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Resumen
Texto: Charles Gide: Una Referencia Singular para Identificar la Economía Social
y definir su Identidad.
Autora: Mirta Vuotto.
En este texto se exponen los aspectos más destacados de la economía social, la
presentación de instituciones existentes, con sus reformas correspondientes, así
como las experiencias más eficaces que caracterizaron la época durante el siglo
XIX, escritos en el libro “las instituciones de progreso social” (con dos
publicaciones 1900 y 1910) de Charles Guide,
1-Conceptualización.
La economía social cree en la necesidad de una organización deseada, reflexiva,
racional, conforme a cierta idea de justicia, organización que esta en la base de
todos los sistemas llamados socialistas hasta el socialismo científico. La
economía social entendida aquí se refiere al estudio de todos los esfuerzos
intentados para elevar las condiciones del pueblo. Para distinguir la ciencia formal
de la ciencia social, Guide utiliza el concepto de León walras, la primera es la
ciencia de la utilidad social y la segunda es la ciencia de justicia social.
Concibiéndolas, de esta forma como ciencias entrecruzadas en la medida que
estudian los mismos hechos. Según Gide las instituciones sociales son las
máquinas del progreso social. Y el estado, la iglesia y la escuela son instituciones
sociales “antes las que tenemos el derecho de decir que han hecho el bien o el
mal, pero no el de decir que no han hecho nada.
2-Los Modos de clasificación de las Instituciones sociales
Para adoptar modos de clasificación metódica de las instituciones sociales, Gide
considera que no resulta necesario optar entre las dos precedentes, ya que se las
puede clasificar en.
 Según sus fuentes, es decir, tomando en cuenta quienes han creado las
iniciativas. Respecto a ellas, consideradas escasas, identifica entre las tres
principales al estado, los municipios, los patrones y los propios obreros;
aunque también menciona a las iglesias y la filantropía laica y sin duda, en
el futuro a los consumidores.
 Según los fines, es decir, considerando el tipo de servicios que están
destinadas a ofrecer y para los cuales han sido creadas. Corresponden a
una multitud de instituciones que se pueden agrupar bajo ciertas categorías
que hacen referencia a las preocupaciones más generales de los
trabajadores. Estas categorías involucran al asalariado, al indigente, y al
que quiere ser productor independiente, y a su vez, al que es artesano o
pequeño propietario.
 En síntesis: las instituciones sociales de las que se encarga Guide quedan
asignadas y distribuidas en el siguiente cuadro. En donde cada subtitulo
conforman los cuatro capítulos de su obra relativa a la economía social:
Fines
Trabajadores
1
Tres primeros
I-Las que tienden a obtener mejores
condiciones en el contrato de trabajo.
Tres fines siguientes
II-Las que se inclinan en procurar el
confort, bajo todas sus formas.
Cuatro fines siguientes
III-Las que procuran garantizar la
seguridad futra contra todos los
riesgos sociales.
Aumento de Salario, incremento del
tiempo libre, mayor justicia en las
relaciones entre el trabajo y el capital.
Alimentación,
vivienda,
salud,
recreación
y
educación
social.
(realización del confort)
Instrucción profesional, el empleo, la
garantía contra los riesgos y la
asistencia. (seguridad futura)
El
empleo y el ahorro son vistos como
formas de seguridad.
Cuatro últimos fines
Creación o préstamo de un capital,
IV-Las que tienden a conferir o pequeña propiedad, emancipación del
salvaguardar
la
interdependencia asalariado.
económica.
Desde esta configuración, el autor plantea el interrogante, acerca de si un
ingreso más elevado, una existencia más confortable, un porvenir mejor
asegurado, el sentimiento de trabajo para sí o para sus pares y no para el
patrón, “constituiría de hecho las condiciones previas de la vida feliz. Para
realizarla, Gide considera necesario dedicar tiempo al diseño de los planos de
la futura ciudad.
El autor describe desde una visión arquitectónica el lugar que ocuparía la
economía social, vista desde un palacio o una catedral. Este palacio se halla
dividido en tres naves, que se corresponden con las tres grandes fuentes de la
actividad social: en la nave central, todas las formas de libre asociación que
tienden a la emancipación de la clase obrera por sus propios medios; en una
de las galerías colaterales todos los modos de intervención del estado; en otra,
todas las formas de instituciones de patrocinio.
Y luego habría una
clasificación por orden de parentesco, de manera que los más parecidos
fuesen los más próximos. En esta disposición no se reconoce las divisiones
por nacionalidades ya que se habita en un mundo de cooperación fraterna; lo
ideal es apreciar a todas las organizaciones agrupadas alrededor de la célula
que les ha servido de inicio, cualquiera fuese su país de origen.
