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La inserción laboral de las diplomadas y diplomados en Educación Social por la Universidad de Girona (periodo 1996-2005) Autoras: Montse Castro, Judit Fullana i Montse Tesouro. Departamento de Pedagogía, Universidad de Girona. [email protected], [email protected],[email protected] Tfno. 972 41 82 53 Resumen justificativo de la relevancia de la comunicación para el Congreso El estudio que se presenta ofrece la descripción de los itinerarios de inserción de los diplomados y diplomadas en Educación Social por la Universidad de Gerona y está motivado por el hecho de que en el año 2005 salió la 10.ª promoción de estudiantes de estos estudios. También permite conocer el grado de satisfacción de los educadores sociales con respecto a su situación laboral, así como a la valoración que realizan de la formación recibida, en cuanto a las tareas y funciones que desarrollan en su puesto de trabajo y su preparación ante las nuevas necesidades y demandas de la sociedad a la educación social. Tal como plantea a Rodríguez Espinar (2003:12), el hecho de que la formación recibida sea pertinente y responda a las funciones y tareas que se exigen en el puesto de trabajo es un indicador claro de la calidad de una institución universitaria, factor muy importante ante los nuevos títulos de grado. Objetivos del estudio A continuación se presentan todos los objetivos del estudio: 1. Obtener información sobre los itinerarios de inserción de los diplomados y diplomadas en Educación Social por la UdG durante el periodo 1993-2005. 2. Obtener información sobre la dinámica específica del mercado de trabajo y de la evolución de los principales sectores de ocupación de los educadores y las educadoras sociales en el contexto territorial de incidencia de la UdG. 3. Tomar las decisiones que ayuden a mejorar la calidad de los estudios ES-UdG y a facilitar la inserción laboral de los diplomados y diplomadas. 4. Emprender las acciones facilitadoras de la inserción laboral de los diplomados y diplomadas en Educación Social. 1 Creemos que la información obtenida nos permitirá en un futuro próximo no sólo incidir en la formación inicial de los estudiantes a fin de que puedan acceder a ella y participar en la misma desde una perspectiva constructiva y crítica, sino también emprender acciones de formación que den respuesta a las necesidades de actualización y de formación de los diplomados de ES. De este modo podremos incidir positivamente en la inserción laboral del colectivo de diplomados y diplomadas en Educación Social y fortalecer la relación entre la universidad y los diferentes actores del mercado laboral. La comunicación que presentamos se centra en exponer la metodología y los resultados relacionados con el primero de estos objetivos, el que hace referencia a la obtención de información sobre los itinerarios de inserción de los diplomados y diplomadas en ES durante el periodo 1993-2005 y que tiene los siguientes objetivos específicos: 1.1. Conocer las características que determinan los principales itinerarios de inserción seguidos por los diplomados y diplomadas (encargos laborales, sectores, condiciones laborales, tiempo que han tardado en encontrar un trabajo estable, movilidad laboral, calidad de la inserción, factores de contratación, contexto de la inserción). 1.2. Conocer la valoración que realizan los diplomados de su itinerario de inserción y de su ocupación actual. 1.3. Conocer la opinión de los diplomados sobre la relación entre la formación recibida (conocimientos, aptitudes y habilidades) y las tareas profesionales que están desarrollando en su ocupación laboral. 1.4. Obtener información sobre la satisfacción mostrada por los diplomados sobre su itinerario de inserción laboral y su ocupación actual. Metodología Se ha realizado un estudio descriptivo a fin de aproximarnos a las principales características relacionadas con los itinerarios de inserción laboral de los diplomados y diplomadas en Educación Social por la UdG. Se elaboró un cuestionario dirigido a todos los diplomados y diplomadas en Educación Social por la Universidad de Girona en el periodo estudiado para obtener información sobre el primer objetivo, y, por lo tanto, contempla los objetivos 1.1, 1.2, 1.3 y 1.4. El cuestionario diseñado se divide en cuatro bloques: 2 o El bloque A recopila datos personales y académicos, así como la actividad predominante durante los dos últimos años de la carrera y el lugar de realización del