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¿ES POSIBLE SATISFACER LA CRECIENTE DEMANDA DE ALIMENTOS DE LA HUMANIDAD? F. H. ANDRADE A la memoria de mi padre, Hugo H. Andrade, un hombre de bien. n el trabajo previo (Andrade, 1998) se concluyó que existen grandes posibilidades de expandir la producción agrícola a través de incrementos en el área cultivada y, principalmente, en los rendimientos de los cultivos por unidad de superficie. Los rendimientos pueden aumentar por medio del uso de fertilizantes y biocidas, del riego y por mejoras en los potenciales genéticos de los cultivos y en la adaptación de los mismos al ambiente. Por otro lado, el mundo ha experimentado una gran explosión demográfica durante el presente siglo debida, principalmente, a la prolongación de la vida y a la disminución en la tasa de mortalidad infantil (Naciones Unidas, 1995a). No obstante, el crecimiento de la población parece comenzar a desacelerarse. Para tener una idea de las posibilidades de satisfacer los requerimientos nutricionales futuros de la humanidad, es necesario cotejar esta demanda con el potencial de la tierra para producir alimentos. El crecimiento actual de la población del mundo se da principalmente en países en vías de desarrollo (Naciones Unidas, 1995a) y no todas las regiones del planeta tienen igual potencial de expansión de la producción agrícola por diferencias en el nivel tecnológico actual o en reservas de tierra potencialmente cultivable (Luyten, 1995). Esto, sumado al hecho de que siempre han existido limitantes para la distribución de los recursos, hacen necesario analizar la situación por regiones de características relativamente homogéneas, con el fin de identificar estrategias que permitan lograr para cada área el objetivo de cubrir las respectivas futuras demandas de alimentos. Los aumentos de la población y de la producción ejercen una marcada presión sobre el ambiente. Los principales efectos negativos de la actividad agrícola en el ambiente son: la erosión del suelo por deforestación y laboreo excesivo, la contaminación con biocidas que afectan a los vertebrados e insectos benéficos, la pérdida de biodiversidad, la acumulación de nitratos en la napa y sus efectos negativos en la salud humana, las pérdidas de tierra agrícola por salinización en esquemas de riego no apropiados, etc. (Hossner y Dibb, 1995). En los países desarrollados predominan los problemas asociados con el uso de agroquímicos y en los países subdesarrollados los relacionados con la erosión y degradación del suelo. Es necesario satisfacer los crecientes requerimientos nutricionales del mundo cuidando a la vez el ambiente y los recursos de producción. Hay visiones pesimistas y optimistas al respecto. Algunos piensan que para satisfacer los requerimientos alimenticios de la pobla- ción en el siglo XXI, se va a poner mucha presión sobre el ambiente y este colapsará (Brown y Kane, 1994). Otros piensan que la tierra puede producir suficientes alimentos para la población del próximo siglo cuidando a la vez los recursos naturales y el ambiente (Solbrig, 1995; Dibb et al., 1993, Avery, 1997). El objetivo de éste trabajo es presentar un análisis a nivel de grandes regiones de la demanda futura de alimentos y del potencial de producción agrícola. La demanda futura se estima en base a las predicciones sobre crecimiento de la población y a los requerimientos energéticos por individuo. Por otro lado, la oferta potencial de alimentos se estima considerando secuencialmente el área cultivable, la aplicación de insumos no contaminantes, el uso de fertilizantes y biocidas, la utilización de agua de riego disponible y el aumento del potencial genético de producción. Se presenta también un detalle de la situación actual y futura de la producción de maíz proyectando tendencias actuales en rendimiento de alta producción y en eficiencia tecnológica. Luego se discuten los datos considerando la necesidad de preservar el ambiente y los recursos. Finalmente, se enumeran acciones necesarias para lograr una producción suficiente, sustentable, conservacionista y no contaminante comparándolas con aquellas resultantes de las actuales tendencias mundiales. PALABRAS CLAVE / Alimentos / Oferta Potencial / Demanda Futura / Fernando Héctor Andrade, Ingeniero Agrónomo de la Universidad de Buenos Aires, M.A. y Ph.D. en Fisiología y Producción de Cultivos de la Iowa State University. Profesor Titular de Ecofisiología de Cultivos en la Universidad Mar del Plata, Argentina. Su área de interés es la producción agrícola y es autor de “Ecofisiología del cultivo de maiz”, Editorial La Barrosa, Dekalbpress, INTA-FCAUNMP, 1996. Dirección: Calle 25 # 881, 7620 Balcarce, Buenos Aires, Argentina. 