3. La Obra Social del siglo XIX
Gide afirma que en el recorrido de las galerías del Palacio de la Economía
Social el progreso no se manifiesta con tanta grandeza como en el palacio de
la industria; ya que las invenciones y descubrimientos del siglo XIX con
relación a la historia social no se pueden comparar con éste último. El autor se
limita a registrar una sola vez, cada institución con su respectiva fecha, que
aparece por primera vez, de forma exitosa. Sin embargo podría ser que el
mejoramiento de la condición del pueblo no hayan sido proporcionales al gran
esfuerzo que implico marcar los avances de la misma.
2
Algunos de los factores que marcaron en la obra social del siglo XIX, la
Economía Social y que se destacan de la misma forma que la iniciativa
individual son:
 La libre asociación.
 El patrocinio: que abarca a todos los patrones, abarcando a todos
aquellos, que debido a una superioridad social cualquiera, se
encuentran en condiciones de ayudar a otros.
 Los Poderes Públicos: la actividad social comprende no sólo la acción
del estado sino de las municipalidades, departamentos y asistencia
pública.
En todos estos factores hay una parte importante de iniciativa individual,
explicada por Say, incluso el patrocinio.
Esta iniciativa individual,
visualizada como el motor de todo mejoramiento social, sólo puede actuar a
través de ciertos mecanismos que son precisamente las instituciones de
economía social. “Sin dudas el hombre puede mejorar su situación por sus
únicos medios –por ejemplo el ahorro-, aunque en este caso los resultados
serán individuales como el esfuerzo mismo y no tendrán un alcance
general”. Así, para tomar este ejemplo, para que el ahorro llegue a ser
verdaderamente n modo de mejora “social”, es necesario que aparezca bajo
la forma de una caja, ya sea mutual o patronal o del estado.
4. La Evolución de los modos de la acción social
Estos tres modos, es decir, la libre asociación, el patrocinio y los poderes públicos,
revestirán la acción social del siglo XIX.
En cuanto a la Asociación, hay que destacar que siempre existió la asociación
en todas las épocas y es ilusorio pensar que la misma se practico más en el siglo
XVII. Ya que en ese siglo, había un sólo tipo de asociación caracterizada por ser
a su vez asociación profesional y cofradía religiosa la cual ejercía funciones
múltiples. ( de sociedad de seguros mutuos, del sindicato patronal, del inspector
de manufacturas, etc -esta asociación tomaba la protección del hombre por
completo-); “pero hoy, la asociación obedece a la ley de la división del trabajo y
responde a cada aspecto del hombre. Hoy en día, se asocia para donar, para
comprar, para vender, para alojarse más barato, e incluso tales actos que parecen
llevar esencialmente el sello del individualismo, por que provienen de la conciencia
de cada uno parecen hoy sólo posibles fundando alguna liga. Esta diversidad en
la asociación presenta la superioridad de que “evolucionan sin cesar y cada día
aparece una nueva creación”. Algunas se multiplican y llegan a distintos países
mientras que otras se localizan en zonas más restringidas. Algunas se esfuerzan
por extenderse, invadiendo el campo vecino, mientras que otra reivindica como
suyas las funciones de las otras. Así “los sindicatos profesionales quieren hacer
la mutualidad, los sindicatos agrícolas el crédito, las sociedades de seguros
mutuos quieren derivar en su beneficio los excedentes de las sociedades de
consumo, y éstas quieren absorber las sociedades de producción. Cada una de
las tres formas de la asociación obrera, la asociación profesional, la asociación de
consumo, y la asociación de seguros mutuos, se afirman como el tipo primordial
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del cual todas las otras deben derivar: cada una pretende por el desarrollo integral
de sus funciones, constituir el marco de la futura ciudad y cada una animada por
una serte de imperialismo busca anexarse todos los territorios de la economía
social.
La segunda formula de la actividad social consiste en el desarrollo legislativo, la
que en el siglo XIX, fue paralela a la de las asociaciones; y que el pretendido
antagonismo entre los dos factores no existe, ya que su función es paralela, no
supletoria. En ningún lugar la asociación libre bajo su triple forma de Trade Unión
de Sociedad Cooperativa, de Sociedad de Seguros Mutuos, se ha desarrollado
con tanta importancia como en Inglaterra, aunque en ningún lugar la intervención
legislativa en el campo social ha sido más activa y continua.
El autor considera lógico que la libre asociación a medida que se extiende y sobre
todo a medida que la necesidad a la que responde llega a ser más apremiante y
más sentida universalmente, tiende a transformarse en servicio público. También
considera lógico que, los modos de acción del estado o de la comuna por un lado
y de la asociación libre por otro, tiendan a confundirse a medida que éstas
instituciones “se acercan por su constitución interna, es decir, a medida que éstos
cuerpos políticos, convirtiéndose en sociedades democráticas reconozcan por
única leyes aquellas que se han dado libremente”. Al respecto, la clásica objeción
acerca de que toda intervención del estado en el campo económico es mala por
ser coercitiva, pierde su fuerza en el momento en que la coerción legal no es otra
que una decisión de la mayoría y en cierto sentido, una legalización de la opinión
pública. Gide aprecia el progreso cuantitativo y cualitativo de esta actividad del
estado considerándolo inferior a los otros dos factores y atribuyendo esta
tendencia a una función política del estado que contraría a menudo su función
económica.
