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Cristóbal Arteta Ripoll
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Cristóbal Arteta Ripoll
CRISTÓBAL ARTETA RIPOLL
Antillas/Amauta
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Cristóbal Arteta Ripoll
Colección Antillas/Amauta
Ética y política:
Una mirada desde la academia
© Cristóbal Arteta Ripoll, 2005.
Todos los derechos reservados.
Esta publicación no puede ser
reproducida, ni en todo ni en parte,
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Barranquilla - Colombia
Impreso en Colombia por SantaBárbara Ediciones E.U.
Prohibida la reproducción, venta y/o distribución sin autorización del autor.
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Cristóbal Arteta Ripoll
PRESENTACION
Cristóbal Arteta, desde su época como estudiante de Ciencias Sociales y en su
larga trayectoria como profesor universitario ha cogitado obsesivamente sobre los
temas de las Ciencias del Hombre. Una evidencia de ello es que como director del
Departamento de Postgrados de la Universidad del Atlántico, impulsó e inauguró,
primero que todo, una maestría en Historia de Colombia, consabido término que
para Bolívar significó núcleo de integración latinoamericana, y que tanto nos
recuerda a Colón, igual que el nombre de este nos recuerda al autor del presente
libro. Lo que en este texto se recoge es un intento de racionalizar una serie de
ideas sobre filosofía de la historia, ética y política, intento que logra en sus
reflexiones, cruzadas de principio a fin por un orden subjetivo, inconsciente,
necesario: la Filosofía. Porque la historia, la ética y la política en la pluma de
Cristóbal Arteta no es el simple arte de narrar, cotejar o interpretar hechos
pasados o presentes, sino la nota atrevida de la razón. Audacia de la razón frente
al hecho histórico es su divisa.
E.H. Carr expresa poéticamente al respecto: "...Era aquella la edad de la inocencia
y los historiadores paseaban por el jardín del Edén sin un retozo de filosofía con
que cubrirse, desnudos y sin avergonzarse ante el dios de la historia. Desde
entonces, hemos conocido el pecado y hemos experimentado en nosotros la
caída; y los historiadores que en la actualidad pretenden dispensarse de una
filosofía tan sólo tratan, vanamente y sin naturalidad, como miembros de una
colonia nudista, de recrear el jardín del Edén...".
La ausencia del pecado original, la inocencia, la insólita virginidad, impura por lo
estéril, no permite salir de la idiotez del paraíso. Hay que atreverse al desafío,
buscar el árbol de la ciencia y comer de su fruto prohibido. El hombre de hoy es tal
por su expulsión; y hoy como ayer hay que volver a pecar para continuar con el
largo camino de ser igual a los dioses.
Crítica a la ingenuidad de la historia es el llamado de Cristóbal Arteta. La
repetición sin creación es el precio de la castidad por temor a "falsear". Es así
como las crónicas desde un principio fueron tomadas tal cual, adjudicándoles un
valor absoluto por cuanto para la tradición empírica, toda discusión debe centrarse
alrededor del documento y el documento tiene el carácter de "prueba", sin la cual
su concepción de la historia naufraga". Esta tradición no se ha perdido y
conforman nuestra "historia sagrada". Precisión paleográfica, archivos,
comparación heurística entre fechas y cuantificaciones, pero sin internarse en el
mundo de su lógica interna, su lenguaje, su episteme y hasta despreciando la
ética y la política como herramientas básicas para completar el cuadro.
Lo que pretende Arteta en "ETICA Y POLÍTICA: Una mirada desde la academia"
es desbrozar caminos, incitar, agitar ideas sobre algunos temas de evidente
actualidad. Sería necio de mi parte pre-condicionar a los lectores con la mediación
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Cristóbal Arteta Ripoll
de mis comentarios sobre el libro. Son ustedes los que directamente deben
enfrentarse a cada uno de sus artículos y al texto en su conjunto, sin preceptores,
para que desde sus respectivos horizontes de intelección realicen, cada cual, su
propia hermenéutica. Así se generará el debate: se apoyan sus tesis o se detectan
sus errores y fallas; luego la investigación como corolario.
La intención de Cristóbal, es pasar de la crítica histórica a la historia crítica, como
un pasado que se hace presente y se proyecta hacia el futuro, pero desde la
perspectiva ética de su dialéctica, entregando elementos importantes para rehacer la historia que nos han contado, imprimiéndole una sólida reflexión
epistemológica, ya que es imposible hacer historia sin filosofía. Para él la historia
es infecunda sin la filosofía. Precisamente uno de sus grandes méritos es la
defensa del análisis filosófico en el contenido histórico. Tal vez por esta razón, en
cada uno de los capítulos del presente libro, está presente la reflexión filosófica
sobre el comportamiento de la globalización, sobre su componente militar: la
guerra, y sobre la política como expresión máxima de los desarrollos económicos
y sociales. Al respecto son muy importantes sus opiniones sobre la actualidad
ética de la política colombiana, mostrándonos desde una mirada académica, sus
aspectos más relevantes e incluyendo aquellos que hoy son motivos de
acalorados y apasionados debates como la reelección, la ética de la guerra y los
diálogos para alcanzar la tan anhelada pero esquiva paz entre los colombianos.
En nuestro país, antes de 1960 únicamente eran conocidos dos trabajos críticos
importantes sobre la historia tradicional: un artículo periodístico del filósofo
barranquillero Luís Eduardo Nieto Arteta, "Crítica a un programa de Historia de
Colombia" (1946) y otro trabajo de Miguel Aguilera, "La Enseñanza de la historia
en Colombia" (1951). Sólo a partir de 1963 Jaime Jaramillo Uribe y su libro "El
Pensamiento Colombiano en el Siglo XIX" nos aporta un modelo aproximado de
cómo historiar diferente y que aún, según amigos de confiar, tiene vigencia.
En el resto de América Latina también en estas últimas tres décadas, ha crecido el
interés por hacer lo que se ha denominado la "nueva historia" (incluyendo la
enseñanza de la misma, por supuesto), en donde se han asumido (y Cristóbal la
asume) resueltamente actitudes teóricas y filosóficas distintas. Esto es, al decir de
Arteta, introducir la reflexión ética y política de la historia que se construye hoy
sobre hechos de hoy.
Gastón Bachelard afirmaba que la historia no sólo es el ordenamiento y colección
cronológica de los documentos empíricos del pasado. Ellos son un simple rastro,
generalmente parcial que hay que reconstruir y representarlo con metáforas que
aparentan realidad "ya que nuestro contacto inmediato... (Con los documentos
históricos) sólo es un dato confuso, provisional, y ese contacto fenomenológico
reclama inventario..." (Racional).
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Cristóbal Arteta Ripoll
"Ninguna rama de la ciencia vive sin respirar filosofía", afirma el jusfilófoso
Carnelutti, a propósito del Derecho. Igualmente sucede con la historia y sus
vecinas. Cada hecho histórico debe ser el resultado de un proceso crítico y
reflexivo.
La lupa de Arteta se dirige en esta misma perspectiva. Sus artículos escudriñan,
interrogan, violentan. Reflexiona. Está en la "nueva historia" y quiere hacer,
situado, como diría Heidegguer, la historia nueva que tanto reclama nuestro ser
latinoamericano. Sin esquemas, modelos o arquetipos fijos de los autores o
sistemas de Occidente, sino apropiándose del semen universal del pensamiento
para producir los instrumentos teóricos que nos permitan analizar nuestro
verdadero ser, ya que la realidad, en su múltiples expresiones reclama un
tratamiento específico.
La "nueva historia" es la que tiene que ser escrita por los latinoamericanos, por
sus nuevos historiadores. No bajo el código epistemológico cartesiano del yo
pienso, luego yo domino, de Occidente sino con plena conciencia de buscar
nuestro ser dominado en perspectivas de ser libre y autodeterminado sin que se
soslayen la globalización y los conflictos internacionales que repercuten en
nosotros.
En los escritos que hoy presentamos está latente y palpitante la necesidad de
criticar, sin caer en el eclecticismo, las opiniones recibidas o impuestas, las
tradiciones transmitidas y las ideas admitidas, lo mismo que superar las supuestas
síntesis de Occidente que todo y nada explican. Se impone en Arteta hacer
conciencia de no seguir imitando, calcando, repitiendo. En el rígido sistema
Hegeliano no caben los hombres de América Latina como no cabían los bárbaros
en la filosofía de Aristóteles. Debemos encontrarnos nosotros mismos, con nuestra
historia para determinar nuestras posibilidades de ser, ya que el futuro no se
espera sino que se comienza a construir en el presente. Lo que seamos mañana
depende de lo que hagamos ahora.
Hay que autoproblematizarse y, por consiguiente, producir respuestas para llegar
a una auténtica filosofía de la historia que nos permita mirar lo que hemos sido y
nuestras reales perspectivas de ser. Escribir la nueva historia, partiendo de una
reflexión filosófica enlazada con nuestra realidad y con el proyecto de crear una
cultura no refleja, sino una cultura capaz de expresar los valores del hombre en
esta parte del mundo. Esto es, la búsqueda de la identidad con el ser propio en
nuestra específica circunstancia espacio-témporo-existencial.
La conciencia de la dependencia, de la distorsión de nuestras culturas, ha
conducido al replanteamiento de los discursos históricos y filosóficos, éticos y
políticos tradicionales que como subdesarrollados o, eufemísticamente, en vías de
desarrollo, nos ubican con rezago por "haber accedido tardíamente a la
civilización", quince siglos después de Cristo, cuando aquí apenas se salía del
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Cristóbal Arteta Ripoll
neolítico y ni siquiera se conocía la rueda. Por tanto, no futuro, trascendencia ni
superación.
En la medida en que se devele esta ideología de la justificación de la expansión de
Occidente a América que comenzó en 1492, no hay otro sendero que re-pensar
nuestra historia, nuestra especificidad y nuestra particular misión en el conjunto
mundial de la historia y de la cultura.
Reflexionar sobre la historia latinoamericana (que es el estudio del tiempo a través
de las huellas que nuestros pueblos han dejado en su movimiento en este espacio
sub-continental) es siempre de profunda significación. Es el comprobar que por
esa historia estamos aquí y ahora, en Latinoamérica, que causa expectativa, que
se enciende por las guerras, la angustia, la injusticia y que, a pesar de todo o por
ello, empieza a preguntarse seriamente por sí misma, por su ser usurpado,
inventado, despojado; por su historia, por su pensamiento, por su filosofía. Estos
son, a mi parecer, los motivos que tuvo el profesor Cristóbal Elpidio Artera Ripoll,
mi compañero de aula, de lides y de ideas, para entregarles hoy su libro "ETICA Y
POLÍTICA: Una mirada desde la Academia"; los míos no son otros que esta
interpretación cifrada. La descifrada le corresponde a ustedes, señores lectores.
José Gabriel Coley Pérez
Profesor Titular
Facultad de Ciencias Humanas
Universidad del Atlántico
Barranquilla Colombia, 2005
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Cristóbal Arteta Ripoll
CAPITULO 1
LA DIALÉCTICA ÉTICA DE LAS
CIENCIAS DEL HOMBRE
La historia hace a los hombres
El historiador Francés Fernand Braudel, uno de los más caracterizados
representantes de la Escuela de los Anales al lado de Lucien Febvre y Marx Bloch,
en una obra interesante: La historia y las Ciencias Sociales reflexiona sobre los
estudios históricos, la responsabilidad del oficio del historiador y la integración y
colaboración de las distintas ramas de las Ciencias Sociales.
Quiero compartir, algunas de sus ideas más importantes con la seguridad que
serán de gran utilidad para los estudiosos de las ciencias del Hombre
Dice Braudel en una de sus afirmaciones categóricas que la rutina académica y la
monotonía sin alcances de los cursos ordinarios, atrincheradas en la cátedras y
sostenida por los manuales ha sido la característica más importante de la historia
que hemos venido en-leñando. Con ella se ha impuesto la narración política,
ideológica, social, y económica de acontecimientos, MU alcances profundos en el
análisis y la reconstrucción. Hemos venido proyectando la historia de antaño: una
pequeña ciencia de la contingencia, del relato particularizado, del tiempo
reconstruido y, por todas estas razones y algunas más, una "ciencia" más que a
medias absurda.
Y como si fuera poco reduciendo lo múltiple a lo simple, a lo excesivamente
simple, desconociendo que el hombre es mucho más complejo de lo que creemos.
Porque no es solo determinación del pasado, ni de los poderosos ritmos
económicos, ni del progreso o del caos, ni de las constantes tensiones sociales, ni
del espiritualismo al que tanto afecto tenia Ranke -y por el que son sublimados, a
su modo de ver, el individuo y la amplia historia general,- ni por el reino de la
técnica, ni por la presión demográfica, ese empuje vegetativo de consecuencias
retardadas sobre la vida de las colectividades. El hombre es fruto de cada uno de
ellos y de todos al mismo tiempo.
Sin embargo, esa tentativa histórica de reducir lo múltiple a lo simple ha
significado un enriquecimiento sin precedentes, desde hace más de un siglo, de
nuestros estudios históricos. Una batalla, un encuentro de hombres de Estado, un
importante discurso, una carta fundamental, son instantáneas de la historia que
han desarrollado los conocimientos de esa ciencia.
Esos estudios nos han ido colocando progresivamente en la vía de la superación
del individuo y del acontecimiento. Habría, no obstante, que poner de relieve que
el individuo constituye en la historia, demasiado a menudo, una abstracción.
Jamás se da en la realidad viva un individuo encerrado en sí mismo; todas las
aventuras individuales se basan en una realidad más compleja: una realidad
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Cristóbal Arteta Ripoll
"entrecruzada", como dice la sociología. El problema no reside en negar lo
individual bajo pretexto de que es objeto de contingencias, sino de sobrepasarlo,
en distinguirlo de las fuerzas diferentes de él, en reaccionar contra una historia
arbitrariamente reducida a la función de los héroes quintaesenciados: no creemos
en el culto de todos esos semidioses, o, dicho con mayor sencillez, nos oponemos
a la orgullosa frase unilateral de Treitschke: "Los hombres hacen la historia".
No, la historia también hace a los hombres y modela su destino: la historia
anónima, profunda y con frecuencia silenciosa, cuyo incierto pero inmenso campo
se impone ahora abordar.
Sin embargo debemos ser conscientes del peligro que entraña una historia social:
olvidar, en beneficio de la contemplación de los movimientos profundos de la vida
de los hombres, a cada hombre bregando con su propia vida, con su propio
destino; olvidar, negar quizá, lo que en cada individuo hay de irreemplazable.
Porque impugnar el papel considerable que se ha querido atribuir a algunos
hombres abusivos en la génesis de la historia no equivale ciertamente a negar la
grandeza del individuo considerado como tal, ni el interés que en un hombre
pueda despertar el destino de otro hombre.
El tiempo hace florecer a las rosas
Para el fundador de la Escuela de los Anales el otro gran problema de la historia
tradicional es el manejo i Leí tiempo. Dice el autor que el historiador tradicional
presta atención solo al tiempo breve de la historia: el de las biografías y de los
acontecimientos. Ese tiempo no es, en absoluto, el que interesa a los historiadores
economistas o sociales. Las sociedades, las civilizaciones, las economías y las
instituciones políticas viven a un ritmo menos precipitado.
La historia tradicional, atenta al tiempo breve, al individuo y al acontecimiento,
desde hace largo tiempo nos ha habituado a su relato precipitado, dramático, de
corto aliento. Es el tiempo por excelencia del cronista, del periodista. Ahora bien,
téngase en cuenta que la crónica o el periódico ofrecen, junto con los grandes
acontecimientos llamados históricos, los mediocres accidentes de la vida ordinaria:
un incendio, una catástrofe ferroviaria, el precio del trigo, un crimen, una
representación teatral, una inundación. No sin razón: el tiempo corto es la más
caprichosa, la más engañosa de las duraciones, por ello no es conveniente pensar
tan sólo en el tiempo corto, no creer que sólo los sectores que meten ruido son los
más auténticos; también los hay silenciosos.
Recalca Braudel que no existe un tiempo social de una sola y simple colada, sino
un tiempo social susceptible de mil velocidades, de mil lentitudes, tiempo que no
tiene prácticamente nada que ver con el tiempo periodístico de la crónica y de la
historia tradicional. No existe en la realidad una historia particularmente lenta de
las civilizaciones, entendida en sus profundidades abismales, en sus rasgos
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Cristóbal Arteta Ripoll
estructurales y geográficos. Toda progresión lenta se termina un buen día; "el
tiempo de las verdaderas revoluciones es también el tiempo en que florecen las
rosas".
El tiempo que nos arrastra, arrastra también aunque de manera diferente- a
sociedades y civilizaciones cuya realidad nos sobrepasa, porque la duración de su
vida es mucho más larga que la nuestra y porque los jalones, las etapas, hacia la
decrepitud nunca son las mismas para ellas y para nosotros. El tiempo que es el
nuestro el de nuestra experiencia, de nuestra vida, el tiempo que trae nuevamente
a las estaciones y que hace florecer a las rosas- señala el transcurso de nuestra
edad y cuenta también, pero con un ritmo muy diferente, las horas de existencia
de las diversas estructurales sociales. No obstante, por mucho que tarden en
envejecer, también ellas cambian. Terminan por morir.
Entre los diferentes tiempos de la historia, la larga duración se presenta, pues,
como un personaje embarazoso, complejo, con frecuencia inédito. Admitirla en el
seno del oficio del científico social no puede representar un simple juego, ni la
acostumbrada ampliación de estudios y de curiosidades. Tampoco se trata de una
elección de la que la historia sería la única beneficiaría.
Bajo los efectos de la larga duración el pasado penetra en el presente sin fronteras
fijas. Cada "actualidad" reúne movimientos de origen y de ritmos diferentes: el
tiempo de hoy data a la vez de ayer, de anteayer, de antaño.
La operación consistente en pasar del tiempo corto al tiempo menos corto y al
tiempo muy largo ("este último, si existe, no puede ser más que el tiempo de los
sabios", dice Braudel) para después, una vez alcanzado este punto, detenerse,
reconsiderar y reconstruir todo de nuevo. Ver girar todo en torno a uno, no puede
dejar de resultar sumamente tentador para un historiador. Para el gran continuador
de la Historia de los Anales: si la historia está abocada, por naturaleza, a prestar
una atención privilegiada a la duración, a todos los movimientos en los que ésta
puede descomponerse, la larga duración parece, en este abanico, la línea más útil
para una observación y una reflexión comunes a las ciencias sociales. ¿Será
demasiado pedirles a los científicos de las Ciencias sociales, vecinos de los
historiadores, que en un momento de sus razonamientos refieran a este eje sus
constataciones o sus investigaciones?
Un oficio que retoña y florece a cada instante
La historia siempre ha dependido, en su ser y en sus transformaciones, de
condiciones sociales concretas. “La historia es hija de su tiempo". Su
preocupación es, pues, la misma que pesa sobre nuestros corazones y nuestros
espíritus. Y si sus métodos, sus programas, sus respuestas ayer más rigurosas y
más seguras, y sus conceptos fallan todos a la vez, es bajo el peso de nuestras
reflexiones, de nuestro trabajo, y, más aún, de nuestras experiencias vividas.
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Ahora bien, éstas, en el curso de la última centuria, han sido particularmente
crueles para todos los hombres; nos han lanzado con violencia hacia lo más
profundo de nosotros mismos y, allende, hacia el destino de conjunto de los
hombres, es decir, hacia los problemas cruciales de la historia.
De hecho, todos los oficios de las ciencias sociales no cesan de transformarse en
razón de sus propios movimientos y del dinámico movimiento de conjunto. La
historia no constituye una excepción. No se vislumbra, pues, ninguna quietud.
Nuestra época es demasiado rica en catástrofes, en revoluciones, en imprevistos,
en sorpresas. Para Braudel la realidad de lo social, la realidad fundamental del
hombre, nos parece nueva; y, se quiera o no, el viejo oficio de historiador no cesa
de retoñar y de florecer en sus manos.
Las grandes catástrofes no son necesariamente los artífices pero sí, con toda
seguridad, los pregoneros infalibles de revoluciones reales; en todo caso,
constituyen siempre una incitación a pensar, o más bien a replantearse, el
universo. De la tormenta de la gran Revolución Francesa, que, durante años, ha
constituido toda la historia dramática del mundo, nace la meditación del conde de
Saint Simón, y más tarde, las de sus discípulos enemigos, Augusto Comte,
Proudhon y Karl Marx.
El hábito de la crítica no es natural, exige ser inculcado y sólo se convierte en
orgánico tras repetidos ejercicios. El trabajo histórico es un trabajo crítico por
excelencia, "cuando alguien se dedica a él sin haberse protegido previamente
contra el instinto, se ahoga".
El espíritu histórico es básicamente crítico. Pero, más allá de prudencias
evidentes, es también reconstrucción, como ha sabido decir con su aguda
inteligencia Charles Seignobos en varias ocasiones.
La labor del Historiador consiste precisamente en sobrepasar este primer margen
de la historia. Tiene que abordar, en sí mismas y para sí mismas, las realidades
sociales. Entiéndase por realidades sociales todas las formas amplias de la vida
colectiva: las economías, las instituciones, las arquitecturas sociales y, por último,
las civilizaciones; realidades todas ellas que los historiadores de ayer no han
ciertamente ignorado, pero que, salvo excepcionales precursores, han
considerado con excesiva frecuencia como tela de fondo, dispuesta tan sólo para
explicar o como si se quisiera explicarlas obras de individuos excepcionales, en
torno a quienes se mueve el historiador con soltura.
Se piensa siempre en las dificultades del oficio de historiador. Sin pretender
negarlas, hay que insistir, una vez y otra vez, en sus insustituibles ventajas. El
Historiador puede, en efecto, en un primer examen, desentrañar lo esencial de una
situación histórica en lo que a su porvenir se refiere. Discernir entre las diferentes
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líneas de fuerza cuáles serán las triunfadoras. Distinguir de antemano los
acontecimientos importantes, los que han de tener consecuencias, aquellos a los
que, en definitiva, pertenece el futuro. ¡Inmenso privilegio! ¿Quién en efecto, sería
capaz, en la compleja urdimbre de hechos de la vida actual, de distinguir con
tantos visos de seguridad lo duradero de lo efímeros?. A los ojos de los
contemporáneos los hechos se presentan, por desgracia con excesiva frecuencia,
en un mismo plano de importancia; y los muy grandes acontecimientos
constructores del futuro hacen tan poco ruido y, parece que llegaran sobre patas
de tórtola, decía Nietzsche, lo cual hace difícil adivinar su presencia.
Lo que primero percibe el historiador es la tropa de acontecimientos vencedores
en la rivalidad de la vida; pero estos acontecimientos se vuelven a colocar y se
ordenan en el marco de múltiples posibilidades contradictorias. Conviene, no
obstante, tratar de reintroducirlas, porque estos movimientos derrotados
representan las fuerzas múltiples, materiales e inmateriales, que en cada instante
han frenado los grandes impulsos de la evolución, retrasado su florecimiento y
puesto a veces un término prematuro a su carrera. Es indispensable conocerlos.
Diremos, pues, que es necesario que los historiadores vayan contra corriente,
reaccionen contra las facilidades del oficio y no se limiten a estudiar el progreso, el
movimiento vencedor, sino también su opuesto, esa proliferación de experiencias
contrarias cuya derrota exigió muchos esfuerzos.
Una liebre mucho más esquiva
El documento es fuente de investigación histórica y el lenguaje del Historiador el
instrumento para comunicar su contenido.
Braudel señalaba, una y otra vez, la necesidad de tener cuidado con el
descubrimiento masivo del documento, pues este ha hecho creer al historiador
que en la autenticidad documental estaba contenida toda la verdad. Es indiscutible
que allí hay parte de la verdad, pero es el oficio del historiador, si está guiado por
el método científico, el que puede descubrir detrás del documento la otra parte de
la verdad. No es, creo, como pensaba Louis Halphen que: "basta con dejarse
llevar en cierta manera por los documentos, leídos uno tras otro, tal y como se nos
ofrecen, para asistir a la reconstitución automática de la cadena de los hechos".
Descubrir detrás de la realidad lo que otros no ven, es un objetivo que solo pueden
lograr los Historiadores apertrechados con el Método Científico de Investigación. Y
más aún, si le meten reflexión filosófica al asunto. Si no lo hacen, sus
investigaciones y conclusiones no van a ser de largo aliento. Se quedarán allí, en
la frialdad del conocimiento, encerrados sobre sí mismo, sin mayores perspectivas
que ofrecer...
... Si el científico social no entiende la importancia de la filosofía en sus
investigaciones, de seguro las conclusiones van a carecer del interés que vivifica
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Cristóbal Arteta Ripoll
la conciencia y le imprime belleza y dinámica a las construcciones gramaticales. ..
Ello ocurre cuando el historiador se queda en la descripción mecánica de hechos y
acontecimientos, a manera de crónica..., cuando esto se da, entonces, las
inferencias lógicas no serán tan lógicas como aparentan ser ni tan interesantes y
profundas como lo exige la epistemología.
Decía Braudel que los historiadores y los científicos sociales podrían seguir
devolviéndose la pelota hasta el infinito a propósito del documento muerto y del
testimonio demasiado vivo, del pasado lejano y de la actualidad próxima en
exceso. No creía que en ella residía el problema fundamental, porque presente y
pasado se aclaran mutuamente con luz recíproca. Y si la observación se limita a la
estricta actualidad, la atención se dirigirá hacia lo que se mueve de prisa, hacia lo
que sobresale con razón o sin ella, hacia lo que acaba de cambiar porque lo social
es una liebre mucho más esquiva.
Lucien Febvre, durante los últimos diez años de su vida, solía repetir: "historia,
ciencia del pasado, ciencia del presente". Braudel nos dice: la Historia es, a un
tiempo, conocimiento del pasado y del presente, del "devenido" y del "devenir"; la
historia es la suma de todas las historias posibles: una colección de oficios y de
puntos de vista, de ayer, de hoy y de mañana.
El historiador en su oficio tiene la ventaja y la debilidad de emplear el lenguaje
corriente; entiéndase, el lenguaje literario. Con frecuencia recomendó Henri
Pirenne a la historia que conservara este privilegio. Por este hecho, dice: nuestra
disciplina es la más literaria, la más legible de las ciencias del hombre, la más
accesible al gran público. Pero una investigación científica común exige un cierto
vocabulario de "base" al que se llegará el día en que dejemos que nuestros
conceptos, fórmulas y consignas pasen de una disciplina a otra en mayor grado
que en la actualidad.
Es posible que en esta apreciación muy respetable por cierto, de Pirenne, resida el
error de interpretación de algunos historiadores que desprecian las posibilidades
en el análisis histórico de utilizar un lenguaje distinto del narrativo literario. Es
decir, un lenguaje propio de otras disciplinas, me refiero por ejemplo, al que
comúnmente utiliza la filosofía u otras ramas de las Ciencias Sociales y Humanas.
No creo que deban existir límites exagerados entre una disciplina y otra a la hora
de utilizar las herramientas para la construcción de sus hipótesis, teorías y
doctrinas. Al fin y al cabo es tan estrecha la relación entre las distintas ramas de
las Ciencias Sociales y tan difícil saber a veces donde termina y donde comienza
el estudio de su objeto particular que es un despropósito pretender utilizar un
esquema cuadriculado, psíquico-rígido, para encasillar las conceptualizaciones
que les son propias.
El desprecio que muchos historiadores muestran hacia la filosofía y su importancia
enorme en la interpretación y análisis de los hechos históricos, es tremendo y
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ridículo. A veces es un desprecio que raya en la ignorancia con afanes de
pedantería. Si, por el contrario, comprendiesen su importancia y el hecho de que
nada quita la una a la otra, más bien se complementan, un gran favor le hicieran a
los estudios históricos y a la necesaria integración de las Ciencias Sociales y
Humanas. Cuánta no sería la riqueza del documento escrito o del testimonio vivo
si a su frialdad, enmohecimiento y languidez le imprimiéramos la inquietud de la
reflexión filosófica.
Pero cosa parecida ocurre con algunos filósofos o amantes de la filosofía, para
quienes la historia tiene poca o ninguna importancia. Parece que no entendieran
una verdad de Perogrullo: que es tan imprescindible esta Ciencia que lo que
sabemos del pasado de aquella es gracias a su labor y enfoque. Los límites entre
las Ciencias Sociales, por ser justamente su objeto de estudio el hombre, son
cada día más difusos y, más bien, valdría la pena hablar de fronteras compartidas.
La historia es el hombre
La Historia se nos presenta, al igual que la vida misma, como un espectáculo
fugaz, móvil, formado por la trama de problemas intrincadamente mezclados y que
puede revestir, sucesivamente, multitud de aspectos diversos y contradictorios.
El autor que en las páginas precedentes he venido comentando nos recalca en
sus escritos que "la historia es un juego monótono, siempre diferente pero siempre
semejante, al igual que las mil combinaciones de las piezas de ajedrez: un juego
que encausa situaciones siempre análogas, sentimientos eternamente iguales,
bajo el imperativo de un eterno e implacable retorno atlas cosas.
También hay aquellas situaciones que en cada edad imponen sus medios, su
poder, sus velocidades, mejor dicho, sus lentitudes relativas. "Todo estudio del
pasado debe necesariamente comportar una minuciosa medida de lo que, en una
determinada época, afecta exactamente a su vida: obstáculos geográficos,
obstáculos técnicos, obstáculos sociales administrativos".
Si todo cambia en la vida y en la moral de los hombres, si pensamos en esas
prestigiosas revoluciones interiores, entonces el horizonte, lento en abrirse paso,
se amplía y se complica con más intensidad aún.
Hay que recogerlo todo para reinstalarlo en el marco general de la historia, para
que, a pesar de las dificultades, de las antinomias y de las contradicciones
fundamentales, la unidad de la historia, que es unidad de la vida, sea respetada.
Entre las fuerzas en pugna, somos capaces de distinguir aquellas que triunfarán;
discernirnos de antemano los acontecimientos importantes, "los que tendrán
consecuencias", aquellos a quienes pertenecerá en definitiva el futuro. ¡Inmenso
privilegio!
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La vida es nuestra escuela. Pero sus lecciones no sólo las ha escuchado la
historia; y, tras comprenderlas, no sólo la historia ha sacado sus consecuencias.
Otras disciplinas han hecho lo mismo.
"Vivir la historia", es una consigna y al mismo tiempo todo un programa. La historia
nunca debe suponer un juego de erudición estéril, una especie de arte por el arte,
de erudición que se bastaría a sí misma. Siempre hay que considerarla como una
explicación del hombre y de lo social a partir de esa coordenada inapreciable, sutil
y compleja el tiempo que sólo los historiadores sabemos manejar y sin la cual ni
las sociedades ni los individuos del pasado o del presente pueden recuperar el
ritmo y el calor de la vida.
Reconstituir con tiempos diferentes y órdenes de hechos diferentes la unidad de la
vida constituye el oficio del historiador, pero al mismo tiempo su tormento, porque
junto con los sociólogos y demás científicos sociales son los privilegiados en tener
derecho de mirada sobre todo lo humano. "La historia es el hombre", diría en su
magistral fórmula Lucien Febvre.
