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INTRODUCCIÓN El año de la misericordia que hemos iniciado, nos lleva a hacer un examen de conciencia personal y comunitario sobre cómo estamos viviendo nuestro cristianismo, si Cristo es el rostro misericordioso del Padre y nosotros somos cristianos, es decir “otros “Cristos”, estamos llamados a mostrar un rostro misericordioso. El evangelio nos presenta a Jesús como el que cura, el que se compadece, el que mira con amor e incluso quiere morir para que nosotros vivamos. Esto lo muestra con sus milagros y en su predicación. Parábolas como la del Padre misericordioso, la oveja perdida, la dracma perdida, el buen samaritano son expresiones de la preocupación y la acción de Cristo por nosotros. Bien lo decía alguien, que “la religión cristiana no es una religión de hombres, sino que es la religión de Dios”, pues, si la sociología dice que la religión es el hombre que busca a Dios; el evangelio nos muestra que la fe cristiana es otra cosa: Dios que busca al hombre porque lo ama, porque lo guarda como a la niña de sus ojos, porque no puede olvidarse de él, porque, aunque una madre se olvidara del hijo de sus entrañas, Dios no nos olvida. Entonces nos hemos propuesto reflexionar a la luz de la palabra de Dios para que la cuaresma sea un tiempo de conversión auténtica, que nos lleve a ser cristianos misericordiosos individual y comunitariamente. Nuestra Iglesia debe mostrar ese rostro del amor de Dios, dejemos que la luz del Espíritu Santo nos ilumine para que podamos ver con claridad nuestra modo de proceder para cambiar y hacernos más misericordiosos. No debemos dejar en un segundo plano el sacramento de la reconciliación, lugar en el que experimentamos el abrazo y los besos del Padre. Todos los días sale a buscarnos, no se resigna a perdernos y tiene la esperanza de que volvamos arrepentidos a incorporarnos a su familia, nuestra familia. Así, al experimentar el arrepentimiento y su abrazo, podemos experimentar la verdadera alegría del perdón y podemos ser verdaderamente misericordiosos como el Padre. Feliz cuaresma, felices pascuas, feliz año de la misericordia! Pbro. Juan Gerardo Hernánez Briones Asesor Diocesano Pastoral Misionera Tema 1 “El amor de Dios, mi Padre" Objetivo Conocer o recordar que Dios nos ama de forma personal e incondicional, es nuestro Padre lleno de misericordia y bondad. Oración Padre Bueno, que nos permites vivir una cuaresma más, como un tiempo oportuno para reconocer tu amor y misericordia, ayúdanos a descubrir nuestra necesidad de ti, en medio de las sombras del pecado y la mentira; retornado desde la vivencia de la fe a "la casa paterna", brotando en nosotros la alegría de la conversión y reconciliación contigo, con nuestros hermanos y con nosotros mismos. Amén. Canto Nadie te ama como yo, Martín Valverde. Hecho de vida El Regalo más grande del mundo “El día que mi hija María José nació, casi me volvía loco.” Este relato era contado a menudo por Enrique, el padre de María José. Una tarde estaba mi familia y la de Enrique haciendo un picnic a la orilla de una laguna cerca de casa y la niña entabló una conversación con su papá, un diálogo que todos escuchamos… -Papi, cuando cumpla quince años… ¿Cuál será mi regalo? -Pero mi amor si apenas tienes diez añitos… ¿No te parece que falta mucho para esa fecha?. -Bueno papi, tú siempre dices que el tiempo pasa volando, aunque yo nunca lo he visto por aquí. La conversación se extendía y todos participamos de ella. Al caer el sol regresamos a nuestras casas. Tiempo después, una mañana me encontré con Enrique enfrente del colegio donde estudiaba su hija quien ya tenía catorce años. El hombre se veía muy contento y la sonrisa no se apartaba de su rostro. Con gran orgullo me mostró el registro de calificaciones de María José, eran notas impresionantes. María José ocupaba todo el espacio en casa, en la mente y en el corazón de su familia, especialmente en el corazón de su padre. Todo ocurrió un domingo, muy temprano, cuando nos dirigíamos a misa… En ese momento María José tropezó con algo, o eso creímos todos, y ella dio un traspié. Sin embargo, en ese momento no cayó pues su padre la tomó de inmediato, evitando que se lastimara. De cualquier forma, ya instalados en el auto, vimos como María José se tumbó lentamente sobre el banco y casi perdió el conocimiento. Inmediatamente, buscando un taxi, la llevamos al hospital. Allí permaneció por diez días y fue entonces cuando le informaron que su hija padecía de una grave enfermedad que afectaba seriamente su corazón, pero no era algo definitivo, que debían practicársele otras pruebas para llegar a un diagnóstico firme. Los días iban transcurriendo, Enrique renunció a su trabajo para dedicarse al cuidado de María José, su madre quería hacerlo pero decidieron que ella trabajaría, pues sus ingresos eran superiores a los de él. Una mañana Enrique se encontraba al lado de su hija cuando ella le preguntó: – ¿Voy a morir, no es cierto? Te lo dijeron los médicos. – No mi amor, no vas a morir, Dios que es tan grande, no permitiría que pierda lo que más he amado en el mundo- respondió el padre. – ¿Van a algún lugar? ¿Pueden ver desde lo alto a las personas queridas? ¿Sabes si pueden volver? – Bueno hija, respondió, en verdad nadie ha regresado de allá a contar algo sobre eso, pero si yo muriera, no te dejaría sola. Estando en el mas allá buscaría la manera de comunicarme contigo, en última instancia utilizaría el viento para venir a verte. – ¿Al viento?- replicó María José. – ¿Y cómo lo harías? – No tengo la menor idea hija, solo sé que si algún día muero, sentirás que estoy contigo cuando un suave viento roce tu cara y una brisa fresca bese tus mejillas. Ese mismo día por la tarde, llamaron a Enrique, el asunto era grave, su hija estaba muriendo, necesitaban un corazón pues el de ella no resistiría sino unos quince o veinte días más. ¡Un corazón! ¿Dónde hallaría un corazón? ¡Un corazón! ¿Dónde? ¿¿DONDE?? Ese mismo mes, María José cumpliría sus quince años. Fue el viernes por la tarde cuando consiguieron un donante, las cosas iban a cambiar. El domingo por la tarde, ya María José estuvo operada y todo salió como los médicos lo habían planeado. ¡Éxito total!. Sin embargo, Enrique no había vuelto por el hospital y María José lo comenzó a extrañar. Su mamá tuvo que explicarle que ya que todo estaba bien, a partir de ese momento su papá era quien trabajaría para sostener la familia. María José permaneció en el hospital por quince días más, los médicos no habían querido dejarla ir hasta que su corazón estuviera firme y fuerte y así lo hicieron. Al llegar a casa todos se sentaron en un enorme sofá y su mamá con los ojos llenos de lágrimas le entregó una carta de su padre. María José, mi gran amor: “Al momento de leer mi carta, debes tener quince años y un corazón fuerte latiendo en tu pecho, esa fue la promesa de los médicos que te operaron. No puedes imaginarte ni remotamente cuanto lamento no poder estar a tu lado en este instante. Cuando supe que ibas a morir sentí que yo también moriría contigo, y me preguntaba ¿qué podía hacer?