Download alain_badiou_teor_formal_del_sujeto_introduccion

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
Alain Badiou
Lógicas de los mundos
El ser y el acontecimiento/2
Libro 1
Teoría Formal del Sujeto
(Meta-física)
1. Introducción
La estrategia de pensamiento que gobierna este libro es la siguiente: dar a ver desde el principio
lo que no es plenamente inteligible sino al final. En efecto, ¿qué es un sujeto singular? Es el
portador activo (o corporal, u orgánico) del sobrepaso dialéctico del materialismo simple. La
dialéctica materialista dice: "No hay más que cuerpos y lenguajes, sino que hay verdades". El
"sino que" existe en tanto sujeto. Dicho de otro modo: si un cuerpo se revela capaz de producir
efectos que exceden el sistema cuerpos-lenguajes (y tales efectos se llaman verdades), se dirá de
ese cuerpo que está subjetivado. Insistamos sobre lo que se podría llamar la inducción sintáctica
del sujeto. Ciertamente, no es el pronombre -el "yo" o el "nosotros" de las primeras personas- su
marca, sino el "excepto", el "sino que", el "salvo que" por el cual viene a hacer inciso, en el
fraseado continuo de un mundo, el frágil centelleo de lo que no tiene lugar de ser.
Lo que no tiene lugar de ser: hay que tomar esto en sus dos sentidos posibles. Es aquello que,
según la ley trascendental del mundo, o del aparecer de los entes, no debería ser, y también lo
que se sustrae -fuera de lugar- a la localización mundana de las multiplicidades, al lugar del ser:
al ser-ahí. Portado por un cuerpo activo intramundano, un sujeto prescribe sus efectos, y sus
consecuencias, por incisión y tensión de lo que organiza los lugares.
No me equivocaba yo, hace más de veinte años, en mi Théorie du sujet, cuando organizaba la
dialéctica del espiado [esplace] (digamos, más sobriamente, de los mundos) y del fuerlugar
[horlieu]1 (digamos, de los sujetos que inducen, como forma de un cuerpo, las verdades). Salvo
que, justamente, iba derecho hacia la dialéctica, sin extraer todas las consecuencias -de Gran
Lógica- del materialismo obligado, del que declaraba en esa época, por una oscura conciencia
de su compacidad, que era como la oveja negra del rebaño de las ideas. Que las verdades estén
constreñidas a aparecer en-cuerpo, tal es el problema cuya amplitud no medía, y que tal vez no
me planteaba. Ahora tengo en claro que el pensamiento dialéctico de un sujeto singular supone
que se sepa qué es un cuerpo eficaz, un exceso lógico del sistema cuerpos-lenguajes, en
resumen, que se domine no sólo la ontología de las verdades sino lo que las hace aparecer en un
mundo, el estilo de su despliegue, la severidad de su imposición a las leyes de lo que las rodea
localmente, todo aquello cuya existencia "sujeto" recapitula desde el momento en que su
sintaxis es la de la excepción.
¿Cómo iniciar aquí, entonces, la exposición de tal dialéctica, dado que ignoramos, por el
momento, los primeros principios de la lógica del aparecer, y no sabemos siquiera qué es un
mundo, qué es un objeto, y por lo tanto menos aún qué es un cuerpo? Y bueno, es posible hablar
(n. del t.) En el neologismo esplace se condensan los sustantivos espace ("espacio") y place (en su acepción de
"lugar" atribuido o asignado: porción de espacio que algo o alguien ocupa o debe ocupar), y lo traducimos por "espiado", condensación entre "espacio" y "plaza" (también en su acepción de lugar atribuido o asignado, como las plazas
en una sala de teatro, por ejemplo). En términos de Badiou, en Théorie du sujet, el esplace es el espace de placement
(el "espacio de emplazamiento"). En el neologismo horlieu se contrae la expresión hors-lieu, también neológica, que
remite a hors de lien (literalmente, "fuera de lugar"), y lo traducimos por una contracción aproximadamente
equivalente, "fuerlugar". El horlieu, en palabras de Badiou, es el término que se incluye en el lugar en tanto fuera de
lugar (el que no está previsto en el espacio de emplazamiento), es decir, como excepción. En el contexto de Lógicas
de los mundos remite, evidentemente al "sino que", "excepto que" o "salvo que" de las verdades inducidas por un
sujeto.
1
1
de entrada del sujeto, porque la teoría del sujeto es esencialmente formal. Expliquémonos.
