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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE FILOSOFÍA PROGRAMA DE DOCTORADO ENTRE CIENCIA Y FILOSOFÍA TRABAJO DE INVESTIGACIÓN SEGUNDO AÑO D.E.A. TÍTULO: EL NATURALISMO EMPIRICO EN LA FILOSOFÍA DE JOHN DEWEY ALUMNO: PEDRO JOSÉ SARMIENTO MEDINA DIRECTOR: DR. JOSÉ LUIS GONZÁLEZ RECIO CURSO 2002/2003 INTRODUCCIÓN 3 CAPÍTULO I : EL PRAGMATISMO INSTRUMENTALISTA DE JOHN DEWEY 8 SECCIÓN 1 Breve Noticia Biográfica de John Dewey ( 1859- 1952) SECCION 2 Dewey y el pragmatismo americano CAPÍTULO II : PRAGMATISMO Y REFUTACIÓN DE LA EPISTEMOLOGÍA CLÁSICA 8 12 25 SECCIÓN 1 Los problemas epistemológicos de la filosofía clásica: Bacon y Dewey 25 SECCIÓN 2 La acción reconstructiva y el concepto pragmatista de experiencia. 34 SECCIÓN 3 Naturalismo empírico y epistemología pragmática. 53 SECCIÓN 4 El concepto clásico de razón en contraposición al concepto de inteligencia pragmatista 1. 74 Racionalismo y empirismo en contraposición con la noción pragmatista de experiencia. 2. La inteligencia y el Arco Reflejo 3. Hábito e inteligencia como nociones centrales de su propuesta SECCIÓN 5 El concepto pragmatista de lo real y lo ideal. 88 SECCION 6 El significado y las consecuencias de la reconstrucción lógica. 98 CAPÍTULO III : ANÁLISIS DE ALGUNOS ELEMENTOS VINCULADOS A LA PROPUESTA DEWEYANA 104 SECCIÓN 1 La noción de experiencia dentro del pragmatismo deweyano 104 SECCIÓN 2 La estructura del método empírico o denotativo 118 CONCLUSIONES 128 Cronología de John Dewey 138 Bibliografía 139 2 INTRODUCCION GENERAL. Uno de los más serios problemas científico-filosóficos del siglo XIX, y de bien entrado el siglo XX, fue el relacionado con las consecuencias derivadas de la teoría de la evolución. Si bien dicho problema tuvo todo tipo de connotaciones, desde las científicas, filosófico– teológicas, sociales, y hasta las de tipo político, -como el caso de un juez americano que en 1992 sancionó la prohibición de la enseñanza de los contenidos biológicos que hablaran de ella-, la evolución es un hecho hoy incuestionado. Aunque para la mayoría de biólogos es un principio absolutamente evidente, las dificultades de su “demostración” y “explicación” tienen raíces epistemológicas y por supuesto biológicas. De un lado, la lógica de la demostración y la comprobación obligan a una comprensión particular de la ciencia y su modo operativo. En biología la estructura de la demostración no es igual que la característica de la física. De otro lado, pueden reconocerse obstáculos estrictamente biológicos: la evolución ha transcurrido a lo largo de millones de años, y el proceso aún continúa. Si bien se puede afirmar que la evolución es un hecho incontrovertible, no es menos cierto que las diferentes hipótesis evolucionistas propuestas sugieren que ha podido ocurrir de muchas maneras. Ninguna de las actuales explicaciones en biología sería posible sin la idea de evolución, pero cuáles sean los mecanismos que rigen el proceso evolutivo continúa siendo discutido, como también es objeto de debate la clase de leyes que encontramos en las teorás biológicas. El concepto mismo de “teoría”, enraizado en la distinción dicotómica entre lo teórico y lo práctico, hace que los problemas epistemológicos relacionados con la Evolución sean todavía más difíciles. La oposición entre lo “observable” y lo “no observable” es parte de las dificultades que encuentra el trabajo científico, y semejante oposición se torna a veces compleja en el terreno evolutivo. Ahora bien, la epistemología de la biología presenta en general problemas específicos que no sólo afectan a la teoría de la evolución. Algunos de los rasgos y métodos de la física tienen difícil traducción en la nueva biología. “La biología moderna aparece con Darwin y poco después de Mendel”1, y su desarrollo en el campo mismo de la genética molecular contemporánea lo ratifica, abriendo un abanico de cuestiones muy interesantes para la filosofía 1 Así lo afirma Michael Ruse. (1973) Filosofia de la Biología. Madrid Alianza.1979 3 de la biología. ¿Puede hablarse de “leyes” biológicas?, ¿ bajo qué presupuestos y límites? ¿Puede afirmarse que existen enunciados verdaderos, no analíticos, en condiciones de universalidad no restringida en el campo de la biología? ¿Son posibles los sistemas axiomáticos en el campo biológico? ¿Qué tipo de actividad realiza el biológo cuando hace “biología”? Muchos de estos interrogantes hacen del campo de la filosofía de la biología, un “terreno de nadie”.2 Los problemas de la filosofía de la biología forman parte de un conjunto de interrogantes de los que se ocupa la filosofía de la ciencia, y la filosofía misma. El presente trabajo procura mostrar que muchos de estos problemas se remontan al nacimiento mismo de la filosofía. La filosofía, desde su remoto origen, se ha enfrentado a preguntas en las que estaban en juego los propios conceptos de experiencia, conocimiento y naturaleza. Como afirma Castrodeza,3 los primeros epistemólogos fueron los presocráticos. En ellos se vive la primera secularización del pensamiento y también en ellos se vive por primera vez el conflicto entre el creacionismo y el evolucionismo. No obstante, la meta que ha regido la elaboración de este trabajo ha sido llevar a un escenario histórico mucho más próximo –el del pragmatrismo americano– el problema de la interpretación de los viejos problemas filosóficos a la luz de la biología evolucionista. El pragmatismo americano, según Dewey, supone un esfuerzo por replantear el problema del conocimiento y otros problemas filosóficos bajo la influencia del evolucionismo. Su esfuerzo tiene como propósito evidenciar la unidad de la naturaleza y la experiencia, aduciendo que la ruptura dicotómica entre éstas, generada por la tradición, no explica de modo satisfactorio el conocimiento, y que, por el contrario, genera multitud de problemas que hacen de la filosofía un ejercicio digno de sospecha. De tal ejercicio filosófico se sigue un serio descrédito para la filosofía, en virtud de que ésta no resuelve ni asume responsabilidades sobre los problemas naturales y urgentes del hombre. Y de aquí nace la necesidad de su reconstrucción, con metas específicas que la conduzcan a encarar esas responsabilidades. En el pragmatismo de Dewey, el significado de la experiencia y la reconstrucción de la filosofía se constituyen en objetos básicos de reflexión a lo largo de su extensa obra, y de modo especial entre 1920 y 1940. Las publicaciones fundamentales en las que se ocupa de 2 3 Ruse (1973) Castrodeza, Carlos. Spanish Studies In The Philosophy Of Sciencie. Oxford, Kluwer Ac. Publishers 1996. 4 estos problemas son: Reconstruction in Philosophy; Experience and Nature, Human Nature and Conduct, y los distintos ensayos y artículos del período recogidos en la bibliografía. El propósito de este trabajo consiste en estudiar detenidamente la propuesta epistemológica deweyana desde la cual puedan reexaminarse ulteriormente los postulados y problemas que relacionan la evolución, la biología y la filosofía de la biología. Si bien habitualmente se ha aceptado que el problema del conocimiento es un problema exclusivamente filosófico, la propuesta de Dewey implica que tal consideración está ligada a los errores de la tradición. La reconstrucción de la filosofía permitirá situar este problema en unas nuevas coordenadas, y por su puesto una reinterpretación de la actividad científica al margen de los condicionamientos y hábitos intelectuales legados por la tradición. Siendo este propósito una parte fundamental de la filosofía de Dewey, el examen de los hechos que en ella vinculan la evolución con la teoría del conocimiento, y con la filosofía de la biología en particular, puede establecer nuevas directrices para la resolución de importantes problemas epistemológicos, y de otro lado rescatar una crítica a la filosofía europea de los últimos siglos que puede estar vigente. Tal es el objetivo general de mi proyecto de investigación, cuya cuya primera parte –este tabajo– se detiene en la exposición y el análisis del concepto de inteligencia presentado por la propuesta deweyana4. La inteligencia, dentro del análisis practicado por Dewey, se constituye en un hecho abierto a la observación, del mismo modo en que lo son otros fenómenos naturales. Se trata de un de las clases de conducta que refleja la interacción de las animales con el medio ambiente. De esta manera, abandonando el idealismo clásico, los propósitos y capacidades individuales quedan vinculados a la estructura natural de la realidad en la que han sido gradualmente aprendidos y ejercitados por los sujetos a lo largo de la evolución; se entienden como esfuerzos adaptativos al mundo natural, y también a la dinámica social. La evolución es entonces el escenario en que se suceden los procesos que permiten la emergencia de la inteligencia como algo útil en el control del futuro. Se trata, pues, de una noción técnica de inteligencia desde la cual puede reconstruirse el significado de la filosofía, y de la ciencia, bajo una perspectiva naturalista y empírica. 4 Esta primera parte corresponde a la primera entrega correspondiente al segundo año de investigación. 5 La representación deweyana de la inteligencia es, por lo tanto, una representación fundada en los aspectos pragmáticos o instrumentales de ésta. Se trata de una concepción que hace depender nuestras ideas, instituciones y costumbres del ensayo y el error, y que examina las consecuencias que todo ello tiene en un sentido social. Tal examen determina que lo sobrenatural resulta en realidad innecesario, pues es causa de ignorancia y motivo de inseguridad, opresión y desorden. En las sociedades en que se ha prescindido de tal ámbito los individuos no se encuentran escindidos, y sus esfuerzos racionales no viven la contradicción de la pertenencia a dos universos simultáneos y diferentes. El nuevo enfoque de la inteligencia deweyano pretende destruir la superstición y, purgando la tradición, abandona todo racionalismo compensatorio o generador de ilusiones. De esta manera, se quiere convertir en un camino de cooperación genuina con la sociedad, en el cual los individuos pueden ampliar la base de sus oportunidades y de realizaciones. El trabajo se ha estructurado en tres capítulos: el primero de ellos pretende exponer el pragmatismo de Dewey en el contexto de su biografía y su obra, y dentro de la perspectiva del pragmatismo como corriente americana. El segundo, más extenso, contiene seis secciones en las que se procura examinar la propuesta pragmatista de Dewey, comparándola con algunos presupuestos de la epistemología clásica. Se busca en ellas una aproximación a los conceptos de experiencia, inteligencia, y hábito; y se valora el alcance de la acción reconstructiva, dentro del naturalismo empírico que constituye el eje de la filosofía de Dewey, con atención especial al concepto de inteligencia pragmática. Las raíces biológicas de esta última noción son innegables, y el fundamento epistemológico que se pretende alcanzar es de carácter auténticamente naturalista en el mejor de sus sentidos. El tercero y último de los capítulos hace un análisis de algunos de los problemas que su propuesta plantea. 6 El trabajo es, pues, una primera toma de contacto con el pragmatismo, como instrumento que puede contribuir a redefinir o replantear numerosos problemas que hoy son objeto de discusión en la filosofía de la biología. No se trata de una investigación sobre el pragmatismo como corriente filosófica en cuanto tal, sino sobre su capacidad para iluminar problemas específicos de la filosofía de la biología que serán abordados con mayor profundidad en una futura tesis doctoral. 7 CAPÍTULO I : EL PRAGMATISMO INSTRUMENTALISTA DE JOHN DEWEY SECCIÓN 1: Breve Nota Biográfica sobre John Dewey ( 1859- 1952) ¿Quién es John Dewey? De Dewey se afirma que es uno de los filósofos más prominentes de Norteamérica, cuyo influjo en el siglo XX en la construcción política y social de Estados Unidos es incomparable, y admitida no solo por los norteamericanos sino por todo el mundo. Conocido como filósofo y educador, ha sido considerado también como uno los pioneros en el desarrollo de la psicología experimental. Fundador de la Escuela Pragamatista de Chicago, y de la escuela funcional de Psicología, es uno de los pensadores que además de influir políticamente en el desarrollo de la nación, colaboró en el establecimiento del movimiento de educación progresiva que reformó sustancialmente la educación en la primera mitad del siglo XX. Sus ideas en relación con la filosofía social, así como su filosofía política han tenido profundo significado en las aspiraciones estadounidenses, al punto de ser reconocido como la voz en el siglo XX de la democracia americana. La obra de Dewey se elaboró durante cerca de 71 años, lo que hace de su prolífica producción un trabajo muy sobresaliente, sin duda merecedor del aplauso académico. En 1930, la Universidad de Paris lo reconoce como “la mas profunda y completa expresión del genio americano”.5 Nacido en Burlington, Vermont, el 20 de Octubre de 1859, fue el tercero de cuatro hijos. Sus orígenes familiares fueron modestos. Tres generaciones de sus antepasados fueron campesinos de Vermont, incluidos sus padres: Archibald Dewey y Lucina Rich Dewey. Sin embaro, el padre de John rompió desde joven con la tradición familiar campesina y se dedicó a los negocios en Burlington. Muchos años más tarde, a la edad de 44 años, conoció a la madre de John, de solo 20 años, con quien decide crear una familia. John nace el 20 de Octubre de 1859. 5 Uno de los trabajos biográficos más sobresalientes sobre John Dewey está escrito por George Gykhuizen, y publicado en la Southern Illinois University Press, como parte de una de las más célebres ediciones de las obras completas de John Dewey. Mas allá de su breve autobiografía incluida en el trabajo titulado From Absolutism to Experiementalism, y publicada en 1930, sobresale también el trabajo de Jane Dewey, hija del filósofo, que junto con sus dos hermanas aportó valiosos elementos para su biografía. Ver Jane Dewey (ed.) "Biography of John Dewey” en Paul Arthur Schlipp (ed.), The Philosophy of John Dewey. New York, Tudor Publishing Co. 1951(1939) pág 3-45. (Ver también bibliografía señalada aquí en el Capítulo I sección 2). 8 La pequeña ciudad de Burlington en la que Dewey habitó en su infancia, apenas tenía 15 mil habitantes que se repartían entre aquellos que eran originarios de la ciudad, - viejos americanos descendientes de una clase media de familias protestantes anglosajonas que se instalaron en la zona -, y extranjeros procedentes Irlanda y Quebec. Asistió a la escuela pública y a la Universidad de Vermont, en donde realizó estudios de filosofía, economía y política que estimularon sus inquietudes filosóficas, con un amplio espectro de intereses, a lo largo de su vida. Los biógrafos lo describen como un voraz lector, algo encerrado en sí mismo. En 1882 ingresa en la Universidad de John Hopkins, dentro un programa de altos estudios de filosofía, donde recibe influencia de los trabajos de T. H. Huxley, y el “realismo escocés”. A través de H.A. P. Torrey se introdujo en la filosofía alemana con la enseñanza directa de James Marsh y de George Sylvester Morris, profesor visitante del neohegelianismo, que procuraba reavivar el pensamiento del filósofo del siglo XIX. La influencia del hegelianismo en la primera etapa intelectual de Dewey es de gran importancia, pues, aunque se aparte posteriormente de él, se ve atraído por el énfasis en lo orgánico y la naturaleza espeiritual del universo. Doctor ya en 1884, ingresa en la Universidad de Michigan, en la que Morris era profesor titular, y comienza a enseñar psicología y filosofía. Allí permanece durante cerca de 10 años, tiempo en el que se decide estudiar profundamente a Hegel y el neohegelianismo británico, así como la psicología experimental, que era objeto de estudios avanzados gracias a G. Stanley Hall y Willian James. Éste es un período en el que Dewey se encuentra influido por la juventud de la psicología y la necesidad de cambio en el orden democrático. A la búsqueda de una psicología de la educación se orientan sus esfuerzos intelectuales, pretendiendo articular en ella sus intereses y los problemas políticos y científicos que le preocupan. Dos años después del comienzo de sus clases en Michigan, Dewey contrae matrimonio en 1886 con Harriet Alice Chipman of Fenton, una alumna suya, que también demostraba gran interés por los problemas de la educación del momento. En 1894 Abandona la Universidad de Michigan e ingresa como profesor de Filosofía, Psicología y Pedagogía en la Universidad de Chicago. Dewey reconoce en esta circunstancia 9 una oportunidad de unir estas tres disciplinas y estrechar las relaciones de la pedagogía con la filosofía y la psicología. Su ingreso en la Universidad de Chicago le da fama nacional, y como consecuencia del influjo de la biología evolutiva y de la psicología del momento, abandona el hegelianismo y la teoría de las ideas que reflejaba el orden del universo, adoptando una teoría instrumental del conocimiento, que concibe a las ideas no como representaciones sino como instrumentos para la resolución de los problemas humanos. Este conjunto de planteamientos hace que posteriormente refute el hegelianismo y la noción de espíritu y razón absolutas, y que encuentre aceptable la teoría de que la naturaleza es la última realidad, y que el hombre ha de encontrar en ella el significado y las metas de su propia vida. Naturaleza, experiencia, biología y psicología definen el marco de referencia en el que el pensamiento de Dewey estará situado en el futuro, y que servirá de igual modo para orientar los trabajos de investigación posteriores de sus discípulos en la universidad. Su actividad fue reconocida y admirada por James en 1903, en especial el texto Studies in Logical Theory, documento con el que se hizo pública la aparición de la Escuela de Chicago. Las contribuciones posteriores a la psicología fueron muy notables, y muchos de sus artículos se convirtieron en clásicos, lo que le aseguró un destacadísimo lugar dentro de ella posteriormente. Entre estos sobresale el titulado “The Reflex Arc Concept in Psychology”6, que es considerado como uno de los más importantes de la psicología funcional, y en el que se sitúa al organismo en el contexto del esfuerzo por adaptarse al medio ambiente. También son notables sus aportaciones en el contexto de la educación y la pedagogía. Su trabajo titulado The School and Society ( 1889) y The Child and the Curriculum (1902) reflejan de modo sobresaliente los criterios de Dewey sobre la filosofía de la educación. Sus esfuerzos por establecer la independencia de un departamento de educación lo hacen pensar en la necesidad de un laboratorio escolar en el cual se puedan someter a la experiencia las teorías educativas y psicológicas. Su propósito se cumple en 1896, lo que incrementa su reputación en la Universidad de Chicago y convierte a su laboratorio en un centro de pensamiento sobre educación progresiva. 6 Publicado por primera vez en 1896 en Psychological Review ( 1896) 3, 357-370 The Reflex Arc Concept in Psichology. Este tema se tratará en el capítulo II sección 4. 10 No obstante, dicho proyecto educativo no continuó siendo financiado por la Universidad de Chicago, lo que generó un desacuerdo entre el rector de dicha universidad y Dewey, motivo por el que acepta el cargo de profesor en la Universidad de Columbia, en New York. En ella permanece durante 47 años, primero como profesor, y luego como profesor emérito. Durante 25 años de enseñanza activa su fama y el papel significativo que cumplieron sus enseñanzas atrajeron a cientos de estudiantes. Su producción intelectual en la Universidad de Columbia fue realmente extensa. Las 125 páginas de la lista de los títulos de sus obras comprenden un amplio repertorio temático, que incluye estudios de lógica, teoría del conocimiento, psicología, educación, filosofía social, arte y religión. Sus trabajos se centraron en esta variada temática, lo que es motivo suficiente para considerarlo uno de los más grandes filósofos norteamericanos. Sus amplios intereses intelectuales lo hacen participar también en gran cantidad de periódicos, en los que publicó trabajos de interés general, política internacional y crítica social. Fue fundador y primer presidente de la Asociación Americana de Profesores, y su reputación internacional le permitió ser invitado en universidades extranjeras a lo largo de su vida, como las de Japón, México, Turquía o Rusia. Condecorado por 13 universidades, también con la orden de Jade por el gobierno de China, y la orden del mérito por el gobierno chileno. En 1932 fue elegido presidente honorario de la Asociación Americana de Filosofía. El trabajo filosófico de Dewey se reparte en muchas de sus obras. Gran cantidad de sus investigaciones epistemológicas son sintetizadas en Experience and Nature, también en Reconstruction in Philosophy, How we Think, Democracy and Education, Experience and Education, La búsqueda de la certeza, y Misery of Epistemology, junto con una multitud de estudios y artículos sobre el pragmatismo, entre los que sobresalen sus trabajos sobre la filosofía de Peirce en Collectes Papers, y el problema de la dualidad y el dualismo en la filosofía tradicional, recogidos por la escuela pragmatista de Chicago. Sus sólidas convicciones epistemológicas lo hacen un luchador que defiende el papel significativo de la experiencia como marco epistemológico y como línea determinante en el devenir de la naturaleza y del conocimiento. 11 SECCION 2: DEWEY Y EL PRAGMATISMO AMERICANO Pragmatistas, colegas y amigos. Dentro del período clásico en la filosofía americana que se inicia con el final de la Guerra Civil y que continúa hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, puede distinguirse un grupo grandes figuras del pensamiento norteamericano entre las que hay nombrar a Peirce, Royce, James, Santayana, Dewey y Whitehead. Entre las obras más importantes que escribieron hay que mencionar, de Perice, sus Collected Papers; de James, The Principles of Psicology y Pragmatism; de Royce, The World and the Individual; de Santayana, The Life of Reason y Realms of Bein; de Whitehead, Process and Reality; y finalmente, de John Dewey, Experience and Natur; Logic; Naturaleza Humana y Conducta; Reconstruction in Philosophy, entre otras muchas. En tal grupo de pensadores debe hablarse de continuidad intelectual, basada de modo innegable en relaciones personales e influencias intelectuales de diferente grado. James, Royce y Santayana fueron colegas en la Universidad de Harvard. Peirce jamás formó parte del departamento, pero su influencia debe considerarse indudable, teniendo un vínculo estrecho con James como colegas, y también con Royce y Dewey como estudiantes en la Universidad de John Hopkins. La amistad de James y Peirce comienza en 1861, cuando ambos empiezan a admirar a J. S. Mill y también a Darwin. Los dos forman parte del afortunado “ Club Metafísico”, junto con el brillante abogado Nicolás St. John Green, y el también amigo de James Oliver Wendell Holmes, quienes se ven influidos notablemente por el empirismo y utilitarismo. Tanto James como Peirce fueron recomendados para ser profesores en la Universidad de John Hopkins a finales de 1870, el primero como profesor de Psicología y el segundo de Lógica. De Royce puede afirmarse que fue el pupilo de James por poco tiempo, hasta hacerse colega en 1882 en la Universidad de Harvard. Aunque Royce es un claro seguidor de Peirce, será 12 James quien reconozca un notable influjo del pensamiento de éste último. Peirce mismo valora a James mucho más como psicólogo que como filósofo7, y Santayana se considera discípulo de James y de Royce. Durante el período comprendido entre 1889 y 1911 fue compañero de James y Royce en el departamendo de Filosofía de Harvard. De estas estrechas relaciones participa también Dewey, que es alumno de Peirce en la Universidad de John Hopkins e igualmente miembro activo del llamado “Club Metafísico”. Dewey pretende determinar el curso que toma el “pragmatismo” dentro de su ensayo titulado The Development of American Pragmatism8, cuyo propósito era definir las principales tesis de los movimientos filosóficos conocidos como pragmatismo, instrumentalismo y experimentalismo. Es preciso afirmar que el pragmatismo de Dewey está en directa relación intelectual e histórica con el pensamiento de Charles S. Peirce, hijo de Benjamin Peirce (18091880)9, célebre también por ser uno de los fundadores de la lógica moderna. Charles Peirce fue un pragmatista cuyo trabajo no resultó en absoluto sistemático, circunscribiendo su discurso a un estrecho universo para la aplicación del método pragmático. El término “pragmático” le vino sugerido a Peirce por Kant, y en concreto por la lectura de La Metafísica de las Costumbres, donde se distinguen los conceptos pragmático y práctico. Practico se refiere a las leyes morales que Kant consideraba a priori y, por el contrario, pragmático se refiere a las reglas del arte y de la técnica que están basadas en la experiencia y se aplican a ella. Peirce, autodenominándose un “empirista dotado de los hábitos de laboratorio” rehúsa llamar a su filosofía practicalismo. Desde una concepción kantina los términos “practico” (practisch) y “pragmático” (pragmatisch) son términos absolutamente opuestos. El primero pertenece a una región del pensamiento privada plenamente de la experiencia. Por el contrario, el contenido del concepto pragmático está aclarado por Peirce y citado por el mismo Dewey en el mismo trabajo.10 “El contenido racional de una palabra u otra expresión reside exclusivamente en sus implicaciones concebibles sobre la conducta en la vida; de modo que, siendo obvio que nada que no pudiera ser resultado de un experimento puede tener implicación alguna directa sobre la conducta, si uno es capaz de definir con precisión todos los fenómenos experimentales 7 Ver Collected Pappers of Charles Sanders Peirce, editador pr Charles Hartshhorne and Paul Weiss (Cambridge, Mass., Harvard University Press, 6 vols 1931-1935) Vol 6. parágrafo184) 8 Ver Dewey John. The Development of American Pragmatism” (LW,2:3-21.) Ob cit. 9 Benjamin Peirce (1809-1880) fue un afamado astrónomo y matemático que entre otras aportaciones colaboró en el cálculo de la órbita recién descubierta del planeta Neptuno y sus perturbaciones sobre Urano. 10 Ver Dewey John. The Development of American Pragmatism” (LW,2:3-21.) Ob cit. 13 concebibles que pudiera implicar la afirmación o la negación de un concepto, tendrá con ello 11 una definición completa del concepto". Dewey encuentra en el ensayo peirceano Cómo esclarecer nuestras ideas12una gran semejanza con Kant, debido a que los esfuerzos de Peirce se encaminaron en un principio a interpretar la universalidad de los conceptos en el dominio de la experiencia, de la misma manera en que Kant se ocupó de la ley de la razón práctica en el dominio de lo a priori. De este modo escribe Peirce: “El significado racional de toda proposición reside en el futuro. Pero, de entre las miríadas de formas en que puede traducirse una proposición, ¿ cuál es la que debe denominarse su significado mismo? Según el pragmatismo, será aquella forma bajo la cual la proposición se vuelva aplicable a la conducta humana, no estas o aquellas circunstancias particulares, ni cuando uno atiende a este o aquel propósito especial, sino la forma que resulte la más directamente aplicable para el autocontrol en cualquier situación y para cualquier propósito..13 Para Peirce las creencias son reglas de acción, y la función única del pensamiento es establecer hábitos de acción, es decir consolidar la creencia, y de igual modo el significado de la verdad consiste en determinar cuál es la conducta que inspira. Dewey interpreta a Peirce afirmando que el significado efectivo de cualquier proposición filosófica puede siempre concretarse en alguna consecuencia particular, ya sea activa o pasiva dentro de nuestra experiencia práctica futura, donde lo esencial es el hecho de que la experiencia debe ser particular, más que el que tenga que ser activa.14 Tanto Dewey como Peirce sostienen que la conducta humana y el cumplimiento de algún fin son indispensables para aclarar nuestras ideas, pero ambos desaprueban que la acción se convierta en un fin en sí misma. Es un hecho reconocido por Dewey, que los artículos escritos por Peirce llamaron apenas la atención en los círculos filosóficos de la época, pues el influjo del idealismo neokantiano de Green y la Escuela de Oxford eran muy grande. La obra iniciada por Peirce, fue continuada por James, y es el propio James quien inaugura el movimiento pragmatista con una 11 Peirce, Charles Sanders. The Monist vol XV ( 1905) página 162-163. Citado por Dewey en. The Development of American Pragmatism” (LW,2:3-21.) Ob cit. 12 Ver Peirce, Charles, Collected Papers vol 5 Página 402. 13 Peirce, Charles Sanders. The Monist vol XV ( 1905) página 162-163. Citado por Dewey en. The Development of American Pragmatism” (LW,2:3-21.) Ob cit. 14 Ver Dewey John. The Development of American Pragmatism” (LW,2:3-21.) Ob cit. 14 comunicación titulada Conceptos filosóficos y resultados prácticos15. La concepción de qué sea la filosofía es diferente en cada pragmatista. Para James, por ejemplo, la noción de filosofía sigue ligada a la noción de verdad, pero ciertamente es dependiente de una verdad pragmatista: “Toda función de la filosofía debe consistir en señalar influencias características que tu y yo recibiríamos en un determinado momento en nuestras vidas, si una u otra descripción del universo fuera la verdadera”16 La noción de hábito señalada por Peirce, se constituye en pieza fundamental de la propuesta deweyana, pero posee un enfoque más amplio. Al contrario de la noción clásica aristotélica que la vinculó con el mundo subjetivo, en la perspectiva deweyana se trata de una integración entre el sujeto y el medio ambiente. El hábito también forma parte de una función natural que incorpora todo el significado biológico que permite la adaptación del sujeto al medio, y a la vez interviene en el proceso de socialización. (Ver capítulo II secciónes 3 y 4 ). Para Peirce el objetivo de la filosofía consiste en proporcionar un significado fijo al universo, mediante fórmulas que correspondan a nuestras actitudes o a nuestros hábitos máximamente generales de respuesta al entorno. Dicha generalidad depende de qué extensión tenga la aplicabilidad de tales fórmulas a acontecimientos futuros específicos. Tal es la vinculación con el futuro que Dewey comparte, como comprate, asimismo, la noción de hábito que examinaremos en el presente trabajo.17 De esta manera, el significado de los conceptos se vincula con el hábito, es decir la fijación de la creencia. Así, el contenido de los conceptos “materia” y “Dios” debe estar fijado antes de que podamos siquiera intentar alcanzar el valor que tiene nuestra creencia en ellos. “El materialismo significaría que el mundo exige de nosotros un único tipo de hábitos generales y constantes; y Dios significaría la exigencia de otro tipo de hábitos; la diferencia entre el materialismo y el teísmo equivaldría a la diferencia de hábitos requeridos para encarar todos los hechos pormenorizados del universo. El mundo sería uno, en la medida en que nos fuera posible formarnos un único hábito de acción que tuviera en cuenta todos los existentes futuros y les fuera aplicable a todos ellos. Será múltiple en la medida en que necesitemos formarnos diversos hábitos, diferentes unos a otros e irreducibles entre sí, para poder afrontar los acontecimientos del mundo y controlarlos.18 15 Comunicación reimpresa en el volumen de us Collected Essays and Reviews, traducida al castellano por Francisco Perea, México Fondo de Cultura Económica 1972 páginas 114-128. 16 Citado por Dewey en The Development of American Pragmatism” (LW,2:3-21.) Ob cit 17 Ver Capítulo II, Sección 4. 18 Texto de Peirce, citado por Dewey en The Development of American Pragmatism” (LW,2:3-21.) Ob cit 15 Peirce y James comparten la noción de creencia, como un elemento característico y distintivo. El descubrimiento de las consecuencias fundamentales de esta o aquella creencia ejerce de modo ineludible influencia sobre la creencia misma. Dewey también se aproxima al concepto y pretende explicar su significado de la siguiente manera: “Si una persona siente predilección por la novedad, el riesgo, las oportunidades, y por una realidad estética multicolor, seguro que rechazará creer en el monismo una vez que haya percibido lo que este sistema comporta. Pero si desde un buen principio le atraen la armonía estética, las proporciones clásicas, la fijeza incluso hasta el extremo de la absoluta seguridad, y la coherencia lógica, es perfectamente natural que deposite su fe en el monismo. Así pues, lo que hizo William James fue tomar en consideración estos motivos de simpatía instintiva, que desempeñan un papel mayor en nuestra opción por un determinado sistema filosófico que los razonamientos formales; y juzgó que era prestarle un buen servicio a la causa de la sinceridad filosófica el reconocer abiertamente los motivos que nos inspiran.”19 Las llamadas constantes a la sinceridad son presentes en la obra de Dewey. En relación con muchas filosofías e incluso con la epistemologia, Dewey lleva éste propósito hasta el extremo, afirmando que en ocasiones el discurso epistemológico clásico presume decir algo cuando en realidad dice poco o nada.20 Es importante subrayar que Dewey ve en James a un empirista antes que a un pragmatista. El propio James declaró que el pragmatismo no era sino un empirismo llevado a sus legítimas conclusiones. Dewey se aparta de la comprensión empirista, (ver Capítulo II Sección 4.), definiendo la “actitud pragmática”: “Apartar la vista de las cosas primeras, los principios, las categorías, las pretendidas necesidades y mirar hacia las últimas cosas, los frutos y las consecuencias de los hechos.”21 Contexto intelectual de su formación Dewey es durante los años 70 estudiante de pregrado en la universidad de Vermont, y según el parecer del profesor Morris Cohen, quien interviene especialmente en la formación filosófica de Dewey, la situación de la filosofía en América vive una “edad glacial”. Estados Unidos sufre una impregnación importante del espíritu realista del “sentido común escocés”, que había penetrado vigorosamente antes de la revolución gracias al presidente de Princenton 19 Dewey, John, The Development of American Pragmatism” (LW,2:3-21.) Ob cit Ver, Dewey John, The Influence Of Darwinism On Philosophy (MW,4:3-14). Ob cit 21 Dewey, John The Development of American Pragmatism” (LW,2:3-21.) Ob cit 20 16 Whitherspoon. Dentro de sus motivaciones estaban la defensa de la fe del cristianismo en contra del deismo, el materialismo y el escepticismo, que venían cultivándose desde el siglo XVIII. La ortodoxa filosofía académica se había también impregnado del protestantismo de la época. Durante cerca de 100 años el pensamiento cultivado en las universidades de la Nueva Inglaterra era una mezcla de racionalismo abstracto junto a doctrinas teológicas. Era natural que una filosofía como la descrita ignorara e incluso evadiera los desarrollos de la ciencia. La agitación se desata con la publicación de la obra de Lyell, Principles of Geology, el Origin of Species, de Dariwn y los First Principles de Spencer22, y con la difusiñon de las filosofías empiristas y positivistas de Comte, Mill, Lewes, Buckle y Bain. Otro de los pensadores que influyeron notoriamente en el pensamiento americano y en particular en el de Dewey fue William T Harris, quien pretendía junto al profesor Cohen dar una base hegeliana a la filosofía americana.23 Dewey trató de responder a estas corrientes de pensamiento. Al concluir sus estudios en la universidad, se concentra en trabajos individuales que realiza con el profesor H.A.P. Torrey. Es un período en el cual envía numerosos artículos a Harris y funda la primera revista filosófica norteamericana llamada The Journal Of Speculative Philosophy. Con el apoyo de ambos, decide asumir responsabilidad de reorientar el pensamiento americano. George Silvester Morris continuaba de modo entusiasta la divulgación del pensamiento hegeliano, en medio de un ambiente que estaba dominado por ideas científicas muy hostiles al pensamiento metafísico. Tanto en Inglaterra como en Norteamérica las ideas de Hegel llegaron con bastante retraso. Para entonces Peirce era un personaje reconocido por Dewey como un devoto de la lógica formal, por lo que no le despertó interes alguno. Dewey se interesó algunos años por el hegelanismo que Morris cultivaba. Según algunos especialistas lo que atrajo a Dewey al pensamiento hegeliano, fue el trato que Hegel ofreció a la cultura, a las instituciones y a las artes. Pero posteriormente sufre una seria ruptura que marcará un nuevo destino a su pensamiento. Para entonces la psicología emerge como un campo de gran interés, que también atrapa las inquietudes de Dewey durante largos años. Si se 22 The Cambridge History of American Literature. ( New York 1933), Vol III pag 229-30. 17 tratara de reconstruir la situación se podría afirmar que existía una profunda disyuntiva para entonces entre el idealismo hegeliano y la completa renuncia a la filosofía. La alternativa que se ofrecía era un empirismo cientificista que posponía todos los intentos de solución de problemas últimos, en favor de una inmersión en la lógica de los experimentos, y de algún modo ello fue una buena parte de su camino. En el contexto intelectual de su época era evidente la necesidad de defender las tradiciones religiosas, lo que fue en el fondo una de las razones que hicieron posible que el idealismo germano suplantara al realismo escocés del pensamiento universitario. Y era preciso pensar un camino que preservara la fe simultáneamente con la evolución. Este es pues el siglo XIX que acoge al filósofo en compañía de sus colegas pragmatistas. El sentido de la filosofía Dewey es ciertamente un filosofo que concibe la filosofía como expresión de un conflicto intracultural. Su trabajo, principalmente a lo largo de las obras señaladas, pretende examinar las fuentes de dicho conflicto, y de igual manera busca ofrecer soluciones al mismo. Con independencia de cuan abstracta o técnica sea cualquier filosofía, puede afirmarse que toda filosofía involucra ideales sociales. De algún modo, puede esperarse de un filósofo que intente dar, bajo su punto de vista, contenidos que vinculen su pensamiento con una practica social determinada. Si bien esto puede apreciarse con una simple mirada a la historia de la filosofía, y no es difícil admitir esta actitud en las ideas de Platón y el platonismo subsiguiente, en el caso de Dewey las relaciones de la filosofía con la sociedad son materia de estudio específico. Dewey reconoce que el significado de la filosofía no es simplemente “filosófico” sino además enteramente social. Dewey localiza tanto en la filosofía de Platón como en la de Aristóteles expresiones de un intento razonado de defender valores propios de la cultura griega, en contra del escepticismo y las fuerzas subversivas que se oponían a los criterios sociopolíticos de una época definida. Otro tanto puede decirse de la obra de Tomás de Aquino, en quien observa un afán de síntesis comprensiva que defendía los valores de la fe. Desde la perspectiva de Dewey, estos filósofos representan un carácter conservador que posee efectos sociales de 18 preservación de los valores establecidos culturalmente. Sus ideas son en última instancia medios para perpetuar los criterios ideales existentes. De modo contrapuesto a estos, las filosofías de Descartes o Marx, pueden ser comprendidas como “progresivas”, en cuanto que su búsqueda se asocia a la transformación de los viejos valores y cimientos del pensamiento de sus épocas. Tales filósofos como heraldos del cambio, son los artífices de una crítica directa contra el modo tradicional de comprender la filosofía y su papel. En este sentido, Dewey debe ser considerado como uno de estos agentes de cambio. Su obra constituye una herramienta que penetra en la consolidación de dicho cambio bajo un análisis de tipo social, histórico y filosófico. La insistente preocupación en el camino de la consolidación de la democracia americana atestigua de modo directo cómo su filosofía tuvo una dimensión práctica esencial. La vía para alcanzar el objetivo de transformación, en el contexto de la democracia, la constituye ineludiblemente la educación. Solo mediante la educación es posible la mejora de la siguiente generación, y de este modo poner los cimientos del futuro. La educación es el factor que en conjunto con el pensamiento puede alcanzar “el uso socialmente organizado de la inteligencia en la conducción de los asuntos públicos” y a hacer de la democracia “el lugar común de convivencia” para todos. La vida de Dewey coincide con una de las más dramáticas transformaciones de la cultura, cruzada por el papel de la era industrial, en conjunción con el efecto intelectual y social de la obra de Darwin. Si se intentara hacer una síntesis del pensamiento de Dewey, podría resumirse en la siguiente frase: “Una aplicación general del método de la ciencia a todos los posibles campos de la investigación, es el único medio adecuado para resolver los problemas de la democracia industrial. Para Dewey la filosofía no puede ser “otro sistema”, sino por el contrario el desarrollo y aplicación de un método. La aproximación a la filosofía de Dewey no es el encuentro con un cuerpo doctrinario. Su trabajo antes que una doctrina es un esfuerzo permanente por aplicar el método de la inteligencia a los problemas básicos del conocimiento humano. Su trabajo es una continua tarea que invita a la cooperación con el desarrollo humano y a la aplicación de la ciencia de una manera indefinida. De su propio trabajo afirmaría “era 19 todavía también mucho en el proceso de cambio para prestarse a un resultado definitivo”24. Antes que pensar que Dewey puede ser expuesto al estilo en que lo son otros pensadores de la historia de la filosofía, es preciso delimitar en Dewey el desarrollo de un pensamiento regido por un método filosófico y sobre todo determinar en qué campos y medida busca aplicarlo . Dewey, James y el concepto de inteligencia. Hemos comentado cómo la psicología se constituye para Dewey en una ciencia central, de la cual se deriva una ciencia “real” del hombre y de su proceso de pensamiento y conducta. El trabajo que desarrolló durante cerca de 15 años atestigua el valor que reconoce a la psicología, disciplina que contrastaba de modo indudable con el formalismo de la lógica ordinaria y de la ética de la época. Es un hecho que se comprometió con la ética, pero es sin duda James quien da una nueva orientación al pensamiento de Dewey. La brillante obra de James Principles of Psychology (1890) es el elemento que permite a Dewey descubrir en James una base naturalista para el idealismo practico que se estaba gestando en su pensamiento. Dewey percibe que existen dos tendencias teóricas. De una parte encuentra ingenioso el desarrollo de la tradicional psicología de las ideas, bajo la cual subyacen otras causas en oscuras tensiones con el cuerpo. Si bien la concepción biológica de la psique era antigua, Dewey reconoce en James la vinculación de tal postura con la teoría de la evolución. Bajo esta perspectiva transformista, se entiende que la mente humana emerge de modo gradual y lento, como resultado de un sinnúmero de efectos de interacción con los organismos y su ambiente. Aquí se halla la clave para entender la actividad mental y el comportamiento de los organismo bajo el concepto de “inteligencia”.25 La inteligencia se constituye en un hecho abierto a la observación, como lo son otros fenómenos naturales: es una de las clases de conducta que reflejan la interacción de los animales con su medio ambiente. Tal es la situación en la que el organismo, en medio de su presente, asume acciones que tienen consecuencias para su futuro. Sobre esto James afirmaba: 24 El texto cifrado está traducido por el autor. La expresión en lengua inglesa es “ was still too much in process of change to lend itself to definitive record ”. Sidney Hook, John Dewey. An Intelectual Portrait. N Yok 1939. Pag 20 25 Ver Sección Inteligencia desde el pragmatismo. 