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TEORÍA SOCIAL E INVESTIGACIÓN EMPÍRICA. LA
SOCIOLOGÍA CRÍTICA DE THEODOR ADORNO
GABRIEL CORI (UNR)
Introducción
El presente artículo está centrado principalmente en la
contribución de Theodor Adorno a la investigación sociológica. Tal vez
ello resulte un poco extraño para aquellos que están más
acostumbrados a identificar a este conspicuo miembro del Instituto
para la Investigación Social de Frankfurt como perteneciente al
campo de la filosofía; pero convengamos que la “Teoría Crítica”,
asociada a dicho instituto, por lo menos en un principio, trató de
acercar la filosofía a las ciencias sociales. Horkheimer, uno de sus
mentores, estaba convencido de que la filosofía sólo podría asumir
sus funciones críticas y liberadoras si era capaz tanto de abandonar el
estrecho marco idealista y metafísico en el cual se hallaba, como de
lograr establecer lazos firmes con las ciencias sociales, que habían
demostrado cierta eficacia para erigir un conocimiento metódico y
empíricamente fundado.1
1
Horkheimer, en su conferencia inaugural al momento de asumir como Director del
Instituto de Investigación Social, manifestaba que la filosofía social no podría
cumplir con su objetivo si no encuentra la manera de articular lo general y lo
particular, lo teórico y la experiencia singular. En este sentido, proponía un
acercamiento de aquella a las ciencias particulares para “poner un amplio aparato
de investigación empírica al servicio de problemas socio-filosóficos”. Horkheimer
estaba convencido que tanto la filosofía como la sociología estaban atravesadas por
un problema común que “es la conexión entre la vida económica de la sociedad, el
desarrollo psíquico de los individuos, y los cambios en el ámbito de la cultura en el
sentido más elemental”. Es este problema común lo que permite “organizar
investigaciones en base a problemas filosóficos actuales, en las cuales filósofos,
sociólogos, economistas [Nationalökonomen] , historiadores y psicólogos confluyan
en permanente trabajo colectivo para hacer en común aquello que en otros campos
puede ser llevado a cabo individualmente en el laboratorio, aquello que todos los
verdaderos investigadores han hecho siempre, a saber, perseguir sus interrogantes
filosóficos orientados al todo [Grösse] de la mano de los métodos científicos más
sutiles, revisar y precisar los interrogantes en el curso de su trabajo sobre el
objeto, e idear nuevos métodos sin perder de vista lo general”. 1HORKHEIMER,
Max, “La Situación Actual de la Filosofía Social y las Tareas de un Instituto de
Investigación Social”, 1931. Traducción de Luis Ignacio García (inédita).
Si bien la dura experiencia de la guerra, los campos de
exterminio y los totalitarismos hicieron que Horkheimer y Adorno
abandonaran el proyecto inicial de fusionar la teoría social con la
investigación empírica para sumergirse cada vez más en una
meditación filosófica sobre la negatividad del mundo presente,
también es cierto que el segundo, luego de su regreso a Alemania a
fines de 1949, hizo importantes aportes al debate sobre la conjunción
de la reflexión teórica con las técnicas empíricas. Precisamente, en
este artículo, lo que se intenta es analizar cuál fue la contribución de
Adorno a dicho debate, principalmente en la etapa que abarca desde
su regreso a Frankfurt hasta su muerte en 1969. Si durante esta
etapa su aporte fue esencialmente teórico, la misma ofrece valiosos
elementos para comprender el proyecto adorniano de construir un
sociología crítica.
Antes del regreso
Theodor Wiesengrund Adorno nació en Frankfurt, Alemania, en
1903 en el seno de una culta familia burguesa. Su padre era un
comerciante judío alemán y su madre una cantante católica de origen
corso-genovés que estimuló su amor por la música y de quien tomó
el apellido con el cual se le conoce. En 1924 se graduó en filosofía en
la Universidad de Frankfurt con la tesis Die Transzendenz des
Dinglichenund Noematischen in HusserlsPhänomenologie; luego viajó
a Viena para estudiar música con Berg y en 1931 se doctoró en la
misma Universidad de Frankfurt con el trabajo Kierkegaard.
Konstruktion des Aestetischen, consiguiendo al mismo tiempo la
habilitación como Privatdozent para enseñar filosofía en la misma
universidad.
Se podría decir que la mayor parte de su carrera como
estudiante se desarrolló durante la República de Weimar, durante la
cual Alemania trató de avanzar por la senda democrática y
constitucionalista, luego de una dolorosa derrota militar y de una
crisis revolucionaria que hizo trastabillar las bases del capitalismo de
ese país. Efectivamente, el parlamentarismo de la república de
Weimar parecía ser la mejor fórmula para evitar una segunda
revolución rusa en Alemania. Para ello, la socialdemocracia, que en el
pasado había abrazado el marxismo, tuvo que hacer concesiones con
los grupos conservadores y con el ejército con el objetivo de frenar la
expansión de la revolución bolchevique en Alemania. Ello provocó una
fractura dentro del campo popular: una parte de éste apoyaba al
influyente Partido Socialdemócrata que estaba comprometido con el
gobierno parlamentario y la otra parte abrazaba la causa del
recientemente creado Partido Comunista que respondía a Moscú. Los
intelectuales marxistas con vocación transformadoras, tenían dos
opciones: o pertenecer al Partido Socialdemócrata con una política
reformista y débil o pertenecer al partido bolchevique con una política
radical, pero bajo la égida de otro Estado.
