Download Teoría social e investigación empírica. La sociología crítica de
Document related concepts
Transcript
TEORÍA SOCIAL E INVESTIGACIÓN EMPÍRICA. LA SOCIOLOGÍA CRÍTICA DE THEODOR ADORNO GABRIEL CORI (UNR) Introducción El presente artículo está centrado principalmente en la contribución de Theodor Adorno a la investigación sociológica. Tal vez ello resulte un poco extraño para aquellos que están más acostumbrados a identificar a este conspicuo miembro del Instituto para la Investigación Social de Frankfurt como perteneciente al campo de la filosofía; pero convengamos que la “Teoría Crítica”, asociada a dicho instituto, por lo menos en un principio, trató de acercar la filosofía a las ciencias sociales. Horkheimer, uno de sus mentores, estaba convencido de que la filosofía sólo podría asumir sus funciones críticas y liberadoras si era capaz tanto de abandonar el estrecho marco idealista y metafísico en el cual se hallaba, como de lograr establecer lazos firmes con las ciencias sociales, que habían demostrado cierta eficacia para erigir un conocimiento metódico y empíricamente fundado.1 1 Horkheimer, en su conferencia inaugural al momento de asumir como Director del Instituto de Investigación Social, manifestaba que la filosofía social no podría cumplir con su objetivo si no encuentra la manera de articular lo general y lo particular, lo teórico y la experiencia singular. En este sentido, proponía un acercamiento de aquella a las ciencias particulares para “poner un amplio aparato de investigación empírica al servicio de problemas socio-filosóficos”. Horkheimer estaba convencido que tanto la filosofía como la sociología estaban atravesadas por un problema común que “es la conexión entre la vida económica de la sociedad, el desarrollo psíquico de los individuos, y los cambios en el ámbito de la cultura en el sentido más elemental”. Es este problema común lo que permite “organizar investigaciones en base a problemas filosóficos actuales, en las cuales filósofos, sociólogos, economistas [Nationalökonomen] , historiadores y psicólogos confluyan en permanente trabajo colectivo para hacer en común aquello que en otros campos puede ser llevado a cabo individualmente en el laboratorio, aquello que todos los verdaderos investigadores han hecho siempre, a saber, perseguir sus interrogantes filosóficos orientados al todo [Grösse] de la mano de los métodos científicos más sutiles, revisar y precisar los interrogantes en el curso de su trabajo sobre el objeto, e idear nuevos métodos sin perder de vista lo general”. 1HORKHEIMER, Max, “La Situación Actual de la Filosofía Social y las Tareas de un Instituto de Investigación Social”, 1931. Traducción de Luis Ignacio García (inédita). Si bien la dura experiencia de la guerra, los campos de exterminio y los totalitarismos hicieron que Horkheimer y Adorno abandonaran el proyecto inicial de fusionar la teoría social con la investigación empírica para sumergirse cada vez más en una meditación filosófica sobre la negatividad del mundo presente, también es cierto que el segundo, luego de su regreso a Alemania a fines de 1949, hizo importantes aportes al debate sobre la conjunción de la reflexión teórica con las técnicas empíricas. Precisamente, en este artículo, lo que se intenta es analizar cuál fue la contribución de Adorno a dicho debate, principalmente en la etapa que abarca desde su regreso a Frankfurt hasta su muerte en 1969. Si durante esta etapa su aporte fue esencialmente teórico, la misma ofrece valiosos elementos para comprender el proyecto adorniano de construir un sociología crítica. Antes del regreso Theodor Wiesengrund Adorno nació en Frankfurt, Alemania, en 1903 en el seno de una culta familia burguesa. Su padre era un comerciante judío alemán y su madre una cantante católica de origen corso-genovés que estimuló su amor por la música y de quien tomó el apellido con el cual se le conoce. En 1924 se graduó en filosofía en la Universidad de Frankfurt con la tesis Die Transzendenz des Dinglichenund Noematischen in HusserlsPhänomenologie; luego viajó a Viena para estudiar música con Berg y en 1931 se doctoró en la misma Universidad de Frankfurt con el trabajo Kierkegaard. Konstruktion des Aestetischen, consiguiendo al mismo tiempo la habilitación como Privatdozent para enseñar filosofía en la misma universidad. Se podría decir que la mayor parte de su carrera como estudiante se desarrolló durante la República de Weimar, durante la cual Alemania trató de avanzar por la senda democrática y constitucionalista, luego de una dolorosa derrota militar y de una crisis revolucionaria que hizo trastabillar las bases del capitalismo de ese país. Efectivamente, el parlamentarismo de la república de Weimar parecía ser la mejor fórmula para evitar una segunda revolución rusa en Alemania. Para ello, la socialdemocracia, que en el pasado había abrazado el marxismo, tuvo que hacer concesiones con los grupos conservadores y con el ejército con el objetivo de frenar la expansión de la revolución bolchevique en Alemania. Ello provocó una fractura dentro del campo popular: una parte de éste apoyaba al influyente Partido Socialdemócrata que estaba comprometido con el gobierno parlamentario y la otra parte abrazaba la causa del recientemente