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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
FACULTAD DE FILOSOFÍA
PROGRAMA DE DOCTORADO
ENTRE CIENCIA Y FILOSOFÍA
TRABAJO DE INVESTIGACIÓN
SEGUNDO AÑO
D.E.A.
TÍTULO:
EL NATURALISMO EMPIRICO EN LA FILOSOFÍA DE
JOHN DEWEY
ALUMNO:
PEDRO JOSÉ SARMIENTO MEDINA
DIRECTOR: DR. JOSÉ LUIS GONZÁLEZ RECIO
CURSO 2002/2003
INTRODUCCIÓN
3
CAPÍTULO I : EL PRAGMATISMO INSTRUMENTALISTA DE JOHN DEWEY
8
SECCIÓN 1 Breve Noticia Biográfica de John Dewey ( 1859- 1952)
SECCION 2 Dewey y el pragmatismo americano
CAPÍTULO II : PRAGMATISMO Y REFUTACIÓN DE LA EPISTEMOLOGÍA CLÁSICA
8
12
25
SECCIÓN 1 Los problemas epistemológicos de la filosofía clásica: Bacon y Dewey
25
SECCIÓN 2 La acción reconstructiva y el concepto pragmatista de experiencia.
34
SECCIÓN 3 Naturalismo empírico y epistemología pragmática.
53
SECCIÓN 4 El concepto clásico de razón en contraposición al concepto de
inteligencia pragmatista
1.
74
Racionalismo y empirismo en contraposición con la noción pragmatista
de experiencia.
2.
La inteligencia y el Arco Reflejo
3.
Hábito e inteligencia como nociones centrales de su propuesta
SECCIÓN 5 El concepto pragmatista de lo real y lo ideal.
88
SECCION 6 El significado y las consecuencias de la reconstrucción lógica.
98
CAPÍTULO III : ANÁLISIS DE ALGUNOS ELEMENTOS VINCULADOS
A LA PROPUESTA DEWEYANA
104
SECCIÓN 1 La noción de experiencia dentro del pragmatismo deweyano
104
SECCIÓN 2 La estructura del método empírico o denotativo
118
CONCLUSIONES
128
Cronología de John Dewey
138
Bibliografía
139
2
INTRODUCCION GENERAL.
Uno de los más serios problemas científico-filosóficos del siglo XIX, y de bien entrado el
siglo XX, fue el relacionado con las consecuencias derivadas de la teoría de la evolución. Si
bien dicho problema tuvo todo tipo de connotaciones, desde las científicas, filosófico–
teológicas, sociales, y hasta las de tipo político, -como el caso de un juez americano que en
1992 sancionó la prohibición de la enseñanza de los contenidos biológicos que hablaran de
ella-, la evolución es un hecho hoy incuestionado.
Aunque para la mayoría de biólogos es un principio absolutamente evidente, las dificultades
de su “demostración” y “explicación” tienen raíces epistemológicas y por supuesto biológicas.
De un lado, la lógica de la demostración y la comprobación obligan a una comprensión
particular de la ciencia y su modo operativo. En biología la estructura de la demostración no es
igual que la característica de la física. De otro lado, pueden reconocerse obstáculos
estrictamente biológicos: la evolución ha transcurrido a lo largo de millones de años, y el
proceso aún continúa. Si bien se puede afirmar que la evolución es un hecho incontrovertible,
no es menos cierto que las diferentes hipótesis evolucionistas propuestas sugieren que ha
podido ocurrir de muchas maneras. Ninguna de las actuales explicaciones en biología sería
posible sin la idea de evolución, pero cuáles sean los mecanismos que rigen el proceso
evolutivo continúa siendo discutido, como también es objeto de debate la clase de leyes que
encontramos en las teorás biológicas. El concepto mismo de “teoría”, enraizado en la
distinción dicotómica entre lo teórico y lo práctico, hace que los problemas epistemológicos
relacionados con la Evolución sean todavía más difíciles. La oposición entre lo “observable” y
lo “no observable” es parte de las dificultades que encuentra el trabajo científico, y semejante
oposición se torna a veces compleja en el terreno evolutivo.
Ahora bien, la epistemología de la biología presenta en general problemas específicos que no
sólo afectan a la teoría de la evolución. Algunos de los rasgos y métodos de la física tienen
difícil traducción en la nueva biología. “La biología moderna aparece con Darwin y poco
después de Mendel”1, y su desarrollo en el campo mismo de la genética molecular
contemporánea lo ratifica, abriendo un abanico de cuestiones muy interesantes para la filosofía
1
Así lo afirma Michael Ruse. (1973) Filosofia de la Biología. Madrid Alianza.1979
3
de la biología. ¿Puede hablarse de “leyes” biológicas?, ¿ bajo qué presupuestos y límites?
¿Puede afirmarse que existen enunciados verdaderos, no analíticos, en condiciones de
universalidad no restringida en el campo de la biología? ¿Son posibles los sistemas
axiomáticos en el campo biológico? ¿Qué tipo de actividad realiza el biológo cuando hace
“biología”? Muchos de estos interrogantes hacen del campo de la filosofía de la biología, un
“terreno de nadie”.2 Los problemas de la filosofía de la biología forman parte de un conjunto
de interrogantes de los que se ocupa la filosofía de la ciencia, y la filosofía misma. El presente
trabajo procura mostrar que muchos de estos problemas se remontan al nacimiento mismo de
la filosofía. La filosofía, desde su remoto origen, se ha enfrentado a preguntas en las que
estaban en juego los propios conceptos de experiencia, conocimiento y naturaleza. Como
afirma Castrodeza,3 los primeros epistemólogos fueron los presocráticos. En ellos se vive la
primera secularización del pensamiento y también en ellos se vive por primera vez el conflicto
entre el creacionismo y el evolucionismo. No obstante, la meta que ha regido la elaboración de
este trabajo ha sido llevar a un escenario histórico mucho más próximo –el del pragmatrismo
americano– el problema de la interpretación de los viejos problemas filosóficos a la luz de la
biología evolucionista.
El pragmatismo americano, según Dewey, supone un esfuerzo por replantear el problema del
conocimiento y otros problemas filosóficos bajo la influencia del evolucionismo. Su esfuerzo
tiene como propósito evidenciar la unidad de la naturaleza y la experiencia, aduciendo que la
ruptura dicotómica entre éstas, generada por la tradición, no explica de modo satisfactorio el
conocimiento, y que, por el contrario, genera multitud de problemas que hacen de la filosofía
un ejercicio digno de sospecha. De tal ejercicio filosófico se sigue un serio descrédito para la
filosofía, en virtud de que ésta no resuelve ni asume responsabilidades sobre los problemas
naturales y urgentes del hombre. Y de aquí nace la necesidad de su reconstrucción, con metas
específicas que la conduzcan a encarar esas responsabilidades.
En el pragmatismo de Dewey, el significado de la experiencia y la reconstrucción de la
filosofía se constituyen en objetos básicos de reflexión a lo largo de su extensa obra, y de
modo especial entre 1920 y 1940. Las publicaciones fundamentales en las que se ocupa de
2
3
Ruse (1973)
Castrodeza, Carlos. Spanish Studies In The Philosophy Of Sciencie. Oxford, Kluwer Ac. Publishers 1996.
4
estos problemas son: Reconstruction in Philosophy; Experience and Nature, Human Nature
and Conduct, y los distintos ensayos y artículos del período recogidos en la bibliografía. El
propósito de este trabajo consiste en estudiar detenidamente la propuesta epistemológica
deweyana desde la cual puedan reexaminarse ulteriormente los postulados y problemas que
relacionan la evolución, la biología y la filosofía de la biología. Si bien habitualmente se ha
aceptado que el problema del conocimiento es un problema exclusivamente filosófico, la
propuesta de Dewey implica que tal consideración está ligada a los errores de la tradición. La
reconstrucción de la filosofía permitirá situar este problema en unas nuevas coordenadas, y por
su puesto una reinterpretación de la actividad científica al margen de los condicionamientos y
hábitos intelectuales legados por la tradición. Siendo este propósito una parte fundamental de
la filosofía de Dewey, el examen de los hechos que en ella vinculan la evolución con la teoría
del conocimiento, y con la filosofía de la biología en particular, puede establecer nuevas
directrices para la resolución de importantes problemas epistemológicos, y de otro lado
rescatar una crítica a la filosofía europea de los últimos siglos que puede estar vigente. Tal es
el objetivo general de mi proyecto de investigación, cuya cuya primera parte –este tabajo– se
detiene en la exposición y el análisis del concepto de inteligencia presentado por la propuesta
deweyana4.
La inteligencia, dentro del análisis practicado por Dewey, se constituye en un hecho abierto a
la observación, del mismo modo en que lo son otros fenómenos naturales. Se trata de un de las
clases de conducta que refleja la interacción de las animales con el medio ambiente. De esta
manera, abandonando el idealismo clásico, los propósitos y capacidades individuales quedan
vinculados a la estructura natural de la realidad en la que han sido gradualmente aprendidos y
ejercitados por los sujetos a lo largo de la evolución; se entienden como esfuerzos adaptativos
al mundo natural, y también a la dinámica social. La evolución es entonces el escenario en que
se suceden los procesos que permiten la emergencia de la inteligencia como algo útil en el
control del futuro. Se trata, pues, de una noción técnica de inteligencia desde la cual puede
reconstruirse el significado de la filosofía, y de la ciencia, bajo una perspectiva naturalista y
empírica.
4
Esta primera parte corresponde a la primera entrega correspondiente al segundo año de investigación.
5
La representación deweyana de la inteligencia es, por lo tanto, una representación fundada en
los aspectos pragmáticos o instrumentales de ésta. Se trata de una concepción que hace
depender nuestras ideas, instituciones y costumbres del ensayo y el error, y que examina las
consecuencias que todo ello tiene en un sentido social. Tal examen determina que lo
sobrenatural resulta en realidad innecesario, pues es causa de ignorancia y motivo de
inseguridad, opresión y desorden. En las sociedades en que se ha prescindido de tal ámbito los
individuos no se encuentran escindidos, y sus esfuerzos racionales no viven la contradicción
de la pertenencia a dos universos simultáneos y diferentes. El nuevo enfoque de la inteligencia
deweyano pretende destruir la superstición y, purgando la tradición, abandona todo
racionalismo compensatorio o generador de ilusiones. De esta manera, se quiere convertir en
un camino de cooperación genuina con la sociedad, en el cual los individuos pueden ampliar la
base de sus oportunidades y de realizaciones.
El trabajo se ha estructurado en tres capítulos: el primero de ellos pretende exponer el
pragmatismo de Dewey en el contexto de su biografía y su obra, y dentro de la perspectiva del
pragmatismo como corriente americana. El segundo, más extenso, contiene seis secciones en
las que se procura examinar la propuesta pragmatista de Dewey, comparándola con algunos
presupuestos de la epistemología clásica. Se busca en ellas una aproximación a los conceptos
de experiencia, inteligencia, y hábito; y se valora el alcance de la acción reconstructiva, dentro
del naturalismo empírico que constituye el eje de la filosofía de Dewey, con atención especial
al concepto de inteligencia pragmática. Las raíces biológicas de esta última noción son
innegables, y el fundamento epistemológico que se pretende alcanzar es de carácter
auténticamente naturalista en el mejor de sus sentidos. El tercero y último de los capítulos
hace un análisis de algunos de los problemas que su propuesta plantea.
6
El trabajo es, pues, una primera toma de contacto con el pragmatismo, como instrumento que
puede contribuir a redefinir o replantear numerosos problemas que hoy son objeto de
discusión en la filosofía de la biología. No se trata de una investigación sobre el pragmatismo
como corriente filosófica en cuanto tal, sino sobre su capacidad para iluminar problemas
específicos de la filosofía de la biología que serán abordados con mayor profundidad en una
futura tesis doctoral.
7
CAPÍTULO I : EL PRAGMATISMO INSTRUMENTALISTA DE JOHN DEWEY
SECCIÓN 1: Breve Nota Biográfica sobre John Dewey ( 1859- 1952)
¿Quién es John Dewey? De Dewey se afirma que es uno de los filósofos más
prominentes de Norteamérica, cuyo influjo en el siglo XX en la construcción política y social
de Estados Unidos es incomparable, y admitida no solo por los norteamericanos sino por todo
el mundo. Conocido como filósofo y educador, ha sido considerado también como uno los
pioneros en el desarrollo de la psicología experimental. Fundador de la Escuela Pragamatista
de Chicago, y de la escuela funcional de Psicología, es uno de los pensadores que además de
influir políticamente en el desarrollo de la nación, colaboró en el establecimiento del
movimiento de educación progresiva que reformó sustancialmente la educación en la primera
mitad del siglo XX. Sus ideas en relación con la filosofía social, así como su filosofía política
han tenido profundo significado en las aspiraciones estadounidenses, al punto de ser
reconocido como la voz en el siglo XX de la democracia americana. La obra de Dewey se
elaboró durante cerca de 71 años, lo que hace de su prolífica producción un trabajo muy
sobresaliente, sin duda merecedor del aplauso académico. En 1930, la Universidad de Paris lo
reconoce como “la mas profunda y completa expresión del genio americano”.5
Nacido en Burlington, Vermont, el 20 de Octubre de 1859, fue el tercero de cuatro hijos. Sus
orígenes familiares fueron modestos. Tres generaciones de sus antepasados fueron campesinos
de Vermont, incluidos sus padres: Archibald Dewey y Lucina Rich Dewey. Sin embaro, el
padre de John rompió desde joven con la tradición familiar campesina y se dedicó a los
negocios en Burlington. Muchos años más tarde, a la edad de 44 años, conoció a la madre de
John, de solo 20 años, con quien decide crear una familia. John nace el 20 de Octubre de 1859.
5
Uno de los trabajos biográficos más sobresalientes sobre John Dewey está escrito por George Gykhuizen, y
publicado en la Southern Illinois University Press, como parte de una de las más célebres ediciones de las obras
completas de John Dewey. Mas allá de su breve autobiografía incluida en el trabajo titulado From Absolutism to
Experiementalism, y publicada en 1930, sobresale también el trabajo de Jane Dewey, hija del filósofo, que junto
con sus dos hermanas aportó valiosos elementos para su biografía. Ver Jane Dewey (ed.) "Biography of John
Dewey” en Paul Arthur Schlipp (ed.), The Philosophy of John Dewey. New York, Tudor Publishing Co.
1951(1939) pág 3-45. (Ver también bibliografía señalada aquí en el Capítulo I sección 2).
8
La pequeña ciudad de Burlington en la que Dewey habitó en su infancia, apenas tenía 15 mil
habitantes que se repartían entre aquellos que eran originarios de la ciudad, - viejos
americanos descendientes de una clase media de familias protestantes anglosajonas que se
instalaron en la zona -, y extranjeros procedentes Irlanda y Quebec. Asistió a la escuela
pública y a la Universidad de Vermont, en donde realizó estudios de filosofía, economía y
política que estimularon sus inquietudes filosóficas, con un amplio espectro de intereses, a lo
largo de su vida. Los biógrafos lo describen como un voraz lector, algo encerrado en sí mismo.
En 1882 ingresa en la Universidad de John Hopkins, dentro un programa de altos estudios de
filosofía, donde recibe influencia de los trabajos de T. H. Huxley, y el “realismo escocés”. A
través de H.A. P. Torrey se introdujo en la filosofía alemana con la enseñanza directa de
James Marsh y de George Sylvester Morris, profesor visitante del neohegelianismo, que
procuraba reavivar el pensamiento del filósofo del siglo XIX. La influencia del hegelianismo
en la primera etapa intelectual de Dewey es de gran importancia, pues, aunque se aparte
posteriormente de él, se ve atraído por el énfasis en lo orgánico y la naturaleza espeiritual del
universo.
Doctor ya en 1884, ingresa en la Universidad de Michigan, en la que Morris era profesor
titular, y comienza a enseñar psicología y filosofía. Allí permanece durante cerca de 10 años,
tiempo en el que se decide estudiar profundamente a Hegel y el neohegelianismo británico, así
como la psicología experimental, que era objeto de estudios avanzados gracias a G. Stanley
Hall y Willian James. Éste es un período en el que Dewey se encuentra influido por la
juventud de la psicología y la necesidad de cambio en el orden democrático. A la búsqueda de
una psicología de la educación se orientan sus esfuerzos intelectuales, pretendiendo articular
en ella sus intereses y los problemas políticos y científicos que le preocupan. Dos años
después del comienzo de sus clases en Michigan, Dewey contrae matrimonio en 1886 con
Harriet Alice Chipman of Fenton, una alumna suya, que también demostraba gran interés por
los problemas de la educación del momento.
En 1894 Abandona la Universidad de Michigan e ingresa como profesor de Filosofía,
Psicología y Pedagogía en la Universidad de Chicago. Dewey reconoce en esta circunstancia
9
una oportunidad de unir estas tres disciplinas y estrechar las relaciones de la pedagogía con la
filosofía y la psicología. Su ingreso en la Universidad de Chicago le da fama nacional, y como
consecuencia del influjo de la biología evolutiva y de la psicología del momento, abandona el
hegelianismo y la teoría de las ideas que reflejaba el orden del universo, adoptando una teoría
instrumental del conocimiento, que concibe a las ideas no como representaciones sino como
instrumentos para la resolución de los problemas humanos. Este conjunto de planteamientos
hace que posteriormente refute el hegelianismo y la noción de espíritu y razón absolutas, y que
encuentre aceptable la teoría de que la naturaleza es la última realidad, y que el hombre ha de
encontrar en ella el significado y las metas de su propia vida.
Naturaleza, experiencia, biología y psicología definen el marco de referencia en el que el
pensamiento de Dewey estará situado en el futuro, y que servirá de igual modo para orientar
los trabajos de investigación posteriores de sus discípulos en la universidad. Su actividad fue
reconocida y admirada por James en 1903, en especial el texto Studies in Logical Theory,
documento con el que se hizo pública la aparición de la Escuela de Chicago. Las
contribuciones posteriores a la psicología fueron muy notables, y muchos de sus artículos se
convirtieron en clásicos, lo que le aseguró un destacadísimo lugar dentro de ella
posteriormente. Entre estos sobresale el titulado “The Reflex Arc Concept in Psychology”6,
que es considerado como uno de los más importantes de la psicología funcional, y en el que se
sitúa al organismo en el contexto del esfuerzo por adaptarse al medio ambiente.
También son notables sus aportaciones en el contexto de la educación y la pedagogía. Su
trabajo titulado The School and Society ( 1889) y The Child and the Curriculum (1902)
reflejan de modo sobresaliente los criterios de Dewey sobre la filosofía de la educación. Sus
esfuerzos por establecer la independencia de un departamento de educación lo hacen pensar en
la necesidad de un laboratorio escolar en el cual se puedan someter a la experiencia las teorías
educativas y psicológicas. Su propósito se cumple en 1896, lo que incrementa su reputación en
la Universidad de Chicago y convierte a su laboratorio en un centro de pensamiento sobre
educación progresiva.
6
Publicado por primera vez en 1896 en Psychological Review ( 1896) 3, 357-370 The Reflex Arc Concept in
Psichology. Este tema se tratará en el capítulo II sección 4.
10
No obstante, dicho proyecto educativo no continuó siendo financiado por la Universidad de
Chicago, lo que generó un desacuerdo entre el rector de dicha universidad y Dewey, motivo
por el que acepta el cargo de profesor en la Universidad de Columbia, en New York. En ella
permanece durante 47 años, primero como profesor, y luego como profesor emérito. Durante
25 años de enseñanza activa su fama y el papel significativo que cumplieron sus enseñanzas
atrajeron a cientos de estudiantes. Su producción intelectual en la Universidad de Columbia
fue realmente extensa. Las 125 páginas de la lista de los títulos de sus obras comprenden un
amplio repertorio temático, que incluye estudios de lógica, teoría del conocimiento,
psicología, educación, filosofía social, arte y religión. Sus trabajos se centraron en esta
variada temática, lo que es motivo suficiente para considerarlo uno de los más grandes
filósofos norteamericanos. Sus amplios intereses intelectuales lo hacen participar también en
gran cantidad de periódicos, en los que publicó trabajos de interés general, política
internacional y crítica social. Fue fundador y primer presidente de la Asociación Americana de
Profesores, y su reputación internacional le permitió ser invitado en universidades extranjeras
a lo largo de su vida, como las de Japón, México, Turquía o Rusia. Condecorado por 13
universidades, también con la orden de Jade por el gobierno de China, y la orden del mérito
por el gobierno chileno. En 1932 fue elegido presidente honorario de la Asociación Americana
de Filosofía.
El trabajo filosófico de Dewey se reparte en muchas de sus obras. Gran cantidad de sus
investigaciones epistemológicas son sintetizadas en Experience and Nature, también en
Reconstruction in Philosophy, How we Think, Democracy and Education, Experience and
Education, La búsqueda de la certeza, y Misery of Epistemology, junto con una multitud de
estudios y artículos sobre el pragmatismo, entre los que sobresalen sus trabajos sobre la
filosofía de Peirce en Collectes Papers, y el problema de la dualidad y el dualismo en la
filosofía tradicional, recogidos por la escuela pragmatista de Chicago. Sus sólidas
convicciones epistemológicas lo hacen un luchador que defiende el papel significativo de la
experiencia como marco epistemológico y como línea determinante en el devenir de la
naturaleza y del conocimiento.
11
SECCION 2: DEWEY Y EL PRAGMATISMO AMERICANO
Pragmatistas, colegas y amigos.
Dentro del período clásico en la filosofía americana que se inicia con el final de la Guerra
Civil y que continúa hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, puede distinguirse un grupo
grandes figuras del pensamiento norteamericano entre las que hay nombrar a Peirce, Royce,
James, Santayana, Dewey y Whitehead. Entre las obras más importantes que escribieron hay
que mencionar, de Perice, sus Collected Papers; de James, The Principles of Psicology y
Pragmatism; de Royce, The World and the Individual; de Santayana, The Life of Reason y
Realms of Bein; de Whitehead, Process and Reality; y finalmente, de John Dewey, Experience
and Natur; Logic; Naturaleza Humana y Conducta; Reconstruction in Philosophy, entre otras
muchas.
En tal grupo de pensadores debe hablarse de continuidad intelectual, basada de modo
innegable en relaciones personales e influencias intelectuales de diferente grado. James, Royce
y Santayana fueron colegas en la Universidad de Harvard. Peirce jamás formó parte del
departamento, pero su influencia debe considerarse indudable, teniendo un vínculo estrecho
con James como colegas, y también con Royce y Dewey como estudiantes en la Universidad
de John Hopkins.
La amistad de James y Peirce comienza en 1861, cuando ambos empiezan a admirar a J. S.
Mill y también a Darwin. Los dos forman parte del afortunado “ Club Metafísico”, junto con
el brillante abogado Nicolás St. John Green, y el también amigo de James Oliver Wendell
Holmes, quienes se ven influidos notablemente por el empirismo y utilitarismo. Tanto James
como Peirce fueron recomendados para ser profesores en la Universidad de John Hopkins a
finales de 1870, el primero como profesor de Psicología y el segundo de Lógica.
De Royce puede afirmarse que fue el pupilo de James por poco tiempo, hasta hacerse colega
en 1882 en la Universidad de Harvard. Aunque Royce es un claro seguidor de Peirce, será
12
James quien reconozca un notable influjo del pensamiento de éste último. Peirce mismo valora
a James mucho más como psicólogo que como filósofo7, y Santayana se considera discípulo
de James y de Royce. Durante el período comprendido entre 1889 y 1911 fue compañero de
James y Royce en el departamendo de Filosofía de Harvard. De estas estrechas relaciones
participa también Dewey, que es alumno de Peirce en la Universidad de John Hopkins e
igualmente miembro activo del llamado “Club Metafísico”.
Dewey pretende determinar el curso que toma el “pragmatismo” dentro de su ensayo titulado
The Development of American Pragmatism8, cuyo propósito era definir las principales tesis de
los
movimientos
filosóficos
conocidos
como
pragmatismo,
instrumentalismo
y
experimentalismo. Es preciso afirmar que el pragmatismo de Dewey está en directa relación
intelectual e histórica con el pensamiento de Charles S. Peirce, hijo de Benjamin Peirce (18091880)9, célebre también por ser uno de los fundadores de la lógica moderna. Charles Peirce
fue un pragmatista cuyo trabajo no resultó en absoluto sistemático, circunscribiendo su
discurso a un estrecho universo para la aplicación del método pragmático. El término
“pragmático” le vino sugerido a Peirce por Kant, y en concreto por la lectura de La Metafísica
de las Costumbres, donde se distinguen los conceptos pragmático y práctico. Practico se
refiere a las leyes morales que Kant consideraba a priori y, por el contrario, pragmático se
refiere a las reglas del arte y de la técnica que están basadas en la experiencia y se aplican a
ella. Peirce, autodenominándose un “empirista dotado de los hábitos de laboratorio” rehúsa
llamar a su filosofía practicalismo. Desde una concepción kantina los términos “practico”
(practisch) y “pragmático” (pragmatisch) son términos absolutamente opuestos. El primero
pertenece a una región del pensamiento privada plenamente de la experiencia. Por el contrario,
el contenido del concepto pragmático está aclarado por Peirce y citado por el mismo Dewey
en el mismo trabajo.10
“El contenido racional de una palabra u otra expresión reside exclusivamente en sus
implicaciones concebibles sobre la conducta en la vida; de modo que, siendo obvio que nada
que no pudiera ser resultado de un experimento puede tener implicación alguna directa sobre la
conducta, si uno es capaz de definir con precisión todos los fenómenos experimentales
7
Ver Collected Pappers of Charles Sanders Peirce, editador pr Charles Hartshhorne and Paul Weiss (Cambridge,
Mass., Harvard University Press, 6 vols 1931-1935) Vol 6. parágrafo184)
8
Ver Dewey John. The Development of American Pragmatism” (LW,2:3-21.) Ob cit.
9
Benjamin Peirce (1809-1880) fue un afamado astrónomo y matemático que entre otras aportaciones colaboró en
el cálculo de la órbita recién descubierta del planeta Neptuno y sus perturbaciones sobre Urano.
10
Ver Dewey John. The Development of American Pragmatism” (LW,2:3-21.) Ob cit.
13
concebibles que pudiera implicar la afirmación o la negación de un concepto, tendrá con ello
11
una definición completa del concepto".
Dewey encuentra en el ensayo peirceano Cómo esclarecer nuestras ideas12una gran semejanza
con Kant, debido a que los esfuerzos de Peirce se encaminaron en un principio a interpretar la
universalidad de los conceptos en el dominio de la experiencia, de la misma manera en que
Kant se ocupó de la ley de la razón práctica en el dominio de lo a priori. De este modo escribe
Peirce:
“El significado racional de toda proposición reside en el futuro. Pero, de entre las miríadas de
formas en que puede traducirse una proposición, ¿ cuál es la que debe denominarse su
significado mismo? Según el pragmatismo, será aquella forma bajo la cual la proposición se
vuelva aplicable a la conducta humana, no estas o aquellas circunstancias particulares, ni
cuando uno atiende a este o aquel propósito especial, sino la forma que resulte la más
directamente aplicable para el autocontrol en cualquier situación y para cualquier propósito..13
Para Peirce las creencias son reglas de acción, y la función única del pensamiento es establecer
hábitos de acción, es decir consolidar la creencia, y de igual modo el significado de la verdad
consiste en determinar cuál es la conducta que inspira. Dewey interpreta a Peirce afirmando
que el significado efectivo de cualquier proposición filosófica puede siempre concretarse en
alguna consecuencia particular, ya sea activa o pasiva dentro de nuestra experiencia práctica
futura, donde lo esencial es el hecho de que la experiencia debe ser particular, más que el que
tenga que ser activa.14 Tanto Dewey como Peirce sostienen que la conducta humana y el
cumplimiento de algún fin son indispensables para aclarar nuestras ideas, pero ambos
desaprueban que la acción se convierta en un fin en sí misma.
Es un hecho reconocido por Dewey, que los artículos escritos por Peirce llamaron apenas la
atención en los círculos filosóficos de la época, pues el influjo del idealismo neokantiano de
Green y la Escuela de Oxford eran muy grande. La obra iniciada por Peirce, fue continuada
por James, y es el propio James quien inaugura el movimiento pragmatista con una
11
Peirce, Charles Sanders. The Monist vol XV ( 1905) página 162-163. Citado por Dewey en. The Development
of American Pragmatism” (LW,2:3-21.) Ob cit.
12
Ver Peirce, Charles, Collected Papers vol 5 Página 402.
13
Peirce, Charles Sanders. The Monist vol XV ( 1905) página 162-163. Citado por Dewey en. The Development
of American Pragmatism” (LW,2:3-21.) Ob cit.
14
Ver Dewey John. The Development of American Pragmatism” (LW,2:3-21.) Ob cit.
14
comunicación titulada Conceptos filosóficos y resultados prácticos15. La concepción de qué
sea la filosofía es diferente en cada pragmatista. Para James, por ejemplo, la noción de
filosofía sigue ligada a la noción de verdad, pero ciertamente es dependiente de una verdad
pragmatista:
“Toda función de la filosofía debe consistir en señalar influencias características que tu y yo
recibiríamos en un determinado momento en nuestras vidas, si una u otra descripción del
universo fuera la verdadera”16
La noción de hábito señalada por Peirce, se constituye en pieza fundamental de la propuesta
deweyana, pero posee un enfoque más amplio. Al contrario de la noción clásica aristotélica
que la vinculó con el mundo subjetivo, en la perspectiva deweyana se trata de una integración
entre el sujeto y el medio ambiente. El hábito también forma parte de una función natural que
incorpora todo el significado biológico que permite la adaptación del sujeto al medio, y a la
vez interviene en el proceso de socialización. (Ver capítulo II secciónes 3 y 4 ). Para Peirce el
objetivo de la filosofía consiste en proporcionar un significado fijo al universo, mediante
fórmulas que correspondan a nuestras actitudes o a nuestros hábitos máximamente generales
de respuesta al entorno. Dicha generalidad depende de qué extensión tenga la aplicabilidad de
tales fórmulas a acontecimientos futuros específicos. Tal es la vinculación con el futuro que
Dewey comparte, como comprate, asimismo, la noción de hábito que examinaremos en el
presente trabajo.17 De esta manera, el significado de los conceptos se vincula con el hábito, es
decir la fijación de la creencia. Así, el contenido de los conceptos “materia” y “Dios” debe
estar fijado antes de que podamos siquiera intentar alcanzar el valor que tiene nuestra creencia
en ellos.
“El materialismo significaría que el mundo exige de nosotros un único tipo de hábitos
generales y constantes; y Dios significaría la exigencia de otro tipo de hábitos; la diferencia
entre el materialismo y el teísmo equivaldría a la diferencia de hábitos requeridos para encarar
todos los hechos pormenorizados del universo. El mundo sería uno, en la medida en que nos
fuera posible formarnos un único hábito de acción que tuviera en cuenta todos los existentes
futuros y les fuera aplicable a todos ellos. Será múltiple en la medida en que necesitemos
formarnos diversos hábitos, diferentes unos a otros e irreducibles entre sí, para poder afrontar
los acontecimientos del mundo y controlarlos.18
15
Comunicación reimpresa en el volumen de us Collected Essays and Reviews, traducida al castellano por
Francisco Perea, México Fondo de Cultura Económica 1972 páginas 114-128.
16
Citado por Dewey en The Development of American Pragmatism” (LW,2:3-21.) Ob cit
17
Ver Capítulo II, Sección 4.
18
Texto de Peirce, citado por Dewey en The Development of American Pragmatism” (LW,2:3-21.) Ob cit
15
Peirce y James comparten la noción de creencia, como un elemento característico y distintivo.
El descubrimiento de las consecuencias fundamentales de esta o aquella creencia ejerce de
modo ineludible influencia sobre la creencia misma. Dewey también se aproxima al concepto
y pretende explicar su significado de la siguiente manera:
“Si una persona siente predilección por la novedad, el riesgo, las oportunidades, y por una
realidad estética multicolor, seguro que rechazará creer en el monismo una vez que haya
percibido lo que este sistema comporta. Pero si desde un buen principio le atraen la armonía
estética, las proporciones clásicas, la fijeza incluso hasta el extremo de la absoluta seguridad, y
la coherencia lógica, es perfectamente natural que deposite su fe en el monismo. Así pues, lo
que hizo William James fue tomar en consideración estos motivos de simpatía instintiva, que
desempeñan un papel mayor en nuestra opción por un determinado sistema filosófico que los
razonamientos formales; y juzgó que era prestarle un buen servicio a la causa de la sinceridad
filosófica el reconocer abiertamente los motivos que nos inspiran.”19
Las llamadas constantes a la sinceridad son presentes en la obra de Dewey. En relación con
muchas filosofías e incluso con la epistemologia, Dewey lleva éste propósito hasta el extremo,
afirmando que en ocasiones el discurso epistemológico clásico presume decir algo cuando en
realidad dice poco o nada.20 Es importante subrayar que Dewey ve en James a un empirista
antes que a un pragmatista. El propio James declaró que el pragmatismo no era sino un
empirismo llevado a sus legítimas conclusiones. Dewey se aparta de la comprensión empirista,
(ver Capítulo II Sección 4.), definiendo la “actitud pragmática”:
“Apartar la vista de las cosas primeras, los principios, las categorías, las pretendidas
necesidades y mirar hacia las últimas cosas, los frutos y las consecuencias de los hechos.”21
Contexto intelectual de su formación
Dewey es durante los años 70 estudiante de pregrado en la universidad de Vermont, y según el
parecer del profesor Morris Cohen, quien interviene especialmente en la formación filosófica
de Dewey, la situación de la filosofía en América vive una “edad glacial”. Estados Unidos
sufre una impregnación importante del espíritu realista del “sentido común escocés”, que había
penetrado vigorosamente antes de la revolución gracias al presidente de Princenton
19
Dewey, John, The Development of American Pragmatism” (LW,2:3-21.) Ob cit
Ver, Dewey John, The Influence Of Darwinism On Philosophy (MW,4:3-14). Ob cit
21
Dewey, John The Development of American Pragmatism” (LW,2:3-21.) Ob cit
20
16
Whitherspoon. Dentro de sus motivaciones estaban la defensa de la fe del cristianismo en
contra del deismo, el materialismo y el escepticismo, que venían cultivándose desde el siglo
XVIII. La ortodoxa filosofía académica se había también impregnado del protestantismo de la
época. Durante cerca de 100 años el pensamiento cultivado en las universidades de la Nueva
Inglaterra era una mezcla de racionalismo abstracto junto a doctrinas teológicas. Era natural
que una filosofía como la descrita ignorara e incluso evadiera los desarrollos de la ciencia.
La agitación se desata con la publicación de la obra de Lyell, Principles of Geology, el Origin
of Species, de Dariwn y los First Principles de Spencer22, y con la difusiñon de las filosofías
empiristas y positivistas de Comte, Mill, Lewes, Buckle y Bain. Otro de los pensadores que
influyeron notoriamente en el pensamiento americano y en particular en el de Dewey fue
William T Harris, quien pretendía junto al profesor Cohen dar una base hegeliana a la filosofía
americana.23 Dewey trató de responder a estas corrientes de pensamiento.
Al concluir sus estudios en la universidad, se concentra en trabajos individuales que realiza
con el profesor H.A.P. Torrey. Es un período en el cual envía numerosos artículos a Harris y
funda la primera revista filosófica norteamericana llamada The Journal Of Speculative
Philosophy. Con el apoyo de ambos, decide asumir responsabilidad de reorientar el
pensamiento americano. George Silvester Morris continuaba de modo entusiasta la
divulgación del pensamiento hegeliano, en medio de un ambiente que estaba dominado por
ideas científicas muy hostiles al pensamiento metafísico. Tanto en Inglaterra como en
Norteamérica las ideas de Hegel llegaron con bastante retraso. Para entonces Peirce era un
personaje reconocido por Dewey como un devoto de la lógica formal, por lo que no le
despertó interes alguno.
Dewey se interesó algunos años por el hegelanismo que Morris cultivaba. Según algunos
especialistas lo que atrajo a Dewey al pensamiento hegeliano, fue el trato que Hegel ofreció a
la cultura, a las instituciones y a las artes. Pero posteriormente sufre una seria ruptura que
marcará un nuevo destino a su pensamiento. Para entonces la psicología emerge como un
campo de gran interés, que también atrapa las inquietudes de Dewey durante largos años. Si se
22
The Cambridge History of American Literature. ( New York 1933), Vol III pag 229-30.
17
tratara de reconstruir la situación se podría afirmar que existía una profunda disyuntiva para
entonces entre el idealismo hegeliano y la completa renuncia a la filosofía. La alternativa que
se ofrecía era un empirismo cientificista que posponía todos los intentos de solución de
problemas últimos, en favor de una inmersión en la lógica de los experimentos, y de algún
modo ello fue una buena parte de su camino.
En el contexto intelectual de su época era evidente la necesidad de defender las tradiciones
religiosas, lo que fue en el fondo una de las razones que hicieron posible que el idealismo
germano suplantara al realismo escocés del pensamiento universitario. Y era preciso pensar un
camino que preservara la fe simultáneamente con la evolución. Este es pues el siglo XIX que
acoge al filósofo en compañía de sus colegas pragmatistas.
El sentido de la filosofía
Dewey es ciertamente un filosofo que concibe la filosofía como expresión de un conflicto
intracultural. Su trabajo, principalmente a lo largo de las obras señaladas, pretende examinar
las fuentes de dicho conflicto, y de igual manera busca ofrecer soluciones al mismo. Con
independencia de cuan abstracta o técnica sea cualquier filosofía, puede afirmarse que toda
filosofía involucra ideales sociales. De algún modo, puede esperarse de un filósofo que intente
dar, bajo su punto de vista, contenidos que vinculen su pensamiento con una practica social
determinada. Si bien esto puede apreciarse con una simple mirada a la historia de la filosofía,
y no es difícil admitir esta actitud en las ideas de Platón y el platonismo subsiguiente, en el
caso de Dewey las relaciones de la filosofía con la sociedad son materia de estudio específico.
Dewey reconoce que el significado de la filosofía no es simplemente “filosófico” sino además
enteramente social. Dewey localiza tanto en la filosofía de Platón como en la de Aristóteles
expresiones de un intento razonado de defender valores propios de la cultura griega, en contra
del escepticismo y las fuerzas subversivas que se oponían a los criterios sociopolíticos de una
época definida. Otro tanto puede decirse de la obra de Tomás de Aquino, en quien observa un
afán de síntesis comprensiva que defendía los valores de la fe. Desde la perspectiva de
Dewey, estos filósofos representan un carácter conservador que posee efectos sociales de
18
preservación de los valores establecidos culturalmente. Sus ideas son en última instancia
medios para perpetuar los criterios ideales existentes. De modo contrapuesto a estos, las
filosofías de Descartes o Marx, pueden ser comprendidas como “progresivas”, en cuanto que
su búsqueda se asocia a la transformación de los viejos valores y cimientos del pensamiento de
sus épocas. Tales filósofos como heraldos del cambio, son los artífices de una crítica directa
contra el modo tradicional de comprender la filosofía y su papel.
En este sentido, Dewey debe ser considerado como uno de estos agentes de cambio. Su obra
constituye una herramienta que penetra en la consolidación de dicho cambio bajo un análisis
de tipo social, histórico y filosófico. La insistente preocupación en el camino de la
consolidación de la democracia americana atestigua de modo directo cómo su filosofía tuvo
una dimensión práctica esencial. La vía para alcanzar el objetivo de transformación, en el
contexto de la democracia, la constituye ineludiblemente la educación. Solo mediante la
educación es posible la mejora de la siguiente generación, y de este modo poner los cimientos
del futuro. La educación es el factor que en conjunto con el pensamiento puede alcanzar “el
uso socialmente organizado de la inteligencia en la conducción de los asuntos públicos” y a
hacer de la democracia “el lugar común de convivencia” para todos.
La vida de Dewey coincide con una de las más dramáticas transformaciones de la cultura,
cruzada por el papel de la era industrial, en conjunción con el efecto intelectual y social de la
obra de Darwin. Si se intentara hacer una síntesis del pensamiento de Dewey, podría resumirse
en la siguiente frase: “Una aplicación general del método de la ciencia a todos los posibles
campos de la investigación, es el único medio adecuado para resolver los problemas de la
democracia industrial. Para Dewey la filosofía no puede ser “otro sistema”, sino por el
contrario el desarrollo y aplicación de un método. La aproximación a la filosofía de Dewey no
es el encuentro con un cuerpo doctrinario. Su trabajo antes que una doctrina es un esfuerzo
permanente por aplicar el método de la inteligencia a los problemas básicos del conocimiento
humano. Su trabajo es una continua tarea que invita a la cooperación con el desarrollo humano
y a la aplicación de la ciencia de una manera indefinida. De su propio trabajo afirmaría “era
19
todavía también mucho en el proceso de cambio para prestarse a un resultado definitivo”24.
Antes que pensar que Dewey puede ser expuesto al estilo en que lo son otros pensadores de la
historia de la filosofía, es preciso delimitar en Dewey el desarrollo de un pensamiento regido
por un método filosófico y sobre todo determinar en qué campos y medida busca aplicarlo .
Dewey, James y el concepto de inteligencia.
