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II ENCUENTRO DE RECTORES DE LA REGIÓN ANDINA
“LA RESPONSABILIDAD SOCIAL Y EL COMPROMISO CIUDADANO DE LAS
UNIVERSIDADES CATÓLICAS EN AMÉRICA LATINA:
PARA QUE NUESTROS PUEBLOS TENGAN VIDA”
UNIVERSIDAD CATÓLICA BOLIVIANA “SAN PABLO”
28 Y 29 DE NOVIEMBRE DE 2011
LA PAZ - BOLIVIA
PRIMER DÍA: “RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LAS
UNIVERSIDADES CATÓLICAS EN AMÉRICA LATINA”
Primer Panel: “UNA CONCEPTUALIZACIÓN SOBRE LA
RESPONSABILIDAD SOCIAL ESPECÍFICA DE UNA UNIVERSIDAD
CATÓLICA”
Presidente: Dr. Hans van den Berg, Rector Nacional de la Universidad
Católica Boliviana “San Pablo”, Bolivia.
Coordinador: Dra. Jeanette C. Rincòn, Directora de Cultura y Deportes
de la Universidad Católica Cecilio Acosta, Maracaibo, Venezuela.
Introducción del Presidente del panel.
Ponencia 1: Rvdo. P. Edmundo Alarcón Caro, Docente Programa
Profesional de Teología de la Universidad Católica Santa María,
Arequipa, Perú.
Responsabilidad Social y Universidades Católicas
Dr. Edmundo Alarcón Caro
Introducción
El tema de la Responsabilidad Social (RS) ha cobrado gran importancia en los
últimos tiempos, son muchas las organizaciones, empresas y entidades que cada
día implementan acciones de este tipo en su gestión empresarial.1 En este marco
de „mayor conciencia‟ social, las universidades no pueden mantenerse ajenas a
estas pulsiones sociales y por eso se plantean la aplicación de la Responsabilidad
Social en la Universidad, es lo que se conoce ya como Responsabilidad Social
Universitaria (RSU).
Cada día son más las universidades que se involucran en esta nueva forma de
ser y gestionar, no sólo porque ellas también son organizaciones, sino porque
además ellas tienen en sus manos la formación de los futuros profesionales que
trabajarán en las empresas, los futuros ciudadanos que tendrán que impulsar
democráticamente los derechos humanos y los futuros políticos que tendrán a su
cargo el bien común en nuestro mundo globalizado.2
1. Algunos datos de referencia
Siempre relacionada con la actividad empresarial, las primeras
manifestaciones de responsabilidad social empresarial (RSE) se remontan a
los años 50 y 603. Antes de estas fechas estuvo vigente la caridad del
empresario, entendido como individuo y no como empresa. En la década de los
50, nuevos mecanismos tributarios incentivaron los aportes caritativos, además
beneficiaban a las empresas. A partir de los años 60, destacados empresarios
(Thomas Watson de IBM, David Rockefeller del Chase Manhattan y otros)
plantearon -por primera vez- la idea de una responsabilidad social de las
empresas. En la década de los 70, este fenómeno adquirió mayor connotación
como respuesta a una serie de demandas provenientes de distintos sectores
de la economía mundial.
Surge entonces una preocupación por la Responsabilidad Social Empresarial
(RSE) a partir de los grupos de presión de la empresa (accionistas,
inversionistas, trabajadores y sindicatos, consumidores y ONGs o movimientos
globales). Simultáneamente a estas presiones, las empresas empezaron a
diseñar, elaborar y hacer públicos sus códigos de conducta para guiar su labor
con los trabajadores, la comunidad y el medio ambiente.
Es difícil determinar con exactitud el momento y origen de esta nueva
tendencia algunos autores postulan que el inicio de una mayor preocupación
por la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) -en los años 90- se vio
impulsada con la caída del muro de Berlín. Ese sería el momento en que los
gobiernos reconocen que dejarán de ser un factor decisivo en el mundo y que
deberán ceder terreno a otros actores sociales. A esto se suma el surgimiento
de nuevas tecnologías y, particularmente, de Internet, herramienta que abrió a
1
Forética (2008).”Informe Forética 2008-Evolución de la RSE en España”. Ed. Forética.
Universidad de las Américas Puebla (2004). “Universidad Construye país. Observando la Responsabilidad
Social Universitaria”. Recuperado 2/2010.
http:www.udlap.mx/rsu/pdf/2/ObservandolaRSU.pdf
3
Cox, Sebastian y Dupret, Javier, Documento para Análisis “La Responsabilidad Social Corporativa como
aporte a la ética y probidad públicas”, Santiago de Chile, 1999.
