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IV Cenagro confirma importancia
de la pequeña agricultura en la
producción de alimentos
¿Cuán importante es la pequeña agricultura para la seguridad alimentaria de
los peruanos? Hasta hace poco, por falta de información actualizada, no había
sino conjeturas. Las estimaciones sobre
qué porcentaje de la producción de alimentos de origen agrícola salía de los
pequeños productores iban desde los
dos tercios hasta las tres cuartas partes
del total. Pero, realmente, no había información precisa al respecto, dado que el
censo anterior databa de 1994.
El nuevo Censo Nacional Agropecuario 2012 (IV Cenagro) no solo confirma la
importancia de la pequeña agricultura,
sino que muestra que esta es mayor a la
estimada. El IV Cenagro nos informa
cuántas hectáreas se destinan a los diferentes cultivos y qué unidades agropecuarias (UA) son las que los cultivan.
Veamos, en primer lugar, cómo se distribuye la superficie destinada a cultivos
alimenticios transitorios.
Cultivos transitorios
El IV Cenagro informa que la mayor
parte de las tierras dedicadas a cultivos
alimenticios transitorios (anuales o plurianuales) corresponde a la pequeña agricultura (que, para los propósitos de este
artículo, definimos como las UA con extensiones menores de 10 hectáreas) Así,
en el caso de las leguminosas, el 82% del
área sembrada corresponde a la peque-
ña agricultura, y también corresponde a
esta el 76% del área sembrada para los
tubérculos, el 74% de la sembrada para
los cereales, el 72% de la sembrada para
las hortalizas y el 63% de la sembrada
para las frutas. Las muy pequeñas UA,
menores de tres hectáreas —usualmente consideradas como minifundios—, tienen una participación muy importante,
como puede apreciarse en la tabla 1.
En contraste, las UA de mayor tamaño destinan muy pocas tierras a la producción de alimentos para el mercado
interno. Como lo muestra la misma tabla, las UA no menores de 100 hectáreas ni mayores de 1,500 hectáreas, apenas sí siembran para el mercado interno, pues no llegan ni al 2% del área cultivada para alimentos. En cuanto a las
empresas agrarias más grandes —los
megalatifundios—, que superan las
1,500 hectáreas de extensión, casi no
dedican nada de sus tierras a la producción de alimentos: apenas el 0.3% de la
superficie sembrada.
Puesto de otra manera: si por alguna
razón aquellas empresas desaparecieran,
ello no afectaría la producción de alimentos agrícolas destinada al consumo de los
peruanos. En cambio, si hubiesen políticas favorables a la pequeña agricultura
que repercutiesen en un incremento de
los rendimientos, la producción de alimentos sí aumentaría significativamente.
Tabla 1. Superficie sembrada de cultivos alimenticios transitorios, según
UA por tamaño. Porcentajes
Cultivos
Menos
De 3
De 10
De 100
+ de
Total
de 3 ha
a 10 ha
a 100 ha
a 1,500 ha
1,500 ha
(100%)
Cereales
37.6
36.4
24.1
1.7
0.2
908,032.0
Frutas
22.2
41.1
33.5
3.0
0.1
19,111.0
Hortalizas
32.4
39.4
23.6
4.3
0.3
55,035.0
Leguminosas
46.5
35.8
16.0
1.4
0.3
36,807.0
Menestras
41.3
38.1
18.8
1.3
0.5
138,109.0
Tubérculos
41.5
34.3
22.3
1.6
0.3
386,136.9
Total
38.7
36.2
23.0
1.8
0.3
1’543,231.0
% Tot. acumulado
38.7
74.9
97.9
99.7
100.0
Elaboración a partir del cuadro 49, IV Cenagro.
8
Foto Ricardo Marapi
Fernando Eguren
La seguridad alimentaria del país depende de la agrisembrada corresponde a la pequeña agricultura.
Cultivos permanentes
Los cultivos permanentes son aquellos
cuya duración se prolonga por varios
años. Los principales grupos de cultivos
permanentes son, en la clasificación del
IV Cenagro: frutales, cultivos industriales y pastos cultivados. En conjunto, suman cerca de dos millones de hectáreas.
Los principales cultivos destinados a
la exportación son permanentes; es el caso
de varias frutas (mangos, paltas, uvas,
cítricos), los espárragos y el café. También son permanentes la caña de azúcar,
destinada tanto a la producción de azúcar
como de etanol, y la palma aceitera, que
produce aceites para el consumo humano
y para la fabricación de biodiésel.
