Download Tema 5 para desarrollar los “Ejercicios Cuaresmales” 2011

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
INVITACIÓN DE CRISTO, A LA PAZ, POR LA FE
LECTIO: Jn. 14,1-6
1. Disposición (10min.)
1.1 Invocación al Espíritu Santo (1min.)
Monitor:
Todos:
Monitor:
Todos:
Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía, Señor, tu Espíritu y todo será creado
y se renovará la faz de la tierra.
1.2 Serenidad (9 min.)
Se invita a todos a tomar asiento y tomar una postura adecuada para el
cuerpo. Relajar los músculos tomando conciencia de nuestro cuerpo, la
espalda unida al respaldo de la banca o silla, las piernas de manera natural y
las palmas de las manos sobre los muslos y los ojos cerrados y en silencio. Se
invita a respirar serenamente durante un minuto. Se exhorta a poner
atención en cada músculo del cuerpo para relajarlo: los dedos de las manos y
los pies, los muslos, el abdomen, los hombros, el cuello, la mandíbula, los
labios, los pómulos de las mejillas, los párpados y los músculos de las cejas.
Luego se les invita a escuchar los sonidos que hay alrededor, a identificar
hasta el sonido más leve que puedan oír, durante un minuto. En seguida se les
invita a disponerse por qué los sonidos ambientales, por más molestos que
puedan resultar, no serán impedimento para estar frente a Señor. Se les
invita a realizar una respiración profunda: se inhala por la nariz para llenar
los pulmones y se mantiene el aire durante cuatro segundos (contar hasta
cuatro), en ese momento se exhala soplando por la boca lo más despacio que
podamos, al exhalar hay que relajar los músculos. Se realizan tres
respiraciones profundas con un lapso de unos 20 ó 30 segundos entre cada
una. Al terminar las respiraciones profundas podemos pasar a la Lectio,
manteniendo la serenidad conseguida.
2. Lectio (15 min.)
2.1 Composición del lugar (5 min.)
Se invita a imaginar la escena del pasaje evangélico. El monitor puede leer
serenamente la siguiente guía, permitiendo que todos imaginen la escena.
Imagina la escena de la última cena de Jesús con los doce apóstoles. Una
habitación sencilla, donde se ha preparado la cena de pascua. Tal vez una
mesa, no como las de nosotros, con sillas y a la medida de nuestra altura, sino
casi al ras del piso. En lugar de sillas, unos tapetes donde están sentados
Jesús y los apóstoles. La luz la dan unas cuantas velas, imagina los colores de
la luz en esa noche, con sus rayos temblando y reflejando las sombras en las
paredes. En la mesa están las hierbas amargas, algunos panes y vasos con
vino, en la mesa no hay platos con el cordero.
Imagina a Jesús hablando a los apóstoles, les está hablando desde su
corazón sobre la vida en el Espíritu, la entrega de su vida por todos, la
fortaleza que los apóstoles han de tener para vivir la cruz y disponerse a ser
resucitados. Tal vez los apóstoles reaccionaron con miedo ante la
profundidad de las palabras de Jesús; un sentimiento que traían desde que el
Señor les había anunciado su muerte y resurrección. Jesús mira sus rostros
entre la luz de las velas y los invita a la paz y a la fortaleza de la fe.
Escuchemos cómo San Juan narra con sencillez la invitación de Jesús.
2.2 Lectura Jn. 14,1-6 (10 min.)
En el mismo ambiente de silencio, se lee pausadamente la cita del Evangelio
de San Juan. El monitor lee cinco veces la cita, dejando unos 15 seg. de
silencio entre cada una de las lecturas.
“En aquel tiempo, 1 dijo Jesús a sus discípulos: - No se turbe su
corazón: creen en Dios, crean también en mí. 2 En la casa de mi
Padre hay muchas mansiones; si no se lo habría dicho, porque voy
a prepararles un lugar. 3 Y cuando haya ido y les haya preparado
un lugar, volveré y los tomaré conmigo, para que donde esté yo,
estén también ustedes. 4Y a donde yo voy, saben el camino.5 Le
dice Tomás: Señor no sabemos a dónde vas ¿cómo podemos saber
el camino?6 Le dice Jesús: “Yo soy el camino, la verdad y la vida.
Nadie va al Padre si no es por mi”
Luego se invita a que cada uno repita interiormente la cita: “No se turbe su
corazón: creen en Dios, crean también en mí. Yo soy el camino, la verdad y la
vida” cinco veces más, con 15 seg. de silencio entre cada repetición; para
facilitar la repetición, el monitor da entrada diciendo solamente: “No se
turbe su corazón…”
Al terminar la Lectio, se invita a todos a hacer una respiración profunda y, al
exhalar, se abre los ojos para realizar la Meditatio.
