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Transcript
-8 investigador del Conicet y experto en climatología y cambio climático. Ergo, crecerán en
intensidad y frecuencia los inviernos cálidos, las agudas sequías, las inundaciones en el litoral,
las tormentas de granizo, y la pérdida de las cosechas, así como de costas por el nivel más
elevado del mar.1
“Ocurrirá: sólo es cuestión de tiempo”. Así se expresa el reconocido profesor Bill
McGuire, director del Benfield Hazard Research Centre (BHRC), de la University College
London (UCL), al respecto de los grandes tsunamis e inundaciones que afectarán en los
próximos años a las costas de EE. UU, Europa y el Caribe. Importantes ciudades como Boston,
Nueva York, Miami y Londres quedarán bajo el agua.2
Sabemos que la hecatombe ecológica ira en incremento. Pero sabemos que el fin del
planeta no está en manos humanas. La segunda venida de Cristo será el acontecimiento que
culmine y acabe con este mundo de pecado.
Esperanzas
El calentamiento global continuará. La pregunta es si continuara nuestra tibieza.
Poco se puede hacer ya para detener el calentamiento global. Sin embargo, todavía
estamos a tiempo para detener nuestra tibieza espiritual. Aún podemos ser salvos en Jesús y
vivir vidas auténticas y significativas, apasionadas por Dios y su verdad.
Contra el calentamiento global, muchos científicos proponen reordenar el planeta. Los
faraónicos planes que hasta hace algunos años eran considerados como el germen de un grupo
de paranoicos; hoy son tenidos en cuenta. Los más considerados son: la construcción de
sombrillas en órbita, la modificación de las nubes para hacer que reflejen más luz solar hacia el
espacio, la fertilización del mar con hierro para que absorba más dióxido de carbono y la
colocación de grandes islas de plástico blanco sobre los océanos. 3
¿Y qué haremos nosotros para contrarrestar los efectos de nuestra tibieza espiritual?
¿Reordenaremos nuestras prioridades? ¿Nos cubriremos con sombrillas ante el pecado?
¿Modificaremos nuestras conductas erradas? ¿Fertilizaremos nuestra experiencia cotidiana con
el estudio de la Biblia y la oración ferviente? ¿Haremos los grandes y profundos cambios que
Dios quiere que hagamos en nuestras vidas?
Existen diagnósticos que inquietan, proyecciones que asustan, noticias que aterran,
informaciones que alarman y declaraciones que movilizan. Pero existen promesas que nos
devuelven la esperanza: “Ciertamente vengo en breve. Amén; si, ven, Señor Jesús” (Apoc.
22:20). PA
©Visión/14
Editores: Gustavo Krumm - Pablo Ale.
Año 2, Número 14- Marzo/Abril de 2007- Rosario, Argentina.
Correo de Lectores: [email protected] / [email protected]
1Véase,
Vicente Barros. El cambio climático global, Ediciones del Zorzal, Buenos Aires.
Celina Chatruc, “Las catástrofes que anticipan los científicos”, en diario La Nación,
domingo 25 de septiembre de 2005, págs. 1 y 4.
3Véase, “Contra el calentamiento, proponen reordenan el planeta a gran escala”, en
www.lanacion.com.ar, miércoles 28 de junio de 2006.
2Véase,
Visión/14
ver para entender
EDITORIAL
Ratones a bordo
Muchas veces los viajes tienen complicaciones. Lean, sino, lo que les sucedió a los
pasajeros del Boeing 777 de Vietnam Airlines -con destino a Tokio- del pasado 8 de abril. La
aeronave que debía despegar desde Hanoi, rumbo a la capital nipona, se retrasó por cuatro
horas por la presencia de un ratón. Minutos antes del despegue, un pasajero de un vuelo
anterior en el mismo avión, alertó a las autoridades aéreas que el ratón que tenía como mascota
había desaparecido durante el recorrido de Danang a Hanoi. Los miembros de la tripulación
comenzar a buscar al roedor por todos los rincones del Boeing. Finalmente, el pequeño
animalito de color blanco fue encontrado en un depósito de comida y apresado por una valiente
azafata. "Teníamos que encontrarlo como fuera", indicó Tran Tien Dung, director de Seguridad
de Vietnam Airlines, quien explicó que hubiera sido arriesgado volar con el ratón a bordo. “Podía
morder un cable de electricidad o morir. Imagínese el olor que hubieran tenido que soportar los
pasajeros", agregó.