266 0378-1844/98/05/266-09 $ 3.00/0 SEP - OCT 1998, VOL. 23 Nº 5 La población del mundo La población del mundo se mantuvo muy baja y estable por cientos de miles de años. Con el advenimiento y consolidación de la agricultura, unos 10.000 años AC, aumentó la disponibilidad de alimentos y se produjo una primera ola de crecimiento que se acentuó con el comienzo de la civilización, las manufacturas, la metalurgia, y los gobiernos centralizados, a partir de 3.500 años AC (Rasmuson y Zetterstrom, 1992). La tasa de crecimiento de la población era bastante inferior a 0,1 millones de habitantes por año. En el año cero, la población del mundo rondaba los 200 millones de personas. Durante el primer milenio de nuestra era, el crecimiento se frenó marcadamente debido, principalmente, a enfermedades derivadas de aglomeraciones de gente en condiciones sanitarias muy precarias. El crecimiento se recuperó a partir del año 1000 DC y se aceleró marcadamente a ritmo exponencial con la revolución científica e industrial que se experimenta desde hace dos siglos (Rasmuson y Zetterstrom, 1992). En el año 1850 la población ya superaba holgadamente los mil millones, en 1930 los 2000 millones y en 1960 los 3.000 millones. Hoy ronda los 5800 millones y crece a un ritmo de unos 88 millones de habitantes por año (Figura 1A). La gran explosión demográfica del presente siglo (que ya había comenzado el siglo pasado) se debió principalmente a la prolongación de la vida y a la disminución en la tasa de mortalidad infantil. Según proyecciones de Naciones Unidas (1995a), la población se va a estabilizar en algo más de 10.000 millones en la segunda mitad del siglo XXI. Estos valores corresponden a la variante media de las estimaciones que es la que hasta hoy ha dado los mejores resultados (las estimaciones hechas en 1973 siguiendo esta metodología arrojaron errores inferiores al 1% para la población en los años 1985, 1990 y 1995). Sin embargo, cálculos recientes indican que la estabilización se va a producir antes y con un valor inferior de habitantes. El incremento anual de la población (derivada de la función del número de habitantes en función de los años) está estabilizado desde 1985 y se espera que comience a descender hacia el año 2010 (Figura 1A). Si el incremento anual es hoy constante, la tasa de crecimiento relativa al volumen de la población está descendiendo. En la década del 60 la población crecía a un ritmo anual de 2,1%; hoy ese ritmo de crecimiento descendió a 1,57% y se espera que para el año 2000 descienda aún más, a 1,4% (Figura 1B) (Naciones Unidas, 1995a). SEP - OCT 1998, VOL. 23 Nº 5 Datos recientes de las Naciones Unidas indican que la caída en la tasa de crecimiento es algo mayor a lo indicado. El crecimiento de la población está entonces desacelerándose. Entre 1960 y 1994, la tasa global de fecundidad se redujo de 5 a 3,1 hijos por mujer en el mundo y de alrededor de 6 a menos de 4 hijos por mujer en los países del tercer mundo (Naciones Unidas, 1995b). En algunas regiones de Africa la tasa es aún muy alta (hasta 6,5); y por el contrario, en ciertos países desarrollados ésta es alarmantemente baja, muy por debajo del nivel mínimo necesario para que se produzca el reemplazo generacional (Vedoya, 1995). Por lo tanto, el crecimiento actual de la población se da principalmente en los países subdesarrollados, que hoy aportan más del 75% de los habitantes del mundo, y se espera que aporten el 83 y 87% para el año 2025 y 2050, respectivamente (Naciones Unidas, 1995a). La tabla I presenta la población actual y la estimada para el año 2050, para distintas regiones del planeta. Necesidades de aumento de producción para el año 2050 Los aumentos proyectados de la población y la mala situación nutricional en algunas regiones determinan necesidades de incrementos de la producción agrícola para el año 2050. La Tabla II muestra en unidades de energía, la producción y consumo anuales actuales de alimentos agrícolas y la demanda de los mismos en el año 2050. La producción agrícola mundial anual es actualmente, en términos energéticos, de alrededor de 25.000 x 109 MJ (Tabla II). Si se incluyen los productos animales ésta alcanza los 30.000 x 109 MJ, pero parte de esos productos están basados en granos forrajeros. En Africa y Asia, los alimentos derivados de la producción animal (parte en base a pastos) aportan 190 y 1380 x 109 MJ, respectivamente. El consumo actual de alimentos es de 23.500 x109 MJ por año, de los cuales el 57% corresponde a Asia (Tabla II). Los excesos de producción en relación a los consumos de América, Oceanía y Europa se explican por la utilización de granos forrajeros para alimentación animal (proceso altamente ineficiente en términos energéticos), por saldos exportables, y/o por pérdidas durante el proceso de comercialización. Contrariamente, los excesos de consumo en relación a la producción de Africa y Asia son indicadores de importación de alimentos y de ayuda internacional. El importante desfase observado para Africa genera dudas sobre la estimación del consumo para este continente por parte de la FAO. La Tabla II también muestra cuanto habría que aumentar la producción agrícola en cada región para que en el 2050 se mantenga la producción energética por habitante actual (países con dietas ricas y/o saldos exportables) y para que se alcance, a través de la agricultura, la mínima energía requerida por habitante para una dieta apropiada (países de Africa y Asia). La demanda energética para el año 2050 (Tabla II) fue calculada como el producto entre la población en ese año y consumo anual per cápita actual. Si el consumo anual per cápita es menor que 3650 MJ, cantidad mínima para una dieta apropiada, se tomó este valor (Odum, 1971). Se aseguró también que el consumo proteico anual por habitante sea al menos de 25,5 kg (valor correspondiente a dieta vegetariana). Para satisfacer sus requerimientos energéticos futuros, Africa y Asia deberán aumentar su producción agrícola actual un 330 y 90%, respectivamente. Para América del Norte, Oceanía y Europa, la producción actual alcanza a cubrir las necesidades del 2050. En el Continente Americano en su conjunto y