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Benjamin Ernest Linder Su sonrisa y sus sueños iluminan El Bote y otras comunidades 23 años después de su asesinato *** Tenía 27 años, ingeniero, californiano, amante de la justicia y de la equidad. Vino a Nicaragua en 1983, persiguiendo sus sueños. Fue uno de los muchos internacionalistas asesinados por la contra en los años 80 y el único estadounidense. Su muerte recorrió el mundo y se convirtió en noticia de primera plana en muchos países a finales del mes de abril de 1987, además de avivar la polémica existente en los Estados Unidos por su participación y apoyo directo de su gobierno a la contra. Trabajó en la entonces Planta Geotérmica Patricio Ryan en Momotombo. Apoyó al Circo Nacional y a la Escuela de Circo. Vivió en El Riguero y de ahí se le veía salir a recorrer Managua en su monociclo, a veces de civil y a veces en su uniforme de payaso, llamando a las vacunaciones, campañas de limpieza y otras actividades comunales. Con frecuencia, participó en actividades de CISAS haciendo malabarismos con los alimentos para enseñar sobre dieta balanceada o vestido del “Monstruo del Sarampión” para motivar la vacunación. El 28 de abril de 1987, junto a Pablo Rosales y Sergio Hernández, Ben se fue a La Camaleona en San José de Bocay a medir el flujo de agua para instalar una microplanta hidroeléctrica. A pocos metros del lugar, les esperaba la contra. Ninguno de los tres salió vivo. Los atacaron con todo y su autopsia revelaría después que primero lo hirieron en la pierna con una granada y luego lo remataron disparándole a quemarropa en la cabeza. Ben era un tipo pequeño, menudo, de pelo rojizo, más parecía un adolescente que un hombre de más de 20 años, siempre pelando los dientes con una sonrisa que le cruzaba de oreja a oreja y dispuesto a dar y aguantar chistes. Sus amistades le hacían bromas cuando hablaba con pasión de las microplantas eléctricas, diciéndole que eran las apropiadas para su tamaño. Su físico era lo más alejado de la imagen del gringo chele y fortachón que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en los estadounidenses. Tenía un hermano que estuvo en Nicaragua cortando café y una hermana. Su padre y su madre vivían en Portland, Oregon, al norte de los Estados Unidos. En las palabras de su hermano John, durante el funeral en Matagalpa, “Vino porque Nicaragua representaba la esperanza. Y esta esperanza es muy profunda para morir con una persona... Esta esperanza está en todos nosotros.” Y esa esperanza, su ejemplo, y el cariño de muchos es lo que hoy brilla en las casas y calles de El Cuá, de El Bote y de otras comunidades que tienen luz y han cambiado sus vidas por el sueño de Benjamín, la perseverancia de Rebecca Leaf, el activismo de la familia Linder y quienes integran la Asociación Benjamín Linder. La muerte de Benjamín inspiró a Sting en 1987 a escribir y cantar la canción Fragile en su álbum Nothing Like the Sun (Nada como el Sol). Hoy existen dos Casas Benjamín Linder –una en Managua y otra en Michigan, Estados Unidos–, un Café en León, una Asociación en El Cuá, una Sala de Conferencias y muchos otros esfuerzo y lugares que guardan su memoria.