creado Partido Comunista que respondía a Moscú. Los intelectuales marxistas con vocación transformadoras, tenían dos opciones: o pertenecer al Partido Socialdemócrata con una política reformista y débil o pertenecer al partido bolchevique con una política radical, pero bajo la égida de otro Estado. La creación de grupos de estudios independientes abocados a analizar críticamente la situación mundial del momento fue una alternativa para aquellos que no se sentían identificados con ninguna de las dos opciones mencionadas anteriormente. Es así como en la primavera del año 1923 un grupo de intelectuales, entre los que se encontraban Karl Korsch, Georg Luckacs, Karl Wittfogel y Friedrich Pollock2 se reunieron para organizar una primera “Semana de trabajo marxista”. Félix Weil3 fue quien aportó el financiamiento para la creación de un Instituto de Estudios Marxistas, que debió cambiar de nombre por Instituto de Investigaciones Sociales ya que el estado alemán no permitía que una institución se denominara marxista. El mismo se inauguró en junio de 1924, anexándose a la joven Universidad de Frankfurt que había sido creada en 1914. Cuando Horkheimer asumió la dirección del Instituto a fines de 1930 (la conferencia inaugural fue en enero de 1931) éste tuvo un gran impulso y logró un enorme prestigio. Adorno, que había conocido a aquél en 1927, ingresó a dicho instituto en 1933, pero al poco tiempo se vio obligado a emigrar, como los demás miembros del Instituto, primero a París, después a Oxford (Inglaterra) y, finalmente, a Estados Unidos. La vida en EEUU no fue fácil para Adorno. Si bien ese país acogió rápidamente a los exiliados frankfurtianos, gracias a la intervención de los movimientos judíos y a las organizaciones de refugiados, Adorno nunca logró adaptarse a esa sociedad, como lo muestra su negativa a hacer carrera dentro del sistema universitario estadounidense. De todas maneras, durante su exilio en ese país aceptó realizar investigaciones aunque no siempre pudo elegir las temáticas y los métodos. H. T. Wilson plantea que la situación de Adorno, como la de Horkheimer y Pollock, era incómoda dado que, como intelectuales refugiados, “se esperaba que dieran muestras de reconocimiento por su liberación trabajando en todo aquello que 2 La lista de los que participaron en ese encuentro es la siguiente: George Lukács, Karl Korsch, Karl August, Rose Wittfogel, Friedrich Pollock, Julian y JulianGumperz, Richard y ChristianeSorge, Eduard Ludwig Alexander, KuzuoFukomoto, HedeMassing, KonstantingZetkin, Richard Sorge, Kart Alexander, Karl Wittfogel, Heda Korsch, KätheBachard, MargareteLissauer, BélaFogarasi, Gertrud Alexander. VAN REIJE, Willemund SCHMID NOERR, G., Grand Hotel Abgrund. EinePhotobiographie der FrankfurterSchule, JuniusVerlag, Hamburg, 1988. 3 Félix Weil, hijo del exitoso empresario alemán HermannWeil, que poseía a fines del siglo XIX la empresa exportadora de cereales más grande de Argentina, era un mecenas de izquierda –cercano al partido comunista alemán- que se dedicaba a financiar todo tipo de actividades culturales asociadas con la izquierda intelectual. Entre estas actividades se encontraba la “Semana de Trabajo Marxista” que se llevó a cabo al pie del bosque de Turingia., WIGGERSHAUS, Rolf, La escuela de Fráncfort, FCE, Argentina, 2010. podría” contribuir “a luchar contra el fascismo y el nazismo”.4 Ello implicaba participar directamente en investigaciones centradas en el antisemitismo, que no eran enteramente del interés de los miembros del Instituto de Frankfurt. ¿Por qué esta problemática no interesaba sobremanera a estos intelectuales? Según H. T. Wilson, Adorno, como así también Horkheimer, Pollock y otros, “aunque nacidos de padres judíos, se consideraban totalmente ateos y plenamente integrados en la cultura europea. No deseaban ser asociados a los judíos practicantes y otros refugiados y se opusieron a la dirección de trabajos estrechamente enfocados en este aspecto de actualidad en provecho de temáticas más amplias”.5 Sonia Dayan-Herzbrun plantea que “es la cuestión del autoritarismo la que organiza las investigaciones colectivas realizadas por los exiliados de la Escuela de Frankfurt durante su estadía en los Estados Unidos”; pero es necesario aclarar que “su objeto no es <reflexionar>a posteriori sobre las causas y las manifestaciones del antisemitismo europeo, sino deducir aquello que, en toda sociedad, incluida la sociedad norteamericana, puede conducir al fascismo y al totalitarismo”.6 Esto último, sin lugar a dudas, va a dar lugar a acusaciones de ingratitud por parte de quienes le dieron asilo político. Por otra parte, Adorno descreía de las investigaciones que aplicaban sistemáticamente técnicas empíricas, muy en boga en esos años en Estados Unidos. Si bien es cierto que la investigación sociológica no era desconocida por Adorno, como lo muestra sus primeras preocupaciones sobre la música, éste consideraba que la recolección de datos, sin tener en cuenta la determinación objetiva de la estructura social que moldea esos datos, carecía de fundamentos epistemológicos serios. De todas maneras, Adorno realizó en Estados Unidos varias investigaciones empíricas que le permitieron confrontar sus concepciones teóricas con datos de la realidad