Hemos comentado cómo la psicología se constituye para Dewey en una ciencia central, de la
cual se deriva una ciencia “real” del hombre y de su proceso de pensamiento y conducta. El
trabajo que desarrolló durante cerca de 15 años atestigua el valor que reconoce a la psicología,
disciplina que contrastaba de modo indudable con el formalismo de la lógica ordinaria y de la
ética de la época. Es un hecho que se comprometió con la ética, pero es sin duda James quien
da una nueva orientación al pensamiento de Dewey. La brillante obra de James Principles of
Psychology (1890) es el elemento que permite a Dewey descubrir en James una base
naturalista para el idealismo practico que se estaba gestando en su pensamiento.
Dewey percibe que existen dos tendencias teóricas. De una parte encuentra ingenioso el
desarrollo de la tradicional psicología de las ideas, bajo la cual subyacen otras causas en
oscuras tensiones con el cuerpo. Si bien la concepción biológica de la psique era antigua,
Dewey reconoce en James la vinculación de tal postura con la teoría de la evolución. Bajo esta
perspectiva transformista, se entiende que la mente humana emerge de modo gradual y lento,
como resultado de un sinnúmero de efectos de interacción con los organismos y su ambiente.
Aquí se halla la clave para entender la actividad mental y el comportamiento de los organismo
bajo el concepto de “inteligencia”.25 La inteligencia se constituye en un hecho abierto a la
observación, como lo son otros fenómenos naturales: es una de las clases de conducta que
reflejan la interacción de los animales con su medio ambiente. Tal es la situación en la que el
organismo, en medio de su presente, asume acciones que tienen consecuencias para su futuro.
Sobre esto James afirmaba:
24
El texto cifrado está traducido por el autor. La expresión en lengua inglesa es “ was still too much in process of
change to lend itself to definitive record ”. Sidney Hook, John Dewey. An Intelectual Portrait. N Yok 1939. Pag
20
25
Ver Sección Inteligencia desde el pragmatismo.
20
“La prosecución de fines futuros y la elección de medios para sus logros es así la marca y el
criterio de la presencia de la mentalidad en un fenómeno.”26
Las implicaciones del nuevo concepto de inteligencia son verdaderamente significativas. De
un lado, se abandona de modo absoluto el idealismo hegeliano que imperaba en aquel tiempo.
De otro, se vincula los valores y los propósitos individuales con la estructura natural de la
realidad, que ha sido gradualmente aprendida y construida por un numero casi infinito de
sujetos a lo largo de la evolución, como resultado de sus esfuerzos adaptativos al mundo
natural y a la sociedad dentro de la cual se han movido y vivido. Lo significativo de estos
valores es que bajo tal perspectiva naturalista no forman parte de antecedentes metafísicos.
Tales valores ocurren como resultado de un proceso de conflicto natural en el que la
supervivencia y la adapatación son los ejes fundamentales. De manera que la evolución, en
cuanto escenario en que se suceden todos estos fenómenos, sirve de modo directo en la
emergencia de la inteligencia como algo útil, valga decir utilizable, en el contexto de las
fuerzas que permiten controlar el futuro. Se trata sin embargo de un control siempre gradual
que está condicionado de modo permanente al cambio de situación. Esto lleva de modo
ineludible a que los valores son alterables dependiendo del desarrollo del conocimiento.
La filosofía pragmatista de Dewey incorpora en definitiva una noción de inteligencia ligada
directamente con el criterio evolutivo. A este mismo criterio se somete la filosofía, como una
actividad, incluso como un método, que articula el conocimiento científico y ordinario, de
igual manera que lo hacen las especies a lo largo de la historia evolutiva. La filosofía, para
Dewey, debe llegar a ser un método que permita localizar e interpretar el más grave de los
conflictos que ocurren en la vida de modo que sea un método de proyección para tratar con
ellos: un método de moral, diagnóstico y pronóstico político”.27
26
James, Principles of Psychology. Vol 1 pag 2. Texto en inglés traducido por el autor: “The pursuance of future
ends and the choice of means for their attainment are thus the mark and the criterion of the presence of mentality
in a phenomenon.” Cambridge, Massachusetts. Harvard University Press, 1981.
27
Dewey, The Influence Of Darwin on Philosophy. Pag 13. Y ss. Influence of Darwin on Philosophy and Other
Essays (Great Books in Philosophy) Traducido por el autor cuyo texto original es: “ must become a method of
locating and interpreting the more serious of the conflicts that occur in life and a method of projetcting ways for
dealing with them: a method of moral and political diagnosis and prognosis”.
21
Se trata pues de una definición técnica de inteligencia que, inscrita en el marco evolutivo,
proporciona quizá la mas importante premisa desde la cual la reconstrucción de la filosofía
puede ser posible. Muchos de los artículos posteriores que versan sobre la lógica y la filosofía
de la ciencia, e incluso los de ética y política, representan un trabajo sistemático y detallado
que desarrolla tal principio. La inteligencia, sometida a las leyes de la evolución, se constituye
en la base sobre la que descansan sus posteriores análisis Es un principio que también se
encuentra en el concepto de inteligencia en James, y que en él articula, asimismo, la relación
entre inteligencia y valores.
La emergencia de la ciencia experimental posibilita una nueva clase de conocimiento que, bajo
la propuesta deweyana, puede superar el dualismo implícito en la afirmación que niega a la
ciencia la capacidad de hablar acerca de los valores. Bajo la antigua óptica, la ciencia
simplemente nos informa cómo ocurren los fenómenos. Por el contrario, la aproximación de
Dewey consiste en afirmar que todo conocer está motivado por una intención que se proyecta
también sobre los factores en los que se considera el futuro como una posibilidad de mejorar el
presente. De esta manera, el conocimiento es un intento de realizar, de dar realidad a un grupo
de valores. La disociación entre conocimiento y valores es pues un camino equivocado. El
tema central al que Dewey dedica sus esfuerzos es el de transformar los objetivos del
conocimiento, a través del desarrollo de métodos experimentales en la ciencia, para aplicarlos
a la reconstrucción de nuestros valores tradicionales. Sus escritos están dedicados a este
propósito: cómo podemos aplicar nuestra inteligencia a cada uno de los aspectos de nuestra
vida.
El método de la inteligencia es un método pragmático o instrumental. Se trata de un método de
prueba, de ensayo y error, acerca de nuestras ideas, instituciones y costumbres, examinando
las consecuencias en un amplio sentido social. Su examen determina que lo sobrenatural
resulta en realidad innecesario, pues es causa de ignorancia y motivo de inseguridad, opresión
y desorden. En las sociedades en que se ha prescindido de tal “conocimiento” los individuos
no se encuentran escindidos, y sus esfuerzos racionales no viven la contradicción de dos
universos simultáneos. El método de la inteligencia deweyano destruye la superstición, y
purgando la tradición abandona todo racionalismo compensatorio o generador de ilusiones. De
esta manera se constituye en un camino de cooperación genuina con la sociedad, en el cual los
22
individuos pueden ampliar la base de sus oportunidades y realizaciones. Adelantemos, pues,
que, bajo el criterio deweyano, el conocimiento no puede ser disociado de la experiencia. El
conocimiento se adquiere de modo gradual por la interacción que se vive con el mundo. Se
trata, así, de una noción crítica de inteligencia, en la que la filosofía, por lo tanto, debe ser
considerada en sí misma como un método del conocimiento, y no como un depósito de
verdades absolutas o preexistentes.
James, Dewey y la voluntad de creer
La postura de James en relación con los problemas que tocan de cerca de lo religioso, consiste
en afirmar que dichos problemas resultan de tal naturaleza que no es posible recabar
evidencias decisivas en un sentido u otro. James reclama el derecho de cada hombre a elegir
sus propias creencias, no solo cuando hay pruebas para creer, sino también en ausencia de
ellas. Cuando el sujeto se ve forzado a elegir entre dos significados, si renuncia a su derecho
de asumir los riesgos de la fe, su renuncia equivale a una elección. Esta es la teoría de la
voluntad de creer, que explica que de un modo u otro estamos obligados a actuar, y que
nuestras acciones junto con sus consecuencias, cambian en función de las creencias que
hayamos elegido.
No cabe duda de que el pensamiento deweyano posee el influjo de James, en especial de su
Psicología y de los ensayos del volumen titulado La Voluntad de Creer: El Universo plural y
su Pragmatismo.28 Mc Dermott duda de que algunos elementos fundamentales de la filosofía
deweyana obedezcan a la influencia de James, en especial los conceptos vinculados a la
biología. En dicho campo es verdad que era indispensable hacer uso de conceptos antiguos
como la psyché, pero en la época de Dewey la biología ha adquirido un valor muy
sobresaliente y a la vez muy distante de las concepciones aristotélicas. De otra parte, es cierto
que el concepto de vida en James es por sí mismo portador de notas dinámicas. Muchos
filósofos habían dicho diversas cosas acerca de los organismos, pero permanecía en ellos la
idea de estaticidad. Es precisamente James quien introduce en su noción de vida el contenido
28
Para una explicación de tal influencia ver Mc Dermott John J. Ed. The Philosophy of John Dewey. The
University of Chicago Press. Chicago and London. 1973 From Absolutism to Experimetalism página 1-13.
23
de la acción. La concepción de James del pensamiento (como discriminación , abstracción,
concepción y generalización) es de particular interés, en especial cuando la psicología se
empieza a incorporar a la filosofía; puede considerarse como una aportación especialmente
introducida por él y compartida por Dewey, en particular cuando se ocupan de los problemas
vinculados a la epistemología. Tal vinculación con la psicologia posee una dimensión, no
obstante, que no es compartida por Dewey, ni por James: en particular la actitud representada
por los empiristas ingleses, quienes hablaban de “los datos de los sentidos” etc. Se trata, por el
contrario, de una psicología con nuevos objetivos, vinculada estrechamente con aspectos
pedagógicos y epistemológicos, en la que el pensamiento y su dinámica operativa propia
poseen ciertamente una lógica distinta. Es este un momento en que el estudio de la mente se
apodera por completo del objeto de la filosofía.
La aproximación biológica de James a la psicología otorga a la percepción categorías sociales
que son asumidas por Dewey. Son trascendentales las nociones de comunicación y
participación de la percepción para el análisis que hará Dewey del significado colectivo de la
experiencia. Dewey reconoce la importancia de James alrededor de 1884, época en la que
James había escrito Algunas omisiones de la Introspección29: mismo período en que Dewey
asume la experiencia como un término de potente significado para su filosofía. De este modo,
la filosofía aparece en la existencia del hombre cuando éste se enfrenta directamente con sus
problemas vitales y sus propias contradicciones. No obstante, en tales circunstancias Dewey
quiere otorgarle a la filosofía un método tal y como lo quisiera Descartes o Kant. Bajo la
perspectiva deweyana, es preciso afirmar que Kant también se entrega al empirismo, en la
medida en que la experiencia es la que muestra cómo algo se convierte en causa.
El desarrollo de estas ideas –la transformación de la filosofía, el carácter biológico de la
inteligencia y sus implicaciones epistemológicas, y las aplicaciones que todo ello tiene en el
contexto de la filosofía de la biología– constituye el objeto de los siguientes capítulos.
29
El título de este ensayo es “ On some Omissions of Introspective Psichology”.(1884)
24
CAPITULO II :
PRAGMATISMO Y REFUTACION DE LA EPISTEMOLOGÍA
CLASICA
SECCION. 1
LOS PROBLEMAS EPISTEMOLÓGICOS DE LA FILOSOFÍA
CLÁSICA: BACON Y DEWEY
La crítica a la filosofía clásica y a su modelo epistemológico ha sido un esfuerzo discontinuo
pero presente a lo largo de la historia de la filosofía. Por modelo epistemológico clásico se
entiende de modo general a la filosofía platónico-aristotélica y su consecuente influjo. Dewey
encuentra problemática la propuesta que implica tal modelo en el plano filosófico, e incluso en
el plano social y político. Su censura forma parte de otras muchas hechas en la historia,
aunque es en Bacon en quien Dewey encuentra un sobresaliente modelo. Dewey reconoce el
trabajo de Bacon, como un ejemplo histórico destacado que encarna las tendencias de
reconstrucción necesarias para la filosofía. Aunque inmerso entre lo viejo y lo nuevo, contiene
elementos en los que se perciben trazos de un nuevo espíritu que no se aleja del pragmatismo.
Su famoso aforismo saber es poder, condenaba el saber de su época por considerarlo un
pseudosaber que no proporcionaba poder. La filosofía era un saber que no se traducía en
acción.
Bacon es el filósofo de la ciencia industrial y del materialismo inglés, que, convencido del
significado de la ciencia para el futuro del hombre, desea alcanzar el reino del hombre sobre la
Tierra. La época de Bacon, como la de Dewey, está cargada de invenciones que hacen crecer
la esperanza en la ciencia y su poder transformador. La imprenta, la pólvora y la brújula,
permiten afirmar a Bacon que el camino es fomentar todo lo que favorezca esa ruta y combatir
todo cuanto se interponga en ella. Para Dewey, los cambios propiciados por la ciencia no son
menores. Telégrafo, ferrocarril, y desarrollo industrial por doquier, lo que ratifica el papel de
la ciencia y su significado transformador. Tanto Bacon como Dewey sostienen una posición de
respeto, pero también de distancia, frente a la religión. Bacon sostiene que la intromisión de la
ciencia en la religión conlleva al ateísmo, y que la intromisión de la religión en la ciencia
lleva a la fantasmagoría. Todo esto lleva a afirmar a los dos que el conocimiento comienza con
25
la experiencia, a partir de observaciones y experimentos, para llegar por medio de la inducción
a nuevos descubrimientos que incrementen el saber y el dominio de la naturaleza. Gran parte
de la obra de Bacon30 puede decirse que es una polémica con Aristóteles; la obra de Dewey
participará igualmente de ese carácter. Para Bacon, como para Dewey, Aristóteles es un
ejemplo de máxima expresión de los errores de una época que utiliza un método solo válido
para las disputas y el debate, pero inválido para las obras prácticas de la vida. Uno y otro
achacan a la obra de Aristóteles su inutilidad práctica. La crítica se extiende a Tomás de
Aquino quien también interpretó como su maestro todos los significados del ser en completa
armonía con las tesis aristotélicas. Tal indagación es censurada por ambos como inútil, pues
tanto para Bacon como para Dewey la revolución industrial imponía a sus épocas respectivas
nuevas tareas y nuevos usos prácticos.
Dewey usa los mismos ejemplos que Bacon emplea en su obra Globus Intelectualis (1612),
afirmando que la nueva lógica experimental debe tender al dominio de la naturaleza mediante
el obrar, y que el fin de nuestra ciencia no está en encontrar argumentos sino artes, es decir
proyectos prácticos y concretos. Se trata pues no de hallar razones probables sino proyectos de
obras. La descripción del método deductivo de Bacon es muy similar a la descripción de
Dewey:
“Convencido de que el entendimiento humano se crea sus propias dificultades al no
hacer uso sensato y prudente de los recursos apropiados que están a su disposición, de
lo cual resulta una ignorancia multiforme de las cosas y, a causa de esa ignorancia,
innumerables entuertos, [pensó - hablando de sí mismo-] que deberían hacerse todos
los intentos posibles para que aquella relación entre la mente del hombre y la
naturaleza de las cosas, que es más preciosa que cualquier cosa sobre la tierra, o por lo
menos que cualquier cosa terrenal, pueda ser restaurada, del modo que sea a su estado
30
La bibliografía de la obra de Bacon es extensa. Sus obras han sido coleccionadas en The works of Francis
Bacon . Ed J Speeding, J. R. L.Ellis y D.O. Heath 7 vols. London 1857-1874 reimpresión en Frooman, Verlag,
Stuttgart 1963. Cito aquí las obras mas importantes traducidas al castellano. La Gran Restauración, ed por M.A.
Granada . Alianza Madrid, 1985. El Avance Del Saber, ed por M . Balseiro y A. Elena, Alianza, Madrid, 1988.
Nueva Atlántida, ed por E G. Estébanez, Mondadori, Madrid 1988. Refutación de las filosofías, ed por J. M.
Artola y M. F. Pérez, CSIC, Madrid 1985. Ensayos Sobre Moral y Política, editado por T Brachet y A Roda
Rivas, Universidad Nacional Autónoma de Mexico, Mexico, 1974.
Los estudios sobre Francis Bacon también numerosos, entre los que destacan: Anderson, F.H. The Philosophy Of
Francis Bacon. The University of Chicago Press. 1948. Farrington, B Francis Bacon Philosopher of Industrial
Science. Traducción al castellano Francis Bacon, filósofo de la Revolución Industrial, Ayuso, Madrid 1971. Y
Bibliografías sobre Francis Bacon contenida en Francis Bacon, Teoría del Cielo, Rosés Barcelona 1994 página
LXVII- LXXII elaborada por A Elena y M J. Pascual.
26
original y perfecto, o si no puede serlo, por lo menos devuelva a un estado mejor que
aquel en que se encuentra actualmente.”31
Dewey se refiere a Bacon y a la critica aristotélica hecha por éste de modo perfectamente
identificable. Uno y otro reconocen la necesidad de reconstrucción de la filosofía, debido a la
inutilidad de tal forma de pensamiento, que se heredó de modo incuestionado:
“El sentimiento que tuvo Bacon del progreso como fin y comprobación del auténtico
saber, siguió paralelamente a este contraste entre dominar la Naturaleza o dominar a las
mentes ajenas, y su afirmación de la superioridad del método de descubrimiento sobre
el método de la demostración. Según sus críticas la lógica clásica incluso en su forma
aristotélica, iba fatalmente a parar en un conservadurismo inerte. El acostumbrar a la
mente a pensar en la verdad como cosa ya conocida, habituaba a los hombres a fijarse
en las realizaciones intelectuales del pasado, aceptándolas sin someterlas a un examen
crítico”32
La identificación del pensamiento de Dewey con Bacon es sin duda definitiva. Puede
afirmarse incluso que la propuesta reconstructiva de Dewey no es plenamente original pues,
contenida, ya en la crítica baconiana, comparte con ésta iguales inquietudes en relación con la
revolución industrial de su época. Los dos períodos históricos comparten la convicción de que
la ciencia tiene la capacidad de transformar el mundo y de que la filosofía que se practicaba
era inútil en el contexto de los descubrimientos y las aplicaciones. El papel que se le da a la
experiencia es crucial en los dos filósofos. La experiencia es el instrumento a la luz del cual se
valoran, se someten a examen, las verdades recibidas, dejando al margen las enseñanzas
dogmáticas del pasado. Los conocimientos adquiridos son puestos a prueba, y su interés radica
en hacer de ellos nuevos instrumentos para nuevas investigaciones y descubrimientos. Citando
con frecuencia a Bacon, Dewey resalta las preguntas del filósofo inglés por las obras y los
frutos de la vieja lógica, por sus resultados para mejorar la vida del hombre, por los inventos
de ella derivados. Los dos se refieren a los descubrimientos e inventos de las ciencias de sus
épocas, y a la necesidad de una nueva lógica, cuya función ha de consistir en proteger a la
mente contra sí misma y enseñarle a obedecer intelectualmente a la naturaleza para poder
dominarla prácticamente.
31
32
Bacon, Francis. Instauratio Magna La Gran Instauración. Prologo Ob cit página 5.
Dewey, John Dewey, Reconstruction in Philosophy, ob cit. Página 67.
27
La nueva lógica era un instrumento, un órgano de saber (como titula Bacon a su obra Novum
Organum Scientiarum de 1608) que en expresa oposición a Aristóteles y contradice las
afirmaciones del estagirita. Tanto Bacon como Dewey comparten además una noción de la
investigación y el dominio de la naturaleza en forma colectiva, a través de generaciones y de la
cooperación entre los hombres. El hombre abandonado a sí mismo puede hacer poca cosa, y lo
más probable para Dewey y para Bacon es que se vea envuelto en errores. Su obra titulada La
Nueva Atlantida es precisamente el panorama de un Estado organizado para la investigación
colectiva. El imperio del hombre sobre el hombre, fomentado y soportado por la tradición
filosófica, debería ser sustituido por el imperio del hombre sobre la naturaleza.
“Bacon aspiraba incluso a la idea bastante absurda de un método tan perfeccionado que
pudieran suprimirse las diferencias de habilidad natural de hombre a hombre, situando
a todos a un mismo nivel de producción de nuevas realidades y nuevas verdades. Pero
este absurdo era solo el lado negativo de su grandiosa profecía de una cooperación en
la persecución de la ciencia como la que caracteriza a nuestro tiempo. Podemos
perdonarle sin dificultad sus exageraciones teniendo en cuenta el panorama que traza
en su Nueva Atlántida de un Estado organizado para la investigación colectiva.33
Se trata entonces de una propuesta de carácter colectivo, de un Imperio del Hombre sobre la
Naturaleza. Bacon, con todas las metáforas, se refiere al asunto de la siguiente manera:
“A los hombres les ha entrado el ansia de saber y de conocer, aunque rara vez con el
deseo sincero de rendir cuentas auténticas de los talentos que están dotados en
beneficio y para uso de los hombres, sino como si buscasen en el saber un lecho en el
que descanse el espíritu curioso y andariego; o una terraza en la que pueda pasear la
mente inquieta y variable descubriendo una bella perspectiva; o una torre en lo alto en
la cual se alce la mente orgullosa, o una fortaleza o un terreno dominante para la lucha
y la pelea; o un almacén en el que vender sacar provecho; pero no un gran depósito
abundante provisto para glorificar al creador y aliviar la situación del hombre”.34
Estos ideales para el hombre y la ciencia tienen particular oportunidad cuando se examina el
contexto de descubrimiento de su época. Tanto la Europa como la Inglaterra de Bacon están
muy influidas por los viajes, por el descubrimiento de América. Se está hablando del poder de
33
34
Dewey, John Dewey, Reconstruction in Philosophy, ob cit. Página, 70
Bacon, citado por Dewey, John, Reconstruction in Philosophy, ob cit. Página, 71
28
la ciencia para oponerse a la tradición que sostiene el modelo geocentrista. Bacon,
contemporáneo de Galileo, vive una época marcada por la revolución de la ciencia, por la
lucha contra la superstición bajo una nueva noción de experiencia. Bacon, como Dewey, son
críticos con el saber de su tiempo. El primero, maestro de los clásicos y de los estudios
literarios, es quien cuestiona tal saber calificándolo de delicado. Dichos estudios fueron muy
apreciados durante el Renacimiento, pero en su opinión aportaban solamente ornato y no eran
más que saberes vanos y ociosos. La ciencia semi-mágica que abundó en la Europa del siglo
XVI, y que venía del mismo Renacimiento, ligada a la alquimia y la astrología, le parece un
saber fantástico, un remedo del verdadero conocimiento. Pretendía dominar la naturaleza, pero
estaba completamente despreocupado del método, y extraviaba a los hombres. Otro saber, el
saber pendenciero, estaba representado por ese saber que desde la antigüedad pasó a la
escolástica, que empleaba un método lógico y una finalidad que apuntaba al poder, pero que
pretendía subyugar a otros hombres en interés de una determinada clase, secta o persona. Tal
conocimiento no se ocupaba del dominio de las fuerzas naturales en beneficio de todos, sino
que, por el contrario, se ocupaba de una herencia no tanto griega como de la escolástica del
siglo XIV, que cayó en manos de teólogos disputadores, de argumentos inútiles y de
triquiñuelas encaminadas al triunfo contra algún adversario. Esta crítica se proyecta también
contra la obra de Aristóteles, que en ciertas ocasiones pretendía persuadir y en otras demostrar,
pero que siempre buscaba dominar las mentes de otros, antes que dominar la naturaleza. Su
punto de partida eran ya prejuicios que se intentaban demostrar a otros.
Por el contrario, Bacon ofrecía una importancia mucho mayor al cuerpo de verdades por
descubrir que a las escasas verdades ya conocidas. Bacon buscó una lógica del
descubrimiento, antes que una lógica de la argumentación y de la defensa de verdades
adquiridas, que, para él, antes que un saber, equivalía a un adoctrinamiento. La epistemología
aristotélica consistía simplemente en ligar una verdad universal de la razón, con una verdad
particular de los sentidos; dentro de tal modelo, conocer era el resultado de demostración
silogística circular. Bacon se declara en contra de tal punto de vista, y proclama la
superioridad del descubrimiento de verdades nuevas sobre la demostración de verdades ya
conocidas. El único camino para llegar al descubrimiento de verdades nuevas es el de la
investigación que arranca los principios a la naturaleza mediante una búsqueda interactúe con
ella. Frente a esto, la línea epistemológica del razonamiento puro es semejante a la araña que
29
teje su tela sacándola de su propia entraña. Pero siguiendo con el símil de la araña, -ejemplo
usado por Bacon y repetido por Dewey-, la entraña da el material para la trampa. El verdadero
método que quiere Bacon, y que defiende Dewey, está representado en la abeja, que como
criatura laboriosa modifica lo que ha obtenido, y mediante el paciente trabajo obliga a la
naturaleza a que le entregue su tesoro oculto. Dewey reconoce en Bacon al precursor del
método que pretende para la ciencia. En él encuentra además un antecesor valioso de las
críticas al aristotelismo, un filósofo crítico del pasado. La crítica de Bacon no se limita al
Medioevo, sino también a ese Renacimiento que de modo apasionado y sin ninguna objeción
vio en la antigüedad la Edad de Oro del saber. Las dos épocas buscaron apoyo extra-racional;
el Medioevo en las santas escrituras, y el mundo griego en literaturas profanas que recrearon a
través del mito su propia cosmovisión filosófica. Tanto Bacon como Dewey comparten la
sensación de que la lógica que identifica el conocimiento con la demostración de verdades
embota el espíritu de la investigación y encierra a la mente dentro del círculo del saber
tradicional. La lógica tradicional tiene como rasgo la definición de lo ya conocido, y se
sistematiza en cánones fijados por la ortodoxia. Por su parte, la lógica que se encamina al
descubrimiento de modo ineludible mira al futuro. Siempre mira con prevención crítica las
verdades pasadas, y las somete constantemente a la prueba de la experiencia. Los
conocimientos puestos a prueba no sirven como medio de dominación de otros hombres sino
como instrumentos útiles para buscar nuevas investigaciones y nuevos descubrimientos. El
verdadero valor de las verdades antiguas consiste en que ayudan a descubrir nuevas verdades:
“El concepto que Bacon tenía de la naturaleza de la inducción era muy incompleto, pero su
agudo sentido de que la ciencia significa una invasión en lo desconocido, más bien que la
repetición en forma lógica de lo ya conocido, hace que sea, a pesar de todo, el padre de la
inducción. El verdadero espíritu de la inducción es el descubrimiento constante y sin fin de
hechos y principios no conocidos. El continuo progreso del conocimiento constituye el único
medio seguro de una autoridad, o que vaya alterándose paulatinamente hasta convertirse en
cuentos de viejas.”35
El objeto de la lógica es, antes que la demostración, el progreso constantemente renovado.
Los frutos de la vieja lógica no existen, nada ha hecho por mejorar la vida, para corregir sus
insuficiencias o aventajar sus condiciones. Fuera de la victoria de unos hombres sobre otros en
los tribunales, la lógica clásica carece de aportaciones. Muchos de sus trabajos, que se
repitieron como verdades, no son más que errores sistematizados y prejuicios de nuestros
35
Dewey, John Reconstruction in Philosophy 1925.Ob cit página 68.
30
antepasados. Algunos surgieron de manera casual, otros de modo premeditado, obedeciendo a
intereses de clase: son los que la autoridad perpetuó por esa misma razón. Dewey ve en Bacon
a un profeta, a un precursor del concepto pragmatista de saber, en el que se destaca el papel
colectivo y social en la búsqueda y finalidad del conocimiento. El modelo de Bacon permite a
Dewey dar relieve a las causas y motivaciones sociales del saber y de la revolución intelectual
propuesta por ambos. Se trata de dos épocas distintas, pero con elementos compartidos. Tanto
Bacon como Dewey viven agitaciones sociales que son consecuencia de los descubrimientos
de la ciencia.
Los descubrimientos y exploración de Norteamérica, el comercio con Asia, las alteraciones en
la disposición de la mente hacia lo religioso, son en conjunto un grupo de cambios que
generan en ambas épocas una nueva actitud. Las auténticas exploraciones que se realizaron en
los viajes y descubrimientos de nuevas tierras fueron el modelo que describirá el pragmatismo
años después. La mente abierta a lo nuevo, y sin temores por lo extraño o desconocido, se
apoyó en sus recientes experiencias pasadas: de la misma manera en que se ensanchaba el
horizonte geográfico, se ensanchaba el panorama intelectual. El apego a los tradicionales
modos de pensar se fue debilitando y la mente se empezó a habituar al descubrimiento y a la
exploración. En conjunto estos cambios psicológicos generaron el cambio que propició el
nacimiento de la nueva filosofía. La otra parte del cambio consistió en la articulación del saber
con su aplicación. Las explotaciones de las fábricas, ferrocarriles, máquinas a vapor,
telégrafos, etc., todos los inventos y aplicaciones que conformaron la revolución industrial de
la electricidad y el vapor, se constituyeron en herramientas de saber que, aplicadas en el
campo de la investigación, produjeron mayores y nuevos descubrimientos. En dicho proceso
se resume la profecía baconiana de que “saber es poder.” Tal período puede ser considerado
como el inicio de la realización de un sueño: el del dominio de la naturaleza que se ha hecho
una realidad y ha estimulado especialmente a la investigación científica contemporánea.
Cuatro elementos en el análisis de Dewey constituyen la base que ha propiciado el cambio en
materia epistemológica: 1. La ciencia natural; 2. La experimentación; 3. El control; y 4. El
progreso. Estos cuatro elementos se han ligado estrechamente y han ejercido su influencia en
los modos de vida, y han penetrado en el mundo de lo cotidiano con sus consecuencias, pero
aún no han alcanzado el nivel en que, aplicándose de modo sistemático y sobrepasando su
31
simple nivel técnico, penetren también en el ámbito humano y moral y alivien la condición
del hombre. Si bien estos cambios tienen aplicaciones industriales e incluso han propiciado
cambios políticos, no han llegado a su protagonismo definitivo. Los Estados modernos han
perdido el carácter de instituciones relacionadas con lo divino. Gracias a este cambio, los
Estados no se vinculan a principios supremos, sino que, por el contrario, gracias al apoyo del
desarrollo de la ciencia, se entienden como creaciones humanas diseñadas para alcanzar las
aspiraciones de hombres y mujeres. En este sentido, Dewey encuentra en el desarrollo
científico un pretexto para naturalizar aún más la condición del hombre, y partir de este lugar
en la reconstrucción de su propio destino. Su análisis socio-histórico es verdaderamente critico
con la noción ilustrada del contrato social como el origen del Estado. Dewey sostiene que su
falsedad es demostrable filosófica e históricamente. Que los hombres se hayan reunido en el
pasado, y hayan establecido el compromiso de observar determinadas leyes y someterse a la
autoridad libremente, es un mito que no tiene significado alguno desde el plano histórico, pero
sí en la esfera de las aspiraciones humanas. El Estado examinado desde la perspectiva
naturalista se muestra como un medio de satisfacción de los propósitos humanos. Por el
contrario el Estado que existe por naturaleza en el enfoque aristotélicoestá fuera del campo de
la elección libre del hombre. El origen del Estado desde el Contrato Social, a pesar de ser
presentado como un mito, es mas naturalista y está estrechamente ligado a la libertad, la
necesidad y las decisiones humanas. Tal teoría se propagó velozmente en la Europa de la
época, demostrando aún más la poca vigencia del modelo político aristotélico.
La doctrina metafísica de la superioridad de la especie sobre el individuo, de lo universal
permanente sobre lo particular mudable, sirvió de base para las instituciones políticas y
religiosas. El cristianismo acaparó con este modelo la totalidad de la visión política, ética y
filosófica. La Europa germánica no adoptó la totalidad de semejante pensamiento, y su
reticencia cooperó en la gestación de la Reforma como una lucha en contra de la tradición.
Este análisis de Dewey demuestra que las implicaciones de la critica al modelo epistemológico
tradicional contienen sin duda elementos que penetran las raíces de la historia occidental con
consecuencias en el plano filosófico y también político:
“ El protestantismo señaló la ruptura e independencia formal del dominio de las ideas romanas.
Liberó la conciencia y el culto individual del control ejercido por las instituciones organizadas
que afirmaban ser permanentes y universales. No puede afirmarse con verdad que el nuevo
32
movimiento religioso llegase muy lejos en el empeño de fomentar la libertad de pensamiento y
de crítica, ni en negar la idea de alguna autoridad suprema a la que la inteligencia individual
estaba sometida. Tampoco fue muy lejos al principio en extender la tolerancia o el respeto
hacia las distintas convicciones morales y religiosas. Ahora bien: en el terreno de la práctica se
manifestó como una tendencia a la desintegración de las instituciones establecidas.
Multiplicando las sectas y las iglesias, estimuló por lo menos la tolerancia negativa del derecho
del individuo a formar un criterio propio en las cuestiones últimas. Con el tiempo dio esto lugar
a que se desarrollase una creencia proclamada en fórmulas sobre lo sagrado de la conciencia
individual y el derecho a la libertad de opinión, de creencias y de culto”. 36
Estos elementos hacen sostener a la interpretación deweyana las serias consecuencias que tuvo
el protestantismo en la gestación del individualismo político y a su vez en la formación del
nuevo espíritu científico. El individualismo religioso ratificó la independencia del
pensamiento en todas las esferas y puso el énfasis en el imperativo categórico kantiano que
atribuyó al hombre su propia finalidad. Esto cooperaba con la idea reformista de la libre
relación con Dios, sin la intermediación de la Iglesia, y favorecía en consecuencia una
confianza mayor en las capacidades humanas. Con el protestantismo, y los eventos de siglos
antes como la aparición de las universidades y el desarrollo del comercio, la historia
occidental sufre una transformación que conduce a un nuevo interés por el mundo concreto.
Dejando atrás el sobrenaturalismo que caracterizó al Medioevo, se debilitó la autoridad de las
instituciones fundadas en las diferencias de clase, y se propagó una confianza mas sólida en
las creencias individuales guiadas por la experimentación y la investigación natural. Todo ello
contribuirá al nacimiento de la nueva ciencia del siglo XVI. Los principios anteriores
empiezan entonces a perder vigencia, y en la nueva época taless principios deben justificarse o
abandonarse. Tal es la era de los descubrimientos: aquélla que empieza a conquistar al hombre
moderno. El hombre será forjador de su propio destino, y descubrirá que el estudio de la
naturaleza y el dominio de sus fuerzas tienen también aplicaciones sociales. Según Bacon
afirmara, saber es poder.
36
Dewey,.Ob cit página 77-78
33
SECCION 2. LA ACCIÓN RECONSTRUCTIVA Y EL CONCEPTO PRAGMATISTA
DE EXPERIENCIA.
La idea de reconstrucción en la obra de Dewey, contrariamente a lo que pueda pensarse, no se
dirige a una destrucción del pasado sin más, sino que es ante todo un trabajo de recreación. El
análisis socio-histórico sugerido por Dewey es la ruta que permite reconocer los problemas de
la filosofía, y de este modo proponer un camino de solución para los mismos. Su propuesta no
aspira a encontrar nuevas soluciones a los viejos problemas epistemológicos, sino que
pretende abandonar radicalmente tales problemas de una vez para siempre. Ya hemos
comentado cómo en su opinión las raíces del pensamiento occidental se encuentran viciadas.
En el origen mismo de la filosofía hay una deformación que ha estigmatizado su desarrollo y
ha hecho en consecuencia que no solo los problemas sino el modo de abordarlos sean una
herencia negativa del pasado. El error consistió en situar a la filosofía lejos de la experiencia, y
atribuirle a ésta un significado opuesto a la contemplación. En virtud del reconocimiento que
los griegos hicieron de lo inmutable, y la creencia de que bajo el cambio permanecía una
esencia oculta, la idea de la contemplación platónica sobrevivió para la filosofía posterior,
identificando el conocimiento con el conocimiento de esencias. De este criterio nace el
dualismo que se traspone a diversos ámbitos. Dualismo entre lo real y lo ideal, la teoría y la
practica, entre el pensamiento y la experiencia.
Este tipo de actitud dicotómica ha impregnado a la filosofía, haciendo necesaria su
reconstrucción. Pero dicha reconstrucción debe basarse en el modelo de la ciencia y su
método, que ha logrado el dominio de la naturaleza con una eficacia mucho mayor que la que
puede atribuirse a la filosofía. El conocimiento científico ha demostrado que los problemas
epistemológicos definidos por la filosofía no son auténticos problemas, y que la nueva
filosofía debe situarse en el terreno de la experiencia, liberándose de los prejuicios metafísicos
y epistemológicos. La filosofía anterior al pragmatismo se ocupó, de la subjetividad, las
esencias; la ahora reconstruida debe ocuparse de las relaciones del ser humano con la
naturaleza, de las interacciones del mundo físico y social con el propósito de la transformación
del mundo en beneficio del hombre, abandonando los anteriores hábitos mentales.
34
En el contexto de la acción reconstructiva, la filosofía reconoce en el pensamiento un
instrumento para la acción. De ahí que la filosofía deweyana sea denominada
“instrumentalismo”. El pensamiento no se opone a la acción, ni la teoría se oponen a la
práctica. El pensamiento surge del medio y se dirige a la comprensión y dominación de éste.
Por tal razón, el pensamiento no puede ser considerado fin en sí mismo, como lo consideró la
tradición. Las ideas tienen un carácter instrumental, lo que equivale a decir que están hechas
para la acción. La acción es aquella que define la verdad o la falsedad de las ideas en la
medida en que sean capaces o no de resolver las situaciones para las cuales fueron pensadas.
James es quizá el filósofo que junto con Peirce más ha trabajado el sentido de la verdad desde
el punto de vista pragmatista. La vieja noción de la verdad como correspondencia recibe desde
el pragmatismo una interpretación nueva. Según el pragmatismo, la mera coherencia
conceptual, sin la verificación experimental, no pasa del ámbito de las hipótesis. El único
modo de que se pruebe la correspondencia es por medio de la acción, tomando los reslultados
que produce en términos observables. Esta es la dinámica reconstructiva para la filosofía que
Dewey pretende activar. Si el actuar conforme a la idea en cuestión nos conduce a hechos que
son su consecuencia, entonces la idea lleva a una teoría verdadera.
La Acción Reconstructiva
Considerando todo lo anterior, el requisito fundamental de la acción reconstructiva propuesta
por Dewey consiste en hacer a la filosofía capaz de formular una hipótesis - tal y como lo hace
la ciencia -. Su propuesta es así una hipótesis que sostiene que la crisis que envuelve hoy al
mundo se debe a que han entrado en la vida cotidiana intereses materiales y procedimientos
que tienen su origen en las investigaciones físicas de los laboratorios. Tales elementos
penetraron gracias a que la nueva ciencia y sus aplicaciones resultaban beneficiosas en muchos
asuntos de índole práctica, permitiendo que actuaran en el campo del conocimiento limitado a
la filosofía. Dewey se refiere sin duda a la revolución industrial que modificó de modo
sustancial las condiciones de vida, pero en especial a la física de los años veinte, y sus
discusiones en relación con la mecánica cuántica y la física de partículas. En este proceso se
35
vivió una transacción en la antigua guerra entre la ciencia y la religión, que llevó a una
división de responsabilidades, y una separación de campos de trabajo:
“La “guerra” de aquellos primeros tiempos no terminó con la victoria decisiva y aplastante de
ninguno de los dos contendientes -ciencia y religión- sino mediante una transacción
consistente en una división de campos y jurisdicciones. Se reservó la supremacía de lo antiguo
en los campos de la moral y de lo ideal, que permanecieron virtualmente inmutables en su
forma anterior.”37
Tal arreglo se realizó en el pasado y ha culminado en el transcurso de la última generación, lo
que trajo como consecuencia una consolidación mayor de la parcelación de campos y de
jurisdicciones de uno y de otro lado, y un renacimiento del antiguo dualismo, que ha
constituido una de las preocupaciones de la llamada filosofía
“moderna”. Pero tal
circunstancia no se dio al margen de serias implicaciones. Se sostuvo que los representantes de
las ciencias no se mantuvieron en el terreno que les correspondía sino que usurparon en la
práctica y en la teoría los derechos de autoridades más “altas”. Incluso, como es bien
conocido, se estimó que las ciencias naturales son la fuente y origen de buen número de graves
e innegables males del presente. En consecuencia, se vio la necesidad de someter a la ciencia a
alguna autoridad especial, y tal autoridad no podía ser otra que la emergente de la filosofía y
de su cercanía con la reflexión moral.
Una vez visto que la ciencia podía penetrar con perjuicio en nuestros modos de vida
corrientes, y que era urgente controlarla, se acudió entonces a la vieja moral que estaba
fundada en los viejos principios institucionales. Dewey reconoce en este punto otro elemento
reconstructivo. La tarea de reconstrucción debe alcanzar entonces la investigación en asuntos
humanos como la moral. Esta tarea tiene como fundamento primeramente refutar las
acusaciones unilaterales que se hacen contra la ciencia en relación con su poder de destrucción
y que omiten los grandes beneficios que ha aportado al hombre. Las premisas que se esgrimen
contra la ciencia cierran los ojos ante un hecho evidente que Dewey expresa de la siguiente
manera:
37
Dewey, Ob cit. Página 22.
