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VICARÍA ZONA SUR
Pastoral de Espiritualidad
LECTURA ORANTE DE LA PALABRA
EVANGELIO DE LUCAS 7,36 – 50
Domingo 12 de Junio de 2016.
Preparación. Nos disponemos con fe a entrar en diálogo con el Señor que nos habla a través
de Su Palabra. Preparemos el lugar con un crucifijo, la Biblia y un cirio encendido. Hagamos
silencio, tratando de desprendernos de los ruidos externos e internos, preocupaciones o
pensamientos que nos puedan distraer. Pidamos la Sabiduría y Luz del Espíritu Santo.
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO.
Espíritu Santo, Amor que procedes del Padre y del Hijo: ayúdanos a comprender que
necesitamos sentirnos amados y protegidos por Dios, y a entender que servir a quienes
necesitan nuestra cercanía es la única forma que tenemos de demostrar que Te amamos.
Espíritu Santo, Aliento divino que nos das la vida: quema nuestras impurezas
con Tu fuego y haznos imitadores de Tu divina caridad.
Espíritu Santo, Amor del Dios ante quien somos pequeños: enséñanos a
ser humildes, para que podamos vivir en la presencia de nuestro Padre.
Espíritu Santo, Amor del Dios para quien no hay nada imposible: renueva la faz de la
tierra, hazla volver a ser el paraíso que soñaste, donde toda la humanidad pueda encontrar
felicidad y plenitud. Amén.
LECTURA.- ¿Qué dice el texto de Lucas 7,36-50?
Introducción. El texto de Lucas subraya un aspecto muy querido para
este evangelista: la Misericordia de Jesús con los pecadores y, en especial, con las mujeres.
Jesús va a comer a casa de un fariseo, un fiel cumplidor de la Ley. Era un gran banquete. Una
mujer pecadora llega hasta los pies de Jesús con un frasco de alabastro con perfume y le
ofrece lo mejor que tiene: su fe y su amor. Sin pronunciar ni una sola palabra, ella lava, besa y
unge los pies de Jesús: hace todos los gestos de hospitalidad –profundamente femeninos y
maternales– que el fariseo no ofreció a su invitado.
Hospitalidad y comida son valores muy importantes para los judíos. Esta vez son ocasión
para un hermoso episodio de conversión y perdón.
Con el reconocimiento de la fe y el mucho amor que la mujer demuestra, Jesús hace que este
banquete sea signo de la llegada del Reino para el perdón y la salvación de todos y todas, y en
definitiva, signo anticipador del banquete eucarístico.
No existe un evangelio más hermoso que exprese la mirada, las relaciones y el corazón de
Jesús.
Algunas preguntas para releer y comprender el texto:
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¿Quién fue invitado a comer a la casa de un fariseo?
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¿Quién llegó de improviso a la casa del fariseo? ¿Qué llevaba en sus manos? ¿Cuáles
fueron sus gestos y acciones hacia Jesús?
¿Cuál es el pensamiento del fariseo acerca de Jesús? ¿y acerca de la mujer?
¿Qué parábola cuenta Jesús a Simón para que entienda su situación y la de la mujer?
¿Cómo interpreta Jesús las acciones de la mujer, en contraste con las del fariseo?
¿Qué dice Jesús acerca del perdón y el amor?
¿Qué actitudes de esta mujer destaca Jesús?
¿Qué le dice Jesús a la mujer? ¿Con qué pensamientos se quedan los invitados a la
cena?
¿Qué gestos de Misericordia hemos descubierto en Jesús en este texto?
Las mujeres que siguen a Jesús por ciudades y pueblos, ¿cómo apoyan Su predicación
y anuncio del Reino de Dios?
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MEDITACIÓN.- ¿Qué me dice o nos dice el texto de Lucas 7,36-50?
Apliquemos el texto a nuestra propia vida, el Señor quiere decirnos algo a través de él. Estas
preguntas nos pueden ayudar en nuestra meditación.
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¿Me reconozco como una persona gratuitamente amada y perdonada por Dios? ¿Cómo
le expreso mi amor y gratitud?
¿En qué me parezco a la mujer del relato? ¿Cuáles son mis aspectos positivos? ¿Cuáles
son los negativos?
¿Qué me dice el texto sobre mi mirada, juicio o prejuicio hacia las personas?
¿Qué actitud tengo ante las limitaciones, caídas o debilidades de
otros?
¿Soy capaz de ver a los otros y a mí mismo(a), desde el corazón y la
mirada de Jesús? ¿En qué aspectos yo debería crecer?
¿Qué estoy haciendo para ayudar a otros a tomar conciencia de sí
mismos y decidir cambiar?
¿Cómo puedo contribuir a que la Iglesia sea lugar de acogida,
comprensión y misericordia?
ORACIÓN.- ¿Qué le digo al Señor luego del regalo de Su Palabra?
Es el momento de responderle al Señor. Con nuestras propias palabras le expresamos a Jesús
lo que está en nuestro corazón: amor y gratitud, esperanza, arrepentimiento, alabanza,
peticiones, intercesión por otros, compromiso, entrega.
 Gracias, Señor, por acercarte a nosotros pecadores y darnos Tu Perdón…
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Gracias, Señor, por acoger nuestras muestras de amor y gratitud…
Perdón, Señor, por mis prejuicios y falta de caridad hacia mis hermanos…
Perdón, Señor Jesús, por tantas veces que no te acogí ni escuché Tus enseñanzas…
Te alabo y te bendigo, Señor, Tú eres nuestra esperanza y nuestra salvación…
Te pido, Señor, Tu Misericordia para nuestros hermanos enfermos, pobres y
excluidos…
Te pido, Señor, la Gracia de escucharte y aprender de Ti…
Te ofrezco, Señor, todo lo que tengo y lo que soy, mi vida, mi fe y mi amor por Ti…
Gracias, Señor Jesús, por quedarte con nosotros en el Banquete de la Eucaristía…
CONTEMPLACIÓN. Dejo que el Señor me ame y me transforme
Sabemos que Dios es rico en Misericordia y Perdón, como queda claramente revelado en el
texto que hemos leído, meditado y orado. En silencio, dejemos que el Señor actúe en
nosotros, que sane y transforme nuestro corazón.
Contemplemos –con renovado asombro y gratitud– la infinita Misericordia de Dios expresada
en una de las fórmulas para la Absolución de los pecados en el Sacramento de la
Reconciliación:
“Dios, Padre Misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte
y la resurrección de Su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados,
te conceda –por el ministerio de la Iglesia– el perdón y la paz.
Y yo te absuelvo de tus pecados en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.”
ACCIÓN. Y ahora ¿Cómo haré vida esta Palabra?
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¿Hay alguien a quién debería acercarme esta semana y pedirle perdón?
¿Cuándo –en estos días– realizaré un examen de conciencia para detectar mis pecados más
habituales y recibir el sacramento de la Reconciliación?
¿Qué haré para crecer en actitudes de acogida, escucha y comprensión de mis hermanos?
¿Qué obras de misericordias corporales o espirituales me comprometo a poner en práctica
esta semana?
ORAMOS ESTE CANTO.
Nada te turbe, nada te espante, quien a Dios tiene, nada
le falta. Nada te turbe, nada te espante. ¡Sólo Dios basta!
Todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza.
¡En Cristo, mi confianza, y de Él sólo mi asimiento!
¡En Sus cansancios, mi aliento, y en Su imitación, mi holganza!
Aquí estriba mi firmeza, aquí mi seguridad,
la prueba de mi verdad, la muestra de mi firmeza.