en Oceanía es necesario aumentar la producción alrededor de 60% para mantener la producción energética por habitante actual (dieta rica en productos animales en base a granos forrajeros y/o saldos exportables). Finalmente, en Europa no se requieren aumentos de producción debido a que su población disminuirá. Ponderando estos valores para el mundo entero, es necesario que la producción agrícola mundial se incremente un 80% en los próximos 50 años, y excluyendo a Europa del cálculo, este valor asciende a 100%. Si todas las regiones logran satisfacer sus requerimientos, los saldos exportables por regiones sobran. De todas formas, el volumen de las exportaciones de alimentos es muy bajo relativo al volumen total de producción (alrededor del 5%). Estos cálculos suponen que tanto Africa como Asia cubrirían sus requerimientos alimenticios con una dieta pobre en proteína animal. Pasar de una dieta vegetariana (9 g por día de proteína animal) a una moderadamente rica en productos animales (30 g por día de proteína animal) no modifica los requerimientos en energía pero requiere un 75% más de equivalentes grano (Luyten, 1995). Sin embargo, el impacto de esto sobre la demanda y producción agrícolas va a depender de en que medida la producción animal se base en granos forrajeros y en tierras aptas para la agricultura. Teniendo en cuenta mejoras 267 en la calidad de la dieta especialmente en países en vías de desarrollo, Avery (1997) recientemente estimó que es necesario triplicar la producción de alimentos en los próximos 45 años. Estos cálculos son sólo aproximaciones ya que no se consideraron las posibles reducciones en pérdidas de comercialización, distribución, almacenaje y transporte (que alcanzan entre 5 y 30% según producto y estimación), ni la distribución despareja de los recursos entre la población, ni los requerimientos de fibra, ni se sumó a la oferta actual de alimentos la producción animal en base a pasturas, etc. La oferta potencial de alimentos La Tabla III presenta para las distintas regiones del planeta a) la producción que se podría obtener actualmente sembrando trigo en toda la superficie cultivada de cada región y conduciendo el cultivo con el nivel tecnológico de producción actual de cada zona; b) la producción de trigo que se podría obtener sembrando toda la superficie potencialmente cultivable, bajo el supuesto de que se mantienen los actuales rendimientos por hectárea; c) la producción a obtener sembrando trigo en toda la superficie potencialmente cultivable y con un nivel tecnológico medio de secano, no contaminante, incluyendo el número máximo de cultivos posibles al año; d) igual que lo anterior pero con alto uso de fertilizantes y biocidas; e) igual que lo anterior pero agregando toda el agua de riego disponible por región y f) igual que el punto anterior pero considerando un 33% de aumento en los potenciales genéticos de rendimiento. Las estimaciones de los puntos c, d, y e están basadas en un modelo de simulación que utiliza como insumos la temperatura, la radiación, las disponibilidades de nitrógeno y agua, y determinados parámetros del cultivo de trigo (requerimientos térmicos, eficiencia de conversión de radiación en materia seca, índice de cosecha, eficiencia de uso de nitrógeno, eficiencia de uso de agua, etc.) (Luyten, 1995). Los insumos necesarios para cada área del planeta se obtuvieron de datos meteorológicos, edáficos, hidrológicos, etc. (Muller, 1982; EPA, 1991; WMO, 1989; FAO, 1978). El potencial mundial de producción de alimentos es de unas 50.000 millones de toneladas anuales de cereal, que equivalen a más de 400.000 x 109 MJ, valor que representa 10 veces la demanda de energía alimenticia total en el año 2050 (1 tn de cereal equivale a 8650 MJ). De la comparación de las Tablas II y III, surge que todos los conti- 268 TABLA I POBLACIÓN ACTUAL Y ESTIMADA (VARIANTE MEDIA) PARA EL AÑO 2050 PARA LAS DISTINTAS REGIONES DEL PLANETA (NACIONES UNIDAS, 1995A). EUROPA INCLUYE A LA EX URSS. Población actual x 106 Población año 2050 x 106 Am. sur N y C Am Africa Oceanía Asia Europa 320 455 728 29 3458 727 539 689 2141 46 5741 678 TOTAL 5717 9834 nentes están en condiciones potenciales de satisfacer los requerimientos energéticos del 2050 en base a la producción agrícola. América del sur y Africa se destacan por el enorme potencial agrícola que disponen, basado en la disponibilidad de tierras aptas para la agricultura y de agua para riego. Africa en conjunto necesita cuadriplicar su producción para cubrir las demandas de una dieta adecuada aunque pobre en productos animales en el 2050. No obstante, posee un potencial de producción muy superior a dicha futura demanda. Dispone de mucha tierra cultivable de reserva y de agua para riego. Además, dado su bajo nivel tecnológico actual, podría aumentar la producción en base a insumos, mecanización, capacitación del productor, mejoramiento genético, etc. (Tabla III). La aplicación de insumos y de mejores técnicas en tierras más aptas permitiría aliviar la presión sobre tierras más frágiles y evitar la deforestación, frenando así la degradación de suelos y la pérdida de biodiversidad. TABLA II PRODUCCIÓN ANUAL ACTUAL DE ENERGÍA DE ALIMENTOS AGRÍCOLAS; CONSUMO ANUAL ACTUAL EN ENERGÍA DE ALIMENTOS TOTALES, DEMANDA DE ENERGÍA ALIMENTICIA EN EL AÑO 2050, Y REQUERIMIENTOS DE AUMENTOS DE PRODUCCIÓN AGRÍCOLA DESDE HOY HASTA ESE AÑO. DATOS POR REGIONES. Producción Población Consumo Población Demanda Aumentos de año 2050 producción actual actual actual año 2050 MJ 109 año-1 x 106 MJ 109 año-1 x 106 MJ 109 año-1 % Am. Sur N y C Am Africa Oceanía Asia Europa y exURSS 1890 4310 1800 400 11880 5100 320 455 728 29 3458 727 1308 2340 2524 137 13594 3757 539 689 2141 46 5741 678 2203 3546 7815 218 22568 3504 68 51 334 59 90 -7 TOTAL 25380 5717 23660 9834 39854 1 2 3 4 5 6 1.Producción agrícola en términos energéticos calculada en base a datos de FAO (1995a) y conversiones energéticas de Luyten (1995). 