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EL APARATO CIRCULATORIO 1. EL MEDIO INTERNO Conjunto de líquidos extracelulares que se encuentran en el interior de un organismo. De él las células extraen los nutrientes y el oxígeno que necesitan y a él vierten los desechos y el dióxido de carbono que producen en su metabolismo. En las personas, el medio interno está formado, principalmente por: a) Plasma intersticial b) Sangre c) Linfa Líquido con funciones defensiva y nutritiva que queda entre las células. Se origina a partir de la sangre que ha sido filtrada a través de las finas paredes de los capilares sanguíneos. Medio de transporte de sustancias, que discurre por el interior de los vasos sanguíneos. Es un líquido que se forma a partir del plasma intersticial y que circula por los vasos linfáticos, unos conductos que, tras recorrer gran parte del organismo, desembocan en los vasos sanguíneos. Otros líquidos que forman parte del medio interno son el líquido cefalorraquídeo, la endolinfa y perilinfa del oído, el humor vítreo y el humor acuoso del ojo, el líquido peritoneal, el líquido pleural y el pericárdico. Todos estos líquidos que forman el medio interno proceden del plasma sanguíneo tras sucesivas filtraciones a través de las paredes de los capilares. El medio interno ocupa una posición intermedia entre el medio externo y las células. Esto le permite comportarse como elemento amortiguador, impidiendo que las bruscas variaciones del medio externo afecten la supervivencia y el funcionamiento de las células. Para que las células funcionen bien, el medio interno ha de mantenerse constante (concentración de sustancias, temperatura, pH, etc.). De esta forma, aunque el medio externo se modifique drásticamente, si logramos mantener la constancia del medio interno, las células bañadas por estos líquidos “no notarán” los cambios y su supervivencia no correrá peligro. Homeostasis: es el conjunto de mecanismos de control que mantienen la constancia del medio interno y suponen la condición indispensable para la vida. De ello se encargan los diferentes aparatos y sistemas del organismo. Si se depende únicamente del medio externo, como los protozoos, supone vivir sujeto a los caprichos y fluctuaciones del ambiente externo que, incluso, pueden provocar la muerte. Los anfibios y reptiles no pueden mantener su temperatura constante (son poiquilotermos), viéndose obligados a vivir en lugares cálidos del ecuador y los trópicos o, si viven en zonas templadas, a pasar largos períodos de hibernación. En el caso de aves y mamíferos sí mantendrán constante su temperatura (son homeotermos), es decir han desarrollado mecanismos homeostáticos capaces de mantener la temperatura constante, lo que libera a estos organismos de la necesidad de vivir en áreas restringidas, pudiendo invadir otros territorios, lo que aumenta enormemente las posibilidades de adaptación y, por tanto, la supervivencia de estos organismos. Los líquidos tisulares (plasma intersticial) que bañan las células de los tejidos se forman por filtración del plasma sanguíneo a través de los capilares sanguíneos. La linfa, que posteriormente pasará de nuevo a la sangre, se forma por filtración de los líquidos titulares a través de los capilares linfáticos. La composición salina del medio interno, aunque es diferente a la del agua del mar, viene a recordar que la vida surgió en el seno de los mares primitivos. Cuando las células evolucionaron, adquirieron la complejidad del nivel pluricelular, formando tejidos y órganos, pero siguieron necesitando un ambiente acuático. Éste se lo proporcionó el medio interno. Gracias a él algunos pluricelulares lograron independizarse del medio acuático y colonizaron el medio aéreo, aunque la independencia no es total, ya que muchos vuelven al medio acuático para la reproducción (mosquitos, anfibios, etc). El hombre desarrolla estructuras internas que imitan las condiciones de este medio: el feto, por ejemplo, se desarrolla en el seno de la madre inmerso en el líquido amniótico. A partir del plasma sanguíneo se forman los demás líquidos y el plasma sanguíneo se enriquece con los productos de la digestión (agua, sales minerales, glucosa, aminoácidos…) y se pierde algún componente por: Los pulmones (sustancias volátiles), el riñón (orina) y la piel (sudor). También por secreciones glandulares (lágrimas, saliva, jugo gástrico, bilis, jugo pancreático y jugo intestinal), Así se vierten diariamente de 8 a 9 litros de agua procedente del plasma. En las personas, el aparato circulatorio o de transporte de sustancias comprende dos sistemas: El circulatorio sanguíneo, por el que circula la sangre El circulatorio linfático por el que circula la linfa. 