36
“No hace falta mirar con dos ojos para darse cuenta de que la ciencia no opera sola sino que
trabaja dentro de un estado de cosas institucionales que se desarrolló en épocas precientíficas,
en un estado que no ha sido modificado mediante una investigación científica sobre los
principios morales que se formaron en aquellas épocas y que eran apropiados a ellas, según
toda presunción.”38
El examen aislado de la ciencia produce errores y distorsiones. Se le acusa a la ciencia del
poder destructivo de la ruptura del núcleo atómico, pero lo que se omite, en opinión de
Dewey, es que tal conocimiento no se consiguió en la guerra, sino a consecuencia
precisamente de la guerra, que es una institución humana que data de milenios anteriores a la
aparición de la ciencia. Las consecuencias destructoras se deben a condiciones institucionales
que ya existían, a razones sociales no intrínsecas a la ciencia. Este argumento no requiere de
mayores justificaciones. Es obvio que el mal atribuible a la ciencia no depende de ella sino de
lo que pueda hacerse con ella. Sin embargo, Dewey se vale de este elemento para demostrar
que las investigaciones científicas han sido incompletas, pues no han sido examinadas las
condiciones institucionales en las que se gesta la ciencia, y dicho análisis requiere ser
científico a su vez. Esto implica que la ciencia debe ser capaz de dar cuenta de sí misma e
incluso de su propia moral. No se trata de una simple manifestación de cientificismo, sino por
el contrario de una tarea de reconstrucción de la filosofía:
“Las condiciones institucionales dentro de las cuales se produce la ciencia- y que son las que
determinan sus consecuencias humanas-, no han sido todavía objeto de ninguna investigación
seria y sistemática que merezca el calificativo de científica”.39
Dewey reconoce que la moral es un hecho practico socio-cultural que de algún modo
incorpora toda investigación humana. Toda investigación que pretende de forma crítica
penetrar en lo humano choca de modo necesario con prejuicios, tradiciones y costumbres
institucionales que se consolidaron en épocas precientíficas. El problema consiste
esencialemente en que el enfoque practicado hasta ahora ha sido precisamente no-científico.
La reconstrucción no puede ser otra entonces que la tarea de desarrollar, de formar, de
38
39
Dewey, Ob cit. Página 25.
Dewey, John Reconstrution in Philosophy.Ob cit Página 26.
37
producir -en sentido literal- los instrumentos intelectuales que habrán de llevar
progresivamente la investigación hacia realidades profundamente humanas como la moral.
Los métodos y las |conclusiones científicas no han quedado enclaustradas en la ciencia, sino
que también han penetrado el mundo de lo cotidiano. La idea según la cual la ciencia se
encuentra confinada dentro de sí misma, actuando por móviles propios, de modo
independiente y aislado, queda absolutamente refutada. Por el contrario, su propuesta irá en la
dirección opuesta, de forma que debe implicarse en ámbitos tradicionalmente considerados
como no-científicos. El no haberse visto involucrada hasta ahora obedece a marcos de
referencia de carácter precientífico.
“La ciencia que de manera tan profunda y tan extensa ha penetrado en las realidades presentes
de la vida humana es parcial e incompleta; aborda con competencia las condiciones físicas, y
cada día más las fisiológicas (como lo demuestran los progresos recientes en la medicina y en
la sanidad pública), pero es como si no existiera cuando se trata de problemas de importancia
suprema para el hombre.”40
La labor reconstructiva ha sido ya iniciada por algunos filósofos de los siglos XVII, XVIII y
XIX . Ellos, según Dewey, han intentado librar a la filosofía de restos cosmológicos y
ontológicos que habían quedado integrados en la estructura misma de la cultura occidental.
Puede afirmarse que estos filósofos hicieron una propedéutica para la época científica que
señala Dewey, pero no es la vía crítica de estos filósofos sino el método de los científicos el
que permitirá la reconstrucción.
“Los hombres de ciencia elaboraron un método de investigación de alcance tan grande y
profundizador, tan impregnador y tan universal, que nos ofrece un patrón y modelo que parece
exigir una formulación que caiga dentro de las funciones de la filosofía. Es un método de
conocimiento que se corrige a sí mismo en su funcionamiento: un método al que los fracasos
enseñan lo mismo que los éxitos. El meollo del método es el descubrimiento de la mismidad de
la investigación con el descubrimiento.”41
La función del descubrimiento consiste en desvelar lo nuevo y dejar atrás lo viejo, del modo
en que lo realiza la ciencia natural. Dewey reconoce que la aplicación de tal método en
40
41
Dewey,. Ob cit Página 28
Dewey, John Reconstrution in Philosophy.Ob cit Página 28
38
ámbitos humanos como la moral es repugnante a los ojos de muchos. Pero tal reconstrucción
moral es imprescindible y ésta ocupará una parte definitiva de su obra.
“No tenemos la absurda pretensión de proclamar que los filósofos, los científicos o cualquier
otro grupo de hombres forme un sacerdocio sagrada al que haya que encomendar esta tarea.
Ahora bien, como los filósofos han realizado en los últimos siglos una labor útil y necesaria
para el fomento de la investigación física, también sus predecesores tienen en la actualidad la
oportunidad, y a ellos se dirige la llamada para que desempeñen una tarea similar en el fomento
de la investigación moral.”42
Dewey reconoce que las conclusiones de esta clase de investigación no pueden constituir una
teoría completa de la moral ni una ciencia activa con una materia característicamente humana,
de igual modo que las investigaciones físicas no proporcionan conclusiones definitivas. Pero
tendrán una participación activa en la tarea de crear una ciencia moral que sirva de precursora
para la reconstrucción del estado actual de la vida humana.
En los descubrimientos está presente la noción de invento. Pero el invento no se aplica a los
ámbitos humanos, pues se considera con frecuencia peligroso. La causa de este criterio de
peligrosidad se halla de nuevo en el conflicto entre ciencia y religión. Tratándose de dos reinos
distintos, se considera uno más elevado que el otro, y por tanto con jurisdicción también del
uno sobre el otro: de la esfera de lo espiritual e ideal, identificada siempre con la moral. La
esfera de lo físico, relacionada con la nueva ciencia, estaba por tanto en una condición de
inferioridad. Sus métodos se limitaban a lo material, es decir, al mundo de la percepción y de
los sentidos, en oposición al mundo de la razón, de la revelación o de la contemplación. La
ciencia pudo operar con su método, con la condición de que no se saliese de los límites que se
le habían señalado, perpetuando la distancia entre lo moral y lo físico. Como en una tregua, el
conflicto quedó silenciado por un tiempo, pero tal división no resistió la prueba, pues la
ciencia empezó a invadir el terreno de lo que estaba reservado a lo “espiritual”. A esta
invasión se le dio el nombre de secularización, un movimiento en expansión, que siempre se
consideró una sacrílega entrada de lo profano en lo espiritual. Las raíces sociales de este
conflicto son indudables. Muchos hombres se revelaron en contra del poder de las
instituciones eclesiásticas y la metafísica ligada a ellas, aspirando a que el método y el espíritu
42
Dewey,.Ob cit pag 34
39
de la ciencia adquieran una auténtica universalidad. Dewey pretende una especie de cambio de
perspectiva, donde la teoría moral no sea considerada inmutable sino en un continuo progreso;
una perspectiva en la que sea capaz de dirigir positivamente al hombre hacia el desarrollo de
una moral practica que esté al servicio de las actividades e intereses de la vida humana. Dewey
considera un obstáculo la presencia de filosofías ancladas en la antiguedad y en el Medioevo .
“La exposición sistemática del cómo, cuando y por qué razón unas filosofías tan adecuadas
para las condiciones de la antigüedad y del Medioevo resultan, a pesar del corto número de
siglos que han transcurrido desde la aparición de la ciencia natural, tan sin importancia que
llegan incluso a ser un obstáculo para el manejo intelectual del panorama humano de nuestro
tiempo, es en si misma una tara intelectual que está pidiendo ser abordada. Ya hemos dicho
antes que la reconstrucción no debe llevarse a cabo con censuras o con lamentaciones. Se trata
de una labor intelectual que exige un estudio lo más amplio posible de las conexiones que
tienen los sistemas filosóficos del pasado, con las condiciones culturales en que le fueron
planteados sus problemas, y un conocimiento de la ciencia actual que no se limite al de libros
de divulgación. Este aspecto negativo de las actividades intelectuales que será preciso realizar
abarca forzosamente una explicación sistemática de los valores que corresponden a lo que es
auténticamente nuevo en los movimientos científicos, tecnológicos y políticos del pasado
inmediato y del presente, después de liberados de la pesadilla de los hábitos formados en un
período precientífico, pretecnológico-industrial, y políticamente predemocrático.”43
El criterio que atribuye a la ciencia y a la nueva tecnología la culpabilidad de los males
sufridos en la actualidad debe ser sustituido por otra interpretación. La tecnología y el poder
de la ciencia son simplemente medios poderosos que proporcionan recursos nuevos y de gran
valor, a los que la renovación moral debe atribuir un uso y unas finalidades auténticamente
humanas. No se trata de subordinarlas a otras instituciones que gobiernen desde otro ámbito la
actividad científica o tecnológica, sino de darles fines de acuerdo con la renovación moral que
es necesaria. Pero en este proceso, liberados de la herencia del pasado que hablaba de fines en
sí mismos y medios en sí mismos, la obra reconstructiva debe dedicarse a crear fines, ideales y
patrones a los cuales ligar estos nuevos medios. Se trata de una secularización de los medios
llamada a transformar el panorama antiguo.
“Concisamente: el problema de la reconstrucción dentro de la filosofía, desde cualquier ángulo
que se le aborde, surge del esfuerzo por descubrir de qué manera han de ser llevados a plenitud
los nuevos movimientos que tienen lugar en la ciencia, y en las condiciones políticas,
industriales, humanas que de ellos se han derivado y que se encuentran todavía en estado
rudimentario y confuso. Sólo en términos de fines y patrones tan característicamente humanos
43
Dewey, John Reconstrution in Philosophy.Ob cit. Página 35
40
que vengan a constituir un nuevo orden moral, es posible llevar a feliz término aquellos
movimientos en consonancia con su dirección propia y adecuada y con el ímpetu propio de los
mismos.”44
Se observa cómo la propuesta reconstructiva de Dewey está en el señalamiento histórico de
los problemas que han sido tradicionalmente reconocidos como problemas, y en el examen de
la autenticidad de los mismos, de modo que el trabajo se oriente a su solución a través de su
enfoque reconstructivo.
“Pero habrá en esa lista un problema destacado al que acabamos de dedicar nuestra atención
de una manera incidental, a saber, el divorcio a que se ha llegado entre medios y fines que lo
son de manera esencial; divorcio que es la correspondencia teórica de la tajante división entre
hombres libres y esclavos, entre superiores e inferiores. La ciencia activa, la ciencia en marcha,
ha repudiado estas separaciones y apartamientos.”45
Las consecuencias de estos apartamientos se aplican en multitud de campos de la filosofía. La
teoría ha perdido en el campo científico su condición de definitividad46 en la practica. Una de
las tareas de los reconstructores consiste en reunir y presentar las razones por las cuales no
debe existir la antigua separación entre teoría y practica, a fin de que pueda afirmarse que la
teoría es en su propia naturaleza extremadamente practica para bien o para mal. La empresa
teórica reconstructiva que se propone Dewey asegura tener consecuencias prácticas, es decir,
consecuencias que afectan directamente a la vida de los humanos, pero es ante todo una tarea
por realizar y una empresa humana, esto es, con limitaciones. En la línea de la necesidad de
reconstruir la filosofía, Dewey señala una circunstancia concreta, presente durante los años
cincuenta, en la que se hizo más evidente tal necesidad: el encargo que una comisión estatal,
designada por un organismo ocupado en la enseñanza, le hizo a la asociación Filosófica
Americana. Tal encargo consistió en que se hiciera un examen del estado de la filosofía y del
papel que podía representar en el mundo de la postguerra. Se trataba de la Fundación
Rockefeller, que estaba interesada en tal análisis, pidiendo que se indagara la función de la
filosofía en el desarrollo de una vida libre y razonada dentro de la comunidad, en el proyecto
44
Dewey, Ob cir página 37.
Dewey, John Reconstrution in Philosophy. Ob cit página 37.
46
El termino “definitividad es usado por Dewey. No se encuentra equivalente en castellano pero se entiende con
el su capacidad definitoria.
45
41
de una educación liberal.47 Dentro de tal informe se preguntaba qué se intentaba hacer y a
dónde se pretendía llegar. Dicho documento afirmaba:
“ No existe en el presente un cuerpo de doctrina llamado “filosofía”, aceptado por autoridad y
en cuyo nombre puedan pretender hablar expositores debidamente autorizados. Existen
filosofías y filósofos, y desde el punto de vista filosófico difieren justamente en las
manifestaciones de las que nos han pedido que nos ocupemos”48
Dewey quiere señalar que las divergencias que impidieron a tal comisión ocuparse de las
tareas que le habían sido confiadas, constituyen el reflejo de las confusiones y conflictos que
dividen a la opinión pública acerca de la filosofía:
“ Antes que reprochar a los filósofos el que no estén de acuerdo, deberíamos recordar que en el
estado actual del mundo, el acuerdo entre ellos sería prueba positiva de que la filosofía es de
una índole tan técnica, que se halla absolutamente desvinculada de los problemas y
acontecimientos de la vida real.
Me propongo entonces examinar el estado actual de la filosofía en relación con lo
humano…(….) Cuál es la finalidad específica y la tarea de cualquier sistema de filosofía?
¿Cómo se relaciona una filosofía con los intereses y manifestaciones que hoy se presentan
como problemas de todos los hombres?”49
Este es el objetivo sustancial en el camino reconstructivo de Dewey. Se trata pues de poner en
cuestión el hecho de que exista en nuestro tiempo una filosofía que pretenda poseer “ un
cuerpo de doctrina aceptado por autoridad”, y que también posea expositores debidamente
autorizados para expresar su contenido.
“Esa filosofía es la de una institución que pretende tener un origen divino, además de apoyo y
dirección divinas permanentes. Se sostiene que sus doctrinas poseen autoridad porque sus
fuentes se hallan en la revelación sobrenatural. La filosofía sobrenatural y teológica se
constituyó en el período medieval. Las filosofías representadas en el Informe (Informe
solicitado a la comisión, ver nota anterior) se formaron alejadas y en gran parte en oposición
con las orientaciones e intereses que predominaron en la formulación de la vieja filosofía”.50
47
El resultado de tal estudio fue publicado en un libro cuyo título reza: “Philosophy in American Education”, y
es comentado por Dewey en su texto, El hombre y sus problemas, obra citada.
48
Philosophy in American Education, informe comentado por Dewey en la obra El hombre y sus problemas, ob
cit pagina 9.
49
John Dewey, El hombre y sus problemas ob cit página 10.
50
John Dewey, ob cit página Cap I.
42
Dewey señala que la dificultad que ha sumido a la filosofía en el descrédito obedece a tal
modelo de autoridad que la ha dominado durante siglos, generando una profunda división
entre la vida natural del hombre y tal mundo sobrenatural. Tal división es la que hace que
Arnold dijera que el hombre contemporáneo se halla “ errante entre dos mundos, uno muerto y
el otro incapaz de nacer”. La consciencia de tal fractura se expresa en diversas modos. Por
ejemplo, en política ha determinado la separación entre la Iglesia y el estado; y el
conocimiento científico en el campo de la física, la astronomía y la biología se han distanciado
de muchos conceptos sostenidos dentro de esta filosofía de carácter teológico. Dewey señala
que ha habido una fractura entre la ciencia positiva y la teología, entre lo mundano y lo divino,
favoreciendo de modo más pleno la necesidad de superación de los dualismos que
determinaron los problemas fundamentales de las filosofías “modernas” en sentido histórico.
Nuestra época está plagada de problemas prácticos que son tan profundamente humanos, que
constituyen los problemas morales de nuestra época; por lo que es preciso que la filosofía se
ocupe seriamente de ellos, y abandone la actitud que mantuvo durante siglos, relegando tales
dificultades a un lugar secundario por atender a un supuesto problema del conocimiento.
“Al mismo tiempo, el conocimiento efectivo, y las aplicaciones de la ciencia a la vida por
medio de las invenciones y las artes tecnológicas, avanzó en tal medida que el supuesto
problema de los fundamentos y la posibilidad del conocimiento tienen solo un remoto interés
profesional. El resultado neto del descuido de temas que son urgentes, y la preocupación por
los alejados del activo interés humano, explica el descrédito popular en que ha ido cayendo
progresivamente la filosofía. Este descrédito constituye, a su vez, un factor decisivo en la
determinación de su función en el mundo.”51
El concepto pragmatista de experiencia
Dos vías posee la filosofía de John Dewey para abordar el problema de la experiencia humana.
Ambas poseen una directa relación y forman parte del trabajo de reconstrucción que se ha
mencionado. Se trata, en primer lugar, de una reconstrucción socio-biológica de la experiencia
humana -cuyo trabajo se sitúa en especial el texto Reconstruction in Philosophy (1925)-; y de
análisis de la experiencia desde una perspectiva estrictamente epistemológica realizada en su
51
John Dewey, El hombre y sus problemas ob cit página Cap I.
43
texto Experience and Nature (1925).
52
Las implicaciones de ambos análisis en la vía de la
reconstrucción son indudablemente definitivas dentro del desarrollo de su filosofía. La
perspectiva socio-biológica involucra elementos de psicología animal en la que desde una
perspectiva externa a la tradición filosófica, propone un análisis general del hecho mismo del
filosofar y sus relaciones sociales e históricas. Esta vía, junto con el análisis realizado en
Experience and Nature (1925), permite establecer las relaciones de estos contenidos con los
problemas suscitados en el seno de la filosofía de la Biología. Nuevamente aquí encontramos
el hilo conductor de la segunda fase de este trabajo, que vincula al concepto pragmatista de
experiencia y el conocimiento de la Biología. Uno y otro aspecto proporcionan los cimientos
al trabajo filosófico de la obra de Dewey, y son el soporte de los análisis filosófico, político y
ético que en aquélla se realiza. En este capítulo nos ocuparemos de las implicaciones
epistemológicas del concepto pragmatista de experiencia, como aproximación preliminar a la
problemática del conocimiento desde una perspectiva pragmática, biológica y evolutiva.
Una de las características diferenciales más sustantivas del hombre respecto de otras especies
consiste en la capacidad de conservar y elaborar sus experiencias pasadas. El desarrollo
psicológico del cerebro humano ha permitido que el hombre sea capaz de relacionar las
vivencias presentes con experiencias pasadas. No ocurre esto de igual modo en otros animales.
Aunque el animal tiene experiencia y memoria, la posibilidad de relacionar experiencias no es
equivalente a la nutrida forma en que lo puede hacer el hombre. El hombre habita su mundo
cargado de hechos, reminiscencias y de símbolos. El hombre se relaciona con los objetos de
manera simbólica desde la época primitiva. La piedra no es, como para el animal, algo que
simplemente está ahí, sino que es a la vez un elemento cargado de significado, que puede
servir de instrumento y al mismo tiempo significar un monumento a un antepasado. Otro tanto
puede decirse de su relación con el fuego: instrumento y a la vez como símbolo de hogar, etc.
No tenemos memoria del pasado por sí mismo, sino que podemos decir que el hombre
recuerda el pasado en tanto que éste agrega al presente nuevas posibilidades. Y en ese proceso
las vivencias emotivas han determinado la actuación de nuestra memoria. El hombre primitivo
recordaba emotivamente las experiencias pasadas, -también es cierto que lo hacía como una
forma de combatir el aburrimiento-; y en su recuerdo revivía la angustia y el peligro de su
combate. Las victorias del combate son recordadas y consolidadas en la danza primitiva,
52
Ver Sección de Bibliografía general.
44
haciendo incluso que la conmemoración sea mas emocionante que la experiencia misma, en
virtud de que el peligro real ya no está presente. La vivencia real en su propia actualidad no
permite integrar toda la vivencia como lo hace el acto de memoria. La memoria conjuga los
hechos sucedidos con las vivencias interiores, la fantasía y la imaginación. Dewey quiere
resaltar el papel que cumple el drama de la memoria individual y su consolidación social. La
vida del hombre primitivo relaciona las experiencias pasadas con sus propias sugestiones, y en
ningún momento se ocupa de la exactitud. Los investigadores de la historia primitiva del
género humano refieren la importancia que tuvo para el hombre las historias que dieron origen
a sus cultos y mitos.
El origen que Dewey propone para su análisis es objetivamente histórico. Pueden hacerse otras
investigaciones de las implicaciones psicológicas y culturales que tiene en el hombre su
capacidad de memoria, pero este punto de partida originario señala un hecho que se hace
concreto en la historia evolutiva del género humano. Dewey no se limita, como lo ha hecho la
tradición, a citar el pensamiento de los sabios antiguos. Su examen va mas allá de la sabiduría
antigua para situarse en el contexto de la historia primitiva del hombre como punto de partida
para su análisis. Mirando al hombre primitivo, desea examinar los orígenes de las instituciones
humanas. El análisis no priva al hombre primitivo de ninguno de los aspectos que en general
continúan caracterizando al género humano: sentimientos, deseos, esperanzas, temores,
amores, odios, victorias y derrotas. Este hombre llevado por sus deseos vive en un ambiente
hostil y precario. Su vida se halla distante de los libros y la especulación, para la que se
requiere la disciplina intelectual que permite someter las fantasías a la prueba de los hechos, y
organizar las ideas lógicamente antes que guiarse por las emociones. El hombre primitivo se
halla en una vida no muy distante de sus propios sueños.
Dewey refuta la tentación de vincular el origen de la ciencia con las creencias y tradiciones
primitivas. Afirma que el material del que brota finalmente la filosofía nada tiene que ver con
la ciencia o con la explicación. La filosofía nace del mismo material que el mito primitivo:
sentimientos, representaciones símbolos, temores, esperanzas, fantasías, y sugestiones. No se
refiere al mundo de la representación objetiva y comprobada. Y describiendo así su origen,
encuentra dos etapas que vive el hombre en sus vivencias mentales. La primera corresponde a
la consolidación de tales vivencias en el mito y la leyenda. En el contexto de los relatos
45
nacidos de la emotividad, las experiencias transitorias se consolidan, y son absorbidas por
otros individuos afectando al grupo que las incorpora. Se crea de este modo la tradición del
grupo, haciendo que el relato forme parte de la tradición cultural. La aventura única de un
individuo pasa a ser un patrimonio de la tribu, enfatizando ciertos elementos que son de
particular significado emotivo para el grupo. La tradición se convierte en una especie de
norma que se vive en el interior del grupo con significados específicos. Un análisis
antropológico de este tipo permite rescatar el significado biológico de la conducta humana, y
sus consecuencias en el desarrollo de la historia de nuestro género. Dewey quiere hacer un
análisis socio-biológico de la conducta humana, para explicar las razones por las cuales una
institución humana como es la filosofía y sus pretensiones, poseen en sus propias raíces
deformaciones; ambas deben ser consideradas en el cambio propiciado por la reconstrucción.
En el camino de la representación vivida mediante la memoria y la capacidad lingüística del
hombre primitivo se halla naturalmente la norma, el poder, la autoridad y la creencia.
Puede decirse que la descripción de estos hechos sociales primitivos sirve de explicación al
nacimiento de los grupos humanos que dieron origen a Roma, Grecia y el pueblo judío. Las
grandes cosmologías y cosmografías de las diferentes culturas tuvieron un origen similar, y
basta un examen breve para constatarlo. En este contexto se vivió un proceso de fijación de
creencias, organización de doctrinas, reglas de conducta que fueron en modo necesario los
antecedentes de la filosofía, con el sentido que hoy tiene este término. Sin embargo no están
aquí todos los elementos que sirvieron de origen para la filosofía. No pudiendo el hombre
continuar siendo un ser de sugestión y fantasía, las exigencias de la continuidad de la
existencia le obligan a prestar atención a las realidades actuales del mundo; y éstas imponen
un mínimo de exactitud bajo pena de extinción. Saber que ciertos elementos son alimento en
contraste con los venenosos que causaron la muerte de algunos, que el agua es benéfica pero
que puede causar ahogamientos, que al día continúa la noche etc., hicieron que –siempre
mediante el apoyo del lenguaje y su desarrollo-, se fuera formando un cuerpo consistente de
generalizaciones que recogen y transmiten conocimientos en relación con los hechos
observados, y que se diferencian de las ideas de la fantasía. Los oficios consolidaron también
ciertos temperamentos. Un marino es mas dado a la superstición en razón de que su actividad
está mas sujeta a hechos imprevisibles, a diferencia de un tejedor que puede controlar mucho
46
más su trabajo. Las actividades se hacen mas desarrolladas y el cuerpo de conocimientos se va
incrementando con el paso del tiempo.
El análisis de Dewey sigue la línea socio-biológica, como hilo conductor que explica la
conformación de las instituciones y los modos tradicionales de pensar. Su trabajo sociológico
histórico y psicológico da cuenta de que en estos factores se encuentra la justificación para las
formas de pensar que tradicionalmente se cultivaron en la filosofía griega, y, en consecuencia,
en el resto de la cultura occidental (estableciéndose en su análisis las causas de las distinciones
entre teoría y praxis y otras dicotomías):
“Una vez que las creencias religiosas y políticas han adquirido un estado social definido y un
valor y una función políticas, se hacen cargo de ellas las clases más elevadas, que se
encuentran directamente asociadas a los elementos que gobiernan la sociedad. Lo probable es
que los obreros y artesanos que se hallan en posesión de la prosaica materia real del
conocimiento, ocupen una capa social más baja, y esa clase de conocimiento suyo es objeto del
menosprecio social con que se mira al trabajador manual ocupado en actividades útiles para el
cuerpo. A este hecho hay que culpar sin duda que se quedase rezagado el empleo general y
sistemático del método experimental en Grecia, a pesar de la agudeza de observación, de la
fuerza extraordinaria del razonar lógico y de la gran libertad de especulación a que llegaron los
atenienses”. 53
En el proceso histórico se observa cómo los conocimientos de los hechos reales se ven
incrementados en volumen y amplitud, lo cual genera un choque con el temperamento y las
creencias de la tradición imaginativa. Aquí se encuentra justificada la aparición de los sofistas
en Grecia, que explica la lucha entre dos tipos de creencias, y el conflicto suscitado en virtud
del cuestionamiento de las normas morales y políticas existentes en la época. Dewey encuentra
que este conflicto refleja la oposición entre dos clases de conocimiento. El conocimiento
prosaico, un saber realista, y un conocimiento moral que en boca de Sócrates pone en peligro y
desestabiliza el poder político, motivo por el cual es condenado a muerte. Se trata en principio
de dos tipos de oficios, que permiten dos productos intelectuales distintos. Uno ocupado en el
conocimiento de lo concreto, de lo técnico y útil. Otro en el conocimiento abstracto moral y
contemplativo.
53
Dewey, John Reconstrution in Philosophy.Ob cit. Página 50.
47
La distinción de oficios en Grecia era realmente marcada. No era comparable el trabajo del
artesano al del político, ni el del médico o sacerdote con el del herrero. En especial en la
Grecia clásica, pude decirse que su historia es una larga ruta que se consolida en un gobierno
constitucional, formado por asambleas y magistraturas con un perfil evidentemente
aristocrático, con un reconocimiento individual basado en la importancia del linaje.
Ciertamente, el modelo económico que soportaba esta forma de gobierno estaba amparado por
una distribución definida de los oficios: 54
“Tradicionalmente se entiende que Solón fue el que realizó la división de los ciudadanos en
cuatro clases de acuerdo con su riqueza y el que puso en relación con las mismas el disfrute
diverso de los derechos políticos”55
La ciudadanía y los derechos políticos eran privilegios de una casta, como también lo eran los
oficios de los nobles. Hace falta un análisis sociológico que tome en cuenta de modo serio el
papel de la filosofía como producto de una clase social determinada, que lejos de contaminarse
con los trabajos físicos, descansa en un complejo social determinado. La obra de Platón es sin
duda el ejemplo más notable de la distinción de los oficios en virtud de su objeto; y La
República es prolija en la estratificación de los oficios. La dirección de la polis ocupa un lugar
superior respecto a la defensa y la producción. Tal noción jerárquica también se ve emplea
para lograr la justicia. Los estamentos superiores tendrán una educación diferente y más
rigurosa. Dewey recalca la estratificación de los oficios como una de las causas de la
estratificación del pensamiento. El guerrero presentado por Platón cumple su misión -la
defensa del Estado- en virtud de una visión política que se halla por encima de él. La idea de
subordinación está presente en todo el espíritu griego. Las ideas son superiores como formas a
las cosas que vemos con nuestros ojos. El idealismo platónico está asociado a una visión
jerárquica que hace posible que el pensamiento estratifique. El saber positivista se opone al
saber contemplativo. El primero se ocupa de la utilidad, de lo limitado y concreto. El segundo
de la verdad, de lo abstracto y superior. La tradición griega en general partió del mito. Luego
54
Los estudios sociológicos de la historia de la Grecia Antigua dan testimonio de la interpretación de Dewey.
Para una profundización de estos aspectos puede consultarse la Historia de la Grecia Antigua, de José María
Blázquez, Raquel López Melero y Juan José Sayas, ediciones Madrid, Cátedra 1999.
55
Blázquez, José María et al. Historia de la Grecia Antigua, Madrid, Cátedra 1999 página 449.
48
la filosofía fue una forma de rebelión contra éste. Tal hecho está patente en la obra de
Jenófanes, e incluso del mismo Platón.
En este proceso Dewey reconoce el origen de las distintas tareas y funciones de la filosofía,
cuya influencia en la construcción del mundo occidental ha sido definitiva. Propone, en
realidad, unas raíces específicas para la filosofía: un saber que pretendía la conciliación entre
los dos productos de la mente humana. Ahora bien, lo que se debe resaltar es que la filosofía
no tuvo un origen libre de prejuicios. En el papel cumplido por Sócrates se ve que la misión de
la filosofía consistía en encontrar la esencia de la moral de modo que fuera compatible con las
creencias del pasado. Se trataba de poner en armonía las tendencias emotivas de la mente
humana, expresadas en la religión y las costumbres, con la autoridad, la tradición y las
instituciones:
“Correspondió a la filosofía la tarea de justificar, desde el punto de vista racional, el espíritu,
ya que no la forma, de las creencias aceptadas y de las costumbres tradicionales. La filosofía
que resultó de todo ello les pareció a los atenienses en general, a causa de la diferencia de firma
y de método, muy radical e incluso muy peligrosa. En efecto, era radical en cuanto podaba
excrecencias y eliminaba factores que para el ciudadano medio estaban identificados con las
creencias fundamentales.”56
Platón y Aristóteles, según Dewey, reflejaron de manera muy profunda el sentido de la
tradición y de los hábitos en Grecia. Sin la religión ni el arte ni la tradición ni la vida
ciudadana griegas la filosofía no hubiera sido posible. Dewey analiza el papel político de la
filosofía, no solamente en el caso griego sino también en el Medioevo cristiano y en el siglo
XIX. La filosofía no ha cumplido un papel liberador de los condicionamientos forjados por las
creencias preconcebidas. Sierva siempre de la tradición, y ligada al poder de todas las épocas,
la filosofía ha sido el fundamento mismo del poder y de la tradición.
“Este espíritu apologético de la filosofía se transparenta aún más cuando el cristianismo
medieval, hacia el siglo XII, buscó la manera de presentarse como sistemáticamente racional,
sirviéndose de la filosofía clásica, especialmente de la de Aristóteles, para justificarse ante la
razón. Un hecho que guarda semejanza con el anterior caracteriza también a los principales
sistemas filosóficos de Alemania en la primera parte del siglo XIX, cuando Hegel asumió la
56
Dewey, John Reconstruction in Philosophy 1925. Ob cit. Página 55.
49
tarea de justificar en nombre del idealismo racional ciertas doctrinas e instituciones que se
veían amenazadas por el nuevo espíritu de la ciencia y del gobierno popular.”57
Un segundo rasgo de la filosofía, presente desde su origen, consiste en la necesidad de dar
gran importancia a toda construcción de la razón. Al carecer de una racionalidad ajustada a los
problemas que trataba, la Grecia clásica y luego la escolástica, como heredera privilegiada de
esta forma de pensamiento, se inclinaron a hacer un uso abusivo de las formas lógicas. Debido
a que su objeto no era concreto, como lo eran los problemas de la realidad, la filosofía trataba
de convencer. Su trabajo consistía en magnificar los signos del razonamiento riguroso y de la
demostración rígida. Esta forma de hacer filosofía es cuestionada duramente por Dewey, pues
ha permitido deformaciones en su finalidad la misma, lo que justifica la necesidad de una
reconstrucción:
“Esta actitud, llevada a su extremo peor ha reducido la filosofía a una exhibición de una
terminología complicada, de lógica sutil, de falsa devoción a las formas simplemente externas
de las demostración completa y minuciosa. Incluso en sus momentos mejores ha tendido a
crear un apego excesivo al sistema por el propio sistema, y una seguridad excesivamente
presuntuosa de su propia verdad”.58
Puede verse cómo el análisis hecho por Dewey es sin duda crítico con la tradición, pone en
cuestión su pretensión de verdad, y desvela su vinculación con las costumbres y el poder
político. La filosofía ha exigido para sí la inmutabilidad, y ha trazado las directrices de la
conducta moral y del pensamiento. Desde su origen, la filosofía ha pretendido alcanzar tales
objetivos, y su herencia se refleja también en el espíritu de épocas posteriores. Como otro
rasgo sustantivo de la filosofía tradicional, se observa la pretensión de universalidad, cuyo
origen es examinado por Dewey también, bajo la perspectiva histórica de rasgos sociales y
psicológicos, sosteniendo que la presencia de la tradición y el mito en Grecia lo llenaban todo.
El cuerpo de creencias, y el papel que cumplían articuladas con la autoridad, hacían que su
espíritu lo abarcase todo, ejerciendo una influencia casi universal. El pensamiento que nacía
en semejante contexto debía aspirar a idéntica universalidad. Y la conjugación de tal
57
58
Dewey,.Ob cit. Página. 55.
Dewey, John Reconstrution in Philosophy.Ob cit, Página 56.
50
universalidad con un sistema lógico demostrativo fortalecía
la unicidad de los criterios
valorativos.
La filosofía se constituyó entonces en guía preferente de los asuntos humanos, pero no de
todos. Los asuntos de orden práctico y utilitario formaban parte de este mundo perecedero e
imperfecto, sujeto al cambio y al devenir. Es un rasgo que ha dejado profundas huellas en el
pensamiento occidental, condicionando la naturaleza de la filosofía. En consecuencia, la
filosofía se arrogó el derecho y el deber de justificar racionalmente una realidad trascendente,
de descubrir en el hombre la naturaleza y las características de esa realidad elevada. La
consolidación de tal pretensión se vive posteriormente en el racionalismo europeo, momento
éste, como otros de la historia, en el que la filosofía se pretende investir de una dignidad
superior y elevada, lo que lleva en efecto a que el hombre posea la intuición de una realidad
que está más allá de la que alcanza en la vida cotidiana. Este supuesto, discutido y rechazado
por algunos filósofos, generó un débil agnosticismo y escepticismo, pero principalmente
consolidó la idea de que el amor y la búsqueda de esa realidad eran precisamente el objeto de
la filosofía.
El concepto clásico de filosofía se llenó de tales contenidos durante siglos. La filosofía nace en
el contexto de una tradición autoritaria, primariamente conducida por la imaginación humana
que estaba condicionada por emociones como el amor y el odio, el temor y el placer. Dewey
sostiene que este origen de la filosofa no es el mítico origen que nos narra la historia, sino que
tiene raíces emotivas y psicológicas que condicionan la dirección en que se produjo su propio
devenir. La descripción genética de la filosofía expuesta por Dewey resalta otras intenciones:
“La franqueza mas elemental nos impone que digamos que esta explicación relativa al origen
que han tenido las filosofías que poseen la pretensión de tratar del Ser absoluto de una manera
sistemática, ha sido dada con premeditada malicia. Yo creo que este método genético de
abordar una cuestión es la manera de socavar la base de este tipo de teorización filosófica;
ninguna tentativa de refutación lógica le igualaría en eficacia.”59
La filosofía no surgió como producto de una inquietud intelectual, como se desearía. Surge de
un mundo social y emotivo. Aceptando esta hipótesis, puede adoptarse una actitud diferente
frente a la filosofía en todas sus versiones: estudiar la filosofía, no desde ella misma, sino
59
Dewey, Ob cit, Página 59
51
como un capítulo de la historia de la civilización y de la cultura. Ligándola a la antropología, a
la vida primitiva de la religión y las instituciones sociales, es posible configurar un juicio
semejante al expuesto por Dewey. Lo perdido desde el punto de vista intelectual y científico se
ha ganado desde el punto de vista humano. Dewey sostiene que en lugar de interpretar la
filosofía como un campo de disputas en torno a la verdadera naturaleza de la realidad, lo que
se vive es una disputa entre las cosmovisiones, aspiraciones y finalidades sociales. Se trata
simplemente de esfuerzos humanos por formular los objetos de su experiencia propia:
“ En lugar de conatos impersonales y puramente especulativos de contemplar en un papel de
espectadores lejanos la naturaleza de las cosas en-sí-absolutas, nos encontramos ante un cuadro
vivo de pensadores que seleccionan lo que ellos querrían que fuese la vida, y los fines a los
que desearían que los hombres conformasen sus actividades inteligentes.” 60
El pensamiento de Dewey es desde el inicio un examen socio-histórico de la filosofía, donde
el papel de la historia es permanentemente introducido como factor de liberación, de
autocomprensión de la filosofía misma. Pero lo más significativo de su interpretación no es el
carácter sociológico del filosofar, sino sus implicaciones de cara al futuro de la filosofía.
Habiendo reconocido lo que no nos habíamos dicho francamente, esto es, que la filosofía se ha
venido ocupando de los valores incrustados en las tradiciones sociales, y que ella misma es un
producto social que emerge de la colisión de tendencias heredadas con otras nuevas
incompatibles, su tarea en el contexto reconstructivo será la de clarificar las ideas de los
hombres en relación con los conflictos sociales y morales de su tiempo. Renunciando a su
monopolio de la Realidad Última, y Absoluta, será entonces la filosofía reconstruida la que
podrá cooperar con el género humano para conseguir una felicidad que sea en palabra de
Dewey “mas ordenada e inteligente”.
60
Dewey, John Reconstrution in Philosophy.Ob cit. Págna 60.
52
SECCION 3. NATURALISMO EMPÍRICO Y EPISTEMOLOGÍA PRAGMÁTICA.
Junto al objetivo de la tarea reconstructiva y sus proyectos sociales o educativos, sobresale
además otro consistente en fundamentar una epistemología que explique aquella manera de
pensar que ha probado más eficacia en la resolución de problemas. Tal manera de pensar es
precisamente la ciencia. Dicha programa es pusto en marcha en Reconstruction in Philosophy
(1925), pero es culminado en la célebre obra Experience and Nature (1925 y 1928)61. Se trata
de reconocer aquella manera de pensar que establece conexiones entre los nuevos y los viejos
temas. El conocimiento nuevo y el viejo toman significados epistemológicos definidos cuando
se los enfrenta. Lo viejo es siempre un instrumento para interpretar el nuevo conocimiento, y
mientras mayor sea la distancia que hay entre lo nuevo y lo viejo, mayor es la carga que pesa
sobre la reflexión. Su indagación epistemológica no lleva a ningún tipo de sistema. Se trata de
un examen de contenido naturalista que ha sido llamado por él naturalismo empírico o
también empirismo naturalista, y en otras ocasiones método empírico o denotativo. En esta
sección será examinado, atendiendo a sus implicaciones en el contexto de la filosofía de la
biología.
El naturalismo empírico y la noción de experiencia pragmática.
El análisis epistemológico, según el naturalismo empírico, pretende examinar la relación que
hay entre la experiencia y la naturaleza, garantizando el valor de la primera cuando se la usa
de modo adecuado para descubrir realidades. Dewey intenta demostrar que no hay una
incongruencia entre la naturaleza y la experiencia, y que la experiencia no es un velo que
cubre la posibilidad de relacionarse con la naturaleza, sino por el contrario que la experiencia
es el único medio seguro que tenemos para penetrar en el corazón de la misma. En este
capítulo se hará un estudio detallado de este problema con miras a justificar que la aportación
61
Las referencias a estos textos ya han sido mencionadas en el la sección dedicada a la Bibliografía de John
Dewey. Para todas las citas textuales del texto Experience and Nature ( 1925- 1928 ) será utilizada la primera
traducción en castellano autorizada por el Comité Norteamericano que auspicia la traducción de las obras
filosóficas del Profesor Dewey, y que aprueba el trabajo de traducción del licenciado Daniel Cosio Villegas y
José Gaos. Esta labor ha sido editada por el Fondo de Cultura Económica, México en 1948 .
53
de Dewey es importante para la explicación del conocimiento humano en el contexto de su
historia evolutiva, y que por lo mismo constituye un instrumento valioso en el ámbito de la
biología y la sociología del conocimiento científico y filosófico.