La creación de grupos de estudios independientes abocados a
analizar críticamente la situación mundial del momento fue una
alternativa para aquellos que no se sentían identificados con ninguna
de las dos opciones mencionadas anteriormente. Es así como en la
primavera del año 1923 un grupo de intelectuales, entre los que se
encontraban Karl Korsch, Georg Luckacs, Karl Wittfogel y Friedrich
Pollock2 se reunieron para organizar una primera “Semana de trabajo
marxista”. Félix Weil3 fue quien aportó el financiamiento para la
creación de un Instituto de Estudios Marxistas, que debió cambiar de
nombre por Instituto de Investigaciones Sociales ya que el estado
alemán no permitía que una institución se denominara marxista. El
mismo se inauguró en junio de 1924, anexándose a la joven
Universidad de Frankfurt que había sido creada en 1914. Cuando
Horkheimer asumió la dirección del Instituto a fines de 1930 (la
conferencia inaugural fue en enero de 1931) éste tuvo un gran
impulso y logró un enorme prestigio. Adorno, que había conocido a
aquél en 1927, ingresó a dicho instituto en 1933, pero al poco tiempo
se vio obligado a emigrar, como los demás miembros del Instituto,
primero a París, después a Oxford (Inglaterra) y, finalmente, a
Estados Unidos.
La vida en EEUU no fue fácil para Adorno. Si bien ese país
acogió rápidamente a los exiliados frankfurtianos, gracias a la
intervención de los movimientos judíos y a las organizaciones de
refugiados, Adorno nunca logró adaptarse a esa sociedad, como lo
muestra su negativa a hacer carrera dentro del sistema universitario
estadounidense. De todas maneras, durante su exilio en ese país
aceptó realizar investigaciones aunque no siempre pudo elegir las
temáticas y los métodos. H. T. Wilson plantea que la situación de
Adorno, como la de Horkheimer y Pollock, era incómoda dado que,
como intelectuales refugiados, “se esperaba que dieran muestras de
reconocimiento por su liberación trabajando en todo aquello que
2
La lista de los que participaron en ese encuentro es la siguiente: George Lukács,
Karl Korsch, Karl August, Rose Wittfogel, Friedrich Pollock, Julian y JulianGumperz,
Richard y ChristianeSorge, Eduard Ludwig Alexander, KuzuoFukomoto,
HedeMassing, KonstantingZetkin, Richard Sorge, Kart Alexander, Karl Wittfogel,
Heda Korsch, KätheBachard, MargareteLissauer, BélaFogarasi, Gertrud Alexander.
VAN
REIJE,
Willemund
SCHMID
NOERR,
G.,
Grand
Hotel
Abgrund.
EinePhotobiographie der FrankfurterSchule, JuniusVerlag, Hamburg, 1988.
3
Félix Weil, hijo del exitoso empresario alemán HermannWeil, que poseía a fines del
siglo XIX la empresa exportadora de cereales más grande de Argentina, era un
mecenas de izquierda –cercano al partido comunista alemán- que se dedicaba a
financiar todo tipo de actividades culturales asociadas con la izquierda intelectual.
Entre estas actividades se encontraba la “Semana de Trabajo Marxista” que se llevó
a cabo al pie del bosque de Turingia., WIGGERSHAUS, Rolf, La escuela de Fráncfort,
FCE, Argentina, 2010.
podría” contribuir “a luchar contra el fascismo y el nazismo”.4 Ello
implicaba participar directamente en investigaciones centradas en el
antisemitismo, que no eran enteramente del interés de los miembros
del Instituto de Frankfurt. ¿Por qué esta problemática no interesaba
sobremanera a estos intelectuales? Según H. T. Wilson, Adorno,
como así también Horkheimer, Pollock y otros, “aunque nacidos de
padres judíos, se consideraban totalmente ateos y plenamente
integrados en la cultura europea. No deseaban ser asociados a los
judíos practicantes y otros refugiados y se opusieron a la dirección de
trabajos estrechamente enfocados en este aspecto de actualidad en
provecho de temáticas más amplias”.5 Sonia Dayan-Herzbrun plantea
que “es la cuestión del autoritarismo la que organiza las
investigaciones colectivas realizadas por los exiliados de la Escuela de
Frankfurt durante su estadía en los Estados Unidos”; pero es
necesario aclarar que “su objeto no es <reflexionar>a posteriori
sobre las causas y las manifestaciones del antisemitismo europeo,
sino deducir aquello que, en toda sociedad, incluida la sociedad
norteamericana, puede conducir al fascismo y al totalitarismo”.6 Esto
último, sin lugar a dudas, va a dar lugar a acusaciones de ingratitud
por parte de quienes le dieron asilo político.
