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GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN
ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
. . Y ahora,
¿qué puedo
comer?..
Deva Camino Monteserín Fernández
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN
ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
. . Y ahora,
¿qué puedo
comer?..
AUTORA
Deva Camino Monteserín Fernández
Bióloga. Máster en Terapias Naturales y Nutrición
por la Universidad de Santiago de Compostela
COMITÉ DE EXPERTOS
Dr. Xavier Aldeguer
Hospital Universitari Doctor Josep Trueta. Girona
Dra. Ana Echarri
Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol. A Coruña
Dra. Silvia Gómez
Hospital Universitario La Paz. Madrid
Dra. María Dolores Martín
Hospital Universitario La Paz. Madrid
Ester Navarro
Enfermera de EII. Hospital Universitario Vall d´Hebron. Barcelona
Dra. Pilar Nos
Hospital Universitario y Politécnico La Fe. Valencia
COLABORACIÓN
Dr. Cristóbal Fraga
Codirector del Máster de Medicina Natural.
Facultad de Medicina. Universidad de Santiago de Compostela
Luisana de Albornoz
Autoayuda de ACCU-Asturias
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Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta
obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por
la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita
fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
©2016 Ergon
C/ Arboleda, 1 - 28221 Majadahonda (Madrid)
ISBN: 978-84-16270-97-2
Depósito Legal: M-10130-2016
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Prólogo
H
ace relativamente poco tiempo, realizamos en mi Hospital una jornada para
pacientes en la que pretendíamos conocer sus perspectivas e inquietudes.
Con ello, nuestro propósito era mejorar nuestra atención. Para mí fue una experiencia inolvidable. http://www.connectingbrains.es/videos/hospital-la-fe-viajepaciente/
El grupo de pacientes seleccionados trabajó durante un día completo con
el equipo de Connecting Brains. Parte de la jornada era en solitario, con psicólogos, comentando sus vivencias sin sus médicos. Lo más sorprendente fue
que las dos principales preocupaciones de nuestros pacientes no tenían que ver
estrictamente con la medicina. En la puesta en común nos lo confirmaron. Sus
problemas no eran ni con la medicación, ni con la atención hospitalaria, ni con la
toxicidad farmacológica, ni con nada que yo hubiera podido intuir. La principal
preocupación de nuestros pacientes estaba relacionada con la alimentación y
la segunda con los aspectos psicológicos de la enfermedad. Ninguno de los
pacientes presentes hubiera imaginado que tuviera especiales problemas con la
alimentación. No estaban desnutridos, podían comer teóricamente “de todo”,
nunca habían manifestado esta necesidad o quizás yo no la hubiera percibido.
Ellos querían saber más y nosotros, sus médicos, excepto en situaciones concretas, no cubríamos esa necesidad. Querían saber más sobre nutrientes, sobre
intolerancias, sobre tipos de dietas, sobre posibles restricciones… En resumen,
querían participar en la mejora de su enfermedad desde un aspecto importante
y que solo ellos pueden controlar, su alimentación.
El libro de Deva Monteserín aborda los dos aspectos que ellos precisaban, el
nutricional y el psicológico, especialmente el primero de ellos. Estoy convencida
de que todos los capítulos del libro serán de interés para nuestros pacientes.
Una de las principales preocupaciones de la sociedad actual es la relacionada
con la alimentación y la nutrición como expresión de salud. Esta preocupación
se acrecienta en aquellos pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal.
Este libro, escrito por Deva Monteserín, bióloga experta en nutrición, responde a muchas de las inquietudes de nuestros pacientes. De lectura amena, a
la vez que experta y documentada, responde a la dudas y dilemas con los que
puede enfrentarse un paciente con enfermedad de Crohn o con colitis ulcerosa
con profesionalidad.
Índice
El libro está estructurado en capítulos concretos que abordan los aspectos
más fundamentales de la nutrición y nos acercan, de una forma muy práctica y
sencilla al conocimiento actual científico, con el tamiz que aporta la experiencia
diaria y con la posibilidad de incorporación al día a día. Conocer el mundo de
los hidratos de carbono, la fibra, las grasas, el gluten, las proteínas… desde la
perspectiva de la individualización, las diferencias entre la enfermedad de Crohn
y la colitis ulcerosa y la perspectiva personal. Todo ello con el magnífico complemento de la app OKEII.
Espero que nuestros pacientes disfruten de su lectura tanto como yo y el
libro consiga el propósito buscado, que es el de acercar a los pacientes al conocimiento de una de sus principales inquietudes: la alimentación.
Dra. Pilar Nos
Hospital Universitario y Politécnico La Fe.
Valencia
Índice
Índice
1.
Introducción..................................................................................................1
2.
Conceptos nutricionales básicos: macronutrientes y micronutrientes....5
3.
Hidratos de carbono (glúcidos)...................................................................9
4.
Fibra: diarrea, estreñimiento y microbiota intestinal...............................15
5.
Grasas: ¿buenas o malas?..........................................................................21
6.
Proteínas: necesidades y alimentos proteicos.........................................29
7.
Minerales: deficiencias frecuentes............................................................37
8.
Vitaminas: fuentes de vida.........................................................................49
9.
Bebidas: la importancia del agua.............................................................55
10. Alimentos desaconsejados........................................................................59
11. Alimentación durante los brotes...............................................................63
12. Alimentación saludable: un día en remisión............................................65
13. Las dietas en enfermedad inflamatoria intestinal....................................67
14. Otros consejos sobre alimentación..........................................................69
15. Estrés, alimentación, enfermedad inflamatoria intestinal
y despedida................................................................................................73
16. Preguntas más solicitadas y necesarias de aclarar a quienes
padecen una EII..........................................................................................79
17.Bibliografía..................................................................................................87
Introducción
1
C
Permitidme aquí que os ponga un ejemplo clarificador a este respecto:
¿conocéis la valeriana? A muchos de vosotros os sonará, se trata de una planta
con principios activos relajantes utilizada frecuentemente en situaciones de
nerviosismo e insomnio. Pues bien, el mismo preparado de planta (la misma
marca y la misma dosificación) para personas de peso similar (algo muy a tener
en cuenta para ajustar las dosis) puede producir resultados muy diversos. Si
bien en la mayoría de las personas se apreciará el consabido efecto relajante,
en otras no se notará ningún efecto y, en algunas, tan solo un pequeño porcentaje, puede producir incluso nerviosismo. Es lo que se conoce en farmacología
como “efecto paradójico”, y depende de cómo metabolizamos cada uno esos
principios activos. Pues bien, algo semejante sucede con algunos nutrientes,
no solo a nivel metabólico sino también a nivel digestivo.
Como os decía, la alimentación debe personalizarse, pero no solo para
los afectados por EII, este es un consejo válido para la mayoría de la población,
pues deberíamos comer de manera consciente para nutrir de una forma óptima
nuestro organismo.
Hay también que tener en cuenta que a la variabilidad de necesidades nutricionales que pueden afectar a todas la personas según su edad,
Índice
1
Si bien es verdad que considero fundamental explicar el conocimiento
derivado de las investigaciones nutricionales en EII, no es menos cierto que
existe una idiosincrasia individual que es imposible ignorar. Estas particularidades deben tenerse siempre en cuenta a la hora de recomendar cambios en
la alimentación de cada persona, y en eso vosotros tenéis mucho que decir.
Puede que todo esto os recuerde al conocido consejo de “Vaya probando”,
que tan frustrante resulta para muchos, pero es una realidad que cada persona
es diferente, y es bueno que así sea, porque eso nos hará concienciarnos de
la importancia de “escuchar” a nuestro cuerpo para aprender a cuidarlo.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
uando desde ACCU Asturias se me encargó la elaboración de esta Guía
con consejos sobre alimentación en enfermedad inflamatoria intestinal
(EII), me pareció una idea maravillosa, pues esperaba que supusiese una
pequeña ayuda para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas. He
de reconocer también que, poco a poco, descubrí que implicaría un grado de
dificultad mayor del que le suponía inicialmente, pero que era indispensable
abordar para ofreceros una información actualizada y de calidad.
sexo, actividad,… en la EII debemos valorar otros factores: problemas de
mala absorción, qué fármacos se consumen, qué parte del tracto digestivo
se encuentra más directamente afectado, si ha habido alguna intervención
quirúrgica, etc. Todo ello debe valorarse conjuntamente para personalizar la
alimentación.
Otro aspecto importante es que las necesidades de nutrientes en EII
están incrementadas por diversos motivos:
•
•
•
•
Mala absorción: inflamación, alteraciones de la flora intestinal,…
Pérdida de nutrientes: por diarreas, sangrados…
Necesidad de regenerar la mucosa digestiva.
Mayor grado de inflamación y oxidación.
Continuando con la búsqueda de posibles pautas comunes, existen estudios científicos que apuntan algunas directrices sobre alimentación en EII y
consideramos conveniente que los pacientes las conozcan.
2
INTRODUCCIÓN
Nuestros médicos deben mostrarse prudentes respecto a las diferentes
investigaciones, pues un resultado positivo aislado es insuficiente para dar un
consejo general. Los datos obtenidos deben ser “replicados” con nuevos estudios, y se debe valorar la calidad de los mismos: número de pacientes, posible
efecto placebo, distorsiones por otras variables, si existen intereses económicos,… Todo esto dilata los tiempos que van desde los primeros resultados hasta
que los médicos pueden incluirlos en sus protocolos. Por otra parte, la necesidad
de disponer de un tiempo suficiente para adecuar la alimentación a cada persona dificulta incorporar la información nutricional a la consulta médica. Algunos
profesionales, sin embargo, asesoran en base a los conocimientos adquiridos
con su experiencia, lo que, generalmente, resulta muy valioso para el paciente.
En esta Guía procuraremos acercaros de manera práctica y sencilla el
conocimiento actual, tanto el de los profesionales, obtenido con la experiencia diaria, como el que nos ofrece la ciencia. A partir de aquí, vosotros
podréis, si lo deseáis, incorporarlo a vuestro día a día, adaptándolo a vuestras
necesidades en cada momento, por ejemplo, como todos sabéis la situación
varía dependiendo que nos encontremos en un brote o en remisión. Por otro
lado, existen diferencias en cuanto a la tolerancia a algunos alimentos en los
pacientes afectados por enfermedad de Crohn y los afectados por colitis
ulcerosa, lo que abordaremos también en esta Guía.
He intentado dar una visión amplia de los alimentos más adecuados;
para ello, además de la digestibilidad de los alimentos, hemos de tener en
cuenta otros aspectos que normalmente son poco considerados, como sus
Índice
efectos sobre nuestro metabolismo, especialmente las posibles consecuencias de su ingesta para nuestro sistema inmune, incluyendo su capacidad de
favorecer o no la inflamación. Si bien estas consideraciones no surten efecto
de manera inmediata, sí lo hacen a medio plazo, y siempre he pensado que
mejorar nuestra alimentación es una carrera de fondo.
3
Finalmente, “confesaros” que desde el mundo de la nutrición debemos
ser humildes. No todo se sabe y los consejos que aquí se recogen no son una
panacea, pero sí pueden, en algunos casos, prevenir o aliviar una sintomatología molesta y/o dolorosa. Esperamos, por tanto, que os sean de utilidad,
para mejorar así vuestra salud del día a día.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
Os prevengo también, desde aquí, que no debéis obsesionaros, ya que
puede suceder que seamos demasiado estrictos con nosotros mismos y eso
nos impida disfrutar de una relajada comida con los amigos o la familia. La
ortorexia, es decir, la obsesión por comer solo aquellos alimentos considerados saludables puede ser muy perjudicial y llevarnos a errores que empeoran
nuestro estado de salud: peso insuficiente, déficits nutricionales, ansiedad…
Por todo eso ante cualquier duda, no lo olvidéis, recurrid a un profesional.
Índice
Conceptos nutricionales básicos:
macronutrientes y micronutrientes
2
L
a nutrición se trata de una disciplina relativamente reciente, esto hace que
aún queden algunos misterios por desentrañar y que existan diferentes
teorías en torno a muchas cuestiones que son, aún hoy, objeto de estudio y
controversia. Quería comenzar con esta aclaración porque aunque entiendo
que a todos los pacientes con EII que tienen esta Guía en sus manos les gustaría obtener respuestas concretas para todas sus dudas debemos ser sinceros
y aceptar que aún se debe seguir investigando.
Veamos inicialmente sus tipos, principal función y recomendaciones de
ingesta:
1. Glúcidos (hidratos de carbono o carbohidratos):
–
–
–
•
•
50-55% del aporte calórico.
Fundamentalmente en: cereales, vegetales y frutas.
Principal función: energética a corto y medio plazo.
Complejos (polisacáridos): almidones y fibras.
Simples (monosacáridos y disacáridos): azúcares.
2. Lípidos (grasas):
–
–
–
•
•
30-35% del aporte calórico.
Fundamentalmente en: aceites, mantequilla y frutos secos.
Principal función: energética a medio-largo plazo.
Saturadas.
Insaturadas: monoinsaturadas o poliinsaturadas.
3. Prótidos (proteínas)
– 15% del aporte calórico.
– Fundamentalmente en: carnes, pescados y legumbres.
– Principal función: formación de tejidos, hormonas, anticuerpos,
enzimas, moléculas de transporte…
• Origen animal.
• Origen vegetal.
Índice
5
Los macronutrientes pueden definirse de manera sencilla como los
nutrientes que precisamos en mayor cantidad.
CONCEPTOS NUTRICIONALES BÁSICOS: MACRONUTRIENTES Y MICRONUTRIENTES
Ahora sí, comencemos con esos conceptos nutricionales básicos.
CONCEPTOS NUTRICIONALES BÁSICOS: MACRONUTRIENTES Y MICRONUTRIENTES
6
Aprovecho aquí para comentaros que los porcentajes propuestos son
los actualmente más recomendados, aunque en ocasiones son objeto de
debate, pues se han encontrado poblaciones saludables con porcentajes
de macronutrientes muy variados. Esto se explica por la gran versatilidad
de nuestro metabolismo, lo que nos ha permitido adaptarnos a ambientes
muy diversos. Probablemente, lo más importante a la hora de mantener una
alimentación saludable no sea tanto el porcentaje de los macronutrientes
como que todos ellos se ingieran en una cantidad suficiente, y también
que procedan de alimentos de buena calidad, lo que nos garantizará el
adecuado consumo de micronutrientes y un menor número de sustancias
no alimentarias (aditivos, pesticidas, antibióticos y hormonas en las carnes…)
que pueden resultar nocivas.
Los micronutrientes son los nutrientes que nuestro cuerpo necesita en
pequeñas cantidades y que tienen como principal función la de participar en
las reacciones químicas de nuestro metabolismo, aunque también en ocasiones
Índice
posean funciones estructurales. Muchos de ellos son esenciales, es decir, si no
los consumimos no los podemos sintetizar, y su carencia puede desencadenar
diferentes enfermedades.
1. Vitaminas:
– Solubles en grasa (liposolubles): A, D, E y K
– Solubles en agua (hidrosolubles): C y las del grupo B (B1, B2, B6,
B9, B12…)
2. Minerales:
Respecto a las calorías que contienen los alimentos, son una manera
de valorar la energía que nos aportan. La necesidad de las mismas depende
de múltiples factores: el sexo, la edad, la actividad que realizamos (tanto
física como psíquica), nuestra constitución, el estrés,… En cualquier caso estas
necesidades suelen estar incrementadas en los pacientes de EII, por lo que
en ocasiones se ha de hacer un especial esfuerzo para cubrirlas.
Para concluir este apartado me gustaría señalar que las personas afectadas por EII pueden estar inapetentes por la enfermedad, por la sintomatología
asociada a la ingesta o por el consumo de ciertos fármacos. Es habitual que
se encuentren tempranamente saciados o que en ocasiones padezcan largos
y/o molestos procesos digestivos.
A pesar de esto, deben tener voluntad y no permitirse comer de forma
insuficiente, ya que la experiencia nos demuestra que el remedio es peor
que la enfermedad, y aparecerán síntomas relacionados con una nutrición
deficiente: pérdida de peso, cansancio, mayor susceptibilidad al estrés, cabello
y uñas quebradizos,…
Índice
7
Algunos de estos micronutrientes son además antioxidantes, como el
selenio o la vitamina C, y contrarrestan la oxidación causada por los radicales
libres. Los radicales se producen en mayor medida cuando hay inflamación,
y cuando es crónica, su exceso daña nuestras células, lo que con el tiempo
acelera la degeneración de los tejidos, de ahí la importancia de su consumo,
especialmente en los pacientes afectados por alguna enfermedad inflamatoria
crónica.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
– Macroelementos (precisamos más cantidad): calcio, magnesio,
potasio, sodio, fósforo, azufre y cloro.
– Oligoelementos (precisamos menor cantidad): cobre, hierro, yodo,
zinc, cobalto, manganeso, molibdeno, flúor, cromo, selenio, silicio,…
En los apartados que continúan veremos con detalle cada grupo de
nutrientes, centrándonos en sus implicaciones para los pacientes de EII.
8
CONCEPTOS NUTRICIONALES BÁSICOS: MACRONUTRIENTES Y MICRONUTRIENTES
En general, repartir la ingesta en 5 comidas al día, en vez de concentrarlas en 3 muy abundantes, permite tolerar mejor los alimentos facilitando su
digestión y aportándonos energía durante todo el día.
Índice
Hidratos de carbono (glúcidos)
3
S
u principal función es la del suministro de energía, aunque una pequeña
parte posee también función estructural, formando parte de los tejidos
de sostén (tejido conjuntivo y afines). Sus límites mínimos no han sido establecidos pues no se trata de nutrientes esenciales, nuestro cuerpo los puede
fabricar a partir de otros, de todos modos son una buena fuente de energía y
se recomienda una ingesta mínima de entre 100 y 150 g al día.
Tipos:
• Simples: (azúcares) monosacáridos y disacáridos
• Complejos: polisacáridos: almidones y fibras.
Glucosa
+
Fructosa
Sacarosa
La glucosa es utilizada para la obtención de energía por nuestras células,
como las que componen el cerebro y los músculos. Para que la glucosa pase
al interior de las células necesita de la insulina.
Índice
9
Se trata de moléculas pequeñas que se absorben en el intestino con rapidez, pasando a la sangre. No es recomendable que supongan más del 10% de
las calorías diarias. Los monosacáridos pueden estar libres, como la fructosa
de las frutas, o unirse de dos en dos formando parte de los disacáridos, como
la sacarosa (azúcar de mesa) o la lactosa. Estos se “rompen” con facilidad en
el sistema digestivo, pasando a monosacáridos como la glucosa y la fructosa.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
SIMPLES (AZÚCARES)
La insulina es una hormona secretada por el páncreas, que tiene un papel
indirecto pero importante sobre la inflamación. Cuando los niveles de insulina
son elevados, y esto sucede ante el consumo de azúcares, se incrementa la
síntesis de moléculas pro-inflamatorias.
10
hidratos de carbono (glúcidos)
Pensemos que la cantidad recomendada de azúcar que consumimos no
debe exceder los 25 g/día y que solo un yogur azucarado ya puede aportarnos cerca de 20 g, o una lata de refresco unos 35 g. A eso debemos sumarles
los azúcares que acompañan habitualmente a la bollería, galletas, postres
lácteos, chucherías, chocolates, panes de molde, jamón york, tomate frito…
solo debemos leer los ingredientes para dar con ellos (glucosa, dextrosa, etc.).
Pensemos que el azúcar es una molécula que se encuentra en cantidades
muy pequeñas en los alimentos naturales, por lo que nuestro cuerpo no está
acostumbrado a manejar sus formas refinadas (azúcar blanca de mesa) ni los
preparados químicos que habitualmente se añaden en los alimentos (jarabe
de glucosa o dextrosa, jarabe de fructosa…).