2
las sociedades y forzó a las compañías a ser más trasparentes en sus
transacciones.
2. Responsabilidad Social
Desde el mundo empresarial, el Libro Verde4 de la Comisión de las
Comunidades Europeas, entiende la RS como “la integración voluntaria, por
parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales en
sus operaciones comerciales y sus relaciones con sus interlocutores.”
“Ser socialmente responsable no significa solamente cumplir plenamente las
obligaciones jurídicas, sino también ir más allá de su cumplimiento invirtiendo
«más» en el capital humano, en el entorno y las relaciones con los
interlocutores. La experiencia adquirida con la inversión en tecnologías y
prácticas comerciales respetuosas del medio ambiente sugiere que ir más allá
del cumplimiento de la legislación puede aumentar la competitividad de las
empresas. La aplicación de normas más estrictas que los requisitos de la
legislación del ámbito social, por ejemplo en materia de formación,
condiciones laborales o relaciones entre la dirección y los trabajadores, puede
tener también un impacto directo en la productividad. Abre una vía para
administrar el cambio y conciliar el desarrollo social con el aumento de la
competitividad.”5
Ser responsable socialmente entonces significa, para las empresas, ir “más
allá” de la obligación, lo cual es ciertamente meritorio, pero además esto
“puede aumentar la competitividad de las empresas… puede tener un impacto
directo en la productividad…” Sin duda, este acercamiento no deja de tener un
carácter interesado en la economía de la empresa, y los beneficios que
puedan generarle.
Dejando de lado el carácter sólo empresarial (que deja también bienestar en
las sociedades y grupos de su entorno), la Responsabilidad Social se
desarrolla cuando una organización toma conciencia de sí misma, de su
entorno, y de su papel en ese entorno. Implica la superación de un enfoque
egocéntrico. Esta conciencia organizacional trata de ser global e integral
(incluye tanto a las personas como al ecosistema, tanto a los trabajadores
como a los clientes) y, a la vez, trata de "contagiarse" en todas las partes de la
organización (todas las personas de la organización deben poder acceder a
ese nivel de conciencia).6
La toma de conciencia está ligada a preocupaciones tanto éticas como
interesadas. Se trata de una voluntad ética e interesada a la vez de hacer
Comisión de las Comunidades Europeas, Libro Verde. Fomentar un marco europeo para la
Responsabilidad Social. Bruselas, 18.07.2001.
4
5
6
Ibid, 21.
Francoise Vallaeys, Qué es la Responsabilidad Social Universitaria, PUCP.
las cosas "bien" para que todos los beneficiarios internos y externos de los
servicios de la organización estén "bien". La ética, entonces, no es un freno al
interés egoísta de la organización sino al contrario como empuje para su
provecho. Se crea así una articulación pocas veces practicada entre ética y
eficacia.7
La definición de lo que es "bueno" hacer o dejar de hacer, depende de una
negociación o diálogo entre los interesados y afectados por los servicios de
la organización, o de una anticipación de los intereses de los afectados (sobre
todo cuando estos no pueden participar realmente del debate, como por
ejemplo las generaciones futuras).
De lo que se trata entonces, es de una opción por “concertar” dialógicamente
con todos, con miras al bienestar de la comunidad en general
3. La Responsabilidad Social Universitaria
Considerando el papel fundamental que desempeñan las Universidades en la
sociedad actual, éstas no pueden desentenderse de asumir su preocupación y
acción por los efectos de su participación en las sociedades, porque las
consecuencias de su accionar, para bien o para mal, tienen impactos globales.
Por eso, así como la Empresa ha tenido que superar el enfoque filantrópico de
la inversión social (como gasto extra) para entenderse a sí misma bajo el
nuevo paradigma de la Responsabilidad Social, la Universidad debe tratar de
superar el enfoque de la "proyección social y extensión universitaria"
como “apéndices” bien intencionados a su función central de formación
estudiantil y producción de conocimientos, para poder asumir la verdadera
exigencia de la Responsabilidad Social Universitaria.
Es importante que las Universidades asuman una reflexión de la institución
académica sobre sí misma en su entorno social, analicen su responsabilidad y
sobre todo su parte de culpabilidad en los problemas crónicos de la sociedad;
las universidades deben dejar de pensarse como una “isla de académicos”, o
como una „burbuja de paz y racionalidad‟ en medio de la tormenta en que se
debate el “Titanic planetario”, como llama Edgar Morin a nuestro “barco Tierra”,
esa lujosa nave tecnocientífica pero sin rumbo8.
