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Conferencia del Presidente de Hungría, Arpád Göncz: "La integración y los
desafíos del tercer milenio"
Lima, 18 de noviembre de 1999
Es para mí un gran honor poder hablar aquí, en la Sede de la Comunidad Andina
para compartir con ustedes algunos pensamientos sobre lo que significa para
nosotros la integración y los desafíos que tenemos que enfrentar al inicio del nuevo
milenio.
Es de suma importancia que todo esto pueda ser presentado en Lima, donde en los
años setenta economistas húngaros que leccionaban en la Universidad San Marcos y que más tarde fueron actores destacados de los cambios democráticos operados
en Hungría- tuvieron su primer contacto con las aspiraciones de una integración
regional, experiencias que luego tuvieron en buena cuenta al definir la estrategia de
la economía húngara.
La vida por sí es un desafío permanente, y la vida de la nación húngara lo es mucho
más. Esto fue lo que empujó a nuestros antepasados asiáticos nómades en su larga
marcha de miles de años y miles de kilómetros, fue lo que orientó la acción de
nuestro gran rey, San Esteban -hoy diríamos que su acción modernizadora con
éxito parecido al del Japón del siglo XX, así como fue un nuevo desafío cada nuevo
día de la historia de los húngaros.
En este abrir de nueva época, al iniciarse el tercer milenio cada Estado tiene que
enfrentar un triple desafío: los inevitables efectos de la globalización, la
cooperación regional que en parte contribuye a la globalización, en parte ofrece una
protección contra las consecuencias negativas de la misma y, por último, las tareas
específicas del desarrollo socio-económico-cultural de cada país. Una buena
respuesta a estas cuestiones sólo se encontrará si a los tres desafíos se les
contesta con un tratamiento conjunto.
Hungría que con su revolución de 1956 y al desmontar la cortina de hierro en 1989,
dio una contribución de peso al colapso del mundo bipolar y que viene dedicando
diez años a construir con éxito su democracia y la economía de mercado, al igual
que toda la región de Europa Central y Oriental, necesita de relaciones
internacionales que garanticen su seguridad así como la modernización económica.
Pasos en este proceso son el ingreso ya consumado a la OTAN así como nuestro
ingreso en un futuro cercano a la Unión Europea. Es de gran importancia también la
Asociación de Libre Comercio Centro-Europeo, CEFTA, cuyos otros miembros
comparten los mismos objetivos.
Para el barco de Hungría la Unión Europea es el ancla para atracar en el puerto de
la modernización económica. 76% de nuestras exportaciones se destinan a la Unión
mientras dos tercios de nuestras importaciones provienen de ella. En la década
pasada tuvo lugar un cambio estructural sin par. 63% de nuestras exportaciones la
constituyen maquinarias, productos electrónicos, computadoras, productos
farmacéuticos y medios de transporte. 75% de las exportaciones son producidos
por las grandes empresas multinacionales, establecen sus bases más modernas
europeas en tierra magyar, y desde aquí envían sus productos al mundo entero.
Esto demuestra que la integración se avanza no sólo a nivel gubernamental sino
también a nivel de las empresas.
Las experiencias de tres decenios del desarrollo de la Comunidad Andina así como
las de la política de integración de Hungría nos ofrecen unas lecciones de mutuo
provecho:
Para que la integración avance con éxito es preciso tener una clara estrategia del
Gobierno y a la vez un ambiente bastante desarrollado de la economía privada. Sin
las estructuras definidas de la primera no se podrá tener buen uso de las
potencialidades de la cooperación, y sin una economía privada desarrollada hasta
las mejores ideas del Ejecutivo carecerán de contenido competitivo.
Para materializar los objetivos de la integración es indispensable fijar unos plazos a
los que se debe unir la acción del gobierno. Hungría quiere estar pronta para
ingresar a la Unión en el año 2002 -mientras que al cabo de un largo silencio de
varios años también de Bruselas se oyen referencias parecidas a la fecha. Aquí
ustedes, en la Comunidad Andina para el año 2000, quieren establecer libre
comercio con el Mercosur, y para 2005, la unión aduanera. La fecha es importante
porque a causa de los bruscos cambios cada día es mayor el número de factores
desconocidos: diría yo, es como si en una pista todo terreno, andino por lo demás,
de un coche a todo correr quisiera alguien acertar en un blanco que a su vez
también se muda de lugar en cada momento.