social. Producto de esa experiencia fue The Authoritarian Personality (La Personalidad Autoritaria), investigación que realizó en colaboración con otros investigadores y en la cual trató de establecer una conjunción entre los principales aportes teóricos de la psicología social de orientación freudiana y los métodos de investigación empírica. En dicha investigación se trataba de poner de relieve “los caracteres sociales, o socialmente determinados en los individuos” que lo hacen vulnerables a la propaganda fascista o antidemocrática.7 En la 4 WILSON, H. T, “La teoría crítica en los Estados Unidos (1938-1978). Un ejemplo de innovación intelectual y su recepción”, en Alain Blanc y Jean-Marie Vincent (dir.), La recepción de la escuela de Frankfurt, Argentina, Nueva Visión, 2006, p. 249. 5 Ibidem, p. 250. 6 DAYAN-HERZBRUN, Sonia, “Nueva York, Los Angeles: los teóricos críticos en los Estados Unidos”, en Alain Blanc y Jean-Marie Vincent (dir.), La recepción de la escuela de Frankfurt, Argentina, Nueva Visión, 2006, p. 249. 7 VICENT, Jean Marie, “La sociología de Adorno”, en Alain Blanc y Jean-Marie Vincent (dir.), La recepción de la escuela de Frankfurt, Buenos Aires, Nueva Visión, 2004. Adorno en sus Estudios de la personalidad autoritaria afirma que sus introducción de dicha obra Adorno se pregunta cómo puede determinarse que las opiniones, actitudes y valores expresados por un individuo (la estructura de su personalidad) forman una totalidad organizada. Su respuesta es muy clara al respecto: “No hay más procedimiento adecuado que el de medir realmente, en poblaciones, una amplia variedad de contenidos de pensamiento y determinar por medio de métodos estadísticos estándar cuáles van juntos”.8Como se puede observar, las técnicas de recolección de datos, como el cuestionario y las técnicas clínicas, que le servía como base a sus investigaciones empíricas, no eran desconocidas por este reconocido miembro del Instituto de Investigación Social. Adorno regresó a Alemania en 1949, reanudando sus clases de filosofía y sociología en la Universidad de Frankfurt y desempeñándose además como codirector del Institutfür die Sozialforschung, anexo desde 1952 a la Johann Wolfgang Goethe Universität de aquella ciudad, hasta que en 1958 se convirtió en su director hasta su muerte en 1969. Entre los antecedentes próximos a su muerte, es significativo señalar que un grupo de estudiantes donde las mujeres se presentaron con los senos desnudos- le exigieron a Adorno ofrecer respuestas concretas de acción política; el profesor les explicó que debido a la complejidad de la problemática no era posible una receta, entonces fue agredido. Consternado por este hecho decidió irse de vacaciones a Suiza donde vivía su amigo Horkheimer y durante su estadía en ese país sufrió un ataque cardíaco que le iba a causar la muerte. La sociología crítica de Theodor Adorno En un artículo aparecido en 1957, Adorno reconocía que la sociología, desde que se constituyó como disciplina académica, se ha fragmentado en una multiplicidad de campos de estudio, que si bien comparten entre sí su preocupación por lo social, cada uno de ellos posee sus propios objetos de estudio y sus propios métodos. 9 No obstante, según Adorno, esta creciente división del trabajo que se observa no sólo en el ámbito de la sociología en particular sino también en el de las ciencias sociales en general10, no alcanza a ocultar el predominio de dos corrientes que rivalizan entre sí: por un lado, la teoría crítica de la sociedad y, por el otro, el positivismo. investigaciones comenzaron interrogándose sobre el antisemitismo, pero en realidad “el interés principal se dirigió al individuo potencialmente fascista, alguien cuya estructura es tal que lo convierte en especialmente vulnerable a la propaganda fascista”. ADORNO, Theodor W., “Estudios sobre la personalidad autoritaria”, en Theodor Adorno, Escritos sociológicos II, Vol. 1, Editorial Akal, Madrid, 2009, p. 153. 8 ADORNO, Theodor, op. Cit., p. 156 (El subrayado es nuestro). 9 ADORNO, Theodor W., “Sociología e investigación empírica”, en Theodor Adorno, Escritos Sociológicos I, Editorial Akal, España, p. 183. 10 Ibidem, p. 183. La imagen un tanto estereotipada que esta última corriente ha ido construyendo de su oponente, nos muestra a la teoría crítica como una filosofía absolutamente especulativa, alejada de la investigación empírica y sin el menor apego por los hechos; en contraposición, el positivismo, defendería “un concepto estricto de validez científica objetiva” (…) “purificada de toda proyección subjetiva”.11 Pero detrás de esta contraposición, digamos entre una concepción más objetivista de la ciencia de otra más subjetivista, se esconde, según Adorno, otra realidad: el positivismo, que persigue “la objetividad más extrema”, termina enredado con la razón subjetiva instrumental12, en cambio, la teoría crítica, tantas veces acusada de filosófica y especulativa, jamás renegó de la investigación social empírica, tratando siempre de confrontar sus enunciados teóricos con los hechos de la realidad. Es esta idea de Adorno la que se tratará de desarrollar en este apartado. Los positivistas aducen que en las ciencias sociales es posible abordar el objeto de estudio libre de prejuicios y