prácticum. o El bloque B trata del proceso de inserción laboral seguido desde la finalización de los estudios de Educación Social hasta llegar al trabajo que se desarrolla actualmente. o El bloque C trata del empleo actual de los titulados, con la finalidad de obtener información sobre el trabajo que realizan actualmente y su relación con la educación social. o El bloque D hace referencia a las variables formativas. Interesa especialmente la valoración que realizan los diplomados de la formación recibida. El cuestionario, junto con una carta explicativa con las instrucciones pertinentes, se envió por correo postal durante el mes de febrero de 2005 a los 350 diplomados y diplomadas en Educación Social por la UdG. Se recogieron 113 cuestionarios, que fueron analizados entre junio y noviembre de 2005. Durante el primer trimestre de 2006 se acabaron de redactar algunos resultados. Resultados En este apartado presentamos los resultados obtenidos a partir del análisis estadístico, agrupados en los 4 bloques que hemos comentado en el apartado anterior: Bloque A: Datos personales y académicos Se trata de unos estudios eminentemente seguidos por mujeres (85 %). La mayoría de los encuestados, más de un 70 %, tienen entre 25 y 35 años. Con respecto al lugar de residencia, casi un 30 % de los diplomados en Educación Social residen en la comarca del Gironès. Este hecho puede estar vinculado a la mayor cantidad de servicios que se pueden encontrar en la zona. La vía principal de entrada en los estudios es la de las pruebas de acceso a la universidad, situación que encontramos en un 61,3 % de los casos estudiados. En cuanto al tiempo que los diplomados y diplomadas en ES tardan en acabar la carrera, vemos que sólo una ligera mayoría (54,4 %) ha seguido la temporalidad marcada (tres años) para finalizarla. En la mayor parte de los casos, la utilización de más años obedece a la presentación del trabajo de prácticum (asignatura obligatoria que consiste en elaborar un trabajo individual que realice una aportación a la educación social). Con respecto a la compaginación estudios-trabajo, un 88,5 % de las personas combinaban sus estudios con algún trabajo (sólo un 12 % de los encuestados afirman que se dedicaron a 3 estudiar a tiempo completo). De las 43 personas que compaginaron los estudios con un trabajo a tiempo parcial o a tiempo completo, un 63 % cree que su trabajo tenía mucha o bastante relación con los estudios. Una posible explicación a este hecho es que es un campo en el que se pueden encontrar con facilidad trabajos esporádicos o a tiempo parcial. El deseo de los estudiantes de tener un contacto directo con los espacios de intervención de la educación social —además de las necesidades económicas— es una posible causa de esta situación. Una cuestión que desde la formación valoramos negativamente es el hecho de que el mercado laboral percibe que la educación social es un sector que no necesita un elevado nivel de especialización, cuando menos en determinados puestos de trabajo. Por este motivo se contrata a estudiantes para realizar trabajos de educador, a pesar de haber finalizado la formación inicial. Aunque la diversidad de categorías profesionales permite el mantenimiento de figuras profesionales distintas a la del educador y, por lo tanto, que los todavía no diplomados puedan trabajar en diferentes espacios con contratos diversos, pensamos que los procedimientos habituales de subcontratación dominantes en los servicios sociales y, en definitiva, el poco reconocimiento profesional del educador social favorecen esta situación, que contribuye todavía más a la precarización de los profesionales del ámbito educativo. También observamos la tendencia a cursar otros estudios universitarios: un 71,68 % de los alumnos que han contestado el cuestionario o bien han realizado otros estudios universitarios o bien los están realizando. Pueden existir distintas lecturas de este hecho: es posible que esta situación se produzca por la valoración real de la necesidad de formación permanente relacionada con el ejercicio de las tareas educativas; o bien los estudiantes valoran que la diplomatura les es insuficiente como formación para trabajar en el campo social, por lo cual creen necesario continuar formándose. Las licenciaturas que se escogen mayoritariamente son la de Psicopedagogía y la de Pedagogía, posiblemente por su afinidad con el campo social y también por el hecho de poder cursarse en la propia Universidad de Girona. Bloc B: El proceso de