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– Recursos de Lengua y Literatura
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En este documento de alertaletras recogemos aquellos errores que aparecen con más frecuencia en
los escritos de alumnos de E.S.O. y también de Bachillerato. Todos ellos se señalan hasta el aburrimiento
en las correcciones de ejercicios, pero los alumnos persisten en ellos. Hemos decidido reunirlos con el
fin de que estos errores y sus correcciones puedan quedar más a la vista de los estudiantes, cuando
estos redacten cualquier tipo de escrito. Si el alumno consigue desterrarlos de su escritura, las
correcciones podrán ejercerse sobre aspectos de la redacción mucho más interesantes.
Así pues, recogemos el error frecuente, explicamos en qué consiste y ofrecemos la corrección
pertinente.
Cada error va numerado según su apartado, con objeto de que el alumno consulte sin dificultad
las notas en las correcciones del profesor. Así, si una anotación del profesor le remite al punto 1.2, el
alumno podrá consultar la corrección oportuna en el primer error consignado en el apartado 1 (“LA
FALSA DIÉRESIS”).
La mayor parte de los errores podrían evitarse con tres sencillas operaciones que suelen omitirse al
escribir: PENSAR LO QUE SE VA A ESCRIBIR, RELEER LO QUE SE ESCRIBE, Y REESCRIBIR LOS TEXTOS.
Muchos alumnos, al escribir un texto cualquiera (un ejercicio, una redacción, un trabajo, una carta...), se
lanzan a la buena de Dios y a escribir lo primero que salga. Confían muchas veces en que si llenan un
folio o dos, nadie podrá decirles que no han trabajado, y por lo tanto habrán cumplido. También se debe
a las prisas; el alumno suele mostrarse impaciente por terminar su tarea, y se conforma con rellenar el
folio con algo que parezca castellano. Luego, cuando se le pide que lo lea en voz alta, tropieza en cada
oración, encuentra disparates en los que no había caído, se pone muy colorado y no hace más que
pensar que cuándo terminará semejante tormento. Diez minutos de revisión le hubieran ahorrado pasar
ese mal trago.
Pues bien: escribir es algo muy diferente a juntar palabras. Escribir consiste en comunicar ideas A
ALGUIEN. Al escribir, pues, es tan importante pensar en las ideas que recogemos como el pensar en la
forma que damos a esas ideas, para que puedan entenderse sin dificultad y transmitan el mensaje con
eficacia. Ahora mismo, mientras escribo estas líneas —que ya he pensado, anotado y documentado
antes de ponerme a redactar—, voy reescribiendo lo que no me gusta, añado ideas secundarias que me
van surgiendo, y voy limando por aquí y por allá para evitar repeticiones, errores de puntuación,
omisiones y otras molestias para el lector. Cuando termine, lo revisaré todo, y varias veces. Más me
vale escribir con claridad si quiero que el lector me comprenda sin dificultad. La pulcritud con el idioma
no es cuestión de que todo “quede bonito” sino de que nuestros lectores entiendan sin dificultad todo
lo que queremos decir.
Una nota antes de comenzar: recuerda que cuando se desea señalar que una palabra es una
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cita, o que la tomamos en sentido metalingüístico (p. ej. “la palabra fe se escribe sin tilde”), debemos
emplear SIEMPRE la cursiva, o el subrayado, o las comillas. Yo lo he hecho alternando un poco los tres
modos para que veas cómo hacerlo. Por otra parte, si la cita es algo extensa, debemos separarla del
resto del escrito mediante un sangrado (obsérvalo más abajo). Cuando una palabra es incorrecta o se
toma en sentido figurado se emplean solo las comillas. Si indicamos que una oración es incorrecta,
anteponemos un asterisco (*). NOTA: Deben emplearse las comillas españolas o angulares («…») con
preferencia sobre las comillas altas o inglesas (“…”); pero este detalle podría causar innecesaria
confusión a los estudiantes. Usaremos las inglesas para mayor claridad, debido a su frecuencia de uso.
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1. ERRORES FRECUENTES DE ORTOGRAFÍA
1. 1 - EL “ACENTÓN”
Algunos alumnos, incomprensiblemente, le clavan una tilde a todo lo que acabe en –on
o en -o. Quizá sea por la costumbre de ver escritas palabras como camión, cañón, y también
por la 3ª persona singular del pretérito indefinido de algunos verbos (abrió, comió...). Luego,
por extensión, la tilde se propaga incluso a palabras que NO tienen acento en la última sílaba:
así surgen monstruosas incorrecciones como “analizarón” (por “analizaron”), o “supusó” (por
“supuso”). Otra explicación de este error puede ser la tendencia habitual en el habla de la zona,
que consiste en alargar la sílaba final de las palabras (y que puede confundirse con un acento).
Estas faltas de ortografía son muy graves y denotan muy poca costumbre escritora.
1. 2 - LA FALSA DIÉRESIS
Es frecuente encontrar palabras en las que la diéresis (los dos puntos sobre la vocal ü )
se emplea mal. La diéresis indica que la vocal debe leerse; así, en la palabra “antigüedad”
marcamos la “u” con diéresis para que no quede muda. Ocurre que a veces las palabras con
diéresis “contagian” a palabras que no la necesitan, y encontramos errores como “antigüo”,
“ambigüo”, y otros. Este error ortográfico indica poco cuidado en la escritura, y debe evitarse
siempre.
1. 3 - LOS DOS PUNTOS INNECESARIOS
Estamos acostumbrados a colocar dos puntos antes de algunas enumeraciones largas,
y por ello algunos cometen errores como el siguiente:
En el nivel coloquial es muy frecuente el empleo de: muletillas, apócopes, palabras
comodín.
Esos dos puntos que aparecen no hacen ninguna falta en una enumeración tan breve,
o en una enumeración en la cual no vayamos a desarrollar cada uno de los puntos. Hubiera sido
más natural escribir: En el nivel coloquial es muy frecuente el empleo de muletillas, apócopes y
palabras comodín.
1. 4 - ¿A O HA?¡AH!
¡Horrendo dilema! Esta es una de las verdaderas “faltas-alien”. Saltan a la cara del
lector desprevenido, como los monstruos de la película. “A continuación, vamos ha explicar” es
una falta bastante frecuente y de las más incomprensibles. Quien la comete nunca escribiría
“vamos ha casa”. Se produce por la errónea costumbre de pensar que “a” se escribe con hache
siempre que precede a un verbo, como en “ha comido” “ha escrito”, “ha visto”, etc. El alumno,
consecuente con esta observación, clava la hache en cuanto huele a verbo en los alrededores.
Pues bien. Debemos escribir a (sin hache) cuando es preposición, y ha (con hache)
cuando es la 3ª persona singular del presente del verbo “haber” (yo he, tú has, él ha). “Vamos
a explicar” es una perífrasis verbal del tipo “ir a + infinitivo”, y no contiene ninguna persona de
“haber”.
Un truco para acabar con los aliens, si se te resisten: cuando escribas a o ha, prueba a
cambiar el sospechoso ha por otras formas del verbo haber. Si no se produce un cambio muy
grande de sentido, será correcto el escribirlo con hache. Si el enunciado queda muy raro,
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entonces tenemos un alien. ¡Lánzalo al espacio!
Ejemplo:
Como ya se ha explicado
sustituimos
Como ya hemos explicado
Como ya habré explicado
Aquí no aparece nada extraño (solo eliminamos el se, que es marca de
impersonalidad). Así pues, usamos la hache. Pero veamos el siguiente ejemplo:
Vamos ha explicar
sustituimos:
Vamos hemos explicar (¿?)
Vamos habré explicar (¿?)
¡Al sustituir surgen las monstruosidades! Vamos a explicar se escribe, pues con a
preposición y no con ha verbo.
Por último, recordemos que la interjección se escribe ah: ¡Ah, qué pillo eres! ¡Ah,
conque era eso!
1. 5 - “REDACIÓN, AFICCIÓN, DIRECIÓN”
Una pesadilla para muchos alumnos es el empleo de palabras que acaban en “-ción”.
¿Cuándo se escribe una sola C y cuándo se escriben dos?. No existe una regla fija, ya que la
ortografía de estas palabras se debe a su origen latino, es decir, a su etimología, y tampoco es
un criterio fiable (así que no lo desarrollaré). Baste contar con la siguiente orientación: si
podemos encontrar palabras con el mismo lexema que contengan el grupo CT, entonces
escribiremos la terminación con CC. Por ejemplo: Si dudamos de la forma correcta de
redacción y no sabemos si lleva una C o dos, entonces repasaremos su familia léxica: redacción,
redactar, redactor,... Al menos encontramos dos términos, así que sin duda redacción se
escribe con dos C. Veamos otras cuantas:
afición: aficionado, aficionar... No hay grupos CT, así que se escribe con una sola C.
dirección: director, dirigir, directriz... Hay grupos CT, luego se escribe con CC.
afección: afectar, afectado. Lo mismo
infección: infectar, infecto,... Igual que en casos anteriores.
