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Pretérito perfecto simple y compuesto: dos formas en dos lenguas
Luizete Guimarães Barros (UFSC)
“Le temps est une invention, ou il n’est rien de tout”
(Bergson) (FIORIN, 1996, p. 127).
Desde que estuve en España me pregunto si el español, principalmente el
hablado en Madrid, no viene atravesando un período de transición similar al que pasó
el francés de hace siglos. Y me explico: el francés, lengua como el español con dos
pretéritos perfectos, sufrió un proceso de pérdida de la forma simple en la lengua
hablada. Tal anacronismo sigue una tendencia universal, según Jespersen (1975
[1924], p. 323), que comprueba por el húngaro la permanencia del perfecto compuesto
como forma de expresión ampliamente difundida.
Por pensar en la sistematización verbal de lenguas con, por lo menos, dos
formas de pasado, lanzo mano del texto de Émile Benveniste que, en estudio del
verbo francés, dispone dos grupos de tiempos, el del discurso y el de la historia, que
divide las formas pretéritas en la compuesta — passé composé — como parte del
discurso, y la simple — passé simple — como parte de la historia. Retomo el artículo
de Benveniste porque creo útil examinar la posibilidad de paralelo entre francés y
español en lo que concierne al sistema verbal. Y lo hago también porque creo que la
lectura de tal propuesta no ha sido observada con la atención merecida. Digo eso
porque Gutiérrez Araus (2004, p. 31) trata en la perspectiva discursiva de este estudio
como “ideas expuestas someramente” y de “escasa calidad explicativa”. Es decir, para
esta autora, Benveniste examina los tiempos verbales desde la perspectiva del Tiempo
y por eso su trabajo no llega a contribuir a la comprensión de las funciones del verbo.
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En las páginas siguientes del mismo libro, Gutiérrez Araus trae una sinopsis
de la obra de Weinrich que también divide el verbo francés en dos grupos que incluyen
las mismas formas establecidas por Benveniste, llamadas de manera diversa: mundo
comentado y mundo narrado se determinan de acuerdo a las diferentes situaciones
discursivas. La investigación de Weinrich, en la opinión de la referida autora, merece
atención porque encuentra paralelo en español. Según ella, Bull comprueba que la
novela y el cuento presentan más formas del mundo narrado; y en la poesía lírica, en
el teatro, por otro lado, predominan enunciados con unidades del mundo comentado.
Como Weinrich da secuencia a los postulados de Benveniste, examinar el legado del
lingüista francés es una hipótesis para el español que queremos averiguar. ¿Y cuáles
son las razones para tal suposición?
Sigo usando el razonamiento de la misma autora que dice, en el capítulo
tres, cuando trata el empleo de las formas temporales del indicativo, de un uso
“interesante” de perfecto en el español de América:
En una secuencia de acontecimientos en pretérito simple aparece uno en perfecto,
que es el colofón, el hecho más relevante, el que se enfatiza por parte del
hablante: “Aquel día entré en casa de mis abuelos a las ocho de la mañana, hallé
todo revuelto y desordenado, los llamé, no respondieron, los busqué y ¡los he
encontrado maniatados y moribundos!” (GUTIÉRREZ ARAUS, 2004, p. 46).
Si atentamos para la clasificación de Benveniste, vemos que la parte final
— el “colofón”, por las palabras de la autora — corresponde a la expresión exclamativa
en que el sujeto se manifiesta en comunicación espontánea que supone un
interlocutor. Diferentemente del relato de la secuencia de acontecimientos que
parecen “contarse a sí mismos”, la perspectiva comunicativa de un “yo” que habla a un
“tú” se presenta, principalmente, por el final del enunciado, y es ahí en que aparece la
forma compuesta relativa al grupo 1, referentes al discurso — circunstancia de
participación de interlocutores. Hay que reconocer en el ejemplo dado el cambio de
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perspectiva discursiva: la perspectiva inactual que comprende el pasado simple y
adverbios como “aquel” — designados por Gutiérrez Araus y explicados por
Benveniste como “historia” de la cual forma parte exclusiva la tercera persona. En el
caso, la primera persona es común a todo enunciado, a diferencia del narrador que
manifiesta los hechos como testigo principalmente en la parte final en que manifiesta
su asombro. Reconozco, por lo tanto, cierto cruce de rasgos que no caracterizan
plenamente el enunciado en los grupos establecidos, pero llamo la atención para que
el cambio de tono — declarativo para exclamativo — del final del enunciado deba
relacionarse a mudanza de perspectiva discursiva que acarrea el perfecto.