El lector habrá advertido ya a donde queremos ir a parar. Creemos, en efecto, que
la historia de las civilizaciones, al igual que la historia a secas, se encuentra en
una encrucijada. Necesita, aunque sea contra su voluntad, asimilar todos los
descubrimientos que las diferentes ciencias sociales, de nacimiento más o menos
reciente, están realizando en el campo inagotable de la vida de los hombres. La
tarea, aunque difícil, es urgente, ya que la Historia sólo podrá servir desde primera
fila a la inteligencia del mundo actual si permanece firmemente en esta vía por la
que ya se está encaminando.
Pero la vida es demasiado corta para permitir a cualquiera de nosotros la
adquisición de multitud de competencias. El economista continuará siendo
economista; el sociólogo, sociólogo; el geógrafo, geógrafo, y, así sucesivamente.
Sin duda, dirán los prudentes, más vale que así sea, que cada cual hable su
lengua materna y discuta de lo que sabe: su tienda, su oficio...
El diálogo entre las Ciencias del Hombre
Es imprescindible la convergencia de las ramas del árbol que integran las diversas
Ciencias Sociales, de modo que cada una sea auxiliar de las demás y todas
simultáneamente y de concierto laboren por vencer la crisis que al avanzar
independientemente las constriñe.
He expresado ya mi desconfianza respecto de una historia que se limita
simplemente al relato de los acontecimientos o sucesos pasados. Pero seamos
justos: si existe pecado de abusiva y exclusiva preocupación por los
acontecimientos, la historia, principal acusada, no es ni mucho menos, la única
culpable. Todas las ciencias sociales incurren en este error. Tanto los economistas
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como los demógrafos y los geógrafos están divididos y mal divididos, entre el
pasado y el presente, y discurren por el mismo camino.
Mientras que los historiadores aplican a los documentos del pasado sus viejos
métodos consagrados, hombres de ciencia cada vez más numerosos dedican con
entusiasmo su actividad al estudio de las sociedades y de las economías
contemporáneas. Esto sería inmejorable, claro está, si cada cual, en la práctica de
una especialización legítima, en el cultivo laborioso de su jardín, se esforzara, no
obstante, en mantenerse al corriente de la labor del vecino. Pero los muros, entre
las distintas Ciencias Sociales, son tan altos que muy a menudo impiden ver. Y,
sin embargo, ¿cuántas sugestiones inapreciables respecto del método y de la
interpretación de los hechos, cuántos enriquecimientos culturales, cuántos
progresos en la intuición surgirían entre los diferentes grupos gracias a
intercambios intelectuales más frecuentes!. El porvenir de la historia depende de
estos intercambios, como también de la correcta intelección de los hechos que
mañana serán historia.
Sin tener explícita voluntad de ello, las Ciencias Sociales se imponen las unas a
las otras: cada una de ellas intenta captar lo social en su "totalidad"; cada una de
ellas se entromete en el terreno de sus vecinas, en la creencia de permanecer en
el propio. La economía descubre a la sociología, que la cerca; y la historia quizá la
menos estructurada de las ciencias del hombre-acepta todas las lecciones que le
ofrece su múltiple vecindad y se esfuerza por repercutirlas.
Es igualmente imprescindible que la reunión de las ciencias sea completa, que no
se menosprecie a la más antigua en provecho de las más jóvenes, capaces de
prometer mucho, aunque no siempre de cumplir mucho. Tanto si se trata del
pasado como si se trata de la actualidad, una consciencia neta de esta pluralidad
del tiempo social resulta indispensable para una metodología común de las
ciencias del hombre.
Por lo mismo, no imaginemos que existen entre el historiador y el observador de
las demás Ciencias Sociales las barreras y las diferencias que antes existían.
Todas las ciencias del hombre, comprendida la historia, están contaminadas unas
por otras. Hablan o pueden hablar el mismo idioma.
Pero son comúnmente los historiadores los que ven a menudo con evidente
retraso a nuestras ciencias vecinas. De esta forma, de una ciencia a la otra se
establece un clima de incomprensión, a pesar de que todas las ciencias humanas
se interesan por un único y común paisaje: el de las acciones pasadas, presentes
y futuras del hombre. Tenemos que poner nuestros relojes a la misma hora, o si
no resignarnos a inútiles e inverosímiles disquisiciones aisladas y a veces sin
sentido.
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Cristóbal Arteta Ripoll
Se trata más bien de trazar, a través de nuestras investigaciones, las líneas si
líneas hubiere- que pudieran orientar una investigación colectiva y también los
temas que permitieran alcanzar convergencias para bien del conocimiento
científico.
Hay que seguir el ejemplo de la Escuela histórica de las Anales, en donde
especialmente Lucien Febvre y Marc Bloch, edificaron lentamente una ciencia
histórica que se apoyó sobre el conjunto de las ciencias del hombre y no sobre
una de ellas en particular. Este legado hay que asimilarlo críticamente y convertirlo
en el camino que deben recorrer los científicos sociales. El maridaje de un
científico con su disciplina no puede romper las relaciones con sus vecinas.
La circulación de los bienes culturales
Cuando un sociólogo nos dice que una estructura no cesa de destruirse más que
para reconstruirse, aceptamos de buena gana la explicación, confirmada por lo
demás por la observación histórica. Pero en la trayectoria de nuestras habituales
exigencias aspiraríamos a conocer la duración precisa de estos movimientos,
positivos o negativos.
La animadversión que los sociólogos experimentan no va dirigida, en definitiva e
inconscientemente, contra la historia, sino contra el tiempo de la historia, esa
realidad que sigue siendo violenta incluso cuando se pretende ordenarla y
diversificarla; incide en este proceso reconstructivo el hecho de que los bienes
culturales, microelementos de la civilización, no cesan de viajar; y por esta misma
razón se distinguen de los fenómenos sociales ordinarios: simultánea o
alternativamente, las civilizaciones los exportan o los toman en préstamo. Las
unas se muestran glotonas, las otras pródigas. Esta enorme circulación no se
interrumpe nunca. Ciertos elementos culturales, como la ciencia y las técnicas
modernas, son incluso contagiosos, a pesar de que todas las civilizaciones no se
encuentran igualmente abiertas a intercambios de este tipo.
Pero no todos los intercambios se realizan sin tropiezos: existen a veces
resistencias a tomar en préstamo, ya sea una forma de pensar, de creer o de vivir,
ya sea un mero instrumento de trabajo. Algunas de estas resistencias van incluso
acompañadas de una consciencia y de una lucidez aguda, mientras que otras son
ciegas, como si estuvieran determinadas por umbrales, por cerrojos que impiden
el paso.
No es necesario multiplicar los ejemplos para explicar hasta qué punto se ha
enriquecido la historia en los últimos años gracias a las adquisiciones de las
ciencias vecinas. De hecho, puede decirse que se ha construido de nuevo.
Por eso nuestra premisa de que se impone un diálogo con todas las Ciencias
Sociales: de la historia con los demógrafos, pues la civilización es hija del número
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y un empuje demográfico puede provocar, y de hecho provoca, rupturas,
mutaciones.; un diálogo también con la sociología, con la economía, con la
estadística, con la geografía económica para ver cómo se registran en espacios
económicos dados las ondas y las peripecias de la historia. Braudel, por ejemplo,
trató sin lograrlo por sus únicos medios, de mostrar lo que podía ser, a fines del
siglo XVI, la vida del Mediterráneo. Es un buen ejercicio de la utilidad de la
geografía en el análisis histórico. La geografía, con las modificaciones aportadas
por un siglo fértil en innovaciones, puede constituir en el caso francés un plan
válido de investigación y una manera de alcanzar, en espera de mejorar, esas
capas de historia lenta cuya vista nos es encubierta por sus espectaculares
modificaciones y crisis.
Con razón Braudel decía que la historia está necesitada de un Vidal de la Blache
que, en lugar de pensar esta vez tiempo y espacio, pensara espacio y realidad
social. A partir de entonces, se concedería la primacía en la investigación
geográfica a los problemas del conjunto de las ciencias del hombre. Una de las
obras más fecundas para la historia, quizá incluso la más fecunda de todas, ha
sido la de Vidal de la Blache, historiador de origen, geógrafo por vocación.
Pero seguimos insistiendo hasta el cansancio que tenemos discrepancias con
Braudel en algunos de sus bellos paisajes literarios cuando nos dice:
El historiador debía beneficiarse al máximo de la ventaja de utilizar las palabras
vivas del lenguaje vulgar y evitar resueltamente el uso de un vocabulario
inmovilizado, esclerotizado, como el de los filósofos (que, por otra parte, al igual
que el de los matemáticos, no deja también de evolucionar, dígase lo que se diga).
El filosofo, atento al aspecto subjetivo, interior, de la noción del tiempo, no
experimenta jamás ese peso del tiempo de la historia, del tiempo concreto,
universal, como ese tiempo de la coyuntura que describe Ernest Labrousse en el
umbral de su libro bajo los rasgos de un viajero siempre idéntico a sí mismo que
recorre el mundo e impone por doquier idénticas coacciones, cualquiera que sea
el país en el que desembarca, el régimen político o el orden social que existe".
Contrario a lo que piensa Braudel, con el respeto que merece un historiador de su
talla, la filosofía es la atmósfera que oxigena y vivifica a sus vecinas y a todas las
ciencias. Gracias a ella estas pueden trascender hacia las causas últimas que
explican el conjunto de los fenómenos físicos y humanos. El oficio del historiador y
el de los demás científicos sociales es más cualificado, si el está acompañado del
profundo espíritu reflexivo de la filosofía.
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CAPITULO 2
LOS LÍMITES DEONTOLOGICOS
DE LA POLÍTICA
Savater, ética y política
La discusión y los movimientos sobre la realidad política latinoamericana y del país
nos exigen, desde una visión académica, una reflexión del más alto nivel sobre lo
que es la política y su sentido en este momento, pero también lo que es la ética,
ligadas al ejército ciudadano.
Nada más apropiado que acudir a Fernando Savater, una de los filósofos más
brillantes, influyentes y controvertidos de esta generación, y, desde su perspectiva
teórica dialogar para extraer de su pensamiento lo que hay de pertinente en el y
así contribuir con la necesaria transformación de nuestra cultura política, hoy más
deteriorada que ayer.
Savater nació en el país Vasco, en San Sebastián, el 21 de junio de 1947. Ha
escrito numerosos libros que le han dado la vuelta al mundo, entre ellos: La ética
como amor propio, La ética para Amador, La Filosofía tachada, La tarea del héroe
y El valor de Educar. El 26 de Abril de 1997, fue invitado a México a dictar una
conferencia por quienes aspiraban a que en ese país la democracia política
abriera sus espacios y transitara hacia una mayor participación. Esa conferencia
fue publicada bajo el título: Ética, política, ciudadanía.
Dice Savater que la falta de ética nos ha llevado a una postración que nosotros
eufemísticamente llamamos la crisis de valores, pero que en realidad es una forma
de decadencia económica y política, es un desdibuja-miento de las formas
tradicionales del poder. La ruptura sistemática de los ideales fundamentales de la
política por parte de quienes la practican es, tal vez, su causa fundamental.
Hay que aspirar a que la política se haga de modo distinto, sujeta a los grandes
principios fundamentales que están inscritos en lo profundo de la conciencia de
cada uno de nosotros. No hay posibilidad de transformar el mundo si no se le
comprende y se le explica, de tal manera, que una buena política dirija esos
cambios. De hecho quienes aspiran a dirigir el Estado y a sus instituciones deben
dedicar mucho tiempo al estudio para comprender la realidad y transformarla de
una manera positiva.
Es un error decir que la política es un asco, que la política es toda ella repulsiva,
olvidando que en una democracia política somos todos políticos. Para Fernando
Savater precisamente lo que diferencia a una democracia de un régimen
autoritario, de una dictadura, es que en estos regímenes la política está
monopolizada, secuestrada por un grupo pequeño de personas que son las que
deciden y dan órdenes por todos los demás. Y en las democracias, la política es
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una tarea no a tiempo completo, en buena medida a tiempo parcial, de todos los
ciudadanos; por lo tanto, es inútil simplemente quejarse o maldecir a los políticos.
O sea que las quejas universales sobre la política, sobre todo cuando a veces
caen de maravilla a los jóvenes que simplemente oyen maldecir, o comentarios
como " la política es un asco", a lo único que llevan es a que ellos se retiren, se
aparten del juego político con gran beneficio de los que van a monopolizar la
política para provecho propio.
Lo que se debe hacer cuando se está en contra de las corrupciones políticas no es
rechazar la política y alejarse de ella, sino intervenir para limpiarla de esas
corrupciones. Apartarse con una mueca desdeñosa, favorece únicamente a los
corruptos políticos, a los que se aprovechan de ese apartamento de los
ciudadanos para manejarla a su antojo.
Savater no es partidario de que se recurra a la ética como una panacea, o una
solución mágica, para los problemas de la política, a pesar de que evidentemente,
los valores, tanto los de la ética como los de la política, como otros valores
sociales y ciudadanos confluyen en último término.
La perspectiva de la ética y la de la política son diferentes. La ética es la actitud o
las intención del individuo frente sus obligaciones sociales y personales. La ética
siempre está en nuestras manos individuales para actuar de conformidad con
nuestros propios niveles de conciencia. La ética es siempre una reflexión sobre la
propia libertad en el aquí y en el ahora.
La política tiene y necesita la complicidad y el apoyo de otros, la política no
siempre está en nuestras manos, debemos convencer a los otros de las
necesidades de determinadas reformas o proyectos para llevarlos a cabo. Tiene
perfecto sentido decir que un proyecto político no se puede realizar hoy, pero se
puede realizar dentro de 2 meses, o dentro de 3 o 4 meses. Entonces la política
admite el aplazamiento, pero la ética no; la política admite el largo plazo, la política
exige el hecho de que se cuente con el apoyo y la complicidad de los otros, pero la
ética no. La política requiere de instituciones y no simplemente de buena voluntad
o intenciones, de modo que la política es diferente de la ética y no puede
resolverse exclusivamente por inyecciones de ética. La ética busca mejorar a las
personas, la política busca mejorar las instituciones.
Por lo tanto, la idea de que se puede curar o modificar la política por dosis de ética
es una ilusión engañosa de la que hay que despertar. La política requiere mejor
política, la reforma de la política requiere mejor política, transformación de las
instituciones. Pero evidentemente para Savater la ética, es decir, la reflexión sobre
la libertad, sobre lo que queremos, sobre los valores, sirve o tiene o brinda un
marco necesario para las expectativas de los políticos. Esta bien que además de
hacer buena política, relacionemos los ideales políticos con los ideales morales
más generales de la sociedad, sobre todo con los aspectos colectivos, porque la
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Cristóbal Arteta Ripoll
ética tiene una faceta, una dimensión personal en la búsqueda de la excelencia,
de la perfección personal, pero igualmente, una faceta social o colectiva de
nuestras relaciones con los demás y lo que queremos hacer juntos como ideal.
En el próximo espacio seguiremos analizando el pensamiento de Fernando
Savater. Nos vamos a referir a los nódulos de valoración en los cuales coinciden la
ética y la mejor política.
Fuentes de valor de la ética y la política
Para Fernando Savater hay fundamentalmente tres valores, tres fuentes de
valores, tres nódulos duros de valoración en los cuales coinciden la ética y la
mejor política.
En primer lugar, la inviolabilidad de la persona humana. Es decir, no sacrificar al
individuo, no sacrificar a ninguna persona que sea fin en si misma, a objetivos
colectivos; no instrumentalizar a la persona, no sacrificar una generación por el
bien de la siguiente; ni sacrificar parte de la población por el bienestar de otra
parte de la misma población; no convertir a las personas en meras herramientas o
instrumentos, sino considerarlas inviolables. Hay cosas que simplemente no
pueden hacerse a la persona, hay límites. El Estado, la colectividad, puede
exigirles, puede imponerles una serie de cargas, pero hay unos límites más allá de
los cuales la persona es inviolable. No se puede forzar a la individualidad personal
incluso por las mejores razones. La inviolabilidad de la persona, del individuo
humano, es uno de los límites éticos con los que tiene que contar la política.
Savater recalca que las cuestiones éticas siempre se refieren a las personas,
porque lo único que puede ser moral e inmoral es una persona, no es una
institución o una colectividad; las instituciones son buenas, malas, eficaces,
deseables, indeseables; pero lo único que puede ser éticamente bueno o malo es
una persona, no una institución o una colectividad. No hay países buenos, ni
países malos, no hay partidos buenos, ni partidos malos, sino personas en el
sentido moral, buenas o malas.
El segundo valor para el filósofo Vasco es la autonomía de la persona, Es decir, el
valor intrínseco que tienen los planes de vida, los objetivos, los ideales, los estilos
de utilizar la libertad que tiene cada persona. Naturalmente hay normas necesarias
en todos los grupos, leyes que los grupos se tienen que dar así mismos para
marcar las fronteras de lo admisible o lo inadmisible dentro de una colectividad.
Pero las personas tienen derecho a su autonomía, a plantearse objetivos,
proponerse cosas diferentes quizá de las que se proponen otros, ideales, formas
de vida, transformaciones, experimentos en el campo de la estética, en el de la
sensualidad, inclusive en el del planteamiento el desarrollo económico. La
autonomía de la persona, es también un elemento que la política tiene que
reconocer. La necesidad de que haya leyes comunes y de que se respeten
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fronteras comunes en el desarrollo personal no puede ser causa de que la
persona sea violada en su autonomía personal.
Y la tercera valoración es la dignidad de la persona. Se debe tratar a cada una de
las personas de acuerdo con sus méritos y con sus acciones concretas reales a
las que son sujetas, y no de acuerdo con su sexo, raza, ideología religiosa u otros
criterios excluyentes de este tipo. La dignidad de la persona, el hecho de que
valoremos para premiar, o quizá para castigar a una persona en un grupo social,
no puede provenir más que de sus acciones y no de lo que es. De ahí que la
política tenga que estar dispuesta a reconocer la dignidad humana sin
discriminaciones de ningún tipo, sin clasificaciones en humanos de primera,
humanos de segunda, de tercera, de cuarta o de quinta.
Entonces, la inviolabilidad de la persona para no sacrificarla a los fines comunes,
la autonomía de la persona para respetar sus planes de vida y sus proyectos de
forma quizá divergentes de las de otros grupos humanos y la dignidad de la
persona no basada es su etnia, su sexo, sus preferencias en los órdenes de su
demostración expresiva y su vitalidad son los límites éticos de cualquier desarrollo
político.
Dice Savater que el político no debe preocuparse porque la defensa de esos tres
nódulos de valoración ética le generen dificultades. No hay que asustarse de los
conflictos, es normal que existan en las comunidades; sólo las colectividades que
están sometidas a las tiranías carecen de conflictos. Uno de los grandes teóricos
de la política del siglo XVIII, Monstesquieu, decía que para saber si en una
comunidad hay tiranía o no la hay, no hacia falta más que acercar el oído; si se
oye ruido y discordias, quejas, entonces es que hay libertad; si no se oye nada es
que hay tiranía. Entonces es necesario aceptar que las sociedades humanas libres
son conflictivas y, en cuanto más libres, más conflictivas.
Los grupos humanos no pueden hacer las cosas como n solo hombre, porque no
somos ni un solo hombre ni una solo mujer, sino muchos, y debemos hacer las
cosas de la manera más armónica, más consesuada, más pactada; pero también
sabemos que los conflictos nunca acabarán, que van a continuar y van a estar
constantes en el esfuerzo de transacción. Y a veces, esos esfuerzos adquieren
incluso una dimensión trágica. La historia puede mostrar muchos ejemplos en esta
dirección.
Nuestros límites deontológicos
El operativo de rescate adelantado por la fuerza pública para liberar a los
secuestrados que se encontraban en poder de las Farc y que terminó con la
pérdida lamentable de la vida de la mayoría, entre ellos la del ex-gobernador de
Antioquia, Guillermo Gaviria puso de manifiesto un debate ético que se ha
soslayado en las diferentes interpretaciones que sobre el asunto se adelantaron.
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Está claro que el Estado tiene que intentar poner a salvo a los ciudadanos y
garantizar sus vidas, porque esa es una de sus funciones y porque de alguna
manera formamos parte de una colectividad institucional. Pero si la intromisión
estatal hubiese sido de tal contundencia que eliminara o borrara del mapa a todos
los subversivos, eso hubiera ido en contra de los límites morales de la acción
pública y del individuo. Así como fue en contra de los límites morales del individúo
y de la acción pública del Estado la acción subversiva al eliminar a los
secuestrados. La vida es el bien más preciado y nadie tiene derecho a quitarla por
razones políticas, ideológicas, religiosas o de cualquier otra índole. La trasgresión
de la ley debe ser castigada, pero ella no implica la pérdida de la condición y
dignidad humana. Todo humano tiene derecho a ser considerado humano, quizá a
ser condenado o castigado, pero no a ser simplemente eliminado como si fuese
simplemente una mancha de tinta sobre la ropa.
Esa delimitación ética es importante si tenemos en cuenta, como lo apunta
constantemente Savater, que los conflictos nunca acabarán, que van a continuar y
van a estar constantes aún en el esfuerzo de transacción, esfuerzos que en
cualquier momento adquieren incluso una dimensión trágica.
Refiriéndose al secuestro de altos funcionarios públicos en la embajada del Japón
en Lima en el año de 1.997, Savater decía: la tragedia, que evidentemente es
trágica, presenta el choque difícil entre dos cosas contrapuestas. La inseguridad
de un grupo de personas que debía ser rescatado y aliviado de la situación del
secuestro injusto que sufría. Y, por otra parte, el grupo de personas, que no
dejaba de serlo por el hecho de estar transgrediendo las leyes, por el hecho de
estar llevando a cabo una acción reprobable. No dejaban de ser un grupo de seres
humanos con vinculaciones, con una historia, con un tipo de demandas concretas
y sociales. Para Savater existían delimitaciones deontológicas tanto para unos
como para otros. Por eso criticó fuertemente la acción subversiva, pero igualmente
la acción liquidacionista del estado. Este tipo de tragedias ocurren en la política y
ocurrirán. Para ellas no existe una solución mágica.
Sin duda que tiene que haber un elemento represivo, pero tiene unos límites éticos
que son inviolables. De acuerdo con estos límites éticos convertir las cárceles en
verdaderos infiernos de hacinamiento y marginación, sin alguna función
resocializadora, o implementar la tortura, la brutalidad policial, y tantas otras
cosas, pervierte evidentemente la función represiva, cuya racionalidad, entonces,
pasa a ser un instrumento brutalizador de la colectividad.
Esos límites deontológicos están inscritos perfectamente en la relación entre la
ética y la política y deben ser tenidos en cuenta si de lo que se trata es buscarle
soluciones racionales a los grandes males y conflictos violentos de la sociedad.
Pero existe una ética general, una ética en términos más absolutos, que es la ética
que tenemos cada uno en cuanto seres humanos en tanto buscamos un destino,
más o menos de felicidad y de dignidad. Todos tenemos un determinado conjunto
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de valores éticos que son semejantes. Pero hay una serie de éticas concretas de
acuerdo con la actividad o el puesto o el papel social que cada uno desempeña en
un grupo humano. Este tipo de éticas concretas es la deontología que viene de la
expresión griega taderontak, que significa lo debido, lo que corresponde a un
grupo determinado.
La deontología no es entonces una ética global o general para todo el mundo, sino
el código ético que tiene un tipo de persona determinada que hace una acción
determinada, por lo que hay límites deontológicos para unas profesiones, o para
unos puestos en la vida, que no corresponden en cambio a otros.
A toda profesión y a toda persona en particular le es propia una deontología, de
conformidad con la cual procede y actúa. Hay una deontología de los periodistas y
de las personas que deben informar. Cualquier persona normal puede comentar
un rumor que acaba de escuchar. Un periodista, en cambio, requiere tener una
deontología que le impida propalar rumores sin fundamento, porque tiene una
responsabilidad con sus lectores, oyentes y receptores.
De modo que es importante recordar que, además de la ética en el sentido global,
general, fundamental, hay deontologías que sólo corresponden a grupos
determinados, tal vez esos grupos, quizá cada uno de nosotros en cuanto que
formamos parte de un grupo y no sólo somos de la humanidad, sino también parte
de otros papeles, debemos reflexionar sobre la deontología de cada uno en esas
actividades. La ética no es simplemente comportarse bien para dar gusto a los
demás. La ética es buena para la persona que reflexiona racionalmente sobre su
condición humana y sabe que hay cosas mejores que otras. Que es mejor, por
ejemplo, ser un ciudadano libre y respetuoso que un bandido amante de lo ajeno y
de la corrupción. Es bueno ser éticos no por razones de trascendencia ni de
recompensas intramundanas, hay que ser éticamente sanos porque de esa
manera garantizamos vivir una vida mejor.
La deontología del político
El político en el ejercicio de su función pública debe ser consciente de la
deontología política que debe practicar, es decir de aquellas obligaciones o éticas
concretas que les son propias por ser un servidor del Estado. Entre estas, sin
lugar a dudas, la más importante es la transparencia de su gestión, de tal manera,
que los ciudadanos puedan mirar con claridad lo que se hace sin necesidad de
acudir a estrategias espaciales de carácter investigativo para saber que destino
toman los dineros del Estado o hacia dónde se dirigen las políticas públicas.
Como bien lo explica Fernando Savater, en la obra que he venido comentando: la
transparencia es el pacto de honradez entre el político y los ciudadanos.
Transparencia que no impide una cierta discreción en algunos campos, pero sí el
secretismo sistemático en el ejercicio de la función pública. Los políticos no
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pueden ser una casta que viva a espaldas de los ciudadanos y que de esa manera
fragüen sus alianzas, relaciones, planes y proyectos. Parte de la deontología de
un político es negarse al secretismo, negarse al oscurantismo y favorecer la
información permanente sobre los resultados de su actividad y cuando sea
necesario responder las inquietudes y preguntas de los ciudadanos.
Cuando utilizamos el concepto político aquí nos referimos al que está en ejercicio,
pues políticos somos todos y los que mandan o están en el ejercicio de un cargo
público son los mandados por nosotros, o por nuestros representantes, para que
durante un tiempo determinado ejerzan esas funciones Nadie ha nacido para la
autoridad, ni para mandar, ni nadie ha nacido para obedecer. En las democracias,
todos mandamos en un determinado ámbito y obedecemos en otros ámbitos, y
nadie ha nacido, como decía muy bien Thomas Jefferson, con una silla de montar
al lomo para que otros se suban y le conduzcan con las riendas.
Hay cosas perfectamente lícitas y administrables para un particular que no lo son
para un político. Por ejemplo: recibir regalos y obsequios no es nada moral-mente
ilícito para cualquiera de nosotros, en cuanto que somos ciudadanos privados. Ello
no supone ningún demérito moral; en cambio, si alguien ocupa un alto puesto
político y recibiera esos regalos, orientados a ganar sus favores en un sentido u en
otro del desarrollo de su función pública, ya es distinto. Quien está en una
determinado función pública, no podría admitirlos en ese sentido, porque su
deontología, -es decir, una moral que no prohíbe eso cuando se está haciendo de
hombre de la calle normal- le prohíbe eso cuando está actuando en un cargo
público, y esto se extiende no solamente a los políticos.
La deontología del político exige que tenga bien claro tres fines que tiene la
actividad de una persona con un cargo público: en primer lugar, los fines privados
que son fines que los tenemos todos, tales como las satisfacciones personales,
llevar una vida cómoda y grata y hasta desplegar actividades lúdicas. Estos fines
son perfectamente respetables siempre que se consigan por las vías adecuadas.
En segundo lugar, están los fines partidistas, pues el político normalmente forma
parte de un partido político. Lamentablemente a veces estos fines son contrarios al
interés común o termina este subordinado a aquellos. Y por último están los fines
del estado que se supone deben coincidir con los del bien común, pero que
muchas veces no sucede así. Cuando el político confunde o mezcla estos fines se
presentan las desviaciones éticas en el comportamiento político.
Los tres fines son legítimos, pero lo son mientras no se mezclen; es decir una
persona, impolítico no puede tomar unas determinadas decisiones que le
beneficien a él personalmente, o a su partido, con el pretexto de que benefician a
la colectividad. Lo importante es que se distingan esos fines, que el político sepa
diferenciar la actividad con unos fines o con otros. Y si uno no es capaz de
distinguirse entre los diversos fines, no debe ofrecerse para la actividad pública.
Esta persona no puede ocupar un cargo público, ni tampoco lo puede hacer una
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persona fanatizada y obsesionada con su propio partido, porque esta obsesión lo
muestra incapaz de ver a la sociedad como un todo.
El dinero que reparten los políticos, sobre todo en épocas preelectorales y
electorales, comúnmente en casi todos los casos sale del bolsillo de los
ciudadanos y debe tener como único fin el bien común y no el bien individual. Lo
que debe ofrecer un político a los ciudadanos es un servicio público, una buena
gestión y no debe ser una especie de príncipe del renacimiento que va repartiendo
beneficios y regalos para que la gente vaya detrás de él. Esa idea clientelar, dice
Fernando Savater, de que el buen político es como el torero de finales del siglo
pasado, que repartía lo que acababa de ganar en la plaza entre el público e
invitaba a comer y a beber a todo el mundo, ésa no es la actitud ni la actividad del
político. Es importante informarse y enterarse de lo que piensan los partidos
políticos, en vez de exigir que los partidos se conviertan en circos gigantescos
para que todo el mundo se entere de lo que hacen, planeen y dicen. Pero esto
también es una cuestión de educación, de ahí que sea importante que la
ciudadanía, en una democracia, esté educada. Que sea capaz de buscar sus
fuentes de información y de enterarse de las propuestas partidistas.
La deontología del político exige una cierta función ejemplar o educativa en el
cumplimiento de su deber, político está a la vista, más expuesto que los demás;
por lo tanto, su actitud pública, su forma de comporte, sus gastos, domicilio,
vestuario, el de su familia, lodo eso tiene una función ejemplar de cara a la
sociedad. El hecho de que él se comporte no sólo de una manera decente, sino
que también se vea decencia, honradez y austeridad en su alrededor, sobre todo
cuando los países atraviesan por momentos de depresión económica y cuando
saben que hay muchos conciudadanos que están atravesando situaciones muy
difíciles económicamente, es un ejemplo digno que educa por sí solo. Es
responsabilidad del político no "mostrarse de una manera insensata, con
ostentación, como si fueran una especie de sultán de los antiguos tiempos. Es
importante, además, que el político se porte bien y se muestre mejor, pues, "la
mujer del César no solamente tiene que ser decente, sino también parecerlo". El
político tiene que ser, pero al mismo tiempo parecer.
Los ciudadanos estamos en la obligación de recordarles a los políticos que ellos
tienen una deontología, | decir una ética específica que debe ser el fundamentó de
su comportamiento ciudadano, especialmente en el ejercicio de su función pública.
Sobre todo, en estos tiempos en que formamos parte de sociedades muy
complejas y sus problemas ya no se van a poder seguir planteando a escala
meramente individual. En esta complejidad los campos en que ética y política
entran en colisión son muy numerosos y, por tanto, su relación va a seguir siendo
muy conflictiva. Al punto de que cuestiones aparentemente éticas se convierten en
problemas políticos de primera magnitud. El mundo va avanzando hacia una
globalización económica e igualmente hacia una globalización política.
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Hoy los problemas de la humanidad son comunes a todos los países y las
actitudes de la economía y ética deben corresponderse con esa realidad. Eso
indica claramente que hay muchos problemas que ya no se van a poder seguir
planteando a escala meramente individual como la prohibición de las drogas, por
ejemplo, la cual responde a un tipo de moralidad puritana y surge no por razones
médicas, sino por razones puramente morales a comienzos del siglo XX en
Estados Unidos. Igualmente, la utilización de ideas religiosas como fermento de
discordias políticas y los nacionalismos extremos, el apego a un nosotros que
excluye a los otros, un nosotros que se convierte en un no a los otros y que en
algunos lugares está creando dificultades de convivencia inmensa.