20 “La prosecución de fines futuros y la elección de medios para sus logros es así la marca y el criterio de la presencia de la mentalidad en un fenómeno.”26 Las implicaciones del nuevo concepto de inteligencia son verdaderamente significativas. De un lado, se abandona de modo absoluto el idealismo hegeliano que imperaba en aquel tiempo. De otro, se vincula los valores y los propósitos individuales con la estructura natural de la realidad, que ha sido gradualmente aprendida y construida por un numero casi infinito de sujetos a lo largo de la evolución, como resultado de sus esfuerzos adaptativos al mundo natural y a la sociedad dentro de la cual se han movido y vivido. Lo significativo de estos valores es que bajo tal perspectiva naturalista no forman parte de antecedentes metafísicos. Tales valores ocurren como resultado de un proceso de conflicto natural en el que la supervivencia y la adapatación son los ejes fundamentales. De manera que la evolución, en cuanto escenario en que se suceden todos estos fenómenos, sirve de modo directo en la emergencia de la inteligencia como algo útil, valga decir utilizable, en el contexto de las fuerzas que permiten controlar el futuro. Se trata sin embargo de un control siempre gradual que está condicionado de modo permanente al cambio de situación. Esto lleva de modo ineludible a que los valores son alterables dependiendo del desarrollo del conocimiento. La filosofía pragmatista de Dewey incorpora en definitiva una noción de inteligencia ligada directamente con el criterio evolutivo. A este mismo criterio se somete la filosofía, como una actividad, incluso como un método, que articula el conocimiento científico y ordinario, de igual manera que lo hacen las especies a lo largo de la historia evolutiva. La filosofía, para Dewey, debe llegar a ser un método que permita localizar e interpretar el más grave de los conflictos que ocurren en la vida de modo que sea un método de proyección para tratar con ellos: un método de moral, diagnóstico y pronóstico político”.27 26 James, Principles of Psychology. Vol 1 pag 2. Texto en inglés traducido por el autor: “The pursuance of future ends and the choice of means for their attainment are thus the mark and the criterion of the presence of mentality in a phenomenon.” Cambridge, Massachusetts. Harvard University Press, 1981. 27 Dewey, The Influence Of Darwin on Philosophy. Pag 13. Y ss. Influence of Darwin on Philosophy and Other Essays (Great Books in Philosophy) Traducido por el autor cuyo texto original es: “ must become a method of locating and interpreting the more serious of the conflicts that occur in life and a method of projetcting ways for dealing with them: a method of moral and political diagnosis and prognosis”. 21 Se trata pues de una definición técnica de inteligencia que, inscrita en el marco evolutivo, proporciona quizá la mas importante premisa desde la cual la reconstrucción de la filosofía puede ser posible. Muchos de los artículos posteriores que versan sobre la lógica y la filosofía de la ciencia, e incluso los de ética y política, representan un trabajo sistemático y detallado que desarrolla tal principio. La inteligencia, sometida a las leyes de la evolución, se constituye en la base sobre la que descansan sus posteriores análisis Es un principio que también se encuentra en el concepto de inteligencia en James, y que en él articula, asimismo, la relación entre inteligencia y valores. La emergencia de la ciencia experimental posibilita una nueva clase de conocimiento que, bajo la propuesta deweyana, puede superar el dualismo implícito en la afirmación que niega a la ciencia la capacidad de hablar acerca de los valores. Bajo la antigua óptica, la ciencia simplemente nos informa cómo ocurren los fenómenos. Por el contrario, la aproximación de Dewey consiste en afirmar que todo conocer está motivado por una intención que se proyecta también sobre los factores en los que se considera el futuro como una posibilidad de mejorar el presente. De esta manera, el conocimiento es un intento de realizar, de dar realidad a un grupo de valores. La disociación entre conocimiento y valores es pues un camino equivocado. El tema central al que Dewey dedica sus esfuerzos es el de transformar los objetivos del conocimiento, a través del desarrollo de métodos experimentales en la ciencia, para aplicarlos a la reconstrucción de nuestros valores tradicionales. Sus escritos están dedicados a este propósito: cómo podemos aplicar nuestra inteligencia a cada uno de los aspectos de nuestra vida. El método de la inteligencia es un método pragmático o instrumental. Se trata de un método de prueba, de ensayo y error, acerca de nuestras ideas, instituciones y costumbres, examinando las consecuencias en un amplio sentido social. Su examen determina que lo sobrenatural resulta en realidad innecesario, pues es causa de ignorancia y motivo de inseguridad, opresión y desorden. En las sociedades en que se ha prescindido de tal “conocimiento” los individuos no se encuentran escindidos, y sus esfuerzos racionales no viven la contradicción de dos universos simultáneos. El método de la inteligencia deweyano destruye la superstición, y purgando la tradición abandona todo racionalismo compensatorio o generador de ilusiones. De esta manera se constituye en un camino de cooperación genuina con la sociedad, en el cual los 22 individuos pueden ampliar la base de sus oportunidades y realizaciones. Adelantemos, pues, que, bajo el criterio deweyano, el conocimiento no puede ser disociado de la experiencia. El conocimiento se adquiere de modo gradual por la interacción que se vive con el mundo. Se trata, así, de una noción crítica de inteligencia, en la que la filosofía, por lo tanto, debe ser considerada en sí misma como un método del conocimiento, y no como un depósito de verdades absolutas o preexistentes. James, Dewey y la voluntad de creer La postura de James en relación con los problemas que tocan de cerca de lo religioso, consiste en afirmar que dichos problemas resultan de tal naturaleza que no es posible recabar evidencias decisivas en un sentido u otro. James reclama el derecho de cada hombre a elegir sus propias creencias, no solo cuando hay pruebas para creer, sino también en ausencia de ellas. Cuando el sujeto se ve forzado a elegir entre dos significados, si renuncia a su derecho de asumir los riesgos de la fe, su renuncia equivale a una elección. Esta es la teoría de la voluntad de creer, que explica que de un modo u otro estamos obligados a actuar, y que nuestras acciones junto con sus consecuencias, cambian en función de las creencias que hayamos elegido. No cabe duda de que el pensamiento deweyano posee el influjo de James, en especial de su Psicología y de los ensayos del volumen titulado La Voluntad de Creer: El Universo plural y su Pragmatismo.28 Mc Dermott duda de que algunos elementos fundamentales de la filosofía deweyana obedezcan a la influencia de James, en especial los conceptos vinculados a la biología. En dicho campo es verdad que era indispensable hacer uso de conceptos antiguos como la psyché, pero en la época de Dewey la biología ha adquirido un valor muy sobresaliente y a la vez muy distante de las concepciones aristotélicas. De otra parte, es cierto que el concepto de vida en James es por sí mismo portador de notas dinámicas. Muchos filósofos habían dicho diversas cosas acerca de los organismos, pero permanecía en ellos la idea de estaticidad. Es precisamente James quien introduce en su noción de vida el contenido 28 Para una explicación de tal influencia ver Mc Dermott John J. Ed. The Philosophy of John Dewey. The University of Chicago Press. Chicago and London. 1973 From Absolutism to Experimetalism página 1-13. 23 de la acción. La concepción de James del pensamiento (como discriminación , abstracción, concepción y generalización) es de particular interés, en especial cuando la psicología se empieza a incorporar a la filosofía; puede considerarse como una aportación especialmente introducida por él y compartida por Dewey, en particular cuando se ocupan de los problemas vinculados a la epistemología. Tal vinculación con la psicologia posee una dimensión, no obstante, que no es compartida por Dewey, ni por James: en particular la actitud representada por los empiristas ingleses, quienes hablaban de “los datos de los sentidos” etc. Se trata, por el contrario, de una psicología con nuevos objetivos, vinculada estrechamente con aspectos pedagógicos y epistemológicos, en la que el pensamiento y su dinámica operativa propia poseen ciertamente una lógica distinta. Es este un momento en que el estudio de la mente se apodera por completo del objeto de la filosofía. La aproximación biológica de James a la psicología otorga a la percepción categorías sociales que son asumidas por Dewey. Son trascendentales las nociones de comunicación y participación de la percepción para el análisis que hará Dewey del significado colectivo de la experiencia. Dewey reconoce la importancia de James alrededor de 1884, época en la que James había escrito Algunas omisiones de la Introspección29: mismo período en que Dewey asume la experiencia como un término de potente significado para su filosofía. De este modo, la filosofía aparece en la existencia del hombre cuando éste se enfrenta directamente con sus problemas vitales y sus propias contradicciones. No obstante, en tales circunstancias Dewey quiere otorgarle a la filosofía un método tal y como lo quisiera Descartes o Kant. Bajo la perspectiva deweyana, es preciso afirmar que Kant también se entrega al empirismo, en la medida en que la experiencia es la que muestra cómo algo se convierte en causa. El desarrollo de estas ideas –la transformación de la filosofía, el carácter biológico de la inteligencia y sus implicaciones epistemológicas, y las aplicaciones que todo ello tiene en el contexto de la filosofía de la biología– constituye el objeto de los siguientes capítulos. 29 El título de este ensayo es “ On some Omissions of Introspective Psichology”.(1884) 24 CAPITULO II : PRAGMATISMO Y REFUTACION DE LA EPISTEMOLOGÍA CLASICA SECCION. 1 LOS PROBLEMAS EPISTEMOLÓGICOS DE LA FILOSOFÍA CLÁSICA: BACON Y DEWEY La crítica a la filosofía clásica y a su modelo epistemológico ha sido un esfuerzo discontinuo pero presente a lo largo de la historia de la filosofía. Por modelo epistemológico clásico se entiende de modo general a la filosofía platónico-aristotélica y su consecuente influjo. Dewey encuentra problemática la propuesta que implica tal modelo en el plano filosófico, e incluso en el plano social y político. Su censura forma parte de otras muchas hechas en la historia, aunque es en Bacon en quien Dewey encuentra un sobresaliente modelo. Dewey reconoce el trabajo de Bacon, como un ejemplo histórico destacado que encarna las tendencias de reconstrucción necesarias para la filosofía. Aunque inmerso entre lo viejo y lo nuevo, contiene elementos en los que se perciben trazos de un nuevo espíritu que no se aleja del pragmatismo. Su famoso aforismo saber es poder, condenaba el saber de su época por considerarlo un pseudosaber que no proporcionaba poder. La filosofía era un saber que no se traducía en acción. Bacon es el filósofo de la ciencia industrial y del materialismo inglés, que, convencido del significado de la ciencia para el futuro del hombre, desea alcanzar el reino del hombre sobre la Tierra. La época de Bacon, como la de Dewey, está cargada de invenciones que hacen crecer la esperanza en la ciencia y su poder transformador. La imprenta, la pólvora y la brújula, permiten afirmar a Bacon que el camino es fomentar todo lo que favorezca esa ruta y combatir todo cuanto se interponga en ella. Para Dewey, los cambios propiciados por la ciencia no son menores. Telégrafo, ferrocarril, y desarrollo industrial por doquier, lo que ratifica el papel de la ciencia y su significado transformador. Tanto Bacon como Dewey sostienen una posición de respeto, pero también de distancia, frente a la religión. Bacon sostiene que la intromisión de la ciencia en la religión conlleva al ateísmo, y que la intromisión de la religión en la ciencia lleva a la fantasmagoría. Todo esto lleva a afirmar a los dos que el conocimiento comienza con 25 la experiencia, a partir de observaciones y experimentos, para llegar por medio de la inducción a nuevos descubrimientos que incrementen el saber y el dominio de la naturaleza. Gran parte de la obra de Bacon30 puede decirse que es una polémica con Aristóteles; la obra de Dewey participará igualmente de ese carácter. Para Bacon, como para Dewey, Aristóteles es un ejemplo de máxima expresión de los errores de una época que utiliza un método solo válido para las disputas y el debate, pero inválido para las obras prácticas de la vida. Uno y otro achacan a la obra de Aristóteles su inutilidad práctica. La crítica se extiende a Tomás de Aquino quien también interpretó como su maestro todos los significados del ser en completa armonía con las tesis aristotélicas. Tal indagación es censurada por ambos como inútil, pues tanto para Bacon como para Dewey la revolución industrial imponía a sus épocas respectivas nuevas tareas y nuevos usos prácticos. Dewey usa los mismos ejemplos que Bacon emplea en su obra Globus Intelectualis (1612), afirmando que la nueva lógica experimental debe tender al dominio de la naturaleza mediante el obrar, y que el fin de nuestra ciencia no está en encontrar argumentos sino artes, es decir proyectos prácticos y concretos. Se trata pues no de hallar razones probables sino proyectos de obras. La descripción del método deductivo de Bacon es muy similar a la descripción de Dewey: “Convencido de que el entendimiento humano se crea sus propias dificultades al no hacer uso sensato y prudente de los recursos apropiados que están a su disposición, de lo cual resulta una ignorancia multiforme de las cosas y, a causa de esa ignorancia, innumerables entuertos, [pensó - hablando de sí mismo-] que deberían hacerse todos los intentos posibles para que aquella relación entre la mente del hombre y la naturaleza de las cosas, que es más preciosa que cualquier cosa sobre la tierra, o por lo menos que cualquier cosa terrenal, pueda ser restaurada, del modo que sea a su estado 30 La bibliografía de la obra de Bacon es extensa. Sus obras han sido coleccionadas en The works of Francis Bacon . Ed J Speeding, J. R. L.Ellis y D.O. Heath 7 vols. London 1857-1874 reimpresión en Frooman, Verlag, Stuttgart 1963. Cito aquí las obras mas importantes traducidas al castellano. La Gran Restauración, ed por M.A. Granada . Alianza Madrid, 1985. El Avance Del Saber, ed por M . Balseiro y A. Elena, Alianza, Madrid, 1988. Nueva Atlántida, ed por E G. Estébanez, Mondadori, Madrid 1988. Refutación de las filosofías, ed por J. M. Artola y M. F. Pérez, CSIC, Madrid 1985. Ensayos Sobre Moral y Política, editado por T Brachet y A Roda Rivas, Universidad Nacional Autónoma de Mexico, Mexico, 1974. Los estudios sobre Francis Bacon también numerosos, entre los que destacan: Anderson, F.H. The Philosophy Of Francis Bacon. The University of Chicago Press. 1948. Farrington, B Francis Bacon Philosopher of Industrial Science. Traducción al castellano Francis Bacon, filósofo de la Revolución Industrial, Ayuso, Madrid 1971. Y Bibliografías sobre Francis Bacon contenida en Francis Bacon, Teoría del Cielo, Rosés Barcelona 1994 página LXVII- LXXII elaborada por A Elena y M J. Pascual. 26 original y perfecto, o si no puede serlo, por lo menos devuelva a un estado mejor que aquel en que se encuentra actualmente.”31 Dewey se refiere a Bacon y a la critica aristotélica hecha por éste de modo perfectamente identificable. Uno y otro reconocen la necesidad de reconstrucción de la filosofía, debido a la inutilidad de tal forma de pensamiento, que se heredó de modo incuestionado: “El sentimiento que tuvo Bacon del progreso como fin y comprobación del auténtico saber, siguió paralelamente a este contraste entre dominar la Naturaleza o dominar a las mentes ajenas, y su afirmación de la superioridad del método de descubrimiento sobre el método de la demostración. Según sus críticas la lógica clásica incluso en su forma aristotélica, iba fatalmente a parar en un conservadurismo inerte. El acostumbrar a la mente a pensar en la verdad como cosa ya conocida, habituaba a los hombres a fijarse en las realizaciones intelectuales del pasado, aceptándolas sin someterlas a un examen crítico”32 La identificación del pensamiento de Dewey con Bacon es sin duda definitiva. Puede afirmarse incluso que la propuesta reconstructiva de Dewey no es plenamente original pues, contenida, ya en la crítica baconiana, comparte con ésta iguales inquietudes en relación con la revolución industrial de su época. Los dos períodos históricos comparten la convicción de que la ciencia tiene la capacidad de transformar el mundo y de que la filosofía que se practicaba era inútil en el contexto de los descubrimientos y las aplicaciones. El papel que se le da a la experiencia es crucial en los dos filósofos. La experiencia es el instrumento a la luz del cual se valoran, se someten a examen, las verdades recibidas, dejando al margen las enseñanzas dogmáticas del pasado. Los conocimientos adquiridos son puestos a prueba, y su interés radica en hacer de ellos nuevos instrumentos para nuevas investigaciones y descubrimientos. Citando con frecuencia a Bacon, Dewey resalta las preguntas del filósofo inglés por las obras y los frutos de la vieja lógica, por sus resultados para mejorar la vida del hombre, por los inventos de ella derivados. Los dos se refieren a los descubrimientos e inventos de las ciencias de sus épocas, y a la necesidad de una nueva lógica, cuya función ha de consistir en proteger a la mente contra sí misma y enseñarle a obedecer intelectualmente a la naturaleza para poder dominarla prácticamente. 31 32 Bacon, Francis. Instauratio Magna La Gran Instauración. Prologo Ob cit página 5. Dewey, John Dewey, Reconstruction in Philosophy, ob cit. Página 67. 27 La nueva lógica era un instrumento, un órgano de saber (como titula Bacon a su obra Novum Organum Scientiarum de 1608) que en expresa oposición a Aristóteles y contradice las afirmaciones del estagirita. Tanto Bacon como Dewey comparten además una noción de la investigación y el dominio de la naturaleza en forma colectiva, a través de generaciones y de la cooperación entre los hombres. El hombre abandonado a sí mismo puede hacer poca cosa, y lo más probable para Dewey y para Bacon es que se vea envuelto en errores. Su obra titulada La Nueva Atlantida es precisamente el panorama de un Estado organizado para la investigación colectiva. El imperio del hombre sobre el hombre, fomentado y soportado por la tradición filosófica, debería ser sustituido por el imperio del hombre sobre la naturaleza. “Bacon aspiraba incluso a la idea bastante absurda de un método tan perfeccionado que pudieran suprimirse las diferencias de habilidad natural de hombre a hombre, situando a todos a un mismo nivel de producción de nuevas realidades y nuevas verdades. Pero este absurdo era solo el lado negativo de su grandiosa profecía de una cooperación en la persecución de la ciencia como la que caracteriza a nuestro tiempo. Podemos perdonarle sin dificultad sus exageraciones teniendo en cuenta el panorama que traza en su Nueva Atlántida de un Estado organizado para la investigación colectiva.33 Se trata entonces de una propuesta de carácter colectivo, de un Imperio del Hombre sobre la Naturaleza. Bacon, con todas las metáforas, se refiere al asunto de la siguiente manera: “A los hombres les ha entrado el ansia de saber y de conocer, aunque rara vez con el deseo sincero de rendir cuentas auténticas de los talentos que están dotados en beneficio y para uso de los hombres, sino como si buscasen en el saber un lecho en el que descanse el espíritu curioso y andariego; o una terraza en la que pueda pasear la mente inquieta y variable descubriendo una bella perspectiva; o una torre en lo alto en la cual se alce la mente orgullosa, o una fortaleza o un terreno dominante para la lucha y la pelea; o un almacén en el que vender sacar provecho; pero no un gran depósito abundante provisto para glorificar al creador y aliviar la situación del hombre”.34 Estos ideales para el hombre y la ciencia tienen particular oportunidad cuando se examina el contexto de descubrimiento de su época. Tanto la Europa como la Inglaterra de Bacon están muy influidas por los viajes, por el descubrimiento de América. Se está hablando del poder de 33 34 Dewey, John Dewey, Reconstruction in Philosophy, ob cit. Página, 70 Bacon, citado por Dewey, John, Reconstruction in Philosophy, ob cit. Página, 71 28 la ciencia para oponerse a la tradición que sostiene el modelo geocentrista. Bacon, contemporáneo de Galileo, vive una época marcada por la revolución de la ciencia, por la lucha contra la superstición bajo una nueva noción de experiencia. Bacon, como Dewey, son críticos con el saber de su tiempo. El primero, maestro de los clásicos y de los estudios literarios, es quien cuestiona tal saber calificándolo de delicado. Dichos estudios fueron muy apreciados durante el Renacimiento, pero en su opinión aportaban solamente ornato y no eran más que saberes vanos y ociosos. La ciencia semi-mágica que abundó en la Europa del siglo XVI, y que venía del mismo Renacimiento, ligada a la alquimia y la astrología, le parece un saber fantástico, un remedo del verdadero conocimiento. Pretendía dominar la naturaleza, pero estaba completamente despreocupado del método, y extraviaba a los hombres. Otro saber, el saber pendenciero, estaba representado por ese saber que desde la antigüedad pasó a la escolástica, que empleaba un método lógico y una finalidad que apuntaba al poder, pero que pretendía subyugar a otros hombres en interés de una determinada clase, secta o persona. Tal conocimiento no se ocupaba del dominio de las fuerzas naturales en beneficio de todos, sino que, por el contrario, se ocupaba de una herencia no tanto griega como de la escolástica del siglo XIV, que cayó en manos de teólogos disputadores, de argumentos inútiles y de triquiñuelas encaminadas al triunfo contra algún adversario. Esta crítica se proyecta también contra la obra de Aristóteles, que en ciertas ocasiones pretendía persuadir y en otras demostrar, pero que siempre buscaba dominar las mentes de otros, antes que dominar la naturaleza. Su punto de partida eran ya prejuicios que se intentaban demostrar a otros. Por el contrario, Bacon ofrecía una importancia mucho mayor al cuerpo de verdades por descubrir que a las escasas verdades ya conocidas. Bacon buscó una lógica del descubrimiento, antes que una lógica de la argumentación y de la defensa de verdades adquiridas, que, para él, antes que un saber, equivalía a un adoctrinamiento. La epistemología aristotélica consistía simplemente en ligar una verdad universal de la razón, con una verdad particular de los sentidos; dentro de tal modelo, conocer era el resultado de demostración silogística circular. Bacon se declara en contra de tal punto de vista, y proclama la superioridad del descubrimiento de verdades nuevas sobre la demostración de verdades ya conocidas. El único camino para llegar al descubrimiento de verdades nuevas es el de la investigación que arranca los principios a la naturaleza mediante una búsqueda interactúe con ella. Frente a esto, la línea epistemológica del razonamiento puro es semejante a la araña que 29 teje su tela sacándola de su propia entraña. Pero siguiendo con el símil de la araña, -ejemplo usado por Bacon y repetido por Dewey-, la entraña da el material para la trampa. El verdadero método que quiere Bacon, y que defiende Dewey, está representado en la abeja, que como criatura laboriosa modifica lo que ha obtenido, y mediante el paciente trabajo obliga a la naturaleza a que le entregue su tesoro oculto. Dewey reconoce en Bacon al precursor del método que pretende para la ciencia. En él encuentra además un antecesor valioso de las críticas al aristotelismo, un filósofo crítico del pasado. La crítica de Bacon no se limita al Medioevo, sino también a ese Renacimiento que de modo apasionado y sin ninguna objeción vio en la antigüedad la Edad de Oro del saber. Las dos épocas buscaron apoyo extra-racional; el Medioevo en las santas escrituras, y el mundo griego en literaturas profanas que recrearon a través del mito su propia cosmovisión filosófica. Tanto Bacon como Dewey comparten la sensación de que la lógica que identifica el conocimiento con la demostración de verdades embota el espíritu de la investigación y encierra a la mente dentro del círculo del saber tradicional. La lógica tradicional tiene como rasgo la definición de lo ya conocido, y se sistematiza en cánones fijados por la ortodoxia. Por su parte, la lógica que se encamina al descubrimiento de modo ineludible mira al futuro. Siempre mira con prevención crítica las verdades pasadas, y las somete constantemente a la prueba de la experiencia. Los conocimientos puestos a prueba no sirven como medio de dominación de otros hombres sino como instrumentos útiles para buscar nuevas investigaciones y nuevos descubrimientos. El verdadero valor de las verdades antiguas consiste en que ayudan a descubrir nuevas verdades: “El concepto que Bacon tenía de la naturaleza de la inducción era muy incompleto, pero su agudo sentido de que la ciencia significa una invasión en lo desconocido, más bien que la repetición en forma lógica de lo ya conocido, hace que sea, a pesar de todo, el padre de la inducción. El verdadero espíritu de la inducción es el descubrimiento constante y sin fin de hechos y principios no conocidos. El continuo progreso del conocimiento constituye el único medio seguro de una autoridad, o que vaya alterándose paulatinamente hasta convertirse en cuentos de viejas.”35 El objeto de la lógica es, antes que la demostración, el progreso constantemente renovado. Los frutos de la vieja lógica no existen, nada ha hecho por mejorar la vida, para corregir sus insuficiencias o aventajar sus condiciones. Fuera de la victoria de unos hombres sobre otros en los tribunales, la lógica clásica carece de aportaciones. Muchos de sus trabajos, que se repitieron como verdades, no son más que errores sistematizados y prejuicios de nuestros 35 Dewey, John Reconstruction in Philosophy 1925.Ob cit página 68. 30 antepasados. Algunos surgieron de manera casual, otros de modo premeditado, obedeciendo a intereses de clase: son los que la autoridad perpetuó por esa misma razón. Dewey ve en Bacon a un profeta, a un precursor del concepto pragmatista de saber, en el que se destaca el papel colectivo y social en la búsqueda y finalidad del conocimiento. El modelo de Bacon permite a Dewey dar relieve a las causas y motivaciones sociales del saber y de la revolución intelectual propuesta por ambos. Se trata de dos épocas distintas, pero con elementos compartidos. Tanto Bacon como Dewey viven agitaciones sociales que son consecuencia de los descubrimientos de la ciencia. Los descubrimientos y exploración de Norteamérica, el comercio con Asia, las alteraciones en la disposición de la mente hacia lo religioso, son en conjunto un grupo de cambios que generan en ambas épocas una nueva actitud. Las auténticas exploraciones que se realizaron en los viajes y descubrimientos de nuevas tierras fueron el modelo que describirá el pragmatismo años después. La mente abierta a lo nuevo, y sin temores por lo extraño o desconocido, se apoyó en sus recientes experiencias pasadas: de la misma manera en que se ensanchaba el horizonte geográfico, se ensanchaba el panorama intelectual. El apego a los tradicionales modos de pensar se fue debilitando y la mente se empezó a habituar al descubrimiento y a la exploración. En conjunto estos cambios psicológicos generaron el cambio que propició el nacimiento de la nueva filosofía. La otra parte del cambio consistió en la articulación del saber con su aplicación. Las explotaciones de las fábricas, ferrocarriles, máquinas a vapor, telégrafos, etc., todos los inventos y aplicaciones que conformaron la revolución industrial de la electricidad y el vapor, se constituyeron en herramientas de saber que, aplicadas en el campo de la investigación, produjeron mayores y nuevos descubrimientos. En dicho proceso se resume la profecía baconiana de que “saber es poder.” Tal período puede ser considerado como el inicio de la realización de un sueño: el del dominio de la naturaleza que se ha hecho una realidad y ha estimulado especialmente a la investigación científica contemporánea. Cuatro elementos en el análisis de Dewey constituyen la base que ha propiciado el cambio en materia epistemológica: 1. La ciencia natural; 2. La experimentación; 3. El control; y 4. El progreso. Estos cuatro elementos se han ligado estrechamente y han ejercido su influencia en los modos de vida, y han penetrado en el mundo de lo cotidiano con sus consecuencias, pero aún no han alcanzado el nivel en que, aplicándose de modo sistemático y sobrepasando su 31 simple nivel técnico, penetren también en el ámbito humano y moral y alivien la condición del hombre. Si bien estos cambios tienen aplicaciones industriales e incluso han propiciado cambios políticos, no han llegado a su protagonismo definitivo. Los Estados modernos han perdido el carácter de instituciones relacionadas con lo divino. Gracias a este cambio, los Estados no se vinculan a principios supremos, sino que, por el contrario, gracias al apoyo del desarrollo de la ciencia, se entienden como creaciones humanas diseñadas para alcanzar las aspiraciones de hombres y mujeres. En este sentido, Dewey encuentra en el desarrollo científico un pretexto para naturalizar aún más la condición del hombre, y partir de este lugar en la reconstrucción de su propio destino. Su análisis socio-histórico es verdaderamente critico con la noción ilustrada del contrato social como el origen del Estado. Dewey sostiene que su falsedad es demostrable filosófica e históricamente. Que los hombres se hayan reunido en el pasado, y hayan establecido el compromiso de observar determinadas leyes y someterse a la autoridad libremente, es un mito que no tiene significado alguno desde el plano histórico, pero sí en la esfera de las aspiraciones humanas. El Estado examinado desde la perspectiva naturalista se muestra como un medio de satisfacción de los propósitos humanos. Por el contrario el Estado que existe por naturaleza en el enfoque aristotélicoestá fuera del campo de la elección libre del hombre. El origen del Estado desde el Contrato Social, a pesar de ser presentado como un mito, es mas naturalista y está estrechamente ligado a la libertad, la necesidad y las decisiones humanas. Tal teoría se propagó velozmente en la Europa de la época, demostrando aún más la poca vigencia del modelo político aristotélico. La doctrina metafísica de la superioridad de la especie sobre el individuo, de lo universal permanente sobre lo particular mudable, sirvió de base para las instituciones políticas y religiosas. El cristianismo acaparó con este modelo la totalidad de la visión política, ética y filosófica. La Europa germánica no adoptó la totalidad de semejante pensamiento, y su reticencia cooperó en la gestación de la Reforma como una lucha en contra de la tradición. Este análisis de Dewey demuestra que las implicaciones de la critica al modelo epistemológico tradicional contienen sin duda elementos que penetran las raíces de la historia occidental con consecuencias en el plano filosófico y también político: “ El protestantismo señaló la ruptura e independencia formal del dominio de las ideas romanas. Liberó la conciencia y el culto individual del control ejercido por las instituciones organizadas que afirmaban ser permanentes y universales. No puede afirmarse con verdad que el nuevo 32 movimiento religioso llegase muy lejos en el empeño de fomentar la libertad de pensamiento y de crítica, ni en negar la idea de alguna autoridad suprema a la que la inteligencia individual estaba sometida. Tampoco fue muy lejos al principio en extender la tolerancia o el respeto hacia las distintas convicciones morales y religiosas. Ahora bien: en el terreno de la práctica se manifestó como una tendencia a la desintegración de las instituciones establecidas. Multiplicando las sectas y las iglesias, estimuló por lo menos la tolerancia negativa del derecho del individuo a formar un criterio propio en las cuestiones últimas. Con el tiempo dio esto lugar a que se desarrollase una creencia proclamada en fórmulas sobre lo sagrado de la conciencia individual y el derecho a la libertad de opinión, de creencias y de culto”. 36 Estos elementos hacen sostener a la interpretación deweyana las serias consecuencias que tuvo el protestantismo en la gestación del individualismo político y a su vez en la formación del nuevo espíritu científico. El individualismo religioso ratificó la independencia del pensamiento en todas las esferas y puso el énfasis en el imperativo categórico kantiano que atribuyó al hombre su propia finalidad. Esto cooperaba con la idea reformista de la libre relación con Dios, sin la intermediación de la Iglesia, y favorecía en consecuencia una confianza mayor en las capacidades humanas. Con el protestantismo, y los eventos de siglos antes como la aparición de las universidades y el desarrollo del comercio, la historia occidental sufre una transformación que conduce a un nuevo interés por el mundo concreto. Dejando atrás el sobrenaturalismo que caracterizó al Medioevo, se debilitó la autoridad de las instituciones fundadas en las diferencias de clase, y se propagó una confianza mas sólida en las creencias individuales guiadas por la experimentación y la investigación natural. Todo ello contribuirá al nacimiento de la nueva ciencia del siglo XVI. Los principios anteriores empiezan entonces a perder vigencia, y en la nueva época taless principios deben justificarse o abandonarse. Tal es la era de los descubrimientos: aquélla que empieza a conquistar al hombre moderno. El hombre será forjador de su propio destino, y descubrirá que el estudio de la naturaleza y el dominio de sus fuerzas tienen también aplicaciones sociales. Según Bacon afirmara, saber es poder. 36 Dewey,.Ob cit página 77-78 33 SECCION 2. LA ACCIÓN RECONSTRUCTIVA Y EL CONCEPTO PRAGMATISTA DE EXPERIENCIA. La idea de reconstrucción en la obra de Dewey, contrariamente a lo que pueda pensarse, no se dirige a una destrucción del pasado sin más, sino que es ante todo un trabajo de recreación. El análisis socio-histórico sugerido por Dewey es la ruta que permite reconocer los problemas de la filosofía, y de este modo proponer un camino de solución para los mismos. Su propuesta no aspira a encontrar nuevas soluciones a los viejos problemas epistemológicos, sino que pretende abandonar radicalmente tales problemas de una vez para siempre. Ya hemos comentado cómo en su opinión las raíces del pensamiento occidental se encuentran viciadas. En el origen mismo de la filosofía hay una deformación que ha estigmatizado su desarrollo y ha hecho en consecuencia que no solo los problemas sino el modo de abordarlos sean una herencia negativa del pasado. El error consistió en situar a la filosofía lejos de la experiencia, y atribuirle a ésta un significado opuesto a la contemplación. En virtud del reconocimiento que los griegos hicieron de lo inmutable, y la creencia de que bajo el cambio permanecía una esencia oculta, la idea de la contemplación platónica sobrevivió para la filosofía posterior, identificando el conocimiento con el conocimiento de esencias. De este criterio nace el dualismo que se traspone a diversos ámbitos. Dualismo entre lo real y lo ideal, la teoría y la practica, entre el pensamiento y la experiencia. Este tipo de actitud dicotómica ha impregnado a la filosofía, haciendo necesaria su reconstrucción. Pero dicha reconstrucción debe basarse en el modelo de la ciencia y su método, que ha logrado el dominio de la naturaleza con una eficacia mucho mayor que la que puede atribuirse a la filosofía. El conocimiento científico ha demostrado que los problemas epistemológicos definidos por la filosofía no son auténticos problemas, y que la nueva filosofía debe situarse en el terreno de la experiencia, liberándose de los prejuicios metafísicos y epistemológicos. La filosofía anterior al pragmatismo se ocupó, de la subjetividad, las esencias; la ahora reconstruida debe ocuparse de las relaciones del ser humano con la naturaleza, de las interacciones del mundo físico y social con el propósito de la transformación del mundo en beneficio del hombre, abandonando los anteriores hábitos mentales. 34 En el contexto de la acción reconstructiva, la filosofía reconoce en el pensamiento un instrumento para la acción. De ahí que la filosofía deweyana sea denominada “instrumentalismo”. El pensamiento no se opone a la acción, ni la teoría se oponen a la práctica. El pensamiento surge del medio y se dirige a la comprensión y dominación de éste. Por tal razón, el pensamiento no puede ser considerado fin en sí mismo, como lo consideró la tradición. Las ideas tienen un carácter instrumental, lo que equivale a decir que están hechas para la acción. La acción es aquella que define la verdad o la falsedad de las ideas en la medida en que sean capaces o no de resolver las situaciones para las cuales fueron pensadas. James es quizá el filósofo que junto con Peirce más ha trabajado el sentido de la verdad desde el punto de vista pragmatista. La vieja noción de la verdad como correspondencia recibe desde el pragmatismo una interpretación nueva. Según el pragmatismo, la mera coherencia conceptual, sin la verificación experimental, no pasa del ámbito de las hipótesis. El único modo de que se pruebe la correspondencia es por medio de la acción, tomando los reslultados que produce en términos observables. Esta es la dinámica reconstructiva para la filosofía que Dewey pretende activar. Si el actuar conforme a la idea en cuestión nos conduce a hechos que son su consecuencia, entonces la idea lleva a una teoría verdadera. La Acción Reconstructiva Considerando todo lo anterior, el requisito fundamental de la acción reconstructiva propuesta por Dewey consiste en hacer a la filosofía capaz de formular una hipótesis - tal y como lo hace la ciencia -. Su propuesta es así una hipótesis que sostiene que la crisis que envuelve hoy al mundo se debe a que han entrado en la vida cotidiana intereses materiales y procedimientos que tienen su origen en las investigaciones físicas de los laboratorios. Tales elementos penetraron gracias a que la nueva ciencia y sus aplicaciones resultaban beneficiosas en muchos asuntos de índole práctica, permitiendo que actuaran en el campo del conocimiento limitado a la filosofía. Dewey se refiere sin duda a la revolución industrial que modificó de modo sustancial las condiciones de vida, pero en especial a la física de los años veinte, y sus discusiones en relación con la mecánica cuántica y la física de partículas. En este proceso se 35 vivió una transacción en la antigua guerra entre la ciencia y la religión, que llevó a una división de responsabilidades, y una separación de campos de trabajo: “La “guerra” de aquellos primeros tiempos no terminó con la victoria decisiva y aplastante de ninguno de los dos contendientes -ciencia y religión- sino mediante una transacción consistente en una división de campos y jurisdicciones. Se reservó la supremacía de lo antiguo en los campos de la moral y de lo ideal, que permanecieron virtualmente inmutables en su forma anterior.”37 Tal arreglo se realizó en el pasado y ha culminado en el transcurso de la última generación, lo que trajo como consecuencia una consolidación mayor de la parcelación de campos y de jurisdicciones de uno y de otro lado, y un renacimiento del antiguo dualismo, que ha constituido una de las preocupaciones de la llamada filosofía “moderna”. Pero tal circunstancia no se dio al margen de serias implicaciones. Se sostuvo que los representantes de las ciencias no se mantuvieron en el terreno que les correspondía sino que usurparon en la práctica y en la teoría los derechos de autoridades más “altas”. Incluso, como es bien conocido, se estimó que las ciencias naturales son la fuente y origen de buen número de graves e innegables males del presente. En consecuencia, se vio la necesidad de someter a la ciencia a alguna autoridad especial, y tal autoridad no podía ser otra que la emergente de la filosofía y de su cercanía con la reflexión moral. Una vez visto que la ciencia podía penetrar con perjuicio en nuestros modos de vida corrientes, y que era urgente controlarla, se acudió entonces a la vieja moral que estaba fundada en los viejos principios institucionales. Dewey reconoce en este punto otro elemento reconstructivo. La tarea de reconstrucción debe alcanzar entonces la investigación en asuntos humanos como la moral. Esta tarea tiene como fundamento primeramente refutar las acusaciones unilaterales que se hacen contra la ciencia en relación con su poder de destrucción y que omiten los grandes beneficios que ha aportado al hombre. Las premisas que se esgrimen contra la ciencia cierran los ojos ante un hecho evidente que Dewey expresa de la siguiente manera: 37 Dewey, Ob cit. Página 22. 