contrición: contrito, contrita (no encuentro más) Ésta se escribe con una sola C.
contracción: contraer, contraído o contracto,... (no confundir con “contrato”). Con CC
lección: leer, lector, lectura... Con CC
acción: accionista, actante, actor, actriz,.... Con CC.
variación: variar, variado, variante, variable... No hay CT en ninguna palabra de la
familia léxica, así que se escribe con una sola C.
De todos modos, esto es más una observación que una regla: dicción (dicho,
diccionario, dictar, dictado) y bendición (bendecir, bendito —del latín benedictus—) comparten
un mismo lexema, y sin embargo se escriben de manera diferente. Sin embargo, la observación
sigue funcionando en estos casos.
1.6. - LA COMA COMESTIBLE ENTRE SUJETO Y VERBO O ENTRE VERBO Y COMPLEMENTO
DIRECTO
NUNCA se debe separar con una coma el SUJETO y el VERBO, aunque el sujeto sea
largo. Muchas personas parecen entender que tras un sujeto bastante dilatado hay que
descansar antes de seguir hablando o leyendo. Y por esta razón se comete con bastante
frecuencia uno de los errores de puntuación más inelegantes que existen.
*Las Fuerzas de Seguridad de la Comunidad Autónoma, detuvieron a
cinco sospechosos durante el fin de semana.
En parte, este error se debe a esa fea tendencia que consiste en alargar
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innecesariamente los períodos sintácticos, por pensar que lo largo o hinchado es más culto.
Sería más sencillo escribir:
Las Fuerzas del Orden detuvieron a cinco sospechosos durante el fin
de semana.
O mucho mejor: La Policía detuvo a cinco sospechosos durante el fin de semana.
En cualquier caso, nunca debe separarse el sujeto del verbo con una coma.
Puede ocurrir que dentro del sujeto existan períodos entre comas, caso de las
aposiciones explicativas o de las enumeraciones (ver Repaso de las normas de puntuación). En
estos casos habrá alguna coma para marcar esos períodos, pero no como frontera entre sujeto
y verbo: El jefe de la banda, desesperado y abandonado por sus cómplices, se entregó a la
policía (aposición). Los demás delincuentes, es de suponer, huyeron a toda prisa (inciso). La
policía local, la Guardia Civil, los guardacostas y el servicio de aduanas se mantienen alerta
(enumeración).
Igualmente tampoco se escribe coma entre verbo y CD. Es incorrecto, por ejemplo:
*Los periódicos afirman, que nevará este fin de semana con toda seguridad. Lo correcto es
eliminar la coma innecesaria, aunque la oración nos parezca larga: Los periódicos afirman que
nevará este fin de semana con toda seguridad.
1.7. - A VER ESE HABER
Un error feísimo que se ve con cierta frecuencia en foros, textos de internet, sms, etc.
es la confusión entre el verbo haber y la expresión a ver. No es raro toparse con textos como:
*Haber si me escribes
*Haber si nos vemos
En estos ejemplos el verbo haber no pinta nada, y menos en infinitivo. Puede ser un
problema de ultracorrección (la persona que lo escribe juzga más frecuente escribir el verbo
haber que una construcción como a ver, que jamás confundiría en contextos como Voy a ver a
mi amiga). Pues bien, lo correcto es esa expresión A ver, que equivale a “veamos”, “para ver”, o
algo así.
A ver si acabas pronto
Ha llamado a ver si estábamos listos
A
ver
si
nos
vemos
No sé si hay posibilidad de duda. Si la hubiera, prueba si ese “haber/a ver” se puede
sustituir por “veamos” o “para ver”. También el verbo ver y el verbo haber pueden ir
precedidos de la preposición a en algunos casos, como ciertas perífrasis (consulta los verbos en
alertaletras):
Vas a ver quién soy yo (= “Verás quién soy yo”)
problemas”)
Va a haber problemas (= “Habrá
1.8.- PALABRAS QUE NO DEBEN CONFUNDIRSE
A, ha: “Voy a mi barco”. “Ha ido en helicóptero” (verbo haber.) Este verbo se puede
conjugar con otras personas: hemos ido, han ido, has ido… La preposición a no se
puede conjugar: “Voy *hemos mi barco”. (Ver este error en el punto 1.4)
Adonde, a donde, adónde: Adonde se emplea cuando aparece su antecedente
(cuando aparece la palabra a la que se refiere): “Es allí adonde pensamos ir”. “ Vi la
casa adonde iremos”. Se usa a donde cuando no aparece antecedente: “Quiero ir a
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donde tú vas”. Adónde se emplea si es interrogativo: “¿Adónde vais tan temprano?”
Decidme adónde vais tan temprano.
Ahí, hay, ay: “Ahí hay un hombre que dice ¡ay!”. Ahí es un adverbio, equivalente a “en
ese lugar”. Hay es una forma del verbo haber. Ay es una interjección.
Atajo, hatajo: “Tomé un atajo para llegar antes”; “Esos son un hatajo de
sinvergüenzas” (Atajo: “camino más corto”; Hatajo “pequeño rebaño, grupo de
animales; siempre en uso despectivo”)
Así mismo, asimismo, a sí mismo: Las dos primeras son equivalentes, significan
además, también. Es preferible la primera. “Así mismo (asimismo), opino que no
debiste intervenir”. Sin embargo a sí mismo es una suma de la preposición a, el
reflexivo sí y el adjetivo de identidad mismo: “Se hizo un retrato a sí mismo”.
Cayó, calló: “Se cayó de la montaña” (de caerse). “Se calló la boca” (de callarse).
También existe la palabra Cayo (cierto accidente geográfico: “Los Cayos de Florida”) y
también era un nombre romano (Cayo Julio César era el nombre del dictador romano).
Conque, con que, con qué:
Conque (= así que) "Ya has salido un rato, conque ahora a estudiar".
Con que (= con el cual, con la cual) "Esta es la nave con (la) que suelo viajar”.
Con qué (= con qué cosa, se suele usar para preguntar directa o
indirectamente) “¿Con qué preparas las gachas?” “No me dijo con qué las
preparaba”
Como, cómo, como
Como (“igual que”) sin tilde: “Este ejercicio es como el otro”
Cómo (“de qué manera”) con tilde: “No sé cómo lo haces”; “¿Cómo has
dicho?”
Como (del verbo “comer”) sin tilde: “Yo como en mi casa”
Demás, de más: “Los demás alumnos vendrán pronto” (indefinido que equivale a
otros). “ No te hablaré de más cosas” (preposición de junto con el adverbio más).
Desecho, deshecho: “Voy a desechar lo que me sobra” (verbo desechar). “He
deshecho el paquete” (verbo deshacer). No existe el verbo *deshechar.
Errar, herrar: “Herraron a la mula” (poner herraduras). “Errar es de humanos”
(equivocarse). Errar se conjuga en presente de indicativo: yerro, yerras, yerra,
erramos, erráis, yerran; en presente de subjuntivo: yerre, yerres, yerre, erremos,
erréis, yerren.
Grabar, gravar: “Mi amigo me graba canciones”. “Los impuestos gravan la casa”
(imponer una carga fiscal). El verbo agravar (“incrementar la gravedad de algo”) se
conjuga como gravar: “La situación se agrava con la crisis”. Tampoco se debe decir
“grabar una película” cuando nos referimos a que se ha realizado una película: “Han
filmado muchas películas en el castillo de Belmonte” (y no “han grabado”). Usaremos
“grabar” cuando se crea una copia, no cuando se filma. También se usa “grabar”
cuando se hacen programas de TV. “Graban ese programa antes de emitirlo”.
Recuerda: “filmar” con cine, y “grabar” con televisión o vídeo. Y “gravar”, con el fisco.
Haber, a ver: “Suele haber cien alumnos”. “ Voy a ver a mi amigo”. “Va a haber que
regañarle”.
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Habría, abría: “Habría que comerse el jamón” (verbo haber). “ El hombre de la
esquina abría su puerta” (verbo abrir).
Halla, haya, aya:
Halla (verbo hallar) “Mi hijo se halla (encuentra) cansado”.
Haya (sustantivo, “cierto árbol”) “ Me gusta la madera de haya”.
Haya (Verbo haber)” El que haya visto la luna que alce la mano” (verbo
haber).
Aya (sustantivo, “nodriza”)“ Me cuidó mi aya cuando era niño”.
Hecho y echo: “He hecho lo que me pediste” (verbo haber). “Echo la basura al
contenedor” (verbo echar).
Por qué, porque:
Por qué – Para preguntar: ¿Por qué vuelas?
Porque – Para responder o explicar (= “puesto que”): Porque tengo alas.
Por qué – Equivale a “por qué razón” o “por qué causa”: No sé por qué yo no
las tengo.
Porqué – Sustantivo que equivale a “causa” o “motivo”: El porqué de su
silencio es un misterio; Explícame el porqué de tu viaje
por que: Equivale a “por el cual” o “por el que”, y es el caso menos frecuente.
"Ese es el motivo por (el) que no fui" (= por el cual). "Se preocupa por que sus
hijos estudien" (= por el que).
Sino, si no:
Sino: “No fui yo sino el vampiro” (conjunción adversativa).
Sino: “ Mi sino es contemplar nubes” (sustantivo, “destino”).
Si no: “ Si no vienes, peor para ti” (conjunción si condicional más el adverbio
de negación no).
Solo, sólo
Solo: adjetivo (“a solas”). Estuve solo en casa toda la tarde.
Sólo: adverbio (“solamente”). Sólo me quedan tres euros.
Hagamos notar que la Real Academia de la Lengua Española ya no considera
esta diferencia. Por tanto, se puede escribir la forma solo sin tilde en todos los casos.
1.9.- CIFRAS Y LETRAS

