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Responsabilidad Social Empresarial y Tecnología
Renato Dagnino
¿Qué no es y que es Responsabilidad Social Empresarial? ........................ 1
¿Responsabilidad Social Empresarial: unicidad o polisemia? .................... 3
¿Qué tiene que ver Responsabilidad Social Empresarial con Tecnología? 5
¿La “Base de la Pirámide”: una efectiva adecuación tecnológica? ............ 9
¿La Tecnología Convencional es compatible con la Responsabilidad Social
Empresarial?................................................................................................... 10
¿Tecnología: unicidad o polisemia? ............................................................ 11
¿Y ahora? ........................................................................................................ 18
Una conclusión bombástica .......................................................................... 20
Una conclusión admonitoria ......................................................................... 22
El objetivo de este trabajo, que fue preparado a partir de la desgravación de una
conferencia, es mostrar la relación que existe entre la Responsabilidad Social
Empresarial (RSE) y la tecnología. Para abordarla comienzo precisando el concepto de
RSE que adoptaré e indicando los objetivos que ella pretende lograr. En seguida y
siguiendo un procedimiento semejante, empiezo un intento de reducir la polisemia que
existe en torno del concepto de tecnología. Después, voy a criticar lo que me parecen
expectativas vanas al respecto de la posibilidad de alcanzar aquellos objetivos mediante
el uso de lo que denomino Tecnología Convencional. Finalmente, y después de revisar
las cuatro principales formas de entender la tecnología, muestro como una de ellas, la
que he denominado en otros trabajos de Adecuación Sociotécnica, tendría que ser
explorada por los interesados en promover la inclusión social a través de la RSE.
¿Qué no es y que es Responsabilidad Social Empresarial?
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Empezaré, para “limpiar el área” como dice la jerga futbolística brasileña, con mi opinión
sobre qué no es y que es Responsabilidad Social Empresarial (RSE). Y aprovecho para
decir que mis referencias al tema de la RSE van a estar siempre enfocadas al plano
nacional; no voy a hablar de la relación entre países desarrollados con los países
periféricos (subdesarrollados) o latinoamericanos.
Definamos entonces qué no es RSE. No es hacer filantropía; no es actuar dentro de la ley
en cuanto a la cantidad y calidad de los productos, ni observar la legislación laboral,
ambiental, impositiva o pagar impuestos; porque esas son obligaciones y no RSE.
Tampoco es respetar la ley de modo interesado, buscando aumentar ganancias y
explotando el consumo.
Entonces, ¿qué es la RSE?
Primero, evitar impactos sociales, ambientales y económicos que sean negativos,
específicos y localizados, aún cuando no han sido previstos, sancionados o prohibidos
por la ley general.
Segundo, RSE es elevar el nivel de vida de la comunidad directamente afectada por la
actividad empresarial. Pero de un modo desinteresado, sin pretensiones de obtener el
apoyo a la aceptación de las actividades que generan ganancias.
Tercero, actuar con el Estado para enfrentar emergencias sociales o ambientales no
específicas, o localizadas de modo desinteresado, aunque no sean efectos negativos
causados directamente por la actividad empresarial. ¿Por qué actuar con el Estado?
Porque, mal o bien, su función es identificar dónde están los problemas y cuál sería la
mejor manera de solucionarlos.
Pero también es posible interactuar con los movimientos sociales para enfrentar los
problemas de modo desinteresado, porque de otra forma, no es RSE. ¿Y por qué con los
movimientos sociales? Porque aunque en menor medida que el Estado, ellos también
son capaces de identificar y jerarquizar los problemas sociales y ambientales mucho
mejor que nosotros -los ciudadanos comunes- y que las empresas individuales; esos
actores no tienen capacidad para la identificación, ni mucho menos con la solución, de
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problemas sociales o ambientales.
En ese sentido, la alianza de las empresas con el Estado y con los movimientos sociales
sería importante para orientar las actividades de RSE. Finalmente, es necesario actuar
con las organizaciones no gubernamentales para enfrentar problemas sociales o
ambientales también de modo desinteresado.
¿Responsabilidad Social Empresarial: unicidad o polisemia?
Además de lo que acabo de señalar, me parece que esa polisemia en la literatura
referente al tema de la RSE. Sin embargo, es posible identificar tres visiones o sentidos
acerca RSE.
La primera visión es apologética o de elogio, acepta la máxima capitalista de que las
empresas al generar ganancias, producen beneficios directos a los trabajadores y a la
comunidad en la cual actúan. Esta perspectiva, también señala que cuando las empresas
compiten entre ellas, producen beneficios indirectos para la sociedad en la medida en
que esa competencia “interempresarial” genera menores costos, mejor calidad, etcétera.
Ese sería más o menos el esquema: la empresa innova recibiendo conocimiento,
reorganizándolo y entregándolo a la sociedad. En esa visión no hay posibilidad de otro
agente social distinto a la empresa para producir ese tránsito de conocimiento de la
sociedad para la sociedad. De hecho, la empresa innovadora recibe conocimiento, mano
de obra calificada, subsidios gubernamentales, y ofrece productos de precio bajo y
calidad alta. Además, ofrece salarios crecientes para generar competitividad sistémica en
el país y, de esta forma, retribuir a la sociedad mediante el mercado y el gobierno. Así se
expone una realimentación, un lazo de feedback positivo.