inserción y el itinerario laboral seguido desde la finalización de los estudios hasta llegar al trabajo actual. Con respecto al tiempo que los estudiantes tardan en encontrar el primer trabajo — relacionado con la ES—, no ha aumentado a lo largo de los 10 años estudiados. Tal como ya se ha comentado, la mayoría de los encuestados trabajaban antes de acabar la carrera. Un 42 % de los diplomados encontraron trabajo una vez acabada la carrera. De éstos, un 67 % 4 encuentran trabajo antes de medio año, un 24 % tardan entre 6 meses y un año, un 6,5 % tardan entre 1 y 2 años y un 2 % tardan más de dos años. Estos datos nos aportan información sobre el potencial ocupacional del sector de la educación social y nos permiten apuntar la hipótesis de que el sector no está saturado. Creemos que es importante, ya que en algún momento algunos sectores habían planteado el peligro de que alguno de los ámbitos de intervención se saturaran a corto o medio plazo. De momento, esta situación no se ha producido, y no tenemos datos que apunten hacia un cambio de tendencia. El campo de la educación social es muy amplio y constituye actualmente un yacimiento de ocupación que permite ir colocando profesionales, incluso estudiantes que todavía no tienen el título. Podemos realizar una lectura positiva de este hecho en el sentido de que es un sector donde realmente hay trabajo y las necesidades socioeducativas hacen que sea necesario contratar a gente para cubrir una demanda mayor. Si revisamos los ámbitos en los que mayoritariamente los ES encuentran el primer trabajo, son los relacionados con infancia y juventud (27 %) y la atención a personas con discapacidad (23 %). También son los ámbitos en los que los estudiantes de Educación Social encuentran trabajo con más facilidad antes de finalizar los estudios. Con respecto al acceso al primer trabajo o al trabajo actual, encontramos dos vías de acceso muy importantes: a) El prácticum. Un 23 % de los estudiantes accedieron al primer trabajo en el mismo lugar donde habían realizado el prácticum. Seguramente las características específicas (duración, intensidad, seguimiento) del prácticum de nuestra universidad contribuyen a ello. Es un dato que hay que tener en cuenta, ya que al parecer la realización de un prácticum intensivo y de una duración de cuatro meses favorece la inserción laboral. b) Otra vía de acceso importante al primer trabajo son los contactos personales y familiares (35,4 %). El acceso por oposición o concurso público prácticamente sólo se produce para acceder a los servicios sociales de atención primaria y a ciertas plazas de los departamentos de Justicia y Bienestar y Familia (sólo corresponde a un 4,4 %), es decir, a plazas de la Administración pública. Paradójicamente, los servicios sociales en nuestro país se ofrecen cada vez más desde entidades privadas, en vez de hacerlo, como en esencia se tendrían que ofrecer, desde el sector público. Este hecho condiciona no sólo el acceso de los profesionales, sino también las propias condiciones laborales. 5 Por otra parte, hay que destacar que el horario laboral del primer trabajo a menudo no es de jornada completa, sino a tiempo parcial (43 %), incluso una vez finalizada la carrera, ya que sólo un 35 % realizan trabajos de jornada completa. Eso indica claramente una precariedad laboral. Una posible consecuencia de este hecho es la gran movilidad laboral de los educadores, una vez han finalizado los estudios. También podemos afirmar que la gran mayoría de los trabajos obtenidos (un 60 %) tienen relación con el ámbito de la educación social. Podemos observar que, si bien el sector de la educación social, que es un sector muy amplio y heterogéneo, ofrece posibilidades de encontrar trabajo, éstas son muchas veces a tiempo parcial, con lo cual se hace difícil la consolidación de personas en determinados puestos de trabajo y la estabilidad de ciertos equipos. Bloc C: El empleo actual o el último trabajo de los ES y su relación con la educación social La mayor o menor movilidad laboral es un indicador, entre otras cosas, del potencial ocupacional del sector socioeducativo. Un porcentaje importante de las personas que nos han respondido al cuestionario tienen, pues, poca antigüedad en el trabajo (prácticamente el 50 % de las personas que actualmente trabajan en tareas relacionadas con la educación social empezaron este trabajo en el año 2003 o más tarde). Si tomamos en consideración a las personas que trabajan en el mismo empleo desde hace 5 años