El autor francés determina que cuando el personaje habla a otro lo hace en
pretérito perfecto compuesto, como representación, suponemos, de la realidad
lingüística francesa en que el passé composé se reserva a la lengua hablada. Y
cuando el narrador omnisciente de una enunciación histórica habla lo hace en pretérito
simple: ¿esa dicotomía se debe a la distancia entre lengua escrita y hablada exclusiva
del francés?
Por parecerme poco exacta la explicación temporal o aspectual de ciertas
unidades del sistema verbal castellano, me vallo otra vez de la perspectiva discursiva
al referirme a otro caso de interpretación de Amado Alonso (1951, p. 74). Alonso
opone “Ayer murió fulano” y “¿Sabes que ayer se ha muerto fulano?” — como si
fueran frases comparables, es decir, con un único elemento de diferencia entre ellas
— la forma verbal. Sin embargo, interpretamos que hay más de un trazo de distinción
entre ambas — pasado simple para la afirmativa y compuesto para la interrogativa. El
autor parece no percatarse de que no considera dos enunciados que se distinguen
apenas por la forma verbal, sino por otro elemento que acarrea diferencias sintácticas,
discursivas y/o pragmáticas. Estoy diciendo que el primer enunciado es declarativo y
presenta la forma simple, y el segundo es interrogativo y trae la forma compuesta —
eso significa diferencias sustantivas que agrega el factor comunicativo como
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complementar a la explicación formalista del autor que atribuye al aspecto la diferencia
entre ambas.
Amado Alonso (1951, p. 75) dice también que el hispanohablante intuye los
casos en que se emplea una u otra forma en pasado. ¿Y al hablante de otras lenguas,
cómo se explica el empleo de esas expresiones? Decir que se intuye el empleo es
propio al hablante, al lingüista cabe describir y explicar tales usos. ¿Y cómo se expone
la función de los dos pretéritos a brasileños, cuya lengua materna no presenta tal
disposición? Nosotros, extranjeros, que hablamos una lengua desprovista de dos
formas de pretérito, buscamos las razones de tal intuición en otro autor, también
extranjero, que habla español como segunda lengua: Bull. Este profesor de español de
una universidad norteamericana dice que el verbo “gritar” se usa como “gritó” como
verbo dicendi, nunca como “ha gritado”. La pregunta que dejo como averiguación es:
¿No estará Bull (1965, p. 159) afirmando tal cosa para el español en razón de que el
verbo dicendi forma parte de las palabras del narrador de tercera persona que da voz
a los personajes que se expresan en la forma compuesta en atención a los “someros”
postulados de Benveniste?
Para comprobar la extensión de sus ideas, Benveniste se vale de tres
ejemplos de libro de historia con textos sobre épocas antiguas de los tiempos de
fenicios y griegos en que prevalecen las formas del pasado simple. Hemos buscado
comprobación en la obra Historia contemporánea de América Latina de Halperín
Donghi
(1972
[1969])
que
intercala
pasajes
en
pasado
(pasado
simple,
pluscuamperfecto, imperfecto, conforme establecen los verbos del grupo 2, o del
mundo narrado) y pasajes en presente (con formas en que el presente aparece con el
pretérito perfecto compuesto, futuro, en atención a los postulados de Weinrich para
quien los libros didácticos suelen traer la explicación del profesor que expone a sus
alumnos los hechos históricos, relativos al mundo comentado, o al primer grupo del
discurso, según Benveniste).