Para aprovechar las oportunidades económicas es vital la acelerada edificación de
las redes infraestructurales -telecomunicaciones, redes viales, centros de
enseñanza, etc.- que unen no sólo a los actores de la economía sino a las
sociedades también.
Tanto ustedes como nosotros prestamos una especial atención al desarrollo de la
cooperación en las zonas fronterizas. En el caso húngaro ello es apoyado por varios
programas nacionales y de la Unión. Recientes documentos de la Comunidad
Andina también destacan este aspecto cuyo significado va mucho más allá de las
relaciones económicas inmediatas. La conferencia sobre estas cuestiones que se
está realizando ahora en Iquitos es muy prometedora en este contexto.
Nuestros gobiernos reconocieron que la integración no es meramente un proceso
económico sino, básicamente, es un proceso socio-económico-cultural. En última
instancia no sólo queremos mejorar los niveles de bienestar material sino elevar la
seguridad del ciudadano, su nivel cultural, así como la cohesión de la sociedad. El
destacado papel de los aspectos sociales y medio-ambientales de la integración
constituyen un elemento muy valioso de la filosofía de la integración de la
Comunidad Andina. El ingreso de Hungría a la Unión nos va a plantear una serie de
tareas idénticas.
Aunque sea evidente que países como Hungría o Perú dependemos de manera
decisiva de los procesos que se vienen operando en el mundo o en nuestra región
más reducida, nuestra participación en los procesos de la globalización e
integración no puede ser pasiva, no puede reducirse a una adaptación defensiva
unilateral. Desde el mismísimo comienzo precisamos de políticas activas, que se
preparan a responder de antemano a los desafíos y son capaces de valerse de las
oportunidades que se presenten.
Quisiera referirme también al desarrollo de las relaciones entre nuestras regiones.
La ampliación al Este de la Unión Europea, el ingreso de Hungría podrá mejorar las
relaciones de la Comunidad Andina y del Perú con Europa en su conjunto.
Las previsiones económicas a medio plazo coinciden en señalar que el nuevo centro
de crecimiento de Europa surgirá en Europa Central, lo que va a ejercer una
influencia dinamizadora sobre toda la región. Ello va a ofrecer oportunidades muy
favorables y beneficios directos a todos los socios comerciales así como a las
empresas que aporten capital, tecnología o servicios y acepten la competición.
Considerando el volumen y la estructura de nuestras mercancías no somos
competidores sino complementarios. En los mercados de la Unión no hay productos
húngaros que estén compitiendo con productos andinos. En la economía húngara
que elevará su performance como resultado del ingreso, crecerá la demanda por
productos que los países andinos exportan a Europa en grandes cantidades.
Deseaba yo terminar este breve esbozo sobre los nuevos desafíos y oportunidades
con lo siguiente: la cuestión de las cuestiones, el mayor desafío es si podemos o no
vencernos a nosotros mismos, vencer la naturaleza humana, los reflejos milenarios
del interés del Estado todopoderoso, del egoísmo del Estado-Nación.
El hacer valer el interés propio es condición natural de la humanidad. Sin embargo,
no fue altruismo sino interés perspectivo de largo plazo y, por qué no, egoísmo a
largo plazo lo que guió a los padres fundadores de la Comunidad Europea al dar por
terminada la rivalización germano-franco-británica. Es el mismo egoísmo a largo
plazo que esperamos nosotros de las naciones más afortunadas a la hora de
nuestro ingreso, y no solamente efímeros cálculos de costos y beneficios.
Y con la misma naturalidad, nosotros también, tenemos que apoyar no mirando las
ventajas -o desventajas- momentáneas sino, en la base de intereses comunes a
largo plazo, apoyar sí, la recuperación de los países que sufren situaciones todavía
menos favorables que las nuestras, estén situados en nuestras regiones o en
cualquier otro rincón del mundo.
Si este egoísmo a largo plazo en buen sentido de la palabra, será nuestra guía
orientadora, si así será nuestra respuesta que conjuntamente daremos a los
desafíos del tercer milenio, seguramente dejaremos un mundo más seguro y más
próspero a los que nos seguirán.
El mundo no es ancho y ajeno, mis amigos.
Gracias por la atención.