o más, encontramos en esta situación a 21 personas (23 %). Estos datos ponen de relieve la existencia de una movilidad importante de estos profesionales, seguramente debida a las condiciones laborales. Hay que decir que, por la juventud de estos estudios universitarios, no podemos encontrar educadores con una larga experiencia en un puesto de trabajo, pero sí es cierto que la impresión es que la mayoría de los diplomados se han incorporado en los últimos años a su puesto de trabajo actual, lo cual tiene como consecuencia la falta de estabilidad en los equipos de trabajo. Aunque los equipos de trabajo no están integrados sólo por educadores sociales, sino que existen otros profesionales con diferentes formaciones, hay que apuntar que buena parte de los encargados más claramente de la función educativa se han incorporado mayoritariamente durante los últimos años. Creemos que este hecho tiene consecuencias no sólo para la estabilidad de los equipos de trabajo, sino para la propia calidad de la acción educativa. En cuanto a la relación del trabajo desarrollado con las tareas propias del educador social, el 80,5 % considera que lleva a cabo un trabajo relacionado con la educación social, mientras que el 18 % manifiesta que no. El nivel de estudios requerido sin duda es indicador del reconocimiento de una profesión. En este sentido, encontramos que, de 113 personas, a 34 de 6 ellas no se les ha exigido la titulación de educadores sociales para ocupar el trabajo que están desarrollando en la actualidad. Esta situación demuestra claramente la falta de consolidación de la profesión, relacionada con la percepción dominante, incluso por parte de profesionales del sector, que para desarrollar determinados trabajos no hace falta un alto nivel de especialización, sin mencionar el hecho de que, por descontado, si el nivel contractual no es el de educador diplomado, el contrato es más bajo, y por lo tanto más económico para el servicio. Con respecto a los ámbitos, infancia y juventud, discapacidades y servicios de atención primaria comprenden más de la mitad de los casos (66 %), mientras que la distribución de las demás personas es muy dispersa. Aunque más de la mitad de las personas dicen que están trabajando en el sector público, no todas son funcionarias. Algunas de ellas —la mayoría— trabajan en el sector, pero contratadas directamente por servicios de carácter privado que convienen con la Administración la prestación de servicios sociales. Centrándonos ahora en el sueldo, las respuestas al cuestionario muestran que los educadores sociales tienen sueldos bajos, en general, teniendo en cuenta que poseen un título universitario. El 42 % de las personas que trabajan a jornada completa ganan entre 12.000 y 18.000 € anuales. La tendencia es que en el sector público (sobre todo en atención primaria) los sueldos son más altos que en el privado y en estos momentos, en los dos grandes ámbitos potencialmente empleadores de educadores y educadoras sociales (infancia y atención a personas con discapacidades), la mayoría de los servicios son de tipo privado. Aunque tradicionalmente el ámbito de discapacidades se consideraba el más poco reconocido y menos remunerado, a partir del análisis de los cuestionarios no observamos demasiadas diferencias entre los sueldos percibidos por las personas que trabajan en los dos sectores. Habría que estudiar a fondo el tema para encontrar la causa de esta situación: ¿es que el sector de atención a personas con discapacidades se valora más positivamente, o el de infancia se ha precarizado? ¿O quizás se han producido las dos tendencias a la vez? Es posible que la respuesta vaya en esta última dirección. En relación con el tema de los sueldos de los educadores, y relacionado con el reconocimiento de estos profesionales, hay que cuestionar qué papel otorga la Administración a los servicios sociales especializados en nuestro país. La falta de reconocimiento social no es más que un indicador de la precariedad de los servicios sociales que se ofrecen. No son concebidos como unos verdaderos servicios a los que tiene derecho la población. Son unos servicios marginales entre un conjunto de servicios que son responsabilidad de la Administración; en el fondo, no se entienden realmente como unos 7 servicios a los que tiene derecho la población (como pueden ser los sanitarios o los educativos). Con respecto a las funciones desarrolladas por los educadores y las educadoras sociales, las que les ocupan aproximadamente un 30 % o más del horario laboral son mayoritariamente tareas de atención directa (79,6 %), coordinación de equipos (39 %), funciones relativas a la evaluación (45,1 %) e investigación (5,3 %). La atención directa es, efectivamente, el origen de la profesión. Ahora que la figura profesional ya tiene en estos momentos una cierta historia, habría que esperar que se fuera ampliando conceptualmente hacia otras tareas profesionales que vayan más allá de la atención directa: dirección de servicios, elaboración y gestión de proyectos, evaluación, participación en procesos de investigación, etc. En la medida en que el educador social se implique en procesos de investigación y contribuya a la divulgación de experiencias innovadoras, se mejora cualitativamente y se amplía el conocimiento profesional, mejora necesaria para la consolidación de la figura profesional. Finalmente, al considerar la autovaloración del itinerario laboral, a pesar del escaso reconocimiento profesional, de la precariedad ligada a unas pobres condiciones laborales y de la movilidad de los educadores, éstos perciben que el itinerario seguido ha mejorado tanto con respecto al sueldo como por el interés del trabajo y el reconocimiento profesional percibido. Es posible que esta percepción positiva sea debida al hecho de que las condiciones laborales del primer trabajo eran realmente muy precarias, o bien a unas expectativas no demasiado elevadas derivadas del conocimiento de la situación actual del mercado laboral con respecto al sector social. Otro elemento explicativo puede ser que en general los estudiantes son personas todavía bastante jóvenes y que pueden vivir con sueldos no demasiado altos. A pesar de la valoración positiva del itinerario laboral, 30 personas tienen intención de cambiar de trabajo, sea para conocer otros ámbitos, sea para mejorar su situación actual. Esta situación la encontramos en algunas de las personas que tienen unas condiciones laborales mejores. Por lo tanto, los itinerarios laborales no se configuran sólo por un deseo de mejorar las condiciones laborales, como el sueldo o el horario laboral, sino que también hay aspectos relacionados con la necesidad de cambiar de trabajo para evitar el síndrome de desgaste profesional (burnout), para ampliar el conocimiento de nuevos ámbitos... ¿Podríamos decir que, en general, se percibe que una cierta movilidad es necesaria en el trabajo de los educadores sociales? ¿Por el tipo de trabajo, fundamentalmente de atención directa con personas con diversidad de problemáticas, los educadores, antes de encontrarse con una situación de desgaste profesional, prefieren intentar cambiar de trabajo, aunque éste sea estable y bien pagado? ¿O es que los 8 educadores sociales son personas más inquietas que en otras profesiones? Ciertamente, al trabajar en un ámbito tan diverso, se pueden permitir el lujo de plantearse cambios importantes de sector o ámbito laboral. Éste es un hecho que no es tan habitual en otras profesiones. Bloc D: Valoración de las variables formativas Al preguntar a los entrevistados si escogerían la misma carrera, la gran mayoría (74 %) se muestran contentos de la opción por la que optaron al escoger la carrera de Educación Social. Cuando preguntamos si creen que los conocimientos obtenidos durante los estudios de Educación Social han sido útiles a la hora de desarrollar su tarea profesional en el empleo actual o en el último trabajo, en general (67 %) opinan que los conocimientos recibidos han sido y son útiles en las diferentes tareas que han desarrollado y que desarrollarán. Con respecto a la valoración de los puntos fuertes y débiles de la formación, ninguno de los elementos ha sido valorado como positivo o negativo por más de un 40 % de los encuestados; existe bastante dispersión en la consideración de qué aspectos de la formación han resultado más positivos o más negativos. Sin embargo, podemos destacar como puntos fuertes de la formación, con ciertas reservas, el trabajo en equipo, el prácticum y la relación entre profesorado y estudiantes; y entre los puntos débiles, la dificultad para mantener una relación próxima entre los estudios y la práctica real de la educación social. Algunas ideas para mejorar la vinculación con la práctica podrían ser potenciar las visitas a centros y servicios, a fin de conocer directamente la realidad de los centros y de sus profesionales, intentando integrar directamente estas actividades a la docencia. Esto implica una mejor coordinación del profesorado