Porque todos los líderes que hoy gobiernan las instituciones públicas y
privadas, que dirigen a este Titanic, han salido de las mejores Universidades y
aplican a diario ciencias y tecnologías aprendidas ahí, que sin embargo crean y
7
Está demás decir que la Responsabilidad Social implica el respeto del marco legal. Como es obvio que "hay
que cumplir con la ley", nos interesamos aquí sólo por la parte "voluntarista" de la Responsabilidad Social, la
que define acciones más allá de lo que exige la ley.
8
Ver E. Morin, "ESTAMOS EN UN TITANIC": http://www.iadb.org/etica/Documentos/dc_mor_estam.doc
reproducen el mal desarrollo en el cual la mayor parte de la humanidad trata de
sobrevivir.
La relación entre la crisis del saber tecnocientífico hiperespecializado
(fragmentado) y su ceguera crónica frente a los efectos globales que engendra
por un lado, y la crisis social y ecológica mundial por otro lado, tiene que ser el
punto de partida para una reforma universitaria de responsabilización social,
que no sea sólo superficial o cosmética, sino una profunda reflexión sobre el
significado social de la producción de conocimiento y la formación profesional
de líderes en la era de la ciencia.
No se trata sólo de reformar a las malas políticas, sino también a los malos
conocimientos y epistemologías9 que la Universidad contribuye en producir y
transmitir, y que inducen a estas malas políticas, cada Universidad podrá
empezar a elaborar su propio diagnóstico y reforma. Por eso, la
Responsabilidad Social Universitaria exige, desde una visión holística, articular
las diversas partes de la institución en un proyecto de promoción social de
principios éticos y de desarrollo social equitativo y sostenible, para la
producción y transmisión de saberes responsables y la formación de
profesionales ciudadanos igualmente responsables10.
4. Responsabilidad Social y Universidades Católicas
En este gran contexto de responsabilidad social universitaria, ¿dónde se
ubican las universidades católicas? ¿cuál es/debe ser su papel o accionar
socialmente responsable?
Lo primero que debemos establecer es que las Universidades Católicas, dado
su carácter e identidad cristiana, no puede desentenderse de las realidades
humanas y sociales. Así, la Ex Corde Ecclesiae dice que:
“La Universidad Católica, en cuanto Universidad, es una comunidad
académica, que, de modo riguroso y crítico, contribuye a la tutela y
desarrollo de la dignidad humana y de la herencia cultural mediante la
investigación, la enseñanza y los diversos servicios ofrecidos a las
comunidades locales, nacionales e internacionales”11
Por otro lado, la Universidad Católica, es el natural lugar de encuentro entre
la fe y la razón, entre la fe y la cultura, entre la fe y la vida. Encuentro que
con frecuencia es evitado o rechazado, lo que puede significar, entre otras
cosas: incompetencia, ignorancia, miedo, falta de identidad; o cerrazón e
incapacidad para dialogar. Especialmente por la muy difundida creencia de
9 Teoría
10
de los fundamentos y métodos del conocimiento científico.
Como ejemplo de Responsabilidad Social Universitaria en América Latina, existe la muy interesante
experiencia chilena: “Universidad construye país” , que agrupa varias Universidades alrededor de un proyecto
que se basa en una visión integral de Responsabilidad Social dentro de la Universidad (cubriendo los aspectos
de Gestión, Docencia, Investigación y Extensión): http://www.construyepais.cl
11 Ex Corde Ecclesiae n. 12
que existe una incompatibilidad, entre estos ámbitos.
expresamente lo aclara el Documento de Aparecida:
Lo cual no es así,
“Ante la falsa visión, tan difundida en nuestros días, de una incompatibilidad
entre fe y ciencia, la iglesia proclama que la fe no es irracional. Fe y razón
son dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva en la contemplación de
la verdad…” (D.A. 494)
Esto es vital en una Universidad Católica, porque no se trata solamente de
ofrecer las mejores ciencias y técnicas, acordes con los avances científicos
actualizados; se trata de la calidad ética de los profesionales que damos a la
sociedad. Así lo expresaba, Joseph Ratzinger, cuando aún era Cardenal:
“Es importante que en una Universidad Católica no se aprenda sólo la
preparación para una cierta profesión. Una Universidad Católica es algo
más que una formación profesional, en la que aprendo física, sociología,
química… Es muy importante una buena formación profesional, pero si fuera
sólo esto no sería más que un techo de escuelas profesionales diferentes. Una
Universidad tiene que tener como fundamento la construcción de una
interpretación válida de la existencia humana. A la luz de este fundamento
podemos ver el lugar que ocupan cada una de las ciencias, así como nuestra
fe cristiana, que debe estar presente a un alto nivel intelectual”12.