2. EL SISTEMA CIRCULATORIO SANGUÍNEO Su función es: Distribuir los nutrientes y el oxígeno por todo el organismo. Recoger los productos de desecho del metabolismo celular y llevarlos hasta los órganos encargados de su eliminación. Está constituido por: Los vasos sanguíneos La sangre Un órgano propulsor, el corazón Vasos sanguíneos: Conductos por los que circula la sangre a todas las partes del organismo. Pueden ser de tres tipos: ARTERIAS VENAS CAPILARES o Conducen la sangre desde el corazón hasta los diferentes órganos del cuerpo o Sus paredes son muy gruesas, resistentes y elásticas. o Por ello pueden soportar la elevada presión con la que circula la sangre impulsada por el corazón. o Conducen la sangre desde los distintos órganos hacia el corazón. o Sus paredes son más finas y menos elásticas que las de las arterias. o La sangre circula por ellas a menor presión. o En su interior se encuentran válvulas en forma de nido de golondrina que facilitan el ascenso de la sangre e impiden su retroceso. o Son vasos microscópicos que a modo de red unen las terminaciones de las arterias con el comienzo de las venas. o En ellos la circulación se hace más lenta, facilitándose así el intercambio gaseoso. o A través de sus finas paredes epiteliales se produce el intercambio de nutrientes, oxígeno, dióxido de carbono y desechos con las células de todas las partes del cuerpo. Válvulas en forma de nido de golondrina en las venas Relación entre arterias, venas y capilares LA SANGRE Es un líquido viscoso, de color rojo y de sabor salado que circula por el interior de los vasos sanguíneos. Una persona adulta y sana suele tener unos cinco litros de sangre, lo que supone alrededor del 8% de su masa corporal, aunque el volumen sanguíneo varía con la edad, el sexo, la talla y el peso. A pesar de su aspecto, la sangre no es homogénea, sino que está formada por dos clases de componentes: unos corpúsculos que se denominan glóbulos y un líquido llamado plasma. La sangre interviene en diferentes funciones, entre las que destacan: Nutrición Respiración Transporta los nutrientes desde el aparato digestivo hasta todas las células del organismo. Defensa Conduce el oxígeno desde los pulmones hasta las células, y el dióxido de carbono producido por estas en sentido inverso. Recoge los residuos producidos por las células y los conduce al aparato excretor, para que puedan ser eliminados al exterior. Transporta las células de defensa del organismo. Regulación térmica Interviene en la regulación de la temperatura corporal, calentando o refrigerando. Excreción Composición de la sangre: La sangre humana está compuesta por una parte líquida, llamada plasma donde se encuentran diferentes tipos de células sanguíneas. a) Plasma: Líquido de color amarillento constituido en un 90% por agua. En él se encuentran una gran variedad de sustancias, entre las que destacan diferentes proteínas, glúcidos, lípidos, sales minerales, vitaminas, hormonas, materiales desecho, gases (oxígeno, dióxido de carbono y nitrógeno). El papel del plasma, dada su composición, es evidente. Se trata de un agente de transporte que reparte alimentos a todas las células y recoge los productos sobrantes de las reacciones nutritivas que se realizan en éstas. La mayoría de las propiedades de la sangre se deben a sus proteínas. El plasma sin ciertas proteínas se denomina suero sanguíneo. El proceso por el que el plasma se solidifica se llama coagulación. b) Células sanguíneas: Son de tres tipos: glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas. Tipo de célula GLÓBULOS ROJOS, ERITROCITOS O HEMATÍES Características generales GLÓBULOS BLANCOS O LEUCOCITOS PLAQUETAS O TROMBOCITOS Función Pequeñas células bicóncavas, sin núcleo. Son elásticos y deformables, lo que les permite atravesar incluso los capilares más finos. Su color rojo se debe a que en su interior se encuentra una proteína de ese color, la hemoglobina. En una persona sana hay entre 4,5 y 5,5 millones de eritrocitos por mm3, lo que constituye el 45% del volumen de la sangre. Son células más grandes que los