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Machito: el padre del jazz latino y la salsa (I)
Par Leonardo Acosta
Numéro 02, 2015
Frank Grillo, Machito casi desconocido en su propio país, es el músico cubano
que más ha influido en diversas corrientes de la música popular en los Estados
Unidos, y su influencia supera en profundidad y permanencia la de figuras tan
connotadas como Chano Pozo, Dámaso Pérez Prado, Arsenio Rodríguez o
Ernesto Lecuona.
Machito, fallecido en Londres en 1984, dirigió durante más de cuarenta años la
mejor y más importante orquesta de música cubana (o afroantillana o “latina”)
en los Estados Unidos; Machito y sus Afro-Cubanos. Críticos norteamericanos
y europeos como Marshall Stearns o Joachin E. Berendt lo consideran como “el
Count Basic de la música afro-latina”, y el finlandés Pertti Luhtala dice sin
reservas: “Machito es el verdadero padre tanto del jazz latino como de la salsa.
Durante casi sesenta años ha estado ligado a la música afro-cubana en todas
sus formas, desde los rituales yoruba en La Habana hasta el más moderno jazz
latino.”
Sin embargo, la extraordinaria carrera de este músico permanece
prácticamente desconocida para el gran público cubano e incluso para la
mayoría de nuestros músicos jóvenes. Verdadero ídolo en Nueva York, sobre
todo entre les minorías de afro-norteamericanos e hispanoparlantes, y entre los
músicos y amantes del jazz, la fama de Machito se extendió a Francia,
Inglaterra, Finlandia, Japón y otros muchos países.
Francisco Grillo nació en Marianao el 3 de diciembre del 1909, segundo de
siete hermanos. Desde pequeño mostró sus aptitudes como cantante y
percusionista. A los dieciocho cantaba de segundo con Abelardo Barroso, en el
Conjunto Agabamar.
En 1928, Frank contrae matrimonio con Luz María Pelegrín, de quien nace su
hijo Rolando. Corrían tiempos difíciles y de penuria económica y muchos
músicos emigraban a Nueva York. Entre los primeros en establecerse allí,
donde se iba formando una populosa colonia hispanoparlante, se hallaba Mario
Bauzá, casado con Estela, hermana de Machito.
Una asociación fructífera: Machito -Mario Bauzá
Conocido más tarde como trompetista, arreglista y director musical de varias
bandas famosas, sobre todo la de Machito (1941-75), Bauzá comenzó su
carrera musical como clarinetista y saxofonista. Tocó clarinete bajo con la
Orquesta Filarmónica de La Habana, dirigida entonces por el maestro San Juan
y entre cuyos integrantes se hallaban Alejandro García Catarla y Amadeo
Roldán. En agrupaciones populares tocó junto a Machito en esa década de los
veinte.
Al filo de los años treinta, Bauzá tocaba sexo alto y clarinete en la orquesta del
pianista Célido Curbelo, en la cual tocaba saxo tenor el luego conocido director
de orquesta Armando Roméu. En el repertorio figuraban números de jazz, y
faltaba un trompetista que dominara el idioma jazzístico. Bauzá aprendió el
instrumento en tiempo record y se convirtió en el trompeta solista. En 1932,
marchó a Nueva York, donde tocó con la banda de Noble Sissle, pasando
luego a la del legendario baterista Chick Webb como trompetista y director
musical. Este era una de las grandes jazzbands negras de la época, junto a las
de Count Basie y Duke Ellington. En un “mano a mano” con la mejor y más
famosa orquesta blanca, la de Benny Goodman, en el Savoy Ballroom, la
batalla terminó con una victoria total de Webb, y un crítico diría: „„Era increíble
que el director musical de Webb fuera un desconocido que llegaba de La
Habana y apenas había aprendido a hablar inglés y a tocar trompeta.” Por esa
época, Chick Webb y Mario Bauzá descubrirían, en un concurso de aficionados
a quien luego sería la más famosa cantante de jazz de todos los tiempos: Ella
Fitzgerald.