3. Meditatio (15 min.)
3.1 Lectura de la guía de meditación (10 min.)
Se lee la siguiente guía de meditación. Pueden ser varios lectores. Se invita a
todos a subrayar o guardar en la memoria una o dos frases que le llamen la
atención, las cuales le ayudarán en el momento de la Oratio.
Tarde o temprano llega la hora de enfrentar la realidad de la vida; por más
esfuerzos que el ser humano realice para no salir de las comodidades, la
limitación humana y el pecado de los hombres hacen estragos y somos
llevados a enfrentar realidades que no queríamos enfrentar o que
pensábamos que nunca enfrentaríamos. Unos son secuestrados física o
psicológicamente, la violencia ha evolucionado hacia formas cada vez más
crueles; otros son ultrajados en su dignidad de formas menos visibles, pero
igualmente violentas; alguien fue robado, otro fue amenazado; él perdió el
trabajo, ella no sabe qué hacer con sus hijos… Los encargados de llevar el
orden social no saben qué hacer, más bien parecen asustados ante la vanidad
de la vida que manifiestan muchos hombres en nuestra sociedad y las
consecuencias de esta vanidad de vanidades. La sociedad parece impotente,
nos echamos la culpa unos a otros, el pueblo sufre. En medio de la confusión,
hay algunos que dicen que “no sólo hay que ver lo malo, sino valorar también lo
bueno de la sociedad”, pero cuando dicen “lo bueno” al parecer no se refieren
al “Bien”, sino más bien a lo que nos ayude a olvidarnos del mal, aunque sea un
poco.
¿Existe aún esperanza en esta sociedad? Parece que la esperanza de muchos
es sólo que no nos vaya a tocar uno de estos males sociales, pero no aparece
claramente la aspiración a formar un pueblo más unido y más humano, mucho
menos más creyente y más cristiano. Parece que las aspiraciones de nosotros,
los creyentes, son sólo a llegar a pactos sociales de no agredirnos unos a
otros. Indudablemente vivimos una hora de oscuridad. Vivimos las
consecuencias de una sociedad que no comprende qué es el ser humano, que
piensa que el mal viene de fuera del hombre; una sociedad que dejó el camino
de la verdad, del bien y la justicia; dejó de pensar y dejó de actuar. Pareciera
escuchar el murmullo de la oración del resto fiel: “Levanto los ojos a los
montes ¿de dónde me vendrá el auxilio?” (Sal 120); “Ah, si rompieses los
cielos y descendieces, ante tu faz los montes se derretirían” (Is 64,19b).
No podemos sucumbir ante lo difícil de la vida, necesitamos el don de la
magnanimidad: la fortaleza para enfrentar problemas grandes. Un don que
sólo el Espíritu Santo puede darnos. El Señor Jesús nos invita a tomar la
cruz: cuando el ser humano renuncia a dejar pasar las cosas y decide
enfrentar con fe las situaciones difíciles, brilla la esperanza. Se trata de
vivir la vida con los pies en la tierra, observando, orando y, con prudencia,
actuar adecuadamente. El corazón humano ha de reconocer que necesita ser
sanado. El enemigo está en casa, dentro de nosotros, y desata un conflicto
interior: ¿tomo el camino del bien o el camino del mal? Jesús es el Hijo de
Dios Padre, sólo la fe en Él puede brindar esperanza verdadera de vencer la
hora de oscuridad que vivimos y proyectarnos a la restauración de la
humanidad que hemos perdido y abrirnos al amor de Dios, verdadero camino
de plenitud, restaurando no lo de afuera, sino el interior, el corazón del
hombre.
Cristo es quien puede restaurar al pueblo, es necesario renovar nuestra fe en
Él. Jesús invita a los apóstoles a conservar el corazón encendido: la paz; si los
apóstoles se dejan doblegar, el corazón se inunda de tristeza y se apaga. El
corazón se mantiene encendido sólo cuando escucha la Palabra y cree en ella.
Jesús nos hace ver que la fe en Dios se nutre de la fe en la palabra. No es
sencillo, la pregunta de Tomás deja entrever la dificultad del ser humano,
incluso en quienes han conocido de cerca al Señor, para aceptar tomar un
camino que, a lo lejos, se presenta exigente, incómodo y riesgoso. En el monte
Tabor, en la transfiguración, Jesús platica con Moisés y Elías acerca de la
voluntad del Padre que quiere restaurar la humanidad. Platican del hecho de
tener que “entregar la vida”, tomando la cruz. ¿Quién habla hoy de entregar
la vida?¿De renunciar a sí mismo para ser restaurado por Dios y ayudar al
pueblo? Tener la voluntad de hacerlo y la fortaleza para realizarlo son cosas
que vienen sólo de Dios, y son cosas que se dialogan sólo encontrándose con
Él, esto es la oración: platicar acerca de cómo entregar la vida. Es la
invitación que Jesús hace a los discípulos: subir al monte para orar al Padre y
libremente decidir si se acepta su voluntad. La fe que nace de la oración es la
luz que nos indica el camino.