Por supuesto, bien se sabe que muchas veces no ocurre así. Se ha hablado de
empresarios que no pagan impuestos, que no ofrecen salarios crecientes y que no
producen con calidad aceptable.
Sin embargo, como se sabe, hay fallas de mercado y de Estado que hacen con que la
labor empresarial, y factores externos a la empresa aunque relacionados con ella, causen
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problemas sociales y ambientales.
La visión apologética va más allá, y dice que como el Estado cada vez tiene menor
capacidad para resolver ese tipo de problemas. Y la empresa debe hacerse responsable
de los eventuales daños que causa y, más que eso, debe ayudar directamente a la
sociedad a resolverlos. Esa es básicamente la visión de elogio al concepto de RSE. Por
lo que dicho antes sobre qué no es y que es RSE, queda claro que no estoy de acuerdo
con ella.
La visión crítica señala que la RSE obscurece el hecho de que los problemas que ella
dice buscar resolver son inherentes al modo de producción capitalista del cual la empresa
es el elemento central. Y, además, que ella evita el cuestionamiento al capitalismo y a la
relación social de producción que él implica. Esto es, la relación que se establece entre
propietarios de los medios de producción y vendedores de fuerza de trabajo. Esa relación
de antagonismo entre clases sociales con intereses y valores distintos, y que tiende a
generar exclusión social.
Además, apunta que la RSE causa una serie de efectos negativos entre los cuales está
la degradación ambiental. Esa crítica considera, también, que la RSE viene a legitimar la
hegemonía del mercado y potencializar el proceso de desmonte del Estado.
No voy a comentar la visión crítica ni la apologética por una sencilla razón: yo encajo en
una tercera visión, la pragmática. Ella acepta las acusaciones de la visión crítica, pero al
reconocer que las empresas son las principales beneficiarias del sistema vigente y que
concentran el poder económico y político en nuestra sociedad, hay que aceptar, con
resignación, que ellas no pueden estar afuera del debate político y social. Y que deben
ser presionadas por sus propios funcionarios y por el Estado e los por movimientos
sociales para obrar de acuerdo a lo que inicialmente señalé como siendo la RSE.
El hecho que las élites políticas e intelectuales definan la RSE como un tema de la
agenda pública y gubernamental, y que se dispongan a debatirla de forma seria, sin
cinismos y procacidades, me parece una demostración de pragmatismo y
responsabilidad. Es en ese debate que la sociedad irá definir patrones de
comportamiento empresarial para aminorar los problemas sociales y ambientales, y para
permitir que se aumenten los beneficios en las empresas que se ajustan a ellos.
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La responsabilidad social es un juego político, y en todo juego hay premios y castigos. No
se trata tan sólo de conferir premios a las empresas que actúan de forma responsable. El
debate tiene el propósito de definir patrones de comportamiento que se cumplan por el
Gobierno y sean controlables por la sociedad.
¿Qué tiene que ver Responsabilidad Social Empresarial con Tecnología?
En el primer punto, intenté sintetizar qué no es y qué es RSE. En el segundo, presenté
las visiones apologética, crítica y pragmática sobre el tema. Creo que, ahora, estamos en
condiciones de “entrar en materia” y abordar la cuestión de la relación entre RSE y
desarrollo tecnológico. Este es el objetivo de este tercer punto.
Empiezo por plantear la pregunta que hice al principio: ¿cuál es la relación entre la RSE y
el desarrollo tecnológico?, ¿cuál es la relación entre la tecnología, la exclusión y la
inclusión social?
Cuando se habla de RSE, se está refiriendo, en gran medida, al objetivo de la inclusión
social. Gran parte de las acciones de RSE se orientan a promover la inclusión social.
Pero la gran mayoría de los que se preocupan con ella tiene un “corazón rojo”. Quieren la
inclusión social, un país más justo, más equitativo y ambientalmente sustentable, tienen
“corazones rojos”. Esos son los interlocutores que ando buscando. Los colegas que
tienen “corazones grises” me merecen respeto. Pero de ellos, lo que quiero es distancia...
la mayor parte de los
que tienen el
tiene la
mente gris
pues no percibió todavía
que el conocimiento que
posee, utiliza y difunde es
excluyente: tiende a
reproducir la exclusión
social…
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Los “corazones rojos” entienden que lo que hacen es importante para el futuro. Y que
para el futuro ser mejor que el presente son necesarios cambios económicos y sociales.
Y esos colegas saben que el slogan de la derecha, “crecer para distribuir”, fue
políticamente inviabilizado por el de “distribuir para crecer”.
Los economistas de derecha solían decir a menudo que hay primero que concentrar y
generar riqueza, para después distribuir. Primero, hacer crecer la torta, para después
repartirla. Y así siguió siendo dicho y hecho durante mucho tiempo. Aún cuando los
economistas latinoamericanos de izquierda decían que el problema del capitalismo
periférico es un problema de falta de mercado; nosotros no tenemos exceso de demanda,
nosotros lo que tenemos es insuficiencia de demanda, y por lo tanto hay que distribuir el
ingreso y la propiedad para poder crecer.
La idea de que el crecimiento es una consecuencia de la distribución del ingreso ganó la
pelea en el terreno político. Hoy poca gente sigue defendiendo la idea de hacer crecer la
torta para después distribuirla, y cada vez más los gobiernos y los economistas están de
acuerdo con la idea de “distribuir para crecer”.
