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Arzobispado de Santiago
2. Miércoles de Ceniza
Miércoles 10 de Febrero de 2016
En el día de hoy, damos comienzo a un nuevo tiempo del Año Litúrgico: el Tiempo de Cuaresma,
que abarca desde el miércoles de Cenizas hasta el jueves Santo antes de la Misa de la Cena del
Señor. Es un tiempo de preparación de todo el pueblo de Dios para celebrar la Pascua del Señor;
tiempo especial de conversión, penitencia y ofrendas a Dios.
Este Tiempo de Cuaresma lo viviremos desde nuestra acción misionera, la cual hemos impulsado
con renovadas energías como Iglesia de Santiago, desde el año 2009; pero también, acogemos la
invitación que el Santo Padre nos realiza a vivir el año 2016 como un Año Santo de Misericordia.
Por lo tanto todas nuestras celebraciones litúrgicas deben de considerar ambos aspectos.
“La ceniza es signo de la caducidad del hombre y de su sujeción a la muerte. En este tiempo, en
el que nos preparamos para revivir litúrgicamente el misterio de la muerte en cruz del Redentor,
debemos sentir y vivir más profundamente nuestra mortalidad. Somos seres mortales y, a pesar de
ello, nuestra muerte no significa destrucción y aniquilación. Dios ha inscrito en ella la profunda
perspectiva de la nueva creación. Por eso el pecador que celebra el miércoles de Ceniza puede y
debe clamar: «Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme»
(Sal 50,12)” (Palabras del Papa San Juan Pablo II, en el miércoles de Ceniza de 1997). ” Que el
Señor nos dé un corazón puro, nuevo y lleno de esperanza, para que lo proclamemos a todos
nuestros hermanos y seamos testigos de la vida abundante que Él nos entrega.
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Durante la Cuaresma, el Miércoles de Ceniza y cada viernes son días de ayuno y abstinencia.
Es importante no perder de vista que practicarlos debe ayudarnos a entrar en esta dinámica
de convertir nuestro corazón y nuestra vida, practicando también la sobriedad y humildad, y
favoreciendo la caridad y fraternidad; es decir, apuntando a realizar un bien en nuestros hermanos.
(Mt 6, 1-18)
Recomendaciones para presbíteros y los equipos de Liturgia:
Día de ayuno y abstinencia e inicio de la campaña Cuaresma de Fraternidad
Color ornamentos: Morado
Para quienes rezan la Liturgia de las Horas: Tomo II – Salterio IV
Algunos aspectos prácticos para la celebración de la Eucaristía:
Ornamentos de color morado.
No hay canto de Gloria ni Aleluya.
Evitar las flores en el altar, como signo de sobriedad y humildad de la celebración. Se
puede adornar el altar con ramas verdes y/o plantas verdes.
Los cantos deben ir de acuerdo al tiempo litúrgico.
Se preparan las cenizas con los ramos y palmas del Domingo de Ramos del año 2015.
Preparar los pocillos con los cuales se va a imponer la ceniza.
Acordarse que el Miércoles de Ceniza se suprime el Acto Penitencial.
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Celebración de la Eucaristía
ANTÍFONA DE ENTRADA Cf. Sab 11, 23. 24. 26
Señor, tú eres misericordioso con todos y no aborreces nada de lo que has hecho, cierras los ojos
a los pecados de los hombres para que se arrepientan y los perdonas, porque tú eres el Señor,
nuestro Dios.
Se omite el Acto Penitencial
ORACIÓN COLECTA
Señor nuestro, concédenos iniciar con el santo ayuno cuaresmal un camino de verdadera
conversión y de afrontar con la penitencia la lucha contra el espíritu del mal. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los
siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Joel 2, 12-18.
La verdadera conversión es la del corazón.
Ahora dice el Señor:
Vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos.
Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor, su Dios, porque Él es bondadoso y
compasivo, lento para la ira y rico en amor, y se arrepiente de sus amenazas.
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¡Quién sabe si Él no se volverá atrás y se arrepentirá, y dejará detrás de sí una bendición: la
ofrenda y la libación para el Señor, su Dios!
¡Toquen la trompeta en Sión, prescriban un ayuno, convoquen a una reunión solemne, reúnan
al pueblo, convoquen a la asamblea, congreguen a los ancianos, reúnan a los pequeños y a los
niños de pecho!
¡Que el recién casado salga de su alcoba y la recién casada de su lecho nupcial!
Entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes, los ministros del Señor, y digan: “¡Perdona, Señor,
a tu pueblo, no entregues tu herencia al oprobio, y que las naciones no se burlen de ella! ¿Por
qué se ha de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?” El Señor se llenó de celos por su tierra
y se compadeció de su pueblo.
Palabra de Dios
SALMO RESPONSORIAL 50, 3-6A. 12-14. 17
Acogemos esta Palabra con el Salmo
R/. ¡Ten piedad, Señor, porque hemos pecado!
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame
totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado!
Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre ante mí. Contra ti, contra ti solo pequé
e hice lo que es malo a tus ojos.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me arrojes lejos
de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu.
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Devuélveme la alegría de tu salvación, que tu espíritu generoso me sostenga. Abre mis labios,
Señor, y mi boca proclamará tu alabanza.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 5, 20 - 6, 2
Pablo nos recuerda que para acoger la salvación hay que reconciliarse con Dios.
Hermanos:
Nosotros somos embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio
nuestro. Por eso les suplicamos en nombre de Cristo: déjense reconciliar con Dios. A Aquél que
no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros
seamos justificados por Él.
Y porque somos sus colaboradores, los exhortamos a no recibir en vano la gracia de Dios. Porque
Él nos dice en la Escritura: “En el momento favorable te escuché, y en el día de la salvación te
socorrí.” Éste es el tiempo favorable, éste es el día de la salvación.
Palabra de Dios
VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO Sal. 94, 8a. 7d
No endurezcan su corazón, sino escuchen la voz del Señor.
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EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 6, 1-6. 16-18
Dios conoce lo secreto de nuestro corazón. Son nuestras motivaciones, y no sólo nuestros
actos externos, los que estamos invitados a purificar en este tiempo.
Jesús dijo a sus discípulos:
Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de
lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre de ustedes que está en el cielo. Por lo
tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en
las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen
su recompensa.
Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna
quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes oren, no
hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las
calles, para ser vistos por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en
lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro
para que los hombres noten que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea
conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo
secreto, te recompensará.
Palabra del Señor
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APUNTES PARA LA HOMILÍA
1. Un tiempo de misericordia
Hoy comenzamos un tiempo de enorme bendición que nos prepara a vivir plenamente la Pascua
del Señor. Lo hacemos con toda la Iglesia Universal, encabezada por el Papa Francisco. En palabras
del Profeta Joel se trata de una gran convocación: “toquen la trompeta, convoquen la asamblea”.
Y esta vez nadie puede faltar. Ni siquiera los niños de pecho.
¿Cuál es la razón de esta asamblea? La razón es que comenzamos un tiempo de “gracia del
Señor” que llamamos de diversas maneras:
tiempo de Cuaresma, señalando los cuarenta días de este tiempo;
tiempo oportuno, el tiempo de la salvación (2 Cor 5, 2);
tiempo de conversión: Dios se convierte a nosotros y nosotros a nuestro Dios (Joel);
tiempo de una nueva oportunidad, de un nuevo comienzo que culmina con la renovación
bautismal;
o simplemente, tiempo de Misericordia.
En este año Santo, preferimos llamarlo así: “este es el día del Señor, este es tiempo de la
misericordia”. Y para eso, un primer ejercicio muy sencillo, volvamos a mirar las lecturas de esta
celebración e identifiquemos cuántas veces hemos pronunciado las palabras “misericordia y
compasión”. ¿Diez, once veces? No se trata sólo de palabras: estos son anuncios gozosos de nuestro
Padre Dios. Son también experiencias de los santos que han escrito estas páginas inspiradas. Son
el reflejo de nuestro propio corazón ya que, en la recitación del salmo, las hemos hecho nuestras.
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Algo semejante podríamos hacer con las palabras “perdón”, “conversión”, “volverse a Dios”… y
nos daría el tono completo de la melodía cuaresmal.
2. ¿Qué espera de nosotros el Señor?
Al abrir este tiempo de Cuaresma, nos parece oportuno repasar en comunidad la Carta que nos
envió hace meses el Papa Francisco, para introducirnos en el año Santo de la Misericordia. Es una
carta sencilla y afectuosa en que, con palabras muy evangélicas, el Papa nos abre su corazón y sus
deseos más profundos para cada uno de nosotros y para la humanidad entera. Su mismo nombre
es muy sugerente: “El Rostro de la Misericordia”. ¡¡Sí!! La misericordia tiene un rostro bendito: es
el Rostro de Jesús. Sus palabras, sus gestos, sus silencios, sus miradas, sus manos, su corazón, sus
entrañas, nos revelan la Misericordia de Dios. Por eso, quien ve a Jesús, ve a nuestro Padre Dios.
Este es, entonces, un tiempo para vivirlo “con los ojos fijos en Jesús que inicia y consuma nuestra
fe”. Fijos en su rostro bendito y resplandeciente que contemplaremos el II Domingo de Cuaresma.
Tal vez algunos de ustedes se acordarán de la visita del Papa Juan Pablo II, cuando en el Estadio
Nacional, con un gesto imperativo y un tono inolvidable nos dijo ¡“miradlo a El”!, mientras dirigía
nuestra vista al Rostro de Cristo que coronaba el Estadio.