Otro inconveniente de los azúcares es que tienden a producir disbiosis
microbiana en el intestino, es decir ,alteran el equilibrio de los distintos microrganismos (bacterias, hongos…) que componen la “flora intestinal”. Esto tiene
varias consecuencias: por una parte, se favorece el exceso de fermentaciones
que derivarán en molestos gases, dolor e hinchazón abdominal; por la otra,
ese desequilibrio permite aumentar el número de patógenos oportunistas.
Estos pueden propagarse y desencadenar infecciones en diferentes lugares,
ocasionando cistitis, cándidas… El riesgo de estas infecciones es aún mayor
en las personas medicadas con corticoides e inmunosupresores, debido a que
son fármacos que debilitan nuestras defensas. Por todo ello, los pacientes
con EII deben tener especial cuidado en moderar el consumo de azúcares,
siendo conscientes de la ingesta total que realizamos a través de los distintos
alimentos.
Una alternativa es el consumo de edulcorantes, en este caso recomendaría siempre los derivados de fuentes naturales, especialmente la estevia
y el eritritol. Por desgracia, varios de los edulcorantes artificiales (sacarina,
aspartamo…) se encuentran bajo sospecha por sus posibles consecuencias
sobre la salud con el uso continuado, y aunque en algunos casos los estudios
no son concluyentes, creo que es conveniente que en salud prime el principio
de precaución.
Respecto a la fructosa, es el azúcar presente más habitualmente en la
fruta. Para que se utilice debe ser primeramente procesada en el hígado, lo
que hace que tarde más tiempo que el azúcar de mesa en elevar la insulina
Índice
en sangre, y lo hace además de manera más gradual. Sin embargo, un alto
consumo de fructosa se ha comprobado que favorece el hígado graso, por
lo que tampoco recomendaría usar habitualmente sus formas concentradas
(jarabe de fructosa, ágave, de maíz o refinada en polvo). Además, como sucede
con otros azúcares, favorece las fermentaciones y, por lo tanto, los gases.
Por otro lado, puede suceder que se tenga dificultad en absorber cantidades relativamente elevadas de fructosa (intolerancia a la fructosa), lo que
se acompaña de malestar digestivo, gases e incluso diarrea, un motivo más
para evitar el abuso de las formas concentradas de fructosa.
Los lácteos fermentados tienen menos cantidad de lactosa, por lo que
suelen ser mejor tolerados, aunque depende de la persona. Los yogures
naturales tienen en torno a un 30% menos de lactosa, aunque deberemos
fijarnos porque muchas marcas agregan “sólidos lácteos” que incrementan
su cantidad, lo que no sucede con los yogures ecológicos o si nos animamos
a prepararlos en casa con las clásicas yogurteras. Los yogures poseen además
la propia enzima lactasa de las bacterias que los fermentan.
Los quesos elaborados a partir de leche fermentada (como algunos quesos tradicionales suizos) o los que han sido sometidos a un largo proceso de
curación (más duros) tienen también poca lactosa, a diferencia de los quesos
frescos o poco curados. El problema de los quesos muy curados es que su alto
contenido en grasas los hace difíciles de digerir para algunos afectados de EII,
como veremos en el apartado de “Grasas”. Finalmente, tenemos la opción de
Índice
11
Finalmente hablaremos de la lactosa, la lactosa es el azúcar de la leche.
Para digerirla adecuadamente precisamos de una enzima denominada lactasa
cuya producción es menor en los adultos. Existen personas que no sintetizan
esa enzima, lo que les produce una intolerancia a la lactosa que, al igual que
la de la fructosa, se caracteriza por malestar digestivo, gases y diarrea. Cuando
el intestino se inflama, la producción de lactasa disminuye, es por ello que
en los brotes se retiran los lácteos, se impedirá así que se dé un proceso de
mala absorción de la lactosa que agrave la sintomatología: diarrea, gases…
Además, durante un periodo variable tras el brote la producción de lactasa
puede quedar mermada.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
Si me he centrado en estas dos formas de azúcar es por dos motivos:
por una parte, son las más utilizadas para endulzar y, también, porque el uso
de corticoides favorecen tanto la elevación de glucosa en sangre como el
desarrollo del hígado graso. Es por ello que los pacientes afectados de EII que
son medicados habitualmente deben ser precavidos con los azúcares, esto
no quiere decir que los debamos prohibir, pero sí consumir con moderación.
lácteos sin lactosa, con una gama cada vez más variada para elegir, pero se ha
constatado que aun retirando la lactosa, los lácteos pueden resultar indigestos.
Los lácteos son alimentos muy nutritivos pero presentan también algunos
inconvenientes, más allá de la lactosa y la grasa, lo que abordaremos también
más adelante, en el apartado de “La leche y la caseína” (dentro de Proteínas).
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hidratos de carbono (glúcidos)
Retomando el tema de las fermentaciones y para finalizar este apartado,
debéis conocer que existe una dieta denominada baja en FODMAP, que son
las siglas de Fermentable oligosaccharides, disaccharides, monosaccharides,
and polyols. Consistente en disminuir los hidratos de carbono más fácilmente
fermentables (exceso de fructosa, lactosa, fructanos, polioles…) presentes en
alimentos como las legumbres, los lácteos, algunas frutas y endulzantes. Esta
restricción será temporal para después reintroducirlos paulatinamente.
La dieta baja en FODMAP se ha probado con relativo éxito en personas con síndrome del intestino irritable y actualmente se investiga para EII,
donde por el momento se han realizado pequeños estudios. En uno de ellos,
aplicando esta dieta de manera personalizada en pacientes con EII activa,
los resultados indicaron mejoras de la sintomatología hasta en el 70% de los
afectados, excepto para aquellos en los que predomina el estreñimiento. Lo
que no parece mejorar es el estado de la mucosa, es decir, que se trataría
de un tratamiento sintomático. De hecho, se recomienda aplicarla tan solo
en periodos cortos para garantizar una adecuada cantidad de prebióticos a
nuestra microbiota, lo que, como veremos en el apartado de fibras, puede
mejorar el estado de la mucosa intestinal. En estos momentos se continúa
investigando para tratar de recabar un mayor número de datos con estudios
más amplios. Esta dieta estaría especialmente indicada en pacientes con EII
que tienen intolerancia demostrada a la fructosa.
COMPLEJOS (ALMIDONES)
Los polisacáridos son hidratos de carbono complejos que consisten en
largas cadenas de monosacáridos. Los almidones son los polisacáridos de
reserva de los vegetales, son asimilables y los empleamos como fuente de
energía.
Encontramos una elevada densidad de almidones en los cereales y pseudocereales: arroz, trigo, centeno, avena, quinoa, amaranto,…
El trigo se encuentra presente en la alimentación en forma de pasta,
pan, bollería y galletas principalmente. Las patatas y otros tubérculos como
los boniatos poseen también una elevada densidad de almidones; si no cono-
Índice
Los almidones deben ser transformados en azúcares simples para que
puedan aportarnos energía, este proceso se desarrolla durante la digestión
mediante la acción de las enzimas amilasas, y por tanto no es inmediato. Un
consumo elevado de almidones nos puede producir fermentaciones y la
aparición de los molestos gases, por lo que se debe valorar la tolerabilidad
personal, pequeñas raciones de 30 o 35 g suelen ser bien toleradas, aunque
dependerá en buena medida del equilibrio de su microbiota intestinal (Apartado de las fibras).
Los almidones presentan la ventaja de no elevar de manera rápida la
insulina en sangre, ya que previamente debe darse su ruptura por parte de las
enzimas, que liberarán poco a poco los azúcares para que pasen a la sangre.
Cuando el almidón va acompañado de fibras o lípidos, el proceso se ralentiza
aún más, por ello cada vez se recomienda más el consumo de cereales integrales, lo que tiene algunos matices para los enfermos de EII, como veremos
en el siguiente apartado.
Índice
13
céis los boniatos os recomiendo que probéis las variedades anaranjadas que,
además de un intenso sabor, os aportan una gran cantidad de vitaminas,
minerales y antioxidantes.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
Fragmento de la molécula del almidón (amilopectina)
Como el consumo elevado de almidones puede aumentar de manera
considerable la producción de insulina, para la mayoría de la población se
recomienda el consumo de legumbres (adecuadamente cocinadas) frente al
de los grandes platos de pasta o arroz. Las legumbres poseen también fibras
y proteínas que colaboran para que el azúcar en sangre y la insulina no se
eleven tan rápidamente. De nuevo nos encontramos con un problema de
digestibilidad. Muchas veces las legumbres no son bien toleradas por los
pacientes de EII, para intentar mejorar la tolerancia a las mismas podemos
emplearlas sin piel en forma de purés (empleando el pasapurés). Os animo
también a que descubráis la lenteja roja, una variedad sin piel que se cocina
de manera muy sencilla, óptima para la elaboración de cremas y muy sabrosa.
En el siguiente apartado sobre las fibras veremos algún consejo más que nos
facilitará el consumo de legumbres.
14
hidratos de carbono (glúcidos)
Finalmente, existen verduras y frutas que nos aportan también una considerable cantidad de almidón, aunque menos que los cereales, tubérculos y
legumbres. Son la calabaza, el calabacín o el plátano, entre otros. Se trata de
alimentos muy beneficiosos y recomendables porque, además de una cantidad moderada de almidón, poseen un elevado contenido en micronutrientes,
vitaminas y minerales, lo que los convierte en un gran aliado para la nutrición
de nuestro organismo.
Índice
Fibra: diarrea, estreñimiento
y microbiota intestinal
4
L
Respecto a su papel en las diarreas, depende del tipo de fibras, como
veremos a continuación:
Existen dos tipos fundamentales de fibra:
• Soluble: mucílagos, pectinas,… Captan agua, tomando una consistencia de gel. Se encuentran fundamentalmente en legumbres y frutas, como las manzanas, los cítricos, las ciruelas o las fresas. También abundan en algunos cereales (fundamentalmente,
avena y cebada) y algunas semillas (chía y lino, entre otras).
Son fermentables por la microbiota del intestino y algunas poseen
efecto prebiótico (favorecen el crecimiento de las bacterias beneficiosas = probióticos). Aumentan el tiempo en que los azúcares simples pasan a la sangre y, además, disminuyen la cantidad de azúcar,
colesterol y algunos tóxicos que pueden atravesar la barrera intestinal.
Su papel es regulador y pueden resultarnos útiles, tanto en el estreñimiento como en la diarrea, por su capacidad de captar agua.
Índice
15
El estreñimiento se da en torno al 5 - 10 % de los afectados de EII. Es un
problema que afecta a buena parte de la población por el aumento de los
alimentos refinados (con harina blanca, sin fibra), y por un estilo de vida en
el que las prisas están a la orden del día. Si bien la alimentación es un factor
determinante para subsanar muchos estreñimientos, existen otros factores
determinantes que lo favorecen, principalmente la escasa ingesta de agua
(Ver apartado de bebidas), factores hormonales (es más usual en la mujer y
durante determinados periodos del ciclo menstrual) y la propia idiosincrasia
de nuestro sistema digestivo: la denominada pereza biliar o un bajo ritmo de
peristaltismo intestinal. Un ritmo de vida ajetreado, alteraciones del sistema
nervioso o algunos fármacos también pueden favorecerlo. Es por todo ello
que estas personas deben tener especial cuidado con la adecuada ingesta de
fibras, evitando además los alimentos que los favorecen, como arroz blanco,
harinas refinadas o los plátanos.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
as fibras son una forma de glúcidos, en su mayoría complejos, que se
caracterizan por no ser digeribles. Las fibras favorecen la formación del
bolo fecal, siendo muy útiles en caso de estreñimiento.
• Insolubles: lignanos, celulosas… Captan poca agua, aumentan el ritmo
de tránsito de las heces y arrastran desechos de la pared del intestino.
Son poco o nada fermentables. Abundan en los cereales integrales y
verduras, como la lechuga, los espárragos, las espinacas… Se dan algunos casos de obstrucción intestinal en pacientes con EII que presentan
estenosis, si consumen gran cantidad de este tipo de fibras y beben poca
cantidad de agua, por eso se recomienda limitar su uso en estenosis.
Actualmente, la mayoría de los expertos consideran que una dieta saludable debe incluir entre 30-35 g de fibra, y muchas veces estamos por debajo
de esas cifras, por lo que para acercarnos deberemos aumentar la cantidad
de alimentos de origen vegetal. En muchos de estos alimentos se dan en
abundancia los dos tipos de fibra, es el caso de las alcachofas, la coliflor o las
zanahorias, entre otros.
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fibra: diarrea, estreñimiento y microbiota intestinal
Como sabéis, es relativamente habitual que en los afectados por EII el
consumo de fibra pueda desencadenar sintomatología.
Las fibras solubles, especialmente cuando su consumo se incrementa de
forma rápida, pueden provocar gases y dolor abdominal. Sin embargo, la fibra
soluble favorece la formación de butirato por parte de las bacterias colónicas.
El butirato es un tipo de ácido graso que tiene un marcado efecto antiinflamatorio en el colon, además es utilizado por las células del colon (colonocitos)
como fuente de energía, favoreciendo el buen estado de la mucosa colónica,
y al absorberse se aumenta también la absorción de agua, lo que resulta útil
en diarreas. Se ha visto que algunos aditivos, como los sulfitos, inhiben el
empleo del butirato por parte de las células del colon (más en el apartado de
alimentos desaconsejados).
El cuidado de las bacterias que componen la microbiota (flora) intestinal
es, por tanto, muy importante para nuestro intestino pero también para nuestro
sistema inmune. La hiperreactividad o mala programación del sistema inmune
es algo que se observa cada vez más en las sociedades “modernas” y algunos
autores sostienen que es el motivo que desencadena las EII. Esta mala programación de las células del sistema inmune se favorece por una mala microbiota
(flora) intestinal, pues con sus microorganismos se entrena nuestro sistema
inmune para aprender a diferenciar a las sustancias patógenas de las inocuas.
Pensemos la gran cantidad de nuevas sustancias que las células defensivas
que componen el sistema inmune deben “vigilar”: aditivos, contaminantes,…
si además están “mal entrenadas” por una microbiota alterada, el riesgo de
patologías aumenta. Uno de los factores que más alteran la microbiota es el uso
inadecuado de antibióticos, especialmente durante el embarazo y la infancia.
Índice
Las fibras insolubles juegan un papel distinto en nuestro intestino, en
ocasiones se dice que son como pequeños cepillos que desprenden los restos
de la pared intestinal, lo que puede irritar una mucosa sensible. Por eso su
Índice
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En Crohn, su efecto aún no ha sido evaluado de forma concreta, pero sí
se ha realizado un pequeño estudio que encontró mayores tiempos de remisión con dietas semi-vegetarianas (con consumo de pescado solo una vez a la
semana y carne cada dos), lo que se cree que puede deberse al aumento de
producción de butirato y otros ácidos grasos de cadena corta que modulen
la inflamación intestinal. Como digo, se trata de un estudio pequeño, por lo
que sus resultados no pueden considerarse concluyentes. Aprovecho para
comentar aquí que, en la población general, se ha visto que las dietas ricas
en vegetales que incluyen pescado presentan más beneficios para nuestra
salud que las vegetarianas.
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Existen estudios que indican que en la colitis ulcerosa la ingesta de fibra
soluble de Plantago ovata (Llantén) y de los germinados de cebada reducen
la inflamación y aumentan el tiempo de periodos de remisión, gracias al incremento de la producción butirato por parte de la microbiota. Otras plantas
con este tipo de fibras son el malvavisco y la malva, que se pueden tomar en
infusión.
consumo debe hacerse de manera habitual pero en pequeñas cantidades, y
preferiblemente comiendo los alimentos que las contienen cocinados, lo que
suavizará las fibras, tal como sucede con muchas verduras.
Por otro lado, se recomienda el cese de la ingesta de fibras durante los
brotes de Crohn, el número de estudios a este respecto es limitado, pero no
se ha encontrado un aumento del tiempo de duración de los brotes ni de
mayores grados de obstrucción con dietas bajas en fibras. De todos modos,
se considera que el paciente debe moderar su consumo si:
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fibra: diarrea, estreñimiento y microbiota intestinal
• Se sufre de estenosis intestinal: en cuyo caso debemos tener precaución, especialmente con las fibras insolubles largas, como las de
los espárragos, apio, piña o coco. Deberemos garantizar, además, un
elevado consumo de agua (ver apartado de bebidas).
• Empeoran su sintomatología: habitualmente por aumento de gases
asociado al consumo de fibras solubles: ciruelas, higos, legumbres,
coles, semillas de lino…, o por la irritación intestinal que pueden
­desencadenar las fibras insolubles: trigo integral, algunas frutas con
piel, acelgas, judías verdes, espinacas, lechuga…
En estos casos os recomendamos que paulatinamente tratéis de incluirlas, evaluando vuestro nivel de tolerancia. Una manera sencilla de intentarlo
es sacar las frutas de las comidas principales, entonces pasarán menos tiempo
en nuestro tubo digestivo y tienden a formarse menos gases. En otros casos
será necesario pelarlas, pues en la piel se concentran las fibras insolubles; si
bien se pierden de este modo parte de sus micronutrientes, es la única opción
de consumir frutas para algunas personas, y así continuarán beneficiándose
de la mayoría de las fibras solubles y de las vitaminas de su pulpa. Se puede
optar también por cocinar las manzanas o las peras e incluirlas como postres
(al horno, al microondas, cocidas con canela…), que en verano podemos tomar
refrigeradas para que nos resulten más atractivas.
Respecto a las legumbres y verduras, podemos probar a cocinarlas junto
con el alga Kombu que, además de acortar su tiempo de cocción, nos facilitará su digestión. En el caso de las legumbres es muy importante respetar los
tiempos de remojo, y si lo creemos conveniente alargarlos (por ejemplo, toda
la noche), además de optar por una cocción prolongada. Otra posibilidad es
la de emplear especias carminativas que las acompañen, como el comino o
el hinojo, es cuestión de acostumbrarse a nuevos sabores.
Finalmente, explicaros que la presencia de fibra no es el único factor
que determina la idoneidad o no de un alimento en caso de desórdenes del
peristaltismo. La presencia, por ejemplo, de taninos puede contrarrestar el
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efecto de las fibras. Los taninos son sustancias antioxidantes y astringentes que
nos dejan sensación de aspereza en la boca, y que “desecan” el intestino, por
lo que resultan beneficiosos cuando se padece diarrea y se desaconsejan en el
estreñimiento. Abundan en el té, el cacao, los frutos secos (especialmente en
su piel), las espinacas, las pasas y algunas frutas como la granada, los caquis,
el membrillo, los plátanos, los arándanos o la manzana.
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Los frutos secos son otra fuente de confusión, suelen ser ricos en fibras,
pero en su piel se acumulan abundantes taninos. Su efecto dependerá de la
variedad que utilicemos y de nuestra propia idiosincrasia. Esto sucede, por
ejemplo, con las nueces, tan de moda hoy en día por sus ácidos grasos saludables. En este caso no queda otro remedio que probar, eso sí, siempre en
cantidades moderadas, pues en exceso pueden resultar indigestas, provocar
gases, estreñir o incluso favorecer la diarrea. Podemos comenzar por 2 o 3 y,
si se toleran bien, aumentar paulatinamente. Como son de difícil digestión
no se recomienda consumir más de 6 o 7 y algunas personas deben evitarlas
por la noche.