Pero el problema es que la cadena “consumo-producción-empleo”, la cadena que esta en
la base de la visión Keynesiana, ya no funciona más. Antes era posible hacer una fila con
todos los excluidos, y yo, como Estado, dar al primero de la fila un bono para que gastara
en algún lugar. Él iría a la bodega a comprar comida, y el tipo de la bodega
encomendaría más comida; y así, en alguna punta de esa cadena, se generaría empleo.
Ello generaría un efecto positivo, de manera tal que la inclusión social, si bien no estaría
garantizada, por lo menos estaría viabilizada.
El problema es que estamos en una economía que crece sin generar empleo. Una
economía que se “moderniza” (no sé si lo que estamos viviendo es un proceso de
modernización o de barbarización) y que crece sin generar empleo. La tecnología que
utilizamos es cada vez menos generadora de empleo, y eso no es solamente en nuestros
países. En todo el mundo, el capitalismo enfrenta una crisis muy complicada de
desempleo, subempleo y subconsumo.
El aumento de la brecha económica en Europa, en Estados Unidos, es algo muy
preocupante, y esa brecha tiene que ver con la insuficiencia del mercado para generar
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los patrones de distribución del ingreso que vigoraron durante varias décadas. Por
supuesto que esa situación, que tiene una fuerte determinación tecnológica, fue
exacerbada por el abandono del Estado de bienestar, responsable por generar a
contrapelo y con el despilfarro socioeconómico intrínseco al capitalismo, una cierta
igualdad de oportunidades, que permitiera que la clase trabajadora pudiera mantenerse
en condiciones de ser empleada, y tuviera cierta familiaridad con la tecnología existente y
con la capacitación formal que ella exigía.
Hoy, la demanda de calificación formal que exige la tecnología más nueva es muy difícil
de ser atendida por la clase trabajadora. Pero, adicionalmente, lo que yo observo en
Brasil es que la señora que servía café hace 15 años en la universidad era analfabeta,
pero tenía seguridad social. La sobrina de esa señora, tiene la secundaria completa y hoy
sirve café. Ella gana un tercio de lo que ganaba su tía, no tiene seguridad en el empleo,
no tiene asistencia médica, no tiene nada de lo que su tía tenía pero tiene la secundaria
completa. Hay una precarización muy clara de las condiciones de trabajo, y todo eso se
ve agravado por el desempleo tecnológico.
Volviendo al tema: la mayor parte de los que tienen el corazón rojo, no perciben que la
inclusión social demanda una revolución en la ciencia y la tecnología, y por eso digo,
provocativamente, que tienen la mente gris.
Pero, para cambiar esa situación es indispensable entender cómo se genera la exclusión
social.
No tengo miedo de parecer radical en afirmar que creo que una de las causas principales
de la exclusión social (y también de los problemas ambientales que enfrentamos) es la
tecnología que utilizamos.
Llevo 30 años trabajando con ella y la considero, al mismo tiempo, una amenaza y una
oportunidad. Es una amenaza porque mantener en uso la Tecnología Convencional, la
que se ha implementado hasta el momento, no va a generar inclusión social, sino que
seguirá siendo causa de exclusión. Pero en un sentido contrario, la tecnología es una
oportunidad porque si se logra generar una tecnología distinta de la convencional (que
voy a llamar por oposición, pero con el cariz de algo a construir, Tecnología Social), ella
va a funcionar como una palanca muy potente para promover la inclusión social.
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¿Pero cómo se relaciona la tecnología con la exclusión y la inclusión social?
Antes de contestar, una aclaración. Estoy seguro que quienes están involucrados en la
RSE tienen un corazón rojo, pues desean la inclusión social. Por eso creo que todos los
que me han leído hasta aquí tienen un corazón rojo. Los corazones grises a lo mejor no
se hacen visibles, entonces prefiero acudir a quienes si desean una sociedad más justa,
más equitativa y más sustentable.
Mi intención es mostrar la importancia del conocimiento. Mostrar que el progreso social
solo se puede hacer con corazones y mentes. Y que lamentablemente aún muchas de
las personas que tienen un corazón rojo, y quieren la inclusión social, no logran
impulsarla porque intentan hacerlo con el conocimiento “almacenado” en su mente gris,
que es inadecuado para esa finalidad.
¿No existiría entonces una incoherencia en el comportamiento de aquellos que
adoptando la perspectiva de la RSE planteen que las empresas, que utilizan una
tecnología que reproduce la exclusión, puedan lograr la inclusión social que desean? Esa
inquietud la dejo en suspenso para que después de lo que voy a discutir el lector pueda
decidirse sobre ella.
Pero suponiendo que sea así ¿qué tipo de desarrollo tecnológico es compatible con la
responsabilidad social? ¿y con aquello que hemos dicho sobre lo que es y no es RSE?
Esa pregunta trae una idea importante. Ella asume de manera implícita que hay varios
tipos de desarrollo tecnológico. Para los ingenieros que han aprendido que la tecnología
es la eficiencia materializada, es complicado aceptar que existen varios desarrollos
tecnológicos. Y más todavía entender como es posible generar alguno que contraríe el
marco analítico conceptual que le han enseñado: los conceptos, variables, algoritmos etc
que componen su “hoja de cálculo”.
