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LA SEMILLA
Por: José Roberto Acosta.
CESTA Amigos de la Tierra.
De una semilla nace una planta. De una planta nace un campo. De un campo se nutre una
comunidad. Una semilla lo cambia todo. Lindo pensamiento que resume el valor de una semilla, o
mejor dicho lo invaluable que puede ser, parece mentira que ha sido tomado del portal eléctrónico
de Monsanto, la empresa comercializadora de semillas más grande del planeta. Monsanto controla
la quinta parte (20%) del mercado mundial de semillas comerciales y junto con las trasnacionales
Dupont y Syngenta controlan el 39% del mercado, con ganancias superiores a los 9,000 millones de
dólares al año.
Obviamente estas empresas conocen lo estratégico que resulta asegurar el control de las semillas,
porque semilla significa producción agrícola y producción equivale a alimentos. No existe nada más
desfavorable para un pueblo que depender de otros para su alimentación, y más aún de una empresa
privada, el que controla los alimentos controla todo lo demás, la historia nos ha enzeñado que los
imperios han sido imperios porque entre otras cosas siempre tuvieron comida disponible para su
gente y para los pueblos vecinos. Una gran hambruna asolaba todo el mundo, como el hambre se
hacía sentir más y más, de todos los países venían a Egipto a comprar trigo (Génesis, 41, 57), las
palabras de la biblia son reveladoras en este sentido.
En los tiempos actuales támbien es palpable la amenaza
de una hambruna, La Organización de las Naciones
Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO),
ya lo advirtió, el precio de los alimentos continuará
incrementandose por los próximos diez años, de
continuar esta situación más de 500 millones de
personas pueden sufrir una hambruna como nunca se
ha visto, han expresado sus funcionarios. De hecho en
países como Haití y Egipto, la gente ha comenzado a
saquear los establecimientos comerciales a causa de la
desesperación que provoca el hambre.
También en El Salvador se están evidenciando signos
de esta crisis alimentaría, Productos que son
fundamentales en la dieta de los salvadoreños como el
maíz, aumentó en más de un 20%, mientras que el
fríjol en más de un 80%. El alza del maíz ha hecho que
encarezcan las tortillas, los huevos y la carne de pollo, porque el maíz es un insumo para que estos
se produzcan. El pan es otro alimento básico que también ha aumentado de sobremanera.
La reacción del gobierno frente a esta realidad es timida e irresponsable, el Ministro de Agricultura,
ha pretendido matizar la crisis “profetizando” que estamos frente a una gran oportunidad para
nuestros agricultores porque al fin podrán obtener buenos precios por sus cosechas; se le olvida al
flamante Ministro, o se hace el olvidado, que los pequeños productores se ven obligados a vender la
producción a intermediarios (Coyotes) a precios muy inferiores en relación a los que pagamos los
consumidores, además se le olvida que los insumos han aumentado en mayor proporción al precio
de los alimentos, un saco de fertilizante formula 16-20-0, ha pasado de costar $ 26 en el 2006 a $ 54
en abril de 2008.
Lo que se debe reconocer es que los funcionarios del actual gobierno, han admitido su
equivocación al optar por convertir al país en una maquila gigante y descuidar la agricultura. “NOS
EQUIVOCAMOS”, expresó recientemente el Ministro de Agricultura; por supuesto que se
equivocaron y siguen equivocandose al pretender aprobar una malisiosa Ley de Arrendamiendo de
Tierras, para romper la barrera de las 245 héctareas que la constitución establece como porción
maxima de tierra en manos de una sola persona, y de esta forma concentrar aún más la tierra o con
la perversa idea de reformar el ártículo 30 de la Ley de Semillas, que prohibe la comercialización y
el uso de semillas transgénicas.
¿Cuántas veces se ha planteado la necesidad de asegurar el alimento y la soberanía alimentaría? y
¿Cuántas veces hemos criticado que no hay autosuficiencia, que el mayor porcentaje de los
alimentos que comemos viene de fuera? A estas interrogantes constantes que hacemos los
ecologistas y otros grupos sociales, se ha respondido acusandonos de antisistema, de opositores al
progreso y de fatalistas, entre otros calificativos. Siempre se ha dicho que si hay dinero los
alimentos se pueden comprar y que es más barato traerlos de fuera que producirlos aquí; hoy la
realidad está demostrando que no es cierto, que los alimentos escasean y los precios se incrementan,
algunos tienen dinero para comprar pero quien produce el alimento es quien tiene el sarten por el
mango y tiene la opción de verderle a quien pague más.
Por eso ahora el tema de los alimentos adquiere un sentido político de mayor peso, porque hoy más
que nunca será la forma de dominación y dependencia de unos pueblos hacia otros y la tendencia
parece indicar que El Salvador será un pueblo dependiente, a menos que se diseñen e implementen
políticas orientadas a reactivar la capacidad productiva del agro y a recuperar la mistica de trabajo
de los agricultores, bastante diesmada por el impacto de las remesas y por los altos precios de los
insumos.
Una sola medida concreta está adoptando el Ministerio de Agricultura, regalar semillas
“mejoradas”, no sería extraño suponer que ARENA la utilizará como artículo promocional de su
campaña electoral y que los agricultores beneficiados serán los más cercanos a los Concejos
Municipales Areneros; esta visión de la realidad está muy pero muy lejos de aportar soluciones al
problema de los alimentos, es necesario dejar a un lado los discursos de teatro y llevar a la práctica
propuestas que vayan orientadas a transformar el modelo productivo actual, donde la seguridad
alimentaría del pueblo, que es la base de la soberanía nacional, sea el eje principal de cualquier
acción.
Para transformar el modelo productivo es fundamental el acceso a la tierra, al agua y a las semillas,
pero no a las semillas hibridas que produce y vende Monsanto, que contaminan los campos,
provocan dependencia y profundizan la pobreza, si no a las verdaderas semillas, a nuestras
semillas, las semillas de múltiples formas, tamaños y colores que por siglos han seleccionado y
mejorado nuestros antepasados. Las trasnacionales agrícolas y los funcionarios gubernamentales a
su disposición tienden a desacreditarlas asegurando que los indices de producción son bajos y por lo
tanto es baja su rentabilidad; sin embargo, la razón de fondo es el miedo, saben que el uso y
conservación de estas semillas les da poder a los agricultores y amenaza sus intereses económicos y
de dominación política, porque son más que semillas, son la esencia de nuestra cultura, son la fuerza
que está inspirando la lucha de muchos pueblos y también son el camino para la sobrevivencia.
No son en vano las palabras de Jesús cuando dijo: La semilla que cayó en buena tierra es aquel que
oye (o lee) la palabra y la comprende. Este ciertamente dará fruto y producirá cien, setenta o
treinta veces más.