Cientos de personas perdieron cuatro horas de su precioso tiempo. Tal vez habría
empresarios que debían conducir sus negocios, padres que aguardaban reencontrarse con sus
hijos, esposas que anhelaban abrazar a sus maridos, profesores universitarios que tenían que
dictar seminarios... Todos ellos, detenidos por un diminuto roedor. No son los grandes
obstáculos los que traban nuestro progreso espiritual. Son los pequeños ratones los que nos
retrasan y demoran. Son las pequeñas moscas las que pudren el perfume (Ecl. 10:1). Son las
pequeñas zorras las que echan a perder las uvas (Cant. 2:15).
Elena de White escribió: “Una de las invenciones más exitosas de Satanás consiste en
inducir a los hombres a cometer pecaditos, en cegar su mente al peligro de transigir en las
cosas pequeñas, en hacer pequeñas digresiones de los claros requerimientos de Dios. Muchos
que se estremecerían de horror ante la idea de cometer grandes transgresiones, son inducidos
a considerar el pecado en las cuestiones pequeñas como de poca importancia. Pero estos
pecaditos carcomen la vida en el alma” (Review and Herald, 8 de noviembre de 1887). Y más
tarde agregó: “No subestiméis la importancia de las cosas pequeñas porque sean pequeñas.
Estos pequeños defectos se acumulan por acción y reacción, y se unen como varillas de acero.
Esa pequeña acción, esa palabra descuidada, se convierten en hábitos por la repetición... y los
hábitos forman el carácter” (Carta 46, 1898). Y el carácter es lo único que llevaremos al cielo.
Que ningún ratón espiritual nos estorbe en nuestro camino hacia a las alturas. Que
ninguna rata cotidiana nos impida volar hacia la eternidad. PA
-2 VISIÓN CIENTÍFICA
Y la Biblia tenía razón...
Pese a que muchos en el mundo académico la consideran como un mito sin
sentido, la Palabra de Dios muestra información científica fidedigna y certera. A
continuación, algunos ejemplos.
El imaginario colectivo de la sociedad ha adoptado al campo de la ciencia como un
campo infalible e inequívoco. Incluso, en ciertos ámbitos, se lo considera como el único
proveedor de la verdad acerca del universo.
Desgraciadamente, tal fe en la ciencia moderna se desploma cuando uno examina la
historia de los descubrimientos científicos. Una exploración del pasado revela que las ideas de
los hombres acerca del mundo se encuentran en un estado de constante flujo y han sido, en
muchos casos, parcialmente inexactas e imperfectas.
Por el contrario, la Biblia afirma en sus páginas hechos científicos que Dios reveló (a
hombres finitos y falibles) muchos siglos antes que se realizaran “oficialmente” esos
descubrimientos en el mundo académico. Al contrario de la ciencia moderna, la verdad de la
Escritura ha permanecido y continuará siendo una fuente eterna de verdad y conocimiento.
"Porque: Toda la carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como la flor de hierba. La
hierba se seca, y la flor se cae: Mas la palabra del Señor permanece para siempre” (1 Pedro
1:24-25).
La esfericidad de la Tierra
Dice Isaías 40: 21, 22 (escrito en el siglo VIII AC): “¿No sabéis? ¿No habéis oído?
¿Nunca os lo han dicho desde del principio? ¿No habéis sido enseñados desde que la tierra se
fundó? Él está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él
extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar”. Lo mismo
afirma Proverbios 8:27.
Los antiguos afirmaban que la Tierra era plana. Algunos creen que Colón usó los
pasajes antes mencionados para sus teorías, pero Mason afirma que lo que decidió a Colón a
intentar su aventura de viajar hacia occidente para llegar a la India fue la distancia que había
establecido erróneamente Claudio Tolomeo. Posidonio de Apamea en el siglo I AC ya había
cometido el mismo error de cálculo, pese a que un siglo antes Eratóstenes de Cirene había
calculado correctamente la circunferencia de la Tierra. Lo paradójico es que los cálculos de
Colón se basaban en el libro apócrifo de 4to de Esdras 6:42-47.