valoraciones, es decir objetivamente, siempre y cuando las mismas emulen los métodos de las ciencias de la naturaleza.13 Según Adorno, este exceso de confianza se debe a que parten de una concepción errónea de la ciencia. Los positivistas, al considerar a ésta como absolutamente independiente, es decir totalmente escindida del proceso vital real, no alcanzan a divisar los obstáculos que se cruzan en el camino para alcanzar un conocimiento objetivo. Como sostiene Adorno, la ciencia “no sólo es fuerza social productiva, sino asimismo relación social de producción”14. Desde una perspectiva dialéctica, como la de Adorno, se podría aducir que la ciencia sería y no sería autónoma a la vez. ¿Cómo se interpreta esto? Adorno plantea que el apego positivista por los datos individuales no hace más que ocultar que esos datos están preformados por la sociedad, y solo una teoría acabada de la totalidad social podría organizarlos de manera tal que puedan ser inteligibles. Ello no quiere decir que las “ideas teóricas sobre la sociedad en su conjunto” sustituyan sin más a los hallazgos empíricos. Nada más lejos de ello. La dialéctica adorniana, opuesta a 11 ADORNO, Theodor, “Introducción a la disputa del positivismo en la sociología alemana”, en Escritos Sociológicos I, op. cit., pp. 264-265. 12 Max Horkheimer define la razón subjetiva como “la capacidad de calcular probabilidades y de adecuar así los medios correctos a un fin dado”. “Todo uso (de la razón) que va más allá de la sintetización técnica de datos fácticos, que sirve de ayuda, se ve extirpado como una huella última de superstición, que no ofrecen resistencia, que ahorran trabajo. Es como si el pensar mismo se hubiese reducido al nivel de los procesos industriales sometiéndose a un plan exacto; dicho brevemente, como si se hubiesen convertido en un componente fijo de la producción”. HORKHEIMER, Max, Crítica de la razón instrumental, Terramar Ediciones, Argentina, 2007, pp. 17 y 30. 13 DE CAMBRA BASSOLS, Jordi, “La Teoría crítica y el problema del método en las ciencias sociales”, REIS Nº 17, Enero-marzo de 1982. 14 ADORNO, Theodor, “Introduccióna la disputa del positivismo en la sociología alemana”,en Escritos Sociológicos I, op. cit., p. 264. todo dogmatismo, postula que toda teoría de la sociedad debe ser confrontada permanentemente con los hechos empíricos y así, en contacto con éstos, poder reformularla. “Si la teoría no quiere incurrir (…) en el dogmatismo (…) tiene que recomponer los conceptos que, por así decir, aporta desde fuera, convirtiéndolos en lo que la cosa tiene por sí misma, en eso que la cosa sería por sí sola, y confrontarlo con lo que la cosa es. Tiene que disolver la rigidez del objeto fijado aquí y ahora en un campo de tensión de lo posible y lo real: cada uno de ellos está, simplemente para poder ser, necesitado del otro. Con otras palabras, la teoría es incondicionalmente crítica”.15 Esta concepción dialéctica de Adorno contrasta con la sociología empírica de tipo positivista, predominante en el mundo académico de la segunda mitad del siglo XX, que no reconoce formalmente valor alguno a la teoría. De acuerdo con ésta, “la ciencia ha de abordar su material sin prejuicios, prescindiendo de teoremas previos, de un modo auténticamente aconceptual”.16 Para ello, dicha ciencia se debe someter a las reglas de juego de los estudios empíricos de mercado. Este tipo de investigación utiliza técnicas de investigación como los cuestionarios más o menos reglados que se prestan fácilmente a su tratamiento estadístico. Es decir, “partiendo de sondeos realizados sobre un número mayor o menor de personas individuales”, dicho tratamiento estadístico permite formular “enunciados que son, de acuerdo con las leyes del cálculo de probabilidades, generalizables e independientes de fluctuaciones individuales”. Pero para Adorno, “los valores promedio obtenidos, aunque su validez sea objetiva, no dejan de ser la mayoría de las veces otra cosa que enunciados objetivos sobre sujetos”: lo único que reflejan es cómo los sujetos se ven a sí mismos y cómo ven a la realidad.17 Por consiguiente, desde la concepción de Adorno, los métodos empíricos, basados en cuestionarios, entrevistas y todo ese arsenal de técnicas que utiliza la social research, no puede captar la objetividad social, es decir “el conjunto de todas las relaciones, instituciones, fuerzas, en cuyo seno actúan los seres humanos”.18Los estudios de opinión permitirán graficar mejor los planteos de Adorno. Los estudios de opinión –o de opinión pública, como prefiere denominarlos Adorno-, que por lo general se realizan a partir de 15 ADORNO, Theodor, “Sociología e investigación empírica”, op. cit., p. 184. ADORNO, Theodor, “Apunte sobre la objetividad sociológica”,en Escritos Sociológicos I, op. cit., p. 224. 17 ADORNO, Theodor, “Sociología e investigación empírica”, op. cit., p. 186. 18 Ibidem, p. 186. 