inocentes.
Por otra parte, cuando los católicos hablan de lenguas del pueblo, es debido
a que por mucho tiempo; la Biblia no estuvo traducida en otro idioma que no
fuera el Latín, idioma en el cuál también por mucho tiempo los curas
celebraron las misas. Fue en los años 1500 que Martín Lutero, salió del
catolicismo romano y tradujo en aquel entonces la Biblia al idioma Alemán,
posteriormente otros fieles creyentes la tradujeron al Español y al Inglés.
Vale la pena señalar que en la actualidad la Iglesia Católica ha rectificado sus
absurdas enseñanzas a este respecto, permitiendo e incentivando la lectura
de la Biblia por parte del pueblo común en el idioma propio de cada cuál.
Esto es sin duda loable, Pero quién puede negar el mal que causaron durante
tanto tiempo, estorbando así que la luz bendita de la Palabra de Dios brillara
en los corazones de los necesitados.
Junto con el gran pensador Horacio, les decimos: "Te será posible destruir lo
que no hayas publicado; pero las palabras dadas a la luz no pueden
recogerse"
No cabe la menor duda que las aseveraciones de que la lectura de la Biblia
producirían mucho daño a los creyentes, fue un error garrafal por parte del
clero católico. Ya que Cristo mismo, dijo: "Escudriñad las Escrituras porque a
vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan
testimonio de mí" (Juan 5:39) Y en el Salmo 119:105, 130, se dice:
"Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino" "El principio de
tus palabras alumbra; hace entender a los simples". También fieles creyentes
de los primeros tiempos así lo creían. San Juan Crisóstomo, dijo: "Pone en
gran peligro la propia salvación aquel que ignora las Sagradas Escrituras.
San Atanasio, haciendo alusión a los libros del Antiguo y del Nuevo
Testamento, dice: "Estas son las fuentes de vida eterna en que el sediento
puede apagar su sed bebiendo los oráculos que contiene. Sólo aquí se halla
proclamada la doctrina de salvación. Nadie ponga o agregue algo a ellos".
San Pablo cuando escribe a los Romanos, dice: "Luego la fe es por el oír; y el
oír por la Palabra de Dios" (Rom. 10:17) Con todo esto podemos asegurar
que al contrario de producir daño la lectura de la Biblia, lo que produce es el
conocimiento de la voluntad agradable y perfecta de Dios para todos los
seres humanos.
La Biblia Católica
La Iglesia Romana, enseña: Que la Santa Biblia se compone de dos grandes
partes: El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. En cuanto al Nuevo,
no hay ninguna diferencia con los libros que nosotros los evangélicos
aceptamos. Pero no es así respecto al Antiguo, pues el Concilio de Trento, en
su cuarta sesión, dio el siguiente decreto: "Si alguno no tuviere por sagrados
y canónicos los libros de Baruc, Eclesiástico, Sabiduría, Judith, Tobías y los
Macabeos, sea anatema".
Es necesario señalar que los judíos de Palestina, que fueron el pueblo de Dios
a quién fue dada la Sagrada Escritura del Antiguo Testamento, nunca
reconocieron estos libros que los católicos reclaman ser inspirados de Dios.
Josefo el gran historiador judío, hizo una lista de los libros que en tiempo de
Jesucristo se consideraban como inspirados, pero no clasificó entre ellos a los
que la Iglesia Católica reclama como inspirados. Nuestro Señor Jesucristo,
que tantas veces se refirió a los escritos del Antiguo Testamento, nunca los
mencionó ni los reconoció como inspirados. Los apóstoles tampoco los
aceptaron. Ya que entre más de un millar de citas que hay del Antiguo
Testamento en los escritos apostólicos, no se encuentra ni siquiera una tan
sóla cita de dichos libros. Los cristianos que vivieron después de los
apóstoles no los aceptaron tampoco. Cirilo de Jerusalén, en el año 348, da un
lista de los libros del Antiguo Testamento, diciendo: "Como hijo de la Iglesia
medita sobre los libros del Antiguo Testamento, que son: 39, después de
enumerarlos añade: Lee estos 39 libros, sobre éstos y sobre éstos
solamente, medita cuidadosamente, estos son los que la Iglesia lee con fe y
abiertamente" (Discurso Catequístico cap. 35) Y San Agustín dice: "Los
judíos no recibieron los libros de los Macabeos, como lo hicieron con la Ley,
los Salmos y los Profetas, libros de los cuales Nuestro Señor da testimonio
(Libro contra Gaudioso, cap. 31, p. 38).