Por otra parte, Adorno descreía de las investigaciones que
aplicaban sistemáticamente técnicas empíricas, muy en boga en esos
años en Estados Unidos. Si bien es cierto que la investigación
sociológica no era desconocida por Adorno, como lo muestra sus
primeras preocupaciones sobre la música, éste consideraba que la
recolección de datos, sin tener en cuenta la determinación objetiva de
la estructura social que moldea esos datos, carecía de fundamentos
epistemológicos serios. De todas maneras, Adorno realizó en Estados
Unidos varias investigaciones empíricas que le permitieron confrontar
sus concepciones teóricas con datos de la realidad social. Producto de
esa experiencia fue The Authoritarian Personality (La Personalidad
Autoritaria), investigación que realizó en colaboración con otros
investigadores y en la cual trató de establecer una conjunción entre
los principales aportes teóricos de la psicología social de orientación
freudiana y los métodos de investigación empírica. En dicha
investigación se trataba de poner de relieve “los caracteres sociales,
o socialmente determinados en los individuos” que lo hacen
vulnerables a la propaganda fascista o antidemocrática.7 En la
4
WILSON, H. T, “La teoría crítica en los Estados Unidos (1938-1978). Un ejemplo de
innovación intelectual y su recepción”, en Alain Blanc y Jean-Marie Vincent (dir.), La
recepción de la escuela de Frankfurt, Argentina, Nueva Visión, 2006, p. 249.
5
Ibidem, p. 250.
6
DAYAN-HERZBRUN, Sonia, “Nueva York, Los Angeles: los teóricos críticos en los
Estados Unidos”, en Alain Blanc y Jean-Marie Vincent (dir.), La recepción de la
escuela de Frankfurt, Argentina, Nueva Visión, 2006, p. 249.
7
VICENT, Jean Marie, “La sociología de Adorno”, en Alain Blanc y Jean-Marie
Vincent (dir.), La recepción de la escuela de Frankfurt, Buenos Aires, Nueva Visión,
2004. Adorno en sus Estudios de la personalidad autoritaria afirma que sus
introducción de dicha obra Adorno se pregunta cómo puede
determinarse que las opiniones, actitudes y valores expresados por
un individuo (la estructura de su personalidad) forman una totalidad
organizada. Su respuesta es muy clara al respecto: “No hay más
procedimiento adecuado que el de medir realmente, en poblaciones,
una amplia variedad de contenidos de pensamiento y determinar por
medio de métodos estadísticos estándar cuáles van juntos”.8Como se
puede observar, las técnicas de recolección de datos, como el
cuestionario y las técnicas clínicas, que le servía como base a sus
investigaciones empíricas, no eran desconocidas por este reconocido
miembro del Instituto de Investigación Social.
Adorno regresó a Alemania en 1949, reanudando sus clases de
filosofía y sociología en la Universidad de Frankfurt y
desempeñándose además como codirector del Institutfür die
Sozialforschung, anexo desde 1952 a la Johann Wolfgang Goethe
Universität de aquella ciudad, hasta que en 1958 se convirtió en su
director hasta su muerte en 1969. Entre los antecedentes próximos a
su muerte, es significativo señalar que un grupo de estudiantes donde las mujeres se presentaron con los senos desnudos- le
exigieron a Adorno ofrecer respuestas concretas de acción política; el
profesor les explicó que debido a la complejidad de la problemática
no era posible una receta, entonces fue agredido. Consternado por
este hecho decidió irse de vacaciones a Suiza donde vivía su amigo
Horkheimer y durante su estadía en ese país sufrió un ataque
cardíaco que le iba a causar la muerte.
La sociología crítica de Theodor Adorno
En un artículo aparecido en 1957, Adorno reconocía que la
sociología, desde que se constituyó como disciplina académica, se ha
fragmentado en una multiplicidad de campos de estudio, que si bien
comparten entre sí su preocupación por lo social, cada uno de ellos
posee sus propios objetos de estudio y sus propios métodos. 9 No
obstante, según Adorno, esta creciente división del trabajo que se
observa no sólo en el ámbito de la sociología en particular sino
también en el de las ciencias sociales en general10, no alcanza a
ocultar el predominio de dos corrientes que rivalizan entre sí: por un
lado, la teoría crítica de la sociedad y, por el otro, el positivismo.
investigaciones comenzaron interrogándose sobre el antisemitismo, pero en
realidad “el interés principal se dirigió al individuo potencialmente fascista, alguien
cuya estructura es tal que lo convierte en especialmente vulnerable a la
propaganda fascista”. ADORNO, Theodor W., “Estudios sobre la personalidad
autoritaria”, en Theodor Adorno, Escritos sociológicos II, Vol. 1, Editorial Akal,
Madrid, 2009, p. 153.
8
ADORNO, Theodor, op. Cit., p. 156 (El subrayado es nuestro).
9
ADORNO, Theodor W., “Sociología e investigación empírica”, en Theodor Adorno,
Escritos Sociológicos I, Editorial Akal, España, p. 183.
10
Ibidem, p. 183.