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Después de presentar textos de historia, Benveniste ilustra su teoría por la
ficción. El autor de Problemas de lingüística geral, traducido al portugués en la edición
de 1976, se ocupa en saber si sus conjeturas son válidas para otras obras y dice que
las traducciones comprueban numéricamente sus prerrogativas para el francés. La
única excepción, señala Benveniste, es L’étranger de Camus, en que el autor escribe
en passé composé el relato de los acontecimientos pasados.
Echando un vistazo sobre la versión en español de Harry Potter pude ver la
predominancia de la forma simple en el relato en tercera persona y la predominancia
del pasado compuesto en los diálogos. ¿Será que tal hecho en la traducción española
se debe a que la lengua original dispone también de dos pretéritos?
Como Harry Potter trata de una narrativa mitológica, busco encontrar
paralelo con ficción de tipo semejante, con objetivo de ver si los planos de Weinrich y
Benveniste se aplican aquí. Para tanto, examino un relato corto que cuenta el origen
del amor de acuerdo a la visión de nuestros ancestrales indígenas, conforme cuenta
Eduardo Galeano (1986 [1982], p. 16), en el texto “El amor”, de Memorias del fuego,
que reproducimos a seguir:
En la selva amazónica, la primera mujer y el primer hombre se miraron con
curiosidad. Era raro lo que tenían entre las piernas.
— ¿Te han cortado? — preguntó el hombre.
— No. — Dijo ella. — Siempre he sido así.
Él la examinó de cerca. Se rascó la cabeza. Allí había una llaga abierta. Y dijo:
— No comas yuca ni plátanos, ni ninguna fruta que se raje al madurar. Yo te
curaré. Échate en la hamaca y descansa.
Ella obedeció. Con paciencia tragó los mejunjes de hierbas y se dejó aplicar las
pomadas y los ungüentos. Tenía que apretar los dientes para no reírse, cuando él
le decía:
— No te preocupes.
El juego le gustaba aunque ya empezaba a cansarse de vivir en ayunas y tendida
en una hamaca. La memoria de las frutas le hacía agua la boca. Una tarde, el
hombre llegó corriendo a través de la floresta. Daba saltos de euforia y gritaba:
— ¡Lo encontré! ¡Lo encontré!
Acababa de ver el mono curando a la mona en la copa de un árbol.
— Es así — dijo el hombre aproximándose a la mujer.
Cuando terminó el largo abrazo, un aroma espeso de flores y frutos invadió el aire.
De los cuerpos que yacían juntos, se desprendía vapores y fulgores jamás vistos...
Y era tanta su hermosura que se morían de vergüenza los soles y los dioses.
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Debido a la diferencia dialectal en la expresión de pasado en español se
supone que un uruguayo de la época actual se dirigiría a la mujer en la forma simple,
diciendo: “¿Te cortaste?”.
Sin
embargo,
en
la
enunciación
histórica,
conforme
expuesto
anteriormente, las dos ocurrencias del pretérito perfecto forman parte de la pregunta y
de la respuesta del diálogo inicial, en oposición al pasado simple que aparece en la
exclamación del personaje masculino que relata la acción del segundo plano de
narración, conforme exponen Weinrich y Benveniste. Por esa razón, traemos también
un relato similar — el texto mitológico de la Biblia (Génesis 3: 1 a 23), en que se
cuenta la historia de Adán y Eva, cuya pretensión es señalar cómo la forma compuesta
se reserva a los pasajes en que los personajes se refieren a la comunicación relativa
al asunto en cuestión — la desobediencia a Dios — y los demás temas, expresos en
pasado simple, se ponen como narrativas marginales al tema propuesto.
Adán y Eva desobedecen a Dios
1- La serpiente era más astuta que todos los animales salvajes que Dios el Señor
había creado, y le preguntó a la mujer:
— ¿Así que Dios les ha dicho que no coman del fruto de ningún árbol del jardín?
2- Y la mujer le contestó:
— Podemos comer del fruto de cualquier árbol, 3- menos del árbol que está en el
medio del jardín. Dios nos ha dicho que no debemos comer ni tocar el fruto de ese
árbol, porque si lo hacemos, moriremos.
