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Alvater, Elmar. Obstáculos en la trayectoria del desarrollo. En libro: Los retos de la globalización. Ensayo en homenaje a Theotonio Dos Santos. Francisco López Segrera (ed.). UNESCO, Caracas, Venezuela. 1998. ISBN: 9291430366. Disponible en la World Wide Web: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/unesco/alvater.rtf www.clacso.org RED DE BIBLIOTECAS VIRTUALES DE CIENCIAS SOCIALES DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE, DE LA RED DE CENTROS MIEMBROS DE CLACSO http://www.clacso.org.ar/biblioteca [email protected] O BSTACULOS EN LA TRAYECTORIA DEL DESARROLLO 1 Elmar Alvater No cabe duda de que la gran teoría, mediante la cual se podrían explicar el éxito y el fracaso de los procesos de desarrollo en el mundo, no existe. Pero tampoco cabe duda, de que vale la pena el esfuerzo teórico para comprender las condiciones sociales, económicas, políticas y culturales bajo las cuales se produce la «riqueza de las naciones» a finales del siglo 20. Aunque más de 200 años después de Adam Smith es discutible lo que es la «riqueza» y como se debe medir. ¿Significan los índices de crecimiento del Producto Interno Bruto un incremento en el bienestar popular - ésto ya es cada vez más dudoso por motivos ecológicos -, o deben de ser consultados unos índices complejos como aquél del UNDP que mide «human development» (desarrollo humano)? ¿No tendría posiblemente más sentido, siguiendo la tradición de Friedrich List, fijarnos en las «fuerzas productivas», en la «formación del capital humano» o en los nexos sociales, que son tan significativos para la «competitividad del sistema»? ¿Pero promete tal acercamiento ser exitoso ante las interdependencias globales, si el desarrollo de unos países y regiones depende del desarrollo (o el no-desarrollo) de otros países y regiones? ¿Puede el desarrollo ante tantos factores que lo componen realmente seguir un camino recto? y si se intenta, ¿no podrían surgir «trampas de desarrollo» difíciles de evadir? Para hacer las preguntas correctas, es indispensable tener un conocimiento teórico previo, que sólo se puede adquirir a través de las generalizaciones obtenidas de muchas observaciones. En relación a ésto son importantes asimismo los estudios de casos que tanto gustan ser usados como alternativas para la «Gran Teoría». Pero los estudios de casos comparativos no son interesantes por el caso mismo que estudian, sino sobre todo por las conclusiones posteriores generalizadas en un, como lo denomina Peter Evans, «eclectic messy center» (centro ecléctico desordenado). La gran teoría emerge en un «desorden ecléctico». Quien entonces como neoclásico, keynesiano, marxista, institucionalista osa explicar el mundo, estará equivocado hasta que no se combinen los ingredientes de las diversas acepciones. Un análisis de las relaciones monetarias globales no aportarían mucho hoy en día sin recurrir a Marx o Keynes. Una investigación de los procesos del mercado fracasaría sin categorías neoclásicas e institucionalistas. Funcionamiento y dinámica de los mercados no son descriptibles sin involucrar al dinero en el análisis. Debido a que el dinero recibe su valor, contrario al estándard del oro, a través de la limitación reglamentada e institucionalizada de los recursos económicos, el análisis económico no subsiste sin el estudio de las regulaciones políticas. A más tardar cuando en la economía se trate del mercado laboral y de la organización de los procesos productivos, se involucran las relaciones industriales como condiciones sociales. En el «eclectic messy center» (desorden ecléctico) las teorías económicas, sociológicas y políticas deberán ser combinadas de forma fructífera para elaborar explicaciones plausibles para los procesos de desarrollo específicos. Formación teórica es por tanto, primero un intento de ordenar categóricamente al «eclectic messy center». ¿Cómo podría lucir ese orden, con la intención de mejorar la comprensión del desarrollo y por tanto sugerir conceptos apropiados para la política de desarrollo? Queremos intentar describirlo mediante cuatro categorías: con los conceptos de poder de atracción, coherencia, restricción e interdependencia. El primer concepto se refiere a la «selección» de los caminos de desarrollo, el segundo al esfuerzo de desarrollo local, el tercero a mediatizaciones locales que obligan a una adaptación dolorosa, el cuarto a la pregunta si en ciertas regiones del mundo es posible