La imagen un tanto estereotipada que esta última corriente ha
ido construyendo de su oponente, nos muestra a la teoría crítica
como una filosofía absolutamente especulativa, alejada de la
investigación empírica y sin el menor apego por los hechos; en
contraposición, el positivismo, defendería “un concepto estricto de
validez científica objetiva” (…) “purificada de toda proyección
subjetiva”.11 Pero detrás de esta contraposición, digamos entre una
concepción más objetivista de la ciencia de otra más subjetivista, se
esconde, según Adorno, otra realidad: el positivismo, que persigue
“la objetividad más extrema”, termina enredado con la razón
subjetiva instrumental12, en cambio, la teoría crítica, tantas veces
acusada de filosófica y especulativa, jamás renegó de la investigación
social empírica, tratando siempre de confrontar sus enunciados
teóricos con los hechos de la realidad. Es esta idea de Adorno la que
se tratará de desarrollar en este apartado.
Los positivistas aducen que en las ciencias sociales es posible
abordar el objeto de estudio libre de prejuicios y valoraciones, es
decir objetivamente, siempre y cuando las mismas emulen los
métodos de las ciencias de la naturaleza.13 Según Adorno, este
exceso de confianza se debe a que parten de una concepción errónea
de la ciencia. Los positivistas, al considerar a ésta como
absolutamente independiente, es decir totalmente escindida del
proceso vital real, no alcanzan a divisar los obstáculos que se cruzan
en el camino para alcanzar un conocimiento objetivo. Como sostiene
Adorno, la ciencia “no sólo es fuerza social productiva, sino asimismo
relación social de producción”14. Desde una perspectiva dialéctica,
como la de Adorno, se podría aducir que la ciencia sería y no sería
autónoma a la vez. ¿Cómo se interpreta esto? Adorno plantea que el
apego positivista por los datos individuales no hace más que ocultar
que esos datos están preformados por la sociedad, y solo una teoría
acabada de la totalidad social podría organizarlos de manera tal que
puedan ser inteligibles. Ello no quiere decir que las “ideas teóricas
sobre la sociedad en su conjunto” sustituyan sin más a los hallazgos
empíricos. Nada más lejos de ello. La dialéctica adorniana, opuesta a
11
ADORNO, Theodor, “Introducción a la disputa del positivismo en la sociología
alemana”, en Escritos Sociológicos I, op. cit., pp. 264-265.
12
Max Horkheimer define la razón subjetiva como “la capacidad de calcular
probabilidades y de adecuar así los medios correctos a un fin dado”. “Todo uso (de
la razón) que va más allá de la sintetización técnica de datos fácticos, que sirve de
ayuda, se ve extirpado como una huella última de superstición, que no ofrecen
resistencia, que ahorran trabajo. Es como si el pensar mismo se hubiese reducido al
nivel de los procesos industriales sometiéndose a un plan exacto; dicho
brevemente, como si se hubiesen convertido en un componente fijo de la
producción”. HORKHEIMER, Max, Crítica de la razón instrumental, Terramar
Ediciones, Argentina, 2007, pp. 17 y 30.
13
DE CAMBRA BASSOLS, Jordi, “La Teoría crítica y el problema del método en las
ciencias sociales”, REIS Nº 17, Enero-marzo de 1982.
14
ADORNO, Theodor, “Introduccióna la disputa del positivismo en la sociología
alemana”,en Escritos Sociológicos I, op. cit., p. 264.
todo dogmatismo, postula que toda teoría de la sociedad debe ser
confrontada permanentemente con los hechos empíricos y así, en
contacto con éstos, poder reformularla.
“Si la teoría no quiere incurrir (…) en el dogmatismo (…)
tiene que recomponer los conceptos que, por así decir,
aporta desde fuera, convirtiéndolos en lo que la cosa tiene
por sí misma, en eso que la cosa sería por sí sola, y
confrontarlo con lo que la cosa es. Tiene que disolver la
rigidez del objeto fijado aquí y ahora en un campo de
tensión de lo posible y lo real: cada uno de ellos está,
simplemente para poder ser, necesitado del otro. Con otras
palabras, la teoría es incondicionalmente crítica”.15
Esta concepción dialéctica de Adorno contrasta con la sociología
empírica de tipo positivista, predominante en el mundo académico de
la segunda mitad del siglo XX, que no reconoce formalmente valor
alguno a la teoría. De acuerdo con ésta, “la ciencia ha de abordar su
material sin prejuicios, prescindiendo de teoremas previos, de un
modo auténticamente aconceptual”.16 Para ello, dicha ciencia se debe
someter a las reglas de juego de los estudios empíricos de mercado.
Este tipo de investigación utiliza técnicas de investigación como los
cuestionarios más o menos reglados que se prestan fácilmente a su
tratamiento estadístico. Es decir, “partiendo de sondeos realizados
sobre un número mayor o menor de personas individuales”, dicho
tratamiento estadístico permite formular “enunciados que son, de
acuerdo con las leyes del cálculo de probabilidades, generalizables e
independientes de fluctuaciones individuales”. Pero para Adorno, “los
valores promedio obtenidos, aunque su validez sea objetiva, no dejan
de ser la mayoría de las veces otra cosa que enunciados objetivos
sobre sujetos”: lo único que reflejan es cómo los sujetos se ven a sí
mismos y cómo ven a la realidad.17 Por consiguiente, desde la
concepción de Adorno, los métodos empíricos, basados en
cuestionarios, entrevistas y todo ese arsenal de técnicas que utiliza la
social research, no puede captar la objetividad social, es decir “el
conjunto de todas las relaciones, instituciones, fuerzas, en cuyo seno
actúan los seres humanos”.18Los estudios de opinión permitirán
graficar mejor los planteos de Adorno.