36 “No hace falta mirar con dos ojos para darse cuenta de que la ciencia no opera sola sino que trabaja dentro de un estado de cosas institucionales que se desarrolló en épocas precientíficas, en un estado que no ha sido modificado mediante una investigación científica sobre los principios morales que se formaron en aquellas épocas y que eran apropiados a ellas, según toda presunción.”38 El examen aislado de la ciencia produce errores y distorsiones. Se le acusa a la ciencia del poder destructivo de la ruptura del núcleo atómico, pero lo que se omite, en opinión de Dewey, es que tal conocimiento no se consiguió en la guerra, sino a consecuencia precisamente de la guerra, que es una institución humana que data de milenios anteriores a la aparición de la ciencia. Las consecuencias destructoras se deben a condiciones institucionales que ya existían, a razones sociales no intrínsecas a la ciencia. Este argumento no requiere de mayores justificaciones. Es obvio que el mal atribuible a la ciencia no depende de ella sino de lo que pueda hacerse con ella. Sin embargo, Dewey se vale de este elemento para demostrar que las investigaciones científicas han sido incompletas, pues no han sido examinadas las condiciones institucionales en las que se gesta la ciencia, y dicho análisis requiere ser científico a su vez. Esto implica que la ciencia debe ser capaz de dar cuenta de sí misma e incluso de su propia moral. No se trata de una simple manifestación de cientificismo, sino por el contrario de una tarea de reconstrucción de la filosofía: “Las condiciones institucionales dentro de las cuales se produce la ciencia- y que son las que determinan sus consecuencias humanas-, no han sido todavía objeto de ninguna investigación seria y sistemática que merezca el calificativo de científica”.39 Dewey reconoce que la moral es un hecho practico socio-cultural que de algún modo incorpora toda investigación humana. Toda investigación que pretende de forma crítica penetrar en lo humano choca de modo necesario con prejuicios, tradiciones y costumbres institucionales que se consolidaron en épocas precientíficas. El problema consiste esencialemente en que el enfoque practicado hasta ahora ha sido precisamente no-científico. La reconstrucción no puede ser otra entonces que la tarea de desarrollar, de formar, de 38 39 Dewey, Ob cit. Página 25. Dewey, John Reconstrution in Philosophy.Ob cit Página 26. 37 producir -en sentido literal- los instrumentos intelectuales que habrán de llevar progresivamente la investigación hacia realidades profundamente humanas como la moral. Los métodos y las |conclusiones científicas no han quedado enclaustradas en la ciencia, sino que también han penetrado el mundo de lo cotidiano. La idea según la cual la ciencia se encuentra confinada dentro de sí misma, actuando por móviles propios, de modo independiente y aislado, queda absolutamente refutada. Por el contrario, su propuesta irá en la dirección opuesta, de forma que debe implicarse en ámbitos tradicionalmente considerados como no-científicos. El no haberse visto involucrada hasta ahora obedece a marcos de referencia de carácter precientífico. “La ciencia que de manera tan profunda y tan extensa ha penetrado en las realidades presentes de la vida humana es parcial e incompleta; aborda con competencia las condiciones físicas, y cada día más las fisiológicas (como lo demuestran los progresos recientes en la medicina y en la sanidad pública), pero es como si no existiera cuando se trata de problemas de importancia suprema para el hombre.”40 La labor reconstructiva ha sido ya iniciada por algunos filósofos de los siglos XVII, XVIII y XIX . Ellos, según Dewey, han intentado librar a la filosofía de restos cosmológicos y ontológicos que habían quedado integrados en la estructura misma de la cultura occidental. Puede afirmarse que estos filósofos hicieron una propedéutica para la época científica que señala Dewey, pero no es la vía crítica de estos filósofos sino el método de los científicos el que permitirá la reconstrucción. “Los hombres de ciencia elaboraron un método de investigación de alcance tan grande y profundizador, tan impregnador y tan universal, que nos ofrece un patrón y modelo que parece exigir una formulación que caiga dentro de las funciones de la filosofía. Es un método de conocimiento que se corrige a sí mismo en su funcionamiento: un método al que los fracasos enseñan lo mismo que los éxitos. El meollo del método es el descubrimiento de la mismidad de la investigación con el descubrimiento.”41 La función del descubrimiento consiste en desvelar lo nuevo y dejar atrás lo viejo, del modo en que lo realiza la ciencia natural. Dewey reconoce que la aplicación de tal método en 40 41 Dewey,. Ob cit Página 28 Dewey, John Reconstrution in Philosophy.Ob cit Página 28 38 ámbitos humanos como la moral es repugnante a los ojos de muchos. Pero tal reconstrucción moral es imprescindible y ésta ocupará una parte definitiva de su obra. “No tenemos la absurda pretensión de proclamar que los filósofos, los científicos o cualquier otro grupo de hombres forme un sacerdocio sagrada al que haya que encomendar esta tarea. Ahora bien, como los filósofos han realizado en los últimos siglos una labor útil y necesaria para el fomento de la investigación física, también sus predecesores tienen en la actualidad la oportunidad, y a ellos se dirige la llamada para que desempeñen una tarea similar en el fomento de la investigación moral.”42 Dewey reconoce que las conclusiones de esta clase de investigación no pueden constituir una teoría completa de la moral ni una ciencia activa con una materia característicamente humana, de igual modo que las investigaciones físicas no proporcionan conclusiones definitivas. Pero tendrán una participación activa en la tarea de crear una ciencia moral que sirva de precursora para la reconstrucción del estado actual de la vida humana. En los descubrimientos está presente la noción de invento. Pero el invento no se aplica a los ámbitos humanos, pues se considera con frecuencia peligroso. La causa de este criterio de peligrosidad se halla de nuevo en el conflicto entre ciencia y religión. Tratándose de dos reinos distintos, se considera uno más elevado que el otro, y por tanto con jurisdicción también del uno sobre el otro: de la esfera de lo espiritual e ideal, identificada siempre con la moral. La esfera de lo físico, relacionada con la nueva ciencia, estaba por tanto en una condición de inferioridad. Sus métodos se limitaban a lo material, es decir, al mundo de la percepción y de los sentidos, en oposición al mundo de la razón, de la revelación o de la contemplación. La ciencia pudo operar con su método, con la condición de que no se saliese de los límites que se le habían señalado, perpetuando la distancia entre lo moral y lo físico. Como en una tregua, el conflicto quedó silenciado por un tiempo, pero tal división no resistió la prueba, pues la ciencia empezó a invadir el terreno de lo que estaba reservado a lo “espiritual”. A esta invasión se le dio el nombre de secularización, un movimiento en expansión, que siempre se consideró una sacrílega entrada de lo profano en lo espiritual. Las raíces sociales de este conflicto son indudables. Muchos hombres se revelaron en contra del poder de las instituciones eclesiásticas y la metafísica ligada a ellas, aspirando a que el método y el espíritu 42 Dewey,.Ob cit pag 34 39 de la ciencia adquieran una auténtica universalidad. Dewey pretende una especie de cambio de perspectiva, donde la teoría moral no sea considerada inmutable sino en un continuo progreso; una perspectiva en la que sea capaz de dirigir positivamente al hombre hacia el desarrollo de una moral practica que esté al servicio de las actividades e intereses de la vida humana. Dewey considera un obstáculo la presencia de filosofías ancladas en la antiguedad y en el Medioevo . “La exposición sistemática del cómo, cuando y por qué razón unas filosofías tan adecuadas para las condiciones de la antigüedad y del Medioevo resultan, a pesar del corto número de siglos que han transcurrido desde la aparición de la ciencia natural, tan sin importancia que llegan incluso a ser un obstáculo para el manejo intelectual del panorama humano de nuestro tiempo, es en si misma una tara intelectual que está pidiendo ser abordada. Ya hemos dicho antes que la reconstrucción no debe llevarse a cabo con censuras o con lamentaciones. Se trata de una labor intelectual que exige un estudio lo más amplio posible de las conexiones que tienen los sistemas filosóficos del pasado, con las condiciones culturales en que le fueron planteados sus problemas, y un conocimiento de la ciencia actual que no se limite al de libros de divulgación. Este aspecto negativo de las actividades intelectuales que será preciso realizar abarca forzosamente una explicación sistemática de los valores que corresponden a lo que es auténticamente nuevo en los movimientos científicos, tecnológicos y políticos del pasado inmediato y del presente, después de liberados de la pesadilla de los hábitos formados en un período precientífico, pretecnológico-industrial, y políticamente predemocrático.”43 El criterio que atribuye a la ciencia y a la nueva tecnología la culpabilidad de los males sufridos en la actualidad debe ser sustituido por otra interpretación. La tecnología y el poder de la ciencia son simplemente medios poderosos que proporcionan recursos nuevos y de gran valor, a los que la renovación moral debe atribuir un uso y unas finalidades auténticamente humanas. No se trata de subordinarlas a otras instituciones que gobiernen desde otro ámbito la actividad científica o tecnológica, sino de darles fines de acuerdo con la renovación moral que es necesaria. Pero en este proceso, liberados de la herencia del pasado que hablaba de fines en sí mismos y medios en sí mismos, la obra reconstructiva debe dedicarse a crear fines, ideales y patrones a los cuales ligar estos nuevos medios. Se trata de una secularización de los medios llamada a transformar el panorama antiguo. “Concisamente: el problema de la reconstrucción dentro de la filosofía, desde cualquier ángulo que se le aborde, surge del esfuerzo por descubrir de qué manera han de ser llevados a plenitud los nuevos movimientos que tienen lugar en la ciencia, y en las condiciones políticas, industriales, humanas que de ellos se han derivado y que se encuentran todavía en estado rudimentario y confuso. Sólo en términos de fines y patrones tan característicamente humanos 43 Dewey, John Reconstrution in Philosophy.Ob cit. Página 35 40 que vengan a constituir un nuevo orden moral, es posible llevar a feliz término aquellos movimientos en consonancia con su dirección propia y adecuada y con el ímpetu propio de los mismos.”44 Se observa cómo la propuesta reconstructiva de Dewey está en el señalamiento histórico de los problemas que han sido tradicionalmente reconocidos como problemas, y en el examen de la autenticidad de los mismos, de modo que el trabajo se oriente a su solución a través de su enfoque reconstructivo. “Pero habrá en esa lista un problema destacado al que acabamos de dedicar nuestra atención de una manera incidental, a saber, el divorcio a que se ha llegado entre medios y fines que lo son de manera esencial; divorcio que es la correspondencia teórica de la tajante división entre hombres libres y esclavos, entre superiores e inferiores. La ciencia activa, la ciencia en marcha, ha repudiado estas separaciones y apartamientos.”45 Las consecuencias de estos apartamientos se aplican en multitud de campos de la filosofía. La teoría ha perdido en el campo científico su condición de definitividad46 en la practica. Una de las tareas de los reconstructores consiste en reunir y presentar las razones por las cuales no debe existir la antigua separación entre teoría y practica, a fin de que pueda afirmarse que la teoría es en su propia naturaleza extremadamente practica para bien o para mal. La empresa teórica reconstructiva que se propone Dewey asegura tener consecuencias prácticas, es decir, consecuencias que afectan directamente a la vida de los humanos, pero es ante todo una tarea por realizar y una empresa humana, esto es, con limitaciones. En la línea de la necesidad de reconstruir la filosofía, Dewey señala una circunstancia concreta, presente durante los años cincuenta, en la que se hizo más evidente tal necesidad: el encargo que una comisión estatal, designada por un organismo ocupado en la enseñanza, le hizo a la asociación Filosófica Americana. Tal encargo consistió en que se hiciera un examen del estado de la filosofía y del papel que podía representar en el mundo de la postguerra. Se trataba de la Fundación Rockefeller, que estaba interesada en tal análisis, pidiendo que se indagara la función de la filosofía en el desarrollo de una vida libre y razonada dentro de la comunidad, en el proyecto 44 Dewey, Ob cir página 37. Dewey, John Reconstrution in Philosophy. Ob cit página 37. 46 El termino “definitividad es usado por Dewey. No se encuentra equivalente en castellano pero se entiende con el su capacidad definitoria. 45 41 de una educación liberal.47 Dentro de tal informe se preguntaba qué se intentaba hacer y a dónde se pretendía llegar. Dicho documento afirmaba: “ No existe en el presente un cuerpo de doctrina llamado “filosofía”, aceptado por autoridad y en cuyo nombre puedan pretender hablar expositores debidamente autorizados. Existen filosofías y filósofos, y desde el punto de vista filosófico difieren justamente en las manifestaciones de las que nos han pedido que nos ocupemos”48 Dewey quiere señalar que las divergencias que impidieron a tal comisión ocuparse de las tareas que le habían sido confiadas, constituyen el reflejo de las confusiones y conflictos que dividen a la opinión pública acerca de la filosofía: “ Antes que reprochar a los filósofos el que no estén de acuerdo, deberíamos recordar que en el estado actual del mundo, el acuerdo entre ellos sería prueba positiva de que la filosofía es de una índole tan técnica, que se halla absolutamente desvinculada de los problemas y acontecimientos de la vida real. Me propongo entonces examinar el estado actual de la filosofía en relación con lo humano…(….) Cuál es la finalidad específica y la tarea de cualquier sistema de filosofía? ¿Cómo se relaciona una filosofía con los intereses y manifestaciones que hoy se presentan como problemas de todos los hombres?”49 Este es el objetivo sustancial en el camino reconstructivo de Dewey. Se trata pues de poner en cuestión el hecho de que exista en nuestro tiempo una filosofía que pretenda poseer “ un cuerpo de doctrina aceptado por autoridad”, y que también posea expositores debidamente autorizados para expresar su contenido. “Esa filosofía es la de una institución que pretende tener un origen divino, además de apoyo y dirección divinas permanentes. Se sostiene que sus doctrinas poseen autoridad porque sus fuentes se hallan en la revelación sobrenatural. La filosofía sobrenatural y teológica se constituyó en el período medieval. Las filosofías representadas en el Informe (Informe solicitado a la comisión, ver nota anterior) se formaron alejadas y en gran parte en oposición con las orientaciones e intereses que predominaron en la formulación de la vieja filosofía”.50 47 El resultado de tal estudio fue publicado en un libro cuyo título reza: “Philosophy in American Education”, y es comentado por Dewey en su texto, El hombre y sus problemas, obra citada. 48 Philosophy in American Education, informe comentado por Dewey en la obra El hombre y sus problemas, ob cit pagina 9. 49 John Dewey, El hombre y sus problemas ob cit página 10. 50 John Dewey, ob cit página Cap I. 42 Dewey señala que la dificultad que ha sumido a la filosofía en el descrédito obedece a tal modelo de autoridad que la ha dominado durante siglos, generando una profunda división entre la vida natural del hombre y tal mundo sobrenatural. Tal división es la que hace que Arnold dijera que el hombre contemporáneo se halla “ errante entre dos mundos, uno muerto y el otro incapaz de nacer”. La consciencia de tal fractura se expresa en diversas modos. Por ejemplo, en política ha determinado la separación entre la Iglesia y el estado; y el conocimiento científico en el campo de la física, la astronomía y la biología se han distanciado de muchos conceptos sostenidos dentro de esta filosofía de carácter teológico. Dewey señala que ha habido una fractura entre la ciencia positiva y la teología, entre lo mundano y lo divino, favoreciendo de modo más pleno la necesidad de superación de los dualismos que determinaron los problemas fundamentales de las filosofías “modernas” en sentido histórico. Nuestra época está plagada de problemas prácticos que son tan profundamente humanos, que constituyen los problemas morales de nuestra época; por lo que es preciso que la filosofía se ocupe seriamente de ellos, y abandone la actitud que mantuvo durante siglos, relegando tales dificultades a un lugar secundario por atender a un supuesto problema del conocimiento. “Al mismo tiempo, el conocimiento efectivo, y las aplicaciones de la ciencia a la vida por medio de las invenciones y las artes tecnológicas, avanzó en tal medida que el supuesto problema de los fundamentos y la posibilidad del conocimiento tienen solo un remoto interés profesional. El resultado neto del descuido de temas que son urgentes, y la preocupación por los alejados del activo interés humano, explica el descrédito popular en que ha ido cayendo progresivamente la filosofía. Este descrédito constituye, a su vez, un factor decisivo en la determinación de su función en el mundo.”51 El concepto pragmatista de experiencia Dos vías posee la filosofía de John Dewey para abordar el problema de la experiencia humana. Ambas poseen una directa relación y forman parte del trabajo de reconstrucción que se ha mencionado. Se trata, en primer lugar, de una reconstrucción socio-biológica de la experiencia humana -cuyo trabajo se sitúa en especial el texto Reconstruction in Philosophy (1925)-; y de análisis de la experiencia desde una perspectiva estrictamente epistemológica realizada en su 51 John Dewey, El hombre y sus problemas ob cit página Cap I. 43 texto Experience and Nature (1925). 52 Las implicaciones de ambos análisis en la vía de la reconstrucción son indudablemente definitivas dentro del desarrollo de su filosofía. La perspectiva socio-biológica involucra elementos de psicología animal en la que desde una perspectiva externa a la tradición filosófica, propone un análisis general del hecho mismo del filosofar y sus relaciones sociales e históricas. Esta vía, junto con el análisis realizado en Experience and Nature (1925), permite establecer las relaciones de estos contenidos con los problemas suscitados en el seno de la filosofía de la Biología. Nuevamente aquí encontramos el hilo conductor de la segunda fase de este trabajo, que vincula al concepto pragmatista de experiencia y el conocimiento de la Biología. Uno y otro aspecto proporcionan los cimientos al trabajo filosófico de la obra de Dewey, y son el soporte de los análisis filosófico, político y ético que en aquélla se realiza. En este capítulo nos ocuparemos de las implicaciones epistemológicas del concepto pragmatista de experiencia, como aproximación preliminar a la problemática del conocimiento desde una perspectiva pragmática, biológica y evolutiva. Una de las características diferenciales más sustantivas del hombre respecto de otras especies consiste en la capacidad de conservar y elaborar sus experiencias pasadas. El desarrollo psicológico del cerebro humano ha permitido que el hombre sea capaz de relacionar las vivencias presentes con experiencias pasadas. No ocurre esto de igual modo en otros animales. Aunque el animal tiene experiencia y memoria, la posibilidad de relacionar experiencias no es equivalente a la nutrida forma en que lo puede hacer el hombre. El hombre habita su mundo cargado de hechos, reminiscencias y de símbolos. El hombre se relaciona con los objetos de manera simbólica desde la época primitiva. La piedra no es, como para el animal, algo que simplemente está ahí, sino que es a la vez un elemento cargado de significado, que puede servir de instrumento y al mismo tiempo significar un monumento a un antepasado. Otro tanto puede decirse de su relación con el fuego: instrumento y a la vez como símbolo de hogar, etc. No tenemos memoria del pasado por sí mismo, sino que podemos decir que el hombre recuerda el pasado en tanto que éste agrega al presente nuevas posibilidades. Y en ese proceso las vivencias emotivas han determinado la actuación de nuestra memoria. El hombre primitivo recordaba emotivamente las experiencias pasadas, -también es cierto que lo hacía como una forma de combatir el aburrimiento-; y en su recuerdo revivía la angustia y el peligro de su combate. Las victorias del combate son recordadas y consolidadas en la danza primitiva, 52 Ver Sección de Bibliografía general. 44 haciendo incluso que la conmemoración sea mas emocionante que la experiencia misma, en virtud de que el peligro real ya no está presente. La vivencia real en su propia actualidad no permite integrar toda la vivencia como lo hace el acto de memoria. La memoria conjuga los hechos sucedidos con las vivencias interiores, la fantasía y la imaginación. Dewey quiere resaltar el papel que cumple el drama de la memoria individual y su consolidación social. La vida del hombre primitivo relaciona las experiencias pasadas con sus propias sugestiones, y en ningún momento se ocupa de la exactitud. Los investigadores de la historia primitiva del género humano refieren la importancia que tuvo para el hombre las historias que dieron origen a sus cultos y mitos. El origen que Dewey propone para su análisis es objetivamente histórico. Pueden hacerse otras investigaciones de las implicaciones psicológicas y culturales que tiene en el hombre su capacidad de memoria, pero este punto de partida originario señala un hecho que se hace concreto en la historia evolutiva del género humano. Dewey no se limita, como lo ha hecho la tradición, a citar el pensamiento de los sabios antiguos. Su examen va mas allá de la sabiduría antigua para situarse en el contexto de la historia primitiva del hombre como punto de partida para su análisis. Mirando al hombre primitivo, desea examinar los orígenes de las instituciones humanas. El análisis no priva al hombre primitivo de ninguno de los aspectos que en general continúan caracterizando al género humano: sentimientos, deseos, esperanzas, temores, amores, odios, victorias y derrotas. Este hombre llevado por sus deseos vive en un ambiente hostil y precario. Su vida se halla distante de los libros y la especulación, para la que se requiere la disciplina intelectual que permite someter las fantasías a la prueba de los hechos, y organizar las ideas lógicamente antes que guiarse por las emociones. El hombre primitivo se halla en una vida no muy distante de sus propios sueños. Dewey refuta la tentación de vincular el origen de la ciencia con las creencias y tradiciones primitivas. Afirma que el material del que brota finalmente la filosofía nada tiene que ver con la ciencia o con la explicación. La filosofía nace del mismo material que el mito primitivo: sentimientos, representaciones símbolos, temores, esperanzas, fantasías, y sugestiones. No se refiere al mundo de la representación objetiva y comprobada. Y describiendo así su origen, encuentra dos etapas que vive el hombre en sus vivencias mentales. La primera corresponde a la consolidación de tales vivencias en el mito y la leyenda. En el contexto de los relatos 45 nacidos de la emotividad, las experiencias transitorias se consolidan, y son absorbidas por otros individuos afectando al grupo que las incorpora. Se crea de este modo la tradición del grupo, haciendo que el relato forme parte de la tradición cultural. La aventura única de un individuo pasa a ser un patrimonio de la tribu, enfatizando ciertos elementos que son de particular significado emotivo para el grupo. La tradición se convierte en una especie de norma que se vive en el interior del grupo con significados específicos. Un análisis antropológico de este tipo permite rescatar el significado biológico de la conducta humana, y sus consecuencias en el desarrollo de la historia de nuestro género. Dewey quiere hacer un análisis socio-biológico de la conducta humana, para explicar las razones por las cuales una institución humana como es la filosofía y sus pretensiones, poseen en sus propias raíces deformaciones; ambas deben ser consideradas en el cambio propiciado por la reconstrucción. En el camino de la representación vivida mediante la memoria y la capacidad lingüística del hombre primitivo se halla naturalmente la norma, el poder, la autoridad y la creencia. Puede decirse que la descripción de estos hechos sociales primitivos sirve de explicación al nacimiento de los grupos humanos que dieron origen a Roma, Grecia y el pueblo judío. Las grandes cosmologías y cosmografías de las diferentes culturas tuvieron un origen similar, y basta un examen breve para constatarlo. En este contexto se vivió un proceso de fijación de creencias, organización de doctrinas, reglas de conducta que fueron en modo necesario los antecedentes de la filosofía, con el sentido que hoy tiene este término. Sin embargo no están aquí todos los elementos que sirvieron de origen para la filosofía. No pudiendo el hombre continuar siendo un ser de sugestión y fantasía, las exigencias de la continuidad de la existencia le obligan a prestar atención a las realidades actuales del mundo; y éstas imponen un mínimo de exactitud bajo pena de extinción. Saber que ciertos elementos son alimento en contraste con los venenosos que causaron la muerte de algunos, que el agua es benéfica pero que puede causar ahogamientos, que al día continúa la noche etc., hicieron que –siempre mediante el apoyo del lenguaje y su desarrollo-, se fuera formando un cuerpo consistente de generalizaciones que recogen y transmiten conocimientos en relación con los hechos observados, y que se diferencian de las ideas de la fantasía. Los oficios consolidaron también ciertos temperamentos. Un marino es mas dado a la superstición en razón de que su actividad está mas sujeta a hechos imprevisibles, a diferencia de un tejedor que puede controlar mucho 46 más su trabajo. Las actividades se hacen mas desarrolladas y el cuerpo de conocimientos se va incrementando con el paso del tiempo. El análisis de Dewey sigue la línea socio-biológica, como hilo conductor que explica la conformación de las instituciones y los modos tradicionales de pensar. Su trabajo sociológico histórico y psicológico da cuenta de que en estos factores se encuentra la justificación para las formas de pensar que tradicionalmente se cultivaron en la filosofía griega, y, en consecuencia, en el resto de la cultura occidental (estableciéndose en su análisis las causas de las distinciones entre teoría y praxis y otras dicotomías): “Una vez que las creencias religiosas y políticas han adquirido un estado social definido y un valor y una función políticas, se hacen cargo de ellas las clases más elevadas, que se encuentran directamente asociadas a los elementos que gobiernan la sociedad. Lo probable es que los obreros y artesanos que se hallan en posesión de la prosaica materia real del conocimiento, ocupen una capa social más baja, y esa clase de conocimiento suyo es objeto del menosprecio social con que se mira al trabajador manual ocupado en actividades útiles para el cuerpo. A este hecho hay que culpar sin duda que se quedase rezagado el empleo general y sistemático del método experimental en Grecia, a pesar de la agudeza de observación, de la fuerza extraordinaria del razonar lógico y de la gran libertad de especulación a que llegaron los atenienses”. 53 En el proceso histórico se observa cómo los conocimientos de los hechos reales se ven incrementados en volumen y amplitud, lo cual genera un choque con el temperamento y las creencias de la tradición imaginativa. Aquí se encuentra justificada la aparición de los sofistas en Grecia, que explica la lucha entre dos tipos de creencias, y el conflicto suscitado en virtud del cuestionamiento de las normas morales y políticas existentes en la época. Dewey encuentra que este conflicto refleja la oposición entre dos clases de conocimiento. El conocimiento prosaico, un saber realista, y un conocimiento moral que en boca de Sócrates pone en peligro y desestabiliza el poder político, motivo por el cual es condenado a muerte. Se trata en principio de dos tipos de oficios, que permiten dos productos intelectuales distintos. Uno ocupado en el conocimiento de lo concreto, de lo técnico y útil. Otro en el conocimiento abstracto moral y contemplativo. 53 Dewey, John Reconstrution in Philosophy.Ob cit. Página 50. 47 La distinción de oficios en Grecia era realmente marcada. No era comparable el trabajo del artesano al del político, ni el del médico o sacerdote con el del herrero. En especial en la Grecia clásica, pude decirse que su historia es una larga ruta que se consolida en un gobierno constitucional, formado por asambleas y magistraturas con un perfil evidentemente aristocrático, con un reconocimiento individual basado en la importancia del linaje. Ciertamente, el modelo económico que soportaba esta forma de gobierno estaba amparado por una distribución definida de los oficios: 54 “Tradicionalmente se entiende que Solón fue el que realizó la división de los ciudadanos en cuatro clases de acuerdo con su riqueza y el que puso en relación con las mismas el disfrute diverso de los derechos políticos”55 La ciudadanía y los derechos políticos eran privilegios de una casta, como también lo eran los oficios de los nobles. Hace falta un análisis sociológico que tome en cuenta de modo serio el papel de la filosofía como producto de una clase social determinada, que lejos de contaminarse con los trabajos físicos, descansa en un complejo social determinado. La obra de Platón es sin duda el ejemplo más notable de la distinción de los oficios en virtud de su objeto; y La República es prolija en la estratificación de los oficios. La dirección de la polis ocupa un lugar superior respecto a la defensa y la producción. Tal noción jerárquica también se ve emplea para lograr la justicia. Los estamentos superiores tendrán una educación diferente y más rigurosa. Dewey recalca la estratificación de los oficios como una de las causas de la estratificación del pensamiento. El guerrero presentado por Platón cumple su misión -la defensa del Estado- en virtud de una visión política que se halla por encima de él. La idea de subordinación está presente en todo el espíritu griego. Las ideas son superiores como formas a las cosas que vemos con nuestros ojos. El idealismo platónico está asociado a una visión jerárquica que hace posible que el pensamiento estratifique. El saber positivista se opone al saber contemplativo. El primero se ocupa de la utilidad, de lo limitado y concreto. El segundo de la verdad, de lo abstracto y superior. La tradición griega en general partió del mito. Luego 54 Los estudios sociológicos de la historia de la Grecia Antigua dan testimonio de la interpretación de Dewey. Para una profundización de estos aspectos puede consultarse la Historia de la Grecia Antigua, de José María Blázquez, Raquel López Melero y Juan José Sayas, ediciones Madrid, Cátedra 1999. 55 Blázquez, José María et al. Historia de la Grecia Antigua, Madrid, Cátedra 1999 página 449. 48 la filosofía fue una forma de rebelión contra éste. Tal hecho está patente en la obra de Jenófanes, e incluso del mismo Platón. En este proceso Dewey reconoce el origen de las distintas tareas y funciones de la filosofía, cuya influencia en la construcción del mundo occidental ha sido definitiva. Propone, en realidad, unas raíces específicas para la filosofía: un saber que pretendía la conciliación entre los dos productos de la mente humana. Ahora bien, lo que se debe resaltar es que la filosofía no tuvo un origen libre de prejuicios. En el papel cumplido por Sócrates se ve que la misión de la filosofía consistía en encontrar la esencia de la moral de modo que fuera compatible con las creencias del pasado. Se trataba de poner en armonía las tendencias emotivas de la mente humana, expresadas en la religión y las costumbres, con la autoridad, la tradición y las instituciones: “Correspondió a la filosofía la tarea de justificar, desde el punto de vista racional, el espíritu, ya que no la forma, de las creencias aceptadas y de las costumbres tradicionales. La filosofía que resultó de todo ello les pareció a los atenienses en general, a causa de la diferencia de firma y de método, muy radical e incluso muy peligrosa. En efecto, era radical en cuanto podaba excrecencias y eliminaba factores que para el ciudadano medio estaban identificados con las creencias fundamentales.”56 Platón y Aristóteles, según Dewey, reflejaron de manera muy profunda el sentido de la tradición y de los hábitos en Grecia. Sin la religión ni el arte ni la tradición ni la vida ciudadana griegas la filosofía no hubiera sido posible. Dewey analiza el papel político de la filosofía, no solamente en el caso griego sino también en el Medioevo cristiano y en el siglo XIX. La filosofía no ha cumplido un papel liberador de los condicionamientos forjados por las creencias preconcebidas. Sierva siempre de la tradición, y ligada al poder de todas las épocas, la filosofía ha sido el fundamento mismo del poder y de la tradición. “Este espíritu apologético de la filosofía se transparenta aún más cuando el cristianismo medieval, hacia el siglo XII, buscó la manera de presentarse como sistemáticamente racional, sirviéndose de la filosofía clásica, especialmente de la de Aristóteles, para justificarse ante la razón. Un hecho que guarda semejanza con el anterior caracteriza también a los principales sistemas filosóficos de Alemania en la primera parte del siglo XIX, cuando Hegel asumió la 56 Dewey, John Reconstruction in Philosophy 1925. Ob cit. Página 55. 49 tarea de justificar en nombre del idealismo racional ciertas doctrinas e instituciones que se veían amenazadas por el nuevo espíritu de la ciencia y del gobierno popular.”57 Un segundo rasgo de la filosofía, presente desde su origen, consiste en la necesidad de dar gran importancia a toda construcción de la razón. Al carecer de una racionalidad ajustada a los problemas que trataba, la Grecia clásica y luego la escolástica, como heredera privilegiada de esta forma de pensamiento, se inclinaron a hacer un uso abusivo de las formas lógicas. Debido a que su objeto no era concreto, como lo eran los problemas de la realidad, la filosofía trataba de convencer. Su trabajo consistía en magnificar los signos del razonamiento riguroso y de la demostración rígida. Esta forma de hacer filosofía es cuestionada duramente por Dewey, pues ha permitido deformaciones en su finalidad la misma, lo que justifica la necesidad de una reconstrucción: “Esta actitud, llevada a su extremo peor ha reducido la filosofía a una exhibición de una terminología complicada, de lógica sutil, de falsa devoción a las formas simplemente externas de las demostración completa y minuciosa. Incluso en sus momentos mejores ha tendido a crear un apego excesivo al sistema por el propio sistema, y una seguridad excesivamente presuntuosa de su propia verdad”.58 Puede verse cómo el análisis hecho por Dewey es sin duda crítico con la tradición, pone en cuestión su pretensión de verdad, y desvela su vinculación con las costumbres y el poder político. La filosofía ha exigido para sí la inmutabilidad, y ha trazado las directrices de la conducta moral y del pensamiento. Desde su origen, la filosofía ha pretendido alcanzar tales objetivos, y su herencia se refleja también en el espíritu de épocas posteriores. Como otro rasgo sustantivo de la filosofía tradicional, se observa la pretensión de universalidad, cuyo origen es examinado por Dewey también, bajo la perspectiva histórica de rasgos sociales y psicológicos, sosteniendo que la presencia de la tradición y el mito en Grecia lo llenaban todo. El cuerpo de creencias, y el papel que cumplían articuladas con la autoridad, hacían que su espíritu lo abarcase todo, ejerciendo una influencia casi universal. El pensamiento que nacía en semejante contexto debía aspirar a idéntica universalidad. Y la conjugación de tal 57 58 Dewey,.Ob cit. Página. 55. Dewey, John Reconstrution in Philosophy.Ob cit, Página 56. 50 universalidad con un sistema lógico demostrativo fortalecía la unicidad de los criterios valorativos. La filosofía se constituyó entonces en guía preferente de los asuntos humanos, pero no de todos. Los asuntos de orden práctico y utilitario formaban parte de este mundo perecedero e imperfecto, sujeto al cambio y al devenir. Es un rasgo que ha dejado profundas huellas en el pensamiento occidental, condicionando la naturaleza de la filosofía. En consecuencia, la filosofía se arrogó el derecho y el deber de justificar racionalmente una realidad trascendente, de descubrir en el hombre la naturaleza y las características de esa realidad elevada. La consolidación de tal pretensión se vive posteriormente en el racionalismo europeo, momento éste, como otros de la historia, en el que la filosofía se pretende investir de una dignidad superior y elevada, lo que lleva en efecto a que el hombre posea la intuición de una realidad que está más allá de la que alcanza en la vida cotidiana. Este supuesto, discutido y rechazado por algunos filósofos, generó un débil agnosticismo y escepticismo, pero principalmente consolidó la idea de que el amor y la búsqueda de esa realidad eran precisamente el objeto de la filosofía. El concepto clásico de filosofía se llenó de tales contenidos durante siglos. La filosofía nace en el contexto de una tradición autoritaria, primariamente conducida por la imaginación humana que estaba condicionada por emociones como el amor y el odio, el temor y el placer. Dewey sostiene que este origen de la filosofa no es el mítico origen que nos narra la historia, sino que tiene raíces emotivas y psicológicas que condicionan la dirección en que se produjo su propio devenir. La descripción genética de la filosofía expuesta por Dewey resalta otras intenciones: “La franqueza mas elemental nos impone que digamos que esta explicación relativa al origen que han tenido las filosofías que poseen la pretensión de tratar del Ser absoluto de una manera sistemática, ha sido dada con premeditada malicia. Yo creo que este método genético de abordar una cuestión es la manera de socavar la base de este tipo de teorización filosófica; ninguna tentativa de refutación lógica le igualaría en eficacia.”59 La filosofía no surgió como producto de una inquietud intelectual, como se desearía. Surge de un mundo social y emotivo. Aceptando esta hipótesis, puede adoptarse una actitud diferente frente a la filosofía en todas sus versiones: estudiar la filosofía, no desde ella misma, sino 59 Dewey, Ob cit, Página 59 51 como un capítulo de la historia de la civilización y de la cultura. Ligándola a la antropología, a la vida primitiva de la religión y las instituciones sociales, es posible configurar un juicio semejante al expuesto por Dewey. Lo perdido desde el punto de vista intelectual y científico se ha ganado desde el punto de vista humano. Dewey sostiene que en lugar de interpretar la filosofía como un campo de disputas en torno a la verdadera naturaleza de la realidad, lo que se vive es una disputa entre las cosmovisiones, aspiraciones y finalidades sociales. Se trata simplemente de esfuerzos humanos por formular los objetos de su experiencia propia: “ En lugar de conatos impersonales y puramente especulativos de contemplar en un papel de espectadores lejanos la naturaleza de las cosas en-sí-absolutas, nos encontramos ante un cuadro vivo de pensadores que seleccionan lo que ellos querrían que fuese la vida, y los fines a los que desearían que los hombres conformasen sus actividades inteligentes.” 60 El pensamiento de Dewey es desde el inicio un examen socio-histórico de la filosofía, donde el papel de la historia es permanentemente introducido como factor de liberación, de autocomprensión de la filosofía misma. Pero lo más significativo de su interpretación no es el carácter sociológico del filosofar, sino sus implicaciones de cara al futuro de la filosofía. Habiendo reconocido lo que no nos habíamos dicho francamente, esto es, que la filosofía se ha venido ocupando de los valores incrustados en las tradiciones sociales, y que ella misma es un producto social que emerge de la colisión de tendencias heredadas con otras nuevas incompatibles, su tarea en el contexto reconstructivo será la de clarificar las ideas de los hombres en relación con los conflictos sociales y morales de su tiempo. Renunciando a su monopolio de la Realidad Última, y Absoluta, será entonces la filosofía reconstruida la que podrá cooperar con el género humano para conseguir una felicidad que sea en palabra de Dewey “mas ordenada e inteligente”. 60 Dewey, John Reconstrution in Philosophy.Ob cit. Págna 60. 52 SECCION 3. NATURALISMO EMPÍRICO Y EPISTEMOLOGÍA PRAGMÁTICA. Junto al objetivo de la tarea reconstructiva y sus proyectos sociales o educativos, sobresale además otro consistente en fundamentar una epistemología que explique aquella manera de pensar que ha probado más eficacia en la resolución de problemas. Tal manera de pensar es precisamente la ciencia. Dicha programa es pusto en marcha en Reconstruction in Philosophy (1925), pero es culminado en la célebre obra Experience and Nature (1925 y 1928)61. Se trata de reconocer aquella manera de pensar que establece conexiones entre los nuevos y los viejos temas. El conocimiento nuevo y el viejo toman significados epistemológicos definidos cuando se los enfrenta. Lo viejo es siempre un instrumento para interpretar el nuevo conocimiento, y mientras mayor sea la distancia que hay entre lo nuevo y lo viejo, mayor es la carga que pesa sobre la reflexión. Su indagación epistemológica no lleva a ningún tipo de sistema. Se trata de un examen de contenido naturalista que ha sido llamado por él naturalismo empírico o también empirismo naturalista, y en otras ocasiones método empírico o denotativo. En esta sección será examinado, atendiendo a sus implicaciones en el contexto de la filosofía de la biología. El naturalismo empírico y la noción de experiencia pragmática. El análisis epistemológico, según el naturalismo empírico, pretende examinar la relación que hay entre la experiencia y la naturaleza, garantizando el valor de la primera cuando se la usa de modo adecuado para descubrir realidades. Dewey intenta demostrar que no hay una incongruencia entre la naturaleza y la experiencia, y que la experiencia no es un velo que cubre la posibilidad de relacionarse con la naturaleza, sino por el contrario que la experiencia es el único medio seguro que tenemos para penetrar en el corazón de la misma. En este capítulo se hará un estudio detallado de este problema con miras a justificar que la aportación 61 Las referencias a estos textos ya han sido mencionadas en el la sección dedicada a la Bibliografía de John Dewey. Para todas las citas textuales del texto Experience and Nature ( 1925- 1928 ) será utilizada la primera traducción en castellano autorizada por el Comité Norteamericano que auspicia la traducción de las obras filosóficas del Profesor Dewey, y que aprueba el trabajo de traducción del licenciado Daniel Cosio Villegas y José Gaos. Esta labor ha sido editada por el Fondo de Cultura Económica, México en 1948 . 