Download 5.8. El impacto de la globalización en América Latina

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EL IMPACTO DE LA GLOBALIZACION EN
AMERICA LATINA
María Maesso. Universidad de Extremadura
El objetivo que nos planteamos en este trabajo fue realizar un análisis del
impacto de la globalización económica en los países latinoamericanos. Sin embargo,
pronto se puso de manifiesto que se trataba de un propósito excesivamente ambicioso,
por lo que solamente hemos podido realizar una mera aproximación. Esto nos ha
obligado a seleccionar, por una parte, las variables que han experimentado un mayor
impacto y hacer una breve referencia de cada una de ellas, y ello aunque cada variable
tiene suficiente relevancia por sí sola como para ser objeto de un trabajo independiente.
Por otra parte, tan solo podremos ofrecer una visión de conjunto de toda la región a
pesar de las marcadas diferencias que existen entre unos países y otros. Nuestros
próximos trabajos nos permitirán ir profundizando tanto en las diferentes variables aquí
tratadas como en el comportamiento de los distintos países latinoamericanos.
1. UNA APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE GLOBALIZACION
Caben pocas dudas acerca de la relevancia del proceso de globalización, término
muy extendido no solo en círculos académicos sino también como término habitual en
el vocabulario de la opinión pública. A pesar de ello, no resulta fácil de definir dada la
complejidad del mismo: hace referencia a un proceso multidimensional que integra
elementos económicos, políticos, sociales, culturales e ideológicos que además están
fuertemente interrelacionados entre sí.
En este trabajo nos centraremos en la dimensión económica de la globalización,
que por otra parte es una de las más relevantes y con mayor capacidad explicativa del
fenómeno. A pesar de la dificultad de su aproximación y de la no existencia de una
única definición para el concepto de globalización económica, la mayoría de las
definiciones existentes hacen referencia a una serie de elementos comunes que
resumimos a continuación:
a) La creciente interdependencia entre Estados y sociedades a nivel mundial supone que
las decisiones y actividades de una parte del globo tengan significativas consecuencias
para sociedades en partes muy distantes del mundo (Mc Grew y Lewis, 1992, p.22)
b) La globalización comercial hace referencia a la creciente integración de los mercados
mundiales y a la expansión de los intercambios comerciales. Entre las razones que
explican esta expansión se encuentran básicamente la liberalización del comercio y a la
disminución de los costes de transporte.
c) La globalización financiera refleja las estrechas interconexiones de los mercados
financieros nacionales y la expansión experimentada por los mercados financieros
internacionales. Al igual que en el caso anterior, la liberalización de los movimientos de
capital ha jugado un papel fundamental en la globalización del capital.
1
d) La globalización tecnológica alude a las innovaciones tecnológicas, especialmente las
referidas a las denominadas TICS, o tecnologías de la información y comunicación:
teléfonos móviles, fax, o internet. La contribución de las TICs al proceso de
globalización es enormemente relevante, entre otras razones porque ha supuesto
profundos cambios y mejoras en los sistemas de producción y ha impulsado de forma
significativa los intercambios de bienes y servicios y los flujos de capital.
e) La globalización de la mano de obra, aunque es necesario reconocer que en este
ámbito los avances son muy reducidos, especialmente si los comparamos con los que
han tenido lugar en otros campos. Así, y a pesar del aumento experimentado por los
indicadores de globalización en este ámbito como el porcentaje de la población mundial
que vive en un país diferente de aquel en el que nació o los movimientos de
trabajadores, los mercados laborales se encuentren aún muy segmentados.
f) La liberalización interna y la consideración del mercado como mecanismo para la
asignación de recursos de manera eficiente. Como señala Wolf, la metáfora de ka mano
invisible del mercado aún sigue siendo ilustrativa en este sentido. El interés privado
coordinado con el mercado conduce a los agentes a crear, producir y vender una amplia
gama de bienes y servicios (Martin Wolf, 2004, pgna. 451).
2. LAS REPERCUSIONES POSITIVAS DE LA GLOBALIZACIÓN
ECONÓMICA
Uno de los debates más habituales en relación al fenómeno de la globalización
es el que gira en torno al impacto generado por el mismo. De ahí que exista una amplia
literatura al respecto y resulte de todo punto imposible recoger en este trabajo todos
aquellos ámbitos que pueden verse afectados por el proceso de globalización, ya sea en
sentido positivo o negativo. Por otra parte, consideramos que pretender establecer los
efectos de la globalización de manera que permitan conclusiones inequívocas a favor o
en contra no es el mejor camino (Martínez Gónzalez - Tablas, 2003)2. Por ello, sin la
pretensión de ser exhaustivos ni de llegar a conclusiones definitivas, hemos
seleccionado las cuestiones que, a nuestro entender, resultan más significativas con los
posibles problemas que ello pudiera conllevar en cuanto a la no consideración de
algunos aspectos.
En términos generales resulta indudable que el proceso globalizador genera una
serie de beneficios, que van desde una asignación más eficiente de los recursos
productivos a una mejora de las tasas de crecimiento, pero también supone un nuevo
marco de referencia y por tanto entraña reajustes y plantea desafíos que en muchos
casos tienen una connotación negativa. Además, el potencial de la mundialización3 para
1
Wolf, Martin (2004) “Why globalization works?” Yale University Press
Martínez González – Tablas (2003) “Reflexión metodológica en torno a la globalización” Revista de
Economía Mundial, nº 9
3
Utilizamos aquí los términos globalización y mundialización como sinónimos si bien algunos han
señalado diferencias sustanciales entre ellos. Enrique Iglesias, presidente del BID, comenta en este
sentido que globalización hace referencia a globo, que tiene un sentido geométrico, físico mientras que
mundialización hace referencia a mundo, que tiene una connotación más humana.
2
2
mejorar las condiciones de vida no se está produciendo en la intensidad y amplitud
suficiente, como pone de manifiesto la llamativa y persistente pobreza endémica.
Centrándonos en primer lugar en las repercusiones positivas de la globalización
económica, éstas se estudian normalmente asociadas a los diferentes elementos o
ámbitos anteriormente señalados, esto es, a la globalización comercial, financiera, de
mano de obra y tecnológica.
La eliminación de barreras a los movimientos de bienes y servicios asociada a la
globalización comercial, permite acceder a nuevos mercados, con lo que se amplían las
posibilidades de producción y se facilita el acceso a economías de escala. La
justificación teórica para la apertura comercial, recogida en las teorías tradicionales de
comercio internacional, es que permite a los países especializarse en aquello en lo que
presentan ventajas comparativas. Así, un mismo nivel de producción puede ser
alcanzado por todos los países que participan en el comercio a un costo más bajo, es
decir, conduce a un nivel superior de eficiencia económica.
La globalización comercial tiene también otros beneficios: facilita la
transferencia de tecnología que aumenta la productividad4 e introduce asimismo una
mayor competencia que hace, por una parte, que las empresas no eficientes
desaparezcan dinamizando así la actividad económica y que supone, por otra, una de las
mayores ventajas de la globalización: el acceso de los consumidores a una mayor gama
de productos con mayor calidad y mejores precios.
Los defensores de la globalización consideran, por tanto, que la liberalización
del comercio es la mejor estrategia para que se produzca una asignación eficiente de los
recursos a nivel internacional y consideran asimismo el comercio como motor de
crecimiento, con efectos beneficiosos sobre la producción, la demanda y la
competencia, de forma que el libre comercio permitirá a todos los países alcanzar
mayores grados de desarrollo económico5. De este modo, la reducción de las barreras
del comercio internacional puede abrir las puertas a un crecimiento económico basado
en la exportación. En este sentido, existen algunas evidencias empíricas que respaldan
los planteamientos teóricos comentados como es el caso de los nuevos países
industrializados asiáticos y algunos países latinoamericanos que han conseguido
elevadas tasas de crecimiento económico con estrategias basadas en la apertura y en el
estímulo de sus exportaciones.
El proceso de globalización, por cuanto supone la liberalización de los
movimientos de capital, permite también aumentar la eficiencia en la asignación del
4
Se estima que un aumento de la importación de manufacturas en los PED equivalente a 5 puntos
porcentuales de su PIB eleva el producto en cerca del 9% a largo plazo y el consumo en un 6%. Estos
resultados parecen indicar que parte del éxito obtenido por las economías recientemente industrializadas
en los últimos veinte años puede atribuirse a la mejora de la productividad derivada de externalidades de
la I+D en el extranjero que se transmitieron a través del comercio (FMI, 1997, p. 53).
5
Existe al respecto un amplio cuerpo de teorías que demuestran las ganancias que genera el comercio
internacional y también un importante número de estudios que parecen demostrar una correlación positiva
entre comercio y crecimiento. Pueden destacarse, entre otras, las aportaciones de Michaely (1977),
Balassa (1978), Heller y Porter (1978), Tyler (1981), Feder (1983), Ram (1985) y más recientemente
Sachs y Warner (1995), Winters (2000).