El sostén de la Tierra
Dice Job 26:7: "El extiende el norte sobre vacío, cuelga la tierra sobre nada". Los
griegos creían que Atlas, un dios mítico, sostenía la tierra en sus hombros. En la India pensaban
que una Tierra plana descansaba en las espaldas de elefantes gigantes. Fue Nicolás Copérnico
en 1530 el primero en proponer el heliocentrismo, es decir, la idea que la Tierra y los planetas
giran alrededor del Sol. El estudio de las fuerzas orbitales avanzó en 1609, cuando Kepler
formuló las leyes del movimiento planetario. La tierra se sostiene (es decir orbita) por fuerzas
gravitatorias invisibles en el espacio. La teoría de Copérnico había sido ya elaborada por Aristar-
-7 iglesia de Laodicea era más peligrosa que si hubiera estado fría. El cristianismo tibio retiene la
forma y hasta el contenido del Evangelio en cantidad suficiente para adormecer las facultades
de percepción del espíritu. Esto hace que los creyentes olviden el esfuerzo diligente que es
necesario para alcanzar el alto ideal de una vida victoriosa en Cristo. El típico cristiano
laodicense está contento con el rutinario transcurrir de las cosas y se enorgullece del poco
progreso que hace. Es casi imposible convencerlo de su gran necesidad y de cuán lejos se
encuentra de la meta de la perfección”.1
Ante las señales de los tiempos, nosotros continuamos con nuestra indefinición
espiritual. Apocalipsis 3:15 resalta algo sorprendente: Dios prefiere que seamos fríos antes que
tibios. “Un estado de tibieza espiritual produce una disminución de la vigilancia, lentitud en las
reacciones e indecisión. Si la iglesia de Laodicea fuese fría, el Espíritu de Dios tal vez podría
convencerla más fácilmente de su peligrosa condición. ¿Por qué es preferible una condición de
frialdad a una de tibieza? Las siguientes palabras proyectan luz al respecto: ‘Al Señor le
agradaría que los tibios, que creen que son religiosos, nunca hubieran mencionado su nombre.
Son una carga continua para los que anhelan ser fieles seguidores de Jesús. Son una piedra de
tropiezo para los incrédulos’ (Testimonies, tomo 1, pág. 188)”. 2
Así como los científicos y especialistas decretan vaticinios sobre las condiciones de vida
en la Tierra en esta época; los mensajeros de Dios declaran el estatus del pueblo escogido en el
fin del tiempo. Advierte Elena de White: “El mensaje de Laodicea se aplica a los hijos de Dios
que profesan creer en la verdad presente. La mayoría de ellos son tibios y sólo profesan la
verdad. Tienen el nombre de cristianos, pero nada de celo... El término tibio se aplica a esta
clase de personas. Profesan amar la verdad, pero son deficientes en la devoción y el fervor
cristiano. No se atreven a abandonar del todo la verdad y correr el riesgo de los incrédulos; pero
no están dispuestos a morir al yo y seguir de cerca los principios de su fe”. 3
No podemos continuar en esta condición. Somos el pueblo de Dios. No somos
Babilonia. El psiquiatra Mario Pereyra contrasta de manera brillante las realidades de Laodicea y
Babilonia: “Laodicea no es ni fría ni caliente mientras que Babilonia es apasionada. Laodicea es
ilusa y piensa que es algo que no es mientras que Babilonia es realista y sabe perfectamente lo
que quiere y lo que es. Laodicea es pasiva mientras que Babilonia es sumamente activa
haciendo el mal. Laodicea tiene una gran confusión interna, mientras que la confusión de
Babilonia es tan sólo externa”. 4 Laodicea es el pueblo de Dios más allá de su condición. Pero
debe cambiar ahora para obtener la salvación.
Desastres
“La pistola humeante se encuentra sobre la mesa”, concluyó el científico Jerry Mahlman
en enero último, luego de leer un informe de 1600 páginas que se presentaría en la mencionada
Cumbre Mundial del Clima de febrero en Paris.
“En la Argentina, 2006 fue sólo un anticipo de lo que vendrá”, sentencia Vicente Barros,
1Comentario
Bíblico Adventista, tomo 7, pág. 777.
2Ibíd.
3Elena
de White. Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 477.
Pereyra. “La Iglesia y el Mundo en la escatología apocalíptica, desde el contexto
Posmoderno”, en Pensar la Iglesia hoy, Libertador San Martín, Argentina, Editorial Universidad Adventista
del Plata, 2002, págs. 389-400.
4Mario
-6 Existen declaraciones que movilizan.