… después de tanto pensar y sentir mil cosas dentro de mí, decidí finalmente que la mejor manera de hacer algo por ti era darle respuesta a una pregunta que me hiciste cuando tenías diez años y a la cual no respondí. Decidí hacerte el regalo más hermoso que nadie jamás ha hecho. Te regalo mi vida entera, sin condición alguna para que hagas con ella lo que creas que es mejor, sintiendo muchas cosas bellas y sabiendo que en el mundo lo más importante es que quieras vivir, ¡Vive hija! Porque te amo! También quiero que sepas que hoy, mañana y siempre estaré a tu lado, siempre. Te Amo y siempre Te Amaré, porque eres lo más grande y hermoso que Dios me ha dado… siempre estaré contigo, siempre TE AMARÉ…” María José lloró todo el día y toda la noche. Al día siguiente, fue al cementerio y se sentó sobre la tumba de su papá, lloró como nadie lo ha hecho y susurró: -Papi ahora puedo comprender cuanto me amabas, yo también te amo aunque nunca te lo dije. Por eso también comprendo la importancia de decir “TE AMO”. Y te pido perdón por haber guardado silencio… en ese instante las copas de los árboles se movieron suavemente y cayeron algunas flores. Sintió María José que un suave viento rozó su cara y una brisa fresca besó sus mejillas. Alzó la mirada al cielo sintiendo una paz inmensa y dio gracias a Dios por eso. Se levantó y caminó a casa con la alegría de saber que lleva en su corazón “el amor más grande del mundo, el amor de su Padre”. Nota: El temista puede hacer una síntesis del hecho de vida. Aplicación: ¿Cuanto amor encontramos en este hecho de vida? Sin duda nos causa ternura y quizás nostalgia acordándonos del amor de nuestros propios padres, más sin embrago descubrimos que este amor es limitado, incompleto. ¿Cómo nos ama Dios? Como Padre, y su amor es personal e incondicional, aun en medio de la enfermedad de nuestra alma, que lo ignora o rechaza su amor y su Palabra, por abandonarse en el pecado, en las sombras y vanidades del mundo. Iluminación Dios nos ama, quizás ya lo sabemos, ojalá que al escucharlo hoy, nos haga vivirlo de forma nueva y más profunda. Dios nos dice a cada uno: «Antes que te formaras en el seno de tu madre, yo te conocía» (Jr 1,5). Fuimos concebidos en el corazón de Dios, y por eso «cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario» (Papa Francisco documento Laudato Si, n. 65). La Sagrada Escritura nos revela el amor de Dios y de manera especial, Jesús nos lo da a conocer en los Evangelios. Texto Bíblico principal: San Lucas 15, 11-32 Texto adicional San Lucas 15,1-7 Este texto es el drama de hoy entre Dios y nosotros sus hijos Él ama sin medida y da su herencia Muchas veces estando en "casa del Padre", preferimos otras cosas (hijo menor) o nos acostumbramos a tenerlo a nuestro lado (hijo mayor). En este primer tema queremos fijar nuestra reflexión en el amor del Padre: El Padre toma la iniciativa y va al encuentro del hijo, corriendo, lo abraza, lo besa, lo reviste y lo incorpora al lugar que merece dentro de casa. El Padre no sólo recibe a su hijo, hace una fiesta; prevalece la misericordia sobre la justicia. Le ofrece "el gran banquete" porque estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y se ha recobrado. A la Luz del MAGISTERIO DE LA IGLESIA El Papa Francisco nos ha llamado a vivir un Año Santo de la misericordia, un jubileo en que celebramos el amor y la misericordia de Dios, que es inagotable y que hoy necesitamos recibir, confirmar y afirmar en nuestras vidas, en nuestras familias y sociedad. Bajo este acontecimiento eclesial y en la bondad del tiempo de la Cuaresma el Papa Francisco nos recuerda algunas de las características del amor de Dios, desde la Sagrada Escritura (catequesis del Papa Francisco del 13 enero 2016), que es presentado como "Dios misericordioso" en el libro del Éxodo 34,6: Cinco Características del amor de Dios 1.- Misericordioso: esta palabra evoca una actitud de ternura como la de una madre con su hijo. De hecho, el término hebreo usado en la Biblia hace pensar a las vísceras o también en el vientre materno. Por eso, la imagen que sugiere es aquella de un Dios que se conmueve y se enternece por nosotros como una madre cuando toma en brazos a su niño, deseosa sólo de amar, proteger, ayudar, lista a donar todo, incluso a sí misma. 2.- Bondadoso: tiene compasión y, en su grandeza, se inclina sobre quien es débil y pobre, siempre listo para acoger, comprender, perdonar. Es como el padre de la parábola del hijo prodigo: un padre que no se cierra en el resentimiento por el abandono del hijo menor, sino al contrario continúa a esperarlo, lo ha generado, y después corre a su encuentro y lo abraza, no lo deja ni siquiera terminar su confesión, como si le cubriera la boca, qué grande es el amor y la alegría por haberlo reencontrado; y después va también a llamar al hijo mayor, que está indignado y no quiere hacer fiesta, el hijo que ha permanecido siempre en la casa, pero viviendo como un siervo más que como un hijo, y también sobre él el padre se inclina, lo invita a entrar, busca abrir su corazón al amor, para que ninguno quede excluso de la fiesta de la misericordia. 3.- Paciente: Dios es “lento para enojarse”. Dios sabe esperar, con los brazos abiertos, sabe que somos suyos; Es como un sabio agricultor que sabe esperar, da tiempo a la buena semilla para que crezca, a pesar de la cizaña (cfr. Mt 13,24-30). 4.- Grande: El amor de Dios no tiene límite. Incluso nos lo dice el evangelio de San Juan 3, 16. Es el amor que da el primer paso, que no depende de los méritos humanos. Es la solicitud divina, en su misericordia que nada la puede detener, ni siquiera el pecado, porque sabe ir más allá del pecado, vencer el mal y perdonarlo. 5.- Fiel: La fidelidad de Dios nunca falla, porque el Señor es el Custodio que, como dice el Salmo 23,6, “La bondad y el amor de Dios nos acompañas todos los días de mi vida”. Termina el Papa Francisco diciendo: experimentemos la alegría de ser amados por este “Dios misericordioso y bondadoso, lento para enojarse y grande en el amor y en la fidelidad”. Conclusión El amor de Dios nos lo han revelado, pero lo mejor es experimentarlo, vivirlo pues sólo el AMOR, nos restituye nuestra dignidad y la alegría de vivir en medio de las circunstancias personales que estemos pasando. Dios nos ama y nos invita como el hijo prodigo a revestirnos de su misericordia y a ser parte de la fiesta de los hijos de Dios, hacer quémenos al sacramento de Eucaristía y Reconciliación. Dinámica EL ESPEJO Material • Una caja • Un espejo que quepa dentro de ella • Papel lustrina para forrar la caja Indicaciones 1.- Forrar previamente la caja, y la tapa de la caja aparte a manera que se pueda tapar y destapar. 2.- Poner el espejo dentro de la caja 3.