3
ahorro dado que, en un contexto globalizado, un país puede movilizar un mayor
volumen de ahorro al tener los inversores acceso a una gran diversidad de instrumentos
financieros en diferentes mercados6. En este contexto, también se consigue una mayor
eficiencia de las inversiones en tanto que los recursos financieros se dirigirán a aquellos
países que proporcionan oportunidades de inversión más productivas abandonando
aquellas zonas donde los rendimientos esperados sean menores.
Tradicionalmente la inversión directa extranjera, una de las formas mas
representativas de los flujos de capital, viene asociada a efectos tales como la capacidad
de generar empleo, el aumento de la productividad, la transferencia de conocimientos
especializados y tecnología, la mejora de la competitividad de las empresas, la
intensificación de las exportaciones y su contribución al desarrollo económico a largo
plazo.
Asimismo, la globalización de los mercados financieros permite reducir el riesgo
a través de dos vías; de un lado, mediante la rápida modificación de la composición de
carteras tan pronto se observa se cree que una parte de ellas puede presentar un riesgo
excesivo. Y de otro lado, mediante las operaciones de cobertura en los mercados de
derivados.
La movilidad de la mano de obra conducirá, como en el caso de la globalización
comercial y financiera, a una asignación más eficiente de los recursos laborales a nivel
mundial. Sin embargo, este efecto no puede observarse en la práctica porque, como ya
hemos tenido ocasión de comentar, el grado de integración de los mercados laborales es
aún muy reducido.
Si se eliminan las barreras a los movimientos de trabajadores aumentarán los
flujos migratorios y los trabajadores de países en desarrollo podrán encontrar nuevas
oportunidades de trabajo en otros países. En este sentido pueden señalarse otras ventajas
asociadas a la globalización de la mano de obra, tanto para los países receptores como
para los países de origen. En los primeros, los trabajadores extranjeros pueden cubrir la
carencia de mano de obra nacional en determinadas actividades, además de que el
menor coste de la mano de obra extranjera se puede traducir en una mayor
competitividad de las empresas. Para los países de origen, la emigración puede
contribuir a mitigar sus tasas de paro, al tiempo que genera ingresos por transferencias.
Según la UNFPA, los trabajadores emigrantes envían cada año a sus países de origen
remesas por valor superior a 70.000 millones de dólares, representando para algunos
países un porcentaje muy importante con respecto a sus exportaciones de bienes y
servicios: el 153,5% para Albania, el 42,5% para Jordania y superior al 25% para
Bangla Desh, Egipto, o Nicaragua, etc. (J. Coppel y otros, 2001, p. 25).
En términos más generales, también pueden señalarse otras ventajas asociadas a
la globalización, entre las que destacamos por su relevancia en el caso de América
Latina, la promoción de la democracia. A ello han contribuido, como señala Díaz Mier,
6
Esta ventaja potencial aún no se manifiesta de forma plena puesto que todavía se observa en los países
desarrollados una correlación entre las tasas de ahorro e inversión internas que, aunque decreciente, pone
de manifiesto que la integración en los mercados financieros no ha roto el vínculo entre esas dos
variables.
4
los medios de comunicación globales, las instituciones públicas internacionales y otros
elementos. (Díaz Mier, González y Pohle, 2003, pgna. 190)
3. LAS REPERCUSIONES NEGATIVAS DE LA GLOBALIZACIÓN
Las repercusiones negativas del proceso globalizador son de muy diversa índole
y muchas de ellas no están suficientemente estudiadas, por lo que intentaremos recoger
aquí las mas representativas.
A) DESIGUAL DISTRIBUCION DE LAS VENTAJAS
Como señala la Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de la
Globalización, la integración de la economía mundial podría mejorar las condiciones de
vida de la población y contribuir a luchar contra la pobreza, pero aún es necesario
trabajar mucho para que esta afirmación sea realidad, dado que hoy por hoy los
resultados de la globalización son muy distintos para unos países y otros y millones de
personas en el mundo no participan de los beneficios de la creciente integración de la
economía mundial. (OIT, Informe 2004).
Esta exclusión se manifiesta en numerosos ámbitos. En el marco de la
globalización comercial, por ejemplo, la teoría liberal del comercio internacional señala
oportunidades y ventajas para todos los países que participan en el comercio mundial.
Sin embargo, muchos países en desarrollo han llevado a cabo estrategias liberalizadoras
y de apertura comercial con el fin de aprovechar estas ventajas y se encuentran con
importantes dificultades para su inserción en los mercados internacionales y por tanto,
para disfrutar de las oportunidades esperadas.
La manifestación más evidente de la difícil inserción de los países en desarrollo
en el sistema mundial de comercio es su bajo porcentaje de exportaciones en relación a
la producción así como su reducida participación en las exportaciones mundiales de
mercancías. Participación que, en el caso de los países menos adelantados, ha
disminuido de forma casi constante aunque estos países representen un porcentaje
considerable y creciente de la población mundial, que según la OMC se situaba el 2001
en el 10’4% (OMC, 2001, p. 45). Entre las razones que contribuyen a explicar esta
situación se encuentra la persistente concentración de las exportaciones de muchos
países en desarrollo, fundamentalmente africanos, en productos primarios con escaso
valor añadido y con precios que fluctúan a la baja en los mercados internacionales. Otra
razón la constituye la dificultad de acceso a los mercados de países desarrollados de los
productos procedentes de países en desarrollo debido al mantenimiento de obstáculos en
determinados sectores considerados sensibles, como el agrícola, textil o siderúrgico.
Por otra parte, la mayor competencia derivada de la apertura no hace muchas
veces sino aumentar las dificultades de las empresas de los países en desarrollo tanto en
su propio mercado como el mercado internacional (Oyarzun, 2001)7.
7
Javier Oyarzun “Los países menos adelantados ante la Ronda del Milenio de la OMC” Revista de
Economía Mundial, nº 4, pgna. 75, 2001
5
En materia de globalización financiera se observa que en los últimos años, la
inversión extranjera directa tiene un elevado grado de concentración: en torno al 70% de
la IDE tiene como origen y destino a los países desarrollados. Y por otra parte, más del
80% de la parte de inversión extranjera dirigida a PED se ha concentrado en 20 países,
principalmente China. Lo que significa que la mayoría de países en desarrollo, con
niveles reducidos de ahorro interno y con gran dependencia financiera del exterior, que
podrían ser los primeros beneficiarios de la libre circulación del capital, quedan
prácticamente excluidos de la globalización financiera.
Y la exclusión no solo se refiere al ámbito comercial y financiero, sino que se
hace aún más evidente en el ámbito tecnológico. Como señala Piñón “todo indica que
las TICS han profundizado la división entre el mundo globalizado, no solamente entre
quienes tienen y no tienen, sino también entre quienes saben y no saben, entre los que
tienen y no tienen acceso al conocimiento tecnológico, entre quienes están conectados o
desconectados a la red. Somos testigos de cómo el conocimiento ha pasado a
convertirse en la materia prima fundamental de los procesos productivos
contemporáneos” (Piñón, 2004, pgna. 358). En palabras del Fondo Monetario
Internacional, amplios sectores de la población están excluidos de los avances de la
tecnología y las comunicaciones.
En definitiva, el porcentaje de población afectado por la globalización es
significativamente menor que aquel con niveles de globalización mínimos. Así, una
pequeña parte de la población situada en países desarrollados (que hoy por hoy
constituyen el 16% de la población mundial) y en países recientemente industrializados,
disfrutan las ventajas de la globalización del comercio y el capital.
La lectura de esta situación es diferente desde una u otra óptica: para unos la
marginación de muchos países no es responsabilidad de la globalización, sino todo lo
contrario, se debe a su insuficiente integración en la economía mundial9. Desde otro
punto de vista, la globalización es selectiva, solo beneficia a las grandes empresas
multinacionales y está al servicio de los intereses de los países desarrollados, por lo que
los países en desarrollo quedan marginados de la misma mientras no se establezcan
mecanismos para evitarlo. En este sentido, Ferrer señala que se promueven reglas
generales en áreas que favorecen a los países desarrollados como la propiedad
intelectual o las inversiones privadas, pero se limita la globalización en otros campos
como la migración de personas o el comercio de bienes agrícolas (Ferrer, 1998)
B) LOS PROBLEMAS GENERADOS POR LA GLOBALIZACION FINANCIERA
Las recientes crisis financieras10 de los años noventa han sido llamadas crisis de
la globalización y son quizás una de las repercusiones negativas de este fenómeno que
8
Francisco Piñón, “Ciencia y Tecnología en América Latina: una posibilidad para el futuro” Temas de
Inberoamérica, nº 39. Organización de Estados Americanos
9
Prueba de ello es por ejemplo, el Plan de Acción para los PMA iniciado por la OMC en Singapur en
1996 y que en 2000 decidió asignar prioridad a la integración de estos países en el sistema multilateral de
comercio, para ayudarles a obtener los beneficios que puede representar, además de contemplar asistencia
técnica por parte de seis organismos participantes: el CCI, el FMI, la UNCTAD, el PNUD, el BM y la
OMC.