Los estudios de opinión –o de opinión pública, como prefiere
denominarlos Adorno-, que por lo general se realizan a partir de
15
ADORNO, Theodor, “Sociología e investigación empírica”, op. cit., p. 184.
ADORNO, Theodor, “Apunte sobre la objetividad sociológica”,en Escritos
Sociológicos I, op. cit., p. 224.
17
ADORNO, Theodor, “Sociología e investigación empírica”, op. cit., p. 186.
18
Ibidem, p. 186.
16
necesidades prácticas (predecir los resultados de una elección, medir
la aceptación o no por parte de la población de alguna figura política,
etc.), emplean técnicas tomadas de los estudios de mercado. No deja
de resultar extraño que algo como la opinión pública, que desde los
orígenes de la sociedad burguesa se tiene que construir conforme a la
concepción política de la democracia, se puede contemplar como algo
ya dado. Según Adorno, “la opinión pública sólo se puede constituir
bajo la garantía del derecho democrático a la libre expresión de la
propia opinión; sólo cuando es público eso sobre lo que han de votar
los ciudadanos de un Estado, resulta pensable la democracia”.19 Por lo
menos esto era lo que pensaban los padres del liberalismo. Pero la
opinión pública, con el correr de los siglos, terminó presa del
desenvolvimiento real de las formas económicas de la sociedad
burguesa, convirtiéndose en un negocio “que extrae beneficios de las
informaciones que proporciona a las poblaciones”.20 “Un subsector
social monopoliza la información y la filtra según sus propios
intereses. El concepto de opinión pública se desplaza de la población
a esas instituciones”.21 Es por eso que actualmente, cuando se habla
de opinión pública, no se está hablando de cómo la gente reacciona
ante determinados hechos políticos o sociales, sino que se refiere a lo
que piensan los medios de comunicación sobre esos hechos.
La opinión pública al cosificarse, “se escinde de los sujetos
vivos que constituyen la sustancia del concepto de opinión pública”.22
El pueblo, que necesita de la información pública como de un medio,
terminó reducido a la pasividad, convirtiéndose en un apéndice de la
maquinaria pergeñada por las grandes corporaciones mediáticas.
Como sostiene Adorno: la opinión pública, que en los primeros
tiempos de la sociedad burguesa se consideraba un derecho, terminó
convirtiéndose en un objeto de consumo masivo. Es así como, al
sustituirse la opinión pública por los órganos de su producción, los
estudios de opinión, en consonancia con los intereses de las grandes
corporaciones, se interesan por saber si las opiniones difundidas por
estos estudios “se convierten en las de la población o son
seleccionadas y modificadas; si se suscita resistencia y autonomía de
las masas frente a lo que se impone”.
“En la línea de la aglomeración y racionalización de las
grandes unidades económicas y administrativas se halla la
planificación de su éxito, el control científico anticipado del
mercado. El auge de los estudios de opinión responde a
esta tendencia; éstos son estudios de mercado aplicados,
19
ADORNO, Theodor, “Estudios de opinión y opinión pública”, en Escritos
Sociológicos I, op. cit., pp. 495-496.
20
Ibidem, p. 496.
21
Ibidem, p. 496.
22
Ibidem, p. 497.
transferido su modo de
espirituales comunitarias”.23
proceder
a
configuraciones
Los estudios de mercado, por lo tanto, que trabajan
particularmente con la encuesta social, no son los más adecuados,
según Adorno, para hacer investigaciones sobre la opinión pública
dado que no hace distinción entre las preferencias por el nombre de
un candidato político y las correspondientes por el de una marca
comercial. Esto no quiere decir que los estudios de opinión pública no
puedan transformarse en un objeto de la sociología. Todo lo
contrario. Si estos estudios dejaran de ser una simple técnica y se
ocupara, por ejemplo, del “tránsito del concepto de opinión pública a
la producción y control de la misma: podría mostrar, según su
posibilidad, en qué medida están manipuladas las opiniones de la
población, en qué medida la opinión pública real es un reflejo de la
usurpada”, o bien, “se puede contrastar si la población dispone de
hecho de las informaciones de las que dependen en primera instancia
sus decisiones políticas racionales”.24
La investigación social empírica toma como objeto lo que la
sociedad ha hecho de nosotros pero no se preocupa por las
condiciones sociales que llevaron a esa situación. Por ejemplo, si en
una encuesta de opinión se le pregunta a la gente por qué la
desocupación es tan alta en nuestro país, es probable que respondan
“que los desocupados son vagos”, “que los pobres prefieren cobrar
planes sociales y no trabajar” o “que no tienen interés de progresar”,
etc. Pero estas respuestas reflejan lo que la gente piensa de la
desocupación pero no explica las causas reales de la desocupación.
