Download ha pedido a la Junta de Extremadura que desahucie de las
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La Confederación Española de Policía (CEP) ha pedido a la Junta de Extremadura que desahucie de las viviendas sociales de su propiedad a las personas que cometan delitos, una medida que resultaría efectiva a la hora de combatir los graves incidentes que se han producido durante las últimas semanas en la barriada de Suerte de Saavedra. La idea ha sido lanzada por el secretario regional de la CEP, Manuel Pinilla, quien anima a la Junta a reformar la normativa legal que regula el uso de las viviendas de titularidad pública con el fin de «proceder al desahucio de aquellos moradores que las usan para cometer hechos delictivos». El portavoz de este sindicato explica que desde hace bastante tiempo los juzgados decretan el embargo de las viviendas de los narcotraficantes cuando son condenados, una medida que proponen extender a las viviendas sociales. «En este caso no se puede embargar el piso al traficante, porque no es suyo, pero sí se le podría desahuciar cuando una sentencia firme diga que esa vivienda social ha sido utilizada para vender droga o cometer actividades ilícitas». Para ello no sería necesario cambiar las leyes, sino que bastaría con aplicar el contrato que firman los beneficiarios de las viviendas sociales cuando se les adjudica un piso de este tipo. En ese documento hay un epígrafe en el que se señala que serán causas de extinción del contrato «la conducta social del inquilino cuando perjudique gravemente la convivencia de los restantes vecinos de la promoción» y «la falta de cumplimiento con las obligaciones establecidas para la convivencia en las comunidades de vecinos, incluida la falta de pago de las cuotas comunitarias». Con un artículo así en el contrato, no debería ser complicado que la Junta de Extremadura echara a quienes poseen armas, trafican con droga o cometen otras actividades delictivas, pero la realidad demuestra que en Suerte de Saavedra y Colorines sigue habiendo familias extremadamente conflictivas. La Confederación Española de Policía tampoco entiende la razón por la que se consiente que las viviendas sociales en las que se trafica con droga cuenten con puertas y rejas de refuerzo. «En algunos registros hemos tardado incluso 10 minutos en abrir la puerta y eso ha permitido a los delincuentes deshacerse de la droga a través del inodoro», denuncia Pinilla. Desde el sindicato policial CEP se considera inadmisible que esas obras realizadas sin autorización no sean controladas por el propietario de las viviendas, en este caso la Junta de Extremadura. «El propio contrato de alquiler dice que será causa de extinción del contrato la realización de obras en la vivienda sin la debida autorización, pero eso no lo ha hecho ni lo está haciendo la Junta a pesar de que muchas veces las obras se ven desde fuera». Manuel Pinilla lamenta que en algunos de los registros llevados a cabo por el Cuerpo Nacional de Policía los agentes se hayan encontrado hasta cuatro puertas. «Incluso hemos tenido que utilizar una radial, eso no es lógico que ocurra en una vivienda social». Por eso piden medidas contundentes para sacar de Suerte de Saavedra y Los Colorines, en Badajoz, y de la barriada de San Lázaro, en Mérida, a las familias que trafican con droga, usan armas y atacan a la Policía. «No se puede permitir que tres o cuatro familias tengan en vilo a una barriada entera, porque eso afecta a todos los vecinos». El portavoz de la Confederación Española de Policía es contundente cuando dice que con los delincuentes no se debería tener ningún tipo de miramiento. «¿Qué haríamos con esas familias? La respuesta no la tengo yo, la deberían dar los entendidos en el tema, pero los jueces dictan a diario órdenes de alejamiento que obligan a los condenados a marcharse de sus casas porque hacen la vida imposible a su pareja o su vecino, y en esos casos tampoco se indica dónde deben ir». Como ejemplo de que el alejamiento es posible habla de lo que sucedió con la familia que causó disturbios en Mirandilla, que tuvo que marcharse del pueblo. «Está claro que hay que poner un poco de orden, y quien no sepa comportarse no debería seguir ocupando una vivienda social, porque en esas barriadas viven muchas personas sin medios económicos que mantienen una conducta exquisita»