10
Véase M. Guitián y F. Varela (coordinadores), 2000.
6
con mayor claridad se han puesto de manifiesto. De estas experiencias podemos extraer
una serie de conclusiones que a continuación resumimos.
La primera de ellas es su clara conexión con el proceso globalizador por cuanto
la mayor frecuencia y gravedad de las crisis financieras se debe fundamentalmente a
una serie de factores relacionados con la globalización: la desregulación del sector
bancario y su creciente internacionalización (Varela e Hinarejos, 2003, pgna. 22411) así
como el crecimiento de las corrientes internacionales de capital de los años noventa.
Como consecuencia, a pesar de que en anteriores etapas en las que los países mantenían
importantes restricciones a los movimientos de capital, también se producían crisis
financieras, éstas tendían a tener efectos localizados con un menor impacto a nivel
internacional, mientras que las crisis financieras que se han venido produciendo en los
últimos años traspasan las fronteras nacionales.
En segundo lugar cabe señalar, por una parte, que la volatilidad financiera es una
característica permanente de los mercados financieros internacionales, lo que puede
interpretarse como un síntoma de debilidad general de los mercados mundiales de
capital. Por otra parte, las crisis han puesto de manifiesto que la volatilidad de los flujos
de capital es excesiva y que las entradas y salidas de capital se producen con demasiada
rapidez. Esto plantea importantes problemas, como cambios inesperados en la política
económica a los que se ven obligadas las autoridades debido a los rápidos movimientos
experimentados por los activos financieros o los efectos negativos de súbitas
apreciaciones o depreciaciones de una moneda.
Una tercera conclusión es que las perturbaciones de un mercado se transmiten
mas fácilmente a otros aumentando así el riesgo sistémico. Entendemos por éste la
posibilidad de que la crisis de uno o varios intermediarios o de un segmento de mercado
o determinados circuitos financieros se extienda de forma generalizada a otros
intermediarios, segmentos de mercado o circuitos. Así, la crisis que se produce en
determinado país puede contagiarse a otros afectando a variables fundamentales a través
de los vínculos comerciales (una devaluación afecta negativamente la competitividad de
otros países) o el precio de los bienes. Otra importante razón del contagio es el
comportamiento de los inversores que, por efecto imitación, intentan reducir el riesgo de
sus carteras optando por inversiones más seguras.
De igual manera, las recientes crisis han venido a poner de relieve que el riesgo
de contagio afecta en mayor medida a aquellas economías emergentes con mercados
financieros en desarrollo porque presentan una mayor vulnerabilidad ante las crisis. Las
causas que han provocado las crisis financieras han sido muy diversas, lo que hace
difícil establecer un índice de vulnerabilidad12 pero parece claro que, al margen de
factores externos que puedan precipitar o agravar una crisis, la vulnerabilidad de un país
frente a una crisis depende en gran medida de la situación económica y las políticas
11
Varela Parache, F. y Jacobs Alvarez, G. (2003) “Crisis cambiarias y financieras. Una comparación de
dos crisis” Pirámide
12
No solo parece difícil identificar un conjunto de indicadores que puedan predecir las crisis con
suficiente antelación, sino que probablemente modificarían el comportamiento, dado que los mercados los
tendrían en cuenta (FMI, 1998, p. 99).
7
internas, como los déficit fiscales, la fragilidad del sector financiero13 o el exceso de
endeudamiento para usos improductivos entre otros (FMI, 1998, p. 100).
Finalmente, estas crisis no se circunscriben al ámbito financiero sino que tienen
importantes implicaciones sobre la economía real y ésta tarda más tiempo en mostrar
señales de recuperación que la inflación o los tipos de cambio. De ahí que los países que
han sufrido episodios de crisis financieras han experimentado serias caídas de la
producción y aumentos importantes de las tasas de desempleo.
C) EL EMPLEO
De acuerdo con la teoría económica ortodoxa, la apertura comercial mejora las
oportunidades de producción y empleo para aquellos países que aprovechan las ventajas
del comercio internacional. La evidencia empírica existente al respecto no nos conduce
a ninguna conclusión definitiva. Así, este planteamiento teórico se ha visto confirmado
en la práctica en numerosas ocasiones, y muchos países han conseguido mejores tasas
de crecimiento y empleo con estrategias globalizadoras. Sin embargo, también existen
ejemplos en los que las tasas de desempleo han aumentado a pesar del proceso de
liberalización comercial iniciado por sus economías. De hecho, en la mayoría de los
países, la estrategia de apertura supone una reestructuración económica que genera
empleo en nuevas actividades pero también destruye empleo en otras.
En este sentido se observa que en algunas regiones, determinadas zonas
asiáticas, por ejemplo, las mejoras en las tasas de crecimiento han conducido a un
crecimiento del empleo y una mejora de las condiciones de vida, pero sin embargo esto
no sucede en otras regiones como África o América Latina, con lo que el resultado a
nivel mundial es que la globalización no está creando suficientes oportunidades de
empleo decente y sostenible en el mundo (OIT, 2005).
El último informe de la Organización Mundial del Trabajo no deja lugar a dudas
a este respecto afirmando que el crecimiento económico derivado del impulso
globalizador no está generando más empleo y que la correlación entre ambas variables
es cada vez menor. Esta afirmación puede contrastarse a través del indicador de
elasticidades del empleo, que refleja la relación entre crecimiento económico en
términos del PIB, variación de la tasa de empleo y productividad. Según este indicador
por cada punto porcentual de crecimiento adicional del PIB, el empleo mundial creció
un 0’30% entre 1999 y 2003, por debajo del crecimiento experimentado en periodos
anteriores (OIT, 2005)
Además, el volumen de empleo no es la única variable del mercado laboral que
puede verse afectada por la globalización. También hay que tener en cuenta otras
importantes cuestiones como la seguridad en el empleo, el volumen de ingresos y las
condiciones laborales. En este sentido, tampoco parece que el impacto del proceso
globalizador haya sido muy favorable. De acuerdo con el Programa de Naciones Unidas
13
Identificar las debilidades de los sistemas financieros de los países emergentes y contribuir a su
solución se ha convertido en uno de los factores esenciales en la prevención de las crisis. Para ello se creó
en abril de 1999 el Foro de estabilidad Financiera en el que participan entre otros el FMI, BM, G7 y
bancos centrales.
8
para el Desarrollo, tanto en las economías avanzadas como sobre todo en los PED, las
perturbaciones derivadas de la reestructuración económica y empresarial para hacer
frente a un mundo más globalizado han significado la pérdida de muchos empleos y el
deterioro de las condiciones de trabajo de forma que los empleos e ingresos han pasado
a ser más precarios (PNUD, 1999).
Abundando en esta idea, la mitad de los trabajadores, según la OIT, no obtienen
suficientes ingresos para superar el umbral de pobreza (establecido por el Banco
Mundial en 2 $ al día) y en la mayoría de los países en desarrollo existe un importante
problema en términos de falta de oportunidades de trabajo en condiciones sostenibles.
D) LAS DESIGUALDADES Y LA POBREZA
Cuando hablamos de pobreza hacemos referencia no sólo a las carencias
materiales, sino también a otros aspectos más difíciles de cuantificar tales como la
exclusión social, el menor acceso al mercado laboral, las desigualdades o las menores
oportunidades de participación en las decisiones colectivas (Healey y Killick, 2002, p.
225). Esta complejidad hace que las repercusiones del proceso globalizador sobre la
pobreza no resulten fáciles de medir, y explica que no exista consenso en relación a esta
cuestión. De ahí que puedan señalarse dos posturas enfrentadas: aquella que defiende
que el impacto de a globalización sobre la pobreza es positivo y aquella que considera
que la globalización ha contribuido a agravar el problema de la pobreza
La primera de las posturas citadas considera que la globalización puede ayudar a
la convergencia de la renta a nivel mundial, no solo a través de la posibilidad de los
países en desarrollo de exportar e importar y atraer entradas de capital sino también a
través de la creciente transferencia de tecnología y conocimiento. (De la Dehesa,
2006)14. Así, se incide en las oportunidades que ofrece la globalización por cuanto
conduce a una más eficiente asignación de los recursos productivos a nivel
internacional, contribuyendo así a elevar los niveles de crecimiento económico, que se
difundirán ampliamente mejorando también los indicadores sociales. Es decir, que en
términos generales, la integración mundial ha contribuido a reducir la pobreza.
Esta postura queda bien reflejada en uno de los trabajos de Dollar y Kray15 que,
después de un análisis de 137 países en los años 70 y 80, llegan a una serie de
conclusiones que Martínez Sánchez resume de la siguiente manera: a) el crecimiento es
bueno para los pobres ya que no existe ningún sesgo en contra de los sectores de
menores ingresos, b) las políticas tradicionales tales como la estabilidad
macroeconómica, los derechos de propiedad y la apertura frente al exterior favorecen el
aumento de los ingresos mientras que otras cuestiones como el gasto social o la
educación son poco significativas y c) la globalización, atendiendo especialmente a la
apertura comercial y financiera tiene un efecto positivo para el aumento de los ingresos
y la reducción pobreza (Martínez, 2003, pgna. 184).