organizar las potencias de desarrollo sin desatar efectos negativos en otras regiones. PODER DE ATRACCIÓN En el mundo fueron y son discutidos diversos paradigmas acerca de la teoría de desarrollo, pero finalmente sólo uno puede dominar, y lo hará en todas las áreas: en la realidad económica y social, como también en la política y la cultura y en la ideología preponderante y en la teoría. La «super-visión» intenta captar esquemáticamente las dimensiones de los diversos paradigmas de desarrollo. Regímenes de tiempo y dimensiones espaciales no pueden coexistir ni aún en una diversidad multicolor. Ellos «deben ser». Una vez que «son» algunos paradigmas de desarrollo y que por tanto, son superiores en comparación con otros probables, despliegan una «fuerza propagandista» en la sociedad global. Desarrollo es por ende «path dependent» («camino-dependiente»). No es un experimento no-histórico en un laboratorio donde uno pueda combinar exactamente los módulos de la competitividad del sistema. Ninguna sociedad puede escaparse del poder de atracción - hasta aquel momento en que las potencias descubran otras «realidades posibles» (Robert Musil), las llenen de vida y las conviertan en realidad real. Estos son los tiempos de cambios bruscos en las sociedades, de reformas «profundas», de «transformaciones». Pero después de la fase de transición continúa el desarrollo, entonces en un camino distinto al anterior. El criterio del poder de atracción de un modelo de desarrollo en la sociedad es por un lado la posibilidad de satisfacer las necesidades del ser humano. Los modelos de las sociedades materialmente «ricas», son - obviamente - más atractivos que aquellos modelos, bajo cuyos regímenes la gente es menos rica, permanece pobre o hasta empobrece. El hecho de que en este contexto se pueda hablar de «modelos» es una consecuencia de la globalización. Desde que las personas en las regiones más remotas del mundo conocen del estilo de vida de los ricos, el modelo de Hollywood se volvió atractivo mundialmente. La globalización parece ampliar las posibilidades de selección de modelos de desarrollo. En la ciencia social comparativa se habla distintivamente de «Regime Shopping» (compra de regímenes), es decir, se «adquieren» componentes de modelos aparentemente exitosos, para poder combinarlos en un híbrido también exitoso. Los análisis comparativos, para poder identificar las condiciones de la «competitividad del sistema», en la consultoría política siguen el esquema normativo de combinar los ingredientes exitosos a nivel local, para ser mejor que los demás en el mercado mundial. Ignorando así por supuesto el asunto de la camino-dependencia del desarrollo. Por otro lado, el criterio del poder de atracción en el mundo real no está claro. Tras el derrumbe del socialismo real-existente, el modelo dominante de la economía de mercado, de la sociedad pluralista y democrática, en primer lugar no es exitoso en todo el mundo y en segundo lugar, es cuestionable su vigencia si se toma en cuenta el trato (de la sociedad) hacia la naturaleza. La sociedad automovilística perdería inmediatamente su poder de atracción, si todos los 6 millardos de habitantes de la tierra pudieran estar tan motorizados como actualmente los europeos y norteamericanos. Obviamente el poder de atracción no se puede democratizar. Un modelo es atractivo mientras otros sean atraídos por él, porque posiblemente - a pesar de grandes esfuerzos - no lo pueden realizar para sí. Si todos fueran tan altamente formados como actualmente los académicos calificados de los países industrializados, la formación perdería su valor posicional. De ser así ¿la formación del capital humano aún aportaría al desarrollo? … Por supuesto, éste no es un argumento contra la mejora de formación y aprendizaje, sino contra las expectativas simples ante los éxitos de desarrollo basados en una trayectoria atractiva. Por lo tanto, no es solamente el poder de atracción, sino también la coherencia, la cual le otorga al poder de atracción cierta perdurabilidad. COHERENCIA La coherencia sólo puede ser definida sustancialmente en coordenadas de espacio y tiempo. Puede ser producida por un enorme esfuerzo de energía y, tras un corto tiempo histórico, cuando se hayan gastado todas las energías y no puedan reponerse, se diluye en condiciones desordenadas, quizás caóticas, pero en ningún caso coherentes. Dentro del horizonte humano histórico, la corta «bonanza» fordiana (Georgescu-Roegen) del excepcionalmente