16 necesidades prácticas (predecir los resultados de una elección, medir la aceptación o no por parte de la población de alguna figura política, etc.), emplean técnicas tomadas de los estudios de mercado. No deja de resultar extraño que algo como la opinión pública, que desde los orígenes de la sociedad burguesa se tiene que construir conforme a la concepción política de la democracia, se puede contemplar como algo ya dado. Según Adorno, “la opinión pública sólo se puede constituir bajo la garantía del derecho democrático a la libre expresión de la propia opinión; sólo cuando es público eso sobre lo que han de votar los ciudadanos de un Estado, resulta pensable la democracia”.19 Por lo menos esto era lo que pensaban los padres del liberalismo. Pero la opinión pública, con el correr de los siglos, terminó presa del desenvolvimiento real de las formas económicas de la sociedad burguesa, convirtiéndose en un negocio “que extrae beneficios de las informaciones que proporciona a las poblaciones”.20 “Un subsector social monopoliza la información y la filtra según sus propios intereses. El concepto de opinión pública se desplaza de la población a esas instituciones”.21 Es por eso que actualmente, cuando se habla de opinión pública, no se está hablando de cómo la gente reacciona ante determinados hechos políticos o sociales, sino que se refiere a lo que piensan los medios de comunicación sobre esos hechos. La opinión pública al cosificarse, “se escinde de los sujetos vivos que constituyen la sustancia del concepto de opinión pública”.22 El pueblo, que necesita de la información pública como de un medio, terminó reducido a la pasividad, convirtiéndose en un apéndice de la maquinaria pergeñada por las grandes corporaciones mediáticas. Como sostiene Adorno: la opinión pública, que en los primeros tiempos de la sociedad burguesa se consideraba un derecho, terminó convirtiéndose en un objeto de consumo masivo. Es así como, al sustituirse la opinión pública por los órganos de su producción, los estudios de opinión, en consonancia con los intereses de las grandes corporaciones, se interesan por saber si las opiniones difundidas por estos estudios “se convierten en las de la población o son seleccionadas y modificadas; si se suscita resistencia y autonomía de las masas frente a lo que se impone”. “En la línea de la aglomeración y racionalización de las grandes unidades económicas y administrativas se halla la planificación de su éxito, el control científico anticipado del mercado. El auge de los estudios de opinión responde a esta tendencia; éstos son estudios de mercado aplicados, 19 ADORNO, Theodor, “Estudios de opinión y opinión pública”, en Escritos Sociológicos I, op. cit., pp. 495-496. 20 Ibidem, p. 496. 21 Ibidem, p. 496. 22 Ibidem, p. 497. transferido su modo de espirituales comunitarias”.23 proceder a configuraciones Los estudios de mercado, por lo tanto, que trabajan particularmente con la encuesta social, no son los más adecuados, según Adorno, para hacer investigaciones sobre la opinión pública dado que no hace distinción entre las preferencias por el nombre de un candidato político y las correspondientes por el de una marca comercial. Esto no quiere decir que los estudios de opinión pública no puedan transformarse en un objeto de la sociología. Todo lo contrario. Si estos estudios dejaran de ser una simple técnica y se ocupara, por ejemplo, del “tránsito del concepto de opinión pública a la producción y control de la misma: podría mostrar, según su posibilidad, en qué medida están manipuladas las opiniones de la población, en qué medida la opinión pública real es un reflejo de la usurpada”, o bien, “se puede contrastar si la población dispone de hecho de las informaciones de las que dependen en primera instancia sus decisiones políticas racionales”.24 La investigación social empírica toma como objeto lo que la sociedad ha hecho de nosotros pero no se preocupa por las condiciones sociales que llevaron a esa situación. Por ejemplo, si en una encuesta de opinión se le pregunta a la gente por qué la desocupación es tan alta en nuestro país, es probable que respondan “que los desocupados son vagos”, “que los pobres prefieren cobrar planes sociales y no trabajar” o “que no tienen interés de progresar”, etc. Pero estas respuestas reflejan lo que la gente piensa de la desocupación pero no explica las causas reales de la desocupación. Otras variables, como las crisis internacionales, la carencia de estímulos a la inversión, la negativa de los empresarios de contratar más gente prefiriendo hacer trabajar más horas a los trabajadores que ya posee, que influyen directamente en la manifestación de este fenómeno pero que no se dejan apresar como las opiniones, se le escapa a estas investigaciones. Otro ejemplo ayudará a entender lo que queremos explicar. En el diario “La Capital” de Rosario del día sábado 27 de marzo de 2010 se puede leer el siguiente título: “Mejora la imagen de la justicia como consecuencia del conflicto de poderes”. La nota da a conocer los resultados de una encuesta, que indica que la imagen de la justicia ante la sociedad mejoró en un 5,7 % debido al conflicto de poderes y a las duras críticas que el poder político propina a ese ámbito de la república. Ahora bien ¿“el índice positivo de confianza en la justicia” puede determinar si la justicia falló de acuerdo con las leyes constitucionales? Claro que no lo puede determinar porque el 23 Ibidem, p. 498. Ibidem, p. 498-499. 