Hoy Francisco agrega “escuchadlo a Él” sobre todo en este tiempo en que las lecturas de los
profetas, Miqueas, Isaías y Oseas, nos hablan con tanta claridad de la Misericordia de Dios. En
palabras de Francisco:
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“La Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento
fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios. ¡Cuántas páginas de la
Sagrada Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma para redescubrir
el rostro misericordioso del Padre! Con las palabras del profeta Miqueas también
nosotros podemos repetir: Tú, oh Señor, eres un Dios que cancelas la iniquidad
y perdonas el pecado, que no mantienes para siempre tu cólera, pues amas la
misericordia. Tú, Señor, volverás a compadecerte de nosotros y a tener piedad de
tu pueblo. Destruirás nuestras culpas y arrojarás en el fondo del mar todos nuestros
pecados (cfr 7, 18-19)” [MV 17].
Así también las palabras de Isaías nos conminan a vivir con entusiasmo la oración, el ayuno y
la caridad, propias de este tiempo, desterrando la violencia, el gesto amenazador, y traduciendo
estas virtudes en actos de solidaridad y de justicia con los más pobres y desamparados:
“Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si partes tu
pan con el hambriento y sacias al afligido de corazón, tu luz se alzará en las tinieblas y tu
oscuridad será como al mediodía”(Is 58).
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Dicho de otra manera, es una invitación a vivir intensamente las Obras de Misericordia, las
corporales y las espirituales, no sólo individualmente sino en comunidad:
“Redescubramos las obras de misericordia corporales: dar de comer al
hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir
los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y no olvidemos las obras de
misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir
al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas
molestas, rogar a Dios por los vivos y por los difuntos” [MV 15].
3. ¡Conviértete y cree!
En un momento más recibiremos la ceniza en nuestra frente junto a las palabras “conviértete y
cree en el Evangelio”. Es el signo del comienzo de este tiempo de gracia. Un tiempo penitencial
con que reconocemos nuestra fragilidad expresada en la ceniza. Un signo de que recorreremos
este itinerario de la mano del Señor, poniendo en El toda nuestra fe. De El y de su Espíritu Santo
procede la energía para cambiar de vida. Ellos pueden hacer de estos barros (ceniza) grandes
maravillas. Esto es mucho más que un acto de voluntad. Al revés: es un acto de confianza. Es
un don de Dios que recibimos con humildad para poner nuestra parte en este camino que nos
conduce a la Vida, realizando lo que la Iglesia nos pide.
En este caminar no olvidemos a la Virgen María. Pidámosle que “vuelva a nosotros sus ojos
misericordiosos…y nos muestre a Jesús, el fruto bendito de su vientre”. Amén.
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Después de la homilía el sacerdote, de pie, con las manos juntas dice:
Bendición de la Ceniza
Queridos hermanos: oremos a Dios, nuestro Padre, para que se digne bendecir con su
gracia estas cenizas que vamos a imponer sobre nuestras cabezas en señal de penitencia.
Y después de una breve oración en silencio, prosigue con las manos extendidas:
Dios nuestro, que te conmueves ante quienes se humillan y hacen penitencia, escucha con
bondad nuestra súplica y derrama la gracia + de tu bendición sobre estos hijos tuyos que van
a recibir las cenizas, para que sean fieles a las prácticas cuaresmales y así lleguen a celebrar,
con un corazón puro, el misterio pascual de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Al imponer las cenizas sobre cada uno de los fieles, el sacerdote dice a cada uno de
ellos, una de estas dos moniciones:
CONVIÉRTETE Y CREE EN EL EVANGELIO Mc 1, 15
RECUERDA QUE ERES POLVO Y EN POLVO TE CONVERTIRÁS Cf. Gn 3, 19
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ORACIÓN UNIVERSAL
Nos ponemos en manos del Señor, confiando en su misericordia como hijos:
- Para que este tiempo de Cuaresma sea fecundo en la fe, la oración y la conversión del corazón.
Que podamos vivirlo con sencillez y esperanza. Roguemos al Señor.
- Para que el Señor nos regale la fuerza y disposición de ánimo para renunciar alegremente a
algunos bienes y alimentos como testimonio del Evangelio. Roguemos al Señor.
- Para que la conversión de nuestra comunidad y nuestra Iglesia pueda ser una buena noticia
para aquellos que miran con desconfianza o falta de fe la vida eclesial. Roguemos al Señor.
- Para que, abandonados a la misericordia del Padre, podamos ser nosotros signos vivos de su
misericordia y reconciliación allí donde hay discordia y discusiones. Roguemos al Señor.
- Para que este tiempo de Cuaresma, que hoy iniciamos, nos anime a transformarnos en
verdaderos discípulos misioneros de Jesús, para nuestros hermanos que viven en sus periferias
existenciales. Roguemos al Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Al ofrecerte el sacrificio con el que iniciamos solemnemente la Cuaresma, te pedimos, Señor,
que por las obras de penitencia y caridad, dominemos nuestras pasiones y, limpios de pecado,
podamos celebrar con fervor la Pasión de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos
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ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cf. Sal. 1, 2-3
El que medita la ley del Señor de día y de noche, da fruto a su debido tiempo.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Fortalécenos, Señor Dios, con los sacramentos recibidos para que nuestro ayuno sea agradable
a tus ojos y cure todos nuestros males. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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