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La manzana es una fruta que suscita dudas con frecuencia, esto es debido
a que la abundancia de fibras insolubles en su piel la hace útil en el estreñimiento, mientras que pelada, y especialmente si la rayamos, predominará el
efecto de los taninos, y se recomendará entonces para las diarreas.
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Grasas: ¿buenas o malas?
5
L
Como todos sabemos, las grasas son la energía de reserva, pero también
nos proporcionan energía en los esfuerzos intensos o cuando hay escasez de
glúcidos. Si hay un exceso de grasas es cuando se almacenan en el tejido
adiposo, pero también cuando hay un exceso de hidratos de carbono, pues
se transforman en grasas que se acumulan, favoreciendo el sobrepeso. Otras
funciones de las grasas menos conocidas, pero muy importantes, son:
• Composición en todas las membranas celulares, de ellas depende el
adecuado intercambio de sustancias con su entorno.
• Materia prima para la síntesis de hormonas (esteroides, vitamina D…),
sales biliares, moléculas del sistema inmune…
• Participan en el equilibrio de hormonas sexuales.
• Participan en el equilibrio entre sustancias proinflamatorias y antiinflamatorias.
• Transportadoras de proteínas.
• Protección de órganos internos.
• Su detección desencadena la puesta en marcha del proceso digestivo
mejor que el resto de nutrientes.
La clasificación simplificada de las principales grasas alimentarias de origen natural y dónde podemos encontrarlas se muestran a continuación:
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Las grasas poseen diversas funciones y algunas son muy poco conocidas.
Para que puedan llevarse a cabo de manera eficaz se calcula que la ingesta de
grasa debe ser en torno al 30-35% del total de calorías ingeridas, y se aconseja
que las grasas saturadas, en lácteos y carnes, no superen el 10%.
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as grasas, también denominadas lípidos, han sido acusadas durante años
de ser las causantes de la pandemia de obesidad y enfermedades cardiovasculares que caracterizan a las sociedades “modernas”. En los últimos años
se ha visto que esto no es del todo así, y que son los hidratos de carbono
refinados y las grasas trans (hidrogenadas) los principales causantes de estos
problemas. Es decir, el origen de estas patologías radica fundamentalmente
en las modificaciones que el ser humano ha hecho de los alimentos. Tanto el
refinado de las harinas (eliminación de sus fibras) como la hidrogenación de
las grasas (lo que evita su enranciamiento) llevan nuestro sello.
• Grasas saturadas: sólidas a temperatura ambiente. Principalmente
en las carnes y los lácteos
• Grasas insaturadas: líquidas a temperatura ambiente.
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grasas: ¿buenas o malas?
– Monoinsaturados: aceite de oliva virgen, almendras y aguacates.
– Poliinsaturados: Omega 6: aceites vegetales: girasol, colza, soja,
maíz…; Omega 3: pescados y, en menor medida, las nueces.
Los ácidos grasos monoinsaturados no afectan directamente a la inflamación pero sí se ha demostrado que el aceite de oliva virgen posee componentes antioxidantes y antiinflamatorios. Por otro lado, resulta también
beneficioso por favorecer el HDL (el colesterol bueno), lo que es importante
para compensar al LDL (colesterol “malo”); por todo ello es una gran opción
para consumir habitualmente, eso sí, que sea virgen, pues en los refinados se
pierden muchas de sus propiedades.
Los frutos secos poseen generalmente una buena cantidad de ácidos
grasos monoinsaturados, y también de poliinsaturados, que se ha visto que,
con moderación (hasta 100 g al día), no contribuyen a incrementar el peso
corporal. Esto, junto con su carácter saciante, les convierte en una saludable
y sabrosa alternativa a los cásicos snacks, que suelen estar cargados de grasas
proinflamatorias. Como ya hemos indicado, algunas personas los toleran mejor
tostados (cuidado con la sal) y frecuentemente los encontramos fritos, en este
Índice
caso es preferible que los evitemos ya que la fritura provocará que las grasas
pierdan buena parte de sus propiedades saludables.
Hemos de comprender que la inflamación es un proceso muy importante
para garantizar el buen funcionamiento de nuestro sistema inmune y protegernos así frente a los patógenos, sin embargo en exceso o con un sistema
inmune hiperactivo se torna peligrosa. Es por ello que debemos disminuir la
ingesta de azúcares, carnes grasas y omega 6 presente en la mayoría de los
aceites vegetales refinados.
En muchas ocasiones el consumidor no es consciente de su alta ingesta de
nutrientes proinflamatorios, ya que se encuentran dentro de otros alimentos:
galletas, bollería, pan de molde, chucherías, yogures y otros postres lácteos
azucarados, bebidas carbonatadas, alimentos procesados, salsas, etc.
Los omega 3 son la otra cara de la moneda por ser precursores de
moléculas antiinflamatorias. Algunos omega 3 son esenciales, es decir, nuestro
cuerpo no los puede sintetizar a partir de otros nutrientes y se deben obtener
mediante su ingesta. Su principal fuente alimentaria son los pescados, especialmente los azules, por ello se recomienda consumir pescado al menos 2
veces por semana, siendo aconsejable que sean 3 o 4, dos de esas raciones
Índice
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El ácido araquidónico se encuentra también en la grasa de la carne. Las
carnes alimentadas con cereales y siguiendo los procedimientos industriales
resultan ser más inflamatorias que las criadas con pasto. Por eso, si se compra carne industrial es preferible que esta sea magra. Por otro lado, como ya
explicamos, el consumo de azúcares incrementa la insulina y esta aumenta la
formación de moléculas proinflamatorias, lo que nos da un cóctel nutricional
perfecto para favorecer la inflamación debido al tipo de alimentación que
muchos ciudadanos llevan hoy en día: aceites vegetales refinados, carnes
alimentadas con cereal y productos azucarados.
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Los ácidos grasos omega 6 y 3 sí poseen un efecto directo sobre la
inflamación. Los primeros son precursores de moléculas proinflamatorias,
especialmente el ácido araquidónico, mientras que los omega 3 son precursores antiinflamatorios. En los países occidentales el equilibrio en la ingesta
de estos dos tipos de grasas se ha perdido y nos encontramos con un exceso
de omega 6. Se calcula que el ratio adecuado es, aproximadamente, de 4 a 1,
mientras que en algunos países desarrollados el desequilibrio alcanza niveles
de 16 a 1, lo que provoca un exceso de ácido araquidónico, que favorece la
inflamación. La inflamación es la base de muchas patologías “actuales” que
apenas eran conocidas hace un siglo y que tampoco lo son en los países
subdesarrollados, entre ellas las EII.
deben ser de pescado azul: sardina, bocarte, bonito, chicharro, salmonete,
salmón…
Algunas investigaciones han encontrado una correlación entre la ingesta
de cápsulas de aceite de pescado concentrado en omega 3 y mayor tiempo
de remisión en EII. Estos suplementos también han mostrado eficacia en otras
patologías, especialmente las cardiovasculares.
Actualmente es frecuente escuchar los riesgos por la contaminación de
los pescados, sin embargo los expertos coinciden en que los beneficios de su
ingesta son superiores a sus riesgos y que tan solo se debe restringir el consumo de algunas especies como la caballa real, el mero o la lubina, entre otros.
Ahora abordaremos las carnes y los lácteos, especialmente los quesos,
que son ricos en ácidos grasos saturados. Las grasas saturadas participan en
la formación de colesterol, cuya importancia veremos un poco más adelante
pero también son un componente fundamental del sistema nervioso, además
de participar en la regulación hormonal y de la temperatura; como siempre,
el problema está en su exceso.
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grasas: ¿buenas o malas?
Actualmente se recomienda consumir lácteos a diario (ver apartado de
leche y caseína). Si no buscamos perder peso, lo mejor es que sean enteros y
ecológicos, así su grasa nos permitirá asimilar mejor las vitaminas D y A, y no
presentarán restos de los abundantes antibióticos y hormonas con los que se
crían a los animales en las granjas industriales. Estos residuos pueden perjudicarnos a medio plazo de distintas formas, por ejemplo alterando nuestra
flora intestinal, lo que, como vimos, resulta especialmente nocivo en las EII.
Los lácteos más grasos, sobremanera los quesos curados y los que llevan nata, pueden ser difíciles de digerir para algunos afectados de EII, como
explicaremos un poco más adelante. En estos casos se debe recurrir a los que
tengan menor porcentaje graso, como los quesos frescos naturales, tipo “de
Burgos”, requesón, quark o el cottage. Los quesos untables, fundidos y/o en
porciones contienen, sin embargo, habitualmente nata y un elevado número
de aditivos, por lo que no serían recomendables.
En cuanto a las carnes, el consumo aconsejado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de dos veces por semana, preferiblemente de carne
blanca (pollo y pavo) por ser menos grasa y más digestiva. Mientras que las
carnes rojas se consumirían en semanas alternas, siendo este un tema en
ocasiones controvertido.
Algunos autores sostienen que si se trata de carne roja de buena calidad, puede consumirse con más frecuencia. Con carne de calidad se refie-
Índice
ren fundamentalmente a que haya sido alimentada mayoritariamente con
pastos y preferiblemente en semi-libertad, entonces su grasa será menos
abundante y contendrá menos sustancias proinflamatorias. Afirman que
los principales perjuicios de las carnes rojas se deben a la forma en que
habitualmente se crían a los animales, estabulados y alimentados a base
de piensos de cereales. Otra opción menos óptima, pero más económica,
es que pidamos cortes magros.
Finalmente, hablaremos de los huevos, que han sido acusados en el
pasado de aumentar el colesterol y, por ende, de favorecer las enfermedades
cardiovasculares. Como ya dijimos, el huevo es un alimento nutricionalmente
muy completo y se ha visto que la ingesta de uno al día en personas sanas
no incrementa el colesterol. Además, el colesterol también es necesario para
nuestro organismo: por un lado, participa en la síntesis de vitamina D (con
frecuencia deficitaria e imprescindible para la absorción y fijación del calcio),
por otro, participa en el sistema inmune y es el precursor de muchas hormonas.
La cantidad de colesterol que circula por nuestra sangre es fundamentalmente el que nuestro hígado fabrica y lo hace a partir de otras grasas.
Como nada en exceso es bueno, lo que sí se deben evitar son las grasas
artificiales (trans = hidrogenadas), que constituyen la margarina y están presentes en bollería, galletas y muchos alimentos procesados (congelados, precocinados…). Estas grasas sí se ha visto que aumentan el colesterol “malo”
(LDL), que tiende a pegarse a las paredes vasculares, endureciéndolas y
produciendo ateroesclerosis, lo que aumenta el riesgo de enfermedades
cardiovasculares.
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A pesar de estos matices sobre la frecuencia de unos y otros alimentos,
lo que debe quedar claro es que se deben evitar, o consumir de manera
esporádica, aquellos productos cárnicos procesados industrialmente (salchichas, fiambres, bacon…), ya que son los que contienen mayores porcentajes
de aditivos y grasas proinflamatorias. ¿Te has parado alguna vez a leer los
ingredientes y la composición nutricional de estos alimentos? ¿Cuál es su
proporción real de carne y de qué calidad? Os animo a hacerlo, creo que con
este sencillo gesto os animaréis a restringir considerablemente su ingesta.
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En cualquier caso, se conoce que el elevado consumo de carne roja
conlleva algunos perjuicios y no solo por sus grasas. No debemos olvidar
tampoco que se trata de un alimento algo más indigesto, por lo que se debe
valorar su tolerabilidad y buscar formas de preparación que nos faciliten su
digestión, evitando las frituras y los rebozados. Teniendo en cuenta todo esto,
no se recomendaría una ingesta superior a una vez por semana.
Corte de la
arteria normal
Desgarramiento
de la pared arterial
El material
graso se
deposita
en la pared
vascular
Bloquea la
arteria
estrechada
un coágulo
sanguíneo
El consumo de oxicolesterol, colesterol ya oxidado, es especialmente
peligroso, por lo que también debemos evitarlo; este se encuentra principalmente en los alimentos procesados y en las frituras.
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grasas: ¿buenas o malas?
Podría hacer aquí un resumen, de manera muy sencilla, de todo lo explicado hasta el momento. Las grasas son necesarias pero algunas las consumimos en exceso y de otras sufrimos escasez (ej: los beneficiosos omega 3), el
mayor problema reside en usar grasas modificadas por el hombre: trans de
la margarina, bollería y alimentos procesados, así como las proinflamatorias
de los aceites vegetales refinados, la carne industrial y los snacks. Son, por
tanto, estos alimentos que las contienen los que debemos moderar o evitar,
sustituyéndolos por otros más saludables.
Debemos procurar consumir grasas, las adecuadas. Si bien se debe tener
en cuenta que algunos enfermos de Crohn y colitis ulcerosa severa pueden
tener problemas para su digestión, pues se necesita un buen estado del
íleon. El íleon es esa parte final del intestino delgado cuya funcionalidad en
EII puede estar comprometida por la afectación de otras zonas del intestino
o directamente dañada. En estos casos, cuando consumimos alimentos muy
grasos, como ciertos quesos o platos en los que abunda el aceite, se favorece
la diarrea. Esto se produce porque las grasas sin digerir pasan al colon, donde
actúan de manera similar a como lo haría un laxante, así que no quedará otro
remedio que buscar alternativas más bajas en grasa, como las que ya hemos
comentado para los quesos.
Índice
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Una opción diferente para usar a la hora de cocinar es el aceite de coco,
rico en MCT (triglicéridos de cadena media), pues se absorben con facilidad
en el intestino. A pesar de ser ácidos grasos saturados, se comportan de
manera diferente en nuestro organismo. A diferencia de la mayoría de grasas,
no precisan que la bilis las emulsione debido a su pequeño tamaño y además
nos aportan energía con más rapidez que el resto de grasas. Otra ventaja es
que tampoco favorecen la ateroesclerosis, por lo que son muy aconsejables
tanto en las personas con EII con dificultad para digerir otras grasas como
para aquellos que carecen de vesícula biliar o sufren de “vesícula perezosa”.
El aceite de coco es sólido a temperatura ambiente, pues como indicamos es
una grasa saturada, si os encontráis líquido es que ha sido modificado artificialmente. En la actualidad podemos encontrar aceite de coco de calidad en
centros dietéticos y herbolarios.
Índice
Proteínas: necesidades y
alimentos proteicos
6
L
as proteínas son como los ladrillos de nuestro cuerpo, a partir de ellas se
forman los diferentes tejidos y además son “materia prima” para nuestras hormonas, neurotransmisores, enzimas, los anticuerpos… Los alimentos
eminentemente proteicos son: carnes, huevos, pescados, moluscos y mariscos, si bien existen otros con abundantes proteínas pero en los que también
abundan otros nutrientes, como los frutos secos, la leche y las legumbres,
especialmente la soja.
CATALÍTICAS
RESERVA
Hormonas
Neurotransmisores
FUNCIONES
DE LAS
PROTEÍNAS
TRANSPORTE
Hemoglobina
Apoproteínas
Albúmina
Ferritina
Mioglobina
DEFENSIVAS
Inmunoglobulinas
Factores de
coagulación
PLÁSTICAS O
ESTRUCTURALES
Queratina
Colágeno
Elastina
Las necesidades de proteína son aún discutidas hoy en día. Actualmente
se considera que para la mayoría de la población debería ser en torno a 1 g
por kg de peso, si bien estas necesidades variarán según el momento vital
en el que nos encontremos (infancia, lactancia, embarazo…) y según nuestra
actividad física.
En los pacientes de EII en actividad o brote, estas necesidades están
aumentadas: por un lado, existe una pérdida mayor de proteínas debido a la
Índice
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REGULADORA
ENERGÉTICA
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Enzimas
inflamación y las úlceras; por otro, diariamente se trata de reparar la mucosa
intestinal y el sistema inmune fabrica multitud de células y moléculas, para lo
que también se necesitan proteínas.
En caso de que se sospeche que la persona no tiene sus necesidades
proteínicas cubiertas (piel, musculatura…), deberemos cuidar que, además
de la correspondiente ración de proteína en la comida, se incluyan porciones
de alimentos proteicos en el desayuno, la media mañana o la merienda. La
bebida de soja, el jamón, el pavo, los frutos secos, pequeñas tapas de mejillones, berberechos, etc., nos ayudarán a lograr este objetivo.
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proteínas: necesidades y alimentos proteicos
Debemos tener en cuenta que en los alimentos proteicos la cantidad
de proteína es variable. En el pescado blanco, por ejemplo, suele rondar el
15% de su peso, es decir, cuando consumimos un filete de merluza de 100 g
solo 15 son proteína. En las carnes y el pescado azul el porcentaje es superior,
mientras que en la leche y la bebida de soja esta cifra es tan solo de un 3%
(aproximadamente), lo que supone unos 6 g por cada vaso que tomamos,
que son unos 200 ml.
Los frutos secos son otra buena fuente de proteínas que pocas veces se
tiene en cuenta. Se deben ingerir en pequeñas cantidades para evitar que
nos resulten indigestos, siendo muy indicados entre horas o para completar
una comida. Una ración media de frutos secos es entre 25 y 30 g, lo que equivaldría, aproximadamente, a un puñado. Algunas personas los toleran mejor
tostados, pero en ese caso deberemos tener precaución con su contenido
de sal, pues suelen añadirles demasiada. Conviene aclarar también, adelantándome un poco al apartado de grasas, que los lípidos que contienen son
“cardiosaludables” y, para aquellos con sobrepeso, se ha comprobado que,
hasta 100 g al día, no incrementan el peso corporal.
Como habéis visto, existen fuentes de proteínas de origen animal y
también de origen vegetal. Las proteínas de origen animal tienen la ventaja
de ser más digestivas y completas, lo que resulta muy importante para los
enfermos de Crohn y colitis. Con completas, en este caso nos referimos a que
poseen todos los tipos de aminoácidos, que son las moléculas de las que se
compone la proteína y que formarán después los distintos tejidos en nuestro
organismo. Algunos aminoácidos son esenciales, es decir, no los podemos
sintetizar por nosotros mismos y deben ser ingeridos.
Una duda habitual sobre las proteínas de origen animal es la de cuántos
huevos se pueden comer. Pues bien, dado que poseen una cantidad de colesterol importante, lo cierto es que los estudios demuestran que el consumo de
un huevo al día en personas sanas no eleva el colesterol, como explicaremos
Índice
en el apartado de grasas. El huevo posee una proteína de muy alta calidad,
además de fosfolípidos (importantes para el sistema nervioso) y una considerable cantidad de vitaminas y minerales, lo que lo convierte en un alimento
muy completo.
Finalmente, indicar que la manera de cocinar los alimentos no es solo
importante para las legumbres, existen técnicas que nos facilitan la digestión
de otros alimentos proteicos o que preservan mejor los nutrientes, lo que
también es conveniente conocer. Todos sabemos que los huevos duros y fritos
pueden resultar pesados pero tenemos la opción de prepararlos en tortilla
francesa o revueltos. En el caso de las carnes, suelen ser más indigestas que los
pescados, por lo que podemos recurrir a los guisos u hornearlas. Los pescados
suelen quedar muy sabrosos a la plancha y podemos también probarlos al
vapor o a la cazuela. En cualquier caso, los fritos y rebozados deben evitarse,
pues tornan más indigestos los alimentos. Solo hay que atreverse y variar un
poco para obtener deliciosos platos.