Otras variables, como las crisis internacionales, la carencia de
estímulos a la inversión, la negativa de los empresarios de contratar
más gente prefiriendo hacer trabajar más horas a los trabajadores
que ya posee, que influyen directamente en la manifestación de este
fenómeno pero que no se dejan apresar como las opiniones, se le
escapa a estas investigaciones.
Otro ejemplo ayudará a entender lo que queremos explicar. En
el diario “La Capital” de Rosario del día sábado 27 de marzo de 2010
se puede leer el siguiente título: “Mejora la imagen de la justicia
como consecuencia del conflicto de poderes”. La nota da a conocer
los resultados de una encuesta, que indica que la imagen de la
justicia ante la sociedad mejoró en un 5,7 % debido al conflicto de
poderes y a las duras críticas que el poder político propina a ese
ámbito de la república. Ahora bien ¿“el índice positivo de confianza en
la justicia” puede determinar si la justicia falló de acuerdo con las
leyes constitucionales? Claro que no lo puede determinar porque el
23
Ibidem, p. 498.
Ibidem, p. 498-499.
24
sondeo se limita a medir “la percepción de la población sobre los
atributos de imparcialidad, eficiencia y honestidad de la justicia
argentina”. Al final de la nota se concluye que el aumento en el índice
de imagen positiva se debe a que la población percibe que los
magistrados judiciales mostraron independencia con respecto al
poder político.
Nos surge una pregunta más: ¿por qué hay que tomar en serio
la opinión de la gente en temas judiciales, si es muy probable que
ésta no comprenda, o comprenda a medias, estos temas? ¿La
población opina con autonomía o esa opinión esta mediada por los
medios de comunicación que están interesados en los fallos de esos
jueces? O como plantea Adorno ¿estas opiniones son espontáneas y
racionales o están sometidas a los mecanismos de la coerción social?
“El investigador social ha de atenerse a las manifestaciones
de los encuestados según el modelo del plebiscito o del
estudio de mercado, sin preocuparse de eso a lo que se
refieren las opiniones. Éstas son para él la fuente última del
conocimiento. El hecho de que se encuentren por su parte
mediadas socialmente, rara vez lo negará de forma
rotunda, pero se contentará por lo general con aproximarse
a esta mediación a través de los denominados estudios
motivacionales, esto es, se dará por satisfecho constatando
el modo en que los sujetos de experimentación han llegado
a formarse su opinión. Desde luego que con ello el punto
fundamental de la investigación sigue siendo la simple
subjetividad de los sujetos de experimentación”.25
Las investigaciones sociales empíricas, como se dijo más arriba,
toman como modelo a las ciencias naturales; y esto no resulta
extraño ya que “el endurecimiento de la sociedad sigue rebajando a
los hombres cada vez más a la categoría de objetos”: solamente en
una sociedad donde los hombres, bajo presión de las circunstancias,
se ven degradados a transformarse en meros consumidores de los
medios de comunicación de masas y de otros placeres
reglamentados, reina el sondeo de opinión.26
Esto demuestra que la objetividad pretendida por el
positivismo, en realidad, no es más que la de las herramientas
metodológicas que utiliza:
25
ADORNO, Theodor, “Teoría de la sociedad e investigación empírica”, en Escritos
Sociológicos I, op. cit., p. 507.
26
ADORNO, Theodor, “Sociología e investigación empírica”, en Escritos Sociológicos
I, op. cit., p. 189.
“Son los propios medios empíricos los que están
objetivamente diseñados de tal forma que tienden a
reconocer como fuente de derecho para el juicio sobre la
cosa misma los cuestionarios más o menos reglados
realizados por muchos individuos y su tratamiento
estadístico…”.27
Así se entiende la afirmación de Adorno de que “la objetividad
de la investigación social empírica lo es de los métodos, no de lo
investigado”.28 En la mayoría de los debates, donde intervienen
investigadores enrolados en la corriente de la social research,
prevalecen las discusiones sobre cuestiones metodológicas por sobre
las de contenido. En lugar de realzar la dignidad de los objetos a
investigar, se prefiere resaltar el carácter empírico de la investigación
y la objetividad de los hallazgos establecidos con un método. Lo
paradójico de esta situación es que si se considera que la objetividad
se reduce a un problema de método el “sujeto” de la investigación se
convertiría en última instancia en “árbitro de todo control científico”.
Más aún, “el método decide lo que es el objeto y, en lugar de
depender de éste, lo hace de un ideal metodológico abstracto”.29Se
llegaría a un punto, como sostiene Hannah Arendt, donde la ciencia
cumpliría la tarea de producir los fenómenos y objetos a observar.
Esto se condice con la funcionalidad práctica de la ciencia moderna
que es regirse casi siempre por exigencias práctico-administrativas.
En efecto, el éxito de la denominada investigación social empírica o
administrative social research obedece a su inmediata aplicabilidad
práctica con fines administrativos. En este contexto, la ciencia
permanentemente tiene que probar su poder de racionalización y
planificación con vistas a reproducir el sistema económico capitalista.