atractivo modelo de la sociedad «occidental», puede conducir a que todas aquellas energías y sustancias, indispensables no sólo hoy, sino en un futuro, para la elaboración de coherencia, sean consumidas y transformadas en basura no deseada y peligrosa. Lo que se dijo sobre el tiempo, vale para los espacios. Aquí tenemos que hacer una distinción entre espacios físicos por un lado y espacios funcionales por el otro. Los primeros son territorios geográficos con una característica especial (relieve, clima, ecosistemas, tipo de gente, etc.) y con fronteras, que pueden ser delimitadas políticamente y por lo tanto, desplazadas territorialmente. A diferencia de los geográficos, los espacios funcionales se definen por sus «lógicas de acción y función», que son los códigos y restricciones comunicativos: el espacio funcional económico se define por el cálculo de la rentabilidad económica generado por el dinero, que maneja también el uso del trabajo; el espacio funcional político se define por cálculo de poder, mediante el cual se asegura poderío dentro y por encima del espacio. El espacio social es el escenario de articulaciones de intereses, de la gestión de conflictos y la búsqueda de un consenso siempre precario mediante la comunicación. El espacio «medioambiental» es regido por restricciones naturales que se dejan formular en términos de termodinámica: la coherencia se alcanzaría si el incremento de la entropía en un sistema abierto podría mantenerse casi en cero mediante la entrada y salida de energía equitativa. Depende entonces mucho de cómo y dónde se trazan las fronteras del sistema respecto a su medio ambiente. Colocar fronteras para excluir factores que hostigan la coherencia del sistema es una tarea meramente de la política de desarrollo. Se presupone la existencia de un sistema institucional político cuando se habla de fronteras de un sistema social. Cabe destacar que los mayores éxitos de desarrollo de las últimas décadas se registraron en los estados isleños relativamente pequeños y claramente demarcados (Japón, Corea del Sur, Taiwan, etc.) y no en países territorialmente amplios como Brasil; en el siglo pasado bajo otras condiciones ésto fue distinto para los EE.UU. Entonces pertenecía a la coherencia de una sociedad predominantemente agraria, precisamente la amplitud del espacio. En espacios físicos territorialmente pequeños, muchas veces las condiciones coherentes entre los espacios funcionales se pueden crear mejor (¡en ningún caso bajo cada condición histórica!), a diferencia de grandes unidades geográficas, que a menudo se distinguen por su «heterogeneidad estructural», lo cual en la Teoría de la Dependencia fue identificado como un factor que inhibe el desarrollo2. Mientras más pequeño es el espacio físico, más grande es el exterior, al cual se pueden «exportar» elementos «desordenados». En contraste con los espacios geográficos, los espacios funcionales no son «delimitados» sino abiertos, se traspasan e influencian entre sí. Los intereses creados en los mercados financieros internacionales requieren un margen mínimo de ganancia del capital real invertido, que depende de la repartición de beneficios y salarios, de la productividad laboral y de la intensidad del capital y, sobre todo, de aquellos factores que influencian estas variables. Aquí podríamos remitirnos fácilmente a los diversos niveles que determinan la competitividad del sistema. Sólo podemos hablar de coherencia si se logra aumentar la rentabilidad al mismo nivel de los intereses, no sólo en algunos sectores del mercado mundial, sino en la economía total. Esto ya es suficientemente difícil, y por lo tanto, la política de desarrollo en muchos casos consiste en adaptar una parte formal de la economía al mercado mundial, mientras que otros ámbitos de la economía y la sociedad pagan el precio tornándose informales. La creación de coherencia muchas veces se obtiene sólo a cambio de la exclusión del mercado mundial de sectores significativos de la economía y la sociedad. La creación de coherencia funciona mediante la demarcación de fronteras por la política de desarrollo, conllevando sin embargo, unos costos sociales muy elevados. El trabajo también es siempre transformación de la naturaleza. Mientras más alta la productividad a causa del empleo de energía fósil y sistemas adecuados de transformación sustancio-energética, más rápido y mayormente cambia y se degrada el espacio ambiental - y éste es el problema ecológico. Si se tomara en