En otras palabras, la Universidad se constituye en factor fundamental de
construcción de la sociedad, necesita poner en práctica el pluralismo que
respeta las diferencias y sabe escuchar; pero también la identidad cristiana que
no se deja llevar por relativismos fáciles y cómodos, sino que apunta a la
búsqueda de la verdad, a la convivencia fraterna, al servicio de la persona y la
sociedad. Como muy bien lo expresa el Documento de Aparecida, las
Universidades Católicas tienen que ofrecer:
“... una formación dada en un contexto de fe, que prepare personas capaces
de un juicio racional y crítico, conscientes de la dignidad trascendental de la
persona humana. Esto implica una formación profesional que comprenda los
valores éticos y la dimensión de servicio a las personas y a la sociedad;
el diálogo con la cultura, que favorezca una mejor comprensión y transmisión
de la fe; la investigación teológica que ayude a la fe a expresarse en lenguaje
significativo para estos tiempos.” (D.A. n. 341).
Basados en los elementos de identidad y los criterios que deben considerar las
Universidades Católicas, nos planteamos el lugar de la Responsabilidad Social
en ellas, y sin lugar a dudas podemos decir que ella (la RS) no es ajena al
quehacer de nuestras Universidades. Más aún, tenemos en nuestras manos el
gran desarrollo del pensamiento social cristiano, que desde mucho antes que
los empresarios, ha expresado su preocupación por las cuestiones sociales, y
como sabemos, se ha hecho efectivo en la Doctrina Social de la Iglesia.
12
Card. Joseph Ratzinger, en la Universidad Católica San Antonio de Murcia, diciembre 2002.
Aventurándonos un poco, podríamos decir que la DSI (dada su precedencia
histórica), ha puesto las bases para lo que hoy se denomina como
Responsabilidad Social, aunque es evidente, que en la RS, hay una clara
„exclusión‟ a cualquier referencia de lo creyente. Podemos decir entonces, que
la Responsabilidad Social, es una propuesta „laica‟ o „laicizada‟, que “evita” o
no hace referencia a nada que sea religioso (síntoma de nuestros tiempos).
De cualquier modo, no es difícil notar que los principios y valores (ej. justicia,
justicia social, respeto por la creación, participación, corresponsabilidad, etc.)
propuestos por la DSI, se reflejan en los principios que promueve la RS. Sin
embargo, la gran diferencia radica en que la DSI está inspirada por el
Evangelio, y debe caminar a través de ese cauce, para iluminar la sociedad y
los problemas que en ella se entremezclan.
Es bastante conocido que la DSI considera los valores de la equidad, la
participación de los trabajadores y la búsqueda de intereses colectivos.
Independientemente de si se gana dinero o no, el ser humano es el fin
último, y sus derechos se derivan de su dignidad inalienable. Ej. La
sensibilidad al medio ambiente, la oposición al trabajo infantil son factores a los
que la empresa responde requerida por los clientes concienciados en estos
temas.
La Universidades católicas, sin duda, tienen que responder a los actuales
contextos de aguda pobreza, inequidad, injusticia, violencia, migración
creciente, vulneración de los derechos humanos, que son el resultado del
fracaso de los modelos económicos y políticos… estas realidades desafían la
vida del creyente.
Así la RSU en las universidades católicas y de inspiración cristiana, sería
simplemente la expresión de la DSI, propuesta por el Magisterio de la Iglesia,
la cual debe ser hecha concreción. Dicho de otro modo, las Universidades
Católicas, tenemos en el amplio Magisterio Social de la Iglesia, la mejor forma
de ser “socialmente responsables” (para estar a tono con los términos),
ciertamente no se trata sólo de homologar términos, porque no podemos
olvidar que es el anuncio del Evangelio, el motor que anima nuestras
motivaciones.
La última encíclica social Caritas in Veritate nos advierte sobre las diferencias
principalmente de carácter ético, con respecto a la responsabilidad social
empresarial, cuando dice:
“… se está extendiendo la conciencia de la necesidad de una
«responsabilidad social» más amplia de la empresa. Aunque no todos los
planteamientos éticos que guían hoy el debate sobre la responsabilidad
social de la empresa son aceptables según la perspectiva de la doctrina
social de la Iglesia, es cierto que se va difundiendo cada vez más la convicción
según la cual la gestión de la empresa no puede tener en cuenta únicamente el
interés de sus propietarios, sino también el de todos los otros sujetos que
contribuyen a la vida de la empresa: trabajadores, clientes, proveedores de los
diversos elementos de producción, la comunidad de referencia.” CV, 40.