El naturalismo empírico pretende demostrar que nuestra condición natural congnoscitiva,
como fruto de un proceso evolutivo condicionado biológicamente, no está en condiciones de
aceptar el agnosticismo. Puede afirmarse que el agnosticismo es el resultado de los errores que
en materia epistemológica ha cometido la tradición y que son objeto de estudio por Dewey en
los dos textos referidos. En tal sentido el agnosticismo, como postura epistemológica escéptica
en materia de conocimiento, es refutado por las condiciones en que el conocimiento se
presenta, y es a la vez interpretado como un fruto de la separación entre experiencia y
naturaleza, es decir, se trata de un resultado directo de la tradición. En este sentido, el
naturalismo empírico es una fuente explicativa del proceso mismo del conocimiento individual
y de la ciencia. Dewey afirma que tanto la ciencia del siglo XX como los resultados de la
técnica han arrojado un material extraño que en principio ha causado grandes perplejidades y
confusiones intelectuales, planteando problemas al presente y al futuro de la ciencia. Toda
filosofía digna de consideración tiene que habérselas con tales problemas de tipo
epistemológico y social. Se trata de un esfuerzo por franquear el abismo entre lo nuevo y lo
viejo. Esto es lo que simplemente hace el científico cuando por ejemplo describe las edades de
la Tierra:
“Un geólogo en 1928 nos habla de los acontecimientos que tuvieron lugar no solo antes de que
él naciera, sino millones de años antes de que ser humano alguno hubiera venido a la existencia
sobre la tierra. Lo hace así partiendo de cosas que son actualmente el material de la
experiencia. ( ...) El geólogo no saltó de la cosa que puede ver y tocar a un acontecimiento de
las edades pasadas; relacionó la cosa observada con otras muchas, y de diferentes géneros, que
se encuentran por todo el globo; y comparó los resultados con los de otras comparaciones
anteriores, y con los de otras experiencias, digamos las del astrónomo. Esto es, el geólogo
traduce las coexistencias observadas en secuencias no observadas inferidas. Finalmente fecha
su objeto situándolo en un orden de acontecimientos. Mediante el mismo método predice que
en ciertos lugares se observarán ciertas cosas de que no se tiene todavía experiencia.” 62
Esta cita de Dewey muestra cómo la ciencia vive de modo ineludible de la experiencia. El
empirismo naturalista sostiene que la conciencia científica es sensible a la necesidad de
experiencia, de modo que la reconstrucción del pasado no esta satisfecha si se limita a obtener
62
Dewey, Experience and Nature, ob cit página 6.
54
inferencias de pruebas, sino que además busca repetir las mismas condiciones y repetir los
experimentos de los que infirió sus previas conclusiones. En tal sentido, el naturalismo
empírico propuesto por Dewey supone ser el único camino que, - aunque no sea recorrido del
mismo modo por dos pensadores-, ofrece la vía en la cual cabe llegar a aceptar el punto de
vista y las conclusiones de la ciencia moderna. Si bien el naturalismo empírico es reconocido
como un método epistemológico que destruye algunas cosas que tradicionalmente son amadas,
lo hace revelando su propia capacidad de autocorrección.
“Pero su principal propósito no es destructor. El naturalismo empírico es mas bien un cernedor.
Vuela solo la paja, aunque quizás un día fue ella lo atesorado. Un método empírico que
permanece fiel a la naturaleza no “salva”;... infunde al espíritu denuedo y vitalidad para crear
nuevos ideales y valores frente a las perplejidades de un mundo nuevo.” 63
Las nociones de experiencia y de naturaleza han sido a lo largo de la filosofía clásica
separadas de modo injustificable. Se ha afirmado que la experiencia es importante para los
seres que la poseen, pero se la ha considerado como algo superpuesto a la naturaleza, o todavía
más, se la ha considerado como un velo que se interpone entre ella y nosotros mismos, motivo
por el que debe ser “trascendida”. De esta manera queda introducida por vía racional algo no
natural o “supraempírico”. También el materialismo ha interpretado inadecuadamente el
significado de la naturaleza, en virtud de que la comprensión de ésta se circunscribe a un
significado enteramente material, o mecánico, por lo que no sirve de vía para fundamentar los
grandes valores que encierra la experiencia y que Dewey desea analizar. De otro lado, en su
opinión, la explicación dialéctica tampoco justifica en modo adecuado el significado de la
naturaleza:
“No sé de camino alguno por el cual puedan los argumentos dialécticos responder a tales
objeciones. Surgen estas de asociaciones con palabras y no puede tratárselas por vía de
argumentación. Lo único que cabe esperar es poner de manifiesto en el curso de la discusión
entera las significaciones vinculadas a las palabras “experiencia” y “naturaleza” y producir
insensiblemente así, si se tiene fortuna, un cambio en las significaciones anteriormente
vinculadas a ellas. Este proceso de cambio puede acelerarse llamando la atención sobre otro
orden de cosas, en el que la naturaleza y la experiencia marchan armoniosamente juntas, en el
que la experiencia se presenta como el método y el único método para adueñarse de la
naturaleza y penetrar en sus secretos, y la naturaleza empíricamente descubierta (con el uso del
63
Dewey, Experience and Nature, ob cit página XII. Prefacio.
55
método empírico en la ciencia natural) ahonda, enriquece y dirige el ulterior desarrollo de la
experiencia.”64
Puede verse cómo el esfuerzo de Dewey es articular lo que la tradición epistemológica
materialista o dualista clásica no pudo conciliar. Se trata de demostrar que en el conocimiento
presente en las ciencias naturales hay una unión entre la experiencia y la naturaleza. El
investigador acepta que hay una experiencia controlada en formas perfectamente
determinables, y que por ese camino es por el que se pueden alcanzar las verdades y las leye.
El investigador, sirviéndose del cálculo, pretende que la teoría parta de los hechos y vuelva a
estos. Es esta la lógica científica que ha posibilitado el incremento del conocimiento. Se trata
de un círculo que parte de los hechos y se reinicia nuevamente en ellos. No hay, pues, una
ruptura entre el saber teórico y el práctico. Se trata de un saber que partiendo de los hechos de
la experiencia ordinaria, se vierte en un complejo teorico que incrementa el conocimiento y se
pone nuevamente a prueba en la experiencia, posibilitando nuevas inquietudes, nuevas
hipótesis.
En el conocimiento propio de las ciencias naturales se da una unión privilegiada entre
experiencia y naturaleza. El científico sabe que el control definido de la experiencia es la única
vía para acceder a los hechos y a las leyes de la naturales. El conocimiento de la naturaleza no
está ligado exclusivamente a los razonamientos y a los cálculos sino que procura partir de la
experiencia y volver a ella. La teoría es una especie de puente que une dos momentos
empíricos. Los objetos observados son los mismos para el científico que para el hombre de la
calle. Al menos esto puede afirmarse sin equivocación y sin entrar en discusiones
epistemológicas en el plano de la mesofísica. Rocas, árboles e infinidad de objetos, son
comunes como material empírico para el científico y para el hombre de la calle. El esfuerzo
del instrumentalismo de Dewey se orienta a mostrar que la experiencia no es un plano
infinitesimalmente delgado entre nuestro conocimiento y la naturaleza, un ámbito de relación
en constante incremento. La epistemología de corte kantiano queda pues abandonada en favor
del naturalismo empírico y de la experiencia atesorada por la ciencia a lo largo de su historia:
64
Dewey, Experience and Nature, ob cit página XII. Prefacio
56
“La experiencia abre túneles en todas las direcciones, y al hacerlo así trae a la superficie cosas
en un principio ocultas, -como el pico del minero alza a la superficie de la tierra tesoros
sacados del fondo. A menos que estemos dispuestos a negar toda validez a la investigación
científica, estos hechos tienen un valor que no puede ignorarse para la teoría general de la
relación entre la naturaleza y la experiencia.”65
Las interpretaciones naturalistas de la experiencia atribuyen a ésta una exagerada juventud
cuando se contempla su aparición en el proceso de desarrollo del sistema solar. Tal
perspectiva convierte a la experiencia humana en un insignificante incidente natural. Pero
nadie niega que solo ha sido posible porque existen condiciones biológicas que suponen la
existencia de una criatura con un nivel de organización altamente complejo y de condiciones
ambientales de iguales características. No hay prueba de que la experiencia se dé cuando se
quiera y donde se quiera. Lo sustantivo de la experiencia es que amplía su horizonte hacia
dominios de la realidad antes desconocidos. La experiencia humana es algo enteramente
natural, y forma parte de la naturaleza misma, como las piedras y los árboles, los animales y la
electricidad. El hombre, desde esta perspectiva naturalista, es la forma de darse la experiencia
en la naturaleza, como parte de esa misma naturaleza.
Dewey reconoce que esta aproximación es problemática, pero que hay que aceptarla
forzosamente como un hecho histórico. Ya hemos mencionado que su lógica argumentativa es
en gran medida histórica o mejor socio– histórica. La historia natural también será la vía
explicativa que desde la que fundamentará su epistemología. Es un hecho que la experiencia
humana penetra en la naturaleza y la existencia misma de la ciencia es una prueba de ello. Sin
embargo, esta prueba no beneficia ninguna filosofía, si bien plantea problemas a aquellas que
sostienen el carácter antinatural de la experiencia. Por ahora, lo que pretende Dewey es
sostener que la experiencia pertenece como tal a la naturaleza, y con ello encontrar en la
experiencia el punto de partida y el método para habérnoslas con la naturaleza misma. Aplicar
esta teoría del método empírico en filosofía es el trabajo de reconstrucción que ya hemos
mencionado. Se trata, pues, de una propuesta altamente significativa para la filosofía, ya que
no consiste en la negación de su papel sino precisamente una reconstrucción de su significado
en el campo de lo humano en general, con una óptica pragmatista encaminada a la resolución
de problemas:
65
Dewey, Ob cit página 4.
57
“Si el método empírico estuviese adoptado universalmente dentro de la filosofía, no habría
necesidad de remitirse a la experiencia. El investigador científico habla y escribe acerca de
acontecimientos y cualidades particulares observados acerca de cálculos y razonamientos
específicos. No hace ninguna alusión a la experiencia; habría probablemente que buscar
durante largo tiempo a través de las comunicaciones científicas para encontrar la palabra. La
razón es que todo lo designado por la palabra “experiencia” está tan adecuadamente
incorporado a los temas o los procedimientos de la ciencia, que mencionar la experiencia solo
sería duplicar con un término general lo abarcado ya en términos precisos”66
La historia de la ciencia y de la técnica niega que esta incorporación de la experiencia en el
conocimiento estuviera conseguida desde sus inicios. Por el contrario, la escisión fue la nota
dominante, incluso décadas después del desarrollo de la técnica moderna. En la época de
Newton y de Descartes también se discutía el papel de la experiencia. Es un hecho que la
modernidad propicia un cambio radical en el valor de la experiencia. Antes predominaba el
valor de los principios doctrinales. Su papel moderno consiste en confirmar las hipótesis, lo
que sin duda puede considerarse una de las revoluciones mas radicales y sustanciales de la
breve historia de la ciencia.
Por la influencia de la tradición clásica el papel de la experiencia era relegado a un lugar
secundario en la filosofía cartesiana, y son innumerables los ejemplos de la historia de la
ciencia en los que se evidencia el conflicto entre lo aportado por la experiencia y por la teoría.
Baste citar las discusiones que se vivían en el seno de los anfiteatros anatómicos en la época
de Vesalio, cuando se afirmaba que el corazón poseía una comunicación interventricular
natural que, aunque negada por la experiencia, debería existir como la tradición aristotélica
afirmaba. Llevar el método empírico a la filosofía es uno de los nítidos propósitos de Dewey.
Considerando las notables diferencias existentes entre las posibilidades transformadores del
método empírico y las inherentes a los métodos declaradamente no empíricos, la propuesta
deweyana consiste en discutir el alcance que aquél puede tener en la filosofía. Siempre parece
haber existido una distinción radical entre los objetos de la experiencia y los objetos refinados
de la reflexión, que han favorecido las diferencias entre la ciencia y la filosofía. Las ciencias
naturales no se limitan a extraer de la experiencia su material de conocimiento, sino que lo
vuelven a llevar al mundo empírico para comprobarlo. El ejemplo de Darwin es importante
66
Dewey, Ob cit Capítulo I página 7 y 8.
58
para la descripción del trabajo de las ciencias naturales. Darwin inició su investigación con
palomas y vacas. Su observación sirvió para generar las hipótesis directivas que eran
comprobada en la experiencia. La selección natural se producía antes de que Darwin formulara
la teoría. La experiencia ordinaria de los ganaderos ingleses había demostrado durante años
que el cruce de individuos seleccionados de una especie aportaba características definidas. Se
deseaba que la producción lechera fuera eficaz y la experiencia de tales hombres como la de
agricultores logró su objetivo.
Los objetos de la experiencia plantean problemas y proporcionan los objetos con que la
reflexión construye objetos secundarios67, pero la comprobación de las hipótesis solo es
posible en la medida en que se vuelva a los hechos de la experiencia bruta y macroscópica:
“Los objetos secundarios señalan o abren un camino gracias al cual el retroceder hasta las
cosas de la experiencia resulta de tal índole que la significación, el contenido significativo de
estas cosas gana en fuerza de enriquecimiento y expansión debida al camino o al método por el
cual se llegó a él. Directamente, en contacto inmediato, puede ser justo lo que era antes –duro,
oloroso, de cierto color etc,. Pero cuando se emplean los objetos secundarios, los objetos
refinados, como un método o vía para llegar ellas, estas cualidades dejan de ser detalles
aislados; cobran la significación entrañada por un sistema entero de objetos relacionados.
Pasan a integrar un continuo con el resto de la naturaleza y participan del sentido de las cosas
con el que ahora se les ve unidas sin solución de continuidad.”68
El método empírico o denotativo y su papel en la nueva filosofía.
Descrito de modo esquemático el método empírico -que propone a la teoría como puente entre
dos fenómenos observables-, la crítica al método no empírico de filosofar consiste en dejar de
usar los productos secundarios y refinados en el camino de regreso a la experiencia. Los
productos secundarios son aquellos que provienen del razonamiento posterior a la experiencia.
67
Es cierto que la descripción y el análisis que Dewey hace de los llamados objetos primarios y secundarios no es
del modo como la tradición ha acostumbrado a explicar. Son objetos primarios simplemente aquellos objetos de
la experiencia bruta, lo que en la fenomenología husserliana podría referirse a los objetos que se encuentran en la
llamada “actitud natural”, y objetos secundarios aquellos objetos que emergen de la reflexión y que son parte del
resultado de la actividad racional sobre la experiencia ordinaria. Estos son pues objetos refinados cuyo papel de
interpretación de la experiencia bruta es significativo solo en la medida en que – como se explicará
detenidamente a lo largo de este capítulo, también objeto de reiteradas menciones por Dewey-, sea retrotraido de
nuevo a la experiencia.
68
Dewey, Experience and Nature, ob cit Capítulo I. Página 10
59
Su utilidad –en la ciencia- consiste en hacer la experiencia futura mas comprensible y capaz de
nuevos experimentos y nuevas comprobaciones. El problema de las filosofías que no hacen
uso del método empírico consiste en no vincular tales objetos secundarios al futuro de otra
experiencia. Esta omisión lleva a un fracaso triple: 1. De un lado, se imposibilita todo tipo de
verificación. 2. Las cosas de la experiencia ordinaria no logran el ensanche y enriquecimiento
de significación que alcanzan cuando se las aborda mediante los razonamientos científicos y 3.
El método filosófico mismo, por no estar puesto a prueba, se convierte en un asunto
negativamente “abstracto”, es decir, que no toca en nada la experiencia ordinaria. La resultante
de estos tres errores es precisamente la desconfianza hacia la filosofía. Los objetos de la
reflexión filosófica se muestran alcanzables solo por métodos abstractos y son considerados
como “reales” en sí y por sí mismos; incluso tienen la pretensión de mostrarse como “reales
por excelencia”. La crítica sin duda se refiere al idealismo hegeliano, pero también a todas las
filosofías fundadas en la concepción idealista. Dewey resalta que estos problemas generados
por el idealismo son insolubles. En realidad, de tales objetos no se puede afirmar por qué son
lo que son. Procura después examinar la eficacia de tales objetos secundarios en el ejercicio de
las ciencia naturales. Éstas no convierten a los objetos que estudian en problema, como sí lo
hacen el idealismo hegeliano y el aristotelismo. En las ciencias naturales, los elementos de la
reflexión vuelven a la experiencia y se constituyen en medios de dominación de la naturaleza,
y en elementos de uso instrumental en la experiencia ordinaria. Pueden generar nuevos
problemas, pero son problemas de la misma índole, que deben abordarse usando los mismo
métodos de investigación y de experimentación. Los problemas suscitados por el método
empírico proporcionan el estímulo y la oportunidad para llevar a cabo nuevas investigaciones
y nuevos experimentos, de cuyo fruto se obtendrán más ricas experiencias. El método
filosófico, no empírico, por el contrario, genera problemas que bloquean la investigación y
cierran los caminos. Se constituyen en acertijos en lugar de problemas, y solo se resuelven en
el terreno que degrada la experiencia primaria en simple fenómeno y apariencia, o cualquier
otro término con significado despectivo. Esta es pues una de las más serias críticas a la
filosofía clásica en su conjunto. Crítica también dirigida a muchos fenomenólogos y
epistemólogos de su época y de los siguientes años.
Dewey reconoce en el método empírico la fuente del conocimiento y propone preguntar de la
siguiente manera: ¿Termina esta filosofía en conclusiones que al llevarlas hasta las
experiencias de la vida ordinaria
y las situaciones correspondientes las vuelven mas
60
significativas? ¿Se vuelven más luminosas?¿Hacen nuestro trato con ellas más fructífero? Si
las cosas se vuelven más opacas de lo que eran en un principio y se les priva de la
significación que primeramente habían parecido tener, se puede adoptar como criterio el
rechazo de tales filosofías.
69
Dewey insiste en todos los tonos que el desprecio de la
experiencia ordinaria por parte de la filosofía tradicional es lo que hace que se mire con
desconfianza a la filosofía:
“Es el hecho, repito, de que tantas filosofías acaben en conclusiones que hacen necesario
despreciar y condenar la experiencia ordinaria, induciendo a quienes las sostienen a medir la
sublimidad de las “realidades” filosóficamente definidas o ir ellas en proporción a la lejanía a
los intereses de la vida diaria, lo que conduce al sentido común cultivado a mirar de soslayo a
la filosofía”. 70
Ya hemos señalado que el concepto de experiencia es en el contexto pragmatista demasiado
amplio. Experiencia es el campo plantado, la simiente sembrada, las cosechas recogidas, los
planes del hombre etc
71
; y es por esta amplitud del concepto de experiencia que el método
empírico resulta único para hacer justicia a tan amplia integridad. Otros métodos empiezan por
los resultados de una reflexión que rasgó en dos el objeto de la experiencia y las operaciones y
estados en que consiste esa última. Es preciso integrar lo que se separó.
“Para el método empírico no hay nada tan imposible de resolver como este problema. Su
problema es el de registrar cómo y por qué se diferencia el todo en sujeto y objeto, naturaleza
y operaciones del espíritu. Hecho esto, estaremos en posición de ver con qué efecto se realizó
la diferenciación: cómo funcionan los factores diferenciados en la ulterior dirección y
enriquecimiento de los objetos de la experiencia en bruto. El método no empírico parte de un
producto de la reflexión como si fuese lo originalmente “dado”. Para el método no empírico,
por consiguiente, el objeto y el sujeto, el espíritu y la materia (o cuales quiera que sean las
palabras y las ideas que se usen) son entidades separadas e independientes. Por consiguiente
ese método tiene en sus manos el problema de cómo es posible conocer, cómo un mundo
exterior es capaz de afectar a un espíritu encerrado en su intimidad, cómo los actos del espíritu
pueden llegar mas allá de éste y hacer presa en objetos definidos en contraposición a ellos.72
69
70
71
72
Cifrado, Experience and Nature, ob cit. Capitulo I.
Dewey, Ob cit página 12.
Cifrado James, William. Empirismo radical. Ver nota anterior.
Dewey, John, Experience and Nature, ob cit página 14.
61
La crítica deweyana al método no empírico continúa declarando que para éste no es posible
dar cuenta del hecho del conocimiento, porque hacen de él algo que ni es natural ni empírico.
La alternativa es un materialismo o un idealismo psicológico que disfraza los acontecimientos
físicos. Por el contrario, para el empirismo naturalista el debatido problema del sujeto y el
objeto es el problema de las consecuencias que se siguen para la experiencia primaria de la
distinción entre lo físico, lo psíquico y lo espiritual. Según Dewey, la respuesta no es preciso
buscarla lejos. En la reflexión sobre lo físico, se debe entrar en la ruta de las tecnologías y la
construcción de mecanismos y artes que se siguen del despertar de las ciencias:
“La respuesta son la ingeniería, la medicina y todas las cosas útiles al despliegue de la vida. Se
administran mejor las viejas cosas familiares y se inventan nuevos objetos y satisfacciones. De
la mano de esta mejor destreza en la regulación va un enriquecimiento de la significación y el
valor de las cosas, una clarificación, una creciente profundidad y continuidad -resultado más
precioso aún que el poder superior de la regulación”.73
El desarrollo de las ciencias físicas es precisamente el ensanche de las instrumentalidades, que
cada vez son más eficaces en hacer frente a las condiciones de la vida y de la acción. Cuando
se descuida la conexión de estos objetos científicos con los objetos de la experiencia primaria,
el resultado es el cuadro de un mundo de cosas indiferentes a los asuntos humanos. Siguiendo
los supuestos del método no empírico, se observa una seria contradicción con cualquier
proyecto de ingeniería, o con toda medida de salud pública, motivo por el que es preciso
examinar tales supuestos. Dewey sostiene que el aislamiento de los objetos de la experiencia
trae como resultado el quedar ella reducida al mero hecho de “tenerla”. Esta noción de
experiencia, como algo equivalente a una conciencia subjetiva y contrapuesta a la naturaleza,
que consistiría solamente en objetos físicos, es la que ha aislado los términos experiencia y
naturaleza. Lo que primeramente observamos son cosas, no observaciones. También el acto de
observar
puede convertirse ene tema de una investigación y, como objeto de estudio,
constituirse en un objeto refinado. Lo mismo puede decirse del desear, de los estados
afectivos, la ensoñación etc.: pueden también ser objeto de estudio. Pero de modo espontáneo,
lo natural en el hombre es encontrarse volcado hacia lo objetivo. En tales circunstancias ha
estado desde hace milenios. No obstante, se reconoce en el sujeto la capacidad de no estar
sumergido en la naturaleza, el ver que el sujeto es una especie de centro de experiencia en que
73
Dewey, Ob cit página 14.
62
el individuo puede distinguir cosas del ambiente y de sí mismo. Esta operación de
discernimiento, que distingue ciertos actos propios del organismo humano y otras energías
características de otros cuerpos, distintos de él mismo, es la que permite que la experiencia
humana sea vía de conocimiento. Mientras esto no se logra, no hay posibilidades de regular el
curso de la experiencia. Esa distinción y abstracción de cualidades de las cosas como debidas a
los estados y actos humanos es el “punto de apoyo” en la capacidad de regulación. Durante un
largo período la humanidad permaneció detenida en un nivel de cultura que aisló al ser
humano como una clase especial de objeto que no era consciente de sí mismo. En este
sentido, el reconocimiento de estos elementos subjetivos representa un gran progreso en
opinión de Dewey. Equivale al surgimiento de agentes con capacidades de observación y
experimentación, con deseos y emociones distinguibles de la naturaleza misma, lo que les
permite separarse del mundo natural y empezar a controlar las energías naturales, para
ponerlas al servicio de fines precisos. Los ejemplos históricos de Dewey para soportar sus
tesis son particularmente interesantes, pues reflejan cómo la fuerza de la costumbre y de la
tradición termina por imponer la autoridad, la instrucción
o la acción inconsciente del
lenguaje:
“Las cosas de la experiencia primaria son tan absorbentes y dominantes que tendemos a
aceptarlas exactamente como son: la Tierra plana, la marcha del Sol de este a oeste, con su
hundirse bajo la Tierra. Las creencias corrientes en materia moral, religión y política reflejan
análogamente las condiciones sociales presentes. Unicamente el análisis muestra que las
formas en que creemos y esperamos tienen un enorme efecto sobre lo que creemos y
esperamos. Al cabo hemos descubierto que estas formas son impuestas [...], pues, por factores
sociales, por la tradición y por la influencia de la educación.”74
La historia de la humanidad nos demuestra que aprendimos que las cualidades que atribuimos
a los objetos se deben imputar a la experiencia que tenemos de ellos, y que su forma se debe
además a la fuerza de la costumbre y de la convivencia. Este descubrimiento es sin duda una
emancipación, en la que se depuran y rehacen los objetos de nuestra experiencia primaria.
Liberados de la fuerza de la costumbre y de la tradición, tanto por las creencias científicas
como morales, se el abrió camino para el desarrollo del conocimiento. Se trata de una especie
de des-personalización y des- socialización de ciertos objetos que se constituyen en objetos de
la ciencia física, como condición indispensable para regular la experiencia misma. Pero esta
74
Dewey, John, Experience and Nature, ob cit página 17.
63
gran emancipación no mantuvo en modo permanente los ojos de los investigadores en el
origen subjetivo de la experiencia, lo cual hubiera hecho posible el discernimiento necesario
para la administración de los objetos de la experiencia. Dewey atribuye este fenómeno a la
falta de método. La consecuencia fue que se concibieron los resultados de la investigación
psicológica como si pertenecieran a un mundo separado, aislado y encerrado en sí mismo. Tal
mundo se identificó con el de los objetos aislados, en sí, y nuevamente como resultado
encontramos el dualismo entre el espíritu y la materia, el representado por el mundo físico y el
mundo psíquico que domina desde Descartes la formulación de los problemas filosóficos.
El dualismo en esta descripción epistemológica de la experiencia se produce por haberse
olvidado el carácter primero y último que tiene la experiencia. Carácter primero, en cuanto que
se da como una forma no regulada; y carácter último, en cuanto se da en una forma mas
regular y significativa. Esta forma es la que hace posible el método y el resultado de la
experiencia reflexiva:
“Lo que nos interesa directamente a esta altura de la discusión es la repercusión del
descubrimiento de los objetos subjetivos sobre la filosofía, en la creación del subjetivismo con
mayúsculas. El final fue que mientras en la vida real del descubrimiento de las actitudes
personales y de sus consecuencias fue un gran instrumento de emancipación, la psicología
resultó para la filosofía “maligna” como bien ha dicho Santayana. Esto es, se trataron las
actitudes del espíritu, las formas de la experiencia como si fuesen suficientes por sí y
completas de suyo; como si fuesen lo dado primariamente, los únicos datos originales y por
tanto indubitables. Así, ora se vio en los rasgos de la auténtica experiencia primaria, en la que
las cosas naturales son los factores determinantes de que se produzca todo cambio, cosas no
dadas y dudosas que sólo cabría alcanzar dotando a la única cosa cierta, la del espíritu, de un
poder milagroso; ora, incluso, se les negó toda existencia, salvo la de complejos estados de
espíritu, de impresiones, sensaciones, sentimientos”.75
Dewey critica las descripciones epistemológicas del subjetivismo. La descripción de un objeto
percibido por los sentidos, se realiza mediante el análisis reflexivo sobre un elemento de la
experiencia real, y su resultado se toma como primario. Como consecuencia de este hecho, el
objeto se vuelve dudoso y problemático para el subjetivismo. Por el contrario, el método
empírico parte del objeto real de la experiencia primaria, reconoce que la reflexión discierne
en él un factor nuevo, el acto de ver, haciendo un objeto de él y usando este objeto nuevo para
75
Dewey, Ob cit página 19.
64
regular, en caso necesario, ulteriores experiencias relativas al objeto ya contenido en la
primaria.76
El método empírico o deductivo propuesto por Dewey sitúa como hemos afirmado a la
experiencia en la condición de un primer y último término. Como inicio y como fin de la
experiencia misma. Inicio en tanto que de la experiencia bruta obtenemos lo preciso para
volver a ella. La imagen del puente colgante presentada más arriba constituye un ejemplo del
lugar que la experiencia ocupa. Ahora bien, habiendo demostrado los beneficios de tal método
en relación con otros modelos epistemológicos, Dewey quiere añadir que como bondad
particular del mismo, destaca el preservarnos de crear problemas innecesarios, y desviar la
atención de los problemas que surgen realmente en el conocimiento efectivo. De otra parte,
constituye la piedra de toque para analizar las conclusiones de la investigación filosófica,
insistiendo en que los resultados de esta reflexión deben ser asumidos como “productos
secundarios”, de tal modo que puedan servir de objetos de confirmación o modificación para
introducir en la experiencia de la que brotaron nuevos y significativos objetos de experiencia
futura. De este modo, viendo como funcionan los nuevos objetos introducidos en la
experiencia, adquieren valor empírico los resultados filosóficos mismos. El método empírico
entonces es aplicable del modo descrito a la filosofía misma. Los resultados filosóficos que
puedan obtenerse mediante este método son sometidos de nuevo a la experiencia, adquiriendo
así el crédito necesario para que valgan todavía a experiencias ulteriores. No deja de ser una
propuesta novedosa, pues sugiere que se adopte el método inductivo en filosofía. La
superación del modelo aristotélico se hace manifiesta en dicha propuesta.
Aristóteles pretendía con su lógica mostrar cómo procede el pensamiento cuando piensa, y
cuál es su estructura. Su lógica era una ciencia que se proyectaba sobre sí misma, en cuanto su
contenido está constituido por las operaciones del pensamiento. Tanto en los Analíticos
Primeros como en los Segundos Analíticos su indagación sobre la estructura silogística admite
que el estudio prescinde del valor de verdad y se centra sólo en la coherencia interna del
razonamiento. Aunque en los Segundos Analíticos se ocupe de los llamados silogismos
científicos, es decir, los que se apoyan en premisas verdaderas, la propuesta aristotélica que
76
Cifrado, Experience and Nature, ob cit página 20.
65
perduró fue precisamente el establecimiento de una lógica encerrada dentro de sí misma. La
crítica de Roger Bacon, en el siglo XIII, también al aristotelismo –no reconocida por Dewey
como lo es la de Francis Bacon– resulta válida en este caso. El razonamiento no puede
distinguir entre el sofisma y la demostración sino por la experiencia. Toda la lógica
argumentativa de los analíticos aristotélicos puede decirse que es concluyente. Pero no
elimina la duda, como sí lo hace la experiencia. El valor demostrativo de la experiencia es
reconocido por Francis Bacon, y ratificado por Dewey bajo los siguientes postulados:
1. Por el carácter de primer y último término que tiene el material de la experiencia ordinaria, Dewey
atribuye a éste el valor de preservar la creación innecesaria de problemas artificiales que desvían la
atención epistemológica de los verdaderos problemas del conocimiento.
2. El método empírico proporciona una herramienta para juzgar las conclusiones de la investigación
filosófica, bajo la descripción original de los objetos secundarios o productos reflexivos que,
brotando directamente de la experiencia, cumplen un papel de utilidad cognoscitiva sólo en la
medida en que tales conocimientos se controlen nuevamente en la experiencia, de suerte que en
este proceso sean confirmados adquiriendo un valor empírico.
3. Si bien la filosofía, tal y como tradicionalmente se ha practicado, nos aparta temporalmente de las
cosas tomadas de la experiencia primaria, esto es un hecho propio de su naturaleza reflexiva, o
“secundaria”. Sin embargo, la tentación –que tradicionalmente se sostuvo durante siglos– de hacer
de estos objetos secundarios la realidad misma, una realidad superior a la experiencia, es un grave
error que debe ser evitado.
Tradicionalmente se ha identificado, como un elemento común incluso a las filosofías más
distantes, la identidad que en ellas se hace de los objetos del conocimiento y los objetos reales.
Éste es precisamente uno de los aspectos mas diferenciales del pragmatismo, en el que no deja
de verse la herencia de Peirce, y también de James en relación con el criterio de verdad. La
tradición pragmatista ha cuestionado de modo contundente el viejo supuesto, y la obra de
Dewey es una de las referencias más sobresalientes al respecto. Desafortunadamente, el error
se ha hecho tan profundo y habitual en el ejercicio de la filosofía, que se ha convertido en un
supuesto incuestionable. En este punto, se abre nuevamente espacio a las críticas contra el
cartesianismo, e incluso contra el empirismo, cuando declaran que las sensaciones son algo
66
confuso, que requieren de claridad y distinción para ser auténtico material de conocimiento.
Dewey se opone a tal punto de vista, afirmando incluso que pocas veces se admite que la
experiencia moral o la experiencia estética revelan rasgos de las cosas reales con tanta
fidelidad como la experiencia intelectual. Dewey considera que tanto los sueños como los
deseos son dignos de consideración al desarrollar una teoría filosófica. Los rasgos de los
objetos alcanzados por la experiencia científica o reflexiva son importantes. Pero la magia y el
mito también lo son. El fundamento de este criterio consiste en que la naturaleza está
constituida en tal forma que puesto que todas las cosas son reales, son naturalmente posibles;
de aquí también que no se eliminen los objetos por la disputa entre apariencia y realidad. Las
ilusiones –afirma Dewey– son ilusiones, pero el hecho de que se den ilusiones no significa
que sea este hecho una ilusión, sino una auténtica realidad. Lo que realmente existe se
interpreta como algo más allá de lo que se conoce. En la realidad existen cientos de cosas cuya
existencia no está determinada por el conocimiento que se tenga de ellas.
Dewey reconoce que el señalamiento de Descartes en relación con la claridad y la distinción
tiene validez, en la medida en que cuando se conoce un objeto se elimina todo tipo de
vaguedad y oscuridad. Esto es definitivo para la teoría filosófica, pero es igualmente
importante advertir que existe lo oscuro y lo penumbroso en modo abundante. En todo objeto
de la experiencia primaria hay potencialidades que nos son del todo explícitas. Este punto es
resaltado por Dewey cuando critica el pensamiento que sostiene que la naturaleza es en sí
misma explícita y evidente, sin posibilidades latentes ni oscuridades. Tal critica es una nueva
invocación a la transformación de la filosofía y de la ciencia en una búsqueda de nuevos
descubrimientos.
“Por mucho que nos esforcemos, no podemos prever todas las consecuencias, hacer de ellas
parte expresa o conocida de la reflexión o de la decisión. A la vista de semejantes hechos
empíricos el supuesto de que la naturaleza es en sí misma toda de la misma índole, toda
distinta, explícita y evidente, sin posibilidades latentes ni novedades u oscuridades, sólo es
posible sobre la base de una filosofía que traza en algún punto una línea arbitraria entre la
naturaleza y la experiencia.”77
El psicoanálisis y sus corrientes más próximas a la filosofía y la epistemología son sin duda
influencias que condicionan el pensamiento de Dewey. Lo que llama la atención es que la dura
77
Dewey, John, Experience and Nature, ob cit página 23.
67
crítica que hace a la tradición no es aplicada al momento científico en el que vive. Sin
embargo, sus aportaciones son significativas en el terreno epistemológico y son sin duda el
fundamento de un cambio que posibilitará el horizonte de transformación en la filosofía
misma mediante el método empírico o denotativo. Lo que interesa resaltar en el contenido de
su tesis es precisamente la intención de hacer de la naturaleza una totalidad sin exclusiones de
ninguna clase, sin ningún tipo de prejuicio. Toda la naturaleza, en tanto que objeto primario,
está llena de potencialidades que no siempre son explícitas:
“Todo objeto patente está lastrado de posibles consecuencias latentes; en el acto más patente
entran factores que no están explícitos. Por mucho que esforcemos el pensamiento, no
podemos prever todas las consecuencias ni hacer de ellas una parte expresa o conocida de la
reflexión y la decisión”.
La tesis dewyana se constituye en una constante crítica a la tradición, para señalar el arbitrario
“intelectualismo” que considera que la experiencia es una forma de conocimiento que debe
depurarse hasta asumir las características de los objetos refinados –o “secundarios”–
presentados por la ciencia. Este “intelectualismo” se opone a los hechos de que se tiene
primariamente experiencia. Las cosas de la experiencia son objetos para tratar con ellos en
modo directo, usarlos, gozarlos, sufrirlos más que “conocerlos”. Se trata de cosas tenidas,
antes que conocidas.
En tal aislamiento se ha considerado a la naturaleza como un conjunto de mecanismos
indiferente, aislado o muerto. El intelectualismo criticado acaba por hacer inexplicable el
conocimiento humano, y también el de otros animales. Dewey rescata los aspectos del
conocimiento que –a juicio del autor de este trabajo– son aplicables en alguna medida al
conocimiento como un evento biológico que se puede insertar de modo directo en el contexto
evolutivo y que, por tanto, es transferible otras especies. El hecho del conocimiento se da sin
duda alguna en todas las especies que han sobrevivido, y
prueba de este hecho es
precisamente su supervivencia. El conocimiento como tal se da en el ave, la salamandra y en
el hombre. Toda especie experimenta una forma de conocimiento en el que la experiencia se
ve enriquecida según el modelo denotativo propuesto por Dewey. Si se prescinde de este tipo
de explicación, es difícilmente sostenible que las especies asuman un comportamiento que
68
favorezca su supervivencia individual y de grupo. Este tema será motivo de estudio en los
siguientes capítulos de este trabajo.
Para Dewey, el papel del conocimiento en la experiencia humana consiste en la administración
inteligente de la acción y la pasión inherentes a la experiencia ordinaria. Adueñarse de las
condiciones en que sucede la experiencia es solo posible en la medida en que el conocimiento
lo posibilita.
“Hacer y padecer, experimentar y ponerse en actitud de que se actúe sobre nuestro sistema
nervioso, de manera que se den los materiales para la reflexión, puede invertir la situación
original en el que el conocer y el pensar estaban al servicio del hacer y el padecer”78.
Esta interpretación favorece en gran medida el hecho de que se estime que el conocimiento
está destinado a favorecer la experiencia. Por el contrario, cuando se asume por “primarios”
los objetos de la experiencia intelectual se rompe la relación que hay entre la experiencia y la
naturaleza. Tal ruptura provocada por el intelectualismo filosófico de la tradición deja sin
explicación al conocimiento de la especie humana y de otras especies, en las que puede
aceptarse una forma de conocimiento análoga. Dewey ve en el sistema nervioso humano un
órgano primeramente de acción y de pasión. De igual modo lo representa la historia de la
evolución humana, en la que la experiencia se vive al margen de todo tipo de intelecutalismo.
La descripción epistemológica que Dewey realiza de la experiencia primaria es perfectamente
compatible con la noción de un conocimiento biológico dependiente por entero del curso de la
historia biológica de las especies. A menos que de modo artificial se rompa la continuidad
entre lo histórico y lo natural, y se introduzca algún agente extranatural que permita aportar
unas cualidades que no tendría en su naturaleza original, el fenómeno del conocimiento puede
ser explicado desde una perspectiva naturalista. El conocimiento humano, en tanto que
biológico, no se ha separado aún del hacer y el padecer. Y continúa siendo tan biológico como
lo fue para las especies que desde hace miles de años han persistido en el recorrido de la
evolución.
78
Dewey, Ob cit página 24.
69
Dewey resalta la universalidad de la experiencia congnoscitiva, y de otro lado subraya que
cuando se identifican los objetos reales con los objetos del pensamiento, los objetos afectivos
y volitivos quedan excluidos del mundo real, de naturaleza, y se ven obligados a refugiarse en
la intimidad del espíritu o en el sujeto. De este modo, se ha constituido en hábito la
experiencia cognoscitiva que levanta un muro entre el sujeto de la experiencia y la naturaleza.
Los efectos epistemológicos de tal hecho trascienden a otros ámbitos. El yo de la psicología y
de la fenomenología se constituye en un peregrino, o todavía mas, en un extraño no
naturalizado ni naturalizable en el mundo. De ahí la contundente afirmación de Dewey:
“La única manera de evitar una separación tajante entre el espíritu que constituye el centro de
los procesos de la experiencia y el mundo natural, que constituye el objeto de la experiencia,
consiste en reconocer que todas las modalidades de la experiencia son vías por las cuales
llegan a realizarse en forma patente algunos rasgos auténticos de la naturaleza.”79
Dewey denuncia la parcialidad de la filosofía, al declarar que se ha favorecido a los objetos
cognoscitivos y sus características a expensas de los rasgos que provocan efectos sensibles:
“El favorecer a los objetos cognoscitivos y sus características a expensas de los rasgos que
excitan el deseo, conducen la acción y producen pasión, es un caso particular de un principio
de preferencia selectiva que introduce la parcialidad y el partidismo en la filosofía. La
preferencia selectiva, con la concomitante omisión y repulsa, son la sístole- diástole de la vida
del espíritu [...]. Pero en los asuntos corrientes y en las investigaciones científicas seguimos
siempre dándonos cuenta de que el material escogido está seleccionado en vista de un
propósito; no se trata de negar lo que se dejó fuera, pues lo omitido es simplemente lo que
carece de interés para el problema y el propósito especial de que se trata.”80
Dewey considera que el concepto de realidad como tal es arbitrario. Cuando los filósofos
determinan la “realidad” lo hacen de modo arbitrario, resaltando diferentes “objetos” en los
que raramente están de acuerdo. Para unos la realidad se limita a las entidades matemáticas,
para otros son simplemente los estados de conciencia; otros los datos de los sentidos. Lo que
impresiona a cada filósofo, y es calificado como evidente de suyo, constituye de modo
arbitrario la realidad que ha de ser estudiada. Por ejemplo, la Escolástica pensó la Verdad y el
79
Dewey, John, Ob cit página 26.