Yo no sé amado lector, si usted alguna vez ha leído alguno de estos libros, yo
por mi parte lo he hecho, y puedo testificar que hay ciertas expresiones
contenidas en ellos, que jamás uno encuentra en los libros inspirados por
Dios. Un ejemplo de ello es el siguiente pasaje: "...Yo pondré también aquí
fin a mi narración. Y si está bien y como conviene a la narración histórica,
eso quisiera yo; pero si imperfecta y mediocre, perdóneseme (Segundo Libro
de Macabeos 15: 38-39). No cabe duda que éste no es el modo de hablar de
alguien que está inspirado por el Espíritu Santo y que está escribiendo bajo
su santa autoridad, pues la Biblia nos dice a través del apóstol Pedro:
"Porque la profecía no fue en los tiempos pasados traída por voluntad
humana, sino los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del
Espíritu Santo (2 Ped. 1:21). Es obvio entonces para nosotros los
evangélicos, que si los libros mencionados por lo católicos no fueron nunca
reconocidos como inspirados por Nuestro Señor Jesús, ni por los apóstoles y
los fieles creyentes después de ellos, tampoco nosotros tenemos porque
reconocerlos y aceptarlos como tales.
La Santa Inquisición
Cuando Roma empezó a pervertir las enseñanzas de la Palabra de Dios,
muchos se revelaron contra tales enseñanzas. Para hacer entrar en "cordura"
a los tales, la Iglesia Católica instituyó lo que se dio en llamar la Santa
Inquisición. La Enciclopedia Ilustrada de Historia de la Iglesia, nos dice:
<<Que este fue un tribunal especial establecido en la Edad Media con el
propósito de combatir la herejía. Fue iniciado por el papa Alejandro III en el
Concilio de Tours en 1163, quien exhortó a los príncipes a perseguir a los
herejes, aprisionarlos y confiscar sus propiedades. La Inquisición practicaba
las más horrendas torturas para conseguir confesiones>> (Pág. 384).
Ralph Woodrow, nos dice también: <<Que el papa Inocencio IV elaboró el
documento "Ad Exstirpanda" que declaraba que los herejes tenían que ser
aplastados como serpientes venenosas. Sacerdotes, reyes y miembros civiles
del sistema romano, fueron llamados a unirse a esta cruzada guerrera.
Declaraba el documento que cualquier propiedad que confiscasen les sería
dada como propiedad y además se les prometían remisión de todos sus
pecados como premio por matar a un hereje. Este documento papal aprobó
también el uso de la tortura contra los llamados "herejes". Algunos hombres
se pasaban largos días ideando los métodos más crueles para producir dolor.
Uno de los más populares fue el uso del estante. Esta era una larga mesa en
la cuál el acusado era amarrado de las manos y pies y lo estiraban por
cuerdas y tablones hasta dislocarle las coyunturas y causarle gran dolor.
Tenían también la horrible "virgen de hierro" que consistía en una figura
hueca del tamaño y forma de una mujer, erizada interiormente de cuchillos
dispuestos de tal forma, que el acusado era lacerado mortalmente cuando lo
encerraban dentro de ella. Lo que hacía estos actos más blasfemos, es que
cada uno de estos medios de tortura eran rociados con "agua bendita" y en
ellos se inscribían las palabras latinas "Soli Deo Gloria" que significa "Gloria a
Dios solamente". Y no solamente eran individuos y pequeños grupos los
torturados y asesinados, sino que también éste era el destino de ciudades
enteras que rechazaban los dogmas del romanismo.
Es notoria la masacre de Merindol. Entre otras cosas horribles que ocurrieron
en esta área, que había llegado a ser poblada por los valdenses
(protestantes), 500 mujeres fueron quemadas en un establo y cuando
algunas de éstas infelices saltaban por las ventanas eran recibidas con
lanzas. En otros casos, las mujeres eran pública y despiadadamente violadas.
Los niños eran asesinados ante sus padres, que asistían impotentes al
horrendo crimen. Algunos niños fueron lanzados desde peñascos y otros eran
despojados de sus ropas y arrastrados por las calles. En el día de San
Bartolomé del año 1572, hubo una gran masacre en la ciudad de París donde
murieron diez mil hugonotes protestantes. El rey francés fue a misa a dar
gracias solemnes por haber sido asesinados tantos "herejes". La corte papal
recibió la noticia con gran regocijo y el papa, Gregorio XIII, fue a la Iglesia
de San Luis a dar gracias por la victoria, el papa ordenó que se acuñara una
moneda conmemorando el acontecimiento. Y ahora les pregunto a ustedes:
¿Podría un sistema que instituyó tan horrible tribunal represivo durante la
Edad Media, ser la verdadera Iglesia? ¿Puede ser esta Iglesia que empleó
métodos tan crueles, ser la Iglesia fundada por Aquel que dijo que debemos
voltear la mejilla, perdonar a nuestros enemigos, hacer bien a los que nos
aborrecen o nos desprecian, Aquél que, desde el madero donde había sido
clavado, en el momento de su muerte, dijo: "Padre perdónalos, porque no
saben lo que hacen"? ¿Podrían estos monjes y sádicos sacerdotes ser
miembros de la Iglesia pura y sin mancha, la Novia de Cristo? ¿O podría su
líder, el papa de Roma, ser el representante de este Cristo en la tierra? ¡No!