En efecto, no podemos dejar la acción social a merced de los intereses
privados, por eso dice la última encíclica social, la DSI es “caritas in veritate in
re social” es decir el anuncio del amor de Cristo en las realidades sociales,
porque:
“Sin verdad, sin confianza y amor por lo verdadero, no hay conciencia y
responsabilidad social, y la actuación social se deja a merced de intereses
privados y de lógicas de poder, con efectos disgregadores sobre la sociedad,
tanto más en una sociedad en vías de globalización, en momentos difíciles
como los actuales” CV, 5.
Así por ejemplo, la DSI considera los valores de la equidad, la participación de
los trabajadores y la búsqueda de intereses colectivos, independientemente
de si se gana dinero o no, o de la mejora en la productividad de la empresa.
Para la DSI la persona es el fin último y sus derechos se derivan de su
dignidad inalienable. La persona según la RSC es un medio para el fin de la
empresa (ganar dinero y permanecer en el mercado). En la DSI se defiende la
dignidad de la persona por principio, porque es un fin en sí misma, a la que
cualquier medio debe someterse, según el viejo principio de “el fin no justifica
los medios”.
En el tema de la Participación, otro ejemplo, según la DSI la persona es
protagonista tiene derecho a participar en las decisiones empresariales.
Cooperativas, como el grupo Mondragón, se han constituido de esta forma,
porque la autogestión es un valor en sí mismo. Sin embargo, la empresa
capitalista, no tiene por qué ofrecer esa gestión del personal en las decisiones
de la empresa, que es competencia de la Dirección y el Consejo de
Administración.
En el ámbito de la responsabilidad la encíclica SRS 38, nos recuerda que
“todos somos responsables de todos.”
Se podría hablar de clientes responsables, que elijan consumir e invertir en
marcas de empresas responsables. No se puede exigir a las empresas una
mayor exigencia que la de los ciudadanos.
El poder de los trabajadores es crear sindicatos responsables, que atiendan
no sólo a los intereses de los trabajadores de la empresa sino al del conjunto,
incluyendo parados y trabajadores del llamado tercer mundo. El poder de los
consumidores está en agruparse en asociaciones desde las que exigir estos
valores. El poder de los ciudadanos es elegir a sus representantes mediante el
voto.
Además de todo ello queda la coherencia y testimonio personal. No puedo
cambiar mi empresa, pero sí mi puesto de trabajo. No puedo vencer el
consumismo reinante consecuencia de una propaganda apabullante, pero
puedo ser austero. No se puede menospreciar lo pequeño, porque como decía
Schumacher, en su famoso libro, lo pequeño es hermoso. Muchas cosas
pequeñas quizá no cambien el mundo pero ayudan a hacerlo más habitable. La
alegría también se basa en seguir la conciencia cuidando los detalles, como
ofrecer y acabar una tarea, prestar un servicio con buena cara, cumplir los
horarios y normas laborales.
Por eso es importante recordar la ineludible dimensión profética que tiene la
DSI, la cual plantea la exigencia del anuncio y denuncia de los males en la
sociedad.
“Al ejercicio de este ministerio de evangelización en el campo social, que es
un aspecto de la función profética de la Iglesia, pertenece también la
denuncia de los males y de las injusticias. Pero conviene aclarar que el
anuncio es siempre más importante que la denuncia, y que ésta no puede
prescindir de aquél, que le brinda su verdadera consistencia y la fuerza de su
motivación más alta.” SRS, 41.
Es a través de la DSI que las Universidades Católicas, pueden ejercer la
dimensión profética, que les viene del Evangelio:
“… esta doctrina es un camino peculiar para el ejercicio del ministerio de la
Palabra y de la función profética de la Iglesia. En efecto, para la Iglesia
enseñar y difundir la doctrina social pertenece a su misión evangelizadora y
forma parte esencial del mensaje cristiano, ya que esta doctrina expone sus
consecuencias directas en la vida de la sociedad y encuadra incluso el trabajo
cotidiano y las luchas por la justicia en el testimonio a Cristo Salvador.”
Compendio, 68.