53 de Dewey es importante para la explicación del conocimiento humano en el contexto de su historia evolutiva, y que por lo mismo constituye un instrumento valioso en el ámbito de la biología y la sociología del conocimiento científico y filosófico. El naturalismo empírico pretende demostrar que nuestra condición natural congnoscitiva, como fruto de un proceso evolutivo condicionado biológicamente, no está en condiciones de aceptar el agnosticismo. Puede afirmarse que el agnosticismo es el resultado de los errores que en materia epistemológica ha cometido la tradición y que son objeto de estudio por Dewey en los dos textos referidos. En tal sentido el agnosticismo, como postura epistemológica escéptica en materia de conocimiento, es refutado por las condiciones en que el conocimiento se presenta, y es a la vez interpretado como un fruto de la separación entre experiencia y naturaleza, es decir, se trata de un resultado directo de la tradición. En este sentido, el naturalismo empírico es una fuente explicativa del proceso mismo del conocimiento individual y de la ciencia. Dewey afirma que tanto la ciencia del siglo XX como los resultados de la técnica han arrojado un material extraño que en principio ha causado grandes perplejidades y confusiones intelectuales, planteando problemas al presente y al futuro de la ciencia. Toda filosofía digna de consideración tiene que habérselas con tales problemas de tipo epistemológico y social. Se trata de un esfuerzo por franquear el abismo entre lo nuevo y lo viejo. Esto es lo que simplemente hace el científico cuando por ejemplo describe las edades de la Tierra: “Un geólogo en 1928 nos habla de los acontecimientos que tuvieron lugar no solo antes de que él naciera, sino millones de años antes de que ser humano alguno hubiera venido a la existencia sobre la tierra. Lo hace así partiendo de cosas que son actualmente el material de la experiencia. ( ...) El geólogo no saltó de la cosa que puede ver y tocar a un acontecimiento de las edades pasadas; relacionó la cosa observada con otras muchas, y de diferentes géneros, que se encuentran por todo el globo; y comparó los resultados con los de otras comparaciones anteriores, y con los de otras experiencias, digamos las del astrónomo. Esto es, el geólogo traduce las coexistencias observadas en secuencias no observadas inferidas. Finalmente fecha su objeto situándolo en un orden de acontecimientos. Mediante el mismo método predice que en ciertos lugares se observarán ciertas cosas de que no se tiene todavía experiencia.” 62 Esta cita de Dewey muestra cómo la ciencia vive de modo ineludible de la experiencia. El empirismo naturalista sostiene que la conciencia científica es sensible a la necesidad de experiencia, de modo que la reconstrucción del pasado no esta satisfecha si se limita a obtener 62 Dewey, Experience and Nature, ob cit página 6. 54 inferencias de pruebas, sino que además busca repetir las mismas condiciones y repetir los experimentos de los que infirió sus previas conclusiones. En tal sentido, el naturalismo empírico propuesto por Dewey supone ser el único camino que, - aunque no sea recorrido del mismo modo por dos pensadores-, ofrece la vía en la cual cabe llegar a aceptar el punto de vista y las conclusiones de la ciencia moderna. Si bien el naturalismo empírico es reconocido como un método epistemológico que destruye algunas cosas que tradicionalmente son amadas, lo hace revelando su propia capacidad de autocorrección. “Pero su principal propósito no es destructor. El naturalismo empírico es mas bien un cernedor. Vuela solo la paja, aunque quizás un día fue ella lo atesorado. Un método empírico que permanece fiel a la naturaleza no “salva”;... infunde al espíritu denuedo y vitalidad para crear nuevos ideales y valores frente a las perplejidades de un mundo nuevo.” 63 Las nociones de experiencia y de naturaleza han sido a lo largo de la filosofía clásica separadas de modo injustificable. Se ha afirmado que la experiencia es importante para los seres que la poseen, pero se la ha considerado como algo superpuesto a la naturaleza, o todavía más, se la ha considerado como un velo que se interpone entre ella y nosotros mismos, motivo por el que debe ser “trascendida”. De esta manera queda introducida por vía racional algo no natural o “supraempírico”. También el materialismo ha interpretado inadecuadamente el significado de la naturaleza, en virtud de que la comprensión de ésta se circunscribe a un significado enteramente material, o mecánico, por lo que no sirve de vía para fundamentar los grandes valores que encierra la experiencia y que Dewey desea analizar. De otro lado, en su opinión, la explicación dialéctica tampoco justifica en modo adecuado el significado de la naturaleza: “No sé de camino alguno por el cual puedan los argumentos dialécticos responder a tales objeciones. Surgen estas de asociaciones con palabras y no puede tratárselas por vía de argumentación. Lo único que cabe esperar es poner de manifiesto en el curso de la discusión entera las significaciones vinculadas a las palabras “experiencia” y “naturaleza” y producir insensiblemente así, si se tiene fortuna, un cambio en las significaciones anteriormente vinculadas a ellas. Este proceso de cambio puede acelerarse llamando la atención sobre otro orden de cosas, en el que la naturaleza y la experiencia marchan armoniosamente juntas, en el que la experiencia se presenta como el método y el único método para adueñarse de la naturaleza y penetrar en sus secretos, y la naturaleza empíricamente descubierta (con el uso del 63 Dewey, Experience and Nature, ob cit página XII. Prefacio. 55 método empírico en la ciencia natural) ahonda, enriquece y dirige el ulterior desarrollo de la experiencia.”64 Puede verse cómo el esfuerzo de Dewey es articular lo que la tradición epistemológica materialista o dualista clásica no pudo conciliar. Se trata de demostrar que en el conocimiento presente en las ciencias naturales hay una unión entre la experiencia y la naturaleza. El investigador acepta que hay una experiencia controlada en formas perfectamente determinables, y que por ese camino es por el que se pueden alcanzar las verdades y las leye. El investigador, sirviéndose del cálculo, pretende que la teoría parta de los hechos y vuelva a estos. Es esta la lógica científica que ha posibilitado el incremento del conocimiento. Se trata de un círculo que parte de los hechos y se reinicia nuevamente en ellos. No hay, pues, una ruptura entre el saber teórico y el práctico. Se trata de un saber que partiendo de los hechos de la experiencia ordinaria, se vierte en un complejo teorico que incrementa el conocimiento y se pone nuevamente a prueba en la experiencia, posibilitando nuevas inquietudes, nuevas hipótesis. En el conocimiento propio de las ciencias naturales se da una unión privilegiada entre experiencia y naturaleza. El científico sabe que el control definido de la experiencia es la única vía para acceder a los hechos y a las leyes de la naturales. El conocimiento de la naturaleza no está ligado exclusivamente a los razonamientos y a los cálculos sino que procura partir de la experiencia y volver a ella. La teoría es una especie de puente que une dos momentos empíricos. Los objetos observados son los mismos para el científico que para el hombre de la calle. Al menos esto puede afirmarse sin equivocación y sin entrar en discusiones epistemológicas en el plano de la mesofísica. Rocas, árboles e infinidad de objetos, son comunes como material empírico para el científico y para el hombre de la calle. El esfuerzo del instrumentalismo de Dewey se orienta a mostrar que la experiencia no es un plano infinitesimalmente delgado entre nuestro conocimiento y la naturaleza, un ámbito de relación en constante incremento. La epistemología de corte kantiano queda pues abandonada en favor del naturalismo empírico y de la experiencia atesorada por la ciencia a lo largo de su historia: 64 Dewey, Experience and Nature, ob cit página XII. Prefacio 56 “La experiencia abre túneles en todas las direcciones, y al hacerlo así trae a la superficie cosas en un principio ocultas, -como el pico del minero alza a la superficie de la tierra tesoros sacados del fondo. A menos que estemos dispuestos a negar toda validez a la investigación científica, estos hechos tienen un valor que no puede ignorarse para la teoría general de la relación entre la naturaleza y la experiencia.”65 Las interpretaciones naturalistas de la experiencia atribuyen a ésta una exagerada juventud cuando se contempla su aparición en el proceso de desarrollo del sistema solar. Tal perspectiva convierte a la experiencia humana en un insignificante incidente natural. Pero nadie niega que solo ha sido posible porque existen condiciones biológicas que suponen la existencia de una criatura con un nivel de organización altamente complejo y de condiciones ambientales de iguales características. No hay prueba de que la experiencia se dé cuando se quiera y donde se quiera. Lo sustantivo de la experiencia es que amplía su horizonte hacia dominios de la realidad antes desconocidos. La experiencia humana es algo enteramente natural, y forma parte de la naturaleza misma, como las piedras y los árboles, los animales y la electricidad. El hombre, desde esta perspectiva naturalista, es la forma de darse la experiencia en la naturaleza, como parte de esa misma naturaleza. Dewey reconoce que esta aproximación es problemática, pero que hay que aceptarla forzosamente como un hecho histórico. Ya hemos mencionado que su lógica argumentativa es en gran medida histórica o mejor socio– histórica. La historia natural también será la vía explicativa que desde la que fundamentará su epistemología. Es un hecho que la experiencia humana penetra en la naturaleza y la existencia misma de la ciencia es una prueba de ello. Sin embargo, esta prueba no beneficia ninguna filosofía, si bien plantea problemas a aquellas que sostienen el carácter antinatural de la experiencia. Por ahora, lo que pretende Dewey es sostener que la experiencia pertenece como tal a la naturaleza, y con ello encontrar en la experiencia el punto de partida y el método para habérnoslas con la naturaleza misma. Aplicar esta teoría del método empírico en filosofía es el trabajo de reconstrucción que ya hemos mencionado. Se trata, pues, de una propuesta altamente significativa para la filosofía, ya que no consiste en la negación de su papel sino precisamente una reconstrucción de su significado en el campo de lo humano en general, con una óptica pragmatista encaminada a la resolución de problemas: 65 Dewey, Ob cit página 4. 57 “Si el método empírico estuviese adoptado universalmente dentro de la filosofía, no habría necesidad de remitirse a la experiencia. El investigador científico habla y escribe acerca de acontecimientos y cualidades particulares observados acerca de cálculos y razonamientos específicos. No hace ninguna alusión a la experiencia; habría probablemente que buscar durante largo tiempo a través de las comunicaciones científicas para encontrar la palabra. La razón es que todo lo designado por la palabra “experiencia” está tan adecuadamente incorporado a los temas o los procedimientos de la ciencia, que mencionar la experiencia solo sería duplicar con un término general lo abarcado ya en términos precisos”66 La historia de la ciencia y de la técnica niega que esta incorporación de la experiencia en el conocimiento estuviera conseguida desde sus inicios. Por el contrario, la escisión fue la nota dominante, incluso décadas después del desarrollo de la técnica moderna. En la época de Newton y de Descartes también se discutía el papel de la experiencia. Es un hecho que la modernidad propicia un cambio radical en el valor de la experiencia. Antes predominaba el valor de los principios doctrinales. Su papel moderno consiste en confirmar las hipótesis, lo que sin duda puede considerarse una de las revoluciones mas radicales y sustanciales de la breve historia de la ciencia. Por la influencia de la tradición clásica el papel de la experiencia era relegado a un lugar secundario en la filosofía cartesiana, y son innumerables los ejemplos de la historia de la ciencia en los que se evidencia el conflicto entre lo aportado por la experiencia y por la teoría. Baste citar las discusiones que se vivían en el seno de los anfiteatros anatómicos en la época de Vesalio, cuando se afirmaba que el corazón poseía una comunicación interventricular natural que, aunque negada por la experiencia, debería existir como la tradición aristotélica afirmaba. Llevar el método empírico a la filosofía es uno de los nítidos propósitos de Dewey. Considerando las notables diferencias existentes entre las posibilidades transformadores del método empírico y las inherentes a los métodos declaradamente no empíricos, la propuesta deweyana consiste en discutir el alcance que aquél puede tener en la filosofía. Siempre parece haber existido una distinción radical entre los objetos de la experiencia y los objetos refinados de la reflexión, que han favorecido las diferencias entre la ciencia y la filosofía. Las ciencias naturales no se limitan a extraer de la experiencia su material de conocimiento, sino que lo vuelven a llevar al mundo empírico para comprobarlo. El ejemplo de Darwin es importante 66 Dewey, Ob cit Capítulo I página 7 y 8. 58 para la descripción del trabajo de las ciencias naturales. Darwin inició su investigación con palomas y vacas. Su observación sirvió para generar las hipótesis directivas que eran comprobada en la experiencia. La selección natural se producía antes de que Darwin formulara la teoría. La experiencia ordinaria de los ganaderos ingleses había demostrado durante años que el cruce de individuos seleccionados de una especie aportaba características definidas. Se deseaba que la producción lechera fuera eficaz y la experiencia de tales hombres como la de agricultores logró su objetivo. Los objetos de la experiencia plantean problemas y proporcionan los objetos con que la reflexión construye objetos secundarios67, pero la comprobación de las hipótesis solo es posible en la medida en que se vuelva a los hechos de la experiencia bruta y macroscópica: “Los objetos secundarios señalan o abren un camino gracias al cual el retroceder hasta las cosas de la experiencia resulta de tal índole que la significación, el contenido significativo de estas cosas gana en fuerza de enriquecimiento y expansión debida al camino o al método por el cual se llegó a él. Directamente, en contacto inmediato, puede ser justo lo que era antes –duro, oloroso, de cierto color etc,. Pero cuando se emplean los objetos secundarios, los objetos refinados, como un método o vía para llegar ellas, estas cualidades dejan de ser detalles aislados; cobran la significación entrañada por un sistema entero de objetos relacionados. Pasan a integrar un continuo con el resto de la naturaleza y participan del sentido de las cosas con el que ahora se les ve unidas sin solución de continuidad.”68 El método empírico o denotativo y su papel en la nueva filosofía. Descrito de modo esquemático el método empírico -que propone a la teoría como puente entre dos fenómenos observables-, la crítica al método no empírico de filosofar consiste en dejar de usar los productos secundarios y refinados en el camino de regreso a la experiencia. Los productos secundarios son aquellos que provienen del razonamiento posterior a la experiencia. 67 Es cierto que la descripción y el análisis que Dewey hace de los llamados objetos primarios y secundarios no es del modo como la tradición ha acostumbrado a explicar. Son objetos primarios simplemente aquellos objetos de la experiencia bruta, lo que en la fenomenología husserliana podría referirse a los objetos que se encuentran en la llamada “actitud natural”, y objetos secundarios aquellos objetos que emergen de la reflexión y que son parte del resultado de la actividad racional sobre la experiencia ordinaria. Estos son pues objetos refinados cuyo papel de interpretación de la experiencia bruta es significativo solo en la medida en que – como se explicará detenidamente a lo largo de este capítulo, también objeto de reiteradas menciones por Dewey-, sea retrotraido de nuevo a la experiencia. 68 Dewey, Experience and Nature, ob cit Capítulo I. Página 10 59 Su utilidad –en la ciencia- consiste en hacer la experiencia futura mas comprensible y capaz de nuevos experimentos y nuevas comprobaciones. El problema de las filosofías que no hacen uso del método empírico consiste en no vincular tales objetos secundarios al futuro de otra experiencia. Esta omisión lleva a un fracaso triple: 1. De un lado, se imposibilita todo tipo de verificación. 2. Las cosas de la experiencia ordinaria no logran el ensanche y enriquecimiento de significación que alcanzan cuando se las aborda mediante los razonamientos científicos y 3. El método filosófico mismo, por no estar puesto a prueba, se convierte en un asunto negativamente “abstracto”, es decir, que no toca en nada la experiencia ordinaria. La resultante de estos tres errores es precisamente la desconfianza hacia la filosofía. Los objetos de la reflexión filosófica se muestran alcanzables solo por métodos abstractos y son considerados como “reales” en sí y por sí mismos; incluso tienen la pretensión de mostrarse como “reales por excelencia”. La crítica sin duda se refiere al idealismo hegeliano, pero también a todas las filosofías fundadas en la concepción idealista. Dewey resalta que estos problemas generados por el idealismo son insolubles. En realidad, de tales objetos no se puede afirmar por qué son lo que son. Procura después examinar la eficacia de tales objetos secundarios en el ejercicio de las ciencia naturales. Éstas no convierten a los objetos que estudian en problema, como sí lo hacen el idealismo hegeliano y el aristotelismo. En las ciencias naturales, los elementos de la reflexión vuelven a la experiencia y se constituyen en medios de dominación de la naturaleza, y en elementos de uso instrumental en la experiencia ordinaria. Pueden generar nuevos problemas, pero son problemas de la misma índole, que deben abordarse usando los mismo métodos de investigación y de experimentación. Los problemas suscitados por el método empírico proporcionan el estímulo y la oportunidad para llevar a cabo nuevas investigaciones y nuevos experimentos, de cuyo fruto se obtendrán más ricas experiencias. El método filosófico, no empírico, por el contrario, genera problemas que bloquean la investigación y cierran los caminos. Se constituyen en acertijos en lugar de problemas, y solo se resuelven en el terreno que degrada la experiencia primaria en simple fenómeno y apariencia, o cualquier otro término con significado despectivo. Esta es pues una de las más serias críticas a la filosofía clásica en su conjunto. Crítica también dirigida a muchos fenomenólogos y epistemólogos de su época y de los siguientes años. Dewey reconoce en el método empírico la fuente del conocimiento y propone preguntar de la siguiente manera: ¿Termina esta filosofía en conclusiones que al llevarlas hasta las experiencias de la vida ordinaria y las situaciones correspondientes las vuelven mas 60 significativas? ¿Se vuelven más luminosas?¿Hacen nuestro trato con ellas más fructífero? Si las cosas se vuelven más opacas de lo que eran en un principio y se les priva de la significación que primeramente habían parecido tener, se puede adoptar como criterio el rechazo de tales filosofías. 69 Dewey insiste en todos los tonos que el desprecio de la experiencia ordinaria por parte de la filosofía tradicional es lo que hace que se mire con desconfianza a la filosofía: “Es el hecho, repito, de que tantas filosofías acaben en conclusiones que hacen necesario despreciar y condenar la experiencia ordinaria, induciendo a quienes las sostienen a medir la sublimidad de las “realidades” filosóficamente definidas o ir ellas en proporción a la lejanía a los intereses de la vida diaria, lo que conduce al sentido común cultivado a mirar de soslayo a la filosofía”. 70 Ya hemos señalado que el concepto de experiencia es en el contexto pragmatista demasiado amplio. Experiencia es el campo plantado, la simiente sembrada, las cosechas recogidas, los planes del hombre etc 71 ; y es por esta amplitud del concepto de experiencia que el método empírico resulta único para hacer justicia a tan amplia integridad. Otros métodos empiezan por los resultados de una reflexión que rasgó en dos el objeto de la experiencia y las operaciones y estados en que consiste esa última. Es preciso integrar lo que se separó. “Para el método empírico no hay nada tan imposible de resolver como este problema. Su problema es el de registrar cómo y por qué se diferencia el todo en sujeto y objeto, naturaleza y operaciones del espíritu. Hecho esto, estaremos en posición de ver con qué efecto se realizó la diferenciación: cómo funcionan los factores diferenciados en la ulterior dirección y enriquecimiento de los objetos de la experiencia en bruto. El método no empírico parte de un producto de la reflexión como si fuese lo originalmente “dado”. Para el método no empírico, por consiguiente, el objeto y el sujeto, el espíritu y la materia (o cuales quiera que sean las palabras y las ideas que se usen) son entidades separadas e independientes. Por consiguiente ese método tiene en sus manos el problema de cómo es posible conocer, cómo un mundo exterior es capaz de afectar a un espíritu encerrado en su intimidad, cómo los actos del espíritu pueden llegar mas allá de éste y hacer presa en objetos definidos en contraposición a ellos.72 69 70 71 72 Cifrado, Experience and Nature, ob cit. Capitulo I. Dewey, Ob cit página 12. Cifrado James, William. Empirismo radical. Ver nota anterior. Dewey, John, Experience and Nature, ob cit página 14. 61 La crítica deweyana al método no empírico continúa declarando que para éste no es posible dar cuenta del hecho del conocimiento, porque hacen de él algo que ni es natural ni empírico. La alternativa es un materialismo o un idealismo psicológico que disfraza los acontecimientos físicos. Por el contrario, para el empirismo naturalista el debatido problema del sujeto y el objeto es el problema de las consecuencias que se siguen para la experiencia primaria de la distinción entre lo físico, lo psíquico y lo espiritual. Según Dewey, la respuesta no es preciso buscarla lejos. En la reflexión sobre lo físico, se debe entrar en la ruta de las tecnologías y la construcción de mecanismos y artes que se siguen del despertar de las ciencias: “La respuesta son la ingeniería, la medicina y todas las cosas útiles al despliegue de la vida. Se administran mejor las viejas cosas familiares y se inventan nuevos objetos y satisfacciones. De la mano de esta mejor destreza en la regulación va un enriquecimiento de la significación y el valor de las cosas, una clarificación, una creciente profundidad y continuidad -resultado más precioso aún que el poder superior de la regulación”.73 El desarrollo de las ciencias físicas es precisamente el ensanche de las instrumentalidades, que cada vez son más eficaces en hacer frente a las condiciones de la vida y de la acción. Cuando se descuida la conexión de estos objetos científicos con los objetos de la experiencia primaria, el resultado es el cuadro de un mundo de cosas indiferentes a los asuntos humanos. Siguiendo los supuestos del método no empírico, se observa una seria contradicción con cualquier proyecto de ingeniería, o con toda medida de salud pública, motivo por el que es preciso examinar tales supuestos. Dewey sostiene que el aislamiento de los objetos de la experiencia trae como resultado el quedar ella reducida al mero hecho de “tenerla”. Esta noción de experiencia, como algo equivalente a una conciencia subjetiva y contrapuesta a la naturaleza, que consistiría solamente en objetos físicos, es la que ha aislado los términos experiencia y naturaleza. Lo que primeramente observamos son cosas, no observaciones. También el acto de observar puede convertirse ene tema de una investigación y, como objeto de estudio, constituirse en un objeto refinado. Lo mismo puede decirse del desear, de los estados afectivos, la ensoñación etc.: pueden también ser objeto de estudio. Pero de modo espontáneo, lo natural en el hombre es encontrarse volcado hacia lo objetivo. En tales circunstancias ha estado desde hace milenios. No obstante, se reconoce en el sujeto la capacidad de no estar sumergido en la naturaleza, el ver que el sujeto es una especie de centro de experiencia en que 73 Dewey, Ob cit página 14. 62 el individuo puede distinguir cosas del ambiente y de sí mismo. Esta operación de discernimiento, que distingue ciertos actos propios del organismo humano y otras energías características de otros cuerpos, distintos de él mismo, es la que permite que la experiencia humana sea vía de conocimiento. Mientras esto no se logra, no hay posibilidades de regular el curso de la experiencia. Esa distinción y abstracción de cualidades de las cosas como debidas a los estados y actos humanos es el “punto de apoyo” en la capacidad de regulación. Durante un largo período la humanidad permaneció detenida en un nivel de cultura que aisló al ser humano como una clase especial de objeto que no era consciente de sí mismo. En este sentido, el reconocimiento de estos elementos subjetivos representa un gran progreso en opinión de Dewey. Equivale al surgimiento de agentes con capacidades de observación y experimentación, con deseos y emociones distinguibles de la naturaleza misma, lo que les permite separarse del mundo natural y empezar a controlar las energías naturales, para ponerlas al servicio de fines precisos. Los ejemplos históricos de Dewey para soportar sus tesis son particularmente interesantes, pues reflejan cómo la fuerza de la costumbre y de la tradición termina por imponer la autoridad, la instrucción o la acción inconsciente del lenguaje: “Las cosas de la experiencia primaria son tan absorbentes y dominantes que tendemos a aceptarlas exactamente como son: la Tierra plana, la marcha del Sol de este a oeste, con su hundirse bajo la Tierra. Las creencias corrientes en materia moral, religión y política reflejan análogamente las condiciones sociales presentes. Unicamente el análisis muestra que las formas en que creemos y esperamos tienen un enorme efecto sobre lo que creemos y esperamos. Al cabo hemos descubierto que estas formas son impuestas [...], pues, por factores sociales, por la tradición y por la influencia de la educación.”74 La historia de la humanidad nos demuestra que aprendimos que las cualidades que atribuimos a los objetos se deben imputar a la experiencia que tenemos de ellos, y que su forma se debe además a la fuerza de la costumbre y de la convivencia. Este descubrimiento es sin duda una emancipación, en la que se depuran y rehacen los objetos de nuestra experiencia primaria. Liberados de la fuerza de la costumbre y de la tradición, tanto por las creencias científicas como morales, se el abrió camino para el desarrollo del conocimiento. Se trata de una especie de des-personalización y des- socialización de ciertos objetos que se constituyen en objetos de la ciencia física, como condición indispensable para regular la experiencia misma. Pero esta 74 Dewey, John, Experience and Nature, ob cit página 17. 63 gran emancipación no mantuvo en modo permanente los ojos de los investigadores en el origen subjetivo de la experiencia, lo cual hubiera hecho posible el discernimiento necesario para la administración de los objetos de la experiencia. Dewey atribuye este fenómeno a la falta de método. La consecuencia fue que se concibieron los resultados de la investigación psicológica como si pertenecieran a un mundo separado, aislado y encerrado en sí mismo. Tal mundo se identificó con el de los objetos aislados, en sí, y nuevamente como resultado encontramos el dualismo entre el espíritu y la materia, el representado por el mundo físico y el mundo psíquico que domina desde Descartes la formulación de los problemas filosóficos. El dualismo en esta descripción epistemológica de la experiencia se produce por haberse olvidado el carácter primero y último que tiene la experiencia. Carácter primero, en cuanto que se da como una forma no regulada; y carácter último, en cuanto se da en una forma mas regular y significativa. Esta forma es la que hace posible el método y el resultado de la experiencia reflexiva: “Lo que nos interesa directamente a esta altura de la discusión es la repercusión del descubrimiento de los objetos subjetivos sobre la filosofía, en la creación del subjetivismo con mayúsculas. El final fue que mientras en la vida real del descubrimiento de las actitudes personales y de sus consecuencias fue un gran instrumento de emancipación, la psicología resultó para la filosofía “maligna” como bien ha dicho Santayana. Esto es, se trataron las actitudes del espíritu, las formas de la experiencia como si fuesen suficientes por sí y completas de suyo; como si fuesen lo dado primariamente, los únicos datos originales y por tanto indubitables. Así, ora se vio en los rasgos de la auténtica experiencia primaria, en la que las cosas naturales son los factores determinantes de que se produzca todo cambio, cosas no dadas y dudosas que sólo cabría alcanzar dotando a la única cosa cierta, la del espíritu, de un poder milagroso; ora, incluso, se les negó toda existencia, salvo la de complejos estados de espíritu, de impresiones, sensaciones, sentimientos”.75 Dewey critica las descripciones epistemológicas del subjetivismo. La descripción de un objeto percibido por los sentidos, se realiza mediante el análisis reflexivo sobre un elemento de la experiencia real, y su resultado se toma como primario. Como consecuencia de este hecho, el objeto se vuelve dudoso y problemático para el subjetivismo. Por el contrario, el método empírico parte del objeto real de la experiencia primaria, reconoce que la reflexión discierne en él un factor nuevo, el acto de ver, haciendo un objeto de él y usando este objeto nuevo para 75 Dewey, Ob cit página 19. 64 regular, en caso necesario, ulteriores experiencias relativas al objeto ya contenido en la primaria.76 El método empírico o deductivo propuesto por Dewey sitúa como hemos afirmado a la experiencia en la condición de un primer y último término. Como inicio y como fin de la experiencia misma. Inicio en tanto que de la experiencia bruta obtenemos lo preciso para volver a ella. La imagen del puente colgante presentada más arriba constituye un ejemplo del lugar que la experiencia ocupa. Ahora bien, habiendo demostrado los beneficios de tal método en relación con otros modelos epistemológicos, Dewey quiere añadir que como bondad particular del mismo, destaca el preservarnos de crear problemas innecesarios, y desviar la atención de los problemas que surgen realmente en el conocimiento efectivo. De otra parte, constituye la piedra de toque para analizar las conclusiones de la investigación filosófica, insistiendo en que los resultados de esta reflexión deben ser asumidos como “productos secundarios”, de tal modo que puedan servir de objetos de confirmación o modificación para introducir en la experiencia de la que brotaron nuevos y significativos objetos de experiencia futura. De este modo, viendo como funcionan los nuevos objetos introducidos en la experiencia, adquieren valor empírico los resultados filosóficos mismos. El método empírico entonces es aplicable del modo descrito a la filosofía misma. Los resultados filosóficos que puedan obtenerse mediante este método son sometidos de nuevo a la experiencia, adquiriendo así el crédito necesario para que valgan todavía a experiencias ulteriores. No deja de ser una propuesta novedosa, pues sugiere que se adopte el método inductivo en filosofía. La superación del modelo aristotélico se hace manifiesta en dicha propuesta. Aristóteles pretendía con su lógica mostrar cómo procede el pensamiento cuando piensa, y cuál es su estructura. Su lógica era una ciencia que se proyectaba sobre sí misma, en cuanto su contenido está constituido por las operaciones del pensamiento. Tanto en los Analíticos Primeros como en los Segundos Analíticos su indagación sobre la estructura silogística admite que el estudio prescinde del valor de verdad y se centra sólo en la coherencia interna del razonamiento. Aunque en los Segundos Analíticos se ocupe de los llamados silogismos científicos, es decir, los que se apoyan en premisas verdaderas, la propuesta aristotélica que 76 Cifrado, Experience and Nature, ob cit página 20. 65 perduró fue precisamente el establecimiento de una lógica encerrada dentro de sí misma. La crítica de Roger Bacon, en el siglo XIII, también al aristotelismo –no reconocida por Dewey como lo es la de Francis Bacon– resulta válida en este caso. El razonamiento no puede distinguir entre el sofisma y la demostración sino por la experiencia. Toda la lógica argumentativa de los analíticos aristotélicos puede decirse que es concluyente. Pero no elimina la duda, como sí lo hace la experiencia. El valor demostrativo de la experiencia es reconocido por Francis Bacon, y ratificado por Dewey bajo los siguientes postulados: 1. Por el carácter de primer y último término que tiene el material de la experiencia ordinaria, Dewey atribuye a éste el valor de preservar la creación innecesaria de problemas artificiales que desvían la atención epistemológica de los verdaderos problemas del conocimiento. 2. El método empírico proporciona una herramienta para juzgar las conclusiones de la investigación filosófica, bajo la descripción original de los objetos secundarios o productos reflexivos que, brotando directamente de la experiencia, cumplen un papel de utilidad cognoscitiva sólo en la medida en que tales conocimientos se controlen nuevamente en la experiencia, de suerte que en este proceso sean confirmados adquiriendo un valor empírico. 3. Si bien la filosofía, tal y como tradicionalmente se ha practicado, nos aparta temporalmente de las cosas tomadas de la experiencia primaria, esto es un hecho propio de su naturaleza reflexiva, o “secundaria”. Sin embargo, la tentación –que tradicionalmente se sostuvo durante siglos– de hacer de estos objetos secundarios la realidad misma, una realidad superior a la experiencia, es un grave error que debe ser evitado. Tradicionalmente se ha identificado, como un elemento común incluso a las filosofías más distantes, la identidad que en ellas se hace de los objetos del conocimiento y los objetos reales. Éste es precisamente uno de los aspectos mas diferenciales del pragmatismo, en el que no deja de verse la herencia de Peirce, y también de James en relación con el criterio de verdad. La tradición pragmatista ha cuestionado de modo contundente el viejo supuesto, y la obra de Dewey es una de las referencias más sobresalientes al respecto. Desafortunadamente, el error se ha hecho tan profundo y habitual en el ejercicio de la filosofía, que se ha convertido en un supuesto incuestionable. En este punto, se abre nuevamente espacio a las críticas contra el cartesianismo, e incluso contra el empirismo, cuando declaran que las sensaciones son algo 66 confuso, que requieren de claridad y distinción para ser auténtico material de conocimiento. Dewey se opone a tal punto de vista, afirmando incluso que pocas veces se admite que la experiencia moral o la experiencia estética revelan rasgos de las cosas reales con tanta fidelidad como la experiencia intelectual. Dewey considera que tanto los sueños como los deseos son dignos de consideración al desarrollar una teoría filosófica. Los rasgos de los objetos alcanzados por la experiencia científica o reflexiva son importantes. Pero la magia y el mito también lo son. El fundamento de este criterio consiste en que la naturaleza está constituida en tal forma que puesto que todas las cosas son reales, son naturalmente posibles; de aquí también que no se eliminen los objetos por la disputa entre apariencia y realidad. Las ilusiones –afirma Dewey– son ilusiones, pero el hecho de que se den ilusiones no significa que sea este hecho una ilusión, sino una auténtica realidad. Lo que realmente existe se interpreta como algo más allá de lo que se conoce. En la realidad existen cientos de cosas cuya existencia no está determinada por el conocimiento que se tenga de ellas. Dewey reconoce que el señalamiento de Descartes en relación con la claridad y la distinción tiene validez, en la medida en que cuando se conoce un objeto se elimina todo tipo de vaguedad y oscuridad. Esto es definitivo para la teoría filosófica, pero es igualmente importante advertir que existe lo oscuro y lo penumbroso en modo abundante. En todo objeto de la experiencia primaria hay potencialidades que nos son del todo explícitas. Este punto es resaltado por Dewey cuando critica el pensamiento que sostiene que la naturaleza es en sí misma explícita y evidente, sin posibilidades latentes ni oscuridades. Tal critica es una nueva invocación a la transformación de la filosofía y de la ciencia en una búsqueda de nuevos descubrimientos. “Por mucho que nos esforcemos, no podemos prever todas las consecuencias, hacer de ellas parte expresa o conocida de la reflexión o de la decisión. A la vista de semejantes hechos empíricos el supuesto de que la naturaleza es en sí misma toda de la misma índole, toda distinta, explícita y evidente, sin posibilidades latentes ni novedades u oscuridades, sólo es posible sobre la base de una filosofía que traza en algún punto una línea arbitraria entre la naturaleza y la experiencia.”77 El psicoanálisis y sus corrientes más próximas a la filosofía y la epistemología son sin duda influencias que condicionan el pensamiento de Dewey. Lo que llama la atención es que la dura 77 Dewey, John, Experience and Nature, ob cit página 23. 67 crítica que hace a la tradición no es aplicada al momento científico en el que vive. Sin embargo, sus aportaciones son significativas en el terreno epistemológico y son sin duda el fundamento de un cambio que posibilitará el horizonte de transformación en la filosofía misma mediante el método empírico o denotativo. Lo que interesa resaltar en el contenido de su tesis es precisamente la intención de hacer de la naturaleza una totalidad sin exclusiones de ninguna clase, sin ningún tipo de prejuicio. Toda la naturaleza, en tanto que objeto primario, está llena de potencialidades que no siempre son explícitas: “Todo objeto patente está lastrado de posibles consecuencias latentes; en el acto más patente entran factores que no están explícitos. Por mucho que esforcemos el pensamiento, no podemos prever todas las consecuencias ni hacer de ellas una parte expresa o conocida de la reflexión y la decisión”. La tesis dewyana se constituye en una constante crítica a la tradición, para señalar el arbitrario “intelectualismo” que considera que la experiencia es una forma de conocimiento que debe depurarse hasta asumir las características de los objetos refinados –o “secundarios”– presentados por la ciencia. Este “intelectualismo” se opone a los hechos de que se tiene primariamente experiencia. Las cosas de la experiencia son objetos para tratar con ellos en modo directo, usarlos, gozarlos, sufrirlos más que “conocerlos”. Se trata de cosas tenidas, antes que conocidas. En tal aislamiento se ha considerado a la naturaleza como un conjunto de mecanismos indiferente, aislado o muerto. El intelectualismo criticado acaba por hacer inexplicable el conocimiento humano, y también el de otros animales. Dewey rescata los aspectos del conocimiento que –a juicio del autor de este trabajo– son aplicables en alguna medida al conocimiento como un evento biológico que se puede insertar de modo directo en el contexto evolutivo y que, por tanto, es transferible otras especies. El hecho del conocimiento se da sin duda alguna en todas las especies que han sobrevivido, y prueba de este hecho es precisamente su supervivencia. El conocimiento como tal se da en el ave, la salamandra y en el hombre. Toda especie experimenta una forma de conocimiento en el que la experiencia se ve enriquecida según el modelo denotativo propuesto por Dewey. Si se prescinde de este tipo de explicación, es difícilmente sostenible que las especies asuman un comportamiento que 68 favorezca su supervivencia individual y de grupo. Este tema será motivo de estudio en los siguientes capítulos de este trabajo. Para Dewey, el papel del conocimiento en la experiencia humana consiste en la administración inteligente de la acción y la pasión inherentes a la experiencia ordinaria. Adueñarse de las condiciones en que sucede la experiencia es solo posible en la medida en que el conocimiento lo posibilita. “Hacer y padecer, experimentar y ponerse en actitud de que se actúe sobre nuestro sistema nervioso, de manera que se den los materiales para la reflexión, puede invertir la situación original en el que el conocer y el pensar estaban al servicio del hacer y el padecer”78. Esta interpretación favorece en gran medida el hecho de que se estime que el conocimiento está destinado a favorecer la experiencia. Por el contrario, cuando se asume por “primarios” los objetos de la experiencia intelectual se rompe la relación que hay entre la experiencia y la naturaleza. Tal ruptura provocada por el intelectualismo filosófico de la tradición deja sin explicación al conocimiento de la especie humana y de otras especies, en las que puede aceptarse una forma de conocimiento análoga. Dewey ve en el sistema nervioso humano un órgano primeramente de acción y de pasión. De igual modo lo representa la historia de la evolución humana, en la que la experiencia se vive al margen de todo tipo de intelecutalismo. La descripción epistemológica que Dewey realiza de la experiencia primaria es perfectamente compatible con la noción de un conocimiento biológico dependiente por entero del curso de la historia biológica de las especies. A menos que de modo artificial se rompa la continuidad entre lo histórico y lo natural, y se introduzca algún agente extranatural que permita aportar unas cualidades que no tendría en su naturaleza original, el fenómeno del conocimiento puede ser explicado desde una perspectiva naturalista. El conocimiento humano, en tanto que biológico, no se ha separado aún del hacer y el padecer. Y continúa siendo tan biológico como lo fue para las especies que desde hace miles de años han persistido en el recorrido de la evolución. 78 Dewey, Ob cit página 24. 69 Dewey resalta la universalidad de la experiencia congnoscitiva, y de otro lado subraya que cuando se identifican los objetos reales con los objetos del pensamiento, los objetos afectivos y volitivos quedan excluidos del mundo real, de naturaleza, y se ven obligados a refugiarse en la intimidad del espíritu o en el sujeto. De este modo, se ha constituido en hábito la experiencia cognoscitiva que levanta un muro entre el sujeto de la experiencia y la naturaleza. Los efectos epistemológicos de tal hecho trascienden a otros ámbitos. El yo de la psicología y de la fenomenología se constituye en un peregrino, o todavía mas, en un extraño no naturalizado ni naturalizable en el mundo. De ahí la contundente afirmación de Dewey: “La única manera de evitar una separación tajante entre el espíritu que constituye el centro de los procesos de la experiencia y el mundo natural, que constituye el objeto de la experiencia, consiste en reconocer que todas las modalidades de la experiencia son vías por las cuales llegan a realizarse en forma patente algunos rasgos auténticos de la naturaleza.”79 Dewey denuncia la parcialidad de la filosofía, al declarar que se ha favorecido a los objetos cognoscitivos y sus características a expensas de los rasgos que provocan efectos sensibles: “El favorecer a los objetos cognoscitivos y sus características a expensas de los rasgos que excitan el deseo, conducen la acción y producen pasión, es un caso particular de un principio de preferencia selectiva que introduce la parcialidad y el partidismo en la filosofía. La preferencia selectiva, con la concomitante omisión y repulsa, son la sístole- diástole de la vida del espíritu [...]