- Decir a las personas que la misericordia de Dios es para las personas cuyo rostro está en la caja. 4.- Pedir a varios o a todos, si son pocos que pasen de uno en uno y se asomen a la caja y vean quien es el que recibe la misericordia de Dios. 5.- Al asomarse la gente claro que se verá así mismo. Preguntarles qué sintieron al descubrir que eran ellos mismos. 6.- Terminar diciendo que la misericordia de Dios es para todos, etc. Compromiso Tener un gesto de gratitud por el amor que Dios nos tiene. Oración final Conscientes del amor personal e incondicional de nuestro Dios que nos abraza una y otra vez en nuestras debilidades aclamemos la grandeza de su misericordia diciendo: porque eterna es tu misericordia. (Aclamaciones a dos coros) Coro 1 - Señor tú me amas, - Señor tú me has dado vida, - Señor tú me regalas el don de la fe, - Señor tú me das una familia, - Señor, tu eres mi Padre, - Padre, tú eres paciente conmigo, - Padre, tu bondad y ternura son infinitas, - Padre, tú me recibes como hijo prodigo, - Padre, tú me abrazas y lavas mis miserias, - Padre, tú me revistes con la gracia, - Padre, tú me invitas a la mesa, - Padre, tú no te cansas de esperarme, - Padre, tú me llamas a la conversión - Padre, tú me amas siempre Coro 2 porque eterna es tu misericordia porque eterna es tu misericordia porque eterna es tu misericordia porque eterna es tu misericordia porque eterna es tu misericordia porque eterna es tu misericordia porque eterna es tu misericordia porque eterna es tu misericordia porque eterna es tu misericordia porque eterna es tu misericordia porque eterna es tu misericordia porque eterna es tu misericordia porque eterna es tu misericordia porque eterna es tu misericordia Todos: Gracias Padre, por tu amor sin reservas, gracias por tu fidelidad y grandeza, por tu paciencia y tu misericordia; hoy te pedimos que nos ayudes, para regresar a ti con un corazón arrepentido y que esta cuaresma sea para nosotros una oportunidad, para reconocer la gran necesidad que tenemos de conversión y que como hijos pródigos nos levantemos y corramos a tu encuentro, deseosos de tu abrazo lleno de misericordia y perdón. Amén. Tema 2 “Pasó haciendo el Bien” Objetivo Valorar la función de Jesús en nuestra vida y aprender de Él tratando de imitar su conducta de Amor, Perdón y Misericordia para fortalecer o restablecer nuestra vida y nuestro corazón. Oración Señor hoy vengo ante ti con mis miserias para que hagas de mi una nueva creatura, para que pongas en mi un nuevo corazón, soy barro en tus manos, moldéame hazme una nueva persona. Permíteme ser luz para otros, ilumina mi camino, y condúceme hacia ti. Te amo y quiero amar a mis hermanos. Canto Oh buen Jesús Hecho de Vida El Evangelio nos invita siempre a la conversión, al cambio de vida. Todos pecamos “Si decimos: nosotros no tenemos pecado nos engañamos” 1 Jn. 1, 8. REFLEXIÓN 1 ¿Presumir? Juan, le dice a Pedro. --- Lo que soñé anoche me tiene muy preocupado. --- ¿Y qué fue lo que soñaste?--- le dice Pedro --- Me encontraba en la entrada de una enorme ciudad, había frente a mí dos avenidas, y un letrero que decía “Los que creen en Dios a la derecha, y los que no crean en Dios, para la izquierda”. Claro que yo entré a la derecha. --- ¡Muy bien!--- le contesta su amigo. Juan sigue contando y dice: --- Mas adelante el camino nuevamente se dividía, y un letrero decía: “A la derecha los que tengan mucha fe; a la izquierda los que tengan poca fe”. Lógicamente me encaminé a la derecha. --- ¡Muy bien!-- dice Pedro -- Y luego ¿qué pasó? --- Pues de pronto otra división en el camino y otro letrero: “A la derecha, quiénes ayudaron mucho a los necesitados, a la izquierda los que ayudaron poco o nada”, yo decididamente me fui a la derecha. --- ¡Muy bien! – dice Pedro – Y ¿luego? --- Pues una división más en el camino y otro letrero que decía “A la derecha los de corazón limpio; a la izquierda los de corazón sucio”. Yo desgraciadamente me fui a la derecha. Pedro lo interrumpe y dice: --- ¿Por qué dices “desgraciadamente”? … Juan contesta: --- Porque me encontré en las puertas del infierno. Así nosotros cuántas veces creemos que no tenemos pecados y nos consideramos buenas personas y no es así, porque todos somos humanos y cometemos errores. El único pecado que no puede ser perdonado, es el que no reconocemos. Es necesario confesar que somos pecadores y no tan buenos como muchas veces tratamos de aparentar. RELEXIÓN 2 Jesús no sólo habló del amor del Padre que siempre está dispuesto a perdonar, sino que Él mismo perdonó a muchos pecadores y dejó a los apóstoles y a sus sucesores, obispos y sacerdotes, el poder de perdonar los pecados “Les dijo: “Reciban el Espíritu Santo, a quiénes ustedes perdonen los pecados, les queden perdonados…” Jn. 20,22-23. Un sueño Un criminal soñó una noche que estaba en una gran oscuridad, y que un precipicio se abría a sus pies. Sentía que su vida había llegado al fin. Más allá del precipicio veía una gran luz y a gente que estaba en un lugar cálido y alegre. --- ¡Pobre de mí! – pensó, para llegar allí debo construir un puente de muchos kilómetros, ¿cómo lo puedo construir? ¡Moriré aquí sin llegar a ese lugar! En ese momento, escuchó que una voz le decía: --- Si lo quieres de verás, yo construiré ese puente. --- ¿Quién eres? --- preguntó esperanzado. --- Soy el sacramento de la confesión. Una vez que Dios nos ha mostrado su rostro y nos permite distinguirlo entre lo malo que hay en el mundo y las tentaciones muy atractivas que pueden confundirnos, ahora hay que caminar hacia Él. A este caminar lo llamamos conversión y penitencia. Iluminación Texto Bíblico principal: Hechos, 10, 38 «Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, Jesús de Nazaret pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él». 1.- Jesús es el Rostro misericordioso del Padre. La misericordia deja de ser solo un concepto, se ha encarnado en Jesús. La misericordia ahora es palpable, es obra de salvación para los todos así nos lo revela los Evangelios. Nos dice el documento del Rostro de la Misericordia del Papa Francisco (cfr. MV n. 8): El amor de Dios se ha hecho ahora visible y tangible en toda la vida de Jesús. Su persona no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona gratuitamente. Sus relaciones con las personas que se le acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes llevan consigo el distintivo de la misericordia. En Él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión. Jesús, ante la multitud de personas que lo seguían, viendo que estaban cansadas y extenuadas, pérdidas y sin guía, sintió desde lo profundo del corazón una intensa compasión por ellas (cfr Mt 9,36). A causa de este amor compasivo curó los enfermos que le presentaban (cfr Mt 14,14) y con pocos panes y peces calmó el hambre de grandes muchedumbres (cfr Mt 15,37). Lo que movía a Jesús en todas las circunstancias no era sino la misericordia, con la cual leía el corazón de los