“No será la primera vez que la gente se enfrente por tierras, agua y recursos, pero esta
vez el enfrentamiento será a una escala que tornará insignificante los conflictos del pasado”.
Estas palabras fueron enunciadas por el delegado congoleño en debate sobre el cambio
climático que se realizó en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el pasado 16 de
abril. Por su parte, los participantes franceses fueron rotundos. Concluyeron que el cambio
climático es “la amenaza número uno para la humanidad”. Más allá fueron los enviados belgas
quienes manifestaron que por causa de esta nueva amenaza se debe reformular por completo la
concepción de seguridad. Por último, Ban Ki Moon, secretario general de la ONU, declaró que
las perspectivas a las que el mundo se enfrenta son alarmantes.1
Ante este coro de voces globales, Margaret Beckett, secretaria de Estado de Relaciones
Exteriores de Gran Bretaña, fue categórica:
“Nuestro clima, cada vez más inestable, ya no se considera principalmente una cuestión
ambiental o económica. A medida que la amenaza que enfrentamos fue creciendo en magnitud
y perfilándose con mayor claridad, a lo largo de los últimos dos años, y a medida que las últimas
pruebas científicas confirmaron y en algunos casos agravaron nuestros mayores temores
respecto del impacto físico que nos espera, también se tornó cada vez más evidente que el
cambio climático trae aparejadas consecuencias que alcanzan a los aspectos más
fundamentales de la agenda de seguridad. Las inundaciones que causan enfermedades y
hambre generan, a su vez, migraciones a una escala sin precedente en zonas donde ya se
registran fuertes tensiones entre diversos grupos humanos. Las sequías malogran los cultivos y
esto produce competencia por alimentos, agua y energía en regiones donde los recursos ya
están al límite. Corremos el riesgo de un descalabro económico de la magnitud prevista en el
informe Stern del año último, sin precedente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial”. 2
Contrastes
Lamentablemente, el calentamiento global es una realidad en nuestro planeta.
Tristemente, la tibieza espiritual es una realidad en nuestra iglesia.
Innumerables veces deambulamos por los pasillos de nuestros templos ajenos y
despreocupados ante las grandes crisis. No sólo de las que se avecinan, sino también de las
que ya vivimos.
Por un lado, el calentamiento del planeta. Por el otro, la tibieza de nuestro corazón. El
calentamiento trae aparejado desastres y problemáticas en este mundo. La tibieza, da como
resultado nefastas e indeseables consecuencias eternas.
El mensaje a Laodicea de Apocalipsis 3 se aplica al pueblo de Dios en estos tiempos.
Somos tibios. Ni fríos, ni calientes. Nos falta definirnos resueltamente por Dios y su Palabra. Nos
falta vivir lo que predicamos y predicar lo que vivimos. Todo el día. Todos los días. La tibieza,
propia de las aguas termales de Hierápolis, ubicadas en la región a la cual el apóstol Juan
escribió originalmente el mensaje a Laodicea, era apreciada por los turistas del lugar, pero
constituía una terrible metáfora para los miembros de la iglesia.
Tal como lo explica el Comentario Bíblico Adventista: “La tibia condición espiritual de la
Margaret Beckett, “La peor amenaza a la seguridad mundial”, en www.lanacion.com.ar,
miércoles 25 de abril de 2007.
2Ibíd.
1Véase,
-3 co de Samos en el siglo III AC, pero sus compatriotas griegos la desecharon.
El peso del aire
Dice Job 28:24, 25: "Porque él mira hasta los fines de la tierra y ve cuanto hay bajo los
cielos. Al dar peso al viento; y poner las aguas por la medida”. Aunque el aire es liviano tiene
masa. Esto fue descubierto por la ciencia recién en 1643, cuando Evangelista Torricelli,
discípulo de Galileo, midió la presión atmosférica.
El número de estrellas
Cuando Dios le anunció a Abraham en Génesis 15:5 y 22:27 que su descendencia sería
tan incontable como las estrellas, los sabios de ese tiempo pensaban que su número era muy
limitado. Aún en el siglo XX algunos científicos argumentaban que las estrellas no eran más que
6000. Sin embargo, Stephen Hawking declara que nuestra galaxia es sólo una entre millones de
galaxias que contienen millones y millones de estrellas. Y pensar que (según Isaías 40:26) Dios
sabe cuántas son y las conoce por su nombre.