2.Población actual (Naciones Unidas, 1995a). 3.Consumo energético actual (FAO, 1995a). Incluye productos animales, aunque en términos energéticos no hay diferencias entre dietas ricas y pobres en productos animales. 4.Población en el 2050 según estimación de Naciones Unidas correspondientes a la variante media. 5.Demanda de alimentos en términos energéticos para el año 2050. 6.Aumento porcentual de la producción agrícola necesario para el 2050. Para América, Europa, y Oceania se mantuvo la producción energética por habitante actual (dieta rica y/o saldos exportables) y para Africa y Asia se consideraron los requerimientos energéticos futuros en base a una dieta apropiada. Considerar que si todas las regiones logran satisfacer sus requerimientos, los saldos exportables sobran. SEP - OCT 1998, VOL. 23 Nº 5 Asia presenta una situación diferente pues su potencial de producción es solo 2,8 veces superior a la demanda del año 2050. La región necesita aumentar su producción un 90% para cubrir las necesidades de una dieta adecuada aunque pobre en productos animales en año 2050. Si bien esta cifra es muy inferior a la mencionada para el continente africano, Asia no tiene posibilidades de expansión del área cultivada y en general su nivel tecnológico de producción es ya alto (Tabla III). La implementación de tecnologías eficientes de baja carga de agroquímicos en secano no produciría aumentos significativos de producción. Los aumentos vendrían principalmente i) por la intensificación de la producción (riego, fertilizantes y agroquímicos en general) por lo que hay que extremar cuidados de contaminación y degradación ambiental, y/o ii) por mejores materiales genéticos, para lo cual hay que desarrollar cultivares más eficientes en el uso de los nutrientes y del agua, de mayor tolerancia a estrés biótico y abiótico, y de mayor potencialidad de rendimiento. Dada esta situación, es imperioso frenar los procesos de pérdidas de tierras cultivables (por erosión, salinización, etc.) que se producen en esta región. Para los demás continentes, los necesidades de aumentos de producción para los próximos 50 años contemplan mantener la producción per cápita actual, que supera los requerimientos en energía por habitante, por ser las dietas excesivamente ricas, o por producir alimentos para la exportación. América del Norte y del Sur necesitan aumentar su producción sólo moderadamente. Sudamérica tiene un enorme potencial agrícola y puede lograr dicho objetivo a través de distintas estrategias ya que dispone de mucha tierra de reserva y tiene la posibilidad de aumentar los rendimientos unitarios aún con tecnologías poco contaminantes (Tabla III). Esta última estrategia es compatible con la preservación de áreas forestales, con la disminución de los procesos de erosión en áreas marginales, y con el mantenimiento de la calidad ambiental. América del Norte tiene menores posibilidades de expansión del área o de aumentos en los rendimientos por uso de tecnología que Sudámerica. Oceanía presenta una situación muy favorable a futuro, con posibilidades de expansión del área agrícola y de mejoras tecnológicas. Finalmente, Europa tiene poco potencial de expansión de su superficie productiva y ya produce con alto nivel tecnológico; sin embargo, no necesita aumentar su producción pues su demanda futura será menor que la actual. SEP - OCT 1998, VOL. 23 Nº 5 Figura 1: Evolución y proyección (variante media) de la población del mundo (A) y de la tasa relativa de crecimiento de la misma (B), totales (rombos) y discriminadas por regiones más (cuadrados) y menos (triángulos) desarrolladas (Naciones Unidas, 1995a). Dada la magnitud de la tarea a encarar en Africa y dadas las escasas posibilidades de expansión de la producción en Asia, es difícil que estos continentes produzcan dentro de 50 años alimentos suficientes para satisfacer dietas ricas en productos animales. No obstante, el poder adquisitivo de la población en varias regiones de Asia está aumentando considerablemente, lo que se traduce en un aumento de la demanda de proteínas animales en la dieta (Avery, 1997), que deberá ser satisfecha por la producción de otras regiones con saldos exportables. En el resto de los continentes, la situación alimenticia futura está mucho menos comprometida, aún con dietas ricas en productos animales basados en granos forrajeros. Finalmente, en la Tabla III no se consideró la oferta potencial en producción de alimentos de origen animal sobre tierras no agrícolas, que alcanzan los 35 millones de km2. El caso del maíz Otra manera de analizar la factibilidad de satisfacer los futuros requerimientos alimenticios es tomar la producción de un cultivo, en este caso maíz, y desglosarla en distintos componentes, proyectando cada uno de ellos según datos presentados en el trabajo previo y según tendencias mostradas en las décadas pasadas. La ecuación de producción es: P= sup x Rp x ef Donde