24 sondeo se limita a medir “la percepción de la población sobre los atributos de imparcialidad, eficiencia y honestidad de la justicia argentina”. Al final de la nota se concluye que el aumento en el índice de imagen positiva se debe a que la población percibe que los magistrados judiciales mostraron independencia con respecto al poder político. Nos surge una pregunta más: ¿por qué hay que tomar en serio la opinión de la gente en temas judiciales, si es muy probable que ésta no comprenda, o comprenda a medias, estos temas? ¿La población opina con autonomía o esa opinión esta mediada por los medios de comunicación que están interesados en los fallos de esos jueces? O como plantea Adorno ¿estas opiniones son espontáneas y racionales o están sometidas a los mecanismos de la coerción social? “El investigador social ha de atenerse a las manifestaciones de los encuestados según el modelo del plebiscito o del estudio de mercado, sin preocuparse de eso a lo que se refieren las opiniones. Éstas son para él la fuente última del conocimiento. El hecho de que se encuentren por su parte mediadas socialmente, rara vez lo negará de forma rotunda, pero se contentará por lo general con aproximarse a esta mediación a través de los denominados estudios motivacionales, esto es, se dará por satisfecho constatando el modo en que los sujetos de experimentación han llegado a formarse su opinión. Desde luego que con ello el punto fundamental de la investigación sigue siendo la simple subjetividad de los sujetos de experimentación”.25 Las investigaciones sociales empíricas, como se dijo más arriba, toman como modelo a las ciencias naturales; y esto no resulta extraño ya que “el endurecimiento de la sociedad sigue rebajando a los hombres cada vez más a la categoría de objetos”: solamente en una sociedad donde los hombres, bajo presión de las circunstancias, se ven degradados a transformarse en meros consumidores de los medios de comunicación de masas y de otros placeres reglamentados, reina el sondeo de opinión.26 Esto demuestra que la objetividad pretendida por el positivismo, en realidad, no es más que la de las herramientas metodológicas que utiliza: 25 ADORNO, Theodor, “Teoría de la sociedad e investigación empírica”, en Escritos Sociológicos I, op. cit., p. 507. 26 ADORNO, Theodor, “Sociología e investigación empírica”, en Escritos Sociológicos I, op. cit., p. 189. “Son los propios medios empíricos los que están objetivamente diseñados de tal forma que tienden a reconocer como fuente de derecho para el juicio sobre la cosa misma los cuestionarios más o menos reglados realizados por muchos individuos y su tratamiento estadístico…”.27 Así se entiende la afirmación de Adorno de que “la objetividad de la investigación social empírica lo es de los métodos, no de lo investigado”.28 En la mayoría de los debates, donde intervienen investigadores enrolados en la corriente de la social research, prevalecen las discusiones sobre cuestiones metodológicas por sobre las de contenido. En lugar de realzar la dignidad de los objetos a investigar, se prefiere resaltar el carácter empírico de la investigación y la objetividad de los hallazgos establecidos con un método. Lo paradójico de esta situación es que si se considera que la objetividad se reduce a un problema de método el “sujeto” de la investigación se convertiría en última instancia en “árbitro de todo control científico”. Más aún, “el método decide lo que es el objeto y, en lugar de depender de éste, lo hace de un ideal metodológico abstracto”.29Se llegaría a un punto, como sostiene Hannah Arendt, donde la ciencia cumpliría la tarea de producir los fenómenos y objetos a observar. Esto se condice con la funcionalidad práctica de la ciencia moderna que es regirse casi siempre por exigencias práctico-administrativas. En efecto, el éxito de la denominada investigación social empírica o administrative social research obedece a su inmediata aplicabilidad práctica con fines administrativos. En este contexto, la ciencia permanentemente tiene que probar su poder de racionalización y planificación con vistas a reproducir el sistema económico capitalista. Pero como muy bien sostiene Max Horkheimer las teorías “que se acreditan en la construcción de máquinas, en las organizaciones militares o en exitosas piezas cinematográficas (…) “culminan en alguna forma claramente reconocible de consumo”. Obviamente que para Horkheimer estas teorías, las cuales él las engloba con el nombre de “tradicional”, que buscan mejorar los rendimientos de forma extremadamente eficaz, se muestran incapaces de comprender la totalidad social.30 Pero como se apuntaba anteriormente, incluso los métodos empíricos, con toda su pretensión de objetividad, “privilegian paradójicamente –lo cual resulta explicable por su origen en los 27 Ibidem, p. 187. Ibidem, p. 186. 29 DE CAMBRA BASSOLS, Jordi, “La Teoría crítica y el problema del método en las ciencias sociales”, REIS Nº 17, Enero-marzo de 1982, p. 55. 30 HORKHEIMER, Max, Teoría tradicional y teoría crítica, España, Editorial Paidós, 2000, pp. 51-53. 