eritrocitos, y con núcleo. Pueden ser de cinco tipos: neutrófilos, eosinófilos, basófilos, linfocitos y monocitos. Algunos son mononucleares y otros polinucleares. Podemos encontrar entre 5000 y 10000 por mm3. Los glóbulos blancos se desplazan emitiendo unas prolongaciones llamadas pseudópodos, que producen un movimiento ameboide, (parecido al de la ameba). Con los pseudópodos pueden capturar microbios y digerirlos. A este fenómeno se le llama fagocitosis. Todos ellos participan en funciones defensivas contra las infecciones, eliminando microbios. Los leucocitos no podrían eliminar los microbios que se encuentran en los tejidos si no fuera por la posibilidad que tienen de poder abandonar los capilares sanguíneos, propiedad que recibe el nombre de diapédesis. No son verdaderas células sino fragmentos celulares sin núcleo, de 3,5 micras. Hay entre 150000 y 300000 por mm3. Transportan el oxígeno desde los pulmones a las diferentes células del organismo. Eliminan el dióxido de carbono producido por dichas células. Intervienen en los procesos coagulación de la sangre. de Glóbulos rojos Sangre vista al microscopio óptico Glóbulos rojos y glóbulo blanco al microscopio electrónico Ver en youtube: “La sangre: composición, función y formación” El proceso de formación de la sangre se denomina hematopoyesis y se realiza en la médula ósea (médula roja que se encuentra en los huesos planos y en las epífisis de los huesos largos). Los glóbulos rojos humanos carecen de núcleo con el fin de almacenar la mayor cantidad posible de hemoglobina, que es una proteína que lleva hierro. Este hierro confiere a la sangre su característico color rojo. La hemoglobina tiene gran capacidad para unirse con el oxígeno, formando oxihemoglobina y transportarlo así desde los pulmones a los tejidos. Si no hubiera hemoglobina y el oxígeno tuviera que ser transportado disuelto en el plasma se necesitaría unas setenta veces más cantidad de sangre, es decir, unos 300 litros. Para sintetizar hemoglobina se necesita un adecuado aporte de hierro y vitamina B. La carencia de alguno de estos componentes o su mala asimilación da lugar a una disminución en el número de glóbulos rojos, lo que se conoce como anemia. El típico paciente con anemia se presenta pálido y débil y se fatiga con facilidad, ya que los tejidos no reciben suficiente oxígeno para obtener energía por la respiración celular. El diagnóstico no es siempre tan fácil, pues existen varios tipos de anemia y cada una tiene un origen distinto. La vida media de los eritrocitos es de unos cuatro meses, y al cabo de este período se destruyen fagocitados por los macrófagos del bazo. Cada segundo se destruyen aproximadamente unos 2 millones de glóbulos rojos, que es necesario reemplazar, lo que demuestra el sorprendente trabajo de la médula ósea. La hemoglobina no solo transporta oxígeno, también puede transportar CO (monóxido de carbono), al que se une de forma irreversible, dando lugar a envenenamientos que pueden ser mortales, pues la hemoglobina unida al CO no podrá transportar oxígeno y los tejidos quedan en estado de anoxia (carencia de oxígeno) que puede provocar la muerte. La cantidad de glóbulos blancos en sangre aumenta (leucocitosis) en estados infecciosos (infecciones dentarias, amigdalitis, apendicitis…) o cuando aparece un tumor en la médula ósea, lo que se denomina leucemia. El número de glóbulos blancos también puede disminuir (leucopenia) y aparece en algunas enfermedades, como pulmonía, como consecuencia de la exposición a la radiactividad y el consumo de ciertos fármacos como las drogas anticancerosas. Aunque se denominan glóbulos blancos, en realidad son incoloros. Para verlos al microscopio haya que teñir la sangre previamente con colorantes. Los monocitos (un tipo de glóbulos blancos), después de permanecer unos dos días en el torrente sanguíneo, emigran a los tejidos. Allí se convierten en células fagocíticas más activas y de mayor tamaño, llamadas macrófagos. Los macrófagos actúan en la defensa contra la infección y también en los procesos de destrucción de células envejecidas y de regeneración de tejidos. Los linfocitos (otro tipo de glóbulos blancos) nacen en la médula ósea, y algunos terminan de madurar en el timo. Después se distribuyen por los órganos linfoides que están repartidos por todo el cuerpo: bazo, amígdalas, ganglios y el apéndice vermiforme. En estos órganos los