interlocutores y respondía a sus necesidades más reales. Cuando encontró la viuda de Naím, que llevaba su único hijo al sepulcro, sintió gran compasión por el inmenso dolor de la madre en lágrimas, y le devolvió a su hijo resucitándolo de la muerte (cfr Lc 7,15). Después de haber liberado el endemoniado de Gerasa, le confía esta misión: « Anuncia todo lo que el Señor te ha hecho y la misericordia que ha obrado contigo » (Mc 5,19). También la vocación de Mateo se coloca en el horizonte de la misericordia. Pasando delante del banco de los impuestos, los ojos de Jesús se posan sobre los de Mateo. Era una mirada cargada de misericordia que perdonaba los pecados de aquel hombre y, venciendo la resistencia de los otros discípulos, lo escoge a él, el pecador y publicano, para que sea uno de los Doce. Jesús pasó haciendo el bien a todos, sirviendo, enseñando, sanando, liberando, etc. En las parábolas de la misericordia de San Lucas descubrimos como Jesús tiene misericordia (Lc 15, 4-7): Siente compasión de las gentes, porque están cansadas y abatidas, como ovejas sin pastor (cf. Mt 9, 35-36). Busca las dispersas y las descarriadas (cf. Mt 18, 12-14) y hace fiesta al encontrarlas, las recoge y defiende, las conoce y llama una a una (cf. Jn 10, 3). En esta cuaresma debemos abrir nuestro corazón a Jesús y permitir que "pase" y se quede con nosotros, en nosotros, y sane y cure nuestras heridas y enfermedades. Podemos pedirle hoy a Jesús que perdone nuestros pecados, que nos levante de donde hemos caído y nos ilumine siempre en el bien y la verdad. ¿Que necesitas que Jesús hoy haga por ti?, ¿De qué manera necesitas que Jesús actué en tu vida y en tu familia? Sí Jesús sana y libera, da la vista a los ciegos y levanta al paralitico, ¿qué necesitamos nosotros para lograr nuestra curación? Primero que todo saber qué me pasa, qué me duele, qué molestia siento, que enfermedad sufro en este momento. Podemos padecer el cáncer de la inmoralidad, de la indiferencia o la pulmonía del enfado, la impaciencia que nos hace reñir, discutir en todo momento, etc. Una vez localizado nuestro mal lo siguiente es acudir al doctor, a la Iglesia, al sacerdote, a la oración, a la Eucaristía, al sacramento de la reconciliación. Sólo necesitamos arrepentimiento sincero y apertura de corazón, docilidad de espíritu para llamarle a nuestra enfermedad o pecado por su nombre, ser honestos y elevar nuestra voz y decirle al Señor que necesitamos de su amor, de su misericordia, de su poder y gracia. 2.- "Sean misericordias como el Padre es misericordioso". Este mandato lo ha dejado Jesús a sus discípulos y hoy de manera especial nos lo recuerda el Papa Francisco en este Año de la misericordia. Como bautizados, como hijos de Dios, como laicos en la Iglesia debemos "hacer el bien", debemos desgastar nuestra vida en el anuncio del Evangelio, no solo con palabras sino con nuestras obras, viviendo en la bondad, en el amor, en el perdón, en la verdad, en la justicia y en la paz. Nos toca a nosotros: (ser misericordiosos, perdonar) Amar: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. (Mc. 12, 31); incluso a los enemigos (Mt. 5,46) Perdonar: “hasta setenta veces siete” (Mt 18,22) Si pedimos compasión y misericordia a Dios, también nosotros la debemos practicar: “¿No debías tener también tu compasión de tu compañero como yo me compadecí de ti?” (Mt 18,33) Servir, dar, consolar, etc. (lo veremos mañana en el tercer tema) Así, la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el criterio para saber quiénes son realmente sus hijos; estamos llamados a vivir de Misericordia porque a nosotros, en primer lugar se nos ha aplicado Misericordia. ¡Como es difícil muchas veces perdonar! Y, sin embargo, el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón. Dejar caer o quitar de nuestros corazones el rencor, la rabia, la violencia, y la venganza son condiciones necesarias para vivir felices, para tener paz y buscar el bien en todo momento y lugar. La Iglesia vive una vida auténtica, cuando profesa y proclama la misericordia—el atributo más estupendo del Creador y del Redentor—y cuando acerca a los hombres a las fuentes de la misericordia del Salvador, de las que es depositaria y dispensadora. En este ámbito tiene un gran significado la meditación constante de la palabra de Dios, y sobre todo la participación consciente y madura en la Eucaristía y en el sacramento de la penitencia o reconciliación. La Eucaristía nos acerca siempre a aquel amor que es más fuerte que la muerte: en efecto, « cada vez que comemos de este pan o bebemos de este cáliz », no sólo anunciamos la muerte del Redentor, sino que además proclamamos su resurrección, mientras esperamos su venida en la gloria. El mismo rito eucarístico, celebrado en memoria de quien en su misión mesiánica nos ha revelado al Padre, por medio de la palabra y de la cruz, atestigua el amor inagotable, en virtud del cual desea siempre El unirse e identificarse con nosotros, saliendo al encuentro de todos los corazones humanos. Es el sacramento de la penitencia o reconciliación el que allana el camino a cada uno, incluso cuando se siente bajo el peso de grandes culpas. En este sacramento cada hombre puede experimentar de manera singular la misericordia, es decir, el amor que es más fuerte que el pecado. Se ha hablado ya de ello en la encíclica Redemptor Hominis. Conclusión Pidamos, pero no como quien cree merecerlo todo. Pidamos conscientes de que Dios nos ama, nos busca y nos espera con nuestras debilidades y cargas. Y así como le pedimos, sepamos ofrecerle el homenaje de nuestra fe y nuestra confianza total, amando y haciendo el bien a los que nos rodean, siendo ahora nosotros misericordiosos como el padre. Dinámica Material: • Una canasta • Algunas piedras • Cordón o listón recortado en pedazos de 50 cm. Indicaciones: Con los cordones o listones nos atamos unos a otros las manos y tomamos una piedra. Esto estará representando que todos de alguna manera somos acusados (como la mujer pecadora) y todos somos acusadores (como los fariseos). Una persona lee lentamente Jn. 8, 1-11. Después el que dirige dice “¿Dónde está?, ¿Ninguno te ha condenado?”, todos responden “Ninguno Señor” el dirigente continúa: “Tampoco yo te condeno. Vete y en adelante no vuelvas a pecar”. Entonces todos se desatan unos a otros, amontonan las piedras y los lacitos. Terminamos con la oración final y el canto “Gracias quiero darte” Compromiso Amar hasta el extremo de perdonar y sentirme perdonado. Acercarme al sacramento de la Reconciliación y Eucaristía. Oración Final ―Quédate con nosotros (Doc. de Aparecida) Quédate con nosotros, Señor, acompáñanos aunque no siempre hayamos sabido reconocerte. Quédate con nosotros, porque en torno a nosotros se van haciendo más densas las sombras, y tú eres la Luz; en nuestros corazones se insinúa la desesperanza, y tú los haces arder con tu amor y misericordia. Estamos cansados del camino, pero tú