28 estudios de mercado- lo subjetivo, a saber, opiniones, actitudes” y todo tipo de comportamientos de los sujetos. De ahí la importancia que este tipo de investigación le da a los encuestados. Pero se sabe, mal que le pese a los positivistas, que “la opinión promedio no representa ningún valor de aproximación a la verdad, sino la apariencia social promedio”. La investigación social empírica, al quedarse meramente en la reproducción de las opiniones –los hechos como gusta llamarles- no hace más que falsificarlos convirtiéndolos en ideología. Preocupada por los principios de la selección, medición y análisis en función de la estandarización, no alcanza a registrar la esencia, es decir las contradicciones sociales. Es por ello que Adorno plantea que la ciencia no puede eliminar el análisis del entramado social donde los individuos construyen sus opiniones: “La coseidad del método, su afán innato por asegurar los hechos, se transfiere a sus objetos, a los hechos establecidos precisamente de forma subjetiva, como si éstos fueran cosas en sí y no estuvieran más bien cosificados. El método amenaza tanto con fetichizar sus objetos como con degenerar él mismo en fetiche”.31 Si se elimina de la ciencia el entramado social “los fenómenos se atribuyen a causas falsas”, (…) “lo cual se aprovecha regularmente la ideología vigente”. “Los hechos no son ese elemento último e impenetrable como el que los considera la sociología predominante”. “En ellos se muestra algo que ellos mismos no son”. Para desenmascararlos hay que recurrir a la intervención de la teoría.32 Pero para los positivistas, los sistemas teóricos se tienen que limitar a sintetizar “sin contradicciones, mediante la elección de categorías lo más generales posibles, constataciones dentro de un continuo lógico, sin reconocer los conceptos estructurales”.33 Es por eso, que para eliminar las contradicciones de la totalidad social, los positivistas se quedan con el carácter instrumental de la ciencia, es decir, la ciencia tiene que orientarse según el primado de los métodos disponibles en lugar de la relevancia del objeto y su interés. Pero “el ideal cognoscitivo de la explicación unánime, lo más simple posible y matemáticamente elegante, fracasa allí donde la cosa misma, la sociedad, no es unánime ni simple”: “la sociedad es contradictoria”, racional e irracional a la vez y se encuentra mediada por la conciencia.34 La sociedad escapa rara vez al conocimiento racional ya 31 ADORNO, Theodor, “Sociología e investigación empírica”, p. 187. ADORNO, Theodor, “Introducción a La disputa del positivismo en la sociología alemana”, en Escritos Sociológicos I, op. cit., p. 271. 33 Ibidem, p. 274. 34 ADORNO, Theodor, “Sobre la lógica de las ciencias sociales”, en Escritos Sociológicos I, op. cit., p. 510. 32 que sus contradicciones y las condiciones de las mismas son evidentes. Para Adorno, la interpretación de los hechos siempre conduce hacia la totalidad. La totalidad social se compone de sujetos y se constituye a partir de su interdependencia funcional. Pero la totalidad social, si bien es la sustancia de las relaciones sociales que los individuo entablan entre sí, se obtura frente a éstos; por eso la totalidad es también apariencia ilusoria, ideología.35 “La totalidad es (…) la sociedad como cosa en sí, con toda la culpa de la cosificación”.36¿Cómo se resuelve esto? La totalidad social no está libre de contradicciones. El análisis tiene que enfocarse en la contradicción objetiva de la totalidad. Pero la totalidad no se puede explicar por sí misma, sino a través de los hechos, que se ven trascendidos por el movimiento hacia la categoría de totalidad. La totalidad no se encuentra en los hechos sino que es inmanente a ellos en tanto que mediación de los mismos. Las tareas de la sociología crítica. Consideraciones finales Según Adorno, los positivistas son hostiles a la filosofía y defienden “un concepto de validez científica objetiva”. Para esta corriente los filósofos dialécticos tienen un modo de proceder especulativo. Desde que se desmoronó el sistema hegeliano estos ya no entienden la especulación como autorreflexión crítica del entendimiento, sino como el cavilar sin ton ni son, sin autocrítica lógica y sin confrontación con la realidad.37 Pero como se vio al principio de este artículo, Adorno pensaba que el positivismo, que “se entrega a la objetividad más extrema, purificada de toda proyección subjetiva”, no escapa a la arbitrariedad subjetiva, enredándose con la razón subjetiva, instrumental.38Por eso, la dialéctica, entendida como la interacción entre la subjetividad y la objetividad, permitiría evitar caer tanto en la defensa absoluta de lo dado individualmente frente a las ideas como en la independencia absoluta de lo puramente ideal. Si bien las ciencias de la sociedad avanzan en una polaridad entre lo formal y lo empírico, el cientificismo, según Adorno, debe abrazar la dialéctica para evitar que los actos mentales estén desgarrados de la empiria o los hechos de la realidad de las ideas. El objeto de estudio hay que disolverlo en un campo de tensión de lo posible y lo real. Cada uno de ellos está simplemente para ser necesitado del otro. Sólo así la teoría se podrá convertir en incondicionalmente crítica. El investigador no debe forzar la teoría para que coincida con la realidad 35 ADORNO, Theodor, “Introducción a La disputa del positivismo en la sociología alemana”, en Escritos Sociológicos I, op. cit., p. 271/272. 36 Ibidem, p. 271. 37 ADORNO, Theodor, p. 264. 