Un sujeto se presenta siempre como lo que formaliza los efectos de un cuerpo según cierta
lógica, productiva o contraproductiva. Así, un partido comunista, en los años veinte / treinta, es
un cuerpo político subjetivado que, confrontado con situaciones obreras y populares, produce
efectos a veces legibles como avances hacia la construcción de una conciencia pública
revolucionaria (como el compromiso de apoyo a la guerra anticolonial dirigida en el Rif por
Abd el-Krim), o bien efectos reactivos (como la lucha antiizquierdista del Partido Comunista
francés entre Mayo del 68 y las elecciones de 1974), o efectos liquidadores desastrosos (como
las prácticas del Partido Comunista alemán a principios de los años treinta). Del mismo modo,
una serie de obras musicales, digamos las de los grandes vieneses entre Pierrot lunaire de
Schónberg (1913) y la última cantata de Webern (1944), construye un cuerpo artístico
subjetivado que, en el contexto de una impotencia verificada de la música tonal, produce efectos
de ruptura sistémica y, al mismo tiempo, la sedimentación de una nueva sensibilidad (brevedad,
importancia del silencio, unidad de parámetros, fracaso de la "narración" musical, etcétera). Se
ve entonces que el sujeto es lo que impone la legibilidad de una orientación unificada a la
multiplicidad del cuerpo. El cuerpo es un elemento compuesto del mundo; el sujeto, lo que fija
en el cuerpo el secreto de los efectos que él produce.
Por eso podemos presentar desde el principio las figuras del sujeto sin tener los recursos para
pensar el devenir efectivo, o concreto, de un sujeto históricamente determinado, que sólo está
expuesto al pensamiento bajo la condición de una descripción del cuerpo que lo soporta.
Llamamos a esta presentación de las figuras, indiferente a las particularidades corporales: teoría
formal del sujeto. Que la teoría del sujeto sea formal quiere decir, muy precisamente, que
"sujeto" designa un sistema de formas y de operaciones. El soporte material de ese sistema es un
cuerpo, y la producción del conjunto -el formalismo portado por un cuerpo- es una verdad
(sujeto fiel), o una negación de verdad (sujeto reactivo), o una ocultación de verdad (sujeto
oscuro).
La meta de este libro 1 es esbozar una presentación del formalismo, en particular, definir y
simbolizar las operaciones, luego justificar la tipología (sujeto fiel, sujeto reactivo, sujeto
oscuro). Se remite luego a la tan difícil cuestión de los cuerpos, que supone la totalidad de la
Gran Lógica (libros II a IV), la teoría del cambio real (libro V) y la teoría de la decisión formal,
o teoría de los "puntos" trascendentales (libro VI). De los cuerpos, se supondrá entonces, por el
momento, la existencia y la naturaleza, cuestiones elucidadas en el libro VII a costa de una dura
tarea. Del mismo modo, aunque un sujeto sólo es, en definitiva, el agente local de una verdad,
no se hará más que rozar la doctrina de las verdades, cuya articulación se da en detalle en otros
textos, y primero, naturalmente, en El ser y el acontecimiento. Se deducirá de todo esto que de
lo que se trata, aquí, es indudablemente de la forma-sujeto. Para pensar esta forma, basta con
asumir que el formalismo subjetivo sopor-lado por un cuerpo es aquello que expone una verdad
en un mundo. No obstante, presentaremos sucintamente las modalidades subjetivas. Allí
cruzaremos las tres figuras subjetivas y los cuatro procedimientos de verdad (amor, ciencia, arte,
política).
Decir que hay teoría (formal) del sujeto se toma en el sentido fuerte: del sujeto, no puede haber
sino teoría. "Sujeto" es el índice nominal de un concepto que hay que construir en un campo de
pensamiento singular, aquí la filosofía. Finalmente, afirmar que del sujeto debe haber una teoría
formal se opone a tres determinaciones (dominantes) del concepto de sujeto:
1. "Sujeto" designaría un registro de la experiencia, un esquema de distribución conciente
de lo reflexivo y de lo irreflexivo: es la tesis que conjunta sujeto y conciencia, y que se
despliega, actualmente, como fenomenología
2. "Sujeto" sería una categoría de la moral. Esa categoría designaría (tautológicamente) el
imperativo, para todo "sujeto", de considerar a todo otro sujeto como un sujeto.
2
Solamente a posteriori, y de manera incierta, esa categoría normativa deviene teórica.
Llevan a esa conclusión, actualmente, todas las variedades del neokantismo.
3. "Sujeto" sería una ficción ideológica, un imaginario mediante el cual los aparatos del
Estado designan -Althusser decía "interpelan"- a los individuos.
No podría haber, en ninguno de estos tres casos, una teoría formal e independiente del sujeto.
Si el sujeto es, en efecto, un esquema reflexivo, es donación inmediata e irrecusable, y tenemos
que describir su inmediatez en los términos apropiados para la experiencia. Ahora bien, en una
experiencia, el elemento pasivo, lo que llega a ser con anterioridad a toda construcción, no es
susceptible de caer bajo un concepto formal. Son los conceptos formales, por el contrario, los
que presuponen una donación pasiva, ordenados como están de acuerdo con la organización
sintética de lo dado.
Si el sujeto es, ahora, una categoría moral, está en el registro de la norma y, a tal título, puede
ser sin duda lo que está en juego en una forma, por ejemplo imperativa ("Respeta en todo
individuo el sujeto humano que es"), pero no la forma misma. Esta acepción del sujeto, como se
ve claramente, por lo demás, hoy en día, se contenta con la evidencia empírica del cuerpo vivo.