P=producción de maíz en el mundo Sup =superficie cosechada Rp= rendimientos alcanzados bajo riego y fertilización y con óptimo manejo ef= relación entre rendimientos reales y Rp 269 Rp puede tomar valores variables según la zona considerada (Andrade, 1992). El grueso de la producción maicera actual se ubica entre latitudes de 30 y 45°, zonas en las cuales Rp toma valores cercanos a las 12 t/ha (Andrade, 1992; Muchow et al., 1990). Ponderando el valor de Rp calculado para las distintas zonas maiceras por el volumen de producción de las mismas, se obtiene un valor similar. El valor de ef se obtiene como el cociente entre el rendimiento promedio mundial y el valor de Rp ponderado. Los valores de Rp aumentarían 4 tn/ha en los próximos 55 años (Figura 2); valores razonables y conservadores debido a que i) en los pasados 30 años esta variable aumentó a ritmos anuales similares (Russell, 1986; Duvick, 1984; Andrade et al., 1996), ii) las eficiencias energéticas actuales de sistemas de producción con máxima tecnología disponible son muy bajas, e iii) hoy existen materiales genéticos que tienen, en zonas típicas maiceras, potenciales de rendimiento muy superiores a los híbridos actualmente difundidos (Swank et al., 1982) que no se utilizan por presentar ciertos problemas agronómicos (por ejemplo, suceptibilidad al vuelco). Entonces, desde el punto de vista fisiológico hay potencialidad para aumentar significativamente Rp a través, principalmente, de los componentes eficiencia de conversión y partición, por lo que es altamente factible que esta predicción se cumpla e incluso se supere. La ef aumentaría de 0.33 a 0.47 (Figura 2). Esta proyección es razonable debido a i) que corresponde a incrementos anuales compatibles con los que se vinieron dando en los últimos 35 años, ii) los bajos valores actuales, iii) las posibilidades de expansión del riego, de la fertilización y de otras prácticas ya analizadas e iv) que los nuevos materiales genéticos rinden mejor tanto en buenas como en malas condiciones y que hay mucho por mejorar en la adaptación de los híbridos a las condiciones específicas de las distintas situaciones de producción. Estos aumentos en Rp y en ef son suficientes para casi duplicar la producción de maíz en los próximos 55 años. Para lograr este objetivo se necesitan tasas de aumentos quinquenales del 8%, valores inferiores a los registrados desde 1960 hasta hoy. En concordancia con estos cálculos, el USDA estima que los rendimientos de maíz en EEUU aumentarán 65% en 4 décadas (desde 1989 hasta 2031) (Dibb y Darst, 1994). Incrementos adicionales en la producción de este cultivo pueden 270 Figura 2: (A) Rendimientos factibles de obtener a campo bajo riego, fertilización y manejo óptimo (Rp; rombos) y rendimientos promedio mundiales (r; cuadrados); y (B) Eficiencia de la producción agrícola (ef) obtenida como el cociente entre r y Rp, para los años 1960, 1995 y 2050 (proyectada). Cultivo de maíz. darse a través de aumentos en la superficie cultivada, sin embargo ésta no crecerá en forma importante para la mayor parte del mundo dadas las actuales tendencias de estabilización de esta variable. Hay que considerar también que el valor de hectáreas cosechadas puede aumentar por efecto de intersiembras y cultivos de segunda. En zonas desarrolladas, el aumento en la producción de maíz va a pasar en mayor proporción por la componente Rp ya que los actuales valores de ef son altos (alrededor de 0,7). Por otro lado, en la mayor parte de Africa, Asia y America latina, los valores de ef son muy bajos (inferiores a 0,2) por lo que la mejora en esta variable puede incidir en mayor medida en el aumento de la producción. En zonas tropicales y subtropicales, el valor de Rp es inferior al observado en zonas templadas; sin embargo, estos también pueden ser incrementados significativamente (Fischer y Palmer, 1984). En el caso de Africa que necesita cuadruplicar la producción para autosostenerse, el objetivo se lograría con un aumento de 4 tn/ha en Rp, con una eficiencia de 0,36 (valor semejante al correspondiente a la producción promedio mundial actual) y con un incremento del 44% en la superficie bajo maíz. Haciendo un análisis similar para el cultivo de trigo, se concluye que se producirían aumentos relativos de producción entre 1995 y 2050 muy parecidos a los de maíz. Estos aumentos se obtendrían básicamente a través de los componentes Rp y ef. Similarmente, el USDA estima que los rendimientos de trigo en EEUU aumentarán 114% en las próximas 4 décadas (Dibb y Darst, 1994). DISCUSIÓN Distintas visiones Según el análisis de la oferta potencial de alimentos y de la si- SEP - OCT 1998, VOL. 23 Nº 5 TABLA III PRODUCCIÓN ANUAL ACTUAL, Y ESTIMADA CON NIVELES CRECIENTES DE USO DE RECURSOS (TIERRA, TECNOLOGÍA, RIEGO Y MATERIALES SUPERIORES). Región Am Sur Am NyC Africa Oceanía Asia Eur y exURSS área rend prod. act area pot prod pot arable prod media prod intensiva prod riego pot gen ha 106 tn/ha tn 106 ha106 103 271 188 52 469 368 1.95 2.49 1.55 1.91 2.58 2.80 175 580 250 85 1040 885 3015 740 465 877 246 495 479 1240 1000 1170 405 1100 1150 6065 2620 1200 2300 510 1380 1150 9160 7850 2540 6210 1220 3030 2280 23130 11700 3960 11250 1870 5440 3140 37400 15600 5280 15000 2490 7320 4190 49880 1 2 3 4 5 6 7 8 9 .......................................tn 106................................... 1- Area cultivada actual por región (FAO, 1995a). 