La fotosíntesis
Dice Job 8:16,17: “A manera de un árbol está verde delante del sol, y sus renuevos
salen sobre su huerto; se van entretejiendo sus raíces junto a una fuente, y enlazándose hasta
un lugar pedregoso”. Si bien se estudió este tema desde el siglo XVIII, fue recién en el XX
cuando se descubrió que las plantas derivan la energía del sol a través de este proceso.
Las corrientes oceánicas
Dice Salmo 8:6-9: “Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste
debajo de sus pies: ovejas y bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo, las aves de
los cielos y los peces del mar; todo cuanto pasa por los senderos del mar; ¡Oh Jehová, Señor
nuestro, cuán grande es tu nombre en toda la tierra!”. Fue Matthew Maury (1806-1873), un
funcionario naval norteamericano, quien elaboró la teoría que sostiene que los océanos poseen
corrientes ordenadas que fluyen a través de las profundidades del mar.
La vida en la sangre
En Génesis 9:4 se prohíbe comer carne con sangre, porque allí esta la vida. Lo mismo
se afirma en Levítico 17:11: "Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado
para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la
persona”. Fue recién en 1615 cuando Guillermo Harvey descubrió las funciones de la sangre y
comprobó científicamente que en ella estaba la vida.
El árbol de Tamarisco
En Génesis 21:33 se menciona que Abraham plantó un árbol de Tamarisco en
Beerseba. Al respecto, el botánico israelí José Weitz comenta: “Siguiendo su ejemplo hemos
plantado dos millones de retoños. Abraham hizo lo correcto al plantar ese árbol, ya que es uno
de los pocos que pueden crecer en estas tierras de Medio Oriente, donde la precipitación anual
es inferior a los 150 mm”. Una vez más comprobamos que la Biblia tenía razón.
Una sangre en común
Durante miles de años se creyó que los seres humanos no eran todos iguales, ya que
imperaba una discriminación debido al origen de ciertas razas. Así, se adoptaron expresiones
-4 populares como “sangre azul”, para referirse a la nobleza, en desmedro de los siervos. Sin
embargo, la ciencia médica demostró que no hay una sangre diferente. Esto posibilita las
trasfusiones de sangre (los conocidos grupos sanguíneos son totalmente independientes a este
factor) y muestra que todos los seres humanos somos del mismo linaje, es decir que
provenimos de una sangre en común. Pablo afirmó esto en el siglo I DC. Sus palabras se
encuentran registradas en Hechos 17:26.
Las medidas y la ubicación de la Tierra
Recién en el siglo XX (mediante sondas espaciales y satélites artificiales con
instrumentos científicos de precisión) el hombre logró descubrir la ubicación exacta de la Tierra
en el sistema solar, su tamaño y composición, su temperatura, su compleja atmósfera
(troposfera, estratosfera, ionosfera, mesosfera y exosfera), su velocidad de rotación, las leyes
físicas que la rigen, y la distancia que la separa del Sol y de la Luna.
Cobran otro significado las antiguas palabras de Job 38:5, cuando refiriéndose a la
Tierra se pregunta: “¿Quién ordenó tus medidas?”. Declara el mencionado Stephen Hawking:
“Las leyes de la ciencia, tal como las conocemos ahora, contienen muchas cantidades
fundamentales. El hecho notable es que los valores de esas cantidades parecen haber sido
sutilmente ajustados para hacer posible el desarrollo de la vida”. La ubicación de la Tierra en el
espacio es la adecuada y exacta. Unos milímetros más cerca del Sol, y sus habitantes se
consumirían de calor y unas pulgadas más lejos, se congelarían de frío.
Las nubes
En Job 37:16 se pregunta: “¿Has conocido tú las diferencias de las nubes?”. Fue recién
en 1803 cuando Luke Howard propuso una clasificación para las formas de las nubes. A este
dato se le pueden agregar tres versículos: Mateo 16:2, 3 y Lucas 12:54-56 (donde Jesús hace
referencia al conocimiento empírico de sus contemporáneos, basado en la observación y la
experiencia para predecir el tiempo), y Eclesiastés 11: 4 (donde se reconoce que muchas veces
la elaboración de un pronóstico para el clima no es del todo confiable, tal como ocurre con los
pronósticos meteorológicos de la actualidad).