nos confortas en la fracción del pan para anunciar a nuestros hermanos que en verdad tú has resucitado y que nos has dado la misión de ser testigos de tu resurrección. Quédate en nuestras familias, ilumínalas en sus dudas, sostenlas en sus dificultades, consuélalas en sus sufrimientos y en la fatiga de cada día, cuando en torno a ellas se acumulan sombras que amenazan su unidad y su naturaleza. Tú que eres la Vida, quédate en nuestros hogares, para que sigan siendo nidos donde nazca la vida humana abundante y generosamente, donde se acoja, se ame, se respete la vida desde su concepción hasta su término natural. Quédate, Señor, con aquéllos que en nuestras sociedades son más vulnerables; quédate con los pobres y humildes, con migrantes y marginados. Quédate, Señor, con nuestros niños y con nuestros jóvenes, que son la esperanza y la riqueza de nuestra sociedad y nuestra Iglesia, protégelos de tantas insidias que atentan contra su inocencia y contra sus legítimas esperanzas. ¡Oh buen Pastor, quédate con nuestros ancianos y con nuestros enfermos. ¡Fortalece a todos en su fe para que seamos tus discípulos misioneros! Amén. Tema 4 Obras de Misericordia. La esperanza del cielo. Objetivo Recordar que una fe sin obras queda infecunda y las obras de misericordia son distintas oportunidades para hacer el bien a los más necesitados. Oración Señor Jesús, tu que eres el rostro de la misericordia del Padre, permítenos ser misericordioso como Tú lo eres y podamos descubrir en los acontecimientos de la vida cotidiana, las necesidades de nuestros hermanos y con un corazón generoso respondamos ante ellas. Amén Canto Hazme un instrumento de tu paz, Si yo no tengo amor, Con nosotros está. Hecho de Vida El que hace una obra de misericordia Dios lo recompensará en Prov. 19,17 dice: “El que tiene compasión del pobre le presta a Dios: Él sabrá pagar su deuda”. Hagamos lo que podamos ahí donde estemos. REFLEXIÓN Un ángel se apareció a una familia rica y le dijo a la dueña de la casa: “Te traigo una buena noticia, esta noche el Señor Jesús vendrá a visitarte en tu casa”. La mujer quedó muy entusiasmada por este milagro y se dispuso a preparar una excelente cena para recibir a Jesús. De repente sonó el timbre, era una mujer embarazada, mal vestida, que le dijo: “Señora ¿no tendrá trabajo?, pues tengo mucha necesidad”, “Vuelva otro día” le contestó la mujer, “pues estoy muy ocupada con la cena para una importante visita”. Poco después, un hombre sucio de grasa tocó a la puerta y dijo: “Señora, mi camión se descompuso aquí en la esquina. ¿Por casualidad no tendrá una caja de herramienta que me pueda prestar?” Ella ocupada en limpiar los vasos de cristal se molestó y dijo: “¿Usted cree que mi casa es un taller mecánico? Retírese y no ensucie mi entrada con esos pies sucios.” Y siguió con los preparativos para la cena. Más tarde volvieron a tocar la puerta, emocionada fue a abrir pensando que Jesús había llegado, pero no era Jesús, era un niño harapiento de la calle “Señora, ¿me puede regalar un plato de comida?” dijo el niño, la señora molesta dice: “¿Pero cómo te voy a dar comida si todavía no hemos cenado? ¡Vuelve mañana!”. La cena estaba lista y toda la familia emocionada esperaba la gran visita, pero pasaron las horas y Jesús no aparecía. Cansados de esperar empezaron a comer los coctelitos, tiempos después el sueño hizo olvidar la gran cena… A la mañana siguiente al despertar, la señora se encontró frente al ángel y le grita: “¡Cómo es que me mentiste, preparé todo con esmero y Jesús nunca apareció!” el ángel contestó: “No mentí, sólo que usted no tuvo ojos para ver a Jesús en cada persona necesitada. Cuántas veces se abra cruzado Jesús en nuestros camino en las personas necesitadas, y nosotros no lo hemos conocido, porque estamos absortos en nuestro mundo. Iluminación El Papa Francisco nos ha anunciado una buena noticia: el Año de la Misericordia y nos dice en su Bula Misericordie Vultus: es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina. La predicación de Jesús nos presenta estas obras de misericordia para que podamos darnos cuenta si vivimos o no como discípulos suyos. Redescubramos las obras de misericordia corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y no olvidemos las obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y por los difuntos. (MV15) Estas obras de misericordia no deben quedar entendidas como una simple actitud de compasión, más bien se identifican con la sobreabundancia de caridad y justicia como lo señala Pablo en su canto a esta virtud: la caridad es sufrida, bienhechora; la caridad no tiene envidia, no obra precipitadamente, no se ensoberbece, no es ambiciosa, no busca sus intereses, no se irrita, no piensa mal, no se huelga de la injusticia, se complace en la verdad; a todo se acomoda, cree en todo, todo lo espera y lo soporta todo. 1 Cor 13,4-7. Las obras de misericordia corporales, en su mayoría salen de una lista hecha por el Señor en su descripción del Juicio Final: 'Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me disteis de comer, sediento y me disteis de beber, era forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, encarcelado y fuisteis a verme'. Los justos le contestarán entonces: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos ver?'. Y el rey les dirá: 'Os aseguro que, cuando lo hicisteis con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicisteis (Mt 25, 31-46). La lista de las obras de misericordia espirituales la ha tomado la Iglesia de otros textos que están a lo largo de la Biblia y de actitudes y enseñanzas del mismo Cristo: el perdón, la corrección fraterna, el consuelo, soportar el sufrimiento, etc. Para poder realizar las obras de misericordia, primero tenemos que amar a Dios. El amor al prójimo es el fruto de nuestro amor a Dios. Si pretendemos primero amar a los demás sin antes amar a Dios, estaremos siendo altruistas, filántropos o benefactores; esto no está mal, pero como cristianos debemos amar al prójimo desde Dios. Al amar al prójimo desde Dios , hay un flujo de gracia invisible, que viene de Dios y que va más allá de la misma que se está dando. ¿Por qué hemos practicar las obras de misericordia? 1. Porque comunica gracias a quien las ejerce al cumplir la voluntad de Dios. “Dad y se os dará” (Lc.6,38). 2. Porque es una forma de ir borrando la pena que queda en el alma por los pecados ya perdonados. “Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos alcanzarán misericordia” (Mt. 5,7). 3. Porque nos ayudan a alcanzar el camino al Cielo, haciéndonos más parecidos a Jesús al imitar sus actitudes para con los demás, cambiando los bienes temporales por los eternos. “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde los ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón" (Mt.6,19-34). Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales (CIC 2447. cf Is 58, 6-7: Hb 13, 3). Hay catorce obras de misericordia: siete corporales y siete espirituales. 