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HOMILÍA DEL DÉCIMO SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B
Primer aspecto: “AQUÍ SE ROMPERAN LAS OLAS DE TU ARROGANCIA” (Job 38, 1.8-11)
El contexto de esta primera lectura es el sufrimiento del justo Job, él reacciona pidiéndole a
Dios una explicación de lo que está viviendo, pues no encuentra razones lógicas a la
presencia del mal en su vida, sin embargo, Dios le responde invitándole ver la grandeza de
su poder en la belleza de la creación y de esta manera Job llega a la conclusión de que
ningún ser humano es capaz de ver su poder de salvación y el plan amoroso de Dios cuando
el ser humano se sumerge en las profundidades del mal, pero una cosa está clara y es que
Dios es vencedor del mal.
Apliquemos el texto a nuestra realidad: Al igual que Job se nos hace difícil ver a Dios cuando
pasamos dificultades, nos atrevemos a cuestionarlo y a veces llegamos a dudar de su
existencia, pero sin embargo, Dios nos habla en lo cotidiano de la vida, Dios se comunica de
una manera sencilla que es capaz de hablarnos por medio de nuestro entorno; el problema
es que hemos perdido la novedad de la vida, ya nada nos “sorprende” nada es “expectante”
por tanto, pretendemos ver y escuchar a Dios en cosas mágicas. Hoy estamos invitados a
ver a Dios en lo extraordinario de la vida, a pesar de las dificultades que ella acarrea, para
ello es importante dejar de ver los acontecimientos de nuestra vida como algo “casual”; hoy
es la oportunidad de vivir la vida con todo lo que ella significa y tomar conciencia de que a
pesar de las dificultades, hay alguien más importante que los problemas, es decir, el Señor.
Por tanto, dejemos que Dios tenga la última palabra en nuestra vida y de esta manera
viviremos la vida como un regalo de Dios.
Segundo aspecto: “NOS URGE EL AMOR DE CRISTO...EL QUE VIVE CON CRISTO, ES
UNA CREATURA NUEVA” (2Cor 5, 14-17)
Para comprender esta segunda lectura es importante recordar el texto anterior a este pasaje,
donde el apóstol Pablo nos ha hablado de sus tribulaciones, pero él se aferró al amor de
Cristo el cual tiene su máxima expresión en la pasión, muerte y resurrección de Jesús. En
últimas san Pablo nos invita por medio de la carta a los Corintios a aferrarnos al amor de
Cristo como la única “alternativa” para vencer toda clase de tribulaciones y así llegar a ser
creaturas nuevas.
Apliquemos el texto a nuestra realidad: Ciertamente sólo el amor de Cristo puede transformar
nuestras vidas. Y también el amor de Cristo puede confortarnos en toda tribulación, es el
amor de Cristo lo que hace suscitar el cambio en nuestras vidas, por tanto, sumerjámonos en
dicho amor para ser purificados y sacar de nuestro corazón todo aquello que nos impide ser
felices. En definitiva, cuando el Cristiano experimenta la necesidad de sentirse amado por
Cristo, es donde surge la posibilidad de ser creaturas nuevas, su amor es la fuerza que nos
hace capaces de sacar el mal de nuestro corazón y hacernos hombres nuevos y mujeres
nuevas; no se trata de hacer metamorfosis, se trata de cambios profundos que nacen del
corazón y que en definitiva nos sumergen en el regalo de la salvación, por tanto, pidámosle a
Dios que siempre nos sumerja en su amor para así vivir como creaturas nuevas en el Señor.
Tercer aspecto: “¿POR QUÉ SON TAN COBARDES? ¿AÚN NO TIENEN FE?” (Mt, 4, 35-40)
Después de un largo discurso de Jesús en parábolas, ahora el evangelio que escuchamos
tiene como telón de fondo una tempestad que atenta contra la vida de los discípulos y la de
Jesús, con la diferencia que los discípulos desesperados pierden la fe, en cambio Jesús trae
la calma de la tempestad. Finalmente los discípulos se preguntan: ¿Quién es éste? ¡Hasta el
viento y el mar le obedecen! Todo esto da razón de la incapacidad de los discípulos para
creer en él a pesar de haber sido testigo de los prodigios de Jesús. Por tanto, la fe que nace
de la angustia y la desesperación lleva a desconocer a Jesús y por eso se duda.
Apliquemos el texto a nuestra realidad: Meditemos el texto a partir de dos aspectos: 1. La
actitud de los discípulos frente a la tempestad. 2. La actitud de Jesús en la tempestad.
1. La actitud de los discípulos frente a la tempestad: Hay varios elementos que nos
sirven para esta breve reflexión: era tarde, estaban en el mar, el viento fuerte los azota, la
barca está a punto de colapsar, ellos se desesperan, le gritan a Jesús, carecen de fe y
desconocen a Jesús. Todos estos elementos describen la dificultad en la que se
encuentran los discípulos, se ven amenazados a muerte. Así puede parecer nuestra vida,
podemos estar con Jesús, podemos leer la palabra de Dios, orar todos los días, venir a
misa, pero cuando llegan los problemas, las dificultades nos olvidamos de que Jesús está
allí con nosotros y perdemos la fe hasta que sale el grito desgarrador: “¿no te importan
nuestros problemas? ¿No te importa mi vida?” Y es cuando Jesús trae la paz, la calma y
nos devela la cobardía y la falta de fe para acudir a él aun en las adversidades, porque
curiosamente a algunos cuando le llegan las dificultades en vez de acercarse a Jesús, se
alejan de él y permiten que los problemas tomen dominio de su vida y cuando ya se
acaban las fuerzas o nos vemos amenazados es cuando gritamos y nos damos cuenta
que Jesús está allí a nuestro lado. Por tanto, para superar cualquier adversidad o
problemas en nuestra vida, necesitamos la fe en Jesús y así obtendremos la paz que
necesitamos para superar cualquier situación difícil en nuestra vida.
2. La actitud de Jesús en la tempestad: Revisemos en Jesús varios aspectos: descansa,
está al frente de la barca (en la popa), también lo azota la tempestad, tiene autoridad para
enfrentar la tempestad y devela la poca fe de los discípulos. Jesús es el ejemplo de cómo
se enfrentan las dificultades en la vida, él lo hace con paz y calma, él tiene la autoridad
(fe) para tener control de la tempestad y por eso su palabra logra someter la adversidad.
Cuando las dificultades llegan es importante no perder la paz del corazón, tener control
de las situaciones por difíciles que éstas parezcan y enfrentar con fe firme las
adversidades para que éstas no tomen el control de nuestras vidas y así puedan ser
superadas. No olvidemos que un Cristiano siempre tiene a Jesús de su lado y es él quien
puede quitar de nuestra vida toda adversidad y todo obstáculo que nos amenaza, pero
para ello será importante nuestra fe firme que nos hace tomar conciencia de que Jesús
está de nuestra parte y él es el único que tiene el control de nuestra vida y por eso nos
trae la paz en medio de la tempestad. Oremos esta semana así: Señor Jesús, tú toma el
control de mi vida.