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¿ES POSIBLE SATISFACER LA CRECIENTE
DEMANDA DE ALIMENTOS DE LA HUMANIDAD?
F. H. ANDRADE
A la memoria de mi padre, Hugo H. Andrade,
un hombre de bien.
n el trabajo previo (Andrade, 1998) se concluyó que existen grandes
posibilidades de expandir la producción
agrícola a través de incrementos en el
área cultivada y, principalmente, en los
rendimientos de los cultivos por unidad
de superficie. Los rendimientos pueden
aumentar por medio del uso de fertilizantes y biocidas, del riego y por mejoras en
los potenciales genéticos de los cultivos
y en la adaptación de los mismos al ambiente. Por otro lado, el mundo ha experimentado una gran explosión demográfica durante el presente siglo debida, principalmente, a la prolongación de la vida
y a la disminución en la tasa de mortalidad infantil (Naciones Unidas, 1995a).
No obstante, el crecimiento de la población parece comenzar a desacelerarse.
Para tener una idea de
las posibilidades de satisfacer los requerimientos nutricionales futuros de la humanidad, es necesario cotejar esta demanda
con el potencial de la tierra para producir
alimentos.
El crecimiento actual de
la población del mundo se da principalmente en países en vías de desarrollo
(Naciones Unidas, 1995a) y no todas las
regiones del planeta tienen igual potencial de expansión de la producción agrícola por diferencias en el nivel tecnológico actual o en reservas de tierra potencialmente cultivable (Luyten, 1995). Esto,
sumado al hecho de que siempre han
existido limitantes para la distribución de
los recursos, hacen necesario analizar la
situación por regiones de características
relativamente homogéneas, con el fin de
identificar estrategias que permitan lograr
para cada área el objetivo de cubrir las
respectivas futuras demandas de alimentos.
Los aumentos de la población y de la producción ejercen una
marcada presión sobre el ambiente. Los
principales efectos negativos de la actividad agrícola en el ambiente son: la erosión del suelo por deforestación y laboreo excesivo, la contaminación con biocidas que afectan a los vertebrados e insectos benéficos, la pérdida de biodiversidad, la acumulación de nitratos en la
napa y sus efectos negativos en la salud
humana, las pérdidas de tierra agrícola
por salinización en esquemas de riego no
apropiados, etc. (Hossner y Dibb, 1995).
En los países desarrollados predominan
los problemas asociados con el uso de
agroquímicos y en los países subdesarrollados los relacionados con la erosión y
degradación del suelo.
Es necesario satisfacer
los crecientes requerimientos nutricionales
del mundo cuidando a la vez el ambiente
y los recursos de producción. Hay visiones pesimistas y optimistas al respecto.
Algunos piensan que para satisfacer los
requerimientos alimenticios de la pobla-
ción en el siglo XXI, se va a poner mucha presión sobre el ambiente y este
colapsará (Brown y Kane, 1994). Otros
piensan que la tierra puede producir suficientes alimentos para la población del
próximo siglo cuidando a la vez los recursos naturales y el ambiente (Solbrig,
1995; Dibb et al., 1993, Avery, 1997).
El objetivo de éste trabajo es presentar un análisis a nivel de
grandes regiones de la demanda futura de
alimentos y del potencial de producción
agrícola. La demanda futura se estima en
base a las predicciones sobre crecimiento
de la población y a los requerimientos
energéticos por individuo. Por otro lado,
la oferta potencial de alimentos se estima
considerando secuencialmente el área cultivable, la aplicación de insumos no contaminantes, el uso de fertilizantes y biocidas, la utilización de agua de riego disponible y el aumento del potencial genético de producción. Se presenta también
un detalle de la situación actual y futura
de la producción de maíz proyectando
tendencias actuales en rendimiento de
alta producción y en eficiencia tecnológica. Luego se discuten los datos considerando la necesidad de preservar el ambiente y los recursos. Finalmente, se enumeran acciones necesarias para lograr una
producción suficiente, sustentable, conservacionista y no contaminante comparándolas con aquellas resultantes de las actuales tendencias mundiales.
PALABRAS CLAVE / Alimentos / Oferta Potencial / Demanda Futura /
Fernando Héctor Andrade, Ingeniero Agrónomo de la Universidad de Buenos Aires, M.A. y
Ph.D. en Fisiología y Producción de Cultivos de la Iowa State University. Profesor Titular de Ecofisiología de Cultivos en la
Universidad Mar del Plata, Argentina. Su área de interés es la producción agrícola y es autor de “Ecofisiología del cultivo
de maiz”, Editorial La Barrosa, Dekalbpress, INTA-FCAUNMP, 1996. Dirección: Calle 25 # 881, 7620 Balcarce, Buenos Aires, Argentina.