cuenta el «espacio ambiental» cuando se trata de definir la unidad de coherencia, se podría obligar a alcanzar la coherencia mediante la rigidez que nos ofrece el «espacio ambiental». Esto podría tornarse difícil para muchos países altamente industrializados que suministran los combustibles de sus sistemas industriales de las «estaciones de servicio» de los países productores de petróleo y que transportan en exceso sus desechos a la atmósfera. En Alemania, las restricciones del espacio ambiental deberían arraigarse políticamente, el gasto energético debería disminuirse en un 80% hasta 90% en las próximas décadas. Fatalmente el mundo es finito; desgraciadamente es inimaginable que el «Tercer Mundo» recupere un desarrollo que siga la atractiva curva fordiana ejercida y demostrada por los países industrializados de occidente. RESTRICCIONES EXTERNAS DE LA COHERENCIA INTERNA Sólo se puede hablar de coherencia si existe claridad acerca de las restricciones a las cuales son sometidos los sistemas sociales. Los códigos de comunicación no deben ser binarios obligatoriamente, como alega Luinmann, y sobre todo, no se ha determinado que un sistema que debe obedecer restricciones y crear reglas de coherencia, tenga que seguir sólo un código. Ya en las etapas de circulación del capital del sistema económico se exige la necesidad de varios códigos: comprar y vender, pagar y no pagar en el mercado (según Luinmann). Pero el exceso monetario exige tener una forma material (si no, el interés no sería el abombamiento del símbolo dinero). En la producción se trata entonces de la organización material y social de un proceso de reciclaje. Aquí han de regularse polos sociales, que revientan y complican la dimensión binaria del pagar y no pagar. Se trata de darle forma institucional a la relación salario-laboral, de un complejo de factores responsables de la competitividad, también de relaciones ajenas al mercado con relevancia económica, pero que no son comunicables en los códigos monetarios de la economía. Con la obligación de orientarse en la tasa de interés del mercado mundial (bien sea la tasa LIBOR de Londres o la Prime Rate del Wall Street) resulta asimismo la tendencia de asimilar los porcentajes de ganancias en la economía real a un promedio de las sociedades mundiales. Pero ésto es sólo una expresión monetaria para un proceso de varias etapas de asimilación a los modelos «atractivos» de: niveles de productividad, formas de trabajo y salarios, de la creación de un estado social, etc. - y del fracaso de aquellas sociedades en las cuales no se puede alcanzar, por cualesquiera que sean las razones, la exigida asimilación al promedio. La tendencia al ajuste de los porcentajes de ganancias en la sociedad mundial, está asociada a una tendencia de caída, aunque los economistas lo duden por razones más o menos válidas. Sin embargo, ya Marx demostró que los porcentajes de ganancias no pueden caer por mucho tiempo, sino que justamente en épocas de crisis se efectúan aquellos procesos de reestructuración económica y social que introducen una fase de acumulación con incremento en los porcentajes de ganancias 3. La coherencia social local se demuestra en restricciones globales y económicas. Consecuentemente, el desarrollo se determina de forma doble: por las restricciones sociales mundiales y sobre todo por las mediatizaciones económicas y por las condiciones que existen a nivel local, regional o nacional, para formar un sistema coherente. La obediencia ante las restricciones es la expresión de la globalización económica ilimitada, la creación de coherencia sólo resultará si se delinean las fronteras a través de las instituciones políticas. La globalización se conoce mejor que la «glocalización», como combinación contradictoria de la globalización y la localización. Ésta también es la razón por la cual las sugerencias de la política de desarrollo se rigen, por un lado por reglas generales y por otro, deben ser sumamente específicas. Por éso, la muy discutida globalización nunca será completa. Debido a que las empresas o «industrial districts» («sectores industriales») intentan ser mejores que la competencia, aumentan el promedio social de la productividad laboral (y desatan a su vez, una tendencia de caída de los porcentajes de ganancias). Así, la acción conjunta de restricciones y reglas de coherencia se encarga de lograr un desarrollo específicamente encaminado en tiempos y espacios. Por lo tanto, la coherencia dinámica sólo se puede