Muchas veces, para abreviar, se suele emplear la cifra en vez de la palabra que designa
al número (los numerales, sean pronombres o adjetivos, o el artículo indeterminado
un, una). Es muy incorrecto hacerlo, y escribir enunciados como “*Tengo 1 amigo en
Sevilla”, “*Ese libro tiene 3 partes”. Debemos emplear el número sólo cuando
queremos expresar una cantidad exacta, y además sólo cuando la cifra es superior a
veinte. Lo correcto es “Tengo un amigo en Sevilla”, “Ese libro tiene tres partes”.
Así, podemos escribir “Shakespeare escribió 34 obras de teatro”; pero sería incorrecto
escribir “Shakespeare escribió más de 30 obras de teatro”. Es mucho más elegante
“Shakespeare escribió más de treinta obras de teatro”. En números muy altos, y
exactos, se emplea la cifra: “Este pueblo tiene 2.548 habitantes”. También se emplea
siempre la cifra cuando nos referimos a años: “En 1945 terminó la Segunda Guerra
Mundial”, “Shakespeare murió en 1616, y también Cervantes” . (Observa un detalle
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curioso: en las cifras de los años no se escribe el punto entre unidad de millar y
centena)

Conviene recordar también que, hasta treinta, las decenas y unidades se fusionan en
la misma palabra. Más allá de treinta, no. Por eso escribimos “dieciocho”, “veintitrés”;
y en cambio escribimos “treinta y ocho”, “cincuenta y tres”.

Y ya que estamos con los números, mil millones no es un billón. La unidad de mil
millones se denomina “millardo”, si bien se usa muy poco. En los Estados Unidos de
América, en cambio, sí que usan billion como “mil millones”. En Europa, un billón es
“un millón de millones”.
1.10.- PARA NO COMETER ERRORES MAYÚSCULOS
La mayúscula inicial se escribe en los siguientes casos:
1. Al principio de un escrito.
2. Después de punto.
3. Todos los nombres propios.
4. Los adjetivos que acompañan al sustantivo de forma constante: Alfonso el Sabio.
5. Los atributos de Dios y Jesucristo en la religión cristiana: Creador, Redentor,
Salvador... Igualmente en otras religiones: Alá, Clemente y Misericordioso; el Profeta…
Respecto al fundador del Budismo, no se debe decir “Buda”, sino “el Buda” (“el
iluminado”).
6. Títulos de autoridad: Jefe del Estado, Escuela de Oficios, Biblioteca Nacional,
Tribunal Constitucional…
7. Tratamientos especiales: Vd, (si usted aparece en forma no abreviada se escribe en
minúscula). Sr., D., S.E. (Su Excelencia), Excmo. (Excelentísimo), V.S. (Vuestra Señoría)…
8. Cargos o autoridades en documentos oficiales: Presidente, Ministro, Secretario…
9. Títulos de libros: La Regenta. Curso de Lengua Española. Si los títulos no contienen
nombres propios, se escribe con mayúscula solo la primera palabra (más las que
requieran mayúscula por ser nombres propios, u otra razón justificada): La verdad
sobre el caso Savolta, El camino.
10. Ciertas palabras se escriben con mayúscula inicial para diferenciar un significado de
nombre propio de otro de nombre común: “El Gobierno dio unas normas claras”. “No
es fácil el gobierno de este país”. “La Iglesia manda amar al prójimo”. “La iglesia del
barrio está restaurada”. “Te contaré la historia de mi abuelo”.” Mi asignatura favorita
es Historia.
11. La primera palabra que sigue a las fórmulas de cortesía con que empiezan las
cartas: “Querido primo: Recibí tu carta…”
12. Después de los dos puntos se escribe minúscula excepto en el caso de arriba y
cuando lo que viene detrás es una cita en estilo directo que empieza por mayúscula. Tu
primo me dijo: “Me voy a Barcelona la semana que viene”
13. Cualquier nombre personificado: “Llegó la Fortuna”.
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14. Un nombre común usado por antonomasia: el Salvador (Cristo), el Profeta
(Mahoma, o Muhammad)
15. Algunos nombres propios pueden usarse como comunes: “Eres un quijote”.
16. La RAE recomienda minúscula inicial en los nombres de los meses, de las
estaciones del año y de las notas musicales, aunque los meses pueden escribirse en
mayúscula también. Los días de la semana se escribirán siempre en minúscula.
17. Las letras I y J mayúsculas no llevan punto.
1.11. OTRAS PALABRAS QUE SE PUEDEN CONFUNDIR

acerbo (áspero) / acervo (montón de cosas menudas)

barón (título) / varón (hombre)

basto (tosco, grosero) / vasto (extenso)

bello (hermoso) / vello (pelo corto y suave)

bienes (propiedades) / vienes (verbo venir)

bobina (carrete) / bovina (perteneciente al toro o a la vaca)

botar (dar botes) / votar (ejercer el derecho a voto)

cabo (accidente geográfico, militar) / cavo (de cavar)

combino (de combinar) / convino (de convenir)

había (de haber) / avía (de aviar)

nobel (premio) / novel (novato)

sabia (que sabe mucho) / savia (líquido de las plantas) / sabía (del verbo saber)

bucal (de boca) / vocal (de voz)

libido (deseo sexual) / lívido (amoratado)

abeja / oveja

arrollo (de arrollar) / arroyo (riachuelo)

callado (de callar) / cayado (báculo)

olla (vasija) / hoya (cavidad en la tierra)

pollo (ave) / poyo ( banco)

rallar (desmenuzar algo con el rallador) / rayar (hacer rayas)