Para un científico, es aún más difícil asumir la idea de que hay diferentes ciencias
posibles. Él ha sido entrenado en un ambiente que todavía, a pesar de lo que dicen los
sociólogos de la ciencia hace treinta años, mitifica la ciencia como siendo un
conocimiento especial, verdadero, “bueno” en si mismo, etc, y no el resultado provisorio
de una negociación en la cual participan científicos, los gobiernos, los militares, la iglesia,
la media…
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En seguida voy a retomar este tema para mostrar que hay varias maneras de entender la
tecnología y la ciencia
¿La “Base de la Pirámide”: una efectiva adecuación tecnológica?
Pero antes de eso, y pasando a mi cuarto punto, voy a referirme a un libro - La base de la
pirámide – bien conocido de los que conocen la literatura sobre RSE. Y lo hago porque él
expone una de las formas más interesantes de relación entre RSE y tecnología que
encontré en esa literatura.
El autor inicia su libro declarando su interese en discutir si las nuevas tecnologías
informáticas y telemáticas pueden ser un vehículo para mejorar la vida de los pobres. E
introduce el tema enunciando una conocida preocupación de los “corazones rojos” de los
países avanzados. Él pregunta:
¿qué hacen las empresas de los países ricos para los países pobres del mundo?
Antes de seguir en su párrafo introductorio explorando lo que me interesa en el contexto
de este trabajo, cabe resaltar la ingenuidad de la pregunta. Es interesante ver cómo los
países avanzados tienden a creer que el tercer mundo -los pobres del mundo, los países
periféricos o subdesarrollados- son un todo monolítico, como si no existiera un tremendo
grado de desigualdad entre ellos. En la práctica, los países desarrollados tienden a creer
que los países del tercer mundo son pobres. No somos pobres, en realidad estamos mal
divididos como bien lo sabemos: América Latina es la región más desigual del mundo. Y
hay aquí países que no han sido campeones solamente en futbol y si en distribución
regresiva del ingreso.
El autor se preocupa además, específicamente, con la tecnología de los países
desarrollados:
¿por qué con toda nuestra tecnología y capacidad de inversión somos tan incapaces de
resolver los problemas de la creciente pobreza y alienación globales? ¿por qué no
logramos crear un capitalismo de inclusión?
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El libro no contesta las preguntas, pero es una guía adecuada para seguir averiguando
por qué la Tecnología Convencional no resuelve los problemas de miseria, hambre y
exclusión.
Ahora bien, he escrito arriba que la posición más coherente para ubicar el concepto de
RSE, desde que se acepte la visión apologética, está claro, es la que asume el libro La
Base de la Pirámide. De hecho, su propuesta de transformar los problemas sociales y
ambientales en oportunidades de negocio para las empresas y explorar el modo
operativo empresarial es totalmente compatible con la visión de que las empresas
privadas pueden, actuando como tales (esto es generando sus ganancias), resolver
aquellos problemas. No es casual que esa idea esté ganando peso en el establisment
internacional y también en el escenario de nuestros países latinoamericanos.
Nuestra línea de investigación será aceptar la propuesta como bien intencionada (y no
como un refrigerio para aquellos que no se disponen a cambiar las estructuras
económicas y sociales) y plantear la interrogante que da título a la próxima sección.
¿La Tecnología Convencional es compatible con la Responsabilidad Social Empresarial?
La pregunta título de esta sección puede ser entendida como un interrogante acerca de la
posibilidad de que las empresas interesadas en hacerse social y ambientalmente
responsables puedan lograrlo utilizando la Tecnología Convencional, tal como propone
La Base de la Pirámide. O si esa tecnología no es en realidad incompatible con esa
propuesta.
¿Pueden las empresas, a partir de la Tecnología Convencional, resolver los problemas
ambientales y sociales transformándolos en oportunidades de negocio? ¿O la Tecnología
Convencional tiende a funcionar como un freno a esa intención? ¿Y si es así, lo que se
ha dado llamar Tecnología Social podría ser un coadyuvante para soluciunar el
problema?
Mi intento de contestar a esas interrogantes alude a la necesidad de buscar soluciones
de compromiso coherentes con la visión pragmática que presenté, que permitan
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encaminar el problema de forma productiva. Lo cual, para mi no puede dejar de implicar
la inclusión de la Tecnología Social en la agenda de la RSE.
Parto del argumento de que la Tecnología Convencional es una de las causas más
importantes de la exclusión social. En otras palabras, la búsqueda de las ganancias de
una empresa con el uso de la Tecnología Convencional tiende a generar exclusión social.
Me sumo a los que aceptan la idea que la RSE supone descartar el empreendedorismo y
la competitividad como valores extremados de la acción empresarial, y lograr un cambio
hacia una solución de compromiso que contemple, hasta los límites que puede permitir el
capitalismo, la cooperación y la solidaridad. Pero destaco que aunque se logre transitar
en esa dirección, si la empresa sigue utilizando la Tecnología Convencional, es muy poco
probable que sea capaz de generar inclusión social.
¿Tecnología: unicidad o polisemia?
Como en el caso de la RSE, existe también en el caso de al tecnología una considerable
polisemia. Además de la diferenciación que ya se presentó entre la Tecnología
Convencional y la Tecnología Social, trataré a seguir de una otra perspectiva de
clasificación que es particularmente útil para profundizar en el tema.