266
0378-1844/98/05/266-09 $ 3.00/0
SEP - OCT 1998, VOL. 23 Nº 5
La población del mundo
La población del mundo
se mantuvo muy baja y estable por cientos de miles de años. Con el advenimiento y consolidación de la agricultura, unos
10.000 años AC, aumentó la disponibilidad de alimentos y se produjo una primera ola de crecimiento que se acentuó con
el comienzo de la civilización, las manufacturas, la metalurgia, y los gobiernos
centralizados, a partir de 3.500 años AC
(Rasmuson y Zetterstrom, 1992). La tasa
de crecimiento de la población era bastante inferior a 0,1 millones de habitantes
por año. En el año cero, la población del
mundo rondaba los 200 millones de personas. Durante el primer milenio de nuestra era, el crecimiento se frenó marcadamente debido, principalmente, a enfermedades derivadas de aglomeraciones de
gente en condiciones sanitarias muy precarias. El crecimiento se recuperó a partir
del año 1000 DC y se aceleró marcadamente a ritmo exponencial con la revolución científica e industrial que se experimenta desde hace dos siglos (Rasmuson
y Zetterstrom, 1992). En el año 1850 la
población ya superaba holgadamente los
mil millones, en 1930 los 2000 millones
y en 1960 los 3.000 millones. Hoy ronda
los 5800 millones y crece a un ritmo de
unos 88 millones de habitantes por año
(Figura 1A). La gran explosión demográfica del presente siglo (que ya había comenzado el siglo pasado) se debió principalmente a la prolongación de la vida y a
la disminución en la tasa de mortalidad
infantil. Según proyecciones de Naciones
Unidas (1995a), la población se va a estabilizar en algo más de 10.000 millones
en la segunda mitad del siglo XXI. Estos
valores corresponden a la variante media
de las estimaciones que es la que hasta
hoy ha dado los mejores resultados (las
estimaciones hechas en 1973 siguiendo
esta metodología arrojaron errores inferiores al 1% para la población en los
años 1985, 1990 y 1995). Sin embargo,
cálculos recientes indican que la estabilización se va a producir antes y con un
valor inferior de habitantes.
El incremento anual de
la población (derivada de la función del
número de habitantes en función de los
años) está estabilizado desde 1985 y se
espera que comience a descender hacia el
año 2010 (Figura 1A). Si el incremento
anual es hoy constante, la tasa de crecimiento relativa al volumen de la población está descendiendo. En la década del
60 la población crecía a un ritmo anual
de 2,1%; hoy ese ritmo de crecimiento
descendió a 1,57% y se espera que para
el año 2000 descienda aún más, a 1,4%
(Figura 1B) (Naciones Unidas, 1995a).
SEP - OCT 1998, VOL. 23 Nº 5
Datos recientes de las Naciones Unidas
indican que la caída en la tasa de crecimiento es algo mayor a lo indicado. El
crecimiento de la población está entonces
desacelerándose. Entre 1960 y 1994, la
tasa global de fecundidad se redujo de 5
a 3,1 hijos por mujer en el mundo y de
alrededor de 6 a menos de 4 hijos por
mujer en los países del tercer mundo
(Naciones Unidas, 1995b). En algunas regiones de Africa la tasa es aún muy alta
(hasta 6,5); y por el contrario, en ciertos
países desarrollados ésta es alarmantemente baja, muy por debajo del nivel mínimo necesario para que se produzca el
reemplazo generacional (Vedoya, 1995).
Por lo tanto, el crecimiento actual de la
población se da principalmente en los
países subdesarrollados, que hoy aportan
más del 75% de los habitantes del mundo, y se espera que aporten el 83 y 87%
para el año 2025 y 2050, respectivamente
(Naciones Unidas, 1995a). La tabla I presenta la población actual y la estimada
para el año 2050, para distintas regiones
del planeta.
Necesidades de aumento de producción
para el año 2050
Los aumentos proyectados de la población y la mala situación
nutricional en algunas regiones determinan necesidades de incrementos de la
producción agrícola para el año 2050. La
Tabla II muestra en unidades de energía,
la producción y consumo anuales actuales
de alimentos agrícolas y la demanda de
los mismos en el año 2050.
La producción agrícola
mundial anual es actualmente, en términos energéticos, de alrededor de 25.000 x
109 MJ (Tabla II). Si se incluyen los
productos animales ésta alcanza los
30.000 x 109 MJ, pero parte de esos productos están basados en granos forrajeros.
En Africa y Asia, los alimentos derivados
de la producción animal (parte en base a
pastos) aportan 190 y 1380 x 109 MJ,
respectivamente. El consumo actual de
alimentos es de 23.500 x109 MJ por año,
de los cuales el 57% corresponde a Asia
(Tabla II). Los excesos de producción en
relación a los consumos de América,
Oceanía y Europa se explican por la utilización de granos forrajeros para alimentación
animal
(proceso
altamente
ineficiente en términos energéticos), por
saldos exportables, y/o por pérdidas durante el proceso de comercialización.
Contrariamente, los excesos de consumo
en relación a la producción de Africa y
Asia son indicadores de importación de
alimentos y de ayuda internacional. El
importante desfase observado para Africa
genera dudas sobre la estimación del
consumo para este continente por parte
de la FAO.
La Tabla II también
muestra cuanto habría que aumentar la
producción agrícola en cada región para
que en el 2050 se mantenga la producción energética por habitante actual (países con dietas ricas y/o saldos exportables) y para que se alcance, a través de
la agricultura, la mínima energía requerida por habitante para una dieta apropiada
(países de Africa y Asia).
La demanda energética
para el año 2050 (Tabla II) fue calculada
como el producto entre la población en
ese año y consumo anual per cápita actual. Si el consumo anual per cápita es
menor que 3650 MJ, cantidad mínima
para una dieta apropiada, se tomó este
valor (Odum, 1971). Se aseguró también
que el consumo proteico anual por habitante sea al menos de 25,5 kg (valor correspondiente a dieta vegetariana).
