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EL COLAPSO DEL TIGRE CELTA:
LECCIONES PARA AMÉRICA LATINA
El siguiente es un resumen de la conferencia que dictó en la Universidad Nacional, el
profesor irlandés Peadar Kirby, director del Centro de Estudios del Conocimiento en Sociedad y
1
profesor de la Universidad de Limerick /, invitado por la Facultad de Ciencias Económicas (FCE) y
el Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID)
¿Cómo Irlanda, en dos décadas, pasó de la pobreza a ser el Tigre Celta? ¿Cuál fue el rol del
Estado, cuál el impacto social, qué tanto se transformó la base productiva y qué papel jugó el
diálogo social en el fenómeno del Tigre Celta? ¿Por qué colapsó a partir de 2008 un modelo
que parecía blindado ante los remezones de la economía mundial y concitaba las miradas de
sus vecinos europeos?
Los hechos
En 1993, la economía de Irlanda creció al 5,8 por ciento; un año después, al 9,5 por ciento; en
1996 y 1999, al 10,7 por ciento; en 2000, al 9,2 por ciento; entre 2001 y 2007, se mantuvo
entre 6,2 y 6,0, con el rango más bajo en 2004 (2,03 por ciento). Pero en 2008, se desplomó
hasta -2,8 por ciento y en 2009, llegó al -7,1 por ciento. En 1993, la tasa de desempleo de este
país de unos 4.200.000 habitantes era de 15,6 por ciento; en 2008, del 3,8 por ciento (la más
baja en su historia); el año pasado, de 12,5 por ciento, y ahora bordea el 13 por ciento.
Mientras tanto, el Producto Nacional Bruto (PNB) pasó de 6,3 en 1993 a 8,0 en 1994; a 9,5 en
2000; a 4,4, en 2007; a -2,8 por ciento, en 2008; y a -11,3 en 2009. (Tabla 1).
1
2010: The Celtic Tiger in Collapse: Explaining the Weaknesses of the Irish Model, Palgrave Macmillan.
2010: 'Globalization and Vulnerability: Tracing its Impacts in Ireland', in Paul Burgess and Peter Herrmann, eds:
¿Todo en una sola canasta?
Irlanda se la jugó por transformar la base productiva a través de la inversión extranjera,
especialmente en tecnologías de la información, biotecnología, industria farmacéutica y
servicios financieros. Además, creó incentivos para las multinacionales -con flexibilización
laboral de por medio- que, en poco tiempo, generaron muchos puestos de trabajo, algunos de
alta calidad. Esto fue posible por la creciente inversión en el capital humano: desde 1961
mediante reforma curricular con énfasis en ciencia y tecnología, expansión del sector
tecnológico y apertura de dos nuevas universidades públicas; y desde 1967, con el desarrollo
de un sistema de formación industrial, a cargo de una Autoridad pública.
A partir de 1987, año de crisis, hubo recortes presupuestales que resultaron en una
contracción fiscal creciente. Durante el ‘boom’ de la economía estadounidense, misiones
gubernamentales tocaron las puertas de potenciales inversionistas de ese país y les
persuadieron presentando a Irlanda como una plataforma para penetrar en el mercado
europeo.
No menos importante fue la creación de una Autoridad para el Desarrollo Industrial, que
manejó agresivamente la estrategia de atracción de inversión extranjera en ramas emergentes
y promovió los incentivos para el establecimiento de fábricas en Irlanda (impuestos bajos al
capital, a la propiedad y a las ganancias). En cambio, la tributación al consumo se mantuvo
alta. A finales de 2008, el gobierno proponía al Parlamento incrementar el IVA en 0,5 por
ciento: 21,5 por ciento para la mayoría de bienes y servicios, y 14 por ciento para el gas y la
electricidad, unos pocos bienes básicos, seguirían exentos del IVA. Así, Irlanda reemplazaba la
política de sustitución de importaciones (1932-1959) y consolidaba el proceso de liberalización
iniciado en 1960, bajo el liderazgo del Estado.
El diálogo social
En medio de la crisis de 1987, se impulsó un diálogo social que, además del gobierno, los
empleadores y los sindicatos, incorporó a las organizaciones no gubernamentales y a los
agricultores, quienes durante mucho tiempo fueron el soporte de la economía. Desde
entonces se mantiene un Programa de Recuperación Nacional, revisado cada tres años, con
base en un informe sobre la situación política y económica, preparado por el Consejo Nacional
Económico y Social y aprobado por los participantes en el diálogo.
