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VENEZUELA: UNA ECONOMÍA INUNDADA. Al igual que ocurriera el año pasado con Centroamérica, Venezuela está siendo socorrida por la generosidad y el cariño de numerosos pueblos, muy especialmente por el Canario. Desde hace varias décadas vivimos hermanados desde el corazón con el destino de un país que en otro tiempo fue la promesa de un futuro mejor, promesa sobradamente cumplida para los nuestros que quedaron y para los que regresaron. No obstante, si bien es cierto que la aportación, en cuanto a volumen de ayuda ha sido y continuará siendo considerable, ésta no garantizará por si sola, unas condiciones de vida dignas y duraderas para los damnificados. Ciertamente, antes de lo sucedido estas navidades, ya existía en Venezuela una dramática inundación; compartida durante décadas con otras muchas regiones Latinoaméricanas y del Sur de nuestro planeta. Posiblemente uno de los países más ricos del mundo en cuanto a recursos naturales, encuentra anegada su economía, entre otras razones, por el peso desproporcionado de la Deuda Externa. Venezuela y Colombia, ocupan el cuarto lugar entre los países más endeudados de Sudamérica, después de Brasil, Argentina y México. Este sobreendeudamiento con gobiernos y entidades financieras del Norte enriquecido, le obliga a destinar anualmente por encima del 40 % de su riqueza al pago puntual de los intereses que genera su deuda, es decir, mucho más de lo que se destina a educación, sanidad, y prestaciones sociales conjuntamente. Ante este hecho el Estado venezolano encuentra serias limitaciones para sanear sus arcas y proporcionar mejoras en el desarrollo humano y en las condiciones de vida de sus ciudadanos. A escala mundial y solo en concepto de servicio de la deuda, los países acreedores reciben anualmente de los llamados países del tercer mundo entre cuatro y seis veces más de lo que éstos destinan a Ayuda Oficial al Desarrollo ( ayuda de emergencia, proyectos de desarrollo, etc.). Por tanto, cabría preguntarse quíen financia a quíen en el proceso de desarrollo. Algunas de las razones por las que Venezuela ha llegado a esta situación son de sobra conocidas, sobre todo las de orden interno: el clima de corrupción e irresponsabilidad política que ha reinado en las últimas décadas ha propiciado el enriquecimiento de unos pocos ( recordemos las grandes fortunas amasadas por Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez, etc. ) y el abandono y el empobrecimiento de la mayoría. La mala gestión derivada de tal situación, llevó a despilfarrar gran parte de los créditos solicitados en cuestiones de segundo orden ( armas y equipos militares, grandes infraestructuras, financiación de capitales fugados, etc.) que no suponían un beneficio directo para la población, en cambio, ahora son los ciudadanos los que más sufren las consecuencias de tal despilfarro. Pero en todo este panorama existen agentes externos igualmente responsables del establecimiento y la perpetuación del problema de la deuda en Venezuela. La banca internacional, en periodos de exceso de liquidez (década de los 70 fundamentalmente) ofrecieron y aún obligaron, directa o indirectamente a los países subdesarrollados a aceptar préstamos, muchos de los cuales ni siquiera eran indispensables; el objetivo último era encontrar una vía para rentabilizar el capital financiero. Por su parte, los gobiernos acreedores, con EEUU a la cabeza, entraron en juego en los momentos de crisis y recesión económica, imponiendo medidas arbitrarias y abusivas a sus deudores. Así, en los años 80 los tipos de interés variable de los créditos subieron desde un 4 o 5% hasta niveles que llegaron a superar el 20%. Más tarde, el protagonismo y la responsabilidad en el problema de la Deuda es compartida también por los organismos internacionales como el Banco Mundial, El FMI y el BID. Dichos organismos impusieron programas de estabilización y de ajuste encaminados a garantizar sobre todo, el que las economías deudoras continuaran lo suficientemente vivas como para que hicieran frente al pago puntual de los intereses, sin importar las consecuencias sociales que ello ocasionara. Como hemos visto, la participación de la metereorología en la actual situación socio-económica de Venezuela es muy pequeña en comparación con los efectos devastadores que la Deuda Externa ha generado durante más de 30 años. Actualmente existe un frente común de protesta que aglutina 53 campañas en todo el mundo con el objetivo común de acabar, de una vez por todas, con el yugo que supone la Deuda Externa para las poblaciones empobrecidas del Sur. Tenerife y Gran Canaria se han sumado a esta iniciativa constituyendo la Plataforma por la Anulación de la Deuda Externa, desde donde se pretende sensibilizar y movilizar a la población canaria para dar respuesta a esta problemática desde nuestra Comunidad Autónoma. En los próximos meses, con motivo de las elecciones generales, está prevista la realización de una Consulta Social, en la que los ciudadanos y ciudadanas puedan expresar votando, su opinión sobre el problema de la Deuda Externa que muchos países tienen contraída con el Estado español (un total de 1´6 billones de pesetas). Esta es otra manera significativa de solidarizarnos, en este caso, con las necesidades reales de nuestros hermanos y hermanas de Venezuela, y de poder unirnos a un clamor que cada vez se extiende más en todo el mundo: “Deuda Externa, ¡Basta Ya!”.