¡Un millón de veces, no! >> (B. M. R. Págs. 121,122,124,126).
Una Conclusión Necesaria
Por todo lo hasta aquí presentado, queda plenamente demostrado:
I. Qué la Iglesia Católica ha cambiado esencialmente la mayor parte de las
doctrinas y enseñanzas que el Señor Jesús instituyó y que fueron tan
fielmente creídas y respetadas por los primeros creyentes.
II. Qué las promesas que la Iglesia Católica hace a sus fieles de abrirles las
puertas del reino de los cielos, por la absolución sacerdotal, las indulgencias
y penitencias, son falsas, por más que haya clérigos que realizan estas
ceremonias de muy buena fe, pues están cumpliendo enseñanzas de
hombres y no de Cristo; por consiguiente, todas las esperanzas que cualquier
persona ponga en estos medios para la salvación de su alma, carece de
apoyo; y si no vuelve sus ojos a Jesús el autor y consumador de la Fe
(Hebreos 12:2) se hallará en el más espantoso de los desengaños el día que
tenga que comparecer ante la presencia del supremo Juez.
Por consiguiente amado lector, tu deber es allegarte a Cristo, saliendo de
todo engaño religioso. No hay alternativa posible; sobre todo, después de
que la lectura de estas páginas te ha hecho responsable delante de Dios. Se
trata entonces de aceptar y seguir la verdad revelada por Dios en la persona
y enseñanzas de Cristo, y ser salvo; o perseverar en el error, y perderte.
Dijo Jesús: "La palabra que Yo os he hablado, ella os juzgará en el día
postrero". Y otra vez: "Si no hubiese venido y no les hubiera hablado, no
tendrían pecado; mas ahora no tienen excusa de su pecado".
Al igual que Samuel advirtió al pueblo de Israel, cuando éste trataba de
adorar a Dios y retener dioses paganos en su corazón, te decimos hoy: "Si es
con todo vuestro corazón que estáis volviéndoos a Jehová, quitad de en
medio de vosotros los dioses extranjeros y también las imágenes de Astaroth
y preparad vuestro corazón a Jehová y sólo a El servid y os librará..." (1
Samuel 7:3).
Para concluir el presente estudio, quiero sólo citar las palabras del señor
Woodroow, quien dijo: "La reforma (con Martín Lutero) rechazó cierta
cantidad del elemento pagano del romanismo, no obstante retuvo gran parte
del mismo. Hoy en día la mayor parte de la cristiandad está aún en un estado
apóstata como resultado de la apostasía de los siglos III y IV. Mas Dios sigue
diciendo en su palabra: "Salid de ella, pueblo mío, porque no seáis
participantes de sus pecados, y que no recibáis de sus plagas" (Apocalipsis
18:4)".
Amado lector, usted se preguntará: ¿A quién debemos entonces mirar para
la salvación? La respuesta es: ¡A Jesús, el autor y consumador de nuestra fe,
al Apóstol y Supremo Sacerdote de nuestra profesión, al Cordero de Dios,
Capitán de nuestra Salvación, Rey de reyes y Señor de señores! ¡Al Pan del
Cielo, al Agua de Vida, al Buen Pastor, al Príncipe de la Paz, a la Luz del
Mundo!
Nuestra salvación no depende de un sacerdote humano. No depende de
María, ni de los santos o del papa. Jesús dijo: "Yo soy el Camino, la Verdad y
la Vida: Nadie viene al Padre sino por mí" (Juan 14:6). ¡La Salvación viene
de Cristo y sólo a través de él! ¿Le aceptamos a él y obedecemos su Palabra,
la Biblia, o aceptamos y seguimos una religión que está basada en mezclas
que se originaron en el paganismo?
Caro amigo, ¿Qué debemos escoger? .... Como el Josué de antiguos tiempos,
no podemos menos que decir: "escoged hoy a quién habéis de servir; si a los
dioses a quienes sirvieron vuestros padres, o a los dioses de aquellos
amorreos en cuya tierra habitáis: En cuanto a mí y a mi casa, nosotros
serviremos a Jehová" (Josué 24:15).
¡Amén!... ¡Ven, Señor Jesús!.