6) Sufrir con paciencia los defectos del Obras de misericordia prójimo CORPORALES: 1) Visitar a los enfermos 7) Rezar a Dios por los vivos y por los 2) Dar de comer al hambriento difuntos. 3) Dar de beber al sediento 4) Dar posada al peregrino 5) Vestir al desnudo 6) Visitar a los presos 7) Enterrar a los difuntos Obras de misericordia ESPIRITUALES: 1) Enseñar al que no sabe 2) Dar buen consejo al que lo necesita 3) Corregir al que se equivoca 4) Perdonar al que nos ofende 5) Consolar al triste El temista puede explicar solo algunas de las obras, según el tiempo se lo permita OBRAS CORPORALES. 1. Dar de comer al hambriento. Y 2. Dar de beber al sediento: estas dos se complementan y se refieren a la ayuda que debemos procurar a los más necesitados en alimento y otros bienes. «El que tenga dos túnicas que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer que haga lo mismo» (Lc 3, 11). Otros ejemplos los veremos en 1 Reyes 17, 7-16 (viuda de Sarepta); Gn. 19, 1-21 (Abraham recibe 3 hombres) y Jn. 4, 1-45 (la samaritana). 3. Dar posada al peregrino: en la antigüedad era de vida o muerte alojar al viajero, en la actualidad no lo es así, más sin embargo San Pablo nos recomienda: “No dejen de practicar la hospitalidad, pues algunos dieron alojamiento a ángeles sin saberlo”. (Hb. 13, 2), refiriéndose a Abraham y a Lot. 4. Vestir al desnudo: esta obra se dirige a atender otra necesidad básico: el vestido. (Is. 58,6-7). 5. Visitar al enfermo: se refiere a una verdadera atención a los enfermos y ancianos, a acompañarles y además esta obra se refiere a auxiliar a los heridos. El mejor ejemplo lo tenemos en la parábola del Buen Samaritano que curó las heridas y, al no poder continuar ocupándose directamente, confió los cuidados a otro a quien ofreció pagarle (Lc.10,30-37). 6. Visitar a los encarcelados: Consiste en visitar a los presos y prestarles ayuda material y asistencia espiritual que les sirva para mejorar como personas, enmendarse, aprender a desarrollar un trabajo que les pueda ser útil cuando terminen el tiempo asignado por la justicia. Significa liberar a los inocentes y secuestrados (Hb. 13, 3). 7. Enterrar a los difuntos: esta obra, aunque pareciera obvia, es importante ya que es necesaria la digna sepultura del cuerpo porque ha sido alojamiento del Espíritu Santo (1 Cor. 6,19). Un ejemplo es el de Cristo quien no tenía lugar sobre el que reposar; un amigo, José de Arimatea, le cedió su tumba, pero no sólo eso, sino que tuvo valor para presentarse ante Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús. También participó Nicodemo, quien ayudó a sepultarlo. (Jn. 19, 38-42) Si queremos ayudar a los demás, hemos de amarles. Un hombre y una sociedad que no reacciona ante las tribulaciones o las injusticias, y que no se esfuerce por aliviarlas, no son un hombre y una sociedad a la medida del amor del Corazón de Cristo. OBRAS ESPIRITUALES 1. Enseñar al que no sabe: consiste en enseñar al ignorante en cualquier tema así como en temas religiosos, por medios escritos, palabra, cualquier método de comunicación o directamente. "Los que enseñan la justicia a la multitud, brillarán como las estrellas a perpetua eternidad" (Dan. 12, 3b). 2. Dar buen consejo al que lo necesita: el consejo debe ser ofrecido no forzado y preferiblemente hay que esperar a que sea requerido. Para darlo se debe estar en sintonía con Dios, solo así el consejo será bueno; no se trata de dar opiniones 3. 4. 5. 6. 7. personales, sino de aconsejar bien a quien lo necesita. “Los guías espirituales brillarán como resplandor del firmamento”. (Dan. 12, 3a). Corregir al que se equivoca: esta obra se refiere a corregir el pecado, no cualquier error. La corrección fraterna nos la explica el mismo Jesús: “si tu hermano peca, vete a hablar con él a solas para reprochárselo. Si te escucha, has ganado un hermano” (Mt. 19, 15-17). La corrección debe ser con mansedumbre y humildad. El apóstol Santiago también nos dice: “Sepan esto: el que endereza a un pecador de su mal camino, salvará su alma de la muerte y consigue el perdón de muchos pecados”. (St. 5, 20). Perdonar las injurias: perdonar las ofensas significa superar la venganza y el resentimiento, es tratar amablemente al que nos ha ofendido. “Perdonan nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden” (Mt.6,915). Otro ejemplo de perdón lo tenemos en el Antiguo Testamento, cuando José perdonó a sus hermanos por haberle querido matar y venderlo. (Gen. 45,5). Y el mayor perdón es el de Cristo en la Cruz: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc. 23,34). Consolar al triste: el cuidar al triste o deprimido se asemeja a cuidar un enfermo y muchas veces es determinante en la aflicción. “Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda, a la que acompañaba mucha gente de la ciudad. Al verla el Señor, tuvo compasión de ella, y le dijo: No llores. Y, acercándose, tocó el féretro. Los que lo llevaban se pararon, y él dijo: Joven, a ti te digo: Levántate. El muerto se incorporó y se puso a hablar, y él se lo dio a su madre." (Lc. 7,11-17). Sufrir con paciencia los defectos de los demás: La tolerancia y la paciencia ante los defectos ajenos es virtud y es una obra de misericordia. Sin embargo, cuando el soportar esos defectos causa más daño que bien, no se debe ser tolerante. Con mucha caridad y suavidad, debe hacerse la advertencia. Orar por vivos y difuntos: es importante orar por todos, sin distinción. “El quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” ( 1 Tim 2, 2-3). Los difuntos que están en el Purgatorio dependen de nuestras oraciones. Es una buena obra rezar por éstos para que sean libres de sus pecados (2 Mac. 12, 46). Conclusión Las obras de misericordia son oportunidades que nos da Dios para demostrarle nuestro amor a través de nuestros hermanos más desprotegidos y vulnerables; es una forma de demostrar que verdaderamente somos discípulos suyos. Hagamos con alegría las obras de misericordia, porque como dijo San Juan de la Cruz: “en la tarde de la vida, seremos juzgados en el amor”. Dinámica Las frases Material • Hojas de máquina • Un marcador Indicaciones 1. Escribir en hojas de máquina algunas frases cotidianas que coincidan con ciertas frases bíblicas que estarán escritas en otras hojas. 2. Dividir al grupo de los asistentes en dos equipos. A uno se le entregará las frases bíblicas y al otro equipo las frases que coinciden con las anteriores. 