LA LECHE Y LA CASEÍNA
Sobre los lácteos en la EII se ha debatido mucho. Por un lado, y como
comentamos anteriormente, su lactosa y su grasa pueden hacer que resulten
indigestos, por otro lado estos dos componentes favorecen la asimilación del
Índice
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En caso de que optemos por una dieta vegetariana estricta (sin huevos,
ni leche, ni pescados), deberemos ser especialmente cuidadosos para cubrir
nuestras necesidades de proteínas, y sería adecuado explorar otras fuentes
de alimentos proteicos menos conocidos, como son el germen de trigo o las
semilla de cáñamo, incluso podrían ser necesarios los batidos de proteína de
soja o de guisante, que tienen la ventaja de su gran digestibilidad, además
de tratarse de proteínas completas.
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Respecto a las fuentes de proteína vegetal, debemos saber que son generalmente incompletas, no poseen todos los tipos de aminoácidos necesarios
y por ello hay que combinarlas con otros alimentos. Pongamos un ejemplo:
si se consumen al mismo tiempo las proteínas de las legumbres con las de
cereales, tendremos la totalidad de los aminoácidos necesarios. Una excepción
a esta regla es la proteína de soja, que se puede además consumir en forma
de bebida, yogur, tofu o tempeh. Sobre la soja hablaremos más adelante, en
el apartado de “La leche y la caseína”, en alternativas. Otro inconveniente
es que a menudo se digieren con dificultad, especialmente las legumbres;
como os indicamos en los apartados de glúcidos y fibras, existen diferentes
preparaciones que os facilitarán su consumo.
calcio y en el caso de la grasa de vitaminas liposolubles muy necesarias como
la A y la D. En cualquier caso, si estos componentes nos resultan problemáticos, ya hemos abordado en apartados anteriores sus alternativas, como los
productos sin lactosa.
Otra cuestión es la de la caseína, la proteína mayoritaria de la leche. Se
trata de una proteína compleja y difícil de digerir, con una capacidad inmunogénica relativamente elevada. Esto quiere decir que, en algunas personas, es
capaz de poner en alerta a nuestro sistema inmune, por lo que actualmente
se investiga si esto puede afectar a las personas que sufren patologías autoinmunes.
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proteínas: necesidades y alimentos proteicos
Se ha visto que en los pacientes de EII la respuesta inmune a algunas
proteínas está aumentada. Esto parece suceder especialmente en los afectados por Crohn, tal vez porque su intestino delgado sea más permeable,
debido a la inflamación. Tener un intestino permeable implica que puede ser
atravesado con más facilidad por sustancias que no deberían pasar y algunas
de esas sustancias “ponen en guardia” a nuestras células defensivas, como
puede suceder con la caseína.
Este proceso es distinto al que se da si padecemos una alergia alimentaria, pues en este caso intervienen otro tipo de inmunoglobulinas (moléculas
del sistema inmune). Por desgracia, las alergias son cada vez más frecuentes en
las sociedades occidentales (al marisco, los cacahuetes, a la propia caseína…)
y pueden coexistir con la EII. En cualquier caso, es el alergólogo el único
cualificado para diagnosticar este tipo de problemas.
Durante algún tiempo se pensó que la EII podía tener su origen en una
alergia a la caseína, pero se ha comprobado que no es así. Sin embargo, sí
se ha constatado la mejora de algunos pacientes al retirar los lácteos. Existen investigaciones que indican que la intolerancia a la leche en pacientes
con Crohn asciende a porcentajes de en torno al 45%, mientras que en los
individuos que no presentaban EII fue tan solo del 16%. En algunas de estas
intolerancias puede que la lactosa tenga también algún papel, sin embargo
se constató que la mala absorción de la lactosa (debida al déficit de la enzima
lactasa) no se encontraba detrás de muchas de ellas.
A falta de un consenso científico en la materia, pues los estudios generalmente se han hecho con un escaso número de personas, debemos optar
por la prudencia. Es cierto que los lácteos pueden resultar problemáticos para
algunos, pero también lo es que son fuente de abundantes nutrientes. Un
buen consejo podría ser que no nos excedamos, la Universidad de Harvard
ha advertido de que un consumo abusivo de lácteos tiene algunos efectos
Índice
negativos importantes para la salud en el largo plazo, y de que no es garante
de menor incidencia de osteoporosis (como demuestran distintos estudios
epidemiológicos en países en los que tradicionalmente no se consumen).
Por todo ello, recomiendan que la ingesta de lácteos no supere las dos
raciones diarias, no como preconizan algunos nutricionistas, que para obtener
una elevada ingesta de calcio recurren en exclusiva a los lácteos. Desde esta
prestigiosa Universidad se indica que el calcio debe proceder de fuentes
alimentarias diversas, incrementando el consumo de verduras de hoja verde,
de frutos secos y de bebidas vegetales enriquecidas en calcio.
Existe, por otra parte, un lácteo muy particular, el requesón de suero
de leche. Este tipo de requesón carece de caseína y es muy recomendable
porque además posee un elevado contenido en proteína de alta calidad y en
calcio (unas cinco veces más que en la leche), si bien no siempre es fácil de
encontrar, sí está ya a la venta en algunos establecimientos especializados,
incluso en unos pocos supermercados. En este caso debemos fijarnos en su
composición, pues actualmente muchos requesones se elaboran a partir de
leche o se les añade a posteriori.
Es conveniente aclarar también que no todas las leches animales son
iguales y, por ejemplo, la caseína que contiene la leche de cabra es menos
inmunogénica que la de la leche de vaca, por lo que en algunas personas es
mejor tolerada. Si os animáis a probarla, permitidme advertiros de su fuerte
sabor, al que probablemente os acostumbréis después de unos pocos días.
En los mercados cada vez es más frecuente encontrar leche de cabra y sus
derivados: yogur, queso, kéfir…
Índice
33
Otra opción son los lácteos con menos caseína, como los quesos sometidos a largos procesos de curación artesanal, pues los métodos industriales
apenas eliminan la caseína. El kéfir es otra alternativa, se trata de un lácteo en
el que la leche ha sido sometida a dos fermentaciones, la primera es similar
a la que se da en el yogur, mientras que en la segunda se predigiere parcialmente la caseína, lo que disminuye su capacidad inmunogénica. El kéfir es
además un alimento que contiene gran cantidad de probióticos, y en algunas
personas parece acortar los procesos de diarrea.
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Os aconsejaría, además, que consumáis lácteos ecológicos, pues como
ya comenté, los métodos industriales de crianza del ganado podrían favorecer
que en su grasa queden residuos de hormonas y antibióticos no deseables.
Por otro lado, en la mayoría de los yogures industriales se incluyen “sólidos
lácteos” que aumentan la presencia de caseína y lactosa, y que no se añaden
a los productos ecológicos.
Finalmente, abordaremos las posibles alternativas, las bebidas vegetales y sus derivados. Debemos comprobar que se encuentran enriquecidos
en calcio si queremos emplearlos como sustitutos de los lácteos. A partir de
soja, de avena, arroz, almendra, coco… están disponibles en la mayoría de
los abastecimientos, aunque en ocasiones se deba recurrir a tiendas especializadas si buscamos productos de más calidad. Si bien la soja es, en general,
una buena alternativa, lo cierto es que su proteína también es en cierto grado
inmunogénica, se calcula que en torno a la mitad que la caseína, además posee
unas fibras que resultan indigestas para algunos afectados de EII, por lo que
no siempre es la mejor opción. Ya que la avena posee gluten (del que hablaremos a continuación), las más recomendables serían las de arroz, almendra
o coco, preferiblemente las que posean menos aditivos.
34
proteínas: necesidades y alimentos proteicos
EL TRIGO Y EL GLUTEN
El gluten es una proteína compleja que se encuentra en abundancia en
el trigo, pero también en la cebada, el centeno y la avena. Está además presente en especies semejantes e híbridas menos conocidas, como la espelta,
la escanda (la variedad de espelta asturiana) o el kamut. Estos cereales con
gluten se consumen habitualmente en forma de pan, galletas, pasta (espaguetis, macarrones…) o bollería. Es también la proteína que constituye el seitán,
un preparado de proteína de trigo usual en Japón y otros países orientales,
y que en occidente se consume especialmente entre los vegetarianos como
sustituto de la carne.
Por su capacidad aglutinadora y su textura, el gluten se añade además en
algunos productos para modificar su consistencia, como en salsas (mahonesa),
embutidos, salchichas, patés, quesos blandos industriales (en porciones, de
untar…), helados…
Se trata, al igual que la caseína ,de una gran molécula difícil de digerir (ver
imagen) y algunos de los “trozos” en los que se rompe estimulan en muchas
personas a sus células de defensa; es, por tanto, otra proteína inmunogénica.
No debemos confundir el proceso de intolerancia o sensibilidad al trigo,
o a otros cereales con gluten, con el proceso de padecer una alergia o estar
afectado por la enfermedad celíaca. En estos dos últimos casos las consecuencias son distintas, más graves, y se evaluarán otros parámetros inmunológicos
para determinarlas.
Las intolerancias alimentarias pueden deberse en algunos casos a déficits
enzimáticos (como vimos con la lactosa) o por una reacción del sistema inmune
Índice
distinta a la alergia, en la que la sintomatología asociada se desencadena
retardadamente, incluso días después de la ingesta. Estas intolerancias se
diagnostican a partir de un análisis de sangre en que se evalúa la respuesta de
las inmunoglobulinas G (moléculas de nuestro sistema inmune) a los alimentos.
Sería aconsejable tratar de disminuir vuestra ingesta de gluten. Esto
puede hacerse de diversas maneras: por una parte, se puede sustituir el pan
industrial por un pan artesanal, ya que en los primeros se añade gluten como
aditivo y este se suma al que ya posee la harina de trigo, que actualmente
proviene de una variedad alta en gluten. Con todo ello se aumenta su esponjosidad, haciéndolo más atractivo para el comprador.
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Se puede recurrir, además, al consumo de cereales con menor contenido
en gluten, como el centeno y la avena, si bien se trata de cereales que no
35
Existen, además, otros tipos de sensibilidades alimentarias, sobre las que
se investiga en la actualidad, y que en ocasiones pueden deberse “tan solo”
a reacciones digestivas. Algunos estudios nos indican que, en total, cerca del
80% de la población tiene dificultades para digerir el gluten o sufre alguna
clase de hipersensibilidad al mismo.
Al igual que sucede con la caseína de la leche, se está investigando sobre
los posibles efectos de esta proteína en las enfermedades autoinmunes. En
EII se ha encontrado que la capacidad del gluten para “alterar el sistema
inmune” es mayor que en el resto de la población, con un ligero incremento
de la población celiaca en este grupo de pacientes. Se han descrito casos de
personas afectadas por EII que aseguran haber notado una disminución de
sus síntomas siguiendo una dieta libre de gluten, y se han realizado estudios
en los que se han apreciado mejorías en un porcentaje de casos que supera
el 60%, especialmente en lo referente a la fatiga.
Faltan, sin embargo, investigaciones más amplias y minuciosas para corroborar todos estos datos, por lo que nuevamente deberemos ser cautos.
Índice
siempre se toleran adecuadamente en EII, probablemente por su elevado
contenido en fibra. Si os animáis al cambio, os aconsejo que lo hagáis de
manera gradual, probando con pequeñas cantidades e incrementándolas paulatinamente. Supondrá también que os adaptéis a nuevos sabores y texturas,
pues estas harinas resultan en productos más compactos, precisamente por
su menor presencia de gluten.
Finalmente, indicaros que si decidís hacer cualquier dieta de exclusión,
y especialmente si es para comprobar el posible efecto del trigo en vuestro
organismo, es aconsejable que recurráis a un profesional. En este tipo de
dietas, realizadas sin control, es habitual que se produzca una pérdida de
peso que muchas veces no es deseable en los afectados de EII. Debemos
ser conscientes de que los cereales con gluten son una importante fuente de
energía, consumida a diario en los países occidentales a través del pan, las
galletas, la bollería y la pasta. Es por ello que su restricción puede suponer una
pérdida calórica excesiva, que debe ser convenientemente suplida, lo mismo
que sucede con algunos micronutrientes (vitaminas y minerales).
36
proteínas: necesidades y alimentos proteicos
Otra opción es la de recurrir a cereales libres de gluten, como el arroz
o el maíz, y a pseudocereales, como el trigo sarraceno, que a pesar de su
nombre, no es un trigo. Estos los podemos encontrar en tiendas especializadas (herbolarios, alimentación ecológica…) y en una gran cantidad de
formas, como panes, galletas, tortas o diversos tipos de pasta: espaguetis,
macarrones, espirales…
Índice
Minerales: deficiencias frecuentes
7
L
Hierro
Según diferentes estudios, alrededor del 66% de pacientes con colitis
ulcerosa y entre el 25 y el 40% de pacientes con enfermedad de Crohn presentan deficiencia de hierro. Esta carencia pude ocasionar importantes anomalías
en niños y adolescentes, mientras que en adultos es usual que desencadene
una anemia (alteración en la producción de células sanguíneas de la serie
roja, como los glóbulos rojos). La anemia suele ir acompañada de cansancio,
piel y encías pálidas, inapetencia, irritabilidad, pérdida de cabello y mareos.
El hierro de origen animal se absorbe mejor que el de origen vegetal,
por ello sería recomendable incrementar el consumo de pescados, como la
sardina, moluscos, como los berberechos y los mejillones, de carne, como la
ternera o el hígado, y de huevos. En cuanto a los vegetales, destacan los de
hoja verde, las pipas de girasol, el germen de trigo, las lentejas, los anacardos
y la remolacha, que puede tomarse en zumo. La remolacha posee además
una elevada cantidad de vitamina C (que mejora la absorción del hierro) y de
ácido fólico (vitamina B9), que favorece la formación de células sanguíneas.
Existen diferentes suplementos de hierro que tu médico te recetará si
fuera necesario. Si se presenta intolerancia oral y la anemia es importante
pueden ser necesarios los suplementos intravenosos.
Índice
37
En los afectados por EII se ha detectado que es usual la deficiencia de
ciertos minerales, por ello vamos a ver a continuación las carencias más habituales, sus consecuencias y con qué alimentos podemos subsanarlas.
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os minerales son micronutrientes inorgánicos que pueden desarrollar funciones estructurales o participar en las reacciones bioquímicas de nuestro
organismo. Algunos se requieren en cantidades relativamente elevadas, como
el calcio o el magnesio, mientras que de otros se precisan cantidades muy
pequeñas, como del silicio o el selenio. A pesar de necesitarse en pequeñas
cantidades, hoy en día nos encontramos con relativa frecuencia déficits en la
población. Esto se debe a una alimentación que muchas veces es elevada en
calorías pero pobre en micronutrientes. Como ya explicamos, muchos minerales son esenciales, es decir, nuestro cuerpo no los puede sintetizar, por ello
debemos aportarlos mediante la alimentación.
Otra opción en caso de intolerancia oral son las formulaciones que se
pueden encontrar en centros dietéticos y herbolarios (como fumarato ferroso),
que suelen tolerarse mejor y que van acompañados de vitaminas para mejorar
su absorción y optimizar sus efectos.
Magnesio
Se trata de un mineral muy abundante en el organismo, cuyo déficit es
más usual en EII, generalmente en actividad o mal controlada. Este puede contribuir a la aparición de calambres, contracturas musculares, espasmos, debilidad, irritabilidad, nerviosismo y al desarrollo de osteopenia (la fase previa de la
osteoporosis). Es parte del tejido óseo e interviene también en el funcionamiento
del sistema nervioso, muscular, en la síntesis proteica y en múltiples reacciones bioquímicas de nuestro cuerpo. Lo encontramos mayoritariamente en los
vegetales de hoja verde, frutos secos, en los cereales integrales y en el cacao.
Selenio
38
minerales: deficiencias frecuentes
Se ha descrito su deficiencia en pacientes con enfermedad de Crohn con
resección intestinal de más de 200 cm, y en aquellos que reciben nutrición
enteral. El selenio es un gran antioxidante cuyo déficit puede acarrear cabello
quebradizo, manchas blancas en las uñas, piel desvitalizada, mayor susceptibilidad a infecciones, anemia, desórdenes tiroideos y nerviosos, alteraciones
cardiacas y disminución de la fertilidad. Se encuentra en vegetales, carnes,
mariscos, en los garbanzos, las nueces y en el trigo.
Sodio
El sodio es el mineral que abunda en la sal y su deficiencia es, en general, poco frecuente; sin embargo, en los afectados por EII, las diarreas o la
ileostomía pueden provocarla. Su escasez ocasiona cefaleas, fatiga, mareos,
confusión mental, apatía, inapetencia y calambres.
La mayoría de las personas consumen un exceso de sal, pero debemos
tener precaución cuando nos encontremos durante un brote o, como decíamos, en los pacientes con una ileostomía. Los alimentos de forma natural
presentan un contenido en sodio bajo o moderado. Con contenido moderado
tenemos los pescados, los mariscos, las carnes, la leche y el yogur. Una vez que
interviene la mano del hombre, encontramos alimentos con alto contenido
en sal: embutidos, ahumados, conservas, los quesos y sobre todo los snacks
Índice
Potasio
El potasio, como el sodio, puede encontrarse deficitario cuando el
paciente pasa por un periodo de diarreas abundantes, o en aquellos con una
ileostomía. Su escasez puede manifestarse mediante contracturas, debilidad
muscular, alteraciones cardiacas e incluso parálisis. Por otro lado, tiene un
papel destacado en regular el equilibrio ácido-base de nuestro organismo, y
un desequilibrio hacia la acidez favorece la osteoporosis. Algunos alimentos
ricos en potasio son el plátano, los champiñones, las nueces, las coles, las
acelgas, el cardo, el aguacate y la papaya, entre otros.
Índice
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
Debemos tener en cuenta que el consumo diario de sal debería ser,
como máximo, de 5 g al día (una cucharadita de té, más pequeña aún que la
de postre) y que el consumo medio en España ronda los 10 g, principalmente
por la sal “oculta” en muchos alimentos procesados (enlatados, salsas, tomate
frito, salchichas, encurtidos, fiambres, concentrados de caldo…). Una manera
más saludable de consumir sodio es el empleo de la sal marina sin refinar, que
contiene además otros minerales como el potasio o el magnesio, que nos
ayudarán a balancear la ingesta de minerales.
39
salados (patatitas, galletas…). Estos alimentos han de ser consumidos con
moderación o de manera esporádica para proteger nuestra mucosa digestiva, nuestros huesos, al riñón y también para mantener una adecuada presión
sanguínea, pues la sal es un factor de riesgo determinante en algunos casos
de hipertensión.
Zinc
En torno al 50% de pacientes con enfermedad de Crohn tienen concentraciones bajas de zinc en sangre, lo que también es habitual en otros segmentos
de la población, aunque no de manera tan extendida. Lo cierto es que los
niveles sanguíneos no se correlacionan de manera lineal con la cantidad total
de zinc que albergamos, por lo que su deficiencia probablemente no sea tan
frecuente como nos muestra la analítica.
El zinc es parte de las enzimas implicadas en la digestión y tiene una función
destacada en la inmunidad y en el desarrollo. Su déficit produce mala cicatrización, infecciones recurrentes, cabello quebradizo, inapetencia y pérdida del
sentido del gusto y/o del olfato. En niños y adolescentes puede derivar en retrasos en el crecimiento y en el desarrollo cognitivo y sexual. El zinc se encuentra
ampliamente distribuido en algunos alimentos, especialmente en los de origen
animal, como la carne de ternera, el hígado, los mariscos y las ostras, pero además se encuentra en cantidades significativas en el germen de trigo, las pipas
de calabaza, de girasol, los cacahuetes, las legumbres y los cereales integrales.