Para satisfacer sus requerimientos energéticos futuros, Africa y
Asia deberán aumentar su producción
agrícola actual un 330 y 90%, respectivamente. Para América del Norte, Oceanía
y Europa, la producción actual alcanza a
cubrir las necesidades del 2050. En el
Continente Americano en su conjunto y
en Oceanía es necesario aumentar la producción alrededor de 60% para mantener
la producción energética por habitante actual (dieta rica en productos animales en
base a granos forrajeros y/o saldos exportables). Finalmente, en Europa no se requieren aumentos de producción debido a
que su población disminuirá.
Ponderando estos valores para el mundo entero, es necesario
que la producción agrícola mundial se
incremente un 80% en los próximos 50
años, y excluyendo a Europa del cálculo,
este valor asciende a 100%. Si todas las
regiones logran satisfacer sus requerimientos, los saldos exportables por regiones sobran. De todas formas, el volumen
de las exportaciones de alimentos es muy
bajo relativo al volumen total de producción (alrededor del 5%). Estos cálculos
suponen que tanto Africa como Asia cubrirían sus requerimientos alimenticios
con una dieta pobre en proteína animal.
Pasar de una dieta vegetariana (9 g por
día de proteína animal) a una moderadamente rica en productos animales (30 g
por día de proteína animal) no modifica
los requerimientos en energía pero requiere un 75% más de equivalentes grano
(Luyten, 1995). Sin embargo, el impacto
de esto sobre la demanda y producción
agrícolas va a depender de en que medida la producción animal se base en granos forrajeros y en tierras aptas para la
agricultura. Teniendo en cuenta mejoras
267
en la calidad de la dieta especialmente en
países en vías de desarrollo, Avery
(1997) recientemente estimó que es necesario triplicar la producción de alimentos
en los próximos 45 años.
Estos cálculos son sólo
aproximaciones ya que no se consideraron las posibles reducciones en pérdidas
de comercialización, distribución, almacenaje y transporte (que alcanzan entre 5 y
30% según producto y estimación), ni la
distribución despareja de los recursos entre la población, ni los requerimientos de
fibra, ni se sumó a la oferta actual de alimentos la producción animal en base a
pasturas, etc.
La oferta potencial de alimentos
La Tabla III presenta para las distintas regiones del planeta a) la
producción que se podría obtener actualmente sembrando trigo en toda la superficie cultivada de cada región y conduciendo el cultivo con el nivel tecnológico de
producción actual de cada zona; b) la
producción de trigo que se podría obtener
sembrando toda la superficie potencialmente cultivable, bajo el supuesto de que
se mantienen los actuales rendimientos
por hectárea; c) la producción a obtener
sembrando trigo en toda la superficie potencialmente cultivable y con un nivel
tecnológico medio de secano, no contaminante, incluyendo el número máximo
de cultivos posibles al año; d) igual que
lo anterior pero con alto uso de fertilizantes y biocidas; e) igual que lo anterior
pero agregando toda el agua de riego disponible por región y f) igual que el punto anterior pero considerando un 33% de
aumento en los potenciales genéticos de
rendimiento. Las estimaciones de los
puntos c, d, y e están basadas en un modelo de simulación que utiliza como insumos la temperatura, la radiación, las
disponibilidades de nitrógeno y agua, y
determinados parámetros del cultivo de
trigo (requerimientos térmicos, eficiencia
de conversión de radiación en materia
seca, índice de cosecha, eficiencia de uso
de nitrógeno, eficiencia de uso de agua,
etc.) (Luyten, 1995). Los insumos necesarios para cada área del planeta se obtuvieron de datos meteorológicos, edáficos,
hidrológicos, etc. (Muller, 1982; EPA,
1991; WMO, 1989; FAO, 1978).
El potencial mundial de
producción de alimentos es de unas
50.000 millones de toneladas anuales de
cereal, que equivalen a más de 400.000 x
109 MJ, valor que representa 10 veces la
demanda de energía alimenticia total en
el año 2050 (1 tn de cereal equivale a
8650 MJ). De la comparación de las Tablas II y III, surge que todos los conti-
268
TABLA I
POBLACIÓN ACTUAL Y
ESTIMADA (VARIANTE MEDIA)
PARA EL AÑO 2050
PARA LAS DISTINTAS
REGIONES DEL PLANETA
(NACIONES UNIDAS, 1995A).
EUROPA INCLUYE A LA EX URSS.
Población
actual
x 106
Población
año 2050
x 106
Am. sur
N y C Am
Africa
Oceanía
Asia
Europa
320
455
728
29
3458
727
539
689
2141
46
5741
678
TOTAL
5717
9834
nentes están en condiciones potenciales
de satisfacer los requerimientos energéticos del 2050 en base a la producción
agrícola.
América del sur y Africa se destacan por el enorme potencial
agrícola que disponen, basado en la disponibilidad de tierras aptas para la agricultura y de agua para riego.
Africa en conjunto necesita cuadriplicar su producción para cubrir las demandas de una dieta adecuada
aunque pobre en productos animales en
el 2050. No obstante, posee un potencial
de producción muy superior a dicha futura demanda. Dispone de mucha tierra cultivable de reserva y de agua para riego.
Además, dado su bajo nivel tecnológico
actual, podría aumentar la producción en
base a insumos, mecanización, capacitación del productor, mejoramiento genético, etc. (Tabla III). La aplicación de insumos y de mejores técnicas en tierras
más aptas permitiría aliviar la presión sobre tierras más frágiles y evitar la deforestación, frenando así la degradación de
suelos y la pérdida de biodiversidad.