La ciencia y la Biblia
Elena de White escribió: “Puesto que el libro de la naturaleza y el de la revelación llevan
el sello de la misma Mente maestra, no pueden sino hablar en armonía. Con diferentes métodos
y lenguajes, dan testimonio de las mismas grandes verdades. La ciencia descubre siempre
nuevas maravillas, pero en su investigación no obtiene nada que, correctamente comprendido,
choque con la revelación divina. El libro de la naturaleza y la palabra escrita se alumbran
mutuamente” (La educación, Buenos Aires, Asociación Casa Editora Sudamericana, pág. 124).
Las informaciones científicas de la Biblia son tan confiables como su Autor.
Fuente: “Información científica de la Biblia”, por Carlos F. Steger. Artículo aparecido en Ciencia
de los orígenes, número 64, enero- abril de 2003, págs. 3-6. Material seleccionado por GK.
Los editores de Visión/14 son miembros laicos y profesionales de la
Iglesia Adventista del Séptimo Día, aceptan todas sus creencias fundamentales,
y no pertenecen a ningún movimiento independiente, disidente, o reformista.
-5 VISIÓN TEOLÓGICA
Calentamiento global vs. tibieza espiritual
¿Seguiremos manifestando indiferencia ante las señales de los tiempos?
Existen diagnósticos que inquietan.
Debido al calentamiento global, para 2050 el 50 % de las tierras cultivables de América
Latina serán áridas y no se podrán utilizar más para las actividades agrícolas. Así lo expresó en
Bruselas el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre la evolución del Clima de la ONU
(IPCC, por sus siglas en inglés).1 Este pronóstico causaría una crisis sin precedentes en la
región (y expondría al hambre a 150 millones de personas), que últimamente viene sufriendo
desastres naturales extremos e inéditos por causa del cambio climático: lluvias torrenciales en
Venezuela, inundaciones en la pampa argentina, sequías en el Amazonas, tempestades de
granizo en Bolivia y una temporada record de ciclones en el Caribe. El estudio de estos expertos
señala también una situación crítica para los glaciales andinos de Perú, Colombia y Ecuador, y
el aumento del nivel de los océanos (de 20 a 60 cm hacia el fin del siglo) que provocará
inundaciones en todas las tierras bajas del mundo (incluyendo el estuario del Río de la Plata).
Existen proyecciones que asustan.
La vida de 175 millones de niños correrá peligro por los efectos del cambio climático que
afectarán al planeta en el decenio 2005-2015, lo que representa un aumento del 40 por ciento
respecto al año precedente, según afirma un estudio difundido en Roma por Save the Children,
una organización internacional de defensa de la infancia. 2 Se estima que para 2010 se
multiplicarán las sequías, aluviones, terremotos e inundaciones. Esto provocará unos 50
millones de desplazados, en gran parte mujeres e infantes.
Existen noticias que aterran.
Una investigación de la NASA indica que entre 2004 y 2005 los hielos perennes del
Casquete Polar Ártico se redujeron un 14 %, es decir, una superficie equivalente a 720.000
kilómetros cuadrados.3 Este abrupto fenómeno podría causar un fuerte impacto sobre el planeta,
acelerando las consecuencias del cambio climático. No obstante, lo nuevo y sorprendente para
los científicos, es que la reducción se observó tanto en invierno como en verano.
Existen informaciones que alarman.
En la reunión mundial del ya citado IPCC, realizada en París en febrero de este año, los
500 delegados concordaron que el salto de la temperatura planetaria sería mucho mayor al que
habían previsto en 2001.4 Así, la Tierra incrementaría su temperatura entre 2 y 4,5 grados. Los
especialistas del IPCC no dudan: éstos incrementos se deben en un 90 % a las emisiones de
dióxido de carbono provocadas por el hombre.
1Véase, “Un alarmante diagnostico climático para América latina”, Diario La Nación, Buenos Aires,
sábado 7 de abril de 2007, págs. 1 y 4.
2Ibíd., pág. 4.
3Véase, “El hielo perenne del Artico se redujo 14 % en sólo un año”, Diario La Nación, Buenos
Aires, viernes 15 de septiembre de 2006, pág. 12.
4Véase, “Fuerte advertencia sobre el cambio climático”, en www.lanacion.com.ar, viernes 2 de
febrero de 2007, y “El calentamiento climático sería mayor al previsto”, en www.lanacion.com.ar, lunes 29
de enero de 2007.