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Palabras del Director General de Política Comercial de la Secretaría General, Cristian Espinosa, en el Seminario Red de Diálogo Macroeconómico Quito, 4 de mayo de 2006 A comienzos de la década de 1990, el Consejo Presidencial Andino instruyó a los Ministros de Economía y Planeación y Presidentes de Bancos Centrales a desarrollar un programa de trabajo para sentar las bases de una armonización gradual de las políticas cambiarias, monetarias y fiscales, en perspectiva de consolidar el proceso de integración y la estabilidad macroeconómica de los países miembros. La Secretaría General de la Comunidad Andina asumió ese reto y definió una serie de objetivos meta, cumplidos gradualmente en el tiempo. Esto lo analizamos en detalle en la ciudad de Bogotá, hace un mes, en un encuentro del denominado Grupo Técnico Permanente de la CAN. El análisis y monitoreo de este proceso se ha ido ampliando sucesivamente y cuenta con la participación y cooperación de otros organismos regionales y extra regionales aquí representados. Ha derivado finalmente en la creación de un foro amplio y transparente para el análisis de las políticas macroeconómicas de los Países Miembros, de una Red de Diálogo, constituyendo quizá una experiencia única, proyectada hacia el MERCOSUR y Centroamérica. El papel relevante de la CEPAL debe ser destacado en este empeño, así como la cooperación del FLAR, CAF y de la Unión Europea. Es éste, por supuesto, uno de los logros ciertos de la integración andina. Un aprendizaje y realizaciones conjuntas, que van cimentando el camino del crecimiento estable y duradero, en una coyuntura en la que la interdependencia de las naciones nos obliga a definir referencias comunes para asegurar el desarrollo económico y la mayor equidad. La necesidad de crecer rápidamente no está en duda, como no lo está la de propiciar una mayor justicia social, mayores oportunidades de empleo, inversiones en sectores clave, aprovechamiento de ventajas comparativas, creación de ventajas dinámicas. Pero esto se sustenta mejor en la unidad, en el trabajo por el consenso, en el respeto de las claves que garantizan el logro de los mejores objetivos, lo que por supuesto no es incompatible con opciones particulares de los países. Encontrar vías para el progreso conjunto de naciones similares, que tiene problemas similares y buscan soluciones de la misma naturaleza, es plenamente compatible con el respeto a las diferencias que también evidencian nuestros países. Pero esta búsqueda debe hacerse sobre la base del diálogo y la cooperación, de cesiones recíprocas, de trabajo por el consenso. Y este es nuestro reto para los años venideros, cuando la mayor competencia internacional –que es irrefutable circunstancia del futuro- nos obligará a unirnos con fuerza, para enfrentar el mundo de la nueva economía, si en realidad deseamos adaptarnos con éxito. En este marco, es claro que en contextos de estabilización fluyen mejor las corrientes comerciales y se consolidan los procesos de crecimiento anclados en el fomento de las exportaciones. Hay principios de sana conducción de las políticas macroeconómicas que debe ser respetados, sobre todo en coyunturas en las que los países están obligados a buscar de modo sistemático el aumento de la competitividad y de la eficiencia y a reordenar y reorientar sus estructuras productivas. El ejercicio REDIMA que ahora nos convoca una vez más es un ejercicio original, de amplia transparencia y es asimismo un ejercicio de rendición de cuentas de la gestión macroeconómica de los países, que debe mantenerse como foro de análisis imparcial y técnico, del que podrían seguir realizándose propuestas compartidas, al tiempo que debería consolidarse como un referente obligado de las sociedades nacionales. La REDIMA no es estática, sigue el mundo y su coyuntura, analiza los problemas más álgidos de la región. Esta vez el interés ha sido puesto en el análisis de las posibilidades de profundización de la integración financiera regional y de la mejor operatividad de un mercado de valores, que nos permita rentabilizar la importante acumulación de reservas internacionales que han realizado nuestros países en los últimos años y modular los altos costos del endeudamiento en los mercados financieros extra-regionales, creando otras oportunidades en la zona. Los temas relativos a la optimización del gasto público en infraestructura, en particular en el ámbito del transporte, han sido asimismo seleccionados en esta oportunidad. Abordemos nuestro diálogo con objetividad. Agradezco al Banco central del Ecuador por su acogida y apoyo para la organización de este evento. A la CEPAL, por su cooperación y por juntar esfuerzos con la SG-CAN. A los señores delegados oficiales y a los señores representantes de organismos financieros, públicos y privados y consultores especializados que nos acompañan, por su colaboración para el mejor éxito del Seminario, que esperamos continuar realizándolo en los años venideros. En nombre del señor Secretario General de la CAN, Embajador Allan Wagner Tizón, y en el mío propio, reciban los mejores auspicios para sus deliberaciones. Sigamos renovando la idea de una integración económica y social que es ineludible y renovemos también la validez del diálogo, sobre todo cuando hay diferencias de concepción. Creo que hoy más que nunca podría caber la expresión del economista inglés J.M. Keynes, cuando decía que “es sorprendente el número de confusiones que se pueden (tener) temporalmente si se aisla uno demasiado tiempo del pensamiento de los demás, sobre todo en economía…”. Muchas gracias