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IGLESIA: La "familia" convocada por Jesús La expresión "Iglesia" ("ecclesía", "asamblea", "convocación") indica una comunidad convocada por el Señor. También se llama la "casa de Señor" ("kyriaké", "kirche", "church"). Jesús llama así a sus seguidores con el tono de un afecto especial y familiar: "mi Iglesia" (Mt 16,18). Es el mismo afecto que manifiesta al decir: "mis hermanos", "mis ovejas". Para Jesús es la comunidad "consorte" o esposa amada: "amó a su Iglesia y se entregó por ella" (Ef 5,25). Es el Pueblo convocado por el Señor, propiedad esponsal suya. Por ser Cristo la "Cabeza" o principio vital de su Iglesia, ésta se llama "cuerpo" de Cristo (Ef 1,22-3). Esta realidad se expresa también con otras imágenes, tomadas algunas del Antiguo Testamento: Pueblo, familia, misterio-sacramento, redil, rebaño, campo, templo, nueva Jerusalén, esposa, madre... (cfr. LG 6). La Iglesia es la "familia de Dios", querida por el Padre a través de la historia, "prefigurada ya desde el origen del mundo y preparada maravillosamente en la historia del pueblo de Israel y en la Antigua Alianza" (LG 2). Esta Iglesia es la que se ha manifestado en Cristo gracias a la efusión de su Espíritu, como inicio del Reino definitivo (cfr. LG 3-4; AG 4). La Iglesia "llegará a su perfección" (LG 48) sólo en la manifestación de Cristo glorioso al final de los tiempos. Todos los fieles de la Iglesia participan del profetismo, sacerdocio y realeza de Cristo, cada uno según su propia vocación y estado de vida: Jerarquía, laicos, vida consagrada (cfr. CEC 871945). En Pedro y en sus sucesores, Cristo estableció el principio y el fundamento de la unidad y comunión. Vocaciones, ministerios y carismas proceden todos del Padre, por Cristo y en el Espíritu Santo. Todo tiende a la comunión eclesial, que es "signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano" (LG 1). María, "Madre de Dios y Madre de los hombres" (LG 69), es Madre y figura de la Iglesia, "signo levantado en medio de las naciones" (SC 2; Is 11,12). Universalismo de la Iglesia En el Credo, profesamos creer en la "Iglesia una, santa, católica y apostólica", indicando sus notas características. Afirmamos nuestra ve en Dios y, a partir de sus designios salvíficos en Cristo, creemos que existe esta Iglesia como expresión del mismo Cristo prolongado en el tiempo y presente en ella bajo signos. Por esto, "la luz de Cristo resplandece sobre el rostro de la Iglesia" (LG 1). Esta Iglesia de Cristo es una sola, universal, esparcida por todo el mundo, con el encargo o misión de convertir en Iglesia (comunidad querida por Cristo) a toda la comunidad humana. Pero se concretiza en diversos lugares (Iglesia local o particular), allí donde preside un sucesor de los Apóstoles, especialmente para escuchar la Palabra de Dios, celebrar la Eucaristía, y compartir en caridad fraterna la misma vida. También se llama Iglesia a la asamblea litúrgica que celebra los misterios del Señor. La Iglesia es fruto de la redención, es decir, del Espíritu Santo comunicado por Jesús, puesto que "del costado de Cristo dormido en la cruz, nació el sacramento admirable de toda la Iglesia" (SC 5). Es la Iglesia de la Trinidad, expresión de la comunión de Dios Amor, uno y trino (cfr. LG 4). Tiene, pues, dimensión trinitaria, teológica, cristológica y pneumatológica, siempre en bien de la humanidad entera (dimensión antropológica, cultural, social e histórica). Misterio, comunión, misión Debido a la presencia de Cristo resucitado bajo signos eclesiales, la Iglesia es "misterio" o signo transparente y portador de Cristo ("sacramento"). La garantía de esta realidad cristológica y pneumatológica depende de su naturaleza de "comunión". La eficacia del misterio de Cristo escondido y manifestado en ella, se convierte en misión. Esta relación profunda entre Cristo y su Iglesia fundamenta la afirmación de que "la fidelidad a Cristo no puede separarse de la fidelidad a la Iglesia" (RMi 89; PO 14). La fidelidad a la Iglesia se traduce en "sentido" y amor de Iglesia. La Iglesia es misionera "por su misma naturaleza" (AG 2; LG 17). Su acción evangelizadora "no es facultativa", sino "un acto profundamente eclesial" (EN 60). La naturaleza misionera de la Iglesia se basa en su "sacramentalidad" (Iglesia misterio), en su unidad y catolicidad (Iglesia comunión) y en su apostolicidad (Iglesia misión). Ser Iglesia equivale a formar parte de "una comunidad que es evangelizadora" (EN 13). "La Iglesia existe para evangelizar" (EN 14) y, por tanto, "no es fin para sí misma" (RMi 19). Documentos: LG; AG 1-2, 5; EN 13-16, 59; RMi 9,20; CEC 748-870; CIC 781-792. Estudios: AA.VV., Comentarios a la Constitución sobre la Iglesia (Madrid, BAC, 1966); A. ANTON, La Iglesia de Cristo (Madrid, BAC, 1977); J. AUER, La Iglesia (Barcelona, Herder, 1986); L. BOUYER, L'Église de Dieu (Paris, Cerf, 1970); R. BLAZQUEZ, La Iglesia del concilio Vaticano II (Salamanca, Síguieme, 1988); J. CAPMANY, La Iglesia, sujeto de misión, en: La Misionología hoy (Madrid, OMP, 1987) 253-300; Y.M. CONGAR, Un peuple messianique, l'Église sacrement du salut (Paris, Cerf, 1975); S. DIANICH, Iglesia y misión (Salamanca, Sígueme, 1988); Ch. JOURNET, L'Église du Verb Incarné (Paris, Desclée, 1969); Idem, Teología de la Iglesia (Bilbao, Desclée, 1960); B. MONDIN, La Chiesa primizia del regno (Bologna, EDB, 1986); G. PHILIPS, L'Eglise et son mystère (Paris, Desclée, 1967); S. PIÉ-NINOT, Eclesiología. La sacramentalidad de la comunidad eclesial (Salamanca, Sígueme, 2006); J. RATZINGER, La Iglesia (Madrid, San Pablo, 1992); CH. SCHORNBORN, Amar a la Iglesia (Madrid, BAC, 1997); N. SILLANES, La Iglesia de la Trinidad. La Santísima Trinidad en el concilio Vaticano II (Salamanca, Secretariado Trinitario, 1981); L.L. WOSTYN, Iglesia y misión hoy. Ensayo de eclesiología (Estella, Verbo Divino, 1992).