Download PARA REFLEXIONAR CON EL EVANGELIO DEL DÌA

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PALABRA QUE DA VIDA
-Reflexionemos-
SEMBRANDO EN TIERRA BUENA…
GRACIAS A DIOS, EN NUESTRO CORAZÓN TAMBIÉN HAY LUGAR (Y MUCHO, POR CIERTO) PARA LA TIERRA BUENA. OJALÁ QUE LA SEMILLA SEMBRADA EN NUESTROS CORAZONES DÉ MUCHO FRUTO.
VIERNES 26 DE JULIO DE 2013
Del Evangelio según san Mateo 13, 18-23
Dijo Jesús a sus discípulos: Ustedes oigan lo que significa la parábola del
sembrador. Si uno escucha la palabra del Reino sin entenderla, viene el
Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al
borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la Palabra, sucumbe.
Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la Palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo
sembrado en tierra buena significa el que escucha la Palabra y la entiende;
ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno.
LECTURAS COMPLEMENTARIAS:
ÉXODO 20, 1-17 - LA LEY SE DIO POR MEDIO DE MOISÉS
SALMO 18 - SEÑOR, TÚ TIENES PALABRAS DE VIDA ETERNA
CONTEXTO – La explicación de la parábola del sembrador es en
realidad una aplicación a la situación posterior de la Iglesia. La semilla es ahora el mensaje, y el acento recae en las diversas actitudes ante el anuncio de dicho mensaje. De este modo, la explicación
se convierte en una exhortación dirigida a los cristianos para que la
aceptación del evangelio no sea ahogada por las dificultades con las
que se van encontrando; y en una palabra de ánimo para los misioneros del evangelio, que se encuentran con todo tipo de respuestas por parte de los receptores.
EL MAESTRO NOS URGE A SEMBRAR EN TIERRA BUENA
– Puede que andemos necesitados de renovar el terreno, que se
nos pase el arado pues, tal vez, mucha piedra y mucha cizaña
nos estén impidiendo una buena cosecha. Está claro que el
pase del arado se nos vuelva cosa dolorosa, pero es necesaria.
Tierra latiente, tierra andante, tierra fértil: nada más que eso y
todo eso, de la mano del Dueño del campo, aquel que logra el mejor de los trigos, el que tiene destino de pan para los hermanos.
PARA REFLEXIONAR
LA BUENA TIERRA
Respecto de sembrados y cosechas, la lógica indicaría que ante
todo es decisiva la pericia y sagacidad del sembrador y la calidad de la semilla que se esparce; posteriormente, claro está, el
tipo de tierra que recibirá esa simiente.
Pero estamos en el tiempo de la Gracia, en la maravillosa ilógica
del Reino. Y lo que decidirá todo serán las bondades de la
tierra. Y somos tierra que palpita y camina.
Por ello el sembrador tiene por misión la siembra continua y
confiada. Quizás no importe tanto el donde sino más bien el
sembrado tenaz e incansable.
La semilla es humilde, pequeña y sencilla; sin embargo lleva en
sí la fuerza imparable de la vida.
Y la buena tierra se identifica por la nobleza de los frutos producidos.
A menudo oímos pero no escuchamos, nos cubre de cizaña el miedo y las preocupaciones, el egoísmo nos rechaza
raíces firmes.
Aún así, hay gentes que nos encienden de esperanza. Mujeres y
hombres fértiles de solidaridad y compasión, vides santas de
fraternidad, canastas plenas de frutos de justicia y liberación. La Palabra sigue germinando y creciendo, y no podemos resignarnos a que nada cambie.
PARA ORAR
Padre sembrador de buena semilla:
hoy te pedimos que no vuelvas a explicar
la parábola del sembrador.
Capacítanos el corazón para entenderla.
Gracias por seguir sembrando
en nuestros terrenos infértiles:
abónamos con tu Palabra día a día;
riéganos con tu amor
para que te entreguemos tu ciento por uno. Amén.
PARA ACTUAR – Pidamos a Dios que nos abra los ojos y
nos agudice el oído para captar los intereses del mal y derrotarlos con la fuerza del amor.
SEMILLAS DEL REINO
Son semillas del Reino
plantadas en la historia.
Son buenas
y tiernas,
llenas de vida.
Las tengo en mi mano,
las acuno y quiero,
y por eso las lanzo al mundo: ¡Piérdanse!
No tengan miedo
a tormentas ni sequías,
a pisadas ni espinos.
Beban de los pobres
y empápense de mi rocío.
Fecunden,
revienten,
no se queden enterradas.
Florezcan
y den fruto.
Déjense mecer por el viento.
Que todo viajero
que ande por sendas y caminos,
buscando o perdido,
al verlas,
sienta un vuelco
y pueda amarlas.
¡Son semillas de mi Reino!
¡Somos semillas de tu Reino!
«El que escucha la palabra y la entiende,
ése dará fruto»
El diccionario es el único lugar en el
que “éxito” está antes de “trabajo”. El
trabajo duro es el precio que todos
debemos pagar para tener éxito.
Vince Lombardi