Pero como muy bien sostiene Max Horkheimer las teorías “que se
acreditan en la construcción de máquinas, en las organizaciones
militares o en exitosas piezas cinematográficas (…) “culminan en
alguna forma claramente reconocible de consumo”. Obviamente que
para Horkheimer estas teorías, las cuales él las engloba con el
nombre de “tradicional”, que buscan mejorar los rendimientos de
forma extremadamente eficaz, se muestran incapaces de comprender
la totalidad social.30
Pero como se apuntaba anteriormente, incluso los métodos
empíricos, con toda su pretensión de objetividad, “privilegian
paradójicamente –lo cual resulta explicable por su origen en los
27
Ibidem, p. 187.
Ibidem, p. 186.
29
DE CAMBRA BASSOLS, Jordi, “La Teoría crítica y el problema del método en las
ciencias sociales”, REIS Nº 17, Enero-marzo de 1982, p. 55.
30
HORKHEIMER, Max, Teoría tradicional y teoría crítica, España, Editorial Paidós,
2000, pp. 51-53.
28
estudios de mercado- lo subjetivo, a saber, opiniones, actitudes” y
todo tipo de comportamientos de los sujetos. De ahí la importancia
que este tipo de investigación le da a los encuestados. Pero se sabe,
mal que le pese a los positivistas, que “la opinión promedio no
representa ningún valor de aproximación a la verdad, sino la
apariencia social promedio”. La investigación social empírica, al
quedarse meramente en la reproducción de las opiniones –los hechos
como gusta llamarles- no hace más que falsificarlos convirtiéndolos
en ideología. Preocupada por los principios de la selección, medición y
análisis en función de la estandarización, no alcanza a registrar la
esencia, es decir las contradicciones sociales. Es por ello que Adorno
plantea que la ciencia no puede eliminar el análisis del entramado
social donde los individuos construyen sus opiniones:
“La coseidad del método, su afán innato por asegurar los
hechos, se transfiere a sus objetos, a los hechos
establecidos precisamente de forma subjetiva, como si
éstos fueran cosas en sí y no estuvieran más bien
cosificados. El método amenaza tanto con fetichizar sus
objetos como con degenerar él mismo en fetiche”.31
Si se elimina de la ciencia el entramado social “los fenómenos
se atribuyen a causas falsas”, (…) “lo cual se aprovecha regularmente
la ideología vigente”. “Los hechos no son ese elemento último e
impenetrable como el que los considera la sociología predominante”.
“En ellos se muestra algo que ellos mismos no son”. Para
desenmascararlos hay que recurrir a la intervención de la teoría.32
Pero para los positivistas, los sistemas teóricos se tienen que
limitar a sintetizar “sin contradicciones, mediante la elección de
categorías lo más generales posibles, constataciones dentro de un
continuo lógico, sin reconocer los conceptos estructurales”.33 Es por
eso, que para eliminar las contradicciones de la totalidad social, los
positivistas se quedan con el carácter instrumental de la ciencia, es
decir, la ciencia tiene que orientarse según el primado de los métodos
disponibles en lugar de la relevancia del objeto y su interés. Pero “el
ideal cognoscitivo de la explicación unánime, lo más simple posible y
matemáticamente elegante, fracasa allí donde la cosa misma, la
sociedad, no es unánime ni simple”: “la sociedad es contradictoria”,
racional e irracional a la vez y se encuentra mediada por la
conciencia.34 La sociedad escapa rara vez al conocimiento racional ya
31
ADORNO, Theodor, “Sociología e investigación empírica”, p. 187.
ADORNO, Theodor, “Introducción a La disputa del positivismo en la sociología
alemana”, en Escritos Sociológicos I, op. cit., p. 271.
33
Ibidem, p. 274.
34
ADORNO, Theodor, “Sobre la lógica de las ciencias sociales”, en Escritos
Sociológicos I, op. cit., p. 510.
32
que sus contradicciones y las condiciones de las mismas son
evidentes.
Para Adorno, la interpretación de los hechos siempre conduce
hacia la totalidad. La totalidad social se compone de sujetos y se
constituye a partir de su interdependencia funcional. Pero la totalidad
social, si bien es la sustancia de las relaciones sociales que los
individuo entablan entre sí, se obtura frente a éstos; por eso la
totalidad es también apariencia ilusoria, ideología.35 “La totalidad es
(…) la sociedad como cosa en sí, con toda la culpa de la
cosificación”.36¿Cómo se resuelve esto?
La totalidad social no está libre de contradicciones. El análisis
tiene que enfocarse en la contradicción objetiva de la totalidad. Pero
la totalidad no se puede explicar por sí misma, sino a través de los
hechos, que se ven trascendidos por el movimiento hacia la categoría
de totalidad. La totalidad no se encuentra en los hechos sino que es
inmanente a ellos en tanto que mediación de los mismos.