En este sentido, el Banco Mundial argumenta que son muchos los países que han
conseguido aprovechar estas oportunidades: a los nuevos países industrializados de Asia
14
15
De la Dehesa, Guillermo (2006) “Winners and losers in globalization”. Blackwell Publishing.
Dollar y Kray (2001) “Growth is good for the poor” Development Research Group, Banco Mundial.
9
oriental se han unido otros como China, India, Turquía, Polonia o Chile, considerados
como los nuevos países globalizados, que han conseguido mejorar sus tasas de
crecimiento económico y sus indicadores sociales y reducir la pobreza. En esta misma
línea, la citada institución entiende que la globalización no ha afectado negativamente a
este aspecto, esto es, no ha incrementado la desigualdad en términos generales. La
mayoría de los países en desarrollo recientemente globalizados han experimentado
pequeños cambios en la desigualdad interna y esta ha descendido en países como
Filipinas y Malasia (Banco Mundial, 200216).
Pero además, en el contexto de esta postura, se considera que las desigualdades y
la extensión de la pobreza, que afecta especialmente a los países de África
Subsahariana, no pueden atribuirse exclusivamente a la globalización o a la
marginación del proceso de globalización. Existen asimismo otras causas como la
corrupción generalizada, enfermedades como el SIDA (el 70% de los afectados se
encuentran en esta zona geográfica) o los conflictos bélicos. (Requeijo, 2000, p. 350)
La otra postura a la que hacíamos alusión considera que la globalización ha
conducido a una mayor pobreza, de ahí que sus defensores no compartan los supuestos
anteriormente expuestos. En este sentido, cabría realizar algunas precisiones a la
afirmación de que las economías más globalizadas crecen más deprisa y este
crecimiento se difunde ampliamente. De un lado, puede argumentarse que no siempre
los países más globalizados han conseguido crecer más deprisa. Países como
Madagascar, Tayikistán, Venezuela y la mayor parte de los países de África
Subsahariana se han beneficiado escasamente de las oportunidades de la globalización y
no han conseguido mejorar significativamente sus tasas de crecimiento económico, a
pesar de que muchos de ellos han realizado intensos esfuerzos para integrarse en la
economía mundial y están altamente globalizados. Este es el caso de África
Subsahariana con exportaciones cercanas al 30% del PIB mientras que este ratio es del
19% para los países de la OCDE (PNUD, 1999, p.2).
De otro lado, se puede argumentar que no siempre el crecimiento económico se
ha difundido ampliamente, y de hecho, existe una amplia evidencia teórica y empírica
que demuestra por una parte, que el crecimiento económico no es suficiente para reducir
la pobreza, y, por otra parte, que la capacidad del crecimiento para reducir la pobreza
está significativamente influida por otros factores como las tasas de crecimiento o las
desigualdades iniciales (Healey y Killick, 2002, p.227). En muchos países africanos, por
ejemplo, aun cuando los niveles de renta han aumentado, no se ha producido un alivio
proporcional en los niveles de pobreza. Para mejorar los indicadores sociales y luchar
contra la pobreza, el crecimiento debe ir acompañado de otros avances y es necesario
diseñar y poner en marcha estrategias específicamente dirigidas a este fin.
Como ya comentamos al inicio del epígrafe, la pobreza es un concepto complejo
y multidimensional, lo cual hace difícil la contrastación empírica de las posturas
señaladas. Podemos, sin embargo, observar la evolución experimentada por indicadores
sociales o de desigualdad, utilizados habitualmente para medir los niveles de pobreza.
16
Banco Mundial, 2002 “Globalization, growth and poverty: building an inclusive world economy”
10
Algunos de estos indicadores, como la tasa de matriculación en educación
primaria y la equiparación de géneros en la enseñanza, han experimentado según el
PNUD importantes mejoras, aunque es necesario resaltar que de los 668 millones de
niños en edad de asistir a una escuela primaria, 113 millones no están matriculados. Sin
embargo, este avance ha sido menor en otros ámbitos como la mortalidad infantil. Esta
se ha visto reducida de un 134 por mil a un 45 en Oriente Medio y ha pasado de un 84 a
un 31 en América Latina, pero aún continua siendo muy elevada e incluso ha
experimentado un aumento en algunos países africanos (PNUD, 2001). De igual forma,
y siguiendo los datos del Banco Mundial, la esperanza de vida ha experimentado
relevantes logros en todas las zonas geográficas pero continúa siendo de 50 años en
África Subsahariana.
A pesar de estas mejoras, si utilizamos como indicador de pobreza el número de
personas que viven con menos de un dólar o dos dólares al día, ésta ha seguido
aumentando, especialmente en la última década, y ha crecido no solo en África
Subsahariana, sino también en otras regiones: Europa central y oriental, América Latina
y el Sudeste Asiático.
Finalmente, atendiendo a indicadores de desigualdad, parece que ésta se ha
agravado, no solo a nivel mundial sino también en el interior de los países. Así, aunque
la economía mundial en su conjunto ha experimentado un notable crecimiento desde la
Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días, es obvio que el comportamiento de las
distintas regiones ha sido dispar. Como pone de manifiesto Alonso, “mientras el PIB per
cápita de Europa Occidental se multiplica en el periodo 1820 a 1992 por trece y el de
los nuevos países occidentales: Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda por
diecisiete, las áreas correspondientes a los países en desarrollo como América Latina,
Asia o Africa, presentan coeficientes de expansión de 7, 6 y 3 respectivamente”
(Alonso, 2001, p. 15). Esta disímil evolución ha conducido a un aumento de las
desigualdades, duplicándose las diferencias entre los países del Norte y el Sur en los
últimos cuarenta años.
A nivel interno y, como señala Galindo “considerando el índice de desigualdad
de Theil y el PIB per cápita se observa que en el caso de los países desarrollados existe
una menor desigualdad a medida que se crece más, mientras que en el resto de los casos
dicha correlación negativa entre ambas variables no es tan clara. Es más, para el caso de
los africanos y asiáticos parece existir una clara correlación positiva entre crecimiento y
desigualdad” (Galindo, 2003, pgna. 151).
4. AMERICA LATINA
GLOBALIZACION
Y
SU
AVANCE
HACIA
LA
Una vez analizadas, aunque de forma sintética, las más relevantes repercusiones
del proceso globalizador, trataremos en los próximos apartados de aproximar la
inserción de América Latina en la economía globalizada. Es necesario tener en cuenta
que en este ámbito, como en otros muchos, existen grandes diferencias entre unos países
latinoamericanos y otros, pero por problemas de espacio solo podremos ofrecer una
visión de conjunto.
11
La década de los ochenta supuso para América Latina un periodo "perdido": en
términos de crecimiento económico, la región presentaba, a finales de este periodo un
PIB per cápita menor que en 1980. Los desequilibrios económicos se hacen generales:
la inflación llega a los tres y cuatro dígitos, el déficit fiscal se sitúa en el 10% del PIB en
la segunda mitad de los ochenta y el desempleo alcanza un promedio anual del 10’5%.
En cuanto a su relación con el exterior y su inserción en la economía mundial, la deuda
externa alcanzaba límites nunca conocidos (en 1987 supone el 66% del PNB agregado)
y la participación en el comercio mundial se redujo a poco más del 3% frente al 6% que
presentaba, aproximadamente, al comienzo de la década. En términos sociales, el
deterioro se dejaba notar en el descenso de los salarios reales y en el aumento de los
niveles de pobreza, superiores en 1990 a los alcanzados a comienzos de los setenta.
Ante la situación de extrema gravedad en la que se encontraba inmersos los
distintos países latinoamericanos en los ochenta, se empezaron a aplicar políticas
económicas ortodoxas. A nivel interno éstas se tradujeron en la puesta en marcha de
profundas reformas estructurales que afectan principalmente al papel del Estado, y que
fueron acompañadas de un mayor rigor en las políticas monetarias practicadas
(disciplina que venía siendo exigida por diversos organismos financieros
internacionales, fundamentalmente el FMI). A nivel externo, las políticas ortodoxas o
neoliberales conllevaron la adopción de medidas encaminadas a la eliminación de las
barreras frente al exterior, tanto en materia de comercio como de inversiones.
A raíz de estas medidas, la situación comienza a mejorar en la década de los
noventa reduciéndose considerablemente los desequilibrios macroeconómicos: el déficit
fiscal se reduce a mejor del 2% a mediados de al década, el crecimiento de los precios al
consumidor cae hasta un 12% para la región en su conjunto y se produce una
reactivación de al economía en general. De esta forma, los países de la región se
embarcaron en un proceso de liberalización económica interna y externa sin precedentes
que marcaría el inicio de su inserción en la economía globalizada.
a) En el marco de la citada estrategia de apertura frente al exterior, la
liberalización del comercio por parte de los países latinoamericanos no se lleva a cabo
hasta los años noventa debido fundamentalmente a la estrategia de crecimiento mirando
hacia dentro o de industrialización mediante sustitución de importaciones que en los
años setenta siguieron la mayoría de los países de la región. Sin embargo, en esta
década se adoptan una serie de medidas en materia de política comercial orientadas al
desmantelamiento progresivo de las barreras al comercio. Como consecuencia de ello,
se registra en América Latina una reducción general de los aranceles y la práctica
eliminación de las restricciones cuantitativas y las medidas administrativas que frenaban
las importaciones. Así, los promedios arancelarios de la región se redujeron desde el
44% de mediados de los ochenta hasta el 13% una década más tarde.