alcanzar en una curva histórica de acción determinada, no en otras. Esto es lo que destaca el atractivo dominante del modelo fordiano (es decir, de la forma de regulación) en comparación con otras formas de organización social, en las cuales no se pudieron ni pueden alcanzar la coherencia dinámica. Nada atractivos son las diversas formas de «fordisme incomplete» (Lipietz, «fordismo incompleto») que fracasaron todos, similar al socialismo real (siendo éste un ejemplo del «fordismo medio»). Mientras que las condiciones coherentes pueden ser creadas en principio por esfuerzos estatales y políticos, las potencias nacionales por lo general no bastan para regular las restricciones. Estas sólo pueden ser influenciadas a nivel mundial y económico, es decir, por las instituciones allí regentes (sobre todo el FMI, Banco Mundial) y los países industrializados con influencia. Los campos de acción de la política de desarrollo en el «Tercer Mundo» están condicionados, por lo tanto, por los poderes mundiales y económicos, que en principio están en condiciones de influir en las restricciones. INTERDEPENDENCIAS Y DEPENDENCIAS Evidentemente, no todas las naciones del globo tienen la facultad de edificar igualmente estructuras coherentes de competitividad del sistema, es decir, elaborar las restricciones sociales y mundiales inteligentemente. Consecuentemente, se tiene que hablar de incoherencia, es decir, de la existencia simultánea de orden y desorden o de unificación y a la vez de fragmentación o fraccionamiento en el espacio global. Sin embargo, por lo general se intenta describir la contradicción entre el orden del mundo industrializado de la OECD y el desorden en los países periféricos de una forma muy normativa (por ejemplo, von Senghaas), porque el «perfil OECD» prevalece como barra medidora del desarrollo y la modernización, que no todas las sociedades regionales y nacionales están en condiciones de superarla. Pero en primer lugar, el «mundo OECD» no representa de ninguna manera la supuesta unidad, sino que está sometido a la fuerte y agresiva «competencia de Triader» y en segundo lugar, la fragmentación y unificación son dos caras de una misma tendencia global de «producción impar» (Narrt/Schuben). En la economía globalizada pueden distinguirse tres actores. Primero cabría mencionar el grupo de los «global players» (jugadores globales), las empresas y bancos que operan internacionalmente y que realmente comparan la rentabilidad y elaboran sus condiciones de producción, prácticas de management y patrones empresariales generalmente de una forma estándar. Entre ellos también mandan los altamente calificados y movibles «analíticos de símbolos», destacados por Robert Reich, y quienes aceptaron completamente el cosmopolitismo. Por éso, ellos deciden asimismo sobre los estándares internacionales de condiciones de vida y de trabajo. Ellos crean, más allá de los espacios nacionales de los estados, una especie de realidad global. Esta se menciona cuando se habla de «virtualidad». Los «global players» crean verdaderamente un mundo artificial real: las cadenas internacionales de hoteles, cuyo servicio es incomparablemente igual, los centros de servicios financieros y otros, que generalmente son intercambiables e independientes del local geográfico, las facilidades de transporte y comunicación; todo ello les procura ese tipo de movilidad necesaria para ser eficiente como «global player» y moverse en un ámbito virtual. En segundo lugar, existen aquellas compañías que están presentes internacionalmente, pero que a diferencia de la primera categoría, no tienen la posibilidad de huirle a la competencia de los espacios de las monedas. Su competitividad no sólo depende de los factores locales real-económicos y culturales, sino igualmente del tipo de cambio de la moneda en la competencia de las unidades monetarias. Una revaluación de la moneda devalúa así la disminución y disciplina de costos, resultando que la competitividad de las industrias nacionales estén influenciadas y limitadas más por las fluctuaciones del tipo de cambio que por los costos salariales. El fraccionamiento dentro de la geoeconomía unificada se justifica aquí monetariamente. Dentro de la sociedad se manifiesta como «enfermedad holandesa» cuando a consecuencia de la reevaluación de la moneda por un producto de exportación dominante (por ejemplo, el petróleo), los productos industriales no llegan a ser competitivos. La extracción es más rentable que la producción