40
minerales: deficiencias frecuentes
Cobre
Se cree que la deficiencia de cobre afecta en algunos países desarrollados
en torno a un 30% de la población; en EII este déficit se ve incrementado por
las pérdidas en pacientes con diarrea profusa, fístulas u ostomías (ileostomías
y colostomías). Su carencia puede conducir a anemia (cansancio, debilidad,
etc.), alteraciones óseas como la osteoporosis, bajada de defensas y también
favorece las neuropatías. Sus principales fuentes alimentarias son los mariscos
y las carnes, seguidos de los frutos secos, el cacao y los garbanzos.
CALCIO Y OSTEOPOROSIS
Debido a su importancia, pues es el mineral que más abunda en nuestro
organismo, vamos a dedicarle al calcio un espacio propio, más amplio.
Los datos de los que disponemos son que aproximadamente en el 13%
de pacientes con enfermedad de Crohn existe malabsorción de calcio. Esta
malabsorción afecta especialmente a los afectados por el síndrome del intestino corto secundario a multiples resecciones o afectacion crónica muy extensa,
muy raro en nuestros días. En ellos puede producirse osteomalacia si además
de un déficit importante de calcio lo hay también de vitamina D, lo que puede
suceder tras largos periodos de nutrición parenteral total, aunque habitualmente se recuperan una vez que se pasan a nutrición enteral o dieta oral. El
Índice
El calcio, además de formar parte de los huesos, está también en los
dientes y participa en diversos procesos como la coagulación de la sangre,
la regulación de la tensión, el tamponamiento de la acidez sanguínea o en la
transmisión del impulso nervioso, entre otros.
En las últimas décadas se han incrementado considerablemente las recomendaciones de ingesta de calcio, debido fundamentalmente a la observación
del elevado número de osteoporosis en la tercera edad. Algunos enfermos
de EII tienen una mayor predisposición a sufrir de osteoporosis, esto se debe
a diferentes factores:
• La posibilidad de absorber en menor cantidad el calcio y la vitamina D.
• El empleo de corticoides: que disminuyen la absorción del calcio,
aumentan su excreción e inhiben la formación de hueso nuevo.
Índice
41
La deficiencia de calcio muchas veces no se detecta mediante una analítica, por lo que se recurre a una prueba más fiable, la densitometría. Con ella
evaluamos la calidad de nuestros huesos, ya que contienen en torno al 99% del
calcio que hay en el organismo. Cuando la densitometría detecta una disminución de la masa ósea y/o un deterioro de su estructura impropio para nuestra
edad y sexo, se diagnostica una osteoporosis o una osteopenia. En el primer
caso, el hueso parece que se ha vuelto poroso (ver imagen), en el segundo, se
trata de una pérdida de densidad ósea más ligera que no afecta a la estructura.
Se ha corroborado que el tratamiento con corticoides y padecer síndrome del
intestino corto son factores de riesgo para desarrollar una osteoporosis.
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tratamiento prolongado con corticoides es también una causa predisponente
muy frecuente.
• Durante los brotes se aumenta el sedentarismo, lo que favorece la
pérdida de calcio del hueso.
Todo ello nos aconseja ser especialmente cuidadosos con la ingesta de
este mineral. Actualmente se recomiendan unos 1.000 mg de calcio al día
en adultos y 1.500 mg para personas con osteoporosis o con necesidades
especiales (embarazo, lactancia…) En la niñez y la adolescencia es cuando se
forma el principal reservorio de calcio, por lo que en estas edades se debe
prestar una gran atención para que la ingesta sea adecuada. En personas
sanas se calcula que se asimila en torno al 30% del calcio ingerido, siendo la
principal fuente alimentaria de calcio (en los países occidentales) los lácteos.
42
minerales: deficiencias frecuentes
Desgraciadamente, el adecuado uso del calcio por parte de nuestro
metabolismo depende de muchos más factores además del consumo de
lácteos, como veremos en este apartado. De hecho, existen estudios epidemiológicos en los que no se ha encontrado relación entre una mayor ingesta
de calcio a través de los lácteos y la disminución de la osteoporosis. Esto no
quiere decir que los lácteos no sean útiles, sino que existen muchos otros
factores que influyen en su metabolismo y de los que también debemos
concienciarnos, como son una adecuada ingesta de vitamina D (deficitaria
en buena parte de la población europea) o la práctica de ejercicio para
favorecer su fijación.
Una aparente contradicción con la elevada prevalencia de la osteoporosis es la frecuente aparición de calcificaciones en zonas donde no debería
depositarse el calcio (próstata, senos, cerebro, hombro, vasos sanguíneos…).
Esto es, en buena medida, debido a que tan importante como ingerir una
adecuada cantidad de calcio es tener cantidades suficientes de las vitaminas
y minerales que participan en su metabolismo, especialmente aquellas que
facilitan su absorción y fijación al hueso, como son la vitamina D, la K2, el
magnesio, el silicio y el boro, entre otros.
Otro factor a valorar es la presencia de fitatos y oxalatos en los alimentos, pues disminuyen su absorción. Un ejemplo notable de esto es el de
las espinacas que, a pesar de poseer una considerable cantidad de calcio,
se asimilará como mucho el 10%, debido a la presencia de los oxalatos.
Otros alimentos con una elevada presencia de oxalatos son: cacao puro en
polvo, acelgas, remolacha… Esto debe tenerse en cuenta especialmente en
pacientes con Crohn, pues presentan una mayor incidencia de litiasis renal
(piedras en el riñón) derivadas de oxalatos que captan al calcio. Otro caso
en el que se debe disminuir el consumo de oxalatos es en el síndrome del
intestino corto.
Índice
Los fitatos, por su parte, abundan fundamentalmente en los cereales,
por ejemplo en el trigo. Aprovecho aquí para comentaros que la levadura
madre empleada en algunos panes artesanales destruye buena parte de los
fitatos, no así las levaduras industriales (impulsores, bicarbonatos…), lo que
hace que en los panes industriales se dificulte considerablemente la asimilación del calcio.
Otro factor a considerar serían los niveles de excreción por orina; por
ejemplo, un exceso de sal favorece su excreción y además dificulta su asimilación. Un exceso de proteína (el doble de la recomendada) y un exceso de
café (unas tres tazas diarias) también incrementan su excreción.
Existen, por otra parte, factores ambientales (como fumar), genéticos y
hormonales (estrógenos, hormona de crecimiento, hormona paratiroidea…)
que pueden ser determinantes. La menopausia, por ejemplo, aumenta considerablemente el riesgo de osteoporosis. Por ello debemos hacer hincapié
en aquellos factores que podemos modificar.
Con todo esto, pretendo que comprendáis lo complejo que es el metabolismo del calcio y que se precisa algo más que una ingesta adecuada para
que podamos asimilarlo y metabolizarlo correctamente. Un poco más adelante
tenemos un resumen de cómo aplicar esta información en nuestro día a día.
Debido a la importancia de este mineral, os adjunto unas tablas con su
presencia (mg/100 g de producto) en algunos alimentos, primeramente en
los lácteos y los postres:
Índice
43
En sentido contrario juega la tendencia a la acidificación, que nuestro
organismo trata de compensar con la salida de calcio del hueso, por ello las
dietas con un elevado consumo de verduras y frutas ayudan a preservar el
calcio en el tejido óseo, porque en vez de acidificarnos nos alcalinizan. Otros
elementos de la dieta, sin embargo, nos acidifican, tales como el café y el
alcohol.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
El metabolismo del calcio presenta además una serie de complicaciones
añadidas, como que debe estar en equilibrio con la presencia de fósforo y
magnesio; por ejemplo, un exceso de fósforo produce una menor captación y
mayor excreción de calcio, pero también es perjudicial su carencia. Respecto
a su fijación en hueso, cada vez se está viendo con mayor claridad que la vitamina K2 tiene un importante papel, así como el ejercicio, por lo que resulta
de vital importancia evitar el sedentarismo. Otro de los factores que influyen
en tener un buen sistema óseo es el de mantener el peso adecuado, pues el
peso bajo (infrapeso) favorece la descalcificación.
Leche
Leche entera en polvo
Nata
Leche condensada
Chocolate con leche
Leche enriquecida con calcio
Leche desnatada
Leche semidesnatada
Leche entera
Leche de soja
Quesos
909
300
250
228
160
133
120
118
89
(mg de Calcio por 100 g de producto)
Queso Emmental
Queso parmesano o rallado
Queso de bola
Queso manchego
Queso Edam
Queso Cheddar
Queso Cabrales, Gruyére,
Rochefort
Quesitos en porciones
Queso fresco tipo Burgo
de Arias
Requesón
1.180
1.027
900
800
795
740
700
324
300
100
44
minerales: deficiencias frecuentes
(mg de Calcio por 100 g de producto)
Yogures
Yogur enriquecido en
calcio o tipo Densia
Yogur desnatado
Yogur natural
Yogur Activia con kiwi
(mg de Calcio por 100 g de producto)
Postres
320
180
150
147
Melaza
Cuajada
Flan, natillas, arroz con leche
Batido
Petit Suisse
Lácteos con esteroles
vegetales
273
175
140-160
130
130
130
(mg de Calcio por 100 g de producto)
A continuación, las tablas de otros alimentos con un relevante contenido
en calcio:
Índice
Legumbres y verduras
Repollo
Soja en grano
Berro
Col
Acelgas, cardo
Garbanzos
Alubias
Espinacas, grelos, navizas
Habas, acelgas
Judías verdes
Guisantes
Brócoli
Lentejas
Pescados, crustáceos y moluscos
535
280
211
200
150
145
128
100
Sardinas en aceite
Anchoas en aceite
Langostinos, gambas
Berberechos, pulpo
Mejillones, calamares
Lenguado
100-115
95
60
55
50
Agua
354
273
220
140
80
70
(mg de Calcio por 100 g de producto)
Agua (grifo o mineral)
80-130
(mg de Calcio por 100 ml)
Carnes y huevos
Yema de huevo
Huevo completo
Perdiz
Carnes
130
50
40-60
8-12
(mg de Calcio por 100 g de producto)
(mg de Calcio por 100 g de producto)
Cereales
Pan de trigo integral
Pan de trigo blanco
Arroz
Maíz
(mg de Calcio por 100 g de producto)
250
234
100
99
74
170
136
Frutas
50
30
10
8
Cerezas
Naranja
Mandarina
Manzana
(mg de Calcio por 100 g de producto)
Índice
267
41
36
30
45
Frutos secos
Avellanas
Almendras
Aceitunas
Nueces
Cacahuetes
Higos, pasas
Pistachos
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(mg de Calcio por 100 g de producto)
Respecto a los lácteos, me gustaría comentaros que la presencia de grasa,
de vitamina D (que es liposoluble) y de lactosa (azúcar de la leche) mejoran la
absorción del calcio. De hecho una ingesta muy baja en grasas se relaciona
también con mayor riesgo de osteoporosis. Si nos centramos en los quesos,
veremos que pueden contener importantes cantidades de calcio, su contrapartida es que son muy acidificantes, lo que no los convierte en una fuente
idónea. Existen además leches, como la de oveja o cabra, que poseen más
calcio que la de vaca y, a pesar de su fuerte sabor, generalmente resultan más
digestivas. Otro lácteo muy nutritivo y con mucho calcio, unas 5 veces más que
en la misma cantidad de leche, es el requesón de suero de leche, del que ya
hablamos en el apartado “La leche y la caseína”.
46
minerales: deficiencias frecuentes
Como hemos visto, además de su contenido en calcio, se debe valorar
su biodisponibilidad (la capacidad de asimilarlo) y esto hace que junto con
los lácteos, los pescados, los moluscos y muchas verduras de hoja verde, sean
buenas fuentes de calcio, seguidas de los frutos secos y las legumbres. Se
debe tener en cuenta también que el cocinado, por ejemplo de las verduras,
mejora la disponibilidad del calcio.
Destacar alimentos que no son de origen lácteo pero muy ricos en calcio
como las sardinillas y los “bocartines” ingeridos con espinas, así como el atún
y el salmón. Entre las verduras tenemos el repollo, las acelgas y, en general, la
familia de las coles, con las que los afectados de EII deben de tener precaución
porque pueden producir gases. También la salsa de tomate y las aceitunas.
Respecto a las legumbres, destaca la soja, especialmente en forma de tofu.
Encontramos también un elevado contenido en algunas semillas, como las
avellanas o las semillas de sésamo, cuyo calcio se asimilará mejor si las tomamos trituradas en forma de tahín (una crema deliciosa para untar).
En las frutas es cierto que su contenido suele ser bastante bajo, pero las
naranjas, las moras, las frambuesas o las grosellas tienen cantidades considerables. Las frutas desecadas, como los albaricoques secos y las pasas, poseen
también una destacable cantidad de calcio, aunque por su alto contenido en
azúcares deben consumirse con moderación.
Algunos ejemplos de alimentos no lácteos que nos pueden aportar 100
g de calcio son: 250 g de ensalada, 250 g de col, 2 naranjas grandes, 250 g
de atún y 300 g de merluza, dorada, gallo o salmón.
Otra opción poco conocida es la de las algas desecadas, que presentan
elevadísimas cantidades de calcio, especialmente la hiziki y la wakame, que
poseen más que algunos de los quesos más ricos en calcio. Se deben emplear
en pequeñas cantidades por su contenido en sal y además, en personas con
Índice
afectación tiroidea puede ser necesario evitar su consumo, pues son muy
ricas en yodo, que altera la glándula del tiroides. Los demás podemos recurrir a ellas, descubriendo nuevos sabores en nuestros platos y llenándolos
de minerales.
Respecto a las personas que consumen agua embotellada, deben fijarse
en que la cantidad de calcio que presentan no sea demasiado bajo, pues
también es útil para nuestro organismo.
Finalmente, no debemos olvidar el sinfín de bebidas vegetales que
comienzan a abundar en las tiendas de alimentación y que generalmente van
enriquecidas con calcio, lo más adecuado es que fueran enriquecidas también
con vitamina D para mejorar su absorción en el intestino.
En ocasiones no logramos nuestro objetivo y se nos diagnostica una
osteoporosis o una osteopenia. En esos casos debemos consultar a un profesional para suplementarnos en calcio y vitamina D, bien sea mediante fármacos
o recurriendo a suplementos de herbolario en los que podemos encontrar
combinaciones que también incluyen otros nutrientes importantes para los
Índice
47
• La ingesta de calcio debe ser abundante y proceder de fuentes variadas: lácteos, bebidas vegetales enriquecidas, pescados azules, verduras de hoja verde, soja…
• Es importante maximizar la absorción y la eficacia del metabolismo del
calcio, cuidando la ingesta de otros nutrientes, especialmente de la
vitamina D (exponernos al sol diariamente, ingesta de pescado azul,
setas, lácteos…).
• Para evitar que nuestros huesos se descalcifiquen, debemos mantenernos físicamente activos, caminando, ejercitándonos y evitando el
sedentarismo.
• Debemos minimizar la excreción urinaria de calcio, disminuiremos
para ello el consumo de sal y café.
• Una dieta rica en vegetales (alcalinizante) favorece la permanencia del
calcio en el hueso, también se deben reducir el alcohol y el café por
ser acidificantes.
• El infrapeso es otro factor que favorece la degeneración el tejido óseo.
• Puede ser conveniente disminuir la cantidad de oxalatos (cacao puro
en polvo, espinacas, remolacha…) especialmente en pacientes con
Crohn que previamente hayan desarrollado piedras en el riñón o si se
padece el síndrome del intestino corto.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
Seguidamente os incluyo unos consejos aplicables al día a día, como
resumen práctico de toda la información que aquí os he detallado:
48
minerales: deficiencias frecuentes
huesos (vitamina K2, magnesio…). En este último caso deberemos tener especial cuidado con que las dosis de nutrientes sean las adecuadas, ya que en
algunos productos no se alcanzan las cantidades suficientes para que resulten
efectivas.
Índice
Vitaminas: fuentes de vida
8
L
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GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
as vitaminas son nutrientes cuyo origen etimológico viene de vida. Esto nos
puede dar una idea de su trascendencia para mantener las reacciones metabólicas que permiten el buen funcionamiento de nuestro organismo. Algunas
poseen actividad antioxidante (A, C y E principalmente), lo que nos ayuda a
contrarrestar el efecto de los radicales libres, que en exceso son dañinos para
los tejidos y que se producen en mayor cantidad en EII por la inflamación. Se
ha comprobado que el nivel de antioxidantes, vitaminas E y C, entre otros,
se encuentran disminuidos en EII, por lo que se les debe prestar una especial
atención. Se ha corroborado, además, cómo una correcta suplementación
mejora sus niveles, pero nosotros aquí os explicaremos dónde encontrarlos
en los alimentos.
Índice
Por otra parte, debemos saber que no podemos sintetizar todas las
vitaminas, es decir, las hay que deben necesariamente ser ingeridas, como la
vitamina C, a estas se las denomina esenciales. Incluso las que sintetizamos
puede que no lo hagamos de manera suficiente, especialmente en periodos de
estrés o de enfermedad. En ocasiones, la suplementación con alguna de ellas
o dentro de fórmulas multi-nutrientes equilibradas puede resultar de utilidad.
Como comentamos en el apartado de “Conceptos nutricionales básicos”,
las vitaminas se subdividen en dos grupos, las liposolubles (solubles en grasa, la
A, D, E y K) y las hidrosolubles (solubles en agua, la C y el amplio grupo de las B).
En este apartado nos centraremos en las que más a menudo se encuentran deficitarias en los afectados de EII o en las que, por su función, os resultan
más relevantes, así podréis prestar una especial atención a los alimentos que
los contienen.
Vitamina D
50
vitaminas: fuentes de vida
Esta vitamina actúa también como una hormona y posee muchísimas
funciones. Desde la más conocida, que es contribuir a la absorción y el metabolismo del calcio en los huesos, a otras que no lo son tanto, como su papel
en la función tiroidea, neuromuscular o en la sensibilidad a insulina. Entre
esas funciones pocas conocidas destaca una de relevancia para los pacientes
con enfermedades autoinmunes, ya que es inmuno-reguladora. Su déficit se
asocia, por tanto, a osteoporosis, osteomalacia, problemas neuromusculares, influencia en el desarrollo de resistencia a insulina y mayor incidencia de
patologías autoinmunes.
La principal forma de obtener la vitamina D es por la exposición al sol,
sin embargo es usual que nos encontremos con estados carenciales en torno
al 40% de la población europea (incluidos los países mediterráneos), fundamentalmente por el gran número de horas que nos encontramos en espacios
cerrados. En los pacientes de EII algunos estudios han encontrado que su
carencia se incrementa hasta el 60%, aproximadamente. Su déficit se produce
por escasez de ácidos biliares debido a ileítis terminal, tras resección intestinal,
por el uso de algunos fármacos y por la malabsorción de grasas, por tratarse
de una vitamina liposoluble.
Entre las fuentes alimentarias destaca el pescado azul, y podemos encontrarla de forma también significativa en los huevos, los lácteos y las setas. Un
suplemento que contiene vitamina D muy utilizado hace décadas era el aceite
de hígado de bacalao, que actualmente se puede encontrar en perlas para
Índice
evitar su sabor, pues es bastante desagradable. Otro consejo fundamental es
el de salir, pasear y exponernos con moderación al sol, siempre con adecuada
protección solar.
Vitamina A
Otra vitamina liposolube pero que por suerte podemos encontrar también
como provitamina A (Betacarotenos). Posee un papel muy destacado en la visión,
el buen estado de piel y mucosas, el desarrollo óseo y también en la inmunidad.
Los betacarotenos son además destacados antioxidantes, por lo que, como ya
comentamos, en los pacientes con EII su necesidad está incrementada.