Cristo enseña a los discípulos que deben estar seguros de su fe en Él para
poder seguir en el camino de Dios Padre; Cristo les hizo ver que el ser
humano tiene un destino, una casa de amor pleno, pero llegar a ella es
necesaria una fe segura, pues se trata de exponerse a la envidia, al odio, a la
traición humana, a la calumnia, a la incomprensión, a la impotencia, a las
espinas, a las burlas, a los azotes, al peso de la vida, a la crucifixión y a la
muerte. Este es el camino de la cruz, era lo que Cristo dialogaba con Moisés y
Elías en la cima del monte Tabor. Pedro, en su segunda carta, recuerda ese
día de la transfiguración: “Este es mi Hijo muy amado, en quien me complazco.
Nosotros mismos escuchamos esa voz venida del cielo”. Pedro, Santiago y
Juan no entendieron mucho, pero su corazón quedó prendado de la fortaleza
de Cristo, cuando decidió hacer suyo este camino de restauración de la
humanidad. Pedro dice que ese día fue para ellos el día en que la oscuridad
empezó a disiparse y nos invita a creer en Cristo: “hasta que despunte el día
y se levante en vuestros corazones el lucero de la mañana” (2Pe 1,17-19)
En esta hora de oscuridad que vivimos, se hace presente el rostro
resplandeciente de Cristo invitándonos a retomar la esperanza sin
ingenuidades. El enemigo que enfrentamos no es el hombre en su bondad, sino
el espíritu del mal que lo seduce. Este enemigo no se mete en la cárcel, sólo
se combate por la fe en Cristo que se convierte en acción cristiana, a base de
oración y mucho ayuno. El tiempo cuaresmal es tiempo de reconocer las
tentaciones que el mal propone dentro de nuestro corazón y cómo, a veces,
decidimos por el mal; de orar con serenidad dejando que la presencia de
Cristo nos fortalezca; de esforzarnos por recuperar el respeto por el
hermano para recuperar la confianza; de aprender a ser “prudentes como las
serpientes y mansos como las palomas” (Mt 10,16). Cristo nos está invitando a
ser pescadores de hombres, a apoyarlo en su misión de restaurar la
humanidad. La fe en Él nos lleva a preguntarnos ¿podrá nuestra sociedad ser
restaurada?
3.2 Breve collatio (5 min.)
Se invita a que algunos de los orantes expresen en voz alta, de manera
concreta, alguna de las frases que le llamó la atención de la guía de
meditación.
4. Oratio (7 min.)
Se trata de platicar con Jesús, como quien nos ama. Se invita a los orantes a
orar a partir de la Lectio y la Meditatio, el monitor puede exhortar a los
orantes con éstas u otras palabras parecidas:
Ahora somos invitados a orar al Señor a partir de la Lectio y la Meditatio.
Respondamos a la pregunta ¿Qué decimos nosotros al Señor como respuesta
a su palabra? Se trata de comentar con Jesús la palabra que hemos
escuchado de parte de él, agradeciendo, intercediendo por alguien, pidiendo
los bienes espirituales que necesitamos o alabándolo en nuestro interior, en
un ambiente de silencio sagrado.
5. Contemplatio (10 min.)
En la contemplación se nos invita a responder a la pregunta ¿Qué conversión
de la mente, del corazón y de la vida nos pide el Señor? El monitor puede
exhortar a los orantes con estas palabras:
5.1 Propósito individual (5 min.)
Primero es necesario considerar nuestra mente y nuestro corazón y
encontrar los pensamientos y actitudes que es necesario corregir o
fortalecer y las acciones que hemos de considerar. A partir de la Palabra del
Señor ¿qué promesa le haces al Señor acerca de ti?
5.2 Compromiso (5 min.)
Luego del propósito individual llegamos a la relación con los demás. Ahora
consideramos las actitudes y acciones con el prójimo ¿qué acción a favor de
los demás te comprometes a realizar, a partir de la Palabra del Señor?
6. Actio (3 min.)
El monitor invita a los orantes a realizar la oración final. Es necesario ayudar
a los orantes a retornar serenamente a la acción. Puede seguir esta guía:
Respira serenamente. Llega el momento de regresar a la vida a dar testimonio
del amor de Dios. Tratemos de llevar el corazón sereno y encendido a
nuestros hogares; no olvides el propósito individual y el compromiso que has
hecho a Jesús. Haremos una respiración profunda, al exhalar abriremos
nuestros ojos para dar gracias a Dios todos juntos. Permanece sentado con
serenidad. Terminaremos nuestra Lectio divina ofreciendo al Señor un salmo.
Después del salmo:
V. Bendigamos al Señor
R. Demos gracias a Dios.