Download Dossier sobre Cambio Climático Nº 60

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15 de febrero de 2015
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Nº 60
La guía del inversor responsable para el cambio climático
El cambio climático complica los esfuerzos por poner fin a la pobreza
Un año de oportunidades para combatir el cambio climático y transformar las economías,
por Jim Yong Kim
Tres “misiones Rosetta” para la economía mundial en 2015 por Christine Lagarde
La diversidad genética: una herramienta secreta para luchar contra el cambio climático
Recurrir a la disrupción en pro de la sostenibilidad, por Simon Zadek
1. LA GUÍA DEL INVERSOR RESPONSABLE PARA EL CAMBIO CLIMÁTICO
En todo el mundo, los inversores institucionales -que incluyen fondos de pensión,
compañías de seguros, fundaciones filantrópicas y universidades- confrontan el interrogante
de si desinvertir o no en compañías de petróleo, gas y carbón. La razón, por supuesto, es el
cambio climático: a menos que se recorte marcadamente el consumo de combustibles fósiles
-y se lo erradique por completo alrededor del año 2070, a favor de una energía que no emita
carbono como la energía solar-, el mundo sufrirá riesgos inaceptables por culpa del
calentamiento global inducido por el hombre. ¿Cómo deberían comportarse los inversores
responsables frente a estos riesgos sin precedentes?
La desinversión, en rigor de verdad, es una respuesta, por varios motivos. Uno es
simplemente el interés personal: la industria de combustibles fósiles será una mala inversión
en un mundo que está virando decisivamente hacia las energías renovables. (Claro que
existirán excepciones; por ejemplo, el desarrollo de combustibles fósiles en los países más
pobres continuará, incluso después de que se exijan recortes en los países ricos, para
promover la reducción de la pobreza).
Es más, la desinversión ayudaría a acelerar ese cambio, privando a la industria de capital de
inversión -o, por lo menos, aumentando el costo del capital para las empresas que lleven a
cabo un desarrollo y una exploración irresponsables de petróleo, gas y carbón, a pesar de la
necesidad urgente de implementar un recorte-. Si bien ningún inversor institucional por sí
solo puede marcar una diferencia significativa, cientos de grandes inversores con billones de
dólares de activos ciertamente pueden hacerlo.
De hecho, la desinversión por parte de inversores líderes envía un mensaje contundente al
mundo de que el cambio climático es demasiado peligroso como para aceptar más demoras
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en la transición hacia un futuro de baja emisión de carbono. La desinversión no es la única
manera de enviar este tipo de mensaje, pero es potencialmente un mensaje convincente.
Finalmente, los inversores pueden desinvertir por cuestiones morales. Muchos inversores no
quieren estar asociados con una industria responsable de una potencial calamidad global, y
especialmente con empresas que utilizan su dinero y su influencia en contra de una acción
significativa para combatir el cambio climático. Por razones similares, muchos inversores no
quieren tener fabricantes de armas o compañías tabacaleras en sus carteras.
Sin embargo, también existe una alternativa éticamente responsable y práctica para la
desinversión que puede ayudar a guiar a las compañías de combustibles fósiles hacia un
futuro con bajas emisiones de carbono. Como accionistas activos y comprometidos, los
inversores institucionales pueden usar su titularidad (y, en el caso de los grandes inversores,
su opinión pública) para ayudar a persuadir a las empresas de adoptar políticas inofensivas
para el clima.
Las universidades norteamericanas están en la línea frontal de este debate, impulsadas por
sus alumnos, que son lo suficientemente jóvenes como para enfrentar el embate del cambio
climático en las próximas décadas. Los estudiantes tienen razón de estar frustrados ante la
realidad de que la mayoría de los fondos universitarios hasta el momento han tenido una
actitud pasiva sobre esta cuestión -no desinvirtieron ni se comprometieron como inversores
activos-. Por ejemplo, la decana de la Universidad de Harvard, Drew Gilpin Faust, rechazó
abiertamente la desinversión en 2013; el objetivo de las donaciones de Harvard, sostuvo, es
financiar las actividades académicas de la universidad. Si bien dijo que Harvard sería un
accionista activo y responsable, no brindó detalles sobre cómo sería ese compromiso.
Harvard y muchas otras universidades (entre ellas la nuestra, la Universidad de Columbia)
hace mucho que están comprometidas a actuar como inversores responsables. Varias tienen
comités que asesoran a fideicomisos universitarios sobre cuestiones ambientales, sociales y
de gobernancia (ESG por su sigla en inglés) en su cartera, más frecuentemente cuando se
llevan a cabo votaciones por poder en respaldo de las propuestas de ESG. Sin embargo, son
pocas las universidades que hasta ahora han aplicado los principios de ESG a las tenencias
de combustibles fósiles de su fondo de donaciones.
A pesar del rechazo de la desinversión de Faust, Harvard y otras universidades hace mucho
aceptaron el principio de que la desinversión es la opción correcta en determinadas
circunstancias. En 1990, Harvard dejó de invertir por completo en compañías tabacaleras. El
decano de Harvard en aquel momento, Derek Bok, dijo que la decisión de la universidad
"estaba motivada por el deseo de no estar asociada como accionista con empresas
comprometidas en ventas importantes de productos que crean un riesgo de perjuicio
sustancial e injustificado a otros seres humanos". Muchas otras universidades, incluida
Columbia, han hecho lo mismo.
Los estudiantes de hoy esgrimen argumentos convincentes de que el caso de la desinversión
en combustibles fósiles parece similar al caso de la desinversión en compañías tabacaleras.
Ambas representan riesgos masivos para el bienestar de los seres humanos.
Antes de dejar de invertir en las compañías tabacaleras, Harvard les escribió, solicitándoles
que abordaran las cuestiones éticas implícitas en la venta de tabaco y su adhesión a los
lineamientos de la Organización Mundial de la Salud. Las compañías fueron irresponsables
o cuestionaron la evidencia de que fumar podía generar una enfermedad.
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De la misma manera, a la hora de decidir si desinvertir o no, los inversores responsables
como las universidades deberían formular cuatro preguntas clave sobre las compañías de
petróleo, gas y carbón que existen en su cartera:
 ¿La compañía suscribió pública y claramente al objetivo acordado internacionalmente
de limitar el calentamiento global a 2º Celsius sobre los niveles preindustriales, y a los
límites sobre emisiones globales de dióxido de carbono necesario para cumplir con ese
objetivo?
 ¿La compañía prometerá abandonar a los grupos empresariales que hacen lobby en
contra de las políticas climáticas efectivas destinadas a alcanzar el límite de 2º?
 ¿La compañía acordará poner fin a cualquier exploración y desarrollo de reservas no
convencionales (por ejemplo, en el Ártico y gran parte de las arenas petrolíferas
canadienses) que, según demostró la ciencia, son inconsistentes con el límite de 2º?
 ¿La compañía puede demostrar que sigue siendo una buena inversión, a pesar de la
transición a fuentes de energía y tecnologías de baja emisión de carbono (por ejemplo,
demostrando sus propios planes para llevar a cabo esa transición o destacando sus
contribuciones a la reducción de la pobreza)?