TABLA II
PRODUCCIÓN ANUAL ACTUAL DE ENERGÍA DE ALIMENTOS AGRÍCOLAS;
CONSUMO ANUAL ACTUAL EN ENERGÍA DE ALIMENTOS TOTALES,
DEMANDA DE ENERGÍA ALIMENTICIA EN EL AÑO 2050,
Y REQUERIMIENTOS DE AUMENTOS DE PRODUCCIÓN AGRÍCOLA DESDE
HOY HASTA ESE AÑO. DATOS POR REGIONES.
Producción
Población Consumo Población
Demanda Aumentos
de
año 2050 producción
actual
actual
actual
año 2050
MJ 109
año-1
x 106
MJ 109
año-1
x 106
MJ 109
año-1
%
Am. Sur
N y C Am
Africa
Oceanía
Asia
Europa y
exURSS
1890
4310
1800
400
11880
5100
320
455
728
29
3458
727
1308
2340
2524
137
13594
3757
539
689
2141
46
5741
678
2203
3546
7815
218
22568
3504
68
51
334
59
90
-7
TOTAL
25380
5717
23660
9834
39854
1
2
3
4
5
6
1.Producción agrícola en términos energéticos calculada en base a datos de FAO (1995a) y conversiones energéticas de Luyten (1995).
2.Población actual (Naciones Unidas, 1995a).
3.Consumo energético actual (FAO, 1995a). Incluye productos animales, aunque en términos energéticos no hay diferencias entre dietas ricas y pobres en productos animales.
4.Población en el 2050 según estimación de Naciones Unidas correspondientes a la variante media.
5.Demanda de alimentos en términos energéticos para el año 2050.
6.Aumento porcentual de la producción agrícola necesario para el 2050. Para América, Europa, y
Oceania se mantuvo la producción energética por habitante actual (dieta rica y/o saldos exportables) y para Africa y Asia se consideraron los requerimientos energéticos futuros en base a una dieta apropiada. Considerar que si todas las regiones logran satisfacer sus requerimientos, los saldos
exportables sobran.
SEP - OCT 1998, VOL. 23 Nº 5
Asia presenta una situación diferente pues su potencial de producción es solo 2,8 veces superior a la
demanda del año 2050. La región necesita aumentar su producción un 90% para
cubrir las necesidades de una dieta adecuada aunque pobre en productos animales en año 2050. Si bien esta cifra es
muy inferior a la mencionada para el
continente africano, Asia no tiene posibilidades de expansión del área cultivada y
en general su nivel tecnológico de producción es ya alto (Tabla III). La implementación de tecnologías eficientes de
baja carga de agroquímicos en secano no
produciría aumentos significativos de
producción. Los aumentos vendrían principalmente i) por la intensificación de la
producción (riego, fertilizantes y agroquímicos en general) por lo que hay que extremar cuidados de contaminación y degradación ambiental, y/o ii) por mejores
materiales genéticos, para lo cual hay que
desarrollar cultivares más eficientes en el
uso de los nutrientes y del agua, de mayor tolerancia a estrés biótico y abiótico,
y de mayor potencialidad de rendimiento.
Dada esta situación, es imperioso frenar
los procesos de pérdidas de tierras cultivables (por erosión, salinización, etc.)
que se producen en esta región.
Para los demás continentes, los necesidades de aumentos de
producción para los próximos 50 años
contemplan mantener la producción per
cápita actual, que supera los requerimientos en energía por habitante, por ser
las dietas excesivamente ricas, o por
producir alimentos para la exportación.
América del Norte y del Sur necesitan
aumentar su producción sólo moderadamente. Sudamérica tiene un enorme potencial agrícola y puede lograr dicho objetivo a través de distintas estrategias ya
que dispone de mucha tierra de reserva
y tiene la posibilidad de aumentar los
rendimientos unitarios aún con tecnologías poco contaminantes (Tabla III).
Esta última estrategia es compatible con
la preservación de áreas forestales, con
la disminución de los procesos de erosión en áreas marginales, y con el mantenimiento de la calidad ambiental.
América del Norte tiene menores posibilidades de expansión del área o de aumentos en los rendimientos por uso de
tecnología que Sudámerica. Oceanía presenta una situación muy favorable a futuro, con posibilidades de expansión del
área agrícola y de mejoras tecnológicas.
Finalmente, Europa tiene poco potencial
de expansión de su superficie productiva
y ya produce con alto nivel tecnológico;
sin embargo, no necesita aumentar su
producción pues su demanda futura será
menor que la actual.
SEP - OCT 1998, VOL. 23 Nº 5
Figura 1: Evolución y proyección (variante media) de la población del mundo (A) y de la tasa
relativa de crecimiento de la misma (B), totales (rombos) y discriminadas por regiones más
(cuadrados) y menos (triángulos) desarrolladas (Naciones Unidas, 1995a).
Dada la magnitud de la
tarea a encarar en Africa y dadas las escasas posibilidades de expansión de la
producción en Asia, es difícil que estos
continentes produzcan dentro de 50 años
alimentos suficientes para satisfacer dietas ricas en productos animales. No obstante, el poder adquisitivo de la población en varias regiones de Asia está aumentando considerablemente, lo que se
traduce en un aumento de la demanda de
proteínas animales en la dieta (Avery,
1997), que deberá ser satisfecha por la
producción de otras regiones con saldos
exportables. En el resto de los continentes, la situación alimenticia futura está
mucho menos comprometida, aún con
dietas ricas en productos animales basados en granos forrajeros.
Finalmente, en la Tabla
III no se consideró la oferta potencial en
producción de alimentos de origen animal
sobre tierras no agrícolas, que alcanzan
los 35 millones de km2.