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CAPITULO 3
LA BRUTALIDAD ÉTICA
DE LA GUERRA
La guerra contra Irak
No creo que sea exagerado decir que la política exterior Norteamericana se
transformó en forma sustancial a partir de los actos terroristas desarrollados por
los fanáticos suicidas de la Red Alqueda, el pasado 11 de Septiembre del año
2.001, contra el centro del poder financiero de la nación más grande y poderosa
del mundo.
Pero ese no fue su único efecto. El impacto fue tan contundente que no existe
esfera de la vida social, económica, política y cultural de los distintos países a
donde no haya llegado su incidencia. Y es natural que esto ocurriera así, por lo
que son y significan los Estados Unidos y por la integración e interacción que
mantienen con el resto del mundo.
Los diferentes análisis que se han realizado sobre el particular han coincidido en
afirmar que los hechos ocurrieron por la capacidad de la organización terrorista
para generar episodios inesperados y debido a la vulnerabilidad de la política de
defensa y seguridad norteamericana. De igual manera, los analistas políticos se
identifican en las causas, la proyección y sentido de tan lamentables episodios.
Por esta razón, no es novedoso decir que es en la política, como máxima
expresión de la economía, y en la ideología en donde hay que encontrar los
motivos que tienen los enemigos de los Estados Unidos para atentar contra sus
intereses dentro y fuera de la gran nación.
La hegemonía de los Estados Unidos en el mundo fue posible gracias al papel
jugado por esa gran potencia durante la Primera Guerra mundial (1.914-1.918) y al
desarrollo posterior de una política neocolonialista que se consolidó durante la
Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y con posterioridad a la misma. Esta
expresión de poder y dominio es la proyección, en todos los campos y niveles
fundamentales de la vida, de una filosofía política, pragmática y utilitarista,
asumida de Inglaterra desde su colonización por este país y luego adaptada, con
mucho tino y rigor, a sus propias circunstancias. Es aquí, en donde hay que
buscar las causas más esenciales y últimas que explican y fundamentan la visión
del Estado Norteamericano sobre la realidad para actuar frente a su pueblo y
frente a los demás pueblos del mundo. Teniendo en cuenta, además, que el
Pragmatismo y el Utilitarismo trascienden y se enganchan con una filosofía
religiosa, según la cual, los estadounidenses, están predestinados por la divina
providencia a ser los defensores de la libertad y del equilibrio mundial.
Es igualmente una filosofía religiosa la que les sirve, a sus más encarnizados y
fanáticos enemigos en el mundo, para explicar las razones de su odio a la primera
potencia, para pronosticar su derrota y con ella la destrucción del mal y la
28
Cristóbal Arteta Ripoll
hegemonía del bien. Es posible que esta misma concepción e ideología
providencia-lista les sirva ahora para considerar, no como un accidente, sino como
un castigo divino la tragedia del transbordador espacial Columbia, ocurrida el
primero de Febrero del año 2003, a las 9 y 16 a.m, cuando descendía a la
atmósfera terrestre a una altura de 61.000 metros y a una velocidad 18 veces
mayor que la del sonido, es decir a 20.000 kilómetros por hora.
Ese doloroso episodio que enluto a los norteamericanos y a los hombres de
ciencia y de progreso en el universo, decíamos en su momento, en un artículo
periodístico: no va a frenar a los Estados Unidos de Norteamérica en su afán por
dominar el espacio, porque su manera de ver la realidad no tiene espera ni cede
ante cualquier fracaso. Mucho menos va a evitar la confrontación militar contra
Irak para derrotar al régimen de Sadam Hussein y controlar la exploración,
explotación y comercialización del petróleo en el Medio Oriente...
...El mundo estuvo a la expectativa de las evidencias que prometió presentar el
Secretario de Estado Collin Powell, el pasado 5 de Febrero ante el Consejo de
Seguridad de la ONU, sobre las armas de destrucción masivas que posee Irak y
sobre sus vínculos con grupos terroristas. La idea era justificar ante la humanidad
una intervención y ocupación militar directa contra ese país...
.. .Hoy los analistas se preguntan si el mismo poder que tiene el Consejo de
Seguridad para abordar la discusión del asunto, lo tiene para evitar una decisión
unilateral de declaratoria de guerra de los Estados Unidos. De sus 15 miembros
solo este país, Inglaterra, Bulgaria y España estarían listos para aprobar una
guerra contra Irak. El resto de países que lo conforman miran con buenos ojos una
salida diplomática a la crisis, sobre todo, Rusia, Francia y China que son tres de
los cinco miembros permanentes con derecho a vetar cualquier resolución del
máximo organismo...
Y rematábamos el escrito diciendo...Aún así, todo parece indicar que nada ni
nadie impedirán las pretensiones bélicas e imperiales de los Estados Unidos.
Nada ni nadie lo impidió.
Maquiavelo y la guerra para justificar el fin
Nicolás Maquiavelo nació en Florencia-Italia (1469-1527). Su pensamiento político
ejerció una gran influencia en la filosofía política, especialmente en la filosofía del
Estado. Su concepción historicista y naturalista lo llevó a mirar a la historia como
"la realidad" y al hombre como un sujeto impulsado por los mismos motivos y
sujeto a las mismas pasiones que lo llevan siempre a aspirar al poder, al orden o
la seguridad.
La naturaleza humana es invariable, según Maquiavelo, y tiene una característica
especial: es corrompida y dispuesta a satisfacer sus pasiones, por lo que es
29
Cristóbal Arteta Ripoll
menester sujetarla a un principio de autoridad, con orden, coacción y fuerza a fin
de hacer posible el desarrollo normal de la sociedad. Para el Florentino esa
autoridad debe ser hábil, astuta e inescrupulosa, si fuese necesario, para
humillarse cuando sea menester, pero para luego imponerse sobre quienes se ha
humillado. Debe saber cuando halaga a las multitudes para manejarlas mejor y
cuando es necesario utilizar todo el peso de la violencia para someterlas a sus
designios.
Por una trágica paradoja, el afán de seguridad que constituye la médula del
Estado maquiavélico hace que éste quede constitutivamente inscrito en el
horizonte de la guerra. Para maquiavélico la guerra no es un estado de excepción,
caso extremo o posibilidad límite, sino una situación ordinaria. Por una razón
profunda y grave: mientras las cosas y los hombres sean como son, la guerra es el
supuesto de la seguridad.
El Español Francisco Javier Conde, en su libro: El saber político en Maquiavelo
nos recuerda algunos rasgos de la antropología maquiavélica proyectados obre
los Estados: la vecindad no une a los Estados con lazos de amor, sino de odio. El
motor último es el mis-o que en los individuos: la ambición de dominar, la envidia
del otro. La situación natural entre dos Estados está determinada por el odio, la
ambición y el miedo. Más que como pasiones individuales han de entenderse
aquí estos términos en sentido político. El Estado Maquiavélico es a modo de un
hombre en grande ominado por las pasiones. Ambición, temor, odio, ingratitud,
determinan sus acciones. En su famosa obra El Príncipe, en el capítulo de la
ambición, describe Maquiavelo los atroces efectos de esta pasión cuando no
puede desfogarse dentro del mismo Estado y busca un objetivo externo para
descargar en él su furia arrolladora. Como el hombre, también el Estado es
ordinariamente ingrato y esencialmente egoísta.
En estas condiciones, la seguridad exige que el Estado maquiavélico viva siempre
en estado de guerra. El mismo Maquiavelo ha cifrado este insoslayable destino en
una frase lapidaria: la guerra es siempre posible y sólo es seguro un Estado que
se ordena como si la guerra fuese siempre real. Apenas cabe dentro de estos
supuestos un concepto de paz en sentido positivo. Más que de paz se puede
hablar de tregua o armisticio.
La ecuación Estado-Seguridad se amplia con un término nuevo: guerra. Estado
significa seguridad y ésta, poder hacer siempre la guerra. Sólo es autónomo
(medio siglo después se dirá "soberano"), mejor, sólo es Estado un Estado en la
medida en que puede hacer la guerra. El fundamento de la seguridad y de la
autonomía del Estado son, por esta razón, "las armas propias" las "buenas
armas," el "ejército justo". La dialéctica del mando y la obediencia está en la
proporción directa del poder armado. En la dialéctica externa de dos Estados, el
mejor armado impone la ley al otro, mientras este pierde su autonomía, deja de
ser Estado. En el poder de darse así mismo la ley y no recibirla de nadie estriba la
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Cristóbal Arteta Ripoll
autonomía del Estado, su seguridad, lo que en él hay de Estado propiamente
dicho. Por eso un Estado que no sepa o no pueda hacer la guerra es para
Maquiavelo un concepto esencialmente contradictorio, un contrasentido, o más
bien, un contra-ser.
En este pluriuniverso político, cuya situación normal es la guerra y en el que cada
Estado ha de estar en condiciones de poder hacer siempre la guerra, no hay
margen para la neutralidad. El neutral no se evita a sí mismo la guerra, sólo logra
diferirla. La seguridad interior y exterior del Estado depende fundamentalmente de
su fama. Así como el mayor peligro interior estriba en el desprecio
de los
súbditos hacia el que manda, así en la política exterior un Estado al que los demás
desprecien es objeto seguro de injuria y, por tanto, de nuevas causas de guerra.
Por otro lado, permanecer neutral entre dos que combaten no es saludable desde
el punto de vista político ya que es mostrarse amigo inútil y enemigo no formidable
La neutralidad engendra odio en el que pierde y desprecio en el que vence, y el
odio y el desprecio son siempre razones de nueva guerra. Obligado a optar entre
el odio y el desprecio, Maquiavelo no vacila en subrayar el mayor peligro que el
segundo comporta. Si la política interior descansa en buena parte sobre la opinión
e importa más para el que manda parecer bueno que serlo, la seguridad exterior
del Estado maquiavélico depende también de la opinión de los demás Estados. En
última instancia, la guerra inevitable y unificadora, y la paz, inalcanzable e incierta,
son valores secundarios frente a la gloria, deidad suprema para Maquiavelo.
La preservación y conservación del Estado (su fortuna, fama, gloria, seguridad y
estabilidad ),- razón filosófico- político de su existencia como bien supremo para
Maquiavelo,- parece estar presente en la política exterior Estadounidense al
utilizar todos los medios a su alcance, incluyendo los más bárbaros y crueles de la
guerra, para justificar el fin último de un Estado con gloria y fama por su control
hegemónico y excluyente del mundo, no importa que para ello sea necesario ser
más temido que amado.
Marcuse y la brutalidad de la guerra
Herbert Marcuse, nació en Berlín en 1.898. Las primeras influencias las recibió de
Husserl y de Heideger. Su temprano interés por Hegel y el Socialismo lo llevaron a
profundizar en el Marxismo. En el año de 1.933, por sus cercanías con algunas
orientaciones sociales y políticas de Adorno y Horkheimer, ingresó a la Escuela de
Frankfurt. A partir de 1.967, sus ideas filosófico-políticas despertaron gran interés
entre los estudiantes de Alemania y Francia, extendiéndose esa influencia, a
comienzos de la década del 70, por todos los confines de América Latina. En
nuestro país impactó en la conciencia del movimiento estudiantil que para esa
época se realizaba.
Tal vez la más interesante contribución de Marcuse a la filosofía fue haber
establecido el enlace entre el pensamiento de Marx y el de Freud. No había
31
Cristóbal Arteta Ripoll
advertido Freud, dice Marcuse, que las represiones de que dio cuenta y para las
cuales trató de encontrar una terapéutica, se presentan al mismo tiempo con una
serie de represiones suplementarias originadas en forma de dominio social.
Su permanencia en los Estados Unidos, -trabajando primero en el Instituto de
Investigación Social, asociado con la Universidad de Columbia y luego en el
Departamento de Estado,- le permitió estudiar y comprender de cerca las
tendencias del Capitalismo Americano que, según él, condujeron a una sociedad
cerrada que disciplina e integra todas las dimensiones de la existencia, privada o
pública. Esta sociedad industrial avanzada es unidimensional y crea una
concepción unidimensional en el hombre que es la que prevalece y con la que se
quiere cuestionar lo que es: una sociedad falaz porque presenta el rostro de la
abundancia, la libertad y la tolerancia ocultando su verdadera realidad: el dominio
social y el conformismo.
Es una sociedad en donde el tópico sobre "la banalidad del mal" se ha revelado
como carente de sentido: el mal se muestra en la desnudez de su monstruosidad
como contradicción total a la esencia de la palabra y la acción humanas
La sociedad cerrada sobre el interior se abre hacia el exterior mediante la
expansión económica, política y militar. Es más o menos una cuestión semántica,
dice, saber si esta expansión es del "imperialismo" o no. También allí es la
totalidad quien esta en movimiento: en esa totalidad apenas es posible ya la
distinción conceptual entre los negocios y la política, el beneficio y el prestigio, las
necesidades y la publicidad. Se exporta un modo de vida o este se exporta así
mismo en la dinámica de la totalidad. Con el capital, los ordenadores y el sabervivir, llegan los restantes valores: relaciones libidinosas con la mercancía, con los
artefactos motorizados agresivos, con la estética falsa del supermercado.
En todas partes reina la agresión de la lucha por la existencia: a escala individual,
nacional, internacional esta agresión determina el sistema de las necesidades. Las
contradicciones internas del capitalismo son más fuertes y más llamativas que en
los estadios anteriores del desarrollo. Así mismo se han hecho totales. Su forma
más general, la contradicción entre la riqueza social y su empleo destructivo
determinan a esta sociedad en todas sus dimensiones y en todos los aspectos de
su política. Empero, ninguna contradicción social, ni siquiera la más fuerte, estalla
por sí misma: la teoría debe poder mostrar y evaluar las fuerzas y los factores
objetivos. La sociedad existente logrará contener a las fuerzas del cambio
mientras consiga producir cada vez más "mantequilla y cañones" y burlar a la
población con la ayuda de nuevas formas de control total.
En Febrero de 1.967, en el Prefacio a la edición Francesa del libro: El hombre
unidimensional, refiriéndose al la guerra en Vietnam, -que para la época estaba en
su apogeo,- decía: esta ha tomado tales proporciones que pueden hacer de ella
un hito en la evolución del sistema capitalista. Por dos razones: Primera, el exceso
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Cristóbal Arteta Ripoll
de brutalidad, de agresión y de mentira al que tiene que recurrir el sistema para
asegurar su estabilidad ha alcanzado tal medida que la positividad de lo existente
encuentra aquí su límite: el sistema en su conjunto se revela ser este "crimen
contra la humanidad". Segunda, la aparición del límite es visible asimismo en el
hecho de que, por vez primera en su historia, el sistema encuentra fuerzas
resistentes que no son " de su propia naturaleza"; estas fuerzas no le libran un
combate competitivo por la explotación en su propio terreno, sino que significan,
en su misma existencia, en sus necesidades vitales, la negación determinada del
sistema enfrentándose a él y combatiéndole en tanto que totalidad. Es aquí donde
reside la coincidencia de los factores objetivos y los factores subjetivos del cambio
de sentido.
Continuaba diciendo: el hecho de que los hombres 11 las pobres de la tierra,
apenas armados, los más atrasados técnicamente, tengan en jaque- y esto
durante años- a la máquina de destrucción más avanzada técnicamente, más
eficaz, más destructiva de todos los tiempos, se alza como un signo históricomundial, incluso si estos hombres son finalmente derrotados, lo que es verosímil,
puesto que el sistema de represión de la sociedad opulenta sabe mejor que sus
críticos liberales lo que está en juego y está dispuesto a poner en acción todas sus
fuerzas. Estos "condenados de la tierra", las gentes más débiles sobre las que
gravita con todo su peso el sistema existen en todas partes; son pueblos enteros,
no tienen de hecho otra cosa que perder que su vida al sublevarse contra el
sistema dominante.
Y remataba sus reflexiones sobre Vietnam: La expansión que salva al sistema, o
al menos lo fortalece, no puede ser detenida más que por medio de un
contramovimiento internacional y global. Por todas partes se manifiesta la
interpretación global: la solidaridad permanece como el factor decisivo. Y es esta
solidaridad la que ha sido quebrada por la productividad integradora del
capitalismo y por el poder absoluto de su máquina de propaganda, de publicidad y
de administración. Es preciso despertar y organizar la solidaridad en tanto que
necesidad biológica de mantenerse unidos contra la brutalidad y la explotación
inhumanas. Esta es la tarea. Comienza con la educación de la conciencia, el
saber, la observación y el sentimiento que aprehende lo que sucede: el crimen
contra la humanidad. La justificación del trabajo intelectual reside en esta tarea, y
hoy el trabajo intelectual necesita ser justificado.
¿Cuántas de esas ideas, contenidas en la Filosofía política de Marcuse y en su
interpretación sobre la Guerra contra Vietnam, tienen hoy plena vigencia y
actualidad, mientras se realiza una nueva guerra criminal expansiva y de
conquista contra Irak a nombre de la libertad, la justicia y el equilibrio mundial ?
Por supuesto, guardando las distancias y circunstancias diferentes entre un
momento y otro.
33
Cristóbal Arteta Ripoll
Habermas y la crisis de la guerra
Jurgen Habermas, nació en 1.929. Enseñó Filosofía en Heidelberg y en Francfort,
donde continuó proyectando los principios de la Escuela Filosófica iniciada por los
pensadores Horkheimer y Adorno. Su interés por explorar nuevos caminos y
analizar los viejos teoremas sobre las crisis del capitalismo tardío o de
organización, entre ellos la teoría Marxista, lo lleva a estudiar el papel de la
superestructura en el proceso social a la luz de los problemas actuales.
Para este pensador el enorme crecimiento económico del Capitalismo ha
transcurrido sin superar sus crisis, a pesar de los esfuerzos que se han dado en
esa dirección y los intentos de entregar al Estado el papel de dirimir los conflictos
en el plano económico y sociocultural, primero como complemento del mercado, y
luego, sustituyéndolo en su función de regulador automático de los intercambios.
Habermas define el capitalismo tardío como un régimen en que el conflicto de
clases del capitalismo liberal se ha vuelto latente y las crisis periódicas se han
convertido en crisis permanentes y larvadas que se expresan siempre en la
necesidad de que se acepte como legítimo el poder político, aún en las
condiciones de una persistente desigualdad social. Con abundantes argumentos
acerca de la inevitabilidad de la crisis del .sistema y sus posibilidades de solución
en cada uno de los ámbitos pertinentes, muestra una estructura no concluyente
tanto en el subsistema de la economía cuanto en el ámbito de la evitación de
conflictos por el Estado y concluye que parece que la tesis de Marx, .1 cerca del
desarrollo capitalista, deberían modificarse para una realidad que se ha
transformado. Como en el Capitalismo tardío la sociedad se caracteriza por la
distribución asimétrica de las oportunidades de vida, la exigencia de que los
intereses legítimos sean generalizables opera como desestabilizador del sistema y
las únicas posibilidades de su transformación se trasladan al problema de la ética.
Por esa razón considera que si la teoría no se corrobora en la práctica, es porque
existen problemas de la ideología y de la conciencia falsa que se convierten en
obstáculos para el esclarecimiento de la mente de los hombres.
En su libro: Problemas de legitimación del Capitalismo Tardío señala que el rápido
proceso de crecimiento de las sociedades de este sistema ha puesto a la sociedad
mundial frente a problemas que no pueden considerarse fenómenos de crisis
específicos, aunque las posibilidades de conjurar tales crisis sí están limitadas por
la índole específica del mismo. Se refiere a la ruptura del equilibrio ecológico, a la
quiebra de los requisitos de congruencia del sistema de la personalidad
(alienación), y a la carga explosiva de las relaciones internacionales. Con una
complejidad creciente, dice: " el sistema de la sociedad mundial desplaza sus
límites a expensas de su ambiente a punto tal que tropieza con barreras de
capacidad tanto respecto de la naturaleza exterior como de la interior. Los
equilibrios ecológicos definen un límite absoluto de crecimiento; los equilibrios
antropológicos, menos perceptibles, definen un límite que solo puede superarse a
34
Cristóbal Arteta Ripoll
costa de una transformación de la identidad sociocultural de los sistemas sociales.
El peligro de autodestrucción que entraña el equilibrio internacional es una
consecuencia del crecimiento de fuerzas productivas que pueden emplearse para
la destrucción".
Para Habermas los peligros de autodestrucción del sistema mundial por el empleo
de las armas termonucleares son evidentes. El potencial de aniquilamiento
acumulado es una consecuencia de alto nivel de desarrollo de las fuerzas
productivas, que, por virtud del carácter neutral de sus fundamentos técnicos,
pueden adoptar también la forma de fuerzas destructivas (y la han adoptado de
hecho, a causa de la índole espontánea o natural de las relaciones
internacionales). En los sistemas militares de acción, dice: "las partes enfrentadas
se objetivan, unas en relación con las otras, bajo el aspecto de la naturaleza
exterior: en la lucha organizada a vida o a muerte, la destrucción del enemigo es la
ultima ratio. Hoy estos sistemas disponen, por vez primera, de un potencial técnico
que permitiría la mortífera destrucción del sustrato natural de la sociedad mundial.
Ello dicta a las relaciones internacionales un nuevo imperativo histórico de
autolimitación. Esto vale, en general, para todos los sistemas de sociedad con alto
grado de militarización; pero las posibilidades de salir al paso de este problema
están limitadas por la índole específica del sistema. Un desarme efectivo es
improbable, si se atiende a las fuerzas impulsoras de la sociedades de clase
capitalistas y postcapitalistas; sin embargo, la regulación de la carrera
armamentista no es incompatible con la estructura de las sociedades del
capitalismo tardío, en la medida en que se logre compensar el efecto-ocupación
de la demanda de bienes de consumo improductivos por parte del Estado con un
acrecimiento del valor del uso del capital".
Para Habermas si las instancias constitutivas de una forma de vida racional han
de conservarse, ellas mismas no pueden convertirse en objeto de una formación
racional de la voluntad, y se requiere más bien el llamado para la toma de partido
a favor de la razón. Pero esta, como toma de partido, solo puede fundamentarse
en la medida en que se planteen alternativas dentro de una forma de vida
comunicativa en la cual ya se está y que se comparte. El interés por la razón, dice
Habermas: " es la única toma de partido universalizable, pero tan pronto como
surge una alternativa que rompe ese círculo de intersubjetividad predeterminada,
se vuelve a su vez particular. La toma de partido a favor e la razón, no la justifica
el retroceso a una ortodoxia exornada de marxismo que hoy puede llevar, en el
mejor de los casos, a que se establezcan gratuitamente subculturas amuralladas y
carentes de efectos políticos.
La claridad teórica a cerca de lo que no sabemos, no puede desanimarnos en el
intento de discernir los límites de perdurabilidad del capitalismo tardío; menos aún
podría paralizarnos en la decisión de luchar contra la estabilización de un sistema
de sociedad hecha a costa de la dignidad del hombre, tal como se le entiende en
el sentido europeo tradicional."
35
Cristóbal Arteta Ripoll
Será que desde la perspectiva Habermasiana, es posible considerar que las
pretensiones hegemónicas de los Estados Unidos solo persiguen hoy, en la guerra
contra Irak, relegitimar subasto poder político, económico y militar en el mundo?
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Cristóbal Arteta Ripoll
CAPITULO 4
ETICIDAD DE LA
GLOBALIZACIÓN Y
GLOBALIZACIÓN DE
LA IRRACIONALIDAD
Mi malestar en la globalización
MI premio nobel de economía Joseph Stiglitz publicó hace poco tiempo un libro
polémico: El malestar en la globalización el cual, ha generado una discusión
mundial por las abundantes consideraciones críticas que aborda frente a un
fenómeno que está incidiendo profundamente en todos los confines y espacios del
universo.
Como lo señala el autor, el libro es el resultado de mucho tiempo investigando y
reflexionando sobre las cuestiones económicas y sociales con las que ha tenido
que lidiar. Primero durante su vida académica como profesor en Kenia en el año
de 1.963, pocos años después que esta nación obtuviera su independencia. Su
estadía allí le permitió vincularse a cuestiones propias del desarrollo e inspirarse
en los arduos desafíos de la extrema pobreza de millones de Kenianos. Años
después abandonó a esta ciudad, en 1993, para dedicarse a la labor de asesor del
presidente Bill Clinton.
La carrera académica lo preparó profesionalmente para su trabajo en Washington
como miembro y presidente del Comité de Asesores Económicos. La docencia y la
investigación la desarrollaron entre la economía matemática abstracta y otros
temas aplicados como la economía del sector público, el desarrollo y la política
monetaria. En el primer campo, desarrollo la economía de la información con sus
aportes sobre las asimetrías generalizadas en todas las economías, mostrando las
diferencias entre trabajador y empleador, prestamista y prestatario, asegurador y
asegurado.
A través de la economía de la información logró replantear los modelos que se
habían utilizado por generaciones y que se basaban en el funcionamiento perfecto
de los mercados, en la negación del paro y de los salarios excesivos como única
razón de la desocupación. La reinterpretación de los mercados de trabajo, capital
y bienes dio paso a la construcción teórica de nuevos modelos macroeconómicos
con mejores enfoques sobre el paro, las fluctuaciones, recesiones y depresiones
que ha sufrido el capitalismo a través de su historia. El análisis plantea la
necesidad de una mayor transparencia en la información para que los ciudadanos
estén bien informados sobre las instituciones y puedan hacer formulaciones sobre
las políticas que los afecten. Igualmente se muestra partidario de un Estado más
eficiente y sensible capaz de intervenir limitadamente en los procesos
económicos, partiendo del reconocimiento de que los mercados son el centro de la
economía.
37
Cristóbal Arteta Ripoll
Leamos al Premio Nobel de Economía cuando se refiere al FMI:
"...En la Administración Clinton disfruté del debate político, gané algunas batallas y
perdí otras. Como miembro del gabinete del Presidente, estaba en buena posición
no solo para observar los debates y sus desenlaces, sino también para participar
en ellos, especialmente en áreas relativas a la economía. En la esfera
internacional descubrí que las decisiones en el FMI eran adoptadas sobre la base
de una curiosa mezcla de ideología y mala economía, un dogma que en ocasiones
parece velar solo por intereses creados. Cuando la crisis golpeó, EL FMI
prescribió soluciones viejas, inadecuadas, aunque estándares, sin considerar los
efectos que ejercerían sobre los pueblos de los países a los que se aconsejaba
aplicarlas. Rara vez vi predicciones sobre que harían las políticas con la pobreza;
rara vez vi discusiones y análisis curiosos sobre las consecuencias de políticas
alternativas: solo había una receta y no se buscaban otras opiniones. La ideología
orientaba la prescripción.
...Las políticas de ajuste estructural del FMI- diseñadas para ayudar a un país a
ajustarse ante crisis y desequilibrios permanentes- produjeron hambre y disturbios
en muchos lugares; e incluso cuando los resultados no fueron tan deplorables y
consiguieron a duras penas algo de crecimiento durante algún tiempo, muchas
veces los beneficios se repartieron desproporcionadamente a favor de los más
pudientes, mientras que los más pobres se hundían aún más en la miseria. Dentro
del FMI simplemente se suponía que todo el i ¡olor provocado era parte necesaria
de algo que los países debían experimentar para llegar a ser una exitosa
economía de mercado y que las medidas lograrían de hecho mitigar el surgimiento
de los países a largo plazo."
Sus apreciaciones críticas sobre el FMI tienen mucha vigencia y actualidad y
deberían servir para evaluar |e repercusiones que podrían tener sus políticas
sobre América Latina, especialmente sobre aquellas economías que están siendo
fuertemente afectadas por el fenómeno de la recesión con consecuencias
devastadoras sobre la capacidad adquisitiva de los consumidores, el trabajo y los
bienes. No se trata de rechazar la participación del organismo mundial en la
superación de la crisis extrema de estos países, pues tal cono están las cosas en
el mundo es un mal necesario. Se trotaría más bien de que la crisis financiera
mundial y os debates sobre la reforma a la arquitectura económica mundial,
llevarán a quienes gobiernan el sistema financiero global a la conclusión de que
solo una globalización más humana y equitativa podría mitigar el sufrimiento de los
pobres en los países en vía de desarrollo, a largo plazo.
La irracionalidad de la globalización
Los humanos somos la más grata y cualificada manifestación de la evolución del
universo. La mano y, especialmente, el cerebro, dicen algunos antropólogos, son
los órganos que mejor expresan la creación divina; para otros, por el contrario, son
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Cristóbal Arteta Ripoll
las bondades del desarrollo natural de la materia siempre eterna e infinita en el
tiempo y el espacio.
Cualquiera que sea la perspectiva de origen teórico-filosófico, la conclusión apunta
a considerarnos el resultado mejor acabado de todos los reinos. Sin dudas, porque
es el único ser conocido por la ciencia que gracias al desarrollo de su cerebro ha
conocido el privilegio de la razón. Esa capacidad, solo humana, que nos permita
reflejar en la mente las características más generales y esenciales de la realidad,
ordenarlas y deducir inferencias o consecuencias.
Bastaría la razón para asumir en el planeta tierra, y más allá de sus confines, un
comportamiento diferente al del resto del mundo animal, en donde la irracionalidad
no tuviera espacios o solo se mostrara como un vestigio perteneciente a las
especies que nos antecedieron en el largo proceso de hominización.
Cuando se trata de la evolución físico-anatómica el pasado deja sus rastros en el
presente y con él se proyectan hacia el futuro, pero con el correr del tiempo se
hacen cada vez más difusos e imperceptibles. Pero cuando se trata de la
evolución cultural humana, si la socialización educativa no opera, las
manifestaciones irracionales transmitidas de generación en generación pueden
crecer y acentuar sus trágicos efectos. Esta última consideración, es la clave para
entender las grandes diferencias del comportamiento humano universalmente
considerado. Porque si bien es cierto que subyace una estructura genética,
explicativa de fenómenos conductuales, las tendencias hacia la irracionalidad
pueden ser neutralizadas o desarrolladas de conformidad con el grado de
socialización que la educación logre en la familia, en la escuela primaria, en la
escuela secundaria, en la escuela universitaria y en la propia escuela de la vida
que es la suma de las anteriores y su proyección hasta la muerte.
A veces creemos que las manifestaciones de la irracionalidad se expresan solo
cuando somos agresivos o violentos. De pronto estas son sus más altos niveles de
desarrollo, pero no son las únicas. La irracionalidad es un conjunto múltiple de
manifestaciones culturales integradas: el individualismo, la insolidaridad, el
pesimismo extremo, la intolerancia, el utilitarismo egoísta, la deshonestidad, la
deslealtad. En fin, toda práctica que desdibuje y contribuya a empequeñecer
nuestra dignidad como seres humanos.