3. Pedir que busquen a la persona que tenga la frase que coincida y que comenten entre ellos sobre el contenido de las mismas. (Tiempo para comentar 3 minutos) 4. Pasar por parejas a leer las frases para compartirlas a todas. FRASES COTIDIANAS Perdona al ofensor y saldrás vencedor Quien tiene penas tiene piedad de las ajenas. Para vencer las tinieblas sólo basta un rayo de luz Si quieres padecer. vencer aprender a Si eres clemente serás feliz siempre. Ámame cuando menos lo merezca, porque es cuando más lo necesito. Quien al pobre dio, a Dios prestó. Quien bien hace a su enemigo, a Dios tendrá por amigo. A dar no nos neguemos, pues Dios nos da para que demos. Si la enseñanza es buena, no importa quién te la de. Nuestros actos son semillas, lo que sembramos es lo que cosecharemos. Cuando en el corazón hay luz, todo se viste de luz. FRASES BÍBLICAS “Perdona a tu prójimo a sí cuando tú lo pidas serás perdonado” Sir. 28,2. “Feliz el que tiene piedad de los que están en desgracia” Prov. 14,21. “Dejemos pues las obras propias de la oscuridad y tomemos las armas de la luz” Rom. 13,12. “No te dejes vencer por el mal, más bien vence el mal con el bien” Rom. 12,21. “El que responde haciendo el bien, asegura su porvenir” Sir. 3, 31. “Este es mi mandamiento, que se amen unos a otros como yo los he amado” Jn. 15, 16. “Cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí”. Mt. 25, 40. “Bendigan a quiénes los persigan, bendigan y no maldigan” Rom. 12,14. “Hijo, no niegues su pan al pobre; no hagas esperar al que te mira con ojos suplicantes” Sir. 4,1. “Enséñeles a cumplir todo lo que yo les he encomendado” Mt. 28,20. “Las semillas que están en buena tierra, son las que reciben la palabra de Dios, la conservan y dan fruto” Lc. 8,15. “Hagan pues que brille su luz ante los hombres” Mt. 5, 42. Compromiso Hacer de nuestro diario vivir como cristianos, la práctica de las Obras de Misericordia Corporales y Espirituales. Oración Final Santa María Faustina “Oh Señor, deseo transformarme toda en Tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti. Que este supremo atributo de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi corazón al prójimo. Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla. Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos. Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás hable negativamente de mis prójimos sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos. Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargue sobre mí las tareas más difíciles y más penosas. Ayúdame, oh Señor, a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. (...) Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo (...) Que Tu misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí” (Diario, 163). Tema 5 Año de Gracia Objetivo Motivar a celebrar el año de gracia, año de misericordia no como un suceso sino como un acontecimiento salvífico que requiere de nosotros un proceso de conversión. Oración María madre de misericordia, intercede por nosotros para que nos dejemos guiar por el espíritu santo y la misericordia del señor llegue a nosotros y a todos los hombres, nuestros hermanos de generación en generación como tú nos has dicho. Canto Sois la semilla Hecho de vida En el Evangelio de Mateo 5, 16 Jesús dice: “Así pues debe brillar su luz ante los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre de ustedes que está en los cielos” REFLEXIÓN Las tinieblas y la luz Se cuenta que cien mil personas estaban reunidas en un estadio: El Padre Keller les estaba hablando y de pronto interrumpe lo que está diciendo para informar: --- No se alarmen ustedes; pero serán apagadas las luces. Y en seguida el estadio queda en profunda oscuridad. El padre dice: --- En este momento yo encenderé un cerillo, los que vean su luz digan simplemente “sí”. Y en cuanto el padre enciende el cerillo la gente grita: “¡Sí!”. El padre dice: --- Al igual que la luz del cerillo, cualquier acto de bondad de cualquiera de ustedes brillará en la oscuridad de un corazón humano. Por pequeño que sea un acto de bondad, no puede pasar desapercibido. Luego el padre agrega: --- Ustedes pueden hacer mucho más. Todos los presentes que tengan un cerillo enciéndalo por favor. De pronto la oscuridad se convierte en un mar de pequeñas llamas que hacen que el estadio se ilumine. El padre dice: --- ¿Están viendo ustedes?... todos juntos lograremos acabar con las tinieblas. Pues así nosotros también con nuestras obras de misericordia podemos ser luz para los demás, sólo basta dejarnos guiar por Jesús nuestros Señor, llevando su palabra y haciendo el bien en la medida de nuestras posibilidades y capacidades. Iluminación "EL BUEN LADRÓN: MISTERIO DE MISERCICORDIA" El Buen Ladrón, conocido como San Dimas, fue el primer santo de la historia de la Iglesia. Crucificado a la derecha de Jesucristo, le reconoció como Hijo de Dios. Sus palabras fueron “Acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino”, y obtuvo de Cristo la promesa que no hizo a nadie más: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. El buen ladrón entendió en la cruz que tenía dos deudas con Jesucristo. Una infinita, la vida, que no hubiera podido devolver nunca. y otra todo lo que había robado. Su gran acierto fue entender cuál de las dos era más importante, la primera. Se dio cuenta de que ni con toda una vida por delante podría devolverle a Cristo la deuda de haberle creado y la otra lo que había robado, Supo entonces que haber desaprovechado sus talentos no era el fin ni mucho menos. Si Cristo le había dado algo tan grande -la vida- gratuitamente, le podía perdonar gratuitamente. Y esa oportunidad se le presentaba en la cruz casi al final de su vida. Pero hemos escuchado que esta oportunidad no se ha dado a nadie, y es un misterio de su misericordia, Y que es igual de grande para nosotros. Pero nos deja muy claro cuál es el Camino.Recordemos sus palabras en Mt, 9,13 (VAYAN Y APRENDAN LO QUE ES MISERICORDIA Y NO SACRIFICIOS) Lucas 4:18-19,21 18. El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos 19. y proclamar un año de gracia del Señor. 21. Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la escritura que acaban de oír. Antes de compartir este texto conviene recordar que Jesús viene del desierto.Lc,1 yss. En estos versículos podemos apreciar algunas metáforas que nos muestran la realidad del mundo en que vivimos. Una metáfora es como un símbolo que refleja una verdad mucho más profunda, y Cristo está haciendo referencia a cuatro metáforas en este pasaje, los pobres, los cautivos, los ciegos y los oprimidos y cada una de ellas encierra un mensaje mucho más intenso. Cada una de ellas se refiere a los incrédulos, los no convertidos a Cristo. Se refieren a los que se creen ricos pero en realidad viven en la mayor pobreza que pueda existir, también a los que parecen disfrutar de su libertad, pero que en realidad son presos de sus propios deseos, se refieres a los que creen que pueden ver pero en realidad están cegados por su orgullo y también a los oprimidos que aparentan tener todo bajo control pero que en realidad tienen su vida convertida en un caos total. En pocas palabras este pasaje refleja la realidad espiritual del mundo en que vivimos. Lo primero que nos dice el versículo 18 es “El Espíritu del Señor está sobre mi”, esto hace referencia directa al Mesías y significa que el Espíritu de Dios lo ha