Es liposoluble y existen distintos subtipos con diferentes funciones: la
K1, relacionada con la coagulación de la sangre, y la K2, relacionada con
el metabolismo óseo. Su déficit favorece los sangrados y la osteoporosis,
respectivamente, por lo que son vitaminas también importantes en EII. La
vitamina K1 se encuentra fundamentalmente en los vegetales de hoja verde,
especialmente la col, las espinacas, el repollo, las coles de bruselas, así como
en los cebollinos y el repollo.
Las fuentes de vitamina K2 son más escasas, por suerte nuestras bacterias
intestinales la producen. En los alimentos la encontramos mayoritariamente
en productos fermentados, como algunos quesos, especialmente el Edam y
el Gouda y en el natto, que es un fermentado de soja tradicional japonés. En
cantidades bastante inferiores la encontramos también en la yema de huevo,
la mantequilla y el hígado.
Vitamina B12
Es hidrosoluble y se almacena en el hígado. Los déficits de vitamina B12
son más habituales en EII, especialmente en pacientes de Crohn con afectación o resección del íleon terminal, en los que puede alcanzar al 60% de los
afectados y ser necesario inyectarla. Otros estudios han encontrado déficits
Índice
51
Vitamina K
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
La vitamina A podemos encontrarla en el hígado, los huevos y los lácteos, mientras que la provitamina A se encuentra en los vegetales de colores
intensos, como la zanahoria, la calabaza, la papaya o la sandía, que además
suelen ser bien tolerados; otros como los albaricoques o el brócoli deberemos
valorarlos individualmente.
en el 20 o el 40% de los individuos estudiados; esta variabilidad se debe,
posiblemente, a que generalmente son estudios pequeños. En cualquier caso,
nos indican que es bastante frecuente en EII.
Se sabe que también se da en el conjunto de la población por diversos
motivos: por un lado, su absorción disminuye con la edad y, por otro, la ingesta
continuada de omeprazol y sus derivados, tan extendida hoy en día, dificulta
su absorción.
Sus funciones se relacionan muy estrechamente con el sistema nervioso
y con la formación de glóbulos rojos, por lo que su carencia se asocia con
anemia, debilidad, inestabilidad, neuropatía y desórdenes neurológicos. Su
papel como reguladora de la homocisteína está siendo estudiada, ya que
parece que a menos B12, más homocisteína y mayor riesgo de infarto.
Se encuentra en las carnes, especialmente en las vísceras, en los mariscos y en moluscos como el mejillón, también en algunos pescados como los
bocartes y las sardinas.
Las personas vegetarianas deben tener en cuenta que no existen fuentes
vegetales que contengan el tipo de vitamina B12 que necesita el ser humano,
por ello deberán recurrir a la suplementación, bien sea mediante alimentos
“dietéticos” ricos en ella, como la levadura de cerveza, o mediante concentrados en comprimidos.
52
vitaminas: fuentes de vida
Vitamina B9
También denominada ácido fólico, actualmente mucha gente la conoce
por su suplementación durante el embarazo. Se trata de otra vitamina hidrosoluble cuya deficiencia se observa más habitualmente en afectados de EII,
llegando a situarse en el 60% en colitis ulcerosa y en 40% en Crohn. En caso
de tratamiento con metrotexato y sulfasalazina se aconseja tratamiento con
ácido folico para evitar efectos secundarios de los fármacos (no incrementa
su carencia, sino que su carencia favorece la aparición de efectos secundarios
con estos fármacos).
Entre sus funciones destacaremos que interviene en la síntesis de ADN,
de proteínas, de glóbulos rojos, de glóbulos blancos, que participa en diversas
funciones digestivas y que, como la vitamina B12, participa en la normalización
de los valores de homocisteína (que, como comentamos, es un factor de riesgo
cardiovascular). Su carencia puede producir anemia, diarrea, caída de cabello,
inapetencia y úlceras entre otros.
Índice
En los alimentos la encontramos de manera destacada en el hígado, en
las verduras de hoja verde, como las espinacas y las acelgas, y en legumbres
como los garbanzos y los cacahuetes.
Vitamina C
Volviendo a la vitamina C, como se pierde en buena medida con el calor,
debemos tener muy en cuenta que es necesario que estos alimentos se ingieran crudos o poco cocinados. Utilizaremos para ello métodos como el salteado
o al vapor, siempre y cuando nuestro sistema digestivo nos lo permita, pues
como sabéis, durante los brotes y poco después, para muchos esto es prácticamente inviable.
FITOQUÍMICOS: ¿NUTRIENTES?
Aprovecho este espacio para comentaros la existencia de los fitonutrientes o fitoquímicos, que inicialmente se consideraron vitaminas pero por
su estructura y función ya no se les incluye en este grupo. Son sustancias de
origen vegetal que poseen, en su mayoría, un elevado poder antioxidante, y
entre las que destacan los polifenoles.
Su clasificación dentro del grupo de los nutrientes es aún debatida, pues
no parecen tener un papel específico en nuestro metabolismo aunque al ingerirlos son metabolizados y poseen una actividad protectora frente a muchas
Índice
53
Su fuente alimentaria más conocida son las naranjas y, si bien poseen una
importante cantidad, aún poseen más los kiwis, pimientos, grosellas, brócoli,
espinacas, las coles de Bruselas, el caqui, la papaya o la fresa. Aprovecho aquí
para comentaros que la papaya es una fruta muy digestiva que posee enzimas
de acción antiinflamatoria y que en algunas personas sirve para aliviar el ardor
estomacal, por lo que si es vuestro caso no dudéis en probarla y consumirla
con frecuencia.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
La vitamina C o ácido ascórbico se trata de otra vitamina hidrosoluble
con actividad antioxidante que se encuentra en mayor medida deficitaria en
los pacientes de EII. La vitamina C participa en procesos inmunológicos, en la
reparación de los tejidos, en el mantenimiento de los huesos y del cartílago
y en la absorción del hierro, entre otras funciones. Por todo ello su carencia
se asocia con mala cicatrización, anemia, hematomas, encías sangrantes, problemas vasculares, menor capacidad para combatir infecciones e, incluso, en
algunos casos, dolor articular.
patologías. Entre ellas están las afecciones cardiovasculares, distintas enfermedades degenerativas, las alergias y algunos tumores, como el de colon.
54
vitaminas: fuentes de vida
Otra característica de los fitonutrientes es que no podemos sintetizarlos y
su ingesta ha disminuido mucho en los países industrializados, pues se encuentran fundamentalmente en las frutas y verduras. De hecho, la recomendación de
ingerir al menos 5 piezas de frutas y/o verduras al día viene en buena medida
derivada de la necesidad de una adecuada ingesta de fitoquímicos, además
de por todos los micronutrientes que nos aportan.
Los alimentos que los contienen en abundancia son: frutas y verduras,
especialmente los frutos del bosque, como arándanos y moras, también el
cacao, la soja, el vino tinto y el té. En pacientes de EII los niveles de sustancias
antioxidantes suelen estar disminuidos, por lo que os animaría a tener presente
este importantísimo, pero a veces olvidado, grupo de sustancias.
Como conclusión de este apartado, quisiera destacar que la variedad a la
hora de alimentarnos es muy importante. Como habéis visto, existen micronutrientes que predominan en productos de origen animal y otros muchos en los
de origen vegetal, pero apenas los encontramos en los alimentos procesados,
precocinados, refinados, snacks… Por todo esto, una alimentación variada y
suficiente, basada en productos naturales, es el camino para evitar la escasez
de cualquier nutriente.
Índice
Bebidas: la importancia del agua
9
L
Pensemos, además, que la mayoría de las bebidas poseen diferentes
aditivos y, usualmente, un exceso de azúcar (con frecuencia más de tres cucharadas soperas por bote de refresco), por todo ello y para toda la población, el
consumo de estas bebidas debería ser algo esporádico y no diario.
En EII se debe considerar que la ingesta elevada de azúcares favorece los
gases, además del propio gas que contienen muchos refrescos. Este exceso de
azúcar y algunos aditivos empleados, como el ácido ortofosfórico y la cafeína
(ambos presentes en las colas) irritan la mucosa digestiva, un motivo más para
que los pacientes de EII restrinjan el consumo de refrescos, especialmente
de las colas.
Uno de los principales problemas de tomar algunos líquidos distintos al
agua es que tienden a alterar nuestras ganas de beber, de manera que muchas
veces no obtenemos la cantidad de agua que necesitamos, pues estas bebidas
no satisfacen la elevada necesidad de nuestro cuerpo.
La cantidad óptima de agua se suele considerar en torno a 30 ml de
agua por kg de peso corporal, de manera que una persona con tan solo
50 kg necesita sobre 1,5 L de agua, mientras que una de 80 kg precisará
unos 2,5 L. De manera práctica pensemos que un vaso de agua suele contener 200 ml, por eso el mínimo se sitúa en unos 8 vasos diarios, (1,6 L)
En muchas personas la cantidad requerida es mayor y no beben suficiente
Índice
55
Conozco a personas que han sustituido el agua como principal fuente
de líquidos por refrescos y los resultados son desastrosos a medio y largo
plazo. Es frecuente que en poco tiempo aparezca el cansancio, el estreñimiento y que la piel se vea desvitalizada, indicándonos una deshidratación.
Eso mismo es lo que sucede en nuestros órganos internos, envejeciéndolos
prematuramente. A largo plazo las consecuencias empeorarán, pudiendo
aparecer cefaleas, subirnos la tensión, acumular toxinas, desarrollar piedras
en el riñón,… es decir, sufriremos los mismos efectos que ante una ingesta
insuficiente de agua.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
a bebida principal de nuestro día a día debe ser el agua, ella supone entre
el 60-70% de nuestro peso corporal, está en cada una de nuestras células, en
el líquido que las rodea, en la sangre, la linfa, los líquidos articulares,… abunda
en el sistema nervioso, en los pulmones y en sistema digestivo, entre otros.
56
bebidas: la importancia del agua
agua, padeciendo sin saberlo una variada sintomatología asociada a su
escasez. En algunos individuos, especialmente con la edad, la sensación
de sed está disminuida, y es necesario que se obliguen a beber. Existen
incluso casos en los que la percepción de la sed está tan alterada que la
persona se confunde, y tiende a comer cuando su cuerpo lo que le demanda
es agua. Obligándonos a beber agua, con el tiempo, se puede recuperar
la sensación de la sed.
Debemos aclarar que de estas recomendaciones de ingesta, aproximadamente el 75-80% deben asimilarse como líquidos y en torno al 20% deben
provenir de los alimentos. Obviamente, existen variantes que se deben contemplar, como que una dieta rica en vegetales y fruta aporta mucha más agua
que una basada en cereales, carnes o si comemos muchos frutos secos. Por
ejemplo, si en un día comemos varias veces sandía (una fruta usualmente bien
tolerada y rica en agua) no tendremos la misma necesidad de beber que si
nos diese por picotear cada poco nueces.
Se deben valorar también otros factores, como la edad, etapas de
necesidades especiales, enfermedades, la actividad que desempeñamos y
el ambiente. Durante las diarreas, el embarazo, el ejercicio, con el estrés, el
calor… los requerimientos se incrementan.
En EII con tendencia a diarreas, el agua debe consumirse poco a poco
para evitar que se favorezcan las deposiciones, al contrario de lo que sucede en
los estreñidos. En periodos de diarreas podemos ayudarnos de otros líquidos
para cubrir nuestras necesidades: agua de arroz, caldo de verduras o bebida
vegetal de arroz (con pocos aditivos). Entre las infusiones podemos probar
Índice
con las astringentes como el té, antiespasmódicas como la melisa o antiinflamatorias como la manzanilla.
Un pequeño truco para ayudarnos con la diarrea es el de la limonada
casera, que se prepara con 1 L de agua, el jugo de 4 limones, dos cucharadas
de postre de azúcar, otra de sal y una pizca de bicarbonato sódico.
OTRAS BEBIDAS
Como veis, las necesidades de agua en nuestro cuerpo son muy elevadas,
por ello no soy partidaria de sustituirla habitualmente por otras opciones,
aunque a lo largo del día sí podemos variar en algunos momentos, recurriendo
a otras bebidas saludables.
Con las infusiones no tenemos por qué limitarnos a las mencionadas
anteriormente, la de regaliz, la de hinojo, con canela… suelen resultar muy
sabrosas y podemos probar e innovar tomándolas frías, con limón, mezclarlas
o añadirles una pequeña cantidad de leche o nuestra bebida vegetal favorita.
Respecto a la leche y las bebidas vegetales, pueden considerarse alimentos y a la vez aportan una buena cantidad de agua, de ellas hemos hablado
ya (apartado de la leche y la caseína, en alternativas). Añadiría aquí que en el
caso de las bebidas vegetales optéis por aquellas poco endulzadas y con el
menor número de aditivos posibles. Como orientación respecto al porcentaje
de azúcar, pensad que la leche animal posee unos 4 g por 100 ml y una bebida
vegetal equilibrada no tendría que tener más.
Existen otras bebidas como el café, los batidos con mucho cacao o las
bebidas alcohólicas, que normalmente son poco toleradas porque irritan la
mucosa digestiva. En el caso del café se puede sustituir por el descafeinado
Índice
57
Los zumos naturales de frutas son una buena fuente de vitaminas pero
muchas veces también son un concentrado de azúcares, por lo que no se
recomiendan a diario. En cualquier caso, siempre son mejores los caseros que
los preparados de brik (concentrados para incrementar su azúcar). Sí podéis
preparar algunas mezclas menos dulces, como el de manzana, zanahoria y
limón, que son además bien toleradas, asimismo lo son el zumo de granada y
el de arándanos, que son muy antioxidantes y un poco astringentes, por lo que
generalmente resultan beneficiosos en personas con tendencia a las diarreas.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
Como opción poco recomendable hemos hablado ya de los refrescos,
pero podemos consumirlos de manera esporádica, procurando optar por
aquellos que sean sin gas y que posean menos aditivos y azúcares.
aunque tampoco muchos lo toleran, pues no solo la cafeína afecta a nuestro
intestino. Con el cacao debemos observar nuestra variabilidad individual, pues
los efectos son bastante diversos, pudiendo incluso favorecer el estreñimiento.
Su alto contenido en antioxidantes hace que merezca la pena probar con
pequeñas cantidades de cacao en polvo natural o en chocolates de calidad.
58
bebidas: la importancia del agua
Finalmente, de las bebidas alcohólicas debemos saber que no solo irritan
la mucosa, sino que tienden a deshidratarnos y además alteran la frecuencia
del peristaltismo intestinal. Usualmente se aconseja consumirlas en ocasiones especiales y en pequeñas cantidades. Se puede probar con el vino tinto
de calidad (en botella) o ecológico, que suele ser tolerado mejor que otras
variedades con más aditivos.
Índice
Alimentos desaconsejados
10
A
Los sulfitos son un conservante y abundan en el vino, las salchichas y otras
carnes procesadas, como las hamburguesas, los fiambres y los embutidos, también en las conservas, confituras o en las frutas desecadas. Usualmente se incluyen en la lista de ingredientes como E-221 y números consecutivos hasta E-228.
Las maltodextrinas son un endulzante que se usa además para espesar,
y que podemos encontrar en algunas bebidas vegetales, preparados para
deportistas, infusiones instantáneas, sopas de sobre, productos de bollería o
mezcladas con otros endulzantes.
Actualmente, la variedad de aditivos alimentarios es enorme: blanqueantes para el pan, colorantes para las carnes, pesticidas en las frutas, los casi
omnipresentes conservantes… Se ha comprobado que algunos pueden resultar nocivos para la mayoría de la población, favoreciendo la infertilidad y las
alergias, entre otros efectos dañinos. Por todo ello os aconsejo que consumáis
alimentos poco procesados y lo más naturales posibles.
Existen otros alimentos que, usualmente, producen de manera bastante
rápida malestar digestivo. Suele tratarse de alimentos que irritan la mucosa
intestinal, pudiendo incluso desencadenar nuevos brotes. Deben ser, por lo
tanto, consumidos con precaución.
Índice
59
Se ha encontrado también relación entre el consumo de algunos aditivos,
como los sulfitos y las maltodextrinas, y un peor estado de la mucosa intestinal.
Por ello, deberíamos tratar de evitar un consumo frecuente de los alimentos
que los contienen. Los sulfitos parecen inhibir el uso del butirato por parte
de las células del colon, disminuyendo la capacidad de regeneración de la
mucosa (ver apartado de fibras), mientras que las maltodextrinas favorecen a
algunas bacterias que se ha visto que incrementan la inflamación intestinal.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
lo largo de los diferentes capítulos hemos ido viendo cómo algunos alimentos pueden desencadenar sintomatología digestiva, como los ricos
en grasa o fibra. Ciertas personas pueden beneficiarse igualmente de la limitación de lactosa, el gluten y la caseína; en los dos últimos casos los efectos
de su limitación pueden tardar varias semanas en apreciarse y debe llevarse
a cabo poniéndose en manos de profesionales de la nutrición que evalúen
su conveniencia.
Se han realizado algunos estudios sobre el efecto de los diferentes alimentos en EII y se ha encontrado que los que más habitualmente producen
alteraciones digestivas son:
60
alimentos desaconsejados
• Algunas especias: pimentón picante, guindilla, y, en menor medida,
nuez moscada, mostaza y clavo. También las salsas que los contienen:
curry, chile…
• Pimientos, especialmente fritos.
• Bebidas gaseosas, en mayor medida las colas.
• Alcohol (el vino tinto de calidad, con pocos aditivos o ecológico, suele
tolerarse mejor, pero siempre en pequeñas cantidades).
• Embutidos: especialmente chorizo, chorizón y salchichón.
• Café (peor solo y en desayuno).
• Cacahuetes y crema de cacahuetes.
• Pomelo (especialmente en la mañana).
Existe otro grupo de alimentos que se ha clasificado como beneficioso
o neutro para algunos y perjudicial para otros. No debemos olvidar que en la
EII se encuentran afectadas diferentes áreas del intestino, en mayor o menor
grado, y que esto varía en cada persona, lo que modificará su capacidad de
digerir los distintos nutrientes.
Índice
En este grupo nos encontramos fundamentalmente alimentos ricos en
fibra, grasas o con carga alergénica y, en ocasiones, su tolerancia depende
de la cantidad consumida. Se debe valorar individualmente su conveniencia,
teniendo en cuenta que el que en alguna ocasión aislada nos hayan resultado
problemáticos, no significa que debamos eliminarlos, pues también pueden
sernos beneficiosos. Quizás ese día en concreto nuestro intestino estuviese
más sensible, y no fuese ese alimento el origen de su irritación.
Como explicamos anteriormente (apartado de grasas), los alimentos grasos pueden ser problemáticos, especialmente en Crohn en íleon terminal.
Entre ellos encontramos: el cordero, pescados grasos, quesos, salsas o cremas
grasas (en tartas, la mahonesa,…), nata (helados, pasteles…), mantequilla,
manteca (en polvorones, mantecados, turrón,…), churros, tocino, frutos secos
y cualquier alimento frito.
61
Finalmente, indicar que en las personas en las que predomina el estreñimiento (en torno a un 10% de los afectados de EII) la precaución deberá ser
con los alimentos que lo propician, como el arroz, los plátanos o el dulce de
membrillo, así como con los alimentos que favorecen los gases y de los que
ya hemos hablado: coliflor, legumbres… (ver apartado de fibras).
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
Los alimentos incluidos en esta lista son los siguientes: yogur, leche de
soja, leche de vaca, leche de cabra, hígado, avena, centeno, maíz (especialmente como palomitas), tomates, kiwis, naranjas, ciruelas, cerezas, uvas, manzanas, higos, melón, coco, puerros, legumbres, cebolla, el brócoli, la coliflor,
dulces, bebidas energéticas, las semillas de lino, las pipas de girasol, las pipas
de calabaza, el cacao y el jengibre (en especie o infusión). Insisto en que no
se trata de alimentos a excluir, sino de los que pueden ser perjudiciales para
algunos. Como vemos, supone un grupo bastante amplio y heterogéneo, por
lo que es imprescindible evaluarlo con cada paciente.