La humanidad vive la irracionalidad de la globalización porque nada más
perturbador e irracional que pretender acaparar todo en unas pocas manos. Sus
más elocuentes expresiones: la alta concentración de las riquezas, de la
tecnología y de la ciencia en el mundo, los altos niveles de pobreza y miseria
absolutas que ella genera y la falta de canales de acceso democrático a la cultura
y la educación son, entre otras, las causas más poderosas para que no se
encuentren caminos hacia niveles cada vez más crecientes de racionalidad
humana. Pero también la humanidad vive la globalización de la irracionalidad
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Cristóbal Arteta Ripoll
porque no hay lugar habitado en el planeta tierra en donde ella no tenga su
expresión, aunque la cultura política y sus diferencias en las distintas latitudes
hagan más irracionales a unos hombres que a otros. Si para dirimir los grandes
conflictos entre humanos, independientemente de sus causas, se impone la guerra
y no la razón difícilmente se va a extinguir la vieja herencia cultural legada por
nuestros antepasados: la irracionalidad. Cualquier política represiva sobre la
conducta humana no genera los efectos deseados si ella no va acompañada de la
real convicción y práctica de una política de Estado que privilegie el sentido y uso
racional del mayor número de recursos posibles para dignificar la cultura y educar
al hombre.
Por allí pasa un verdadero concepto de revolución educativa en la globalización.
Pero teniendo en cuenta que ello es parte integrante de un nuevo orden
económico, político y social más justo y democrático en el mundo. La
responsabilidad es de todos los Estados, pero especialmente de quienes detentan
y controlan los poderes en el universo: los Estados Unidos, Alemania, Inglaterra,
Japón, Francia, Canadá e Italia. Del grado de racionalidad de sus políticas
depende en gran parte la suerte de la humanidad y la restricción cada vez más
acentuada de los espacios para las expresiones de la irracionalidad humana.
La globalización de la irracionalidad
La globalización es un proceso que ha sido posible gracias a los avances
inconmensurables de la ciencia y la tecnología. Sus efectos se sienten en cada
uno de los rincones de nuestro planeta y más allá de sus confines, generando
profundas transformaciones en las estructuras de las sociedades y originando
procesos sociales, económicos y políticos que han enriquecido más a unos y
empobrecidos más a otros.
La manera como ha impactado a los diferentes países no es homogénea. En
algunas naciones las manifestaciones de las crisis y sus consecuencias han sido
más devastadoras que en otras, demostrando que la Globalización es un proceso
arrollador de carácter contradictorio, discontinuo y asincrónico entre esferas y
espacios.
Es un fenómeno que se caracteriza por la formación cada vez más profunda de
una sociedad global que intenta borrar fronteras entre naciones, pero sin acabar
con las grandes diferencias entre las ricas y las pobres. El eje central de esta
dinámica es el modelo de desarrollo neoliberal centrado en el poder del capital y el
del mercado, tanto en relación con el trabajo como con el propio Estado. Con este
modelo nunca una civilización, en tan poco tiempo, había logrado someter a tantas
regiones del mundo y producir en los últimos 40 años más de lo que la humanidad
ha producido en los 2000 años precedentes, contados a partir del origen de la
civilización. Estas estadísticas entregadas por el Instituto Mundial de
Investigaciones de Manchester, igualmente señalan, que la concentración de las
40
Cristóbal Arteta Ripoll
riquezas ha sido tan acelerada que 385 personas en el mundo tienen ingresos
superiores al 45% de la población mundial.
Así como con la globalización la concentración de las riquezas se ha acentuado
gracias a la aplicación de sus grandes aliados, la ciencia y la tecnología al servicio
del capital; del mismo modo lo ha logrado la extensión de la pobreza y la miseria
en el mundo. Algunas estadísticas recogidas del informe sobre Desarrollo
Humano, entregado por la UNESCO en 1998, -estadísticas que por supuesto hoy
deben mostrar un panorama crítico- nos indican los grados superlativos de
densidades generados en el ámbito del mundo globalizado:
…Las 3/5 partes de los 4.400 millones de hab. de los países en vías de desarrollo,
carecen de saneamiento básico y 1.100 millones no disfrutan de una vivienda
digna y adecuada.
..880 millones no tienen los mínimos elementos de salud y 1.460 millones no
gozan de las posibilidades de beber agua limpia y saludable.
...880 millones de niños no alcanzan los cinco años de escuela primaria y más de
2.000 millones de seres humanos padecen de anemia, de los cuales 55 millones
viven en los países industrializados.
Por su parte el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, en
1.998 hizo un estudio relacionando el consumo de los países desarrollados y los
tercermundistas. Los resultados fueron trágicos, mostrando el abismo que separa
a los ricos de los pobres: mientras la quinta parte de la población más rica en el
mundo, aproximadamente 1.2000 millones, consume el 45% de toda la carne y el
pescado, el 58% del total de la energía, el 74% de todas las líneas telefónicas, el
84% de todo el papel y el 78% de la flota mundial de vehículos; la quinta parte
más pobre consume en el mismo orden y referido a los mismos conceptos: el 5%,
el 4%, el 1.5%, el 1.1% y el 11%.
Pero las desbastadoras consecuencias de la Economía global no solo afectan a la
población de los países pobres, también a la de los países ricos. El mismo informe
de la Unesco trae, entre otros, los siguientes datos: 200 millones de hab. de las
naciones ricas no tienen la posibilidad de vivir más de 60 años, 75 millones viven
con menos de un dólar diario, más de 100 millones deambulan por las calles
porque carecen de un hogar y más de 37 millones de personas no tienen empleos.
Esto significa que la impresionante generación y concentración de riquezas no han
sido capaces de acabar con la miseria en su propio entorno. En los países ricos la
opulencia también vive rodeada de la miseria.
El aislamiento ya no es posible porque no hay información que no sea entregada y
recibida en tiempo real alcanzando los rincones más alejados del universo. Por
eso nadie puede escapar a ella y condenarse a la exclusión.
41
Cristóbal Arteta Ripoll
La globalización y América Latina
Los cambios mundiales ocurridos en los últimos años son formidables. Entre ellos
podemos mencionar: la finalización de la guerra fría y la desaparición de formas
arcaicas y primarias de colonialismo e imperialismo, la instauración de un nuevo
esquema organizativo de la producción y acumulación basado en la
internacionalización del capital y de los mercados, el monopolio de las armas
estratégicas y el unipolarismo en la elaboración y desarrollo de políticas de
dominio y control, el desarrollo de la informática a sus más altos niveles de
expresión, el deterioro cada día más intenso y agresivo del sistema ecológico y del
medio ambiente, la reconfiguración de flujos migratorios estimulados por el
acercamiento real y virtual que los medios de comunicación propician y los altos
niveles de crecimiento de la ciencia y la tecnología.
El avance de la globalización, como fenómeno que continúa su marcha inexorable
hacia la disipación de fronteras, ha puesto en cuestión el núcleo y eje de su
dinámica actual: el modelo neoliberal convencional. Para sus críticos, este modelo
no consulta las realidades del mundo moderno y ha demostrado ser incapaz de
subsanar sus vacíos acorde con las necesidades de un desarrollo humano integral
y global. Pero para sus máximos defensores, en el universo no hay un modelo
alternativo más apropiado para el crecimiento del capital y el trabajo.
La creciente complejización de las relaciones entre lo global y lo local y la
profundización del proceso de transnacionalización, permite comprender cómo los
problemas internos de un país se relacionan y repercuten en los de otros países.
Entre más estrecha es la relación en la órbita de influencias inmediatas más claras
se ven las consecuencias del efecto dominó. Es la relación dialéctica entre el
centro y la periferia.
América Latina, inserta en los efectos del contexto internacional, enfrenta una
crisis económica, política y social que atenta contra la supervivencia e integridad
de sus habitantes. Es tal vez mucho más grave que la que vivieron sus países
durante la segunda guerra mundial, expresándose con mayor intensidad en
Argentina, Uruguay, Brasil y Colombia. Aunque la economía chilena parece ser la
que presenta una mayor estabilidad, con ritmos de crecimiento aceptables frente
al conjunto de las demás economías latinoamericanas, todo parece indicar que, si
las políticas del FMI no logran abrir las vías para la superación de las dificultades,
terminará siendo afectada. Actualmente, solo ésta nación y Costa Rica en América
Latina presentan indicadores de calidad de vida muy semejantes a los de España.
Según estadísticas oficiales del Fondo de las Naciones Unidas para la Agricultura
y la Alimentación, en el continente: existen más de 204 millones de personas que
viven en la pobreza. Siete de cada diez latinoamericanos son pobres y casi 30 de
cada 100 viven en la miseria.
42
Cristóbal Arteta Ripoll
El ingreso per cápita, en el año de 1.998, era de 600 dólares en Honduras y 4.820
en Chile, mientras Estados Unidos era de 31.380 dólares y en Alemania de 28.280
dólares. Es decir, el ingreso per cápita en la economía más poderosa del mundo
es, aproximadamente, 52 veces mayor que el de Honduras y 7.5 veces mayor que
el de Chile.
El fenómeno del desempleo ha afectado a los latinoamericanos con mayor o
menor grado de intensidad: en países como Argentina, Colombia, Venezuela,
Uruguay el índice del desempleo está por encima del 15%, mientras que en
aquellas naciones que no han superado el dígito porcentual, como Chile, Bolivia,
México y Brasil, la tendencia general es la de crecer.
Por su parte, el subempleo se ha incrementado en los últimos años llegando a un
índice promedio superior al 51% y demostrando que es el refugio para quienes no
encuentran trabajo estable ni en lo público ni en lo privado.
A los problemas anteriores hay que agregar, en el campo de la ciencia, la
tecnología y la educación: la baja escolaridad de la población, la ausencia de
políticas definidas y resueltas, la poca transferencia de tecnología, el bajo número
de científicos e investigadores, técnicos y tecnólogos, la crisis de las universidades
públicas y la proliferación de universidades privadas de muy baja calidad
académica. Paradójicamente con la globalización, en los últimos 60 años, el
crecimiento económico del mundo ha superado con creces el acumulado en los
2.000 años precedentes del desarrollo histórico de la humanidad. Pero al mismo
tiempo, dice el Instituto Mundial de Investigaciones de Manchester, nunca en la
historia de la civilización se había generado tanta concentración de las riquezas, al
punto, que un número no mayor de 400 personas tienen ingresos iguales al 45%
de los ingresos de la población mundial. Con ese panorama, el futuro de nuestro
continente está unido inexorablemente a lo que puedan hacer los países ricos
para que el desarrollo económico genere progreso con justicia, equidad y
bienestar social.
Colombia en la globalización
Colombia no ha estado al margen de los efectos de la globalización en el mundo,
de la misma manera, como no ha escapado a ella ningún país en América Latina.
La crisis que vivió su economía recientemente y que aún se proyecta, fue tal vez,
la más aguda y grave de toda la historia. Todos los análisis apuntan a señalar que
fue solo comparable con la que se vivió en el año de 1.940. Pero a diferencia de la
ella, aquella fue el resultado de los desastres causados por la segunda guerra
mundial (1.939-1.945): la utilización de los medios de comunicación y de
transportes marítimos, aéreos y fluviales, solo con fines militares, paralizó las
importaciones y exportaciones, centró el interés y la atención mundial en la
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Cristóbal Arteta Ripoll
dinámica del conflicto y consecuencialmente con ello quebró las economías en
muchas naciones del universo.
Colombia había sido la excepción en América Latina durante la primera guerra
mundial (1.914-1.919). El país había logrado, gracias al impulso de la economía
cafetera y a las divisas generadas por las exportaciones del grano, comprar e
instalar maquinarias y demás bienes de capital indispensables para el desarrollo
industrial. Al paralizarse el tráfico mundial y el comercio, nos vimos obligados a
producir internamente lo que antes comprábamos en el exterior. Por eso el
desenlace de la guerra estimuló la expansión industrial del país y los efectos sobre
el conjunto de la sociedad no fueron tan devastadores.
Terminada la segunda guerra mundial, con la apertura de los mercados, el
desarrollo de la producción del café y los altos niveles de exportación del grano, la
economía colombiana supera rápidamente la crisis y alcanza porcentajes de
crecimiento no conocidos en períodos posteriores de nuestra historia. Esto, muy a
pesar de que en el país los conflictos entre los partidos tradicionales se
agudizaron provocando la entrada en escena del período histórico que los
estudiosos de la historia han denominado violencia bipartidista (1.945-1.953). Es el
comienzo de la época conocida mundial-mente como la transnacionalización
(1.945-1.970) y durante la cual las grandes corporaciones multinacionales,
especialmente norteamericanas, establecen sus filiales y subsidiarias en el
mundo, interactuando, de tal manera, que muy pronto el comercio internacional se
fue convirtiendo en un conjunto de transacciones entre sucursales de los grandes
monopolios. Este modelo permitió a las unidades económicas diseñar sus
procesos para atender los requerimientos internos de cada mercado nacional. Por
eso las empresas transnacionales redistribuyeron sus propias filiales y se hicieron
partícipes de la formación e integración de uniones aduaneras y bloques
económicos.
Ese modelo entró en crisis a lo largo de dos décadas (1.970-1.990) y obligó a las
grandes empresas transnacionales a reconcentrar sus filiales en países claves de
industrialización emergentes, como Brasil y Argentina, mientras abandonaban a
los países pobres. Colombia y los demás países de la comunidad andina se vieron
fuertemente afectados en sus procesos de industrialización y en sus niveles de
progreso y bienestar social, al mismo tiempo que los países altamente
desarrollados vieron crecer exorbitantemente sus riquezas.
Con la entrada de la globalización al escenario mundial y el impulso a un nuevo
modelo de desarrollo económico, desde los inicios de la década del 90, se
profundizan las hegemonías y desigualdades, generándose más riquezas para los
países ricos y más pobreza para las naciones pobres. Para el año de 1.997, según
estadísticas publicadas por la secretaría de la comunidad andina, el PBI por
persona en países como Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia estaba entre 8 y 11
44
Cristóbal Arteta Ripoll
veces por debajo de las economías avanzadas y a 3.3 veces por debajo del de
Argentina y Brasil sumados.
Con la crisis del modelo neoliberal las tasas de crecimiento del PBI que fluctuaban
hasta llegar al 5% anual han caído considerablemente. En Colombia, la tasa
promedio de crecimiento, en el período 1.998-2.000, fue de 0.44, es decir, menos
del medio por ciento. En los últimos dos años se ha recuperado un poco con un
crecimiento aproximado del 3.5%. Esto explica el elevado índice de desempleo
que bordea el 16.5% y de subempleo que supera el 34%. Mientras tanto el déficit
fiscal no ha sido superado, en gran parte explicable por la caída de los ingresos
tributarios, y la deuda externa que es equivalente al 46% del PBI sigue en
aumento. Si a esta situación le agregamos los 24 millones de pobres, 13 de los
cuales viven en la miseria absoluta, la delicada situación de orden público por el
conflicto interno que tenemos, la galopante corrupción que afecta las finanzas del
Estado y los problemas graves de salud y educación, entonces, el cuadro es más
alarmante, patético y escalofriante.
La actividad ética sigue esperando que se enderecen los entuertos y el país
encuentre los caminos de la verdadera transformación nacional. Pero esta vía,
está inexorablemente unida a lo que sean capaces de hacer los países ricos en el
mundo.
45
Cristóbal Arteta Ripoll
CAPITULO 5
LA ÉTICA DE LA GUERRA Y LA
ECONOMÍA DE ESTADOS UNIDOS
Las elecciones presidenciales
El investigador del Centro de Estudios sobre Estados Unidos, (CESEU), Luís Rene
Fernández Sabio, como contribución al análisis prospectivo de las elecciones
presidenciales del 2004 en Estados Unidos, presentó una serie de observaciones
sobre la realidad de la sociedad norteamericana en los Talleres de Escenarios
Políticos, celebrados en la Universidad de La Habana en el año 2003.
Consideraba el investigador que sin desconocer la interrelación de aspectos
socioeconómicos, políticos e ideológicos en el proceso político norteamericano, el
impacto de la situación de la economía no tendría una relación directa en los
resultados electorales. La repercusión de la economía en el proceso no la
determinaría su estado real, sino el propio accionar del presidente en ejercicio y
sus contrincantes, así como el papel de los medios de prensa dominados por los
grandes monopolios de la información y sus enfoques sobre esta realidad. Es
decir, la influencia de la situación económica sobre los resultados electorales no
sólo dependía de la profundidad de los problemas y contradicciones acumuladas
en el sistema y de la idoneidad m las políticas y propuestas enunciadas para
superarlas, sino también de las expectativas formadas en la mente de los
electores mediante la manipulación de la realidad ejercida por los grupos de poder
a través del control de los medios de información.
A pesar de que los aspectos de política externa han te nido en general menos
relevancia en las campañas electorales norteamericanas, en esa oportunidad el
ascenso de los temas de seguridad nacional y la lucha contra el terrorismo
adquirieron un inusitado vigor después del 11 de septiembre del 2001,
configurando lo que parece ser una nueva fase de la política norteamericana. El
presidente Bush supo capitalizar con bastante éxito en el orden interno, para
afincar una línea política de tendencia muy conservadora que hizo recordar en
muchos aspectos el auge del conservadurismo desplegado durante las
administraciones de Ronald Reagan, durante los años 80 del pasado siglo.
Sin embargo, a pesar del derrocamiento rápido del gobierno de Saddam en Irak,
su captura y encarcelamiento y la consiguiente estabilización del mercado
petrolero, acontecimientos presumiblemente favorables al Presidente, los
resultados ulteriores habían complicando la situación debido a las continuas bajas
de las tropas norteamericanas y de sus aliados, así como las consecuencias
económicas de no conseguir con suficiente seguridad y celeridad la explotación de
la riqueza petrolera iraquí.
En marzo del 2004, aunque el 50% de los electores norteamericanos aprobaban la
gestión de Bush en general, en cuanto a la economía su desempeño era
46
Cristóbal Arteta Ripoll
desaprobado por el 51% de los votantes y en política exterior se apreciaba un
virtual empate (47% aprobación y 48% desaprobación). A pocos días de las
elecciones, las encuestas seguían mostrando un empate técnico y todo parecía
indicar que habría que esperar el conteo del último voto para ver quién sería el
nuevo presidente de los norteamericanos. Sin embargo no fue así, Bush ganó
ampliamente a su contrincante a pesar délo reñido del debate.
Los debates realizados en los últimos días, entre los candidatos presidenciales
Bush y Kerry, mostraron la gran importancia conferida a los temas de la llamada
seguridad nacional, los cuales desplazaron a los de los asuntos económicos, pues
en encuesta de junio del 2004 se descubría por primera vez que los
norteamericanos estaban más preocupados por la economía (25 por ciento),
seguidos por la salud (14 por ciento) y la educación (13 por ciento), que por otros
asuntos. Notable diferencia respecto a la situación en el mes de Abril, cuando la
guerra en Irak encabezaba la lista.
Es decir nuevamente los temas político-ideológicos a vinculados a la defensa de la
patria, a los valores de la sociedad americana y a su cultura, ante nuevas amebas
terroristas -reales o imaginarias-, se convirtieron en las preocupaciones que más
acaparaban la atención de la población.
Cuando el presidente Bill Clinton ganó la carrera presidencial el tema económico
se convirtió en el eje del desarrollo de la campaña electoral. Tanto es así que en
los momentos más cruciales del debate y ante la encrucijada de escepticismos y
confusión reinante en el panorama político, cuando los contrincantes se
devanaban los sesos buscando el meollo de la problemática y sus soluciones,
lanzó la famosa frase que catapultó mis aspiraciones y lo llevó a la Casa Blanca:
¡es la economía, estúpidos!. En el 2004, dada la situación política y el moderado
crecimiento económico, así como las contradicciones y elementos de
preocupación sobre su desempeño futuro, el debate sobre temas económicos
debió ser nuevamente protagónico, pero no fue así. Fue la lucha contra el
terrorismo y cómo afrontarlo, la estrategia que ocupó, en los últimos meses, un
espacio cada vez más importante en el trabajo de los equipos de campaña
electoral de ambos contendientes.
De hecho, los dos aspectos menos favorables para las aspiraciones de Bush eran
las debilidades en el comportamiento de la economía en general y las
complejidades derivadas de su política exterior, especialmente el conflicto militar
en Irak. Pero muy a pesar de esas debilidades, el actual presidente ganó el debate
electoral, el dos de Noviembre del 2004, con su estrategia de guerra contra el
terrorismo. Por eso se podría afirmar que en la conciencia del pueblo
norteamericano, esta vez, la frase- símbolo, con la cual explicarán mil situaciones
de su prepotente y arrogante democracia política, para justificar su dominio en el
mundo, será: ¡es el terrorismo, estúpidos!
47
Cristóbal Arteta Ripoll
El nuevo gobierno y la economía norteamericana
Como lo habían previsto la mayoría de analistas políticos en el mundo, las
elecciones realizadas el dos de noviembre de 2004 en los Estados Unidos fueron
tan reñidas que, 24 horas antes del proceso, no había un seguro ganador. Pero
ganó Bush.
El nuevo gobierno tiene frente sí un panorama de dificultades que van a requerir
de una política de estado que involucre los esfuerzos de todos los partidos
políticos para afrontarlas y resolverlas.
La estrategia de guerra contra el terrorismo en el mundo seguirá siendo la
prioridad de la política exterior norteamericana. Internamente, a pesar de que no
fue eje de debate, será la recuperación de la economía la meta que comprometa a
todos los actores políticos. Para ilustrar a nuestros lectores vamos a presentar
unas series de ideas, extraídas del estudio que sobre la economía de los estados
Unidos hizo Luís Rene Fernández Tobio, investigador del Centro de estudios
aludido (publicado, en Abril 2.004, por la Revista Koeyu Latinoamericano.
Caracas. Venezuela). Es importante porque nos ilustra sobre el estado actual de la
economía más próspera del mundo y por las repercusiones que en el futuro van a
tener las políticas que para su recuperación se han iniciado con el nuevo mandato.
Especial interés tendrán estas para los estudiosos y analistas de América Latina.
La economía norteamericana inició su última etapa recesiva en marzo del 2001. El
crecimiento del PIB real en el 2002 fue de 2.2%, ligeramente inferior al registrado
en el 2002 que fue de 3.1%. Para el último trimestre del 2003 el PIB trimestral se
ubicó en 4%, lo que significa una disminución del ritmo de crecimiento observado
en el trimestre precedente de 8.2%. Las dos mayores contribuciones al
crecimiento económico fueron los gastos de los consumidores y las exportaciones.
La escasez de inversiones por parte de las empresas, una de las dificultades para
hacer más rápido el crecimiento, se encuentra asociada a problemas estructurales
de la economía norteamericana que eclosionaron ton fuerza desde finales del año
2001 en la crisis de gobernabilidad del sistema corporativo de Estados Unidos,
iniciada con el escándalo de Enron, pero que Be extiende a toda una serie de
corporaciones, en las que los fraudes contables y otras irregularidades afectaron
seriamente la confianza de los inversionistas.
La débil creación de empleos, o el alto nivel de desempleo, alcanzó niveles record
de 6.1 por ciento en el tercer trimestre de 2003. El número de desempleados se
estimaba en 9 millones de personas en aquel momento.
A partir de entonces ha descendido, pero muy lentamente, a contrapelo del
comportamiento de otros indicadores. Como es usual para la economía
norteamericana, el desempleo expresa notables disparidades entre los distintos
grupos identificados, siendo superior para los adolescentes (16.7%), los negros
48
Cristóbal Arteta Ripoll
(10.5%) y los latinos (7.3%), mientras para los blancos es de 4.9% de acuerdo a
los datos de desempleo correspondientes al mes de enero del 2004.
En el mes de marzo del 2004 el desempleo promedio general se estimó en 5.7%.
A inicios del 2004 el número de desempleados reflejado según las estadísticas
oficiales de Estados Unidos se estimaba en 8.3 millones, sin incluir 432 mil
trabajadores desalentados a buscar empleo, por lo cual la cifra real de desempleo
podría ser muy superior.
Se calcula que durante el período presidencial anterior se perdieron más de 2
millones de empleos, cifra que puede ser mayor por no incluir los desalentados a
buscar trabajo y los subempleados. Es evidente que un mercado laboral tan
deprimido afecta las posibilidades de la recuperación en la medida que el temor a
perder el empleo en el futuro contribuye a incrementar el ahorro y a reducir los
gastos.
Uno de los fenómenos más desfavorables en el comportamiento actual de la
economía norteamericana es que incluso después de decretada la fase expansiva
del ciclo en noviembre del 2001, el nivel de desempleo creció y el número de
empleados disminuyó en 1.03 millones.
Si se empleara el desempleo como una variable principal para determinar el
comportamiento del ciclo económico, la expansión no se habría iniciado en
noviembre del 2001, sino en la segunda mitad del 2003, que es cuando comienza
a recuperarse débilmente dicho indicador.
La actualidad económica
El ingreso personal real, en Estados Unidos, disminuyó desde finales del 2000
hasta finales del 2001, luego creció hasta enero del 2003, pero nuevamente en
febrero del 2003 decreció. En los dos últimos trimestres del 2003 el ingreso
personal creció muy lentamente, 1 y 1.1 respectivamente.
El índice de la producción industrial alcanzó su nivel máximo de precrisis en junio
del 2000 y disminuyó ininterrumpidamente, en los dieciocho meses siguientes, en
6.8 por ciento hasta su nivel más bajo en diciembre del 2001. La producción
industrial creció entre enero y julio del 2002, pero se produjo una caída en octubre
para aumentar de nuevo hasta febrero del 2003. El índice de la producción
industrial observado se redujo en marzo y abril 0.6%, para incrementarse en mayo
apenas un 0.1% y en agosto registró una caída de 0.1%, observándose un
crecimiento de 0.4%. En noviembre del 2003 aumentó 1%, pero en diciembre no
se apreció crecimiento y en enero del 2004 apenas se incrementó 0.8%. La
utilización de las capacidades de la industria se ubicaba en enero del 2004 en 76.2
por ciento, cinco puntos porcentuales por debajo del nivel promedio del período
1972-2002.
49
Cristóbal Arteta Ripoll
El efecto de las políticas económicas aplicadas al menos hasta la primera mitad
del 2003 tuvieron un impacto limitado y quizás hasta contraproducente en lo que
respecta a la necesidad de creación de empleos. Lo mismo ha sucedido con la
política impositiva, que al parecer ha dificultado dicho proceso. En el corto plazo,
sólo la política fiscal y en particular los gastos propuestos por el Presidente
pueden surtir algún efecto estimulador.
La política fiscal de la administración de George W. Bush, en el período
presidencial anterior, estuvo marcada por tres reducciones de impuestos. En el
terreno de la economía fue casi su principal y única política económica. Se
considera desde la perspectiva oficial que estas disminuciones deben estimular el
crecimiento económico,-si los recortes de impuestos se traducen en inversiones y
mayores gastos de consumo,-en lugar de reducir el crecimiento de la economía
debido a la posible subida de las tasas de interés, que podría ocurrir sí el tamaño
del déficit y la deuda federal con respecto al las dimensiones de la economía
desvían el financiamiento del sector privado.
Sin embargo, existen evidencias que estas reducciones impositivas han tenido un
sesgo regresivo. Es decir, han empeorado la distribución de la riqueza y han
encarecido relativamente el costo de la fuerza de trabajo, contribuyendo a la
anémica inversión y creación de empleo. Esta es la crítica más enfática a la
política del reelegido Presidente, en materia económica.
El último programa de reducción de impuestos, firmada por el Presidente el 28 de
mayo del 2003, -denominado paquete de crecimiento de 350 mil millones de
dólares- aprovechó la victoria militar en Irak para reducir la resistencia de los
críticos en el Congreso y aunque el éxito fue apretado, dio un gran paso en el
camino de su campaña electoral para la reelección. Se ha estimado que debe
aportar indirectamente unos 210 mil millones de dólares entre el 2003 y el 2004,
dándole un impulso adicional al mercado.
En esta política impositiva se considera que el Presidente se ha interesado más en
reducir impuestos, que en realizar cambios estructurales en el sistema. Pero ello
no opta para dejar de identificar la evidente inclinación neoclásica, o neoliberal de
tal política, en tanto privilegia los instrumentos indirectos de mercado, en lugar de
estimular el empleo de mecanismos de intervención directa a través de los
gastos del presupuesto. Como elementos constitutivos de esas políticas, los
gastos militares han desempeñado un lugar relevante. Y aunque pudiera
argumentarse sus efectos negativos, en el mediano y largo plazo, sin duda
constituyen un estímulo a empresas y sectores de la economía involucrados en los
contratos militares, -como las corporaciones del llamado complejo militar industrial,
financiadas por el Estado,- mediante fabulosos contratos que abarcan la
investigación, desarrollo y producción de armas. Además, en términos
macroeconómicos, un aumento en el gasto de defensa significa un estímulo al
50
Cristóbal Arteta Ripoll
crecimiento, más importante aún debido a las debilidades presentadas en el sector
privado.
La caída del dólar
En Estados Unidos la política monetaria es práctica y oficialmente responsabilidad
del Banco Central, al cual se le atribuye independencia del gobierno federal. Es
una política absolutamente consistente con los intereses políticos de la
administración en ejercicio. Es conservadora y ha estado encaminada a mantener
un clima favorable para la economía.
Debido a que la inflación ha dejado de ser un problema, la política monetaria se ha
centrado sobre todo desde los inicios de la recesión en estimular la economía
mediante recortes de las tasas de interés que la han llevado en la actualidad a su
nivel más bajo en más de cuatro décadas.
Dice Luís Rene Fernández Tobio, investigador del Centro de estudios avanzados
de los Estados Unidos, en el documento que hemos venido comentando, que el 16
de septiembre el Comité de Mercado Abierto, el órgano encargado de establecer
la política monetaria, decidió mantener la tasa referencial para los fondos
federales a 1.0 por ciento, su nivel mas bajo desde 1958, alcanzado luego de 13
recortes desde inicios el 2001 destinados a fortalecer la expansión económica. El
28 de enero del 2004 se confirmaba el sostenimiento de la política monetaria al
mantener la referida tasa al 1 por ciento.
En la situación actual el riesgo principal asociado a la política monetaria es la
deflación o reducción de los precios dado un pobre crecimiento económico.
Todavía se aprecia un crecimiento en los precios, pero la inflación se ha
mantenido a un nivel sumamente bajo.
En febrero del 2004 la inflación presenta un crecimiento lento: 1.7% en los precios
al consumidor y 2.1% en los precios de producción. (Fuente: Bureau of Labor
Statistics).
La preocupación se debe a la semejanza que pudiera establecerse entre la
situación económica actual de Estados Unidos y las dificultades confrontadas en
este sentido por la economía japonesa, atravesando por un largo período de
estancamiento derivado de la inutilidad en que cae la política monetaria cuando la
deflación se entroniza en un contexto de estancamiento económico. Una tasa de
interés muy baja, cercana a cero, crearía problemas con los instrumentos
financieros de corto plazo y por ello la necesidad de un plan contra la posibilidad
de una crisis deflacionaria.
Al tiempo que esto ocurre la economía mundial, en particular los principales
mercados de Estados Unidos, Europa, Canadá y Japón, no evidencia gran
51
Cristóbal Arteta Ripoll
dinamismo y por ello la demanda de bienes y servicios norteamericanos no es
como se necesitaría para impulsar la recuperación por esta vía. En primera
instancia pudiera pensarse que la caída del dólar respecto a sus principales
contrapartes comerciales serviría de estímulo a la economía al alentar las
exportaciones y disminuir las importaciones, lo que podría ayudar en los próximos
meses a reducir el déficit comercial y alentar de forma neta la recuperación
económica.