. Pero en los asuntos corrientes y en las investigaciones científicas seguimos siempre dándonos cuenta de que el material escogido está seleccionado en vista de un propósito; no se trata de negar lo que se dejó fuera, pues lo omitido es simplemente lo que carece de interés para el problema y el propósito especial de que se trata.”80 Dewey considera que el concepto de realidad como tal es arbitrario. Cuando los filósofos determinan la “realidad” lo hacen de modo arbitrario, resaltando diferentes “objetos” en los que raramente están de acuerdo. Para unos la realidad se limita a las entidades matemáticas, para otros son simplemente los estados de conciencia; otros los datos de los sentidos. Lo que impresiona a cada filósofo, y es calificado como evidente de suyo, constituye de modo arbitrario la realidad que ha de ser estudiada. Por ejemplo, la Escolástica pensó la Verdad y el 79 Dewey, John, Ob cit página 26. 80 Dewey, John, Experience and Nature, ob cit página 26. 70 Bien, juntamente con la unidad, como las notas del ser en cuanto tal. Si bien puede afirmarse que la realidad es una compleja red de elementos, lo característico de la tradición filosófica consistió en huir de tal complicación y acercarse a lo permanente, a lo inmutable. Esto justifica el amor por la matemática, y se hace presente incluso en filósofos vinculados históricamente con el pragmatismo. Casi todos los filósofos buscaron lo permanente, con un particular: “amor por los elementos”. Locke buscó las ideas simples, Descartes las ideas claras y distintas, Hume la impresión. Tal preferencia arbitraria sobre la totalidad de la experiencia es a juicio de Dewey engañosa, pues bajo una equivocada interpretación de lo eterno, como inmutable y generador de paz y descanso, ve en el cambio una amenaza y omite comprender el cambio como un desafío. Esta búsqueda de lo permanente está representada en la tradicional búsqueda de “la piedra filosofal”, una búsqueda ciertamente absurda que persigue ideas absolutas y universales, tal y como el mismo Aristóteles lo hizo; ideas idénticas en todos los tiempos e indiferentes a todos los tiempos a la vez. Hay una clara arbitrariedad en considerar a tales objetos buscados como “reales”, superioriores a los demás objetos que constituyen la experiencia. Pero este hecho también refleja una actitud tradicional en la filosofía que encuentra una justificación histórica en el interés moral por el bien. La explicación está nuevamente conectada son los rasgos sociohistóricos ineludibles del género humano. Se trata pues de la concepción de la condición humana de Dewey. El hombre ha estado desde hace miles de años sometido a una precariedad existencial que lo ha hecho relacionarse con el bienestar y el malestar, es decir, con el valor. La condición de precariedad de la vida humana nos ha puesto, como a todas las especies, en situaciones de adversidad, y nos ha llevado a la búsqueda de la prosperidad. Todas las especies hemos estado en tales condiciones de lucha, lo que necesariamente nos ha puesto en contacto con el valor, en relación con la prosperidad y la adversidad, con el logro y la frustración, el éxito y el fracaso. Son circunstancias que nos han obligado a dar prioridad a la experiencia. En este sentido, la interpretación de la realidad vinculada a la acción, es común a toda especie que ha logrado sobrevivir. La acción se ha constituido en la historia natural del conocimiento como el medio probatorio que justifica la previa elección. Tal es la historia del método deductivo naturalista, que se opone claramente al modelo tradicional que considera los rasgos previos y finales de la realidad bajo el prejuicio de la inmutabilidad y lo permanente. La propuesta de Dewey consiste en interpretar el cambio como un generador de beneficios y de 71 esperanzas. El cambio es entonces el hecho presente en la complejidad de la realidad. El método empírico posee en este sentido las bondades que el modelo de la tradición niega. Pero tampoco es por sí mismo garantía de encontrar conclusiones absolutamente concluyentes acerca de la realidad. Y no lo es porque no está dentro de sus pretensiones el reconocer la naturaleza íntima de las cosas, ni el “ser en cuanto ser”, sino que simplemente entrega en su análisis una vía de relación con la realidad: “La adopción de un método empírico no garantiza en modo alguno que se encontrarán realmente todas las cosas conducentes a una determinada conclusión, ni que si se las encuentra se las pondrá de manifiesto y comunicará adecuadamente. Pero el método empírico indica cuándo, cómo y dónde se llegó a las cosas que son objeto de una determinada descripción. El método empírico pone delante de los demás un mapa del camino por el que se viajó; en consecuencia, los demás pueden, si quieren, repetir el viaje por el camino para examinar el paisaje por sí mismos. Así los descubrimientos de uno pueden ser rectificados y ampliados por los descubrimientos de los demás, con todas las garantías humanamente posibles de confirmación, ampliación y rectificación. La adopción del método empírico lleva así a la reflexión filosófica algo de esa tendencia cooperativa hacia la unanimidad que caracteriza la investigación dentro de las ciencias naturales.”81 Esta explicación pone al conocimiento en la perspectiva colectiva que ya hemos mencionado. Las aportaciones al conocimiento que se añaden en un proceso de comprobación permanente explican en gran medida la lógica del trabajo científico que representa la historia breve de la ciencia. El científico investigador no ha probado nada con la fuerza de la autoridad, ni de la dialéctica sino que ha colocado sus indagaciones delante de la experiencia e invita a los demás a seguir el camino recorrido por él para confrontar sus hallazgos. El método empírico declarará cuando, dónde y por qué, tuvo lugar el acto de elegir un elemento de la experiencia y pone a los demás en condición de repetirlo. Pero la elección de alguno o varios factores de la experiencia no se hace de modo arbitrario sino, por el contrario, con base en los datos de la experiencia misma, y sometiendo a prueba las simplificaciones intelectuales o las cuestiones de simple opinión. Toda elección que nace del método empírico deductivo es una invitación a la comprobación de sus resultados. Una invitación opuesta del todo al dogmatismo: “La elección confesada es un experimento destinado a la comprobación de resultados. Bajo todos esos rótulos que hablan de conocimiento inmediato o certidumbre autosuficiente de la fe, sea lógica, estética o epistemológica, hay algo seleccionado para un fin y, por consiguiente, no 81 Dewey, John, Experience and Nature, ob cit página 30. 72 hay nada ni simple ni autoevidente ni intrínsecamente encomiable. Declárese el fin, de suerte que quepa someterlo a re-experimentación, y podrá juzgarse de su valor y de lo adecuado de la selección hecha en su favor. El propósito del pensamiento científico y filosófico no es eliminar la elección sino tornarla menos arbitraria y más significativa”82 82 Dewey, John, Ob cit página 31. 73 SECCIÓN. 4 EL CONCEPTO CLÁSICO DE RAZÓN EN CONTRAPOSICIÓN AL CONCEPTO DE INTELIGENCIA PRAGMATISTA Racionalismo y empirismo en contraposición con la noción pragmatista de experiencia Nos hemos referido a la apelación que ha hecho Dewey a la filosofía clásica, señalando que en ella se dio a la noción de experiencia el significado de algo contingente y particular. Quedó pues relegada a una condición de inferioridad. De la mano del viejo criterio solamente es posible un verdadero conocimiento en la medida en que se trasciende las experiencias particulares y se busca el plano de la necesidad, la universalidad, es decir de la seguridad. Dewey también ha explicado que, como ejemplo destacado de este criterio, puede señalarse a Descartes y el cartesianismo, en cuya concepción la realidad se revela intuitivamente a la razón, simplemente con la exigencia de poner en orden las ideas. La experiencia, y los sentidos como parte de ella, se encuentran relegados a una condición de inferioridad y plena desconfiaza, tal y como lo declaran los siguientes argumentos expuestos por él en sus célebres meditaciones metafísicas: a) “Ya me percaté hace algunos años de cuántas opiniones falsas admití como verdaderas en la primera edad de mi vida y de cuan dudosas eran las que después construí sobre aquéllas, de modo que era preciso destruirlas de raíz para comenzar de nuevo desde los cimientos, si quería establecer alguna vez un sistema firme y permanente; con todo parecía ser este un trabajo inmenso, y esperaba yo una edad que fuese tan madura que no hubiese de sucederla alguna mas adecuada para emprender esa tarea”.83 b) “Todo lo que hasta ahora he admitido como absolutamente cierto lo he percibido de los sentidos o por los sentidos”; c) He descubierto, sin embargo, que éstos engañan de vez en cuando y es prudente no confiar nunca en aquellos que nos han engañado aunque solo haya sido por una sola vez.”84 Tal criterio cartesiano sostuvo que el conocimiento de los sentidos nos engaña y que Dios es quien infunde en nosotros las ideas innatas. La mente aparece como una entidad con la que se accede al mundo mediante los sentidos, mediación dentro de la cual hay espacio para el 83 Descartes, René. Meditaciones Metafísicas ( 1641). Aguilar editores. Buenos Aires Argentina 1981. Primera meditación. 84 Descartes, MM,I Ob cit. página 31 74 engaño. En contra de tal concepción, la filosofía deweyana defiende el significado de la filosofía empírica de la siguiente manera: “Los racionalistas se sirvieron de la lógica empírico-sensorial para hacer ver que la experiencia sólo daba un amontonamiento de cosas particulares, caóticas y aisladas; lo que resulta tan fatal para la ciencia como para las leyes y obligaciones morales [...]; y concluían sosteniendo que era indispensable recurrir a la Razón, si se quería que la experiencia tuviese alguna clase de principios que le diesen ligazón y coordinación. Las consecuencias totalmente destructoras de la nueva filosofía empírica parecieron hacer necesario el nuevo idealismo racionalista de Kant y sus sucesores.”85 Esta crítica es también extensible a los filósofos empiristas. Siguiendo a Dewey, incluso ellos consideraron la experiencia como algo con lo que teníamos que conformarnos, al no disponer de otra cosa distinta. Su crítica a la tradición se orientó mas al escepticismo. John Locke (1632-1704) sostiene que aun tratándose de una experiencia limitada como la nuestra, podemos modestamente guiar nuestra conducta. Limitando el conocimiento a la experiencia, y situando en ella el origen de todo aquello que podemos percibir, niega el innatismo; y juzgando descabelladas las ideas de Descartes, propone “ examinar la longitud de nuestra cuerda de sondear”, analizando cuál es nuestra propia capacidad, para ver qué objetos están realmente a nuestro alcance.86 El empirismo cuestionó plenamente la legitimidad de una autoridad racional superior y tomó por segura a la experiencia. Dewey comparte elementos del empirismo de Locke, y resalta en este filósofo más su motivación transformadora que el contenido mismo de sus tesis. Aunque comparte con él su aprecio por la experiencia, se niega a investigar bajo el modelo de Locke, porque su filosofía representa al hombre en el proceso de conocimiento como un sujeto pasivo. En esta filosofía el sujeto es un ente en el que las cosas imprimen sus cualidades mediante los sentidos. Tales “impresiones”, yuxtapuestas, combinadas y abstraídas constituyen nuestra representación del mundo. Lo único que conocemos son nuestras ideas. Por el contrario Dewey no admite la pasividad en el proceso de conocimiento, y apartándose del empirismo, afirma que conocer significa actuar en medio de la experiencia. 85 Ver John Dewey, Early Works volumen .Obras Completas.Southern Illinois University Press.Ob cit.Página Reconstruction in Philosophy. Ob cit., página 108. 86 John Locke Ensayo sobre el entendimiento humano" ( New York Dover Publications 1959 Traducción al castellano de Juan José García Norro. Madrid Tecnos 1998. 75 Dewey considera al empirismo parte de la psicología tradicional. Durante los siglos XVIII y XIX la psicología que imperó sostenía que la vida mental tenía su origen en las sensaciones que, recibidas de modo separado y pasivo, se procesaban mediante leyes de asociación y retentiva, formando un mosaico de imágenes y conceptos. Los sentidos eran simplemente “puerta de entrada” para el conocimiento”. Dewey se sirve de la psicología con intenciones epistemológicas y también filosóficas. El estudio que desarrolla en su obra Naturaleza Humana y Conducta resalta de modo sobresaliente las relaciones estrechas entre la filosofía, la psicología y las preocupaciones de carácter epistemológico. La experiencia y los sentidos juegan un papel definitivo en el proceso de integración del conocimiento. Pero no se trata de un empirismo como el empirismo británico, es un análisis de la experiencia humana con el significado biologista que ya hemos referido. No obstante, estima en gran medida el empirismo de Locke por su significado en materia social. “Así fue como el empirismo iniciado por Locke estuvo movido por propósitos desintegradores. Tomó por cosa segura el que una vez quitada la carga de la costumbre ciega, de la autoridad impuesta, y de las asociaciones accidentales, las ciencias y la organización social progresarían de manera espontánea. El papel que correspondía al empirismo era el de quitar esa carga. La manera mejor de liberar a los hombres de la carga la ofrecía la historia natural, el cómo habían surgido y se habían desarrollado en la mente las ideas relacionadas con las creencias y las costumbres recusables. Santayana llama con justeza psicología maliciosa a la de esta escuela filosófica”.87 A lo largo de toda su obra, en particular en Experience and Nature, Dewey quiere sostener que la experiencia constituye una guía para la ciencia y para la vida moral. Desde tal planteamiento, nos encontramos frente a una concepción nueva de la experiencia, distante de la que caracteriza a los tiempos antiguos. La herencia de la noción de experiencia procede como es natural de la filosofía griega. La tradición siempre ha dado el signficado de “empírico” a lo que tiene algo de peyorativo, obedeciendo al modelo platónico que opuso la contemplación a la experiencia. Los empiristas, y posteriormente los filósofos del Círculo de Viena, pretendieron socavar críticamente la tradición acudiendo a la experiencia como único criterio de comprobación. El intento de estos filósofos empiristas es en criterio aceptable para Dewey, un criterio ciertamente reformista, pero del cual solo vale recuperar la motivación. El 87 Dewey, John. Reconstruction in Philosophy. Ob cit., página 107 76 contenido -ya lo hemos afirmado- no es válido, en la medida en que su esfuerzo se fundaba de igual modo en un criterio de razón que se oponía de modo pleno a la experiencia y por lo mismo a la naturaleza. Se trata de adoptar una perspectiva naturalista que muestre la continuidad entre la experiencia y la naturaleza, defendiendo la tesis que sostiene la capacidad de la experiencia para penetrar en la realidad y ponernos en contacto con ella: “Estos lugares comunes prueban que la experiencia es de la naturaleza, y figura en la naturaleza. No es la experiencia lo que es objeto de la experiencia, sino la naturaleza: las piedras, los animales, las enfermedades, la salud, la temperatura, la electricidad, etc. Cosas en ciertas formas de acción mutua son la experiencia; ellas son aquello de que se tiene experiencia”. ( EN, 6) La inteligencia y el Arco Reflejo Hemos visto cómo Dewey pretende examinar los problemas epistemológicos por medio de la psicología. En ello se aprecia una gran novedad, consistente en abandonar la tradicional vía analítica. Dewey acepta la distinción, pero pretende establecer los nexos y conexiones entre ambos procedimientos88. Por otra parte, el objetivo de la psicología es evitar tanto la interpretación idealista de la conciencia como la interpretación materialista. Es James quien suministra la clave a Dewey para entender las emociones al margen del empirismo y del racionalismo. Según James, no existe una percepción que excite las emociones que luego darán lugar a las acciones. Para él, la percepción estimula a un organismo que ya está organizado. Tanto James como Dewey niegan que sea adecuado considerar a la percepción como algo independiente de la respuesta orgánica. Tanto para uno como para otro las ideas y excitaciones emocionales se constituyen al mismo tiempo. El estudio que se ocupa del papel de la inteligencia es el artículo titulado “The reflex Arc Concept in Psichology”89, considerado por los especialistas como punto de referencia obligado del pensamiento de Dewey. Al concepto de arco reflejo vincula Dewey la génesis de los dualismos en psicología. El cuerpo y el alma, la sensación y la idea se construyen sobre la base de la separación entre el estímulo y 88 Uno de los artículos en que pretende establecer las conexiones entre la lógica y la psicología se titula: “¿Is logic a Dualistic Science? ( 1890) ver John Dewey, Early Works volumen3 Obras completas. 89 89 Publicado por primera vez en 1896 en Psychological Review( 1896) 3, 357-370 The Reflex Arc Concept in Psichology. 77 la respuesta. La separación de estímulo y respuesta es quizá la más difundida. Según Dewey, el concepto del arco reflejo designa la concepción por la cual tenemos una sensación seguida de una idea seguida de un movimiento. El ejemplo que usa es el mismo que emplea James: el del niño y la vela. La luz de la vela provoca en el niño el estímulo, que provoca el intento de apagarla, y la consecuente retirada de la mano por el dolor que le produce quemarse. Según Dewey, un análisis minucioso del fenómeno muestra lo erróneo del razonamiento dualista. El punto de partida no es algo ajeno al niño, sino una coordinación sensorial motora que posibilita el acto de ver dentro del cual se debe situar el estímulo sensorial. También debe establecerse una relación entre el ver y estirar el brazo hacia la llama. Tanto el ojo como el brazo actúan de manera coordinada, de modo que no puede pensarse tal acción por separado. Ver no es un “puro ver” sino que está vinculado con el alcanzar, el esquivar, el evitar, el tomar. Y porque está dentro del niño es por lo que es posible el aprendizaje; de modo que “la experiencia óptico ocular está engrandecida y transformada en su valor. Ya no será más ver, sino que en adelante será ver-de-una-luz-que-significa dolor- cuando- entra- en-contacto”.90 Todas las teorías anteriores defienden la tesis de que la respuesta es una experiencia totalmente nueva, esto es: que la sensación ha sido sustituida por el movimiento. Dewey pretende que “este circuito es más orgánico que reflejo, porque la respuesta motora determina el estímulo tan verdaderamente como el estímulo sensorial determina la respuesta motora”91. La distinción entre estímulo y respuesta es descriptiva, pero no corresponde a la naturaleza. No hay cosas que sean por sí mismas estímulo y otras que sean respuestas. Se trata, pues, de una dicotomía explicativa que, a pesar de ser fácilmente comprensible, nada tiene que ver con la realidad. No hay nada que justifique que se trate de dos elementos separados e independientes. La teoría ordinaria del “estímulo-respuesta” ha asumido de modo injustificable que la respuesta constituye una experiencia totalmente nueva, es decir, que la sensación ha sido sustituida por el movimiento. Considera que estímulo y respuesta son dos realidades distintas. El estudio de Dewey muestra que la respuesta es necesaria para la constitución del estímulo y que en lugar de un arco estamos ante un circuito. 90 Dewey, John. EW,5:97 Ver John Dewey, Early Works Volumen 5. Obras Completas.Southern Illinois University Press.Ob cit.página 102. 91 78 “circuito que es más orgánico que reflejo, porque la respuesta motora determina el estímulo, tan verdaderamente como el estímulo sensorial determina la respuesta motora”.92 El estímulo es lo que permite discriminar el movimiento. Se trata de abandonar el hábito descriptivo que ha llevado a una distinción entre clases de existencias. No hay, pues, algo que sea por sí mismo estímulo y otra cosa que sea “respuesta”. La acción debe ser comprendida de modo global, tanto en el mundo animal como en el caso del hombre. Lo que tenemos es una secuencia de actos, adaptados unos a otros, para la consecución del fin pretendido. En ellos dicho fin está completamente incorporado dentro de los medios. Todos los procesos biológicos que se viven en el reino animal y vegetal son reflejos de la adaptación biológica de los organismos al medio. Dewey sostiene que existe una continuidad entre el medio y el organismo, y que el proceso llamado “estímulo- respuesta” es un circuito biológico en el que se expresa un equilibrio. Tal equilibrio puede ser perturbado u obstruido. El proceso estímulorespuesta puede interpretarse en dos sentidos. En un sentido, se trata del caso en que una circunstancia, dentro de cierto nivel de la organización biológica, puede ser considerada como un estímulo: por ejemplo, la disminución en la concentración de sodio, o la presencia o ausencia de luz etc. El otro significado se refiere a aquella situación problemática en la que, en particular el hombre, pero también cualquier otra especie, afronta dificultades de adaptación, y posibilita la aparición de la conciencia: “Es una cuestión de “interpretación”, podríamos decir que relativa al caso. De hecho, lo que en una determinada ocasión es interpretado como estímulo, puede ser considerado desde otro punto de vista la respuesta. El movimiento final deseado es posible considerarlo en ocasiones no sólo como respuesta sino también como estímulo.” 93 Aquí emerge el criterio con el que Dewey juzga los errores con los que se ha referido problema. Se trata de una falacia histórica o psicológica94, que consiste en haber convertido algo que es funcional o eventual en una distinción permanente, perteneciente al orden de las 92 Ver John Dewey, Early Works Volumen 5. Obras Completas.Southern Illinois University Press.Ob cit.página 102. 93 Ver John Dewey, Early Works Volumen 5. Obras Completas.Southern Illinois University Press.Ob cit.página 105 94 Ver John Dewey, Early Works Volumen 5. Obras Completas.Southern Illinois University Press.Ob cit.página 102. 79 cosas. La teoría del arco reflejo rechaza la génesis y función del proceso manteniendo como partes separadas lo que por sí mismo forma un todo. Se trata de un circuito y no de un arco: “El hecho es que estímulo y respuesta no son distinciones sobre existencias sino distinciones teleológicas, esto es, distinciones de funciones, de cara a alcanzar o mantener un fin.” 95 Dewey ha disuelto la dualidad estímulo-respuesta, adoptando una única perspectiva, haciendo del acto -comprendido en su conjunto- el centro de su consideración. Se trata de un intento inicial de explicar el proceso de conocimiento desde un punto de vista funcional y orgánico. El concepto de conciencia no tiene tampoco en este análisis un significado introspeccionista, ni mucho menos el sentido que adopta en el idealismo. La posición de Dewey nos servirá de referencia básica para afrontar la problemática que desea tratarse en este trabajo en relación con algunos problemas de la filosofía de la biología. La caracterización del significado de la conciencia se lleva a cabo en otro trabajo de Dewey publicado en 191296, y que tiene como punto de partida la condición natural de los seres vivos, que se encuentran en condición de reaccionar respecto al medio en el que están insertos y se desenvuelven. La vinculación orgánica de los seres vivientes con el medio es el fundamento de la explicación de los llamados estados psíquicos, que en suma no son sino cualidades de esas mismas reacciones, en el esfuerzo adaptativo de las especies con su medio. Todos los estados reconocidos como el miedo, la angustia, la curiosidad y la esperanza son “episodios singulares en la vibrante carrera de éxitos y fracasos de algo viviente”.97 En relación con la experiencia y los estados psíquicos, es preciso aclarar que para Dewey lo primero en la experiencia es un estado psíquico, y no un asunto o situación en la que se experimenta. Las distinciones posibles son siempre distinciones posteriores al suceder de los acontecimientos, y sólo son útiles para el control de aquéllos. Si echamos una mirada a los acontecimientos pasados, puede hacerse una distinción entre la cara de miedo y el sentimiento 95 Ver John Dewey, Early Works Volumen 5. Obras Completas.Southern Illinois University Press.Ob cit.página 102. 96 El ensayo que se menciona se titula “What are states of Mind” (1912). (EW,5:107)Ob cit .El trabajo se ocupa de las emociones, señalando que los estados psíquicos o de la mente tienen su origen en distinciones epistemológicas forjadas a la luz de los problemas filosóficos de carácter metafísico que versan sobre la mente y la materia. 97 Dewey, John. MW 7:36-37 Ob cit 80 de miedo, o el evento triste y el entristecimiento, pero tal duplicidad no existe en la situación original, en la que las distinciones entre lo subjetivo y lo objetivo, lo físico y lo psíquico no remiten a dos clases de existencia. Es por esta razón por la que la conciencia no es una realidad sustantiva sino adjetiva. Dewey se sirve de la explicación de James acerca de la misma como una corriente, en donde cada impresión está conectada con las demás y ninguna existe de modo aislado. Tal interpretación se aleja también de todo asociacionismo. La psicología kantiana tradicional supuso la existencia de una sustancia o conciencia racional que imponía sus formas a las sensaciones. La perspectiva deweyana interpreta la conciencia como una corriente integrada en el fluir de los actos. Bajo esta interpretación, no es el estímulo el que desencadena la acción, por apelación a una conciencia, sino que el estímulo es interpretado desde el acto, desde la acción: “De igual modo que el descubrimiento de la sensación marca el establecimiento del problema, así la constitución de la respuesta marca la solución de este problema.”98 Hábito e inteligencia como nociones centrales de su propuesta Anteriormente se explicaba la acción desde la conciencia, ahora es la conciencia la que queda explicada en términos de acción, en su origen y funcionamiento. Tal enfoque permite ver que el interés de Dewey por la psicología no se limita a ella misma como tal, sino que se pretende situar su interpretación del conocimiento y de la inteligencia humana en el marco de una teoría de la acción. En ese esfuerzo se pretende establecer un anclaje biológico a la inteligencia, desde los supuestos orgánicos que determinan la acción. Es esta, entonces, una nueva conceptualización de la mente humana que sitúa en el concepto de hábito el centro del análisis. En realidad son escasos los autores que se han ocupado del concepto de hábito en la filosofía. Aristóteles y Hume son quienes más atención han prestado a este aspecto tan relevante del proceso del conocimiento. Dewey, como Hume, manifiesta la fuerza recíproca que los hábitos y costumbres ejercen sobre las creencias, las emociones y las actitudes de los hombres. Algunos estudiosos reconocen en el concepto de hábito deweyano una pieza 98 Ver John Dewey, Early Works Volumen 5. Obras Completas.Southern Illinois University Press.Ob cit.página 107-108. 81 fundamental de su filosofía99, desarrollada de modo particular en su ensayo The Reflex Arc Concept in Psichology100. El concepto de hábito no está vinculado, como tradicionalmente se ha puesto, en la relación con el mundo subjetivo, sino que supone una integración entre el sujeto y el medio ambiente. Dewey reconoce que el hábito es también una función natural en la que se incorpora el medio ambiente101. Su explicación es de nuevo biológica, cuando propone como ejemplo funciones naturales, como la respiración, en la que nuestro organismo mediante los pulmones establece un hábito de interacción con el medio ambiente: “..las acciones naturales, como el respirar, y el digerir, y las adquiridas como el habla y la honradez, son funciones tanto del medio ambiente como de la persona; son cosas hechas por el medio ambiente a través de estructuras orgánicas o de disposiciones adquiridas.”102 Los hábitos son la manera en que el individuo trata con el medio que le circunda adaptándose a él. Tal concepción no es del todo compatible con la versión aristotélico-tomista, según la cual existe un yo o una voluntad que se despliega en los hábitos. Muy por el contrario, Dewey sostiene que los hábitos tienen tanta fuerza en nosotros que forman parte de nuestro propio ser, al punto de que nosotros somos el hábito, y nuestra identidad se forma a partir de nuestros hábitos, haciendo del hábito un elemento alrededor del cual se construye toda psicología. Dewey lo define de esta manera: “ ..esa actividad humana que es influida por actividades previas, y en ese sentido adquirida; que contiene en sí misma ordenamiento, sistematización; que puede proyectarse y es de calidad dinámica, que está pronta a manifestarse abiertamente y de manera activa”103. El hábito constituye una predisposición para reaccionar de una determinada manera, una especial sensibilidad a determinados estímulos, y que no pudiendo permanecer oculto siempre se manifiesta. El hábito en la psicología deweyana constituye el eje esencial de la conducta 99 Ver Kestenbaum (1977) que resalta en el concepto de hábito un significado no solo antropológico y psicológico, sino también ontológico. 100 Ob cit. 101 Ver John Dewey, Early Works Naturaleza y conducta humana. Obras Completas. Southern Illinois University Press.ob cit. página 26 102 Ver John Dewey, Early Works volumen . Naturaleza y conducta humana. Obras Completas. Southern Illinois University Press.ob cit. página 25 103 Ver John Dewey, Early Works volumen . Naturaleza y conducta humana. Obras Completas. Southern Illinois University Press.ob cit. página 28 82 humana, en la que la sociabilidad juega un papel preponderante. En este punto es necesario afirmar que la presencia de las costumbres sociales sirve de modo fundamental a la consolidación de hábitos individuales: “Las costumbres persisten porque los individuos forman sus hábitos personales bajo condiciones establecidas por hábitos anteriores”104. La resultante de este proceso de interacción entre los hábitos individuales y sociales, es una concreción del proceso de socialización. Ello explica la forma en que la sociedad se configura a partir de los individuos. Tradicionalmente se ha partido de la mente como una entidad aislada del medio que le circunda. Por el contrario, Dewey propone como punto de partida la comprensión de la acción establecida de modo colectivo, considerando los hábitos sociales y colectivos como elementos de configuración de los hábitos individuales, y éstos como los que en última instancia definen el carácter y demás elementos que configuran la personalidad. Para Dewey lo decisivo no son los impulsos, aunque nos parezcan originales y primarios. Lo decisivo es lo secundario, lo adquirido, lo aprendido, esto es: los hábitos. La razón de ello es que no existen impulsos puros. Todos los impulsos se transforman en hábitos bajo la influencia de otras personas que ya tienen hábitos. Esto determina la dimensión social de los hábitos, que hacen que una cierta descarga física se convierta en una acción intencional. Aquí, una vez más, se sitúa Dewey en contra de la tradición, en la que el pensamiento de Platón, Rousseau, Hobbes etc., al pretender justificar el comportamiento humano desde una visión basada en el conocimiento innato, lleva a simplificaciones artificiales y distorsionadoras. Tales explicaciones son reflejo de las tendencias y de las épocas, pero en modo alguno explican conductas. De este modo, no pueden justificarse conductas “innatas” como la guerra, sino obedecen a hábitos e instituciones sociales que las generan y toleran. Menos aún puede justificarse el estado o la propiedad privada aludiendo a la naturaleza humana. Es preciso apoyar la existencia de una psicología con fundamentos biológicos, y por lo mismo situarse en el contexto de una antropología más objetiva. “Los impulsos son puntos de partida muy flexibles de las actividades, las cuales se diversifican de acuerdo con las formas en que son usadas. Cualquier impulso pude convertirse en una disposicion cualquiera, según su interacción con el medio que le rodea.”105 104 Ver John Dewey, Early Works volumen . Naturaleza y conducta humana.Obras Completas. Southern Illinois University Press.ob cit. página 63 105 Dewey John, NHC,95 Ob cit 83 Bajo este análisis de los impulsos y su carácter plástico y moldeable mediante los hábitos, Dewey quiere resaltar la posibilidad de moldear aquéllos mediante la educación. La variedad de formas institucionales y culturales son producto de las interacciones sociales, por lo que el problema de la modificabilidad humana depende en gran medida de la persistencia de costumbres y tradiciones. Por esta razón, semejantes problemas de carácter antropológico y social son empíricos, y no deben dar lugar a teorizaciones a priori. Determinar qué es el hombre, al margen del medio que le rodea, es una indagación inútil. Lo natural del hombre es estar en relación con el medio, y tal relación está mediada por la sociedad y la cultura. Por tanto no es posible obtener lo natural en el hombre, excepto afirmando que cada forma social de lo humano es natural. Lo que el hombre hereda es su necesidad de aprendizaje. De ahí que la primacía del hábito signifique antes que nada que el ser humano no tiene una naturaleza que le prescriba una forma según la cual tiene que ser, pues no hay ninguna estructura orgánica que se convierta en normativa. La mente tampoco es una dotación originaria, dada, sino más bien algo adquirido, una reorganización de las actividades en un medio determinado. La mente es el funcionamiento de ciertas clases de deseo y de creencias que son en definitiva un producto social: “El impulso y la inteligencia son secundarios respecto del hábito, de manera que puede considerarse la mente como un sistema de creencias, deseos y propósitos que se originan en la acción recíproca entre las aptitudes biológicas y el medio social.” ( NHC, 11) Dewey quiere defender la primacía del hábito sobre el impulso, así como acentuar el poder que la sociedad tiene sobre el individuo, al configurar su carácter mediante los hábitos colectivos. No se trata de un reduccionismo sociológico; por el contrario, Dewey resalta la circularidad que existe entre el hábito y la costumbre, entre el individuo y la sociedad. Los hábitos se forman bajo el imperio de la costumbre, pero la costumbre es el resultado de la moralidad encarnada en los hábitos. Lo decisivo es que el individuo no está predeterminado desde el punto de vista social. Pero, de otra parte, queda abierta la transformación del hombre mediante la educación: mediante la acción directa sobre los hábitos se puede transformar al individuo y a la sociedad. La pregunta es entonces esta: ¿cómo poder transformar los hábitos e inaugurar diferentes cursos de acción? La respuesta se halla en una explicación naturalista del pensamiento y la inteligencia. Los hábitos son fuente de conocimiento e inteligencia: 84 “Los hombres saben con sus hábitos, no con su conciencia.”106 Dewey se opone a la visión de la mente como un órgano específico que se dispone al conocimiento. Es una crítica de tipo biológico, que además fundamenta su trabajo epistemológico. La tesis pone en tela de juicio muchos años de historia de la filosofía con la siguiente afirmación: “Es un mito la existencia de una mente, conciencia o alma en general, que ejecute estas operaciones. La doctrina de la existencia de un alma sola, simple e indisoluble fue la causa y el efecto del error cometido al no admitir que los hábitos concretos son los medios de los que se sirven el conocimiento y el pensamiento.”107 Son los hábitos los que constituyen la forma en que los individuos se adaptan y ajustan al medio, y también mediante ellos interacctúan con el. Pero ya hemos afirmado que la interacción con el medio significa conflicto: “Sin hábito, sólo hay irritación y vacilación confusa. Con el hábito sólo, no hay sino una repetición maquinal, una recurrente duplicación de viejos actos; en cambio, con el conflicto de los hábitos y la liberación de impulsos se realiza la búsqueda consciente.”108 Esta propuesta deweyana define el interés principal del presente trabajo, que desea establecer las consecuencias que se siguen de la disolución del concepto tradicional de mente. El concepto de inteligencia en el contexto evolutivo será entonces el que sustituirá al de mente, para fijar su significado epistemológico, y ver cómo actúa en la filosofía de Dewey. La tesis deweyana consiste en negar que el pensamiento exista como una entidad que desde fuera dicta las normas de la acción; por el contrario, el pensamiento emerge de la acción cuando ésta se ve perturbada por problemas. De dicha tesis se desprende un modelo de interpretación de la ciencia misma y en general del trabajo psicológico de la mente humana. El pensamiento surge cuando el hábito se ve interrumpido, cuando no sabemos qué hacer o cómo actuar. Es por esta razón por la que la inteligencia se halla en continuidad con los mecanismos de adaptación del individuo y de la especie en términos biológicos. He aquí de nuevo la vinculación de tal 106 Dewey, John. NHC,172. Ob cit Dewey, John, NHC,166. Ob cit 108 Dewey, John. NHC, 170 Ob cit. 107 85 interpretación con la acción y con el deber de la filosofía. Se trata de lograr cambios en los hábitos de la sociedad, de modo que las escisiones que han separado el cuerpo y mente, la experiencia y la razón, la teoría y la práctica sean superadas, en un horizonte pragmatista que integre tal disolución bajo una noción biológica de inteligencia, que beneficie al hombre. “Cuanto mayor es la separación entre lo corporal y lo mental, menor es el desarrollo de nuestra civilización” 109 Cuerpo y mente se encuentran fundidos, y cualquier separación que se haga resulta artificial y perjudicial. De aquí la importancia de comprender el pensamiento como acción introyectada. La acción está al inicio y al final; más aún: la naturaleza del pensamiento es acción. Dewey critica la sustancialización de la mente, y la explica como un resultado del pensamiento dicotómico de la tradición, que es preciso reconstruir. Su tesis tiene implicaciones epistemológicas, como hemos explicado, pero también de carácter sociopolítico: las instituciones no son otra cosa que el reflejo de los individuos y sus hábitos, que crean costumbres sociales. De ahí que la noción de democracia no se fundamente en ideales distantes sino en las arenas movedizas de los individuos. La democracia tiene en esta interpretación un asiento psicológico. Este interesante aspecto sobrepasa los intereses de este trabajo. Baste decir que la psicología sirve de base para la democracia, sin que ello implique una reducción. Dada la plasticidad originaria del ser humano, la psicología puede estudiar cómo las costumbres influyen en los individuos, y cómo lograr hábitos más flexibles y abiertos. La psicología deweyana pretende mostrar que estamos en la acción, que en ella nos movemos. El hombre, en esta perspectiva, se muestra como un constante transformador del medio: “En este sentido, el recuerdo del pasado, la observación del presente y la previsión del futuro son indispensables, pero lo son para una liberación del presente, para un floreciente desarrollo de la acción”110. Resumiendo, la tarea crítica de Dewey quiere ser una denuncia al intelectualismo, que nos ha llevado a suponer que podemos reducir la acción a supuestos teóricos. Por el contrario, Dewey 109 110 Dewey, John. LW, 3:30. Ob cit Dewey, John. NHC, 214 Ob cit. 86 quiere sostener que estamos inmersos en la acción, y que la tarea de la inteligencia es la liberación de todas sus potencialidades. 87 SECCION 5. CONCEPTO DE LO REAL Y LO IDEAL El concepto clásico de lo real y lo ideal La constitución de la experiencia en Dewey depende plenamente de asociaciones, de recuerdos y emociones con una historia natural que ha descrito en varios lugares -en especial en Reconstruction in Philosophy-.111 Se trata, como ya hemos afirmado, de una reconstrucción histórica que muestra que la religión ha antecedido de modo natural a la ciencia, y de cómo las experiencias humanas han sido manipuladas en función del placer. Es una teoría vigente en la psicología de los años 20 que rescata parte del freudismo de la época. Dewey sostiene que, en función del placer y el displacer, los hombres apartamos lo desagradable, de la misma manera que nos apartamos en la acción de lo perjudicial. El hombre esquiva las consecuencias desagradables de los actos pasados y presentes, mediante todo tipo de excusas, en la búsqueda de que el panorama mental sea lo mas tranquilo posible. La tesis de que todo tiempo pasado fue mejor, es en verdad sostenida por Freud, y su contenido es casi indiscutible por la psicología contemporánea.112 De esta manera, las cosas que la imaginación propone como elemento remodelador son precisamente las cosas que menor realidad han tenido; y, de igual manera, las circunstancias que hacen difícil la vida son remodeladas por la imaginación con el fin de hacer más soportables las dificultades. La ensoñación es la vía que permite a la imaginación superar las dificultades de lo real. De estas observaciones extraídas de la psicología humana, Dewey deriva los rasgos más sobresalientes de la filosofía, cuando describe una realidad suprema y última que es de naturaleza ideal. El reino de las ideas de la filosofía platónica es el ejemplo más característico. Esta perspectiva de análisis permite comprender la esencia de las religiones. Los dioses griegos se convierten en proyecciones idealizadas de los rasgos vistos como admirables en los mortales. De ahí su parecido, y de ahí su búsqueda de perfección en los dioses; en quienes encontraban hombres mas perfectos, mas bellos, mas sabios pero con todos los rasgos humanos. Se trata de un análisis de corte psicologista, que pretende explicar la naturaleza de la religión y de la filosofía misma. Según 111 Ob citada capítulo II. Ver Freud. Psicopatología de la vida cotidiana. Traducción al castellano por Luis Lopez Ballesteros y de Torres Madid Alianza 2000. 