Las tareas de la sociología crítica. Consideraciones finales
Según Adorno, los positivistas son hostiles a la filosofía y
defienden “un concepto de validez científica objetiva”. Para esta
corriente los filósofos dialécticos tienen un modo de proceder
especulativo. Desde que se desmoronó el sistema hegeliano estos ya
no entienden la especulación como autorreflexión crítica del
entendimiento, sino como el cavilar sin ton ni son, sin autocrítica
lógica y sin confrontación con la realidad.37 Pero como se vio al
principio de este artículo, Adorno pensaba que el positivismo, que “se
entrega a la objetividad más extrema, purificada de toda proyección
subjetiva”, no escapa a la arbitrariedad subjetiva, enredándose con la
razón subjetiva, instrumental.38Por eso, la dialéctica, entendida como
la interacción entre la subjetividad y la objetividad, permitiría evitar
caer tanto en la defensa absoluta de lo dado individualmente frente a
las ideas como en la independencia absoluta de lo puramente ideal. Si
bien las ciencias de la sociedad avanzan en una polaridad entre lo
formal y lo empírico, el cientificismo, según Adorno, debe abrazar la
dialéctica para evitar que los actos mentales estén desgarrados de la
empiria o los hechos de la realidad de las ideas. El objeto de estudio
hay que disolverlo en un campo de tensión de lo posible y lo real.
Cada uno de ellos está simplemente para ser necesitado del otro.
Sólo así la teoría se podrá convertir en incondicionalmente crítica. El
investigador no debe forzar la teoría para que coincida con la realidad
35
ADORNO, Theodor, “Introducción a La disputa del positivismo en la sociología
alemana”, en Escritos Sociológicos I, op. cit., p. 271/272.
36
Ibidem, p. 271.
37
ADORNO, Theodor, p. 264.
38
ADORNO, Theodor, p. 265.
observada: “…la teoría social (…) en el mismo momento en que se
presenta como hipótesis, transforma su composición interna”.39 Por
ello, el investigador debe cuidarse de ascender unilateralmente de la
recogida de datos individuales hasta la totalidad social; si se procede
así se corre el riesgo de construir meramente conceptos
clasificatorios. En cambio, si se va de la totalidad social a los datos de
la realidad, para luego volver a esa totalidad social, se logrará una
teoría incondicionalmente crítica.
Según Adorno, en el campo estrictamente sociológico
predominan cada vez más las investigaciones empíricas. Ello se debe
a que este tipo de investigaciones están orientadas a las exigencias
práctico-administrativas con lo cual están mejor preparadas para
recibir los enormes financiamientos de instituciones públicas o
privadas. Para evitar que la social research obtenga el monopolio, la
teoría crítica de la sociedad no debe desprenderse de la sociología.
Pero ¿por qué no puede escindirse de ésta? La razón de ello obedece
tanto a cuestiones de orden financiero y organizativo como a
cuestiones de orden epistemológicas.
Efectivamente, en el estado actual de las investigaciones
sociales, el sociólogo crítico no puede prescindir de los estudios de
campo. El trabajo de despacho, a la vieja usanza, ha quedado
totalmente superado: “…desde el colapso del idealismo alemán y de
las corrientes, que lo siguieron de forma más o menos solapada, se
ha transformado desde la raíz la relación con los hechos”.40 Pero hoy,
para llevar adelante investigaciones sociológicas de vasto alcance,
principalmente aquellas que apuntan a captar las opiniones,
comportamientos y motivaciones de amplios sectores de la población,
se necesitan nutridos equipos de investigadores, con lo cual los
costes de investigaciones se elevan considerablemente. Es por ello
que el problema no estriba en plantear la antinomia entre
investigación empírica y teoría crítica, sino tratar de ponderar cuáles
pueden ser los aportes que esta última puede brindar a la primera.
¿Cuál es entonces el aporte que la teoría crítica puede hacer al
campo del conocimiento de lo social? La interpretación. Así como
ningún sociólogo sensato puede sustraerse a la investigación
empírica, tampoco lo puede hacer de la interpretación de los hechos
de la realidad. La teoría “no puede cerrarse a los métodos de la
investigación empírica controlada que han ido cristalizando, como
tampoco puede considerar estos métodos, los cuantitativos, como fin
último, pues no son más que métodos, vías, no fines en sí mismos”. 41
Si las investigaciones cuantitativas no tienen a su vez un carácter
cualitativo, la sociología se agotaría en una mera interpretación de
cifras, con lo cual los resultados de esas investigaciones estarían
39
ADORNO, Theodor, p. 185.
ADORNO, Theodor, “Teoría de la sociedad e investigación empírica”, en p. 502.
41
Ibídem, p. 502.
40
condenados a la esterilidad.42 Es por ello que el “Instituto de Frankfurt
considera tarea esencial la reformulación de sus concepciones
teóricas en investigaciones empíricas para controlar tales
concepciones, pero también para dar impulsos a la investigación
empírica y colocarla ante tareas de investigación más interesantes de
lo que con bastante frecuencia es el caso”. Pero según Adorno, “una
pequeña fracción de esos impulsos teóricos se han transformado de
hecho en problemas de investigación empírica”.43 Esa es la tarea
pendiente de la sociología crítica.
BIBLIOGRAFÍA
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42
Ibidem, p. 503.
Ibidem, p. 503.
43
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Abgrund. EinePhotobiographie der FrankfurterSchule, JuniusVerlag,
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