linfocitos se ponen en contacto con los microorganismos patógenos (virus, bacterias…) desencadenándose la respuesta inmune que conducirá a la liberación masiva de anticuerpos con el fin de destruir al microorganismo invasor. Las plaquetas actúan en la coagulación de la sangre. Cuando se produce la rotura de un vaso sanguíneo, las plaquetas se adhieren a la pared del vaso roto cerrando parcialmente la abertura. En su superficie se segregará la trombina, encima que actúa sobre el fibrinógeno (molécula grande disuelta en el plasma sanguíneo), rompiendo sus enlaces y convirtiéndolo en moléculas de fibrina que son más cortas y tienen tendencia a unirse unas con otras formando redes. Estas redes, en las proximidades de una herida atraparán glóbulos rojos y plaquetas, originando un coágulo que tapona la herida. En el caso de los hemofílicos, tienen una alteración genética que dificulta la formación de trombina y no podrán coagular la sangre cuando se produce una herida. Las plaquetas también producen una sustancia vasoconstrictora, que producirá el estrechamiento de los vasos sanguíneos con el fin de disminuir el flujo de sangre y favorecer la formación del coágulo. El coágulo es un remedio transitorio para cortar la hemorragia y será sustituido por tejido conjuntivo. Éste cerrará progresivamente la herida mientras el tejido epitelial prolifera por debajo del coágulo seco y duro, que acabará por desprenderse y se disolverá en la sangre. EL CORAZÓN Órgano musculoso de forma cónica, del tamaño de un puño, de un peso aproximado de 250 g que impulsa la sangre a través de los vasos sanguíneos. Está situado en la parte central del tórax, entre ambos pulmones. Sus paredes están formadas por tejido muscular, llamado miocardio, responsable de la contracción involuntaria del mismo. El corazón está protegido por una envoltura llamada pericardio, formada por dos láminas delgadas separadas por una pequeña cantidad de líquido, el líquido pericárdico. El interior del corazón está dividido en dos mitades, la derecha y la izquierda, separadas por un tabique musculoso que impide su comunicación. Cada mitad consta de dos cámaras comunicadas entre sí: una superior o aurícula y una inferior o ventrículo. Las paredes de las aurículas son finas, elásticas y fácilmente extensibles. Las paredes de los ventrículos son más gruesas, y la del ventrículo izquierdo más que el derecho, ya que ha de impulsar la sangre desde el corazón hasta el resto del cuerpo. Las aurículas y los ventrículos se comunican a través de las válvulas auriculoventriculares: Válvula mitral: comunica la aurícula y el ventrículo izquierdos. Está compuesta por dos laminillas. Válvula tricúspide: comunica la aurícula y el ventrículo derechos. Está formada por tres laminillas. Estas válvulas se abren y cierran, permitiendo el paso de la sangre desde las aurículas hacia los ventrículos, pero no en sentido contrario. Vías de entrada y salida en el corazón A las aurículas llegan las venas: A la aurícula izquierda llegan cuatro venas pulmonares, dos de cada pulmón. A la aurícula derecha llegan dos venas cavas, una superior y otra inferior, con sangre de todo el cuerpo. De los arterias: ventrículos salen las Del ventrículo derecho parte la arteria pulmonar, que se bifurca en dos ramas que conducen la sangre a cada uno de los pulmones. Del ventrículo izquierdo sale la arteria aorta, que impulsa la sangre al resto del cuerpo. La salida de la sangre de los ventrículos está regulada por las válvulas sigmoideas (válvula pulmonar y válvula aórtica) situadas al inicio de las arterias. Estas válvulas se abren solo como consecuencia de la contracción de los ventrículos, e impiden que la sangre retorne al interior de los mismos. El corazón, al igual que el resto de los órganos del cuerpo, necesita un suministro de sangre que le aporte oxígeno y nutrientes, pero este aporte no lo realiza la sangre que circula por su interior, sino que para ello cuenta con un sistema propio de arterias y venas coronarias En el dibujo están pintadas en rojo las arterias coronarias y de azul las venas coronarias. www.juntadeandalucia.es/averroes/.../circu.htm Muy buena página para el cuerpo humano, en concreto aquí nos meteremos para ver cómo se abren y cierran las válvulas del corazón. El funcionamiento del corazón El corazón actúa como una bomba que impulsa la sangre haciéndola circular por los vasos sanguíneos. El