No obstante, la teoría económica y la práctica de la última caída del dólar (1985
1987) demuestran que al menos en el primer año posterior a su ocurrencia, la
caída del dólar funciona como un impuesto deflacionario, al aumentar el costo de
las importaciones que no logran ser ajustadas con la oferta interna, tal y como
sucede con un incremento del precio del petróleo. La disminución relativa del valor
del dólar frente a sus principales contrapartes económicas pudiera perjudicar las
inversiones internas en la medida que el 40 por ciento de las importaciones son
gastos en equipos. Tiene por lo tanto un carácter recesivo y ello pudiera ser
negativo para la economía de Estados Unidos en las condiciones actuales. Por
supuesto, ello no quiere decir que todos salgan perdiendo. Como sucede con otras
medidas económicas existe un balance dentro y fuera y hay ganadores y
perdedores. Las corporaciones norteamericanas con una gran actividad en el
exterior se ven beneficiadas en sus ingresos.
También es cierto que un dólar muy débil puede alentar la salida de los
inversionistas extranjeros del mercado norteamericano, si bien debe tenerse en
cuenta que otros factores como la fuerte posición política y militar de Estados
Unidos, acrecentada después de la rápida victoria en la guerra en Irak contribuye
a su posición de superpotencia. Son las paradojas de la dinámica ética del
desarrollo capitalista.
La incertidumbre de la recuperación
La sensibilidad del momento histórico mundial a ligeros cambios puede
desencadenar distintos resultados, lo que hace la situación de la economía muy
fluida, compleja y difícil de predecir. La clave sigue siendo lo que suceda con la
economía más poderosa del mundo.
La nueva administración por lo que desprende de sus discursos y actuaciones va
seguir alentando la recuperación estimulando la confianza de los inversionistas y
consumidores en las medidas adoptadas y las condiciones del mercado.
Se supone que el impacto exitoso de la reducción de impuestos aprobada en el
2.004 y el incremento de los gastos federales, -que agregados a un estímulo a las
exportaciones por la relativa debilidad del dólar, contribuyeron de conjunto a
impulsar el ritmo de crecimiento-, van a servir como punto de partida para
proyectar un mayor crecimiento, el cual podría alcanzar más de un 4 por ciento en
52
Cristóbal Arteta Ripoll
términos reales a finales del 2005, según los analistas. Este crecimiento mayor
sería acompañado por un incremento del empleo y obviamente colocaría a la
economía como una virtual carta de éxito para la administración.
Es posible que la nueva administración acoja los planteamientos del entonces
candidato a la presidencia John Kerry. Según el demócrata, se puede estimular a
las corporaciones norteamericanas a invertir más en el país mediante una
modificación conveniente del código de impuestos, lo cual disminuiría las pérdidas
de empleo en Estados Unidos asociadas a este fenómeno. La disminución del
índice del desempleo es una de las metas predilectas de la nueva administración.
De cualquier manera, el escenario más probable debido a la gran cantidad de
aspectos contradictorios, retos y el efecto de tal coyuntura sobre las expectativas
futuras de inversionistas y consumidores, es la continuidad de la situación actual:
Un débil crecimiento del Producto Interno Bruto y un comportamiento
contradictorio de otros indicadores. El crecimiento se mantendría en el intervalo de
4 a 5 por ciento, pero todavía insuficiente para despejar las sombras de la gestión
de la administración sobre la economía, y el desempleo no descendería de 5 por
ciento, sin alcanzar los niveles anteriores al inicio de la recesión.
Además, la incertidumbre geopolítica por la intervención militar en Afganistán e
Irak, su evolución y otras percepciones de amenazas plantearían una mayor
peligrosidad intervencionista al gobierno norteamericano, lo cual incidiría en los
escenarios de peor comportamiento de la economía.
La reconstrucción de Irak, su recuperación económica y la más rápida salida de
las tropas norteamericanas son objetivos importantes, pero difíciles de lograr. Las
dificultades para conseguirlo -con una mayor participación de sus aliados en
hombres, financiamiento y un cierto regreso al multilateralismo con el empleo de
Naciones Unidas- está vinculado al costo impuesto por la resistencia iraquí a la
ocupación y a las modificaciones en la política de sus aliados. El éxito de la
operación de pacificación en Irak, tras las próximas elecciones presidenciales, no
es sólo un tema de interés militar y político, sino que podría significar un
importante estímulo a la recuperación, tanto por el efecto directo derivado del
beneficio económico de la participación de las corporaciones norteamericanas en
los más diversos negocios relacionados con la reconstrucción y la explotación de
las riquezas petroleras, como por el efecto indirecto en las percepciones de los
inversionistas. De signo contrario para la economía, sería un escenario de
estancamiento, que comienza a ser asociado peligrosamente con la historia de
Vietnam, en una situación conflictiva que aporta cada día nuevas bajas sin
beneficios a la vista, ni posibilidades claras de salida exitosa.
Frente a estas dificultades ¿cuáles serían las perspectivas de la economía en el
reto del mundo y especialmente en América Latina?
53
Cristóbal Arteta Ripoll
CAPITULO 6
EL NUEVO GIRO POLÍTICO
DE AMÉRICA LATINA
Los cambios arrecian
Desde el mismo día en que inicié mis estudios en la Universidad del Atlántico,
hace ya más de tres décadas para vincularme al programa de Ciencias Sociales,
me puse en contacto con el ambiente político y el debate de ideas que allí se
adelantaba. Era un buen reflejo de lo que ocurría en el mundo, en Latinoamérica y
en Colombia. El debate era intenso en la Universidad: las corrientes políticas de
izquierda se agrupaban entre los que pregonaban la combinación de las diferentes
formas de lucha y los que veían en la lucha armada la única vía posible para
"enfrentar al enemigo de clase", derrotarlo e instaurar una dictadura proletaria o
socialista. Las primeras le daban una gran importancia a las elecciones,
participaban en los procesos y lograban escaños y curules en las corporaciones
públicas; independientemente de que se reservaran el planteamiento de la lucha
armada como una opción alternativa. Las segundas, rechazaban las elecciones al
considerar dos (2) principios esenciales: "el que escruta elige" y "la violencia es la
partera de la historia"; por lo tanto, para esta corriente la línea correcta era la
abstención.
La situación política del país permitía el debate, entre otras cosas, porque el
conflicto no había logrado altos niveles de degradación que hicieran intolerable la
participación activa de algunos sectores.
Salvo en aquellos países en donde el voto por mandato legal y constitucional es
obligatorio, la abstención ha sido un fenómeno recurrente en el mundo y se ha
manifestado en forma espontánea sin que en la mayoría de los casos responda a
elevados nivele de conciencia y organización política. En este sentido, Colombia
no ha sido la excepción pues, por lo regular, el índice de abstención, a través de la
historia, ha oscilado entre el 50% y el 70% del total de personas en disposición de
votar, sin que ello exprese un alto contenido de conciencia política y de
compromiso con las organizaciones armadas. La gente que no vota lo hace por
muchas razones: porque están cansados de tanta demagogia, engaño y mentiras
de los políticos de turno; porque las soluciones a los problemas que los afectan
nunca llegan o llegan demasiado tarde; porque la corrupción, la politiquería y el
clientelismo terminan siendo las estrategias de perpetuación política de los
elegidos; o, simplemente, porque no les interesa ni les ha interesado participar en
esos procesos. Es muy bajo el índice de personas que no votan porque estén
convencidos que la vía armada sea la vía para llegar al poder.
Los abstencionistas por principios deberían tener en cuenta la presente época
histórica, analizar con profundidad lo que está sucediendo en el mundo y proceder
en consecuencia. La nueva característica del actual momento político
Latinoamericano es la expresión victoriosa de grandes movimientos políticos con
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Cristóbal Arteta Ripoll
un alto contenido populista de izquierda. Venezuela, Brasil y Paraguay, países
caracterizados por el deterioro de los partidos tradicionales y la irrupción en la vida
política-electoral de figuras con gran imagen, carisma y apoyo popular, han
permitido la conformación de un gran eje político que puede forzar un giro hacia la
izquierda y cambiar la configuración del mapa político en América Latina.
Este giro puede acentuar su dinámica: si en Venezuela Chávez logra salir
adelante con el gran respaldo popular con que cuenta y supera la inestabilidad y
zozobra política, social y económica del país; y si Lula y Tabaré Vásquez, a partir
de las peculiaridades de sus países, asimilan la experiencia Venezolana y realizan
una gestión de cara a ala reivindicación de los más necesitados. Brasil, por el
peso real de su economía, puede convertirse en el líder real de este proceso. El
triunfo electoral de fuerzas opositoras en esos países, debería servir de ejemplo
para profundizar la convicción de que los grandes procesos de cambios y
transformaciones alternativos solo son posibles con la presencia activa de los
pueblos en las urnas y en las calles para defender el triunfo; pero, al mismo
tiempo, para consolidarlo, devolviéndole al pueblo amor y lealtad en cada una de
las acciones de la gestión pública. Con el pueblo hacia el bien común todo es
posible, sin el pueblo nada es posible.
Esta verdad de perogrullo parece que la desconocieran algunas organizaciones
políticas, cuando en vez de actuar para ganar el afecto popular realizan acciones
en contravía de sus intereses poniendo en peligro lo más preciado de su
existencia: la vida y la libertad individual. Jamás en la historia de la humanidad las
acciones terroristas y suicidas convocan y aglutinan, por el contrario, ellas aíslan y
dividen
En Colombia existen condiciones excepcionales para que una opción democrática
y popular, aún en medio de la intolerancia y la insensatez de algunos, se abra
paso, siga reivindicando el contenido de la vía electoral y empuje hacia la apertura
y consolidación de un modelo de desarrollo social humanitario. Esta sería una
buena alternativa contra el neoliberalismo que tantos estragos y daños a causado
a la economía y a la sociedad en el mundo.
El ejemplo histórico de Gaitán
Jorge Eliécer Gaitán Maecha, nació a comienzos del siglo XX, en el año de 1.903,
cuando en el país el período histórico de La Regeneración daba paso a la
Hegemonía Conservadora y se sucedían dos hechos determinantes: La guerra de
los mil días y la separación de Panamá. Tenía apenas 25 años cuando nuestra
nación fue sacudida por la matanza de las Bananeras en el año de 1928. En ese
momento, le correspondió mostrar sus dotes y virtudes como un gran dirigente
popular y asomar su proyección como el caudillo y conductor que el país
necesitaba. Sus denuncias políticas por los atropellos de la multinacional (United
Fruit Company) contra los trabajadores y por los actos de barbarie desarrollados
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Cristóbal Arteta Ripoll
por la fuerza pública, le abrirían el camino de la elocuencia, la oratoria y la
compenetración con los ideales de las gentes pobres, discriminadas y
desplazadas del país. Su formación política centrada en la doctrina liberal y sus
contactos con ideas y dirigentes socialistas del mundo europeo contribuirían a
estructurar una concepción del mundo y de la vida caracterizada por el amor y el
servicio al prójimo. El bien común fue el vértice desde el cual Gaitán construyó su
pirámide filosófica y política. Servir a él, fue la clave para ganarse el afecto y el
fervor popular.
Terminada la Hegemonía Conservadora e iniciada la Hegemonía Liberal (1.9301.946) los problemas fundamentales de la economía, la salud, la educación, el
desempleo, el enfrentamiento bipartidita, la inseguridad y la violencia no cesaban,
por el contrario, se agudizaban (pareciera como si la Historia se repitiera infernal e
incesantemente)... A Gaitán le correspondió, entonces, ser el principal crítico de su
propio partido como miembro que era del parlamento, al cual había sido elegido en
el año de 1.929. Sus críticas le valieron la excomunión de muchos de sus
copartidarios, pero especialmente del influyente periódico El Tiempo, quien lo
señalaba como socialista. Esta situación lo llevó a fundar su propio grupo político
(Unión Nacional Izquierda Revolucionaria-UNIR), con el cual, desarrollaría una
fugaz política abstencionista hasta que el partido liberal lo envolviera nuevamente
en su estructura organizativa. Ya en las filas del partido liberal, fue alcalde de
Bogotá durante la primera administración e Alfonso López Pumarejo (1.934-1938),
Ministro de Educación en la presidencia de Eduardo santos (1.938-1.942) y
Ministro del trabajo en el segundo gobierno de López (1.9942-1.946). Aspiró a las
elecciones presidenciales del 5 de Mayo de 1.946, pero con un liberalismo
dividido, fue derrotado por el dirigente conservador Mariano Ospina Pérez.
La izquierda organizada, con una concepción política contraria al establecimiento,
consideraba a Gaitán como un peligroso adversario que deliberadamente
contribuía a mantener a las masas bajo la influencia ideológica de la burguesía.
Tal vez, por esta razón no lo apoyó en sus aspiraciones presidenciales y prefirió
hacerlo por otros candidatos.
Gaitán perdió, pero de allí en adelante logró captar el descontento de las gentes,
inconformidad que ascendía cada día debido al aumento cada vez más creciente
del costo de la vida y por las frustraciones que dejaba la segunda administración
de López. Nombrado jefe del liberalismo, tras una corta colaboración con el
Gobierno de Ospina, y, como consecuencia de la violencia oficial, no tuvo otra
alternativa que suprimir la participación liberal en los altos cargos del gobierno,
constituyéndose en el jefe indiscutible de las masas y de la oposición democrática.
Sus consignas predilectas se hicieron famosas y calaron hondo en el sentimiento
popular: ¡Contra las Oligarquías!..., y, ¡Por la restauración moral de la República!...
¿Será que aún tienen vigencia?
56
Cristóbal Arteta Ripoll
Que lástima que el asesinato de Gaitán, el 9 de Abril de 1.948, no hubiera
permitido que sus ideas y conceptos los respaldara con sus ejecuciones como
gobernante. Entonces, hoy, estaríamos, si no hubiese cumplido su programa de
gobierno, enjuiciándolo con su propia máxima: político que no respalda sus
principios con sus actos es un farsante que merece el desprecio.
El Caso de Venezuela
Tres años después de su espectacular ascenso al poder, en 1998, con un apoyo
popular extraordinario, el presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías, el día 11
de Abril, fue depuesto como presidente mediante un golpe de estado dirigido por
altos mandos militares de ese país y auspiciado por fuerzas poderosas internas y
externas. Ese día, los empresarios, sindicalistas y dirigentes políticos contrarios a
Chávez lograron, previamente, desarrollar una marcha sin precedentes en contra
de su gobierno, la cual, creó las condiciones que los golpistas esperaban. Sin
embargo, no fue esa la información que estuvieron emitiendo los que controlan los
grandes medios de información del hermano país y sus símiles en el exterior. Por
el contrario, decían que el presidente Chávez, forzado por las consecuencias de
las manifestaciones en su contra, no le quedó otra alternativa que renunciar a su
cargo.
Esa información la vinieron recepcionando nuestros medios, salvo pocas
excepciones, dándole absoluta credibilidad sin ni siquiera dignarse a dar cabida a
la "otra opinión", la que por lo regular siempre se cercena para esconder
determinados intereses. Algunos hasta editorializaron para sumarse a la mentira y
alegrarse por la caída de Chávez. Pero, como siempre ocurre, por muy oscura que
parezca la noche habrá alguien con una linterna para alumbrar el camino y
mostrar la realidad tal como ella se presenta. Hay medios honestos en el mundo
que han entendido que su función principal es informar en forma objetiva,
imparcial y veraz para que las gentes libremente puedan construir su propia
opinión. Es un deber informar correctamente, pero también es un derecho estar
bien informado.
Quienes hemos seguido de cerca y con algún interés académico el proceso
venezolano, solo nos correspondió tomar con pinzas la información y sospechar
de ella. Las razones de pronto muy simples: los medios de comunicación en
manos de los poderosos en el vecino país, desde la llegada de Chávez al poder,
entendieron que no eran los suyos sino otros los intereses representados en ese
gobierno. De allí, el sesgo en la noticia. Pero Chávez volvió al gobierno, antes de
transcurrir 48 horas del golpe de Estado más corto de la historia latinoamericana,
porque el pueblo que lo había elegido se tomó las calles, superando las
manifestaciones del 11 de Abril, y, porque, fue tanta la presión que el ejército no
tuvo otra alternativa que apoyar la restauración del gobierno legítima y legalmente
constituido.
57
Cristóbal Arteta Ripoll
No es fácil simpatizar con el estilo de conducción política de Chávez. Su interés en
mostrarse como el nuevo representante de Bolívar en la tierra venezolana y
proyectarse como tal, más allá de las fronteras, lo lleva a creerse el elegido de la
gloria y a cometer muchos errores. El primero de ellos, y, tal vez el más
protuberante, subestimar permanentemente a sus opositores y creer ciegamente
que el respaldo popular y el de los militares es eterno. De allí la seguridad que
muestra en sus discursos e intervenciones tanto en el interior como en el exterior
del país. El más reciente de todos, el discurso como delegatario de los presidentes
en la reunión del Grupo de Río, es la muestra más clara de su formación y actitud
mesiánica.
Chávez, tiene el coraje y la valentía del llanero Páez, el espíritu reivindicatorio de
Sucre, y, aunque le falta la inteligencia y el equilibrio emocional de Bolívar,
encarna la esperanza Bolivariana de redención de los pobres venezolanos. Ha
sabido canalizar la inconformidad del pueblo venezolano contra los partidos
tradicionales (Acción Democrática y Copey) y ganar en línea los diferentes
procesos eleccionarios que se han realizado en el vecino país, pero, aún, no ha
podido plenamente convencer y demostrar sus dotes sobre el difícil arte de
gobernar. Para gobernar hay que estar preparado. Los ricos se preparan y
preparan a sus hijos para el gobierno, los pobres a lo sumo lo hacen como medio
de trabajo y subsistencia. Son pocas las excepciones que recoge la historia sobre
aquellos casos en que líderes pobres, con poca formación, llegan a triunfar y a
realizar un buen gobierno; entre otras cosas, porque los ricos no siempre los
dejan. Lo que si recoge la historia son los casos de líderes pobres que por su
inteligencia y formación han escalado las cimas más empinadas del poder del
Estado y se han mantenido gracias al apoyo popular.
La expresión Platónica: solo los sabios pueden conducir adecuadamente los
destinos de un estado, (si se analiza en su contexto histórico y como inferencia de
sus opiniones filosófico-políticas, contenidas en su obra magna "La República"),
podría interpretarse como el interés del sabio griego en que los estados sean
gobernados solo por los que saben. Y así debe ser, lo demás es irresponsabilidad.
No hay dudas, a los pobres no nos queda otro camino, tenemos que prepararnos y
preparar a nuestros hijos no solo para que sobrevivan, también para que
gobiernen si las circunstancias así lo exigen.
Chávez regresó, porque no perdió el apoyo popular. Cuando este se pierde, para
el gobernante todo está perdido; y para mantener ese apoyo, aún con una buena
obra de gobierno, se requiere del poder de los medios para informar adecuada y
verazmente. La voz del pueblo no es siempre la voz de Dios, por el contrario, es
más bien la de los poderosos sí, a través de los medios de información y
comunicación, logran manejar y construir opinión a su favor. Si Chávez no logra
convencer a los grandes medios u obligarlos para que informen con objetividad e
imparcialidad, va a seguir teniendo dificultades en su gestión. Con la salida y
regreso de Chávez voló y volvió la esperanza de los pobres en Venezuela. En
58
Cristóbal Arteta Ripoll
adelante, tendrá que recoger las experiencias vividas, procesarlas, rectificar
errores y demostrar que sí sabe gobernar. Amanecerá y veremos.
Avance hacía un nuevo modelo
El caso de La República Bolivariana de Venezuela puede ser analizado desde
diversos puntos de vista, y, de conformidad con ellos, presentar las inferencias
que se desprendan.
Si el punto de partida está marcado por los intereses individualistas, utilitaristas y
pragmáticos de quienes históricamente han defendido los grandes privilegios del
capitalismo, entonces, lo que está pasando en el vecino país representa un
retroceso para la democracia representativa y, aún, para la democracia
participativa; muy especialmente, porque allí se corre el peligro de que el Castrocomunismo se instaure definitivamente y ello sería un mal ejemplo históricopolítico para el resto de la humanidad. Si, por el contrario, la óptica representa
intereses colectivos, solidarios y humanistas lo que está pasando allí se muestra
interesante y Venezuela avanza, en medio de las dificultades, hacia metas de
desarrollo sostenible con justicia social y equidad. Quienes hacen desprender su
análisis desde esta perspectiva, no necesariamente entienden que el proceso que
se adelanta marcha hacia un sistema antagónico con el actual sistema capitalista
imperante en Venezuela.
Si la visión utilizada para analizar el caso Venezolano está centrada en una
perspectiva científica o se desprende de una óptica académica, entonces, los
resultados, más allá de una posición y actitud política, tienen que mostrar
coincidencias más eficaces y ajustadas con la realidad del país bolivariano. La
lectura de estudios académicos, realizados por intelectuales internos y externos
del vecino país, así como el seguimiento que hemos venido haciendo al proceso
nos ha permitido llegar a las siguientes conclusiones:
La pretensión de realizar una Revolución con justicia social y equidad por la vía
constitucional sin mayores márgenes de violencia, a pesar de la férrea oposición
de los sectores poderosos, es única en el mundo. Se pretende cambiar
revolucionariamente el actual modelo de desarrollo neoliberal por un nuevo
modelo de desarrollo social humanitario, de tal manera que, al lado de la libre
empresa, la defensa de la propiedad privada y la democracia política, el Estado
asuma un papel protagónico en la redistribución de las riquezas, en el manejo,
control y prestación de los servicios públicos y en la inversión de grandes recursos
para la construcción de universidades, escuelas, hospitales y demás obras de
infraestructura. Las dificultades para avanzar son enormes, sobre todo, porque los
grandes y tradicionales grupos de poder económico y político son
antagónicamente contrarios al proceso y, de mil maneras, han impedido y van a
seguir impidiendo su consolidación. Para la oposición, la única salida a la crisis,
hoy convertida en obsesión, es la salida de Chávez. Ni siquiera la presión de la
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Cristóbal Arteta Ripoll
Organización de los Estados Americanos -O.E.A.- y la presencia de su presidente,
en ese entonces, Cesar Gaviria pudieron convencer a la oposición que debía
esperar los tiempos establecidos por la constitución para la realización de
elecciones.
Los dos grandes problemas que tiene la oposición para lograr sus objetivos son:
en primer lugar, el amplio apoyo popular del presidente Chávez y, en segundo
lugar, el respaldo de las Fuerzas Armadas Venezolanas. La toma de Caracas y las
grandes movilizaciones en todo el territorio nacional durante los días 11, 12, 13 y
14 de Abril, después del golpe de estado de más corto tiempo en el mundo,
demostraron, una vez más, que solo con el pueblo y su apoyo era posible
mantenerse en el poder. Solo 47 horas bastaron para que los golpistas mostraran
sus garras y dientes fascistas contra los demócratas del vecino país, demostrando
ante el mundo que los dueños del poder económico ni siguiera son capaces de
respetar la democracia que tanto pregonan y defienden: la electoral
representativa. Las ocho elecciones en línea que les ha ganado el presidente
Chávez han sido cuestionadas e irrespetadas. Y tal como están las cosas, cuando
se realicen las elecciones presidenciales en el 2006 lo más posible es que las
vuelva a ganar y se las sigan irrespetando.
El gran dilema que tenía el presidente Chávez era convencer a los Estados Unidos
y a los poderosos de su país que su gobierno solo persigue mejorar el
funcionamiento del capitalismo, para hacerlo más eficiente y ajustado a los nuevos
tiempos. Pero no lo logró, y por esa va a ser muy difícil mantenerse en el poder sin
las grandes dificultades del presente y las que están por venir.
La crisis de Venezuela parece ser una crisis de superación de los males
endémicos que la caracterizan, sobre todo, porque ha brindado las condiciones y
la oportunidad para la renacionalización de la principal industria petrolera del país
y una de las más grandes del mundo. Todo ello puede ser posible por la
radicalización del movimiento popular a favor de Hugo Chávez Frías y su
consolidación como gobernante, si es que tal apoyo y el de las Fuerzas Armadas
es suficiente para mantenerse en el poder.
El impacto de la figura de Chávez en el mundo, a pesar de la campaña difamatoria
que en su contra adelantan los medios, lo ha colocado como protagonista de la
vida política y de los cambios en Latinoamérica. Según encuesta realizada por la
Agencia de Noticias BBC de Londres Chávez está en el primer lugar con un
51.33% de aceptación, seguido por Bush con un 25.03%, Ronaldo con 10.87%,
Lula con 8.83% y Sadan con3.95%.
Y ello es indiscutible, porque a pesar de todas las dificultades y problemas se
mantiene en el poder levantando en alto las banderas de un nuevo modelo de
desarrollo social humanitario y porque ha derrotado dos grandes conspiraciones:
la de comienzos del año 2001que terminó con el fracasado golpe de estado del 11
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Cristóbal Arteta Ripoll
de Abril y la de finales del mismo año iniciada con un paro nacional indefinido que
ha saboteado criminalmente a la principal industria petrolera del país.
Las reivindicaciones populares
El referendo realizado el 15 y 16 de agosto del año 2004 en la República
Bolivariana de Venezuela, para decidir la permanencia del Presidente Chávez en
el poder fue una demostración contundente de la democracia participativa
protagónica. Chávez ganó otra vez y no de cualquier manera. Lo hizo
ampliamente y en contra del poder descomunal de los poderosos internos del
vecino país, de los magnates del gran imperio del norte y sus aliados en el mundo.
De acuerdo a las cifras emitidas por el Concejo Nacional Electoral Chávez ganó
con el 58.25% de la votación total. Fue la octava victoria en línea de Hugo Chávez
Frías, desde cuando llegó a la Presidencia de la República en el ano de 1.998. Ya
nadie debería decir en adelante que en el vecino país lo que se pretende es
instaurar un orden dictatorial excluyente, como lo han venido afirmando sus
enemigos y adversarios en el mundo. Pero lo seguirán diciendo quienes, interna y
externamente, no soportan ver a los de abajo gobernar a los de arriba porque para
ellos los pobres solo existen para ser gobernados y trabajar para ampliar las arcas
de sus economías. Sobre todo, lo seguirán diciendo os de la oposición interna,
quienes desde antes del triunfo ya se habían resistido a aceptar los resultados del
referéndum.
Lo anterior significa que la demostración contundente de Democracia dada por el
pueblo de Venezuela no será suficiente para contener las pretensiones golpistas
de la oposición y acabar a como dé lugar con el gobierno de Chávez. Algunos
como el expresidente Carlos Andrés Pérez, desde antes del proceso lo había
anunciado, señalando (¿quién lo creyera?) "que la única vía para sacarlo del
poder es la vía armada" En sus declaraciones desde el exterior decía: “existe un
desgobierno que ha llevado a Venezuela al desastre. Quien lo dirige es un loco sin
capacidad mental ni organización para pensar ni para dirigir los destinos del país.
Esa es la realidad venezolana, de manera que nosotros no tenemos más recursos
que salir de él v eso es lo que vamos a hacer en estos días... lo vamos a sacar del
poder. El referendo triunfa, y si no hay referendo, sin referendo lo sacamos. Este
señor ha demostrado que no tiene interés en una solución negociada de la
situación venezolana. Este es el peor gobierno populista que se hay vivido en
América Latina" Y remataba diciendo que si era necesario había que malario como
a un perro, con el perdón de los perros.
Semejante exabrupto pone al descubierto que quienes más pregonan la vía
electoral y pacífica como único medio para acceder al poder son los primeros en
desconocerla cuando ella está en contra de sus mezquinos intereses continuistas.
Es decir, la oposición no esperará otro proceso eleccionario para intentar sacar a
Chávez del poder. De seguro lo intentará por la fuerza con la anuencia y el apoyo
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Cristóbal Arteta Ripoll
de sus amos en el mundo. Pero desconocen o más bien no quieren entender que
no se trata de sacar a un hombre sino a un pueblo, porque esto es lo que él
encarna. De allí su fortaleza. La encarnación de un pueblo que hoy cuenta con
otra ventaja incomparable: el apoyo irrestricto de las fuerzas armadas. Esos miles
de hombres y mujeres permanentemente en las calles de Venezuela, apoyando
mayoritariamente al gobierno, demuestran que el Proyecto Político Bolivariano ha
prendido en la conciencia de las gentes. Y si bien es cierto que aún no se han
resuelto los problemas estructurales de Venezuela, tienen plena fe y confianza en
un futuro más digno y justo que acabe con la miseria, la pobreza, el desempleo y
todas las desgracias del Proyecto Neoliberal Capitalista.
La política de Misiones impulsada por el Gobierno Bolivariano de Venezuela es
apenas el inicio de un proceso, que como todo parece indicar, profundizará las
soluciones a las reivindicaciones populares: La Misión Robinsón en menos de un
año en Venezuela casi ha erradicado el analfabetismo, según aseguran fuentes
oficiales. Es casi un país Ubre del analfabetismo y en su segunda fase pretende
garantizar la educación primaria a toda la población; La Misión Rivas incorpora a
todos los que no pudieron terminar el bachillerato hasta que lo concluyan. Ya se
han beneficiado más de 500 mil bachilleres. Todas las instituciones públicas del
país están involucradas. Es gratuito y obligatorio; La Misión Sucre creó la
Universidad Bolivariana que está abriendo núcleos en todo el país. Brinda
educación hasta concluir la carrera profesional; La Misión Barrio Adentro esparció
más de mil médicos cubanos por todos los barios del país. No hay un barrio donde
no haya un médico con su consultorio. Se brinda salud a la puerta de la casa,
gratuita, se entregan medicamentos. Por decreto los hospitales militares antes
instituciones restringidas sólo para el personal militar- atienden emergencias; La
Misión Mercal un sistema que garantiza alimentos baratos al pueblo, pone un
control de precios a los productos de la canasta básica para evitar la especulación.
Existen mega mercados para vender productos básicos a precios muy por debajo
de los regulares. Por no dar abasto ante la gran demanda que tienen, todos los
días se están inaugurando otros. También hay mercaditos, que son bodegas para
la gente del sector. Además los mercales grandes tienen una botica popular
adentro donde se consigue medicina con 80 por ciento de descuento subsidiado
por el Estado.
Esas Misiones, las medidas petroleras y las agrarias tomadas con la Ley de tierras
ponen al descubierto que un nuevo modelo de desarrollo en América Latina sí es
posible y viable. Venezuela abre caminos inéditos en el mundo.
Creo que ni aún con el asesinato de Chávez (ojala y Dios no lo quiera) se
interrumpiría el proceso Venezolano.
No hay dudas, los movimientos de resistencia y cambio liderados por Chávez,
Lula, Krischner y Tabaré Vásquez, entre otros, constituyen las figuras
protagónicas del nuevo giro político de nuestro continente. Otra de las
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Cristóbal Arteta Ripoll
manifestaciones de los vientos de cambios que soplan en América fue la reciente
elección el día I .unes dos de mayo de 2005 del chileno José Miguel Insulza como
nuevo presidente de la O.E.A.; sobre todo, porque su candidatura no contó con el
apoyo inicial de los Estados Unidos, país que para evitar su derrota, a última hora,
retiró la candidatura del mejicano Luís Ernesto Derbez.
Según los analistas políticos fue la primera vez en la historia que ese país es
derrotado en la Organización de los Estados Americanos. Otros analistas, por el
contrario, creen que Insulza no hubiera llegado a la presidencia sin el apoyo de
Washington. De cualquier manera, todo parece indicar que las posiciones del
nuevo presidente se desarrollarán a favor de los intereses norteamericanos.