80
Dewey, John, Experience and Nature, ob cit página 26.
70
Bien, juntamente con la unidad, como las notas del ser en cuanto tal. Si bien puede afirmarse
que la realidad es una compleja red de elementos, lo característico de la tradición filosófica
consistió en huir de tal complicación y acercarse a lo permanente, a lo inmutable. Esto
justifica el amor por la matemática, y se hace presente incluso en filósofos vinculados
históricamente con el pragmatismo. Casi todos los filósofos buscaron lo permanente, con un
particular: “amor por los elementos”. Locke buscó las ideas simples, Descartes las ideas claras
y distintas, Hume la impresión. Tal preferencia arbitraria sobre la totalidad de la experiencia es
a juicio de Dewey engañosa, pues bajo una equivocada interpretación de lo eterno, como
inmutable y generador de paz y descanso, ve en el cambio una amenaza y omite comprender el
cambio como un desafío. Esta búsqueda de lo permanente está representada en la tradicional
búsqueda de “la piedra filosofal”, una búsqueda ciertamente absurda que persigue ideas
absolutas y universales, tal y como el mismo Aristóteles lo hizo; ideas idénticas en todos los
tiempos e indiferentes a todos los tiempos a la vez.
Hay una clara arbitrariedad en considerar a tales objetos buscados como “reales”,
superioriores a los demás objetos que constituyen la experiencia. Pero este hecho también
refleja una actitud tradicional en la filosofía que encuentra una justificación histórica en el
interés moral por el bien. La explicación está nuevamente conectada son los rasgos sociohistóricos ineludibles del género humano. Se trata pues de la concepción de la condición
humana de Dewey. El hombre ha estado desde hace miles de años sometido a una precariedad
existencial que lo ha hecho relacionarse con el bienestar y el malestar, es decir, con el valor.
La condición de precariedad de la vida humana nos ha puesto, como a todas las especies, en
situaciones de adversidad, y nos ha llevado a la búsqueda de la prosperidad. Todas las especies
hemos estado en tales condiciones de lucha, lo que necesariamente nos ha puesto en contacto
con el valor, en relación con la prosperidad y la adversidad, con el logro y la frustración, el
éxito y el fracaso. Son circunstancias que nos han obligado a dar prioridad a la experiencia. En
este sentido, la interpretación de la realidad vinculada a la acción, es común a toda especie que
ha logrado sobrevivir. La acción se ha constituido en la historia natural del conocimiento
como el medio probatorio que justifica la previa elección. Tal es la historia del método
deductivo naturalista, que se opone claramente al modelo tradicional que considera los rasgos
previos y finales de la realidad bajo el prejuicio de la inmutabilidad y lo permanente. La
propuesta de Dewey consiste en interpretar el cambio como un generador de beneficios y de
71
esperanzas. El cambio es entonces el hecho presente en la complejidad de la realidad. El
método empírico posee en este sentido las bondades que el modelo de la tradición niega. Pero
tampoco es por sí mismo garantía de encontrar conclusiones absolutamente concluyentes
acerca de la realidad. Y no lo es porque no está dentro de sus pretensiones el reconocer la
naturaleza íntima de las cosas, ni el “ser en cuanto ser”, sino que simplemente entrega en su
análisis una vía de relación con la realidad:
“La adopción de un método empírico no garantiza en modo alguno que se encontrarán
realmente todas las cosas conducentes a una determinada conclusión, ni que si se las encuentra
se las pondrá de manifiesto y comunicará adecuadamente. Pero el método empírico indica
cuándo, cómo y dónde se llegó a las cosas que son objeto de una determinada descripción. El
método empírico pone delante de los demás un mapa del camino por el que se viajó; en
consecuencia, los demás pueden, si quieren, repetir el viaje por el camino para examinar el
paisaje por sí mismos. Así los descubrimientos de uno pueden ser rectificados y ampliados por
los descubrimientos de los demás, con todas las garantías humanamente posibles de
confirmación, ampliación y rectificación. La adopción del método empírico lleva así a la
reflexión filosófica algo de esa tendencia cooperativa hacia la unanimidad que caracteriza la
investigación dentro de las ciencias naturales.”81
Esta explicación pone al conocimiento en la perspectiva colectiva que ya hemos mencionado.
Las aportaciones al conocimiento que se añaden en un proceso de comprobación permanente
explican en gran medida la lógica del trabajo científico que representa la historia breve de la
ciencia. El científico investigador no ha probado nada con la fuerza de la autoridad, ni de la
dialéctica sino que ha colocado sus indagaciones delante de la experiencia e invita a los demás
a seguir el camino recorrido por él para confrontar sus hallazgos. El método empírico
declarará cuando, dónde y por qué, tuvo lugar el acto de elegir un elemento de la experiencia
y pone a los demás en condición de repetirlo. Pero la elección de alguno o varios factores de la
experiencia no se hace de modo arbitrario sino, por el contrario, con base en los datos de la
experiencia misma, y sometiendo a prueba las simplificaciones intelectuales o las cuestiones
de simple opinión. Toda elección que nace del método empírico deductivo es una invitación a
la comprobación de sus resultados. Una invitación opuesta del todo al dogmatismo:
“La elección confesada es un experimento destinado a la comprobación de resultados. Bajo
todos esos rótulos que hablan de conocimiento inmediato o certidumbre autosuficiente de la fe,
sea lógica, estética o epistemológica, hay algo seleccionado para un fin y, por consiguiente, no
81
Dewey, John, Experience and Nature, ob cit página 30.
72
hay nada ni simple ni autoevidente ni intrínsecamente encomiable. Declárese el fin, de suerte
que quepa someterlo a re-experimentación, y podrá juzgarse de su valor y de lo adecuado de la
selección hecha en su favor. El propósito del pensamiento científico y filosófico no es eliminar
la elección sino tornarla menos arbitraria y más significativa”82
82
Dewey, John, Ob cit página 31.
73
SECCIÓN. 4 EL CONCEPTO CLÁSICO DE RAZÓN EN CONTRAPOSICIÓN AL
CONCEPTO DE INTELIGENCIA PRAGMATISTA
Racionalismo y empirismo en contraposición con la noción pragmatista de experiencia
Nos hemos referido a la apelación que ha hecho Dewey a la filosofía clásica, señalando que en
ella se dio a la noción de experiencia el significado de algo contingente y particular. Quedó
pues relegada a una condición de inferioridad. De la mano del viejo criterio solamente es
posible un verdadero conocimiento en la medida en que se trasciende las experiencias
particulares y se busca el plano de la necesidad, la universalidad, es decir de la seguridad.
Dewey también ha explicado que, como ejemplo destacado de este criterio, puede señalarse a
Descartes y el cartesianismo, en cuya concepción la realidad se revela intuitivamente a la
razón, simplemente con la exigencia de poner en orden las ideas. La experiencia, y los
sentidos como parte de ella, se encuentran relegados a una condición de inferioridad y plena
desconfiaza, tal y como lo declaran los siguientes argumentos expuestos por él en sus célebres
meditaciones metafísicas:
a) “Ya me percaté hace algunos años de cuántas opiniones falsas admití como verdaderas en
la primera edad de mi vida y de cuan dudosas eran las que después construí sobre aquéllas,
de modo que era preciso destruirlas de raíz para comenzar de nuevo desde los cimientos, si
quería establecer alguna vez un sistema firme y permanente; con todo parecía ser este un
trabajo inmenso, y esperaba yo una edad que fuese tan madura que no hubiese de sucederla
alguna mas adecuada para emprender esa tarea”.83
b) “Todo lo que hasta ahora he admitido como absolutamente cierto lo he percibido de los
sentidos o por los sentidos”;
c) He descubierto, sin embargo, que éstos engañan de vez en cuando y es prudente no confiar
nunca en aquellos que nos han engañado aunque solo haya sido por una sola vez.”84
Tal criterio cartesiano sostuvo que el conocimiento de los sentidos nos engaña y que Dios es
quien infunde en nosotros las ideas innatas. La mente aparece como una entidad con la que se
accede al mundo mediante los sentidos, mediación dentro de la cual hay espacio para el
83
Descartes, René. Meditaciones Metafísicas ( 1641). Aguilar editores. Buenos Aires Argentina 1981. Primera
meditación.
84
Descartes, MM,I Ob cit. página 31
74
engaño. En contra de tal concepción, la filosofía deweyana defiende el significado de la
filosofía empírica de la siguiente manera:
“Los racionalistas se sirvieron de la lógica empírico-sensorial para hacer ver que la experiencia
sólo daba un amontonamiento de cosas particulares, caóticas y aisladas; lo que resulta tan fatal
para la ciencia como para las leyes y obligaciones morales [...]; y concluían sosteniendo que
era indispensable recurrir a la Razón, si se quería que la experiencia tuviese alguna clase de
principios que le diesen ligazón y coordinación. Las consecuencias totalmente destructoras de
la nueva filosofía empírica parecieron hacer necesario el nuevo idealismo racionalista de Kant
y sus sucesores.”85
Esta crítica es también extensible a los filósofos empiristas. Siguiendo a Dewey, incluso ellos
consideraron la experiencia como algo con lo que teníamos que conformarnos, al no disponer
de otra cosa distinta. Su crítica a la tradición se orientó mas al escepticismo. John Locke
(1632-1704) sostiene que aun tratándose de una experiencia limitada como la nuestra,
podemos modestamente guiar nuestra conducta. Limitando el conocimiento a la experiencia, y
situando en ella el origen de todo aquello que podemos percibir, niega el innatismo; y
juzgando descabelladas las ideas de Descartes, propone “ examinar la longitud de nuestra
cuerda de sondear”, analizando cuál es nuestra propia capacidad, para ver qué objetos están
realmente a nuestro alcance.86 El empirismo cuestionó plenamente la legitimidad de una
autoridad racional superior y tomó por segura a la experiencia. Dewey comparte elementos
del empirismo de Locke, y resalta en este filósofo más su motivación transformadora que el
contenido mismo de sus tesis. Aunque comparte con él su aprecio por la experiencia, se niega
a investigar bajo el modelo de Locke, porque su filosofía representa al hombre en el proceso
de conocimiento como un sujeto pasivo. En esta filosofía el sujeto es un ente en el que las
cosas imprimen sus cualidades mediante los sentidos. Tales “impresiones”, yuxtapuestas,
combinadas y abstraídas constituyen nuestra representación del mundo. Lo único que
conocemos son nuestras ideas. Por el contrario Dewey no admite la pasividad en el proceso de
conocimiento, y apartándose del empirismo, afirma que conocer significa actuar en medio de
la experiencia.
85
Ver John Dewey, Early Works volumen .Obras Completas.Southern Illinois University Press.Ob cit.Página
Reconstruction in Philosophy. Ob cit., página 108.
86
John Locke Ensayo sobre el entendimiento humano" ( New York Dover Publications 1959 Traducción al
castellano de Juan José García Norro. Madrid Tecnos 1998.
75
Dewey considera al empirismo parte de la psicología tradicional. Durante los siglos XVIII y
XIX la psicología que imperó sostenía que la vida mental tenía su origen en las sensaciones
que, recibidas de modo separado y pasivo, se procesaban mediante leyes de asociación y
retentiva, formando un mosaico de imágenes y conceptos. Los sentidos eran simplemente
“puerta de entrada” para el conocimiento”. Dewey se sirve de la psicología con intenciones
epistemológicas y también filosóficas. El estudio que desarrolla en su obra Naturaleza
Humana y Conducta resalta de modo sobresaliente las relaciones estrechas entre la filosofía, la
psicología y las preocupaciones de carácter epistemológico. La experiencia y los sentidos
juegan un papel definitivo en el proceso de integración del conocimiento. Pero no se trata de
un empirismo como el empirismo británico, es un análisis de la experiencia humana con el
significado biologista que ya hemos referido. No obstante, estima en gran medida el
empirismo de Locke por su significado en materia social.
“Así fue como el empirismo iniciado por Locke estuvo movido por propósitos desintegradores.
Tomó por cosa segura el que una vez quitada la carga de la costumbre ciega, de la autoridad
impuesta, y de las asociaciones accidentales, las ciencias y la organización social progresarían
de manera espontánea. El papel que correspondía al empirismo era el de quitar esa carga. La
manera mejor de liberar a los hombres de la carga la ofrecía la historia natural, el cómo habían
surgido y se habían desarrollado en la mente las ideas relacionadas con las creencias y las
costumbres recusables. Santayana llama con justeza psicología maliciosa a la de esta escuela
filosófica”.87
A lo largo de toda su obra, en particular en Experience and Nature, Dewey quiere sostener
que la experiencia constituye una guía para la ciencia y para la vida moral. Desde tal
planteamiento, nos encontramos frente a una concepción nueva de la experiencia, distante de
la que caracteriza a los tiempos antiguos. La herencia de la noción de experiencia procede
como es natural de la filosofía griega. La tradición siempre ha dado el signficado de
“empírico” a lo que tiene algo de peyorativo, obedeciendo al modelo platónico que opuso la
contemplación a la experiencia. Los empiristas, y posteriormente los filósofos del Círculo de
Viena, pretendieron socavar críticamente la tradición acudiendo a la experiencia como único
criterio de comprobación. El intento de estos filósofos empiristas es en criterio aceptable para
Dewey, un criterio ciertamente reformista, pero del cual solo vale recuperar la motivación. El
87
Dewey, John. Reconstruction in Philosophy. Ob cit., página 107
76
contenido -ya lo hemos afirmado- no es válido, en la medida en que su esfuerzo se fundaba de
igual modo en un criterio de razón que se oponía de modo pleno a la experiencia y por lo
mismo a la naturaleza. Se trata de adoptar una perspectiva naturalista que muestre la
continuidad entre la experiencia y la naturaleza, defendiendo la tesis que sostiene la capacidad
de la experiencia para penetrar en la realidad y ponernos en contacto con ella:
“Estos lugares comunes prueban que la experiencia es de la naturaleza, y figura en la
naturaleza. No es la experiencia lo que es objeto de la experiencia, sino la naturaleza: las
piedras, los animales, las enfermedades, la salud, la temperatura, la electricidad, etc. Cosas en
ciertas formas de acción mutua son la experiencia; ellas son aquello de que se tiene
experiencia”. ( EN, 6)
La inteligencia y el Arco Reflejo
Hemos visto cómo Dewey pretende examinar los problemas epistemológicos por medio de la
psicología. En ello se aprecia una gran novedad, consistente en abandonar la tradicional vía
analítica. Dewey acepta la distinción, pero pretende establecer los nexos y conexiones entre
ambos procedimientos88. Por otra parte, el objetivo de la psicología es evitar tanto la
interpretación idealista de la conciencia como la interpretación materialista. Es James quien
suministra la clave a Dewey para entender las emociones al margen del empirismo y del
racionalismo. Según James, no existe una percepción que excite las emociones que luego
darán lugar a las acciones. Para él, la percepción estimula a un organismo que ya está
organizado. Tanto James como Dewey niegan que sea adecuado considerar a la percepción
como algo independiente de la respuesta orgánica. Tanto para uno como para otro las ideas y
excitaciones emocionales se constituyen al mismo tiempo. El estudio que se ocupa del papel
de la inteligencia es el artículo titulado “The reflex Arc Concept in Psichology”89, considerado
por los especialistas como punto de referencia obligado del pensamiento de Dewey. Al
concepto de arco reflejo vincula Dewey la génesis de los dualismos en psicología. El cuerpo y
el alma, la sensación y la idea se construyen sobre la base de la separación entre el estímulo y
88
Uno de los artículos en que pretende establecer las conexiones entre la lógica y la psicología se titula: “¿Is
logic a Dualistic Science? ( 1890) ver John Dewey, Early Works volumen3 Obras completas.
89 89
Publicado por primera vez en 1896 en Psychological Review( 1896) 3, 357-370 The Reflex Arc Concept
in Psichology.
77
la respuesta. La separación de estímulo y respuesta es quizá la más difundida. Según Dewey,
el concepto del arco reflejo designa la concepción por la cual tenemos una sensación seguida
de una idea seguida de un movimiento. El ejemplo que usa es el mismo que emplea James: el
del niño y la vela. La luz de la vela provoca en el niño el estímulo, que provoca el intento de
apagarla, y la consecuente retirada de la mano por el dolor que le produce quemarse. Según
Dewey, un análisis minucioso del fenómeno muestra lo erróneo del razonamiento dualista. El
punto de partida no es algo ajeno al niño, sino una coordinación sensorial motora que
posibilita el acto de ver dentro del cual se debe situar el estímulo sensorial. También debe
establecerse una relación entre el ver y estirar el brazo hacia la llama. Tanto el ojo como el
brazo actúan de manera coordinada, de modo que no puede pensarse tal acción por separado.
Ver no es un “puro ver” sino que está vinculado con el alcanzar, el esquivar, el evitar, el
tomar. Y porque está dentro del niño es por lo que es posible el aprendizaje; de modo que “la
experiencia óptico ocular está engrandecida y transformada en su valor. Ya no será más ver,
sino que en adelante será ver-de-una-luz-que-significa dolor- cuando- entra- en-contacto”.90
Todas las teorías anteriores defienden la tesis de que la respuesta es una experiencia
totalmente nueva, esto es: que la sensación ha sido sustituida por el movimiento. Dewey
pretende que “este circuito es más orgánico que reflejo, porque la respuesta motora determina
el estímulo tan verdaderamente como el estímulo sensorial determina la respuesta motora”91.
La distinción entre estímulo y respuesta es descriptiva, pero no corresponde a la naturaleza.
No hay cosas que sean por sí mismas estímulo y otras que sean respuestas. Se trata, pues, de
una dicotomía explicativa que, a pesar de ser fácilmente comprensible, nada tiene que ver con
la realidad. No hay nada que justifique que se trate de dos elementos separados e
independientes. La teoría ordinaria del “estímulo-respuesta” ha asumido de modo
injustificable que la respuesta constituye una experiencia totalmente nueva, es decir, que la
sensación ha sido sustituida por el movimiento. Considera que estímulo y respuesta son dos
realidades distintas. El estudio de Dewey muestra que la respuesta es necesaria para la
constitución del estímulo y que en lugar de un arco estamos ante un circuito.
90
Dewey, John. EW,5:97
Ver John Dewey, Early Works Volumen 5. Obras Completas.Southern Illinois University Press.Ob cit.página
102.
91
78
“circuito que es más orgánico que reflejo, porque la respuesta motora determina el estímulo,
tan verdaderamente como el estímulo sensorial determina la respuesta motora”.92
El estímulo es lo que permite discriminar el movimiento. Se trata de abandonar el hábito
descriptivo que ha llevado a una distinción entre clases de existencias. No hay, pues, algo que
sea por sí mismo estímulo y otra cosa que sea “respuesta”. La acción debe ser comprendida
de modo global, tanto en el mundo animal como en el caso del hombre. Lo que tenemos es una
secuencia de actos, adaptados unos a otros, para la consecución del fin pretendido. En ellos
dicho fin está completamente incorporado dentro de los medios. Todos los procesos biológicos
que se viven en el reino animal y vegetal son reflejos de la adaptación biológica de los
organismos al medio. Dewey sostiene que existe una continuidad entre el medio y el
organismo, y que el proceso llamado “estímulo- respuesta” es un circuito biológico en el que
se expresa un equilibrio. Tal equilibrio puede ser perturbado u obstruido. El proceso estímulorespuesta puede interpretarse en dos sentidos. En un sentido, se trata del caso en que una
circunstancia, dentro de cierto nivel de la organización biológica, puede ser considerada como
un estímulo: por ejemplo, la disminución en la concentración de sodio, o la presencia o
ausencia de luz etc. El otro significado se refiere a aquella situación problemática en la que, en
particular el hombre, pero también cualquier otra especie, afronta dificultades de adaptación, y
posibilita la aparición de la conciencia:
“Es una cuestión de “interpretación”, podríamos decir que relativa al caso. De hecho, lo que en
una determinada ocasión es interpretado como estímulo, puede ser considerado desde otro
punto de vista la respuesta. El movimiento final deseado es posible considerarlo en ocasiones
no sólo como respuesta sino también como estímulo.” 93
Aquí emerge el criterio con el que Dewey juzga los errores con los que se ha referido
problema. Se trata de una falacia histórica o psicológica94, que consiste en haber convertido
algo que es funcional o eventual en una distinción permanente, perteneciente al orden de las
92
Ver John Dewey, Early Works Volumen 5. Obras Completas.Southern Illinois University Press.Ob cit.página
102.
93
Ver John Dewey, Early Works Volumen 5. Obras Completas.Southern Illinois University Press.Ob cit.página
105
94
Ver John Dewey, Early Works Volumen 5. Obras Completas.Southern Illinois University Press.Ob cit.página
102.
79
cosas. La teoría del arco reflejo rechaza la génesis y función del proceso manteniendo como
partes separadas lo que por sí mismo forma un todo. Se trata de un circuito y no de un arco:
“El hecho es que estímulo y respuesta no son distinciones sobre existencias sino distinciones
teleológicas, esto es, distinciones de funciones, de cara a alcanzar o mantener un fin.” 95
Dewey ha disuelto la dualidad estímulo-respuesta, adoptando una única perspectiva, haciendo
del acto -comprendido en su conjunto- el centro de su consideración. Se trata de un intento
inicial de explicar el proceso de conocimiento desde un punto de vista funcional y orgánico. El
concepto de conciencia no tiene tampoco en este análisis un significado introspeccionista, ni
mucho menos el sentido que adopta en el idealismo. La posición de Dewey nos servirá de
referencia básica para afrontar la problemática que desea tratarse en este trabajo en relación
con algunos problemas de la filosofía de la biología. La caracterización del significado de la
conciencia se lleva a cabo en otro trabajo de Dewey publicado en 191296, y que tiene como
punto de partida la condición natural de los seres vivos, que se encuentran en condición de
reaccionar respecto al medio en el que están insertos y se desenvuelven. La vinculación
orgánica de los seres vivientes con el medio es el fundamento de la explicación de los
llamados estados psíquicos, que en suma no son sino cualidades de esas mismas reacciones, en
el esfuerzo adaptativo de las especies con su medio. Todos los estados reconocidos como el
miedo, la angustia, la curiosidad y la esperanza son “episodios singulares en la vibrante carrera
de éxitos y fracasos de algo viviente”.97
En relación con la experiencia y los estados psíquicos, es preciso aclarar que para Dewey lo
primero en la experiencia es un estado psíquico, y no un asunto o situación en la que se
experimenta. Las distinciones posibles son siempre distinciones posteriores al suceder de los
acontecimientos, y sólo son útiles para el control de aquéllos. Si echamos una mirada a los
acontecimientos pasados, puede hacerse una distinción entre la cara de miedo y el sentimiento
95
Ver John Dewey, Early Works Volumen 5. Obras Completas.Southern Illinois University Press.Ob cit.página
102.
96
El ensayo que se menciona se titula “What are states of Mind” (1912). (EW,5:107)Ob cit .El trabajo se ocupa
de las emociones, señalando que los estados psíquicos o de la mente tienen su origen en distinciones
epistemológicas forjadas a la luz de los problemas filosóficos de carácter metafísico que versan sobre la mente y
la materia.
97
Dewey, John. MW 7:36-37 Ob cit
80
de miedo, o el evento triste y el entristecimiento, pero tal duplicidad no existe en la situación
original, en la que las distinciones entre lo subjetivo y lo objetivo, lo físico y lo psíquico no
remiten a dos clases de existencia. Es por esta razón por la que la conciencia no es una
realidad sustantiva sino adjetiva. Dewey se sirve de la explicación de James acerca de la
misma como una corriente, en donde cada impresión está conectada con las demás y ninguna
existe de modo aislado. Tal interpretación se aleja también de todo asociacionismo. La
psicología kantiana tradicional supuso la existencia de una sustancia o conciencia racional que
imponía sus formas a las sensaciones. La perspectiva deweyana interpreta la conciencia como
una corriente integrada en el fluir de los actos. Bajo esta interpretación, no es el estímulo el
que desencadena la acción, por apelación a una conciencia, sino que el estímulo es
interpretado desde el acto, desde la acción:
“De igual modo que el descubrimiento de la sensación marca el establecimiento del problema,
así la constitución de la respuesta marca la solución de este problema.”98
Hábito e inteligencia como nociones centrales de su propuesta
Anteriormente se explicaba la acción desde la conciencia, ahora es la conciencia la que queda
explicada en términos de acción, en su origen y funcionamiento. Tal enfoque permite ver que
el interés de Dewey por la psicología no se limita a ella misma como tal, sino que se pretende
situar su interpretación del conocimiento y de la inteligencia humana en el marco de una
teoría de la acción.
En ese esfuerzo se pretende establecer un anclaje biológico a la
inteligencia, desde los supuestos orgánicos que determinan la acción. Es esta, entonces, una
nueva conceptualización de la mente humana que sitúa en el concepto de hábito el centro del
análisis. En realidad son escasos los autores que se han ocupado del concepto de hábito en la
filosofía. Aristóteles y Hume son quienes más atención han prestado a este aspecto tan
relevante del proceso del conocimiento. Dewey, como Hume, manifiesta la fuerza recíproca
que los hábitos y costumbres ejercen sobre las creencias, las emociones y las actitudes de los
hombres. Algunos estudiosos reconocen en el concepto de hábito deweyano una pieza
98
Ver John Dewey, Early Works Volumen 5. Obras Completas.Southern Illinois University Press.Ob cit.página
107-108.
81
fundamental de su filosofía99, desarrollada de modo particular en su ensayo The Reflex Arc
Concept in Psichology100. El concepto de hábito no está vinculado, como tradicionalmente se
ha puesto, en la relación con el mundo subjetivo, sino que supone una integración entre el
sujeto y el medio ambiente. Dewey reconoce que el hábito es también una función natural en
la que se incorpora el medio ambiente101. Su explicación es de nuevo biológica, cuando
propone como ejemplo funciones naturales, como la respiración, en la que nuestro organismo
mediante los pulmones establece un hábito de interacción con el medio ambiente:
“..las acciones naturales, como el respirar, y el digerir, y las adquiridas como el habla y la
honradez, son funciones tanto del medio ambiente como de la persona; son cosas hechas por el
medio ambiente a través de estructuras orgánicas o de disposiciones adquiridas.”102
Los hábitos son la manera en que el individuo trata con el medio que le circunda adaptándose
a él. Tal concepción no es del todo compatible con la versión aristotélico-tomista, según la
cual existe un yo o una voluntad que se despliega en los hábitos. Muy por el contrario, Dewey
sostiene que los hábitos tienen tanta fuerza en nosotros que forman parte de nuestro propio ser,
al punto de que nosotros somos el hábito, y nuestra identidad se forma a partir de nuestros
hábitos, haciendo del hábito un elemento alrededor del cual se construye toda psicología.
Dewey lo define de esta manera:
“ ..esa actividad humana que es influida por actividades previas, y en ese sentido adquirida;
que contiene en sí misma ordenamiento, sistematización; que puede proyectarse y es de calidad
dinámica, que está pronta a manifestarse abiertamente y de manera activa”103.
El hábito constituye una predisposición para reaccionar de una determinada manera, una
especial sensibilidad a determinados estímulos, y que no pudiendo permanecer oculto siempre
se manifiesta. El hábito en la psicología deweyana constituye el eje esencial de la conducta
99
Ver Kestenbaum (1977) que resalta en el concepto de hábito un significado no solo antropológico y
psicológico, sino también ontológico.
100
Ob cit.
101
Ver John Dewey, Early Works Naturaleza y conducta humana. Obras Completas. Southern Illinois University
Press.ob cit. página 26
102
Ver John Dewey, Early Works volumen . Naturaleza y conducta humana. Obras Completas. Southern Illinois
University Press.ob cit. página 25
103
Ver John Dewey, Early Works volumen . Naturaleza y conducta humana. Obras Completas. Southern Illinois
University Press.ob cit. página 28
82
humana, en la que la sociabilidad juega un papel preponderante. En este punto es necesario
afirmar que la presencia de las costumbres sociales sirve de modo fundamental a la
consolidación de hábitos individuales: “Las costumbres persisten porque los individuos
forman sus hábitos personales bajo condiciones establecidas por hábitos anteriores”104. La
resultante de este proceso de interacción entre los hábitos individuales y sociales, es una
concreción del proceso de socialización. Ello explica la forma en que la sociedad se configura
a partir de los individuos. Tradicionalmente se ha partido de la mente como una entidad
aislada del medio que le circunda. Por el contrario, Dewey propone como punto de partida la
comprensión de la acción establecida de modo colectivo, considerando los hábitos sociales y
colectivos como elementos de configuración de los hábitos individuales, y éstos como los que
en última instancia definen el carácter y demás elementos que configuran la personalidad.
Para Dewey lo decisivo no son los impulsos, aunque nos parezcan originales y primarios. Lo
decisivo es lo secundario, lo adquirido, lo aprendido, esto es: los hábitos. La razón de ello es
que no existen impulsos puros. Todos los impulsos se transforman en hábitos bajo la
influencia de otras personas que ya tienen hábitos. Esto determina la dimensión social de los
hábitos, que hacen que una cierta descarga física se convierta en una acción intencional. Aquí,
una vez más, se sitúa Dewey en contra de la tradición, en la que el pensamiento de Platón,
Rousseau, Hobbes etc., al pretender justificar el comportamiento humano desde una visión
basada en el conocimiento innato, lleva a simplificaciones artificiales y distorsionadoras. Tales
explicaciones son reflejo de las tendencias y de las épocas, pero en modo alguno explican
conductas. De este modo, no pueden justificarse conductas “innatas” como la guerra, sino
obedecen a hábitos e instituciones sociales que las generan y toleran. Menos aún puede
justificarse el estado o la propiedad privada aludiendo a la naturaleza humana. Es preciso
apoyar la existencia de una psicología con fundamentos biológicos, y por lo mismo situarse
en el contexto de una antropología más objetiva.
“Los impulsos son puntos de partida muy flexibles de las actividades, las cuales se diversifican
de acuerdo con las formas en que son usadas. Cualquier impulso pude convertirse en una
disposicion cualquiera, según su interacción con el medio que le rodea.”105
104
Ver John Dewey, Early Works volumen . Naturaleza y conducta humana.Obras Completas. Southern Illinois
University Press.ob cit. página 63
105
Dewey John, NHC,95 Ob cit
83
Bajo este análisis de los impulsos y su carácter plástico y moldeable mediante los hábitos,
Dewey quiere resaltar la posibilidad de moldear aquéllos mediante la educación. La variedad
de formas institucionales y culturales son producto de las interacciones sociales, por lo que el
problema de la modificabilidad humana depende en gran medida de la persistencia de
costumbres y tradiciones. Por esta razón, semejantes problemas de carácter antropológico y
social son empíricos, y no deben dar lugar a teorizaciones a priori. Determinar qué es el
hombre, al margen del medio que le rodea, es una indagación inútil. Lo natural del hombre es
estar en relación con el medio, y tal relación está mediada por la sociedad y la cultura. Por
tanto no es posible obtener lo natural en el hombre, excepto afirmando que cada forma social
de lo humano es natural. Lo que el hombre hereda es su necesidad de aprendizaje. De ahí que
la primacía del hábito signifique antes que nada que el ser humano no tiene una naturaleza que
le prescriba una forma según la cual tiene que ser, pues no hay ninguna estructura orgánica
que se convierta en normativa. La mente tampoco es una dotación originaria, dada, sino más
bien algo adquirido, una reorganización de las actividades en un medio determinado. La mente
es el funcionamiento de ciertas clases de deseo y de creencias que son en definitiva un
producto social:
“El impulso y la inteligencia son secundarios respecto del hábito, de manera que puede
considerarse la mente como un sistema de creencias, deseos y propósitos que se originan en la
acción recíproca entre las aptitudes biológicas y el medio social.” ( NHC, 11)
Dewey quiere defender la primacía del hábito sobre el impulso, así como acentuar el poder
que la sociedad tiene sobre el individuo, al configurar su carácter mediante los hábitos
colectivos. No se trata de un reduccionismo sociológico; por el contrario, Dewey resalta la
circularidad que existe entre el hábito y la costumbre, entre el individuo y la sociedad. Los
hábitos se forman bajo el imperio de la costumbre, pero la costumbre es el resultado de la
moralidad encarnada en los hábitos. Lo decisivo es que el individuo no está predeterminado
desde el punto de vista social. Pero, de otra parte, queda abierta la transformación del hombre
mediante la educación: mediante la acción directa sobre los hábitos se puede transformar al
individuo y a la sociedad. La pregunta es entonces esta: ¿cómo poder transformar los hábitos e
inaugurar diferentes cursos de acción? La respuesta se halla en una explicación naturalista del
pensamiento y la inteligencia. Los hábitos son fuente de conocimiento e inteligencia:
84
“Los hombres saben con sus hábitos, no con su conciencia.”106
Dewey se opone a la visión de la mente como un órgano específico que se dispone al
conocimiento. Es una crítica de tipo biológico, que además fundamenta su trabajo
epistemológico. La tesis pone en tela de juicio muchos años de historia de la filosofía con la
siguiente afirmación:
“Es un mito la existencia de una mente, conciencia o alma en general, que ejecute estas
operaciones. La doctrina de la existencia de un alma sola, simple e indisoluble fue la causa y el
efecto del error cometido al no admitir que los hábitos concretos son los medios de los que se
sirven el conocimiento y el pensamiento.”107
Son los hábitos los que constituyen la forma en que los individuos se adaptan y ajustan al
medio, y también mediante ellos interacctúan con el. Pero ya hemos afirmado que la
interacción con el medio significa conflicto:
“Sin hábito, sólo hay irritación y vacilación confusa. Con el hábito sólo, no hay sino una
repetición maquinal, una recurrente duplicación de viejos actos; en cambio, con el conflicto de
los hábitos y la liberación de impulsos se realiza la búsqueda consciente.”108
Esta propuesta deweyana define el interés principal del presente trabajo, que desea establecer
las consecuencias que se siguen de la disolución del concepto tradicional de mente. El
concepto de inteligencia en el contexto evolutivo será entonces el que sustituirá al de mente,
para fijar su significado epistemológico, y ver cómo actúa en la filosofía de Dewey. La tesis
deweyana consiste en negar que el pensamiento exista como una entidad que desde fuera dicta
las normas de la acción; por el contrario, el pensamiento emerge de la acción cuando ésta se ve
perturbada por problemas. De dicha tesis se desprende un modelo de interpretación de la
ciencia misma y en general del trabajo psicológico de la mente humana. El pensamiento surge
cuando el hábito se ve interrumpido, cuando no sabemos qué hacer o cómo actuar. Es por esta
razón por la que la inteligencia se halla en continuidad con los mecanismos de adaptación del
individuo y de la especie en términos biológicos. He aquí de nuevo la vinculación de tal
106
Dewey, John. NHC,172. Ob cit
Dewey, John, NHC,166. Ob cit
108
Dewey, John. NHC, 170 Ob cit.
107
85
interpretación con la acción y con el deber de la filosofía. Se trata de lograr cambios en los
hábitos de la sociedad, de modo que las escisiones que han separado el cuerpo y mente, la
experiencia y la razón, la teoría y la práctica sean superadas, en un horizonte pragmatista que
integre tal disolución bajo una noción biológica de inteligencia, que beneficie al hombre.
“Cuanto mayor es la separación entre lo corporal y lo mental, menor es el desarrollo de nuestra
civilización” 109
Cuerpo y mente se encuentran fundidos, y cualquier separación que se haga resulta artificial y
perjudicial. De aquí la importancia de comprender el pensamiento como acción introyectada.
La acción está al inicio y al final; más aún: la naturaleza del pensamiento es acción. Dewey
critica la sustancialización de la mente, y la explica como un resultado del pensamiento
dicotómico de la tradición, que es preciso reconstruir. Su tesis tiene implicaciones
epistemológicas, como hemos explicado, pero también de carácter sociopolítico: las
instituciones no son otra cosa que el reflejo de los individuos y sus hábitos, que crean
costumbres sociales. De ahí que la noción de democracia no se fundamente en ideales
distantes sino en las arenas movedizas de los individuos. La democracia tiene en esta
interpretación un asiento psicológico. Este interesante aspecto sobrepasa los intereses de este
trabajo. Baste decir que la psicología sirve de base para la democracia, sin que ello implique
una reducción. Dada la plasticidad originaria del ser humano, la psicología puede estudiar
cómo las costumbres influyen en los individuos, y cómo lograr hábitos más flexibles y
abiertos. La psicología deweyana pretende mostrar que estamos en la acción, que en ella nos
movemos. El hombre, en esta perspectiva, se muestra como un constante transformador del
medio:
“En este sentido, el recuerdo del pasado, la observación del presente y la previsión del futuro
son indispensables, pero lo son para una liberación del presente, para un floreciente desarrollo
de la acción”110.
Resumiendo, la tarea crítica de Dewey quiere ser una denuncia al intelectualismo, que nos ha
llevado a suponer que podemos reducir la acción a supuestos teóricos. Por el contrario, Dewey
109
110
Dewey, John. LW, 3:30. Ob cit
Dewey, John. NHC, 214 Ob cit.
86
quiere sostener que estamos inmersos en la acción, y que la tarea de la inteligencia es la
liberación de todas sus potencialidades.
87
SECCION 5. CONCEPTO DE LO REAL Y LO IDEAL
El concepto clásico de lo real y lo ideal
La constitución de la experiencia en Dewey depende plenamente de asociaciones, de recuerdos
y emociones con una historia natural que ha descrito en varios lugares -en especial en
Reconstruction in Philosophy-.111 Se trata, como ya hemos afirmado, de una reconstrucción
histórica que muestra que la religión ha antecedido de modo natural a la ciencia, y de cómo las
experiencias humanas han sido manipuladas en función del placer. Es una teoría vigente en la
psicología de los años 20 que rescata parte del freudismo de la época. Dewey sostiene que, en
función del placer y el displacer, los hombres apartamos lo desagradable, de la misma manera
que nos apartamos en la acción de lo perjudicial. El hombre esquiva las consecuencias
desagradables de los actos pasados y presentes, mediante todo tipo de excusas, en la búsqueda
de que el panorama mental sea lo mas tranquilo posible. La tesis de que todo tiempo pasado
fue mejor, es en verdad sostenida por Freud, y su contenido es casi indiscutible por la
psicología contemporánea.112 De esta manera, las cosas que la imaginación propone como
elemento remodelador son precisamente las cosas que menor realidad han tenido; y, de igual
manera, las circunstancias que hacen difícil la vida son remodeladas por la imaginación con el
fin de hacer más soportables las dificultades. La ensoñación es la vía que permite a la
imaginación superar las dificultades de lo real. De estas observaciones extraídas de la
psicología humana, Dewey deriva los rasgos más sobresalientes de la filosofía, cuando
describe una realidad suprema y última que es de naturaleza ideal. El reino de las ideas de la
filosofía platónica es el ejemplo más característico. Esta perspectiva de análisis permite
comprender la esencia de las religiones. Los dioses griegos se convierten en proyecciones
idealizadas de los rasgos vistos como admirables en los mortales. De ahí su parecido, y de ahí
su búsqueda de perfección en los dioses; en quienes encontraban hombres mas perfectos, mas
bellos, mas sabios pero con todos los rasgos humanos. Se trata de un análisis de corte
psicologista, que pretende explicar la naturaleza de la religión y de la filosofía misma. Según
111
Ob citada capítulo II.
Ver Freud. Psicopatología de la vida cotidiana. Traducción al castellano por Luis Lopez Ballesteros y de
Torres Madid Alianza 2000.
112
88
Dewey, en el plano de la filosofía se vive la misma tendencia. Las formas de Aristóteles no
son otra cosa que objetos de la experiencia corriente a los que se les ha privado de sus
defectos, y se han elevado a un nivel de perfección idealizado, para satisfacer las exigencias de
un deseo insatisfecho en relación con la experiencia, que como tal resulta desalentadora. El
poeta y el moralista se lamentan al unísono de que los bienes y valores de la experiencia sean
bienes sujetos al cambio, sean efímeros. Toda mutación existe dentro de la inestabilidad, y
ésta es comprendida como una carencia. Por tanto, la realidad completa, el reino del Ser, ha de
mantenerse siempre fijo, inmutable, verdadero y bueno.