y la industrialización se bloquea. Lo empírico de esta expresión teórica se puede estudiar con amplitud en Venezuela, Nigeria, Kasastán, Siberia o en el Amazonas brasileño. Para poder estudiar contundentemente estos bloqueos de desarrollo, que se reflejan en el tipo de cambio, se puede recurrir con beneficio a la acepción de los keynesianos monetaristas. Porque si la unidad del sistema global se expresa en que los valores económicos (y también los recursos valorados) sólo pueden demandar prestigio a través del dinero mundial (dólar, marco alemán, yen), es una regla ineludible estabilizar la moneda nacional con respecto a la moneda mundial. Esta es una mediatización económica de la cual se puede hablar de sobra en aquellos países, que fueron obligados a devaluar su moneda. Cuando en México a finales de 1994 - comienzos de 1995 -, el capital internacionalmente móvil invertido a corto plazo salió del país, la consecuencia fue una devaluación de casi 50%. La aquí expresada dependencia de «la riqueza de las naciones» de los mercados mundiales globalizados, que encima pueden ser sometidos a cierto tipo de manipulaciones, puede resultar como una traba de primer grado del desarrollo. En tercer lugar, existen aquellas empresas que son de importancia meramente regional o nacional, porque producen y ofertan bienes y servicios no comercializables internacionalmente. El «sector informal» que se expande en todo el mundo, incluyendo a los países industrializados, se convierte cada vez más en el prototipo de esta categoría, y perdiendo así su «informalidad», se torna en muchos países más bien en la forma dominante del comercio. Estos sectores representan en la unidad de la economía mundial pocos fragmentos unificados entre sí, no fungen como fracciones de un todo. No participan o participan poco en las controversias sobre las fracciones del exceso global de producción. Si aumentaran los costos de transporte y otras transacciones en la economía mundial (por ejemplo, como consecuencia de un sensible encarecimiento de los precios energéticos) el círculo de estas empresas podría crecer. La mediatización económica de la unificación la ejercen también las instituciones globales, sobre todo el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, cuando adaptan las naciones y sus economías («adaptación estructural») de tal forma que los puntos de atracción para capital volátil permanezcan o se generen en el espacio mundial. Esto es política explícita contra la fragmentación y el fraccionamiento dentro de la economía y la sociedad mundial. Expresado de otra forma: las economías nacionales (y regionales) no se tratan independientemente, por sí solas, sino como una pieza especial del todo, de la totalidad del sistema mundial capitalista. Por eso las reglas de adaptación estructural, a pesar de la acepción «case-by-case» (caso por caso) y «country-by-country» (país por país), son tan unificadas que se les denominó «consenso de Washington». Allí, donde no se sigue esa línea, el fracaso está prediseñado y entonces se puede llegar realmente a la fragmentación. Consecuentemente, países y regiones, sectores económicos y poblaciones del mercado mundial serán marginados, conducidos a la informalidad. Sin embargo, hay una serie de ejemplos para los efectos negativos de adaptaciones estructurales como consecuencia de la interdependencia no tomada en cuenta en la lógica «country-by-country» (país por país). Si en varios países se expande la producción de «cash crops» (cultivo industrial / comercial), para alcanzar entradas de divisas por medio del incremento de la exportación, esta estrategia puede contribuir a que caigan los precios de los recursos naturales y que, en contra de las expectativas, no sólo disminuyan las entradas por exportación, sino que a causa del sobreuso del país, aparezcan problemas de alimentación. Fraccionamiento y fragmentación no son por tanto, sinónimos intercambiables, pero tampoco son alternativas claras. México es considerada, mediante su membresía en la NAFTA, sus programas de adaptación estructural del FMI y con la aceptación en la OECD, como una fracción en el sistema global y hasta ahora ha sido estabilizada bajo altos costos sociales. Algunas sociedades africanas por otro lado, son fragmentos fuera de una sociedad mundial fraccionada, remotas y por tanto de poco interés para la reproducción del sistema total. Esto se resalta en la nueva literatura, que se desentiende de la «Gran Teoría», para confirmar