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Cristóbal Arteta Ripoll
CAPITULO 7
POLITICA ELECTORAL Y
ANGUSTIA AXIOLOGICA
EN COLOMBIA
Coaliciones sin fronteras
La existencia de los partidos políticos en Colombia data desde mediados del siglo
XIX, cuando las contradicciones económicas y sociales comenzaron a expresarse
en términos de intereses políticos.
El incipiente Conservatismo defendiendo el supuesto orden derivado de relaciones
sociales que consideraron garantizados por la religión y el ejercicio efectivo de la
autoridad; y el Liberalismo dividido en dos fracciones: los Draconianos,
representantes de los intereses manufactureros y artesanos y defensores del
proteccionismo, y los Gólgotas, representantes de la burguesía comercial y
defensores de un Estado burgués liberal y democrático.
Coinciden nuestros historiadores en afirmar que, en sus inicios, las diferencias
entre liberales y conservadores estaban fundamentalmente referidas al divorcio o
maridaje en las relaciones Iglesia-Estado, a la amplitud o restricción de los
derechos políticos y libertades individuales, al carácter laico o confesional de la
educación y, en menor proporción, al librecambismo o proteccionismo en materia
de política económica. Sin embargo, sería erróneo, históricamente, reconocer
líneas de demarcación que homogeneizaran ideológica y políticamente a nuestras
grandes organizaciones tradicionales. A través de la historia, aspectos de los
programas y plataformas políticas de un partido siempre han encontrado adeptos y
creado fricciones en el otro, independientemente de la hostilidad que en algunos
períodos convulsivos de nuestra historia los ha caracterizado y que los ha
enfrentado belicosamente en fratricidas guerras civiles.
Ni siquiera las organizaciones políticas de izquierda han escapado a la tentación
de dejar de hacer oposición, para aliarse y apoyar coyunturalmente determinados
proyectos políticos partidistas. A sólo cinco años de fundado el P.C.C. llamó a sus
militantes y adeptos a votar por la candidatura presidencial triunfante de Alfonso
López Pumarejo (1934-1938), por considerar que expresaba para la época
reivindicaciones más sentidas de los miserables del campo y la ciudad.
Las coaliciones no son, en nuestra historia, un fenómeno nuevo, ni rasgo original
de nuestra política. La experiencia histórica mundial es rica en experimentos de
esa naturaleza y no existe en la teoría política, un clásico que por principio las
niegue en forma absoluta y excluyente. Todos los procesos políticos de cambios,
transformaciones y reformas han estado acompañados de ellas.
No puede, por lo tanto, negarse su importancia ni su vigencia histórica. La multitud
de problemas que afectan a la comunidad y las exigencias de una sociedad más
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Cristóbal Arteta Ripoll
justa, abierta y democrática, requieren eslabonar los esfuerzos e iniciativas de
todos hacia metas concretas. Lo negativo de los acuerdos entre los partidos y
organizaciones políticas es que ellos se realicen sin que medien tesis y
programas, sin líneas ideológicas divisorias y desapareciendo las opciones y
alternativas tan esenciales y necesarias para la vida de la democracia. Es
imprescindible que las componendas burocráticas, el reparto milimétrico del poder
y la entrega de la conciencia por el beneficio inmediato cedan el paso al
mantenimiento de los principios ideológicos y políticos para que se fortalezca la
controversia sana y civilizada y se puedan establecer responsabilidades en el
manejo político y en los resultados de su acción.
Una democracia que exprese con nitidez las diferentes salidas y soluciones a sus
problemas, ensanche sus posibilidades y perspectivas, acreciente la credibilidad
de los ciudadanos, se hace más participativa y se vincula sin temores y
vacilaciones a los cambios que miran al progreso de la humanidad.
La desesperación por la obtención de un mayor número de votos para garantizar
una curul, o aumentar su número, está impidiendo que las fuerzas que gobiernan y
las que conforman la oposición, tracen claras líneas de separación a sus tesis
programáticas, parece que sólo importara el resultado del momento y la mejor
suerte del grupo y de sus candidatos a corporaciones públicas. La preocupación
por una democracia más real, con verdaderas proyecciones hacia soluciones
profundas en lo económico, político y social no ocupa lugar importante en las
reflexiones de nuestra vida política.
Ese oportunismo político ha creado un panorama de confusiones y confusionismos
sin fronteras ideológicas, donde es difícil y a veces hasta imposible, a no Ser por
el rótulo de la tradición, diferenciar al liberal del conservador, y, más aún, las
tendencias y matices que los más agudos analistas y visionarios políticos dicen
que existen en el interior de los grandes partidos de la política nacional. Este
proceso terminará agotando definitivamente las opciones, desinteresando más al
ciudadano y creándole espacios a la abstención y a todas las consecuencias que
ella implica.
Y si la oposición de izquierda, como se vislumbra, guarda sus propósitos y
principios para acomodarse a las ventajas electorales de la coyuntura, con mayor
razón, la densa nube que oscurece el panorama político, acabará convirtiendo
nuestra ya deteriorada democracia, en la noche de las tinieblas.
Candidatos, tesis y programas
Cuando se acercan procesos eleccionarios en nuestro país, la expectativa crece y
la confrontación política se agudiza sin que aparezcan claramente definidas las
tesis y programas. El esfuerzo de los candidatos no pasa los límites del discurso
llano que, con acento populista, persigue captar un electorado cada vez más
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Cristóbal Arteta Ripoll
distante de motivación, para opinar consignando su voto por una alternativa real y
verdadera.
La consigna del bienestar para todos se concibe, simplemente, como resultado de
la superación de los problemas que afectan la prestación de los servicios públicos
y los de la seguridad social, tan cercada por la ola delictiva que envuelve y
amenaza permanentemente nuestras vidas. A veces, y entre líneas, aparece en
las intervenciones de los candidatos, una que otra mención tangencial al flagelo
del desempleo, sin la menor intención de analizar profundamente un problema
que, por sus connotaciones económicas, políticas y sociales, requiere de claras
alternativas que reduzcan el índice a su menor nivel de expresión. Los problemas
referidos a la vivienda popular, ni se tocan, dando la impresión que no existieran.
Las dificultades educativas regionales merecen poca consideración, lo que
demuestra la escasa importancia que la educación ocupa en las reflexiones
políticas de quienes as piran a regir nuestros destinos. Para nadie es un misterio
el estado desastroso de la infraestructura de las regiones, la ausencia de planes
para su desarrollo, la desorganización que la sustenta y la ineficacia de la
administración.
Los centros educativos padecen de crisis de dirección, anarquía e incapacidad
administrativa, clientelismo y politiquería, ausencia de propuestas para su
optimización académica, aislamiento de las necesidades básicas del desarrollo
regional y local y sin las perspectivas de generar cultura para la satisfacción
estética y espiritual de los barranquilleros.
Es indiscutible que las elección popular plantea dos alternativas: o contribuye a
oxigenar y fortalecer la necesidad de una apertura democrática que amplíe sin
reservas la participación política civilizada y racional, o, por el contraria, la
deteriora si los compromisos políticos de los elegidos con los grupos y
organizaciones significan la exclusión dogmática de las minorías del ejercicio del
control y poder gubernamental. En lenguaje cristiano, traduciría volver a un
pasado que sólo violencia e irracionalidad deparó y cuyas secuelas hoy viven y
sienten los colombianos. De allí, la exigencia de un estatuto que dé garantías a las
minorías y a la oposición en la participación y expresión política. A los candidatos
a gobernantes y corporaciones públicas les corresponde escoger y definir en su
plataforma programática, la línea de conducta que más se ajuste a sus
concepciones y criterios. No pueden menospreciar el pasado y ser indiferente al
futuro.
Un aspirante sin tesis y programas no puede esperar opciones de la franja del
electorado que históricamente se ha abstergido, por considerar violentados sus
derechos y engañado por la demagogia en otras oportunidades. Es menester que
se pase de la vaga y veintijuliera charlatanería, a las definiciones programáticas
acompañadas de una real voluntad política para realizar y trabajar por el beneficio
comunitario. Un candidato que se respete y respete al elector no ofrece lo que
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Cristóbal Arteta Ripoll
está imposibilitado de cumplir. Ni sale por la tangente de la problemática
socioeconómica y cultural, ofreciendo torpe y populistamente los más absurdos
exabruptos y despropósitos, con lo cual se indica la ausencia total de creación e
imaginación para lograr un planteamiento que, seria y coherentemente, brinde
diagnósticos y soluciones a la agigantada muralla de sinsabores, problemas y
dificultades que rodea a la ciudad.
La seriedad y honestidad de un aspirante deben llevarlo a concebir la presentación
de sus tesis y programas, más como un imperativo moral y ético por realizar que
un requisito formal para ganar adeptos en las elecciones.
La democracia se fortalece ampliándola y haciendo, no diciendo y mintiendo.
Más allá de la burocracia
Las elecciones y la política de coaliciones va acompañada de la rebatiña
burocrática. Una vez elegidos la situación no parece la más favorable para afrontar
con decisión y coraje la vía de soluciones al sinnúmero de problemas que agobian
al país, porque en su clase dirigente priman más los intereses restringidamente
grupistas y burocráticos, que el bienestar colectivo.
El tema central de las reflexiones y preocupaciones políticas no es el Plan
Operativo para definir las tareas y avanzar hacia la materialización de la
plataforma programática lanzada durante la campaña electoral. Es la rebatiña por
los cargos y el manejo de los centros de poder empleacional, lo que más parece
inquietar y mover la política nacional en los actuales momentos.
A nadie puede escapar en su comprensión racional, por muy neófito que sea en la
cosa política, la idea de la distribución de la burocracia para definir coaliciones y
garantizar triunfos. Es lógico suponer que una vez definido el programa, los
acuerdos deben incluir el reparto del poder político en correspondencia con la
correlación de fuerzas de cada sector político obtenido en las urnas. Única manera
de potencializar esfuerzos, establecer una sana competencia por aumentar el
caudal electoral y evitar posteriores divergencias, o, insinuación de las mismas,
que sólo sirven para acrecentar el desprestigio de la política tradicional.
La prensa hablada y escrita en época electoral debería reseñar en sus páginas, no
la pugna por la burocracia, sino la gran obsesión de las fuerzas coaligadas,
girando en torno al interrogante ¿Qué hacer? para cristalizar lo prometido y
convertir a Colombia en el país pujante y progresista que sus habitantes
necesitan.
Por la vía de los enfrentamientos grupistas y burocráticos no serán posibles
respuestas claras y efectivas al interrogante. Pero por la que conduce a deponer
intereses personalistas y a concitar esfuerzos para crear los equipos de apoyo
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Cristóbal Arteta Ripoll
logístico que las duras tareas por emprender esperan, sí, es factible diseñar un
marco de políticas hacia realizaciones prácticas, en el espacio y el tiempo, para el
desarrollo financiero, el estímulo de las inversiones, el progreso industrial, la
expansión de la vitalidad cultural, y educativa del país, la reducción del
desempleo, la superación de las dificultades habitacionales y para resolver
definitivamente uno de los innumerables problemas de la comunidad: las
contrariedades de los servicios públicos.
Si los dirigentes políticos en la actual coyuntura contribuyen con su sensatez y
humanismo a cumplir con el país, evitarán que el descrédito de la democracia
colombiana continúe su curso ascendente y que los venideros procesos
eleccionarios sean excesivamente más costosos y difíciles para ganar adeptos.
La paz de que tanto hablamos y que reclama el país, podemos ayudar a
construirla, más por lo que hagamos, que por lo que digamos.
El discurso educativo y su praxis
El discurso sobre la educación es muy diverso y complejo. Pero existen elementos
y aspectos centrales que le pertenecen, que a fuerza de repetirse
incansablemente se han mecanizado en la conciencia colectiva de las gentes. De
tal manera, que cualquier ciudadano común y corriente los repite con una facilidad
asombrosa. Con mucha razón lo hacen quienes tienen y han asumido
responsabilidades en ese campo. Me refiero a los docentes, a los investigadores
científicos, a los filósofos, a los sociólogos, a los psicólogos y a los funcionarios o
directivos de la educación.
Lo anterior solo significa que no hay discusión en que el tema de la educación ha
sido, es y será considerado importante en el devenir histórico, y, que, por tal
razón, ha ameritado reflexiones de toda índole. Desde las más simples hasta las
más encumbradas y empinadas en los campos de la ciencia, la política, la
sociología, la psicología y la filosofía. Tantas han sido esas reflexiones, a través
de la historia, que no creemos equivocamos si afirmamos que ha sido uno de los
temas sobre el cual se ha escrito más en el mundo.
En Colombia, el más torpe de los funcionarios y directivos de la educación tiene
muy bien aprendida la lección y para repetirla en cócteles, círculos de amigos y
reuniones no requieren de mayor esfuerzo intelectual. Algunos hasta sorprenden
por su locuacidad y ademanes que la acompañan. A veces nos da la impresión,
por el manejo extraordinario del tema, que estamos realmente ante sabios o
filósofos de la educación. Solo que cuando miramos los resultados de sus
prácticas, entonces, confirmamos que, en el campo educativo, Colombia es un
país lleno de charlatanes y farsantes. Pero seríamos injustos, si no
reconociéramos la existencia de profundos conocedores del tema y de activistas
profesionales en el difícil arte de enseñar, dispuestos a abrir caminos y nuevos
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Cristóbal Arteta Ripoll
derroteros para que en este país la teoría germine, florezca y fructifique en el
accionar de los hechos sociales, políticos, económicos y culturales del país.
Pero a estos últimos, el estado ni los requiere ni le ha dado la importancia que
merecen sus planteamientos. Por lo mismo que siempre hemos afirmado: porque
los canales de ascenso y movilidad en la estructura político-administrativa del
estado no están mediados por la meritocracia sino por la politiquería y el
clientelismo rampante. Basta pertenecer a un sector político con influencias en las
altas esferas del poder para estar habilitado y ocupar altas dignidades en el campo
educativo.
En cualquier país del mundo, sobre todo en Europa, las altas autoridades de la
educación son los profesionales académicamente más preparados, con grandes
investigaciones científicas en el campo educativo, con profundas vocaciones y
convicciones pedagógicas, y, sobretodo, con demostradas capacidades (le
liderazgo para convocar, reunir voluntades y establecer consensos sobre los
tópicos o temas que requieran de grandes reflexiones y soluciones. Pero en
Colombia, los ejemplos sobran para demostrar que aquí se hace todo lo contrario.
Hemos tenido Ministros de Educación expertos en comercio, agricultura y finanzas
pero ignorantes en el campo educativo y pedagógico. En muchas Universidades,
donde se supone se forman a los mejores hombres del país para dirigir sus
destinos en lo económico, lo político, lo cultural y lo propiamente educativo, la
politiquería y la corrupción han terminado entregando la dirección de la institución
en manos de Rectores ineptos e incapaces. En los niveles menores, como la
secretaría de educación Departamental, Distrital y las Facultades de Educación la
situación es peor: los cargos han sido y son ocupados por lo regular, salvo
contadas excepciones, por profesionales de muy baja o escasa preparación para
afrontar las dificultades educativas.
Hacia el futuro la situación puede variar significativamente si como candidatos y
luego como gobernantes son enfáticos al reafirmar su compromiso para cumplir
con el programa de gobierno, especialmente, con su propuesta educativa, como el
camino más expedito para hacer avanzar al país hacia la reconciliación nacional y
la restauración moral de la República. Y efectivamente, lo mínimo que esperamos
los colombianos es que durante sus gestiones la educación deje de ser la
cenicienta en el manejo de la política oficial y pase a ser parte esencialísima de
una política de estado con metas claras definidas a corto, mediano y largo plazo.
De esa manera, se podrían establecer líneas nítidas para que al momento de
seleccionar a los directivos de la educación se cumpla con mínimos criterios y
requisitos de calidad y se les obligue a desarrollar las políticas oficiales mediante
planes operativos previamente concebidos, y, diseñados, de tal manera, que sus
resultados puedan ser evaluados periódicamente.
El discurso educativo debe adquirir una gran dimensión práctica para que no se
aplace el sueño de ver convertida la educación en la verdadera palanca del
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Cristóbal Arteta Ripoll
desarrollo económico, político, social y cultural del país. Y que por fin, cese la
politiquería y el clientelismo en su manejo para dar paso a la dignificación de la
profesión.
El doctor Uribe y la educación
Los colombianos esperáramos que el Gobierno de la República asuma con
profunda vocación, seriedad y diligencia los compromisos adquiridos, sobretodo,
en lo concerniente a la educación, pues de ello depende en gran parte el futuro de
Colombia y el de nuestros hijos.
Si algo agradó del primer discurso del Presidente Uribe, fue el hecho de haberlo
iniciado con el señalamiento de la Revolución Educativa como uno de sus
compromisos prioritarios. Uno de sus hijos varones, en un programa televisivo,
ante la pregunta de la periodista sobre ¿ cuál de las propuestas de su padre
desearía que le prestara mayor atención ?. La respuesta del joven fue categórica:
a la Revolución Educativa.
Uno supone que esa reafirmación no era gratuita, ni accidental. Era mas bien el
resultado, y es conveniente que así lo aceptemos, de un concepto y de una visión
que de tanto repetirse en público y en privado ha sido asimilada como ejemplonorte en el núcleo familiar y para orientar una acción y una labor de gobierno.
La Revolución Educativa, tal como fue concebida por el Doctor Uribe en su
programa de gobierno, implica, entre otras cosas: cientificidad, tolerancia,
criticidad, eticidad, cobertura universal y acceso democrático; además, incremento
del presupuesto de investigación, ciencia y tecnología; y, creación de centros de
desarrollo tecnológicos mediante la alianza del Estado con la comunidad
académica, científica y empresarial. Es bueno indicar que estos aspectos ya han
sido señalados en programas de gobiernos anteriores y no han sido alcanzados
plenamente. Pero, más allá de las reticencias y diferencias que hubiese podido
dejar el debate electoral que lo eligió, lo único que nos correspondía sin distingos
étnicos, políticos, religiosos e ideológicos era rodear y apoyar todos los esfuerzos
y acciones que el gobierno realice por el bien de la comunidad. Justamente es el
Bien Común, principio esencial de la filosofía Platónica, el que debe orientar el
comportamiento y sentido de la acción gubernamental. Desde esa perspectiva,
el interés y significado que adquiera la educación será la clave que diferencie
cualitativamente a este gobierno de los anteriores y reivindique la gobernabilidad
con la historia. Todavía estamos convencidos que con el Doctor Uribe puede
volver a renacer la esperanza de creer en nuestros gobernantes. Sin embargo, se
percibe en el gremio de los educadores la preocupación de que durante el próximo
gobierno la educación pública va a seguir siendo la cocinera en palacio, por varias
razones:
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Cristóbal Arteta Ripoll
-porque la propuesta sobre calidad y cobertura no habla claramente sobre los
recursos e infraestructura requeridos para adelantar los grandes cambios y
transformaciones que implica una Revolución Educativa;
-porque no se ha definido si la educación en su conjunto, sobretodo la pública, va
a constituirse en punto esencialísimo de una política de Estado coherente,
planeada estratégicamente a corto, mediano y largo plazo;
-porque no ha sido la meritocracia, en reemplazo de la politiquería y el
clientelismo, el fundamento para designar a las altas autoridades y dignidades de
la educación pública en todos sus niveles;
-porque no queda claro, si las exigencias para entregar los recursos que necesita
la universidad pública y sanear sus finanzas van a depender de los avances y
resultados de su gestión, o, por el contrario, serán otros los criterios a tener en
cuenta;
-porque aún no sabemos, si las reivindicaciones laborales, obtenidas con grandes
luchas y sacrificios, van a continuar siendo asediadas y amenazadas por la política
permanente de reajuste fiscal a que nos tienen acostumbrados los gobiernos de
turno.
Creo que estas y otras dudas las va a disipar el tiempo, pues solo en ese espacio
adquirirán cuerpo y forma los enunciados teóricos que sobre el tema educativo se
realizan y que, estoy seguro, se van a seguir debatiendo en el futuro. Los
educadores, y sus organizaciones gremiales y académicas, en estos momentos
difíciles de nuestra historia, debemos contribuir, con esmero y tesón, a hacer
realidad los cambios aplazados durante tanto tiempo a través de la historia. Si nos
movemos en esta dirección, - con un discurso lleno de propuestas e iniciativas,
desprovistas de espejismos y alucinaciones, - avanzaremos en el diálogo, el
debate y la concertación para hacer de la educación la palanca de nuestro
desarrollo y para dignificar nuestra profesión.
Popularidad, violencia e inseguridad
El actual presidente de los colombianos tiene la oportunidad de pasar a la historia
como el mejor mandatario de los últimos 50 años, si es que logra transformar la
situación del país, de tal manera, que al finalizar su período los índices indicativos
de las soluciones a los problemas sobre seguridad, empleo, salud, vivienda y
educación muestren avances comparativamente significativos y mejores en
relación a los gobernantes del Frente Nacional y de los demás presidentes del
período Postfrentenacionalista.
El presidente Uribe tuvo la ventaja de haber llegado en una situación de
ingobernabilidad creada por la incapacidad del anterior mandatario para afrontar
tantas dificultades y problemas de la economía, la política y la seguridad
ciudadana. El país pedía a gritos una autoridad fuerte y encontró en Uribe su
encarnación.
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Cristóbal Arteta Ripoll
El tiempo que ha transcurrido de su mandato ha ser-v ido para demostrar, al más
alto nivel de la dirección del Estado, sus dotes como estadista de una recia
autoridad, capacidad de trabajo y voluntad para avanzar en dos direcciones
fundamentales: por un lado, la seguridad ciudadana y la reducción de la violencia
mediante el fortalecimiento de la acción del Estado; y, por el otro, la solución a los
problemas fiscales de la nación a través de una política de ajuste, acorde con las
orientaciones del F.M.I., basada en más tributos e impuestos, reducción del
tamaño burocrático del estado y disminución de los salarios del sector público.
Los altos índices de popularidad, antes de que fuesen aprobadas la más recientes
reformas: tributaria, pensional y laboral, se explican porque más del 80% del
pueblo colombiano está hastiado de tanta violencia e inseguridad en los campos y
ciudades del país y quiere que se alcance la paz a como dé lugar. Pero, más allá
de esta realidad, creemos que en la medida en que se avance en la aplicación de
las reformas y se sientan sus efectos sobre el bolsillo de los consumidores y sobre
su bienestar en general, si es que al mismo tiempo su política de seguridad
fracasa, la situación puede revertirse y mostrar a mediano plazo una imagen
presidencial deteriorada.
Si las reformas aprobadas por el Senado y sancionadas por el presidente
estimulan el crecimiento económico y el empleo productivo, como afirman sus
defensores, y al mismo tiempo los resultados de su política de seguridad saltan a
la vista, de seguro los altos índices de popularidad se mantendrán o aumentarán
considerablemente. Inclusive, son posibles otros escenarios: que la política de
seguridad ciudadana triunfe y fracase la política social y laboral o viceversa. En
cualquiera de los dos casos, es posible que su popularidad se mantenga. La única
manera de que Uribe termine su mandato como lo terminó Pastrana,
desprestigiado y sin perspectivas políticas claras, es que fracase en todo. En
cualquiera de los dos flancos que acierte terminará ganando. Ahora, si acierta en
ambos su protagonismo y proyección nacional e internacional serán históricos por
su trascendencia.
Fue en el alto grado de popularidad que basó toda su estrategia para que el
Senado le aprobara el proyecto de referendo, aunque cedió en aspectos
importantes de su propuesta original como la reducción considerable del número
de congresistas hasta un máximo de 150 y la revocatoria de los actuales. Un
presidente desprestigiado y timorato en sus decisiones, no hubiera podido afrontar
tantas dificultades y jugárselas en los momentos más difíciles de sus relaciones
políticas con senadores y representantes.
Sabe el presidente Uribe que en las próximas elecciones además de tener a su
favor el prestigio, como un presidente de mucha seriedad y honestidad, va a
contar con el apoyo directo y decidido de alcaldes y gobernadores de todo el país.
El solo hecho de que se haya incluido la prolongación del mandato de estos
funcionarios es suficiente para que asuman, sin que nadie se los pida, el
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Cristóbal Arteta Ripoll
compromiso como jefes de debate. Es parte de la estrategia clientelista del actual
gobierno para asegurar el éxito de su propuesta.
El gran contrapeso en este proceso lo va a ejercer la mayoría de los dirigentes
políticos de izquierda y empleados estatales que le harán campaña a la
abstención para que el presidente no gane las próximas elecciones, porque
consideran que los intereses de los trabajadores son seria y gravemente afectados
con las reformas políticas, laborales, prestacionales y salariales impulsadas por el
gobierno. Pero independientemente de los vicios del próximo proceso eleccionario
y la maquinaria clientelista que ya ha comenzado a funcionar, es necesario
participar y aprovechar la coyuntura para ganar y así avanzar hacia la
construcción de una alternativa fuerte y duradera como la requiere la democracia
colombiana.
Hay que derrotar la abstención en el próximo debate. Esta en vez de educar
políticamente puede, más bien, generar efectos contrarios, confundir y seguir
operando en el futuro como dique de contención para el ascenso de sectores
alternativos a las corporaciones públicas, propiciando, de paso, el continuismo de
políticos corruptos y clientelistas.
La reelección presidencial
El presidente de la República está interesado en la reelección presidencial para
así aprovechar la popularidad y el prestigio con que aún cuenta. A pesar de que
en las últimas encuestas el nivel de popularidad ha descendido del 74% al 66% y
lo que se vislumbra en el horizonte es un mayor descenso del mismo, como
consecuencia de su política laboral, salarial y prestacional.
Esta situación explica el gran interés del gobierno, en las últimas semanas, por
mostrar un giro radical en su política y gestión de gobierno hacia lo social. Es este
el sentido y el objetivo central de la gran estrategia y ofensiva publicitaria que se
materializa en: entrevistas del presidente y altos funcionarios del Estado a todos
los medios de difusión y comunicación social, en la proliferación de escritos y
comunicados en revistas y periódicos nacionales e internacionales, en el manejo
de portales en Internet y en otros tipos de declaraciones utilizando instrumentos
diversos.
El programa social, como parte de la campaña publicitaria, gira sobre tres temas
básicos: la seguridad, la lucha contra la corrupción y la politiquería y la
recuperación de la economía nacional. En el desarrollo de estas estrategias se
propone, con el concurso de los gremios de la producción, la reducción de los
niveles de desempleo para desactivar una de las bombas sociales que mayor
impacto puede causar en la sociedad colombiana. Además, la reducción de los
gastos por parte del Estado, el aumento de los ingresos a través de mayores
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Cristóbal Arteta Ripoll
cargas impositivas y la reforma de la administración pública para hacerla más ágil
y eficiente.
El eje de esa intensa y multifacética campaña es la imagen y el estilo de un
presidente capaz, serio y honesto. Un gobernante empeñado en sacar adelante
las políticas que se ha trazado y que entiende muy bien los vericuetos y
complicaciones de una situación política confusa, enrarecida y violenta. En medio
de esas dificultades el esfuerzo del gobierno para convencer a los electores de las
bondades de la reelección va a ser inmenso. Cuenta para ello con el apoyo de la
vieja maquinaria política tradicional y de importantes sectores de la vida
ciudadana, simpatizantes del estilo de dirección del Estado y de las políticas de
seguridad social del gobierno. Pero existe, al mismo tiempo, una fuerte oposición a
la iniciativa, conformada por quienes pregonan la abstención y por quienes
acudirán a las urnas a votar en contra de la reelección.
Pero más allá de las divergencias por el contenido contradictorio de sus
propuestas, estas incluyen aspectos positivos dirigidos a coadyuvar la solución a
los males endémicos de nuestra patria, tales como: la austeridad en los gastos de
funcionamiento del Estado; la destinación de regalías para servicios básicos como
educación, saneamiento y agua potable; la supresión de contralorías y
personerías en los distintos municipios, con lo cual, se destinarían mayores
inversiones en el campo social; medidas contra la corrupción y la politiquería para
sanear y mejorar las costumbres políticas y la reducción de la burocracia estatal y
del número de miembros del congreso. Sería necio desconocer estas bondades.
Sin embargo, es lamentable que la política de ajuste social y las exigencias del
F.M.I. van a afectar en forma negativa el contenido de sus propuestas al plantear
iniciativas contra los derechos e intereses de los trabajadores, entre ellos, la
congelación salarial de los funcionarios estatales. Este duro golpe al bolsillo del
consumidor repercutirá en el deterioro de la calidad del servicio público y en su
nivel de vida.
El mito de la maquinaria
Desde que el país asumió la gran responsabilidad histórica de afrontar "autónoma
y soberanamente", como república independiente, los retos de la utopía
permanente a que ha estado sometido, ha vivido numerosos momentos
constitucionales y trascendentales.
Por falta de leyes, ni se ha muerto ni se morirá el país. Nuestras normas jurídicas
no tienen nada que envidiarle a las mejores constituciones del mundo. A fin de
cuentas, para escribir leyes de una gran factura y logro literario, sólo hace falta un
grupo de técnicos expertos en esos menesteres.
De lo que si ha adolecido nuestro país, es de la suficiente voluntad política para
imponer la realización práctica de las leyes y evitar su acumulación como letra
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Cristóbal Arteta Ripoll
muerta. Son muchas y valiosas las normas constituciones que no han tenido un
desarrollo práctico en nuestra vida republicana.
La desconfianza y la incredulidad, siempre están al acecho. Pero, quienes
tenemos la inmensa responsabilidad de impartir saberes y contribuir a la formación
y estructuración de "almas nobles y virtuosas", como diría Platón, no podemos
perder la confianza en el futuro y permitir que los discípulos se extravíen sin
rumbos por los senderos oscuros de la "caverna". La vía electoral tiene plena
vigencia y actualidad. La Carta Constitucional da al pueblo la posibilidad, con el
"tarjetón", de ejercer libremente el derecho al sufragio. No son vanas ilusiones que
ella crea. Es cierto que los viejos vicios de caciques y gamonales siguen allí,
incrustados en nuestras costumbres políticas: clientelismo, politiquería, corrupción
y compra de votos, son consustanciales a su existencia. Pero la historia nos
enseña que el pueblo no se deja engañar eternamente. Nunca antes, como hoy,
tiene la gran oportunidad de jubilar de la actividad política, sin remuneración, a
quienes lo han vilipendiado.
Es una cuestión de dignidad
Hay que cancelar la deuda con un renovador cambio de actitud mental y mediante
el desarrollo de nuevas prácticas frente a los acontecimientos que vive el país, y,
muy especialmente, los que se avecinan.
No podemos seguir anclados en el pasado de las viejas y feas costumbres
políticas, amarrados a la nostalgia por no poseer hoy los grandes privilegios que el
ayer nos deparó. Es necesario asimilar conceptualmente la coyuntura histórica de
cambios y transformaciones que vive el país y ponerse en sintonía con la
necesidad de hacer de la política lo que en sus orígenes fue, un arte y una ciencia
para servir realmente a los intereses comunitarios.
Pero el encuentro de un camino extraviado, no es tan importante como la
necesidad de preservarlo y continuarlo a paso firme y decidido.
Para nadie es un secreto que la crisis de identidad, tiene como causa principal la
ausencia de un liderazgo real desde la administración pública municipal.
De cara a las nuevas elecciones hay que superar el folclor y la irresponsabilidad
en el tratamiento de la política. Para Colombia no cabe otra alternativa que el
acierto y el buen tacto político para seleccionar a los mejores candidatos: agentes
del cambio, con relevante formación profesional e intelectual y en condiciones
morales de proyectar internacionalmente al país y reivindicar su prestigio perdido.