El cambio, como contraste con lo permanente, opone lo múltiple a la unidad: es la oposición y
lucha de los contrarios de Heráclito. El mundo pasajero es un mundo de discordia. El Ser,
verdadero, total, inmutable, es la perfección. De aquí la superioridad del conocimiento de las
cosas inmutables, en oposición al contacto con lo lutable; la superioridad del conocimiento
como contemplación al conocimiento
práctico, de la teoría sobre la experiencia. Es el
dualismo que ha consagrado tradicionalmente la filosofía. El conocimiento contemplativo es
superior al conocimiento práctico que ofrece resultados útiles como la alimentación, el
vestido, y que al no ocuparse de lo eterno es inferior e imperfecto. De igual modo, en esta
forma aristotélica de pensar se entiende que el conocimiento político es superiro al del
artesano, pero todavía inferior al filosófico, por ser las dos primeras actividades de índole
práctica que tienen una finalidad más alla de sí mismas. Por el contrario, el conocimiento
contemplativo de las formas es el conocimiento que por naturaleza corresponde a la Filosofía,
es decir, la Filosofía representa el último y más elevado nivel de conocimiento; conocimiento
encerrado dentro de sí mismo como contemplación última de la realidad. Platón lo describe en
varios de sus diálogos, en los que explica cómo la mente del que conoce se transforma y se
hace semejante a lo que ella conoce.
En esta línea de pensamiento, la teología cristiana vivió también la transformación del
platonismo al aristotelismo, y sostuvo que el fin del hombre era conocer la Verdad. La mente
humana, semejante a Dios, conoce bajo el esquema contemplativo. Ello permite a Dewey
describir el conocimiento como un espectáculo. Lejos de la idea de transformación el
conocimiento es contemplación:
89
“Estas ideas se abrieron camino hasta la teología cristiana pasando por una variedad de
conductos, especialmente por el neoplatonismo y por San Agustín; grandes pensadores
escolásticos enseñaron que la finalidad del hombre es conocer al Ser Verdadero, que el
conocimiento es contemplativo, que el Ser Verdadero es pura Mente inmaterial, y que en
conocerlo consisten la Bienaventuranza y la Salvación. Aunque no puede llegarse a tal
conocimiento en esta etapa de la vida sin la ayuda sobrenatural, sin embargo la mente humana
se asemeja a la esencia divina conforme lo realiza, y de ese modo constituye la salvación. Este
traslado del conocimiento contemplativo a la religión dominante en Europa ejerció su
influencia en las personas desprovistas de filosofía teórica. Fue legada a generaciones de
pensadores como axioma indiscutible la idea de que el conocer es intrínsecamente una mera
percepción o visión de la realidad, es decir el concepto del conocimiento como espectáculo.”113
Pero Dewey describe en este hecho una ruptura radical, hecha por la filosofía misma, que ha
modificado sustancialmente el criterio de lo real y lo ideal.
Dewey declara que el
conocimiento, en realidad, nada tiene de contemplativo. El conocimiento de la física y la
química no “contempla” de modo pasivo al objeto con la esperanza de descubrir sus formas
físicas inmutables. El físico y el químico buscan un cambio. Sacan al objeto fuera de sus
condiciones habituales, para producir cambios. En vez de adoptar una actitud antagonista
hacia todo cambio, lo propician como estrategia de conocimiento. El cambio es entonces
contemplado como una oportunidad, no como una pérdida, ni como una imperfección. El
cambio es utilizado como elemento de conocimiento e incluso como criterio dentro del
método experimental.
“En resumen, ya no se consideran las mutaciones como una caída desde el estado de gracia
como descenso de realidad o como una señal de imperfección del Ser. La ciencia moderna no
trata ya de descubrir alguna forma fija o esencia detrás de cada uno de los proceso del cambio.
El método experimental trata, por el contrario, de deshacer las fijezas aparentes y de provocar
los cambios. No considera a la forma que permanece inmutable frente a los sentidos, a la forma
de la semilla o del árbol, como clave del conocimiento de la cosa, sino como un miro, como
una obstrucción que es preciso echar abajo”.
En consecuencia, el científico hace experiencias, con este o con aquel producto, en esta o en
aquella condición, hasta que algo empieza a ocurrir; hasta que, como si dijéramos, se produce
un hacerse. El científico supone que constantemente está cambiando algo, que dentro de todas
las cosas en aparente reposo se realiza un movimiento; y que estando como está el proceso
oculto a nuestra percepción, la manera de descubrirlo consiste en colocar la cosa en cuestión en
circunstancias nuevas hasta que el cambio surge a la vista. En resumen, la cosa que hay que
aceptar y a la que hay que dedicar la atención no es la que nos fue dada originariamente, sino la
que surge después de que hemos colocado esta última en una gran variedad de circunstancias
para ver cómo se conduce.”114
113
114
Dewey, John. Reconstruction in Philosophy, ob cit pag 132.
Dewey, John. Reconstruction in Philosophy, ob cit pag 134.
90
Esta nueva interpretación de lo real es pues la propuesta deweyana. Tendrá de inmediato
consecuencias para el problema epistemológico. Lo real se presenta no como algo para ser
contemplado sino para ser transformado. El mundo es materia para ser transformada. En ello
Dewey no se aparta de las pretensiones transformadoras del marxismo. El carpintero no
describe la madera, sino que la transforma, su actividad transformadora es parte del
conocimiento de la misma. Tal es el ingrediente pragmático del conocimiento, que convierte el
conocimiento con fines contemplativos en otro con fines de utilidad.
“Ahora bien, lo que hace del carpintero un constructor es que se fija en las cosas, pero no
simplemente como objetos en sí mismos, sino con referencia a la finalidad que tiene en la
mente. Lo que a él le preocupa en la madera, en las piedras, en los hierros, que él observa, es
que sean adecuados para realizar ciertos cambios adecuados que el desea ver cumplidos. Su
atención se dirige a los cambios que esos materiales experimentan, y a los cambios que ellos
hacen sufrir a otras cosas, para de ese modo poder elegir la combinación de cambios que él
producirá, el resultado que desea. Solo gracias a esos procesos de manipulación activa de las
cosas para llevar a cabo su designio, descubre el carpintero las propiedades que tienen.”115
Esta comprensión pragmática de lo real describe a las cosas en función de lo que ellas pueden
ser, y de lo que con ellas puede hacerse. Se trata de una modificación profunda de la actitud
del hombre frente al mundo natural. El concepto de lo real, bajo el paradigma clásico, podía
propiciar una actitud pasiva ante al realidad, incluso de resignación y de sumisión; también
una viva curiosidad estética. Puede verse en tal posición cierta búsqueda del placer: el
conocimiento contemplativo se ve vinculado con la contemplación de lo bello, en condiciones
de plenitud, y es opuesto a la vida turbulenta del cambio natural. El análisis de Dewey permite
reconocer el trasfondo psicológico griego que heredará la filosofía bajo la imagen del
conocimiento contemplativo. Como contrapartida a este concepto, la interpretación activa del
conocimiento ve al medio en el que se realiza como algo que debe ser transformado, en una
actitud que puede ser calificada de agresiva. La naturaleza se hace plástica, se convierte, pues,
en algo que debe ser transformado para el uso humano, y entonces el cambio se entiende de
modo distinto. Se abandona la consideración patética del cambio, dejando atrás las ideas de
decadencia o pérdida que lo acompañaban. Los cambios ahora son también instrumentos de
los que puede obtenerse provecho, en los que se puede intervenir para conducirlos, para
encaminarlos a nuevas finalidades. Esta es la representación del trabajo propio de la ciencia.
En el devenir científico el cambio siempre es acogido de modo activo, y el provecho de éste
115
Dewey, John. Ob cit pag 134.
91
coopera de modo directo en la obtención de resultados concretos. Se trata entonces no de un
conocer pasivo y contemplativo sino de un conocer activo.
Dewey se lamenta de que esté tan arraigado el concepto de una razón alejada de las cosas y
encerrada en sí misma. Critica con decisión el intelectualismo que supone que las cosas son
suficientes en sí mismas, y que contribuyen en el conocer a un espectáculo del todo pasivo.
Sus críticas se hacen agudizan cuando afirma que tal representación del conocimiento ha
impedido que el conocimiento se constituya en un factor que altere el curso de los
acontecimientos, para limitarse a ser algo sublime que no puede contaminarse con la practica:
“Han transformado el conocimiento en un esteticismo moralmente irresponsable. El verdadero
sentido de la doctrina del carácter actuante o practico del conocimiento, de la inteligencia, es
objetivo. Equivale a afirmar que las estructuras y los objetos que la ciencia y la filosofía
levantan frente a las cosas y los hechos de la experiencia concreta, cotidiana, no constituyen
un campo aparte en el que pueda descansar satisfecha la contemplación racional; significa que
esas estructuras y objetos son obstáculos elegidos, los medios materiales y los métodos ideales
de encaminar en una dirección ese cambio que de todos modos tiene por fuerza que ocurrir.” 116
Sin embargo, este cambio de actitud no significa de ninguna manera una renuncia a tener
ideales, o que el hombre deje de ser lo que también es, un ser de imaginación, sino que invita a
que se geste un cambio de perspectiva en la determinación de las funciones imaginativas que
el hombre modela para sí mismo. Esta propuesta pone en evidencia que la refutación del
modelo epistemológico clásico no es una negación basada en su “falsedad”, al modo en que
tradicionalmente ha operado el discurso de la filosofía, sino una llamada a que, reconociendo
la naturaleza del hombre, sea posible modelar sus propias tendencias imaginativas en su
beneficio. Gracias a la imaginación, el hombre se impuso la tarea de explicar el conocimiento
del mundo como un acto de contemplación; se trata ahora de conducir la imaginación, la
energía imaginativa, hacia la transformación del mundo y de sí mismo. El mundo ideal del
hombre, dentro de la filosofía clásica, es un puerto de llegada, un lugar de remanso donde
puede escaparse del cambio, donde se puede refugiar de las tempestades de la vida bajo una
seguridad ideal. Pero en la propuesta del conocimiento activo, ese reino ideal ya no es algo
remoto a lo cual se tienda con la actitud contemplativa, sino que es algo real, perteneciente a
las posibilidades de realización humanas. Sobrevive la idea que Dewey ha sostenido desde
116
Dewey, John. Reconstruction in Philosophy, ob cit pag 136
92
sus primeras obras. Son las dificultades las que hacen que el hombre filosofe, y se proyecte
hacia un mundo de posibilidades. Este trabajo al que se llama filosofía se convierte, pues, en
un instrumento para la acción sobre ese mundo que es preciso concretar mediante las acciones
humanas.
Uno de los ejemplos mas elocuentes que señala Dewey, en relación con las capacidades de
transformación posibles mediante la interpretación activa del conocimiento, está representado
por el problema de la distancia. La distancia es una fuente de obstáculos y dificultades para el
hombre desde hace milenios. No en vano el mundo permaneció aislado durante muchos siglos
por esa razón. La distancia imposibilitó el contacto entre los hombres, su interacción y su
comprensión mutua. En tal estado de cosas, el descontento, la inquietud debida a los
problemas de la comunicación, encontraron una respuesta inicial en los mensajeros. Grandes
distancias eran recorridas por muchos de estos hombres en todas las culturas humanas. Ahora
bien, puede decirse que para salir de aquella situación había sólo dos caminos. Uno, confiar,
desde el reino de la ensoñación, en alguna fuerza mágica que hiciera posible la comunicación
entre los hombres −de lo que se deriva que puede hacerse una comprensión subjetivista de la
distancia, como algo metafísicamente irreal−. Por medio de tal caricatura, Dewey describe
nuestra familiaridad con la metafísica clásica. Pero la molestia real no se ve superada por la
explicación metafísica, y por mucho que el hombre sueñe con un mundo mejor, el problema
persiste. El otro camino es explicado del siguiente modo:
“La idea se convierte en un punto elevado desde el cual se examina el panorama de la realidad
actual con el fin de ver si no hay algo que nos sirva de indicación de cómo podríamos realizar
la comunicación a distancia, algo utilizable como medio de hablar hasta muy lejos. La
sugerencia o la imaginación aunque sigue siendo ideal, es abordada como una posibilidad
capaz de ser realizada dentro del mundo natural concreto, y no como una realidad superior
aislada de ese mundo. En ese aspecto se convierte en una plataforma desde la que examinamos
los hechos naturales. Las cosas, observadas desde el punto de vista de esta posibilidad, nos
descubren propiedades que ignorábamos hasta entonces.”117
Situados en este terreno, la idea de hablar a distancia adquiere caracteres menos confusos y
más seguros. La idea acaba tomando una forma positiva y las acciones encaminadas a tal
propósito se van multiplicando. La posibilidad es usada como instrumento y, a la luz de lo que
se logra descubrir, la idea toma forma concreta. Cada vez tiene menos de idea, de posibilidad
117
Dewey, John. Ob cit pag 138
93
anhelada, para adquirir cada vez mas el perfil de un hecho real. La invención acaba teniendo
forma; y, entonces, el hombre ha dispuesto primero del telégrafo, del teléfono, luego de
inalámbricos. Hoy podremos añadir el desarrollo de las comunicaciones que ha sido posible a
lo largo del siglo XX.
En este punto es preciso subrayar que la metodología ha sido entonces, como ahora, la misma.
Es el problema o la necesidad la que ha hecho posible que la imaginación se encamine,
mediante el método de la experimentación, a la búsqueda de soluciones. Hoy más que nunca
puede ratificarse la capacidad transformadora del conocimiento. Pero nada de esto ha sido
gracias a la interpretación del conocimiento como contemplación. La división del mundo en
dos clases de ser, el del mundo de la razón, superior e inmutable, y el de la experiencia,
inferior y sujeto inevitablemente al cambio, ha posibilitado la representación del conocimiento
como contemplación. Lo cierto es que con el desarrollo de la ciencia, y en particular de los
grandes cambios de los últimos siglos, el conocer fundamentó su naturaleza experimental, y
sus propias pruebas experimentales se han hecho vehículos de conocimiento que cooperaron
en la transformación de las cosas y que dieron lugar a nuevos descubrimientos. Las ciencias
experimentales son entonces comprendidas como un obrar gobernado por la inteligencia, que,
lejos de la contemplación, están plenamente inmersas en la práctica. La propuesta deweyana
de la transformación de la filosofía camina en esta dirección. La filosofía debe transformar su
comprensión de lo real y lo ideal, si no quiere apartarse del espíritu de la ciencia. La filosofía
debe convertirse en operante y experimental. Lo real adquiere, así, un significado nuevo. Deja
de presentarse como algo acabado y definitivo, para asumir una naturaleza inscrita en el
cambio, y a la vez como vía de realización de mayores cambios. Lo ideal y lo racional se
constituyen ahora como instrumentos de transformación del mundo, es decir, de mutación. Su
instrumentalidad está representada en la capacidad de proporcionar nuevas posibilidades que
pueden rehacer y mejorar lo real.
Según Dewey, hemos asumido la costumbre de pensar el conocimiento bajo la forma del
espectador pasivo, es decir de la contemplación. Hay que transformar ese modelo. No se trata
de contemplar un cuadro acabado; por el contrario, hay que participar, como el artista, en la
realización del cuadro. No se trata de alejar a la filosofía de la comprensión de las personas
94
corrientes, ni tampoco a la ciencia de sus resultados y procesos. Se trata de pensar el
conocimiento como algo activo y operante:
“Si se convierte en hábito el pensar el conocimiento como cosa activa y operante, después de la
analogía de la experimentación guiada por la hipótesis, o de la invención guiada por la
imaginación de alguna posibilidad, no exageraríamos diciendo que la primera consecuencia
sería la de independizar a la filosofía de todos los rompecabezas de la epistemología que
actualmente la llenan de perplejidad. Porque todos ellos surgen de un concepto de la relación
en el conocer entre la mente y el mundo, el sujeto y el objeto, que parte del supuesto de que el
conocer consiste en atrapar algo que existe ya.”118
Muchos consideran que privando a la filosofía de esta distinción entre lo noumenal y lo
fenoménico, y de la intención de explicar el conocimiento como el acto de un sujeto aislado en
relación con otro objeto aislado, no le queda nada para hacer. Por el contrario, Dewey sostiene
que, libre de estos problemas, queda una tarea mucho más fructífera y necesaria, de cara a
afrontar los fallos sociales y morales que sufre la humanidad, concretando su atención en
poner remedio a tales males y desarrollar una idea mas clara de mejores posibilidades sociales.
Dejando de lado la indagación de otros mundos, se encargará de comprender y corregir
defectos sociales concretos. Se trata en alguna medida, aunque vagamente descrita en la obra
citada –Reconstruction in Philosophy -, de liberar a la filosofía de la metafísica y de las
insolubles cuestiones epistemológicas, para hacer comprender a la sociedad que, atendiendo al
modo como hoy se lleva a cabo la investigación y la invención, es posible conseguir un
cambio en el concepto de conocimiento; que de ser pasivo y contemplativo, se convierte en
activo.
Tal cambio en el conocimiento solo se ha hecho en la dimensión técnica del trabajo
contemporáneo mediante las ciencias industriales. El hombre ha multiplicado sus fuerzas
sobre la naturaleza, controlando sus fuentes de riqueza y prosperidad material. Pero hay un
desfase entre el desarrollo material y el desarrollo moral del hombre. Hemos vivido una
revolución tecnológica, circunscribiendo el progreso en el conocimiento a ella. Pero, de otro
lado, esta revolución ha propiciado también cambios y perturbaciones morales serias. La
segunda guerra mundial es un ejemplo al que acude Dewey para sostener que el problema del
capital y el trabajo, y el desarrollo tecnológico en diferentes campos, no se realizan de modo
118
Dewey, John. Reconstruction in Philosophy, ob cit pag 141
95
simultáneo y equilibrado, sino que, por el contrario, se evidencia una disparidad notoria que
genera los problemas que hoy afrontamos.En esta línea, Dewey reconoce la necesidad del
progreso moral y político mediante la educación. Precisamente porque persisten las causas
que dieron origen a la existencia de la filosofía tradicional, busca encontrar en esa vía las
soluciones a estos problemas. Dewey niega que este cambio de tareas dentro de la filosofía sea
una rebaja al plano burdo del utilitarismo. Se trata de racionalizar las posibilidades de la
experiencia, y en modo particular de la experiencia humana colectiva. Los pueblos
occidentales progresaron por el camino de la ciencia experimental y del control de la
naturaleza antes que los pueblos orientales. La razón de este hecho se debe a que han generado
hábitos de vida contemplativos y religiosos, antes que el esfuerzo científico y práctico de
occidente. Lo curioso es que el problema de lo real y lo ideal es un problema característico de
la filosofía de occidente, y se ha presentado como uno de los temas persistentes en la filosofía,
en especial en nuestra época:
“ Nunca lo ‘real’ y lo ‘ideal’ se han afirmado de manera tan ruidosa como en nuestro tiempo; y
jamás en toda la historia del mundo estuvieron tan distanciados entre sí. La guerra mundial se
hizo alegando finalidades puramente idealistas: la humanidad, la justicia, y una libertad igual
para los fuertes y para los débiles. Y se llevó a cabo valiéndose de medios realistas,
suministrados por la ciencia aplicada, con altos explosivos, aviones de bombardeo y maravillas
mecánicas del bloqueo que llevaron al mundo hasta muy cerca de la ruina, con el resultado de
que las personas reflexivas están hoy preocupadas por la perpetuidad de esos valores selectos
que llamamos civilización.”119
Pero la crítica deweyana va todavía más lejos al sostener que el problema de lo real y lo ideal
es tan serio que en manos de una filosofía tradicional, inmersa en los problemas ya descritos,
ha conducido a un estancamiento histórico con graves consecuencias. El rechazo a los
idealismos del siglo XIX es sin duda uno de los elementos que Dewey incluye en su trabajo
crítico. Tales idealismos están caracterizados por la perniciosidad y el perjuicio, al estar
aislados de la existencia concreta. El idealismo es en realidad una “tragedia” que considera la
existencia de un mundo espiritual autónomo, que existe dentro de sí mismo y por sí mismo:
“La verdadera moraleja que habría que sacar sería la de hacer comprender la tragedia de ese
idealismo que cree en un mundo espiritual que existe dentro de sí mismo y por sí mismo, y la
trágica necesidad de estudiar de la manera más realista las fuerzas y las consecuencias, de
llevar a cabo ese estudio de una manera más científicamente exacta y completa que la titulada
119
Dewey, John. Ob cit pag 145
96
‘política del realismo’. Porque los criterios de corto alcance, el sacrificar el porvenir a los
intereses inmediatos, el cerrar los ojos a los hechos, y a las fuerzas que nos resultan
desagradables y el magnificar lo duradero de aquello que se acomoda a nuestras apetencias
inmediatas, no son cosas ni verdaderamente realistas, ni científicas. Es una falsedad afirmar
que los males de la situación nacen de la falta de ideales; de donde nacen es de los ideales
equivocados. Y estos ideales equivocados tienen a su vez la base en la ausencia de una
investigación metódica, sistemática, imparcial, crítica e incansable, siempre que se trata de
problemas sociales, llevada a cabo en las condiciones ‘reales’ y operantes que llamamos
ciencia, y que han conducido en el campo de la técnica al hombre hasta el dominio de las
energías físicas”120
Para Dewey el problema entre lo real y lo ideal no está situado en el contexto del idealismo
sino el ámbito de la vida ordinaria. Dewey no cree que la filosofía resuelva el problema entre
de lo real y lo ideal. Tal problema está en el devenir cotidiano. La clave del primer paso para
su solución consiste en liberarnos de los errores de la filosofía, ya mencionados, y que han
consistido en el rechazo a la comprensión del cambio, y en la supuesta existencia de ideales
del espíritu y de la razón apartados de lo material y de lo físico.
120
Dewey, John. Reconstruction in Philosophy, ob cit pag 146
97
SECCION 6. EL SIGNIFICADO Y CONSECUENCIAS DE LA RECONSTRUCCIÓN
LÓGICA.
La interpretación que Dewey realiza del significado de la lógica es asimismo crítica, y forma
parte de su esfuerzo reconstructivo. La lógica ha sido elegida como guardiana de principios
que pretenden establecer la estructura última del universo, bajo el criterio que afirma que el
mundo posee una racionalidad, es decir que es inteligible, y que, por lo mismo, está formado
de acuerdo con leyes. La lógica limita su campo a las leyes del razonamiento correcto; pero lo
correcto puede no llevar a realidades auténticas. Muchos idealistas consideran a la lógica el
sustituto de la antigua metafísica. Es en estos dos campos en los cuales la crítica deweyana se
centra. De un lado, pretende negar que la lógica se ocupe del “razonamiento correcto” y, de
otro, señala su vinculación directa con la tradición. Desde este punto de vista, Dewey
encuentra en la lógica una actividad heredera del aristotelismo, que asume un carácter
demostrativo en la Edad Media, y que luego se apropia de un perfil inductivo para el
descubrimiento de la verdad. Pero, la lógica fue también objeto crítica por parte de la filosofía
alemana, la psicología, las matemáticas, tanto en la línea de la deducción, como en la linea del
descubrimiento inductivo. Sine embargo, el fundamento del trabajo crítico de Dewey se apoya
en el argumento biológico, afirmando que el juicio lógico antes que ser lógico es psicológico.
“El juicio no es, en modo alguno, lógico, sino personal y psicológico. Si es lógico constituye la
función primordial a la que están subordinados el concepto y la deducción; es un subproducto
de ambos; la distinción entre sujeto y predicado es necesaria [...]. Entre los que sostienen que la
relación sujeto predicado es esencial, hay algunos que afirman que el juicio es un análisis de
algo anterior a ambos términos, en tanto que otros afirman que es una síntesis de ellos que da
lugar a algo distinto. Unos sostienen que el sujeto del juicio es la realidad, y otros que la
‘realidad’ es lógicamente sin importancia. Entre quienes niegan que el juicio es la atribución
del predicado al sujeto, y lo consideran como una relación de elementos, hay algunos que
sostienen que esa relación es ‘interna’ y otros que es ‘externa’, mientras que otros afirman que
unas veces es interna y otras veces es externa.”121
Dewey afirma que pueden aceptarse tales contradicciones en el discurso acerca de la lógica,
sólo si no tienen ninguna importancia práctica. En realidad califica tales contradicciones de
121
Dewey, Ob cit. Cap VI. Página 150.
98
“cómicas” en el caso de que no tengan significado practico. Pero son demasiado graves si se
pretende un significado práctico para la lógica:
“La afirmación convencional de que la experiencia nos hace ver únicamente cómo han pensado
o cómo piensan los hombres, en tanto que la lógica se preocupa de las normas, del cómo
deberían pensar los hombres, es cómicamente absurda. La experiencia ha hecho ver que ciertas
maneras de pensar no han llevado a ninguna parte; peor aún, que han llevado al engaño y a los
errores sistemáticos. Otros modos de pensar demostraron mediante una experiencia clara que
conducían a descubrimientos fructíferos y duraderos.”122
Dewey afirma que la lógica se ve afectada por la modificación que ha existido en la
comprensión de las relaciones entre la experiencia y la razón, en la medida en que el
pensamiento, según su epistemología pragmatista, es considerado simplemente como un
medio de reconstrucción de la experiencia. En este sentido la lógica pierde su significado
“formal”, en la misma medida en que el pensamiento es comprendido como resultado
biológico natural. Es por esta razón por la que prescindir de su dependencia con la realidad
resulta inaceptable para Dewey. La lógica es simplemente un resultado natural que carece de
las pretensiones formales señaladas por la tradición. Tampoco podría ser interpretada la lógica
como el campo de las estructuras intrínsecas del pensamiento del universo como supusiera
Hegel, ni menos aún como aproximaciones sucesivas a la estructura objetiva del pensamientos
humano bajo el criterio de Lotze. El pensamiento es una reorganización deliberada de la
experiencia. En esta medida, la lógica es la formulación clarificada de los procesos del pensar,
capaces de hacer posible la reconstrucción de la filosofía de modo eficaz.
“Pero si el pensar constituye la manera de llegar a una reorganización deliberada de la
experiencia, entonces la lógica es la formulación clarificada y sistematizada de los procesos del
pensar, capaces de hacer posible que la deseada reconstrucción avance de manera económica y
eficaz. En lenguaje familiar a los estudiosos, la lógica es al mismo tiempo una ciencia y un
arte; una arte en cuanto que partiendo de esa descripción, proyecta métodos mediante los
cuales el pensamiento futuro se beneficiará de las operaciones que conducen al éxito y evitará
aquellas que conducen al fracaso.”123
Dewey de este modo resuelve la disputa de si la lógica es empírica o normativa, psicológica o
reguladora. Bajo la interpretación deweyana es ambas cosas, en la medida en que suministra
122
123
Dewey, Reconstrucction in Philosophy. Ob cit. Cap VI. .
Dewey, Ob cit. Cap VI. Página 151.
99
el material empírico concreto. El hombre ha razonado desde hace milenios con resultados de
todo tipo. Pero es bajo la experiencia donde se demuestran las consecuencias distintas de los
diferentes modos de investigar y de razonar. Se trata pues de una interpretación de la lógica no
como un camino formal de reglas del pensar, sino como una manera de comprobar el
significado empírico del pensamiento, en el contexto de una relación directa de causa y efecto
comprobada de modo empírico.
“Quien medite en esta manifestación empírica no se quejará de falta de materiales con que con
construir un arte regulador. Cuanto más se estudian los datos empíricos del pensamiento real,
más evidente resulta la conexión entre las características concretas que condujeron al fracaso y
al éxito. Las normas y las reglas de un arte del pensar se derivan de esta relación de causa y
efecto comprobada de manera empírica.”124
La crítica que hace Dewey es análoga a la hecha por Mill a la lógica. Su argumento histórico
pone a prueba todo tipo de formalidad en la lógica y las matemáticas. Dewey considera que
examinada de esta manera, la lógica es también un resultado tan empírico como la metalurgia.
El hombre primitivo y sus sucesores comenzaron golpeando piedras, de igual modo que
empezaron luego a contar por necesidad. El mismo proceso de constitución del método
científico se llevó a cabo en dicha circunstancia. Algunas veces se tuvo éxito y en otras
muchas se fracasó. Los resultados obtenidos incitaron a nuevas formas de mejoramiento. La
matemática es producto de un largo desarrollo histórico durante el cual se han intentado
diversas formas experimentales en diferentes direcciones. Algunos ejercicios propiciaron
confusión, otros alcanzaron resultados fructíferos y esclarecedores. El método científico a lo
largo de todo este proceso ha sido el hilo conductor del progreso y el conocimiento actuales.
“Los matemáticos contemporáneos pueden presentar la estructura de las matemáticas como si
esta hubiese brotado completa y de golpe del cerebro de un Zeus, que tenía la conformación
anatómica de la lógica pura. Sin embargo, la realidad es que esa estrucutra matemática es
producto de un largo desarrollo histórico, durante el cual se han intentado toda clase de
experimentos.” 125
124
125
Dewey, Reconstrucction in Philosophy. Ob cit. Cap VI. Página 153
Dewey, Ob cit. Cap VI. Página 151.
100
Para Dewey la estructura de las matemática calificada como a priori no es más que el final de
un proceso largo de penosas experiencias, equivalente a los conocimientos obtenidos a lo largo
de los siglos en el manejo y obtención de metales. También el metalúrgico selecciona, refina y
organiza los métodos que el pasado comprobó como eficaces en la práctica. La lógica tiene
fundamentos empíricos, y su importancia radica en ser un resultado empírico antes que ser un
objeto formal y a priori. En el camino reconstructivo, Dewey señala la necesidad de examinar
el pensamiento en sus orígenes biológicos remotos, de modo que se derive de estos
fundamentos la estructura de una nueva lógica que sirva de guía a la experiencia. Ya ha
señalado cómo la experiencia es materia de conducta, de impulsos sensoriales, y cómo el
pensamiento parte de los conflictos concretos propiciados por la experiencia ordinaria.( Ver
sección 2 y 3 Capítulo II). Hemos señalado en dicha sección cómo Dewey afirma que el
pensamiento surge de los problemas concretos de la experiencia.
Es de los problemas
concretos propiciados por la experiencia odinaria de donde emerge la reflexión y
la
investigación:
“Los seres pensantes son aquellos cuya vida se ve tan apretada y oprimida dentro de sí misma
que no pueden llevar de inmediato el curso de su acción hacia su realización victoriosa”126
El pensar emerge en situaciones de dificultad sólo en la medida en que éste constituye un
camino para salir de ellas. Pero no sólamente es el pensar el camino de solución de los
problemas. También el sueño, el embelesamiento, las idealizaciones emotivas son caminos
que estudia la psicología moderna, en los que se evidencia la tendencia a solucionar
problemas. Dewey sigue de cerca las explicaciones que da la psicología a los recusos humanos
ante las situaciones de dificultad, y que pretenden eliminar las sensaciones conscientes de la
angustia. Señala que la investigación nace como respuesta a una situación o condición
problemática. La búsqueda sistemática, minuciosa, extensa y la observación son formas en que
la investigación se ejecuta para obtener resultados que permitan la resolución de problemas:
“El pensar, cuando es un método de reconstrucción de la experiencia, por otro lado, considera
la observación de los hechos como paso indispensable para definir el problema, para localizar
la dificultad y de dónde proviene esta, en lugar de conformarse con una sensación vaga y
emotiva. Ese pensamiento no es casual, sin finalidad, no es una mezcolanza, sino que es
intencionado, concreto delimitado, por el carácter de la dificultad encontrada. Su finalidad es la
126
Ver sección 2 y 3 Capítulo I de este trabajo. ( Dewey, Reconstrucction in Philosophy. Ob cit. Cap VI. Página
154)
101
de aclarar la situación perturbada y confusa, a fin de que puedan sugerirse modos razonables de
hacerle frente. Cuando el científico da la sensación de que observa sin finalidad determinada es
simplemente que está poseído de un amor tan grande hacia los problemas como fuentes y guías
de la investigación, que trata de descubrir un problema allí donde no aparece ninguno en la
superficie; podríamos decir que anda a la cabeza de una dificultad para darse el gusto de
resolverla.”127
La vieja forma de contemplar el proceso de conocimiento ha propiciado desde la antigüedad la
emergencia del idealismo, calificado como “sonambulismo intelectual”. Tal hábito generó la
presencia de “pensadores” que se mantienen alejados de la práctica, esto quiere decir que se
mantienen alejados de la posibilidad de someter a prueba la consistencia de su pensamiento.
Esta es la consecuencia de haber separado la teoría de la práctica con las consecuencias
funestas ya señaladas. (Ver Secciones 1 a 3 del capítulo II). Las dificultades observadas en los
hechos concretos poseen además un significado que está representado en el alcance que
representa para la experiencia subsiguiente. Se trata de una anticipación de lo que está por
venir:
“ El herrero se fija en el hierro, en su color y contextura para sacar indicaciones de la
transformación que está a punto de ocurrir en el mismo. El médico observa a su enfermo para
descubrir síntomas de un cambio en alguna dirección determinada. El científico vigila atento su
material de laboratorio para obtener una clave de lo que ocurrirá bajo determinadas
condiciones.”128
Dewey resalta que la observación no es en sí misma una finalidad, sino una búsqueda de
indicaciones y señales, y que de ella emerge la previsión anticipadora. Pero en el proceso de
acción el modo de respuesta está siempre bajo el modelo científico del ensayo y el error, del
tanteo:
“Ahora bien, el método de acción, el modo de responder con que se pretende producir un
determinado resultado, es decir, el que capacitará al herrero para dar al hierro caliente una
forma determinada, al médico para dar al paciente un tratamiento que facilite su curación, y al
experimentador científico sacar una conclusión aplicable a otros casos, son por la naturaleza
misma del caso simples tanteos, inseguros mientras los resultados no los hayan
comprobado.”129
127
Dewey, Reconstrucction in Philosophy. Ob cit. Cap VI. Página 157
Dewey, Ob cit. Cap VI. Página 159.
129
Dewey, Reconstrucction in Philosophy. Ob cit. Cap VI. Página 159.
128
102
Es en este sentido como la lógica también se inscribe dentro del la experiencia. Todo sistema,
por muy sólido y trabajado que parezca, debe siempre ser mirado como una hipótesis. Sus
afirmaciones deben ser siempre miradas como base para acciones que servirán de
comprobación, no como finalidades.
103
CAPITULO III. ANÁLISIS DE ALGUNOS ELEMENTOS VINCULADOS CON LA
PROPUESTA DEWEYANA
SECCION 1. LA NOCIÓN EXPERIENCIA DEL PRAGMATISMO DEWEYANO
El papel de la experiencia en el conocimiento y su doble dimensionalidad.
Es preciso hacer una breve recapitulación en relación con el significado de la experiencia. Ya
hemos afirmado que la noción de experiencia que se encuentra en la propuesta deweyana
forma parte de un planteamiento cuyo objetivo no se limita a la descripción del proceso del
conocimiento según el modelo epistemológico tradicional (sujeto cognoscente –objeto
conocido). La experiencia no se sitúa en un plano opuesto al de la razón contemplativa sino
que se constituye en el único lugar desde el que puede establecerse el conocimiento. La
simplicidad de su planteamiento choca en gran medida con el hábito que la filosofía ha creado
durante siglos en la mente de los filósofos herederos del clasicismo. Desde su perspectiva, la
naturaleza se halla vinculada inseparablemente con la experiencia, y solo puede conocerse
mediante la experiencia misma; los estrechos vínculos de la naturaleza con la experiencia
humana se remontan al ámbito biológico y evolutivo. En realidad, según Dewey, poseemos la
experiencia que nos ha otorgado la naturaleza por el camino de la evolución. En otras palabras,
podemos experimentar la naturaleza gracias a los dones con los que la naturaleza misma ha
dotado al conocimiento humano. Y es precisamente el camino de la experiencia humana con
su significado biológico el que permite desentrañar la naturaleza misma del cosmos en función
de nuestro conocer y de nuestra vida.
El proceso del conocimiento se ha estructurado de modo semejante en las especies, incluida la
humana, como una mediación entre el redescubrimiento de lo nuevo a través de lo viejo. En
pocas palabras, se trata de reconocer aquella manera de pensar que establece conexiones
operantes entre los nuevos y los viejos temas, bajo la idea de que no podemos hacernos dueños
104
de lo nuevo, y ni siquiera mantener lo presente, si no es mediante el servicio que como
instrumentos podemos encontrar en las ideas que ya tenemos. El conocimiento nuevo y el
viejo toman significados epistemológicos definidos cuando están en presencia el uno ante el
otro. Lo viejo es siempre un instrumento para interpretar el nuevo conocimiento, y mientras
mayor sea la distancia que hay entre lo nuevo y lo viejo, mayor es la carga que pesa sobre la
reflexión. Tal ha sido la actividad del científico cuando hace historia natural. En su propósito
se pretende una reconstrucción del pasado que relacione elementos y secuencias no observadas
pero sí inferidas. De esta manera se pueden predecir observaciones en ciertos lugares sobre
determinados acontecimientos, de modo que se obtenga un conocimiento que puede ser
comprobable en el futuro. Aquí aparece la noción de experimento como la estrategia que pone
a prueba tal predicción. Este es en gran medida el centro del método empírico o denotativo
que pone de manifiesto que la ciencia vive de la experiencia en modo permanente, y que hace
de ella su aproximación a la naturaleza.
Una de las inflexiones del pensamiento deweyano en relación con la tradición consiste en
reconocer en la naturaleza el objeto mismo de la ciencia. No es la noción de verdad clásica la
que motiva la investigación, sino el poder transformar la naturaleza el motor que pone en
movimiento el conocimiento humano. Experiencia y naturaleza han sido separadas de modo
injustificable por la tradición, trayendo consigo un sinnúmero de problemas y
pseudoproblemas que han ocupado a la filosofía, procediendo de este trabajo buena parte del
descrédito en el que se encuentra sumergida la filosofía. Antes que ser trascendida, la
naturaleza es el lugar ordinario de la experiencia y del conocer. Dewey, en su análisis, no se
introduce en el hábito que la filosofía clásica ha impuesto. Discutir dicho hábito significaría
analizar las preguntas de la epistemología tradicional que establece las tajantes distinciones
entre sujeto y objeto, o la estructura a priori del conocimiento que propuso Kant, o los
argumentos dialécticos como vía de explicación de lo natural. Libre de tales ataduras, el
pensamiento deweyano deja para la historia del pensamiento occidental tales enfoques, y
promueve el examen mismo de la ciencia y su método, como un lugar en el que se evidencia la
vinculación directa entre la experiencia y la naturaleza. Si bien el naturalismo empírico
deweyano pretende explicar nuestra condición natural cognoscitiva, de igual manera pretende
ser explicación del conocimiento de la ciencia. Tanto la ciencia como el hombre particular
elaboran un conocimiento en el que desde observaciones se hacen preguntas y comparaciones
105
con resultados congnitivos previos, y que establecen la posibilidad de colegir circunstancias y
a la vez predecir nuevas condiciones:
“Un geólogo en 1928 nos habla de los acontecimientos que tuvieron lugar no solo
antes de que él naciera, sino millones de años antes de que ser humano alguno hubiera
venido a la existencia sobre la tierra. Lo hace así partiendo de cosas que son
actualmente el material de la experiencia. ( ...) El geólogo no saltó de la cosa que
puede ver y tocar a un acontecimiento de las edades pasadas; colacionó la cosa
observada con otras muchas, y de diferentes géneros, que se encuentran por todo el
globo; y comparó los resultados con los de otras comparaciones anteriores, y con los de
otras experiencias, digamos las del astrónomo. Esto es, el geólogo traduce las
coexistencias observadas, en secuencias no observadas inferidas. Finalmente fecha su
objeto situándolo en un orden de acontecimientos. Mediante el mismo método predice
que en ciertos lugares se observarán ciertas cosas de que no se tiene todavía
experiencia.”130
En tal planteamiento se hace visible la dependencia entre la ciencia y la experiencia. Tal
dependencia es debida a la relación existente entre la experiencia y la naturaleza. Si bien esta
dependencia tiene raíces biológicas como lo hemos dicho, también posee una segunda
dimensión instrumental:
“La naturaleza intrínseca de los acontecimientos se revela bajo la forma de cualidades
directamente sentidas de las cosas. La estrecha coordinación y hasta fusión de estas
cualidades con las regularidades que forman los objetos del conocimiento, en el sentido
propio de la palabra ‘conocimiento’, caracteriza la experiencia inteligentemente
dirigida, a diferencia de la experiencia simplemente causal y acrítica”.131
Aquí se observa el doble significado de la experiencia. De una parte, la experiencia se nos
muestra con todos los problemas que han caracterizado a la gnoseología. Sobre el particular ya
hemos descrito la postura crítica de Dewey, con declarado carácter antimetafísico y también
antiepistemológico (en el sentido clásico). De otro, se observa la noción de experiencia bajo la
perspectiva instrumental, según la cual la experiencia deja de ser pasiva y acrítica para
constituirse en el ingrediente esencial del conocimiento. Dewey pretende encontrar una
similitud en la problemática que vincula al lenguaje con ese doble dimensionalidad. El
lenguaje posee una dimensión cultural instrumental como elemento de cooperación social y de
130
131
Dewey, John. Experience and Nature, pag XVI introducción. Ob cit
Dewey, John. Experience and Nature, pag XIV introducción. Ob cit
106
compenetración, y otra como un acontecimiento simplemente natural consistente en los gritos,
la voz animal, las ondas y el aire. No será tema de nuestro análisis la problemática del
lenguaje. No obstante, baste afirmar que el lenguaje participa dentro de esta perspectiva del
carácter de instrumento, con serias implicaciones sociales y, por iguales razones, con un
significado educativo.