Si las empresas pueden ofrecer respuestas convincentes a estas cuatro preguntas, pueden por
cierto seguir siendo parte de la cartera, y los inversores responsables pueden trabajar con
ellas como parte de la solución climática, en lugar de concluir que son parte del problema y
desvincularse. Para aquellas empresas que evaden las preguntas, inclusive diciendo que el
mundo no cumplirá con el límite de 2º, la desinversión tendría sentido en base a argumentos
tanto financieros como éticos, ya que esas compañías claramente no están dispuestas a
contribuir a crear una economía de baja emisión de carbono.
Por supuesto, la necesidad de una acción climática no termina con los inversores. El
consumo y las prácticas de producción sustentables de las empresas y los individuos también
deben ser parte de la solución. La transición a un futuro seguro y con una baja emisión de
carbono exige que todas las partes de la sociedad actúen de manera responsable y con
previsión. Como líderes en educación, investigación y resolución de problemas, las
universidades tienen una responsabilidad y una oportunidad únicas para liderar, inclusive
como inversores responsables y éticos.
Fuente: Jeffrey D. Sachs, es profesor de Desarrollo Sostenible, de Política Sanitaria y
Gestión, y Director del Earth Institute de la Universidad de Columbia; también es Asesor
Especial del Secretario General de las Naciones Unidas sobre los Objetivos de Desarrollo
del Milenio. Lisa Sachs es Directora del Centro Columbia de la Inversión Sostenible. Este
artículo de opinión fue publicado en el portal Project Syndicate el 29 de enero de 2015 y se
encuentra disponible en el sitio web: http://www.project-syndicate.org/
2. EL CAMBIO CLIMÁTICO COMPLICA LOS ESFUERZOS POR PONER FIN A LA POBREZA
Las fotos de cultivos que se marchitan en los campos por falta de lluvias o de casas
destruidas por una tormenta solo permiten entrever el daño que el cambio climático puede
provocar a los pobres en el mundo.
Si se profundiza un poco más, la interacción entre la pobreza y el cambio climático se
vuelve más complejo.
El pastor que pierde una o dos vacas por la hambruna en medio de una sequía puede creer
que su única opción es vender el ganado a precios muy bajos —los únicos precios que puede
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conseguir— para alimentar a su familia. Es posible que su familia sobreviva a la crisis, pero
habrá perdido los activos económicos productivos de los que dependía; activos que
permitían enviar a los niños a la escuela y ayudar a su familia a salir de la pobreza. Los
niños pierden la oportunidad de recibir educación, el pastor pierde una base económica en la
cual sustentarse, y es menos probable que tome riesgos que podrían ayudarlo a aumentar sus
ingresos. Escapar de la trampa de la pobreza se hace más difícil.
Los Gobiernos pueden ayudar a las familias pobres a superar las crisis climáticas, a
conservar sus activos intactos y a aumentar su capacidad de adaptación a largo plazo al
tiempo que trabajan para atenuar los factores que impulsan el cambio climático. Poner fin a
la pobreza exige tomar medidas de manera rápida tanto en materia de pobreza como de
cambio climático.
Los expertos en pobreza y cambio climático del Grupo Banco Mundial se reunirán este año
con investigadores de todo el mundo para ayudar a formular orientaciones y
recomendaciones de políticas que puedan ser útiles en este campo.
“El cambio climático representa una amenaza directa e inmediata para la mitigación de la
pobreza. Es importante que reunamos a las comunidades de expertos en los temas del clima
y la pobreza para diseñar intervenciones que sean efectivas en ambas áreas”, dijo Marianne
Fay, economista jefa de Cambio Climático del Grupo Banco Mundial.
Las siguientes cuatro temáticas abren el diálogo en torno a la relación entre la pobreza y el
cambio climático:
El cambio climático es un obstáculo para poner fin a la pobreza extrema
Tanto las personas que son pobres como las que están apenas por encima de la línea de
pobreza son las más vulnerables a los efectos del cambio climático. Tienen menos recursos
para adaptarse o recuperarse rápidamente de las crisis y, a menudo, residen en áreas que
corren mayor peligro porque estas suelen ser las más asequibles, tales como viviendas
ubicadas a lo largo de arroyos que se inundan o en laderas propensas a deslizamientos de
tierra, o tierras agrícolas con acceso limitado al agua.
El daño causado por los eventos climáticos extremos a sus casas y negocios puede impedir
que los pobres salgan de la pobreza, y es con frecuencia el factor que hace caer a los más
vulnerables en la pobreza. Un estudio (i) durante 25 años de los hogares de Andhra Pradesh
en India concluyó que el 14 % de los hogares pudo salir de la pobreza, mientras que el 12 %
se empobreció; de los que cayeron en la pobreza, el 44 % mencionó como una causa los
fenómenos meteorológicos.
Las políticas relativas al cambio climático benefician a los pobres en el largo plazo y
pueden hacerlo también en el corto plazo si van acompañadas de políticas sociales
adecuadas.
Las políticas sobre el clima diseñadas para reducir las emisiones de gases de efecto
invernadero pueden aumentar el costo de la energía, pero también pueden generar ingresos
públicos o liberar parte de estos recursos para ayudar a los pobres de maneras más
específicas.
La fijación del precio del carbono, (i) por ejemplo, puede generar ingresos provenientes de
las empresas que contaminan, los cuales pueden ser usados para ayudar a los pobres a
compensar un eventual aumento de los precios de los combustibles o de la energía. Cuando
la provincia canadiense de Columbia Británica creó su impuesto sobre el carbono, usó los
ingresos para reducir los tributos sobre la renta personal y empresarial y crear un crédito
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fiscal sobre acción climática para personas de bajos ingresos, (i) un mecanismo que permite
proporcionar pagos trimestrales a los pobres.
La eliminación gradual de los subsidios a los combustibles fósiles también puede ayudar a
bajar las emisiones y liberar recursos públicos para destinarlos a ayuda más específica para
los pobres. En 2013, el mundo gastó casi US$550 000 millones en subsidios directos para el
consumo de combustibles fósiles, y los mayores beneficiados fueron los grupos de ingresos
más altos, que son los mayores consumidores de combustibles.
Varios países (i) están trabajando ahora en la reforma de estos subsidios. Cuando Indonesia
comenzó la eliminación gradual de los subsidios a los combustibles fósiles y aumentó los
precios del gas en un 44 %, también introdujo programas para mitigar el efecto de los
precios más elevados de la energía a través de subsidios para el arroz, atención médica
gratuita, ayuda en efectivo para estudiantes pobres y transferencias condicionadas de
efectivo durante un año orientadas a hogares pobres con mujeres embarazadas o niños en
edad escolar.
La creación de redes de protección social fuertes y flexibles puede ayudar a los pobres
antes de que caigan en la pobreza.
Un mensaje claro que deja la investigación sobre la relación entre el cambio climático y la
pobreza es que reducir el impacto del cambio climático en la pobreza exige fortalecer el
sistema de protección social para que los programas sean ampliables y se focalicen en las
personas que los necesitan.
Un sistema de protección social es eficaz cuando es lo suficientemente flexible y puede ser
ampliado rápidamente en tiempos de crisis. Un estudio (i) realizado en África oriental
observó que el costo de una sequía para las familias aumenta de US$0 a US$50 por hogar si
el apoyo demora cuatro meses en llegar después de la cosecha y US$1300 si la ayuda se
tarda seis meses o más, debido a los impactos en los niños y las ventas forzadas de ganado y
otros bienes.