Para eso, voy a proponer un marco de referencia analítico y conceptual articulado en un
sistema de dos ejes (ver gráfica). En el eje vertical, se ubica la neutralidad de la
tecnología. Arriba de él, están los que consideran la tecnología neutral y abajo, los que
no lo consideran así. A la izquierda están los que consideran la tecnología autónoma,
como gobernándose a sí misma, y a la derecha los que asumen que puede ser
controlada socialmente.
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NEUTRAL
DETERMINISMO
optimismo de la visión Marxista
ortodoxa: fuerza productiva que
empuja inexorablemente a modos de
producción más perfectos; mediante
exigencias de eficiencia que ella
misma establece; hoy oprime pero
mañana, cuando apropiada por los
trabajadores, viabilizará o socialismo
INSTRUMENTALISMO
visión moderna patrón = fe liberal,
optimista en el progreso:
conocimiento verdadero y
eficiente del mundo que, con
Ética, usamos para satisfacer
necesidades
CONTROLABLE
AUTÓNOMA
SUSTANTIVISMO
pesimismo de la Escuela de Frankfurt
= medios y fines determinados por el
sistema: no es meramente
instrumental; incorpora valor; no
puede ser usada para propósitos
diferentes, de individuos o sociedades
ADEQUACIÓN SÓCIO-TÉCNICA
opción comprometida =
ambivalencia y resignación: no es
pesimista, explora grados de
libertad; internalizar valores
alternativos ex ante en la
producción, cambiando
instituciones
CONDICIONADA POR
VALORES
Explicaré en seguida estas cuatro concepciones. La primera es la visión Instrumental,
heredera de la concepción iluminista del siglo XVI y del positivismo, y está basada en una
fe liberal, optimista en el progreso. La tecnología sería conocimiento “bueno” en sí mismo,
porque está basado en la ciencia. Y eficiente, porque la hacen los tecnólogos.
La tecnología sería la hija de un hombre infinitamente curioso y de una naturaleza
infinitamente bella y perfecta. Ella nace de esa unión y hereda la curiosidad del padre y la
belleza y perfección de la madre. El hombre, al poseer esos secretos de la naturaleza,
sería también cada vez más perfecto y verdadero. Noten que ese mito positivista nos dice
que la sociedad debe ser gobernada por la ciencia y la técnica, y no por la política; lo que
bien sabemos los que padecemos con los gobiernos autoritarios tecnocráticos no es una
buena idea.
La idea de que la ciencia y la tecnología no tienen valores (morales, sociales, culturales,
étnicos, de género) e intereses (económicos, políticos) está muy arraigada en nuestra
cultura y, especialmente y no por acaso, en nuestra comunidad de investigación. Si es
así, no atañe a ella (los que desarrollan tecnología en empresas y universidades)
preocuparse por cuestiones éticas. Con frecuencia, los colegas en los institutos de
investigación dicen: “yo no sé para qué sirve lo que hago, eso lo va a decir la sociedad,
porque ella es la que decidirá si ese conocimiento será usado para bien o para mal”.
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Como si aquellos que producen conocimiento (que están en las universidades o que
pasaron por ellas), antes de entrar en su laboratorio se quitaran su saco y con él los
valores e intereses, y lo colgaran en una percha para entrar “neutrales” en el “espacio de
la verdad y de la eficiencia”. A esto, que llamo “el mito del guardapolvo blanco” es
lamentablemente la visión moderna mayoritaria.
Para caricaturizar aún más esa visión llamo al capitán Garfio. Él siempre ha simbolizado
el mal en el imaginario de los dibujos animados. Y también Campanita que, con su polvito
de ética, hace que la espada del capitán se transforme en una rosa. Eso es tan
inverosímil como la idea de que sería la sociedad, por medio de la ética, quien podría
cuidar que la ciencia y la tecnología producidas empresas con finalidad de aumentar sus
ganancias fueran utilizadas para “el bien”.
ética
Si fuera así, los de corazón rojo quedaríamos tranquilos, porque con esa misma
tecnología se podría conducir la sociedad hacia la resolución de sus problemas sociales,
ambientales y de inequidad, entre otros.
Para tener una dimensión del problema, vale destacar que actualmente, de los gastos
hechos en investigación en el mundo, el 70% es gasto empresarial y sólo el 30% es
gasto público (lo cual está orientado también para objetivos de generación de ganancia
empresarial o para fines geopolíticos). De ese 70%, un 70% es gasto de las empresas
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trasnacionales. O sea, la mitad de lo que se gasta hoy en el mundo para producir
conocimiento científico y tecnológico, es gasto de las trasnacionales.
Por lo tanto, creer que Campanita puede transformar la espada del capitán Garfio (la
Tecnología Convencional) en una rosa (una tecnología para la inclusión social) es poco
realista. ¿Sería la ética o la RSE, suficiente para construir la sociedad justa, equitativa y
sustentable que deseamos, mientras la tecnología que se produce sirve a propósitos de
más ganancia y mayor exclusión? Entonces, a pesar de contar con más cooperación y
menos emprendedorismo, y con más solidaridad y menos competitividad, si se continúa
haciendo uso de la Tecnología Convencional es poco factible que se logre la inclusión
social.
Hay otras maneras de entender la tecnología. La visión Determinista también cree que la
ciencia es neutral y que no es “contaminada” por valores o intereses. El Determinismo,
como el Instrumentalismo, cree en “el mito del tapapolvo blanco”. La visión determinista
es adoptada por gran parte izquierda porque es heredera de la visión marxista ortodoxa,
que hizo una lectura equivocada de la obra de Marx. Este enfoque dice que, en la jerga
marxista, las fuerzas productivas -la ciencia y la tecnología- empujan inexorablemente a
la sociedad a modos de producción más perfectos. Esa sucesión de órdenes sociales esclavismo, feudalismo, capitalismo, socialismo y comunismo – tendría como palanca
fundamental el progreso científico y tecnológico.