Retornando a nuestro análisis, subrayemos que Dewey ha sostenido de modo rotundo que en
las ciencias naturales la experiencia y la naturaleza son inseparables, y que tal unión no ha
sido descalificada por ningún filósofo, y mucho menos por ningún científico. Muy al
contrario, esta indisolubilidad es el camino mismo de la experiencia, que de modo controlado
permite, mediante el método empírico, que sus conocimientos se muestren como
verdaderamente científicos. Es precisamente este el lugar en que la teoría es comprendida
como un puente colgante entre los hechos.132 La experiencia es para Dewey parte de la
naturaleza:
“Las piedras las plantas, los animales, las enfermedades, la salud, la temperatura, la
electricidad, etc. Cosas en ciertas formas de acción mutua son experiencia; ellas son aquello de
que se tiene experiencia. Vinculadas en otras determinadas formas a otro objeto natural -el
organismo humano- son igualmente la manera como se tiene experiencia de las cosas. La
experiencia llega así a descender al fondo de la naturaleza; tiene profundidad. Tiene también
anchura y la tiene con una amplitud indefinidamente elástica. Se extiende. Este extenderse
constituye la inferencia.”133
En suma, Dewey quiere sostener que la ciencia misma es la forma de la experiencia, prueba
de tal hecho es que la ciencia se presenta como la capacidad de penetración y de elasticidad
casi sin límites que despliega en la naturaleza como parte de ella. En la ciencia natural la
experiencia es el punto de partida, y es a la vez el único método de habérnoslas con la
naturaleza. De alguna manera, hablar de experiencia y hablar de ciencia es tautológico.
“La razón es que todo lo designado por la palabra ‘experiencia’ está tan
adecuadamente incorporada a los temas y los procedimientos de la ciencia, que
mencionar la experiencia solo sería duplicar con un término general lo abarcado ya en
términos precisos.”134
132
Ver Dewey, John Experience and Nature cap I. Ob cit.
Ver Dewey, John Experience and Nature cap I. Ob cit página 6.134
Ver Dewey, John Experience and Nature cap I. Ob cit página Capítulo I, página 12.
133
107
Tal posición se opone de modo radical a la investigación filosófica que puso a la experiencia
lejos del escenario del conocimiento. La tradición cartesiana puso en un lugar inferior a la
experiencia y al experimento, en comparación con la intuición y el raciocinio, hasta que se
impuso el triunfo del método galileano y newtoniano que reubica el significado de la
experiencia para el conocimiento científico. En este argumento se expresa el vínculo que
existe entre la naturaleza y la experiencia. Pero no es sin duda el único lugar en el que hallar
tal unión. El esfuerzo de Dewey consiste en eliminar el hábito que las ha separado. Deshacer
tal hábito es un importante propósito de su investigación psicológica y epistemológica que ya
hemos comentado (véase Capítulo II ).
No obstante este gran esfuerzo explicativo, que justifica la estrecha e inseparable vinculación
de la experiencia con la naturaleza, pervive la crítica que Cohen ha hecho a Dewey135 -quien le
acusa de exceso de antropocentrismo-, al hacer inviable toda teoría sobre la naturaleza no
humana o física, y reducirlo todo al dominio de la experiencia del hombre. Cohen señala que
la postura deweyana es radicalmente empirista, impidiendo que podamos traspasar el ámbito
de la experiencia; alude, como Kant, a la posibilidad de una realidad previa a la experiencia o,
como los metafísicos, a una realidad más allá de la experiencia. Dewey, por el contrario, niega
cualquier posibilidad de explicación trascendental, afirmando, no sin dificultades, que la
naturaleza está dentro de la experiencia. Su planteamiento supone que no es posible hablar de
la realidad más allá de lo que permite nuestra experiencia, con lo que al mismo tiempo
pretende hablar de la continuidad entre la naturaleza y la experiencia. La explicación
deweyana para tal continuidad puede tener elementos confusos, sin duda. Lo definitivo está en
comprender que la objeción de Cohen es respondida, afirmando que
la pretensión de
diferenciar lo humano de lo no humano en la experiencia carece de sentido, pues la
formulación de tal interrogante se hace bajo una perspectiva de discontinuidad entre la
naturaleza y la experiencia. La experiencia no es cosa distinta de la naturaleza misma, y es
precisamente en la naturaleza en que la experiencia se hace presente al ser humano.
135
Ver Cohen, “ Nature in Experience ( 1940) .
108
“Tanto la experiencia se encuentra en la naturaleza, como la naturaleza se encuentra en la
experiencia.” 136
Bajo esta perspectiva, la experiencia puede ser comprendida como un tipo de eventos que se
producen en la naturaleza, y la experiencia contiene naturaleza por ser algo de ella misma, y
que ella misma posibilita. Ahora bien, es preciso aclarar que por continuidad no puede
entenderse identidad. La continuidad entre experiencia y naturaleza quedaría expresada bajo el
siguiente punto de vista:
“La experiencia es exploradora, transformadora y liberadora de la naturaleza. A través
de la experiencia, los caminos y potencialidades de nosotros mismos y de las cosas
llegan a hacerse manifiestas.”137
Experiencia como eje de la acción reconstructiva.
Dewey ha descrito el deber de la filosofía “como una teoría generalizada de criticismo”138, y a
la metafísica la señala como una búsqueda de un insigth genérico dentro de la existencia,139
para la que todo lo vinculado a la experiencia es un elemento contaminante de cara a
alcanzarlo. La problemática propiciada por la metafísica puede ser resuelta desde la propuesta
deweyana, consistente en dos elementos: de un lado, la negación de tal insight y, de otro, la
reubicación de la experiencia como única vía posible de conocimiento. La estructura de la
experiencia es precisamente la experiencia vivida. Conocer significa conocer con nuestro
cerebro, conocer con los dones con los que la naturaleza misma nos ha dotado para
experimentarla y transformarla. Lejos de esta perspectiva está el criterio de conocimiento de
las cosas tal y como son en realidad; aquí es preciso señalar que el pragmatismo deweyano
considera las cosas, las ideas y “verdades” como realidades prácticas, ya que todas ellas lo
son, aunque en sentidos diferentes. Por interpretaciones erróneas de estos sentidos fue por lo
que aparecieron las injustas acusaciones en contra del pragmatismo. La epistemología
deweyana es una reelaboración cercana al empirismo, aunque como ya hemos afirmado, está
136
Alexander, Thomas John Dewey’s Theory of Art, Experience and Nature. State University of N York Press,
1987.
137
Dewey, John. (EN, capítulo I )
138
Cifrado en Experience and Nature, pag XVI introducción. Ob cit.
139
Ibid, página 440.
109
muy apartada de su punto de vista, pues el empirismo aún considera la experiencia como una
vía inadecuada pero útil para el hábito racionalista de la tradición.
“La importancia peculiar que tiene en la filosofía el punto de vista y la perspectiva que éste
constituye, se ve acrecentada por el hecho que en la historia de la filosofía una gran parte de los
puntos de vista contrastantes ha sido elaborada según el modo en que el mundo aparecía desde
ellos, es decir según las categorías fundamentales mediante las cuales se deben comprender las
cosas del mundo. Los significados conferidos a las palabras e ideas que prácticamente se
repiten en todos los sistemas, tienden a fijarse de tal manera que parecería que no quedara otra
posibilidad de elección que dar a los nombres -y a los problemas a que se refieren- el
significado establecido por alguno de los puntos de vista filosóficos del pasado. En la medida
en que una filosofía se aleja de los viejos puntos de vista [...] tanto el autor como aquellos a los
que se dirige se encuentran en dificultades. El primero debe utilizar palabras con significados
fijados en condiciones establecidas según puntos de vista más o menos extraños, y los últimos
deben empeñarse en una especie de traducción imaginaria.”140
Una de las dificultades a quealude esta observación se hace evidente en el interior de su
propuesta misma. De un lado, Dewey se ve obligado a hablar de experiencia, pero con un
significado cuya resonancia histórica tradicional ha condicionado su valor, limitándolo. De
otro lado, tiene que luchar con lo que significa la experiencia para el movimiento empirista
que le antecedió. La historia de la filosofía posee una larga tradición empirista que en algunos
casos es abiertamente sensualista, y el significado que tiene para el empirismo la experiencia
es otro elemento del que Dewey se aparta. Debe dar entonces un nuevo significado al concepto
de experiencia, y criticar el desvío empirista que ve a la experiencia como una escalera rota,
pero utilizable para elevarse a un nivel de experiencia absoluta, que no es otra cosa que una
nueva forma de idealismo. Sin embargo, su nuevo significado está ligado a la naturaleza y
aquí es preciso afirmar que Dewey encuentra problemas, porque debe explicar las relaciones
que hay entre la experiencia y la naturaleza, y determinar en qué medida la naturaleza forma
parte de la experiencia, y la experiencia de la naturaleza, esto es, debe explicar su
dependencia:
“Al hablar de dependencia quiero significar que los instrumentos intelectuales, los órganos
para la comprensión de los nuevos objetos específicos de las experiencias, son proporcionados
por las ciencias naturales, no que los objetos experimentados en tanto experimentados deban
140
Dewey, John, El hombre y sus problemas. Versión castellana de Eduardo Prieto, Editorial Paidós, Argentina
1952 página 172
110
ser traducidos a objetos de las ciencias físicas: esta última concepción conduciría a un
naturalismo como el materialismo mecanicista.”141
Otros elementos implicados en la crítica deweyana
Es preciso afirmar que la crítica que Dewey hace a la filosofía en general es demasiado
amplia. Acusar a la filosofía como tradición de no haberse ocupado de los verdaderos
problemas que le competen es, sin duda, una afirmación que puede pecar al menos de
generalidad. No obstante, la propuesta deweyana de interpretación de la tradición filosófica
precedente debe ser examinada bajo la perspectiva de su contexto. Su crítica también es
inseparable de su contexto histórico, en donde la filosofía es comprendida también como una
expresión cultural, y en el que tales juicios a pesar de encontrar excepciones son pertinentes.
Se trata ante todo de una crítica a la filosofía que sólo se ha interesado por una realidad
superior que determina la tarea que debe realizar la investigación. La generalidad con la que
Dewey se expresa es justificable en la medida en que tal punto de vista condiciona la forma en
que el mundo es contemplado, de igual manera que el papel mismo de la filosofía.
La interpretación que realiza Dewey de la historia de la filosofía como producto cultural le
lleva a hacer generalizaciones que acaban en lugares comunes. En la historia de la filosofía
muchos de los significados conferidos a las palabras e ideas se repiten y fijan en los sistemas.
Dewey sostiene que, en la medida en que una filosofía se aparta de tales significados, tanto su
autor como los sistemas mismos en cuestión se hallan en problemas. Incluso el empirismo, que
parecería ser afín a la propuesta deweyana, se encuentra en problemas, en la medida que sigue
atado en la perspectiva de la tradición.
“En la historia de la filosofía hay una larga tradición de empirismo; en conjunto tal tradición,
en su lógica y ontología, es particularista y nominalista, si no abiertamente sensualista. Cuando
el empirismo se ha mantenido alejado de estas limitaciones, lo ha hecho en general
considerando a la experiencia humana como una escala rota pero aún utilizable, para elevarse a
una experiencia absoluta, y ha habido un vuelo hacia alguna forma de idealismo cósmico. La
141
Dewey, John, El hombre y sus problemas. Versión castellana de Eduardo Prieto, Editorial Paidós, Argentina
1952 página 173.
111
presentación de un concepto de la experiencia que la vincula con la naturaleza, con el cosmos,
pero que sin embargo construiría su concepto de la experiencia sobre la base de las
conclusiones alcanzadas en las ciencias naturales, encuentra dificultad en hallar modos de
expresarse que no la reduzcan a alguna de las perspectivas opuestas a las que ha sancionado la
historia”.142
El empirismo también se halla incrustado en tradición que contempla el mundo bajo las
categorías de un saber absoluto e ideal, cercano por lo mismo al platonismo. Es por esta razón
por la que Dewey no se adhiere a la propuesta empirista; ésta se halla enraizada también en la
tradición, y la noción de naturaleza que tiene no es compatible con la propuesta de interacción
entre naturaleza y experiencia elegida por aquél.
Una de las críticas a la postura deweyana acerca de la experiencia fue realizada por Morris
Cohen (ya ha sido comentada en este capítulo). Consiste en acusar a la perspectiva deweyana
de exceso de antropocentrismo, y de ser incapaz de formular una teoría adecuada de la
naturaleza no humana o física.143 Sostiene que el hecho de que la experiencia implique un
elemento humano, es una limitación para una filosofía que considera la experiencia como
fundamental en los asuntos humanos, dado que constituye su único material. Y que, por esto,
tal filosofía no admite proposiciones en torno a cosas tales como, por ejemplo, el origen de la
vida sobre la tierra, o los hechos de las eras geológicas anteriores al advenimiento del hombre,
y por lo tanto necesariamente de la experiencia humana. La existencia de la experiencia es un
hecho, como lo es también el que los órganos de la experiencia como nuestro cuerpo, el
sistema nervioso, nuestros sentidos, nuestros ojos, etc., son los medios a través de los cuales
accedemos al mundo no humano. Dentro del concepto de experiencia, en el contexto de la
explicación deweyana, sobreviven entonces los siguientes interrogantes:
1. ¿Es la experiencia en sí misma natural, y considerable de este modo como un producto de
la naturaleza?
2. ¿Es la experiencia en algún sentido algo supranatural, o subnatural y extraño?
142
Dewey, John, El hombre y sus problemas. Versión castellana de Eduardo Prieto, Editorial Paidós, Argentina
1952.
143
El artículo escrito por Cohen se titula “Some Difficulties in John Dewey’s Antropocentric Naturalism”,
publicado por primera vez en The Philosophical Review, Vol XLIX, 1940 y después incluido en Studies in
Philosophy and Science, N York, Henry Holand Co.,1949.
112
3. Si se considera que la experiencia es algo natural, ¿cómo puede describirse la continuidad
entre la experiencia y la naturaleza?
La respuesta de Dewey al primer interrogante es ciertamente afirmativa. No sólo la
experiencia es natural, sino que se trata de la experiencia del género humano, con la que la
naturaleza ha dotado nuestro cerebro y nuestros sentidos, configurando de esta manera un
aparato de conocimiento que depende de nuestra estructura biológica. Así, en las cosas
experimentadas como objetos de la experiencia humana se encuentran cualidades y relaciones
que no dependen de los objetos físicos, como sus propias cualidades, valores y fines. Dewey
ha sostenido que el dominio del deseo, los sentimientos y la fantasía del hombre ha de estar
tan presente en una teoría filosófica como lo puede estar la física matemática:
“Las cualidades y los valores que no son caracteres de los objetos de la ciencia natural tal como
se los conoce ahora, estuvieron en un tiempo fundidos con el material de lo que se consideraba
era la ciencia. Toda cosmología clásica o teoría de la naturaleza está construida de esta manera.
El progreso de la misma ciencia material es lo que ha destruido aquella cosmología, y como
prueba la historia de la filosofía moderna, esta destrucción produjo la crisis representada por la
separación que se expresa en la oposición dualista del sujeto y el objeto, del espíritu y la
materia, de la experiencia y la naturaleza. El problema aquí implicado es tal que todas las
filosofías deben enfrentarlo: cualquier opinión, como la que yo he expuesto, puede sólo se
criticada inteligentemente desde el punto de vista de alguna teoría opuesta, en tanto las teorías
de la bifurcación padecen por dificultades y complicaciones que les son propias tal como lo
demuestra con abundancia la historia del pensamiento moderno. La afirmación de la
continuidad de la experiencia y la naturaleza tiene sus dificultades. Pero no se las resuelve, ni
se refuta la teoría, traduciendo su contenido en los términos de una teoría que afirma que la
presencia del factor humano en la experiencia cierra el paso desde la experiencia al mundo no
humano y físico. 144
El significado de la experiencia es mucho mayor que el que la tradición le ha otorgado. La
experiencia deweyana se inscribe en la noción ofrecida por James, en la que la vida e historia
de los hombres abarca la totalidad de lo que hacen y padecen, lo que luchan por conseguir, lo
que se ama, se cree, se soporta. Esta noción amplia de experiencia es ciertamente una de las
estrechas relaciones entre Dewey y James.
“Experiencia denota el campo plantado, la simiente sembrada, las cosechas recogidas, los
cambios del día y de la noche, de la primavera y del otoño, de la humedad y sequedad, de calor
y de frío, que se observan, se temen, se ansían, y denota también aquel que planta, y cosecha,
144
Dewey, John, El hombre y sus problemas. Versión castellana de Eduardo Prieto, Editorial Paidós, Argentina
1952. Página 176.
113
trabaja y se recrea, espera, teme, hace planes, invoca la magia o la química en su ayuda, aquel
que resulta abatido o triunfante. Es una palabra de doble filo en cuanto su integridad primaria
no reconoce división alguna entre el acto y el material, el sujeto y el objeto, sino que contiene a
ambos en una totalidad no analizada todavía. ‘Cosa’ y ‘pensamiento’ como dice James en el
mismo texto, son de un solo filo; se refieren a productos discernidos por la reflexión en la
experiencia primaria.145
El carácter de la experiencia como algo supranatural es abiertamente negado. No sólo no es
algo sobrenatural, y menos aún subnatural en sentido de inferior, como lo ha querido sostener
la tradición. La experiencia, en sentido estricto, es el modo como el conocimiento es posible,
es en ella como opera la ciencia misma; y el propio modelo de la ciencia se sirve de ella como
criterio de cientificidad o de “verdad” en pleno sentido instrumental y pragmatista. La
experiencia no solamente se halla ligada a la naturaleza, sino que al contexto de la naturaleza,
a los dones biológicos con los que se ha dotado el conocimiento humano, a los que
inseparablemente se encuentra ligada. Esto lleva a pensar que no hay otra forma distinta de
experiencia que la que resulta de la interacción entre nuestros condicionamientos biológicos y
la naturaleza en sentido estricto. Tal postura ha sido criticada por Cohen, como lo hemos
referido. Sin embargo, tal crítica es contestada por Dewey con varios argumentos146. El
método empírico es el único método capaz de hacer justicia al concepto amplio de experiencia.
La razón de la incapacidad de los demás métodos propuestos por la tradición consiste en que
tales métodos empiezan por los resultados de una reflexión que rasgó de modo injustificado el
objeto de la experiencia y las operaciones o estados en los que consiste la experiencia misma,
como cosas distintas y separadas.
“El problema es entonces el de juntar de nuevo lo que se separó [...]. Para el método empírico
no hay nada tan imposible de resolver como este problema. Su problema es del de registrar
cómo y por qué se diferencia el todo en sujeto y objeto, naturaleza y operaciones del espíritu.
Hecho esto, está en posición de ver a qué efecto se hizo la diferenciación: cómo funcionan los
factores diferenciados en la ulterior dirección y enriquecimiento de los objetos de la
experiencia en bruto pero total. El método no empírico parte de un producto de la reflexión
como si fuese lo originalmente ‘dado’ ”147
145
James,William. Essays Empiricism, página 10, citado por Dewey, John en Experience and Nature, Ob cit
página 12. El artículo escrito por Cohen se titula “Some Difficulties in John Dewey’s Antropocentric
Naturalism”, publicado por primera vez en The Philosophical Review, Vol XLIX, 1940 y después incluido en
Studies in Philosophy and Science, N York, Henry Holand Co.,1949. (Ver además nota anterior)
146
Ver Nota anterior.
147
Dewey, John. Experience and nature. Ob cit. Página 13.
114
Tal es la constante y reiterada crítica de Dewey al método no empírico: la injustificable
separación entre objeto y sujeto, espíritu y materia (bajo cualquier palabra o denominación con
las que nos refiramos a ellos), como entidades separadas e independientes. De aquí la
necesidad de reconstrucción de la filosofía. Se trata de superar el pensamiento dicotómico que
ha fragmentado la realidad y ha dejado a la experiencia al margen del conocimiento, en
función de la búsqueda de un conocimiento “verdadero”, estrechamente vinculado con la
tradición y la dominación. Al cumplimiento de tales funciones sociales estuvo estrechamente
ligada la filosofía. El papel renovado de la filosofía de Dewey posee entonces en esta línea de
pensamiento una nueva y particular característica. Si bien la filosofía debe adquirir el método
de la ciencia, como lo ha propuesto en reiteradas ocasiones en sus obras, la misión de la
filosofía es también de carácter moral, es decir, práctico. Las filosofías que no reconocen esta
función en la filosofía contienen propiedades indeseables que las llevan a proclamarse como
puramente congnoscitivas, lo que las pone en condición de rivalizar con la ciencia, y a
descuidar el campo que tienen como propio, esto es, la posibilidad de dirigir la actividad
humana en el reino de los valores.148 Pero no se trata de funciones separadas o independientes.
También aquí se trata de superar todo dualismo, todo pensamiento fragmentador. La función
de la filosofía ha sido explicada de modo claro en la obra The quest for Certainly:
“¿Cuál sería la función de la filosofía si cesase de tratar el problema del conocimiento de la
realidad en general? De hecho su función consistiría en facilitar la fecunda interacción de
nuestras creencias cognoscitivas, nuestras creencias fundadas en métodos de investigación más
seguros, con las creencias practicas en torno a los valores, los fines y los propósitos que
deberían dirigir la acción humana en las cosas en que tienen una importancia humana
amplia.”149
La otra dimensión del método empírico consiste en servir de criterio en el examen de los
métodos no empíricos de la tradición. Su posición crítica se encargará de señalar que tales
métodos no dan una satisfactoria explicación sobre el proceso del conocimiento, es decir, en
fijar sus contradicciones y debilidades:
148
Cifrado Dewey, John, El hombre y sus problemas. Versión castellana de Eduardo Prieto, Editorial Paidós,
Argentina 1952. Página 176.
149
Dewey, John. The Quest for Certainty, pág 10.
115
“El método no empírico tiene el deber de responder cómo es posible el conocimiento, es decir,
cómo un mundo exterior puede afectar a un mundo encerrado en su intimidad, y cómo los actos
del espíritu pueden llegar más alla de éste y hacer presa en objetos definidos en contraposición
a ellos. Naturalmente ese método se siente perplejo para responder, puesto que sus premisas
hacen del hecho del conocimiento un hecho que ni es natural ni es empírico. Tal pensador se
vuelve un materialista metafísico y niega la realidad a lo espiritual; tal otro se vuelve idealista
psicológico y sostiene que la materia y la fuerza son acontecimientos físicos simplemente
disfrazados. Van proponiéndose soluciones en un esfuerzo desesperado, o bien las diferentes
escuelas amontonan una complicación intelectual sobre otra simplemente para llegar por un
largo y tortuoso camino a aquello que la experiencia ingenua tiene ya en su propio poder.150
Para el empirismo naturalista el problema clásico entre sujeto y objeto no está en su relación
bajo un a priori que los separa, con las consecuencias que inevitablemente siguen a tal
separación. La vía del empirismo naturalista consiste en distinguir en la reflexión lo físico y
mantenerlo en aislamiento temporal para retornar a la experiencia con espíritu de prueba, es
decir, con el espíritu experimental renovado por los objetos secundarios de la reflexión:
“La respuesta no hay que buscarla lejos. Distinguir en la reflexión lo físico y mantenerlo en
aislamiento temporal es entrar por la ruta que conduce a los útiles y las tecnologías, a la
construcción de mecanismos, a las artes que se siguen del despertar de las ciencias. Es evidente
que estas construcciones hacen posible una mejor regulación de los asuntos de la experiencia
primaria. La respuesta son la ingeniería y la medicina, todas las cosas útiles al despliegue de la
vida. Se administran mejor las viejas cosas familiares y se inventan nuevos objetos y
satisfacciones. De la mano de esta superior destreza en la regulación va un enriquecimiento de
la significación y del valor de las cosas, haciendo una clarificación, una creciente profundidad
y continuidad, resultado más precioso aún que el superior poder de regulación.151
Dewey acude a la historia de la ciencia como prueba de que el ensanche de instrumentalidades
cada vez más provechosas y eficaces para hacer frente a las condiciones de la vida ha aplicado
plenamente el uso del método naturalista empírico. Por el contrario, el método no empírico,
abandonándose al mundo de los objetos secundarios de la reflexión, ha descuidado la conexión
de estos con el mundo de la experiencia, dejando un cuadro de cosas y resultados ajenos en su
totalidad a la experiencia, y más que aislados, abiertamente en oposición. Tal oposición se
hace evidente en la inutilidad de semejantes reflexiones para cualquier proyecto de ingeniería,
de salud pública o cualquier proyecto de verdadera necesidad y utilidad humana. En esta vía,
el reconocimiento del método empírico se constituye en una forma de liberarse de los demás
métodos que son en definitiva fuente de opresión para la imaginación. Se llega al absurdo de
150
151
Dewey, John. Experiencie and Nature. Ob cit Cap I página 14.
Dewey, John. Experiencie and Nature. Ob cit Cap I página 14.
116
ser simplemente experiencia de sí mismo, de estados y procesos de conciencia, en lugar de
serlo de procesos de la naturaleza. De tales estragos tenemos como sobresaliente muestra la
filosofía cartesiana con la que se afirma haber comenzado la modernidad:
“Desde el siglo XVII ha hecho estragos en filosofía esta concepción de la experiencia como
algo equivalente a una conciencia subjetiva y privada contrapuesta a la naturaleza, que por su
parte consistiría exclusivamente en objetos físicos. Esta concepción es responsable del sentir
mencionado al principio, según el cual ‘naturaleza’ y ‘experiencia’ son nombres de dos cosas
que no tienen nada que ver una con otra”152
152
Dewey, John. Experiencie and Nature. Ob cit Cap I página 15.
117
SECCION 2. ANALISIS DE LA ESTRUCTURA Y DE LAS APLICACIONES DEL
METODO EMPIRICO O DENOTATIVO
Hemos descrito brevemente el método empírico o denotativo en el Capítulo II, Secciones 2 y
3. El esfuerzo de Dewey por explicar el proceso de conocimiento vinculado con la experiencia
fue desarrollado en su obra Experience and Nature. Sobre el tema hemos venido señalando el
papel de los así llamados “objetos secundarios” con los que se pretende dar cuenta del proceso
del conocimiento científico, y también del conocimiento ordinario. El contenido de su
reflexión versa sobre las relaciones existentes entre los objetos de la experiencia primaria y los
de la secundaria o reflexiva. Naturalmente los hechos de la experiencia primaria presentan
problemas y a la vez proporcionan los primeros datos de reflexión que construyen los objetos
secundarios. Tales objetos secundarios adquieren consistencia cuando se retrotraen a la
experiencia bruta o macroscópica, pero es preciso hacer un análisis del significado de tales
objetos primarios y secundarios en el contexto del método empírico y su estructura.
Dewey sostiene que los objetos secundarios explican los primarios, y nos capacitan para
apoderarnos con la inteligencia de tales objetos. Los objetos secundarios nos permiten un
camino con el cual reexaminar los objetos primarios de la experiencia. Las cualidades que
antes se encontraban en los objetos de la experiencia primaria dejan de ser detalles aislados,
para adquirir significación mayor en un sistema de objetos relacionados. Tales objetos
secundarios pasan a conformar parte integral de la naturaleza y participan ahora del sentido de
las cosas, con las que se las ve sin solución de continuidad. Para este propósito, Dewey hace
uso de ejemplos de su época. Trae a colación a Darwin quien haciendo uso primero de
palomas y ganado, así como de plantas cultivadas por jardineros, llegó a conclusiones que eran
contrarias a las creencias del momento. Pero en su caso, y en el de sus seguidores, se
emplearon hipótesis como ideas directivas para hacer nuevas observaciones y experimentos
con los objetos de la experiencia primaria. Otro tanto puede decirse del trabajo de Einstein,
cuyos objetos secundarios de reflexión son en extremo refinados para justificar algo de la
experiencia bruta, como lo es la desviación de la luz en presencia del Sol.
Pero en esta dirección argumentativa, sus propios ejemplos demuestran que es la experiencia
la que pone en evidencia la coherencia de tales objetos secundarios y su papel de
118
conocimiento. Tal y como ya hemos dicho, el significado de tales objetos secundarios es el de
un puente colgante entre los fenómenos o hechos. No son sus ejemplos meras analogías. Son
evidencias del modo con el que opera la ciencia. Los fenómenos observados durante un
eclipse pusieron de manifiesto que la teoría einsteniana de la desviación de la luz era
sostenible, y entonces los fenómenos de la experiencia ordinaria asumen en este camino un
cambio significativo en su interpretación. La experiencia ordinaria está plagada de detalles que
en lo cotidiano carecen de signficado, y que en el contexto de la ciencia pueden adqurirlo de
modo elástico y expansivo mediante el trabajo científico. Tal método empírico o denotativo es
a su vez el modo con el que se niega la validez del método no empírico del filosofar, pues cree
servir de base a la teoría, y abandona el camino de regreso a la experiencia primaria con el
consecuente fracaso. La justificación de ese fracaso obedece a varios factores que deseo volver
a mencionar:
1. A la ausencia de verificación, y a la ausencia incluso de motivación por la comprobación.
2. Ausencia de enriquecimiento de la experiencia primaria en su signficación, como
consecuencia de que los objetos secundarios no son retrotraídos a la experiencia.
3. Deficiencia funcional que revierte de modo negativo sobre la filosofía misma.
La ausencia de verificación es en suma el elemento que hace del método no empírico de
filosofar una actividad que consolida su dogmatismo. Evitando ponerlo a prueba para
examinar sus consecuencias sobre la experiencia ordinaria, se convierte en sentido negativo en
“abstracto” y arbitrario. La resultante de estos tres erores trae como consecuencia el descrédito
mismo de la filosofía. Aquí la crítica al hegelianismo es clara:
“Los objetos de la reflexión filosófica, al alcanzarlos por medio de métodos que les parecen
racionalmente imperativos a quienes los emplean, se consideran como ’reales’ en sí y por sí -y
hasta como real por excelencia. Pero entonces resulta un problema insoluble, el de por qué son
lo que son, e incluso por qué existen pura y simplemente las cosas de la experiencia primaria”
La afirmación de Dewey es ciertamente demoledora. Se trata del conflicto propiciado por el
idealismo en el que se ven enfrentadas las cosas “reales”, es decir ideales, con las cosas de la
experiencia bruta. Esta circunstancia no es otra distinta que la propiciada por la filosofía
platónica y el platonismo. Si las cosas de la experiencia ordinaria entran en conflicto con las
119
cosas “reales”, entendiendo por ellas las ideales, o dotadas de una existencia más plena, no
queda otra alternativa que considerar tales cosas de la experiencia ordinaria como simples
sombras de lo real. La denuncia deweyana pone en evidencia las redes del platonismo en las
que se encuentra el filosofar, que no reconoce la experiencia primaria como el lugar en el que
se realiza el conocimiento como proceso y como acción.
El Método empírico en contraposición al método no empírico: raíces de una larga
confrontación
Las ideas de Platón son las piezas sobre la cuales se establece el pensamiento dicotómico que
será objeto de las más duras críticas de Dewey. La teoría de las ideas supone la aceptación de
realidades absolutas, eternas, inmutables, universales e independientes del mundo de la
experiencia ordinaria. Tal es la vía que permite hablar en términos absolutos de belleza,
bondad, justicia, de las que derivan su entidad todas las cosas que llamamos buenas, por
ejemplo. El alcance de tal planteamiento penetra en toda la filosofía, particularmente en la
ética, en la política, y en general en la organización social humana que posibilita la existencia
misma de la filosofía. Se trata, pues, de un planteamiento que reconoce posteriormente el
mundo cristiano occidental, configurando de modo ineludible todas las raíces de su discurso.
La palabra Idea ( Idea / eidos) es aplicada por Platón al mundo de “las formas” o realidades
supremas. Dos siglos antes de Platón la escuela de Mileto y los presocráticos habían
pretendido reducir la variedad del mundo físico a una única sustancia subyacente que
respondía a la pregunta ¿de qué esta hecho el mundo?. Anaxímenes y Anaximandro, junto a
los demás presocráticos, influyeron notoriamente en constitución del pensamiento platónico;
en particular Parménides, afirmando la existencia de lo Uno, que eterno e inmovil negaba la
posibilidad de todo cambio en los llamdos seres “sensibles”.
La honda raíz griega de tales planteamientos con los que se gestó la filosofía en sus inicios
vició desde el comienzo el discurso sobre la realidad, al escindir de modo irreparable el mundo
en dos tipos de realidades, dicotómicas. Puede afirmarse que la presencia misma de los
120
sofistas cooperó en la consolidación del pensamieno dicotómico, al desviar la atención hacia
las cosas del mundo práctico - en especial por su escepticismo y falta de fe en la posibilidad de
conocer tales realidades absolutas-. De alguna manera Platón pone de manifiesto cómo el
conocimiento es imposible, si es que conocimiento y sensación son la misma cosa.153La lógica
del discurso socrático, y platónico posteriormente, está centrada en un modelo de definiciones
bajo el cual cada una de ellas ha de ser universalmente válida, y por ello ha de remitir a una
realidad permanente e independiente de cualquier ejemplar de la cosa definida. Una definición
del hombre no lo es de ningún hombre en particular, sino del Hombre, como realidad
independiente que continúa existiendo a pesar de que los hombres particulares perezcan. Esta
realidad es el eidos, la forma platónica del Hombre. Como se ha dicho ya, las raíces del
pensamiento platónico también beben de la escuela Eleática de Parménides, cuya concepción
de lo Uno también debió conducirlo directamente a la noción de estas realidades abstractas. En
efecto, el pensamiento de Parménides no puede estar más alejado de la clase de experiencia
ordinaria que Dewey defiende.
La filosofía tuvo el modelo platónico como el arquetipo a partir del cual se puede pensar el
significado mismo del filosofar. Si bien se afirma que la historia de la filosofía es un conjunto
de notas a pie de página de la filosofía de Platón -y tal afirmación puede ser discutida-, lo que
sí puede sostenerse es que la filosofía que sucedió a Platón, - especialmente con Aristóteles-,
se forja bajo una noción ya existente de lo que era la filosofía y su tipo de búsqueda. Era
precisamente la lucha política en contra de los sofistas, la emergencia de la verdad como
objetivo, y la elevación hacia formas abstractas que como realidades eternas constituían la
fuente y el objeto mismo del filosofar. Aristóteles escribe ya para un público familiarizado
con la filosofía de la Academia platónica. Y el devenir mismo de la filosofía se ve
condicionado como el propio Rorty señala:
"Si queremos podemos usar esa hipóstasis del mismo modo que los admiradores de Platón
siempre han usado otras parecidas -belleza bondad y justicia. Esto es, podemos narrar una
histoira sobre cómo nuestros avances en las artes, la ciencia, la moral o la política nos han
acercado más a esas reificaciones. Con todo no está claro de qué sirve hacerlo.
Sustanvizar esos adjetivos no ayuda a responder a preguntas escépticas del tipo: ¿cómo
sabemos que el incremento de poder predictivo y de control sobre el medio (lo que incluye
una mayor capacidad para curar enfermedades, fabricar bombas, explorar el espacio, etc)
nos aproxima a la verdad, entendida ésta como una representación exacta del modo de ser
153
Ver Platón, Diálogos. Teeteto.
121
de las cosas en sí mismas, al margen de las necesidades e intereses humanos? ¿Cómo
sabemos que más salud, seguridad, igualdad de oportunidades, longevidad, libertad frente
a las humillaciones, y otros indicadores similares de mayor florecimiento humano, lo son
también de un progreso social y político? Mucha gente todavía quiere que los filósofos
aporten respuestas interesantes a preguntas como estas." 154
Siguiendo como hilo conductor el análisis de tipo socio-histórioco hecho por Dewey, se
puede afirmar que la aparición de la filosofía platónica en el siglo V en Grecia estuvo rodeada
por un momento en el que reinaba el escepticismo, a consecuencia de la presencia del discurso
de los sofistas155. En oposición a este escepticismo sin esperanza, Platón insistía en la
posibilidad del conocimiento y en la existencia de valores absolutos. Para ello era necesario
establecer la existencia de una realidad objetiva y universalmente válida que era sostenible en
su doctrina de las Formas o Ideas. Es posible también que Sócrates hubiese influido en Platón
conduciéndolo en tal dirección, pero no cabe duda de que ambos recorrieron ese camino,
aceptando la vía socrática de la definición.
El método empírico como criterio de validez de las filosofías
Dewey pretende atribuir al método empírico o denotativo la función de evaluar el papel de las
diversas filosofías. Se trata de un largo proceso el que se ha vivido en el interior de la filosofía,
en el que durante siglos se ha incurrido en el hábito de considerar que la función de la filosofía
era investigar en ese campo abstracto ajeno a la experiencia que hablaba de las realidades
absolutas. Si se examina detenidamente el análisis hecho por Dewey, se puede deducir que
jamás en la historia de la filosofía se ha dado el valor a la experiencia que Dewey pretende. El
mundo abstracto de las ideas de Platón se ha constituido en un hábito para la filosofía, y en
general la experiencia ha quedado en el olvido para la reflexión filosófica. Es el contacto con
la ciencia lo que permite poner en evidencia que la experiencia tiene el papel más importante
en el proceso de conocimiento, y es precisamente este contacto el que hace reflexionar sobre el
método empírico. De modo tradicional la ciencia también ha estado ligada a la experiencia, al
154
Rorty, R. Verdad y Progreso. Escritos filosóficos 3. Cambridge University Press 1994. Traducción de Angel
Manuel Faerna García Bermejo.Paidós Barcelona 2000. Página 15.
155
Sobre el pensamiento de Platón en relación con la vida política de Grecia puede leerse entre otras obras: Plato,
The Man and His Work, de A.E. Taylor, y también Plato’s Thougth, de G.M.A. Grube, Methuen and Comp.
1970 Versión en Castellano de Editorial Gredos traducida por Ángel González Álvarez, Madrid 1973
122
punto de que las relaciones entre la ciencia y la experiencia son realmente indistinguibles, de
tal modo que “mencionar la experiencia solo sería duplicar con un término general lo
abarcado en términos precisos.” 156 Sin embargo, si se examina la historia de la ciencia y de la
técnica se observa que la experiencia no estuvo ligada a la ciencia en sus inicios. La
experiencia era un instrumento de validación de principios en el Medioevo, y todavía esta
influencia pervivía en los célebres “experiementos” galileanos. La estructura epistemológica
del método empírico hace que el valor de la experiencia sea restituido, de modo que los
objetos secundarios sean una vía de reingreso al mundo de la experiencia, permitiendo un
nuevo contenido de significado con el que se gana una mayor fuerza de expansión y de
interacción con la naturaleza. Esta vuelta a la naturaleza, mediada por el hecho de retrotraer
los objetos secundarios a la experiencia ordinaria, es la que en definitiva sustenta la unión
entre experiencia y naturaleza, en la simbiosis constante que es vivida por la ciencia. No hay
pues espacio para la pretendida solución de continuidad entre experiencia y naturaleza. De ahí
que sea el método el criterio según el cual pueda examinarse el valor de las filosofías:
“¿Termina esta filosofía en conclusiones que al retrotraerlas hasta las experiencias de la vida
ordinaria y las situaciones correspondientes las vuelven mas significativas? Se vuelven más
luminosas? ¿Hacen nuestro trato con ellas más fructífero? Si por el contrario las cosas se vuelven
más opacas de lo que eran en un principio y se les priva de la significación que primeramente
habían parecido tener, se puede tener como criterio el rechazo de tales filosofías.157
La propuesta de Dewey consiste en examinar las filosofías en función de la experiencia
misma. Esto podría llamarse una inversión del hábito que tradicionalmente se ha dado en la
filosofía, para determinar su validez y “eficacia” en pleno sentido pragmatista. La filosofía ha
de tener un valor medible en sentido práctico; debe ser evaluada en términos experimentales,
del mismo modo que la ciencia misma.. No se trata, pues, de sustituir la filosofía por la
ciencia, se trata de aplicar el método empírico de la ciencia a la filosofía.
El método empírico como la forma de la investigación científica.
156
157
Dewey, John. Experience and Nature, Ob cit, cap I
Dewey, John. Experience and Nature, Ob cit, cap I
123
Dewey se dirige de modo constante a las ciencias naturales, en las que resalta el hecho de que
sus objetos secundarios o refinados son parte de la reflexión, y que se revierten de nuevo a la
experiencia primaria, ensanchando de este modo su significado y permitiendo el conocimiento
como proceso que redescubre lo nuevo a partir de lo viejo. Los objetos de reflexión de las
ciencias naturales no se convierten en problema, sino en medios para dominar y utilizar de
modo más amplio las cosas de la vida ordinaria. Ciertamente, ofrecen nuevos problemas de la
misma índole, usando el mismo método y los mismo criterios de experimentación y
verificación. Dewey cree que las ciencias naturales ofrecen el modelo aplicativo del método
empírico, de tal suerte que los nuevos problemas que emergen como resultado de los procesos
de interacción entre los objetos primarios y secundarios en el tránsito de la inteligencia, son
resueltos con igual método, y proporcionan de este modo la oportunidad de propiciar nuevas
investigaciones, cuyo fruto enriquece las experiencias anteriores que serán comprendidas a la
luz de nuevos objetos secundarios.