Más allá de la asistencia de emergencia, los sistemas de protección social eficaces ayudan a
los pobres a tener mayor acceso a servicios básicos, atención de salud y servicios
financieros, como préstamos para ayudar a reconstruir o crear empresas.
Existe una oportunidad para reducir la pobreza ahora.
Ya se están observando los efectos del cambio climático en el derretimiento de los glaciares
y los fenómenos meteorológicos extremos. Los científicos advierten que la Tierra sufrirá un
calentamiento de unos 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales aunque se adopten
medidas, y de unos 4 °C para fines de este siglo si no se actúa, con el riesgo de ver
peligrosas consecuencias.
A medida que los impactos del cambio climático se agravan, será más difícil eliminar la
pobreza. Eso deja poco margen para acabar con la pobreza extrema y crear las redes de
protección social que puedan mantener a raya a la pobreza mientras los países también se
esfuerzan por llegar a una meta de cero emisiones netas de gases de efecto invernadero. El
trabajo que se realiza en este momento, con el objetivo de poner fin a la pobreza extrema
para 2030, puede ayudar a los Gobiernos a estar a la vanguardia de la lucha contra el cambio
climático colaborando asimismo con el mejoramiento de la calidad de vida y las
oportunidades futuras de las personas menos favorecidas en sus países.
Fuente: Nota infamativa del Banco Mundial publicado el 6 de febrero de 2015 y disponible
en el sitio web: http://www.bancomundial.org
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3. UN AÑO DE OPORTUNIDADES PARA COMBATIR EL CAMBIO CLIMÁTICO Y TRANSFORMAR
LAS ECONOMÍAS, POR JIM YONG KIM
Los científicos declararon que el año pasado fue el año más caluroso en la Tierra desde que
se realizan registros en 1880, y una serie de informes científicos descubrieron que se
intensifican el derretimiento de los glaciares y los eventos climáticos extremos. No puede
haber duda de que este año los líderes mundiales se deben comprometer a transformar sus
economías para combatir el cambio climático.
Debemos poner fin a décadas de subsidios dañinos de los combustibles fósiles y volver a
dirigir esos recursos a las personas que los necesitan. Debemos ponerle un precio al carbono
y comenzar a contener la contaminación que genera el cambio climático. Y los líderes
mundiales deben producir un acuerdo sustancial sobre el clima en París que comprometa a
todos los países a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
En Davos esta semana, líderes de todos los rincones del mundo, representando tanto al
sector público como privado, están discutiendo estos temas que son críticamente
importantes. Muchos son ya líderes en el tema del clima, innovadores que están
transformando sus propias operaciones y economías hacia motores sostenibles y
competitivos del crecimiento para un futuro con bajo nivel de emisiones de carbono, pero
muchos más se deben unir a ellos.
Ahora tenemos una serie de oportunidades en juego que nos dan el potencial para avances
decisivos:
Los bajos precios del petróleo han creado incentivos para tomar una acción decisiva,
incluyendo ponerle un precio al carbono, aumentar los estándares de eficiencia energética y
eliminar los subsidios a los combustibles fósiles. Con la disminución perceptible de los
precios en los últimos seis meses, los Gobiernos en los países importadores de petróleo
cuentan con un colchón para aumentar el precio del petróleo proporcionándoles también más
ayuda a los pobres.
Gobiernos de todo el mundo están revisando el impacto del cambio climático en sus países y
economías mientras consideran sus compromisos nacionales con el clima que les darán
forma al acuerdo internacional sobre el clima en París en diciembre.
Los países están ahora analizando los costos económicos cada vez mayores de los desastres
naturales en el momento en que 130 naciones trabajan para generar un marco post-2015 para
la reducción del riesgo de desastres que se analizará en una conferencia en Sendai en marzo.
Las pérdidas económicas derivadas de desastres naturales se han más que triplicado durante
las últimas tres décadas, desde un promedio de alrededor de US$40 000 millones anuales en
los años 80, a cerca de US$140 000 millones anuales en la década pasada hasta 2012, de los
cuales alrededor de dos tercios tienen relación con el clima.
Establecer un precio del carbono
En Davos, la fijación del precio del carbono será el principal de los temas relacionados con
el clima. En conversaciones con los ministros de Hacienda y los líderes empresariales
durante los últimos dos años, he observado que el foco ha pasado de las dudas sobre si era
posible tomar acciones a encontrar las maneras de establecer un precio del carbono de
manera más eficaz. Casi 40 países y más de 20 ciudades, estados y provincias ahora usan un
mecanismo de precios del carbono o planean hacerlo; Corea del Sur, por ejemplo, comenzó
el comercio de carbono la semana pasada. En la Cumbre sobre el Clima convocada por el
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secretario general de las Naciones Unidas en septiembre, 74 países y más de 1000 empresas
expresaron el apoyo a la fijación del precio a las emisiones de carbono.
El sector privado está liderando cada vez más la lucha por el clima. En Davos, los líderes
empresariales presentarán soluciones posibles para reducir las emisiones y para establecer
un precio al carbono. Debido a que las finanzas públicas no solucionarán solas el desafío del
clima, necesitamos la participación activa del sector privado para encontrar las soluciones
que beneficien a sus empresas así como a la Tierra.
Eliminar los subsidios
Reformular los subsidios a los combustibles fósiles será un paso crítico y necesario. Más de
US$500 000 millones se hunden en subsidios directos a los combustibles fósiles anualmente
a nivel mundial, lo que representa más del 5 % del PIB en varios países.
Este es dinero que se debe invertir en resiliencia, atención de salud y ayuda específica para
los pobres, y en desarrollar tecnologías limpias que puedan mover al mundo hacia un futuro
más seguro. Brasil, Indonesia y México son algunos de los países que han desarrollado redes
de protección social más fuertes y más limpias para ayudar directamente a los pobres
conjuntamente con la reforma de los subsidios.
Los paquetes de las políticas que incluyen estos componentes proporcionan la confianza y la
previsibilidad que todos los inversionistas y consumidores necesitan para cambiar sus
decisiones y comportamientos. Estaremos trabajando con los asociados para ayudar a los
países a mover sus economías a producir un futuro más limpio y más próspero para todos
nosotros.
Los líderes mundiales tienen la oportunidad este año de hacer inversiones y decisiones
políticas inteligentes que reducirán dramáticamente las emisiones nocivas y protegerán a sus
ciudadanos de la severidad cada vez mayor de los eventos climáticos extremos.
Nuestras decisiones ahora pueden conducir a un mundo más limpio y más sano. Con fuertes
líderes tanto del sector público como del privado, podemos ahora retardar el cambio
climático estableciendo un precio del carbono, eliminando los subsidios a los combustibles,
y aportar planes audaces e innovadores para los países. Este año debe ser el año en que el
mundo se aleje de la trayectoria destructiva en la que hemos estado durante demasiado
tiempo.