Al mencionar al tercero de los factores de la actividad social –el patrocinio- se
considera que la perspectiva cambia de manera radical, encontrándose este en
un marcado retroceso. Gide considera que “el patrocinio aparece casi como la
única fuente de la economía social”. El autor destaca que en los países en que la
educación económica es más avanzada, las instituciones patronales se encentran
coartadas a la vez por dos extremos: “Por debajo, dado el desarrollo de las
asociaciones obreras proveyendo a sus necesidades por sus propios medios, por
arriba dada la intervención del estado, sustituyendo a los patrones en nombre del
interés publico. Por un lado, los economatos y las casas obreras creadas por los
patrones para su personal ceden lugar a los comercios cooperativos y a las
sociedades cooperativas de construcción. Por otra parte, las cajas patronales de
ahorro, de jubilación y de seguros son eliminados por las cajas de ahorro, de
jubilación nacionales y por el seguro obligatorio. Los reglamentos de talleres son
sometidos a un control legislativo y lo concerniente a las relaciones entre patrones
y obreros tiende a ser reglado por concejos oficiales de trabajo. El buen patrón no
es el amo en su propiedad y su autoridad paternal ha disminuido tanto como el del
antiguo pater familias. “La fabrica se convierte en un establecimiento público y por
consiguiente, el patrón es un empleado público”.
El patrocinio también podía ser ejercido por agentes filantrópicos, religiosos o
laicos. Se declara que es necesario reemplazar la caridad por la solidaridad y por
eso se quiere decir no solo laicizarla sino también socializarla, que es necesario
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despojarla de su carácter de asistencia, descendiendo desde arriba, para
transformarla en seguro recíproco. Esta es la razón por lo que las obras tienden a
ser cada vez más anexadas ya sea por la asistencia pública como por las
asociaciones profesionales o mutualistas.
Sintetizando estas apreciaciones Gide considera que la emancipación de los
trabajadores debe ser la obra de los propios trabajadores. La historia nos enseña,
al contrario, que la emancipación de los oprimidos ha sido esporádicamente su
obra y casi siempre, las de las clases que eran socialmente superiores. Este
tercer factor de la evolución social ha retrocedido pero no ha dejado ni va a dejar
de existir, sino que revestirá nuevas formas.
En lo concerniente al patronato propiamente dicho, Gide considera poco probable
que se reduzca su importancia, dado que reconoce una necesidad de de una
“dirección” de jefes que se impondrá cada vez más a medida que la sustitución de
la empresa colectiva a la empresa individual agrupará más grandes masas de
hombres. Como contrapartida, “la acción del patrón” se limitará cada vez más al
recinto de la fábrica y ya no saldrá de ella para seguir al obrero a su casa y para
extender una sombra tutelar sobre su vida privada, cívica o religiosa.
En canto al patrocinio filantrópico lo presenta perdiendo sus formas sui generis y
unilaterales, para mezclarse con los otros modos de actividad social, con la
asociación y la intervención del estado. Se puede ver también como el estado da
subvenciones a las asociaciones cooperativistas o mutualistas, y es claro que este
rol del estado (que crece y se acentúa) se caracteriza por ser patrocinador .
Respecto al patrocinio religioso, lejos de citarlo cerca de su fin, lo visualiza como
animador de muchas obras.
La palabra patrocinio “hoy suena mal, por que parece consagrar las desigualdades
sociales y sobre todo porque está, por su historia, fuertemente impregnada de una
connotación religiosa (la ayuda prestada por el fuerte al debíl).
En la nueva teoría de la solidaridad, presentada por Gide, bajo cuya invocación
había sido inaugurada la “Exposición de 1900”, “los aventajados por la fortuna son
los deudores naturales de sus conciudadanos desheredados “ y por consiguiente
“deben indemnizarlo, lo que significa convertir los deberes del patrocinio en una
deuda social, para hacerlos más obligatorios”.
Conclusión
El texto que acabamos de presentar se inscribe en la constelación de una obra
que Charles Gide inicia con su mensaje en la Conferencia de Ginebra de 1890 y
culmina con el curso dictado entre los años 1927-1928 en el colegio de Francia,
luego de señalar el lugar que debe ocupar la cooperación de la enseñanza
universitaria y exhibir su contribución para “abrir las ventanas” sobre los cuatro
aspectos esenciales del cuadro económico habitualmente utilizado por la
economía política: producción, circulación, distribución y consumo.
Sólo queda destacar la utilidad de “volver a las fuentes”, no para contraponer los
remotos antecedentes de la “Economía social” en el sentido moderno de la
misma, o marcar sus puntos de contactos y contrastar distancias y divergencias,
sino para comprender, desde esta fuente, el singular aporte que transfieren
quienes creen en la ciencia, en este caso una disciplina, quienes confían en
la importancia de una acción social basada en la cooperación.
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