Según esa visión marxista ortodoxa, la ciencia y la tecnología que hoy son “usadas por el
capital” y oprimen a la clase trabajadora, mañana la liberarán y permitirán la transición
hacia el socialismo. La clave sería la apropiación de esa tecnología, que si es neutral
sirve para cualquier proyecto político y si es autónoma, significa que la de hoy es mejor
que la de ayer.
La Historia ha mostrado que la cosa no funciona así. Una de las razones fundamentales
del fracaso de la experiencia de socialismo real fue la degeneración burocrática, cuya raíz
fue la creación de un grupo que sustituyera los empresarios para hacer posible el uso de
la tecnología capitalista traída a la URSS con la Nueva Política Económica. Esa
tecnología -segmentada, heterogestionaria, alienante- solo podría funcionar con el
autoritarismo y el control de la fábrica capitalista. Ella no era adecuada a la construcción
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del socialismo.
De nuevo para caricaturizar esa visión voy a llamar, además del capitán Garfio y
Campanita, a otro personaje que para ella simboliza el “bien”: Peter Pan. En esa analogía
él sería el socialismo. El polvito no es la ética. Seria el cambio social que haría con que la
espada pasara a manos de Peter Pan. Él usaría la espada (la tecnología neutral), ya no
para el “mal”, para la explotación, sino para el bien: la construcción del socialismo.
cambio
social
Eso es paradójico porque la visión marxista es muy crítica acerca de los efectos de la
tecnología en el capitalismo. Ella afirma que eso que llamamos tecnología nada más es
conocimiento nuevo (o innovación) “utilizado” para aumentar la plusvalía; que la
tecnología, permitiendo la reducción del “tiempo de trabajo socialmente necesario”, deja
más tiempo libre para ser apropiado por el dueño de los medios de producción. Pero
aunque la visión marxista sea muy crítica frente a las relaciones trabajo-capital y a la
intermediación de la tecnología, su aceptación del Determinismo no le permite formular
un razonamiento más incisivo y teóricamente valedero sobre el tema.
La visión Sustantivista es también marxista, pero critica a la visión ortodoxa y el
socialismo real. Es una perspectiva que surge en los años 60 y 70, en la cual filósofos y
científicos sociales de la escuela de Frankfurt, señalan que la tecnología no es neutral.
Ésta visión se sitúa bajo la línea horizontal: dice que la tecnología está tan impregnada
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de los valores capitalistas, que no puede ser útil a otro proyecto político distinto a ese.
Afirma también que la tecnología capitalista (ahora, por no ser considerada neutral, ella
tiene este “apellido”) boicoteará la construcción de una sociedad más equitativa, más
justa y ambientalmente sustentable. Eso porque, como sigue un camino lineal e
inexorable (por eso está junto con el Determinismo en el lado izquierdo del diagrama) no
puede ser rediseñada.
Ella niega la idea de que la tecnología es una espada. No se cree posible derrotar al
capitán Garfio con la espada en manos de Peter Pan. Caricaturizando, la tecnología seria
una escoba de bruja, pues en los dibujos animados las escobas sólo se dejaban volar por
“su” bruja, y la bruja buena (el socialismo) no pueda volar con la escoba de la bruja mala
(el capitalismo).
Y en este orden de ideas, como la tecnología capitalista no permitiría la supervivencia de
otros valores que no los del capitalismo, sería necesario destruirla y empezar de nuevo.
La última concepción es la que tenemos llamado de Adecuación Sociotécnica. Ella que
no acepta la idea de neutralidad, pero tampoco la idea determinista de la autonomía
tecnológica y científica. No acepta que la ciencia esté en búsqueda de la verdad.
Concuerda con sociólogos de la ciencia europeos que desde los años setenta
argumentan consistentemente que ella no es más que el producto de una negociación
entre actores sociales; un arreglo entre las autoridades científicas y las redes de toma de
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decisión que involucran a otros actores de la sociedad como el gobierno, los militares y
los movimientos sociales que determina lo que es, en su momento, verdad.
Y con los sociólogos de la tecnología que, estudiando con su enfoque de la construcción
social, artefactos como la bicicleta, la lámpara, la refrigeradora, mostraran que el diseño
que finalmente se impone luego de un largo proceso de negociación (flexibilidad
interpretativa) es aquél que los grupos sociales dominantes consideran más conveniente
para sus intereses y valores. Recomiendo el estudio sobre la bicicleta que muestra como
las mujeres, que en otra época usaban faldas muy largas y les disgustaba la bicicleta que
tenía una rueda muy grande al frente, vencieron a los atletas que la usaban para mostrar
su fuerza en las competencias y creían que la mejor bicicleta posible era justamente
aquella, por su elevado poder de arranque.
Esta visión avanza para entender que la construcción del conocimiento científico y
tecnológico es un proceso social en el sentido político del término; que abarca valores de
género, etnia, intereses económicos y geopolíticos, mayor o menor preocupación con el
medio ambiente, etc. Ella se coloca afuera del terreno escéptico y mítico del “tapapolvo
blanco”.