Fuente: Jim Yong Kim es presidente del Grupo del Banco Mundial. Este artículo de opinión
fue publicado en el periódico en The Huffington Post el 21 de enero de 2015 y disponible en
el sitio web: http://www.huffingtonpost.com/
4. TRES “MISIONES ROSETTA” PARA LA ECONOMÍA MUNDIAL EN 2015 POR CHRISTINE
LAGARDE
El Consejo de Relaciones Exteriores y el FMI tienen mucho en común: ambas instituciones
tienen una perspectiva mundial; cada una fue fundada tras una de las guerras mundiales; y
ambas se han sumado a la búsqueda incesante de un mundo más pacífico y próspero. Me
complace decir que seguimos estando en el mismo equipo.
Este año necesitaremos un buen trabajo en equipo y un liderazgo firme. La actualización
más reciente de nuestras Perspectivas de la economía mundial, con todas las cifras
concretas, se presentará formalmente la próxima semana. Pero desde ya puedo adelantarles
esto: pese al estímulo derivado de los precios más bajos del petróleo y el crecimiento más
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dinámico en Estados Unidos, la economía mundial sigue enfrentándose a un viento en contra
muy fuerte.
Pero antes de analizar más a fondo los desafíos que se avecinan, quisiera compartir con
ustedes una breve historia que me ha hecho reflexionar.
El año pasado, el 12 de noviembre, una pequeña nave espacial operada por la Agencia
Espacial Europea se posó por primera vez sobre un cometa tras una travesía de 10 años y
500 millones de millas. Al igual que millones de otras personas, la osadía de esta aventura
me dejó asombrada.
El aterrizaje en el cometa, llamado 67P, era parte de la misión “Rosetta”, dirigida por un
equipo multinacional de científicos. Juntos, estos científicos extendieron la presencia de la
humanidad en el cosmos, y, por ende, ampliaron los conocimientos sobre nuestro propio
planeta. Estos científicos encarnan el espíritu de los estudiosos del siglo XIX, que a partir de
la piedra de Rosetta original descifraron los antiguos jeroglíficos egipcios.
¿Por qué esta historia reviste interés ahora? Porque este año la economía mundial se
enfrentará a lo que cabe denominar tres “misiones Rosetta”. Es decir, desafíos importantes
en materia de política que exigen decisiones que han de tomarse con coraje político, con
medidas firmes y con una mentalidad multilateral, es decir, con verdadero liderazgo
mundial.
La primera misión Rosetta consiste en estimular el crecimiento y el empleo en los próximos
12 meses, lo que implica superar ese “fuerte viento en contra” que mencioné. La segunda
misión Rosetta radica en lograr un crecimiento más inclusivo y compartido. Y la tercera
misión es conseguir que el crecimiento sea más sostenible y equilibrado.
Estas tres misiones están, desde luego, profundamente interconectadas y en una relación de
mutua dependencia. Todas son importantes, todas exigen un liderazgo firme, todas requieren
cooperación. Pero si podemos atrapar un cometa en el espacio, ¿acaso no podremos abordar
los desafíos de política terrenales?
Perspectivas mundiales, riesgos y medidas de política: Imprimir un nuevo impulso
Voy a referirme primero al desafío inmediato de cómo dar un mayor impulso a la
recuperación. Como señalé, todavía estamos realizando los últimos ajustes de las cifras
definitivas para la actualización de nuestras perspectivas. Por lo tanto, me concentraré en las
principales tendencias y recomendaciones en materia de política.
La pregunta obvia es esta: ¿deberían los precios más bajos del petróleo y la recuperación
más pujante de Estados Unidos hacernos ver con más optimismo las perspectivas de la
economía mundial? Lo respuesta más probable es que “no”, ya que aún hay factores de peso
que inclinan las perspectivas a la baja.
No cabe duda de que el descenso de los precios del petróleo representa un estímulo
favorable para la economía mundial. El abaratamiento del petróleo incrementa el poder
adquisitivo de los consumidores y la demanda privada en los países importadores de
petróleo. Dependiendo de la duración del período en que los precios del petróleo
permanezcan en niveles bajos, estos podrían representar una contribución positiva para el
crecimiento mundial por algún tiempo.
La economía de Estados Unidos, por su parte, evolucionó favorablemente en 2014 y debería
afianzarse aún más este año, sobre todo gracias al aumento del gasto de los hogares. El
desempleo en Estados Unidos continúa a la baja; el menor costo del petróleo está reforzando
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los ingresos reales y animando la actitud de los consumidores; y la política monetaria
acomodaticia sigue brindando apoyo.
¿Pero entonces cuál es el problema? El precio del petróleo y el crecimiento en Estados
Unidos no son una cura para las debilidades profundamente arraigadas en otras regiones.
Son demasiados los países que aún arrastran las secuelas de la crisis financiera, incluidos los
altos niveles de endeudamiento y desempleo. Son demasiadas las empresas y los hogares
que están recortando la inversión y el consumo hoy en día porque les preocupa el
crecimiento escaso en el futuro.
De hecho, Estados Unidos es la única de las principales economías que probablemente
desafiará esta tendencia este año, en tanto que otras economías están frenadas,
principalmente a causa de una inversión insuficiente. En el Reino Unido sigue adelante una
recuperación prometedora, pero el crecimiento sigue siendo muy bajo en Japón y la zona del
euro. Y las economías emergentes, con China a la cabeza, están desacelerándose, en
términos relativos.
Riesgos
En general, creemos que el crecimiento mundial sigue siendo demasiado bajo, demasiado
frágil y demasiado sesgado. Además, la recuperación está expuesta a riesgos significativos.
¿Cuáles son?
En primer lugar, la normalización asíncrona de las políticas monetarias en las economías
avanzadas. Se ha hablado mucho de esto, pero cabe esperar que este año esto empiece a
concretarse. En Estados Unidos, las tasas de interés a corto plazo podrían experimentar su
primera subida desde 2006, lo cual sería un acontecimiento destacable. Incluso si este
proceso es debidamente gestionado y comunicado —y pienso que así ha sido y lo seguirá
siendo—, podría generar repercusiones negativas para los mercados emergentes y la
estabilidad financiera mundial.
En segundo lugar, las economías emergentes y en desarrollo podrían enfrentar una terna de
problemas: fortalecimiento del dólar de EE.UU., tasas de interés más altas a escala mundial
y flujos de capital más volátiles. Un dólar más fuerte incidirá significativamente en los
sistemas financieros en los mercados emergentes, dado que los bancos y las empresas han
incrementado su endeudamiento en dólares en los últimos cinco años. La caída del precio
del petróleo —y los menores precios de las materias primas en términos más generales— ha
agravado estos riesgos, y países como Nigeria, Rusia y Venezuela están soportando enormes
presiones monetarias. Dada la magnitud de estas economías, los acontecimientos recientes
también podrían tener importantes repercusiones a escala regional.
En tercer lugar, existe el riesgo de que Japón y la zona del euro permanezcan atascados en
un entorno de bajo crecimiento y baja inflación por un período prolongado. Esta coyuntura
con “dos variables bajas” complicaría aún más la tarea de reducir el desempleo y el excesivo
endeudamiento público y privado por parte de muchos países de la zona del euro, y por lo
tanto elevaría el riesgo de recesión y deflación.