4- Pero la serpiente le dijo a la mujer:
— No es cierto, no morirán. 5- Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman del
fruto de ese árbol podrán saber lo que es bueno y lo que es malo, y que entonces
serán como Dios.
6- La mujer vio que el fruto del árbol era hermoso, y le dieron ganas de comerlo y
de llegar a tener entendimiento. Así que cortó uno de los frutos y se lo comió.
Luego le dio a su esposo, y él también comió. 7- En ese momento se les abrieron
los ojos, y los dos se dieron cuenta de que estaban desnudos. Entonces cosieron
hojas de higuera y se cubrieron con ellas.
8- El hombre y su mujer escucharon que Dios el Señor andaba por el jardín a la
hora en que sopla el viento de la tarde, y corrieron a esconderse de él entre los
árboles del jardín. 9- Pero Dios el Señor llamó al hombre y le preguntó:
— ¿Dónde estás?
10- El hombre contestó:
— Escuché que andabas por el jardín y tuve miedo porque estoy desnudo; por eso
me escondí.
11- Entonces Dios preguntó:
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— ¿Y quién te ha dicho que estás desnudo? ¿Acaso has comido del fruto del árbol
del que te dije que no comieras?
12- El hombre contestó:
La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí.
13- Entonces Dios le preguntó a la mujer:
— ¿Por qué lo hiciste?
Y ella contestó:
— La serpiente me engañó, y por eso comí del fruto.
14- Entonces Dios el Señor le dijo a la serpiente:
— Por eso que te has hecho, maldita serás entre todos los demás animales. De
hoy en adelante caminarás arrastrándote y comerás tierra. 15- Haré que tú y la
mujer sean enemigas, lo mismo que tu descendencia. Su descendencia te
aplastará la cabeza y lo morderás el talón.
16- A la mujer le dijo:
— Aumentaré tus dolores cuando tengas hijo, y con dolor los darás a luz. Pero tu
deseo te llevará a tu marido, y él tendrá autoridad sobre ti.
17- Al hombre le dijo:
— Como le hiciste caso a tu mujer y comiste del fruto del árbol del que te dije que
no comieras, ahora la tierra va a estar bajo maldición por tu culpa; con duro trabajo
la harás producir tu alimento durante toda la vida. 18- La tierra te dará espinos y
cardos, y tendrás que comer plantas silvestres. Te ganarás el pan con el sudor de
tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste formado, pues la
tierra eres y en la tierra te convertirás.
20- El hombre llamó Eva a su mujer, pues ella fue la madre de todos los que viven.
21- Dios el Señor hizo ropa de pieles de animales para que el hombre y su mujer
se vistieran, 22- y dijo: “Ahora el hombre se ha vuelto como uno de nosotros, pues
sabe lo que es bueno y lo que es malo. No vaya a tomar también del fruto del árbol
de la vida, y lo coma y viva para siempre”.
23- Por eso Dios el Señor sacó al hombre del jardín de Edén, y lo puso a trabajar la
tierra de la cual había sido formado. 24- Después de haber sacado al hombre, puso
al oriente del jardín unos seres alados y una espada ardiendo que daba vueltas
hacia todos lados, para evitar que nadie llegara al árbol de la vida.
Conclusión
Nuestra intención es mostrar cómo ciertos estudios de diferentes lenguas
discuten la cuestión del sistema verbal español y ver la correspondencia entre francés
y español de acuerdo a la perspectiva de un hablante del portugués — lengua que no
presenta dos pretéritos.
Referencias
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completas. Caracas: Ministerio de Educación y Cultura, 1951. v. 4.
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BENVENISTE, Émile. As relações de tempo no verbo francês. In: Problemas de
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GUTIÉRREZ ARAUS, María Luz. Problemas fundamentales de la gramática del
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JESPERSEN, Otto. La filosofía de la gramática. Barcelona: Anagrama, 1975 [1924].
WEINRICH, Harald. Estructura y función de los tiempos en el lenguaje. Versión de
Federico Latorre. Madrid: Gredos, 1968. Título original: Tempus, desprochene und
erzalte welt.
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