Los comienzos de Machito en Nueva York
A instancias de su cuñado, Machito llegó a Nueva York en 1937. Ese mismo
año trabajó con una agrupación cubana, las Estrellas Habaneras, y con la
Orquesta Siboney del violinista Alberto Iznaga en 1939. También grabó con el
grupo del pianista puertorriqueño Noro Morales y con la orquesta de “Ritmos
latinos” del catalán Xavier Cugat, que comenzaba su meteórico ascenso a la
fama en Nueva York y Hollywood. Con Cugat, Machito grabó ocho piezas como
cantante.
Los comienzos eran alentadores. En el llamado “mundo latino” ya brillaban
como estrellas los cantantes cubanos Miguelito Valdés y Desi Arnaz, y
orquestas bien establecidas, pero de estilo y sonoridad muy distinta a la que
luego caracterizaría a los Afro-Cubanos. Pero nadie podía pensar entonces que
Machito sería el centro de una auténtica „„revolución musical”. A la muerte de
Chick Webb, Mario Bauzá pasó a la orquesta de Cab Calloway, también como
trompetista y director musical. Calloway (quien visitó Cuba en los años
cincuenta), admiraba la música afroantillana, y su afición se concretó con la
llegada de Bauzá a su banda. En 1939 se sumó a la orquesta un joven
trompetista que se sentaba junto a Bauzá en la sección de metales: Dizzy
Gillespie.
Machito y Bauzá intercambiaban ideas y proyectos para formar una banda de
música cubana en Nueva York. La experiencia de Bauzá en el jazz se sumaría
a la de Machito en todas las modalidades de la música popular cubana. En
1940 el sueño se hace realidad y surge la orquesta Machito and his AfroCubans, debutando en el cabaret neoyorquino La Conga.
Los primeros éxitos de Frank Grillo se debieron a números como La paella y
Sopa de pichón que le valieron el sobrenombre de “cantante cocinero”. Es
decir, que primero se da a conocer como cantante sonero y como autor. Sin
embargo, frente a las versiones diluidas y edulcoradas de nuestra música que
predominaban entonces en los Estados Unidos, la banda de Machito pronto
logra imponerse por la autenticidad y fuerza de sus interpretaciones y
repertorio.
En 1941 se suma a la orquesta, Graciela, hermana de Machito, quien fuera
cantante en la orquesta Anacaona desde l932 que se mantendría en la banda
hasta 1974, año en que se retira para dar paso a Paula, hija de Machito. Otro
de los cinco hijos que tuvo de su segundo matrimonio, Mario Grillo, también
sería más tarde integrante destacado de la orquesta.
Los inicios de la explosión afrocubana
Machito y sus Afro-Cubanos se impusieron desde el principio. Y lo más
inusitado fue que se imponían entre audiencias blancas y negras, entre latinos
y norteamericanos, entre los exigentes fanáticos de jazz y los también
exigentes bailadores. Un crítico ha considerado la formación de la banda de
Machito como “el hecho más importante para el desarrollo de la música
latinoamericana en Estados Unidos”.
Al principio la banda contó con solo tres saxos y dos trompetas, piano,
contrabajo, bongó y pailas. Los cantantes, como es usual, completaban el ritmo
con claves y maracas. Luego se agregó a Carlos Vidal en la tumbadora, que
junto al bongosero José Mangual formaban el “motor rítmico” de la banda. Por
su parte Mario Bauzá traía las concepciones jazzísticas en los aspectos
armónico, tímbrico y orquestal. Se buscó una mayor densidad armónica y
orquestal que en las agrupaciones cubanas tradicionales, y la banda pronto
contó con tres trompetas, dos trombones y cinco saxos. Algunos de los solistas
en los vientos eran músicos de jazz. Así fueron fusionándose los elementos
jazzísticos y los afroantillanos.
Hasta ese momento la música cubana en los Estados Unidos había estado
representada sobre todo por músicos blancos orientados hacia una versión
latinada la llamada society music (música para la alta sociedad) como la de
Paul Whiteman y Guy Lombardo sus congéneres latinos como Xaviar Cugat y
Enric Madriguera (ambos españoles) con su estilo latino-society. Algunas
orquestas cubanas y boricuas seguían un camino intermedio, como las de
Alberto Socarrás, Johnny Rodríguez, Pupi Campo, Noro Morales y Anselmo
Sacasas. Varios de ellos cambiarían notablemente bajo el impacto de la música
de Machito, más negra y mulata, genuinamente caribeña, más vibrante y más
avanzada.
