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Apodos y otras formas en las redes sociales La información indica que “Facebook permitirá el uso de apodos en la red social”. Había comenzado una campaña en pos del uso real de las identidades de quienes hacen uso de su compañía. Hubo quejas en tal sentido y dieron marcha atrás. Por mi parte no me podría permitir dar una opinión y borrar el nombre y la cara. Contrariamente a esto vemos cada vez más, en una comunidad caliente como la nuestra, separada en extremos, violenta en consecuencia, que quienes son los más agresivos en sus comentarios de notas, de otras opiniones son, en una gran parte, anónimos ocultos en sugerentes títulos. No son nombres, de por sí representan una postura extrema, pero escondidos. Esto sirve igualmente para que desde otro lado, el de ese que, en un deambular independiente en su pensamiento y en sus dudas, necesita clarificar en el dialogo que se puede también producir por las redes sociales. Muchas veces lo hace sin saber a quien está leyendo y quizás contestando. Así, generalmente se entra en la trampa de “mercenarios” de la palabra, que esconden la mano de quien les paga para defender con malas artes ciertas cuestiones que pueden resultar indefendibles. Tirar la piedra y esconder la mano no resulta un juego muy productivo para el general de la gente. Con nuestra idea, en consecuencia, pretendemos volver a la esencia, a lo que quiso implementar Facebook y que, en razón de que un sector pidió que se retorne al anonimato, optó por este pedido. Creemos que sería lo más sensato. Escribir, firmar y dar la cara, caso contrario obviar de nuestra lectura a quien, por un motivo u otro no se planta como uno piensa que corresponde hacerlo. Es cierto, hay quienes obran de buena fe, quizás por temor, represalias u otros motivos, pero esto alienta a que nos engañen utilizando un medio cada vez más difundido, la red social. La defensa personal, en nuestro sitio, es rechazar todo pedido de amistad que no venga con claridad. Pero más allá de esto también está el entrecruce que se produce en medios digitales, llenos de opiniones, respuestas alzadas de tono. Nuestro país, al menos el nuestro, hoy más que nunca, amerita el jugarse de todos y cada uno, para ver el rumbo que queremos, la Argentina que necesitamos en el conjunto y para esto hace falta un dialogo fecundo y abierto. El que no esconde, el que clarifica con su propia transparencia. Frontales para ser creíbles, aunque no se comparta la postura. MIGUEL TOSCANO