ungido, y su primer objetivo es predicar el evangelio o las buenas noticias a los pobres, pero estas buenas noticias a los pobres no se refieren a la prosperidad financiera, a salir de la pobreza, no nos hablan de una campaña política para eliminar la pobreza material del mundo, sino que se refiere a recibir riquezas que son espirituales. La buena noticia que trae Jesús es para quienes están espiritualmente pobres y no tienen donde conseguir lo que necesitan, se han cansado de buscar y de no conseguir lo que les hace falta. POBREZA ESPIRITUAL La palabra griega que se usa para referirse a esta pobreza se traduce como: temblar, retroceder, encogerse, así que se refiere directamente a alguien que parece un mendigo, que ha llegado a tal grado de humillación que no puede siquiera levantar la cabeza para mirar a los ojos de quienes le están ayudando. Es alguien que ha llegado a someter todo su orgullo con el fin de poder conseguir ayuda. Esta persona es la que ha alcanzado la pobreza más extrema y no sabe quién puede suplir lo que le hace falta, así que está desesperadamente listo para buscar a Cristo. Es curioso que cuando todo lo que hacemos confiados en nosotros mismos fracasa, no nos queda más recurso que acudir a Dios. Una pasaje que describe este tipo de pobreza se encuentra en Lucas 16:20-21 (El rico y lázaro) Esta es la pobreza que Cristo viene a bendecir con una riqueza que no es material, sino que espiritual. Mateo 5:3 «Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece. La bendición solo se alcanza cuando rendimos todo a Jesús. No es posible ser un cristiano, si nuestro corazón no se ha rendido por completo a Cristo y esta rendición solo se logra en la humillación de nuestro “Yo”. Muriendo a nosotros mismos es cuando Jesús empieza a desarrollarse en nuestras vidas. Tampoco es posible ser ayudado por Dios mientras no reconozcamos nuestra pobreza espiritual, ya que es vital tomar conciencia de nuestro estado sin Dios, para buscar su ayuda. Apocalipsis 3:17 Dices: "Soy rico; me he enriquecido y no me hace falta nada”; pero no te das cuenta de que el infeliz y miserable, el pobre, ciego y desnudo eres tú. Cuando empezamos a pensar que todo está bien con nosotros, que ya no necesitamos la influencia de Dios como antes, o la ayuda de otros cristianos, cuando la Biblia deja de ser importante, hemos vuelto a poner nuestra confianza en quiénes somos y esto inmediatamente nos separa de Dios. Juan 15:5 »Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada. Esta descripción se asemeja mucho a la de Lucas, en este mensaje a la iglesia de Laodicea, Jesús le está diciendo que mientras no dejen de pensar que están bien en sus vidas, en su cristianismo, él no los puede ayudar. LIBERAR A LOS CAUTIVOS Un cautivo es alguien privado de la libertad, es un esclavo, alguien que paga una pena en la cárcel, pero sabemos por lo que nos dicen los evangelios que Jesús no liberó a ningún preso mientras estaba en la tierra, ni siquiera a Juan el Bautista quien estaba encarcelado. Así que a ¿qué tipo de presos se refiere la escritura? Se refiere a los que están presos de la culpa, del remordimiento a causa de sus pecados de sus faltas, son los no convertidos también, o convertidos a medias, La buena noticia es que Cristo vino a liberar a las personas del pecado. La palabra que se usa para liberar, se refiere al Perdón, la absolución de la pena. El que es liberado por Cristo, es liberado de la culpa que genera el pecado delante de Dios. DAR VISTA A LOS CIEGOS En tercer lugar nos encontramos con que el Mesías dará vista a los ciegos. Aquí podemos ver que realmente Cristo si curó a las personas de su ceguera física, en los evangelios se nos cuenta de la curación de varias personas ciegas y nos encontraremos en Lucas con algunos de estos casos, sin embargo la escritura se refiere a la ceguera espiritual. Y los que se encuentran en oscuridad espiritual, LIBERTAD PARA LOS OPRIMIDOS Los oprimidos son las personas a las que Jesús invitó en Mateo 11:28-29 »Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. 29 Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. El pecado es una carga tan pesada que provoca angustia en el corazón, Dios nos puede liberar de esa angustia tan grande. El Papa Francisco cita a tres papas para señalar su especial atención al tema de la misericordia: Papa Juan XX111, dijo: Ahora la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia en lugar de cruzar los brazos del rigor. (LOS PAPAS Y LA MISERICORDIA Papa Juan Pablo 11 ora por la difusión del mensaje del Amor Misericordioso. Quiero consagrar al mundo a la misericordia divina. Lo hago con el deseo ardiente de que el amor misericordioso de Dios, proclamado aquí a través de Santa Faustina, llegue a todos los habitantes de la tierra y llene su corazón de esperanza. Papa Benedicto XVI. La cruz nos revela la gravedad del pecado y la fuerza transformadora de la misericordia. Aquel a quien nosotros mismos hemos atravesado, con nuestras culpas, no se cansa de derramar en el mundo un torrente inagotable de amor misericordioso. MARIA MADRE DE MISERICORDIA. MARIA es experta en misericordia, porque su corazón esta en perfecta sintonía con Cristo. Todo en su vida fue plasmado por la presencia de LA misericordia hecha carne. María atestigua que la Misericordia del hijo de Dios no conoce límites y alcanza a todos sin excluir a ninguno. Dinámica Luz para todos Material: • Una mesita • Un cirio • Suficientes velas Indicaciones Encender el cirio y explicar qué representa la luz de Cristo, entregar a cada uno de los asistentes una vela e invitar a dos o tres personas (según los asistentes), a encender su vela del cirio y que al pasar a su lugar se vayan pasando la luz de unos a otros hasta que todos tengan su vela encendida. Brevemente explicar que así como se fueron pasando la luz del cirio, unos a otros, así también podemos llevar la misericordia y la palabra de Dios a los demás y ser luz para todos. Y así, con la luz de Cristo en nuestras manos, hagamos un propósito en nuestro corazón y ofrezcámoslo a Jesús. Compromiso Visitar la Puerta de la Misericordia en peregrinación personal, familiar o con mi comunidad parroquial Oración Final Señor, Tú me llamaste para ser instrumento de tu gracia, para anunciar la buena nueva, para sanar las almas. Instrumento de paz y de justicia pregonero de todas tus palabras, agua para calmar la sed hiriente, mano que bendice y que ama. Señor, Tú me llamaste para curar los corazones heridos para gritar en medio de las plazas, que el amor está vivo, para sacar del sueño a los que duermen y liberar al cautivo. Soy cera blanda entre tus dedos, haz lo que quieras conmigo. Señor, Tú me llamaste para salvar al mundo ya cansado, para amar a los hombres que Tú, Padre, me diste como hermanos. Señor, me quieres para abolir las guerras y aliviar la miseria y el pecado; hacer temblar las piedras y ahuyentar a los lobos del rebaño. Amén.