Cuadro nº 1
12
Exportaciones e importaciones en América Latina17
(millones de dólares)
1990
2000
PAIS
Exportación Importación Exportación Importación
Argentina 12.354’0
3.726’0 26.341’0
23.889’1
Bolivia
830’8
775’6
1.246’1
1.610’2
Brasil
31.408’0
20.661’0
55.085’6
55.783’6
Chile
8.372’7
7.089’2
19.210’2
17.091’4
Colombia 7.079’0
5.108’0
13.722’2
11.089’6
Ecuador
2.724’0
1.715’0
5.137’2
3.742’6
México
40.711’0
41.592’0
166.454’8
174.457’8
Paraguay
2.096’2
1.734’8
2.225’8
2.904’0
Perú
3.322’0
2.923’0
6.954’9
7.365’9
Uruguay
1.692’9
1.266’9
2.383’8
3.311’1
Venezuela 17.623’0
6.917’0
33529’0
16.865’0
TOTAL
128.213’6
93.508’5
332.290’6
318.110’3
Fuente: CEPAL, Anuario Estadístico de América Latina y Caribe, 2004.
2003
Exportación
29.375’4
1.573’3
73.084’1
21.046’0
13.692’7
6.196’6
164.922’2
2.260’5
8.985’6
2.273’3
26.861’0
350.270’7
Importación
13.083’4
1.502’9
48.282’7
18.030’8
13.257’8
6.268’0
170.545’8
2.520’7
8.254’5
2.091’5
10.341’0
294.179’1
Este esfuerzo hace que América Latina experimente en la década de los noventa
una de las tasas más elevadas de crecimiento del valor de su comercio. De acuerdo con
los datos de la CEPAL, entre 1991 y 1999, la tasa promedio del PIB regional fue del
3’2%, mientras que el valor de las exportaciones aumentó en más de un 10% (tasa solo
superada por China y unos cuantos países de Asia oriental) y las importaciones
crecieron casi en un 12%. De esta forma, y como podemos observar en el cuadro 1, en
toda la década las exportaciones crecieron un 159% mientras que las importaciones se
incrementan en un 214’6%. Es cierto que los primeros años de la presente década
suponen un retroceso en algunos países y un estancamiento en otros, pero en 2003 los
valores se recuperan y los flujos comerciales continúan creciendo.
A pesar del buen comportamiento de la región, su participación en el comercio
mundial continúa siendo reducida, del 5,2% en las exportaciones mundiales y del 6,2%
en las importaciones (porcentajes que son la mitad de la participación que tenía la
región en el comercio mundial a finales de la década de los cuarenta).
Por otra parte, es necesario señalar que los datos promedio de la región esconden
grandes disparidades. En este caso, las exportaciones de México y Brasil suponen el
56% de las exportaciones totales en 1990, participación que aumenta al 67% en 2003.
De ahí que la cifra del aumento de la exportación latinoamericana sería
considerablemente más baja si no tuviéramos en cuenta a estos países, los que mejor
desempeño tuvieron en este periodo. Además de los ya señalados también cabe destacar
la evolución de Argentina y Chile. En cuanto a las importaciones, éstas se encuentran
aún más concentradas: en 1990 el 66% de las importaciones totales eran absorbidas por
México y Brasil, porcentaje que se sitúa en torno al 74% en 2003.
b) Por lo que se refiere al avance de la globalización financiera en América
Latina, cabe destacar el importante incremento en el volumen de los flujos privados
17
Cuando aludimos a América Latina hacemos referencia a los países que pertenecen a la Asociación
Latinoamericana de Integración ALADI, no teniendo en consideración por tanto otros países de la región
como los del Mercado Común Centroamericano o los países del Caribe.
13
hacia los países de la región en los años noventa. La tasa de crecimiento anual de los
flujos de inversión directa extranjera durante esta década ha sido de casi un 17% anual
pasando de 15’9 a 66’0 mil millones de dólares y superando con creces las tasas de
crecimiento de los intercambios regionales y, por supuesto de la producción.
Esta significativa expansión de la inversión directa extranjera hacia los países
latinoamericanos se puede atribuir tanto a factores internos como externos. Entre los
factores internos, se sitúa la liberalización de los movimientos de capital, llevada a cabo
de forma paralela a la apertura comercial. También contribuyeron en gran medida las
extensas reformas adoptadas por los gobiernos de la región en materia de eliminación de
déficit presupuestarios y políticas monetarias más estrictas, entre otras, que
consiguieron su propósito de estimular el regreso del capital privado. Por otra parte, el
proceso de privatización de empresas públicas convocó a operadores internacionales, y
muchos lo señalan como un elemento fundamental a la hora de explicar la IDE de los
años noventa en la región.
Entre los factores externos cabe hacer referencia a la liberalización financiera en
países desarrollados y países en desarrollo, la creciente integración de los mercados
financieros y la también creciente diversificación internacional de los inversores,
factores que estimularon el flujo de capitales hacia los denominados mercados
emergentes entre los que se encuentra normalmente la región latinoamericana.
Cuadro nº 2
Entradas netas de IED por países
(millones de dólares)
PAIS
Argentina
Bolivia
Brasil
Chile
Colombia
Ecuador
México
Paraguay
Perú
Uruguay
Venezuela
1990-1995*
3.457’2
136’5
2.229’3
1.498’7
843’3
327’8
6.112’8
99’3
1.093’6
137’5
861’0
1996-2000*
11.561’1
780’2
24.823’6
5.667’0
3.081’1
692’4
12.873’1
188’0
2.000’8
187’2
4.192’2
2001
2.166’1
705’8
22.457’4
4.199’8
2.524’9
1.329’8
27.634’7
84’2
1.144’3
271’0
683’0
2002
1.093’0
676’6
16.590’2
2.549’9
2.114’5
1.275’3
15.129’1
9’3
2.155’8
174’6
782’0
2003
1.020’4
166’8
10.143’5
4.385’4
1.746’2
1.554’7
11.372’7
90’8
1.377’3
274’6
2.659’0
2004
1.800’0
137’0
18.165’6
7.602’8
2.352’0
1.200’0
16.601’9
80’0
1.392’5
230’0
1.144’0
TOTAL
15.936’0
66.046’7
63.201
42.550’3
34.791’4
* promedio anual
Fuente: CEPAL “La inversión extranjera en América Latina y Caribe”, varios años
50.705’8
Sin embargo, y como puede observarse en el cuadro anterior, el comportamiento
de los flujos de capital hacia América Latina en las últimas dos décadas ha sido muy
variable. Así, a la salida neta de capitales sufrida en la década de los ochenta le sigue al
espectacular crecimiento de la inversión en la década de los noventa, especialmente
entre 1996 y 2000, para después volver a caer a principios del milenio. El año 2001
marca un punto de inflexión en la tendencia ascendente de la IDE en América Latina y
en el 2003 ya se había registrado una caída de un 47’3% en relación con el promedio de
14
la segunda mitad de los noventa. Los datos de 2004 muestran una clara recuperación,
pero aún no se alcanzan las cifras conseguidas en la década anterior.
Por último, cabe señalar que, al igual que sucedía en el caso de la inserción en el
comercio internacional, cuando nos referimos a tendencias generales éstas esconden
grandes diferencias ya que los resultados distan de ser homogéneos. Así, en la segunda
mitad de la década de los noventa, tan solo tres países: Argentina, Brasil y México,
absorbían el 74’5% de la IDE con destino América Latina, porcentaje que en el 2004 se
mantiene en un nivel similar: el 72’1%.
c) Finalmente, y en materia de globalización tecnológica, caben pocas dudas
acerca del relevante papel que desempeñan las tecnologías de la información y la
comunicación (TICS) en el proceso de globalización, al que ya hemos aludido. De ahí
que el desafío que deben afrontar los países latinoamericanos en su proceso de
transición hacia la sociedad de la información y el conocimiento gire en torno a su
capacidad para una difusión rápida y eficaz de las TICs en sus economías.
Para contrastar la situación de la región en materia de difusión y expansión de
las tecnologías de la información se pueden utilizar varios indicadores, desde líneas
telefónicas a ordenadores personales o usuarios de internet.