5. La Responsabilidad Social Universitaria como nuevo contrato social para
la Universidad13
En el Perú la PUCP, es una de las Universidades que se ha planteado la
Responsabilidad Social, y la viene trabajando desde hace ya algunos años. La
PUCP propone tres grandes ejes para este nuevo contrato social universitario,
darle de nuevo sentido histórico a la aventura universitaria y promover una
verdadera Responsabilidad Social Universitaria:
-
13
La responsabilidad social de la ciencia
La formación a la ciudadanía democrática,
La formación para el desarrollo.
Francoise Vallaeys, ¿Qué es la Responsabilidad Social Universitaria?
5.1. Garantizar la Responsabilidad Social de las Ciencias
En primer lugar debemos reconocer que la ciencia nunca fue neutral, pero
nunca fue menos neutral como ahora. Karl Otto Apel, como muchos otros
intelectuales desde hace décadas, nos advierte de "la urgente necesidad de
una nueva fundamentación racional, filosófica, de la ética en la época de la
ciencia"14, porque, por primera vez desde el nacimiento del homo faber, la
acción humana es capaz de suprimir definitivamente toda acción futura.
Esta nueva visión que el hombre tiene de sí mismo y de su poder, precisamente
del poder de su saber, implica una nueva definición de la responsabilidad a
escala planetaria, que no puede sin más ser concebida en el marco de las
morales tradicionales vigentes. Las ciencias son el punto arquimédico de esta
ética planetaria: en buena cuenta, son ellas que inventan los nuevos problemas
de la agenda ética (contaminación, riesgos nucleares, manipulaciones genéticas,
etc.) y, al mismo tiempo, necesitamos de ellas para darle solución a estos
problemas.
Es por lo tanto necesario someter la actividad científica a un control moral,
social y político. La sociedad democrática debe recuperar poder sobre la
producción y el uso del saber tecnocientífico, controlar el destino de la ciencia
que está ahora íntimamente ligado al destino de la humanidad15. Y, desde un
punto de vista ético, no es justo que los afectados por el avance científico (es
decir todos nosotros) no puedan opinar acerca de las decisiones
fundamentales que comprometen su vida y futuro. Un lugar estratégico para
instituir y promover la responsabilidad social de la ciencia es justamente la
Universidad, porque es el lugar de convergencia entre la producción del saber
científico (la investigación), la reproducción de este saber (transmisión de los
conocimientos y formación de los ciudadanos profesionales que socializan las
ciencias y tecnologías) y la información del gran público sobre el quehacer
científico (la Universidad es un espacio social abierto al debate público).
La Universidad tiene la responsabilidad social de promover el debate,
facilitarlo, conducirlo y enriquecerlo, dando al público ciudadano los medios
para informarse, reflexionar y juzgar, y a las empresas los conocimientos
adecuados para aplicar su propia Responsabilidad Social. El pluralismo y la
racionalidad de los académicos pueden servir de garantía para que este
debate sea todo lo transparente y libre posible. La organización de
conferencias, mesas redondas, seminarios en donde se encuentran juntos
14
K.O. APEL (1980) Notwendigkeit, Schwierigkeit und Möglichkeit einer philosophischen Begründung der
Ethik im Zeitalter der Wissenschaft, en Libro de homenaje a Constantino Tzatzo, Atenas. Trad. castellana en
Estudios Eticos, Barcelona, Alfa, 1986.
15
Está claro que la situación social actual de las ciencias no puede razonablemente hacer temer un
impedimento del avance científico por culpa de este control ciudadano. Ya no estamos en la situación del
siglo XVI. Sólo grupos muy marginales (entonces poco operantes en el debate) podrían querer un cese
unilateral de la investigación científica.
científicos comprometidos en difundir los resultados de sus investigaciones de
modo comprensible, estudiantes en formación profesional y el público en
general, es el modelo de esta Responsabilidad Social Universitaria para con la
culturización científica de la ciudadanía y la culturización ciudadana de la
ciencia. Pero debe ser obviamente complementado por acciones estratégicas
de difusión de la información científica pertinente y de formación continua de
las personas a la comprensión crítica de la actividad científica.
El contrato social mencionado, en ese sentido, coloca a la Universidad en una
nueva posición. Ya no tiene que defender a la ciencia contra el Estado, sino a
la sociedad contra/con la ciencia. Así adquiere un nuevo papel público, aquel
de velar por los intereses sociales en la misma actividad científica.
5.2.
Promover la formación a la ciudadanía democrática
Es ampliamente conocido que la participación ciudadana, está reducida sólo al
voto, con muy poco control sobre la selección de los candidatos; los procesos
electorales son cada vez más costosos y están contaminados por la acción de
los medios de comunicación. Esto es más grave cuando pasamos de la
problemática nacional a la problemática mundial, donde las decisiones
importantes se toman sin ningún tipo de fiscalización por parte de los pueblos.