Lo que hay que respetar es el cuerpo animal como tal. Las formas no son más que las de ese
respeto.
Si el sujeto es, en fin, una construcción ideológica, su forma es sin cuerpo, pura determinación
retórica apropiada para un mandato del Estado. No se podría hablar, entonces, de un formalismo
materialista. Y de hecho, para Althusser y sus sucesores, "sujeto" es la determinación central de
los idealismos. En el fondo, el sujeto es demasiado inmediato en el caso fenomenológico,
demasiado corporal (o "biopolítico") en el caso ético, demasiado formal en el caso ideológico.
Es preciso decir que le debemos a Lacan -en la estela de Freud, pero también de Descartes- el
haberle abierto una vía a una teoría formal del sujeto cuyo asiento es materialista, y que fue
oponiéndose a la fenomenología, a Kant y a cierto estructuralismo -se lo constata- como sostuvo
el rumbo de esa vía.
El punto de partida absoluto es que una teoría del sujeto no podría ser la teoría de un objeto.
Justamente por eso es sólo teórica (sin más empina que la metafórica) y tendencialmente formal.
Que el sujeto no sea un objeto no prohíbe, sino que exige, no solamente que haya de él un ser,
sino que haya de él, también, un aparecer. Sin embargo, en este libro 1, sólo se trata de las
formas típicas de esta aparición, teniendo presente que, a falta de una teoría completa de los
cuerpos, no suponemos del sujeto más que su acto puro: cargar a un cuerpo eficaz con un
formalismo apropiado. Eso es tanto como decir que, bajo la denominación de "sujeto", no
hablaremos aquí sino de las formas del formalismo.
Situaría de buen grado esta empresa paradójica, la de decir la forma de lo que no es más que el
acto de una forma, entre dos enunciados de Píndaro. Primero, un extracto de la I Olímpica: "El
rumor de los mortales sobrepasa el decir la verdad". Lo cual significa que, aunque sometida a
las verdades, la forma-sujeto (el "rumor de los mortales") es también como un sobrepaso, un
franqueamiento de cada verdad singular en dirección de una suerte de exposición de la potencia
de lo Verdadero. Luego, un extracto de la VI Nemea: "Sin embargo, en un punto nos parecemos,
ya sea como gran espíritu, ya como naturaleza, a los Inmortales". Lo cual quiere decir que, al no
ser sino forma, y en tanto forma —en el sentido de la idea platónica—, el sujeto es inmortal. En
suma, oscilamos entre una construcción restrictiva (o condicionada) y una exposición
amplificante (o incondicionada). El sujeto es estructura, absolutamente, pero lo subjetivo,
afirmación de la estructura, es más que una estructura. Es una figura (o un sistema de figuras)
que "dice" siempre más que las combinaciones que lo soportan. Llamaremos operaciones a los
esquemas que fijan la estructura-sujeto. Hay cuatro operaciones: la barra, la consecuencia (o
implicación), la tachadura (o barra oblicua) y la negación. La apariencia de una quinta, la
extinción, depende más de los efectos que de los actos. Llamaremos destinaciones a los
3
esquemas que están ligados a las figuras del sujeto. Hay cuatro destinaciones: la producción, la
negación, la ocultación y la resurrección. Suponemos, de un extremo al otro, que hay en el
"mundo" en que el sujeto despliega su forma:
— un acontecimiento, que dejó una huella. Anotaremos a esta huella ε. La teoría del
acontecimiento y de la huella se encuentra en el libro V, pero sólo es comprensible si se supone
la lógica por entero (trascendental, objeto, relación), o sea, la totalidad de los libros II a IV;
— un cuerpo proveniente del acontecimiento, al que anotaremos C.. La teoría del cuerpo ocupa
todo el libro VII (el último), que supone una comprensión bastante completa de los libros II a IV
Como se ve, lo que es "difícil" no es el sujeto, es el cuerpo. La física es siempre más difícil que
la meta-física. Esta dificultad (por venir) no es un obstáculo por el momento. Que la teoría del
sujeto pueda ser formal significa, en efecto, que no tenemos necesidad de saber de entrada qué
es un cuerpo, ni siquiera que existe un cuerpo, como tampoco necesitamos conocer, con el rigor
requerido, la naturaleza de los acontecimientos. Nos basta con suponer que hubo en el mundo
una ruptura real, a la que llamamos un acontecimiento, una huella de esa ruptura, ε, y finalmente
un cuerpo C, correlacionado con e (que no existe como cuerpo sino bajo la condición de la
huella acontecimiental). La teoría formal del sujeto es entonces, bajo la condición de ε y de C
(huella y cuerpo), teoría de las operaciones (figuras) y de las destinaciones (actos).
[Alain Badiou, Lógicas de los mundos: el ser y el acontecimiento, 2.- 1ª ed. –Buenos Aires: Manantianl, 2008.]
4