Según datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), la región
latinoamericana pasó de tener 64 teléfonos por cada 1000 habitantes en 1990 a 120 en
1999, aunque existen importantes diferencias intrarregionales: entre los países mejor
situados y más cercanos al promedio de la OCDE que se sitúa en 660 líneas telefónicas
por cada 1000 habitantes se encuentran Uruguay, con un ratio de 270 líneas telefónicas,
Costa Rica, con un ratio de 204 y Argentina con un ratio de 201. En el otro extremo se
sitúan Haití que no llega a diez líneas por cada 1000 habitantes, o Nicaragua con un
2’98% y Honduras con un 4’42% (Gascó, 200118)
También la demanda de ordenadores personales ha aumentado en los últimos
años debido a la disminución de sus precios y el crecimiento económico de la región. Y
con ella, se ha producido un importante crecimiento de la demanda de servicios tales
como el acceso a internet, que según datos de la UIT, aumentó con mayor rapidez que
en ninguna otra región, multiplicándose el número de usuarios de la red por catorce
veces en tan solo una década, desde finales de los ochenta y finales de los noventa.
A pesar de estos datos, la brecha entre América Latina y los países de la OCDE
continúa siendo muy elevada, y si la comparamos con otras regiones, destaca el buen
comportamiento de los tigres asiáticos como Taiwan o Corea, que superan a toda la
región latinoamericana.
5. UNA VALORACIÓN DEL IMPACTO DE LA GLOBALIZACIÓN
EN AMERICA LATINA
18
Mila Gascó“América Latina ante la nueva economía” Revista Interforum, 2001)
15
El objeto de este epígrafe es recoger aquellos ámbitos en los que, en nuestra
opinión, el proceso de inserción en la economía globalizada llevado a cabo por la región
latinoamericana, ha tenido repercusiones más marcadas.
A) INSERCION EN LOS MERCADOS INTERNACIONALES
•
Inserción en el comercio internacional
Ya hemos tenido ocasión de comprobar el esfuerzo de la región latinoamericana
en materia de liberalización comercial y de inserción en los mercados internacionales, lo
cual ha facilitado entre otras cuestiones, la transferencia de tecnología, el aumento de la
competencia y ha contribuido de forma significativa a las mejoras experimentadas en
los términos de crecimiento. Sin embargo, la inserción de los países latinoamericanos,
su papel en el comercio internacional e incluso la contribución del comercio al
crecimiento adolecen de importantes deficiencias.
En primer lugar, es cierto que, como resultado de su estrategia liberalizadora, en
la región se registra un aumento en la cuota de exportaciones e importaciones en
relación al PIB, esto es, la tasa de apertura latinoamericana experimenta una sensible
mejoría. Así, la proporción de exportaciones en el PIB que pasa del 12% a principios de
la década al 19% al final de la misma. Sin embargo, aún mayor es el aumento registrado
por las importaciones que pasan del 10 al 20% del PIB19. La diferencia entre el
rendimiento de las exportaciones y de las importaciones ha resultado en déficit
comerciales crecientes, que junto con los desembolsos por pagos de la deuda y sus
intereses, empeoraron los saldos de la balanza por cuenta corriente. Así, el déficit de la
cuenta corriente empeoró gradualmente desde los año 80 pasando de un 0’18% del PIB
en 1990 a un 3’2% en 1999 aunque se alcanzaron valores mas altos en 1998 (un 4’5%)
en gran medida por el impacto de las crisis financieras.
En segundo lugar, el aumento de las importaciones por encima de las
exportaciones se debe en gran medida a la composición sectorial de estas últimas,
excesivamente concentradas en productos primarios. Este tipo de bienes sigue la
tendencia de perder importancia en los mercados internacionales y se enfrenta en
muchos casos a la competencia, frecuentemente subsidiada de los países industriales
(Guerra – Borges, 2002)20, de ahí las dificultades de la mayoría de los países
latinoamericanos para aumentar sus exportaciones a un ritmo similar al de sus
importaciones. Esta situación puede verse alterada gracias a los cambios observados en
la composición sectorial de las exportaciones, que registra una tendencia hacia una
mayor participación de las manufacturas en las exportaciones latinoamericanas y la
correspondiente reducción en la cuota de los productos básicos no procesados. Así, los
productos primarios representan más del 66’9% del valor de las exportaciones en 1990
19
También aquí se observan diferencias entre países, por ejemplo, Brasil mostró escasa variación en la
cuota de exportaciones mientras que la cuota de importaciones aumento, más del doble pasando de 4% al
10%. En el otro extremo, la cuota mexicana de exportaciones en el PIB aumentó del 15 al 32% mientras
la cuota de importaciones subió de un 17% a más del 33%.
20
Alfredo Guerra – Borges “Globalización e integración latinoamericana”. Siglo XXI e Instituto de
investigaciones Económicas. 2002
16
y se sitúan en un 44’33% en 2003. Al mismo tiempo, aumenta la participación de los
productos manufacturados que pasan del 33’% al 55’7% del total.
Sin embargo, las diferencias entre unos países y otros son, también en este
campo, muy acentuadas. Como podemos observar en el cuadro 3, destaca, por ejemplo,
el comportamiento de las exportaciones mexicanas en las que las manufacturas suponen
un 81’4% o la evolución las exportaciones de manufacturas brasileñas que representan
algo más de la mitad de sus exportaciones totales. En el otro extremo se sitúan países
como Ecuador, Venezuela o Paraguay cuyas exportaciones continúan muy concentradas
en productos primarios, situándose la exportación de manufacturas en torno al 12% del
total.
Cuadro nº 3
Exportaciones de productos primarios y manufacturados
(porcentaje del valor total de las exportaciones de bienes)
1990
1995
PAIS
Primarios Manufacturas Primarios Manufacturas
Argentina
70’9
29’1
66’1
33’9
Bolivia
95’3
4’7
83’5
16’5
Brasil
48’1
51’9
46’9
53’1
Chile
89’1
10’9
86’8
13’2
Colombia
74’9
25’1
65’8
34’2
Ecuador
97’7
2’3
92’4
7’6
México
56’7
43’3
22’5
77’5
Paraguay
90’1
9’9
80’7
19’3
Perú
81’6
18’4
86’5
13’5
Uruguay
61’5
38’5
61’3
38’7
Venezuela
89’1
10’9
85’8
14’2
TOTAL
66’9
33’1
50’1
49’9
Fuente. CEPAL, Anuario Estadístico de América Latina y Caribe, 2004
2003
Primarios
73
83’9
48’5
83’8
65’7
88’6
18’6
86’3
83
66’3
87’3
44’3
Manufacturas
27
16’1
51’5
16’2
34’3
11’4
81’4
13’7
17
33’7
12’7
55’7
En tercer lugar, las exportaciones procedentes de países latinoamericanos tienen
que afrontar importantes dificultades en materia de acceso previsible a los mercados. En
este sentido, y a pesar de los avances que entraña la aplicación de los acuerdos de la
Ronda Uruguay en la que se trataron por primera vez el comercio de productos agrícolas
por ejemplo, o el comercio de textiles, el acceso a determinados mercados continúa
revistiendo importantes dificultades. De ahí que los gobiernos de la región exijan por
una parte, que se reduzcan las barreras arancelarias a aquellos productos en los cuales
tienen una ventaja comparativa, y por la otra, que los países importadores no les
impidan aumentar su capacidad de exportación mediante el uso de nuevas restricciones
comerciales como las medidas antidumping, o las restricciones voluntarias a la
exportación.
En resumen, y a pesar del optimismo que puede desprenderse del incremento de
los flujos comerciales de la región, aún existen importantes dificultades en la inserción
de los países latinoamericanos en los mercados internacionales. Así, aunque los efectos
positivos del comercio son innegables, para que el modelo de exportaciones de los
países latinoamericanos de la última década sirva como motor de crecimiento de sus
economías tendrían que corregirse algunas de estas deficiencias.
17
* Inserción en los mercados financieros
Al igual que sucede con la inserción de la región en los mercados mundiales de
bienes y servicios, los positivos resultados en materia de inversiones deben interpretarse
con cautela. Así, podemos señalar algunas consideraciones a tener en cuenta,
consideraciones que reflejan las deficiencias existentes en la inserción de los países
latinoamericanos en el contexto de la globalización financiera.
En primer lugar, y como ya hemos tenido ocasión de comentar, la IDE a nivel
mundial continúa estando concentrada fundamentalmente en los países desarrollados.
De ahí que, aunque las entradas de capital a la región representaron en el periodo
referido más del 40% de los flujos destinados a PED, la región apenas representó el
12% de la IDE mundial. Adicionalmente, las tendencias recientes de la IDE entre 2000
y 2004 señalan a los países asiáticos industrializados y a los países en transición de
Europa central y oriental como países con un importantísimo potencial de atracción del
capital, en detrimento de los países latinoamericanos. Se trata de países con salarios
relativamente bajos, continuas mejoras en infraestructura y con perspectivas de fuerte
crecimiento de la capacidad adquisitiva.
En segundo lugar, no todos los países se benefician de la entrada de inversiones:
como ya vimos, los flujos de IDE en ALA están muy concentrados geográficamente y
prácticamente solo benefician a las tres o cuatro grandes economías de la región.