En cuanto a la actividad de opinar, ella ha sido confiscada desde hace buen
tiempo por las agencias encuestadoras que, por un lado, atomizan a los
individuos reducidos a su sola opinión privada emitida inmediatamente, y, por
el otro lado, controlan el manejo de los temas, con las preguntas y el tipo de
respuestas posibles se manejan en las encuestas.
Esta actividad ciudadana de fomento de una opinión ilustrada no es inmediata.
Implica formación, información, capacidad de juicio, diálogo, razonamiento,
decisión, militancia, toda una serie de actividades humanas propiamente
racionales, públicas y políticas que no son naturales sino complejas y
necesitan de un aprendizaje, y un aprendizaje a la vez libre (sino no tiene
sentido) y común (sino no tiene eficacia)16. Uno de los espacios sociales más
propicios para cumplir con esta formación de adultos responsables ciudadanos
es la Universidad17.
Curiosamente, podemos darnos cuenta que, en nuestras sociedades dichas
democráticas, falta un verdadero espacio público de aprendizaje y ejercicio
ciudadanos. Obviamente, la tarea específica de formar ciudadanos
informados, capaces de reflexión y diálogo, significa que la Universidad debe
abrirse mucho más a la educación del adulto, la formación continua y la
16
La carencia de una institución social que cumpla con esta tarea explica por qué los derechos humanos han
tenido tanta promoción y los derechos ciudadanos tan poca: no se necesita aprender a ser humano, pero sí a
ser ciudadano.
17
La escuela primaria y secundaria son esenciales para la formación ciudadana del joven, pero sólo la
Universidad puede iniciar en los debates políticos complejos a adultos con derecho de voto y responsabilidad
jurídica.
facilitación de espacios de debate y reflexión ciudadana, ilustrados sin ser
especializados (cultura humanística y no cultura científica). Otra vez, esta meta
de Responsabilidad Social Universitaria se ve en parte realizada en todos los
congresos y seminarios abiertos al público, con exposiciones breves, sencillas
y sintéticas de expertos comprometidos en difundir la información pertinente y
útil a la ciudadanía. Pero falta incluir esta meta de la educación a la
ciudadanía en la política institucional de las Universidades y el currículo de
sus diversas carreras.
Esto implicaría tomar el riesgo de caer en el ¿„activismo político‟ y
adoctrinamiento de los estudiantes? El temor es legítimo, pero la situación
actual de pseudo neutralidad universitaria, puede constituir el peor activismo
político (porque solapado), y el peor adoctrinamiento (porque invisible y negado
en cuanto tal).
Lo único que debemos temer, en ese sentido, es de promover una Universidad
donde se declara: "aquí no se hace política, sólo formación científica", porque
ésta es la más peligrosa posición política posible, posición positivista
cientificista que, negando ser una "posición", desde la altura de su pretendida
neutralidad axiológica, impide de antemano cualquier crítica contra ella, y
reconduce al primer peligro mencionado de una actividad científica no
fiscalizada.
5.3. Educar al estudiante como un agente de desarrollo
La Universidad juega aquí otra vez un papel central, su Responsabilidad Social
tiene que orientar la formación general y especializada del estudiante hacia la
promoción del desarrollo justo y sostenible, creando así un nuevo perfil del
egresado universitario:
Un estudiante preocupado por las injusticias a su alrededor y con
voluntad de comprometerse en acciones concretas. Un estudiante que haya
podido desarrollar su propia capacidad solidaria en acciones de
voluntariado conducidas desde la Universidad.
Un estudiante informado, capaz de contextualizar su saber especializado
en vista a la solución de los problemas cruciales de su sociedad.
Un estudiante capaz de escuchar, intercambiar y entrar en empatía con el
otro, es decir que haya podido beneficiar de experiencias sociales
formativas a nivel emocional. Un estudiante formado a la ética del diálogo.
Un estudiante promotor de democracia y participación, que sabe ser
ciudadano, es decir que “sabe gobernar y ser gobernado” como decía
Aristóteles.
Esto obliga la Universidad a instituir la problemática del desarrollo como
tema transversal prioritario en todas las carreras y darse los medios para
formar a sus profesores en el enfoque, reintegrando los saberes en el marco
de la solución de problemas de desarrollo. También obliga a una nueva
relación al saber:
Integrar la cultura humanista con la cultura científica, en cuanto es la
primera la que le da sentido, sintetiza, ubica y vigila a la segunda.