Índice
Alimentación durante los brotes
11
E
n estos momentos nuestro sistema digestivo está especialmente irritado,
por ello se recomienda, según la intensidad del brote, suprimir o moderar la
lactosa (lácteos), las grasas procesadas (en alimentos precocinados, bollería…)
y las fibras, especialmente la insoluble (ver apartado de fibras).
Índice
63
• Patatas y boniatos cocidos.
• Arroz hervido, en sémola, en forma de pasta pequeña (para sopas) y
en tortas.
• Zanahorias cocidas.
• Manzana o pera al horno, en compota o cocidas con canela.
• Plátanos maduros.
• Carnes blancas: pollo sin piel, pechuga de pavo…
• Conejo.
• Ternera, sus partes más tiernas o picada.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
Me gustaría destacar en esta sección los alimentos que suelen tolerarse
con más facilidad. Entre ellos puede que echéis en falta algunos nombrados
habitualmente en otras listas, es debido a que aquí he valorado, además
de los efectos digestivos, los posibles efectos que un alimento produce en
nuestro metabolismo, especialmente sobre el sistema inmune y su tendencia
a inflamar. Por todo ello, los más recomendables en esta fase son:
•
•
•
•
Pescado blanco: gallo, merluza,…
Huevo en tortilla francesa.
Caldo vegetal.
Infusiones.
La forma de preparación deberá ser mayoritariamente cocida o en papillote.
Cuando el brote sea leve o esté remitiendo, podemos incluir nuevos
alimentos como:
•
•
•
•
•
•
•
•
Purés de algunas verduras: calabaza, calabacín y puntas de espárragos.
Berenjena (sin piel ni semillas) y escalivada al horno.
Acelgas (sin tronco), apio y endivias cocidas.
Huevo revuelto o muy cocido.
Gambas cocidas.
Lomo de cerdo de calidad.
Jamón de calidad.
Valorar pescado azul.
64
alimentación durante los brotes
Introduciremos paulatinamente también nuevas formas de cocinado,
aumentando la cantidad de aceite de oliva virgen. Se recomiendan, además
de cocido y en papillote, a la plancha, al vapor, al horno, al grill, guisos y
estofados suaves. Continuaremos evitando los alimentos fritos y rebozados.
Índice
Alimentación saludable:
un día en remisión
12
S
Pasemos, por tanto, a la práctica:
Desayuno
Arándanos u otra fruta
Bebida de soja enriquecida en calcio
Optativo: añadirle cacao
Pan de arroz
Requesón de suero de leche
Media mañana
Plátano u otra fruta
Optativo: infusión y/o un puñado de frutos secos
Comida
Puré de calabaza
Bocartes al horno
Yogur natural o kéfir
Pan
Merienda
Pera u otra fruta
Optativo: infusión y/o un puñado de frutos secos
Cena
Sopa juliana
Optativo: añadirle arroz
Tortilla francesa con gambas
Pan
Bebida de soja enriquecida en calcio
Índice
65
Tened en cuenta que este ejemplo no se trata de una dieta individualizada, por lo que no se contemplan todas las variables que pueden repercutir
en la mejora del bienestar de una persona, ni la posibilidad de padecer intolerancias o alergias alimentarias. Las cantidades tampoco aparecen reflejadas
debido a que estas dependen de nuestra constitución, sexo, edad, actividad
diaria…
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
oy consciente de que en esta Guía hemos abordado multitud de cuestiones,
y que, para las personas que no están acostumbradas a manejar conceptos
de nutrición, puede ser difícil concretar todas estas ideas en un menú. Por
ello, he creído conveniente incluiros un ejemplo de un día de alimentación
equilibrada. En él se recogen, además, algunas de las recomendaciones que
nos permitirán cuidar de nuestro intestino.
66
alimentación saludable: un día en remisión
Obviamente, se trata tan solo de una breve referencia, recordad que
vuestros gustos y tolerabilidad son muy importantes, porque una buena comida
debe ser al mismo tiempo nuestro placer diario y nuestro mejor combustible.
Índice
Las dietas en enfermedad
inflamatoria intestinal
13
L
Como ya hemos visto a lo largo de esta Guía, en EII los requerimientos
nutricionales están incrementados. Las causas son diversas: malabsorción,
inflamación, combatir la oxidación que se produce, el elevado gasto energético que supone el sistema inmune, el intento del organismo de regenerar la
mucosa digestiva…
A todo esto debemos sumarle que la propia enfermedad puede favorecer que algunos pacientes disminuyan su ingesta: por inapetencia, porque
se decide probar dietas desequilibradas, porque las molestias que causa la
enfermedad o la medicación conduzcan a un rechazo de la comida... Con todo
esto no es extraño que, a veces, nos encontremos con personas que sufren
infrapeso y carencias nutricionales.
Estos déficits pueden aumentar, a su vez, algunos síntomas asociados a la
EII, como el cansancio, y dificultarán el restablecimiento de la mucosa intestinal,
manifestándose habitualmente mediante pérdida de peso, piel desvitalizada,
uñas y cabellos quebradizos… Por otro lado, favorecerán la aparición de nuevas patologías que empeorarán el cuadro (la anemia, la osteoporosis, etc.).
Por tanto, el objetivo de la dieta en EII debe ser doble: mejorar la calidad
de vida del paciente y garantizar una ingesta suficiente y adecuada que cubra
las necesidades del organismo. Para lograrlo, en algunos casos, se precisa de
un asesoramiento profesional.
Índice
67
Estas investigaciones son complejas, pensemos que la EII engloba dos
enfermedades diferentes, Crohn y colitis ulcerosa, que a menudo se estudian
conjuntamente. Además, sus afectados pueden tener dañadas distintas zonas
de la mucosa intestinal y en diferente grado, lo que hará variar su sintomatología
y sus necesidades. Todo esto debe valorarse de manera adecuada, aumentando
la dificultad para realizar investigaciones amplias y rigurosas. No siempre ha
sido así, por lo que en ocasiones se han obtenido resultados poco fiables.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
as investigaciones en EII nos demuestran que, cuando uno de los afectados
se pone en manos de un profesional de la alimentación, puede mejorar su
calidad de vida. Si bien es cierto que es importante la personalización de la
dieta, también lo es que se han llevado a cabo algunos estudios sobre cómo
mejorar el día a día de los pacientes a través de pautas alimentarias.
Hasta el momento, se han hecho estudios con diferentes tipos de dietas,
aunque para lograr resultados concluyentes se precisa aumentar el número
de personas implicadas. Conviene aclarar, también, que en ocasiones esos
resultados difieren entre los afectados de Crohn y de colitis ulcerosa.
Os indico, a continuación, cuáles han sido las dietas que han mostrado
resultados positivos y estadísticamente significativos. Todas ellas han sido
mencionadas en esta Guía, por tanto nos servirá como recordatorio:
68
las dietas en enfermedad inflamatoria intestinal
• Dieta libre de gluten (apartado: Trigo y gluten, en proteínas).
• Dieta sin lactosa (apartados: Glúcidos simples y Leche y caseína, en
proteínas).
• Dieta semi-vegetariana (apartado: Fibra).
• Dieta alta en fibra soluble (apartado: Fibra).
• Dieta baja en FODMAP (siglas en inglés de oligosacáridos, disacáridos,
monosacáridos y polioles fermentables. Apartado: Glúcidos simples).
Índice
Otros consejos sobre alimentación
14
F
inalmente, me parece conveniente introducir algunos consejos que se
escapan de lo estrictamente nutricional, pero que resultan relevantes a la
hora de abordar la alimentación en los pacientes de EII.
Existen suplementos de herbolario o parafarmacia que ayudan a mejorar
el apetito, entre otros los complejos de vitaminas B o determinados jarabes a
base de plantas. Eso sí, deberéis siempre explicar cuál es vuestra situación de
salud para que os recomienden el más adecuado y evitar así posibles efectos
adversos, pues algunos preparados naturales pueden interaccionar con la
medicación o producir efectos secundarios.
Otros consejos que pueden resultaros de utilidad serían:
• Probad nuevos alimentos, sabores y formas de cocinado, tratando
de buscar las que os resulten más digestivas y os permitan al mismo
tiempo disfrutar de la comida: al vapor, guisos, a la plancha, con
microondas…
• Añadid especias digestivas, tanto en ensaladas como en cocidos, guisos, con carnes o con verduras. Destacan el comino, el eneldo y el
hinojo, aunque existen otras, como la cúrcuma, el romero o el jengibre
Índice
69
En ocasiones, los periodos de inapetencia se prolongan, esto debe
ponernos sobre aviso para esforzarnos en alimentarnos adecuadamente y no
dejarlo pasar como si nada. Tampoco debemos asustarnos, pero sí investigar
sus causas: un fármaco que nos produce dolor estomacal, complicaciones
de la EII, estrés… para así tratar de solucionar el problema desde su origen,
aunque no siempre sea posible. En esos casos deberemos esforzarnos en
comer correctamente a pesar de las molestias, cuidando y adaptando nuestra
alimentación.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
Por una parte, y como insistimos en otras secciones, es fundamental que
la ingesta de alimentos sea suficientemente abundante como para cubrir
nuestras necesidades metabólicas y de actividad diaria, evitando así la pérdida
de peso y la desnutrición. Entiendo que esto puede ser difícil para las personas inapetentes o en los periodos en los que las comidas nos resulten más
indigestas, pero es probablemente el consejo más importante que podemos
daros, pues la desnutrición es uno de los problemas más graves que puede
acarrearnos la EII.
•
•
•
•
70
otros consejos sobre alimentación
•
(este último debemos valorar individualmente nuestra tolerancia), que
también pueden resultarnos útiles.
Incluid infusiones digestivas y/o antiinflamatorias en vuestra rutina diaria:
manzanilla, regaliz, melisa, anís, fenogreco, malva… que además pueden
emplearse frías, calientes, solas, con limón, combinadas entre sí…
No descuidéis vuestra ingesta de líquidos, que se hará preferiblemente
de manera mayoritaria fuera de las comidas principales, ya que un
exceso de líquidos dificulta la digestión.
Limitad el consumo de alimentos a temperaturas extremas, muy fríos
o muy calientes, ya que pueden irritar la mucosa digestiva.
Repartid la ingesta en cinco tomas, incluyendo la media mañana y
la merienda, lo que ayudará a que las digestiones resulten menos
pesadas.
Mantened horarios regulares de comida, no todos los empleos lo
permiten, pero debemos saber que esto también mejora la digestión.
• Comed de manera pausada y relajada, sentados, masticando y ensalivando muy bien los alimentos, todo ello facilita la asimilación de los
nutrientes.
• Dentro de la tolerancia individual que mostréis, procurad una dieta
variada y basada en alimentos naturales ya que, como hemos indicado
anteriormente, poseen una elevada densidad de micronutrientes.
Índice
• Tras las comidas principales es recomendable reposar, y un tiempo
después, podemos realizar suaves estiramientos y pasear.
• Puedes darte caprichos, no lo hagas diariamente, pero de forma
esporádica te permitirán relajarte y disfrutarlos mucho más que si los
consumieses con frecuencia. Aprovecha preferiblemente los eventos
familiares para compartir esos pequeños placeres.
• No os obsesionéis con la comida, el nerviosismo que puede producir qué comidas escoger puede resultar muy perjudicial. Por eso,
si deseáis iniciar cualquier tipo de dieta, lo más adecuado es que
consultéis con un profesional, para que este valore adecuadamente
vuestras necesidades energéticas y de nutrientes.
71
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
Son pequeñas cosas, pero todas os ayudarán a mejorar vuestras digestiones y a tener una relación con la alimentación más agradable y saludable.
Índice
Estrés, alimentación, enfermedad
inflamatoria intestinal y despedida
15
A
73
Cuando estamos estresados, nuestro sistema nervioso se encuentra alerta,
la producción hormonal varía, y esto trae como consecuencia múltiples efectos que podemos notar fácilmente y que a menudo no se relacionan con el
estrés: nerviosismo, despistes, tensión muscular, cefaleas, insomnio, cansancio,
irritabilidad, eccemas, cabello quebradizo, alteraciones del ritmo cardiaco,…
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
pesar de no ser un tema estrictamente relacionado con la alimentación,
sí me ha parecido adecuado incluirlo, pues el estrés influye en casi todos
los aspectos de nuestra vida. Podemos definir el estrés como una tensión que
“pone en guardia” nuestro organismo. En un mundo en que las prisas y las
responsabilidades a menudo son elevadas, es fácil que el estrés pase de ser
una situación pasajera y fisiológicamente normal, a un estado casi permanente que altera nuestro metabolismo. En la EII es frecuente que el propio
desarrollo de la enfermedad, y los cambios que esta puede suponer en el día
a día aumenten el estrés.
Índice
Las manifestaciones a nivel digestivo son también abundantes: acidez,
cambios en nuestro apetito, sensación de saciedad alterada, digestiones más
lentas o peristaltismo intestinal acelerado, náuseas… Estos son solo algunos
de los síntomas asociados al estrés, de hecho todos sabemos que es una de
las causas que puede desencadenar un brote de EII.
74
estrés, amimentación, enfermedad inflamatoria intestinal y despedida
Cuando estamos estresados, tendemos además a comer peor, más rápido,
masticando poco, con horarios inadecuados,… y todo esto perjudica también
a nuestras digestiones. No elegimos bien los alimentos, pues solemos tender
a buscar aquellos que nos aportan placer rápidamente, usualmente los que
poseen un elevado contenido en azúcares y, como sabemos ya, las subidas
rápidas de glucosa producen una elevación de insulina que favorece la formación de sustancias proinflamatorias.
Fisiológicamente, el mismo hecho de padecer estrés hace que en muchas
personas suba la glucemia (el nivel de azúcar en sangre). Nuestro cuerpo la
libera en previsión de que nuestros músculos tengan que usarla para “salir
corriendo o luchar” evitando o enfrentándonos así al problema, tal como lo
harían el resto de animales para enfrentarse a un conflicto en la naturaleza.
El estrés consume además mucha energía y agota muchos de nuestros
nutrientes, como las vitaminas B y el magnesio. Cuando nos sentimos estresados es importante cuidar especialmente nuestra alimentación, garantizando
la ingesta de todos los micronutrientes que nuestro cuerpo demanda, y que
encontraremos si comemos de manera natural y variada.
Existen otros cambios fisiológicos que pueden afectar a largo plazo al
transcurso de la enfermedad. El estrés altera nuestra inmunidad y, como dijimos, puede desencadenar brotes, pero además disminuye la capacidad de
regeneración del organismo. Una persona estresada cicatriza de forma bastante
más lenta los tejidos que una que no lo está, y esto también repercute en el
estado de la mucosa de los afectados de EII.
Por todo ello, es conveniente que sepamos gestionar el estrés y lo evitemos si somos conscientes de que nos encontramos entre sus “víctimas”
habituales. Para ello deberemos tener en cuenta que hay que combatir tanto
sus causas, como tratar de paliar sus efectos con medidas prácticas. Es por
eso que os incluyo aquí un listado que creo que todos deberíamos intentar
aplicar a nuestra vida:
• La vida no es una competición, no somos mejores personas ni más
válidas por hacer más cosas. Esto es difícil de ver en una sociedad
tan competitiva, pero es absolutamente cierto, lo que realmente nos
define es nuestra calidad humana.
Índice
• El hacer más cosas no nos propiciará el afecto de las personas que
realmente nos quieren, no tenemos que demostrar nada. No te exijas
tanto.
• Es imprescindible ser conscientes de nuestras limitaciones, no todos
podemos hacer lo mismo ni del mismo modo, ni en igual tiempo, todos
tenemos áreas en las que destacamos y otras que nos son difíciles de
gestionar. Debemos apreciar como se merecen las primeras.
• Asumir que mucho de lo que tenemos planeado para hoy se retrasará,
tendemos a no tener en cuenta muchísimas cosas inesperadas que
nos retrasan en el día a día, además de creer que casi todo lo haremos
rápidamente. Las cosas bien hechas precisan su tiempo.
• Algunas de las cosas que tenemos planeadas no se cumplirán nunca,
a veces cuesta asumirlo, pero la vida es así, hay cambios y lo que
nosotros imaginamos no sucederá de esa manera o simplemente no
sucederá.
• Aprender a valorar lo realmente importante y que ya tienes. Personas
que te quieren, un nivel económico que te permite vivir con dignidad, hoy tu salud te ha permitido levantarte… ¿Somos conscientes
de cuántas personas no tienen esto? A veces solo tenemos una parte,
valorémoslo, centrémonos en ello.
Sé que todo esto es difícil de poner en práctica, y el cambio de mentalidad
suele ser paulatino. En ocasiones, concurren además ciertas circunstancias
que nos hacen difícil evitar el estrés, pero muchas veces somos nosotros los
que nos empujamos a una vorágine de actividades y auotexigencias, y eso sí
se puede evitar.
Desde luego hay que trabajar en ello con constancia, pero solo el hecho
de leer este listado con frecuencia os puede ayudar como punto de partida.
Veamos, además, algunas recomendaciones más prácticas:
Índice
75
• Aprender a perdonarnos. Todos cometemos errores, pero de todo
se aprende. Muchas personas deben aprender a ser más indulgentes
consigo mismas, comprenderse y perdonarse. Si no, nos haremos más
daño, lo que empeorará la situación, incrementando nuestro sufrimiento y el de los que nos rodean.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
• Valorar nuestro esfuerzo y nuestro trabajo. Muchas veces no somos
objetivos con nuestra labor, nos centramos en nuestros errores y en
lo que nos falta, presionándonos en exceso. Es mejor poner el foco
en lo que hemos logrado, que es lo que nos motivará de manera
constructiva para continuar.
76
estrés, amimentación, enfermedad inflamatoria intestinal y despedida
• Trata de planear menos y de disfrutar el presente. Para ello, si sientes
que tu día está lleno de obligaciones, establece un listado objetivo
con tus prioridades. Algunos psicólogos y coachs recomiendan calcular
que solo podremos abordar la mitad de lo planeado, aseguran que es
lo más realista; por lo tanto, debemos saber establecer lo realmente
importante.
• Respeta tu tiempo de descanso: duerme las horas suficientes, es muy
importante tanto para tu mente como para tu cuerpo, y si tienes la
oportunidad, duerme una pequeña siesta o al menos relájate después
de la comida. Puede que te resulte difícil parar y desconectar, pero
debes proponértelo y ser constante, porque realmente hay muy pocas
cosas que no puedan esperar, y el descanso es una de ellas.
• Busca hobbies y actividades que requieran tu atención plena, algunos
de los más indicados son:
– Yoga: existen distintos tipos de yoga, más o menos físicos, elige la
modalidad que mejor se adapte a ti.
– Ejercicio moderado: de cualquier tipo, te ayudará a producir sustancias (endorfinas, serotonina…) que alivian el estrés y la ansiedad.
Esto no quiere decir que te agotes en el gimnasio, incluso caminar
rápido durante más de 30 minutos puede valer, según tu estado
físico inicial.
Índice
– Lectura: una lectura interesante te imbuirá en un mundo muy distinto a este y disipa las preocupaciones, averigua cuál es tu temática
favorita.
– Meditación: no es tan rara ni difícil como algunos piensan, requiere
práctica, pero es muy efectiva y cada vez la enseñan en más lugares.