En cuarto lugar, los riesgos geopolíticos se han agudizado. En Ucrania, por ejemplo, es
crucial un mayor respaldo internacional que complemente el apoyo del FMI. Al mismo
tiempo, hay un sentimiento palpable de que las fuerzas de la intolerancia y la fragmentación
están intensificándose. Las atrocidades recientes en Francia —mi país—, en Nigeria o en
Pakistán son tan solo las manifestaciones más recientes de fuerzas fundamentalmente
opuestas a las convicciones que tenemos los aquí presentes.
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Todo esto apunta a una cosa: la necesidad de una sólida combinación de políticas que
permita afianzar la recuperación y generar mejores perspectivas de empleo para los
ciudadanos en todo el mundo. ¿Cómo pueden las autoridades cumplir con éxito esta misión
Rosetta?
Medidas de política
En términos generales, las políticas monetarias acomodaticias siguen siendo esenciales. El
ajuste fiscal tiene que favorecer al máximo el crecimiento y el empleo. Y ante todo, las
autoridades tienen que finalmente impulsar las reformas estructurales. Este mantra
económico —apoyar la demanda, el crecimiento y las reformas estructurales— no es nuevo,
pero ahora adquiere carácter más urgente. Y destaca más la importancia del liderazgo
político.
Por ejemplo, el impacto de los precios más bajos del petróleo presentará una prueba
inmediata para muchas autoridades. No tanto para los países importadores de petróleo, ya
que para ellos los ingresos extraordinarios representan una oportunidad para afianzar sus
marcos macroeconómicos y pueden ayudar a aliviar las presiones inflacionarias.
Pero los exportadores de petróleo tienen que amortiguar el shock en sus economías. Algunos
de estos países están recurriendo a sus fondos para emergencias y a déficits fiscales para
ajustar el gasto público de manera más gradual. Otros están permitiendo que sus monedas se
deprecien considerablemente, lo cual acarrea el riesgo de inflación y puede exigir la
adopción de políticas monetarias más restrictivas.
En la zona del euro, el petróleo más barato está contribuyendo a que disminuyan aún más las
expectativas inflacionarias, elevando así el riesgo de deflación. Esto da más fuerza al
argumento a favor de un estímulo monetario adicional, que el Banco Central Europeo ha
señalado que está dispuesto a respaldar según sea necesario.
Sin embargo, lo más importante es que la caída de precios del petróleo ofrece una
oportunidad ideal para recortar los subsidios a la energía y destinar el ahorro a transferencias
más focalizadas para proteger a los pobres, algo que el FMI ha propugnado con fuerza.
Últimamente hemos observado una exitosa reducción de los subsidios a los combustibles
fósiles en países como Camerún, Côte d’Ivoire, Egipto, Haití, India, Indonesia y Malasia. En
algunos países avanzados, las autoridades también deberían aprovechar el momento para
elevar los impuestos a la energía con el fin de crear defensas fiscales o reducir otros
impuestos, en especial los de la mano de obra.
Esto, desde luego, exige coraje político, algo que también lo exige la segunda misión
Rosetta: cómo lograr un crecimiento más inclusivo y compartido a mediano plazo.
Reformas estructurales, infraestructura y comercio: Generar crecimiento más
inclusivo
Seamos francos: más de seis años después del inicio de la Gran Recesión, hay demasiadas
personas que aún no sienten la recuperación. En demasiados países el desempleo sigue
siendo elevado y la desigualdad ha aumentado. De ahí que sea necesario dar un impulso
decisivo a las reformas estructurales para promover el crecimiento actual y el crecimiento
potencial a mediano plazo.
El año 2015 tiene que ser el año de acción. Esto significa eliminar las distorsiones
profundamente arraigadas en los mercados de trabajo y de productos; significa renovar
infraestructuras vetustas y construir nuevas; significa liberalizar el comercio e impulsar las
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reformas de la educación, la salud y las redes de protección social. También significa liberar
el potencial económico de la mujer.
Quisiera referirme en más detalle a dos factores que podrían ser decisivos.
Inversión en infraestructura
Uno es la inversión en infraestructura, cuando sea seleccionada con cuidado y cuando sea
eficiente. Permítanme ser clara: no me refiero a los consabidos “puentes a ninguna parte”.
Los estudios del FMI demuestran que el aumento de la inversión en infraestructura pública
eleva el producto a corto plazo, al impulsar la demanda, y también a largo plazo, al potenciar
la capacidad productiva de la economía. En efecto, el impulso a la inversión en
infraestructura de calidad es un aspecto importante de la agenda de crecimiento del G-20,
que se estima aportará más de US$2 billones a la economía mundial en los próximos cuatro
años.
El alcance de estas inversiones varía de un país a otro, dependiendo de su espacio fiscal y
sus deficiencias infraestructurales. India y Brasil, por ejemplo, tendrían que concentrarse en
eliminar los cuellos de botella —en transporte y energía— que traban su crecimiento. En
Estados Unidos y Alemania, lo que se necesita es reparar la infraestructura existente tras
décadas de inversión insuficiente.
Sea cual fuere la necesidad, ahora es el momento de mostrar determinación, por ejemplo,
dando seguimiento al amplio plan de inversión de la Comisión Europea de €315.000
millones, que encierra la promesa de mayor crecimiento y creación de empleo.
Políticas de género
Otro posible factor decisivo es el aprovechamiento del poder económico de millones de
mujeres que en la actualidad están excluidas del mercado de trabajo. Esta exclusión no solo
es una equivocación desde el punto de vista moral, sino también desde el punto de vista
económico. Las disparidades de género en la participación en la fuerza laboral existen en
todo el mundo, y van desde 12% en las economías de la Organización para la Cooperación y
el Desarrollo Económicos (OCDE) hasta 50% en Oriente Medio y Norte de África.
Países como Chile y los Países Bajos, por ejemplo, han demostrado que es posible ampliar
significativamente la participación femenina en la fuerza laboral adoptando políticas
inteligentes que promueven los servicios de cuidado infantil a costo asequible, la licencia
por maternidad y la flexibilidad laboral. Una vez más, uno de los objetivos fundamentales de
la estrategia de crecimiento del G-20 es cerrar la brecha de género un 25% en los próximos
10 años. Así, más de 100 millones de mujeres se incorporarían a la fuerza laboral, lo cual
incrementaría el crecimiento mundial y reduciría la pobreza y la desigualdad.
Reforma del comercio
La siguiente pregunta es cómo pueden aprovecharse mejor las ventajas brindadas por varias
reformas estructurales. La liberalización del comercio bien podría ser la respuesta.
Tras años de desaceleración del crecimiento del comercio mundial, 2015 podría ser un año
decisivo para las negociaciones del importante Acuerdo Transpacífico de Asociación
Económica (TPP, por sus siglas en inglés). Las autoridades también tienen que impulsar las
negociaciones del acuerdo transatlántico, conocido como TTIP, que están en una etapa
menos avanzada pero que podrían ofrecer tantas ventajas como su similar en el Pacífico.
En Estados Unidos, estos importantes acuerdos comerciales representan aspectos de posible
cooperación entre el nuevo Congreso y el Presidente. En la Unión Europea, los avances en
materia de comercio ayudarían inmensamente a fomentar el crecimiento y la confianza. El
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gobierno de Japón está muy interesado en usar el TPP para fomentar la competencia en su
economía de bajo crecimiento. Y las economías emergentes y en desarrollo se beneficiarían
de una mayor integración en la economía mundial. Así que díganme dónde están las
desventajas.