valla (línea con estacas) / vaya (del verbo ir)
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2. ERRORES DE REDACCIÓN Y ERRORES RELACIONADOS CON LA MALA PLANIFICACIÓN DEL
TEXTO
2. 1 - ESCRIBIR “TIRANDO DEL CARRO”
Más que un error en sí, es una mala costumbre. Ocurre al escribir las cosas según se le
van ocurriendo a uno, sin seguir ningún orden lógico. Esto conlleva otros muchos errores, como
son anacolutos, repeticiones innecesarias, omisión de partes importantes, y otras
desagradables consecuencias de la falta de previsión. Algunos ejemplos pueden verse en el
apartado dedicado a los anacolutos, o en “frases vacías para rellenar espacio”.
Un efecto frecuente y extremo es el texto creado por simple adición. La persona que
escribe no piensa en el texto globalmente. Solo escribe una oración a la que añade otra parte, y
otra y otra, empleando comas. El resultado es una oración larguísima, confusa e impenetrable.
Muestra gran falta de costumbre escritora, y escasa o nula revisión del texto. Sin duda, es uno
de los errores frecuentes más graves en un texto.
Otra consecuencia de este vicio en la escritura es la creación de párrafos oracionales o
párrafos-frase. Quienes incurren en este error tienden a escribir largas oraciones que
concluyen en un punto y aparte. Puede consultarse la sección sobre cómo escribir párrafos (en
este enlace), para corregir este error y aprender a estructurar párrafos adecuadamente.
Los puntos 2.2 y 2.3 contienen errores asociados a esta práctica errónea de la
escritura.
En general, estas malas costumbres son fáciles de evitar: consiste en pensar primero, y
en escribir después. Cada párrafo debe contener una idea, desglosada en varias oraciones
independientes. El empleo de un borrador suele ser el mejor remedio (en el borrador se puede
y se debe tachar y reescribir todo lo que a uno le venga en gana). Cuando no hay tiempo para
escribir borradores, caso de un examen, lo mejor es tomarse unos minutos para escribir
pequeños esquemas al margen, en los que anotemos todo aquello de lo que queremos hablar.
Después nos dedicaremos a redactar las ideas recogidas en ese guión. Muchos exámenes
podrían mejorar si el alumno no tuviese tanto miedo a que se le olvidasen las cosas, pues las
escribe a toda prisa y luego quedan inconexas. Por esta razón, lo mejor es anotarlas al principio
y desarrollarlas después. No debe olvidarse una revisión final del ejercicio, para corregir todos
aquellos descuidos que se nos pudieran haber pasado. (Si hacemos esquemas o guiones en el
examen, conviene avisar al profesor de turno para que no se piense que es una “chuleta”).
2. 2 - NO ESTRUCTURAR LOS TEXTOS
Es una consecuencia de la costumbre mencionada en el punto anterior. Es básico y
necesario (y no una especie de “adorno”, como algunos creen) esforzarse por comenzar con
una breve introducción todo escrito que emprendamos, así como cerrarlo con una
conclusión. Un escrito sin introducción es muy molesto para el lector, que no tiene por qué
saber de qué se le va a hablar. Igualmente, la conclusión o cierre de un texto no debe dar la
sensación de que el escrito queda “colgado”. La introducción y la conclusión es una mínima
cortesía que debemos mostrar con el lector.
2. 3 - ANACOLUTOS BASTANTE BRUTOS
El anacoluto es un error de expresión que consiste en el desorden sintáctico sin
motivo, o en la falta de concordancia de los elementos de la oración. Un caso frecuente de
anacoluto suele producirse cuando tomamos una idea sobre la que vamos a decir algo, y antes
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de pensar lo que vamos a decir, la escribimos en primer lugar como comienzo de una frase.
Luego resulta que no es el sujeto, y tenemos que dar mil vueltas y revueltas a la oración para
darle algún sentido. Ejemplo: un alumno escribe sobre nivel vulgar y se acuerda de haber oído
en clase la explicación sobre el dequeísmo. Como le parece importante, comienza
enunciándolo, para luego advertir que no debería haberlo hecho, después se hace un lío y sale
como puede:
El dequeísmo es, dentro del nivel vulgar, que es el que emplea la gente sin
estudios suficientes y que contiene muchas incorrecciones, como ésta del dequeísmo,
que es el empleo de “de” ante proposiciones sustantivas que funcionan como
complemento directo y no como suplemento o complemento de régimen.
Obsérvese que la primera oración, “El dequeísmo es”, nunca se completa. (La
definición del dequeísmo la he apañado un poco, porque tampoco era correcta). El alumno
debería haber comenzado hablando del nivel vulgar, y más tarde del dequeísmo,
relacionándolo con lo ya expuesto.
— Un caso frecuente y similar al anterior es el de la oración que no se concluye,
porque es tan larga que el escritor no recuerda por dónde va y no se molesta en comprobarlo:
La condición de la mujer, que siempre ha sufrido tantas humillaciones a lo
largo de la historia, ya que siempre ha dominado el sexo masculino en la educación, la
política, la economía, porque siempre las mujeres han estado en su casa, cuidando de
sus hijos o como esclavas de sus maridos.
Como observamos, la alumna escritora se ha dejado llevar por la emoción, una cosa le
ha llevado a otra, y no ha reparado en que estaba escribiendo algo. Comienza enunciando un
sujeto de algún verbo que ya no aparece jamás, porque otras ideas secundarias se van
amontonando en el párrafo. Por lo demás, diré que este error suele aparecer en aquellos que
escriben “a tirones”, empleando abusivamente las comas. Alargar las oraciones más de lo
conveniente, y sin saber qué se quiere decir antes de coger el boli, lleva a disparates como éste.
— También se dan numerosas faltas de concordancia, fruto de las prisas o de la falta
de revisión del escrito. Veamos:
*En el nivel vulgar se observa bastante las palabras baúl, que son aquellas
que se usan repetidamente y se pierden la utilización de otras palabras
Observemos que el verbo subrayado concuerda con un sujeto imposible, que es el
relativo “que” cuyo antecedente es “aquellas”, y que se refiere a “palabras baúl”. Debería ir en
singular para expresar impersonalidad, o bien para concordar con “la utilización de otras
palabras”, sintagma nominal que sería el sujeto de la construcción en pasiva refleja (consulta
tus apuntes sobre este particular). De todos modos, no hace falta pertenecer a la Real
Academia para advertir la falta de concordancia. Deberíamos corregirlo de la siguiente manera,
y de paso limamos un poco la oración:
En el nivel vulgar abundan las palabras baúl, que son aquellas que se usan
repetidamente y a causa de las cuales se pierde la utilización de otras palabras
Otro caso de concordancia incorrecta puede ocurrir con la llamada “concordancia ad
sensum”. Se produce cuando hacemos concordar al verbo con el sujeto lógico, y no con el
gramatical.
*La mayoría de los jovenes han sentido alguna vez un amor parecido al que
don Quijote siente por Dulcinea
Lo correcto sería La mayoría de los jóvenes ha sentido, ya que el núcleo del sujeto es
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mayoría, y no jóvenes. No puede calificarse de error grave, pero sí resulta algo tosco.
— ¡Perdidos en la selva!. Eso parecen los anacolutos que se producen debido a que el
escritor se va enmarañando en un laberinto de palabras del que no sabe salir, o que resuelve
con deícticos (pronombres y algunos adverbios). El resultado es la frase interminable, el tururú
de palabras y la ensalada de deícticos. El siguiente ejemplo se extrae de un comentario de texto
que habla sobre el dequeísmo:
El autor del texto dice que es un vulgarismo. Esto quiere decir que
normalmente su uso es el empleado en un nivel vulgar, por gente de la calle,
ya sea hablado o escrito, y según él pueden dar el caso de que crean que
hablen o escriban según sea el caso, con destreza.
A partir de ”calle”, el escritor se ha perdido en ella. Este escritor ha ido añadiendo
datos relacionados con lo que tenía que desarrollar (el nivel vulgar), pero enlazándolos tan sólo
con lo último que acaba de decir y sin tener en cuenta el conjunto. Un exceso de sujetos