De hecho, resalta que es posible notar que en nuestras universidades lo se enseña e
investiga es ciencia y Tecnología Convencionales. En consecuencia si, por ejemplo, se a
un ingeniero se le pide que diseñe una tecnología que no demande grande inversión ni
mano de obra con gran educación formal, no cause desempleo, no tenga impacto
negativo en el medio ambiente, no condene a un trabajador a hacer lo mismo durante 30
años, no sea controladora, no sea jerarquizada, y promueva la solidaridad y la
autogestión, de ser un tipo honesto diría: “no sé hacerlo”, no me han enseñado.
Lo que quiero enfatizar es que no sabemos como producir Tecnología Social, y que la
Adecuación Sociotécnica es un camino para aprenderlo y para hacerlo. Ella propone una
deconstrucción de la Tecnología Convencional, y de reconstrucción para alcanzar la
Tecnología Social. Una tecnología capaz de enfrentar el desafío de la inclusión social.
¿Cómo funcionaría eso? Empezaría por la introducción de nuevos valores e intereses
coherentes con la inclusión social y con la sociedad que se quiere construir: más
equitativa, justa y sustentable. Y además, con la agregación de otros valores en las
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instituciones, universidades y empresas que permitirían una construcción sociotécnica
con características distintivas.
La propuesta asociada a la visión de la Adecuación Sociotécnica, al contrario del
Substantivismo, no es “tirar el bebe con el agua del baño” sino que rediseñar la
Tecnología Convencional adecuándola a los valores e intereses de la inclusión social. Y,
en el caso que estamos tratando, de la RSE.
La Adecuación Sociotécnica acepta con resignación la ambivalencia potencial que la
Tecnología Convencional trae en si misma. No es pesimista, explora grados de libertad
que pueden explicitar si se internaliza valores alternativos a priori (sin iludirse con la
quimera de la ética aplicada a posteriori en el contexto social más amplio) en los
ambientes e instituciones en donde ocurre la producción de la ciencia y la tecnología.
Claro que está consciente de que eso exige conocimientos y formas de trabajo y es
mucho más difícil que hacer Tecnología Convencional.
¿Y ahora?
De ser así, la inclusión social no puede ser encarada como una mera consecuencia de la
RSE. Ella depende de la adopción de una nueva manera de producir conocimiento, bien
sea para las políticas sociales o para las empresas que quieren encajarse en su
promoción.
Hablo de las políticas sociales porque éstas hoy, en América Latina, lo que intentan hacer
es “secar hielo”. Si se hiciera una fila de excluidos en los años 60 ó 70, y se les diera a
cada uno platita, ellos irían a comprar algo. El dueño de la tienda encomendaría ese algo
a un proveedor, y al final de la cadena que empieza con un programa compensatorio de
distribución de la renta, pasando al consumo y la producción, se generaría un empleo.
Podríamos pensar que el primer excluido de la fila sería el primer a ser empleado; luego
vendría el segundo, y así sucesivamente, hasta agotar la fila. Esa receta keynesiana en
las cuales se basaban las políticas sociales ya no funciona.
Estamos en una economía que crece sin generar empleo. Y eso no sólo en
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Latinoamérica, sino que en el mundo entero. Casi el 60% de nuestra población
económicamente activa se encuentra fuera del mercado formal de trabajo: son personas
que no ganan un salario, que no trabajan para empresas y que probablemente, aunque
exista crecimiento económico, ya no tendrán un puesto de trabajo formal.
Esas personas necesitan de una tecnología distinta de la convencional para poder
generar sus propias oportunidades de trabajo e ingreso.
Sin embargo, nuestra política social no se enfoca en el tema de la tecnología, porque
todavía actúa como si la misma tecnología de las empresas pudiese generar
oportunidades de trabajo e ingreso y servir para la inclusión social. Es absolutamente
dominante entre os hacedores de las políticas sociales las visiones Instrumentalista o
Determinista.
Lo que no es menos verdad para el caso de la Política de CyT. Lo que significa que aun
cuando exista la intención de encauzarla para atender a la inclusión social, las acciones
se limiten a, adoptando la consigna de “colocar el conocimiento disponible a servicio del
desarrollo social”. Esa consigna es frecuentemente levantada por la comunidad de
investigación. Y puede ser considerada como una mezcla de la visión Instrumentalista en
el campo más abstracto de las visiones y de una postura filantrópica en el campo éticomoral. Sin embargo, queda claro su objetivo de, por esa vía, seguir obteniendo los
recursos que necesita para seguir explorando la agenda de investigación que elabora.
Creo que la mayoría de los miembros de esa comunidad tienen el corazón rojo. Pero de
manera fraternal les digo: muchos tienen todavía la mente gris.
Como he señalado, los que tienen el corazón rojo muchas veces tienen la mente gris
porque el conocimiento que aprendieron, utilizan y difunden es excluyente; no sirve para
promover la inclusión social. Nuestros científicos e ingenieros no tienen en su “planilla de
cálculo” las variables, parámetros, algoritmos, modelos necesarios para concebir
tecnologías distintas de la convencional. Nunca les han enseñado nada sobre eso. Pero
para hacer Adecuación Sociotécnica es necesario también saber mucho de espadas de
capitán garfio y de escobas de bruja. No es fácil desarrollar Tecnología Social: eso nunca
se ha hecho antes!