• Busca actividades cotidianas que te evadan: series de humor, música,
dedicar un tiempo al cuidado personal, juegos sencillos que nos entretengan…
Hay que ser valiente para quitar el pie del acelerador en contra de exigencias propias y ajenas, pero ¿nos aporta este ritmo de vida verdadera felicidad?,
¿contribuye a nuestra salud? Una vez que obtengas tus propias conclusiones,
tan solo me queda desearte mucho ánimo para el cambio, cuidarse es fundamental, y haciéndolo, más pronto que tarde aparecerán los resultados.
Para finalizar, tan solo deciros que deseo de veras que lo expuesto en
esta Guía pueda serviros, al menos, como una pequeña ayuda, y así colaborar
en mejorar la calidad de vuestro día a día y en disfrutar más de la comida.
Ése es su auténtico objetivo y sin él este trabajo no tendría ningún sentido.
Deseo, además, que la forma de contároslo no os haya resultado muy pesada,
sé que han sido muchas cosas, pero todas me parecían importantes y no quería
dejarme nada relevante en el tintero.
Para mí ha sido un auténtico placer escribir esta Guía, por lo que no me
queda nada más que daros las gracias, a ACCU por ofrecerme esta colaboración y, muy especialmente a todos vosotros, que habéis dedicado vuestro
tiempo a leerla o, al menos, a ojearla. Recordad que ante cualquier duda, en
ACCU podéis encontrar a un montón de personas preparadas y dispuestas a
solucionarlas, así que, por favor, no os quedéis con ninguna.
Índice
77
Son muchas las medidas que puedes adoptar, pero hay que proponérselo con seriedad, siendo conscientes de que en algunos casos nos jugamos
nuestra salud. Muchas personas “tiran y tiran” sin darse cuenta de hasta qué
punto están tensando la cuerda de su bienestar y de las repercusiones psíquicas y físicas que esto conlleva.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
• No dejes de lado actividades que, a pesar de que no puedas realizar
en el día a día, te ayudarán a combatir el estrés y a enriquecer tu vida:
disfruta con los amigos o familia, sal a bailar, ve al cine, pasea por la
naturaleza, acércate a la playa, descubre con calma un nuevo lugar,…
En definitiva, busca de manera activa aquello que te relaje o divierta,
puede que ya hayas olvidado como hacerlo pero descubrirás que
siempre se está a tiempo.
Preguntas más solicitadas y necesarias
de aclarar a quienes padecen una EII
16
EN GENERAL
¿En qué medida es importante modificar la forma de alimentarnos (dieta),
cuando tengo una EII?
Es fundamental tener presente que la dieta debe compensar las posibles
carencias nutricionales que pueden asociarse a la EII.
¿Por qué en algunos brotes TODOS los alimentos sientan mal y hacen
acudir rápidamente al baño o provocan vómitos?
Durante un brote, dependiendo de la extensión del tejido dañado, la
situación de inflamación y deterioro de la mucosa intestinal hace que el organismo recurra a mecanismos de defensa, como el vómito y la diarrea, que eviten
que el contacto del alimento con ese tejido lo dañe todavía más.
Además de la EII, podemos tener intolerancia a ciertos alimentos que aún
reducen más nuestras posibilidades a la hora de alimentarnos. ¿Puede
esto perjudicar la EII?, ¿cómo reconocer una intolerancia?
Las intolerancias alimentarias se dan en una proporción similar, tanto en
pacientes afectados de EII como en individuos sanos.
Debido a que los pacientes con EII pueden presentar, a veces, pérdidas
de micronutrientes, la presencia de una intolerancia puede incrementar este
déficit.
Índice
79
Durante los procesos de remisión, se recomienda una introducción gradual de los alimentos, siempre teniendo presente que todo proceso inflamatorio en el tubo digestivo precisa de un tiempo para su total recuperación.
Comidas copiosas y abundantes sobrecargan e impiden la recuperación.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
Es importante diferenciar los períodos de estabilidad de aquellos de
remisión tras un brote agudo. En el primero de los casos, las necesidades
nutricionales son similares a los de un individuo sano, si bien hay estudios
que sugieren incrementar el uso de alimentos ricos en ácidos grasos omega
3, contenidos en los productos derivados del mar (pescados, algas, mariscos),
que reducen los procesos inflamatorios.
¿Qué alimentos debo evitar comer ya que podrían provocar inflamación o
incluso brote?
Ante todo, y como ya sabéis, debemos tener en cuenta que existe una
variabilidad personal importante, además no todos los días nuestro intestino
se encuentra igual de sensible, por lo que existen momentos en los que podemos permitirnos algunos “excesos” y otros, como durante la salida del brote,
en los que debemos ser más cuidadosos.
Sí podemos apuntar que existen alimentos irritantes, como el café, el
alcohol o los picantes, con los que debemos ser muy precavidos, y otros
que favorecen estados de proinflamación a medio y largo plazo, como las
grasas saturadas o los azúcares, que también se deberán consumir con
moderación.
¿Sirven algunos alimentos para ayudar a reducir la inflamación?, ¿qué
alimentos resultan mejor para un intestino con una EII?
Sí sirven. Nuevamente, el momento en que nos encontramos debe establecer las prioridades en cuanto a cómo alimentarnos. Durante los brotes
necesitamos reducir la irritación del intestino para evitar que continúe inflamándose y, por ello, alimentos como el arroz o las patatas cocidas pueden
ser muy beneficiosos.
En periodos de estabilidad debemos prestar especial atención a los
alimentos que contienen nutrientes precursores de sustancias antiinflamatorias, entre los que destaca el pescado azul por su omega 3, que deberá ser
cocinado de la manera que nos resulte más digestiva: a la plancha, al vapor,
al horno…
80
Preguntas más solicitadas y necesarias de aclarar a quienes padecen una EII
A veces no es fácil reconocer la presencia de una intolerancia, ya que la
aparición de ciertos síntomas no siempre tiene una relación inmediata con la
comida ingerida. Inicialmente, la recurrencia de síntomas tras la ingesta de un
alimento concreto la sugiere. Para poder confirmar esta posibilidad existen
diversos tests clínicos, que son utilizados de manera habitual, algunos más
comunes, como los de intolerancia a la lactosa, y otros más complejos, que
miden lo que se conoce como hipersensibilidad alimentaria, que es una respuesta mediada por anticuerpos IgG frente a proteínas y de aparición diferida
en el tiempo, que se diferencia de las reacciones alérgicas mediadas por IgE,
de inicio más inmediato.
Índice
Muy comunes en estas dolencias son la hinchazón de abdomen y una
gran cantidad de gases... algo incómodo y a veces muy doloroso por
no poder expulsarlos. Esto sucede en ocasiones incluso excluyendo
verduras, legumbres o fibra. ¿Qué recomendaciones podemos seguir para
mejorarlo?
En algunas personas el uso de tisanas naturales, como el hinojo o la alcaravea, puede ser suficiente, siempre y cuando se empleen en la dosis y con
la frecuencia necesaria; por ejemplo, las pequeñas bolsitas de infusión que
podemos observar en las cafeterías o supermercados, a menudo contienen
cantidades muy escasas de planta, por lo que resultarían insuficientes. En
otros casos puede hacerse necesario el uso de una terapia con suplementos
probióticos que ayuden a reequilibrar nuestra flora digestiva. No todos los
probióticos son iguales, por lo que deberemos asesorarnos convenientemente
respecto a las aplicaciones de cada cual.
Finalmente, en estos periodos de malestar digestivo debe primar el sentido común y, por mucho que nos apetezcan ciertos platos, especialmente en
los que predominen las legumbres y las coles, deberemos limitarlos. Posteriormente los incorporaremos de manera paulatina, cocinándolos convenientemente y recurriendo a algunos “trucos”, como puede ser la adición del alga
Kombu a nuestros platos.
Teniendo en cuenta la dieta, ¿se puede prevenir la osteoporosis o mejorar
cuando ya existe?
81
Sí, en la osteoporosis la alimentación es un factor determinante. No solo
debemos consumir la cantidad suficiente de calcio y vitamina D (en lácteos,
bebidas vegetales enriquecidas, en el pescado azul…), que nos ayudarán a
fortalecer nuestros huesos, sino que existen otros factores dietéticos y de
estilo de vida que pueden influir de un modo decisivo en su desarrollo. Por
ejemplo, una alimentación del tipo alcalinizante, rica en vegetales, favorecerá
un balance mineral adecuado para el mantenimiento del sistema óseo. La
actividad física diaria es otro de esos factores que debemos tener muy presentes en estos casos.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
Debemos entender que en un intestino inflamado la flora intestinal (las
bacterias que habitan nuestro intestino y que colaboran con nuestra digestión)
tiende a desequilibrarse, esto favorece la hinchazón y otros síntomas derivados
que son muy desagradables y a menudo dolorosos.
Índice
FORMAS DE COMER
¿Afecta a mi EII comer rápido o no masticar adecuadamente?
82
Preguntas más solicitadas y necesarias de aclarar a quienes padecen una EII
Efectivamente, pero no solo en la sintomatología de la EII, sino en la
digestión de cualquier otra persona. Cuando ingerimos el alimento de manera
apresurada, apenas es ensalivado ni se tritura convenientemente. Debemos
tener en cuenta que en nuestra saliva se encuentran presentes enzimas como
las amilasas, que tienen por función comenzar la digestión de algunos nutrientes, y si la comida pasa rápidamente, no se dará esta “predigestión”.
Los molares, por su parte, deben trocear suficientemente el alimento
para que sea ensalivado y, posteriormente, procesado por distintos jugos
digestivos; cuanto mejor triturado se encuentre, mejor actuarán esos jugos
digestivos, facilitando después su absorción intestinal. Por todo ello, el comer
precipitadamente afecta considerablemente al resto del proceso de digestión,
favoreciendo la aparición de gases, hinchazón y otros síntomas asociados a la
indigestión, que empeorarán la clínica de la EII.
¿Afecta a la permeabilidad de mi intestino la forma en que como?
Los estudios parecen indicar que así es, si bien existen otros factores que
pueden resultar aún más determinantes. Entre ellos destaca el uso continuado de
algunas medicaciones, por ejemplo de AINEs (antinflamatorios no esteroideos,
como el ibuprofeno, el diclofenaco…), o diversas patologías, principalmente
de tipo digestivo e inmune, como sucedería con una celiaquía mal controlada.
En cuanto a los alimentos, actualmente se apunta a un exceso de gliadina (una parte del gluten), a ciertos aditivos o al alcohol como algunos de
los principales favorecedores de la permeabilidad intestinal. Debemos ser
conscientes de que en esta alteración (como en tantas otras) lo habitual es la
confluencia de distintos agentes predisponentes. En cuanto al estilo de vida,
se sospecha que el estrés mantenido es otro de sus desencadenantes.
¿Por qué unos días un mismo alimento me sienta mal y otros días no?
¿Qué ocurre a nivel funcional para que esto suceda?
El tubo digestivo no se mantiene igual durante las veinticuatro horas del
día. Diversos factores, tanto emocionales, como metabólicos o alimentarios,
modifican su funcionamiento. Todo ello hace que su situación fisiológica no
sea la misma y que, en función de su estado más o menos óptimo, su respuesta
a la ingesta de alimentos no sea siempre la misma.
Índice
¿Se debe comer en varias tomas y pequeñas cantidades cuando tengo el
intestino inflamado?
La ingesta de grandes cantidades de alimentos es sinónimo de un mayor
esfuerzo digestivo, y toda sobrecarga sobre un tejido dañado implica, necesariamente, un incremento de la inflamación ya existente y de la sintomatología
que lleva asociada.
LA ALIMENTACIóN EN DIFERENTES TIPOS DE EII
Los zumos de naranja sientan bien a algunos y a otros no, ¿a qué se debe?
La sensibilidad individual y el estado de nuestra mucosa intestinal determinarán que nos afecte en mayor o menor medida. Además, debemos pensar
que durante la mañana el intestino se “mueve más”, por ello el zumo de
naranja puede producir diarrea si se toma en el desayuno y no hacerlo si se
toma, por ejemplo, hacia la hora de la merienda.
¿Existen alimentos naturales que puedan proporcionar hierro suficiente y
podamos introducir en una EII?
Sí los hay. Debemos saber que el hierro con origen en fuentes animales es
más asimilable que el vegetal, y destacan algunos alimentos como el hígado,
la carne de cordero y la de ternera. Abunda además en los berberechos, los
mejillones, la sardina…
Dentro de los vegetales, nos encontramos con frecuencia con que en
ellos se encuentran otras sustancias que dificultan su absorción. Sin embargo,
existen algunas fuentes interesantes, como el germen de trigo o las semillas de
girasol, que pueden tomarse trituradas, consiguiendo así un puré untable que
Índice
83
Para comprenderlo, debemos valorar que su efecto a nivel de nuestro
tubo digestivo se da a varios niveles. Por una parte, su ácido cítrico puede
resultar irritante en una mucosa digestiva delicada (estomacal o intestinal) y,
por otra, favorece la liberación de bilis de nuestra vesícula biliar, que tiende
a irritar al intestino aumentando su motilidad (peristaltismo) y pudiendo desencadenar retortijones o incluso diarrea.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
El zumo de naranja se trata de un alimento muy recomendado habitualmente por ser una forma sencilla y deliciosa de proveernos de una buena
dosis de vitamina C. Como inconveniente, nos encontramos que no a todo el
mundo le sienta bien, pudiendo desencadenar episodios de acidez o diarrea.
suele resultar muy agradable y con el que aumentaremos de manera sencilla
su ingesta. Finalmente, el zumo de remolacha y zanahoria consumido a diario
puede ayudarnos también a mejorar nuestro nivel de hierro en sangre, pues
posee distintos nutrientes que optimizan su absorción.
¿Por qué los lácteos no deben incluirse junto a la ingesta de hierro?
Debemos conocer que existen otras bebidas que, debido a distintos
componentes, también disminuyen muy significativamente la absorción del
hierro, como son el café, la bebida de soja, el té o el vino tinto, entre otras.
Estas bebidas también deberían separarse de la ingesta de hierro en caso de
que sepamos o sospechemos de su déficit, algo que resulta más frecuente
en las personas con EII.
¿Qué tipo de fibra podría incluir sin perjudicarme si tengo enfermedad de
Crohn con estenosis?
Es aconsejable hacer una dieta pobre en residuos, esto implica eliminar
de la dieta la denominada fibra insoluble (lignina, celulosa), contenida en alimentos como el salvado de cereales, a veces contenido en algunos alimentos
integrales, y algunos vegetales como los espárragos y alcachofas.
A diferencia de la fibra insoluble, la fibra soluble (pectinas, goma guar,
mucílagos) contenida en frutas y legumbres, produce menos residuo, y es
fermentada por la flora colónica. La fermentación, además de producir gas,
no siempre bien tolerado, da lugar a unas sustancias muy beneficiosas como
son los ácidos grasos de cadena corta, fundamentales para el correcto funcionamiento del colonocito.
¿Las legumbres pasadas por el chino pueden incluirse en la enfermedad
de Crohn con afectación del íleon?
Como se ha comentado con anterioridad, cuanto menor es el residuo de
un alimento, más fácilmente se tolera en determinadas situaciones. Cuando
pasamos las lentejas por un colador tipo chino, lo que hacemos es conseguir
un preparado que contiene partículas muy pequeñas y mucho mejor toleradas.
84
Preguntas más solicitadas y necesarias de aclarar a quienes padecen una EII
Debido a que los lácteos disminuyen la absorción de hierro en el intestino por su elevada presencia de calcio, llegando a mermar su asimilación
hasta en un 80%. Para evitar esto, se deberían consumir con unas dos horas
de diferencia.
Índice
El limón sería recomendable a todos los que tienen EII. En ese caso, ¿qué
proporción o cantidad sería la adecuada tomar al día?
El limón es uno de los mejores astringentes y ofrece una serie de ventajas, como complemento en la dieta. Posee una gran cantidad de vitamina C,
que facilita la absorción del hierro, y flavonoides, que actúan como elementos
fundamentales en la reparación de tejidos, así como propiedades antisépticas
y antioxidantes.
Lo ideal es beberlo a través de una pajita de las usadas para refrescos,
recordando que cuanto mayor es el tiempo de permanencia de este en la
cavidad bucal, mayor es el efecto erosivo sobre el esmalte dental. Igualmente,
es importante recordar que el ácido ascórbico tan beneficioso para unas cosas,
reduce significativamente la producción de amilasa salival, con lo cual también
comprometemos una parte importante de la digestión de los almidones, que
se realiza en la boca.
Siendo un alimento ácido, puede comportarse como alcalinizante en
función de la reserva alcalina del organismo.
¿Por qué motivos no se absorbe el hierro en una colitis ulcerosa o en la
enfermedad de Crohn?
Alrededor del 66% de pacientes con colitis ulcerosa y un 30% de pacientes
con enfermedad de Crohn presentan deficiencia de hierro.
El hierro se absorbe en el intestino delgado (duodeno y yeyuno), limitándose por la presencia de calcio y fibra y potenciado por la vitamina C. Cuando
esta parte del tubo digestivo está afectada, compromete la absorción de los
nutrientes que se realiza en esa localización.
Los mediadores de la inflamación intestinal, tales como factor de necrosis
tumoral alfa (FNT-a) o el interferón gama (INF-g), también pueden afectar a la
eritropoyesis y al metabolismo del hierro, reflejando la presencia de anemia
por enfermedad crónica.
85
La administración de hierro vía oral puede generar radicales libres que
incrementan la inflamación intestinal, perpetuando el cuadro de malabsorción.
GUÍA DE ALIMENTACIÓN EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
El consumo del zumo de medio limón diluido en agua es uno de los
remedios más populares, que presenta todas las ventajas anteriormente descritas, pero es importante tener presente que si su consumo va a ser regular
debe ir acompañado de ciertas medidas preventivas.
Índice
¿Qué minerales y vitaminas debo aportar cuando estoy operado sin colon
o sin íleon terminal?
La resección del colon condiciona la reabsorción de agua y electrolitos,
fundamentalmente el aporte de vitaminas y minerales, está condicionado a
la presencia del íleon terminal, lugar de absorción de la vitamina B12, lo que
hace necesaria su administración vía intramuscular, de por vida, ya que vía
oral no sería posible.
Dependiendo del tamaño de partícula de la arcilla, las arcillas de uso
interno poseen propiedades astringentes por su capacidad para retener agua.
Normalmente se utiliza arcilla blanca, añadiendo una cucharada pequeña en
un vaso de agua en ayunas, durante períodos cortos de tiempo de cinco a
diez días.
Es importante precisar que no debe ser administrada ante sospecha de
obstrucción intestinal, estreñimiento o situaciones que puedan producirla (presencia de estenosis, por ejemplo), por lo que es importante que consultes con
tu médico o un profesional de la nutrición antes de uitlizarla.
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Preguntas más solicitadas y necesarias de aclarar a quienes padecen una EII
¿Qué propiedades tiene la arcilla para ayudar en una EII, en qué casos y
cómo puedo utilizarla?
Índice
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
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Índice
U
na de los principales preocupaciones de la sociedad actual es la relacionada con la alimentación como expresión de salud. Esta preocupación se acrecienta en aquellos pacientes con enfermedad inflamatoria
intestinal.
Este libro, escrito por Deva Monteserín, bióloga experta en nutrición,
responde a muchas de las inquietudes de nuestros pacientes. De lectura
amena, a la vez que experta y documentada, responde a la dudas y dilemas
con los que puede enfrentarse un paciente con enfermedad de Crohn o
con colitis ulcerosa con absoluta profesionalidad.
ES/EYV/0316/0047
Dra. Pilar Nos
Con la colaboración de