112 88 Dewey, en el plano de la filosofía se vive la misma tendencia. Las formas de Aristóteles no son otra cosa que objetos de la experiencia corriente a los que se les ha privado de sus defectos, y se han elevado a un nivel de perfección idealizado, para satisfacer las exigencias de un deseo insatisfecho en relación con la experiencia, que como tal resulta desalentadora. El poeta y el moralista se lamentan al unísono de que los bienes y valores de la experiencia sean bienes sujetos al cambio, sean efímeros. Toda mutación existe dentro de la inestabilidad, y ésta es comprendida como una carencia. Por tanto, la realidad completa, el reino del Ser, ha de mantenerse siempre fijo, inmutable, verdadero y bueno. El cambio, como contraste con lo permanente, opone lo múltiple a la unidad: es la oposición y lucha de los contrarios de Heráclito. El mundo pasajero es un mundo de discordia. El Ser, verdadero, total, inmutable, es la perfección. De aquí la superioridad del conocimiento de las cosas inmutables, en oposición al contacto con lo lutable; la superioridad del conocimiento como contemplación al conocimiento práctico, de la teoría sobre la experiencia. Es el dualismo que ha consagrado tradicionalmente la filosofía. El conocimiento contemplativo es superior al conocimiento práctico que ofrece resultados útiles como la alimentación, el vestido, y que al no ocuparse de lo eterno es inferior e imperfecto. De igual modo, en esta forma aristotélica de pensar se entiende que el conocimiento político es superiro al del artesano, pero todavía inferior al filosófico, por ser las dos primeras actividades de índole práctica que tienen una finalidad más alla de sí mismas. Por el contrario, el conocimiento contemplativo de las formas es el conocimiento que por naturaleza corresponde a la Filosofía, es decir, la Filosofía representa el último y más elevado nivel de conocimiento; conocimiento encerrado dentro de sí mismo como contemplación última de la realidad. Platón lo describe en varios de sus diálogos, en los que explica cómo la mente del que conoce se transforma y se hace semejante a lo que ella conoce. En esta línea de pensamiento, la teología cristiana vivió también la transformación del platonismo al aristotelismo, y sostuvo que el fin del hombre era conocer la Verdad. La mente humana, semejante a Dios, conoce bajo el esquema contemplativo. Ello permite a Dewey describir el conocimiento como un espectáculo. Lejos de la idea de transformación el conocimiento es contemplación: 89 “Estas ideas se abrieron camino hasta la teología cristiana pasando por una variedad de conductos, especialmente por el neoplatonismo y por San Agustín; grandes pensadores escolásticos enseñaron que la finalidad del hombre es conocer al Ser Verdadero, que el conocimiento es contemplativo, que el Ser Verdadero es pura Mente inmaterial, y que en conocerlo consisten la Bienaventuranza y la Salvación. Aunque no puede llegarse a tal conocimiento en esta etapa de la vida sin la ayuda sobrenatural, sin embargo la mente humana se asemeja a la esencia divina conforme lo realiza, y de ese modo constituye la salvación. Este traslado del conocimiento contemplativo a la religión dominante en Europa ejerció su influencia en las personas desprovistas de filosofía teórica. Fue legada a generaciones de pensadores como axioma indiscutible la idea de que el conocer es intrínsecamente una mera percepción o visión de la realidad, es decir el concepto del conocimiento como espectáculo.”113 Pero Dewey describe en este hecho una ruptura radical, hecha por la filosofía misma, que ha modificado sustancialmente el criterio de lo real y lo ideal. Dewey declara que el conocimiento, en realidad, nada tiene de contemplativo. El conocimiento de la física y la química no “contempla” de modo pasivo al objeto con la esperanza de descubrir sus formas físicas inmutables. El físico y el químico buscan un cambio. Sacan al objeto fuera de sus condiciones habituales, para producir cambios. En vez de adoptar una actitud antagonista hacia todo cambio, lo propician como estrategia de conocimiento. El cambio es entonces contemplado como una oportunidad, no como una pérdida, ni como una imperfección. El cambio es utilizado como elemento de conocimiento e incluso como criterio dentro del método experimental. “En resumen, ya no se consideran las mutaciones como una caída desde el estado de gracia como descenso de realidad o como una señal de imperfección del Ser. La ciencia moderna no trata ya de descubrir alguna forma fija o esencia detrás de cada uno de los proceso del cambio. El método experimental trata, por el contrario, de deshacer las fijezas aparentes y de provocar los cambios. No considera a la forma que permanece inmutable frente a los sentidos, a la forma de la semilla o del árbol, como clave del conocimiento de la cosa, sino como un miro, como una obstrucción que es preciso echar abajo”. En consecuencia, el científico hace experiencias, con este o con aquel producto, en esta o en aquella condición, hasta que algo empieza a ocurrir; hasta que, como si dijéramos, se produce un hacerse. El científico supone que constantemente está cambiando algo, que dentro de todas las cosas en aparente reposo se realiza un movimiento; y que estando como está el proceso oculto a nuestra percepción, la manera de descubrirlo consiste en colocar la cosa en cuestión en circunstancias nuevas hasta que el cambio surge a la vista. En resumen, la cosa que hay que aceptar y a la que hay que dedicar la atención no es la que nos fue dada originariamente, sino la que surge después de que hemos colocado esta última en una gran variedad de circunstancias para ver cómo se conduce.”114 113 114 Dewey, John. Reconstruction in Philosophy, ob cit pag 132. Dewey, John. Reconstruction in Philosophy, ob cit pag 134. 90 Esta nueva interpretación de lo real es pues la propuesta deweyana. Tendrá de inmediato consecuencias para el problema epistemológico. Lo real se presenta no como algo para ser contemplado sino para ser transformado. El mundo es materia para ser transformada. En ello Dewey no se aparta de las pretensiones transformadoras del marxismo. El carpintero no describe la madera, sino que la transforma, su actividad transformadora es parte del conocimiento de la misma. Tal es el ingrediente pragmático del conocimiento, que convierte el conocimiento con fines contemplativos en otro con fines de utilidad. “Ahora bien, lo que hace del carpintero un constructor es que se fija en las cosas, pero no simplemente como objetos en sí mismos, sino con referencia a la finalidad que tiene en la mente. Lo que a él le preocupa en la madera, en las piedras, en los hierros, que él observa, es que sean adecuados para realizar ciertos cambios adecuados que el desea ver cumplidos. Su atención se dirige a los cambios que esos materiales experimentan, y a los cambios que ellos hacen sufrir a otras cosas, para de ese modo poder elegir la combinación de cambios que él producirá, el resultado que desea. Solo gracias a esos procesos de manipulación activa de las cosas para llevar a cabo su designio, descubre el carpintero las propiedades que tienen.”115 Esta comprensión pragmática de lo real describe a las cosas en función de lo que ellas pueden ser, y de lo que con ellas puede hacerse. Se trata de una modificación profunda de la actitud del hombre frente al mundo natural. El concepto de lo real, bajo el paradigma clásico, podía propiciar una actitud pasiva ante al realidad, incluso de resignación y de sumisión; también una viva curiosidad estética. Puede verse en tal posición cierta búsqueda del placer: el conocimiento contemplativo se ve vinculado con la contemplación de lo bello, en condiciones de plenitud, y es opuesto a la vida turbulenta del cambio natural. El análisis de Dewey permite reconocer el trasfondo psicológico griego que heredará la filosofía bajo la imagen del conocimiento contemplativo. Como contrapartida a este concepto, la interpretación activa del conocimiento ve al medio en el que se realiza como algo que debe ser transformado, en una actitud que puede ser calificada de agresiva. La naturaleza se hace plástica, se convierte, pues, en algo que debe ser transformado para el uso humano, y entonces el cambio se entiende de modo distinto. Se abandona la consideración patética del cambio, dejando atrás las ideas de decadencia o pérdida que lo acompañaban. Los cambios ahora son también instrumentos de los que puede obtenerse provecho, en los que se puede intervenir para conducirlos, para encaminarlos a nuevas finalidades. Esta es la representación del trabajo propio de la ciencia. En el devenir científico el cambio siempre es acogido de modo activo, y el provecho de éste 115 Dewey, John. Ob cit pag 134. 91 coopera de modo directo en la obtención de resultados concretos. Se trata entonces no de un conocer pasivo y contemplativo sino de un conocer activo. Dewey se lamenta de que esté tan arraigado el concepto de una razón alejada de las cosas y encerrada en sí misma. Critica con decisión el intelectualismo que supone que las cosas son suficientes en sí mismas, y que contribuyen en el conocer a un espectáculo del todo pasivo. Sus críticas se hacen agudizan cuando afirma que tal representación del conocimiento ha impedido que el conocimiento se constituya en un factor que altere el curso de los acontecimientos, para limitarse a ser algo sublime que no puede contaminarse con la practica: “Han transformado el conocimiento en un esteticismo moralmente irresponsable. El verdadero sentido de la doctrina del carácter actuante o practico del conocimiento, de la inteligencia, es objetivo. Equivale a afirmar que las estructuras y los objetos que la ciencia y la filosofía levantan frente a las cosas y los hechos de la experiencia concreta, cotidiana, no constituyen un campo aparte en el que pueda descansar satisfecha la contemplación racional; significa que esas estructuras y objetos son obstáculos elegidos, los medios materiales y los métodos ideales de encaminar en una dirección ese cambio que de todos modos tiene por fuerza que ocurrir.” 116 Sin embargo, este cambio de actitud no significa de ninguna manera una renuncia a tener ideales, o que el hombre deje de ser lo que también es, un ser de imaginación, sino que invita a que se geste un cambio de perspectiva en la determinación de las funciones imaginativas que el hombre modela para sí mismo. Esta propuesta pone en evidencia que la refutación del modelo epistemológico clásico no es una negación basada en su “falsedad”, al modo en que tradicionalmente ha operado el discurso de la filosofía, sino una llamada a que, reconociendo la naturaleza del hombre, sea posible modelar sus propias tendencias imaginativas en su beneficio. Gracias a la imaginación, el hombre se impuso la tarea de explicar el conocimiento del mundo como un acto de contemplación; se trata ahora de conducir la imaginación, la energía imaginativa, hacia la transformación del mundo y de sí mismo. El mundo ideal del hombre, dentro de la filosofía clásica, es un puerto de llegada, un lugar de remanso donde puede escaparse del cambio, donde se puede refugiar de las tempestades de la vida bajo una seguridad ideal. Pero en la propuesta del conocimiento activo, ese reino ideal ya no es algo remoto a lo cual se tienda con la actitud contemplativa, sino que es algo real, perteneciente a las posibilidades de realización humanas. Sobrevive la idea que Dewey ha sostenido desde 116 Dewey, John. Reconstruction in Philosophy, ob cit pag 136 92 sus primeras obras. Son las dificultades las que hacen que el hombre filosofe, y se proyecte hacia un mundo de posibilidades. Este trabajo al que se llama filosofía se convierte, pues, en un instrumento para la acción sobre ese mundo que es preciso concretar mediante las acciones humanas. Uno de los ejemplos mas elocuentes que señala Dewey, en relación con las capacidades de transformación posibles mediante la interpretación activa del conocimiento, está representado por el problema de la distancia. La distancia es una fuente de obstáculos y dificultades para el hombre desde hace milenios. No en vano el mundo permaneció aislado durante muchos siglos por esa razón. La distancia imposibilitó el contacto entre los hombres, su interacción y su comprensión mutua. En tal estado de cosas, el descontento, la inquietud debida a los problemas de la comunicación, encontraron una respuesta inicial en los mensajeros. Grandes distancias eran recorridas por muchos de estos hombres en todas las culturas humanas. Ahora bien, puede decirse que para salir de aquella situación había sólo dos caminos. Uno, confiar, desde el reino de la ensoñación, en alguna fuerza mágica que hiciera posible la comunicación entre los hombres −de lo que se deriva que puede hacerse una comprensión subjetivista de la distancia, como algo metafísicamente irreal−. Por medio de tal caricatura, Dewey describe nuestra familiaridad con la metafísica clásica. Pero la molestia real no se ve superada por la explicación metafísica, y por mucho que el hombre sueñe con un mundo mejor, el problema persiste. El otro camino es explicado del siguiente modo: “La idea se convierte en un punto elevado desde el cual se examina el panorama de la realidad actual con el fin de ver si no hay algo que nos sirva de indicación de cómo podríamos realizar la comunicación a distancia, algo utilizable como medio de hablar hasta muy lejos. La sugerencia o la imaginación aunque sigue siendo ideal, es abordada como una posibilidad capaz de ser realizada dentro del mundo natural concreto, y no como una realidad superior aislada de ese mundo. En ese aspecto se convierte en una plataforma desde la que examinamos los hechos naturales. Las cosas, observadas desde el punto de vista de esta posibilidad, nos descubren propiedades que ignorábamos hasta entonces.”117 Situados en este terreno, la idea de hablar a distancia adquiere caracteres menos confusos y más seguros. La idea acaba tomando una forma positiva y las acciones encaminadas a tal propósito se van multiplicando. La posibilidad es usada como instrumento y, a la luz de lo que se logra descubrir, la idea toma forma concreta. Cada vez tiene menos de idea, de posibilidad 117 Dewey, John. Ob cit pag 138 93 anhelada, para adquirir cada vez mas el perfil de un hecho real. La invención acaba teniendo forma; y, entonces, el hombre ha dispuesto primero del telégrafo, del teléfono, luego de inalámbricos. Hoy podremos añadir el desarrollo de las comunicaciones que ha sido posible a lo largo del siglo XX. En este punto es preciso subrayar que la metodología ha sido entonces, como ahora, la misma. Es el problema o la necesidad la que ha hecho posible que la imaginación se encamine, mediante el método de la experimentación, a la búsqueda de soluciones. Hoy más que nunca puede ratificarse la capacidad transformadora del conocimiento. Pero nada de esto ha sido gracias a la interpretación del conocimiento como contemplación. La división del mundo en dos clases de ser, el del mundo de la razón, superior e inmutable, y el de la experiencia, inferior y sujeto inevitablemente al cambio, ha posibilitado la representación del conocimiento como contemplación. Lo cierto es que con el desarrollo de la ciencia, y en particular de los grandes cambios de los últimos siglos, el conocer fundamentó su naturaleza experimental, y sus propias pruebas experimentales se han hecho vehículos de conocimiento que cooperaron en la transformación de las cosas y que dieron lugar a nuevos descubrimientos. Las ciencias experimentales son entonces comprendidas como un obrar gobernado por la inteligencia, que, lejos de la contemplación, están plenamente inmersas en la práctica. La propuesta deweyana de la transformación de la filosofía camina en esta dirección. La filosofía debe transformar su comprensión de lo real y lo ideal, si no quiere apartarse del espíritu de la ciencia. La filosofía debe convertirse en operante y experimental. Lo real adquiere, así, un significado nuevo. Deja de presentarse como algo acabado y definitivo, para asumir una naturaleza inscrita en el cambio, y a la vez como vía de realización de mayores cambios. Lo ideal y lo racional se constituyen ahora como instrumentos de transformación del mundo, es decir, de mutación. Su instrumentalidad está representada en la capacidad de proporcionar nuevas posibilidades que pueden rehacer y mejorar lo real. Según Dewey, hemos asumido la costumbre de pensar el conocimiento bajo la forma del espectador pasivo, es decir de la contemplación. Hay que transformar ese modelo. No se trata de contemplar un cuadro acabado; por el contrario, hay que participar, como el artista, en la realización del cuadro. No se trata de alejar a la filosofía de la comprensión de las personas 94 corrientes, ni tampoco a la ciencia de sus resultados y procesos. Se trata de pensar el conocimiento como algo activo y operante: “Si se convierte en hábito el pensar el conocimiento como cosa activa y operante, después de la analogía de la experimentación guiada por la hipótesis, o de la invención guiada por la imaginación de alguna posibilidad, no exageraríamos diciendo que la primera consecuencia sería la de independizar a la filosofía de todos los rompecabezas de la epistemología que actualmente la llenan de perplejidad. Porque todos ellos surgen de un concepto de la relación en el conocer entre la mente y el mundo, el sujeto y el objeto, que parte del supuesto de que el conocer consiste en atrapar algo que existe ya.”118 Muchos consideran que privando a la filosofía de esta distinción entre lo noumenal y lo fenoménico, y de la intención de explicar el conocimiento como el acto de un sujeto aislado en relación con otro objeto aislado, no le queda nada para hacer. Por el contrario, Dewey sostiene que, libre de estos problemas, queda una tarea mucho más fructífera y necesaria, de cara a afrontar los fallos sociales y morales que sufre la humanidad, concretando su atención en poner remedio a tales males y desarrollar una idea mas clara de mejores posibilidades sociales. Dejando de lado la indagación de otros mundos, se encargará de comprender y corregir defectos sociales concretos. Se trata en alguna medida, aunque vagamente descrita en la obra citada –Reconstruction in Philosophy -, de liberar a la filosofía de la metafísica y de las insolubles cuestiones epistemológicas, para hacer comprender a la sociedad que, atendiendo al modo como hoy se lleva a cabo la investigación y la invención, es posible conseguir un cambio en el concepto de conocimiento; que de ser pasivo y contemplativo, se convierte en activo. Tal cambio en el conocimiento solo se ha hecho en la dimensión técnica del trabajo contemporáneo mediante las ciencias industriales. El hombre ha multiplicado sus fuerzas sobre la naturaleza, controlando sus fuentes de riqueza y prosperidad material. Pero hay un desfase entre el desarrollo material y el desarrollo moral del hombre. Hemos vivido una revolución tecnológica, circunscribiendo el progreso en el conocimiento a ella. Pero, de otro lado, esta revolución ha propiciado también cambios y perturbaciones morales serias. La segunda guerra mundial es un ejemplo al que acude Dewey para sostener que el problema del capital y el trabajo, y el desarrollo tecnológico en diferentes campos, no se realizan de modo 118 Dewey, John. Reconstruction in Philosophy, ob cit pag 141 95 simultáneo y equilibrado, sino que, por el contrario, se evidencia una disparidad notoria que genera los problemas que hoy afrontamos.En esta línea, Dewey reconoce la necesidad del progreso moral y político mediante la educación. Precisamente porque persisten las causas que dieron origen a la existencia de la filosofía tradicional, busca encontrar en esa vía las soluciones a estos problemas. Dewey niega que este cambio de tareas dentro de la filosofía sea una rebaja al plano burdo del utilitarismo. Se trata de racionalizar las posibilidades de la experiencia, y en modo particular de la experiencia humana colectiva. Los pueblos occidentales progresaron por el camino de la ciencia experimental y del control de la naturaleza antes que los pueblos orientales. La razón de este hecho se debe a que han generado hábitos de vida contemplativos y religiosos, antes que el esfuerzo científico y práctico de occidente. Lo curioso es que el problema de lo real y lo ideal es un problema característico de la filosofía de occidente, y se ha presentado como uno de los temas persistentes en la filosofía, en especial en nuestra época: “ Nunca lo ‘real’ y lo ‘ideal’ se han afirmado de manera tan ruidosa como en nuestro tiempo; y jamás en toda la historia del mundo estuvieron tan distanciados entre sí. La guerra mundial se hizo alegando finalidades puramente idealistas: la humanidad, la justicia, y una libertad igual para los fuertes y para los débiles. Y se llevó a cabo valiéndose de medios realistas, suministrados por la ciencia aplicada, con altos explosivos, aviones de bombardeo y maravillas mecánicas del bloqueo que llevaron al mundo hasta muy cerca de la ruina, con el resultado de que las personas reflexivas están hoy preocupadas por la perpetuidad de esos valores selectos que llamamos civilización.”119 Pero la crítica deweyana va todavía más lejos al sostener que el problema de lo real y lo ideal es tan serio que en manos de una filosofía tradicional, inmersa en los problemas ya descritos, ha conducido a un estancamiento histórico con graves consecuencias. El rechazo a los idealismos del siglo XIX es sin duda uno de los elementos que Dewey incluye en su trabajo crítico. Tales idealismos están caracterizados por la perniciosidad y el perjuicio, al estar aislados de la existencia concreta. El idealismo es en realidad una “tragedia” que considera la existencia de un mundo espiritual autónomo, que existe dentro de sí mismo y por sí mismo: “La verdadera moraleja que habría que sacar sería la de hacer comprender la tragedia de ese idealismo que cree en un mundo espiritual que existe dentro de sí mismo y por sí mismo, y la trágica necesidad de estudiar de la manera más realista las fuerzas y las consecuencias, de llevar a cabo ese estudio de una manera más científicamente exacta y completa que la titulada 119 Dewey, John. Ob cit pag 145 96 ‘política del realismo’. Porque los criterios de corto alcance, el sacrificar el porvenir a los intereses inmediatos, el cerrar los ojos a los hechos, y a las fuerzas que nos resultan desagradables y el magnificar lo duradero de aquello que se acomoda a nuestras apetencias inmediatas, no son cosas ni verdaderamente realistas, ni científicas. Es una falsedad afirmar que los males de la situación nacen de la falta de ideales; de donde nacen es de los ideales equivocados. Y estos ideales equivocados tienen a su vez la base en la ausencia de una investigación metódica, sistemática, imparcial, crítica e incansable, siempre que se trata de problemas sociales, llevada a cabo en las condiciones ‘reales’ y operantes que llamamos ciencia, y que han conducido en el campo de la técnica al hombre hasta el dominio de las energías físicas”120 Para Dewey el problema entre lo real y lo ideal no está situado en el contexto del idealismo sino el ámbito de la vida ordinaria. Dewey no cree que la filosofía resuelva el problema entre de lo real y lo ideal. Tal problema está en el devenir cotidiano. La clave del primer paso para su solución consiste en liberarnos de los errores de la filosofía, ya mencionados, y que han consistido en el rechazo a la comprensión del cambio, y en la supuesta existencia de ideales del espíritu y de la razón apartados de lo material y de lo físico. 120 Dewey, John. Reconstruction in Philosophy, ob cit pag 146 97 SECCION 6. EL SIGNIFICADO Y CONSECUENCIAS DE LA RECONSTRUCCIÓN LÓGICA. La interpretación que Dewey realiza del significado de la lógica es asimismo crítica, y forma parte de su esfuerzo reconstructivo. La lógica ha sido elegida como guardiana de principios que pretenden establecer la estructura última del universo, bajo el criterio que afirma que el mundo posee una racionalidad, es decir que es inteligible, y que, por lo mismo, está formado de acuerdo con leyes. La lógica limita su campo a las leyes del razonamiento correcto; pero lo correcto puede no llevar a realidades auténticas. Muchos idealistas consideran a la lógica el sustituto de la antigua metafísica. Es en estos dos campos en los cuales la crítica deweyana se centra. De un lado, pretende negar que la lógica se ocupe del “razonamiento correcto” y, de otro, señala su vinculación directa con la tradición. Desde este punto de vista, Dewey encuentra en la lógica una actividad heredera del aristotelismo, que asume un carácter demostrativo en la Edad Media, y que luego se apropia de un perfil inductivo para el descubrimiento de la verdad. Pero, la lógica fue también objeto crítica por parte de la filosofía alemana, la psicología, las matemáticas, tanto en la línea de la deducción, como en la linea del descubrimiento inductivo. Sine embargo, el fundamento del trabajo crítico de Dewey se apoya en el argumento biológico, afirmando que el juicio lógico antes que ser lógico es psicológico. “El juicio no es, en modo alguno, lógico, sino personal y psicológico. Si es lógico constituye la función primordial a la que están subordinados el concepto y la deducción; es un subproducto de ambos; la distinción entre sujeto y predicado es necesaria [...]. Entre los que sostienen que la relación sujeto predicado es esencial, hay algunos que afirman que el juicio es un análisis de algo anterior a ambos términos, en tanto que otros afirman que es una síntesis de ellos que da lugar a algo distinto. Unos sostienen que el sujeto del juicio es la realidad, y otros que la ‘realidad’ es lógicamente sin importancia. Entre quienes niegan que el juicio es la atribución del predicado al sujeto, y lo consideran como una relación de elementos, hay algunos que sostienen que esa relación es ‘interna’ y otros que es ‘externa’, mientras que otros afirman que unas veces es interna y otras veces es externa.”121 Dewey afirma que pueden aceptarse tales contradicciones en el discurso acerca de la lógica, sólo si no tienen ninguna importancia práctica. En realidad califica tales contradicciones de 121 Dewey, Ob cit. Cap VI. Página 150. 98 “cómicas” en el caso de que no tengan significado practico. Pero son demasiado graves si se pretende un significado práctico para la lógica: “La afirmación convencional de que la experiencia nos hace ver únicamente cómo han pensado o cómo piensan los hombres, en tanto que la lógica se preocupa de las normas, del cómo deberían pensar los hombres, es cómicamente absurda. La experiencia ha hecho ver que ciertas maneras de pensar no han llevado a ninguna parte; peor aún, que han llevado al engaño y a los errores sistemáticos. Otros modos de pensar demostraron mediante una experiencia clara que conducían a descubrimientos fructíferos y duraderos.”122 Dewey afirma que la lógica se ve afectada por la modificación que ha existido en la comprensión de las relaciones entre la experiencia y la razón, en la medida en que el pensamiento, según su epistemología pragmatista, es considerado simplemente como un medio de reconstrucción de la experiencia. En este sentido la lógica pierde su significado “formal”, en la misma medida en que el pensamiento es comprendido como resultado biológico natural. Es por esta razón por la que prescindir de su dependencia con la realidad resulta inaceptable para Dewey. La lógica es simplemente un resultado natural que carece de las pretensiones formales señaladas por la tradición. Tampoco podría ser interpretada la lógica como el campo de las estructuras intrínsecas del pensamiento del universo como supusiera Hegel, ni menos aún como aproximaciones sucesivas a la estructura objetiva del pensamientos humano bajo el criterio de Lotze. El pensamiento es una reorganización deliberada de la experiencia. En esta medida, la lógica es la formulación clarificada de los procesos del pensar, capaces de hacer posible la reconstrucción de la filosofía de modo eficaz. “Pero si el pensar constituye la manera de llegar a una reorganización deliberada de la experiencia, entonces la lógica es la formulación clarificada y sistematizada de los procesos del pensar, capaces de hacer posible que la deseada reconstrucción avance de manera económica y eficaz. En lenguaje familiar a los estudiosos, la lógica es al mismo tiempo una ciencia y un arte; una arte en cuanto que partiendo de esa descripción, proyecta métodos mediante los cuales el pensamiento futuro se beneficiará de las operaciones que conducen al éxito y evitará aquellas que conducen al fracaso.”123 Dewey de este modo resuelve la disputa de si la lógica es empírica o normativa, psicológica o reguladora. Bajo la interpretación deweyana es ambas cosas, en la medida en que suministra 122 123 Dewey, Reconstrucction in Philosophy. Ob cit. Cap VI. . Dewey, Ob cit. Cap VI. Página 151. 99 el material empírico concreto. El hombre ha razonado desde hace milenios con resultados de todo tipo. Pero es bajo la experiencia donde se demuestran las consecuencias distintas de los diferentes modos de investigar y de razonar. Se trata pues de una interpretación de la lógica no como un camino formal de reglas del pensar, sino como una manera de comprobar el significado empírico del pensamiento, en el contexto de una relación directa de causa y efecto comprobada de modo empírico. “Quien medite en esta manifestación empírica no se quejará de falta de materiales con que con construir un arte regulador. Cuanto más se estudian los datos empíricos del pensamiento real, más evidente resulta la conexión entre las características concretas que condujeron al fracaso y al éxito. Las normas y las reglas de un arte del pensar se derivan de esta relación de causa y efecto comprobada de manera empírica.”124 La crítica que hace Dewey es análoga a la hecha por Mill a la lógica. Su argumento histórico pone a prueba todo tipo de formalidad en la lógica y las matemáticas. Dewey considera que examinada de esta manera, la lógica es también un resultado tan empírico como la metalurgia. El hombre primitivo y sus sucesores comenzaron golpeando piedras, de igual modo que empezaron luego a contar por necesidad. El mismo proceso de constitución del método científico se llevó a cabo en dicha circunstancia. Algunas veces se tuvo éxito y en otras muchas se fracasó. Los resultados obtenidos incitaron a nuevas formas de mejoramiento. La matemática es producto de un largo desarrollo histórico durante el cual se han intentado diversas formas experimentales en diferentes direcciones. Algunos ejercicios propiciaron confusión, otros alcanzaron resultados fructíferos y esclarecedores. El método científico a lo largo de todo este proceso ha sido el hilo conductor del progreso y el conocimiento actuales. “Los matemáticos contemporáneos pueden presentar la estructura de las matemáticas como si esta hubiese brotado completa y de golpe del cerebro de un Zeus, que tenía la conformación anatómica de la lógica pura. Sin embargo, la realidad es que esa estrucutra matemática es producto de un largo desarrollo histórico, durante el cual se han intentado toda clase de experimentos.” 125 124 125 Dewey, Reconstrucction in Philosophy. Ob cit. Cap VI. Página 153 Dewey, Ob cit. Cap VI. Página 151. 100 Para Dewey la estructura de las matemática calificada como a priori no es más que el final de un proceso largo de penosas experiencias, equivalente a los conocimientos obtenidos a lo largo de los siglos en el manejo y obtención de metales. También el metalúrgico selecciona, refina y organiza los métodos que el pasado comprobó como eficaces en la práctica. La lógica tiene fundamentos empíricos, y su importancia radica en ser un resultado empírico antes que ser un objeto formal y a priori. En el camino reconstructivo, Dewey señala la necesidad de examinar el pensamiento en sus orígenes biológicos remotos, de modo que se derive de estos fundamentos la estructura de una nueva lógica que sirva de guía a la experiencia. Ya ha señalado cómo la experiencia es materia de conducta, de impulsos sensoriales, y cómo el pensamiento parte de los conflictos concretos propiciados por la experiencia ordinaria.( Ver sección 2 y 3 Capítulo II). Hemos señalado en dicha sección cómo Dewey afirma que el pensamiento surge de los problemas concretos de la experiencia. Es de los problemas concretos propiciados por la experiencia odinaria de donde emerge la reflexión y la investigación: “Los seres pensantes son aquellos cuya vida se ve tan apretada y oprimida dentro de sí misma que no pueden llevar de inmediato el curso de su acción hacia su realización victoriosa”126 El pensar emerge en situaciones de dificultad sólo en la medida en que éste constituye un camino para salir de ellas. Pero no sólamente es el pensar el camino de solución de los problemas. También el sueño, el embelesamiento, las idealizaciones emotivas son caminos que estudia la psicología moderna, en los que se evidencia la tendencia a solucionar problemas. Dewey sigue de cerca las explicaciones que da la psicología a los recusos humanos ante las situaciones de dificultad, y que pretenden eliminar las sensaciones conscientes de la angustia. Señala que la investigación nace como respuesta a una situación o condición problemática. La búsqueda sistemática, minuciosa, extensa y la observación son formas en que la investigación se ejecuta para obtener resultados que permitan la resolución de problemas: “El pensar, cuando es un método de reconstrucción de la experiencia, por otro lado, considera la observación de los hechos como paso indispensable para definir el problema, para localizar la dificultad y de dónde proviene esta, en lugar de conformarse con una sensación vaga y emotiva. Ese pensamiento no es casual, sin finalidad, no es una mezcolanza, sino que es intencionado, concreto delimitado, por el carácter de la dificultad encontrada. Su finalidad es la 126 Ver sección 2 y 3 Capítulo I de este trabajo. ( Dewey, Reconstrucction in Philosophy. Ob cit. Cap VI. Página 154) 101 de aclarar la situación perturbada y confusa, a fin de que puedan sugerirse modos razonables de hacerle frente. Cuando el científico da la sensación de que observa sin finalidad determinada es simplemente que está poseído de un amor tan grande hacia los problemas como fuentes y guías de la investigación, que trata de descubrir un problema allí donde no aparece ninguno en la superficie; podríamos decir que anda a la cabeza de una dificultad para darse el gusto de resolverla.”127 La vieja forma de contemplar el proceso de conocimiento ha propiciado desde la antigüedad la emergencia del idealismo, calificado como “sonambulismo intelectual”. Tal hábito generó la presencia de “pensadores” que se mantienen alejados de la práctica, esto quiere decir que se mantienen alejados de la posibilidad de someter a prueba la consistencia de su pensamiento. Esta es la consecuencia de haber separado la teoría de la práctica con las consecuencias funestas ya señaladas. (Ver Secciones 1 a 3 del capítulo II). Las dificultades observadas en los hechos concretos poseen además un significado que está representado en el alcance que representa para la experiencia subsiguiente. Se trata de una anticipación de lo que está por venir: “ El herrero se fija en el hierro, en su color y contextura para sacar indicaciones de la transformación que está a punto de ocurrir en el mismo. El médico observa a su enfermo para descubrir síntomas de un cambio en alguna dirección determinada. El científico vigila atento su material de laboratorio para obtener una clave de lo que ocurrirá bajo determinadas condiciones.”128 Dewey resalta que la observación no es en sí misma una finalidad, sino una búsqueda de indicaciones y señales, y que de ella emerge la previsión anticipadora. Pero en el proceso de acción el modo de respuesta está siempre bajo el modelo científico del ensayo y el error, del tanteo: “Ahora bien, el método de acción, el modo de responder con que se pretende producir un determinado resultado, es decir, el que capacitará al herrero para dar al hierro caliente una forma determinada, al médico para dar al paciente un tratamiento que facilite su curación, y al experimentador científico sacar una conclusión aplicable a otros casos, son por la naturaleza misma del caso simples tanteos, inseguros mientras los resultados no los hayan comprobado.”129 127 Dewey, Reconstrucction in Philosophy. Ob cit. Cap VI. Página 157 Dewey, Ob cit. Cap VI. Página 159. 129 Dewey, Reconstrucction in Philosophy. Ob cit. Cap VI. Página 159. 128 102 Es en este sentido como la lógica también se inscribe dentro del la experiencia. Todo sistema, por muy sólido y trabajado que parezca, debe siempre ser mirado como una hipótesis. Sus afirmaciones deben ser siempre miradas como base para acciones que servirán de comprobación, no como finalidades. 103 CAPITULO III. ANÁLISIS DE ALGUNOS ELEMENTOS VINCULADOS CON LA PROPUESTA DEWEYANA SECCION 1. LA NOCIÓN EXPERIENCIA DEL PRAGMATISMO DEWEYANO El papel de la experiencia en el conocimiento y su doble dimensionalidad. Es preciso hacer una breve recapitulación en relación con el significado de la experiencia. Ya hemos afirmado que la noción de experiencia que se encuentra en la propuesta deweyana forma parte de un planteamiento cuyo objetivo no se limita a la descripción del proceso del conocimiento según el modelo epistemológico tradicional (sujeto cognoscente –objeto conocido). La experiencia no se sitúa en un plano opuesto al de la razón contemplativa sino que se constituye en el único lugar desde el que puede establecerse el conocimiento. La simplicidad de su planteamiento choca en gran medida con el hábito que la filosofía ha creado durante siglos en la mente de los filósofos herederos del clasicismo. Desde su perspectiva, la naturaleza se halla vinculada inseparablemente con la experiencia, y solo puede conocerse mediante la experiencia misma; los estrechos vínculos de la naturaleza con la experiencia humana se remontan al ámbito biológico y evolutivo. En realidad, según Dewey, poseemos la experiencia que nos ha otorgado la naturaleza por el camino de la evolución. En otras palabras, podemos experimentar la naturaleza gracias a los dones con los que la naturaleza misma ha dotado al conocimiento humano. Y es precisamente el camino de la experiencia humana con su significado biológico el que permite desentrañar la naturaleza misma del cosmos en función de nuestro conocer y de nuestra vida. El proceso del conocimiento se ha estructurado de modo semejante en las especies, incluida la humana, como una mediación entre el redescubrimiento de lo nuevo a través de lo viejo. En pocas palabras, se trata de reconocer aquella manera de pensar que establece conexiones operantes entre los nuevos y los viejos temas, bajo la idea de que no podemos hacernos dueños 104 de lo nuevo, y ni siquiera mantener lo presente, si no es mediante el servicio que como instrumentos podemos encontrar en las ideas que ya tenemos. El conocimiento nuevo y el viejo toman significados epistemológicos definidos cuando están en presencia el uno ante el otro. Lo viejo es siempre un instrumento para interpretar el nuevo conocimiento, y mientras mayor sea la distancia que hay entre lo nuevo y lo viejo, mayor es la carga que pesa sobre la reflexión. Tal ha sido la actividad del científico cuando hace historia natural. En su propósito se pretende una reconstrucción del pasado que relacione elementos y secuencias no observadas pero sí inferidas. De esta manera se pueden predecir observaciones en ciertos lugares sobre determinados acontecimientos, de modo que se obtenga un conocimiento que puede ser comprobable en el futuro. Aquí aparece la noción de experimento como la estrategia que pone a prueba tal predicción. Este es en gran medida el centro del método empírico o denotativo que pone de manifiesto que la ciencia vive de la experiencia en modo permanente, y que hace de ella su aproximación a la naturaleza. Una de las inflexiones del pensamiento deweyano en relación con la tradición consiste en reconocer en la naturaleza el objeto mismo de la ciencia. No es la noción de verdad clásica la que motiva la investigación, sino el poder transformar la naturaleza el motor que pone en movimiento el conocimiento humano. Experiencia y naturaleza han sido separadas de modo injustificable por la tradición, trayendo consigo un sinnúmero de problemas y pseudoproblemas que han ocupado a la filosofía, procediendo de este trabajo buena parte del descrédito en el que se encuentra sumergida la filosofía. Antes que ser trascendida, la naturaleza es el lugar ordinario de la experiencia y del conocer. Dewey, en su análisis, no se introduce en el hábito que la filosofía clásica ha impuesto. Discutir dicho hábito significaría analizar las preguntas de la epistemología tradicional que establece las tajantes distinciones entre sujeto y objeto, o la estructura a priori del conocimiento que propuso Kant, o los argumentos dialécticos como vía de explicación de lo natural. Libre de tales ataduras, el pensamiento deweyano deja para la historia del pensamiento occidental tales enfoques, y promueve el examen mismo de la ciencia y su método, como un lugar en el que se evidencia la vinculación directa entre la experiencia y la naturaleza. Si bien el naturalismo empírico deweyano pretende explicar nuestra condición natural cognoscitiva, de igual manera pretende ser explicación del conocimiento de la ciencia. Tanto la ciencia como el hombre particular elaboran un conocimiento en el que desde observaciones se hacen preguntas y comparaciones 105 con resultados congnitivos previos, y que establecen la posibilidad de colegir circunstancias y a la vez predecir nuevas condiciones: “Un geólogo en 1928 nos habla de los acontecimientos que tuvieron lugar no solo antes de que él naciera, sino millones de años antes de que ser humano alguno hubiera venido a la existencia sobre la tierra. Lo hace así partiendo de cosas que son actualmente el material de la experiencia. ( ...) El geólogo no saltó de la cosa que puede ver y tocar a un acontecimiento de las edades pasadas; colacionó la cosa observada con otras muchas, y de diferentes géneros, que se encuentran por todo el globo; y comparó los resultados con los de otras comparaciones anteriores, y con los de otras experiencias, digamos las del astrónomo. Esto es, el geólogo traduce las coexistencias observadas, en secuencias no observadas inferidas. Finalmente fecha su objeto situándolo en un orden de acontecimientos. Mediante el mismo método predice que en ciertos lugares se observarán ciertas cosas de que no se tiene todavía experiencia.”130 En tal planteamiento se hace visible la dependencia entre la ciencia y la experiencia. Tal dependencia es debida a la relación existente entre la experiencia y la naturaleza. Si bien esta dependencia tiene raíces biológicas como lo hemos dicho, también posee una segunda dimensión instrumental: “La naturaleza intrínseca de los acontecimientos se revela bajo la forma de cualidades directamente sentidas de las cosas. La estrecha coordinación y hasta fusión de estas cualidades con las regularidades que forman los objetos del conocimiento, en el sentido propio de la palabra ‘conocimiento’, caracteriza la experiencia inteligentemente dirigida, a diferencia de la experiencia simplemente causal y acrítica”.131 Aquí se observa el doble significado de la experiencia. De una parte, la experiencia se nos muestra con todos los problemas que han caracterizado a la gnoseología. Sobre el particular ya hemos descrito la postura crítica de Dewey, con declarado carácter antimetafísico y también antiepistemológico (en el sentido clásico). De otro, se observa la noción de experiencia bajo la perspectiva instrumental, según la cual la experiencia deja de ser pasiva y acrítica para constituirse en el ingrediente esencial del conocimiento. Dewey pretende encontrar una similitud en la problemática que vincula al lenguaje con ese doble dimensionalidad. El lenguaje posee una dimensión cultural instrumental como elemento de cooperación social y de 130 131 Dewey, John. Experience and Nature, pag XVI introducción. Ob cit Dewey, John. Experience and Nature, pag XIV introducción. Ob cit 106 compenetración, y otra como un acontecimiento simplemente natural consistente en los gritos, la voz animal, las ondas y el aire. No será tema de nuestro análisis la problemática del lenguaje. No obstante, baste afirmar que el lenguaje participa dentro de esta perspectiva del carácter de instrumento, con serias implicaciones sociales y, por iguales razones, con un significado educativo. Retornando a nuestro análisis, subrayemos que Dewey ha sostenido de modo rotundo que en las ciencias naturales la experiencia y la naturaleza son inseparables, y que tal unión no ha sido descalificada por ningún filósofo, y mucho menos por ningún científico. Muy al contrario, esta indisolubilidad es el camino mismo de la experiencia, que de modo controlado permite, mediante el método empírico, que sus conocimientos se muestren como verdaderamente científicos. Es precisamente este el lugar en que la teoría es comprendida como un puente colgante entre los hechos.132 La experiencia es para Dewey parte de la naturaleza: “Las piedras las plantas, los animales, las enfermedades, la salud, la temperatura, la electricidad, etc. Cosas en ciertas formas de acción mutua son experiencia; ellas son aquello de que se tiene experiencia. Vinculadas en otras determinadas formas a otro objeto natural -el organismo humano- son igualmente la manera como se tiene experiencia de las cosas. La experiencia llega así a descender al fondo de la naturaleza; tiene profundidad. Tiene también anchura y la tiene con una amplitud indefinidamente elástica. Se extiende. Este extenderse constituye la inferencia.”133 En suma, Dewey quiere sostener que la ciencia misma es la forma de la experiencia, prueba de tal hecho es que la ciencia se presenta como la capacidad de penetración y de elasticidad casi sin límites que despliega en la naturaleza como parte de ella. En la ciencia natural la experiencia es el punto de partida, y es a la vez el único método de habérnoslas con la naturaleza. De alguna manera, hablar de experiencia y hablar de ciencia es tautológico. “La razón es que todo lo designado por la palabra ‘experiencia’ está tan adecuadamente incorporada a los temas y los procedimientos de la ciencia, que mencionar la experiencia solo sería duplicar con un término general lo abarcado ya en términos precisos.”134 132 Ver Dewey, John Experience and Nature cap I. Ob cit. Ver Dewey, John Experience and Nature cap I. Ob cit página 6.134 Ver Dewey, John Experience and Nature cap I. Ob cit página Capítulo I, página 12. 