¿Pero como hacer que la mente se enrojezca? ¿Cómo hacer para que la sangre suba del
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corazón a la mente? ¿Cómo hacer para que nuestros científicos e ingenieros de den
cuenta de lo que estamos hablando y vayan cambiando su forma de entender y diseñar
la CyT (porque aunque se quisiera será imposible obligarlos a eso!)?
No sé contestar esas preguntas, pero sé que nuestro corazón se “engrisa” cada vez que
vemos un niño pidiendo limosna en los semáforos de nuestras ciudades; y ellos son cada
vez más.
Una conclusión bombástica
Para ir concluyendo veamos una comparación que ilustra la importancia de contar con
una tecnología que sea adecuada para la solución de los problemas sociales y
ambientales. Y como esa preocupación no puede estar ausente de las discusiones sobre
la RSE.
FRONTERA del CONOCIMIENTO
DINÁMICA INNOVATIVA
CONVENCIONAL
DINÁMICA
ALTERNATIVA
Gran Empresa
productos HiTec
NECESIDADES
DEMANDA
EUA
Clase
Pobre
Clase
Rica
Brasil
3.000
30.000
Ingreso (US$)
Estados Unidos y Brasil tienen una renta per cápita de, respectivamente, $30.000 y
$3.000 dólares aproximadamente. Por supuesto, en Estados Unidos es una curva
gaussiana y Brasil una muy asimétrica. Todos los años ocurre en el mercado, que las
clases ricas de los países ricos cambian su computadora personal que vale $3.000
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dólares; lo que gana un brasileño promedio durante todo el año. ¿Es clara la referencia?
El ícono de la nueva tecnología es la computadora personal, y colma rápidamente la
utilidad norteamericana, pero no llega a nuestras poblaciones.
En el mercado está presente el casamiento del hambre y de las ganas de comer, del
obsoletismo planificado por las empresas y del consumismo exacerbado de las
sociedades desarrolladas. Esas empresas hacen productos en “alta” tecnología, como si
hubiera una baja. Por supuesto, todo es ideología, pero la demanda los obliga a acabar la
frontera del conocimiento y a inaugurar una dinámica innovadora convencional.
Y recordemos que el 50% de la investigación hecha en el mundo está concentrada en las
empresas trasnacionales.
Ahora bien, ¿qué pasa con nosotros, los países latinoamericanos como el Brasil?
Nuestras poblaciones tienen necesidades pero no demandas; demanda es necesidad
con poder de compra. Si suponemos que todas las propuestas hechas aquí se van a dar
de forma positiva, que vamos a tener una distribución de renta y de ingreso en nuestros
países; esas personas necesitadas van a demandar casa, comida, educación, carreteras,
comunicaciones, salud y diversión, y no lo pedirán en suaves prestaciones mensuales o
anuales.
El problema es que esas demandas materiales no pueden ser satisfechas con las
tecnologías y la ciencia que tenemos, no son aptas para eso. El 50% de las casas
brasileñas no tiene agua potable. Pensamos en resolver ese problema como lo hacían
los romanos y vamos a construir las casas como hacían los babilonios. Esas necesidades
básicas se resolvieron en los países avanzados en el siglo XIX, con la tecnología del
siglo XIX.
Luego, el mercado de esos países para este tipo de demanda no ha crecido, por lo tanto,
esas tecnologías en la mayoría de los casos se han mantenido estancadas. Ahora bien,
si no se genera un esfuerzo para crear una dinámica alternativa de exploración de la
frontera del conocimiento, ¿cómo será el mundo? Hago énfasis en la dificultad para hacer
uso constante las tecnologías existentes. No me refiero a tecnología apropiada, sino a un
nuevo enfoque que muchas veces nos obliga a explorar la frontera del conocimiento de
otra forma y que se denomina “ciencia de frontera”. De no hacerlo, si el patrón de
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consumo y tecnológico simbolizado en esos gadgets llega a nuestras poblaciones,
tendremos una bomba.
Por tal razón, es necesario lograr la difusión de ese patrón en nuestros países. Mi
intención es aumentar la “esquizofrenia” e internalizar el conflicto entre el corazón rojo y
la mente gris. Es decir que es necesario cooperación, solidaridad y Tecnología Social,
para llegar a la inclusión social.
Una conclusión admonitoria
Al final, ¿qué es tecnología? Espada de Peter Pan o escoba de bruja?
Veamos más un dibujito: ¿Qué hay dentro de la caja?
que es Tecnologia?
que hay dentro de la caja?
De esa caja infantil que ganábamos como regalo en nuestra infancia, salía un payaso.
Pero, ojo, él ya estaba adentro. El resorte, que estaba comprimido, sólo se estira cuando
se abre la caja.
el payaso ya estaba dentro de la caja
y no hay “ética” que lo haga cambiar...
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La tecnología cuando es producida, ya ha internalizado los valores del capital. Ellos solo
aparecen cuando es abierta. Es ahí que nosotros percibimos lo que llamamos impactos
sociales y ambientales negativos.
Esta afirmación es ingenua, porque esos no son impactos; estaban desde antes, desde el
comienzo, ahí engatillados en el resorte que estaba comprimido. Entonces, al abrir la caja
la tecnología convencional muestra sus impactos negativos.
No hay ética que lo haga cambiar: ese payaso no va a cambiar por nuestra ética o por
que adoptemos la RSE. Es necesario un cambio mucho mayor.