El caso del maíz
Otra manera de analizar
la factibilidad de satisfacer los futuros requerimientos alimenticios es tomar la
producción de un cultivo, en este caso
maíz, y desglosarla en distintos componentes, proyectando cada uno de ellos según datos presentados en el trabajo previo y según tendencias mostradas en las
décadas pasadas.
La ecuación de producción es:
P= sup x Rp x ef
Donde
P=producción de maíz en el mundo
Sup =superficie cosechada
Rp= rendimientos alcanzados bajo riego
y fertilización y con óptimo manejo
ef= relación entre rendimientos reales y
Rp
269
Rp puede tomar valores
variables según la zona considerada (Andrade, 1992). El grueso de la producción
maicera actual se ubica entre latitudes de
30 y 45°, zonas en las cuales Rp toma
valores cercanos a las 12 t/ha (Andrade,
1992; Muchow et al., 1990). Ponderando
el valor de Rp calculado para las distintas zonas maiceras por el volumen de
producción de las mismas, se obtiene un
valor similar. El valor de ef se obtiene
como el cociente entre el rendimiento
promedio mundial y el valor de Rp ponderado.
Los valores de Rp aumentarían 4 tn/ha en los próximos 55
años (Figura 2); valores razonables y
conservadores debido a que i) en los pasados 30 años esta variable aumentó a
ritmos anuales similares (Russell, 1986;
Duvick, 1984; Andrade et al., 1996), ii)
las eficiencias energéticas actuales de sistemas de producción con máxima tecnología disponible son muy bajas, e iii) hoy
existen materiales genéticos que tienen,
en zonas típicas maiceras, potenciales de
rendimiento muy superiores a los híbridos actualmente difundidos (Swank et
al., 1982) que no se utilizan por presentar ciertos problemas agronómicos (por
ejemplo, suceptibilidad al vuelco). Entonces, desde el punto de vista fisiológico
hay potencialidad para aumentar significativamente Rp a través, principalmente,
de los componentes eficiencia de conversión y partición, por lo que es altamente
factible que esta predicción se cumpla e
incluso se supere.
La ef aumentaría de
0.33 a 0.47 (Figura 2). Esta proyección
es razonable debido a i) que corresponde
a incrementos anuales compatibles con
los que se vinieron dando en los últimos
35 años, ii) los bajos valores actuales, iii)
las posibilidades de expansión del riego,
de la fertilización y de otras prácticas ya
analizadas e iv) que los nuevos materiales genéticos rinden mejor tanto en buenas como en malas condiciones y que
hay mucho por mejorar en la adaptación
de los híbridos a las condiciones específicas de las distintas situaciones de producción.
Estos aumentos en Rp y
en ef son suficientes para casi duplicar la
producción de maíz en los próximos 55
años. Para lograr este objetivo se necesitan tasas de aumentos quinquenales del
8%, valores inferiores a los registrados
desde 1960 hasta hoy. En concordancia
con estos cálculos, el USDA estima que
los rendimientos de maíz en EEUU aumentarán 65% en 4 décadas (desde 1989
hasta 2031) (Dibb y Darst, 1994).
Incrementos adicionales
en la producción de este cultivo pueden
270
Figura 2: (A) Rendimientos factibles de obtener a campo bajo riego, fertilización y manejo óptimo (Rp; rombos) y rendimientos promedio mundiales (r; cuadrados); y (B) Eficiencia de la
producción agrícola (ef) obtenida como el cociente entre r y Rp, para los años 1960, 1995 y
2050 (proyectada). Cultivo de maíz.
darse a través de aumentos en la superficie cultivada, sin embargo ésta no crecerá
en forma importante para la mayor parte
del mundo dadas las actuales tendencias
de estabilización de esta variable. Hay
que considerar también que el valor de
hectáreas cosechadas puede aumentar por
efecto de intersiembras y cultivos de segunda.
En zonas desarrolladas,
el aumento en la producción de maíz va
a pasar en mayor proporción por la componente Rp ya que los actuales valores
de ef son altos (alrededor de 0,7). Por
otro lado, en la mayor parte de Africa,
Asia y America latina, los valores de ef
son muy bajos (inferiores a 0,2) por lo
que la mejora en esta variable puede incidir en mayor medida en el aumento de
la producción. En zonas tropicales y
subtropicales, el valor de Rp es inferior
al observado en zonas templadas; sin embargo, estos también pueden ser incrementados significativamente (Fischer y
Palmer, 1984).
En el caso de Africa que
necesita cuadruplicar la producción para
autosostenerse, el objetivo se lograría con
un aumento de 4 tn/ha en Rp, con una
eficiencia de 0,36 (valor semejante al correspondiente a la producción promedio
mundial actual) y con un incremento del
44% en la superficie bajo maíz.
Haciendo un análisis similar para el cultivo de trigo, se concluye que se producirían aumentos relativos
de producción entre 1995 y 2050 muy
parecidos a los de maíz. Estos aumentos
se obtendrían básicamente a través de los
componentes Rp y ef. Similarmente, el
USDA estima que los rendimientos de
trigo en EEUU aumentarán 114% en las
próximas 4 décadas (Dibb y Darst, 1994).
DISCUSIÓN
Distintas visiones
Según el análisis de la
oferta potencial de alimentos y de la si-
SEP - OCT 1998, VOL. 23 Nº 5
TABLA III
PRODUCCIÓN ANUAL ACTUAL, Y ESTIMADA CON NIVELES CRECIENTES DE USO DE RECURSOS
(TIERRA, TECNOLOGÍA, RIEGO Y MATERIALES SUPERIORES).