En tercer lugar, los flujos de capital han tenido un comportamiento muy
fluctuante como reflejo de la volatilidad de muchas de las inversiones realizadas. Así a
la expansión experimentada en los años noventa le sigue una importantísima caída de la
entrada de capitales en los primeros años de la década actual. Esta fluctuación se
traduce entre otras cosas en que la contribución de la financiación externa a la inversión
nacional en la región latinoamericana, que había venido aumentando de forma continua
en los noventa, pasando del 2’7% en 1990 al 12% sólo en 1995, disminuya de manera
tan significativa que pasa a ser negativo en 2003 (CEPAL, 2004).
Finalmente, el agotamiento de la ola de privatizaciones en la mayor parte de los
países constituye otro elemento explicativo por cuanto los movimientos de IDE en
América Latina han estado durante toda la década estrechamente asociados a fusiones y
adquisiciones y a la privatización. Como consecuencia, se observa en toda la región una
creciente participación de las empresas de propiedad extranjera en los mercados. De
acuerdo con los datos de la CEPAL, entre el comienzo de la década y el final, en el
grupo de las 500 empresas mas grandes en términos de ventas netas, las subsidiarias de
las grandes corporaciones han sido las ganadoras, su número aumentó un 42% (de 142 a
202) y su cuota en las ventas totales subió un 45’4% (de 26’6% a 38’7%), mientras que
las empresas estatales han sido las perdedoras, disminuyendo un 56’9% (de 93 a 40
compañías) y pasando de representar el 35’3% al 19’1% de las ventas totales, que
supone que han perdido un 45’8% del mercado. Lo cual significa que se ha reforzado la
posición relativa de las empresas extranjeras en detrimento de las empresas locales.
B) CRECIMIENTO ECONOMICO
18
En términos de crecimiento existen, al igual que en otras variables
estrechamente relacionadas con éste como el comercio y la inversión, dos momentos
claramente diferenciados: el periodo entre 1990 y 1997, y el que va desde 1998 hasta
nuestros días.
Los años noventa han sido testigos de una evolución muy favorable de la región
latinoamericana, como resultado de las estrategias liberalizadoras y las reformas puestas
en marcha por estas economías. Así, y en un esfuerzo de síntesis, se observa una
importante recuperación del nivel de actividad en la región: el PIB de América Latina
creció a una tasa promedio anual del 3,3% en el período 1991-1997, alcanzando en 1997
un 5’2%, la mayor tasa de los 25 años anteriores. Este crecimiento positivo responde en
gran medida a la continua expansión de las exportaciones así como a la intensificación
de las entradas de capital, en ambos casos gracias a las políticas de apertura y a otros
factores anteriormente comentados.
Un dato importante a tener en cuenta es que se trata de crecimiento estable. Es
decir, las mejoras logradas en las tasas de crecimiento no solo no supusieron un
aumento de la inflación sino que fueron compatibles con una espectacular reducción de
la misma a lo largo de la década de los noventa. Así, a partir de un 825% en 1993
descendió a más de la mitad en 1994 y se había situado en 10’3% en 1997, la más baja
observada en cerca de 50 años. Estos datos son aún más significativos si tenemos en
cuenta que 11 de 19 países considerados alcanzaron tasas de inflación de tan solo un
dígito (CEPAL, 1998, pgna. 8).
El optimismo generalizado creado en América Latina como resultado del
crecimiento económico alcanzado en los años noventa y la idea de que habían entrado
en un periodo de crecimiento sostenido llega a su fin de forma drástica en 1998. Este
año registra una caída de la tasa promedio de crecimiento que pasa de un 5’4% en 1997
a un 2’3% en 1998, marcando así un punto de inflexión y el inicio de una tendencia
decreciente: entre 1999 y 2002 el crecimiento promedio anual del PIB per capita es
negativo situándose en un – 0’4%.
Entre las razones que explican este cambio de tendencia ocupan un importante
lugar las repercusiones de la crisis asiática, las crisis financieras sufridas por algunos
países latinoamericanos, así como el deterioro del mercado financiero internacional,
factores que dieron lugar a importantes salidas de capital en la mayoría de los países de
la región contribuyendo así a un debilitamiento de la actividad económica. La
importancia de esta circunstancia se puede constatar en la cifra negativa de transferencia
neta de recursos externos para el conjunto de la región en 2002: - 39.000 millones de
dólares, la mitad de cuales se explica por la crisis argentina. Otra de las razones que
contribuyen a explicar la desaceleración de las economías latinoamericanas es el escaso
dinamismo del comercio en los primeros años de la presente década con una tasa de
crecimiento de un 1%. Este comportamiento se deriva en gran medida de la reducción
de la demanda mundial así como de los bajos precios de los productos básicos de
exportación, que acentúan el deterioro de los términos de intercambio experimentado
por las economías latinoamericanas a partir de 1998. Si bien la caída de los precios
relativos externos no ha afectado a los países exportadores netos de petróleo y
19
derivados, si ha tenido una gran relevancia en países como Perú, Chile o Brasil
(CEPAL, 2002, pgna. 10 y 15).
El retroceso experimentado por las tasas de crecimiento solo se recupera a partir
de 2004. Las economías de la región tomaron impulso gracias en gran medida a la
vigorosa demanda mundial y a los sólidos precios de los productos básicos. Así, y
coincidiendo con la ya comentada recuperación de los flujos de capital y los
intercambios comerciales, se observa una mejora de las tasas de crecimiento el citado
año, que pasan de un 1’9% para el conjunto de la región en 2000 a un 6’7% en 2004.
Estas tendencias globales esconden, sin embargo, patrones heterogéneos en los
distintos países de la región, como podemos observar en el cuadro nº 4. El país más
alejado de la media hasta 2004 es México que registra un crecimiento negativo en 1995
cuando el conjunto de la región está creciendo a un ritmo del 3%, y que crece a una tasa
de 6’7% en 2000 cuando la media ha disminuido al 1’9%. Además del caso mexicano,
también registran tasas de crecimiento negativo en algún momento del periodo
Argentina, Paraguay y Uruguay. Por otra parte, todos los países de la región,
exceptuando a México, registran importantes retrocesos en 2000 para experimentar una
significativa recuperación en 2004, recuperación en la que destacan las tasas de
crecimiento de Uruguay y Venezuela.
Cuadro nº 4
Evolución del Producto Interior Bruto
(tasa anual de variación)
PAISES
1995
2000
2004ª
Argentina
- 2’9
- 0’8
8’2
Bolivia
4’7
2’3
3’8
Brasil
4’2
3’9
5’2
Chile
9’0
4’5
5’8
Colombia
4’9
2’4
3’3
Ecuador
2’1
0’9
6’3
México
-6’1
6’7
4’1
Paraguay
5’7
-3’3
2’8
Perú
8’6
2’8
4’6
Uruguay
- 2’4
-1’9
12’0
Venezuela
5’9
3’8
18’0
TOTAL PROMEDIO
3’0
1’9
6’7
Fuente: CEPAL, Balance Preliminar de las economías de América Latina y Caribe. 2004
ª cifras preliminares
C) EMPLEO
Uno de los aspectos negativos señalados con carácter general en materia de
globalización es el impacto que ésta tiene sobre el empleo, no solo en el nivel de empleo
sino también en la calidad del mismo. En el caso concreto de América Latina los
diferentes estudios consultados parecen llegar a conclusiones similares.
De un lado, el Banco Interamericano de Desarrollo señala que, en la práctica
totalidad de los países de la región comprometidos con las reformas neoliberales y a
20
consecuencia de los cambios estructurales se ha visto crecer el desempleo. La creación
insuficiente de empleo en relación con el crecimiento de la fuerza de trabajo, ha
conducido a que la tasa de desempleo promedio de América Latina aumente en la
década de los 80, de 6’9% en 1980 a un 7’6% en 1990 y continúe su tendencia creciente
en la década de los 90 alcanzando el ratio del 11’8% en 2003. Entre los países que
mayores tasas de desempleo urbano registran este último año se encuentran por este
orden Venezuela, Uruguay, Colombia y Argentina.
Cuadro nº5
Tasas de desempleo urbano en América Latina
PAISES
1990
Argentina
7’4
Bolivia
9’9
Brasil
4’3
Chile
9’2
Colombia
10’2
Ecuador
6’1
México
2’7
Paraguay
6’6
Perú
8’3
Uruguay
8’5
Venezuela
10’4
TOTAL PROMEDIO
7’6
Fuente: Panorama social de América Latina, 2004
2000
15’1
7’5
7’1
9’2
17’2
14’1
2’2
10’0
8’5
13’6
13’9
10’7
2003
15’0
9’5
12’3
8’5
16’7
9’8
3’2
11’2
9’4
16’9
18’0
11’8
De otro, también la CEPAL señala que la creación de puestos de trabajo ha sido
débil, aún en los años de dinamismo económico, de manera que el mantenimiento de las
elevada tasas de desempleo, y la precariedad caracterizan la realidad del mundo laboral
(CEPAL, 2003 a). Asimismo señala que las transformaciones laborales causadas por la
globalización han aumentado la desigualdad entre los latinoamericanos. Según la
CEPAL, la flexibilización laboral creada por la globalización ha generado más empleos
informales, un aumento de los trabajos temporales y un incremento de los trabajadores
sin contratos laborales.