En todos los frentes hay incentivos para establecer acuerdos. Lo que ahora se necesita es
voluntad política para alcanzar la meta.
Con esto llegamos a la tercera misión Rosetta: ¿cómo lograr un crecimiento más sostenible y
equilibrado a largo plazo? La clave está en la regulación financiera, el desarrollo
internacional y la política del medio ambiente.
Regulación financiera, desarrollo internacional y cambio climático: Fomentar un
crecimiento sostenible
Si aprendimos algo de la Gran Recesión, es que no es posible alcanzar un crecimiento
económico sostenible sin un sector financiero sostenible. Por este motivo, tenemos que
concluir la reforma del sector financiero.
Se han registrado avances, en particular en materia de normativa bancaria y, en menor
medida, en lo que se refiere a las instituciones financieras demasiado importantes para
quebrar. El sistema bancario mundial está ahora menos apalancado y por lo tanto es menos
vulnerable al efecto de contagio. Sin embargo, la banca paralela aún no se ha convertido en
una fuente resistente de financiamiento para la economía.
El gran desafío actual es ejecutar las reformas y mejorar la calidad de la supervisión. Por
ejemplo, los dos mercados financieros más importantes, el de Estados Unidos y la Unión
Europea, han aplicado de maneras distintas el marco de Basilea III. Deberán seguirse de
cerca estas diferencias de criterio. También debemos avanzar en el establecimiento de
normas para las complejas operaciones transfronterizas en derivados financieros.
Por sobre todas las cosas, aún no se ha producido un cambio en la cultura del sector
financiero. Se están dando algunos pasos importantes: este año se llevarán a cabo los
primeros juicios con jurado relacionados con el escándalo de la manipulación de la tasa
libor, por citar un ejemplo. Pero para restablecer plenamente la confianza se precisa un
esfuerzo masivo para promover y exigir una conducta ética en todo el sector.
Desarrollo sostenible y cambio climático
También se puede generar un mayor crecimiento sostenible por medio del desarrollo
internacional. En septiembre de este año, las Naciones Unidas celebrarán una gran
conferencia que tendrá por objeto remplazar los Objetivos de Desarrollo del Milenio,
aprobados en el año 2000, por un nuevo conjunto de Objetivos de Desarrollo Sostenible. El
FMI desempeñará una función importante en el proceso de ayudar a los países a cumplir
estos nuevos objetivos, basándose en la prolongada labor que ha realizado en los países en
desarrollo.
El año 2015 también será decisivo para los esfuerzos destinados a alcanzar un acuerdo
internacional sobre el cambio climático, que se contrapone con la economía mundial. Las
temperaturas medias están aumentando —2014 fue el año más caluroso del que se tiene
registro—, al igual que el riesgo de desastres naturales más frecuentes y una mayor
inseguridad en el suministro de agua y alimentos.
Para alcanzar un acuerdo integral sobre la reducción de las emisiones de carbono en la
cumbre que se celebrará en París en diciembre también necesitamos más coraje político. Un
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acuerdo satisfactorio en esta esfera podría abrir una nueva era en materia de energía que
podría ayudar a salvar el planeta.
Conclusión
Con esto vuelvo al principio. Mientras hablaba, la nave Rosetta ha seguido orbitando ese
objeto oscuro y gélido que es el cometa 67P. A medida que el cometa se acerca al Sol, es
posible que revele más secretos. La misión Rosetta, con la diversidad de su equipo y
patrocinadores, es un verdadero testimonio de la cooperación mundial.
Las autoridades deberían inspirarse en este proyecto. Los factores que generan crecimiento
no son un secreto. Pero para cumplir las tres misiones Rosetta, las autoridades tendrán que
estrechar la cooperación a escala mundial. Tendrán que adoptar lo que yo he denominado el
“nuevo multilateralismo”. Este es el año en que debería ser puesto en práctica.
El nuevo multilateralismo también requiere instituciones que sean eficientes, creíbles y
representativas del cambiante panorama económico mundial. Es por esta razón que la
comunidad internacional acordó reformar el FMI con miras a ampliar la representación de
los países de mercados emergentes. Las reformas de 2010 sobre el régimen de cuotas y la
estructura de gobierno también ayudarían a mantener la potencia financiera del FMI para
asumir los desafíos que se avecinan.
Los países miembros del FMI pidieron a Estados Unidos que ratificara las reformas
acordadas en 2010 a más tardar hasta el final del año pasado, lo cual no sucedió. Dado que el
día de hoy me he referido mucho al liderazgo, no puedo dejar de expresar mi profunda
decepción ante los poderes políticos que hasta ahora no han logrado asimilar las ventajas de
la reforma tanto para su propio país como para el resto del mundo. Estados Unidos ha dado
mejores ejemplos en los últimos 70 años.
Ahora procederemos a analizar soluciones provisionales para atender algunas de las
inquietudes de los otros 187 países miembros. Pero he de ser clara: dados los desafíos que se
avecinan en 2015 y los años posteriores, no hay más alternativa que completar las reformas
de 2010, y reiteramos nuestro llamado al Congreso para que las apruebe sin dilación.
Quisiera concluir con una cita que resume mi exhortación de mayor liderazgo y cooperación
en aras del bien público mundial.
Se la atribuye a Pericles, el estadista y orador ateniense:
“Lo que uno deja atrás no es lo que queda grabado en los monumentos de piedra, sino lo que
se teje en las vidas de los otros”.
Queda mucho por tejer este año. Gracias.
Fuente: Christine Lagarde es Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI),
este artículo fue publicado el 15 de enero de 2015 y se encuentra disponible en el sitio web:
http://www.imf.org/
5. LA DIVERSIDAD GENÉTICA: UNA HERRAMIENTA SECRETA PARA LUCHAR CONTRA EL
CAMBIO CLIMÁTICO
Los recursos genéticos tienen un papel fundamental que desempeñar en la alimentación del
planeta, en especial al avanzar el cambio climático más rápidamente de lo previsto. Aún
queda mucho por hacer para estudiar, conservar y utilizar la diversidad biológica que
sustenta la producción alimentaria mundial, según un nuevo estudio publicado hoy por la
FAO.
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"El tiempo no está de nuestra parte", advierte la publicación Enfrentarse al cambio
climático: el papel de los recursos genéticos para la alimentación y la agricultura. "En las
próximas décadas, millones de personas cuyos medios de vida y seguridad alimentaria
dependen de la agricultura, la acuicultura, la pesca, la silvicultura y la ganadería pueden
enfrentarse a condiciones climáticas sin precedentes”.
Serán necesarios cultivos, ganado, árboles forestales y organismos acuáticos capaces de
sobrevivir y producir en un clima cambiante.
La capacidad de las plantas y los animales que usan los agricultores para soportar
condiciones volátiles y adaptarse cuando el entorno cambia es el resultado directo de su
diversidad genética, pero el estudio sostiene que se requieren mayores esfuerzos para
estudiar y utilizar la diversidad como mecanismo de supervivencia, y políticas que la
apoyen.