funcionamiento del corazón se basa en dos tipos de movimientos coordinados, que tienen lugar en las aurículas y en los ventrículos: uno de contracción, o sístole otro de relajación, o diástole. La secuencia de movimientos alternantes de contracción y relajación del corazón, recibe el nombre de ciclo cardíaco. Cada ciclo cardíaco consta de varios movimientos, que se suceden regularmente: a) Diástole auricular: - Las aurículas se dilatan, estando las válvulas mitral y tricúspide cerradas. - La sangre, procedente de las diversas partes del cuerpo, entra en el corazón. - A la aurícula derecha entra por las venas cavas, y a la aurícula izquierda, por las venas pulmonares. b) Sístole auricular: - Las aurículas se contraen. - Se abren las válvulas mitral y tricúspide. - La sangre pasa a los ventrículos c) Diástole ventricular: - Los ventrículos se hinchan al recibir sangre de las aurículas. - Las válvulas sigmoideas permanecen cerradas, impidiendo que la sangre de las arterias entre a los ventrículos. d) Sístole ventricular: - Los ventrículos se contraen y las válvulas sigmoideas se abren. - Las válvulas mitral y tricúspide permanecen cerradas impidiendo que la sangre regrese a las aurículas. - La sangre es impulsada desde el ventrículo izquierdo hacia la arteria aorta, y desde el ventrículo derecho hacia la arteria pulmonar. - Cuando la sangre ha pasado a las arterias, las válvulas sigmoideas se cierran, lo que impide que esta regrese a los ventrículos. Los movimientos de sístole y diástole ocurren a la vez, cuando las aurículas se contraen (sístole auricular), los ventrículos se dilatan (diástole ventricular), y cuando estos se contraen, las aurículas se dilatan. Así hay un bombeo continuo, sin que deje de haber sangre en el corazón en ningún momento. La doble circulación Las personas presentamos un tipo de circulación denominada doble y completa: Doble: en el curso de un recorrido completo la sangre pasa dos veces por el corazón, estableciéndose así dos circuitos. Completa: No hay mezcla de sangre rica en oxígeno con sangre rica en dióxido de carbono. Esto es posible porque el corazón está dividido por un tabique interventricular que separa el lado derecho y el lado izquierdo, y cada lado recoge e impulsa sangre hacia un circuito diferente. Los dos circuitos son: Circuito pulmonar o Circulación menor Se establece entre el corazón y los pulmones. La sangre cargada de dióxido decarbono, recogida en todos los órganos del cuerpo, llega a la aurícula derecha por las venas cavas superior e inferior. De la aurícula derecha pasa al ventrículo derecho, de donde sale hacia los pulmones por las arterias pulmonares. Cuando pasa por los alveolos pulmonares, la sangre libera dióxido decarbono y se carga de oxígeno. Una vez realizado el intercambio de gases, la sangre es transportada por las venas pulmonares hasta la aurícula izquierda del corazón. Debido al corto recorrido que realiza la sangre, también se conoce como circulación menor. Circuito general o Circulación mayor Se establece entre el corazón y los diferentes órganos del cuerpo. La sangre lleva a todas las células el oxígeno y los nutrientes necesarios para que puedan realizar sus funciones, y recoge el dióxido de carbono y los desechos producidos en el metabolismo celular. La sangre cargada de oxígeno, que se encuentra en la aurícula izquierda, pasa al ventrículo izquierdo. Del ventrículo izquierdo es impulsada, a través de la gruesa arteria aorta, hacia todos los órganos del cuerpo. Las arterias se ramifican y se van haciendo cada vez más finas hasta convertirse en pequeños capilares, a través de los cuales se reparten el oxígeno y los nutrientes, y se recogen el dióxido de carbono y las sustancias de desecho Los capilares confluyen en vasos cada vez más anchos que forman las venas. Estas venas llevan la sangre de regreso al corazón. La sangre cargada de dióxido de carbono, entra por la aurícula derecha a través de las venas cavas, superior e inferior. La vena cava superior recoge la sangre de la cabeza, los brazos y la pared torácica, La vena cava inferior, recoge la sangre del resto del cuerpo. Debido a que el recorrido sanguíneo es más largo que en el circuito pulmonar, también se conoce como circulación mayor. Enfermedades del sistema circulatorio Arteriosclerosis Significa endurecimiento de las arterias. Se produce principalmente por el depósito de grasas y