la diversidad en el mundo, que supuestamente ya no se puede palpar conceptualmente de una forma unificada. Posiblemente, los fragmentos sociales en la sociedad mundial, precisamente mediante su exclusión, tienen la posibilidad de emprender caminos autónomos de desarrollo, de desentenderse de las mediatizaciones económicas mundiales, de crear algo nuevo. Hacer de la necesidad una virtud podría convertir una «realidad posible» en una «realidad real». Pero más complicados son los problemas de la simultaneidad de orden y desorden, de unificación y fraccionamiento, si no sólo se expande el capital, sino la mano de obra emigra más allá de las fronteras nacionales y de esta manera crean nuevas formas de interdependencia. Si se tratara de «trabajadores huéspedes», de simples «factores de producción» sin más pretensiones, el problema podría resolverse mediante las leyes de mercado de la oferta y demanda. El mercado mundial y trabajo no debería diferenciarse de los mercados regionales. Sí, los mercados de unidades más pequeñas desaparecerían sin dejar rastro alguno (es decir sin diferencias de precio relevantes) dentro de las grandes unidades. Pero los trabajadores, dentro de las sociedades democráticas modernas, son ciudadanos y como tales tienen un bagaje de derechos humanos y exigencias hacia el Estado. Cargan consigo un morral completo de características culturales, tesón histórico, posesiones físicas, de costumbres del corazón, pero también del estómago y de la cabeza, de seguridades garantizadas institucionalmente y de derechos democráticos. ¿Hacia qué Estado se deben dirigir los derechos civiles, si estos derechos valen exclusivamente para los pertenecientes, y por tanto son derechos de exclusión? ¿Se debe suponer que internacionalmente los inmigrantes suspenden sus derechos humanos con el acto de migración? Creo que no. La globalización social requiere por tanto la reproducción de estructuras sociales de los niveles regionales y nacionales a nivel supranacional e internacional. El estado social nacional se encuentra repentinamente en una zona difusa de inestabilidad política y social, la «crisis». Este aspecto de la globalización no se podría apreciar como fragmentación ni fraccionamiento, sino como fractalización. Se dejan deducir dos conclusiones de naturaleza más bien heurísticas. Primero remite la teoría de los fractales a la importancia de las observaciones para los fenómenos analizados. Los resultados de una investigación dependen también de qué parámetros y escalas son escogidos para medir el estado del asunto. La objetividad está delimitada, en éste, como en otros ámbitos de las ciencias sociales. Segundo, las estructuras fractales son a la vez «una combinación sorprendente de suma simpleza y complicidad que marea» (Mandelbrot). Esta combinación podría caracterizar también las estructuras del sistema mundial, cuyos elementos son muy simples pero con acciones conjuntas sumamente complicadas. ¿Qué conclusiones obtenemos a corto plazo para los procesos de desarrollo? Primero, el poder de atracción del camino hacia el desarrollo históricamente dominante define el modelo de desarrollo a emprender y a la vez indica que, si todos los esfuerzos van dirigidos hacia él - pase lo que pase - el éxito del modelo sería destruido; el camino hacia el desarrollo ya no sería atractivo. Segundo, los pensamientos acerca de la coherencia indican lo significante que son el equipamiento inicial y la formación de política de condiciones para el desarrollo a nivel local, tanto regional como nacional. Tercero, los esfuerzos locales deben de cualificarse en el espacio global y el mercado mundial y esto alude a la importancia de la creación de la competitividad del sistema. Cuarto, la coherencia sólo se puede crear, considerando las restricciones externas (economía mundial, políticas y ecológicas). Por eso, los campos de acción son creados al elaborar las restricciones. En eso consiste la tarea de las potencias en el sistema global, que tienen más facultades para influir en las restricciones - éstos son los países industrializados. NOTAS 1. Este ensayo se basa en la versión extensa: Alvater, Elmar / Mahnkopf, Birgit (1996): Fronteras de la Globalización (...) 2. Véae Los Escandalosos de Theotonio dos Santos y también Cardoso/Faletto. 3. Esto resulta por cierto también en los análisis de la OECD (Organización de Países Económicamente Desarrollados) en el «Pronóstico Económico / «Wirtschaftsausblick» que aparece semestralmente.