2- Promedio de rendimiento de trigo por unidad de superficie, por región (FAO, 1995a). 3-Producción actual por región, calculada como el producto del área cultivada total y el rendimiento promedio del trigo para la región (FAO, 1995a). Se llevó a 0% de humedad. Un bajo porcentaje de la superficie se hace bajo riego. 4- Area cultivable potencial por región (en base a datos de tierra potencialmente arable de Norse et al, 1992; Buringh y Dudal, 1987; y de distribución porcentual de la misma por regiones de Luyten, 1995). 5-Producción de trigo que se lograría utilizando toda la tierra potencialmente arable de cada región, manteniendo el nivel de producción actual (FAO, 1995a). 6-Producción de un cereal estándar bajo secano utilizando toda la tierra potencialmente arable, sin uso de fertilizantes nitrogenados, rotación con leguminosas (1 de cada 3 años) como único aporte de nitrógeno (90kg/ha año), sin uso de biocidas, mecanización media, sin limitación de fósforo y potasio y agricultores capacitados que aplican la tecnología disponible para insumos y sostenibilidad (calculado de Luyten, 1995). Se considera el número máximo posible de cultivos por año en cada región. 7- Producción de un cereal estándar bajo secano, utilizando toda la tierra potencialmente arable, sin limitaciones nutricionales, uso de biocidas, alta mecanización (calculado de Luyten, 1995) Se considera el número máximo posible de cultivos por año por cada región. 8- Idem 7, pero agregando agua disponible para irrigación considerando las descargas base de más de 100 de las principales cuencas hídricas del mundo y descontando el agua necesaria para consumo doméstico e industrial, (Luyten , 1995). En promedio se puede regar el 65% de la superficie potencial total bajo un esquema de altos insumos. 9- Producción bajo riego y altos insumos considerando un 33% de aumento en los potenciales genéticos de producción en los próximos 50 años (basada en proyecciones de datos de Russell, 1986; Duvick, 1984; Andrade et al., 1996, Cox et al., 1988 Slafer y Andrade, 1989). Estas estimaciones coinciden con las de Heichel (1982) para efectos del mejoramiento genético en 50 años. tuación particular del maíz y del trigo, es muy posible aumentar la producción agrícola total con miras a satisfacer los requerimientos de la población del año 2050. Otros autores arriban a conclusiones parecidas (Higgins et al., 1984; Solbrig, 1995; Dibb et al., 1993). Existen posiciones menos optimistas en cuanto a la situación alimentaria futura. Rasmuson y Zetterstrom (1992) concluyen que la especie humana utiliza para sí una alta proporción de la materia orgánica anual producida por el planeta (hasta un 10 % en todo concepto) y que esta alícuota no puede crecer sin una catástrofe ecológica debido a que el planeta debe mantener a todas las otras especies. Sin embargo, hay que considerar que el hombre puede ser el artífice de la energía orgánica extra que su desarrollo o crecimiento demande, aumentando la eficiencia de sus sistemas de producción, sin necesariamente afectar el flujo absoluto de energía hacia otras especies. Más arriba se mencionó que SEP - OCT 1998, VOL. 23 Nº 5 existen muchas posibilidades de aumentar la producción de alimentos por unidad de superficie como ocurrió desde 1950 hasta nuestros días. Otro panorama pesimista es el presentado por Brown y Kane (1994) quienes sostienen que el crecimiento de la producción de alimentos en el mundo está actualmente disminuyendo a valores cercanos al 1% anual y que esta tendencia puede continuar. Por lo tanto, la producción de alimentos per cápita está descendiendo en los últimos años, y esta tendencia puede continuar en los próximos años. Hay, por lo menos en trigo, ciertos indicios de estancamiento en la producción, tanto a nivel de rendimientos mundiales, como de potenciales. Investigadores del CIMMYT han realizado recientemente una discusión sobre este tema en la cual algunos mostraron preocupación por la declinación en los incrementos de rendimientos de trigo en condiciones experimentales. A esta posición se suman argumentos sobre pérdida de tierras productivas por urbanización, industrialización, degradación, erosión, etc. que complican la situación general. Un punto crítico que lleva a estos autores a pronósticos desalentadores es la tasa de aumento de la producción de granos que va a haber en los próximos años (McCalla, 1994). El presente artículo pretende echar luz sobre este punto. Hay un gran potencial para la expansión de la producción de alimentos. Se pueden aumentar la superficie cultivada y la superficie bajo riego en varias zonas del mundo y existen grandes posibilidades de aumentar los rendimientos por unidad de superficie a través de mejoras en el potencial genético de los cultivos y en el nivel tecnológico de producción. Se han listado en el trabajo previo una serie de procesos, técnicas y rasgos que pueden llegar a ser manipulados a través del manejo o del mejoramiento de los cultivos para lograr mayores producciones. El gran incremento en los rendimientos potenciales y reales ob- 271 tenidos en la segunda mitad del siglo XX se logró sin un buen entendimiento de los procesos y mecanismos claves para el rendimiento de los cultivos. El mejoramiento genético se realizó por producto final, tipo caja negra, desconociendo los mecanismos determinantes del rendimiento y sin contar con técnicas novedosas de biología molecular (transgénicos, marcadores moleculares, etc) que posibilitan