El diálogo social se ha ampliado a muchas instancias de política económica y social. Este
esfuerzo por mantener “la paz industrial y la competitividad internacional” de Irlanda, acota
Kirby, fue considerado por algunos como expresión vigorosa de “democracia participativa”. La
alianza política estuvo acompañada de la creación del Foro Social y Económico Nacional
(1996)2/, la Estrategia Nacional contra la pobreza (1997) y la institucionalización de la
Autoridad para la Equidad (1999). El diálogo y los instrumentos buscaron amortiguar los
impactos del crecimiento económico sobre los más pobres.
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La misión es estudiar la política social, la exclusión y el desempleo. Además de un Presidente y un Vicepresidente (personalidades
independientes), lo integran voceros de parlamentarios, empleadores, sindicatos, asociaciones agrarias, sector comunitario, el
gobierno y sectores independientes: http://www.ilo.org/public/spanish/dialogue/sector/papers/pubserv/pracguide.pdf
2
El colapso
Los ingredientes estaban servidos. Impuestos bajos al capital, a la propiedad y a las ganancias,
junto a tributación alta al consumo, no resolvieron la demanda de mejores servicios sociales,
porque se mantuvo baja la inversión social. La flexibilización laboral y la inversión del Estado
irlandés en la preparación del capital humano contratado in situ o fugado con las grandes
empresas extranjeras, relegaron a un segundo plano el desarrollo de las capacidades
nacionales.
En un callejón sin salida quedaron el diálogo social y las instituciones que lo materializan y
expresan. Al decir de Kirby, el debate en Irlanda hoy trata de dilucidar si el Tigre Celta trató
simplemente de promover un nuevo tipo de Estado desarrollista más flexible a las exigencias
de la globalización o intentó, sin éxito, consolidar un Estado de competencia, es decir, si
transformó la economía y la sociedad o simplemente los puso al servicio del capital extranjero.
Según Kirby, el gobierno admite hoy que el colapso a partir de 2008 se debe, en buena medida,
al estallido de la burbuja inmobiliaria que, desde 2002, fue el motor de la economía. Gracias a
los subsidios a los constructores, a las bajas tasas de interés del euro y a los créditos a manos
llenas del sector financiero, la construcción llegó a representar el 14 por ciento del PIB, pero
con una sobre oferta que hoy oscila entre 450.000 y 500.000 unidades habitacionales. Hoy los
bancos están quebrados y adeudan no menos de 90 billones de euros, mientras el Estado
asume las llamadas deudas tóxicas que todavía no se han podido cuantificar, pero estimadas
en no menos de 80 billones de euros, cifra escandalosa para un país con un déficit
presupuestal de 26 billones de euros en 2009.
Las lecciones
El colapso se explica pues por (i) la excesiva dependencia de la inversión extranjera; (ii) el
dualismo entre el sector extranjero y el nacional, con más atención al primero que al segundo;
(iii) el boom inmobiliario, que demuestra la falta de innovación nacional; (iv) la escasa
inversión social y, por tanto, crecimiento de la pobreza relativa y la desigualdad, deterioro en
la calidad de los servicios públicos y en la infraestructura, déficit social y resistencia de la
población a los recortes presupuestales (cuatro billones de euros, hasta 2013), mientras el
Estado acude al salvamento del sector bancario; (v) la vulnerabilidad del Estado por reducción
drástica de los ingresos tributarios y la escasez de recursos para estimular la economía
nacional; porque los aumentos de impuestos empeorarán la recesión y el colapso; porque no
fue capaz de reconocer las vulnerabilidades del modelo; porque ha perdido el liderazgo para
buscar consensos y resolver la crisis; y porque ahora requiere de una renovada relación con la
sociedad civil que llegó a ser muy dependiente del Estado, actuó fuertemente disciplinada por
él y ahora tiene que redescubrir por sí misma su capacidad crítica y movilizadora.
En conclusión, subraya Kirby, el colapso del Tigre Celta puede enseñar a América Latina que los
gobiernos y liderazgos regionales deben evitar la tentación de creer que un boom es duradero
y resuelve todos los problemas; que la inversión extranjera es útil, cuando se aprovecha para
fortalecer la capacidad productiva nacional; que la euforia inversionista, debe estar
acompañada del desarrollo de instituciones nacionales con fuerte capacidad reguladora,
gracias a liderazgos políticos proactivos y no reactivos; que el crecimiento económico debe ser
aprovechado para invertir en la sociedad; que la capacidad reguladora del Estado no puede
ponerse exclusivamente al servicio del mercado; y que un boom debe usarse también para
abordar los problemas históricos de la política, la economía y la sociedad.
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