La participación de la pequeña agricultura en la producción de cultivos permanentes es destacada, aunque menor que
en el caso de los transitorios (tabla 2). Esto
se debe, entre otras razones, a que los cultivos permanentes requieren de condiciones de las que con frecuencia carece la
pequeña agricultura: inversiones mayores
y la posibilidad de sostenerse durante el
periodo entre la siembra y la primera cosecha, que suele ser de varios años.
En cuanto a las áreas de los latifundios
por encima de las mil hectáreas, tienen una
alta participación en los frutales permanentes (casi 21% de la superficie total
destinada a estos cultivos), siendo partiLA REVISTA AGRARIA / 155
- cultura familiar que se desarrolla en unidades agropecuarias de menos de 10 hectáreas. Una cifra es reveladora: en el caso de los tubérculos, el 76% del área
Tabla 2. Superficie cosechada de cultivos permanentes, según UA por tamaño. Porcentajes
Cultivos
Menos
De 10
De 50
De 100
Más de
Total
de 10
a 50
a 100
a 1,000
1,000
(100%)
Frutales
42.6
23.2
4.5
8.7
21.0
472,218
Industriales
50.6
36.7
4.4
4.5
3.9
717,851
Pastos cultivados
19.6
23.5
13.8
17.1
26.0
778,062
Total
36.4
28.2
8.1
10.5
16.7
100.0
716,311
555,699
160,189
206,659
329,273
1’968,131
(Total absoluto)
Fuente: IV Cenagro.
cularmente alta en el caso del palto (43%),
la vid (41%) y el mango (28%), todos ellos
dirigidos a la exportación. Su participación en los cultivos industriales, como un
todo, es bastante menor: 3.9%; sin embargo, si se excluye el café, su participación
sube al doble: 7.8%. En algunos cultivos
industriales específicos su participación
es mucho mayor, sobre todo en el caso
del espárrago, llegando al 44% de la superficie total dedicada a ellos.
La pequeña agricultura garantiza
la alimentación
En conclusión: hay un uso diferenciado de la tierra, según el tipo de productores. El tamaño de los predios no es suficiente como para hacer una tipología de
productores, pero es un criterio útil en la
medida en que cuanto más pequeña es la
SETIEMBRE de 2013
unidad agropecuaria, más probable es que
se trate de un predio conducido por una
familia y donde la mayor parte de la fuerza
de trabajo es proporcionada por la propia
familia. Por el contrario, cuanto más grande es la unidad agropecuaria, más tiende
a ser una empresa, cuya finalidad principal es obtener utilidades. Mientras que
las primeras tienden a orientar su producción al mercado interno, las últimas lo hacen a los mercados internacionales.
La seguridad alimentaria del Perú depende de las primeras, cuyo papel, en una perspectiva de soberanía alimentaria —es decir, de búsqueda de una mayor autonomía
en cuestión alimentaria—, es estratégico.
En cuanto a las grandes unidades agropecuarias —volcadas hacia la exportación—, estas contribuyen a la seguridad
alimentaria en el sentido de que aseguran
el ingreso de los trabajadores que emplean,
con el que estos adquieren los alimentos
que, a diferencia de los primeros, no producen; pero esas grandes unidades agropecuarias no contribuyen a consolidar una
economía agraria que defienda al país de
los avatares de los mercados internacionales. No olvidemos que desde 2008 —año
en el que los precios de los alimentos se
elevaron súbitamente, lo que afectó a centenares de millones de personas de bajos
ingresos— se han instaurado en la agenda internacional los riesgos de la inseguridad alimentaria. Cada vez más gobiernos
están considerando ser más autónomos en
su abastecimiento de alimentos, y, sin duda,
esta mayor autonomía tiene en la pequeña
agricultura su mayor soporte.
No deja de extrañar el que, a pesar de
que el gobierno del presidente Ollanta
Humala ha declarado 2013 como Año de la
Inversión para el Desarrollo Rural y la Seguridad Alimentaria; de que hay una comisión multisectorial que está elaborando una
propuesta estratégica de seguridad alimentaria; de que el Congreso debatirá próximamente una ley de seguridad alimentaria; de
que las Naciones Unidas oficializaron 2013
como Año Internacional de la Quinua (producto típico campesino); el Gobierno central —repetimos— no haya definido una
política integral de apoyo a ese vital y numeroso sector productivo.
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