"En un mundo con temperaturas más elevadas y condiciones meteorológicas más variables y
severas, las plantas y los animales destinados a la alimentación deberán tener la capacidad
biológica para adaptarse más rápidamente que hasta ahora", advirtió la Directora General
Adjunta de la FAO, Maria Helena Semedo.
"Prevenir nuevas pérdidas de recursos genéticos agrícolas – añadió- y prestar más atención a
estudiar su potencial aumentará la capacidad de la humanidad para adaptarse al cambio
climático".
Este enfoque adaptativo requerirá actualizar los objetivos de los programas de mejoramiento
agrícola, y en algunos casos la introducción de variedades, razas, especies, que no han sido
utilizadas anteriormente.
Y son necesarias “con urgencia” mejoras en los programas de conservación sobre el terreno
(in situ) y en otros lugares (ex-situ) de las especies domésticas, sus parientes silvestres y
otros recursos genéticos silvestres importantes para la alimentación y la agricultura, junto
con políticas que promuevan su uso sostenible.
También resulta de gran importancia desarrollar nuestro conocimiento sobre los recursos
genéticos para la alimentación y la agricultura: donde se encuentran, cuáles son sus
características (por ejemplo, resistencia a la sequía o enfermedad) y cómo pueden
gestionarse mejor, según el estudio.
En particular, es clave mejorar el conocimiento, conservación y uso de los parientes
silvestres de los cultivos, que es probable tengan rasgos genéticos que pueden ser utilizados
para desarrollar cultivos bien adaptados para su uso en sistemas alimentarios afectados por
el cambio climático.
"Tenemos que fortalecer el papel de los recursos genéticos y ayudar a los agricultores,
pescadores y silvicultores a hacer frente al cambio climático", señala Linda Collette, editora
principal del volumen y Secretaria de la Comisión de Recursos Genéticos para la
Alimentación y la Agricultura de la FAO, que comienza hoy su reunión bienal.
Muchas variedades y razas adaptadas localmente de cultivos y ganado -así como árboles,
peces, insectos y microorganismos- están mal documentadas y pueden perderse antes de que
se reconozcan sus posibles roles en la adaptación al cambio climático.
Deben hacerse esfuerzos para evitar prácticas que destruyan la biodiversidad o socaven la
salud de los ecosistemas agrícolas. Por ejemplo, el uso de insecticidas de amplio espectro
que tengan efectos negativos sobre los insectos polinizadores.
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Directrices que marcan el camino
En su reunión ordinaria, la Comisión abordará la adopción de las directrices para la
integración de los recursos genéticos en los planes de adaptación al cambio climático,
elaboradas por la FAO, teniendo en cuenta la orientación actual de la Convención Marco de
las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). El borrador de las directrices
aboga por un uso mayor y explícito de los recursos genéticos como parte de las medidas
generales de adaptación necesarias para garantizar la seguridad alimentaria, en un
reconocimiento al papel fundamental que debe jugar la diversidad genética.
Las directrices contienen una serie de recomendaciones destinadas a ayudar a los países a
implementar políticas y estrategias para estudiar, conservar y utilizar los recursos genéticos
para adaptarse al cambio climático.
Su objetivo es apoyar el uso de los recursos genéticos por los gobiernos -desde variedades
de semillas de los principales cultivos básicos a los millones de microbios que viven en el
suelo, un área donde la experiencia es relativamente escasa- en sus planes nacionales para
hacer frente al cambio climático.
Ayudar a que sobreviva la evolución
La FAO destaca que impulsar la conservación de la diversidad genética en las granjas y los
campos es tan importante como el mantenimiento de los bancos de genes.
Muchas formas de vida utilizadas en la agricultura no tienen un equivalente en semillas y
sólo pueden mantenerse a través de la intervención humana. Un ejemplo es la banana, un
alimento básico para millones de personas.
Además, la conservación in situ -incluyendo los parientes silvestres de los cultivos- es una
forma de "permitir que continúe la evolución" y lograr así que sigan generándose los rasgos
adaptativos.
La conservación in situ puede asumir muchas formas, pero la estrecha participación de los
agricultores es particularmente eficaz, especialmente porque cada vez está más claro que las
consecuencias del cambio climático deben tenerse en cuenta a nivel local, además de a nivel
global o regional.
Etiopía, donde existen muchos microclimas, tiene un programa avanzado y descentralizado
basado en bancos de semillas comunitarias y germoplasma a través de los cuales los
agricultores e investigadores cooperan para ensayar, adoptar y conservar variedades locales
de los cultivos más importantes -tef, cebada, garbanzo, sorgo y habas- que estuvieron a
punto de perderse durante la sequía de la década de1980
La labor de investigación nunca termina
El conocimiento sobre los recursos genéticos agrícolas necesita aumentar más rápidamente,
según la FAO, especialmente en los sectores menos estudiados como los bosques, donde
menos de 500 especies de árboles -de un total de más de 80 000- han sido estudiadas en
profundidad. Las carencias en el conocimiento de invertebrados y microrganismos son aún
mayores.
Aunque a menudo son denigrados como agentes de enfermedades en los cultivos y el
ganado, los microrganismos aportan una gran variedad de funciones, como la protección de
las plantas contra las plagas, la sequía, el frío y la salinidad.
Mientras tanto, se necesitan inventarios genéticos adecuados destinados a proporcionar un
“documento de identidad" al patrimonio genético almacenado actualmente en bancos de
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semillas y otros centros de conservación ex-situ con el fin de acceder a los rasgos
adaptativos positivos que puedan ser necesarios.
Frente a los efectos del cambio climático es hoy más importante que nunca intercambiar y
compartir más los recursos genéticos agrícolas. Existen ferias de semillas locales y
nacionales, pero tendrán que ampliarse e internacionalizarse a medida que se acelera el
cambio climático.
Los recursos genéticos y el factor tiempo
Uno de los aspectos del cambio climático con un impacto directo en la diversidad genética
tiene que ver con los cambios de la presión sobre el tiempo biológico. Los patrones de
polinización provocan una gran inquietud, ya que los insectos son muy sensibles a la
temperatura y no pueden siempre sincronizarse con los nuevos tiempos de floración.
El aumento de las temperaturas también es susceptible de favorecer a especies que pueden
adaptarse a ciclos generacionales cortos.
Para los peces, por ejemplo, eso significa que los proyectos de acuicultura tienden a preferir
a aquellos que se alimentan en los niveles tróficos inferiores y tienen ciclos de producción
relativamente cortos.
Al mismo tiempo, se calcula que un aumento dos grados Celsius en la temperatura permitiría
a los insectos completar hasta cinco ciclos de vida adicionales por temporada –siempre
según el estudio la FAO-, que también señala que los agentes patógenos capaces de acortar
sus ciclos de reproducción serán capaces probablemente de evolucionar más rápidamente y
plantear mayores desafíos potenciales a diversos organismos y ecosistemas.
En las zonas boscosas, las especies invasoras también pueden reaccionar más rápidamente a
las condiciones cambiantes, desplazando a los tipos de árboles existentes. En base a las
proyecciones climáticas actuales, parece que los bosques naturales tendrán que migrar diez
veces más rápido de lo que hicieron al final de las Edades de Hielo para mantenerse al ritmo
del cambio climático.