Región
Am Sur
Am NyC
Africa
Oceanía
Asia
Eur y exURSS
área
rend
prod.
act
area
pot
prod
pot
arable
prod
media
prod
intensiva
prod
riego
pot
gen
ha 106
tn/ha
tn 106
ha106
103
271
188
52
469
368
1.95
2.49
1.55
1.91
2.58
2.80
175
580
250
85
1040
885
3015
740
465
877
246
495
479
1240
1000
1170
405
1100
1150
6065
2620
1200
2300
510
1380
1150
9160
7850
2540
6210
1220
3030
2280
23130
11700
3960
11250
1870
5440
3140
37400
15600
5280
15000
2490
7320
4190
49880
1
2
3
4
5
6
7
8
9
.......................................tn 106...................................
1- Area cultivada actual por región (FAO, 1995a).
2- Promedio de rendimiento de trigo por unidad de superficie, por región (FAO, 1995a).
3-Producción actual por región, calculada como el producto del área cultivada total y el rendimiento promedio del trigo para la región (FAO, 1995a). Se
llevó a 0% de humedad. Un bajo porcentaje de la superficie se hace bajo riego.
4- Area cultivable potencial por región
(en base a datos de tierra potencialmente arable de Norse et al, 1992; Buringh y Dudal, 1987; y de distribución
porcentual de la misma por regiones de Luyten, 1995).
5-Producción de trigo que se lograría utilizando toda la tierra potencialmente arable de cada región, manteniendo el nivel de producción actual (FAO, 1995a).
6-Producción de un cereal estándar bajo secano utilizando toda la tierra potencialmente arable, sin uso de fertilizantes nitrogenados, rotación con leguminosas (1 de cada 3 años) como único aporte de nitrógeno (90kg/ha año), sin uso de biocidas, mecanización media, sin limitación de fósforo y potasio y agricultores capacitados que aplican la tecnología disponible para insumos y sostenibilidad (calculado de Luyten, 1995). Se considera el número máximo posible de cultivos por año en cada región.
7- Producción de un cereal estándar bajo secano, utilizando toda la tierra potencialmente arable, sin limitaciones nutricionales, uso de biocidas, alta mecanización (calculado de Luyten, 1995) Se considera el número máximo posible de cultivos por año por cada región.
8- Idem 7, pero agregando agua disponible para irrigación considerando las descargas base de más de 100 de las principales cuencas hídricas del mundo y
descontando el agua necesaria para consumo doméstico e industrial, (Luyten , 1995). En promedio se puede regar el 65% de la superficie potencial total
bajo un esquema de altos insumos.
9- Producción bajo riego y altos insumos considerando un 33% de aumento en los potenciales genéticos de producción en los próximos 50 años (basada en
proyecciones de datos de Russell, 1986; Duvick, 1984; Andrade et al., 1996,
Cox et al., 1988
Slafer y Andrade, 1989). Estas estimaciones coinciden con las de Heichel (1982) para efectos del mejoramiento genético en 50 años.
tuación particular del maíz y del trigo, es
muy posible aumentar la producción agrícola total con miras a satisfacer los requerimientos de la población del año
2050. Otros autores arriban a conclusiones parecidas (Higgins et al., 1984;
Solbrig, 1995; Dibb et al., 1993).
Existen posiciones menos optimistas en cuanto a la situación
alimentaria futura. Rasmuson y Zetterstrom (1992) concluyen que la especie
humana utiliza para sí una alta proporción de la materia orgánica anual producida por el planeta (hasta un 10 % en
todo concepto) y que esta alícuota no
puede crecer sin una catástrofe ecológica
debido a que el planeta debe mantener a
todas las otras especies. Sin embargo,
hay que considerar que el hombre puede
ser el artífice de la energía orgánica extra
que su desarrollo o crecimiento demande,
aumentando la eficiencia de sus sistemas
de producción, sin necesariamente afectar
el flujo absoluto de energía hacia otras
especies. Más arriba se mencionó que
SEP - OCT 1998, VOL. 23 Nº 5
existen muchas posibilidades de aumentar
la producción de alimentos por unidad de
superficie como ocurrió desde 1950 hasta
nuestros días. Otro panorama pesimista es
el presentado por Brown y Kane (1994)
quienes sostienen que el crecimiento de
la producción de alimentos en el mundo
está actualmente disminuyendo a valores
cercanos al 1% anual y que esta tendencia puede continuar. Por lo tanto, la producción de alimentos per cápita está descendiendo en los últimos años, y esta
tendencia puede continuar en los próximos años. Hay, por lo menos en trigo,
ciertos indicios de estancamiento en la
producción, tanto a nivel de rendimientos
mundiales, como de potenciales. Investigadores del CIMMYT han realizado recientemente una discusión sobre este
tema en la cual algunos mostraron preocupación por la declinación en los incrementos de rendimientos de trigo en
condiciones experimentales. A esta posición se suman argumentos sobre pérdida
de tierras productivas por urbanización,
industrialización, degradación, erosión,
etc. que complican la situación general.
Un punto crítico que lleva a estos autores a pronósticos desalentadores es la tasa de aumento de la producción de granos que va a haber en los
próximos años (McCalla, 1994). El presente artículo pretende echar luz sobre
este punto. Hay un gran potencial para la
expansión de la producción de alimentos.