Ojala se escojan, como candidatos a líderes populares, pulcros y capaces, que
estén en armonía con un país y unas regiones cada día más cambiantes para que
sus municipios superen los problemas de acueducto, alcantarillado,
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Cristóbal Arteta Ripoll
pavimentación, telefonía rural, aislamiento, educación, recreación y desarrollo
cultural. Esperamos que el gamonalismo y sus prácticas clientelistas, de mayor
efecto en el campo rural, no frustre nuestra aspiración de ver en los diferentes
municipios, dirigiendo sus destinos, a funcionarios preparados, decorosos y
hábiles en el manejo inteligente de la cosa pública.
El voto castigo
En las grandes y mejores democracias del mundo los gobernantes se preocupan y
esmeran por presentar al final de su mandato un balance de gestión calificado.
En primer lugar, porque han sido educados para gobernar en democracia política y
servir al bien común. En segundo lugar, porque el ambiente cultural que les ha
servido de marco, tanto para su formación como para sus actividades, tiene un
sentido crítico altamente desarrollado que les permite a las personas tener la
suficiente claridad visual para ver la realidad, la armoniosa transparencia auditiva
para escuchar las convulsiones de la misma y la necesaria racionalidad lógica
para diferenciar esencialmente, a partir del manejo de estadísticas, la buena de la
mala gestión, los buenos de los malos resultados, y, garantizarse así mismo la
certeza en las decisiones, con un margen de error muy reducido.
En tercer lugar, porque como parte integrante de ese ambiente los medios de
comunicación cumplen con el papel de fortalecer la democracia y sus
instituciones, y, por ello, en vez de utilizar la información subjetivamente para
mentir y defender privilegiados intereses, por el contrario, se dedican a informar
con objetividad, imparcialidad, veracidad y a educar para que los ciudadanos se
comporten como personas dignas y honradas con su propia conciencia y con la
sociedad a la cual les sirven.
Pero en democracias poco desarrolladas y con un alto grado de atraso cultural,
científico e ideológico, como la nuestra, la claridad visual, la transparencia auditiva
y la racionalidad lógica brillan por su ausencia. Y en ellas, los gobernantes y
funcionarios se dan el lujo de pasar sin pena ni gloria y sin mayores dificultades de
un cargo a otro. Por supuesto, el mejor requisito es que tengan un buen apoyo
político resultado de su capacidad de lambonería, de su habilidad para corromper
y de sus destrezas en el manejo de clientelas para mantenerse en el cargo y
repartir con quienes los apoyan las adjudicaciones, los contratos, los cargos y lo
que de ellos se desprende. No importan los buenos resultados, ni importan las
buenas estadísticas. Lo único que interesa es el fiel cumplimiento del compromiso
adquirido con el padrino político.
Nuestra cultura política no se interesa realmente por los balances de gestión. A
veces cualquier resultado sirve para mostrarlo como si se tratara de una gran
labor; aún hasta los más insignificantes y que uno entiende son efectos que se
desprenden de la simpleza de las funciones y de las labores cotidianas. Da la
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Cristóbal Arteta Ripoll
impresión que por no hacer nada a los funcionarios los premian, y, si no sirven
para un cargo, simplemente les entregan o condicionan otro. La meritocracia se
define por la cantidad de votos que se coloquen en época electoral y por la
eficiencia para manejar y repartir los recursos obtenidos gracias a las prácticas
corruptas que desarrolla el funcionario de turno.
Pero es tan grande nuestro atraso cultural democrático que la ciudadanía a pesar
de mostrarse inconforme con quienes manejan el poder político, así lo revelan las
encuestas sobre corrupción y credibilidad política en el país, cada dos o cuatro
años, vota nuevamente por años y los reelige. El análisis más simple sobre la
composición del actual congreso, así lo muestra.
El voto castigo, tan necesario para el fortalecimiento de las democracias, en
Colombia no existe. A propósito, en un artículo publicado con anterioridad a la
elección del Dr. Uribe como presidente de Colombia, decía: si existiese el voto
castigo en las elecciones, se hubiese aplicado contra todos los amigos y
copartidarios del gobierno que, por acción u omisión, contribuyeron para que
durante este periodo de gobierno los problemas más urgentes y sentidos del
pueblo colombiano, en vez de resolverse, se agravaran y agudizaran al extremo.
Pero, aunque parezca paradójico, el actual gobierno tampoco va a ser castigado
en las próximas elecciones. Sus seguidores y copartidarios se curaron en salud,
terminaron avergonzados de tener un candidato propio e identificable fácilmente y
no les quedó otro camino que guarecerse bajo la sombra frondosa de uno de los
candidatos de mayor aceptación y prestigio en el país. Y no lo hicieron de
cualquier manera. Lo hicieron en el momento justo cuando la imagen y proyección
del candidato, primero en las encuestas de opinión, no tenía mayores
posibilidades de deterioro y descenso. Es el más clásico de los oportunismos
políticos y la muestra más clara de que las alianzas políticas se hacen sin mediar
principios y resultados benéficos para el pueblo.
A mi entender, a las campañas políticas adversas al Doctor Uribe no les alcanzó el
tiempo para explotar a su favor esa circunstancia, entre otras cosas, porque
algunas también estaban a la expectativa de contar con ese apoyo.
Y si como todo parece indicar el próximo presidente de los colombianos es el
Doctor Uribe, ojala y la incidencia de los malos gobernantes y consejeros de este
cuatrienio no se haga sentir en su gobierno... Pero lamentablemente se siguió
sintiendo.
La angustia axiológica
Los problemas económicos, políticos, socioculturales e ideológicos de la sociedad
en que vivimos que tantos análisis e interpretaciones han merecido tienen su más
cara explicación, reflejo e incidencia en la angustia axiológica que fundamenta el
que hacer humano.
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Cristóbal Arteta Ripoll
En todas las sociedades existen diagnósticos y estrategias para enfrentar y
erradicar los problemas de la pobreza absoluta, del medio ambiente, el
desempleo, la desnutrición, la mortalidad, la inseguridad social, el analfabetismo,
la drogadicción, la corrupción, etc. y en muchas de ellas, donde el hombre es el
sentido de la acción político-administrativa, los resultados han sido altamente
positivos. Desgraciadamente, la misma suerte no ha corrido las cuestiones
referidas a los valores humanos. Ninguna o poca importancia han adquirido
iniciativas en el desarrollo de proyectos y planes de gobierno, para conjurar su
crisis. La triste impresión que recibimos es que no se tiene conciencia plena de su
existencia, o de lo que significan para el desarrollo déla acción humana.
Desde la más remota antigüedad son muchos los sentidos que se le han dado al
término valor. Aquí utilizamos el concepto de valor en un sentido filosófico, como
idea capital de la llamada "Teoría de los valores" o axiología, es decir, como
fundamento moral de las concepciones del mundo y de la vida. El valor es relativo
al hombre, pero no por ello está fundado en el agrado o desagrado, en el deseo o
repugnancia, en la atracción o repulsión. Éstas son actitudes necesariamente
ligadas al valor, pero que no pueden constituir su esencia íntima.
Los valores no dependen de preferencias individuales. Ellos mantienen su forma
de realidad más allá de toda apreciación y valorización. Son autónomos con
respecto a toda estimación subjetiva y arbitraria y presentan siempre una relación
de polaridad que se expresa en el desdoblamiento de cada cosa valente en el
aspecto positivo y negativo (bondad- maldad).
Este elemento es lo que comúnmente recibe el nombre de disvalor. La importancia
de los valores radica en que ellos definen el comportamiento del hombre,
asignándole características bien definidas.
En los países de lengua Española, Sheller y Hartmann han sido, tal vez, los
filósofos más influyentes en las investigaciones axiológicas. Los valores vitales, los
espirituales, los religiosos, los morales, los estéticos y los de conocimiento han
sido objeto de sus profundas reflexiones. Pero aún así, sus concepciones
filosóficas no han logrado la incidencia práctica necesaria para que los círculos
asesores de la cultura, y, muy especialmente, de la política educativa,
implementen acciones de desarrollo axiológico.
En nuestro país, valdría la pena que las nuevas normas reglamentarias de la
educación, en todos sus niveles, le brindaran a la Ética, como cátedra, y a la
Axiología, como subregión temática, el relieve que merecen. Buen servicio se le
haría a la Nación y a las futuras generaciones, si la Ética y la Axiología dejan de
ser un simple catálogo normativo para convertirse en auténticas reflexiones
filosóficas sobre la conducta humana. Este sería el mejor camino para que la
existencia de valores espirituales, vitales, morales, religiosos y de conocimientos,
en sus aspectos positivos, le entreguen al cumplimiento de las nuevas normas,
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Cristóbal Arteta Ripoll
leyes e imperativos categóricos, la moralidad que dichos actos exigen. No hay otra
posibilidad de superar la angustia axiológica tan arraigada en los altos niveles de
corrupción, inmoralidad y violencia.
La hipocresía moral
El debate sobre el tema del aborto va y viene. Ha enfrentado históricamente a
representantes de las más diversas opiniones religiosas e ideológicas con
argumentos de carácter legal, cultural y axiológico. No ha existido una sola
sociedad en el mundo en donde el aborto no haya sido condenado como una
práctica contraria a la vida. Ni ha existido una sola comunidad donde, a pesar de
las prohibiciones, las condenas y las campañas publicitarias sobre los riesgos que
se corren, no haya seguido siendo un fenómeno de la vida cotidiana. Incluso
aquellas sociedades que lo han penalizado han terminado aceptándolo y
tolerándolo como malignidad inevitable. Es la hipocresía de la moral humana.
De allí que el debate es histórico y universal. Y los fundamentos que lo defienden
o lo rechazan han seguido siendo los mismos, sin mayores variaciones a través
del tiempo. Por eso nada nuevo agregamos a la discusión cuando afirmamos que
por producirse en el país más de trescientos mil abortos ilegales, cada año, el
aborto debería legalizarse. O cuando decimos, para sostener lo contrario que, con
el sentido de este mismo argumento, es decir, por producirse cientos de miles de
muertes violentas al año y muchos secuestros, cada día, tanto la violencia como el
secuestro deberían correr la misma suerte. Son situaciones parecidas
estadísticamente, pero esencialmente diferentes en cuanto a su naturaleza y
sentido. Mejores argumentos han presentado las feministas en el mundo, para
defender sus tesis sobre la necesidad de admitir y legalizar el aborto como un
derecho de la mujer. Muchas intelectuales de este movimiento han realizado
estudios serios que ameritan ser tenidos en cuenta, sobre todo, por tratarse de
decisiones que incumben más a la mujer que al hombre.
En algunos casos el debate ha servido a gobernantes de turno para distraer la
atención y evitar que se ocupe de aspectos más trascendentales de la vida
pública. Es apenas uno de los muchos temas que se mueven cuando se trata de
actuar en esa dirección, cuando se quiere ejercer un protagonismo para salir del
anonimato momentáneo o, simplemente, para aparecer ante la opinión pública
como un funcionario responsable de funciones que, aunque le competen, no son
justamente las más importantes.
A muchos les conviene meter al país en una discusión que, si bien es cierto no es
innecesaria, evita que la atención ciudadana se centre en otros temas polémicos
de mayor envergadura. La necesidad, interés y significado del debate surge si la
idea del aborto se plantea como parte de un sistema de ideas morales,
independientemente de que esta sea una discusión mucho más especializada y
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Cristóbal Arteta Ripoll
propia para los entendidos en la materia. De esa manera, y, ya en el plano de la
reflexión ética, podríamos mirar y comprender con claridad:
-La relación entre las normas y los bienes, entre la ética individual y la ética social
y entre la vida teórica y la vida práctica. Además, entenderíamos el fundamento
último que sustenta la conducta moral y el sentido, dirección e intención que el
mismo proyecta. Esto nos permitiría llegar al fondo del fariseísmo moral, propio de
estas sociedades.
-Si es primordial en la naturaleza humana plantearse como fin último la felicidad, y,
si es este hedonismo el que hace que la moral sea utilitaria, perfeccionista,
evolucionista, religiosa, individual o social.
-Si la bondad o maldad de todo acto depende de la adecuación o inadecuación
con el fin propuesto (felicidad), a diferencia del rigorismo Kantiano que anula todo
posible eudemonismo en la conducta moral.
-Si es necesario que el sistema de valores admitidos, por la vía de la costumbre o
de la legalidad, se articule con los principios éticos de la felicidad y la libertad y se
realicen sin hipocresías, pues legislamos pero no obedecemos la ley, exigimos
pero no damos, en suma, teorizamos pero no practicamos.
De cualquier manera, Colombia atraviesa por momentos muy difíciles y problemas
como el desempleo, la corrupción, la pobreza, la baja calidad de la educación, la
estrechez de su cobertura, la inasistencia hospitalaria, la falta de soluciones
dignas para afrontar el problema de la vivienda, la violencia e inseguridad
ciudadana... etc., merecen mayor atención que el problema de la despenalización
del aborto.
Ameritan ser debatidos en público y con la suficiente amplitud, no para hacer el
mero ejercicio intelectual y mentiroso de épocas preelectorales, sino para
encontrarles las alternativas apropiadas y debidas. Para el Estado y los partidarios
de que no se des-penalice el aborto: ¿No sería mejor avanzar en la solución de los
graves problemas de la educación en el país y encontrar en ella las acciones y
estrategias para desarrollar una labor cultural, preventiva y de conciencia?
Gobierno y liderazgo: una relación esencial
La salida a la angustia axiológica y a los demás problemas precedentes y
subsiguientes requiere revivir el viejo debate entre gobierno y liderazgo. La
relación existente entre Gobierno y Liderazgo es esencial, pues no puede ser buen
gobernante quien no posea las condiciones y características de un líder y sólo un
líder con formación, vocación administrativa y capacidad de gestión puede llegar
hacer un buen gobernante. Quien manda con autoridad o rige una institución
gobierna, y, quien es jefe o director de un partido político o de otra organización
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Cristóbal Arteta Ripoll
ejerce liderazgo, pero no necesariamente es un líder. En el mejor de los sentidos
el líder convoca, agrupa y orienta porque encarna los mejores intereses colectivos.
Cualquiera puede ser nombrado o designado para gobernar, más no para ser
líder. El líder no nace se hace.
Como lo señala Warren Bennis en su libro, Cómo llegar a ser líder, "el liderazgo es
como la belleza: difícil de definir pero fácil de reconocer si uno lo ve". El liderazgo
no es exacto y uniforme debido, entre otras cosas, a que el mundo social no es tan
ordenado ni tan susceptible de reglas como el mundo físico. Las personas a
diferencia de los sólidos, los líquidos y los gases, no son nada uniformes ni nada
previsibles en su comportamiento. Por eso ser líder no es nada fácil, aunque
aprender a dirigir, si se tienen las calidades precedentes, es menos difícil de lo
que se cree. El proceso de convertirse en líder es muy parecido al proceso de
transformarse en un ser humano integral. Para uno como para otro, la carrera
profesional es la vida y sus problemas.
Los gobernantes líderes se hacen por sí mismos más que por medios externos si
poseen, entre otras, las siguientes cualidades: habilidades conceptuales,
competencia técnica, buen juicio, carácter, capacidades para entender los
desafíos del presente, la cultura de la época, y para modificar las condiciones
adversas, si el contexto en el que se inserta así lo determina. Sobre todo, talento
para cambiar las cosas que no marchan bien, es lo que permite demostrar si las
comprendemos realmente. En nuestro medio personas con liderazgo nunca han
tenido la oportunidad de participar en el gobierno de la cosa pública; algunas
veces, porque simplemente no les interesa y, otras, porque los canales de acceso
al poder, por lo regular, están imposibilitados para quienes no tienen dinero,
influencias políticas o padrinos con poder y respaldo en las altas esferas del
Estado. Pero lo que sí es común, es encontrar personajes carentes de liderazgo
designados especialmente para administrar personal, dirigir y controlar los
procesos propios de la organización pública y privada.
Por lo general, los gobiernos fracasan cuando sus agentes carecen de las
condiciones propias del líder. Si falta liderazgo para estar a la altura de las
circunstancias y dominar los distintos campos de acción, no se puede comprender
el contexto cambiante ni se tiene capacidad para expresar completa y libremente
lo que se piensa sobre él. Un agente con capacidad de liderazgo se conoce así
mismo, sabe cuáles son sus fortalezas y fallas, sabe cómo desplegar unas y
compensar las otras, sabe lo que quiere, por qué lo quiere y cómo comunicarle a
otro lo que quieren, a fin de lograr su cooperación y apoyo. Pero, además, sabe
cómo alcanzar sus metas y mediante qué acciones y estrategias.
En el marco de la crisis que vive el país, como consecuencia de las dificultades de
la economía y de la política, nuestras instituciones necesitan gobernantes con
liderazgo. Solo un gobernante líder puede evitar las cinco tentaciones de un
gerente (nombre del libro de Patrick Lencione): anteponer la posición a los
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Cristóbal Arteta Ripoll
resultados, la popularidad a la necesidad de exigir cuentas, la certeza a la
claridad, la armonía al conflicto productivo y la invulnerabilidad a la confianza.
Estas tentaciones deberían evitarlas nuestros dirigentes y gobernantes y al mismo
tiempo tener en cuenta las características personales y organizacionales para ser
frente al cambio, tal como lo señala Warren Bennin, en la obra antes enunciada.
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Cristóbal Arteta Ripoll
CAPITULO 8
LAS ELECCIONES
PRESIDENCIALES,
LA GUERRA Y
LA PAZ EN COLOMBIA
Crisis, desempleo y elecciones
La crisis general por la que atraviesa nuestra querida Colombia, día a día, se
aproxima más al abismo, y si gobernantes, trabajadores, empleados, fuerza
pública y ciudadanos en general no colocamos el grano de arena que nos
corresponde, al menos para construir la muralla de contención que aguante la
avalancha, muy pronto estaremos en el fondo del precipicio.
De todos los problemas referidos a la crisis los que más nos deben llamar la
atención y exigir profundas y sinceras reflexiones son el lento crecimiento
económico del país y el desempleo. Estos problemas están tan ligados, unidos
uno al otro e implicados entre sí que las políticas, acciones y estrategias para sus
soluciones tienen que ser únicas e integrales.
En la última década la economía ha tenido un ritmo de crecimiento promedio que
no supera el 2% anual y la tendencia de la curva es la de inclinarse cada vez más
hacia índices de desarrollo negativo. Concomitante con ello, la tasa de desempleo,
en las principales ciudades del país, según las estadísticas oficiales del Dane, se
acerca al 18% y la del subempleo al 38%. Quienes vivimos y sufrimos de cualquier
manera con la pesadilla del desempleo, unas veces por nuestros hijos, otras por
nuestros familiares o amigos, sabemos que las cifras de esas estadísticas son
amañadas y lo único que persiguen es evitar que siga aumentando el descrédito
del gobierno. Es posible afirmar, sin mayores esfuerzos investigativos, que la tasa
de desempleo en el país es la más alta en los últimos cien años de vida políticaconstitucional en Colombia, una de las tres más elevadas de América Latina y una
de las mayores en el mundo. Al mismo tiempo, es el país en donde más violencia
se ejerce contra líderes políticos y sindicalistas, según informes que manejan los
organismos defensores de los Derechos Humanos.
El estrepitoso fracaso de la política de empleo de los últimos presidentes debería
servir a quienes aspiran a dirigir al país, en los próximos 4 años, para evitar hacer
propuestas genéricas y sonoras que solo persiguen engañar y captar votos en
época preelectoral. A los desempleados del país y al resto de la población,- que le
interesa una solución de fondo de este inmenso problema social,- lo que quieren
escuchar son salidas precisas y explicaciones claras acerca de cómo y con qué
estrategias y acciones concretas se van a generar los 3.000.000 de empleos que
se necesitan para palear la zozobra y la inseguridad social.
Creo que no bastan los planteamientos muy respetables que hasta el día de hoy
han realizado los distintos candidatos a la Presidencia de la República, en muchos
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Cristóbal Arteta Ripoll
aspectos coincidentes, y con los cuales es muy difícil estar en desacuerdo. En
Colombia los programas no bastan, entre otras cosas, porque los gobernantes al
no cumplirlos han terminado desprestigiándolos; entonces, a ellos, casi nadie les
presta mayor atención e interés. En las próximas elecciones será muy pobre su
incidencia en la toma de decisiones. Como en el hipódromo, las gentes asisten a
las carreras de caballo, y, ese mismo día, en su mayoría, apuestan a favoritos.
A manera de síntesis, entre esos planteamientos, para resolver el problema del
desempleo, me refiero a los siguientes: a la sustitución de importaciones y a un
mayor crecimiento productivo para fortalecer la diversificación de las
exportaciones; al desarrollo de planes agresivos de construcción de vivienda
social para generar empleos a corto plazo; a la implementación de una política de
seguridad que genere confianza a los empresarios extranjeros que tienen
presencia activa en el país, y, estimule a los nuevos inversionistas, a pesar de los
riesgos, a mirar hacia las posibilidades de invertir en el país; a las estrategias de
corrección de las insuficiencias y debilidades de la actual política económica para
buscar un mayor equilibrio entre el salario mínimo y la inflación; a la promoción de
exportaciones no tradicionales y la capitalización de las empresas del sector
productivo; a la implementación de subsidios para financiar fondos de obras
públicas y construcción de viviendas de interés social; al impulso, mediante
estímulos fuertes y duraderos, de la inversión y la creación de microempresas
como motores del crecimiento económico; al establecimiento de seguros y
subsidios de desempleos y créditos educativos especiales, a través del Icetex,
para hijos de desempleados, e igualmente, mecanismos especiales para
garantizar a estos los servicios de salud. Pero de cualquier manera, a lo mínimo
que aspiramos los colombianos es que el próximo presidente no nos vuelva a
defraudar y que sea capaz de jalonar, hacia el futuro, un gran crecimiento
económico y un verdadero desarrollo del bienestar social en donde el trabajo, la
cultura y la educación ocupen un lugar de privilegio. Esto sólo será posible, si a
través de un diálogo productivo e interactivo, se logra un gran consenso en el país
para impulsar profundas reformas que toquen la estructura económica y las
relaciones de propiedad; sobre todo, en sectores improductivos socialmente, para
una mejor redistribución del ingreso y una mayor desconcentración de las
riquezas. Por el choque histórico de intereses en juego ello no es nada fácil. Pero
hay que atreverse, para resolver de raíz los males generadores de violencia y
lograr la Colombia que todos queremos y esperamos.
Corrupción, impunidad y elecciones
La corrupción a todos los niveles de la vida pública y privada es la peor de
nuestras enfermedades, la que impide que una gran cantidad de recursos se
destinen a solucionar los graves problemas sociales, económicos, políticos,
culturales y educativos del país y la que amenaza con derrumbar las bases sobre
las cuales se levanta el sistema político vigente.
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Cristóbal Arteta Ripoll
No existe una sola de las instituciones del estado que no haya sido víctima de un
político corrupto, de un funcionario sobornable o de un contratista inescrupuloso.
La cantidad de dineros que han devorado se cuentan en miles de billones de
pesos y el Estado allí, como si nada pasara, preso por los corruptos. De vez en
cuando, quienes lo dirigen, se acuerdan de que el cáncer existe, pero no se
preocupan por extirparlo de raíz con una operación de alta cirugía. Entre muchas
razones, porque el corrupto ni se juzga ni se castiga así mismo. Colombia es uno
de los países del mundo con mayor grado de impunidad en la administración de la
justicia. Los mismos órganos di control del Estado reconocen que la impunidad el
una de las causas de la corrupción en el país. Por supuesto, tendríamos que
preguntarle a esas entidades si las investigaciones adelantadas han sido
suficientes y si sus representantes, en las regiones y departamentos del país, han
aplicado coherente y eficazmente la política anticorrupción que con tanto énfasis
se pregona; sobre todo, cuando se trata de mostrar, con el pregón, solo buenas
intenciones. Colombia está cansada de la justicia espectáculo, requiere, por el
contrario, de una justicia eficaz y efectiva.
En el mes de Febrero del año 2.002 se realizó en Colombia la más grande de las
encuestas realizadas sobre el fenómeno de la corrupción. Fue preparada por el
Instituto del Banco Mundial y en ella participaron y colaboraron el Centro Nacional
de Consultoría, Transparencia por Colombia, Universidad de los Andes y la
Vicepresidencia de la República. Las cifras no han podido ser más elocuentes y
aterradoras al mismo tiempo: la mitad de las adquisiciones del Estado contienen
algún elemento de soborno, el promedio de los cobros podría ascender hasta
cerca del 19% del monto de los contratos, cerca del 11% de las asignaciones
públicas estarían siendo desviadas para fines distintos a su destinación legal, el
62% de los empresarios estimó que siempre se pagan sobornos o propinas para
ganar licitaciones en el sector público. La encuesta, igualmente, arrojó que entre
las instituciones más corruptas del país están el Congreso de la República, Invías,
Cajanal y Caprecóm.
En esa misma encuesta apareció la rama judicial como el epicentro de la
corrupción, asociada con elevados niveles de impunidad, dilación, ineficiencia y
muy baja calidad en su administración. El 74% de los usuarios consideró que es
muy frecuente el pago de sobornos en la justicia.
Para esa época el gobierno de Andrés Pastrana preparó un programa de acción
para mejorar la gobernabilidad y controlar la corrupción. Él tiempo ha seguido su
marcha inexorable hacia el futuro, y, que sepamos, la primera ha continuado el
camino del deterioro, y, la segunda, en vez de ceder, crece constante y
permanentemente estimulada, justamente, por la falta de controles y la impunidad
en la administración de la justicia. Lo que uno puede corregir es que no existe en
las altas esferas gubernamentales voluntad política para concebir y adelantar una
lucha sin cuartel contra el peor enemigo del sistema democrático. El doctor
Pastrana terminó como presidente, sin pena ni gloria en la lucha contra la
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Cristóbal Arteta Ripoll
corrupción. Los últimos escándalos sobre ese flagelo, al final de su administración,
así lo señalan, sobre todo, el desvío de más de 2 millones de dólares de la ayuda
estadounidense para la lucha antidroga contemplada en el Plan Colombia.
Pero eso no es lo más grave. Lo más grave es que quienes dirigieron y apoyaron
a ese gobierno, bajo la idea de que "quien a buen árbol se arrima buena sombra lo
cobija", se fueron con su morral de propuestas para "sitio seguro" buscando
proyectar su influencia en el cuatrienio siguiente. Tal vez, justificadamente, pues
de pronto en ese nuevo período podrían cumplir con sus aplazadas propuestas de
gobierno. De allí, que orientados por el concepto hípico de política electoral
esperaron hasta el final de la carrera, para apostarle al candidato ganador en las
encuestas. Sobre el particular en un artículo periodístico para esa época
decíamos... lo único que nos puede salvar de tan nefasta influencia es que al final
de la misma, como sucede en cualquier hipódromo del mundo, se meta un palo
como ganador...
...Muchos en este país a pesar de las virtudes, formación, inteligencia, claridad y
valor del Doctor Uribe, primer opcionado en las encuestas, van a preferir esperar
la sorpresa que apostarle a 4 años más de malos consejos y asesorías.
Pero al final fue el triunfador y la nefasta influencia se sigue proyectando en el
tiempo.
Alianzas electorales, consignas y torpeza
En los últimos 10 años la situación económica del país ha empeorado
considerablemente y con ella los niveles de pobreza, la falta de trabajo, la
inseguridad social, la deficiencia de centros hospitalarios y de salud, la estrechez
de la cobertura educativa, la baja calidad educativa, el acceso de los pobres a la
educación, etc. Las últimas estadísticas del Departamento de Planeación Nacional
asilo confirman.
Mientras esa situación continúe no sólo sirve como caldo de cultivo para amparar
justificaciones ideológicas y políticas contrarias a la ley; igualmente, va ha generar
el aumento de la inconformidad social que aunque hoy no muestra mayores y
complicadas formas de expresión masivas, puede acumular día tras días fuerzas
de inimaginables proporciones que al estallar podrían hacer saltar en añicos el
ordenamiento social y político reinante en el país.
Mal haríamos si afirmáramos que ese cuadro patético de preocupaciones ha sido
motivo de reflexión de los candidatos presidenciables. Todos en sus programas de
gobierno y al calor de la campaña electoral han presentado sus opiniones y
propuestas al respecto; por cierto, muy coincidentes, tanto en el diagnóstico como
en la manera de concebir las estrategias de superación de los problemas. Y si
hacemos una recuperación histórica del tiempo hacia atrás, las coincidencias se
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Cristóbal Arteta Ripoll
confunden en la lejanía; dando a veces la impresión de que por el hecho de no
haber encontrado en el devenir las soluciones esperadas, los programas y las
ideas se copian y repiten incesantemente cada dos o cuatro años. Sólo el estilo
literario, la estructura formal y una que otra consigna parecen recoger alguna
novedad. Lo único que marca la diferencia es el estilo, la personalidad de los
candidatos y sus expresiones cuando uno y otro pretenden mostrar vocación
humanística, sensibilidad social y voluntad de servicio. Son más las diferencias
individuales que las programáticas; por eso las alianzas, sin fronteras y principios,
en momentos electorales se arman y desarman con relativa facilidad.
Y en el caso de la campaña para elegir Senadores y representantes, la
imaginación y creatividad intelectual brillan por su ausencia en la concepción de
programas, y, sobre todo, en la presentación de algunas consignas con las cuales
quieren recoger unos contenidos y unos principios. Algunas de éstas últimas no
muestran mayores esfuerzos
en su elaboración; son tan chambonas e
insignificantes que lo primero que uno se imagina es que el candidato no solo
carece de virtudes literarias, sino de asesores con algún grado de formación
lingüística, política o filosófica. Es la muestra más clara de que los espacios
políticos en nuestra democracia no lo ocupan los mejores, sino los más diestros en
el arte de la lambonería, la corrupción y el clientelismo. Bueno y ¿para qué la
inteligencia, sino se necesita para ser elegidos?. Fácilmente puede ser
reemplazada por el dinero para gastar a cántaros en la campaña y por el poder
político para manejar la clientela, corromper y prometer.
Si las gentes en este país votaran a "conciencia limpia" no sería tan difícil rechazar
a los peores y seleccionar a los mejores candidatos en plena campaña electoral,
pues bastaría una mirada a sus ejecuciones, una lectura a sus consignas y un
análisis a su comportamiento ciudadano. ¿Quedarían pocos?. No lo sé. Pero
serían muchos los que saldrían.
Las Universidades con centros de estudios políticos y lingüísticos en el país
deberían, en el marco de una pedagogía electoral, orientar a los electores en esta
dirección procurando mostrar a través de análisis sencillos, elaborados
científicamente, las bondades y perversidades contenidas en programas y
consignas. Se me ocurre que ésta puede ser una buena línea de investigación
científica para que estudiantes y profesores puedan contribuir con sus aportes al
desarrollo de una democracia más participativa y calificada.
Ya la Universidad de los Andes nos ha mostrado el camino con el desarrollo de su
proyecto pedagógico "Candidatos Visibles", con el cual se pretende, entre otras
cosas, evaluar el comportamiento ético y político de los senadores y
representantes que aspiran a repetir en sus curules. Pero este tipo de
investigaciones si no van acompañadas de una pedagogía y una profusa difusión,
no tienen la importancia significativa que hemos señalado en párrafos anteriores.