Formar equipos de docentes e investigadores en comunidades de
innovación capaces de autoaprendizaje interactivo en base a problemas
complejos.
"Desfetichizar" el saber enseñando al estudiante no sólo el dato informativo,
sino cómo se llegó a este dato, es decir enseñándole a conocer el
conocimiento.
Reconocer la diferencia entre informar y formar: la información ya no es el
privilegio de los expertos y profesores en la hora del "google.com", pero
Internet ¡no es una Universidad!
El nuevo contrato social conduce a nuevas relaciones en el aula:
Incentivar una cultura docente más democrática, basada en la facilitación
del autoaprendizaje del estudiante18.
Promover nuevas técnicas pedagógicas como el ABP (Aprendizaje Basado
en Problemas), el aprendizaje lúdico y el aprendizaje basado en proyectos.
Organizar el aula como un espacio social que puede ser en gran medida
confiado a los estudiantes para la responsabilidad de su autogestión.
Combinar el trabajo presencial con el uso de los TICs y el aula virtual, etc.
5.4. Buenas razones para firmar este contrato social
Existen muchas buenas razones que pueden convencernos de firmar este
nuevo contrato social entre la Universidad y la sociedad.
18
-
Si la sociedad no firma este contrato social, está condenada a perder poco
a poco la democracia en beneficio del poder tecnocrático de los expertos.
Si la política se vuelve un asunto de especialistas y expertos, es obvio que
no podemos racionalmente encomendar a un pueblo "ignorante" elegir a los
expertos "sabios" que velaran por el bien público. Si no existe una
"institución puente" entre la sociedad civil y la administración de la "cosa
pública" (República) capaz de cubrir de algún modo la brecha y educar al
ciudadano, el mismo paradigma de la democracia representativa está en
peligro.
-
Si la sociedad no firma este contrato social, arriesga seguir con la
inestabilidad social que, en ciertas situaciones de crisis, puede generar en
movimientos populares irracionales, oscurantistas, y muy violentos, que
Ver el artículo : La Universidad como espacio de aprendizaje ético, de Miquel Martínez Martín, María
Rosa Buxarrais Estrada y Francisco Esteban Bara:
http://www.campus-oei.org/valores/monografias/monografia03/reflexion02.htm
fácilmente derrumban a la democracia siempre frágil. Por eso, las
democracias actuales no pueden comprarse el lujo (inmoral además) de un
pueblo "ignorante" en la era de la tecnociencia y la globalización. No sólo
existen argumentos económicos en contra, sino también políticos y
geoestratégicos19.
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Si la sociedad no firma este contrato social, arriesga perder globalmente el
control sobre su futuro por una actividad tecnocientífica descontrolada,
sin límites y que aliene sistemáticamente el poder político, incapaz de tener
la iniciativa en el diseño de políticas públicas, sino sólo capaz de gestionar
a duras penas los nuevos problemas que la tecnociencia acelerada le
inventa a diario. Arriesga perder el control ciudadano sobre las medidas
globales necesarias al mantenimiento de los grandes equilibrios ecológicos.
Es necesario instituir una responsabilidad social de la ciencia que pueda
anticipar y controlar los riesgos a futuro de tal o cual aplicación tecnológica.
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Si la sociedad tiene interés en firmar el contrato social, es obvio que la
Universidad también, por las mismas razones. De lo que se trata en
realidad es de dotar a la organización social actual de un sistema
inmunológico pensante que pueda relacionar Ciencia con Cultura
humanista y Democracia participativa, fomentando así una cultura general
de paz y de desarrollo equitativo y sostenible.
Así es que se puede formular el Nuevo contrato social entre la Universidad y la
Sociedad en estos términos:
"Tú, Sociedad, me garantizas autonomía y recursos, y yo, Universidad, te
doy (1) más Democracia a través de la formación de estudiantes y
ciudadanos responsables, (2) más Ciencia responsable, lúcida y abierta a
la solución de los problemas sociales de la humanidad, y (3) mejor
Desarrollo equitativo, innovador y sostenible, con profesionales
competentes y comprometidos."
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No nos olvidemos de que en el mismo país de Kant y Humboldt, el pueblo fanatizado se puso bajo las
ordenes de un Führer; que Yugoslavia se derrumbó bajo los brotes incontrolables del odio racista; que
nuestros pueblos hambrientos de América Latina no pocas veces han aplaudido los golpes militares que
sepultaban a la democracia; que un movimiento terrorista tan sangriento como Sendero Luminoso nació en
Perú de la marginación y discriminación social de pequeños universitarios provincianos mal formados.