acelerar dicho proceso. Si el desarrollo del conocimiento y de técnicas se sigue dando como hasta ahora y considerando las bajas eficiencias actuales de los sistemas de explotación agrícola, hay enormes posibilidades para seguir aumentando la producción de alimentos. Pero es necesario profundizar el entendimiento del funcionamiento de los cultivos en interacción con el ambiente, con el fin de lograr una mejor identificación de los atributos de las plantas y de las prácticas culturales que puedan utilizarse por medio del mejoramiento genético y/o del manejo del cultivo con vistas a aumentar la producción y su eficiencia de una manera sustentable y conservacionista. Producción vs. ambiente Los aumentos de la población y de la producción ejercen presión sobre el ambiente. Los principales efectos negativos de la actividad agrícola en el ambiente son: la erosión del suelo por deforestación y laboreo excesivo, la contaminación con biocidas que afectan a los vertebrados e insectos benéficos, la pérdida de biodiversidad, la acumulación de nitratos en la napa y sus efectos negativos en la salud humana, las pérdidas de tierra agrícola por salinización en esquemas de riego no apropiados, etc. En zonas desarrolladas, que utilizan en general alta carga de agroquímicos, las mayores preocupaciones tienen que ver con la contaminación ambiental. Por otro lado, los problemas de erosión y degradación de los suelos están controlados o disminuyendo (Hossner y Dibb, 1995). En contraste, en muchos países subdesarrollados hay graves problemas de erosión y de degradación del suelo. En ellos, la principal preocupación es producir alimentos suficientes para la población creciente, descuidando muchas veces la conservación de los recursos (Hossner y Dibb, 1995). Satisfacer nuestros requerimientos nutricionales futuros no necesariamente implica sacrificar el objetivo de preservar nuestro ambiente y nuestros sistemas de producción. Se pueden lograr ambos objetivos a través de un uso racional de los recursos, reduciendo los problemas de i) erosión con técnicas de la- 272 branza reducida y siembra directa, ii) contaminación química a través del uso de transgénicos, control biológico e integrado de plagas y uso racional de biocidas, iii) salinización, a través de la implementación racional del riego, etc. Para esto es necesario implementar mejores programas de investigación y extensión agrícola. Aquellas regiones que basarán parte de su aumento en producción de alimentos en la expansión de la superficie cultivada (generalmente zonas tropicales y subtropicales) deberán desarrollar estrategias de deforestación y paquetes de producción coherentes con la preservación del recurso suelo y con el mantenimiento de la biodiversidad. Hay que tener en cuenta que estas zonas generalmente presentan problemas de erosión, por lo que el aumento de la producción por unidad de superficie en las tierras más aptas liberaría tierras marginales de la actividad agrícola y limitaría la deforestación de áreas suceptibles a dicho proceso, limitándose así la degradación de los suelos. Esta posibilidad, sin embargo, está frenada por las trabas al libre comercio y por la mala distribución de los recursos. En zonas donde parte de los incrementos de producción va a depender de una intensificación de la producción con aumento de insumos, se deberá i) investigar sobre movimiento de solutos en el suelo, sobre control biológico e integrado de plagas y sobre genotipos y prácticas de manejo que aseguren una alta recuperación y eficiencia de uso del nitrógeno del fertilizante, y ii) desarrollar y promover el uso de transgénicos que disminuyan las necesidades de empleo de agroquímicos peligrosos. Si es necesario aumentar la superficie bajo riego, se tendrá que invertir en la infraestructura necesaria e implementar técnicas de manejo que eviten la salinización y el deterioro de las tierras. Finalmente, cualquiera sea la combinación de estrategias de aumento de la producción, se deberá aplicar de una manera racional, sustentable, conservacionista y no contaminante. Para esto, es necesario desarrollar programas de educación y capacitación de los productores, y profundizar la investigación para i) obtener cultivares de mayor potencial de rendimiento y tolerancia a estrés, más adaptados a las condiciones ambientales imperantes y más eficientes en el uso de los recursos y ii) desarrollar tecnologías no contaminantes y conservacionistas. Estas acciones permitirán mantener áreas forestales, evitar contaminación del ambiente por excesivo uso de fertilizantes y biocidas, frenar la degradación de los suelos y mantener biodiversidad, etc. El verdadero problema A pesar de que el análisis a nivel de grandes regiones es alentador, a nivel de países individuales aparecen serios problemas. La producción de alimentos per cápita ha disminuido desde 1965 en el norte de Africa como en el subsahara, y desde 1978 en Asia Occidental (FAO, 1995a; York, 1994; Bongaarts, 1995). Por otro lado, algunos países no podrán alimentar con recursos propios a toda su población por más que pongan en producción toda su superficie potencialmente cultivable con alto nivel tecnológico (Higgins et al, 1984). Algunos de los países problema tienen tierras potencialmente cultivables y recursos hídricos (como por ejemplo Zaire) por lo que la meta es aumentar significativamente su producción a través del aumento en la superficie cultivada y en los rendimientos. Cerrar