Se pueden aumentar la superficie cultivada y la superficie bajo riego en varias
zonas del mundo y existen grandes posibilidades de aumentar los rendimientos
por unidad de superficie a través de mejoras en el potencial genético de los cultivos y en el nivel tecnológico de producción. Se han listado en el trabajo previo una serie de procesos, técnicas y rasgos que pueden llegar a ser manipulados
a través del manejo o del mejoramiento
de los cultivos para lograr mayores producciones.
El gran incremento en
los rendimientos potenciales y reales ob-
271
tenidos en la segunda mitad del siglo XX
se logró sin un buen entendimiento de
los procesos y mecanismos claves para el
rendimiento de los cultivos. El mejoramiento genético se realizó por producto
final, tipo caja negra, desconociendo los
mecanismos determinantes del rendimiento y sin contar con técnicas novedosas de
biología molecular (transgénicos, marcadores moleculares, etc) que posibilitan
acelerar dicho proceso. Si el desarrollo
del conocimiento y de técnicas se sigue
dando como hasta ahora y considerando
las bajas eficiencias actuales de los sistemas de explotación agrícola, hay enormes
posibilidades para seguir aumentando la
producción de alimentos. Pero es necesario profundizar el entendimiento del funcionamiento de los cultivos en interacción con el ambiente, con el fin de lograr
una mejor identificación de los atributos
de las plantas y de las prácticas culturales que puedan utilizarse por medio del
mejoramiento genético y/o del manejo
del cultivo con vistas a aumentar la producción y su eficiencia de una manera
sustentable y conservacionista.
Producción vs. ambiente
Los aumentos de la población y de la producción ejercen presión sobre el ambiente. Los principales
efectos negativos de la actividad agrícola
en el ambiente son: la erosión del suelo
por deforestación y laboreo excesivo, la
contaminación con biocidas que afectan a
los vertebrados e insectos benéficos, la
pérdida de biodiversidad, la acumulación
de nitratos en la napa y sus efectos negativos en la salud humana, las pérdidas de
tierra agrícola por salinización en esquemas de riego no apropiados, etc.
En zonas desarrolladas,
que utilizan en general alta carga de
agroquímicos, las mayores preocupaciones tienen que ver con la contaminación
ambiental. Por otro lado, los problemas
de erosión y degradación de los suelos
están controlados o disminuyendo (Hossner y Dibb, 1995). En contraste, en muchos países subdesarrollados hay graves
problemas de erosión y de degradación
del suelo. En ellos, la principal preocupación es producir alimentos suficientes
para la población creciente, descuidando
muchas veces la conservación de los recursos (Hossner y Dibb, 1995).
Satisfacer nuestros requerimientos nutricionales futuros no necesariamente implica sacrificar el objetivo
de preservar nuestro ambiente y nuestros
sistemas de producción. Se pueden lograr
ambos objetivos a través de un uso racional de los recursos, reduciendo los problemas de i) erosión con técnicas de la-
272
branza reducida y siembra directa, ii)
contaminación química a través del uso
de transgénicos, control biológico e integrado de plagas y uso racional de biocidas, iii) salinización, a través de la implementación racional del riego, etc. Para
esto es necesario implementar mejores
programas de investigación y extensión
agrícola.
Aquellas regiones que
basarán parte de su aumento en producción de alimentos en la expansión de la
superficie cultivada (generalmente zonas
tropicales y subtropicales) deberán desarrollar estrategias de deforestación y paquetes de producción coherentes con la
preservación del recurso suelo y con el
mantenimiento de la biodiversidad. Hay
que tener en cuenta que estas zonas generalmente presentan problemas de erosión, por lo que el aumento de la producción por unidad de superficie en las tierras más aptas liberaría tierras marginales
de la actividad agrícola y limitaría la deforestación de áreas suceptibles a dicho
proceso, limitándose así la degradación
de los suelos. Esta posibilidad, sin embargo, está frenada por las trabas al libre
comercio y por la mala distribución de
los recursos.
En zonas donde parte de
los incrementos de producción va a depender de una intensificación de la producción con aumento de insumos, se deberá i) investigar sobre movimiento de
solutos en el suelo, sobre control biológico e integrado de plagas y sobre genotipos y prácticas de manejo que aseguren
una alta recuperación y eficiencia de uso
del nitrógeno del fertilizante, y ii) desarrollar y promover el uso de transgénicos
que disminuyan las necesidades de empleo de agroquímicos peligrosos. Si es
necesario aumentar la superficie bajo riego, se tendrá que invertir en la infraestructura necesaria e implementar técnicas
de manejo que eviten la salinización y el
deterioro de las tierras.
Finalmente, cualquiera
sea la combinación de estrategias de aumento de la producción, se deberá aplicar
de una manera racional, sustentable, conservacionista y no contaminante. Para
esto, es necesario desarrollar programas
de educación y capacitación de los productores, y profundizar la investigación
para i) obtener cultivares de mayor potencial de rendimiento y tolerancia a
estrés, más adaptados a las condiciones
ambientales imperantes y más eficientes
en el uso de los recursos y ii) desarrollar
tecnologías no contaminantes y conservacionistas.
Estas acciones permitirán mantener áreas forestales, evitar contaminación del ambiente por excesivo uso
de fertilizantes y biocidas, frenar la degradación de los suelos y mantener biodiversidad, etc.