omitidos y pronombres abundantes acrecientan más la confusión
2. 4 -FRASES VACÍAS PARA RELLENAR ESPACIO
A veces, un apuro provoca que el escritor vaya rellenando lo que pueda y como sea.
Véase la siguiente oración:
En el código lingüístico encontramos el tipo de palabras que se emplean en
cada lugar.
Proviene de un examen. El desventurado autor intentaba rellenar un espacio muerto
en la respuesta con algo que parecía sonar bien. Cualquiera que sepa lo que es un código
advierte el absurdo del enunciado, pero la frase parece que puede colar porque contiene
tecnicismos, y en principio no suena muy mal. Veamos el siguiente ejemplo:
El código lingüístico es el más empleado de todos, ya que en él se observa la
comparación de niveles en cada personaje.
Quien escribió este cúmulo de palabras sin fundamento trató de cocinar una tortilla de
tecnicismos (personaje, lingüístico, niveles, código...), pero resulta indigerible.
Me recuerda a un cartel absurdo que vi, y decía así: “AVISO: La empresa constructora
no se hará responsable del incumplimiento de este aviso”. Como se ve, no por mucho emplear
cultismos y tecnicismos, somos más cultos o más técnicos.
2. 5 - MONOTONÍA DE ESTRUCTURAS SINTÁCTICAS
Las personas con escaso dominio de la lengua suelen recurrir constantemente a las
mismas estructuras en sus oraciones. Esto produce un efecto monótono y aburridísimo. Un
caso especialmente llamativo es el de las definiciones con ejemplo, que muchas veces se
limitan a expresarse con la estructura “(Concepto) es (definición), como por ejemplo (ejemplo)”.
Veámoslo: “Una palabra tabú es una palabra inaceptable por sus connotaciones negativas,
como por ejemplo subnormal. Un eufemismo es la palabra que sustituye a la palabra tabú, sin
las mismas connotaciones negativas, como por ejemplo discapacitado psíquico”. Cuando
hemos repetido la misma estructura ocho veces en una página, podemos asegurar que el lector
ya se ha largado a otro escrito más entretenido.
Un caso particular de estas repeticiones cansinas e innumerables corresponde al
empleo de la fórmula “es cuando” para sustituir una definición: “una metáfora es cuando
identificamos un término real por un término imaginario, como por ejemplo el final del camino
para referirnos a la muerte”. Deberíamos expresarlo así: “una metáfora consiste en la
identificación...”. Ese horrendo “es cuando” es una verdadera “estructura baúl” que muchas
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veces impide desarrollar otras estructuras.
CONSEJO: Cuando veamos una estructura que puede sustituir a las que empleamos
demasiado, debemos tomar nota de ella y emplearla a la menor ocasión. El abuso de oraciones
simples, o de las mismas estructuras (aunque sean correctas), indica siempre pereza mental del
escritor.
No tengas miedo del lenguaje. Experimenta con él, amplíalo. Ármate de palabras y
estructuras. Observa los escritos del libro de texto, o de otros libros e imítalos si es necesario.
2. 6 - CACOFONÍAS Y SONIQUETES
Cacofonía es todo sonido desagradable por su repetición en un texto. Veamos el
ejemplo siguiente:
El código lingüístico está compuesto por signos y reglas. Gracias a esto podemos hablar
bien, escribir bien, y también corregir nuestras faltas
El escrito es poco exacto (gracias al código lingüístico podemos hablar y escribir, que
no es poco. El que lo hagamos “bien” depende de nosotros, de nuestros estudios, y de otras
cosas). Al margen de la poca fortuna de la definición, encontramos aquí dos errores frecuentes:
uno es el uso de la “palabra baúl o comodín” bien que abunda demasiado en los escritos (véase
el apartado correspondiente). El otro es la repetición de sílabas demasiado próximas, “bienbien-también”. La cacofonía despista a la persona que lee, la molesta, y la aparta del texto.
Veamos el ejemplo siguiente:
La palabra tabú es aquella cuya significación incluye alguna connotación negativa. Su
utilización conlleva una incorrección social, por muy habitual que a veces pueda
parecer su empleo.
Aquí encontramos cacofonías con –al (social, habitual) y con –ón. Un caso frecuente
de cacofonía se produce con el sonido –ón. Muchas palabras abstractas terminan con este
sonido, y su abundancia excesiva o la cercanía de unos términos con otros resulta muy cansina
para el lector, al tiempo que indica el poco ciudado del escritor por sus propios escritos. Las
cacofonías se detectan habitualmente mediante la cuidadosa revisión del borrador o del
escrito. Es difícil evitarlas todas al redactar, porque siempre se escapa alguna. Recuerda que
cuantas más revisiones pase un escrito, más peces caerán en la red.
2. 7 - EMPLEO EXCESIVO DE ESQUEMAS, FLECHITAS Y ABREVIATURAS
Debemos diferenciar cuándo tomamos apuntes (el receptor es el propio escritor) y
cuándo escribimos un texto para que lo lea cualquier otra persona. Las flechitas y las
abreviaturas no son correctas. ¿Qué pensaría el lector si estas notas se redactasen así?:
“1 error frec. de los alumnos  empleo d. flechas y abreviat. q. dificultan
comprensión d. textos”.
Estas abreviaturas son inaceptables: el poco trabajo que ahorran al escritor le produce
grandes molestias al lector. Pueden valer para tomar notas con rapidez, pero debemos
desarrollar y redactar esas notas cuando las estudiamos (y me refiero a sesiones diarias o
semanales al menos, no al día anterior al examen).
Este mal hábito acarrea otros errores: el alumno estudia escritos parciales, y su
destreza verbal se limita a unas cuantas construcciones mutiladas y repetidas. Además, si
comete una falta de expresión o de ortografía, el repaso del texto erróneo no hace más que
grabarlo con más fuerza.
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— Por otra parte, a menudo ocurre que el alumno condensa las explicaciones de las
clases en un conjunto de flechas, diagramas, listas y notas apresuradas (apunta los enunciados
de los temas, pero no recoge las explicaciones, los ejemplos...). Además, en vez de dar forma a
esas notas con una redacción (lo que es “pasar a limpio”), lo guarda todo tal cual. Cuando se
acerca el examen trata de aprenderse todo ese galimatías de palabras enigmáticas y esas listas
incomprensibles que aparecen entre sus papeles. Consigue aprendérselo todo de memoria, y
cuando lo vierte en un examen, el resultado es un suspenso. Después, el alumno se desanima
porque no sabe con qué contentar al profesor. Evidentemente el problema no es lo que al
profesor le guste o le disguste. El problema es que el alumno no ha estudiado los contenidos del
examen, sino lo que él había escrito respecto a tales contenidos.
La mayor parte de los suspensos en Lengua, y en cualquier asignatura, se deben a un
mal hábito: El trabajar para salir del paso y no para aprender. El realizar ejercicios apresurada
e irreflexivamente, y el estudiar con descuido unas notas empobrecidas son una característica
común de la inmensa mayoría de los alumnos que suspenden habitualmente varias asignaturas.
Y cuidado con el móvil: se ha puesto de moda escribir poniendo muchas kas y
quitando el resto de las letras, para significar que se es muy moderno. Esta bobada no tendría
más trascendencia si no se transformara en un feo hábito que demasiada gente deja pervivir en
la redacción de escritos formales, como ejercicios o exámenes.
2. 8 - NO REALIZAR EL EJERCICIO QUE SE PIDE
Uno de los peores disgustos que puede llevarse un estudiante es el suspender un
examen, una prueba “que se sabía”, u obtener calificación negativa en un trabajo que le ha
costado gran esfuerzo. Muy a menudo ocurre por una causa tan lamentable como absurda: el
alumno, por prisas o nervios, no leyó bien los enunciados de las preguntas o cuestiones. He
encontrado a veces exámenes que desarrollaban cuestiones prácticas sobre un texto que no se
pedían (si fuese una cuestión teórica hubiera pensado en el clásico “cambiazo”). Éste puede
ser el error más fácil de evitar de todos cuantos aquí se exponen; es cuestión de leer
cuidadosamente el enunciado del ejercicio, antes de lanzarse a escribir, y de darse tiempo a