Un reciente estudio que ha utilizado la Arabidopsis thaliana, una maleza emparentada con la
mostaza y la primera planta en tener su genoma secuenciado, mostró cómo las semillas
almacenadas en los bancos también pueden ayudar a entender que el cambio climático
avanza más rápido de lo esperado: variantes de la planta obtenidas en España funcionaron
mejor en Finlandia que las semillas que procedían originalmente de este país escandinavo.
Fuente: Nota informativa publicada por la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO), el 19 de enero de 2015 y se encuentra disponible en el
sitio web: http://www.fao.org
6. RECURRIR A LA DISRUPCIÓN EN PRO DE LA SOSTENIBILIDAD, POR SIMON ZADEK
Después de decenios de renuencia por parte de los dirigentes del mundo, una transición
rápida, tranquila y decidida hacia el desarrollo sostenible no parece probable. De hecho, a lo
largo de toda la historia humana, semejantes cambios importantes han sido con mayor
frecuencia impuestos al mundo por las circunstancias y los dirigentes se han centrado en
intereses más a corto plazo, como la agitación política o el estancamiento económico, hasta
que surgen graves perturbaciones para sus economías y sociedades.
Pero no tiene por qué ser así. Las autoridades pueden formular soluciones que aprovechen
las amenazas inmediatas para orientar el cambio hacia un futuro más sostenible y menos
excluyente.
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Este año, que ha recibido el titulo de “año del desarrollo sostenible,” brinda una oportunidad
ideal a ese respecto. En reuniones de alto nivel que se celebrarán en Sendai (Japón), en
marzo, y en Adis Abeba (Etiopía), en julio, los dirigentes del mundo perseguirán una
colaboración más estrecha en materia de reducción del riesgo de desastres y de movilización
de recursos para el desarrollo, respectivamente. En septiembre, las Naciones Unidas
lanzarán sus Objetivos de Desarrollo Sostenible, que han de servir de marco para las
medidas mundiales en pro del desarrollo hasta 2030.
Además, las negociaciones mundiales sobre el clima alcanzarán un punto decisivo en
diciembre, cuando los dirigentes del mundo se reúnan para la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático en París y en los programas de las próximas cumbres del
G-7 y del G-20 figurarán medidas encaminadas a luchar contra el cambio climático.
Semejantes marcos multilaterales catalizan los avances. De hecho, no es probable que
acuerdos como los del trato entre China y los Estados Unidos para reducir las emisiones de
dióxido de carbono –por no citar iniciativas para movilizar a las empresas, como, por
ejemplo, We Mean Business– se hagan realidad sin ellos. No obstante, conforme a la famosa
observación de Mancur Olson, son los intereses individuales de las partes los que impulsan
el éxito colectivo.
Por ejemplo, la reciente adopción por China del desarrollo sostenible, que redundará en
provecho de los intereses del planeta a largo plazo, se debe a las amenazas internas que
representa la contaminación atmosférica, hídrica y terrestre. En lugar de angustiarse por las
disrupciones en aumento, el Gobierno de China ha decidido acelerar el cambio a una
economía verde dinámica, aunque signifique abandonar activos y permitir la quiebra de las
empresas que no satisfagan las necesidad cambiantes de China, planteamiento que brindará
una ventaja competitiva a largo plazo. El resto del mundo debe reconocer los beneficios de
permitir que las disrupciones a corto plazo impulsen el problema de la sostenibilidad, en
lugar de desviar la atención.
Un sector en el que semejante oportunidad está ya clara es el de la reforma financiera. Los
bajos tipos de interés actuales, sin precedentes, deben alentar la inversión a largo plazo, al
reducir los costos corrientes del capital, pero nuevos marcos de reglamentación financiera –
como, por ejemplo, el de Basilea III, encaminado a reducir el riesgo en el sector bancario, y
el de Solvencia II, el equivalente en la Unión Europea para las compañías de seguros– están
disuadiendo inadvertidamente semejantes inversiones. Así se socavan las medidas a corto
plazo para impulsar el empleo y el objetivo a más largo plazo del crecimiento sostenible.
No tiene que ser así. Como subrayó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente en una sesión informativa en el Foro Económico Mundial de Davos, salvar al
sector financiero de sí mismo puede acelerar la transición al desarrollo sostenible. Por
ejemplo, si los reglamentadores reducen las necesidades mínimas de capital a los bancos que
concedan préstamos para inversiones resistentes al clima y favorables para el medio
ambiente, la gestión eficaz de los riesgos y los objetivos normativos a largo plazo estarán
mejor armonizados. De forma similar, se podrían utilizar los inflados balances de los bancos
centrales, resultantes de las medidas adoptadas para afrontar la crisis a corto plazo, para
impulsar la inversión verde mediante acuerdos de refinanciación. Una mayor relajación
cuantitativa, como, por ejemplo, la del Banco Central Europeo, podría ir destinada a valores
respaldados por activos más verdes.
Se puede incluso mitigar y aprovechar las señales perversas. En lugar de que los bajos
precios del petróleo fomenten el consumo, los gobiernos podrían aprovechar la oportunidad
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para imponer un pequeño impuesto a la energía políticamente aceptable o el equivalente
para el carbono, planteamiento propugnado por muchos economistas y especialistas en
desarrollo, incluidos Jeffrey Sachs, Lawrence Summers, y Kemal Derviş. Semejante
impuesto no sólo mantendría las señales de los precios necesarias para internar a las
sociedades por una senda energética más sostenible, sino que, además, brindaría ingresos
que se podrían encauzar hacia la creación de empleo y las inversiones verdes a largo plazo,
con lo que se aprovecharía el capital privado.
Asimismo, las actividades macroprudenciales de los bancos centrales, que han evolucionado
en gran medida como reacción ante la crisis financiera mundial, podrían centrarse en los
riesgos a más largo plazo para el sector financiero, incluidas las repercusiones acumulativas
del cambio climático, las políticas medioambientales y las disruptivas tecnologías limpias.
El Gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, ha tomado la iniciativa al lanzar un
examen prudencial de las repercusiones del cambio climático en el sector de los seguros del
Reino Unido. Otras instituciones, incluidos organismos multilaterales como el Banco de
Pagos Internacionales, el Consejo de Estabilidad Financiera y el G-20, deben seguir su
ejemplo.
Lo que el mundo necesita ahora son dirigentes que estén dispuestos a colmar el desfase entre
unas demandas ingentes a corto plazo y unos resultados deseables a largo plazo. En lugar de
seguir centrados en el presente, los dirigentes del mundo deben considerar 2015 una
oportunidad para velar por que las crisis perturbadoras actuales constituyan el fundamento
para la prosperidad sostenible del futuro.
Fuente: Simon Zadek es Co-Director de la Investigación del PNUMA en el Diseño de un
Sistema Financiero Sostenible, profesor visitante en la Escuela de Tsinghua de Economía y
Gestión, y miembro senior del Instituto de Crecimiento Verde Global y el Instituto
Internacional para el Desarrollo Sostenible. Este artículo de opinión fue publicado en el
portal Project Syndicate el 30 de enero de 2015 y se encuentra disponible en el sitio web:
http://www.project-syndicate.org/
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Edición a cargo de Rodrigo Fernández Ortiz