El jazz latino y el cubop
Machito y sus Afro-Cubanos trabajaron en el cabaret La Conga en el Park
Plaza, en el Beachcomber, en el Hotel Concord, en clubs de jazz como el Royal
Roost (en Broadway) y el Savoy (en Harlem), en el Blen Blen (bautizado por
ellos según la famosa rumba de Chano Pozo). Pero el centro indiscutido de sus
actuaciones fue el enorme Palladiun, en Broadway y 53, salón de baile con
capacidad para mil parejas en el que tocó la banda casi ininterrumpidamente
desde 1947 hasta 1966, y que fue también el centro de la música afro-latina en
Nueva York.
A las orquestaciones de Bauzá se fueron sumando las de René Hernández
quien además impuso en Nueva York el estilo pianístico cubano. Por esos años
estuvo en la orquesta el timbalero puertorriqueño Tito Puente, luego famoso
director y figura cimera de la “salsa”, quien admitiría siempre que era Machito
“el que tocaba la música latina más progresiva”. También comenzaban a
destacarse las orquestes de José Curbelo y Marcelino Guerra ( Rapindey ) y
los futuros salseros Tito Rodríguez y Charlie Palmieri.
Números como El niche, Llora timbero y Nagüe fueron sonados éxitos de los
Afro-Cubanos en los años cuarenta, pero se considera que Tanga, de 1943, fue
en realidad la primera pieza de jazz afrocubano o “latino”. Ya hacia 1942 los
principales músicos de bop, entonces la vanguardia del jazz, se interesaban
por los ritmos afrocubanos y se acercaban a Machito. Uno de ellos fue Dizzy
Gillespie, quien había participado ya en “descargas” con Mario Bauzá y Noro
Morales y trabajó con la orquesta de Alberto Socarrás. Con frecuencia acudía
Gillespie al Park Plaza y se sentaba a tocar con la banda de Machito.
Y aquí surge el gran equívoco. Durante muchos años se ha dicho que el jazz
latino surge del encuentro de Gillespie con el cubano Chano Pozo, cuando
comienza a hablarse de un estilo “Cubop”. La realidad es más compleja, y en
todo caso debe atribuirse a la fusión del jazz y el bop con la música cubana a
Machito y Mario Bauzá. En efecto, Dizzy buscaba un percusionista cubano para
su nueva banda y acudió a Mario Bauzá y Machito quien había conocido a
Chano en La Habana cuando este apenas tenía ocho años. Y Luciano Pozo
había llegado poco antes a Nueva York, a instancia de Miguelito Valdés. Lo
opinión de Bauzá y Machito fue decisiva: la mejor opción era contratar al recién
llegado, tamborero y autor de condiciones excepcionales.
Tampoco debe olvidarse que otros jazzistas de vanguardia se acercaron a
Machito y a los ritmos afrocubanos, como fueron el pianista Bud Powell, al
saxofonista Stan Getz y los bateristas Kenny Clarke, Max Roach y Art Blakey
que incorporaron a la batería de Jazz los ritmos afro. Y por el momento baste
citar a otros dos músicos de excepcional importancia vinculados a Machito:
Charlie Parker, el principal creador del bop, y Stan Kenton, director de la
orquesta blanca de jazz más influyente y controvertida de los años cuarenta y
cincuenta.
En 1947 año del histórico encuentro Dizzy-Chano, se produce en el Town Hall
otro encuentro explosivo: el mano a mano entre las bandas de Machito y Stan
Kenton. El resultado no se hizo esperar: Kenton se impresionó tanto con los
Afro-cubanos que solicitó de Machito que le enseñara nuestros ritmos, al
tiempo que le encargaba a su arreglista principal, Pete Rugolo, la composición
de la pieza Machito, en tributo al cubano. Poco después Kenton grabó su
versión de El manisero (The peanut vendor), en la cual contó con la sección
completa de ritmo de la orquesta de Machito. Esto sucedía antes de los
memorables conciertos y grabaciones de Pozo y Gillespie de 1948. Y Kenton
declaró en esa época: “Rítmicamente, los cubanos tocan la música más
excitante. Nosotros no los copiamos exactamente, pero copiaremos algunos de
sus métodos y los aplicaremos a lo que estamos tratando de hacer.”
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