uno mismo para organizar los contenidos que se van a desarrollar. (Véase también el siguiente
apartado, muy relacionado con éste).
2. 9 - EL “EFECTO COTORRA” Y LAS DIVAGACIONES
Algunas personas no expresan lo que quieren decir, sino lo que piensan que los demás
quieren que digan. Suele ocurrir a menudo en ejercicios en los que se pide la opinión
argumentada del alumno acerca de un tema determinado. Así, por ejemplo, en un ejercicio en
el que se preguntaba qué entendía el alumno por corrección en la lengua, alguien respondía:
La corrección en la lengua es muy necesaria porque todos debemos hablar
bien, ya que si no, no podríamos entendernos. Es muy importante hablar bien
y expresarse con corrección, para que todos podamos comunicarnos en paz. El
lenguaje permite a las personas entenderse y hablar, sin discusiones y sin
violencia (...)
Ahorraré el resto del escrito, ya que era similar. Este alumno intentó salir del paso
como fuese. No respondió a lo que se pedía (en ningún momento define lo que entiende por
corrección), y se pierde en una serie de oraciones que se van ampliando tímidamente. Como no
sabía qué decir, se limitó a escribir la misma idea con leves variaciones de una oración a otra.
Además, intentó dar a su escrito algún rasgo positivo, procurando asociar ideas “socialmente
aceptables” o “políticamente correctas” a su débil proposición inicial; por ello emplea palabras
como “paz”, “entenderse” “sin discusiones”, “sin violencia”... Y si colaba, colaba. (No coló).
Muchas veces nos perdemos en escritos a los que atiborramos de conceptos que no
vienen al caso, sólo porque los entendemos “apropiados para alguien” (en este caso, nuestro
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infortunado escritor pensó que posiblemente al profe de Lengua le resultaría simpático tanto
pacifismo oral). Es el caso del autor literario que queda reflejado en un examen como alguien
“de obra incomparable”, “de aguda percepción sobre la sociedad de su tiempo”, “con gran
dominio de la expresividad lingüística” y otras frases vacías de todo significado (lo mismo
podrían aplicarse a Valle-Inclán que a Lope de Vega).
(Debo decir que he pedido permiso al autor del texto, porque la crítica me parecía un
poco dura. Se ha reído mucho, y ha dicho que tenía razón).
3. ERRORES AL EMPLEAR PALABRAS Y EXPRESIONES CONCRETAS
3. 1 - PALABRAS “BAÚL” O “COMODÍN”.
Ya sabemos que estas palabras son las que tienen un significado muy abierto, como “cosa” o
“hacer”. Pueden emplearse en sustitución de muchas otras, y su abuso empobrece tanto el
escrito como el vocabulario del que lo escribe. No me extenderé en esta explicación, que ya
conocemos; pero sí quiero señalar algunas de las más frecuentes “palabras comodín” en los
ejercicios:
“tema”- Muchos alumnos arrasan sus escritos con la abundancia de esta
palabra. Si en un ejercicio de Lengua y Literatura hablamos de “tema”, nos referimos
habitualmente a aquello de lo que habla un escrito, lo que desarrolla. Por “temas”
entendemos también las partes en que se dividen los cursos (y que se enumeran en
los temarios). Pero hoy día se emplea esta palabra comodín con gran descuido y
profusión, ya que suena “culta”, y significa muchas cosas. Es frecuente oír “respecto al
tema que tratábamos”, por “respecto al asunto que tratábamos”, “es un tema
preocupante” por “es un problema preocupante”, y otras muchas expresiones
similares. A veces “tema” se emplea para sustituir a una enunciación entera, o a una
idea expresada por quien escribe: “El significado de esta palabra es tal, y este tema
quiere decir...”
Preguntémonos si es necesario el empleo del término “tema” cada vez que lo
escribimos.
“realizar”- Como “realizar” se entiende sinónimo de “hacer”, muchos
alumnos tratan de evitar el empleo comodín de “hacer” mediante el uso intensivo de
“realizar”. Esto lleva al desastre, ya que “realizar” significa “efectuar, llevar a cabo
alguna cosa”. Así, por ejemplo, no se debe decir *voy a realizar la comida, o *Camilo
José Cela ha realizado abundantes libros. Tan malo es empleo abusivo de “hacer”,
como el de “realizar”.
¿Cuándo emplearlos, entonces? Al margen de los contextos en los que su
empleo es correcto (“voy a hacer la comida”), los verbos hacer o realizar son muy
útiles para evitar la repetición cansina de palabras recién mencionadas: “Cervantes
decidió alistarse en el ejército, y así lo hizo” (en vez de “y se alistó”) “No quiero
extenderme más sobre la poca disposición al diálogo que hay en la actualidad, y no lo
haré”.
“aspecto” y “concepto” – Cuanto más amplia es la significación de la palabra,
más se emplea sin ton ni son. También es sabido que si repetimos una palabra muchas
veces, ésta acaba por perder su significado. Pues bien, estas dos palabras se repiten
hasta la saciedad en los textos escolares, hasta el extremo que a veces parezca que no
significan nada en absoluto. Pues bien, estas palabras dan lugar a expresiones tan
chocantes como “Cervantes tenía muchos aspectos” (como si fuese el hombre de las
mil caras), o “La poesía de Garcilaso tiene conceptos muy importantes” (frase que
expresa un absurdo vacío).
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“característica” – ¡Ésta es una verdadera plaga!. Muchos ejercicios se llenan
de “características”. Todo resulta ser una “característica”: los rasgos principales del
estilo de un escritor, las particularidades de un nivel de uso del idioma, los recursos
expresivos que se encuentran en un poema, o cualquier cosa que pueda enumerarse.
Es aburrido el empleo constante de construcciones como “Dentro de estas
características encontramos...” o “El movimiento tal tiene tales características”, dentro
del mismo escrito (véase “Repetición sintáctica innecesaria”). Y manifiesta que el
escritor no encuentra otra palabra que la sustituya.
Como decía, algunos alumnos emplean el término “característica” para
referirse a cualquier cosa que se enumera, la confunden con “clase” o “tipo” e
incurren en absurdos semejantes a éste: La clasificación de los códigos se divide en
varias características.
Lo correcto sería “La clasificación de los códigos es la siguiente:”, o bien
“Podemos distinguir varios tipos de códigos”, y a continuación se detalla dicha
clasificación.
“bien”, “bonito”, “bueno”, “mal”, “malo”.— Muchos alumnos cuentan con
un repertorio de palabras muy escaso para enunciar las cualidades positivas, y
recurren a estas tres sin descanso. Esto se debe a que en la jerga juvenil se emplean
muy abundantemente expresiones valorativas como “guay”, “dabuti” o “dabuten”, y
otras más groseras (sí, las referidas a la madre o a los genitales), para valorar y
ponderar las cosas. Como resultado, al escribir nos queda el mísero repertorio ya
mencionado, puesto que sabemos que las expresiones jergales se hallan fuera de
lugar. Lo mismo puede decirse para “mal, “feo”, “malo”, y las palabras que expresan
rasgos negativos. Es de una pobreza lamentable el escribir, por ejemplo, “el ideal
femenino del renacimiento corresponde a una mujer bonita, con ojos claros, cabello
rubio...”. “Bonito” significa “lindo”, “agradable”, pero sin serlo en gran medida. Al fin y
al cabo, no es más que un diminutivo de “bueno” (podríamos haber empleado
“hermosa”, “bella”, “de belleza delicada”...). Otro ejemplo:
Los eufemismos sirven para sustituir a las palabras que tienen connotaciones
malas
¿Qué quiere decir “malas”? ¿“en mal estado”, “deterioradas”, “malvadas” o
qué? El escritor debería haber afinado un poco más y escribir: Los eufemismos sirven
para sustituir a las palabras que tienen connotaciones negativas o groseras. Todo
hubiera quedado claro, elegante y bastante menos ingenuo o hasta infantil.
Véase el ejemplo que se expone en el apartado “Cacofonías y soniquetes”.
“Bien” puede ser “aceptable”, “correcto”, “extraordinario”, “expresivo”, “bello”, o
Dios sabe qué. Conviene ajustarnos siempre a lo que queremos decir, sin
conformarnos con la primera palabra que se nos ocurra.
Para arreglar todo esto, no queda más remedio que aumentar el vocabulario que
manejamos. Al final de este documento se explica cómo hacerlo.