y de las asignaturas. Otra idea para mejorar esta vinculación sería potenciar el prácticum y la reflexión sobre esta experiencia. En el curso 2005-2006 se han dado pasos en la línea de crear espacios favorecedores de la reflexión a partir de experiencias prácticas, línea en la que hay que insistir. Lo más destacable es que un 30 % de los encuestados consideran que la formación de carácter generalista que ofrecen los estudios de Educación Social en la UdG es una ventaja, mientras que un 27 % consideran esta característica de la formación como un punto débil. Los que lo consideran una ventaja plantean que proporciona unas herramientas transversales que pueden ser de utilidad y aplicables a muchos ámbitos diferentes, que es lo que tiene que proporcionar la universidad, y que la formación más específica se adquiere en el propio puesto de trabajo o haciendo cursos relacionados con el ámbito en el que se trabaja. Los que lo consideran un 9 inconveniente manifiestan que la formación generalista no permite profundizar en ámbitos concretos de intervención de los ES y que se tendrían que tratar con mayor profundidad durante los estudios. En esta línea, una acción posible sería favorecer el trabajo de ámbitos específicos desde las prácticas transversales, que se configuran como un espacio potencial para trabajar determinados contenidos. Otra acción que se podría desarrollar sería potenciar la formación de posgrado o cursos de especialización. En este estudio es percibe en los últimos años una disminución considerable de alumnos que están realizando estudios de posgrado, posiblemente debido a una falta de oferta atractiva para los educadores sociales. En el apartado de sugerencias demandan una especialización de los estudios en diferentes ramas y posiblemente los posgrados podrían ser una buena vía para especializarse en el nuevo contexto de espacio europeo de educación superior. Al revisar la repercusión que han tenido diferentes elementos para realizar su empleo actual o último trabajo, podemos ver la importancia que tiene el trabajo en equipo en el marco de una institución, así como las habilidades y competencias para establecer la relación educativa y la sensibilización por los problemas sociales. En el apartado de sugerencias para la mejora de la formación, muchos apuntan que en los estudios de Educación Social se tendrían que dar herramientas de trabajo concretas y dejarlo en la habilidad personal del propio estudiante. Finalmente, la perspectiva de futuro parece alentadora: los resultados del estudio ponen de manifiesto la existencia de una inserción profesional relativamente aceptable en comparación con otras titulaciones, si bien será importante intentar mejorar algunos de los aspectos que ya hemos comentado mediante la formación en la universidad o por medio del Colegio de Educadoras y Educadores Sociales, e incidir positivamente en la inserción laboral del colectivo de diplomados y diplomadas en educación social fortaleciendo la relación entre la universidad y los diferentes actores del mercado laboral (sindicatos, colegio profesional, sector empresarial, administración ...). Para más información: Cacho, Xavier (1999): “La professió de l’educador/ra social a Catalunya.” En Fullana, Judit (coord.): Els àmbits de treball de l’educador social. Col·lecció E/S. Universitat de Girona. Málaga: Aljibe, pp. 181-190. 10 De la Fuente, Gloria y Reglero, Mercedes (2004). “Factores sociales que condicionan la inserción laboral del educador social”. En Actas del IV Congreso Estatal del/a Educador/a Social. Santiago de Compostela. García Nadal, Alicia (2003): “¿Qué futuro profesional espera al educador social en el marco de las nuevas perspectivas laborales?”. Pedagogía Social. Revista Interuniversitaria, 10, 321345. Gómez, N. (2005). El educador social en el mercado laboral. Recuperadi el 14 de febrero 2006 desde http://www.fice.deusto.es/nuevosalumnos/educacionsocial/dealumnos/laboral/default.asp?lem g=55 Navarro, C. (2000): “El procés d’inserció laboral de l’educador social a Catalunya: entre l’oportunitat i el risc”. RES, 15, 10-31 Rodríguez Espinar (dir.) (2003): Educació superior i treball a Catalunya. Estudi de la inserció laboral dels graduats de les universitats públiques catalanes. Agència per a la Qualitat del Sistema Universitari de Catalunya. Barcelona. Sáez Carreras, Juan (2005): “La profesionalización de los educadores sociales: construcción de un modelo teórico para su estudio”. Revista de Educación, 336, 129-139. 11