Por el contrario, el uso del método no empírico del filosofar cierra de modo permanente el
camino. No hay más salida que el dogmatismo, y es en suma el dogmatismo de tal modelo no
empírico el que ha ocupado a la filosofía durante siglos. Otra aplicación posee el método
empírico, ser medio de análisis de la validez de cualquier filosofía. El método denotativo se
constitue en el criterio de primer orden que examina el valor de cualquier filosofía mediante
los siguientes interrogantes:
“¿Termina en conclusiones que al retrotraerlas hasta las experiencias ordinarias de la vida y
las situaciones correspondientes las vuelven más significativas, mas luminosas para nosotros y
hacen nuestro trato con ellas más fructífero? ¿O acaban por volver las cosas de la experiencia
ordinaria más opacas de lo que eran en un principio, y por privarlas de tener en “realidad”
hasta la significación que anteriormente habían parecido tener? ¿Tiene por consecuencia el
enriquecimiento e incremento del poder de las cosas ordinarias que son propios de los
resultados de la ciencia física cuando se la aplica a los asuntos de la vida diaria, o viene a ser,
en conclusión , un misterio el que estas cosas ordinarias sean los que son, y se deja a los
158
conceptos filosóficos permanecer separados en algún reino técnico privativo de ellos?
Son ciertamente muchas las filosofías que acaban en conclusiones que condenan y desprecian
la experiencia, induciendo a quienes las sostienen a pensar en la sublimidad de “realidades”
158
Dewey, John. Experience and Nature, Ob cit, cap I. página 12.
124
opuestas a la experiencia como proporcional a la distancia de las cosas de la vida ordinaria.
Esta es en definitiva la causa del desprecio de la filosofía, en suma de su propio descrédito.
Visto lo anterior en relación con el método empírico o denotativo, es preciso que se haga un
análisis de su propuesta. El primer problema señalado por Dewey, en relación con el método
no empírico, tiene como resultante la imposibilidad de explicar la naturaleza de la experiencia
ordinaria. Lo hace del siguiente modo:
“Como estricto resultado de estos tres yerros encontramos ese extraordinario fenómeno que
explica la repulsión que tienen muchas personas cultivadas ante toda forma de filosofía. Los
objetos de la reflexión filosófica, al alcanzarlos por métodos que les aparecen racionalmente
imperativos a quienes los emplean, se consideran como “reales” en sí y por si -y hasta como lo
reales por excelencia. Pero entonces resultan un problema insoluble el de por qué son lo que
son, e incluso por qué existen pura y simplemente las cosas de la grosera experiencia
primaria”159
Dewey sostiene que los objetos secundarios no acaban conviertiendo los materiales de que se
derivan en un problema sino que por el contrario plantean nuevas perplejidades que no pueden
resolver por sí solos. Es preciso volver a indagar sobre ellos, imitando así el modelo de la
ciencia. La explicación de Dewey es ciertamente consistente cuando se piensa en el modelo de
las ciencias naturales. Cómo opera la biología, cuáles son su método y sus problemas, y cómo
la propuesta epistemológica pragmatista de Dewey sirve para resolverlos es en gran medida el
objetivo general de este trabajo. Sin embargo, el análisis que corresponde a esta sección
pretende examinar detenidamente la propuesta del así llamado método denotativo, y verificar
su eficacia y consistencia de cara a los problemas de la ciencia.
Es verdad que podemos hablar de objetos secundarios de conocimiento, refiriéndonos en este
sentido a los resultados del razonamiento. La teoría matemática posee una solidez que hace
pensar que la estructura pudiera existir por sí sola al margen de los acontecimientos de la
experiencia. Sin embargo, esta asunción es la que ha hecho el pensamiento clásico a partir de
los pitagóricos, Platón y el platonismo, abriendo la brecha entre los dos mundos a los que
Dewey alude: un mundo inalcanzable y otro no nacido. La propuesta de comprender la teoría
como un puente entre fenómenos observables se centra antes que en la naturaleza de los
fenómenos y de la teoría, en la actitud del hombre que conoce, y su hábito de describir la
159
Dewey, John (EN, Cap I, 11)
125
naturaleza de las cosas. Aquí se evidencia precisamente el centro del pragmatismo como una
actitud ante el conocer, que no se queda en la descripción del “ser” de las cosas, sino que se
dirige al hacer. La actitud del método no empírico es calificada por el método empírico
deweyano como una muralla que bloquea la investigación y cierra los caminos al
conocimiento. Se trata más de acertijos que de conocimiento verdadero. Por el contrario, el
método empírico no está sujeto a una interpretación contemplativa del conocer, sino a una
actitud pragmática, en donde todo objeto secundario no es más que un paso explicativo entre
una sucesión de fenómenos que, encadenados por la acción de tales objetos, explican el
devenir de la ciencia.
Hasta aquí puede verse cómo el pragmatismo deweyano constituye en gran medida un cambio
de actitud, un filosofar diferente que no se inspira en una búsqueda del ser de las cosas sino de
su transformación. El abandono de la actitud contemplativa que indaga el ser de las cosas es
con toda su carga tradicional el “distintivo” de la actitud filosófica por excelencia. A pesar de
ser una actitud tan tradicional, es preciso, en la propuesta reconstructiva, abandonarla y
sustituirla por una actitud pragmático-instrumental, en que filosofía debe comprometerse con
un conocimiento menos ligado a la autoridad y más ligado a los problemas humanos. Esta es
la transformación de la filosofía mediante el método denotativo. La filosofía misma se
constituye así en un método que busca resolver los problemas del hombre. Por el contrario, el
método no empírico se ve en el problema de explicar el conocimiento desde su perspectiva
absoluta, es decir, debe explicar cómo el mundo exterior puede afectar a un espíritu encerrado
en su intimidad, y sobre todo cómo este espíritu puede llegar, más allá de sí mismo, a conocer
los objetos definidos como contrapuestos a él.
La crítica de Dewey a tal conocimiento consiste en afirmar que tal conocer ni es natural ni es
empírico. Es preciso convertirse en un materialista de tipo metafísico, o por el contrario un
idealista. El método no empírico se halla envuelto en el problema clásico del sujeto y el
objeto, de igual modo que distinguió primeramente entre lo físico y lo psíquico o espiritual. El
error estuvo en haber tomado lo físico y mantenerlo como una realidad distinta.
“Cuando se aíslan los objetos de la experiencia a través de la cual se alcanzan, en la cual
funcionan, queda reducida la experiencia misma al simple proceso de tenerla y este proceso es
tratado, por consiguiente, como si fuese también completo de suyo. Llegamos al absurdo de un
126
proceso de experiencia que lo es lo de sí mismo, de estados procesos de conciencia en lugar de
serlo de las cosas de la naturaleza.”160
En la propuesta deweyana sobreviven, no obstante, algunos interrogantes que deseo
mencionar. Transformada entonces la filosofía, ¿queda en ella el método empírico como su
método, y lo que la historia ha llamado “filosofía” resulta llamado a convertirse simplemente
en un capítulo de la historia? Es posible que esta pregunta fuera contestada por Dewey de
modo afirmativo. En realidad, Dewey no rescata de la tradición ningún elemento o sistema. La
alusión al empirismo se limita a reconocer su posición crítica fente a la tradición, pero el
empirismo es condenado igualmente en su juicio, por pertenecer de todos modos al modo
clásico de filosofar, que quiere remontarse a un mundo absoluto desde la precariedad de los
sentidos.
Las menciones que Dewey hace a los demás pragmatistas son siempre tangenciales, sin
admitir planteamientos que cooperen en su modelo naturalista. Simplificando, la condena de
Dewey es de cierta manera generalizable a la historia de la filosofía. Si bien Platón es uno de
los fílósofos cuyo influjo se deja ver en Aristóteles, como se verá el de Aristóteles en la
tradición que le sucedió. Se trata, pues, no de una reconstrucción de la Filosofía, sino de una
demolición. Los nuevos planos de trabajo proponen tareas específicas para la filosofía, entre
las que destaca la reflexión moral, que será en gran medida la ocupación fundamental de la
filosofía. ¿Qué es entonces la filosofía para Dewey? ¿En qué medida la propuesta deweyana
evita ser un simple cientificismo? ¿Cuál es el alcance definitivo de la propuesta deweyana?
160
Dewey, John (EN, Cap I, 15)
127
CONCLUSIONES GENERALES
La problemática epistemológica considerada por Dewey, y examinada en las páginas
anteriores, contiene implicaciones de gran valor para la filosofía como actividad, para el
modelo explicativo del conocimiento y de la ciencia, y para la filosofía de la biología.
Señalaremos estos elementos a la luz de tres conceptos: la revisión de la filosofía, el discurso
pragmatista antiepistemológico y el significado biológico del conocimiento.
1. Revisión de la filosofía
La obra de Dewey puede ser considerada, sin ninguna duda, como una crítica y revisión de la
filosofía tradicional. Su texto Reconstrucción de la Filosofía, además de cumplir este
propósito, significa un esfuerzo por plasmar sus propias tesis. De modo singular, su trabajo se
encuentra ligado a la historia, y en particular a la historia de la ciencia de los inicios del siglo
XX -desde donde se quiere observar de modo crítico el peso de la tradición, cuyos conceptos y
valores fueron acuñados en momentos muy distintos a la época vivida por Dewey-. Se trataba,
pues, de una época en la que poco se sabía de lo que somos y de lo que podemos hacer, en
especial por carecer de dos conceptos que en la ciencia moderna y en la perspectiva adoptada
por Dewey serán definitivos: la evolución, que como concepto se inserta en la historia del
pensamiento desde la segunda mitad del siglo XIX, y de otra parte el concepto de proceso
biológico, a la luz del cual los eventos surgidos en la naturaleza poseen una interpretación que
se aparta de modo radical de los mitos que han impregnado a la filosofía. Ambos elementos,
en conjunción con el método científico -entendido como el método del conocimiento posible
en el contexto de su naturalismo empírico-, establecen las coordenadas más firmes de su
pensamiento: de una parte el naturalismo, y de otra el experimentalismo, con toda la carga de
significado que posee la experiencia, interpretada de un modo diferente a como lo ha sido en
la tradición.
128
La obra de Dewey es un constante combate contra los obstáculos intelectuales y materiales
que impiden el crecimiento individual y colectivo. La filosofía tradicional ha sido sierva de
instituciones que han fraguado en un poder que ha sembrado de fines últimos el destino del
hombre y ha puesto como función de la filosofía el describirlos en un discurso dicotómico,
muy distante de los hechos biológicos reales descubiertos e investigados en nuestro tiempo. El
lector de la obra de Dewey está inclinado a pensar que el diagnóstico hecho consiste en haber
leído la vida con categorías que la desvitalizan y la entorpecen y que en última instancia
acaban por destruir su verdadero y vital significado. Esta lógica perversa es el origen de
muchos errores de fondo en nuestras concepciones éticas, políticas y epistemológicas. En
contra del idealismo hegeliano, y a pesar de haber influido notoriamente en la primera etapa de
su pensamiento, Dewey se convence de la necesidad de que las verdades encontradas por la
filosofía tengan una aplicación: “Si las verdades que vio Hegel no pueden establecerse como
verdades directas, prácticas, es que no son verdades”161. El descenso desde las alturas
metafísicas se lo permite la psicología. El deseo de redefinir en términos funcionales lo que el
idealismo había impregnado de significado metafísico.
La renovación de la filosofía comprende también otra renovación referida al concepto de
lógica. La lógica no tiene otro significado que el de un conjunto de estrategias destinadas a
resolver problemas o, dicho de otra manera, equivale a “maneras de investigar”. Ante las
circunstancias ordinarias de la vida nos encontramos con cuatro tipos de problemas: los
problemas “prácticos”, que son los problemas y apremios de la vida cotidiana; los problemas
teóricos, que son los problemas de los que se ocupa la ciencia; los problemas de valor, que
comprenden aquellas circunstancias en las que es preciso saber qué es lo que debe hacerse; y
los llamados problemas de hecho, en los que hay un esfuerzo por describir algo. En cada tipo
de problemas afrontado por el hombre para su resolución, éste emplea un patrón común que no
está inscrito en ningún código normativo ideal, sino que es el resultado empírico que ha
acompañado y hecho a la especie a lo largo de su evolución. La lógica es, pues, en la
perspectiva deweyana, un investigar cómo se investiga, es decir una “teoría con contenido
natural y experiencia” de cómo se investiga. Es en este sentido en el que la lógica de Dewey
resulta ser también una historia de la lógica y una teoría del lenguaje, del juicio, de la
161
Carta a James A R.Angel de 1873, citado en Westbrook, Ob cit. Página 61.
129
inferencia, y una teoría de la ciencia. La lógica es una obra ambiciosa que compromete
directamente a la filosofía en su conjunto.162 El papel de la filosofía es sintetizado así:
“La filosofía deberá convertirse con el tiempo en un método para identificar e interpretar los
conflictos más serios que tienen lugar en la vida, y en un método para proyectar maneras de
enfrentarse a ellos: un método de diagnosis y prognosis moral y política.” 163
Dewey es consciente de que existe un grave peligro al atar el pensamiento a una época y a un
determinado lugar. El peligro es precisamente que el pensamiento muera encadenado con el
pasado, o que nazca muerto y, por tanto, incapaz de resolver y afrontar los problemas
contemporáneos. Dewey señala que a los filósofos les cuesta aceptar que la filosofía no haya
nacido para la eternidad, incluso luego de haber aprendido que todo lo demás tampoco está
destinado a la eternidad. Sin embargo, la filosofía posee una responsabilidad seria con la
condición humana, cual es la de cooperar en la resolución de problemas concretos y
específicos. Introduciendo el método empírico en la práctica filosófica, la responsabilidad de
la filosofía se consolida. Es esta la razón por la cual Dewey exige a la filosofía un compromiso
con el cambio y con la generación de valores sociales que comprometan al hombre. Dewey
está convencido de que, para asumir tal responsabilidad, la filosofía debe reconstruirse. La
sólida dependencia de la experiencia es sin duda la pieza fundamental en reconstrucción de la
filosofía. Se trata de suprimir los hábitos que han privado de significado a la experiencia, y
también de una opción por un materialismo naturalista. Dewey es crítico frente a las
interpretaciones que los teólogos hicieron del pensamiento evolucionista de Spencer.
“Uno se acuerda de cómo muchos moralistas y telólogos celebraron que Herbert
Spencer reconociera la existencia de una energía incongnoscible de la que brotarían los
procesos físicos externos y las operaciones internas. Sólo porque Spencer llamó a su
energía incognoscible ‘Dios’, esta descolorida pieza del muestrario metafísico fue
saludada como una importante y agradecida concesión a la realidad de lo espiritual. De
no ser por el fuerte arraigo del hábito de buscar justificación para los valores ideales en
lo remoto y trascendente, seguro que el remitirlos de esta forma a un absoluto e
incognoscible se habría juzgado de poco valor en comparación con las muestras que a
diario nos proporciona la experiencia de cómo energías cognoscibles generan a nuestro
alrededor valores preciosos.”164
162
No es el objetivo de este trabajo profundizar en las relaciones de la lógica con el lenguaje en la obra de
Dewey. Baste referir una breve idea con alto nivel de anticipación a posteriores teorías, que sostiene que el
lenguaje forma un sistema “práctico más que intelectual” cuyos signficados se implican con las tradiciones y
ocupaciones técnicas establecidas en coordenadas sociológicas específicas. En esto es cercano al segundo
Wittgenstein cuando comprende al lenguaje como una forma de vida.
163
Dewey, John. El carácter práctico de la realidad. ( 1908) Publicado en el libro “ Miseria de la
Epistemología” Ob cit. Cap VII página 157-174.
164
Dewey, John, La influencia del darwinismo en la filosofía” MW,4:3-14
130
Se trata de una denuncia a una impotencia intelectual que caracterizó a la humanidad durante
largos siglos. Según Dewey, esta tendencia a idealizar y racionalizar el universo a gran escala
equivale a una incapacidad de gobernar el curso de las cosas que nos conciernen de manera
concreta. La humanidad ha transferido a los hombros de esta trascendencia la carga de una
responsabilidad que era incapaz de acarrear, pero de la que ahora debe hacerse cargo. Dewey
resalta la necesidad de responsabilidad de la filosofía, renunciando al hábito de los ejercicios
dialécticos, para pasar a vincular todas sus tesis a la prueba experimental, dirigida de modo
explícito a la educación y la política. La lógica experimental traerá a la filosofía los cambios
necesarios, con la ayuda de la biología darwiniana:
“La pretensión de formular a priori la constitución legislativa del universo puede llevar
por su propia naturaleza a un despliegue de ejercicios dialécticos. Pero también se
caracteriza por apartar a esas mismas conclusiones de la sujeción a la prueba
experimental, toda vez que, por definición, tales resultados no suponen diferencia
alguna para el curso detallado de los acontecimientos. Por el contrario, una filosofía
que rebaja sus aspiraciones a la tarea de proyectar hipótesis sobre el modo de educar y
conducir la mente, individual y socialmente, queda sujeta a prueba según funcionen en
la práctica las ideas que propone. Al imponerse a sí misma modestia, la filosofía
adquiere al mismo tiempo responsabilidad.”
La reconstrucción de la filosofía es precisamente rebajar sus aspiraciones a la formulación de
hipótesis que tengan significado práctico en la vida del hombre, en vez de intentar alcanzar las
leyes inmutables del universo en medio de una retórica dialéctica. El modo de pensar
darwiniano no permite que existan formulaciones a priori acerca de la realidad. Dewey es
consciente de que su propuesta afecta a los credos populares, y por supuesto a las filosofías de
carácter absolutista. La tarea consiste en abandonar los viejos interrogantes, sustituyéndolos
por otros nuevos, instaurados en una nueva actitud. El catalizador más disolvente de las viejas
y también inútiles preguntas lo constituye precisamente El Origen de las Especies de Darwin.
2. Discurso anti-epistemológico
Si bien hemos considerado que una de las tareas más sobresalientes de la obra deweyana
consiste en reconstruir de modo crítico el quehacer de la filosofía, Dewey declara una abierta
131
batalla en contra de lo que él denomina la “industria epistemológica”, a la que califica de
subgénero literario que, bajo el pretexto de sacar a la luz las esencias, fuentes y métodos del
conocimiento, lo encierra en un laberinto de conceptos que no tienen relación con los seres
humanos, quienes son en definitiva sus verdaderos protagonistas. El conocimiento sobre el que
versa la epistemología que Dewey critica, está construido por seres humanos, esto es, sujetos
biológicos y culturales, en cuyos procesos intervienen acciones físicas y orgánicas de
raciocinio. El conocimiento no se relaciona, pues, con “mentes “ o “conciencias”, ni mucho
menos de “espíritus” o “sujetos” que conocen mediante “intuiciones”, “sensaciones” o
“ideas”. Todo ese discurso pertenece más a una “industria académica” que en definitiva crea
“rompecabezas” que sólo existen para el epistemólogo, y que nada aportan para resolver la
actividad humana más útil y más importante:
“La epistemología clásica vendría a ser una industria académica de producción de
rompecabezas que nada dicen y en nada ayudan a comprender y desarrollar la función humana
más importante y más útil, y lo que es más, que escamotean con su insistencia en rebanar
salomónicamente a los hombres en dos rodajas o hemisferios -el cognoscitivo o científico y el
evaluativo o moral- su verdadera importancia y utilidad, que no es otra que favorecer el
crecimiento del individuo y de la especie enriqueciendo la cantidad y la calidad de su
experiencia (una experiencia, claro está, no lobotomizada del modo en el que se acaba de
indicar.)165
La crítica a tal epistemología es aún más radical cuando afirma que tales problemas son
“autoproblemas” es decir meras excusas para parecer que se hace algo intelectual, algo que
tiene el aspecto pero no la sustancia de la actividad científica.166 El peor pecado cometido por
la epistemología es haber transformado casi en una quimera su propio objeto de reflexión.
Según Dewey, el sueño de esa razón epistemológica ha generado el monstruo del
escepticismo. A pesar de que muchos epistemólogos se declaran en guerra contra éste, lo
cierto es que, en sus esfuerzos por combatirlo, no hacen otra cosa que alimentarlo, al generar
una hipertrofia de la actividad cognoscitiva que termina por engullir las cosas mismas que
debían ser sus destinatarias. Esta critica la ha dirigido Dewey especialmente a dos formas
antitéticas de idealismo: la de Hegel y la de Berkeley.167 El esfuerzo deweyano radica
165
El patrón de la investigación. NHC, 214 Ob cit
Cifrado Ibid. El patron de la investigación.
167
Ver Dewey John. La evolución del pragmatismo norteamericano ( 1925). Publicado en edición castellana en el
texto titulado “ Miseria de la Epistemología”.Biblioteca Nueva, Madrid 2000 página 61-80.
166
132
sustancialmente en sostener que el conocimiento es un hecho biológico del que participan
todas las especies. No se trata de un problema, al modo habitual en que la filosofía y
epistemologías clásicas nos han obligado a comprenderlo. Se trata de un hecho que puede ser
descrito, comprendido; y que como toda actividad es susceptible de perfeccionarse. La
perfección del conocimiento es posible a la luz del método empírico, desde el cual lo que
hacemos puede ser calificado de “conocimiento genuino” que puede librarnos del error y la
ilusión. Investigar en esta dirección es asumir la vía opuesta a la de los epistemólogos clásicos.
Se trata de asumir esa vía que nos acerca al entramado de nuestras relaciones con los hechos.
Estas relaciones tienen poco de “enigmático” tal y como al epistemólogo le gusta subrayar
para envolverse en un halo de trascendencia engañosa. Estas relaciones tienen por el contrario
mucho de vital, mucho de biológico. Por ello es preciso que se reafirme el significado
biológico del conocimiento, con sus consecuencias para la filosofía y la biología.
3. Significado biológico del conocimiento.
La obra de Dewey está indisolublemente ligada a la biología darwinista. El ensayo “La
influencia del darwinismo en la filosofía”168 es una breve síntesis de tal hecho. El
reconocimiento de que el darwinismo ejerce un papel definitivo para la filosofía es el elemento
que gravita sobre toda la propuesta deweyana. Se trata de un compromiso que Dewey pretende
mantener a lo largo de toda su obra, y que consiste en afirmar que las implicaciones filosóficas
de la revolución biológica iniciada por Darwin son quizá más profundas y definitivas que las
que se siguieron de la revolución newtoniana en la física.
Dewey sostiene que el discurso darwinista propone una nueva “lógica”, un nuevo marco de
catergorías descriptivas y evaluadoras que abre de modo definitivo las puertas a un
naturalismo, y que da cuenta del pensamiento y de las ideas desde una perspectiva
naturalmente antiesencialista. De este modo, la naturaleza comprendida bajo la tesis de la
evolución choca frontalmente con el cosmos aristotélico, y rompe de modo definitivo con el
168
Este trabajo hace parte de una conferencia pública integrada en un ciclo sobre Charles Darwin y su influencia
en la ciencia organizado por la Universidad de Columbia durante el invierno y la primavera de 1909. (Ver
MW,4:3-14) Está también traducido en el texto titulado Miseria de la filosofía citado, página 49 a 60. ( Ver nota
anterior)
133
fetiche del espíritu, obligando a la filosofía a asumir y reformular nuevas bases que doten de
sentido la existencia humana y su dimensión moral y social.
“Que la publicación de El origen de las especies marcó una época en el desarrollo de las
ciencias naturales es cosa bien sabida para el lego. Que la combinación de las palabras mismas
‘origen’ y ‘especie’ entrañaba una revuelta en el ámbito de las ideas, e introducía un talante
intelectual nuevo, es algo que el experto fácilmente pasa por alto”169
Durante más de dos mil años reinaron en la filosofía de la naturaleza concepciones que en el
campo de la biología y del conocimiento se convirtieron en el mobiliario habitual de la mente,
generando hábitos de pensamiento que condicionaron la forma de abordar tento los problemas
filosóficos como los problemas cotidianos. La tesis de la permanencia absoluta, de lo inmóvil,
era el lugar en que reposaban tales concepciones, hasta que El origen de las especies introdujo
un modo de pensar que estaba destinado a cambiar de modo definitivo la lógica del
conocimiento, y del mismo modo la política y la religión. La obra de Darwin precipitó una
crisis, y parte de esta crisis fue apagada por las serias implicaciones teológicas que abrigaba.
Sin embargo, Dewey afirma que la aparente disputa entre la ciencia y la teología, a raíz del
evolucionismo darwinista, no fue tal y enmascaraba otra cosa. En realidad se trataba de una
disputa en el interior de la ciencia misma, a partir de los cambios en la comprensión de su
propia naturaleza, finalidad y objetivos. La revolución en la ciencia se vive más con Darwin
que con Newton, pues las implicaciones de su modelo interpretativo comprenden no solo a la
ciencia sino a la epistemología.
Según Dewey la palabra “especie” condensa un gran significado histórico. Tan unida a la
historia y la biología está la palabra especie, que los griegos, impresionados con la vida de
animales y plantas, quisieron de igual modo explicar la vida de la mente y la sociedad:
“Con el paso del tiempo, la interpretación de los griegos de ese misterio, la formulación que
ellos dieron a la meta y al modelo de conocimiento, se incorporó a la palabra ‘especie’ y pasó a
controlar la filosofía durante dos mil años. Así pues, para comprender el vuelco intelectual que
se encierra en la expresión ‘origen de las especies’ es preciso que entendamos esa idea largo
tiempo dominante, frente a la que dicha expresión se alza como una protesta.170
169
170
Dewey, John, La influencia del darwinismo en la filosofía” MW,4:3-14
Dewey, John, La influencia del darwinismo en la filosofía” MW,4:3-14
134
Dewey reconoce que el cambio, que tanto impresionó a los filósofos griegos, sucede de modo
muy distinto en la vida y en las cosas inertes. Los cambios en la vida son ordenados y
acumulativos, no destruyen como otros cambios, y siempre se realizan y completan. La vida
que se refleja en el cambio de las semillas contiene todos estos elementos propios del cambio
biológico. Tales cambios poseen igual desenlace en miles de individuos que están separados
en el tiempo y el espacio:
“Consideremos el modo en que los hechos de la vida impresionaron a los hombres. Sus ojos se
posaron sobre ciertas cosas de tamaño menudo y frágil estructura. Tal como las percibían
parecían a todas luces inertes y pasivas. De repente, en determinadas circunstancias, esas
cosas- conocidas desde entonces como semillas huevos o gérmenes- empezaban a cambiar,
rápidamente se alteraba su tamaño forma y cualidades. Ahora bien, cambios generalizados
tienen lugar en muchas cosas (como cuando el fuego toca la madera). Pero los cambios en las
cosas vivas son ordenados, acumulativos, tienden constantemente hacia una única dirección; no
destruyen o consumen como otros tipos de cambios ni pasan sir dan fruto en un errático fluir;
por el contrario, realizan y completan. Cada estadio sucesivo, no importa lo diferente que sea
del anterior, conserva su efecto neto y, a la vez, prepara le camino de una actividad más plena
por parte del que le sucede. En los seres vivos los cambios no ocurren del modo en que parecen
ocurrir en otros sitios, cualquiera que sea su forma; aquí los cambios precedentes están
regulados en vista de ulteriores resultados.171
Aristóteles dio el nombre de eidos a esa actividad formal que opera a lo largo de una serie de
cambios que están ligados en un único curso. Los escolásticos tradujeron este término como
species. De ahí el vigor que Dewey encuentra en la palabra especie. Es precisamente este
concepto el que da origen a otros como forma fija y causa final, así como de la naturaleza, los
cuales se constituyeron en elementos centrales del conocimiento. Sobre tal principio se hizo
desansar la lógica de la ciencia. Ya hemos dicho cómo Dewey señala que tales principios
inmutables se constituyeron el objeto del conocimiento. Captar ese fin que permanece en el
cambio, y que mantiene a estos principios dentro de los límites de una verdad inmutable fue la
interminable búsqueda de la filosofía durante siglos.
Ante tal esatado de cosas, Dewey se rebela, y propone derribar semejante obstáculo con los
elementos ligados al devenir de la propia natualeza:
171
Dewey, John, La influencia del darwinismo en la filosofía” MW,4:3-14
135
“No obstante, dado que el panorama natural que se ofrece directamente a nuestros ojos está en
cambio, la naturaleza tal y como la experimentamos directa y prácticamente no satisface los
requisitos del conocimiento. La experiencia humana fluye, de manera que las virtualidades de
la percepción sensorial y de la inferencia basada en la observación están condenadas de
antemano. La ciencia se ve compelida a dirigirse hacia realidades situadas por debajo, más allá
de los procesos naturales, y a buscarlas mediante formas racionales que trascienden los modos
cotidianos de percepción e inferencia.”172
La filosofía reinante en Europa durante dos mil años fijaba la noción de causa primera y final
en todas las empresas intelectuales. La astronomía, la física y luego la química supusieron una
dura sacudida a tal doctrina, y con posterioridad el concepto de selección natural darwiniano
rompe definitivamente con tal modelo. Darwin propicia un cambio en la filosofía que de modo
radical cambia las coordenadas de relación con la naturaleza:
“La influencia de Darwin sobre la filosofía radica en haber conquistado el principio de
transición de los fenómenos de lo vivo, permitiendo así que la nueva lógica se aplique a la
mente, a la moral y a la vida. Al afirmar de las especies lo que Galieo había afirmado de la
tierra, e pur si muove, Darwin emancipó de una vez para siempre las ideas genéticas y
experimentales como un organon para formular preguntas y buscar explicaciones”173
Las implicaciones del pensamiento biológico darwinista son todavía incipientes y también
inciertas. Dewey reconoce que estamos viviendo el amanecer de una transición intelectual de
la que poco puede predecirse. A lo sumo pueden establecerse sus consecuencias generales y su
efecto en la configuración de la mente, con sus dimensiones conscientes, inconscientes e
instintivas. Todas las energías de la mente, condicionadas por estos factores, son el trasfondo
de nuestras empresas intelectuales. Se trata pues, como lo ha dicho de modo explícito en su
Reconstrucción, de abandonar de modo definitivo las viejas preguntas sustituyéndolas por
otras nuevas, acordes con la vida y la cultura humana, con una nueva lógica para la filosofía y
para la comprensión de la ciencia. El instrumentalismo de Dewey se sitúa en una línea que
prolonga la filosofía de Peirce y de James, y donde el concepto de razón se propone como una
facultad que reconstruye la experiencia mediante sus conceptos, juicios e inferencias, sin
captar principios atemporales o esencias. Nada de esto es pensable si no se articula con la tesis
de la evolución. En Dewey se observa la necesidad de volver a la naturaleza desde una mirada
172
173
Dewey, John, La influencia del darwinismo en la filosofía” MW,4:3-14
Dewey, John, La influencia del darwinismo en la filosofía” MW,4:3-14
136
práctica, con consecuencias determinantes para el llamado “discurso epistemológico”; en
especial para la ciencia, y por su puesto para la filosofía. Las ideas, objetos y verdades son
realidades “prácticas”, pero con sentidos diferentes. El descuido de James a la hora de
distingiur estos sentidos fue lo que hizo posible las desviaciones en la interpretación del
pragmatismo, que fueron la causa de las injustas acusaciones que lo asimilaron al idealismo, el
voluntarismo o el irracionalismo. La epistemología deweyana es en cierta medida –como el
propio James lo afirmara- una reelaboración del empirismo clásico, conjugada con la noción
de evolución, y en la que el conocimiento depende de una lógica naturalista que sustituye la
experiencia pasada por la experiencia futura como base metodológica. Este modelo empíriconaturalista es la forma del conocimiento que ha realizado el hombre en el devenir biológico de
su historia, y el que de hecho estudia la biología. Las reflexiones sobre el conocimiento
humano, como estrategia de resolución de problemas con raíces biológicas, abren un camino
para comprender el significado de la ciencia. Por consiguiente, lo abren también para definir el
papel de la filosofía y, por supuesto, de la filosofía de la biología.
137
CRONOLOGÍA DE JOHN DEWEY
1859
Nace en Burlignton, Vermont, USA.
1879 Se gradúa en la Universidad de Vermont. Inicia su actividad como profesor de escuela ( High school)
en Oil City, Pennsilvania.
1881 Enseña en Charlotte, Vermont, y estudia filosofía con H. A. P. Torrey
1882 Se gradúa en la Universidad John Hopkins.
1884 Se doctora en la Universidad John Hopkins
1886 Se casa con Alice Chipman
1887 Trabaja como profesor de filosofía en la Universidad de Minessota
1889-1894 Profesor de Filosofía en la Universidad de Michigan. Profesor de filosofía, Director del
Departamento de Filosofía, Psicología, y Educación de la Universidad de Chicago.
1899.
Presidente de la Asociación Americana de Psicología ( 1889-1900)
1904
Profesor de Filosofía, en la Universidad de Columbia desde 1904 hasta 1930.
1905
Presidente de la Asociación Americana de Filosofía ( 1905-1906)
1915
Fundador y primer presidente de la Asociación Americana de Profesores Universitarios.
1919.
Lecciones en Japón
Lecciones en China
1924
Profesor visitante de escuelas en Turkía.
1926
Profesor visitante de escuelas en México
1927
Muerte de su esposa Alice
1928
Profesor visitante de escuelas en la Unión Soviética.
1929
Profesor emérito, Universidad de Columbia
1946
Matrimonio con Roberta Lowitz Grant
1952
Muere el 1 de Junio en Nueva York.
138
LA OBRA DE JOHN DEWEY: BIBLIOGRAFÍA
Escritos de John Dewey
La obra de Dewey ha sido recogida en sus Obras Completas, publicadas por Southern Illinois
University Press, quedando dividida en tres partes: Early Works, Middle Works, y Later
Works, que frecuentemente se citan con las abreviaturas ( EW = Early Works, MW= Middle
Woks, y LW = Later Works), con su correspondiente tomo y página.
The Early Works Of John Dewey, 1882-1898, Carbondale Southern Illinois University Press,
1967- 1972. 5 volúmenes.
The Middle Works Of John Dewey, 1899-1924, Carbondale Southern Illinois University Press,
1976- 1983. 15 volúmenes.
The Later Works Of John Dewey, 1882-1898, Carbondale Southern Illinois University Press,
1925-1953. 17 volúmenes.
De este modo la fórmula EW, 3 :450, significa, por tanto, que pertenece al volumen 3 de los
Early Works, en la página 450. De igual modo, la fórmula MW, 2:249 , significa que
pertenece a los Middle Works, al volumen 2 página 249, etc.
En las obras que poseen traducción al castellano, se citarán también las correspondientes
versiones.
Otras obras editadas independientemente, (algunas con traducción al castellano):
1. The School and Society. ( 1900) Chicago, Chicago University Press, ( Rev., ed. 1915,
Paperback Phoenix Books, 1956.
2. The Child and the Curriculum, Chicago, Chicago University Press, ( Rev., ed. 1915,
Paperback Phoenix Books, 1956.
3. How we Think. ( 1910) Boston D. C. Health and Co. ( Rev. ed 1933). Traducción al
castellano de Antonio Caparros. Ediciones Paidós, 1989.
4. The influence of Darwin and Other Essays on Contemporany Thought. New York, Henry
Holt and Company, ( Papperback Midland Books, 1965)
139
5. Democracy and Education,( 1916) New York, Macmillan Compani, (Macmillan
Paperbacks, 1961).
6. Essays in Experimental(1916) Logic. Chicago University of Chicago Press, (Paperback,
Dover Books, n.d.).
7. “The need for a Recovery of Philosophy” (1917) en “Creative Intelligence, Essays in the
Pragmatic attitude”. New York, Henry Holt and Co., pp 3-69.
8. Reconstrucción in Philosophy, New York, Henry Holt and Co, ( Paperbackm enlarged
edition, Beacon Press, 1957). Traducción al castellano de Amando Lázaro Ros. Editorial
Planeta D’Agostini 1986.
9. Human Nature and Conduct. (1922) New York Henry Holt and Co.,
Modern Library edition, 1930.
10. Experience and Nature (1925). Chicago, Open Court Publishing Co. (Paperback, Dover
Books 1958). Traducción al castellano de Daniel Cosío Villegas, con prologo a la versión
española de José Gaos. Fondo de Cultura Económica, México D.F.,1948.
11. The Public and its problems ( 1927) New York, Henry Holt and Co. (Paperback, Alan
Shallow, 1957).
12. Characters and Events: Popular Essays in Social and Political Philosophy.( 1929) New
York Henry Holt and Co, 2 vols. (Paperback, Capriconr Books, 1959)
13. The Quest for Certainty (1929) New York, Minton Balch and Co. (Paperback, Capriconr
Books, 1960).
14. Individualism Old and New. (1930) New York Minton, Balch and Co. (Paperback,
Capriconr Books, 1962).
15. Philosophy and Civilization, (1931) New York Minton, Balch and Co. (Paperback,
Capriconr Books, 1963).
16. Art as Experience ( 1934) New York Minton, Balch and Co 355pp Paperback, Capriconr
Books, 1959) Traducción castellana editada por el Fondo de Cultura Económica, Buenos
Aires 1948.
17. A common Faith. ( 1934) New Haven, Yale University Press, (Paperback, Yale, 1960).
18. Liberalism and Social Action ( 1935) New York, G. P.Putnam’s Sons (Paperback,
Capriconr Books, 1963).
19. Logic: The Theory of Inqury.(1938) New York, Henry Holt and Co.
140
20. Experience and Education. (1938) New York Macmillan Co. (Paperback, Collier Books,
1963).
21. Freedom and Culture.(1939) New York, G .P. Putnam’s Sons. (Paperback, Capricorn
Books, 1963).
22. “Experience knowlwdge and value: a Rejoinder”( 1939) en Paul Arthur Schlipp, (ed.) The
Philosophy of John Dewey. Evanston, Northwestern University Press, pp 517-608.
23. Problems of men. Philosophical Library. N York. Versión castellana de Euardo Prieto.
Editorial Paidós, Buenos Aires, 1952.
Bibliografias sobre la obra de Dewey
Existen 3 grandes trabajos bibliográficos sobre los escritos de John Dewey, dos de los cuales
están organizados de modo cronológico y el tercero por materias:
1. Writtings of John Dewey, 1882-1950, editado por Paul Arthur Schlipp, New York Tudor
Publishing Company, 1951.
2. Writtings of John Dewey, en John Dewey: A Centennial Bibliography ( 1882- 1962)
editada por Milton Halsey Thomas, Chicago, University of Chicago Press, 1962 pp 1-153
y 298.
3. Jo-Ann Boydstone, (ed.) Guide to the Works of John Dewey. Cabondale, Southern Illinois
University Press, 1970.
Las obras de Dewey han sido traducidas a varios idiomas. Para esta información puede
consultarse la obra de Jo-Ann Boydstone y Robert L Andresen eds, John Dewey: A Chick list
of Translations, 1900- 1967, Cabondale, Southern Illinois University Press, 1969.
Bibliografía secundaria
Para una lista de bibliografía secundaria sobre John Dewey ver: Writtings of John Dewey, en
John Dewey: A Centennial Bibliography ( 1882- 1962) editada por Milton Halsey Thomas,
Chicago, University of Chicago Press, 1962. Pag 195-293.
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1. Alexander, T. John Dewey’s Theory of Art, Experience and Nature, State University of N
York Press, 1987.
2. Boydstone, J A (ed). Guide to the Works of John Dewey, Carbondale Southern Illinois
University Press, 1970.
3. Castillo, R. Conocimiento y Acción: el giro pragmático de la filosofía, Madrid, UNED
1995
4. Catalán, M. Pensamiento y Acción: teoría de la investigación moral de John Dewey,
Barcelona, PPU, 1994.
5. Dykhuizen, G. The mind and the Life of John Dewey. Carbondale Southern Illinois
University Press, 1973
6. Faerna, A. Introducción a la teoría pragmatista del conocimiento. Madrid Siglo XXI,
1996.
7. Gouinlock, J. John Dewey’s Philosophy of Value. Nueva York, Humanities Press, 1972.
8. Hook, s (ed). John Dewey, Philosopher of Science and Freedom. Nueva York, Dial Press,
1945
9. Mc Dermott John J. (ed.) The Philosophy of John Dewey. The University of Chicago
Press. Chicago and London, 1973.
10. Mougán Rivero Juan C. Acción y racionalidad de la obra de John Dewey. Universidad de
Cadiz, 2000.
11. Perez Tudela, J . El pragmatismo Americano: acción racional y reconstrucción del
sentido, Madrid, Cincel, 1988.
12. Ratner, J. (ed). Intelligence in the Modern World: John Dewey’s Philosophy. Nueva York,
Modern Library, 1939.
13. Rockefeller, S. C. John Dewey: Religious, Faith and Democratic Humanism. Nueva
York, Columbia University Press, 1991.
14. Ryan, A. John Dewey and the High tide of American Liberalism. Nueva York, W. W.
Norton, 1995.
15. Schlipp, P.A. (ed) The Philosophy of John Dewey.The Library of Living Philosophers, vol
I La Salle, Northwestern University and Southern Illinios University Press 1939.
16. Sini, C. El pragmatismo. Madrid, Akal, 1999.
17. Thayer, H. S. Meaning and Action:A critical history of Pragmatism, Indianápolis, Hacket
Publishing Co., 1981.
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18. Tiles.J. E. John Dewey, Londres, Routledge 1992. 4 vols
19. Welchman J. Dewey’s Ethical Thought. Ithaca, Cornell University Press, 1995.
Westernbrook, R. B. John Dewey and American Democracy, Ithaca, Cornell Universiy Press,
1991.
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