3. 2 - LA INVASIÓN DE LOS ETCÉTERAS ASESINOS
El empleo abusivo de los “etcéteras”, o su abreviatura “etc.”, es una de las más
constantes muestras de pereza mental. El “etcétera” viene de la expresión latina et cetera, que
significa “y lo demás”, “lo que falta”. Debe usarse para sustituir el resto de una enumeración
que se sobreentiende o que no interesa expresar. Lo que ocurre es que, a menudo, se echa
mano de ellos demasiado pronto, y muchos los estampan tras el primer miembro de la
enumeración (con lo cual, ya no hay tal enumeración). Si escribimos “el latín es origen de
muchas lenguas, como el español, etc.” no estamos diciendo nada sustancioso, puesto que ese
“etc.” engloba demasiadas cosas (lenguas, suponemos los lectores, pero no sabemos a cuáles
se refiere el escritor). Un etcétera no debe escribirse nunca antes del tercer o cuarto miembro
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de la enumeración, cuando ésta haya quedado ya bien definida y el añadir otro miembro
pudiera resultar innecesario o pesado. Por ejemplo: “los verbos irregulares son aquellos cuya
raíz cambia al conjugarlos en alguna de sus formas, como almorzar, ser, morir, etc.”. O bien:
“En la poesía bucólica, los pastores aparecen siempre entregados a la poesía y la música,
tocando pífanos, flautas, zampoñas, etc.” Tampoco debe emplearse el signo de los tres puntos
tras el etc.
En todo caso, resulta siempre mucho más elegante y expresivo el cerrar la
enumeración con una referencia a la clase o especie que enumeramos. En los dos ejemplos
anteriores podríamos sustituir el primer “etc.” por “y otras formas verbales”; y en vez del
segundo “etc.” podemos escribir sencillamente “y otros instrumentos”.
A menudo, el empleo del “etc.” es un ardid para esconder lo que no se sabe. Una
alumna escribe en un ejercicio: “el léxico castellano se compone, además de las palabras de
origen latino, de préstamos de otras lenguas, como los galicismos, etc.”. Aquí, el profesor debe
suponer demasiadas cosas, pues la apurada escritora trata de ocultar las clases de las que no se
acuerda tras ese brevísimo “etc.”. (Diré de paso que este truco no cuela). Incluso he
encontrado algunos “etc.” que no cerraban enumeración alguna, sino que trataban de omitir
una parte que al alumno le da pereza escribir, o que ignoraba, por ejemplo: “los textos
narrativos son los que narran algo, etc.”. (¡Qué morro! ¿verdad?).
Finalmente, no pocas veces me encuentro con muchos “ect.” en vez de “etc.”. El
alumno supone que la palabra que se abrevia es “ecétera”. Bien, pues no es así. En cualquier
caso, lo mejor es acostumbrarse a no emplear etcéteras.
3. 3 - DEÍCTICOS MAL EMPLEADOS:
Los deícticos son palabras que sirven para señalar, y tienen significado “vacío”.
Abarcan varias clases de palabras, como los pronombres y algunos adverbios. A veces los
empleamos para referirnos a palabras recientemente nombradas, y podemos liarnos un poco.
ÉSTE, ÉSTA, ÉSTOS, ÉSTAS, ESTO señalan siempre el sustantivo nombrado en su
proximidad. Veamos un ejemplo de mala utilización:
La denotación hace referencia al significado objetivo de cada palabra. Esta sería el
significado que aparece en el diccionario.
Ésta se refiere al sustantivo femenino más próximo y recién nombrado, y no resulta ser
denotación, como pretendía el escritor, sino el sustantivo palabra . El enunciado pues, queda
confuso o incorrecto.
Indiquemos también que ya no se considera falta de ortografía la falta de tilde en los
pronombres demostrativos (este, esa, aquel…).
Revisemos los deícticos cuando los empleemos, con el fin de no señalar lo que no nos
interesa.
3. 4 ¿DONDE DICE USTED?
Algunas veces me encuentro textos de alumnos en los que se emplea el donde con
poquísimo rigor: *El bilingüismo es un fenómeno que se produce al hablar dos lenguas, donde
encontramos varios tipos: bilingüismo social y bilingüismo individual. ¿Qué ha pasado aquí? El
alumno que lo escribió entendió que donde puede emplearse como deíctico, para señalar lo ya
enunciado. Tiene parte de razón, ya que donde es un útil adverbio deíctico; pero no ha
reparado en que donde es también un adverbio DE LUGAR. Donde se refiere siempre a un lugar,
o a algo que pueda entenderse como lugar:
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El bilingüismo es un fenómeno que se produce al hablar dos lenguas, y del cual
encontramos varios tipos...
Es en el Quijote donde Cervantes alcanza la perfección de su obra. (Aquí es correcto)
*En el siglo XVII es donde se evidencia el declive de España (incorrecto: deberíamos
decir “es cuando”)
3. 5 - EL PUES QUE, EL ES QUE, EL ES CUANDO Y EL QUE PARA ABRIR UN TEXTO
Algunos alumnos trasladan a sus escritos ciertas muletillas propias de la lengua oral,
entre las que se encuentran las ya enunciadas. Es muy incorrecto comenzar una respuesta con
ellas, especialmente por escrito. Obsérvese el absurdo del siguiente enunciado
Pues que debemos diferenciar vulgaridad de vulgarismo.
Esto no dice nada ¿verdad?. El alumno respondía así a una cuestión de examen, en la
que se le pedía que mostrase el tema de un texto. El alumno se ha lanzado a escribir sin
considerar que SE ESCRIBE ALGO PARA QUE LO LEA ALGUIEN, olvido que provoca la mayor
parte de los errores en la escritura. Lo correcto hubiera sido redactar la respuesta de una
manera más clara: El tema del texto consiste en la diferencia entre vulgaridad y vulgarismo.
3. 6 - EL PERO QUE NO ES PERO, Y EL AUNQUE QUE NO ES AUNQUE
Alguna vez me he encontrado con enunciados tan chocantes como estos:
*Es una obra escrita en verso, pero la escribió cuando ya era viejo.
*Garcilaso era toledano, pero era poeta
*En el texto hay varios verbos en pretérito imperfecto, aunque también existen
adjetivos.
Los dos primeros ejemplos parecen decir que los ancianos no pueden escribir poesía, y
que los toledanos tampoco. El tercero es un puro disparate sin sentido. Supongo que los
errores se deben a un repentino “cambio de rumbo” en la oración. El error es tan gordo que se
habría detectado a la primera revisión; pero sus autores no revisaron sus trabajos. Cuidado con
los aunque y los pero, pues. Solo deben emplearse cuando la proposición que encabezan
limita o restringe el significado de la otra:
Es una obra escrita en verso, y la escribió cuando ya era viejo.
El poeta Garcilaso era toledano.
En el texto predominan los verbos en presente, aunque encontramos también formas
en pasado.
Es una mujer anciana, pero todavía vigorosa
En todo caso, el tercer ejemplo debería redactarse así: En el texto hay varios verbos en
pretérito imperfecto, y también adjetivos. (El alumno, por cierto, trataba de señalar los rasgos
de la descripción).
3. 7 - EL DOBLE COMPLEMENTO DIRECTO O INDIRECTO
Esta incorrección es tan habitual que suele pasar inadvertida. Se da cuando repetimos
innecesariamente uno de los dos complementos, como en Le (1) dijo a su padre (2) que viniera,
o en A los españoles(1) les (2) ocurrieron grandes desgracias bajo el reinado de Fernando VII.
Cuando se duplica el C.I. no incurrimos en una falta grave (a veces es necesario, para incidir en
la importancia de un elemento de la oración); pero sí es incorrecto duplicar el CD:
*Al atracador lo detuvo la policía (por La policía detuvo al atracador)
*Estas palabras las emplean algunas personas incorrectamente (por Algunas personas
emplean estas palabras incorrectamente)
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Repito que a veces pueden duplicarse, ya para incidir en la importancia de un miembro
de la oración, o ya para evitar ambigüedades de significado: Compré un regalo para ella, pero
se lo entregué a él.
OJO: Es inadmisible la reduplicación cuando los dos CD o los dos CI no concuerdan en
número o género: *No le tiene miedo a los atracadores (por No les tiene miedo a los
atracadores)
4. ERRORES EN EL EMPLEO DE VERBOS
4. 1 - EL TUTEO NO MARCA IMPERSONALIDAD
Acaso éste sea el error más frecuente (y horripilante) de todos los que aparecen en los
escritos de muchos alumnos. Ocurre porque, a menudo, el alumno traslada al nivel formal
propio de un texto otros usos de la lengua coloquial:
El bilingüismo consiste en que hablas dos lenguas, sin dar a una más
importancia que a la otra.
Y a veces se llega a extremos que podrían ser risibles:
Unamuno se preocupa mucho por la existencia de Dios, ya que le angustia no
saber qué ocurre cuando te mueres
En un escrito, es incorrectísimo el empleo de la segunda persona para expresar la
generalidad o la impersonalidad (aunque no sea incorrecto en el uso coloquial). Es fácil
sustituir los verbos anteriormente subrayados por hablar y tras la muerte, respectivamente.
Normalmente, este error suele hallarse aparejado con otros que dan resultados casi infantiles
(especialmente si el es cuando ataca de nuevo: El bilingüismo es cuando hablas dos lenguas... ).
4. 2 - GERUNDIO DE POSTERIORIDAD, Y OTROS ESPANTOS
El gerundio de posterioridad consiste en el empleo del gerundio para expresar una
consecuencia o acción posterior a la de la oración principal. Es un error frecuentísimo y feo. *En
el año 1605, Cervantes publicó el Quijote, resultando la novela más importante de la historia de
la narrativa.
El gerundio debe expresar siempre simultaneidad. Sería correcto: En el año 1605,
Cervantes publicó el Quijote, ofreciendo así la novela más importante de la historia de la
narrativa. (Observa: publica y ofrece, a la vez). También podemos arreglarlo usando otra
construcción: “En el año 1605, Cervantes publicó el Quijote, que resultó ser la novela más
importante de la historia de la narrativa”.
El error es muy frecuente entre los periodistas: “Raúl metió otros dos goles,
consiguiendo la victoria para su equipo” (debería decirse “y consiguió”). Sin embargo, en esta
oración no parece tan chocante el empleo del gerundio ¿verdad? Ocurre porque el gerundio de
posterioridad es menos aceptable cuanto más tiempo transcurre entre la acción principal y la
secundaria o subordinada.
— Otro horrible empleo del gerundio es el extraño gerundio aislado, que a veces
puede parecernos muy culto porque lo hemos visto en revistas y publicaciones que tratan de
hacerse los finos. Este gerundio es un vulgar anglicismo, de uso inelegante. Veamos unos
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ejemplos:
El latín vulgar evoluciona debido al aislamiento de las diversas zonas.
Fragmentándose en áreas diferenciadas. Dando lugar a diferentes dialectos y
después, a diferentes lenguas como el castellano, el portugués, el catalán, el
gallego, el francés...
En el ejemplo anterior tenemos además errores añadidos. Al gerundio de
posterioridad se añade ese horrendo empleo aislado. Veamos otra muestra:
Todos deberíamos escuchar a los demás para poder emitir nuestra
opinión. Teniendo en cuenta sus ideas para elaborar las nuestras. La
intolerancia comienza por no querer escuchar.
¿Por qué se ha producido este error? La alumna que esto escribió quería dar una
importancia especial a la oración que contiene el gerundio, y por ello lo aisló. Pensó que así
quedaría más llamativo. Desde luego quedó llamativo, pero no como ella esperaba.
— El único empleo aceptable del gerundio aislado (es decir, que no dependa de otro
verbo) es el llamado “uso adjetivo”, y que suele emplearse junto a cuadros, fotografías y otros
mensajes gráficos, para explicar lo que contienen: “Napoleón arengando a sus tropas”; “La
legión española patrullando por la zona”; “El actor Santiago Segura recibiendo el Oscar de
Hollywood”. Nótese que no son oraciones con sentido completo. También puede emplearse en
oraciones que indican valor modal (“Descubrieron al ladrón comparando las huellas digitales”
equivale a “lo descubrieron así”) o bien simultaneidad de acciones: “Descubrió al niño
zampándose la tarta”; pero en ambos casos observemos que siempre depende el gerundio de
un verbo principal (como en “Descubrió al niño cuando se zampaba la tarta”).
4. 3 - EL INFINITIVO “SIOUX” (o “infinitivo radiofónico”)
Con todo respeto al bravo pueblo de Toro Sentado, llamo así a este infinitivo porque
parece sacado de una película de indios. También se le suele llamar “infinitivo radiofónico”, por
lo mucho que aparecía en la radio y hoy por todas partes. Mucha gente cree que es un uso
lingüístico muy fino, pero no. Consiste en emplear el verbo de una oración en el más crudo
infinitivo, sin conjugarlo ni mucho, ni poco. Suele emplearse muchas veces para encabezar o
cerrar un escrito:
*En primer lugar, agradecerle su interés por nuestra Enciclopedia.
*Para terminar, decir que esperamos mantener su interés en el futuro.
(En ambos casos debería conjugarse el verbo: ”le agradecemos”, “decimos” —aunque
en la segunda oración podrían ahorrarse todo ese “para terminar, decir que”—)
Por alguna razón que no conozco, este despropósito ha adquirido una difusión
extraordinaria. El ejemplo lo he sacado de una carta comercial que ha llegado a mi casa. En los
exámenes y ejercicios diversos aparece también en abundancia, acaso por influjo de esta prosa
ramplona, repetitiva y poco despierta de los medios de comunicación.
4. 4 - DEBER Y DEBER DE
Es frecuentísimo el mal empleo de estas dos perífrasis verbales, incluso en hablantes
cultos. Aclaremos su significado de una vez por todas:
DEBER + INFINITIVO expresa OBLIGACIÓN: Debes venir con nosotros. Muchos
chicos deberían tener más consideración con los ancianos.
DEBER DE + INFINITIVO expresa PROBABILIDAD: Debe de ser tardísimo. Esa
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chica debe de ser francesa.
4. 5 - EL DEQUEÍSMO, Y OTROS EXTRAÑOS EMPLEOS DE DE
Dentro de los variados usos incorrectos de de, sobresale el empleo de los siguientes en
el ámbito de nuestra región. No abundan demasiado en los escritos (¡gracias a Dios!), pero
aparecen ocasionalmente y merecen una explicación:
1) El dequeísmo
El dequeísmo ya ha sido ampliamente explicado en clase. Recordemos aquí que
consiste en el empleo incorrecto de la preposición de ante un complemento directo
(generalmente una proposición subordinada sustantiva) que no la necesita. Así pueden
cometerse incorrecciones del tipo *Me pidieron de que viniese temprano, por Me pidieron que
viniese temprano, Se produce el dequeísmo al copiar construcciones correctas de verbos que
rigen la preposición de, tales como hablar de , irse de (fiesta, p.ej.)
Es fácil de evitar. Sustituyamos la proposición sospechosa por lo, la, los, las; y veamos entonces
si tiene sentido: Me lo pidieron. Si tiene sentido, entonces el de es innecesario.
2) Otros casos de de intruso junto a verbos que no lo necesitan.
— El habla local en la región circundante de Belmonte no abunda en errores graves,
pero es muy propensa al empleo de algunas construcciones incorrectas con la preposición de
ante infinitivo. A veces se oyen expresiones como:
*Me han hecho de venir aquí
*Me dicen de ir con ellos
en vez de
en vez de
Me han hecho venir
Me dicen que vaya con ellos.
Suele ocurrir quizá porque otras construcciones correctas extienden su ejemplo por
prestigio, como en En el gobierno se habla del nuevo presupuesto. Ocurre lo mismo que en el
caso anterior: se sustituye una proposición sustantiva de complemento directo por una
construcción que imita el complemento de régimen o suplemento, sin serlo. Podemos evitarlas
del mismo modo (probando la sustitución con lo, la, los las ).
— A veces la construcción de + infinitivo se emplea erróneamente como complemento
de régimen o suplemento en construcciones como en *Merece la pena de verlo (por Merece la
pena verlo). Observemos que el verbo tampoco funciona como tal complemento de régimen,
sino que es una subordinada de infinitivo con valor de sujeto. Sustitúyase por “tal cosa”, o bien
por eso, ése, ésa, ésos, ésas. Si puede sustituirse, no hará falta la preposición de.
— Por último, los de se nos cuelan en oraciones como *Es un libro de obtener muchos
premios, *Es un oficio de mucho trabajar, que calcan estructuras corrientes y aceptables tales
como es digno de ver. La mejor recomendación para estos casos es el afinar el oído lingüístico
con los modelos fiables. (No son fiables en absoluto ni la radio, ni la televisión)
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