133 107 Tal posición se opone de modo radical a la investigación filosófica que puso a la experiencia lejos del escenario del conocimiento. La tradición cartesiana puso en un lugar inferior a la experiencia y al experimento, en comparación con la intuición y el raciocinio, hasta que se impuso el triunfo del método galileano y newtoniano que reubica el significado de la experiencia para el conocimiento científico. En este argumento se expresa el vínculo que existe entre la naturaleza y la experiencia. Pero no es sin duda el único lugar en el que hallar tal unión. El esfuerzo de Dewey consiste en eliminar el hábito que las ha separado. Deshacer tal hábito es un importante propósito de su investigación psicológica y epistemológica que ya hemos comentado (véase Capítulo II ). No obstante este gran esfuerzo explicativo, que justifica la estrecha e inseparable vinculación de la experiencia con la naturaleza, pervive la crítica que Cohen ha hecho a Dewey135 -quien le acusa de exceso de antropocentrismo-, al hacer inviable toda teoría sobre la naturaleza no humana o física, y reducirlo todo al dominio de la experiencia del hombre. Cohen señala que la postura deweyana es radicalmente empirista, impidiendo que podamos traspasar el ámbito de la experiencia; alude, como Kant, a la posibilidad de una realidad previa a la experiencia o, como los metafísicos, a una realidad más allá de la experiencia. Dewey, por el contrario, niega cualquier posibilidad de explicación trascendental, afirmando, no sin dificultades, que la naturaleza está dentro de la experiencia. Su planteamiento supone que no es posible hablar de la realidad más allá de lo que permite nuestra experiencia, con lo que al mismo tiempo pretende hablar de la continuidad entre la naturaleza y la experiencia. La explicación deweyana para tal continuidad puede tener elementos confusos, sin duda. Lo definitivo está en comprender que la objeción de Cohen es respondida, afirmando que la pretensión de diferenciar lo humano de lo no humano en la experiencia carece de sentido, pues la formulación de tal interrogante se hace bajo una perspectiva de discontinuidad entre la naturaleza y la experiencia. La experiencia no es cosa distinta de la naturaleza misma, y es precisamente en la naturaleza en que la experiencia se hace presente al ser humano. 135 Ver Cohen, “ Nature in Experience ( 1940) . 108 “Tanto la experiencia se encuentra en la naturaleza, como la naturaleza se encuentra en la experiencia.” 136 Bajo esta perspectiva, la experiencia puede ser comprendida como un tipo de eventos que se producen en la naturaleza, y la experiencia contiene naturaleza por ser algo de ella misma, y que ella misma posibilita. Ahora bien, es preciso aclarar que por continuidad no puede entenderse identidad. La continuidad entre experiencia y naturaleza quedaría expresada bajo el siguiente punto de vista: “La experiencia es exploradora, transformadora y liberadora de la naturaleza. A través de la experiencia, los caminos y potencialidades de nosotros mismos y de las cosas llegan a hacerse manifiestas.”137 Experiencia como eje de la acción reconstructiva. Dewey ha descrito el deber de la filosofía “como una teoría generalizada de criticismo”138, y a la metafísica la señala como una búsqueda de un insigth genérico dentro de la existencia,139 para la que todo lo vinculado a la experiencia es un elemento contaminante de cara a alcanzarlo. La problemática propiciada por la metafísica puede ser resuelta desde la propuesta deweyana, consistente en dos elementos: de un lado, la negación de tal insight y, de otro, la reubicación de la experiencia como única vía posible de conocimiento. La estructura de la experiencia es precisamente la experiencia vivida. Conocer significa conocer con nuestro cerebro, conocer con los dones con los que la naturaleza misma nos ha dotado para experimentarla y transformarla. Lejos de esta perspectiva está el criterio de conocimiento de las cosas tal y como son en realidad; aquí es preciso señalar que el pragmatismo deweyano considera las cosas, las ideas y “verdades” como realidades prácticas, ya que todas ellas lo son, aunque en sentidos diferentes. Por interpretaciones erróneas de estos sentidos fue por lo que aparecieron las injustas acusaciones en contra del pragmatismo. La epistemología deweyana es una reelaboración cercana al empirismo, aunque como ya hemos afirmado, está 136 Alexander, Thomas John Dewey’s Theory of Art, Experience and Nature. State University of N York Press, 1987. 137 Dewey, John. (EN, capítulo I ) 138 Cifrado en Experience and Nature, pag XVI introducción. Ob cit. 139 Ibid, página 440. 109 muy apartada de su punto de vista, pues el empirismo aún considera la experiencia como una vía inadecuada pero útil para el hábito racionalista de la tradición. “La importancia peculiar que tiene en la filosofía el punto de vista y la perspectiva que éste constituye, se ve acrecentada por el hecho que en la historia de la filosofía una gran parte de los puntos de vista contrastantes ha sido elaborada según el modo en que el mundo aparecía desde ellos, es decir según las categorías fundamentales mediante las cuales se deben comprender las cosas del mundo. Los significados conferidos a las palabras e ideas que prácticamente se repiten en todos los sistemas, tienden a fijarse de tal manera que parecería que no quedara otra posibilidad de elección que dar a los nombres -y a los problemas a que se refieren- el significado establecido por alguno de los puntos de vista filosóficos del pasado. En la medida en que una filosofía se aleja de los viejos puntos de vista [...] tanto el autor como aquellos a los que se dirige se encuentran en dificultades. El primero debe utilizar palabras con significados fijados en condiciones establecidas según puntos de vista más o menos extraños, y los últimos deben empeñarse en una especie de traducción imaginaria.”140 Una de las dificultades a quealude esta observación se hace evidente en el interior de su propuesta misma. De un lado, Dewey se ve obligado a hablar de experiencia, pero con un significado cuya resonancia histórica tradicional ha condicionado su valor, limitándolo. De otro lado, tiene que luchar con lo que significa la experiencia para el movimiento empirista que le antecedió. La historia de la filosofía posee una larga tradición empirista que en algunos casos es abiertamente sensualista, y el significado que tiene para el empirismo la experiencia es otro elemento del que Dewey se aparta. Debe dar entonces un nuevo significado al concepto de experiencia, y criticar el desvío empirista que ve a la experiencia como una escalera rota, pero utilizable para elevarse a un nivel de experiencia absoluta, que no es otra cosa que una nueva forma de idealismo. Sin embargo, su nuevo significado está ligado a la naturaleza y aquí es preciso afirmar que Dewey encuentra problemas, porque debe explicar las relaciones que hay entre la experiencia y la naturaleza, y determinar en qué medida la naturaleza forma parte de la experiencia, y la experiencia de la naturaleza, esto es, debe explicar su dependencia: “Al hablar de dependencia quiero significar que los instrumentos intelectuales, los órganos para la comprensión de los nuevos objetos específicos de las experiencias, son proporcionados por las ciencias naturales, no que los objetos experimentados en tanto experimentados deban 140 Dewey, John, El hombre y sus problemas. Versión castellana de Eduardo Prieto, Editorial Paidós, Argentina 1952 página 172 110 ser traducidos a objetos de las ciencias físicas: esta última concepción conduciría a un naturalismo como el materialismo mecanicista.”141 Otros elementos implicados en la crítica deweyana Es preciso afirmar que la crítica que Dewey hace a la filosofía en general es demasiado amplia. Acusar a la filosofía como tradición de no haberse ocupado de los verdaderos problemas que le competen es, sin duda, una afirmación que puede pecar al menos de generalidad. No obstante, la propuesta deweyana de interpretación de la tradición filosófica precedente debe ser examinada bajo la perspectiva de su contexto. Su crítica también es inseparable de su contexto histórico, en donde la filosofía es comprendida también como una expresión cultural, y en el que tales juicios a pesar de encontrar excepciones son pertinentes. Se trata ante todo de una crítica a la filosofía que sólo se ha interesado por una realidad superior que determina la tarea que debe realizar la investigación. La generalidad con la que Dewey se expresa es justificable en la medida en que tal punto de vista condiciona la forma en que el mundo es contemplado, de igual manera que el papel mismo de la filosofía. La interpretación que realiza Dewey de la historia de la filosofía como producto cultural le lleva a hacer generalizaciones que acaban en lugares comunes. En la historia de la filosofía muchos de los significados conferidos a las palabras e ideas se repiten y fijan en los sistemas. Dewey sostiene que, en la medida en que una filosofía se aparta de tales significados, tanto su autor como los sistemas mismos en cuestión se hallan en problemas. Incluso el empirismo, que parecería ser afín a la propuesta deweyana, se encuentra en problemas, en la medida que sigue atado en la perspectiva de la tradición. “En la historia de la filosofía hay una larga tradición de empirismo; en conjunto tal tradición, en su lógica y ontología, es particularista y nominalista, si no abiertamente sensualista. Cuando el empirismo se ha mantenido alejado de estas limitaciones, lo ha hecho en general considerando a la experiencia humana como una escala rota pero aún utilizable, para elevarse a una experiencia absoluta, y ha habido un vuelo hacia alguna forma de idealismo cósmico. La 141 Dewey, John, El hombre y sus problemas. Versión castellana de Eduardo Prieto, Editorial Paidós, Argentina 1952 página 173. 111 presentación de un concepto de la experiencia que la vincula con la naturaleza, con el cosmos, pero que sin embargo construiría su concepto de la experiencia sobre la base de las conclusiones alcanzadas en las ciencias naturales, encuentra dificultad en hallar modos de expresarse que no la reduzcan a alguna de las perspectivas opuestas a las que ha sancionado la historia”.142 El empirismo también se halla incrustado en tradición que contempla el mundo bajo las categorías de un saber absoluto e ideal, cercano por lo mismo al platonismo. Es por esta razón por la que Dewey no se adhiere a la propuesta empirista; ésta se halla enraizada también en la tradición, y la noción de naturaleza que tiene no es compatible con la propuesta de interacción entre naturaleza y experiencia elegida por aquél. Una de las críticas a la postura deweyana acerca de la experiencia fue realizada por Morris Cohen (ya ha sido comentada en este capítulo). Consiste en acusar a la perspectiva deweyana de exceso de antropocentrismo, y de ser incapaz de formular una teoría adecuada de la naturaleza no humana o física.143 Sostiene que el hecho de que la experiencia implique un elemento humano, es una limitación para una filosofía que considera la experiencia como fundamental en los asuntos humanos, dado que constituye su único material. Y que, por esto, tal filosofía no admite proposiciones en torno a cosas tales como, por ejemplo, el origen de la vida sobre la tierra, o los hechos de las eras geológicas anteriores al advenimiento del hombre, y por lo tanto necesariamente de la experiencia humana. La existencia de la experiencia es un hecho, como lo es también el que los órganos de la experiencia como nuestro cuerpo, el sistema nervioso, nuestros sentidos, nuestros ojos, etc., son los medios a través de los cuales accedemos al mundo no humano. Dentro del concepto de experiencia, en el contexto de la explicación deweyana, sobreviven entonces los siguientes interrogantes: 1. ¿Es la experiencia en sí misma natural, y considerable de este modo como un producto de la naturaleza? 2. ¿Es la experiencia en algún sentido algo supranatural, o subnatural y extraño? 142 Dewey, John, El hombre y sus problemas. Versión castellana de Eduardo Prieto, Editorial Paidós, Argentina 1952. 143 El artículo escrito por Cohen se titula “Some Difficulties in John Dewey’s Antropocentric Naturalism”, publicado por primera vez en The Philosophical Review, Vol XLIX, 1940 y después incluido en Studies in Philosophy and Science, N York, Henry Holand Co.,1949. 112 3. Si se considera que la experiencia es algo natural, ¿cómo puede describirse la continuidad entre la experiencia y la naturaleza? La respuesta de Dewey al primer interrogante es ciertamente afirmativa. No sólo la experiencia es natural, sino que se trata de la experiencia del género humano, con la que la naturaleza ha dotado nuestro cerebro y nuestros sentidos, configurando de esta manera un aparato de conocimiento que depende de nuestra estructura biológica. Así, en las cosas experimentadas como objetos de la experiencia humana se encuentran cualidades y relaciones que no dependen de los objetos físicos, como sus propias cualidades, valores y fines. Dewey ha sostenido que el dominio del deseo, los sentimientos y la fantasía del hombre ha de estar tan presente en una teoría filosófica como lo puede estar la física matemática: “Las cualidades y los valores que no son caracteres de los objetos de la ciencia natural tal como se los conoce ahora, estuvieron en un tiempo fundidos con el material de lo que se consideraba era la ciencia. Toda cosmología clásica o teoría de la naturaleza está construida de esta manera. El progreso de la misma ciencia material es lo que ha destruido aquella cosmología, y como prueba la historia de la filosofía moderna, esta destrucción produjo la crisis representada por la separación que se expresa en la oposición dualista del sujeto y el objeto, del espíritu y la materia, de la experiencia y la naturaleza. El problema aquí implicado es tal que todas las filosofías deben enfrentarlo: cualquier opinión, como la que yo he expuesto, puede sólo se criticada inteligentemente desde el punto de vista de alguna teoría opuesta, en tanto las teorías de la bifurcación padecen por dificultades y complicaciones que les son propias tal como lo demuestra con abundancia la historia del pensamiento moderno. La afirmación de la continuidad de la experiencia y la naturaleza tiene sus dificultades. Pero no se las resuelve, ni se refuta la teoría, traduciendo su contenido en los términos de una teoría que afirma que la presencia del factor humano en la experiencia cierra el paso desde la experiencia al mundo no humano y físico. 144 El significado de la experiencia es mucho mayor que el que la tradición le ha otorgado. La experiencia deweyana se inscribe en la noción ofrecida por James, en la que la vida e historia de los hombres abarca la totalidad de lo que hacen y padecen, lo que luchan por conseguir, lo que se ama, se cree, se soporta. Esta noción amplia de experiencia es ciertamente una de las estrechas relaciones entre Dewey y James. “Experiencia denota el campo plantado, la simiente sembrada, las cosechas recogidas, los cambios del día y de la noche, de la primavera y del otoño, de la humedad y sequedad, de calor y de frío, que se observan, se temen, se ansían, y denota también aquel que planta, y cosecha, 144 Dewey, John, El hombre y sus problemas. Versión castellana de Eduardo Prieto, Editorial Paidós, Argentina 1952. Página 176. 113 trabaja y se recrea, espera, teme, hace planes, invoca la magia o la química en su ayuda, aquel que resulta abatido o triunfante. Es una palabra de doble filo en cuanto su integridad primaria no reconoce división alguna entre el acto y el material, el sujeto y el objeto, sino que contiene a ambos en una totalidad no analizada todavía. ‘Cosa’ y ‘pensamiento’ como dice James en el mismo texto, son de un solo filo; se refieren a productos discernidos por la reflexión en la experiencia primaria.145 El carácter de la experiencia como algo supranatural es abiertamente negado. No sólo no es algo sobrenatural, y menos aún subnatural en sentido de inferior, como lo ha querido sostener la tradición. La experiencia, en sentido estricto, es el modo como el conocimiento es posible, es en ella como opera la ciencia misma; y el propio modelo de la ciencia se sirve de ella como criterio de cientificidad o de “verdad” en pleno sentido instrumental y pragmatista. La experiencia no solamente se halla ligada a la naturaleza, sino que al contexto de la naturaleza, a los dones biológicos con los que se ha dotado el conocimiento humano, a los que inseparablemente se encuentra ligada. Esto lleva a pensar que no hay otra forma distinta de experiencia que la que resulta de la interacción entre nuestros condicionamientos biológicos y la naturaleza en sentido estricto. Tal postura ha sido criticada por Cohen, como lo hemos referido. Sin embargo, tal crítica es contestada por Dewey con varios argumentos146. El método empírico es el único método capaz de hacer justicia al concepto amplio de experiencia. La razón de la incapacidad de los demás métodos propuestos por la tradición consiste en que tales métodos empiezan por los resultados de una reflexión que rasgó de modo injustificado el objeto de la experiencia y las operaciones o estados en los que consiste la experiencia misma, como cosas distintas y separadas. “El problema es entonces el de juntar de nuevo lo que se separó [...]. Para el método empírico no hay nada tan imposible de resolver como este problema. Su problema es del de registrar cómo y por qué se diferencia el todo en sujeto y objeto, naturaleza y operaciones del espíritu. Hecho esto, está en posición de ver a qué efecto se hizo la diferenciación: cómo funcionan los factores diferenciados en la ulterior dirección y enriquecimiento de los objetos de la experiencia en bruto pero total. El método no empírico parte de un producto de la reflexión como si fuese lo originalmente ‘dado’ ”147 145 James,William. Essays Empiricism, página 10, citado por Dewey, John en Experience and Nature, Ob cit página 12. El artículo escrito por Cohen se titula “Some Difficulties in John Dewey’s Antropocentric Naturalism”, publicado por primera vez en The Philosophical Review, Vol XLIX, 1940 y después incluido en Studies in Philosophy and Science, N York, Henry Holand Co.,1949. (Ver además nota anterior) 146 Ver Nota anterior. 147 Dewey, John. Experience and nature. Ob cit. Página 13. 114 Tal es la constante y reiterada crítica de Dewey al método no empírico: la injustificable separación entre objeto y sujeto, espíritu y materia (bajo cualquier palabra o denominación con las que nos refiramos a ellos), como entidades separadas e independientes. De aquí la necesidad de reconstrucción de la filosofía. Se trata de superar el pensamiento dicotómico que ha fragmentado la realidad y ha dejado a la experiencia al margen del conocimiento, en función de la búsqueda de un conocimiento “verdadero”, estrechamente vinculado con la tradición y la dominación. Al cumplimiento de tales funciones sociales estuvo estrechamente ligada la filosofía. El papel renovado de la filosofía de Dewey posee entonces en esta línea de pensamiento una nueva y particular característica. Si bien la filosofía debe adquirir el método de la ciencia, como lo ha propuesto en reiteradas ocasiones en sus obras, la misión de la filosofía es también de carácter moral, es decir, práctico. Las filosofías que no reconocen esta función en la filosofía contienen propiedades indeseables que las llevan a proclamarse como puramente congnoscitivas, lo que las pone en condición de rivalizar con la ciencia, y a descuidar el campo que tienen como propio, esto es, la posibilidad de dirigir la actividad humana en el reino de los valores.148 Pero no se trata de funciones separadas o independientes. También aquí se trata de superar todo dualismo, todo pensamiento fragmentador. La función de la filosofía ha sido explicada de modo claro en la obra The quest for Certainly: “¿Cuál sería la función de la filosofía si cesase de tratar el problema del conocimiento de la realidad en general? De hecho su función consistiría en facilitar la fecunda interacción de nuestras creencias cognoscitivas, nuestras creencias fundadas en métodos de investigación más seguros, con las creencias practicas en torno a los valores, los fines y los propósitos que deberían dirigir la acción humana en las cosas en que tienen una importancia humana amplia.”149 La otra dimensión del método empírico consiste en servir de criterio en el examen de los métodos no empíricos de la tradición. Su posición crítica se encargará de señalar que tales métodos no dan una satisfactoria explicación sobre el proceso del conocimiento, es decir, en fijar sus contradicciones y debilidades: 148 Cifrado Dewey, John, El hombre y sus problemas. Versión castellana de Eduardo Prieto, Editorial Paidós, Argentina 1952. Página 176. 149 Dewey, John. The Quest for Certainty, pág 10. 115 “El método no empírico tiene el deber de responder cómo es posible el conocimiento, es decir, cómo un mundo exterior puede afectar a un mundo encerrado en su intimidad, y cómo los actos del espíritu pueden llegar más alla de éste y hacer presa en objetos definidos en contraposición a ellos. Naturalmente ese método se siente perplejo para responder, puesto que sus premisas hacen del hecho del conocimiento un hecho que ni es natural ni es empírico. Tal pensador se vuelve un materialista metafísico y niega la realidad a lo espiritual; tal otro se vuelve idealista psicológico y sostiene que la materia y la fuerza son acontecimientos físicos simplemente disfrazados. Van proponiéndose soluciones en un esfuerzo desesperado, o bien las diferentes escuelas amontonan una complicación intelectual sobre otra simplemente para llegar por un largo y tortuoso camino a aquello que la experiencia ingenua tiene ya en su propio poder.150 Para el empirismo naturalista el problema clásico entre sujeto y objeto no está en su relación bajo un a priori que los separa, con las consecuencias que inevitablemente siguen a tal separación. La vía del empirismo naturalista consiste en distinguir en la reflexión lo físico y mantenerlo en aislamiento temporal para retornar a la experiencia con espíritu de prueba, es decir, con el espíritu experimental renovado por los objetos secundarios de la reflexión: “La respuesta no hay que buscarla lejos. Distinguir en la reflexión lo físico y mantenerlo en aislamiento temporal es entrar por la ruta que conduce a los útiles y las tecnologías, a la construcción de mecanismos, a las artes que se siguen del despertar de las ciencias. Es evidente que estas construcciones hacen posible una mejor regulación de los asuntos de la experiencia primaria. La respuesta son la ingeniería y la medicina, todas las cosas útiles al despliegue de la vida. Se administran mejor las viejas cosas familiares y se inventan nuevos objetos y satisfacciones. De la mano de esta superior destreza en la regulación va un enriquecimiento de la significación y del valor de las cosas, haciendo una clarificación, una creciente profundidad y continuidad, resultado más precioso aún que el superior poder de regulación.151 Dewey acude a la historia de la ciencia como prueba de que el ensanche de instrumentalidades cada vez más provechosas y eficaces para hacer frente a las condiciones de la vida ha aplicado plenamente el uso del método naturalista empírico. Por el contrario, el método no empírico, abandonándose al mundo de los objetos secundarios de la reflexión, ha descuidado la conexión de estos con el mundo de la experiencia, dejando un cuadro de cosas y resultados ajenos en su totalidad a la experiencia, y más que aislados, abiertamente en oposición. Tal oposición se hace evidente en la inutilidad de semejantes reflexiones para cualquier proyecto de ingeniería, de salud pública o cualquier proyecto de verdadera necesidad y utilidad humana. En esta vía, el reconocimiento del método empírico se constituye en una forma de liberarse de los demás métodos que son en definitiva fuente de opresión para la imaginación. Se llega al absurdo de 150 151 Dewey, John. Experiencie and Nature. Ob cit Cap I página 14. Dewey, John. Experiencie and Nature. Ob cit Cap I página 14. 116 ser simplemente experiencia de sí mismo, de estados y procesos de conciencia, en lugar de serlo de procesos de la naturaleza. De tales estragos tenemos como sobresaliente muestra la filosofía cartesiana con la que se afirma haber comenzado la modernidad: “Desde el siglo XVII ha hecho estragos en filosofía esta concepción de la experiencia como algo equivalente a una conciencia subjetiva y privada contrapuesta a la naturaleza, que por su parte consistiría exclusivamente en objetos físicos. Esta concepción es responsable del sentir mencionado al principio, según el cual ‘naturaleza’ y ‘experiencia’ son nombres de dos cosas que no tienen nada que ver una con otra”152 152 Dewey, John. Experiencie and Nature. Ob cit Cap I página 15. 117 SECCION 2. ANALISIS DE LA ESTRUCTURA Y DE LAS APLICACIONES DEL METODO EMPIRICO O DENOTATIVO Hemos descrito brevemente el método empírico o denotativo en el Capítulo II, Secciones 2 y 3. El esfuerzo de Dewey por explicar el proceso de conocimiento vinculado con la experiencia fue desarrollado en su obra Experience and Nature. Sobre el tema hemos venido señalando el papel de los así llamados “objetos secundarios” con los que se pretende dar cuenta del proceso del conocimiento científico, y también del conocimiento ordinario. El contenido de su reflexión versa sobre las relaciones existentes entre los objetos de la experiencia primaria y los de la secundaria o reflexiva. Naturalmente los hechos de la experiencia primaria presentan problemas y a la vez proporcionan los primeros datos de reflexión que construyen los objetos secundarios. Tales objetos secundarios adquieren consistencia cuando se retrotraen a la experiencia bruta o macroscópica, pero es preciso hacer un análisis del significado de tales objetos primarios y secundarios en el contexto del método empírico y su estructura. Dewey sostiene que los objetos secundarios explican los primarios, y nos capacitan para apoderarnos con la inteligencia de tales objetos. Los objetos secundarios nos permiten un camino con el cual reexaminar los objetos primarios de la experiencia. Las cualidades que antes se encontraban en los objetos de la experiencia primaria dejan de ser detalles aislados, para adquirir significación mayor en un sistema de objetos relacionados. Tales objetos secundarios pasan a conformar parte integral de la naturaleza y participan ahora del sentido de las cosas, con las que se las ve sin solución de continuidad. Para este propósito, Dewey hace uso de ejemplos de su época. Trae a colación a Darwin quien haciendo uso primero de palomas y ganado, así como de plantas cultivadas por jardineros, llegó a conclusiones que eran contrarias a las creencias del momento. Pero en su caso, y en el de sus seguidores, se emplearon hipótesis como ideas directivas para hacer nuevas observaciones y experimentos con los objetos de la experiencia primaria. Otro tanto puede decirse del trabajo de Einstein, cuyos objetos secundarios de reflexión son en extremo refinados para justificar algo de la experiencia bruta, como lo es la desviación de la luz en presencia del Sol. Pero en esta dirección argumentativa, sus propios ejemplos demuestran que es la experiencia la que pone en evidencia la coherencia de tales objetos secundarios y su papel de 118 conocimiento. Tal y como ya hemos dicho, el significado de tales objetos secundarios es el de un puente colgante entre los fenómenos o hechos. No son sus ejemplos meras analogías. Son evidencias del modo con el que opera la ciencia. Los fenómenos observados durante un eclipse pusieron de manifiesto que la teoría einsteniana de la desviación de la luz era sostenible, y entonces los fenómenos de la experiencia ordinaria asumen en este camino un cambio significativo en su interpretación. La experiencia ordinaria está plagada de detalles que en lo cotidiano carecen de signficado, y que en el contexto de la ciencia pueden adqurirlo de modo elástico y expansivo mediante el trabajo científico. Tal método empírico o denotativo es a su vez el modo con el que se niega la validez del método no empírico del filosofar, pues cree servir de base a la teoría, y abandona el camino de regreso a la experiencia primaria con el consecuente fracaso. La justificación de ese fracaso obedece a varios factores que deseo volver a mencionar: 1. A la ausencia de verificación, y a la ausencia incluso de motivación por la comprobación. 2. Ausencia de enriquecimiento de la experiencia primaria en su signficación, como consecuencia de que los objetos secundarios no son retrotraídos a la experiencia. 3. Deficiencia funcional que revierte de modo negativo sobre la filosofía misma. La ausencia de verificación es en suma el elemento que hace del método no empírico de filosofar una actividad que consolida su dogmatismo. Evitando ponerlo a prueba para examinar sus consecuencias sobre la experiencia ordinaria, se convierte en sentido negativo en “abstracto” y arbitrario. La resultante de estos tres erores trae como consecuencia el descrédito mismo de la filosofía. Aquí la crítica al hegelianismo es clara: “Los objetos de la reflexión filosófica, al alcanzarlos por medio de métodos que les parecen racionalmente imperativos a quienes los emplean, se consideran como ’reales’ en sí y por sí -y hasta como real por excelencia. Pero entonces resulta un problema insoluble, el de por qué son lo que son, e incluso por qué existen pura y simplemente las cosas de la experiencia primaria” La afirmación de Dewey es ciertamente demoledora. Se trata del conflicto propiciado por el idealismo en el que se ven enfrentadas las cosas “reales”, es decir ideales, con las cosas de la experiencia bruta. Esta circunstancia no es otra distinta que la propiciada por la filosofía platónica y el platonismo. Si las cosas de la experiencia ordinaria entran en conflicto con las 119 cosas “reales”, entendiendo por ellas las ideales, o dotadas de una existencia más plena, no queda otra alternativa que considerar tales cosas de la experiencia ordinaria como simples sombras de lo real. La denuncia deweyana pone en evidencia las redes del platonismo en las que se encuentra el filosofar, que no reconoce la experiencia primaria como el lugar en el que se realiza el conocimiento como proceso y como acción. El Método empírico en contraposición al método no empírico: raíces de una larga confrontación Las ideas de Platón son las piezas sobre la cuales se establece el pensamiento dicotómico que será objeto de las más duras críticas de Dewey. La teoría de las ideas supone la aceptación de realidades absolutas, eternas, inmutables, universales e independientes del mundo de la experiencia ordinaria. Tal es la vía que permite hablar en términos absolutos de belleza, bondad, justicia, de las que derivan su entidad todas las cosas que llamamos buenas, por ejemplo. El alcance de tal planteamiento penetra en toda la filosofía, particularmente en la ética, en la política, y en general en la organización social humana que posibilita la existencia misma de la filosofía. Se trata, pues, de un planteamiento que reconoce posteriormente el mundo cristiano occidental, configurando de modo ineludible todas las raíces de su discurso. La palabra Idea ( Idea / eidos) es aplicada por Platón al mundo de “las formas” o realidades supremas. Dos siglos antes de Platón la escuela de Mileto y los presocráticos habían pretendido reducir la variedad del mundo físico a una única sustancia subyacente que respondía a la pregunta ¿de qué esta hecho el mundo?. Anaxímenes y Anaximandro, junto a los demás presocráticos, influyeron notoriamente en constitución del pensamiento platónico; en particular Parménides, afirmando la existencia de lo Uno, que eterno e inmovil negaba la posibilidad de todo cambio en los llamdos seres “sensibles”. La honda raíz griega de tales planteamientos con los que se gestó la filosofía en sus inicios vició desde el comienzo el discurso sobre la realidad, al escindir de modo irreparable el mundo en dos tipos de realidades, dicotómicas. Puede afirmarse que la presencia misma de los 120 sofistas cooperó en la consolidación del pensamieno dicotómico, al desviar la atención hacia las cosas del mundo práctico - en especial por su escepticismo y falta de fe en la posibilidad de conocer tales realidades absolutas-. De alguna manera Platón pone de manifiesto cómo el conocimiento es imposible, si es que conocimiento y sensación son la misma cosa.153La lógica del discurso socrático, y platónico posteriormente, está centrada en un modelo de definiciones bajo el cual cada una de ellas ha de ser universalmente válida, y por ello ha de remitir a una realidad permanente e independiente de cualquier ejemplar de la cosa definida. Una definición del hombre no lo es de ningún hombre en particular, sino del Hombre, como realidad independiente que continúa existiendo a pesar de que los hombres particulares perezcan. Esta realidad es el eidos, la forma platónica del Hombre. Como se ha dicho ya, las raíces del pensamiento platónico también beben de la escuela Eleática de Parménides, cuya concepción de lo Uno también debió conducirlo directamente a la noción de estas realidades abstractas. En efecto, el pensamiento de Parménides no puede estar más alejado de la clase de experiencia ordinaria que Dewey defiende. La filosofía tuvo el modelo platónico como el arquetipo a partir del cual se puede pensar el significado mismo del filosofar. Si bien se afirma que la historia de la filosofía es un conjunto de notas a pie de página de la filosofía de Platón -y tal afirmación puede ser discutida-, lo que sí puede sostenerse es que la filosofía que sucedió a Platón, - especialmente con Aristóteles-, se forja bajo una noción ya existente de lo que era la filosofía y su tipo de búsqueda. Era precisamente la lucha política en contra de los sofistas, la emergencia de la verdad como objetivo, y la elevación hacia formas abstractas que como realidades eternas constituían la fuente y el objeto mismo del filosofar. Aristóteles escribe ya para un público familiarizado con la filosofía de la Academia platónica. Y el devenir mismo de la filosofía se ve condicionado como el propio Rorty señala: "Si queremos podemos usar esa hipóstasis del mismo modo que los admiradores de Platón siempre han usado otras parecidas -belleza bondad y justicia. Esto es, podemos narrar una histoira sobre cómo nuestros avances en las artes, la ciencia, la moral o la política nos han acercado más a esas reificaciones. Con todo no está claro de qué sirve hacerlo. Sustanvizar esos adjetivos no ayuda a responder a preguntas escépticas del tipo: ¿cómo sabemos que el incremento de poder predictivo y de control sobre el medio (lo que incluye una mayor capacidad para curar enfermedades, fabricar bombas, explorar el espacio, etc) nos aproxima a la verdad, entendida ésta como una representación exacta del modo de ser 153 Ver Platón, Diálogos. Teeteto. 121 de las cosas en sí mismas, al margen de las necesidades e intereses humanos? ¿Cómo sabemos que más salud, seguridad, igualdad de oportunidades, longevidad, libertad frente a las humillaciones, y otros indicadores similares de mayor florecimiento humano, lo son también de un progreso social y político? Mucha gente todavía quiere que los filósofos aporten respuestas interesantes a preguntas como estas." 154 Siguiendo como hilo conductor el análisis de tipo socio-histórioco hecho por Dewey, se puede afirmar que la aparición de la filosofía platónica en el siglo V en Grecia estuvo rodeada por un momento en el que reinaba el escepticismo, a consecuencia de la presencia del discurso de los sofistas155. En oposición a este escepticismo sin esperanza, Platón insistía en la posibilidad del conocimiento y en la existencia de valores absolutos. Para ello era necesario establecer la existencia de una realidad objetiva y universalmente válida que era sostenible en su doctrina de las Formas o Ideas. Es posible también que Sócrates hubiese influido en Platón conduciéndolo en tal dirección, pero no cabe duda de que ambos recorrieron ese camino, aceptando la vía socrática de la definición. El método empírico como criterio de validez de las filosofías Dewey pretende atribuir al método empírico o denotativo la función de evaluar el papel de las diversas filosofías. Se trata de un largo proceso el que se ha vivido en el interior de la filosofía, en el que durante siglos se ha incurrido en el hábito de considerar que la función de la filosofía era investigar en ese campo abstracto ajeno a la experiencia que hablaba de las realidades absolutas. Si se examina detenidamente el análisis hecho por Dewey, se puede deducir que jamás en la historia de la filosofía se ha dado el valor a la experiencia que Dewey pretende. El mundo abstracto de las ideas de Platón se ha constituido en un hábito para la filosofía, y en general la experiencia ha quedado en el olvido para la reflexión filosófica. Es el contacto con la ciencia lo que permite poner en evidencia que la experiencia tiene el papel más importante en el proceso de conocimiento, y es precisamente este contacto el que hace reflexionar sobre el método empírico. De modo tradicional la ciencia también ha estado ligada a la experiencia, al 154 Rorty, R. Verdad y Progreso. Escritos filosóficos 3. Cambridge University Press 1994. Traducción de Angel Manuel Faerna García Bermejo.Paidós Barcelona 2000. Página 15. 155 Sobre el pensamiento de Platón en relación con la vida política de Grecia puede leerse entre otras obras: Plato, The Man and His Work, de A.E. Taylor, y también Plato’s Thougth, de G.M.A. Grube, Methuen and Comp. 1970 Versión en Castellano de Editorial Gredos traducida por Ángel González Álvarez, Madrid 1973 122 punto de que las relaciones entre la ciencia y la experiencia son realmente indistinguibles, de tal modo que “mencionar la experiencia solo sería duplicar con un término general lo abarcado en términos precisos.” 156 Sin embargo, si se examina la historia de la ciencia y de la técnica se observa que la experiencia no estuvo ligada a la ciencia en sus inicios. La experiencia era un instrumento de validación de principios en el Medioevo, y todavía esta influencia pervivía en los célebres “experiementos” galileanos. La estructura epistemológica del método empírico hace que el valor de la experiencia sea restituido, de modo que los objetos secundarios sean una vía de reingreso al mundo de la experiencia, permitiendo un nuevo contenido de significado con el que se gana una mayor fuerza de expansión y de interacción con la naturaleza. Esta vuelta a la naturaleza, mediada por el hecho de retrotraer los objetos secundarios a la experiencia ordinaria, es la que en definitiva sustenta la unión entre experiencia y naturaleza, en la simbiosis constante que es vivida por la ciencia. No hay pues espacio para la pretendida solución de continuidad entre experiencia y naturaleza. De ahí que sea el método el criterio según el cual pueda examinarse el valor de las filosofías: “¿Termina esta filosofía en conclusiones que al retrotraerlas hasta las experiencias de la vida ordinaria y las situaciones correspondientes las vuelven mas significativas? Se vuelven más luminosas? ¿Hacen nuestro trato con ellas más fructífero? Si por el contrario las cosas se vuelven más opacas de lo que eran en un principio y se les priva de la significación que primeramente habían parecido tener, se puede tener como criterio el rechazo de tales filosofías.157 La propuesta de Dewey consiste en examinar las filosofías en función de la experiencia misma. Esto podría llamarse una inversión del hábito que tradicionalmente se ha dado en la filosofía, para determinar su validez y “eficacia” en pleno sentido pragmatista. La filosofía ha de tener un valor medible en sentido práctico; debe ser evaluada en términos experimentales, del mismo modo que la ciencia misma.. No se trata, pues, de sustituir la filosofía por la ciencia, se trata de aplicar el método empírico de la ciencia a la filosofía. El método empírico como la forma de la investigación científica. 