El verdadero problema
A pesar de que el análisis a nivel de grandes regiones es alentador, a nivel de países individuales aparecen serios problemas. La producción de
alimentos per cápita ha disminuido desde
1965 en el norte de Africa como en el
subsahara, y desde 1978 en Asia Occidental (FAO, 1995a; York, 1994;
Bongaarts, 1995). Por otro lado, algunos
países no podrán alimentar con recursos
propios a toda su población por más que
pongan en producción toda su superficie
potencialmente cultivable con alto nivel
tecnológico (Higgins et al, 1984).
Algunos de los países
problema tienen tierras potencialmente
cultivables y recursos hídricos (como
por ejemplo Zaire) por lo que la meta es
aumentar significativamente su producción a través del aumento en la superficie cultivada y en los rendimientos. Cerrar la brecha entre los rendimientos reales y los de los mejores productores es
la forma más rápida para mejorar la situación alimenticia de la población de
países pobres. Sin embargo, los bajos
precios al productor constituyen una barrera importante para la utilización de
tecnología (Wheeler, 1983). Otros países
no pueden aumentar facilmente su producción de alimentos, por lo que deberán importarlos. Dentro de esta última
categoría, en algunas naciones (especialmente de Asia) se está produciendo desde hace unos años un importante aumento en su producto bruto interno, que genera excedentes para comprar alimentos
a países agroexportadores. En otros, países, el crecimiento de la población no es
acompañado en igual medida por el del
producto bruto interno, por ejemplo
Bangladesh, países de Asia Occidental,
etc. En estos casos, es necesario revertir
esta situación a través del desarrollo del
sector agrícola y/o de algún otro sector
de la economía.
Por otro lado, en varios
países subdesarrollados existen serios
problemas de desnutrición en importantes sectores marginales de la población,
por más que la producción per cápita se
haya mantenido o haya crecido, indicando la existencia de problemas adicionales de pobreza y de distribución de riqueza.
Los gobiernos, a través
de su rol motivador, facilitador y recaudador, son responsables de aplicar las estrategias necesarias para el desarrollo
agrícola y general de estos países, y lo-
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grar una alimentación adecuada de toda
la población. Hay que disminuir la corrupción, diversificar la producción, atraer
capitales para promover el desarrollo general y agroindustrial en particular, y eliminar gravámenes a la producción para
promover el desarrollo y adopción de tecnología a nivel del productor. A nivel internacional, se deberían lograr precios
más justos para los productos de exportación de los países subdesarrollados. Se
necesita fomentar también el comercio internacional de granos que hoy es muy escaso y no supera las 200 millones de toneladas.
En un marco mayor, se
necesitan políticas de gobierno coherentes y estrategias impositivas y presupuestarias que promuevan inversiones en
infraestructura y que generen fondos
para investigación y extensión en temas
relacionados con la producción sustentable de alimentos y para programas de
educación, capacitación y de ayuda social. Para que los gobiernos tengan espacio político y puedan implementar estas
acciones, es necesario educar al público
para que éste no las resista. En aquellos
países en los que la situación es más
crítica, se necesita la participación de
organismos internacionales y la solidaridad internacional.
Entonces, la solución
para el problema alimenticio del mundo
es la inversión en infraestructura, investigación, capacitación y educación. Estas
necesidades comunitarias, que reditúan a
largo plazo, coexisten con una ideología
que se está desplazando hacia formas radicales de individualismo y supervivencia
del más apto (Thurow, 1996). Paralelamente a esto, los fondos para el desarrollo y el aumento de la productividad
agrícola a nivel mundial están disminuyendo, tanto en países desarrollados
como en subdesarrollados (McCalla,
1995; York, 1994). Además, con el fin
de la guerra fría y desaparecido el temor
de que los países pobres caigan en la esfera del competidor, las naciones desarrolladas disminuyeron su colaboración para
el desarrollo de los países pobres
(Vedoya, 1995). Más aún, las instituciones de ayuda internacional están reduciendo su apoyo al desarrollo agrícola y
general del tercer mundo (McCalla, 1995)
promoviendo programas de control de la
natalidad, cuando el desarrollo mismo es
la más eficiente y humana manera de lograr este objetivo (Randle, 1995; Rasmuson y Zetterstrom, 1992). A este panorama se agrega la existencia de gobiernos
corruptos en aquellos pueblos que más
necesitan de sus dirigentes para desarrollarse y aumentar su calidad de vida
(cualquier diario, cualquier día).
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CONCLUSIÓN
Pensar en un mundo con
una población adecuadamente alimentada
a través de un uso sustentable de los recursos, no es utópico. La población humana se estabilizará en el siglo entrante
y el planeta tiene un gran potencial de
producción de alimentos muchas veces
superior a la demanda futura estabilizada.
Además, el asombroso desarrollo tecnológico pone y pondrá al alcance del hombre herramientas impensadas años atrás.
Para alcanzar aquella meta es necesario
realizar una fuerte inversión en investigación y extensión agropecuaria, en educación y en desarrollo rural. La solución
desde el punto de vista estricto de tecnología de producción de alimentos es entonces altamente factible.
Aspectos
relacionados
con la decisión moral del hombre dejan
algunas dudas sobre el futuro de la humanidad. Sobre lo que no quedan dudas
es que si se están dando hambrunas y
existen serios problemas nutricionales y
de degradación de recursos productivos
en importantes sectores de la población
humana y las perspectivas para ciertas regiones de la tierra no son nada alentadoras, no es porque Malthus tenía razón,
sino porque el egoísmo y la falta de solidaridad prevalecen sobre la iniciativa y
creatividad de los hombres para solucionar estos problemas. La pregunta clave
no es si podemos alimentar a la humanidad, sino si queremos hacerlo.
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