38 ADORNO, Theodor, p. 265. observada: “…la teoría social (…) en el mismo momento en que se presenta como hipótesis, transforma su composición interna”.39 Por ello, el investigador debe cuidarse de ascender unilateralmente de la recogida de datos individuales hasta la totalidad social; si se procede así se corre el riesgo de construir meramente conceptos clasificatorios. En cambio, si se va de la totalidad social a los datos de la realidad, para luego volver a esa totalidad social, se logrará una teoría incondicionalmente crítica. Según Adorno, en el campo estrictamente sociológico predominan cada vez más las investigaciones empíricas. Ello se debe a que este tipo de investigaciones están orientadas a las exigencias práctico-administrativas con lo cual están mejor preparadas para recibir los enormes financiamientos de instituciones públicas o privadas. Para evitar que la social research obtenga el monopolio, la teoría crítica de la sociedad no debe desprenderse de la sociología. Pero ¿por qué no puede escindirse de ésta? La razón de ello obedece tanto a cuestiones de orden financiero y organizativo como a cuestiones de orden epistemológicas. Efectivamente, en el estado actual de las investigaciones sociales, el sociólogo crítico no puede prescindir de los estudios de campo. El trabajo de despacho, a la vieja usanza, ha quedado totalmente superado: “…desde el colapso del idealismo alemán y de las corrientes, que lo siguieron de forma más o menos solapada, se ha transformado desde la raíz la relación con los hechos”.40 Pero hoy, para llevar adelante investigaciones sociológicas de vasto alcance, principalmente aquellas que apuntan a captar las opiniones, comportamientos y motivaciones de amplios sectores de la población, se necesitan nutridos equipos de investigadores, con lo cual los costes de investigaciones se elevan considerablemente. Es por ello que el problema no estriba en plantear la antinomia entre investigación empírica y teoría crítica, sino tratar de ponderar cuáles pueden ser los aportes que esta última puede brindar a la primera. ¿Cuál es entonces el aporte que la teoría crítica puede hacer al campo del conocimiento de lo social? La interpretación. Así como ningún sociólogo sensato puede sustraerse a la investigación empírica, tampoco lo puede hacer de la interpretación de los hechos de la realidad. La teoría “no puede cerrarse a los métodos de la investigación empírica controlada que han ido cristalizando, como tampoco puede considerar estos métodos, los cuantitativos, como fin último, pues no son más que métodos, vías, no fines en sí mismos”. 41 Si las investigaciones cuantitativas no tienen a su vez un carácter cualitativo, la sociología se agotaría en una mera interpretación de cifras, con lo cual los resultados de esas investigaciones estarían 39 ADORNO, Theodor, p. 185. ADORNO, Theodor, “Teoría de la sociedad e investigación empírica”, en p. 502. 41 Ibídem, p. 502. 40 condenados a la esterilidad.42 Es por ello que el “Instituto de Frankfurt considera tarea esencial la reformulación de sus concepciones teóricas en investigaciones empíricas para controlar tales concepciones, pero también para dar impulsos a la investigación empírica y colocarla ante tareas de investigación más interesantes de lo que con bastante frecuencia es el caso”. Pero según Adorno, “una pequeña fracción de esos impulsos teóricos se han transformado de hecho en problemas de investigación empírica”.43 Esa es la tarea pendiente de la sociología crítica. BIBLIOGRAFÍA ADORNO, Theodor W., “Sociología e investigación empírica”, en Theodor Adorno, Escritos Sociológicos I, Editorial Akal, España, 2004. ADORNO, Theodor, “Introducción a la disputa del positivismo en la sociología alemana”, en Escritos Sociológicos I, op. cit. ADORNO, Theodor, “Apunte sobre la objetividad sociológica”,en Escritos Sociológicos I, op. cit. ADORNO, Theodor, “Teoría de la sociedad e investigación empírica”, en Escritos Sociológicos I, op. cit. ADORNO, Theodor, “sobre la lógica de las ciencias sociales”, en Escritos Sociológicos I, op. cit.. ADORNO, Theodor, “Estudios de opinión y opinión pública”, en Escritos Sociológicos I, op. cit.. DAYAN-HERZBRUN, Sonia, “Nueva York, Los Angeles: los teóricos críticos en los Estados Unidos”, en Alain Blanc y Jean-Marie Vincent (dir.), La recepción de la escuela de Frankfurt, Argentina, Nueva Visión, 2006, p. 249. HORKHEIMER, Max, “La Situación Actual de la Filosofía Social y las Tareas de un Instituto de Investigación Social”, 1931 (Traducción). HORKHEIMER, Max, Teoría tradicional y teoría crítica, España, Editorial Paidós, 2000. HORKHEIMER, Max, Crítica de la razón instrumental, Terramar Ediciones, Argentina, 2007. 42 Ibidem, p. 503. Ibidem, p. 503. 43 VAN REIJE, Alexander y Willemund SCHMID NOERR, G., Grand Hotel Abgrund. EinePhotobiographie der FrankfurterSchule, JuniusVerlag, Hamburg, 1988. VICENT, Jean Marie, “La sociología de Adorno”, en Alain Blanc y JeanMarie Vincent (dir.), La recepción de la escuela de Frankfurt, Buenos Aires, Nueva Visión, 2004. WIGGERSHAUS, Rolf, La escuela de Fráncfort, FCE, Argentina, 2010. WILSON, H. T, “La teoría crítica en los Estados Unidos (1938-1978). Un ejemplo de innovación intelectual y su recepción”, en Alain Blanc y Jean-Marie Vincent (dir.), La recepción de la escuela de Frankfurt, Argentina, Nueva Visión, 2006.