156 157 Dewey, John. Experience and Nature, Ob cit, cap I Dewey, John. Experience and Nature, Ob cit, cap I 123 Dewey se dirige de modo constante a las ciencias naturales, en las que resalta el hecho de que sus objetos secundarios o refinados son parte de la reflexión, y que se revierten de nuevo a la experiencia primaria, ensanchando de este modo su significado y permitiendo el conocimiento como proceso que redescubre lo nuevo a partir de lo viejo. Los objetos de reflexión de las ciencias naturales no se convierten en problema, sino en medios para dominar y utilizar de modo más amplio las cosas de la vida ordinaria. Ciertamente, ofrecen nuevos problemas de la misma índole, usando el mismo método y los mismo criterios de experimentación y verificación. Dewey cree que las ciencias naturales ofrecen el modelo aplicativo del método empírico, de tal suerte que los nuevos problemas que emergen como resultado de los procesos de interacción entre los objetos primarios y secundarios en el tránsito de la inteligencia, son resueltos con igual método, y proporcionan de este modo la oportunidad de propiciar nuevas investigaciones, cuyo fruto enriquece las experiencias anteriores que serán comprendidas a la luz de nuevos objetos secundarios. Por el contrario, el uso del método no empírico del filosofar cierra de modo permanente el camino. No hay más salida que el dogmatismo, y es en suma el dogmatismo de tal modelo no empírico el que ha ocupado a la filosofía durante siglos. Otra aplicación posee el método empírico, ser medio de análisis de la validez de cualquier filosofía. El método denotativo se constitue en el criterio de primer orden que examina el valor de cualquier filosofía mediante los siguientes interrogantes: “¿Termina en conclusiones que al retrotraerlas hasta las experiencias ordinarias de la vida y las situaciones correspondientes las vuelven más significativas, mas luminosas para nosotros y hacen nuestro trato con ellas más fructífero? ¿O acaban por volver las cosas de la experiencia ordinaria más opacas de lo que eran en un principio, y por privarlas de tener en “realidad” hasta la significación que anteriormente habían parecido tener? ¿Tiene por consecuencia el enriquecimiento e incremento del poder de las cosas ordinarias que son propios de los resultados de la ciencia física cuando se la aplica a los asuntos de la vida diaria, o viene a ser, en conclusión , un misterio el que estas cosas ordinarias sean los que son, y se deja a los 158 conceptos filosóficos permanecer separados en algún reino técnico privativo de ellos? Son ciertamente muchas las filosofías que acaban en conclusiones que condenan y desprecian la experiencia, induciendo a quienes las sostienen a pensar en la sublimidad de “realidades” 158 Dewey, John. Experience and Nature, Ob cit, cap I. página 12. 124 opuestas a la experiencia como proporcional a la distancia de las cosas de la vida ordinaria. Esta es en definitiva la causa del desprecio de la filosofía, en suma de su propio descrédito. Visto lo anterior en relación con el método empírico o denotativo, es preciso que se haga un análisis de su propuesta. El primer problema señalado por Dewey, en relación con el método no empírico, tiene como resultante la imposibilidad de explicar la naturaleza de la experiencia ordinaria. Lo hace del siguiente modo: “Como estricto resultado de estos tres yerros encontramos ese extraordinario fenómeno que explica la repulsión que tienen muchas personas cultivadas ante toda forma de filosofía. Los objetos de la reflexión filosófica, al alcanzarlos por métodos que les aparecen racionalmente imperativos a quienes los emplean, se consideran como “reales” en sí y por si -y hasta como lo reales por excelencia. Pero entonces resultan un problema insoluble el de por qué son lo que son, e incluso por qué existen pura y simplemente las cosas de la grosera experiencia primaria”159 Dewey sostiene que los objetos secundarios no acaban conviertiendo los materiales de que se derivan en un problema sino que por el contrario plantean nuevas perplejidades que no pueden resolver por sí solos. Es preciso volver a indagar sobre ellos, imitando así el modelo de la ciencia. La explicación de Dewey es ciertamente consistente cuando se piensa en el modelo de las ciencias naturales. Cómo opera la biología, cuáles son su método y sus problemas, y cómo la propuesta epistemológica pragmatista de Dewey sirve para resolverlos es en gran medida el objetivo general de este trabajo. Sin embargo, el análisis que corresponde a esta sección pretende examinar detenidamente la propuesta del así llamado método denotativo, y verificar su eficacia y consistencia de cara a los problemas de la ciencia. Es verdad que podemos hablar de objetos secundarios de conocimiento, refiriéndonos en este sentido a los resultados del razonamiento. La teoría matemática posee una solidez que hace pensar que la estructura pudiera existir por sí sola al margen de los acontecimientos de la experiencia. Sin embargo, esta asunción es la que ha hecho el pensamiento clásico a partir de los pitagóricos, Platón y el platonismo, abriendo la brecha entre los dos mundos a los que Dewey alude: un mundo inalcanzable y otro no nacido. La propuesta de comprender la teoría como un puente entre fenómenos observables se centra antes que en la naturaleza de los fenómenos y de la teoría, en la actitud del hombre que conoce, y su hábito de describir la 159 Dewey, John (EN, Cap I, 11) 125 naturaleza de las cosas. Aquí se evidencia precisamente el centro del pragmatismo como una actitud ante el conocer, que no se queda en la descripción del “ser” de las cosas, sino que se dirige al hacer. La actitud del método no empírico es calificada por el método empírico deweyano como una muralla que bloquea la investigación y cierra los caminos al conocimiento. Se trata más de acertijos que de conocimiento verdadero. Por el contrario, el método empírico no está sujeto a una interpretación contemplativa del conocer, sino a una actitud pragmática, en donde todo objeto secundario no es más que un paso explicativo entre una sucesión de fenómenos que, encadenados por la acción de tales objetos, explican el devenir de la ciencia. Hasta aquí puede verse cómo el pragmatismo deweyano constituye en gran medida un cambio de actitud, un filosofar diferente que no se inspira en una búsqueda del ser de las cosas sino de su transformación. El abandono de la actitud contemplativa que indaga el ser de las cosas es con toda su carga tradicional el “distintivo” de la actitud filosófica por excelencia. A pesar de ser una actitud tan tradicional, es preciso, en la propuesta reconstructiva, abandonarla y sustituirla por una actitud pragmático-instrumental, en que filosofía debe comprometerse con un conocimiento menos ligado a la autoridad y más ligado a los problemas humanos. Esta es la transformación de la filosofía mediante el método denotativo. La filosofía misma se constituye así en un método que busca resolver los problemas del hombre. Por el contrario, el método no empírico se ve en el problema de explicar el conocimiento desde su perspectiva absoluta, es decir, debe explicar cómo el mundo exterior puede afectar a un espíritu encerrado en su intimidad, y sobre todo cómo este espíritu puede llegar, más allá de sí mismo, a conocer los objetos definidos como contrapuestos a él. La crítica de Dewey a tal conocimiento consiste en afirmar que tal conocer ni es natural ni es empírico. Es preciso convertirse en un materialista de tipo metafísico, o por el contrario un idealista. El método no empírico se halla envuelto en el problema clásico del sujeto y el objeto, de igual modo que distinguió primeramente entre lo físico y lo psíquico o espiritual. El error estuvo en haber tomado lo físico y mantenerlo como una realidad distinta. “Cuando se aíslan los objetos de la experiencia a través de la cual se alcanzan, en la cual funcionan, queda reducida la experiencia misma al simple proceso de tenerla y este proceso es tratado, por consiguiente, como si fuese también completo de suyo. Llegamos al absurdo de un 126 proceso de experiencia que lo es lo de sí mismo, de estados procesos de conciencia en lugar de serlo de las cosas de la naturaleza.”160 En la propuesta deweyana sobreviven, no obstante, algunos interrogantes que deseo mencionar. Transformada entonces la filosofía, ¿queda en ella el método empírico como su método, y lo que la historia ha llamado “filosofía” resulta llamado a convertirse simplemente en un capítulo de la historia? Es posible que esta pregunta fuera contestada por Dewey de modo afirmativo. En realidad, Dewey no rescata de la tradición ningún elemento o sistema. La alusión al empirismo se limita a reconocer su posición crítica fente a la tradición, pero el empirismo es condenado igualmente en su juicio, por pertenecer de todos modos al modo clásico de filosofar, que quiere remontarse a un mundo absoluto desde la precariedad de los sentidos. Las menciones que Dewey hace a los demás pragmatistas son siempre tangenciales, sin admitir planteamientos que cooperen en su modelo naturalista. Simplificando, la condena de Dewey es de cierta manera generalizable a la historia de la filosofía. Si bien Platón es uno de los fílósofos cuyo influjo se deja ver en Aristóteles, como se verá el de Aristóteles en la tradición que le sucedió. Se trata, pues, no de una reconstrucción de la Filosofía, sino de una demolición. Los nuevos planos de trabajo proponen tareas específicas para la filosofía, entre las que destaca la reflexión moral, que será en gran medida la ocupación fundamental de la filosofía. ¿Qué es entonces la filosofía para Dewey? ¿En qué medida la propuesta deweyana evita ser un simple cientificismo? ¿Cuál es el alcance definitivo de la propuesta deweyana? 160 Dewey, John (EN, Cap I, 15) 127 CONCLUSIONES GENERALES La problemática epistemológica considerada por Dewey, y examinada en las páginas anteriores, contiene implicaciones de gran valor para la filosofía como actividad, para el modelo explicativo del conocimiento y de la ciencia, y para la filosofía de la biología. Señalaremos estos elementos a la luz de tres conceptos: la revisión de la filosofía, el discurso pragmatista antiepistemológico y el significado biológico del conocimiento. 1. Revisión de la filosofía La obra de Dewey puede ser considerada, sin ninguna duda, como una crítica y revisión de la filosofía tradicional. Su texto Reconstrucción de la Filosofía, además de cumplir este propósito, significa un esfuerzo por plasmar sus propias tesis. De modo singular, su trabajo se encuentra ligado a la historia, y en particular a la historia de la ciencia de los inicios del siglo XX -desde donde se quiere observar de modo crítico el peso de la tradición, cuyos conceptos y valores fueron acuñados en momentos muy distintos a la época vivida por Dewey-. Se trataba, pues, de una época en la que poco se sabía de lo que somos y de lo que podemos hacer, en especial por carecer de dos conceptos que en la ciencia moderna y en la perspectiva adoptada por Dewey serán definitivos: la evolución, que como concepto se inserta en la historia del pensamiento desde la segunda mitad del siglo XIX, y de otra parte el concepto de proceso biológico, a la luz del cual los eventos surgidos en la naturaleza poseen una interpretación que se aparta de modo radical de los mitos que han impregnado a la filosofía. Ambos elementos, en conjunción con el método científico -entendido como el método del conocimiento posible en el contexto de su naturalismo empírico-, establecen las coordenadas más firmes de su pensamiento: de una parte el naturalismo, y de otra el experimentalismo, con toda la carga de significado que posee la experiencia, interpretada de un modo diferente a como lo ha sido en la tradición. 128 La obra de Dewey es un constante combate contra los obstáculos intelectuales y materiales que impiden el crecimiento individual y colectivo. La filosofía tradicional ha sido sierva de instituciones que han fraguado en un poder que ha sembrado de fines últimos el destino del hombre y ha puesto como función de la filosofía el describirlos en un discurso dicotómico, muy distante de los hechos biológicos reales descubiertos e investigados en nuestro tiempo. El lector de la obra de Dewey está inclinado a pensar que el diagnóstico hecho consiste en haber leído la vida con categorías que la desvitalizan y la entorpecen y que en última instancia acaban por destruir su verdadero y vital significado. Esta lógica perversa es el origen de muchos errores de fondo en nuestras concepciones éticas, políticas y epistemológicas. En contra del idealismo hegeliano, y a pesar de haber influido notoriamente en la primera etapa de su pensamiento, Dewey se convence de la necesidad de que las verdades encontradas por la filosofía tengan una aplicación: “Si las verdades que vio Hegel no pueden establecerse como verdades directas, prácticas, es que no son verdades”161. El descenso desde las alturas metafísicas se lo permite la psicología. El deseo de redefinir en términos funcionales lo que el idealismo había impregnado de significado metafísico. La renovación de la filosofía comprende también otra renovación referida al concepto de lógica. La lógica no tiene otro significado que el de un conjunto de estrategias destinadas a resolver problemas o, dicho de otra manera, equivale a “maneras de investigar”. Ante las circunstancias ordinarias de la vida nos encontramos con cuatro tipos de problemas: los problemas “prácticos”, que son los problemas y apremios de la vida cotidiana; los problemas teóricos, que son los problemas de los que se ocupa la ciencia; los problemas de valor, que comprenden aquellas circunstancias en las que es preciso saber qué es lo que debe hacerse; y los llamados problemas de hecho, en los que hay un esfuerzo por describir algo. En cada tipo de problemas afrontado por el hombre para su resolución, éste emplea un patrón común que no está inscrito en ningún código normativo ideal, sino que es el resultado empírico que ha acompañado y hecho a la especie a lo largo de su evolución. La lógica es, pues, en la perspectiva deweyana, un investigar cómo se investiga, es decir una “teoría con contenido natural y experiencia” de cómo se investiga. Es en este sentido en el que la lógica de Dewey resulta ser también una historia de la lógica y una teoría del lenguaje, del juicio, de la 161 Carta a James A R.Angel de 1873, citado en Westbrook, Ob cit. Página 61. 129 inferencia, y una teoría de la ciencia. La lógica es una obra ambiciosa que compromete directamente a la filosofía en su conjunto.162 El papel de la filosofía es sintetizado así: “La filosofía deberá convertirse con el tiempo en un método para identificar e interpretar los conflictos más serios que tienen lugar en la vida, y en un método para proyectar maneras de enfrentarse a ellos: un método de diagnosis y prognosis moral y política.” 163 Dewey es consciente de que existe un grave peligro al atar el pensamiento a una época y a un determinado lugar. El peligro es precisamente que el pensamiento muera encadenado con el pasado, o que nazca muerto y, por tanto, incapaz de resolver y afrontar los problemas contemporáneos. Dewey señala que a los filósofos les cuesta aceptar que la filosofía no haya nacido para la eternidad, incluso luego de haber aprendido que todo lo demás tampoco está destinado a la eternidad. Sin embargo, la filosofía posee una responsabilidad seria con la condición humana, cual es la de cooperar en la resolución de problemas concretos y específicos. Introduciendo el método empírico en la práctica filosófica, la responsabilidad de la filosofía se consolida. Es esta la razón por la cual Dewey exige a la filosofía un compromiso con el cambio y con la generación de valores sociales que comprometan al hombre. Dewey está convencido de que, para asumir tal responsabilidad, la filosofía debe reconstruirse. La sólida dependencia de la experiencia es sin duda la pieza fundamental en reconstrucción de la filosofía. Se trata de suprimir los hábitos que han privado de significado a la experiencia, y también de una opción por un materialismo naturalista. Dewey es crítico frente a las interpretaciones que los teólogos hicieron del pensamiento evolucionista de Spencer. “Uno se acuerda de cómo muchos moralistas y telólogos celebraron que Herbert Spencer reconociera la existencia de una energía incongnoscible de la que brotarían los procesos físicos externos y las operaciones internas. Sólo porque Spencer llamó a su energía incognoscible ‘Dios’, esta descolorida pieza del muestrario metafísico fue saludada como una importante y agradecida concesión a la realidad de lo espiritual. De no ser por el fuerte arraigo del hábito de buscar justificación para los valores ideales en lo remoto y trascendente, seguro que el remitirlos de esta forma a un absoluto e incognoscible se habría juzgado de poco valor en comparación con las muestras que a diario nos proporciona la experiencia de cómo energías cognoscibles generan a nuestro alrededor valores preciosos.”164 162 No es el objetivo de este trabajo profundizar en las relaciones de la lógica con el lenguaje en la obra de Dewey. Baste referir una breve idea con alto nivel de anticipación a posteriores teorías, que sostiene que el lenguaje forma un sistema “práctico más que intelectual” cuyos signficados se implican con las tradiciones y ocupaciones técnicas establecidas en coordenadas sociológicas específicas. En esto es cercano al segundo Wittgenstein cuando comprende al lenguaje como una forma de vida. 163 Dewey, John. El carácter práctico de la realidad. ( 1908) Publicado en el libro “ Miseria de la Epistemología” Ob cit. Cap VII página 157-174. 164 Dewey, John, La influencia del darwinismo en la filosofía” MW,4:3-14 130 Se trata de una denuncia a una impotencia intelectual que caracterizó a la humanidad durante largos siglos. Según Dewey, esta tendencia a idealizar y racionalizar el universo a gran escala equivale a una incapacidad de gobernar el curso de las cosas que nos conciernen de manera concreta. La humanidad ha transferido a los hombros de esta trascendencia la carga de una responsabilidad que era incapaz de acarrear, pero de la que ahora debe hacerse cargo. Dewey resalta la necesidad de responsabilidad de la filosofía, renunciando al hábito de los ejercicios dialécticos, para pasar a vincular todas sus tesis a la prueba experimental, dirigida de modo explícito a la educación y la política. La lógica experimental traerá a la filosofía los cambios necesarios, con la ayuda de la biología darwiniana: “La pretensión de formular a priori la constitución legislativa del universo puede llevar por su propia naturaleza a un despliegue de ejercicios dialécticos. Pero también se caracteriza por apartar a esas mismas conclusiones de la sujeción a la prueba experimental, toda vez que, por definición, tales resultados no suponen diferencia alguna para el curso detallado de los acontecimientos. Por el contrario, una filosofía que rebaja sus aspiraciones a la tarea de proyectar hipótesis sobre el modo de educar y conducir la mente, individual y socialmente, queda sujeta a prueba según funcionen en la práctica las ideas que propone. Al imponerse a sí misma modestia, la filosofía adquiere al mismo tiempo responsabilidad.” La reconstrucción de la filosofía es precisamente rebajar sus aspiraciones a la formulación de hipótesis que tengan significado práctico en la vida del hombre, en vez de intentar alcanzar las leyes inmutables del universo en medio de una retórica dialéctica. El modo de pensar darwiniano no permite que existan formulaciones a priori acerca de la realidad. Dewey es consciente de que su propuesta afecta a los credos populares, y por supuesto a las filosofías de carácter absolutista. La tarea consiste en abandonar los viejos interrogantes, sustituyéndolos por otros nuevos, instaurados en una nueva actitud. El catalizador más disolvente de las viejas y también inútiles preguntas lo constituye precisamente El Origen de las Especies de Darwin. 2. Discurso anti-epistemológico Si bien hemos considerado que una de las tareas más sobresalientes de la obra deweyana consiste en reconstruir de modo crítico el quehacer de la filosofía, Dewey declara una abierta 131 batalla en contra de lo que él denomina la “industria epistemológica”, a la que califica de subgénero literario que, bajo el pretexto de sacar a la luz las esencias, fuentes y métodos del conocimiento, lo encierra en un laberinto de conceptos que no tienen relación con los seres humanos, quienes son en definitiva sus verdaderos protagonistas. El conocimiento sobre el que versa la epistemología que Dewey critica, está construido por seres humanos, esto es, sujetos biológicos y culturales, en cuyos procesos intervienen acciones físicas y orgánicas de raciocinio. El conocimiento no se relaciona, pues, con “mentes “ o “conciencias”, ni mucho menos de “espíritus” o “sujetos” que conocen mediante “intuiciones”, “sensaciones” o “ideas”. Todo ese discurso pertenece más a una “industria académica” que en definitiva crea “rompecabezas” que sólo existen para el epistemólogo, y que nada aportan para resolver la actividad humana más útil y más importante: “La epistemología clásica vendría a ser una industria académica de producción de rompecabezas que nada dicen y en nada ayudan a comprender y desarrollar la función humana más importante y más útil, y lo que es más, que escamotean con su insistencia en rebanar salomónicamente a los hombres en dos rodajas o hemisferios -el cognoscitivo o científico y el evaluativo o moral- su verdadera importancia y utilidad, que no es otra que favorecer el crecimiento del individuo y de la especie enriqueciendo la cantidad y la calidad de su experiencia (una experiencia, claro está, no lobotomizada del modo en el que se acaba de indicar.)165 La crítica a tal epistemología es aún más radical cuando afirma que tales problemas son “autoproblemas” es decir meras excusas para parecer que se hace algo intelectual, algo que tiene el aspecto pero no la sustancia de la actividad científica.166 El peor pecado cometido por la epistemología es haber transformado casi en una quimera su propio objeto de reflexión. Según Dewey, el sueño de esa razón epistemológica ha generado el monstruo del escepticismo. A pesar de que muchos epistemólogos se declaran en guerra contra éste, lo cierto es que, en sus esfuerzos por combatirlo, no hacen otra cosa que alimentarlo, al generar una hipertrofia de la actividad cognoscitiva que termina por engullir las cosas mismas que debían ser sus destinatarias. Esta critica la ha dirigido Dewey especialmente a dos formas antitéticas de idealismo: la de Hegel y la de Berkeley.167 El esfuerzo deweyano radica 165 El patrón de la investigación. NHC, 214 Ob cit Cifrado Ibid. El patron de la investigación. 167 Ver Dewey John. La evolución del pragmatismo norteamericano ( 1925). Publicado en edición castellana en el texto titulado “ Miseria de la Epistemología”.Biblioteca Nueva, Madrid 2000 página 61-80. 166 132 sustancialmente en sostener que el conocimiento es un hecho biológico del que participan todas las especies. No se trata de un problema, al modo habitual en que la filosofía y epistemologías clásicas nos han obligado a comprenderlo. Se trata de un hecho que puede ser descrito, comprendido; y que como toda actividad es susceptible de perfeccionarse. La perfección del conocimiento es posible a la luz del método empírico, desde el cual lo que hacemos puede ser calificado de “conocimiento genuino” que puede librarnos del error y la ilusión. Investigar en esta dirección es asumir la vía opuesta a la de los epistemólogos clásicos. Se trata de asumir esa vía que nos acerca al entramado de nuestras relaciones con los hechos. Estas relaciones tienen poco de “enigmático” tal y como al epistemólogo le gusta subrayar para envolverse en un halo de trascendencia engañosa. Estas relaciones tienen por el contrario mucho de vital, mucho de biológico. Por ello es preciso que se reafirme el significado biológico del conocimiento, con sus consecuencias para la filosofía y la biología. 3. Significado biológico del conocimiento. La obra de Dewey está indisolublemente ligada a la biología darwinista. El ensayo “La influencia del darwinismo en la filosofía”168 es una breve síntesis de tal hecho. El reconocimiento de que el darwinismo ejerce un papel definitivo para la filosofía es el elemento que gravita sobre toda la propuesta deweyana. Se trata de un compromiso que Dewey pretende mantener a lo largo de toda su obra, y que consiste en afirmar que las implicaciones filosóficas de la revolución biológica iniciada por Darwin son quizá más profundas y definitivas que las que se siguieron de la revolución newtoniana en la física. Dewey sostiene que el discurso darwinista propone una nueva “lógica”, un nuevo marco de catergorías descriptivas y evaluadoras que abre de modo definitivo las puertas a un naturalismo, y que da cuenta del pensamiento y de las ideas desde una perspectiva naturalmente antiesencialista. De este modo, la naturaleza comprendida bajo la tesis de la evolución choca frontalmente con el cosmos aristotélico, y rompe de modo definitivo con el 168 Este trabajo hace parte de una conferencia pública integrada en un ciclo sobre Charles Darwin y su influencia en la ciencia organizado por la Universidad de Columbia durante el invierno y la primavera de 1909. (Ver MW,4:3-14) Está también traducido en el texto titulado Miseria de la filosofía citado, página 49 a 60. ( Ver nota anterior) 133 fetiche del espíritu, obligando a la filosofía a asumir y reformular nuevas bases que doten de sentido la existencia humana y su dimensión moral y social. “Que la publicación de El origen de las especies marcó una época en el desarrollo de las ciencias naturales es cosa bien sabida para el lego. Que la combinación de las palabras mismas ‘origen’ y ‘especie’ entrañaba una revuelta en el ámbito de las ideas, e introducía un talante intelectual nuevo, es algo que el experto fácilmente pasa por alto”169 Durante más de dos mil años reinaron en la filosofía de la naturaleza concepciones que en el campo de la biología y del conocimiento se convirtieron en el mobiliario habitual de la mente, generando hábitos de pensamiento que condicionaron la forma de abordar tento los problemas filosóficos como los problemas cotidianos. La tesis de la permanencia absoluta, de lo inmóvil, era el lugar en que reposaban tales concepciones, hasta que El origen de las especies introdujo un modo de pensar que estaba destinado a cambiar de modo definitivo la lógica del conocimiento, y del mismo modo la política y la religión. La obra de Darwin precipitó una crisis, y parte de esta crisis fue apagada por las serias implicaciones teológicas que abrigaba. Sin embargo, Dewey afirma que la aparente disputa entre la ciencia y la teología, a raíz del evolucionismo darwinista, no fue tal y enmascaraba otra cosa. En realidad se trataba de una disputa en el interior de la ciencia misma, a partir de los cambios en la comprensión de su propia naturaleza, finalidad y objetivos. La revolución en la ciencia se vive más con Darwin que con Newton, pues las implicaciones de su modelo interpretativo comprenden no solo a la ciencia sino a la epistemología. Según Dewey la palabra “especie” condensa un gran significado histórico. Tan unida a la historia y la biología está la palabra especie, que los griegos, impresionados con la vida de animales y plantas, quisieron de igual modo explicar la vida de la mente y la sociedad: “Con el paso del tiempo, la interpretación de los griegos de ese misterio, la formulación que ellos dieron a la meta y al modelo de conocimiento, se incorporó a la palabra ‘especie’ y pasó a controlar la filosofía durante dos mil años. Así pues, para comprender el vuelco intelectual que se encierra en la expresión ‘origen de las especies’ es preciso que entendamos esa idea largo tiempo dominante, frente a la que dicha expresión se alza como una protesta.170 169 170 Dewey, John, La influencia del darwinismo en la filosofía” MW,4:3-14 Dewey, John, La influencia del darwinismo en la filosofía” MW,4:3-14 134 Dewey reconoce que el cambio, que tanto impresionó a los filósofos griegos, sucede de modo muy distinto en la vida y en las cosas inertes. Los cambios en la vida son ordenados y acumulativos, no destruyen como otros cambios, y siempre se realizan y completan. La vida que se refleja en el cambio de las semillas contiene todos estos elementos propios del cambio biológico. Tales cambios poseen igual desenlace en miles de individuos que están separados en el tiempo y el espacio: “Consideremos el modo en que los hechos de la vida impresionaron a los hombres. Sus ojos se posaron sobre ciertas cosas de tamaño menudo y frágil estructura. Tal como las percibían parecían a todas luces inertes y pasivas. De repente, en determinadas circunstancias, esas cosas- conocidas desde entonces como semillas huevos o gérmenes- empezaban a cambiar, rápidamente se alteraba su tamaño forma y cualidades. Ahora bien, cambios generalizados tienen lugar en muchas cosas (como cuando el fuego toca la madera). Pero los cambios en las cosas vivas son ordenados, acumulativos, tienden constantemente hacia una única dirección; no destruyen o consumen como otros tipos de cambios ni pasan sir dan fruto en un errático fluir; por el contrario, realizan y completan. Cada estadio sucesivo, no importa lo diferente que sea del anterior, conserva su efecto neto y, a la vez, prepara le camino de una actividad más plena por parte del que le sucede. En los seres vivos los cambios no ocurren del modo en que parecen ocurrir en otros sitios, cualquiera que sea su forma; aquí los cambios precedentes están regulados en vista de ulteriores resultados.171 Aristóteles dio el nombre de eidos a esa actividad formal que opera a lo largo de una serie de cambios que están ligados en un único curso. Los escolásticos tradujeron este término como species. De ahí el vigor que Dewey encuentra en la palabra especie. Es precisamente este concepto el que da origen a otros como forma fija y causa final, así como de la naturaleza, los cuales se constituyeron en elementos centrales del conocimiento. Sobre tal principio se hizo desansar la lógica de la ciencia. Ya hemos dicho cómo Dewey señala que tales principios inmutables se constituyeron el objeto del conocimiento. Captar ese fin que permanece en el cambio, y que mantiene a estos principios dentro de los límites de una verdad inmutable fue la interminable búsqueda de la filosofía durante siglos. Ante tal esatado de cosas, Dewey se rebela, y propone derribar semejante obstáculo con los elementos ligados al devenir de la propia natualeza: 171 Dewey, John, La influencia del darwinismo en la filosofía” MW,4:3-14 135 “No obstante, dado que el panorama natural que se ofrece directamente a nuestros ojos está en cambio, la naturaleza tal y como la experimentamos directa y prácticamente no satisface los requisitos del conocimiento. La experiencia humana fluye, de manera que las virtualidades de la percepción sensorial y de la inferencia basada en la observación están condenadas de antemano. La ciencia se ve compelida a dirigirse hacia realidades situadas por debajo, más allá de los procesos naturales, y a buscarlas mediante formas racionales que trascienden los modos cotidianos de percepción e inferencia.”172 La filosofía reinante en Europa durante dos mil años fijaba la noción de causa primera y final en todas las empresas intelectuales. La astronomía, la física y luego la química supusieron una dura sacudida a tal doctrina, y con posterioridad el concepto de selección natural darwiniano rompe definitivamente con tal modelo. Darwin propicia un cambio en la filosofía que de modo radical cambia las coordenadas de relación con la naturaleza: “La influencia de Darwin sobre la filosofía radica en haber conquistado el principio de transición de los fenómenos de lo vivo, permitiendo así que la nueva lógica se aplique a la mente, a la moral y a la vida. Al afirmar de las especies lo que Galieo había afirmado de la tierra, e pur si muove, Darwin emancipó de una vez para siempre las ideas genéticas y experimentales como un organon para formular preguntas y buscar explicaciones”173 Las implicaciones del pensamiento biológico darwinista son todavía incipientes y también inciertas. Dewey reconoce que estamos viviendo el amanecer de una transición intelectual de la que poco puede predecirse. A lo sumo pueden establecerse sus consecuencias generales y su efecto en la configuración de la mente, con sus dimensiones conscientes, inconscientes e instintivas. Todas las energías de la mente, condicionadas por estos factores, son el trasfondo de nuestras empresas intelectuales. Se trata pues, como lo ha dicho de modo explícito en su Reconstrucción, de abandonar de modo definitivo las viejas preguntas sustituyéndolas por otras nuevas, acordes con la vida y la cultura humana, con una nueva lógica para la filosofía y para la comprensión de la ciencia. El instrumentalismo de Dewey se sitúa en una línea que prolonga la filosofía de Peirce y de James, y donde el concepto de razón se propone como una facultad que reconstruye la experiencia mediante sus conceptos, juicios e inferencias, sin captar principios atemporales o esencias. Nada de esto es pensable si no se articula con la tesis de la evolución. En Dewey se observa la necesidad de volver a la naturaleza desde una mirada 172 173 Dewey, John, La influencia del darwinismo en la filosofía” MW,4:3-14 Dewey, John, La influencia del darwinismo en la filosofía” MW,4:3-14 136 práctica, con consecuencias determinantes para el llamado “discurso epistemológico”; en especial para la ciencia, y por su puesto para la filosofía. Las ideas, objetos y verdades son realidades “prácticas”, pero con sentidos diferentes. El descuido de James a la hora de distingiur estos sentidos fue lo que hizo posible las desviaciones en la interpretación del pragmatismo, que fueron la causa de las injustas acusaciones que lo asimilaron al idealismo, el voluntarismo o el irracionalismo. La epistemología deweyana es en cierta medida –como el propio James lo afirmara- una reelaboración del empirismo clásico, conjugada con la noción de evolución, y en la que el conocimiento depende de una lógica naturalista que sustituye la experiencia pasada por la experiencia futura como base metodológica. Este modelo empíriconaturalista es la forma del conocimiento que ha realizado el hombre en el devenir biológico de su historia, y el que de hecho estudia la biología. Las reflexiones sobre el conocimiento humano, como estrategia de resolución de problemas con raíces biológicas, abren un camino para comprender el significado de la ciencia. Por consiguiente, lo abren también para definir el papel de la filosofía y, por supuesto, de la filosofía de la biología. 137 CRONOLOGÍA DE JOHN DEWEY 1859 Nace en Burlignton, Vermont, USA. 1879 Se gradúa en la Universidad de Vermont. Inicia su actividad como profesor de escuela ( High school) en Oil City, Pennsilvania. 1881 Enseña en Charlotte, Vermont, y estudia filosofía con H. A. P. Torrey 1882 Se gradúa en la Universidad John Hopkins. 1884 Se doctora en la Universidad John Hopkins 1886 Se casa con Alice Chipman 1887 Trabaja como profesor de filosofía en la Universidad de Minessota 1889-1894 Profesor de Filosofía en la Universidad de Michigan. Profesor de filosofía, Director del Departamento de Filosofía, Psicología, y Educación de la Universidad de Chicago. 1899. Presidente de la Asociación Americana de Psicología ( 1889-1900) 1904 Profesor de Filosofía, en la Universidad de Columbia desde 1904 hasta 1930. 1905 Presidente de la Asociación Americana de Filosofía ( 1905-1906) 1915 Fundador y primer presidente de la Asociación Americana de Profesores Universitarios. 1919. Lecciones en Japón Lecciones en China 1924 Profesor visitante de escuelas en Turkía. 1926 Profesor visitante de escuelas en México 1927 Muerte de su esposa Alice 1928 Profesor visitante de escuelas en la Unión Soviética. 1929 Profesor emérito, Universidad de Columbia 1946 Matrimonio con Roberta Lowitz Grant 1952 Muere el 1 de Junio en Nueva York. 138 LA OBRA DE JOHN DEWEY: BIBLIOGRAFÍA Escritos de John Dewey La obra de Dewey ha sido recogida en sus Obras Completas, publicadas por Southern Illinois University Press, quedando dividida en tres partes: Early Works, Middle Works, y Later Works, que frecuentemente se citan con las abreviaturas ( EW = Early Works, MW= Middle Woks, y LW = Later Works), con su correspondiente tomo y página. The Early Works Of John Dewey, 1882-1898, Carbondale Southern Illinois University Press, 1967- 1972. 5 volúmenes. The Middle Works Of John Dewey, 1899-1924, Carbondale Southern Illinois University Press, 1976- 1983. 15 volúmenes. The Later Works Of John Dewey, 1882-1898, Carbondale Southern Illinois University Press, 1925-1953. 17 volúmenes. De este modo la fórmula EW, 3 :450, significa, por tanto, que pertenece al volumen 3 de los Early Works, en la página 450. De igual modo, la fórmula MW, 2:249 , significa que pertenece a los Middle Works, al volumen 2 página 249, etc. En las obras que poseen traducción al castellano, se citarán también las correspondientes versiones. Otras obras editadas independientemente, (algunas con traducción al castellano): 1. The School and Society. ( 1900) Chicago, Chicago University Press, ( Rev., ed. 1915, Paperback Phoenix Books, 1956. 2. The Child and the Curriculum, Chicago, Chicago University Press, ( Rev., ed. 1915, Paperback Phoenix Books, 1956. 3. How we Think. ( 1910) Boston D. C. Health and Co. ( Rev. ed 1933). Traducción al castellano de Antonio Caparros. Ediciones Paidós, 1989. 4. The influence of Darwin and Other Essays on Contemporany Thought. New York, Henry Holt and Company, ( Papperback Midland Books, 1965) 139 5. Democracy and Education,( 1916) New York, Macmillan Compani, (Macmillan Paperbacks, 1961). 6. Essays in Experimental(1916) Logic. Chicago University of Chicago Press, (Paperback, Dover Books, n.d.). 7. “The need for a Recovery of Philosophy” (1917) en “Creative Intelligence, Essays in the Pragmatic attitude”. New York, Henry Holt and Co., pp 3-69. 8. Reconstrucción in Philosophy, New York, Henry Holt and Co, ( Paperbackm enlarged edition, Beacon Press, 1957). Traducción al castellano de Amando Lázaro Ros. Editorial Planeta D’Agostini 1986. 9. Human Nature and Conduct. (1922) New York Henry Holt and Co., Modern Library edition, 1930. 10. Experience and Nature (1925). Chicago, Open Court Publishing Co. (Paperback, Dover Books 1958). Traducción al castellano de Daniel Cosío Villegas, con prologo a la versión española de José Gaos. Fondo de Cultura Económica, México D.F.,1948. 11. The Public and its problems ( 1927) New York, Henry Holt and Co. (Paperback, Alan Shallow, 1957). 12. Characters and Events: Popular Essays in Social and Political Philosophy.( 1929) New York Henry Holt and Co, 2 vols. (Paperback, Capriconr Books, 1959) 13. The Quest for Certainty (1929) New York, Minton Balch and Co. (Paperback, Capriconr Books, 1960). 14. Individualism Old and New. (1930) New York Minton, Balch and Co. (Paperback, Capriconr Books, 1962). 15. Philosophy and Civilization, (1931) New York Minton, Balch and Co. (Paperback, Capriconr Books, 1963). 16. Art as Experience ( 1934) New York Minton, Balch and Co 355pp Paperback, Capriconr Books, 1959) Traducción castellana editada por el Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires 1948. 17. A common Faith. ( 1934) New Haven, Yale University Press, (Paperback, Yale, 1960). 18. Liberalism and Social Action ( 1935) New York, G. P.Putnam’s Sons (Paperback, Capriconr Books, 1963). 19. Logic: The Theory of Inqury.(1938) New York, Henry Holt and Co. 140 20. Experience and Education. (1938) New York Macmillan Co. (Paperback, Collier Books, 1963). 21. Freedom and Culture.(1939) New York, G .P. Putnam’s Sons. (Paperback, Capricorn Books, 1963). 22. “Experience knowlwdge and value: a Rejoinder”( 1939) en Paul Arthur Schlipp, (ed.) The Philosophy of John Dewey. Evanston, Northwestern University Press, pp 517-608. 23. Problems of men. Philosophical Library. N York. Versión castellana de Euardo Prieto. Editorial Paidós, Buenos Aires, 1952. Bibliografias sobre la obra de Dewey Existen 3 grandes trabajos bibliográficos sobre los escritos de John Dewey, dos de los cuales están organizados de modo cronológico y el tercero por materias: 1. Writtings of John Dewey, 1882-1950, editado por Paul Arthur Schlipp, New York Tudor Publishing Company, 1951. 2. Writtings of John Dewey, en John Dewey: A Centennial Bibliography ( 1882- 1962) editada por Milton Halsey Thomas, Chicago, University of Chicago Press, 1962 pp 1-153 y 298. 3. Jo-Ann Boydstone, (ed.) Guide to the Works of John Dewey. Cabondale, Southern Illinois University Press, 1970. Las obras de Dewey han sido traducidas a varios idiomas. Para esta información puede consultarse la obra de Jo-Ann Boydstone y Robert L Andresen eds, John Dewey: A Chick list of Translations, 1900- 1967, Cabondale, Southern Illinois University Press, 1969. Bibliografía secundaria Para una lista de bibliografía secundaria sobre John Dewey ver: Writtings of John Dewey, en John Dewey: A Centennial Bibliography ( 1882- 1962) editada por Milton Halsey Thomas, Chicago, University of Chicago Press, 1962. Pag 195-293. 141 1. Alexander, T. John Dewey’s Theory of Art, Experience and Nature, State University of N York Press, 1987. 2. Boydstone, J A (ed). Guide to the Works of John Dewey, Carbondale Southern Illinois University Press, 1970. 3. Castillo, R. Conocimiento y Acción: el giro pragmático de la filosofía, Madrid, UNED 1995 4. Catalán, M. Pensamiento y Acción: teoría de la investigación moral de John Dewey, Barcelona, PPU, 1994. 5. Dykhuizen, G. The mind and the Life of John Dewey. Carbondale Southern Illinois University Press, 1973 6. Faerna, A. Introducción a la teoría pragmatista del conocimiento. Madrid Siglo XXI, 1996. 7. Gouinlock, J. John Dewey’s Philosophy of Value. Nueva York, Humanities Press, 1972. 8. Hook, s (ed). John Dewey, Philosopher of Science and Freedom. Nueva York, Dial Press, 1945 9. Mc Dermott John J. (ed.) The Philosophy of John Dewey. The University of Chicago Press. Chicago and London, 1973. 10. Mougán Rivero Juan C. Acción y racionalidad de la obra de John Dewey. Universidad de Cadiz, 2000. 11. Perez Tudela, J . El pragmatismo Americano: acción racional y reconstrucción del sentido, Madrid, Cincel, 1988. 12. Ratner, J. (ed). Intelligence in the Modern World: John Dewey’s Philosophy. Nueva York, Modern Library, 1939. 13. Rockefeller, S. C. John Dewey: Religious, Faith and Democratic Humanism. Nueva York, Columbia University Press, 1991. 14. Ryan, A. John Dewey and the High tide of American Liberalism. Nueva York, W. W. Norton, 1995. 15. Schlipp, P.A. (ed) The Philosophy of John Dewey.The Library of Living Philosophers, vol I La Salle, Northwestern University and Southern Illinios University Press 1939. 16. Sini, C. El pragmatismo. Madrid, Akal, 1999. 17. Thayer, H. S. Meaning and Action:A critical history of Pragmatism, Indianápolis, Hacket Publishing Co., 1981. 142 18. Tiles.J. E. John Dewey, Londres, Routledge 1992. 4 vols 19. Welchman J. Dewey’s Ethical Thought. Ithaca, Cornell University Press, 1995. Westernbrook, R. B. 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