la brecha entre los rendimientos reales y los de los mejores productores es la forma más rápida para mejorar la situación alimenticia de la población de países pobres. Sin embargo, los bajos precios al productor constituyen una barrera importante para la utilización de tecnología (Wheeler, 1983). Otros países no pueden aumentar facilmente su producción de alimentos, por lo que deberán importarlos. Dentro de esta última categoría, en algunas naciones (especialmente de Asia) se está produciendo desde hace unos años un importante aumento en su producto bruto interno, que genera excedentes para comprar alimentos a países agroexportadores. En otros, países, el crecimiento de la población no es acompañado en igual medida por el del producto bruto interno, por ejemplo Bangladesh, países de Asia Occidental, etc. En estos casos, es necesario revertir esta situación a través del desarrollo del sector agrícola y/o de algún otro sector de la economía. Por otro lado, en varios países subdesarrollados existen serios problemas de desnutrición en importantes sectores marginales de la población, por más que la producción per cápita se haya mantenido o haya crecido, indicando la existencia de problemas adicionales de pobreza y de distribución de riqueza. Los gobiernos, a través de su rol motivador, facilitador y recaudador, son responsables de aplicar las estrategias necesarias para el desarrollo agrícola y general de estos países, y lo- SEP - OCT 1998, VOL. 23 Nº 5 grar una alimentación adecuada de toda la población. Hay que disminuir la corrupción, diversificar la producción, atraer capitales para promover el desarrollo general y agroindustrial en particular, y eliminar gravámenes a la producción para promover el desarrollo y adopción de tecnología a nivel del productor. A nivel internacional, se deberían lograr precios más justos para los productos de exportación de los países subdesarrollados. Se necesita fomentar también el comercio internacional de granos que hoy es muy escaso y no supera las 200 millones de toneladas. En un marco mayor, se necesitan políticas de gobierno coherentes y estrategias impositivas y presupuestarias que promuevan inversiones en infraestructura y que generen fondos para investigación y extensión en temas relacionados con la producción sustentable de alimentos y para programas de educación, capacitación y de ayuda social. Para que los gobiernos tengan espacio político y puedan implementar estas acciones, es necesario educar al público para que éste no las resista. En aquellos países en los que la situación es más crítica, se necesita la participación de organismos internacionales y la solidaridad internacional. Entonces, la solución para el problema alimenticio del mundo es la inversión en infraestructura, investigación, capacitación y educación. Estas necesidades comunitarias, que reditúan a largo plazo, coexisten con una ideología que se está desplazando hacia formas radicales de individualismo y supervivencia del más apto (Thurow, 1996). Paralelamente a esto, los fondos para el desarrollo y el aumento de la productividad agrícola a nivel mundial están disminuyendo, tanto en países desarrollados como en subdesarrollados (McCalla, 1995; York, 1994). Además, con el fin de la guerra fría y desaparecido el temor de que los países pobres caigan en la esfera del competidor, las naciones desarrolladas disminuyeron su colaboración para el desarrollo de los países pobres (Vedoya, 1995). Más aún, las instituciones de ayuda internacional están reduciendo su apoyo al desarrollo agrícola y general del tercer mundo (McCalla, 1995) promoviendo programas de control de la natalidad, cuando el desarrollo mismo es la más eficiente y humana manera de lograr este objetivo (Randle, 1995; Rasmuson y Zetterstrom, 1992). A este panorama se agrega la existencia de gobiernos corruptos en aquellos pueblos que más necesitan de sus dirigentes para desarrollarse y aumentar su calidad de vida (cualquier diario, cualquier día). SEP - OCT 1998, VOL. 23 Nº 5 CONCLUSIÓN Pensar en un mundo con una población adecuadamente alimentada a través de un uso sustentable de los recursos, no es utópico. La población humana se estabilizará en el siglo entrante y el planeta tiene un gran potencial de producción de alimentos muchas veces superior a la demanda futura estabilizada. Además, el asombroso desarrollo tecnológico pone y pondrá al alcance del hombre herramientas impensadas años atrás. Para alcanzar aquella meta es necesario realizar una fuerte inversión en investigación y extensión agropecuaria, en educación y en desarrollo rural. La solución desde el punto de vista estricto de tecnología de producción de alimentos es entonces altamente factible. Aspectos relacionados con la decisión moral del hombre dejan algunas dudas sobre el futuro de la humanidad. Sobre lo que no quedan dudas es que si se están dando hambrunas y existen serios problemas nutricionales y de degradación de recursos productivos en importantes sectores de la población humana y las perspectivas para ciertas regiones de la tierra no son nada alentadoras, no es porque Malthus tenía razón, sino porque el egoísmo y la falta de solidaridad prevalecen sobre la iniciativa y creatividad de los hombres para solucionar estos problemas. La pregunta clave no es si podemos alimentar a la humanidad, sino si queremos hacerlo. REFERENCIAS Andrade, F.H. 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