Finalmente, los estudios llevados a cabo por la Organización Internacional de
Trabajo no se alejan de lo ya expuesto anteriormente. En el informe realizado por
Tokman y Klein, se analizan los efectos de la globalización sobre el empleo
concluyendo que por la vía de la inserción de los mercados internacionales se espera
que las economías orientadas a la exportación en ALA se concentren en bienes
intensivos en mano de obra no cualificada, por ser este el factor más abundante. Sin
embargo, como señala Martínez, esta esperada especialización no se ha producido,
como tampoco se ha producido un aumento de la demanda de mano de obra no
cualificada y por ende, una disminución de las tasas de desempleo. La insuficiente
expansión de la demanda de trabajadores poco cualificados se deriva de múltiples
causas pero entre las más relevantes cabe señalar que la región latinoamericana, a pesar
de lo que pudiera parecer no tienen ventaja comparativa en el factor trabajo poco
cualificado, puesto que éste no es tan abundante ni tan barato como en otras regiones.
21
Así, el precio relativo del trabajo no cualificado en América Latina resulta
comparativamente elevado en relación a Asia, por ejemplo. (Martínez, 2004)21.
Se generan así situaciones en que se aumentan los límites a los incrementos
salariales, debido a la necesidad de las economías periféricas de ser competitivas
internacionalmente y a las presiones internas por una mayor flexibilidad en la
disponibilidad de mano de obra. De hecho, los salarios mínimos entre 1990 y 2003 han
aumentado tan solo en un 1’3%, crecimiento insuficiente para recuperar los existentes
en 1980. De esta forma, en la mayoría de los países de ALA los salarios mínimos a
finales de los noventa eran inferiores en un 26% a los de 1980. En el año 2002, en ocho
países latinoamericanos (México, El Salvador, Perú, Haití, Ecuador, Uruguay, Bolivia y
Venezuela) no sólo no se recuperan los niveles de salarios mínimos de 1980 sino que
éste sigue por debajo del 50% del nivel de 1980.
En definitiva, los datos ponen de manifiesto que, en materia de empleo, el
impacto de la globalización en la región latinoamericana ha sido negativo, no sólo
porque la creación de empleo ha sido escasa y las tasas de desempleo se mantienen en
niveles elevados, sino también porque las condiciones laborales distan mucho de ser
mejores en el nuevo contexto de globalización.
D) LAS CRISIS FINANCIERAS
El aumento de las entradas de capital en ALA a lo largo de los años noventa
está, como hemos visto, íntimamente relacionado con la situación prácticamente
generalizada de globalización financiera, y entraña una serie de beneficios a los que ya
hemos aludido con anterioridad, esto es, la inversión directa extranjera está asociada a
su capacidad de generar empleo, aumentar la productividad, transferir los conocimientos
especializados y tecnología, mejorar la competitividad de las empresas, intensificar las
exportaciones y contribuir al desarrollo económico a largo plazo22.
Sin embargo, y como hemos tenido ocasión de contrastar en anteriores
apartados, la globalización financiera también entraña importantes inconvenientes,
relacionados fundamentalmente con las crisis financieras, que tienen un claro reflejo en
la región latinoamericana.
En los años noventa se suceden con elevada frecuencia una serie de crisis
financieras en la región, crisis que afectan normalmente a aquellos países considerados
emergentes y con un gran potencial para atraer inversiones extranjeras, de hecho las
crisis estallan en los países que habían recibido mayores flujos de capital en las fases
previas: México (1994), Argentina (1995), Brasil (1998) y nuevamente Argentina
(2001) constituyen buenos ejemplos de esta afirmación. De ahí, que muchos de los
21
Daniel Martínez (2004) El mundo del trabajo en la integración económica y la liberalización
comercial: una mirada desde los países americanos. OIT. Oficina Regional para América Latina y
Caribe. 2004
22
En este sentido, es necesario señalar que aunque las inversiones realizadas en algunos países han
tenido algunos de los efectos mencionados como es el caso de Chile, México o Brasil, en otros casos los
efectos positivos son mínimos.
22
países de la región se encuentren entre los países con mayores niveles de vulnerabilidad
frente a crisis financieras.
Otra cuestión de gran relevancia en este tipo de crisis y a la que ya hemos hecho
alusión es el contagio. Este fenómeno tuvo su primera manifestación clara en la región
con la crisis mexicana de 1994, fue el llamado efecto tequila, que impactó en otros
mercados emergentes de la región y fue el detonador de la crisis argentina de 1995.
Desde entonces los efectos de contagio se han multiplicado, con lo que las crisis
financieras, lejos de tener implicaciones solo para el país que la sufre, difunden sus
efectos sobre otros países.
Finalmente, las crisis citadas han generado violentas fluctuaciones en los niveles
de entradas y salidas de capital en América Latina con efectos devastadores para el
crecimiento y el empleo en los países afectados. Así, cada una de estas crisis
interrumpió repetidamente los avances en el crecimiento con tanto esfuerzo conseguido,
de forma que como señala la CEPAL, la volatilidad de los flujos de capital ha llegado
en ocasiones a contrarrestar el beneficio de obtener financiación para grandes proyectos
de inversión.
E) LAS DESIGUALDADES Y LA POBREZA
América Latina ha realizado importantes progresos en el ámbito social: la brecha
del Índice de Desarrollo Humano se ha reducido en un 20% entre 1975 y 1997, lo cual
refleja una mejora sustancial de los indicadores sociales. Según datos de la CEPAL, la
esperanza de vida ha aumentado de 69 años en 1990 a 71’9 en 2004, el porcentaje de
población analfabeta ha disminuido de un 14’9% aun 9’5% en ese mismo periodo y la
tasa neta de matrícula en educación primaria se sitúa cada vez más cercana al 100%.
Sin embargo, a pesar de los citados avances, la pobreza sigue afectando a un
gran porcentaje de la población latinoamericana. Como podemos observar en el
siguiente cuadro, la población por debajo de la línea de la pobreza experimenta un
importante aumento en la década de los ochenta, considerada como la década perdida, y
pasa de 136 a 200 millones de personas. La tendencia sin embargo se invierte durante la
década de los noventa, periodo caracterizado por una reducción prácticamente
generalizada de los niveles de pobreza en la región, aunque los buenos resultados
iniciales se fueron desvaneciendo paulatinamente hasta llegar en algunos países a
revertirse hacia el final del periodo. Así, en 1997 muchos países de América Latina
sufrieron importantes retrocesos en materia de pobreza mientras en el resto los índices
permanecían estancados. Estancamiento que se prolonga durante los primeros años de la
década actual y que solo parece remontar en 2004, registrándose nuevos avances en la
materia en la mayoría de los países.
Cuadro nº 6
América Latina: incidencia de la pobreza y la indigencia 1980 – 2002
(porcentaje sobre el total de población)
1980
POBRES
TOTAL
40’5
URBANA
29’8
RURAL
59’9
INDIGENTES
TOTAL
URBANA
18’6
10’6
RURAL
32’7
23
1990
48’3
41’4
65’4
22’5
2000
42’5
35’9
62’5
18’1
2002
44’0
38’4
61’8
19’4
Fuente: CEPAL. Panorama social de América Latina 2003
15’3
11’7
13’5
40’4
37’8
37’9
Los promedios para la región, como ya hemos comentado en anteriores
ocasiones, ocultan importantes diferencias por países. Así, en Uruguay, el país que
mejor comportamiento ha mostrado en materia de pobreza, tan solo en 10’2% de la
población en 2000 se sitúa por debajo del umbral de pobreza mientras que este
porcentaje aumenta hasta un 61’7 y un 61’3 en Paraguay y Ecuador respectivamente. Si
comparamos las cifras de 1990 y 2000 observamos que en esta década, que registra
mejoras en la pobreza en términos globales, algunos países como Ecuador y Colombia
se mantienen prácticamente estancados y otros no solo no mejoran sino que
experimentan sensibles retrocesos en este ámbito. Este es el caso de Argentina Bolivia,
Paraguay y Venezuela. Por su parte las cifras de 2003 reflejan una recuperación en
todos los países de la región salvo en el caso de Argentina y Uruguay.
Cuadro nº 7
Población por debajo de la línea de la pobreza
PAISES
1990
1994
Argentina
21’2
13’2
Bolivia
53’1
51’6
Brasil
48’0
45’3
Chile
38’6
27’5
Colombia
56’1
52’5
Ecuador
62’1
57’9
México
47’8
45’1
Paraguay
42’2
49’9
Perú
----Uruguay
17’8
9’7
Venezuela
40’0
48’7
Fuente: CEPAL, Panorama social varios años
1997
17’8
62’1
35’8
21’7
50’9
56’2
52’1
46’3
47’6
9’5
48’1
2000
24’7
60’6
36’5
20’6
54’8
61’3
41’1
61’7
48’0
10’2
48’8
2003
45’4
52’0
34’1
18’8
51’1
--32’2
50’1
42’0
15’4
---
24
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