colesterol sobre la pared interna de estos vasos, lo que disminuye su diámetro interior y dificulta el paso de la sangre. Esto puede provocar coágulos y taponamientos, llamados trombos, que a veces se desprenden y llegan a órganos vitales, como el corazón, el cerebro o los pulmones, bloqueando el riego sanguíneo y produciendo una trombosis. Infarto de miocardio La arteriosclerosis puede afectar a cualquier arteria del organismo, pero es especialmente importante cuando daña las arterias coronarias, que son las encargadas de suministrar la sangre cargada de nutrientes y oxígeno al músculo cardíaco. (miocardio). Si se produce un trombo en alguna de las arterias coronarias, el flujo sanguíneo se interrumpe y, como resultado, las células musculares a las que nutre mueren, originándose un infarto de miocardio, que puede causar la muerte. El infarto se manifiesta con presión o dolor intenso y prolongado en la zona torácica, que puede extenderse a brazos y hombros (sobre todo izquierdos), espalda e incluso dientes y mandíbula. Si la obstrucción de alguna de las arterias coronarias se produce de manera parcial, el corazón se ve obligado a realizar un mayor esfuerzo y el organismo es incapaz de aumentar el riego sanguíneo de dicho órgano, lo que desencadena una angina de pecho. 3. EL SISTEMA CIRCULATORIO LINFÁTICO Linfa: algunos elementos de la sangre, glóbulos blancos y plasma, pueden atravesar las paredes de los capilares y pasar a los tejidos que los rodean. Este líquido, que carece de glóbulos rojos, es lo que constituye la linfa. A veces se forman ampollas en la piel, por ejemplo, por el roce de un zapato, que contienen un líquido incoloro, la linfa. La linfa se manifiesta cuando hay una lesión en la piel sin que lleguen a romperse los vasos sanguíneos. Las funciones del sistema circulatorio linfático son: Recoger el exceso de líquido que queda entre las células, devolviéndolo a la sangre (plasma que pasó de los capilares sanguíneos a los tejidos). De esta forma ejercen una función de drenaje que impide el encharcamiento de los tejidos. Transportar las grasas que se absorben en el intestino. Hay vasos linfáticos que comienzan en las vellosidades intestinales y recogen las grasas absorbidas en la digestión, procedentes del quilo, que se mezclarán con la linfa. Está formado por los siguientes órganos: Capilares linfáticos: - Pequeños vasos ciegos muy finos distribuidos por todos los tejidos. - Recogen el líquido intersticial. Vasos linfáticos: - Vasos de estructura parecida a las venas. Resultan de la confluencia de capilares linfáticos. - Estos vasos desembocan en el sistema circulatorio sanguíneo, al que vierten su contenido. En su interior presentan una serie de válvulas que solo permiten la circulación en una dirección: desde los órganos al corazón. Ganglios linfáticos: - Son pequeños ensanchamientos que se producen a lo largo de los vasos linfáticos. - En ellos se eliminan las sustancias extrañas y los microorganismos de la linfa, con el fin de que no entren en la sangre. - Son también centros de maduración de algunos tipos de glóbulos blancos. - Los ganglios linfáticos son especialmente abundantes en las axilas, las ingles, el cuello y alrededor de las orejas. - Por ello cuando la cantidad de microorganismos es muy grande, estos son los primeros ganglios que notamos, ya que se inflaman y aumentan de tamaño. Los vasos linfáticos, con la linfa, desembocan en diferentes lugares del sistema circulatorio, haciendo que la linfa se incorpore a la sangre. La linfa avanza impulsada principalmente por las contracciones de los vasos linfáticos, los movimientos respiratorios del tórax y, en algunos casos, por la fuerza de la gravedad. NOTA: La inflamación de los ganglios suele ser síntoma de que existe una infección. Es muy frecuente el abultamiento de los ganglios situados debajo del maxilar o en el cuello como respuesta a una infección en la boca. Pero si la inflamación es persistente, conviene hacerse ver por un especialista que diagnostique sus causas exactas. Recordemos que el sistema linfático es una vía de transporte por donde las células cancerígenas procedentes de un tumor pueden trasladarse e invadir otros órganos (metástasis). Por ello, la radioterapia se aplica siguiendo el circuito que describen los vasos linfáticos, con el fin de eliminar las posibles células cancerosas que pudieran encontrarse aquí alojadas.