Elecciones presidenciales, la guerra y la paz
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Cristóbal Arteta Ripoll
En el momento actual y dado las proporciones alcanzadas por el conflicto interno,
que a manera de tornado envuelve a la población civil, es innegable que el
sentimiento real de la mayoría del pueblo colombiano es hacia una salida militar
del conflicto. Es posible que este sentimiento sea temporal y es muy posible
también que al manifestarse en las encuestas, al pronunciarse en las charlas de
cafetería o en las reuniones a favor de la guerra, la gente no esté expresando una
voluntad de participar en la contienda, sino la pretensión de que otros resuelvan el
problema".
Pero no porque el pueblo anhele la guerra, por el contrario, porque está mamado
de tanta violencia y quiere urgentemente un cambio que conduzca a una salida
urgente hacia la paz.
Es entonces necesario transformar dialécticamente una cosa en otra, y, abrirle a
sentimientos complejos y contradictorios caminos y salidas que confluyan y
presionen hacia la tan cacareada, pero aún no desgastada, política negociada del
conflicto. No importa que a lo largo del camino, muchos sigan hablando con
facilidad de "echar plomo y más plomo" y no se detengan a pensar en las graves
consecuencias que ello puede acarrearle a la economía, a la población civil y a su
propia familia. Quienes así piensan deberían repasar la historia y hacer consciente
el tantas veces repetido y confirmado principio sociológico de que en una guerra
nadie es ganador absoluto, todos pierden, sobretodo la población inerme.
¿Pero por qué, con tantas experiencias históricas, tantos guerreritas? Porque en
algunos casos, o son comerciantes de la guerra, o están protegidos, o piensan
que con ellos nadie se va a meter, o definitivamente las tendencias perturbadoras
e irracionales del subconsciente, como se infiere de la Meta-psicología Freudiana,
no han podido ser controladas por la educación y la cultura, y, entonces, les
domina plenamente su sentido conductual. Esta última y poderosa razón científica
nos explica por qué, frente al proceso de paz y sus políticas para hacerla realidad,
jamás va a existir unanimismo e identificación plena en estrategias y principios.
Siempre van a existir los amantes de la guerra, más allá de cualquier
consideración sociológica, filosófica o política.
Ese tema de la paz y la guerra, va a seguir siendo tema de actualidad política.
Seguirá siendo el tema grueso que marca la diferencia y, proyectivamente, el que
todo parece indicar va a terminar definiendo quién será el próximo presidente de
Colombia. Es lamentable que ello sea así, pero esa es la realidad. Sobretodo,
porque, como lo indican los análisis de los entendidos y especialistas en el tema,
la confrontación y sus efectos no va a parar, por el contrario, para desventura de la
población civil, continuará. Ojala y estas inferencias resulten equivocadas y
tengamos muy pronto un país proyectado hacia lo que todos queremos y
soñamos: libre de alzados en armas, pero, igualmente, Ubre de corrupción,
hambre, desempleo e inseguridad social y ciudadana.
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Cristóbal Arteta Ripoll
Sin embargo, los candidatos van a tener que hacer un gran esfuerzo y referirse
con esmero a otros ejes temáticos, igualmente interesantes, y que hasta el día de
hoy no han merecido la suficiente consideración. Me refiero, por ejemplo, a una
reforma educativa profunda y esencial que toque realmente la estructura del
sistema educativo, proyecte el presupuesto necesario, estimule y dignifique la
labor docente; una reforma política audaz y profunda capaz de calificar y hacer
más participativa a nuestra democracia; un paquete de reformas económicas y
fiscales, claramente diseñadas y puntuales, para minimizar los efectos recesivos y
redistribuir los ingresos con criterios de equidad y justicia social; una reforma
urbana y rural que entregue a los pobres de la ciudad y del campo las
posibilidades de vivienda y tierra para el desarrollo de una vida digna y amable. En
fin, propuestas claras, concretas y precisas para mejorar la economía del país, la
educación, y, sobretodo, la calidad de vida de los colombianos, especialmente de
los más pobres. Allí debe estar la clave para que el pueblo pueda reputar con más
claridad entre los distintos candidatos y escoger al mejor para la presidencia de
Colombia.
La historia se repite
Ojala y en los debates electorales por venir se produzca una renovación de
quienes nos representan en las dos cámaras del Honorable Congreso de la
República, porque en el evento pasado la situación no varió considerable y
esencialmente, pues el 70% de los aspirantes a la reelección fueron nuevamente
elegidos. Y eso que, como nunca, los distintos medios de comunicación hablados
y escritos, aunque sin responder a un plan previamente concebido, a través de sus
páginas editoriales, emprendieron una cruzada para lograr la renovación del
congreso y evitar así que la corrupción y las prácticas clientelistas siguieron
campeando al interior del recinto de dicha corporación. Hasta se difundieron
profusamente las encuestas que indicaban que, para la mayoría de la población
colombiana, la institución pública más desprestigiada y corrupta del país es el
Congreso de la República. Pero eso no bastó, lo cual refleja el bajo grado de
conciencia política y la falta de amor y solidaridad ciudadanos.
Pero sería injusto no reconocer que algunos congresistas reelegidos, por su
vocación de servicio, honestidad y trabajo, merecen continuar sirviéndole al país.
En esos pocos congresistas que trabajan por el bien del país se debe confiar para
que con el nuevo presidente de los colombianos se aboquen las reformas que el
país necesita; entre ellas, la gran reforma política que debe contribuir a
transformar las costumbres políticas y a purificar nuestra democracia, de tal
manera, que los espacios para los indecentes se reduzcan considerablemente.
Si la historia se repitió, como ha venido sucediendo en los últimos años, se explica
más por la ausencia de valores éticos en la formación ciudadana que por la
situación de miseria y pobreza reinantes; independientemente de que, como lo
señalan los sociólogos, ésta sea el mejor aliciente para que en época electoral los
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políticos inescrupulosos se dediquen a comprar votos y a realizar todo tipo de
promesas para aliviarles o resolverles sus problemas. Es cierto que mientras
persista la miseria y el hambre, existirá el mercado persa de los votos; pero más
cierto es aún que un pueblo ignorante y sin valores que fundamenten sus acciones
"es instrumento ciego de su propia destrucción". Sin temor a equivocarnos ese es
el problema mayúsculo de nuestra democracia y el que impide que se cualifique.
Para solucionarlo no bastan unas campañas publicitarias y pedagógicas en
épocas preelectorales. Se requiere de algo más: de una educación que forme para
la vida, "desde el vientre hasta la muerte"; una educación que reconstruya todo el
tejido cultural que durante años nos ha caracterizado; una educación capaz de
lograr la formación de un colombiano distinto: simplemente humano, es decir, más
cívico, más solidario, más sincero, más dialógico, más leal a la patria, más pacífico
y menos violento, más laborioso y menos amigo del dinero "fácil" y a borbotones.
Tamaña tarea, entonces, no es a corto plazo, es a largo plazo. Con una visión de
larga duración, esta tarea debe ser proyectada como una política de Estado, de
carácter educacional, pedagógica y ciudadana que involucre al conjunto de las
instituciones políticas y privadas, de tal manera, que el hogar sea la primera y
verdadera escuela fundamentadora de valores, en condiciones de entregar al niño
con algún grado de estructuración axiológica a los otros niveles de socialización
educacional (primaria, media o básica, superior y postgraduada). Aquí, por
supuesto, deben encontrar los educandos maestros auténticos, igualmente
formados para la vida y en condiciones de proyectarse en sus discípulos.
Sin dudas, a simple vista, es un proyecto irrealizable en nuestro medio, sobre
todo, si tenemos en cuenta que nuestros gobernantes le han dado a la educación,
históricamente, un trato de cenicienta; muy a pesar de que en los planes y
proyectos gubernamentales, teóricamente, la educación aparece siempre como la
gran palanca del desarrollo social, político y cultural de nuestra nación. Este
aspecto científico está siempre presente en los discursos, proyectos o programas
que pretenden ganar adeptos para cualquier causa política, social, pedagógica o
cultural. Se recuerda, incansablemente, pero cuando se requiere que la educación
sea abordada con voluntad, honestidad, seriedad y acciones concretas, entonces,
la historia se repite: nuevamente aparece el abandono y la desidia.
El cuadro parece más bien un círculo cerrado y sin salida, pero ahí está la clave,
hay que buscársela para construir el espiral.
Política electoral y universidad
Es tradicional en nuestro país, siempre que se avecina un proceso electoral para
elegir a la primera autoridad de la nación o a los distintos representantes a las
corporaciones públicas, ver a los Rectores y altos directivos, tanto de la Educación
Superior como de otros niveles inferiores, participar directamente en la contienda
unas veces como candidatos, otras como apoyo logístico e infraestructural para
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que amigos y copartidarios lleguen al senado, a la cámara, a las asambleas o a
los concejos.
En el caso de las universidades es tan obsesiva y compulsiva la participación de
algunos directivos universitarios que terminan por olvidarse de la naturaleza,
filosofía, misión, visión y objetivos de la institución que dirigen. Su comportamiento
ético y ciudadano se confunde con los candidatos que nada tienen que ver con la
Educación Superior, de tal manera, que el observador desprevenido los mira como
unos simples políticos del montón. Por lo regular, salvo contadas excepciones, no
son capaces de establecer con claridad las diferencias necesarias. Hacen política
a la manera tradicional, sin importarles que como a muchos otros se les llame
politiqueros.
Es más acentuada la participación de quienes regentan los destinos de la
educación privada, que quienes dirigen a la educación pública. Tal vez, porque en
este último caso, existen una serie de controles naturales que operan a manera de
frenos de contención, aunque a simple vista no sean perceptibles. Me refiero al
sentido crítico que con más libertad estudiantes, profesores y trabajadores pueden
desplegar y que, de alguna manera, contribuye para que las cosas no se hagan
tan abierta y desvergonzadamente. Sin embargo, los directivos de algunas
universidades públicas se las ingenian y utilizan como puentes para agenciar su
labor politiquera a sumisos subalternos que para defender su cargo y estabilidad
están obligados a realizar la respectiva propaganda política, hacer reuniones con
quienes previamente "han convencido" de las bondades del candidato y colaborar
en los aspectos organizativos del proceso.
La experiencia vivida por la universidad es desagradable; aunque sería necio no
reconocer que hoy las cosas, bajo la dirección de algunos directivos han
cambiado, independientemente de que algunos de sus subalternos no hayan
entendido la magnitud de los cambios que proyecta y sigan como en el pasado
haciendo politiquería, al lado de grises personajes de la vida política local.
No existe en el país una norma que regularice la participación de los altos
ejecutivos de la Educación Superior en la actividad política y en la contienda
electoral, ni siquiera existen limitaciones en aquellos casos en que puedan
comprometer la naturaleza jurídica y académica de la institución. Valdría la pena
que se legislara al respecto para bien de la academia y para el futuro de una
educación al servicio de los mejores intereses de la patria.
Por no existir una legislación que impida los desafueros, es que la contienda
electoral se convierte para docentes y profesores en un verdadero calvario, pues,
de antemano, saben que no les queda otra alternativa que hacer listas de posibles
votantes y así cumplir con una cuota determinada de votos, contribuir con algunos
recursos, servir como capitanes o colaborar con otras labores antes, durante y
después de las elecciones. Por supuesto, si no gozan estatutariamente de alguna
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estabilidad laboral en la institución, no les queda otro camino que el que le han
indicado los altos directivos de la misma. Y ante la ausencia de otras alternativas
laborales, con mucha más razón, deben cumplir con los "dictámenes de su
conciencia política pagada".
De mis comentarios no se debe colegir que creo en una educación apolítica y en
unos directivos, profesores y trabajadores que no deban y puedan participar
decididamente en la actividad política. Por el contrario, requerimos de educadores
y directivos comprometidos con los cambios que el país necesita haciendo una
buena política, de puertas abiertas para el debate y la Ubre, tolerante y civilizada
confrontación de ideas; que, igualmente, privilegie el bien común y el logro de una
educación como la visualizada por nuestro premio Nobel García Márquez: "una
educación que canalice hacia la vida la inmensa energía creadora que durante
siglos hemos despilfarrado en la depredación y la violencia, y nos abra, al fin, la
segunda oportunidad sobre la tierra que no tuvo la estirpe desgraciada del coronel
Aureliano Buendía".
Romper con viejos esquemas
En el año 2006 se realizarán las elecciones para escoger al nuevo presidente de
los colombianos. Ese día, el pueblo debe hacer un gran esfuerzo para votar a
conciencia limpia y elegir al mejor de los mejores, o, al menos malo del conjunto,
de acuerdo a nuestros conceptos muy particulares sobre el asunto. Pero hay que
hacerlo.
En un momento tan complicado como el que vive Colombia, abstenerse de
participar en el proceso electoral, es contribuir a que las soluciones a sus males se
sigan postergando como si se tratara de asuntos de otros y no de nosotros
mismos. No debemos continuar con argumentos como aquellos de que siempre
elegimos a los mismos, de que los políticos nunca cumplen, o de que nos utilizan
en época electoral, y, luego se olvidan por completo de los demás para enriquecer
sus bolsillos. Esta ha sido la historia, pero hay que cambiarla. Tampoco es
conveniente reflexionar bajo los viejos esquemas conceptuales de que "quien
escruta, elige", o de que "si la violencia es la partera de la historia, entonces, la
única vía posible para acceder al poder es la vía armada".
Estas premisas sociológicas, si bien es cierto pudieron tener alguna validez
histórica, hoy, están en desuso. En primer lugar, porque la real dimensión del
momento histórico que vivimos nos indica que son las armas de la razón y el
entendimiento, los únicos instrumentos en capacidad de convencer al pueblo; y, es
éste, quien históricamente ha demostrado que es el único que puede garantizar el
triunfo de ideales reivindicatorios en el campo económico, político, social y cultural.
En segundo lugar, porque sería desaprovechar un escenario y unos espacios para
el ejercicio de esa razón y ese entendimiento, en la perspectiva de canalizar el
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descontento de las gentes contra los malos gobiernos y los dirigentes políticos
desprestigiados, hacia proyectos de orden social.
La vía electoral es un buen camino para que las alternativas políticas diferentes al
bipartidismo, con un trabajo político-pedagógico serio convenzan a los electores
de las bondades de sus propuestas; sobretodo, a la masa de abstencionistas
que, según las estadísticas de las últimas elecciones, supera el 55% del total de
votantes en el país. Es una tarea nada fácil, porque la conciencia política de las
gentes ha sido deteriorada por la corrupción, el clientelismo y la compra de votos.
Pero hay que atreverse y participar para educar; al fin y al cabo el pueblo no
puede ser engañado toda una vida, y, para su propio bien, algún día despertará.
Como tantas veces lo hemos repetido: educar políticamente al pueblo depende de
estrategias educativas, pedagógicas y concebidas como políticas de Estado. Si el
próximo gobierno de los colombianos no lo hace, algo habrá que hacer para que la
tan cacareada reforma política, de la cual todo el mundo habla, se articule con una
reforma educativa y cultural de caladura que de cuenta de la solución de tan
trascendentales problemas.
Mientras tanto, hay que utilizar los restringidos y peligrosos espacios políticos que
nos confiere la democracia para tocar las fibras más profundas de la sensibilidad
humana y rescatar los mejores valores de la vida: la dignidad y la honestidad.
¿Cómo lograrlo?. Se me ocurre que el mejor camino es el de la unidad de los
sectores más representativos y calificados de la política y la intelectualidad
democrática, marginando los vicios de la vieja izquierda, pregonera de consignas y
principios que en vez unir alejan. El proyecto debe mirar hacia la unidad de la
civilidad para enfrentar a quienes históricamente se han opuesto a ella y han
impedido su desenlace.
Las próximas elecciones son un buen escenario para avanzar en esa línea, con el
candidato que mejores garantías ofrezca a las posibilidades de cambios y
reformas que beneficien a la población desamparada del país. Sólo con realismo
político y acuerdos programáticos, se pueden ir abriendo pasos opciones
auténticamente populares y democráticas.
La prueba de fuego del nuevo gobierno
El presidente Uribe fue elegido por los Colombianos, entre otras cosas, para
desarrollar un programa de gobierno afrontar y superar las dificultades del país.
¿Hasta dónde llegará?, nos preguntamos recién iniciado su mandato. No lo
sabíamos, decíamos, ni nos atrevíamos a pronosticar a ciencia cierta un futuro
promisorio, porque la historia reciente del país no nos daba los suficientes motivos
para ser optimistas. Todavía están allí las promesas de los anteriores presidentes,
recogidas en sus planes de desarrollo, esperando que algún día alguien las
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cumpla. Algunas de ellas son coincidentes con las expuestas por el mandatario de
los Colombianos.
Uribe como presidente, y como posible candidato a la reelección sigue haciendo
énfasis en la lucha contra la inseguridad y la violencia, la revolución educativa y la
reforma política, como prioridades de su gestión durante los próximos años de
gobierno. Llama poderosamente la atención que quienes lo acompañaron y
salieron elegidos como congresistas gracias al fervor popular que estimularon sus
promesas, en algunos momentos del desarrollo legislativo, hicieron las veces de
palos en la rueda de la historia para frenar algunas iniciativas que no tenían por
qué sorprender a nadie, pues de sobra las expuso y explicó en la plaza pública y
en los recintos cerrados programados para tal efecto.
De todas esas iniciativas, el impulso de la reforma política, tal como la presentó y
fue acogida por el pueblo, fue el termómetro real para medir los alcances y
proyecciones de su gobierno, su grado de compenetración y real compromiso con
su programa. Esta iniciativa en su versión final fue maquillada por las presiones y
compromisos adquiridos a última hora. No fue la primera vez que ello ocurre en el
país, pues la costumbre generalizada de nuestros gobernantes es la de
abandonar, muy pronto, cuando llegan al poder, las promesas con las cuales
fueron elegidos. Es de sobra conocida la hipocresía de nuestros gobernantes:
unas cosas predican como candidatos y otras las que hacen como mandatarios.
Por esas circunstancias históricas de nuestra política abundan las razones para
desarrollar posiciones pendulares entre la fe y la duda, la esperanza y la
frustración, la certidumbre y la mentira. De lo que logre en los próximos años va a
depender que la credibilidad, la fe y la esperanza acompañen al primer mandatario
y se proyecte en el proceso eleccionario. No se trata de anteponer la popularidad
a los resultados, pero si estos son contrarios a los más hondos intereses del
pueblo, una nueva frustración abonará el camino para caer al precipicio.
La reforma política presentada por Uribe, al comienzo de su mandato tenía dos
vías: un acto legislativo y el referendo. La primera a simple vista parecería la más
fácil, pues la mayoría de los congresistas fueron elegidos bajo la sombra de su
programa de gobierno. Pero está no fue la vía seleccionada, fue la segunda. A
través de ella se le consultó a los colombianos sobre la composición del congreso,
el desmonte de las funciones judiciales y administrativas, el fin de las suplencias
para congresistas, la severidad en el régimen de inhabilidades e
incompatibilidades, la eliminación de votaciones secretas y de auxilios
parlamentarios y la no intromisión de los partidos políticos en la postulación de los
miembros del Consejo Nacional Electoral.
Antes del referéndum, en un artículo periodístico, preguntábamos: ... ¿Pero
estarían dispuestos los honorables senadores y representantes a deponer sus
intereses individuales y de grupo para favorecer unas propuestas que persiguen
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en el fondo acabar de una vez por todas con las prácticas politiqueras, clientelistas
y corruptas en la política?
¿Estará el congreso en disposición de autorreformarse sin pedir a cambio
contratos, burocracia y condiciones especiales, como aquellas de que las nuevas
disposiciones se apliquen no ahora, sino dentro de 4 años?.
Los críticos de la revocatoria y del unicameralismo consideraban que: "estas
propuestas no parecían medidas adecuadas para remediar los males del congreso
y la política. Más bien, desviaban la atención del debate y provocaban
innecesarios conflictos en el seno del estado, desgastadores del ejercicio de
autoridad". A pesar de que esas ideas, las que más polémicas generaron, fueron
expuestas con suficiente claridad y sobradas razones objetivas que las justificaron.
Entre ellas, la de que el actual congreso, independientemente de su renovación en
un 50%, fue fruto de viejas prácticas clientelistas y corruptas como la
contratocracia, el caciquismo y la compra devotos. Motivos más que suficientes
para no creer que con los actuales congresistas el nuevo gobierno pueda llegar a
puerto seguro y próspero.
Una esperanza aún viva
La esperanza del pueblo es ver avanzar, en e n los años venideros, los procesos
de paz con los diferentes actores del conflicto armado en el país. Ojala y se
profundice y llegue a feliz término con las autodefensas y se abran caminos para
iniciarlos en firme con las demás organizaciones armadas del país. Sabemos que
las dificultades se van a seguir presentando, y, tal vez, se multiplicarán. Pero bien
vale la pena que se tensionen todas las fuerzas de la intelectualidad, la política,
las del gobierno, las de los propios actores y, sobre todo, las de la sociedad civil
para que las respuestas y soluciones a esas dificultades sean siempre oportunas y
eficaces. Esperamos que no sea muy lejano el día en que la reconciliación entre
los colombinos tenga la oportunidad que no tuvieron los miles de hombres,
mujeres y niños que como consecuencia de la guerra han muerto, durante muchos
años de historia triste.
Es imperioso que quienes dirigen el país entiendan que es necesario ampliar el
sentido social del Estado para reducir a su más mínima expresión los niveles de
pobreza y miseria extrema en que viven millones de compatriotas. Es la mejor
manera de atacar las raíces más profundas de las inconformidades y de evitar que
unos suelten las armas y otros las empuñen. Si para ello son necesarias nuevas
leyes y ordenamientos constitucionales, habrá que construir esos espacios para
lograrlo. Cualquier pretensión de aplazar indefinidamente las soluciones es ir en
contravía del desarrollo humano y seguir estimulando las salidas violentas del
espíritu.
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En esa dirección, la Universidad Colombiana Pública y Privada está en deuda con
el país. Su participación, mediada por el miedo al conflicto, ha sido muy débil.
Salvo una que otra opinión, uno que otro foro no ha logrado un dispositivo,
conceptual y estratégico, para ayudar a orientar y canalizar tantas energías y
fuerzas en conflicto.
La existencia de una política estratégica de paz debe permitirle al Estado construir
una Red de Universidades por la Paz, con la misión principal de colaborarle no
solo en la teoría para avanzar; igualmente, ganando espacios en la comunicación
masiva y en los medios de comunicación para dar luces y movilizar a la sociedad
en su conjunto en apoyo a las políticas y acciones que se emprendan hacia los
nobles objetivos de concordia y paz entre los colombianos. De paso,
contribuyendo a neutralizar a los especialistas y doctores en tirar piedras y palos a
los diálogos para arruinarlos. La Universidad puede jugar un papel importante para
evitar que quienes tienen como único y vital interés la guerra, tal vez, porque se
alimentan de ella, terminen imponiendo su voluntad.
Los momentos difíciles que vive Colombia requieren de una universidad vigorosa
que pierda el miedo por el temor de morir en la guerra, y, que, por lo tanto esté allí,
en medio del conflicto, generando y creando iniciativas de paz Pero, igualmente,
estructurando los procesos organizativos para desarrollarlas. Es un ejercicio que
debe hacer como parte de la estrategia para superar su crisis. La disposición de
los académicos para no ser piezas aisladas en el rompecabezas del conflicto y sus
soluciones es importante y necesaria, con la seguridad de que aportaremos
mucho en la construcción de una Colombia nueva, libre de la violencia y ejemplo
de paz en el mundo.
No es el único camino, pero es el mejor
Quienes solo tenemos como armas la razón lógica del pensamiento, estamos en
la obligación moral de contribuir, en nuestros espacios y con nuestras reflexiones,
a la solución de los problemas que afectan desde hace muchos años al sufrido
pueblo colombiano.
Las dificultades son innumerables y conocidas, pero las más agudas tienen que
ver con el desempleo, la falta de educación calificada y gratuita y la violencia e
inseguridad que azota a los campos y ciudades. Este último, es el más cruel de
nuestros problemas, sobre todo, porque da la triste impresión que nada podría
detenerlo, a pensar de los ingentes esfuerzos que se hacen para lograrlo. Por el
contrario, la situación de violencia se degrada cada día más y la fuerza de un
torbellino de muerte, crece y crece inmisericordemente, abarcando todos los
espacios y rincones de la sociedad y arrastrando tras de sí a niños y niñas,
jóvenes y mujeres, viejos y viejas, ancianos y ancianas. Es una dinámica
incesante e implacable que no conoce contemplaciones, distancias y peor, aún,
sin discriminaciones de ninguna clase.
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¿Qué hacer es la pregunta?
Muchos han optado por el camino mas fácil y cómodo, "dejar hacer, dejar pasar".
Algunos han preferido huir del país y abandonarlo a su suerte. Otros, por el
contrario, han tomado la misma dirección violenta pero con intereses distintos y
opuestos. Pero la inmensa mayoría, ahí, tolerante y fría como si nada pasara. Con
una indolencia e indiferencia que ya no nos asombra. ¡Que lástima que hasta la
capacidad de asombro - que según el poeta es lo ultimo que se pierde- la
hayamos perdido! Pareciera que la violencia es parte ya de nuestra cultura,
porque nos hemos acostumbrado a ella. Mientras no nos pellizquemos en el alma
y estimulemos nuestras mentes para entender que nos han metido en el conflicto,
que ya somos parte de él y que nos toca actuar, protestando cada acción que
afecte a los indefensos y atente contra sus vidas y bienes y presionando una
salida negociada. Mientras esto no suceda, no habrán posibilidades ciertas de un
dialogo digno para las partes y fructífero para el pueblo.
Cuando se cumplió un aniversario del rompimiento de los diálogos de paz que
venia adelantando el gobierno del presidente Andrés Pastrana, en un escrito para
la época dije: ...en lo que va transcurrido de ese tiempo, a pesar de las
predicciones de los analistas políticos, con la llegada del nuevo presidente,
Dr. Álvaro Uribe Vélez, la guerra se ha extendido considerablemente llegando con
su poder de muerte a las ciudades y tocando las puertas de nuestras casas. Nadie
parece detenerla, ni siquiera la fuerza legítima y legal de Estado que es a quien le
toca garantizar la vida, honra y bienes de los colombianos.
Ahora se piensa, desde la dirección de poder del gobierno, que la presión
internacional y la colaboración que las distintas democracias del mundo puedan
brindar para romper conexiones, aislar, perseguir y congelar presuntas cuentas de
la subversión y el terrorismo en el mundo, pueden contribuir a su derrota definitiva;
por supuesto, si es que al mismo tiempo la estrategia interna de enfrentamientos
militares da los resultados anunciados por el Ministro del Interior y Justicia. Del
mismo modo, los gobiernos de los distintos países, a través de sus presidentes y
embajadores, han anunciado un frente para apoyar a Colombia en su lucha contra
el terrorismo, el secuestro y la extorsión; y los partidos políticos, los gremios y otra
cantidad de organizaciones en el país han hecho anuncios parecidos para rodear
al presidente Uribe y al Estado.
Esas estrategias, desde el análisis de su estructura formal, tienen un poder
enorme de convencimiento, pero desde el análisis de contenido - que debe dar
cuenta de las intrínguilis e interrelaciones del proceso en su conjunto - ese poder
comienza a ceder y a confundirse con el escepticismo. Por otro lado, los
especialistas en estrategias de guerra afirman que la fuerza del Estado debe llevar
a la subversión a un punto de no retorno donde su alternativa, por la debilidad, no
sea otra: negociar o negociar aun en condiciones desventajosas Se les olvida que
el mismo planteamiento, a la inversa, lo deben estar haciendo ellos. Tal vez aquí,
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podríamos encontrar razones que nos expliquen la tozudez, la prepotencia y la
falta de voluntad, de muchos actores del conflicto, para entender que lo mas
importante y beneficioso para la sociedad civil es el desarrollo urgente de una
política de dialogo negociada; capaz de afrontar, con realismo práctico, reformas
políticas, educativas y sociales de caladura, es decir, verdaderas soluciones a los
problemas de pobreza y miseria material y espiritual de los colombianos.
Quienes creemos y estamos convencidos que nuestro papel hoy es ser
instrumentos de la paz contra la guerra, debemos tensionar nuestras fuerzas y
energías desde la cátedra, desde la cultura, desde la calle, desde la empresa,
desde el trabajo, etc., para que la única opción posible al conflicto no sea la guerra
contra la guerra, sino la paz negociada con justicia social.
El diálogo no es el único camino. Pero es el mejor y, aún es posible.
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Cristóbal Arteta Ripoll
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WHITE JR, Lynn. Fronteras del conocimiento en el estudio del hombre, Eudeba.
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ÍNDICE
PRESENTACIÓN
CAPITULO 1
LA DIALÉCTICA ÉTICA DE LAS
CIENCIAS DEL HOMBRE
La historia hace a los hombres
El tiempo hace florecer a las rosas
Un oficio que retoña y florece a cada instante
Una liebre mucho más esquiva
La historia es el hombre
El diálogo entre las Ciencias del Hombre
La circulación de los bienes culturales
CAPÍTULO 2
LOS LÍMITES DEONTOLÓGICOS DE LA POLÍTICA
Savater, ética y política
Fuentes de valor de la ética y la política
Nuestros límites deontológicos
La deontología del político
CAPITULO 3
LA BRUTALIDAD ÉTICA DE LA GUERRA
La guerra contra Irak
Maquiavelo y la guerra para justificar el fin
Marcusey la brutalidad de la guerra
Habermas y la crisis de la guerra
CAPITULO 4
ETICIDADDELA GLOBALIZACIÓN Y
GLOBALIZACIÓN DE LA IRRACIONALIDAD
El malestar en la globalización
La irracionalidad de la globalización
La globalización de la irracionalidad
La globalización y América Latina
Colombia en la globalización
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CAPITULO 5
LA ÉTICA DE LA GUERRA Y LA
ECONOMÍA DE ESTADOS UNIDOS
Las elecciones presidenciales
El nuevo gobierno y la economía norteamericana
La actualidad económica
La caída del dólar
La incertidumbre de la recuperación
CAPÍTULO 6
EL NUEVO GIRO POLÍTICO DE AMÉRICA LATINA
Los cambios arrecian
El ejemplo histórico de Gaitán
El Caso de Venezuela
Avance hacía un nuevo modelo
Las reivindicaciones populares
CAPITULO 7
POLITICA ELECTORAL Y ANGUSTIA
AXIOLÓGICA EN COLOMBIA
Coaliciones sin fronteras
Candidatos, tesis y programas
Más allá de la burocracia
El discurso educativo y su praxis
El doctor Uribe y la educación
Popularidad, violencia e inseguridad
La reelección presidencial
El mito de la maquinaria
Es una cuestión de dignidad
El voto castigo
La angustia axiológica
La hipocresía moral
Gobierno y liderazgo: una relación esencial
CAPÍTULO 8
LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES,
LA GUERRA Y LA PAZ EN COLOMBIA
Crisis, desempleo y elecciones
Corrupción, impunidad y elecciones
Alianzas electorales, consignas y torpeza
Elecciones presidenciales, la guerra y la paz
102
Cristóbal Arteta Ripoll
La historia se repite
Política electoral y universidad
Romper con viejos esquemas
La prueba de fuego del nuevo gobierno
Una esperanza aún viva
No es el único camino, pero es el mejor
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